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Eclesiología Sesión # 11

PLAN DE TRABAJO

Tema: Temas selectos de eclesiología: El Concilio Vaticano II Octubre 27/2020

Objetivos: 1. Comprender genéricamente el Concilio Vaticano II, su interpretación y


recepción.

Bibliografía:

MADRIGAL T, Santiago, “La recepción del Concilio Vaticano II”, Revista


Iberoamericana de Teología, v. VII, n. 13, julio-
diciembre, 2011, pp. 57-90.

MADRIGAL T, Santiago, “Vaticano II: el espíritu del acontecimiento y la letra


conciliar”, Conferencia de apertura del XXVIII Curso
de Teología, Curso 2011-2012, Universidad de
Cantabria, 10 de enero de 2012.

MAUTI, Ricardo M., “El Concilio Vaticano II: Acontecimiento y Teología”,


Revista Teología, t. L, n.110, abril 2013, pp. 57-84

Plan de Trabajo:

INVESTIGAR Y REFLEXIONAR:
1. De las lecturas propuestas:

2. ¿Cuál fue el “espíritu” del Concilio Vaticano II?


No se puede afrontar a día de hoy la problemática de la recepción del Concilio sin referirse al
discurso de Benedicto XVI a la curia romana del 22 de diciembre de 2005, donde abogó por
una correcta hermenéutica del Concilio.

Los problemas de recepción han surgido, seguía explicando el Papa, de la confrontación entre
dos hermenéuticas contrarias: por un lado, existe una «hermenéutica de la discontinuidad y
de la ruptura», mientras que tenemos, por otro lado, la «hermenéutica de la reforma», que
caracteriza positivamente en términos «de la renovación en la continuidad del único sujeto-
Iglesia, que el Señor nos ha dado; sujeto que crece con el tiempo y se desarrolla, sin dejar, con
todo, de ser el mismo, el único pueblo de Dios en marcha». Por el contrario, la «hermenéutica
de la discontinuidad corre el peligro de desembocar en una ruptura entre Iglesia preconciliar
e Iglesia postconciliar».
El planteamiento del discurso navideño de Benedicto XVI se sitúa en la línea de los criterios
hermenéuticos sugeridos por W. Kasper. Sin la letra de los documentos se desvanece eso que
se viene denominando el dinamismo o el espíritu del Vaticano II. No me resultan
convincentes los planteamientos que atribuyen más peso al hecho de haber estado cuatro
años en «estado de concilio» y al desenlace final del acontecimiento que a los documentos
aprobados y promulgados. Por eso, suena acertada la regla de interpretación propuesta por
O. H. Pesch frente a quienes buscan la escapatoria de esquivar la letra conciliar a expensas de
un nebuloso «espíritu del Concilio»:

«El “espíritu” del Concilio es la voluntad de la mayoría de los padres conciliares que aflora
de las actas y de la prehistoria misma del Concilio, incluso allí donde en algunos puntos
concretos ha podido ser aguada y debilitada por las presiones y por las ocasionales tretas de
una pequeña minoría».

En síntesis, el verdadero espíritu del Vaticano II es la comunión y renovación, pero sin perder
la conexión con la Tradición. En realidad, es un reflejo de del pensar de los santos y padres de
la Iglesia. Así que espíritu y letra se corresponden. Estamos hablando de un acontecimiento
del Espíritu Santo en su Iglesia y para el mundo, que creó el espacio espiritual para que
pudiera re-descubrirse la noción de comunión –palabra que vendría a caracterizar de aquí en
adelante a la eclesiología–. Tanto el hecho del Concilio, como la teología que lo interpretó, han
sido un don de Dios a la par que un desafío en la tarea evangelizadora que la Iglesia debe
llevar adelante en las futuras generaciones.

3. Reflexiona sobre la “interpretación” y “recepción” del Concilio Vaticano II.


Un simple análisis de los textos del Vaticano II no es suficiente para entender su contenido.
Es necesario también tener en cuenta el acontecimiento. Así se expresa: “La interpretación
del Vaticano II no sería satisfactoria, si se limitara a efectuar un análisis del texto de los
documentos. Por el contrario, el conocimiento del acontecimiento en todos sus aspectos es
el que proporciona el pleno significado del Vaticano II y sus documentos. Sería paradójico
imaginarse o temer que el reconocimiento de la importancia del Vaticano II como un
acontecimiento global pudiera reducir o restar importancia a los documentos del Concilio».

Creo, según entiendo, que los documentos del Vaticano II no son la ruptura total con la
Tradición, sino más bien continuidad. Es algo nuevo que surge en la Iglesia, una nueva
etapa; pero nunca una novedad absoluta que rompe con lo anterior. Tal como lo dice Juan
Pablo II: «Se piensa con frecuencia que el Concilio Vaticano II marca una época nueva en
la vida de la Iglesia. Esto es verdad, pero a la vez es difícil no ver cómo la asamblea
conciliar ha tomado mucho de las experiencias y de las reflexiones del periodo anterior,
especialmente del pensamiento de Pío XII. En la historia de la Iglesia, “lo viejo” y “lo
nuevo” están siempre profundamente relacionados entre sí. “Lo nuevo” brota de “lo viejo”
y “lo viejo” encuentra en “lo nuevo” una expresión más plena. Así ha sido para el Concilio
Vaticano II».

