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HISTORIA ANTIGUA UNIVERSAL I

TEXTOS MÉDICOS EN EL
EGIPTO ANTIGUO
13/12/2013

1
AUTORES
BENCOMO VIALA, Mariel

CARBALLO PÉREZ, Jared

RODRÍGUEZ DORTA, Gloria

RESUMEN
En el siguiente trabajo se recoge un análisis de dos textos de género médico,
concretamente el Papiro Edwin Smith y el Papiro Chester Beatty VI, correspondientes al
Segundo Período Intermedio y al Reino Nuevo del Egipto Antiguo. En este análisis se le
ha dado especial relevancia al procedimiento diagnóstico; a las enfermedades,
tratamientos y productos reflejados en los textos; y a aquellos contenidos de temática
mágica.

Palabras clave: Medicina. Egipto Antiguo. Papiro Edwin Smith. Papiro Chester Beatty.

ABSTRACT
The following pages contain an analysis of two medical texts, specifically the Papyrus
Edwin Smith and the Papyrus Chester Beatty VI, corresponding to the Second
Intermediate Period and to the New Kingdom of the Ancient Egypt. In this analysis it has
been given a special relevance to the diagnostic procedure; to the diseases, treatments and
products perceived in the texts; and to those contents about magic themes.

Key words: Medicine. Ancient Egypt. Papyrus Edwin Smith. Papyrus Chester Beatty.

Fuente de la fotografía en la portada: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Edwin_Smith_Papyrus_v2.jpg

2
Índice

1. Introducción

1.1. Desarrollo de la medicina en Egipto p. 4

1.2. La figura del doctor p. 5

1.3. Magia y religión en la medicina p. 6

2. Textos médicos del Egipto Antiguo

2.1. Papiros

- El Papiro Edwin Smith p. 7

- El Papiro Chester Beatty VI p. 8

2.1.1. Procedimiento de diagnóstico y prognosis p. 9

2.1.2. Las dolencias y tratamientos reflejados en los textos p. 11

2.1.3. Productos y remedios utilizados en los tratamientos p. 18

2.1.4. El componente mágico de los textos p. 21

3. Conclusiones p. 23
4. Bibliografía p. 25

3
Introducción
Desarrollo de la medicina en el Egipto Antiguo

Nuestra compresión sobre la medicina en el Egipto Antiguo se ha visto obstaculizada


por el problema que conlleva abarcar este tema de manera generalizada utilizando unas
fuentes escritas relativamente reducidas si las comparamos con la duración de este
período. No obstante, la habilidad médica de los antiguos egipcios es tan sorprendente
como comparable a los logros que alcanzaron en otros campos.1

Debemos destacar que la invención de la escritura y la durabilidad de las superficies


sobre las que se escribía fue lo que permitió que se fuera creando un conocimiento
acumulativo sobre el cuerpo humano y el efecto que tenían sobre él el uso de ciertos
remedios y prácticas médicas.2

Los primeros datos que tenemos respecto a una incipiente medicina fue el
intercambio comercial de madera y ciertos fármacos, el cual se estableció con los
territorios que corresponden al actual Líbano durante la II dinastía.

Por otra parte, fue con el reinado de Netcherikhet en la III dinastía cuando se
atestigua el primer doctor de la historia de Egipto, llamado Hesi Ra. Por otro lado es
destacable la figura del arquitecto real de Netcherikhet, Imhotep, quien posteriormente
fue reverenciado como el dios de la curación.

Desde el Reino Antiguo los reyes ya contaban con médicos personales, los cuales
utilizaban, entre otras cosas, fórmulas mágicas como forma de curación, tal y como se
refleja en los Textos de las Pirámides. Por otra parte se piensa que mucho papiros
médicos de los que sólo se conservan copias pertenecen a este periodo histórico.

Es destacable también el esplendor de la escritura egipcia durante el Reino Medio,


durante el cual se escribieron muchos de los papiros médicos como el Kahun y el
Ramesseum.

Si bien del Segundo Período Intermedio sólo se tiene constancia del


embalsamamiento del monarca Seknenra como catálogo del tipo de heridas de guerra de
la época y del Papiro Edwin Smith; ya con el Reino Nuevo vemos las copias existentes de
los papiros médicos más importantes, como la tumba de Tutankhamon, que contiene

1
Nunn, 1996. 7-8.
2
Nunn, 1996. 28.

4
varios artículos de interés médico, principalmente las muestras botánicas que siempre
aportan una valiosa información sobre la alimentación y los usos nutricionales.

Tras el Tercer Período Intermedio llegó la Época Baja, donde destaca la figura de
Weja-hor-nesret, el principal médico egipcio que actuó como alto funcionario de
Cambises y Darío I. En estos momentos la medicina griega ya rivalizaba con la egipcia,
sobre todo con la escuela hipocrática en Cos. Cabe destacar que Heródoto en su visita a
Egipto escribió sobre la medicina de la Dinastía XXVII.

Por último, la invasión de los macedonios dirigidos por Alejandro Magno condujo al
establecimiento de la gran escuela médica alejandrina que ejerció una considerable
influencia en torno al período ptolemaico, el copto y el romano.3

La figura del doctor

En todas las sociedades sin importar la complejidad de las mismas, hay personas que
se caracterizan por su capacidad de sanar. En el caso que nos compete, estas personas
tenían capacidad de invocar a los dioses o llevar a cabo ejercicios de magia para paliar la
enfermedades. Este tipo de metodología curativa se considera, en nuestro lenguaje, como
una práctica alternativa a la medicina, como puede ser la osteopatía o la homeopatía.

El término egipcio para referirse a un médico o doctor es el de “sunu”. Este término


hace referencia a aquel que practica la medicina tradicional. Ahora bien, los médicos que
estaban relacionados con la realeza tenían el título de “sunnu per aa” que significa
“doctor de la corte”. 4 Casi la mitad de los doctores conocidos del Reino Antiguo, estaban
relacionado con la realeza, y por ello debieron tener un posición privilegiada, pues a
muchos se les construyeron tumbas o bien se les menciona en las inscripciones de las
tumbas de funcionarios importantes.

Después del Reino Antiguo, era mucho más fácil que las personas en general tuvieran
un entierro importante, y por lo tanto, no se conocen tan bien las relaciones entre los
doctores y la corte.

La especialización dentro de los doctores era bastante alta. Por ejemplo, estaban los
“sunu khet” que era gastroenterólogos, o “sunu irty” que era el oftalmólogo. Incluso los
dentistas llevaban el título de “sunu” como doctor de los dientes.

