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Sobre el postmodernismo (1986)

ONA NUEVA CARA DE LA MODERNIDAD

Si aceptamos que existen, como propuse en el primer capitulo de este


libro, dos modernidades conf1ictivas e interdependientes - una socialmente
progresista, racionalista, competitiva, tecnolćgica; la otra culturalmente eri-
tica y autocritica, concentrada en desenmascarar los valores basicos de la
primera- estamos mejor preparados para entender las ambivalencias y para-
doj as amenudo molestas vinculadas allenguaj e de la modernidad. El moder-
nismo literario, tomando un rapido ejemplo, es asi tanto moderno como anti-
moderno: moderno en su compromiso eon la innovacićn, en su rechazo de
la autoridad de la tradicićn, en su caracter experimental; antimoderno en su
abandono del dogma del progreso, en su critica de la racionalidad, en su sen-
tido de que la civilizacićn moderna ha ocasionado la perdida de algo valio-
so, la disolucion de un gran paradigma integrador, la fragmentacićn de lo
que una vez fue una poderosa unidad. Trascendiendo todas las dificultades
conceptuales demasiado evidentes surgidas por causa del vocabulario de la
modernidad, he hablado metaf6ricamente de las «caras» de una moderni-
dad constitutivamente doble -dual, ambigua, y duplicada-.
De aqui la nueva cuestićn: l,Ha desarrollado la nocićn del postmodernis-
mo, durante mas o menos la ultima dćcada, suficientes rasgos distintivos como
para que un «fisonomista cultural» la considere como una «cara de la moder-
nidad» con todas las de la ley, al mismo nivel del modernismo, decadencia, van-
guardia o kitseh? Esta es elaramente una cuestićn retćrica, ya que el mero hecho
de afiadir este capitulo sobre el postmodernismo a Car as de la modemidad impli-
ca una respuesta afirrnativa. Pero, por otra parte, este implicito «si, el postmo-
dernismo es una nueva cara de la modernidad» s610 puede permanecer vago,
provisional, y de hecho carente de significado, hasta que sus pros y sus contras
sean examinados mas detenidamente, apropiadamente calificados y modula-
dos. Si el postmodernismo ha formado verdaderamente una fisonomia cultu-
ral propia, uno deberia poder describirla elara y convincentemente, trabajo que
no es facil en absoluto, dada la gran pomposidad (o ineluso «hiperpomposidad»)
semantica de los contextos en los que amenudo aparece el termine.
Por si misma, la cada vez mas circulacićn de la palabra postmodernis-
mo -que hoy dia uno se encuentra rutinariamente en la seccićn cultural de

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periodicos y revistas-prueba po co si es que algo. Realmente, la consecuencia modos, y su posible defunci6n- nos enfrenta a un importante y confuso
mas evidente de un uso tan vago y extendido ha sido la de acrecentar la dudo- fenćmeno cultural. l,Quien se habria imaginado, basandose en la temprana
sa «aura» que rodea al postmodernismo desde sus comienzos en adelante, historia del tćrmino postmodernismo, que su carrera iria tan lejos?
aura que ha seguido inspirando apasionados ataques, no sćlo acerca de la Lo que aprendemos de esta historia es que los primeros usuarios ameri-
validez del concepto, sino tambićn acerca de la legitimidad artistica y moral canos del postmodernismo, poetas tales como Randall Jarrell, John Berryman
de lo que pretendidamente representa. Gerald Graffha denunciado asi al post- o, eon un estilo mas vaticinador, Charles Olson le dieron a la palabra un cier-
moderni smo literario como uno de los mitos centrale s de la contracultura, to uso limitado en la discusion de la «nueva poesia» de la tardia decada de
ideado para autorizar una celebracion anti-intelectual de una energia vital 1940 y de la dćcada de 1950. Jarrell fue quizas el primer americano que hablć
bruta y una costumbre de despreocupado hedonismo Mas recientemente,
I. del postmodernismo cuando, en 1946, caracterizo la poesia de Robert Lowell
Charles Newman ha atacado la mentalidad postmoderna de un moda inclu- como «post o anti-modernista, y como tal eon la certeza de ser influyente» '.
so mas arrollador, considerando mas alla de la literatura los factores socia- Es bastante posible que Jarrell inventara el tćrmino independientemente del
les y econćmicos que dan cuenta de su destructivo atractivo '. historiador britanico Arnold Toynbee, quien hacia la misma epoca (haciendo
Las polćmicas salidas de este tipo son tambien una forma de reconoci- de ventrilocuo a travćs de quien la resume en su obra, D. C. Somervell)" anun-
miento (negativo ) y, mediante un efecto perverso, pueden contribuir al exito cić a un gran publico lector una nueva edad de la historia de Occidente, deno-
de lo que indignamente rechazan. El hita popular no se traduce, sin embar- minandola «Post-Moderna» y sugiriendo que podria ser la ultima,
go, en credibilidad intelectua1. El enemigo mas poderoso del postmodernismo Toynbee tuvo un gran impacto en la vida intelectual de la posguerra de
ha seguido siendo la sospecha esceptica eon la que es aun considerado por la Segunda Guerra Mundial en Occidente, pero su nocićn de una edad post-
un segmenta significativo de la intelligentsia", Muchos criticos excelentes moderna no fue adoptada por sus colegas fi16sofos de la historia, ni por otros
de la literatura contemporanea no pue den llegar sencillamente atomarse en eruditos de las disciplinas sociales e histćricas. Su atractivo parece limita-
serio el postmodernismo. Ellos, tipicamente, lo ignoraran, se encogeran de do a los poetas, artistas y criticos literarios, que amenudo lo reinterpreta-
hombros, o, segun sea el caso, se reiran de el. Asi, al escribir sobre John ron como aplicandolo al inmediato periodo de posguerra, ignorando que para
Ashbery -poeta que ha estado tan insistentemente asociado con el pos- Toynbee los comienzos de la edad postmoderna se retrotraian a mediados
tmodernismo- un ingenioso tradicionalista como Claude Rawson inten- de la decada de 1870. La Segunda Guerra Mundial, con su salvajismo y des-
tara desinflar la nocićn sugiriendo que es po co mas que un cćdigo para el truccićn sin precedentes, eon su revelacićn de la brutalidad existente en el
tipa de los extrafios juegos infantiles a los que la «gente-post» le gusta jugar '. nucleo de la alta civilizacion tecnolćgica, pu do aparecer como la culmina-
Pero mas alla de la critica literaria, existen cada vez rnas numerosos pen- cićn de una modernidad demoniaca, una modernidad que habia sido final-
sadores y eruditos en una diversidad de areas (inc1uyendo la filosofia, la his- mente superada. Asi, algunos de los poetas americanos mas innovadores de
toria y filosofia de la ciencia, y la sociologia) que creen que la modernidad la posguerra (siendo las consecuencias de la guerra menos sombrias en este
ha llegado a su fin o que esta experimentando una profunda crisis de iden- lado del Atlantico de lo que lo fue en la arruinada Europa) liberaron a la nocion
tidad. Existe desde luego poco acuerdo sobre 10que precisamente pueda cons- postmoderna de las ansiedades pesimistas que Toynbee habia inc1uido en
tituir el postmodernismo, e inc1uso menos sobre si la nocićn misma tiene ella y acogieron la nueva epoca como un tiempo exaltado en el que la acti-
alguna legitimidad. Pero el mero surgimiento de esta cuestićn -o, mejor
dicho, de este nuevo marco para hacer preguntas sobre la modernidad, sus