Por otra parte, pienso que la mala recepción del Vaticano II por parte de algunos miembros
de la jerarquía se debe a la falta de una adecuada interpretación; o quizá al miedo de una
ruptura o división; o tal vez a la falta de humildad. En realidad la renovación hecha en la
Iglesia por el Vaticano II es impresionante. Las grandes decisiones tomadas por la Iglesia
de: “reforma litúrgica y las enseñanzas de la colegialidad, la doctrina sobre el ecumenismo,
la nueva actitud de la Iglesia ante el judaísmo y las otras religiones del mundo, el principio
de la libertad religiosa”, son un gran avance para la fraternidad universal de todos los
hombres.

Es doloroso ver cómo aquello recibido con gran entusiasmo originalmente, le siguió un
tiempo de gran desilusión. Sin embargo, todo esto ocurrió, porque “El Vaticano II ha sido
un “Concilio de transición”, que ha iniciado una renovación profunda en el ámbito pastoral,
espiritual e intelectual en varias direcciones”.

Sin embargo, las nuevas generaciones necesitan una interpretación correcta del Vaticano II,
para poder comprenderlo en su autenticidad y recibirlo en su originalidad.

Ahora lo que se espera, o lo que todos esperamos, es que toda esa enseñanza la llevemos a
la práctica, se haga vida. De nada serviría tener o admirar tanta riqueza, si nos mantenemos
fríos e indiferentes ante ella.

4. Del Concilio Vaticano II, ¿qué notas descubres en nuestro Plan Diocesano de
Pastoral?
El plan diocesano pastoral de la diócesis de Tacámcaro 2018-2026 de alguna forma
contiene o toca los siguientes puntos: una nueva visión de Iglesia en torno a la idea de
comunión y como signo de salvación para el mundo entero, sacerdotes y obispos trabajan
más de cerca con pueblo de Dios; el ministerio de los presbíteros, laicos y su formación;
conciencia misionera de los laicos y su lugar en la Iglesia; la presencia de la Iglesia en el
mundo moderno; un retorno a las fuentes, a la palabra de Dios; más apertura a los hombres
y mujeres de hoy, formación integral; actitudes de servicio, misericordia y apertura a los
pobres, a los que son menos a los ojos del mundo.

Tal vez nunca como hoy ha sentido la Iglesia la necesidad de conocer, de acercarse, de
comprender, de penetrar, de servir, de evangelizar a la sociedad que la rodea; de acogerla,
casi de acompañarla en su rápido y continuo cambio.

Es notorio que cada vez más católicos se comprometen y se abren a las notas del Vaticano
II. En mi pensar muchas de las cosas propuestas por este Concilio ya estaban en el corazón
de la gente sencilla y humilde.

Nota: hoy más que nunca, en mi opinión, se hace sentir la necesidad de implementar el
diaconado permanente aún en los casados. Esta diócesis y otras aledañas sufren de la
escasez de sacerdotes. Es algo que debería ser repensado por los obispos.

5. Brinda aportes de aplicación pastoral de lo leído y reflexionado.


Hay demasiado para la aplicación pastora. Por ejemplo, desde la visión de la Iglesia en
torno a la idea de comunión y como signo de salvación para el mundo entero, se entiende
que todos los hombres son hermanos y están llamados a la salvación. Por tanto, parte del
mensaje del evangelio debe incluir esta realidad. También el mostrar el cariño entrañable y
respeto por todo ser humano.

También se pueden tratar los temas sobre la misión de los laicos, sobre el significado de la
vida religiosa, sobre la actividad misionera, sobre la postura de la Iglesia católica ante el
movimiento ecuménico y ante las religiones no cristianas desde la libertad religiosa, y sobre
la presencia de la Iglesia en el mundo moderno. Todos estos tópicos resultan interesantes a
la hora de desglosarlos.

Es importante que todos los católicos conozcan el contenido del VaticanoII. Sin este ideal,
sería imposible conocer el propio lugar dentro de la Iglesia, la misión, la responsabilidad, la
hermandad universal, etcétera.

La Iglesia se ha abierto al mundo y nosotros somos la Iglesia, sin embargo esto no


disminuye mi responsabilidad de llevar el evangelio hasta los “últimos rincones del
mundo”. Jesucristo debe seguir siendo anunciado, porque es quien trae la plenitud, la
comunión y la vida a la humanidad.

En este sentido es conmovedor lo que dice Elchinger: Ayer la Iglesia era considerada sobre
todo como institución; hoy la ve- mos mucho más claramente como comunión. Ayer se veía
sobre todo al papa; hoy estamos en presencia del obispo unido al papa. Ayer se consideraba
al obispo solo; hoy a los obispos todos juntos. Ayer se afirmaba el valor de la jerarquía; hoy
descubre el pueblo de Dios. Ayer la teología ponía en primera línea lo que separa; hoy lo
que une. Ayer la teología de la Iglesia consideraba sobre todo su vida interna; hoy es la
Iglesia vuelta hacia el exterior”. Y recordemos, como ya se mencionó, que nosotros somos
la Iglesia y esto es lo que debemos tener en en la mente y el corazón y llevarlo a la praxis.

Alumno: Juan Gabriel Barajas


Pbro. Profesor: J. Esaúl Mendoza

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