3
Nunn, 1996. 14-17
4
Nunn, 1996. 144

5
Por otra parte, numerosos sunu tenían títulos como sacerdotes. También alguno de
ellos pudo ser el médico de los animales, o veterinarios, que estaba relacionado con el
bienestar de los animales de los dioses o de los destinados a los sacrificios rituales.5

De la misma manera, podemos destacar a los magos profesionales que utilizaban la


magia en los cuidados curativos tal y como se explica en el siguiente apartado.

Magia y religión en la medicina

En las prácticas médicas del Egipto Antiguo, tanto la magia como la religión fueron
dos elementos de estrecha relación en los que intervenían los procesos de curación de los
enfermos, partiendo del concepto por el cual las enfermedades estaban vinculadas a entes
malignos, y paralelamente a procesos físicos, reclamando la atención de las deidades
protectoras y salvadoras con el fin de conseguir que la enfermedad remitiera.

Los hechizos, amuletos, estelas, figuras de dioses protectores, sacerdotes y sunus


conformarán un conjunto de elementos vitales en el desarrollo de la medicina en el
Egipto Antiguo.

Durante este periodo se partía de la creencia basada en el origen sobrenatural de


algunas enfermedades, destacando así las figuras de las deidades malignas y los demonios
portadores de la enfermedad, aunque se mantenía la creencia de que algunas personas
tenían la capacidad de enviar enfermedades sobre otras deseando el mal. También se
creía que las enfermedades, en muchas ocasiones, residían en una influencia sobrenatural
y el remedio para éste podría depender de este mismo factor sobrenatural.

Ante esta realidad cobraría especial relevancia la intervención de las deidades para
curar las enfermedades a las cuales se dirigían mediante encantamientos.6

Textos médicos del Antiguo Egipto

Si bien los restos humanos son una gran fuente de información sobre la práctica de la
medicina en el Egipto Antiguo, dado su alto grado de conservación y gracias a que
existen varias referencias pictóricas y escritas en estelas y dibujos sobre síntomas de
enfermedades, los papiros también son importantes en esta rama del conocimiento.

5
Nunn, 1996. 146-147.
6
Nunn, 1996. 117.

6
Las temáticas principales que tratan los papiros médicos egipcios son la cirugía
traumatológica, la ginecología, las enfermedades del recto, la magia en la medicina, la
pediatría, la oftalmología, el tratamiento de las mordeduras venenosas y la medicina
general.7

En el presente trabajo hemos elegido llevar a cabo el análisis de dos papiros: por un lado
el Papiro Edwin Smith que trata un tipo de dolencias probablemente relacionadas con el
contexto de su época; y por otro lado el Papiro Chester Beatty VI por considerarlo
significativo en relación a que se vinculasen ciertas afecciones internas con el recto
intestinal.

PAPIRO EDWIN SMITH


Este papiro fue puesto en venta en 1862 por el mercader y encargado consular de
Luxor, Mustafá Agha, y fue adquirido por el estadounidense Edwin Smith que por
entonces residía en Luxor. A su muerte en 1906 el papiro fue entregado a la New York
Historical Society, y en 1930 fue publicado con una traducción y comentarios por el
Oriental Institute de Chicago. Posteriormente fue también traducido por Von Deines,
Grapow y Westendorf (1958) en el volumen IV. I del Grundriss der Medezin der Alten
Ägypter.

No se sabe mucho sobre la procedencia de este papiro, pero se cree que fue
tomado de la tumba de un médico enterrado en la necrópolis de Tebas, en el margen
occidental del Nilo, frente a Luxor. Se ha sostenido la posibilidad de que esta obra viniese
de la misma tumba de donde viene el Papiro Ebers (colección de textos médicos sobre
medicina general).

El Papiro Edwin Smith está formado por 17 páginas con 377 renglones en el
anverso y 5 páginas con 92 renglones en el reverso. La escritura hierática es uno de los
rasgos que caracterizan el documento. Éste data del Segundo Período Intermedio, cuando
el Alto Egipto estaba gobernado por la Dinastía XVI-XVII, y a través de la forma del
lenguaje y los fallos cometidos por el escriba se cree que es una copia de un texto escrito
dos o tres siglos antes, y que debió de pertenecer al Reino Antiguo, en base a algunos
detalles de la construcción gramatical. No obstante, no resultaría raro que algunas

7
IBIDEM, Pág. 29-31.

7
características antiguas se colocasen deliberadamente para darle mayor apariencia de
antigüedad, una cualidad muy reverenciada por los egipcios antiguos.8

El recto del papiro describe 48 casos, casi todos de alguna víctima de


traumatismo, todos con un proceso y enfoque lógico similar. Se constituye como un
sheshau (libro de instrucciones), es decir, no es una mera compilación de remedios, sino
que explica como el médico hacía los exámenes. Desafortunadamente, la primera página
se ha perdido por completo y la segunda muestra varias lagunas que fueron reconstruidas
por Breasted (1930).

La mayoría de los casos descritos en el papiro presentan una estructura común.


Cada uno comienza con un título normalmente escrito en tinta roja y que empieza por la
palabra sš3w, que viene a significar “conocimiento ganado de la experiencia práctica”. La
estructura sigue con un consejo al médico para que diagnostique la dolencia, y una vez
realizado esto, lleva a cabo la prognosis. Para aquellas dolencias que son tratables, se
ofrece un tratamiento concreto para ello, y en 29 de los 48 casos se acompaña de una
explicación de los términos utilizados en el diagnóstico y el tratamiento para asegurar que
el médico supiese exactamente a que se refiere el caso.9

En el Egipto Antiguo era una práctica común aprovechar también el anverso para
escribir, ya que los papiros eran una mercancía de alto precio. En este caso, parece haber
sido obra del mismo escriba que se encargó de escribir el reverso, pero con un contenido
totalmente distinto: ocho fórmulas mágicas (contra pestilencias y enfermedades mentales)
y prescripciones para solucionar problemas menstruales y para el rejuvenecimiento de la
piel entre otros casos.10

PAPIRO CHESTER BEATTY VI


Fue comprado por el industrial multimillonario, bibliófilo y coleccionista Alfred
Chester Beatty, que regaló los 19 papiros encontrados en Deir el-Medina en 1928 al
Museo Británico. Actualmente se encuentran dispersos entre el Museo Ashmolean de
Oxford, el Instituto Francés de El Cairo, la Biblioteca y Galería Chester Beatty de Dublín,
y el mismo Museo Británico.