4 La critica de Jarrell de la obra Lord Wearys Castle de Lowell, pub\icada originalmen-


te en 1946, se reedit6 en Randall Jarrell, Poetry and the Age (Nueva York: Knopf, 1953). La
I Vćase Gerald Graff, «The Myth of the Postmodern Breakthrough», en LiteratureAgainst cita es de la p. 216. En su PostmodernAmerican Poetry (Urbana: University of Illinois Press,
Itself(Chicago: University of Chicago Press, 1979), pp. 31-62. 1980), Jerome Mazzaro subraya que Jarrell fue el primer usuario «del termino postmoderno
2 Vease Charles Newman, The Post-Modern Aura: The Act of Fiction in an Age of Infla- referente a la poesfa americana» y observa que dos afios despues, en 1948, «John Berryman
tian, eon un prefacio de Gerald Graff (Evanston: North- Western University Press, 1985). utiliz6 el mismo terrnino ... citando a Jarrell como su fuente» (p. VIlI).
* Palabra usada para referirse a la intelectualidad, al conjunto de intelectuales de un pais 5 El resumen de Somervell de los vols. 1-6 de Un estudio de la Historia de Arnold Toyn-
o area culturai (Libro de estilo, El Pais, 1977, 15.a ed., p. 363, 1999, Ediciones El Pais). bee se public6 en 1946 por la Oxford University Press. He uti\izado la edici6n Dell (Nueva
J La reciente critica de Claude Rawson en su articulo sobre John Ashbery, «A Poet in the York: Dell, 1965). La «Edad post-moderna» aparece como el cuarto periodo principal de la
Postmodern Playground», apareci6 en el Times Literary Supplement, 4 de julio de 1986, historia occidental, despues de Occidente I (<<Edades Oscuras»), Occidente II (<<Edad
p.724. Media»), y Occidente III (<<Moderna»), 1475-1875 (p. 57).
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vidad poetica podria definirse, segun Charles Olson, como una «arqueolo. de lo postmoderno reafirm6 el impetu inicialfilos6fico-hist6rico que habia
gia de la mafiana» ampliamente simb6lica 6. tenido en la periodizaci6n de Toynbee.
Tal interpretaci6n optimista-apocaliptica del termino post-moderno lo Antes de discutir eon mas detalle los aspectos artisticos de la querella
hizo adecuado para recibir un destacado lugar en la ret6rica revolucionaria entre los modernos y postmodernos, creo que una presentaci6n resumida
de la decada de 1960. La malvada modernidad estaba muerta y su funeral de los principales marcos te6ricos en los que ha si do (re)conceptuaiizado el
fue un tiempo de salvaje celebraci6n. El modesto prefijo «post» se convir- postmodernismo en los afios recientes podria proveernos de unos an~ece-
ti6 casi de la noche a la mafiana en un modificador aItamente honorifico de dentes utiles, Existen dos areas en las que el concepto del postmodernismo
la contrasefia de la liberaci6n. El mero hecho de «suceder despues» fue un ha aparecido mas o menos insistentemente desde la publicaci6n de Caras
estimulante privilegio, democraticamente otorgado a cualquiera que quisiera de la modernidad. La primera es ampliamente filos6fica, incluyendo pro-
pretenderlo; todo lo que merecia la pena comenzaba eon «post» -post-moder- blemas de epistemologia, la historia y filosofia de la ciencia, y la herme-
no, post-hist6rico, post-humano, etc.-7• En la decada de 1960 el destino neutica. La segunda hace referencia a las nociones del modernismo y la van-
del postmodernismo parecia haber estado indisolublemente vinculado eon guardia en la cultura del siglo xx y a su posible agotamiento. Las analogias
el destino de la contracultura, eon sus numerosas, amenudo contradicto- que existen entre los tipos de cuestiones que se preguntan en las dos areas
rias, contracorrientes de anarquismo, antinomismo*, y una «nueva gnosisx". son muy interesantes, aunque no justifican, creo, ningunas hip6tesis mas
Sorprendentemente, sin embargo, el postmodernismo no desapareci6 eon amplias de una estructura epistemica postmoderna o disposici6n o Wel-
el fervor radical de esa dćcada. Fue de hecho durante las dćcadas mas cal- tanschauung*. Los usos del postmodernismo en estas dos areas presentan
mada de 1970 y 1980 cuando el postmodernismo se convirti6 en un termi- en efecto, sin embargo, una especie de «parecido de familia», y conside-
no mas plausible en la critica literaria y artistica, y sobre todo en la critica rarIos mas detenidamente puede que nos ayude en nuestro intento de iden-
de la arquitectura. Fue tambien durante estas decadas cuando se aclimat6, tificar, por asi decirlo, el postmodernismo «fisonćmicamente».
en mayor o menor grado, en otras disciplinas hist6rico-te6ricas, que van desde
la epistemologia a las ciencias sociales. En este proceso el termino, que al
EPISTEMOLOGIA Y HERMENEUTICA: DE LA MODERNIDAD
principio habia sido utilizado casi exclusivamente en America, se estable-
ALA POSTMODERNIDAD
ci6 internacionalmente 9• Ademas, y esto es quizas mas significativo, la noci6n
Las presentaciones mas comprensivas de las cuestiones del postmoder-
nismo incluyen a veces referencias a problemas epistemol6gicos y concep-
6 Charles Olson, Additional Prose. Ed. George F. Butterick (Bolinas: Four Seasons Foun-
dation, 1974), p. 40. El pasaje en su totalidad dice asi: «Yo soy un arqueologo de la rnafiana. tos, tales como la crisis del determinismo, el lugar del azar y el desorden en
Y los actos de escritura que sostienen el presente trabajo son (I) de Homero hacia atras, no los procesos naturales, el principio de indeterminaci6n de Heisenberg, la cues-
hacia delante; y (II) desde Melville hacia delante, en particular el mismo, Dostoievski, Rim- ti6n del tiempo y particularmente el tiempo irreversible (cuyo reconocimiento
baud y Lawrence. Estos son los hombres modernos que proyectaron lo que somos y en lo que ha desplazado al poderoso modelo clasico del universo como un reloj), la
nos encontramos, que destruyeron el hechizo. Dirigieron a los hombres hacia delante a lo post-
moderno, lo post-humanista, lo post-histćrico, el actual presente vivo, lo "maravilloso?»,
opini6n de KarI Popper de las teorias cientificas en tćrminos de «falsabili-
7 Para una lista rnas extensa del vocabulario «post», confeccionada a partir de un critico dad» mas bien que la mera «verificabilidad», y los «paradigmas» y «revo-
representativo, Leslie Fiedler, vćase la p. 142 del presente texto. luciones cientificas» de Thomas Kuhn. Huelga decir que tales ideas pue den
* (De anti, y del griego nomos-Iey) Doctrina que ensefia, en nombre de la supremacia de malinterpretarse y desvirtuarse facilmente por los criticos literarios y artis-
la gracia, el indiferentismo eon respecto a la ley. (Tal doctrina informa gran parte del protes- tas. Incluso asi, el nuevo interes que muestran los criticos por las cuestio-
tantismo naciente; como tendencia se encuentra en el quietismo catćlico.) (Nueva Enciclo-
pedia Larousse en diez volumenes, tomo I, p. 533, Editoriai Planeta, 1981). nes te6rico-epistemol6gicas proviene de un sentido real de que han tenido
8 Para una presentacićn crftica del «nuevo gnosticismo» y otras corrientes de pensamiento lugar importantes cambios en los modos como la ciencia se ve a si misma
caracterfsticas de la decada de 1960, vease Ihab Hassan, Paracriticisms: Seven Meditations y en la legitimidad de sus procedimientos de inferencia. Y este interes se
of the Times (Urbana: University of Illinois Press, 1975).
9 Para una historia detallada del terrnino postmodernismo en sus anteriores fases, vease
Michael Kčhler,« "Postmodemismus": ein begriffshistorischer Uberblick»,Amerikasstudien
22, num. 1 (1977): 8-17. Una sintesis cultural-histćrica mas reciente y mas comprensiva puede demismo es el articulo de Hans Bertens, «The Postmodern Weltanschauung and Its Relation
verse en el articulo de Ihab Hassan «Post-face 1982: Toward a Concept of Postmodernism», with Modernismus», en Approaching Postmodernism, ed. Douwe W. Fokkema y Hans Ber-
en The Dismemberment ofOrpheus, 2: ed. (Madison: University of Wisconsin Press, 1982), tens (Amsterdam y Filadelfia: John Benjamins, 1986), pp. 9-51.
pp. 259-271. El estudio mas completo hasta la fecha de la carrera terminol6gica del postmo- * Esto es, concepcion del mundo.
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intensifica por una creencia de que tales cambios en los paradigmas cienti- y Stengers, de invertir esta situaci6n. La nueva ciencia revaloriza el rol de la
ficos no pueden dejar de tener analogias al nivel de la conciencia artistica. irreversibilidad y el azar y promete un nuevo «reencantamiento» del mundo.
De modo significativo, esta creencia parece recibir reconocimiento o animo l.Es esta visi6n excesivamente optimista o exaltada? Sea como sea, Pri-
cuando un fi16sofo de la ciencia, tomando prestado la controvertida etiqueta gogine y Stengers aparecen para representar una tendencia mas amplia en
cultural del postmodernismo, hablara de una «ciencia postmoderna» casi la historia y filosofia de la ciencia de hoy dia, tendencia que consiste en acep-
como algo que cae por su peso 10. Pero inc1uso una postura mas cautelosa, tar que las suposiciones basicas de las teorias cientificas estan en constan-
como la adoptada por I1ya Prigogine e Isabelle Stengers cuando elaboran te necesidad de ser discutidas, criticadas, y reevaluadas a la luz de su pro-
su distinci6n entre una «ciencia moderna» y una «nueva ciencia», pue de ser ductividad o creatividad. La crisis del concepto determinista de la verdad
bastante relevante respecto al mas amplio debate sobre el postmodernismo. ha abierto asi nuevos horizonte s al pensamiento cientifico e investigaci6n.
Para Pri gog ine y Stengers, autores de Order out of Chaos, la ciencia l.C6mo surge el orden del desorden? Esta es una cuesti6n que s6lo la nueva
moderna, por muy enormemente creativa que fuera, mostr6 una tendencia ciencia es capaz de tratar completamente. Recapitulando el tema central de
contra dos conceptos cuya total significaci6n ha sido s6lo reconocida por su libro, Prigogine y Stengers escriben en el capitulo conc1uyente: «Una de
10que ello s denominan «la nueva ciencia»: el tiempo irreversible (la asi deno- las principales fuentes de fascinaci6n en la ciencia moderna fue precisamente
minada Flecha del Tiempo) y el azar. La tendencia contra el tiempo irreversible el sentimiento de que habia descubierto las leyes eternas en el nucleo de las
(recordemos la resistencia de Einstein a la introducci6n de la irreversibili- transformaciones de la naturaleza y habia exorcizado asi el tiempo y el Ile-
dad en la fisica te6rica) se debi6 principalmente al esfuerzo de la ciencia gar a ser ... Una nueva unidad esta surgiendo: la irreversibilidad es una fuen-
moderna por descubrir las leyes eternas de la materia. Por razones pareci- te de orden atodos los niveles. La irreversibilidad es el mecanismo que hace
das el azar era considerado negativamente, como un obstaculo para el total surgir el orden del caos» 12.
control del hombre de las leyes naturales: el azar no existia realmente, era La epistemologia como tal, inc1uso cuando es totalmente consciente de
el resultado de nuestra ignorancia, como dedujo Laplace cuando formul6 las variaciones hist6ricas del conocimiento, tiende a trascender la historia:
la famosa ficci6n de su ornnisciente «demonio»; el azar era en ultimo ter- normalmente se toma seriamente las implicaciones transhist6ricas o las pre-
mino una reflexi6n de las limitaciones de nuestra inteligencia. De modo carac- tensiones de la teoria. De cualquier modo, sus cuestiones centrales son rara-
teristico, Einstein dijo, «Dio s no juega a los dados». Inc1uso en la biologia mente de una naturaleza hist6rica directa. Esto puede que explique por quć
moderna, donde el reconocimiento del rol del azar habia hecho posible la los conceptos que marcan periodos (tales como postmodernismo ) se utili-
teoria de la selecci6n natural, una importante figura como Jacques Monod, zan raramente en epistemologia. La situaci6n es diferente en hermeneutica,
por ejemplo, no pudo evitar deducir una conc1usi6n filos6ficamente pesi- tanto en la variedad tradicional como en la nueva hermenćutica filos6fica,
mista de la existencia del azar. Monod sorprende eon una observaci6n casi eon su profunda autoconciencia hist6rica. Reconociendo la gran relevancia
Pascaliana (como indican Prigogine y Stengers) cuando escribe: «El hom- que tiene la hermeneutica filos6fica para el pensamiento contemporaneo en
bre sabe al menos que esta solo en la inmensidad indiferente del universo a general, el fil6sofo Richard Rorty ha lIegado hasta argumentar que una vez
partir de la cual el surgi6 s610 por azar» II. que se demuestra que las suposiciones ahist6ricas de la epistemologia tradi-
Lo que Prigogine y Stengers se proponen hacer en su libro es demostrar cional no tienen «fundamentos» reales, y que son por lo tanto insostenibles,
que la nueva ciencia ha rebatido realmente las opiniones ampliamente nega- la epistemologia no tiene otra sali da que convertirse en una forma de her-
tivas (y ocasionalmente tragicas) de irreversibilidad y azar sostenidas por muchos meneutica 13. Si aceptamos o no tal opini6n, la noci6n de hermeneutica en
cientificos modernos. Hist6ricamente, el modelo determinista mecanico del este sentido se retrotrae a la critica de Nietzsche tanto del ideali smo como
universo y el enfoque negativo respecto al azar contribuyeron al «desencan- del positivismo (recordemos su famosa maxima de que «todos los hechos
tamiento» cientifico moderno del universo. Pero ya es hora, creen Prigogine son interpretaciones») y del historicismo radical de Heidegger. El tćrmino
hermeneutica le debe su actual moda filos6fica indirectamente a Heidegger
y directamente al influyente discipulo de Heidegger, Hans-Georg Gadamer.
lO Stephen Toulmin, «The Construal of Reality: Criticism in Modern and Postrnodern Scien-

