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Michel Foucault “VIGILAR Y CASTIGAR”

El descubrimiento del cuerpo como objeto y blanco de poder, presenta gran atención al
cuerpo manipulable, al que se le da forma, se educa, obedece y responde; el cual es
sistema educativo lo denomina como noción de “docilidad” el cual se encarga de unir al
cuerpo analizable con el manipulable. Haciéndose alusión a un cuerpo que puede ser
sometido, transformado y perfeccionado; trabajando el cuerpo como una unidad,
ejerciendo sobre él una coerción débil con el cometido de asegurar ciertos movimientos,
gestos y actitudes sobre el cuerpo activo. Permitiéndoseles el control minucioso de las
operaciones del cuerpo y garantizar una sujeción constante de su fuerza y les imponen
un relación de docilidad-utilidad a la cual se le denomina “disciplina”; individualizando
a los cuerpos.
Constituyendo su trabajo sobre el cuerpo una manipulación calculada de sus gestos y
sus comportamientos. Encontrándose inmerso el cuerpo en mecanismo de poder que lo
explora, desarticula y lo recompone; fabricando así cuerpos sometidos y ejercitados,
“cuerpos dóciles”.
Digamos que la coerción disciplinaria establece en el cuerpo un vínculo de coacción
entre una aptitud y dominación acrecentada, basadas en técnicas minuciosas de suma
importancia, debido que las mismas son las encargadas de definir determinados detalles
del cuerpo.
Destacando uno de los principales factores de la disciplina la “distribución de los
individuos” en el espacio caracterizada por ser individual con el cometido de evitar la
distribución en grupo, descomponiendo las implantaciones colectivas y analizando las
pluralidades confusas y masivas. Dividiéndolos en parcelas, percibiendo así la presencia
y la ausencia; saber dónde y cómo encontrar al individuo, permitiéndoseles también
poder en cada instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarlas, solucionarlas, medir
sus cualidades y sus méritos. Fijándose un lugar determinado para responder no solo a
la necesidad de vigilar, de romper con las comunicaciones peligrosas, sino también
crear un espacio útil, para garantizar el dominio sobre la movilidad y el hormigueo
descomponiendo así el mal.
En las fábricas las divisiones de las zonas tratan de distribuir a los individuos a los
individuos en un espacio en el que sea posible aislarlos y localizarlos; articulando dicha
distribución sobre un aparato de producción que tiene sus exigencias propias.
Ligando la distribución de los cuerpos, a la disposición de los aparatos de producción;
localizados en ciento treinta y dos mesas, dispuestas en dos hileras a lo largo de la sala
dedicada cada una de las mismas a un individuo. Brindando dicha disposición un
recorrido que permite una vigilancia general e individual a la vez. Comparando la
presencia y la aplicación del obrero así como localidad de su trabajo.
En el ámbito escolar, la clase se torna homogénea, compuesta de elementos individuales
dispuestos uno al lado del otro bajo la mirada del maestro. Estableciéndose a partir del
siglo XVIII la distribución por rango de los individuos en dicho orden escolar: hilera de
alumnos en la clase, los pasillos y estudios; rango que se la atribuía al alumno a través
de tareas y pruebas. Alineando los grupos por edad, materias enseñadas y según el orden
de dificultad creciente; ocupando cada alumno de acuerdo con su edad, sus adelantos y
conducta un orden cuyo marca una jerarquía de saber o capacidad.
La organización de un espacio serial permitió asignar lugares individuales haciendo
posible el control de cada cual y el trabajo simultaneo de todos, organizando la
economía del tiempo de aprendizaje haciendo funcionar el espacio escolar como una
máquina de aprender, pero también de vigilar, jerarquizar y de recompensar. Formando
la sala de clases un gran cuadrado de múltiples entradas bajo la mirada cuidadosamente
calificadora del maestro. En todas las clases se encuentran lugares asignados para todos
los individuos, teniendo su lugar determinado y ninguno abandonara ni cambiara el
suyo si no es por orden y con el consentimiento del inspector escolar.
Al organizar los lugares, fabrican disciplinas de espacios complejos: arquitectónicos,
funcionales y jerárquicos a la vez. Son espacios que establecen la fijación y permiten la
circulación, recortan segmentos individuales e instauran relaciones operatorias, marcan
lugares e indican valores, garantizan la obediencia de los individuos; mejorando
también la economía del tiempo y los gestos. Son espacios en los cuales están
establecidos por la disposición de pabellones, las salas y el mobiliario; los cuales
proyectan la ordenación característica de las jerarquías.
La primera gran operación de la disciplina es la constitución de un “cuadro vivo”, los
cuales transforman las multitudes confusas, inútiles o peligrosas, en multitudes
ordenadas.

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