8
Allen, 2006. 71
9
Allen, 2006. 70
10
Nunn, 1996. 31-33

8
Se cree que este papiro perteneció a un archivo familiar privado que empezó el
escriba Qen-her-khepeshef durante la Dinastía XIX en el Reino Nuevo y que pasó a los
hijos de su esposa Niut-nakht. La colección permanecería en esta familia durante un siglo
hasta que fue depositada en una tumba capilla de Deir el-Medina (pueblo donde se
alojaban los artistas de alto rango de la necrópolis de Tebas) donde fue encontrada. A
pesar de que la mayor parte del papiro fuese de tema médico, no se conoce si alguno de
sus propietarios fue un sunu.

El Papiro Chester Beatty VI está redactado en escritura hierática, y se cree que es


una copia de época ramésida que corresponde a una obra original mucho más antigua.11
La parte frontal incluye 8 páginas divididas en 41 párrafos que tratan prácticamente sobre
las enfermedades del ano. En el documento se tiene en cuenta la amplia gama de
síntomas y patologías subyacentes, y se describen los tratamientos aplicados, bien vía
oral o anal (como una especie de enema).

No obstante, dado a la condición en la que se encontró el papiro, aun después de


su reconstrucción in extenso, quedaron muchas lagunas indescifrables, y algunas palabras
y frases no se han podido traducir por completo, por lo que en muchos párrafos se anota
simplemente “Otro remedio.”12

Procedimiento de diagnóstico y prognosis

La metodología de trabajo de los médicos egipcios, basada en una medicina


tradicional, constaba de tres partes. Primero escuchaban a sus pacientes describir sus
síntomas, el médico atendía a los pacientes en sus casas presentándose con el ceremonial
correspondiente13 tras lo cual, los médicos los examinaban recopilando datos e
interrogando al paciente sobre sus dolencias y sus síntomas. El médico observaba al
paciente desde el color de la piel a los ojos, el sudor, etc. Esto se complementaba con una
serie de maniobras como girar el cuello, las extremidades o bien palpaba directamente al
paciente. Algunas de estas maniobras podían ser bastante dolorosas para el paciente,
aunque hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos era el único método

11
Jonckheere, 1947. 13
12
Nunn, 1996. 43-45.
13
Calvo, 2003. 47

9
disponible para llevar a cabo un diagnóstico correcto aun a riesgo de que causara
lesiones. Lo segundo que hacían era formular un diagnóstico, tras lo cual, se determinaba
si iba a ser tratada en función de los síntomas que manifestara el paciente. Si se decidía
actuar, se buscaba un plan de acción basado en experiencias clínicas, procedentes de la
tradición escrita y oral. Llegados a este punto, el médico iniciaba la tercera fase; el
tratamiento.

En función de los síntomas que manifestara el paciente, el médico le comunicaba una


prognosis14 que podía tener tres vertientes:

El primer tipo de prognosis era para aquellas enfermedades o dolencias que podían
ser tratadas, dirigiéndose el médico al paciente con la siguiente frase: “es una enfermedad
que podré tratar”; tal y como se manifiesta, por ejemplo, en el caso nº 11 del Papiro
Edwin Smith sobre fracturas del cartílago nasal. Este tipo de prognosis suele ir
acompañado con un tratamiento específico.

El segundo tipo de prognosis es para aquellas dolencias que presentan una mayor
complicación, y aunque el médico no estuviese seguro de la efectividad del tratamiento,
indica al paciente: “es una enfermedad contra la que lucharé”. Un claro ejemplo es el
caso nº 28 del Papiro Edwin Smith sobre heridas en la garganta. A pesar de la dificultad
que supone este tipo de enfermedades, estas prognosis suelen ir acompañadas de un
tratamiento.

El tercer tipo es para aquellas dolencias o enfermedades en las que el médico


considera que su experiencia práctica y conocimientos no son suficientes como para
poder tratarlas, comunicando al paciente que “es una enfermedad por la que no se puede
hacer nada”; como en el caso nº 31 del Papiro Edwin Smith sobre vértebras cervicales
dislocadas.

A partir de la experiencia de estos médicos egipcios se ha ido acumulando


conocimiento, partiendo de una puesta en práctica basada en el acierto y el error. A raíz
de esto se fueron conociendo las propiedades curativas de distintos fármacos, así como
las ventajas de mantener el reposo, los cuidados para acelerar la recuperación del
paciente, y la importancia de la higiene. La recomendación del reposo queda latente en

14
Empleamos el término “prognosis” entendiéndolo como un juicio que comunica de forma anticipada lo
que va a ocurrir; mientras que “diagnosis” informa del estado en el que se encuentra el paciente.

10
varios casos del Papiro Edwin Smith, mientras que la higiene es un procedimiento
bastante recurrente en el Papiro Chester Beatty VI.

De los 48 casos que se presentan en el Papiro Edwin Smith, 29 de ellos son tratables
(64.58%), 6 son difíciles de tratar (12.5%), 10 no son tratables (20.83%), y el caso nº 9,
como excepción, no ofrece prognosis (2.1%).

El Edwin Smith, como sheshau o libro de instrucciones, se caracteriza por tener un


modo de expresión en el que la voz del autor se dirige al médico, al que da
recomendaciones directas y claramente explicadas sobre lo que debe hacer y decir al
paciente.

Si bien en el Papiro Edwin Smith se reflejan las pautas de un sheshau, en el Chester


Beatty VI no se observa esto ya que podría decirse que se trataría más bien de un
compendio de remedios para las enfermedades del recto, aunque esta afirmación presenta
cierta problemática debido al deteriorado estado de conservación que impide la lectura
completa del papiro.

Las dolencias y tratamientos reflejados en los textos

Papiro Edwin Smith


Por el tipo de dolencias que se tratan en este papiro, se podría decir que está
enfocado hacia la cirugía traumatológica, la cual era practicada en el Egipto Antiguo por
los sacerdotes wab de Sekhmet. Sin embargo, es muy poco lo que se sabe acerca de la
cirugía más allá de lo que son los traumatismos. Además, para el período histórico en el
que se desarrollan estos papiros no se han encontrado instrumentos cuyo uso fuera
indudablemente quirúrgico. 15

Grosso modo, el Papiro Edwin Smith es el más importante para conocer la forma
de sanar los traumatismos en el Egipto Antiguo. De manera recurrente, la causa del
trauma solía ser evidente, y como consecuencia el tratamiento era pragmático, con lo que
la magia cumplía un papel mínimo.