ce», en The Politics of Jnterpretation, ed. W. 1. T. Mitchell (Chicago: University of Chicago


Press, 1983), pp. 99-117.
Il Ilya Prigogine s
e Isabelle Stengers, Order our ofChaos: Man New Dialogue with Natu- 12 Ibid., p. 292.
re, con un prologa de Alvin Toffler (Nueva York: Bantam Books, 1984). Para la cita de Monod J3 Vćase Richard Rorty, Philosophy and the Mirror of Nature (Princeton University Press,
y los comentarios sobre su significacićn, veanse pp. 3-4 y 84. 1979), especialmente el capitulo 7, «From Epistemology to Hermeneutics», pp. 315-356.
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Ni Heidegger ni Gadamer utilizan el termino postmoderno, pero muchas «correcta» actitud hermenćutica en la que el interprete, como sugiere Gada-
de las discusiones filos6ficas actuales de la modernidad hacen referencia a mer en Verdad y metoda, practica, por asi decirlo, una debilidad met6dica
su pensamiento como una fuente y frecuentemente vuelven a Nietzsche, cuyo (elaborada de atenci6n y obediencia a las exigencias internas del objeto de
impacto sobre Heidegger es bien conocido. No es de extrafiar entonces que, interpretaci6n, respeto por su esencial fragilidad, voluntad de escuchar a lo
en los Estados Unidos y en otra parte, se considere a Heidegger como el «pri- que dice antes de cuestionarlo, y renovados esfuerzos para no imponerle la
mer postmoderno» 14. Para ilustrar esta postura, rnencionare brevemente al propia «racionalidad» de uno o las convicciones).
fi16sofo italiano Gianni Vattimo, quien, a traves de sus comentarios sobre De los muchos aspectos de la discusi6n filos6fica de la modernidad y
Nietzsche y Heidegger, ha iniciado un intenso debate sobre el «fin de lamoder- postrnodernidad, aqui me centrare s610 en uno. Lo he seleccionado porque
nidad» en Italia. Filos6ficamente, segun Vattimo, el fin de la modernidad ha sido responsable de una interesante polćmica actual que comenz6 en 1980
ocasiona el surgimiento de ilpensiero debole o «pensamiento debil», un modo cuando Jiirgen Habermas, al serle concedido el premio T. W Adorno de la
de reflexi6n tipicamente postmoderno que esta en directa oposici6n eon la ciudad de Francfort, dio una conferencia sobre «Die Moderne: Ein unvo-
«metaflsica» o «pensamiento fuerte» (pensamiento que es dominante, llendetes Projekt», traducida al inglćs como «Modernity versus Postrno-
impositivo, universal, atemporal, agresivamente centrado-en-si-mismo, dernity». En esta conferencia el neo-marxista Habermas identifica la noci6n
intolerante respecto a cualquier co sa que lo contradiga, etc.) de postmodernidad eon la postura (neo )conservadora de quienes creen que
La oposici6n pensamiento fuerte/pensamiento dćbil, lejos de ser s610 teo- la modemidad ha fracasado y que los impulsos ut6picos que origin6 debe-
rica, tiene implicaciones axio16gicas, practicas, e ineluso directamente poli- rian por lo tanto suprimirse. Pero la modemidad o el «proyecto de la Ilus-
ticas. En un reciente pasaje caracteristico (reeditado como prefacio a Al di tracion», Habermas argumenta desde el punto de vista de su propia filoso-
la del sogetto), Vattimo deja elaro que una teoria moderna «fuerte» de la revo- fia emancipatoria, no es un proyecto fracasado, sino que aun no ha finalizado.
luci6n (como por ejemplo la marxista) siempre implicara algun tipo de «tra- Lo que debe rechazarse no es la modemidad, cuya herencia critica tal y como
bajo violento de homogeneizaci6n y universalizacion»; subraya que, mas gene- ha sido revalorizada por la Escuela de Francfort de Adorno, Horkheimer o
ralmente, «la pretensi6n de teneruna relaci6n eon los valores que no estć regida Benjamin es aun una fuente de «emulacićn para el intelectual» 16; lo que debe
por la memoria, nostalgia, suplica, es una pretensi6n demoniaca» 15. Central rechazarse es la ideologia (ne o)conservadora de la postmodernidad.
para la conceptualizaci6n que Vattimo hace del pensamiento debil son las notas Lo que realmente origin61a polemica fue el ataque de Habermas del «post-
Heideggerianas deAndenken (crecordar» o «volver a pensar») y Verwindung estructuralismo» frances, definido como un rechazo conservador de la moder-
(diferente del mas frecuente Uberwindung o «superar» y traducible por pala- nidad y de sus valores centrales de racionalidad y universalidad. Sugirien-
bras tales como «curacićn», «convalecencia», «resignacićn», o «aceptacićn»). do que Michel Foucault y Jacques Derrida son profundamente semejantes
Otro tćrmino elave es pietas, el signo bajo el que se organizara la etica del al grupo de pensadores conocido durante la Republica de Weimar como los
pensamiento dćbil. La expresi6n mas adecuada del pensamiento debil es la Jungkonservativen (j6venes conservadores) 17, Habermas quiso subrayar su
descendencia comun no s610 de Heidegger sino en ultimo lugar del fil6so-
fo moderno mas antimoderno, Friedrich Nietzsche 18. Aunque no mencio-
14 En este pais la opini6n de que el postrnodernismo se retrotrae a Heidegger es mante-
nida por William V. Spanos y Richard Palmer. Vćase en particular Martin Heidegger and the
Question of Literature: Toward a Postmodern Literary Hermeneutics, ed. William V. Spanos 16 Jurgen Habermas, «Modemity versus Postmodernity», New German Critique 22
(Bloomington: Indiana University Press, 1979). El ensayo de Richard Palmer que contribu- (invierno 1981): 14.
y6 a ese volumen, «The Postrnodernity of Heidegger», pp. 71-92, puede considerarse como 17 Ibid., p. 13.