Los traumatismos que más se repiten son los webenu o laceraciones, presentes en
24 de los 48 casos, de los cuales 11 alcanzan la graduación de kefet, utilizando el

15
Nunn, 1996. 197.

11
determinativo de cuchillo para referirse a que ésta es muy profunda. Otro tipo de heridas
muy bien descritas son las fracturas, que en seis casos se diagnostican provocando el
nekhebkheb16. Ello consiste en palpar la zona de la fractura hasta notar una sensación de
crepitación entre los huesos fracturados, a partir de lo cual se podía crear un diagnóstico a
falta de otros métodos. No obstante, en la mayoría de los casos el diagnóstico era
desfavorable.

También se observa la repetición de otras patologías como la dislocación o


wenekh, destacada en el caso 31 sobre la dislocación de las vértebras lumbares. De la
misma manera, podría ser significativo señalar que los egipcios antiguos tuvieran en
cuenta las complicaciones neurológicas de ciertos traumatismos, como se observa en el
caso 8 que describe una fractura compuesta del cráneo, y que había causado al paciente el
atrofio de parte del sistema locomotor.

En lo que respecta a las dolencias, sería reseñable mencionar la posible


descripción del tétano en el caso 7 por la irritación de las meninges, ya que menciona que
no puede abrir la boca, y las cejas se encuentran distorsionadas, lo cual es conocido como
risus sardonicus, una apariencia de sonrisa provocada por la inmovilización del tétano17.
Por último, cabría destacar la presencia de tumores en el caso 45, de los cuales no se
ofrece mucha información salvo que se encuentran en el pecho, tienen el tamaño de una
pequeña bola, e insensibilizan la zona en la que se encuentran. Se señala que únicamente
se puede tratar desde la experiencia práctica que se tenga con este tipo de problemas, por
lo que no ofrece ningún tratamiento específico para ello.

Este papiro cuenta con 48 casos ilustrativos de traumas que se inicia en la parte
superior de la cabeza y continua hacia debajo de forma ordenada.18

Los diez primeros casos tratan de afecciones a la cabeza, que van desde una herida
superficial en las cejas hasta graves fracturas en el cráneo que llegan al cerebro, llamadas
en egipcio sed19. En líneas generales, el tratamiento efectuado solía consistir en colocar
un vendaje con carne fresca. Una vez cicatrizaba la herida, se untaba con miel y aceite a
diario hasta la sanación total. Al tratarse de dolencias que incluso a veces afectaban a las
suturas del cráneo, en cuatro de los casos se recomienda el reposo, inmovilizando la

16
Nunn, 1996. 211.
17
Nunn, 1996. 219
18
Nunn, 1996. 207
19
Nunn, 1996. 69

12
cabeza del paciente con soportes de ladrillo hechos específicamente para ello. Destacan
algunos casos como el número 9 que trata heridas profundas con fractura craneal, siendo
éste el único en el que se recomienda recitar una oración mágica para conseguir la
protección de Horus, puesto que en ningún otro caso hay relación con la magia. Sin
embargo, no se confía únicamente en esta prescripción mágica, sino que también
recomienda el uso de un polvo de huevo de avestruz y un remedio hecho de higos, aceite
y miel aplicado en frío. A pesar de que el vendaje solía ser un tratamiento muy recurrente
para los traumatismos, en cuatro de estos casos se especifica claramente que no deben
usarse vendajes.

De los casos 11 al 14 se tratan heridas en la nariz, tales como fracturas en el


cartílago y en el hueso nasal o bien heridas superficiales, siendo solucionables todas ellas
salvo la fractura lateral de la nariz. Destaca el uso de tratamientos como la colocación de
tapones de tela para frenar el sangrado, y concretamente en el caso 12 para la fractura del
hueso nasal se indica que deben ser mojados en aceite.

Los siguientes tres casos se dedican al tratamiento de heridas en las mejillas, todas
tratables de forma similar a las heridas de la cabeza –con carne, aceite y miel- y se
especifica la importancia de que se limpien las heridas con tela cada vez que sangre.

Seguidamente, del caso 18 al 21 se describen traumatismos de la sien, tales como


la perforación de la misma o serias fracturas. Éstos son tratados con aceite pasmado, miel
y reposo.

Los dos casos que se exponen a continuación tratan heridas de la zona temporal
del cráneo. En el caso 22, la fractura de esta zona no puede ser tratable, por lo que no
ofrece ningún tratamiento; mientras que en el 23 se trata de una simple herida en la zona
de la oreja, la cual ha de ser vendada. Por otro lado, los traumatismos de la zona maxilar
son descritos en el caso 24, donde al haber fractura no se puede tratar; y en el caso 25 la
dislocación de la mandíbula es tratada con un vendaje al que se añade alumbre para darle
mayor dureza.

Los casos 26 y 27 se dedican individualmente a la sanación de heridas en el labio


y en la barbilla, ambas con vendaje al que se le añade carne fresca y posteriormente se ha
de untar aceite y miel.

13
Del caso 28 al 35 están agrupados los tratamientos del cuello, tanto laceraciones
como traumatismos óseos. Uno de los casos más característicos, el 31, hace alusión a la
interrelación entre el dislocamiento del cuello con el aparato locomotor inferior y el
aparato reproductor masculino que podrían verse afectados. Otro de los tratamientos
destacables, el 34, refiere a la recolocación manual de la clavícula seguido de la
aplicación diaria de aceite y miel.

Del siguiente agrupamiento de casos, concretamente del 36 al 38, hay algunos


tratables como la fractura del hueso del brazo; aunque si la fractura ha causado una
herida, y ésta está obstruida por el propio hueso, no es tratable.

Las dolencias para la zona pectoral van del caso 39 al 41 y del 45 al 46. Todas
ellas tratan sobre infecciones y erupciones tratables. De éstas, se puede señalar el caso 41,
el cual abarca un espectro mayor de remedios para su curación a base de variados
ungüentos.

Siguiendo la estructura lógica de exposición de traumatismos desde la zona


superior del cuerpo hacia la inferior, los casos 42, 43 y 44 tratan la zona torácica. Si las
costillas sufren un dislocamiento o un desplazamiento, son tratables; sin embargo, si la
costilla está rota, no es tratable. En estos casos se sigue el procedimiento de vendar con
miel y alumbre.

El único caso dedicado a la zona del hombro es el 47, en el cual si la laceración no


muestra infección, se trataría simplemente siguiendo el típico procedimiento a través de
vendaje con carne fresca e unción de aceite y miel. No obstante, en caso de que la herida
muestre infección, se aplicaría un diagnóstico y tratamiento alternativo, con la diferencia
de que se recomienda reposo hasta que pase la fiebre.

El último caso trata la zona lumbar, concretamente las vértebras lumbares


descolocadas. A pesar de que es tratable, no se conoce su tratamiento ya que aparece
inacabado.

Una vez finalizan los casos sobre traumatismos, podemos encontrar en el anverso
una serie de prescripciones para distintas resoluciones.

La primera prescripción recomienda para solucionar los problemas menstruales


tomar una bebida fermentada a base de una planta llamada w3m, aceite y cerveza dulce,

14
de manera que una vez que sangrase se frotara en la vagina un ungüento a base de aceite
de cedro, planta de orejas de protelo, semillas de alcaravea, galena y mirra dulce.

Las tres prescripciones siguientes, a diferencia de las otras, son de temática más
bien estética, ofreciendo consejos para el rejuvenecimiento de la piel y la eliminación de
manchas a través de remedios con miel, natrón rojo, sal del norte y calcita. De ellas,
destaca un remedio que conlleva un proceso complejo, hecho a base de aceite de
almendras amargas, el cual especifica que ha de ser conservado en frío en un tarro de
piedra.

La última prescripción podría relacionarse con el tipo de problemáticas que trata


el Papiro Chester Beatty VI, puesto que también trata de afecciones en el ano,
concretamente de hemorroides. Según la prescripción, se podrían prevenir mediante la
colocación de una tira de lino fino con un ungüento de aceite, resina y hojas de acacia
sobre el ano.

En rasgos generales, existen un total de 87 procedimientos curativos y


tratamientos diferentes en los 48 casos. De éstos destacan algunos como la unción de
aceite y miel (22.98% del porcentaje total de tratamientos), el vendaje con carne fresca
(17.24%), el vendaje con alumbre y miel (11.49%), el reposo (10.34%), el vendaje con
tela (5.75%), los tapones de tela para el sangrado nasal (3.45%), la recolocación manual
de los huesos fracturados (3.45%), colocar paños sobre las heridas (3.45%), y el uso de
ladrillos para inmovilizar (2.29%). El resto de tratamientos (11.49%) sólo se mencionan
una vez, por lo que serían puntuales.

El Papiro Chester Beatty VI

El Chester Beatty VI es un papiro que trata sobre todo las afecciones en el recto
intestinal. El desarrollo del mismo puede desglosarse en distintos grupos en función del
tipo de afección.

El primer grupo hace referencia a las enfermedades del ano de manera general,
este grupo engloba ocho tratamientos. Cada uno de ellos tiene un remedio propio pero
conjuntamente se repiten una serie de elementos, entre los que destacan la miel, el aceite
y en menor medida la sal y el natrón. Dentro de este grupo hay un caso concreto que

15
menciona “sangre corriendo por detrás de él”. Según la interpretación de Nunn, esta
expresión hace alusión a las hemorroides.20

El segundo grupo hace referencia a un tipo de afección que se representa


claramente en el caso 9, en el cual se lee textualmente que es “un remedio para eliminar
un retroceso del ano”. En el libro de Nunn encontramos esta expresión relacionada con el
prolapso. Desde el caso el caso 9 hasta el 13, se manifiestan dolencias relacionadas entre
la vejiga y el ano. La finalidad de estos tratamientos es volver a colocar la vejiga, con lo
que deducimos que todos estos casos tiene como finalidad la curación de un prolapso.
Todos los tratamientos de este grupo contienen elementos curativos diferentes, con lo que
se deduce que los síntomas debían de ser dispares. Sin embargo, la miel y el aceite como
elementos curativos se repiten en todos los casos.

El tercer grupo lo conforman los tratamientos que hacen referencia a “eliminar la


quemadura/calentamiento del pecho y que a su vez refresque el ano”. Leyendo el libro de
Nunn, hemos sacado en claro que esto puede aludir a una posible esquistosomiasis, que
es una enfermedad parasitaria producida por gusanos platelmintos. Un elemento
destacable dentro de este grupo es que abarca desde el caso 15 hasta el caso 18. Así este
grupo es el que más tratamientos contiene. El elemento común a todos los tratamientos
es la miel. Por otro lado hay elementos que se repiten con bastante frecuencia como son
el algarrobo, los dátiles frescos, la cerveza dulce y el agua.

El cuarto grupo, está compuesto por un único caso y va dirigido a aliviar el ardor
de las inflamaciones. Los elementos que se utilizan como remedio son los mismos que se
repiten de manera general en el tercer grupo que son, el algarrobo, la miel y el agua,
además un elemento que se desconoce.

El quinto grupo también está compuesto por un único caso, el 32, cuya finalidad
es lavar el ano y para refrescar la región costal. Este tratamiento podría estar relacionado
con una afección del hígado. Textualmente podemos leer esto en el libro La Medicina en
el Antiguo Egipto:

En líneas generales, podemos pensar que los egipcios consideraban que el problema
no se encontraba esencialmente en el estomago, Primero se debía examinar al paciente
acostado. Se palpaba con las manos la barriga, seguidamente se determinaba si estaba caliente.

20
Nunn, 1996. 110.

16
En ese caso, se estimaba que había una obstrucción estomacal. Entonces el médico debía
decir: “se trata de un caso que abarca el hígado”. A continuación planteaba el tratamiento a
seguir, tras lo cual volvía a observar al paciente. Si esta segunda revisión determinaba que el
lado izquierdo de la barriga estaba fría y el lado derecho caliente, el médico debía decir: “se
trata de una enfermedad que restringe su alimentación”. Se volverá a hacer el tratamiento,
hasta que la barriga se encuentre completamente fría. Entonces el médico dirá: “fue su hígado
el que ha sido purgado”.21

Tras esta lectura, hemos relacionado el tratamiento número 32 con un problema en


el hígado.

En el sexto grupo, hemos decidido agrupar todos aquellos casos en los que por
falta de información desconocemos las afecciones que tratan. Estos tratamientos abarcan
los siguientes casos, el 29, el 30 y del 33 al 41. A la mayoría de los tratamientos
principales les sigue un remedio para lavarlo, cada uno con sus características propias.