programatico de este enfoque para la cuesti6n del postmodernismo. 18 Vease Jiirgen Habermas, «Questions and Counterquestions», en Habermas on Moder-
15 Cito a partir de la traducci6n inglesa del articulo de Vattimo «Bottle, Net, Truth, Revo- nity, ed. Richard Bernstein (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1985), p. 196 y p. 229, n. 6. Haber-
lution, Terrorism, Philosophy», Denver Quarterly 16, n." 4 (inviemo 1982): 26-27. Para las mas explica que al comparar a Foucault y Derrida eon los «jćvenes conservadores» de la'
declaraciones principales de Vattimo sobre el postrnodernismo filos6fico, vease su Al di la Republica de Weimar (Arnold Gehelen, Martin Heidegger, Carl Schrnitt y Ernst Jiinger), quiso
del sogetto: Nietzsche, Heidegger e l'ermeneutica (Milan: Feltrinelli, 1981), YLafine de la subrayar «que todos ellos toman de Nietzsche el gesto radical de una ruptura eon la moder-
modernita: Nihilismo ed ermeneutica nella cultura postmoderna (Milan: Garzanti, 1985). El nidad y una renovaci6n revolucionaria de las energias pre-modernas, retrotrayendose muy
debate sobre el «pensamiento dćbil» fue iniciado por Il pensiero debole, ed. Gianni Vattimo amenudo a tiempos arcaicos. Como cualquier comparaci6n, ti ene sus debilidades, pero en
y Pier Aldo Rovatti (Milan: Garzanti, 1983). Para una discusi6n util del postmodernismo en el contexto aleman ilustra efectivamente las afinidades intelectuales que, a pesar de las pos-
Italia, vease Stefano Rosso, «Postmodem ltaly: Notes on the "Crisis ofReason", "WeakThought", turas politicas contrarias, se derivan de la autoridad de Nietzsche» (p. 229). En otro ensayo,
y The Name of the Rose», en Exploring Postmodernism, ed. Matei Calinescu y D. W. Fokke- «The French Path to Postmodemity: Bataille between Eroticism and General Economics»,
ma (Amsterdam and Philadelphia: John Benjamins, de pr6xima aparici6n). New German Critique 33 (otofio 1984): 79-102, sefiala de nu evo a Nietzsche como el ori-
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nado en la conferencia del Premio Adorno, un tercer francćs, Jean-Francois relato de la redenci6n final de la humanidad del pecado original adamico )
Lyotard, fue quizas el principal objetivo de la critica de Habermas. es constitutivamente moderno. Todos los importantes «relatos de emanci-
Tanto implicita como explicitamente, La Condition postmoderne (1979) pacićn» de la modernidad son esencialmente variaciones secularizadas del
ha desafiado ala filosofia de la modernidad de Habermas 19. De forma expli- paradigma cristiano: la metanarrativa del progreso de la Ilustraci6n a travćs
cita, al mi smo tiempo que utilizaba el enfoque de Habermas respecto al cono- del conocimiento, mediante la cualla humanidad sera emancipada de la mal-
cimiento en terminos de legitimaci6n, Lyotard habia rechazado sumariamente vada ignorancia; el especulativo relato hegeliano de la emancipaci6n de la
su noci6n de Diskurs o consenso racional, proponiendo de un modo bas- mente o «Geist» de la autoalienaci6n a trave s de la dialectica; el relato mar-
tante fatuo que una vez que la modernidad se desintegra, el valor cardinal xista de la emancipaci6n del hombre de la explotaci6n a travćs de la lucha
de la nueva conciencia postmoderna se convierte en disentimiento - disenti- revolucionaria del proletariado, y el relato capitalista de la emancipaci6n
miento como un principio-guia o disentimiento por el mero hecho de disen- de la humanidad de la pobreza a travćs del mercado, esto es, a travćs de la
timiento-. Pero el desafio implicito que Lyotard hace de la doctrina de la intervenci6n de la «mano invisible» de Adam Smith, que crea una armonia
modernidad de Habermas habia sido el mas importante. Se necesit6la forma universal a partir de innumerables y conflictivos interese s personales", Pero
de un argumenta sobre la falta de credibilidad de las concepciones univer- tales metanarrativas (ideolćgicas) modernas han perdido su credibilidad. La
salistas, o los grandes cuentos de hadas ideo16gicos, de los que en ultimo universalidad ha sido desplazada y los grandes relatos de la modernidad (que
termino se habia derivado el proyecto mismo. En esencia, Lyotard explica yo denominaria versiones de una «teodicea epistemolćgica» moderna se estan
en la La condicićn postmoderna y, mas recientemente, en Le Postmoderne desintegrando ante nuestros ojos y dan lugar a una multitud de «petites his-
explique aux enfants (1986), que existen dos tipos de «grande s relatos» (grand toires» heterogćneas y locales, amenudo de una naturaleza altamente para-
rćcitsi o «metanarrativas» (metarecritsi que han servido para legitimizar el d6jica y paral6gica. Bajo tales circunstancias el Diskurs de Habermas no
conocimiento en el pasado o, dicho de otro modo, para dar una respuesta pue de ser mas que una persistente ilusi6n.
convincente a la cuesti6n: l,Para quć sirve en ultimo termino el conocimiento? Los entresijos y detalles de la polernica entre Habermas y Lyotard no
El primer tipo es mitico (tradicional) y el segundo proyectivo (moderno). nos interesan aqui. Sus principales argumentos y contra-argumentos han sido
En las culturas tradicionales, como muestra la antropologia religiosa, el cono- lucidamente resumidos, desde la perspectiva liberal-pragmatica de un dis-
cimiento esta legitimado haciendo referencia a los origenes, al tiempo pri- cipulo de John Dewey, por Richard Rorty ". El objetivo de mi breve refe-
mordial cuando las cosas adquirieron existencia. A diferencia de los mitos, rencia a la disputa HabermaslLyotardIRorty ha sido simplemente indicar algu-
las metanarrativas caracteristicas de la modernidad legitiman el conocimiento nas de las corrientes del pensamiento contemporaneo (hermeneutica,
en tćrminos no del pasado sino del futuro ". neo-marxismo, «post-estructuralismo» france s, etc.) en el que ha figurado
Lo que tienen en cornun las diversas metanarrativas de la modernidad el concepto de postmodernismo, positiva o negativamente, durante mas o
de Lyotard es la noci6n de una finalidad universal. A pesar de su diferen- menos la ultima dćcada.
cia, los proyectos moderno s estan todos sentados como premisas sobre una
visi6n finalista de la historia universal, y en este sentido el Cristianismo (como
EL SILENCIO DE LA VANGUARDIA

gen de un cierto discurso sobre la modernidad, discurso iniciado en Francia por George Batai- El tćrmino postmodernismo ha disfrutado de una popularidad mas evi-
IJe. Su comun descendencia de Nietzsche puede que explique los sorprendentes vinculos exis- dente en la discusi6n de la vanguardia en el arte contemporaneo. Tipicamente,
tentes entre dos pensadores que de otro modo serian extremadamente diferentes como son
por ejemplo Bataille y Heidegger. Ambos, escribe Habermas, «intentan liberarse de la pri-
sion de la modernidad, que surge de un racionalismo occidental que ha salido victorioso a
escala de la historia mundial. Ambos quieren superar el subjetivismo ... Tanto estan de acuer- 21 Lyotard, Le Postmoderne, p. 47.
do ambos pensadores sobre este proyecto que lo que Foucault dice sobre la idea de trans- 22 Richard Rorty, «Haberrnas and Lyotard on Postmodernity», en Habermas on Moder-
gresićn de Bataille podria tambien decirse del posterior concepto de trascendencia de Hei- nity (vease nota 18), pp. 161-176. Para una perspectiva Habermasiana del debate, vćase la
degger, etc.» (pp. 80-81). introduccion de Peter Dew a su edicićn de Jurgen Habermas, Autonomy and Solidarity: lnter-
19 Jean-Francois Lyotard, The Postmodern Condition: AReport on Knowledge, trad. de views (Londres: Verso, 1986), pp. 1-35. Lyotard es considerado aqui como un tipico repre-
GeoffBennington y Brian Massumi (Minneapolis: University ofMinnesota Press, 1984); ori- sentante del post-estructuralismo frances bajo la inf1uencia de Nietzsche. Otro informe neo-
ginalmente pub\icado como La Condition postmoderne (Paris: Minuit, 1979). marxista alernan de la disputa Habermas-Lyotard sobre la modernidad y postrnodernidad se
20 Ibid., pp. 18-37. Vease tambićn Jean-Francois Lyotard, Le Postmoderne explique aux halJa en el articulo de Albrecht WelJmer, «On the Dialectic of Modernism and Postmoder-
enfants (Paris: Galilće, 1986), pp. 37-42 Y45-64. nisrn», Praxis International 4 (enero 1985): 337-361).
270 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 271