De manera general, es destacable que la duración de todos los tratamientos es de 4


días, sin excepción. Por otro lado, en su gran mayoría los remedios se aplicaban
directamente en el ano, o se introducen en forma de enema por el recto. Sin embargo,
algún caso aislado, el remedio se ingiere por la boca en forma de bebida.

La información que nos aporta este papiro no nos permite mas que adivinar cuales
pudieron ser los diagnósticos, porque no establecen con precisión la finalidad de los
mismos. En muchos de los casos sólo se establece cuál es la zona afectada y la
composición del remedio, pero no aporta información sobre qué tipo de afección tiene el
paciente.

A parte de esto, el Papiro Chester Beatty VI no nos muestra de manera


generalizada las frases ceremoniales del médico en cuanto a la posibilidad de tratar las
afecciones. Aunque se deduce que si se marca un tratamiento es porque el médico ha
considerado como tratable la afección. Sólo hay un caso en el papiro en el que podemos
leer este ritual. Este es el caso 12, un tratamiento posterior al remedio planteado contra un
posible prolapso. En él podemos leer que en caso de que la enfermedad avance, se
establece otro tratamiento, y el médico en ese caso dirá “es algo grave. Es una
enfermedad que trataré”.

21
Nunn, 1996. 108

17
Productos y remedios utilizados en los tratamientos

Para poder entender el papel de los distintos elementos que se empleaban en la


elaboración de los remedios, se debe realizar un análisis de todos los factores que
pudieron intervenir en la selección y uso de dichos elementos.

En el Papiro Chester Beatty aparecen 46 elementos diferentes identificables, los cuales


quedan reflejados en un 56% de origen vegetal, 13% de origen animal y 10% de origen
mineral.

De ello se deduce que los elementos más empleados en los diversos remedios son
los de origen vegetal y animal, los cuales están mayormente vinculados con la medicina
interna reflejada en este papiro, pudiendo extraer mediante un análisis formal el uso de
los elementos más empleados; la miel aparece 18 veces, 13 veces el agua, el aceite 12, 10
el algarrobo, 9 las uvas y 7 la sal, como los seis elementos más utilizados en sus recetas.

Por otra parte, en el Papiro Edwin Smith se reflejan 47 elementos diferentes e


identificables, de los cuales un 53% son de origen vegetal, 15% de origen animal y 17%
de origen mineral.

Hay que destacar muchos de los elementos concretos que se recopilan en estos
porcentajes se repiten poco, ya que muchos son empleados para un tratamiento concreto.
Por ejemplo el caso 41, el cual refleja un remedio para una infección en el pecho y abarca
un amplio espectro de materias de origen vegetal, animal y mineral, pero sin embargo la
mayoría de elementos utilizados en este tratamiento no se repiten en el resto de los casos.
Sin embargo, en los tratamientos empleados para las afecciones referidas a traumatismos,
vinculados mayormente a la medicina externa, se repiten continuamente una serie de
elementos . En este caso, la miel se repite 25 veces, 24 veces el aceite, 24 el vendaje, 13
la carne, 10 la tela y 8 el alumbre. Este hecho es destacable al manifestar un patrón
diferente en los remedios empleados para la medicina externa reflejados en el Edwin
Smith frente a los empleados en la medicina interna en el Chester Beatty.

A continuación expondremos los elementos que presentan una mayor reiteración


en ambos papiros, los cuales pueden poseer atribuciones o propiedades medicinales, que
intervendrían en los remedios, ya sea de manera activa o como excipiente.

18
En primer lugar cabe destacar dos materias que aparecen como elementos de
mayor uso en ambos papiros, incidiendo en la importancia de las mismas, ya que dichos
papiros distan en sus tratamientos debido a que están dirigidos a distintos tipos de
afecciones de manera generalizada.

Uno de ellos es la miel o bit, el elemento de mayor repetición en ambos papiros.


En Egipto fue muy utilizado para la elaboración de medicamentos; su administración se
realizaba tanto de manera interna como externa. Así pues, se emplearía tanto como
excipiente para endulzar, como por su principio activo en los remedios. La composición
de la miel propicia un efecto osmótico que interviene en la correcta cicatrización y
curación de las heridas. Cuenta también con propiedades fungicidas, antibacterianas y
antiinflamatorias.22 Esto puede relacionarse con los muchos casos del Papiro Edwin
Smith en donde la miel se utiliza continuamente sobre las heridas abiertas, como el caso
16, referido a heridas de la cabeza23.

El segundo elemento más empleado en ambos papiros es el aceite, siendo


necesario destacar que son pocos los casos en los que se especifica su origen. No obstante
existe una serie de aceites que eran los más empleados en la medicina como el del árbol
de Moringa, el aceite del fruto de la Balanites aegyptiaca, el aceite de oliva; aunque éste
último no fue conocido hasta la llegada de los griegos al igual que el aceite de linaza que
data del periodo tolemaico, (332 - 30 a.e.). Finalmente cabe destacar el sefet, un tipo de
aceite que pudo extraerse del abeto, tratándose de uno de los siete óleos sagrados que se
han identificado.24

A continuación expondremos los elementos de los papiros Chestter Beatty y


Edwin Smith que han sido elegidos, en función a su importancia como los elementos de
mayor uso en los remedios.

En el caso del Chester Beatty, el agua se menciona como “rocío”, y se especifica


de manera que la preparación del remedio se debe mantener al rocío la noche previa a la
aplicación del mismo. Este elemento debe entenderse más por su uso como excipiente
que por su principio activo25.

22
Nunn, 1996. 170
23
Nunn, 1996. 180
24
Nunn, 1996. 170
25
Nunn, 1996. 170

19
El algarrobo o djaret forma parte de las plantas nativas de Egipto; y entre sus
propiedades destaca su efecto laxante o emético como principio activo, incidiendo en su
importancia debido a su uso en el Papiro Chester Beatty sobre problemas
gastrointestinales26.