la van~ua~~ia, como el filo cortante experimental de la modernidad, se ha tido, el Cage de los primeros tiempos es moderno). Pero llega el momento en el
que la vanguardia (lo moderno) no puede avanzar mas ... La respuesta postmoderna ...
dad? historicamente una doble tarea: destruir e inventar. Pero la negacićn consiste en reconocer que el pasado, ya que no puede ser realmente destruido, por-
es ciertamente el momento mas significativo en la doble lćgica de la inno- que su destrucci6n conduce al silencio, debe volverse avisitar: pero eon ironia, no
vacićn radical: es el viejo pasa~o, institucionalizado, la Biblioteca y el Museo, inocentemente 24
lo que debe ser rechazado efectivamente, desenmascarado, demolido.Io nuevo
-no-anticipado, radiante, abrupto- surgira despues por si mismo. Eco es consciente que este tip o de argumenta (el moderni smo ha ago-
En el postmodernismo, ha sido observado, es precisamente este aspec- tad o todas sus posibilidades formales) habia sido propuesto anteriormente
por tales tećricos del postmodernismo como John Barth en su ensayo The
to p~ramen~e d~~tructivo de la vieja vanguardia lo que se pone en cuestićn.
~Que pudo justificar una devastacićn tan despiadada? ~Es este precio el que Literature of Exhaustion (1967) 25. El nuevo elemento en el tratamiento que
hay que pagar para acceder a lo nuevo? Pero lo nuevo, un valor relativo, no Eco hace del problema es su insistencia en que el redescubrimiento post-
absoluto, no puede valer un precio tan excesivo y exorbitante. Abandonan- modernista del pasado o del «ya dicho» no puede ser inocente y que esta
do las estrecheces de la vanguardia y optando por una lćgica de renovacićn falta de inocencia debe ser totalmente reconocida. Ironia, alegria, nostalgia
mas bien que innovacion radical, el postmodernismo ha entrado en un dia- parćdica y autoparćdica son algunos de los modos de hacerlo.
logo intensamente reconstructivo eon lo viejo y eon el pasado ". Pero existe un sentido moral y estćtico mas amplio en el que la pćrdida
de inocencia del postmodernismo trasciende «lo ya dicho» para relacionarse
Umberto Eco ejemplifica esta cornprension del postmodernismo como
una reaccion al «silencio» en ultimo termino o inevitable esterilidad de la eon el lado mas oscuro, salvaje, indecible de una modernidad que culminć
v~nguardia. Aunqu~ inc1uso rechace una definicion simplemente cronolć- en las politicas genocidas de Stalin o Hitler. Especialmente para los europeos,
gica del postmodernismo (para el, el tćrmino es mas bien «una categoria ideal las monstruosas consecuencias del utopismo moderno (en la Unićn Sović-
~, aun mejor, Kunstwollen, un modo de operar-»), Eco subraya apro- tica) o del tribalismo contramoderno (en el Tercer Reich en Alemania) no
pIa?amente el vinculo historico existente entre el agotamiento de la vanguardia pueden y no deben ignorarse. Asi, muchos de los artistas a quienes Guy Scar-
petta considera como postmodernos (Hermann Broch, Samuel Beckett,
funosamente antitradicional y el surgimiento de la buena voluntad post-
Milan Kundera y Pier Paolo Passolini, entre ello s) intentan adaptarse de diver-
~odern.a de revisita: el pasado. En su informe de como compuso su miste-
sos modos al desastre de la modernidad y a su tragico legado. En L'Impu-
no ~edleval y extrano best-seller El nombre de la rosa -informe que puede
rete, en el que se propone definir la «impureza» esencial de la estetica post-
conslderars.e .como una re-escritura postmoderna irćnica de «The Philosophy
of Composition», la famosa explicacićn lćgica paso-a-paso que hace Edgar moderna, en contraste eon el impulso de «pureza» de los modernistas,
Scarpetta observa que la vieja vanguardia practicć amenudo una retćrica
Allan Poe de como concibić su poema romantico «El cuervo>>- Umberto
Eco sefiala: de «la muerte del arte». Pero esta retćrica era optimista: el arte fue proc1a-
mado (sirnbćlicamente) muerto s610 como un primer paso del proyecto tau-
La vanguardia histćrica ... intenta ajustarle las cuentas al pasado. «Abajo la luz maturgico de la vanguardia para resucitarlo de una forma mas pura. La acti-
de luna» -un eslogan futunsta- es una plataforma tipica de toda vanguardia; s610 vidad de los postmodernos, segun Scarpetta, ti ene lugar en un marco
hay que sustttuir «luz de luna» por cualquier nombre que sea adecuado. La van-
guardia destruye, desfigura el pasado: Las sefioritas de Avignon es un acto tipico
cambiado «post-apocaliptico»: La cuestićn es crear dentro del horizonte de
de vanguardia, Luego entonces la vanguardia va mas lejos, destruye la figura, la esta muerte [del arte], dentro de la hipćtesis de que esta muerte es posible
cancel~, llega a lo abstracto, a lo infonnal, allienzo en blanco, allienzo desgarra- --crear inc1uso desde esta muerte (encontramos la idea ya en Adorno: "La
do,. al henzo chamuscado. En arquitectura y las artes visuales, sera el panel, el edi- nocićn de una cultura resucitada despues de Auschwitz es una trampa y un
flCIOc?mo estela, puro paralelepipedo, arte minimal; en literatura, la destruccićn
absurdo", que significaria que la unica cultura posible hoy dia es post-
del f1~Jo del dISCurSO,el collage tipo Burroughs, el silencio, la pagina en blanco;
en rnusica, el paso desde la atonalidad al ruido y al silencio absoluto (en este sen- apocaliptica)-. Toda ingenuidad, to da inocencia en este aspecto seria com-
pletamente anacronica» 26.

23 La cuestićn de las dos estrategias de lo nuevo -innovaci6n y renovaci6n- es el tema


24 Umberto Eco, Postcript to «The Name of the Rose» (en italiano), trad. de William Wea-
c:~tral de los ensayos incluidos en Innovation/Renovation: New Perspectives in the Huma-
nities, ed. Ihab and Sally Hassan (Madison: University of Wisconsin Press, 1983). Vćase espe- ver (Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1984), pp. 66-67.
25 Vease John Barth, The Literature of Exhaustion and the Literature of Replenishment
cialmente Ihab Hassan, «Ideas ofCultural Change», pp. 15-46. Para un redescubrimiento del
pasado desde una perspectiva que he denominado «pluralismo dialćgico» vease mi articulo (Northridge, Calif.: Lord John's Press, 1982).
«From the One to the Many: Pluralism in Today's Thought», pp. 263-288.' 26 Guy Scarpetta, L'Impurete (Paris: Grasset, 1985), p. 42.
272 MATE! CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 273

Hace diez afios, en Caras de la modernidad, trate el postmodernismo de la modernidad el postrnodernismo es quizas el mas extrafio: autoesceptico
como una subcategoria de la vanguardia, basicamente como un avatar eon- pero curioso, incredulo pero investigador, benevolente pero ir6nico.
t~mp.oraneo de la vi~ja vanguardia. Esto sucedi6 en un tiempo en el que el
termmo postrnodernismo raramente se utilizaba fuera de los Estados Uni-
do~. !"ii opini6n enton~es fue que la distinci6n mas importante era la que LA NOVEDAD DEL PASADO: EL PUNTO DE VISTA
e.xlstla entre e~I?odermsmo y la vanguardia y, desde un punto de vista eon- DESDE LA ARQUITECTURA
tmental, yo c~ltlcaba la tendencia anglo-americana para eliminarla y utili-
z~~ ~as dos etlqueta~ como sin6nimos casi-perfectos. Aun creo que la opo- . Muy temprano en su carrera como termino marcando un periodo, como
sicion entre modernismo y vanguardia es defendible ana1iticamente en ciertos vimos, el postmodernismo fue utilizado para describir el presente cultural
context.o~ (histćricos), pero en general necesita ser revisada para acomodar del mundo occidental, un presente que aparecia como habićndose distan-
la oposicion reciente mucho mas aguda existente entre modernismo (inclu- ciado de las principales corrientes de pensamiento e imaginaci6n mod er-
yendo la val!guardia) y postmodernismo. Ahora que los europeos, despues nas, segun estas habian evolucionado desde el Renacimiento y la Reforma
?e los amencanos, han llegado a considerar la vanguardia como una parte a travćs de la Ilustraci6n. Pero la dicotomia de Arnold Toynbee entre el racio-
~tegral del proyecto modernista, es mas dificil argumentar que el postmoder- nali smo moderno por una parte, y el anarquico arrebato de irracionaIismo
msm.o es meramente una extensi6n de la vieja vanguardia. El postmo- postrnoderno que comenz6 hacia 1875 por otra, permaneci6 tan confuso como
dernismo es, al contrario, una partida de ella. (,Seria posible entonces hablar lo fue arrollador. Los primeros postmodernos americanos fueron en ultimo
de postmodern~s11!0 como una nueva «cara» en un complejo mas amplio de termino no menos vagos en el uso que hicieron de esta nueva e inmensa cate-
algunas caras distintas eon un fuerte parecido de familia-siendo la moder- goria. El postmodernismo fue, en aquelIa etapa, no s6lo «infalsable»* en
nidad, en la circunstancia, sirnplemente el nombre de este parecido-? terminos Popperianos (un dogma arbitrario y confuso mas bien que una cons-
Llego ~~i a la cuesti6n eon la que comencć este ensayo. Creo que una res- trucci6n propiamente hipotetica), sino tambien completamente inadecua-
puesta positrva se ha ganado cierta plausibilidad por ahora. El mismo termin o do para tratar las cuestiones de detalle y matiz hist6ricos. Un confuso eon-
postmodernism~ puede que no sea una acertada invenci6n verbal, especialmente cepto clasificatorio para-todo-tipo-de-propćsitos, que pronto seria enarbolado
cuando un~ es ~Xl~~nter~specto a las etimologias: si moderno proviene de «modo», como grito de batalla, el postmodernismo tenia poco poder discriminatorio
que en Latm significa «justamente ahora» u «hoy», (,que sentido tiene decir que o valor heuristico y sigui6 asi hasta finales de la decada de los sesenta.
una cosa de hoy no es realmente de hoy, ni siquiera de mafiana, sino, de un modo Entre los criticos literarios que adoptaron esta noci6n bastante precaria, Ihab
~astante extrafi?; de «de~pu~s-de-hoy»? Uno puede irritarse tambien por la can- Hassan fue el primero que emprendi6 un ininterrurnpido esfuerzo para arti-
tidad de C?nfuSlOny arbitrariedad que supuso elaborar una categoria que, como cular los criterios de su uso. Para Hassan, es «un fen6meno social, quizas inclu-
a
s~ ha quejado Umberto Eco, es aun «bon tout faire» *. El hecho sigue siendo, so una mutaci6n del humanismo occidental», El pregunta: «(,Podemos com-
sm embargo, que el postrnodernismo puede serutilizado de un modo util e inclu- prender el postmodernismo en literatura sin algunos linearnientos de una sociedad
postrnoderna, una postmodernidad Toynbeeana, o futura ćpisteme foucauldiana,
so. interesante, como pueden haber sugerido ya algunos de los ejemplos exa-
mmados hasta ahora. El postrnodernismo, segun lo veo yo, no es un nuevo nom- de la cual la tendencia literaria ... no es sino una vena individual elitista?» 28.
b~epara una nuev~ «realidad», o «estructura mental» , u «opinićn sobre el mundo», Lo interesante aqui es que la cuesti6n de Hassan, formulada desde un punto
smo una perspectrva desde la que uno puede preguntar ciertas cuestiones sobre de vista inicialmente literario, es inmediatamente ampliada en un movimien-
la T?odernidad en sus diversas encarnaciones. Todos los terminos que marcan to que va desde lo particular (literatura postrnoderna) a lo general (una episte-
peno?os, c~mo he.ar~entado en otro lugar, son (o deberian ser) modos de
me pos~o?erna o «formacićn discursiva» en el sentido de Michel Foucault).
CueS!lonarruento histonco 27. Dentro del lćxico de la modernidad, el postmo- Lo que distmgue a Hassan de anteriores usuarios literarios del termino es tanto
?ernlSmO ~e parece a m~qu~ tiene una naturaleza incJuso mas exp1icitamente su superior captaci6n de las cuestiones filos6ficas como su mas lucida percepci6n
mterroganva que otros termmos cJave. O, dicho de otro modo, entre las caras de los exceIentes puntos de analogia artistica y contraste entre moderni smo y

* «Lo importante en la ciencia no es verificar teorias, sina lanzar hip6tesis que puedan
* «Buena para todo». ser falsadas (refutadas) por los hechos» (Diccionario de Filosofia contemporanea, dirigido
27 Vćase mi «Postmodernism and some Paradoxes ofPeriodization», en Approaching Post- por Miguel A. Quintanilla, Sigueme, Salamanca, 1976, p. 385).
modernism (vćase nota 9), p. 249. 28 Ihab Hassan, The Dismemberment ofOrpheus (vease nota 9), p. 249.
274 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 275

postmodemismo. Puede que no estemos siempre de acuerdo eon sus vislum- te, Heinrich K1otz32), los defensores del postrnodemismo arquitectćnico han
bres de la «episteme postmodema» (que a veces aparece como contradictoria), articulado una critica no s610 de la estćtica del modemismo sino, mas impor-
puede que nos quejemos de este o ese ejemplo o formulacion, y puede que eon- tante, de sus suposiciones ideo16gicas. Esta critica, creo, debe interesarle a
tinuemos escepticos de su ludica ruptura «paracritica» del texto critico (lo que cualquier estudiante de cultura contemporanea. Aqui no puedo hacer mas
el denomina su «po litica de la pagina» postmodema), pero, en general, no pode- que bosquejar sus principales argumentos y temas.
mos dejar de reconocer que sus escritos, especialmente desde The Dismem- Historicamente, la revolucićn modemista comenzć como rechazo de una
berment ofOrpheus (1971), constituyen quizas el unico intento mils impresionante arquitectura altamente omamentada que prevalecia en Europa a finales del
de construirun concepto filosćfico-literario del postmodernismo en America. siglo XIX y principios del siglo XX. La misma nocićn de omament~ fue radi-
Con Hassan, resumiendo, el postmodemismo comienza atener una identidad calmente rebatida: segun se practicć en la asi denominada Belle Epoque, el
rnas discemible, y es a trave s de el como algunos europeos (Lyotard, por ejem- omamento revelć su verdadera esencia parasitaria y antifuncional. Lo que
plo) pueden haber descubierto el termine. simbolizaba era la busqueda de status, consumo manifiesto, y alarde. La deco-
No fue, sin embargo, en conexićn eon la literatura o filosofia como el post- racićn y, mas generalmente, la expresićn, pensaban los modemistas, era social
moderni smo iba a recibir sus primeras definiciones mas inmediatamente eon- y moralmente censurable, intelectualmente indefendible, y estćticamente
vincentes e influyentes. Segun resultć, el termino tuvo que esperar a que la dis- corrupta. Era, en una palabra, lo que hoy dia llamariamos kitseh de clase
cusićn de las tendencias en la arquitectura contemporanea llegasen a ser alta o clase media. Atal mal gusto y mala fe, el modemismo opuso su este-
intuitivamente captables por cantidades mas amplias de gente. La arquitectura, tica ascćtica, utćpica, y racionalista.
la mas publica de las artes visuales, ofrecia una base mas concreta (si en ultimo El ideal modemista de pureza geomćtrica y funcional estaba claramente
tćrmino no menos controvertida) para comprobar las pretensiones realizadas por cargado ideolćgicamente y, en este senti do, las estructuras disefiadas por
los te6ricos del postmodemismo no s610 en arquitectura sina tambićn en otras los modemistas habian de contemplarse no sćlo como cosas de belleza sino
areas. Hablando metafćricamente, fue la arquitectura quien sacć las cuestiones como anticipaciones de la ciudad radiante y universal del futuro, de la ciu-
del postmodemismo de las nubes y las baj6 a la tierra al reino de lo visible. dad como un simbolo de una sociedad finalmente liberada y no-jerarqui-
l,Que es el postmodemismo arquitectonico? Si lo describimos como una zada. El compromiso vanguardista eon tal objetivo requeria, entre otras
reaccićn contra el modemismo (que evidentemente lo es), debemos apresu- co sas, un rechazo de mirar hacia atras a las diversas tradiciones arquitec-
ramos a afiadir que ćsta no es meramente una reaccićn formal sino una que tćnicas, todas ellas supuestas de conllevar connotaciones de dominio auto-
compromete a to da la filosofia vanguardista quesubyace al proyecto moder- ritario y jerarquia irracional. Las viejas diferencias estilisticas, bien fue-
nista desde los dias de la Bauhaus. Lo que esta en juego en el conflicto es ran horizontales (entre comunidades parecidas en diferentes areas o
realmente mucho menos ellegado modemista como tal (pronto veremos por epocas) o verticales (atribuibles a distinciones de clase dentro de la misma
quć) que las mas amplias declaraciones rea~izadas po: la b~l~eza funcion~l e comunidad), habrian de disolverse pronto de cualquier modo, pensaban
intransigente pureza de formas del modernismo arquitectoruco: decla~a.cl~- los modemistas. Resumiendo, su enfoque del planeamiento urbano era una
nes sobre su propia necesidad y universalidad, a la luz de la cualla Iegitimi- tabu la rasa radicalmente racionalista. Con el tiempo, sin embargo, citan-
dad de todas las dema s formas habria de denegarse de una vez por todas. do a Jencks, «la edificacićn de New Towns en Gran Bretafia, ociudades
Al principio sin hacer uso del termin o postmodernismo (Robert Ventu- completamente nuevas como Chandigarh en la India y Brasilia en Brasil. ..
ri 29), posteriormente subsumiendo en el varias direcciones que se apartaban revel aron un recurrente problema que era evidente de igual modo para el
del modemismo (Charles Jencks ", Paolo Portoghesi 31 y, mas recientemen- arquitecto, planificador y el ciudadano: la nueva creacićn, a pesar de ser
imaginativa, era simplificada en exceso y carecia de la complejidad de la
29 Robert Venturi, Complexity and Contradiction in Architecture, 2:. ed. (Nueva York: vida y de la continuidad eon el pasado que poseia cualquier antigua ciu-
Museum ofModern Art, 1977); y, con Denise Scott Brown y Steven Izeneour, Learningfrom dad chapucera, eon todos sus defectos» 33.
Las Vegas (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1972). , .
30 Charles Jencks, The Language of Post-ModernArchitecture (Nueva York: Rizzoli, 1977);
Late-Modern Architecture (Nu eva York: Rizzoli: 1980); Post-Modern Classicism: The New tecture (en italiano), trad. de Meg Shore (Nueva York: Rizzoli, 1982); y Portoghesi, Postmodem,
Synthesis (Londres: Academy Editions, 1980); y, eon la contribuci6n de William Chaitkin, the Architecture of the Post-Jndustrial Society (en italiano), trad. de Ellen Schapiro (Nueva York:
Current Architecture (Londres: Academy Editions, 1982). Rizzoli,1983).
JI Paolo Portoghesi et al., The Presenee of the Past: First International Exhibition ofArchitec-
32 Heinrich Klotz, Postmodern Visions (Nueva York: Abeville Press, 1985).
I[
ture- ~nice Biennale 1980 (Londres: Academy Editions, 1980); Portoghesi, After ModernArchi- 33 Jencks, CurrentArchitecture (vease nota 30), p. 158.
276 MATEI CALINESCU CINCO CARA S DE LA MODERNIDAD 277