Un elemento con mayor problemática reflejado en este papiro son las uvas, ya que
se desconoce si su uso fue como principio activo de su fruto o como otro de los
excipientes una vez transformado en vino. Así, el vino podía alcanzar una concentración
de alcohol de entre el 10 y 20% , por lo que también podía ser empleado para la
extracción de alcaloides27.28

Finalmente la sal, cloruro de sodio, manifiesta en altas concentraciones un efecto


osmótico que diluido en agua caliente presenta un efecto emético. Debido a su sabor pudo
haber sido utilizado como excipiente, al igual que el agua. La sal podía ser ingerida
oralmente, añadida a enemas o como supositorio. También se usaba mediante aplicación
cutánea, manteniéndose con vendas.29

Referido al Papiro Edwin Smith, el elemento más empleado es principalmente la


carne, la cual se usaba con bastante frecuencia para ser colocada sobre una herida en su
primer día. Como propiedad a destacar, la carne puede ofrecer factores coagulantes.30

Otro elemento es el alumbre, mineral que puede tener propiedades que aportan un
efecto astringente, sobre heridas ulcerosas.31

Por otro lado, la tela y el vendaje son elementos que se repiten constantemente en los
tratamientos sobre traumatismos, y podrían intervenir en la inmovilización de la zona.
Sobre ello cabe destacar el uso del imru que es un mineral que no se ha podido
identificar, pero aparece en 8 casos del Edwin Smith, administrado sobre traumatismos,
con las vendas, lo que podría indicar que es algo parecido al yeso.32

26
Nunn, 1996. 192
27
Nunn, 1996. 171
28 28
Citando a Nunn “el principio activo puede ser extraído de una preparación herbácea sumergiéndola,
en agua, alcohol o aceite, dependiendo todo de su solubilidad en cualquiera de los tres medios”, este tipo
de extracción es especialmente eficaz con los alcaloides de las plantas.
29
Nunn, 1996. 178
30
Nunn, 1996. 182
31
Oriol, 1851. 155
32
Nunn, 1996. 179

20
Otro tema de especial interés es el uso de las drogas como fármacos, pues este
concepto presenta una doble problemática, ya que por una parte no se sabe si los antiguos
egipcios tenían plena conciencia sobre el uso narcótico de estos elementos, y por otra
parte, aunque dichas drogas sean mencionadas no se sabe con seguridad la parte
empleada en el remedio. Por lo tanto se desconoce si se dio uso del activo narcótico, al
menos hasta el Reino Nuevo donde su uso se generalizó, se administraba principalmente
por vía oral, rectal y vendada sobre la piel. Encontramos ejemplos de ello en ambos
papiros, como el caso 24 del Chester Beatty, con la aparición del cáñamo, cannabis
sativa, como remedio para lavar un tratamiento anterior y eliminar el calentamiento del
ano, o el opio, reflejado mediante semillas de amapola en el caso 41 del Papiro Edwin
Smith, el cual fue citado anteriormente por su peculiaridad dentro de este papiro.33

Finalmente los medicamentos eran preparados a partir de una gran variedad de


sustancias, muchas de ellas pertenecientes a Egipto. No obstante otras requerían
relaciones comerciales para su obtención o presentaban una mayor dificultad a la hora de
acceder a ellas. Ejemplos de este fenómeno se representan en ambos papiros, como con el
cedro procedente de Palestina y la sal, la cual es mencionada como sal del norte, sal de
sur o sal de oriente.

Por otro lado, en ambos papiros se ve reflejada una práctica de polifarmacia;


teniendo en cuenta que muchos elementos son seleccionados según los atributos de los
animales y plantas que se quisieran transmitir al paciente. Este hecho puede apreciarse en
relación al análisis de Westendorf (1992) quien establece que la “receta que incluía un
huevo de avestruz en el caso de cráneo fracturado, al que se le igualaba con el cascaron
del huevo” (Edwin Smith, caso 9). Claramente esto se encuentra, más cercano a la magia
que a la medicina racional”.34

El componente mágico de los textos

Como ya ha sido mencionado, desde el Reino Antiguo la magia y la religión


estaban vinculadas, y aunque ya en estos textos hay una separación más clara, sigue
habiendo presencia de elementos relacionados con la magia.

33
Nunn, 1996.187-189
34
Nunn, 1996. 168

21
En el caso del Papiro Edwin Smith, en el reverso, el único caso en el que aparece
algún contenido mágico es el número 9 para fracturas craneales, en el que se acompaña el
tratamiento médico con una oración mágica, “El enemigo en la herida ha sido expulsado;
su escondite en la sangre ha sido hecho para temblar; el buitre de cada lado ha sido dado
a la boca de la diosa efectiva. Esta sien no se deteriorará; no hay cocodrilo o veneno en su
interior. Porque yo, que estoy bajo la protección de la diosa efectivo: el hijo de Osiris es
rescatado.”

En lo que respecta al anverso, los ocho primeros apartados son fórmulas para la
protección de diversos males. Entre ellos, podemos diferenciar que las fórmulas 1, 2, 3 y
4 protegen contra aires pestilenciales, los cuales probablemente se tratasen de
enfermedades contagiosas por vía aérea. Para que las oraciones “salven de la amargura de
los malos aires durante un año”, debían ser recitadas dos veces, o bien siendo recitada por
un hombre que camine con un palo de madera alrededor del lugar donde está la
enfermedad.

Podría destacarse como significativa la fórmula número 5, la cual previene la


histeria, un desorden mental que a priori no se manifiesta físicamente. El papiro sitúa el
origen de la enfermedad en animales con espíritus malignos como el cocodrilo, la
serpiente, el pato real y el asno. Por otra parte, la fórmula número 6 protege a todo aquel
que ingiera una mosca, indicando que ha de introducirse leche de becerro en la boca del
enfermo mientras se recita una oración para que la excrete junto con la mosca.
Finalmente, las fórmulas 7 y 8 protegen contra las enfermedades causadas por los
demonios, y deben ser recitadas frente a una flor fresca colocada sobre madera y envuelta
en lino de primera clase para evitar que los demonios pasaran a la comida y las camas.

En este sentido, podríamos hablar que este papiro indica por un lado que se creía
que ciertas enfermedades de tipo pestilencial y mental son causadas por los espíritus
malignos enviados por deidades como Sekhmet, también llamada “La Señora de la
Acacia”. Era una diosa con connotaciones bélicas que representa la energía destructiva
del Sol y que era capaz de causar enfermedades, por lo que se convirtió en patrona de los
médicos, los cuales argumentaban que al conocer su divinidad podían hacer efectivas sus
curaciones.35 Otros entes causantes de pestilencias eran los hijos de Bastet y los de

35
Castel. 2001. 371.

22
Hathor, deidad que en su aspecto de furia podía relacionarse con Sekhmet. 36 Por tanto, se
creería que estos demonios contagiarían las enfermedades a través de algunos animales,
por la comida o incluso a través de las camas.

En cuanto a las deidades protectoras, en el Papiro Edwin Smith se observa cómo


se encomiendan a Horus, cuyo ojo funcionaba como amuleto protector; a Nekhbet, diosa
protectora de los nacimientos y las guerras, a Isis, diosa de la maternidad y el nacimiento;
a Neftis, diosa de la muerte, y a Neit, diosa de la sabiduría.37

A pesar de que se observan todos estos apartados sobre fórmulas mágicas en el


Papiro Edwin Smith, en el Papiro Chester Beatty VI no se observa a priori ninguna de
estas características, aunque cabría mencionar que otros manuscritos que componen este
papiro, como el Chester Beatty V y el VII, sí incluyen prescripciones mágicas contra el
dolor de cabeza y las picaduras de escorpiones.

Conclusiones

Teniendo en cuenta todos estos aspectos, y tras el análisis realizado a ambos textos,
podemos afirmar una serie de cuestiones.

Por el tipo de lesiones que trata el Papiro Edwin Smith, tales como laceraciones,
fracturas, perforaciones y dislocaciones; muchas hipótesis apuntan a que existe cierta
probabilidad de que éstas estuvieran provocadas por los conflictos bélicos acaecidos a
finales del Segundo Período Intermedio entre los hicsos y los tebanos, siendo estos
últimos los que, según las fuentes, aplastaron brutalmente a los primeros. No obstante,
este tipo de interpretaciones presentan un problema, puesto que no se conoce con
exactitud si la magnitud de estos enfrentamientos fue lo suficiente como para que éstos se
vieran reflejados en este documento médico, el cual incluso podría tratarse de una copia
de un original del Reino Antiguo debido a las características de su escritura, por lo que no
tendría por qué estar directamente relacionado con el contexto bélico del momento. Por
tanto, aunque pudiera tener alguna vinculación, nos inclinamos más por pensar que las
lesiones descritas en el papiro podrían haberse producido por los accidentes, laborales o
no, que pudieran acaecer sobre cualquier trabajador cuyas actividades diarias implicasen
cierto riesgo.

36
Castel. 2001. 140-141.
37
Nunn. 1996 . 124

23
Por otro lado el Papiro Chester Beatty nos aporta una visión general sobre las
afecciones relacionadas con el recto intestinal, las cuales podían manifestarse de forma
externa o interna. Los tratamientos que se llevaban a cabo eran específicos para cada
dolencia, con lo que abarca un amplio espectro de remedios, aunque en la mayoría de
ellos siempre se aplicaba la miel, siendo éste el producto más utilizado.

Sin embargo, este papiro tiene serias carencias en cuanto a los diagnósticos, pues
no se explican con claridad y esto crea lagunas en el conocimiento.

Asimismo, una de las características más destacadas de la medicina egipcia era la


forma en que tenían los médicos de diagnosticar las dolencias de los enfermos. Para ello
se llevaba a cabo un ritual mediante el cual, en primer término, el médico establecía si la
podía paliar la aflicción o no. En caso de que la prognosis fuera favorable se procedía a la
elaboración de un tratamiento.

Tras el análisis de los productos, tanto en su empleo como en sus propiedades se sigue
manteniendo la problemática vinculada al uso. En lo que respecta a las materias de origen
vegetal no sabemos qué parte de la planta fue utilizada, ni cuál fue su proceso de
tratamiento para la extracción de los alcaloides, por lo tanto se desconoce si la receta
llegó a contener el principio activo de la misma. Llegados a este punto nos encontramos
una serie de incógnitas, siendo visible el hecho de que existía un uso reiterativo sobre
algunas plantas. Partiendo de ello, cabe plantearse el hecho de que conocieran sus
propiedades medicinales y por ello las explotaban, una idea plausible a nuestro juicio.
Esto conectaría con una serie de conocimientos adquiridos empíricamente y utilizados de
manera racional, aunque habría que mencionar que en contraposición nos encontramos
con el uso de ciertos elementos de origen animal en sus recetas, empleados por los
atributos positivos que cada animal pudiera transmitir al paciente.

De esta manera, la utilización de productos con propiedades médicas en el Egipto


Antiguo es un compendio entre el conocimiento acumulativo y transmitido, surgido de
una base empírica y de su uso vinculado a la adopción de otros atributos no tan
racionales.

Este avanzado conocimiento práctico y teórico que tenían los sunus explicaría que
conocieran el hecho de que si ciertas zonas como las vértebras cervicales quedaban
lesionadas, el tronco inferior podía quedar paralizado, tal y como se ve en el caso 31, por
lo que sabían que algunas partes del cuerpo estaban conectadas. Así pues, se podría decir

24
que su sš3w o “conocimiento ganado de la experiencia práctica” les permitía también
saber que a través de la inmovilización de algunos miembros las fracturas se podían
reosificar, así como también conocían la existencia e importancia de ciertos órganos
como el cerebro (caso 6), el corazón y el hígado (fórmula mágica 5).

Un último rasgo a señalar es la certeza de que la religión y la medicina tenían ciertas


vinculaciones desde tiempo pretéritos tal y como se observa en los Papiros Chester
Beatty V y VII; así como en las fórmulas mágicas del Edwin Smith, pero sin embargo, no
puede decirse que sean conceptos totalmente intrínsecos, puesto que el planteamiento
metodológico de los casos del Papiro Edwin Smith se encuentra casi totalmente exento de
la presencia de oraciones en el procedimiento curativo.

En síntesis, se puede afirmar que ciertas prácticas médicas eran lo suficientemente


importantes en el Egipto Antiguo como para que fuesen dejadas por escrito, de forma que
este conocimiento fuera transmitido a futuras generaciones. Si bien previamente se había
realizado de forma oral, no cabe duda de que ésta es una forma mucho más efectiva, ya
que ha podido trascender hasta nuestros días, permitiéndonos leer unos contenidos cuyo
alto valor es indudable.

Bibliografía

ALLEN, James P. The Art of Medicine in Ancient Egypt. The Metropolitan Museum of
Art. 2006.

JONCKHEERE, Frans. Le papyrus médical Chester Beatty. Édition de la Fondation


Égyptologique Reine Élisabeth. Bruxelles. 1947.

NUNN, John F. La Medicina del antiguo Egipto. British Museum Press. Londres. 1996.

CALVO SORIANO, Guillermo. Asociación de Médicos Residentes del Instituto


Especializado de Salud del Niño. Volumen 5. Nº 1. 2003. Pág. 47

ORIOL RONQUILLO J., Diccionario de Materia Mercantil, Industrial y agrícola,


Volumen 1, Barcelona, 1851.

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