La respuesta postmodernista a las rigideces ut6picas de los moderni stas Queda elaro ineluso a partir de este muy efimero resumen que los temas
era exigir una ciudad (moderna) eon memoria. Esto explica, en arquitectu- mas extensos de la disputa moderno/postmoderno discutidos anteriormen-
ra y mas alla de ella, el surgimiento de un nuevo historicismo. El pasado te en este capitulo tienen sugestivamente su paralelo en la disputa de los arqui-
comenz6 a volverse avisitar insistentemente, no s6lo como un almacćn de tectos. Asi, respecto a la cuestićn de la hermeneutica, es de notar que mien-
formas muertas u obsoletas que pudieran volverse autilizar dentro de un tras que el moderni smo elaborć su programa more geometrico, en tćrminos
contexto racionalista, sina tambićn como un espacio «dialćgico» de com- racionalistas y, por tanto, antihermeneuticos, el postmodernismo ha adop-
prensi6n y autocomprensi6n, un espacio en el que complicados problernas tado una actitud «dialćgica» mas f1exible, interpretativa, y autoconsciente.
se habian solucionado inventivamente, en el que cuestiones recurrentes habi- Pensando en la nocićn italiana de un «pensamiento debil», al que me refe-
an recibido diversas respuestas creativas, y en el que los desafios de «eon- ri anteriormente brevemente, podriamos decir que el modernismo argurnentć
tradiccion» y «complejidad» (utilizando los terminos favoritos de Venturi) desde una postura de certeza l6gica y «fuerza metodolćgica», mientras que
habian resultado en excelentes descubrimientos tćcnicos y esteticos. Como el postmodernismo ha sido siempre consciente de las ventajas de una cier-
otras vanguardias, el moderni smo arquitectćnico habia «unificado» artifi- ta «debilidad metodo16gica»; el «o bien una cosa/u otra» l6gico del prime-
cialmente la tradici6n para justificar su propia actitud implacablemente nega- ro dio lugar al «tanto una cosa/como otra» lćgico del segundo.
tiva hacia elIa. Los altos cilindros de acero-y-cristal y paralelepipedos del modernismo,
Los postmodernos han tornado el curso opuesto, a saber, el de des-uni- y mas generalmente su tip o de estćtica «rascacielos-en-el-parque», fueron el
ficar y des-simplificar nuestra imagen del pasado. Fundamentalmente plu- emblema de una austera busqueda de la pureza y abstraccion antinaturalista.
ralista, el historicismo de la arquitectura postmoderna reinterpreta el pasa- La reacci6n de los postmodernos no ha sido contra la pureza como tal, sino con-
do en una multiplicidad de modos, yendo desde lo ludico juguet6n hasta lo tra la aparente monotonia y en ultimo termino esterilidad que fue su precio.
ironicamente nostalgico, e ineluyendo actitudes o humores tales como la irre- La repeticićn minimalista dio lugar a complicadas y sorprendentes invencio-
verencia humoristica, el homenaje indirecto, el recuerdo piadoso, la cita inge- nes. Por su amor hacia las formas intrincadas y lucida variedad, la estetica del
nio sa y el comentario paradćjico, postmodernismo ha sido convincentemente comparada eon la del mani eri smo
Si aceptamos la opinićn de que ahora el moderni smo se ha convertido del siglo XVI. En el siglo XYI, nos recuerda Jeneks, «tanto Rafael como Miguel
en una cosa del pasado, no deberia sorprendernos que los postmodernistas Angel estaban reaccionando contra la monotonia de las soluciones directas,
no lo tratan en modo alguno diferente (eon mas hostilidad o intolerancia) que repetidas, y quisieron animar ellenguaje clasico inventando nuevos tropos o
a cualesquiera otras cosas del pasado. Aunque criticando las pretensiones uni- figuras ret6ricas. En una reacci6n mas reciente, el eslogan del modernista Lud-
versalistas-utopicas del modernismo, los arquitectos postmodernistas no estan wig Mies van der Rohe "Menos es mas" fue contraatacado por la respuesta
en modo alguno rechazando su legado formal-estilista. En realidad, enfren- de Robert Venturi, "Menos es un aburrimiento"» 35. Lo disfrutable, delibera-
tados a problernas de tamafio, capacidad y funcićn a los que se enfrentaron damente exeluido de la austera estetica del moderni smo, ha sido totalmente
anteriormente en el siglo los grandes modernistas, los postmodernos no duda- revalorizado por los postmodernos, no sćlo en arquitectura y las artes sina tam-
ran en recurrir segun la ocasićn a algunas de sus soluciones tćcnicas y estć- bien en literatura (como ha insistido Umberto Eco, siguiendo a John Barth) 36.
ticas. Hubiera sido tanto imposible como no-razonable para ellos ignorar los Disfrute y complejidad van bienjuntos en el postmodernisrno. La propia
modos de construcci6n moderni stas, como subraya Jencks cuando indica el obra El nombre de la rosa de Umberto Eco es un buen caso literario al respecto.
que quiza es el rasgo mas notable del estilo postmodernista, el cćdigo doble A un nivel, la novela de Eco es un entretenido thriller medieval, que ingenio-
opuesto al c6digo unico modernista. Jencks escribe: «Un edificio postmo- samente emplea los esquemas de composicion de una historia policiaca en un
derno esta doblemente codificado --es en parte moderno y en parte otra cosa: ex6tico marco histćrico (una abadia del siglo XIV en la Italia del Norte). Al mismo
vernacular, revival, local, comercial, metaf6rico o contextual. ..-. Esta tam- tiempo, a un nivel mas sofisticado, el elaborado desenmascaramiento del mi s- I
bićn doblemente codificado en el sentido que pretende hablar en dos nive- terio revela algunos otros cćdigos: uno es filos6fico (el gćnero policiaco ha
les a la vez: a una minoria interesada de arquitectos, elite que reconoce las sido siempre un genero potencialmente metafisico, ya que enfrenta allector
sutiles distinciones de un lenguaje que cambia rapidamente, y a los habitan- eon «la cuestićn filosćfica fundamental: l,quien es culpable?») 37; otro cćdi-
tes, usuarios, o transeuntes, que sćlo quieren aprender a disfrutarlo» 34.
35 Ibid., p. 12.
36 Umberto Eco, Postcript to «The Name of the Rose» (vease nota 24), p. 71.
34 Ibid., p. 111. 37 Ibid., p. 54.
278 MATEJ CALINESCU
CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 279

go podria describirse como culturaI (el texto de El nombre de la rosa esta liza por sus defensores mas intensos, el postrnodernismo se le reconoce que
l1~no d~ referencias y a~usiones, amenudo de una naturaleza sutilmente paro- es un concepto «hibrido», ambiguo. Ya des de The Language of Post-
dica, a innumerables hbros y autores, desde la Biblia hasta Borges); el ter- ModernArchitecture (1977), Charles Jencks ha intentado especificar la apli-
cer cćdigo, que uno podria denominar semi6tico, utiliza el misterio como caci6n del termino, de un moda mas significativo mediante la introducci6n
marco de una continua meditaci6n sobre los signos y paradojas implicadas de la categoria de transici6n «tardio-moderno». La distinci6n entre tardio-
en nuestra producci6n e interpretaci6n de los signos. La rica orquestaci6n moderno y postmoderno es defendible basandose en fundamentos practi-
de efectos que resulta de tal codificaci6n multiple exige que se vuelva a exa- cos, y el modo como el mismo Jencks la utiliza en CurrentArchitecture pa~a
minar la dicotomia clasica existente entre las obras disefiadas para el eon- caracterizar de modo diferente las obras de unas cuantas docenas de arqui-
sumopopular y las obras de van~ardia (no-populares, experimentales, pro- tectos contemporaneos es ciertamente aceptable. Pero, examinandola mas
vocatrvas, ~tc.). Uno puede, escnbe Eco, «hallar elementos de revoluci6n y detenidamente, revela una molesta vaguedad te6rica. Simplemente aumen-
controversia en obras que se prestan a un facil consumo, y es tambićn pos i- tando el numero de «variables» que hay que considerar para distinguir entre
ble darse cuenta que ... ciertas obras, que parecen provocativas y enfurecen lo tardio-moderno y el postrnodernismo -iJencks l1ega nada menos que a
aun al publico, no impugnan realmente nada» 38. treinta!- no disminuira este sentido de confusi6n.
El disfrute ofrecido por el arte postmoderno (ineluida la arquitectura) se Puede que Jencks nos convenza que el Centro Pompidou de Paris, dise-
da en la forma de una ampliamente definida practica par6dica, en el que algu- fiado por Renzo Piano y Richard Rodgers, es un edificio tipicamente tardio-
nos comentaristas han discernido una caracteristica mas general de nuestros moderno, mientras que la nueva Staatsgalerie de James Stirling en Stuttgart
tiempos culturales. Ha sido asi sugerido que el nuevo tratamiento «recons- es distintamente postmoderna. El estilo tardio-moderno, una amanerada exa-
tructivo» del pasado, par6dico o de otra manera, muestra una marcada prefe- geraci6n del modernismo que los grandes modernistas de la decada de 1920
rencia por un «cćdigo doble» (Jencks y, eon diferentes implicaciones, Hut- habrian condenado eon toda certeza, logra sus sorprendentes efectos dentro
cheon) 39, en realidad por una multiplicidad de c6digos o ineluso de un marco de referencia eon un uni co objetivo y un unico c6digo. De este
«un-exceso-de-c6digos» (Scarpetta)". Entre los medios poeticos mas frecuentes modo, todo en el disefio del Centro Pompidou esta subordinado al tema expli-
mediante los cuales pueden lograrse tal mu1tiplicidad de c6digos estan la alu- citamente modernista de la maquina: la busqueda de una igualdad isotr6pi-
si6n y el comentario alusivo, la cita, la referencia ludicamente distorsionada ca espacial en el interior, la tendencia hacia un dermatoesqueleto funcional
o inventada, la refundici6n, transposici6n, anacronismo deliberado, la mez- (xhuesos», esto es, cafierias, conductos y tuberias en el exterior), la tenden-
ela de dos o mas modos hist6ricos o estilisticos, etc. A lo largo de estas lineas, cia a uti1izar la tecnologia ret6rica y decorativamente (que al menos exter-
la estćtica del postmodernismo ha sido descrita como esencialmente «cita- namente no rompe la interdicci6n modernista del ornamento), y finalmente
cionista», en elara oposici6n a las vanguardias «minimalistas», que, como vimos la tendencia hacia un tipa de lo fantastico futurista-cientifico, que resuita en
en el caso de la arquitectura, prohibieron la referencia como «impura», la aparici6n del edificio como un «monstruo mecanico de ciencia- ficci6n eon
En realidad, desde luego, la cuesti6n del postmodernismo en arquitec- ojos de insecto». Bien ilustrado por la Staatsgalerie de Stirling, el estilo pos-
tur~ es mucho mas compleja y confusa de lo que yo la he hecho para los pro- tmoderno es bastante diferente, eon su espacio interior no-isotr6pico, ines-
p6SltOS de una conveniencia expositiva y brevedad. Inc1uso cuando se uti- peradamente variado, eon su ir6nico revival de las formas tradicionales y sig-
nos (columnas, ocasionalmente pintadas en trompe l 'oeil, arcos, arcadas, etc.),
y eon su abarcadora tendencia hacia un c1asicismo espontaneo, no-conven-
38 Ibid., p. 64.
cional pero c1aramente inteligible.
39 Linda Hutcheon, A Theory of Parody: The Teachings ofTwentieth-Century Art Forms Siempre que trabajemos eon un pequefio numero de c1aros ejemplos, la
(Nueva York y Londres: Methuen, 1985). Este !ibro discute la cuesti6n del postmodernismo
en terminos de un doble cćdigo intertextual parćdico, Para una discusićn rnas detalIada de la distinci6n entre tardio-moderno y postmoderno mantiene e inc1uso tiene un
teoria de la parodia de Hutcheon, vćase mi critica en mi articulo «Parody and Intertextua- valor heuristico. Pero en cuanto se agranda el ejemplo, comienzan a surgir
lity», de pr6xima publicacićn en Semiotica. las dificultades conceptuales. Para resolverlas, Jencks propone sus treinta
4()G,uy Scarpetta (vćase nota 26) opone el «exceso-de-codificacićn» postmodernista a la variables, un adelanto considerable, cree, respecto a las cinco o sei s varia-
caracteristica ~1Illahsta de codificaci6n de ciertas vanguardias. Pero su oposicićn no es tan
aguda como pudiera parecer, ya que el observa que la liberaci6n postmoderna de las constric-
bl es que la mayoria de los historiadores de la arquitectura utilizan para dis-
cIOn~s de la vanguardia no se logra a traves del «rechazo, reaccion, sino a traves de la pro lon- tinguir entre estilos. Pero Jencks fracasa en cuanto a decirnos cuantas de sus
gacion, extension, exasp~racI6n, codificaci6n en exceso no negando lo que el vanguardismo ha treinta variables deben efectivamente tenerse en cuenta como un minimo para
introducirln smo absorbiendolo en procedimientos me nos minimalistas postmodernos» (p. 187). determinar que una estructura especifica es o bien tardio-rnoderna o post-
280 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 281

moderna. En realidad, el mismo Jencks, al enfrentarse a casos individuales cos de ataque, uno «conservador», el otro «ra?ical» (y siend? mas precisos
parec~ utilizar no mas de cinco o seis criterios, que selecciona como le place neo-marxista). He puesto «conservador» y «radical» entre comillas para recal-
a partir de un total de treinta -procedimiento que es estadisticamente inde- car no s610 que estas etiquetas son altamente relativas, sino tambien que las
fensible. Una cosa es si, apartir de cinco o seis «criterios de diagnćstico», dos actitudes a las que se refieren, ostensiblemente antiteticas, pue den reve-
tO,do.so la m~yor parte estan realmente satisfechos antes de realizar un di ag - lar de vez en cuando sorprendentes parecidos.
nostico particular->. Es algo completamente diferente si, a partir de trein- Al decir esto no deseo, sin embargo, implicar que las contribuciones y per-
ta de tales criterios, s610 se satisfacen efectivamente cinco o seis - el diag- sonalidades de los criticos que he elegido para ejemplificar estas actitudes mas
~6s~i~0 en este caso sera extremadamente poco fiable-. Asi, aunque amplias, Clement Greenberg y Fredric Jameson, debe equipararse en modo algu-
mtuitrvamente podarnos estar amenudo de acuerdo eon los juicios de Jencks, no. Greeenberg, estrechamente asociado eon el surgirniento de la pintura moder-
~u introducci6n d.e treinta variables es te6ricamente de poca ayuda. En un nista en America (como su principal te6rico y critico) posee una inusual mente
mteresante descuido, Jencks se acerca a reconocer la dificultad de su pos- amplia y rigurosa. Sus complejos argurnentos, este o.~~ uno de ac~erdo. eon
tura, al explicar que se sup one que sus variables «presentan la complejidad ellos, poseen una tensa consistencia y una aguda precision que ~an sido siem-
de la situaci6n: la superposici6n, contradicciones y diferencias entre movi- pre raras en la escritura critica. El estilo de pensa~iento y es~ntura de Jan;te-
mientos» 41. (N6tese la posici6n de «superposicićn» en la secuencia.) son es considerablemente mas suelto y podria considerarse que ilustra los senos
En general, ni Jencks ni ningunos otros escritores sobre la arquitectura problernas intelectuales contemporaneos que esta experimentando el marxis-
postmoderna parecen ser conscientes que el postmodernismo, como otros mo occidental. De lo que parece que esta careciendo el reciente marxismo es,
terminos que marcan periodos, pue den generar facilmente sus propias ver- notablemente, de su integridad metodol6gica mas antigua y de la lćgica ~is-
sione s de la antigua «ilusićn realista», en virtud de la cual una mera cons- toricista interior que lo hizo reconocible entre otros modos de pensarniento SOCIal.
trucci6n de la mente o modelo del entendimiento es percibida como una infle- Los criticos marxistas actuales parecen estarpreparados e incluso ansiosos para
xible realidad. Si a esto le afiadimos las tentaciones de la teleologia hist6rica, adoptar cualesquiera metodos o «antimćtodos» q':le resulten estar i~telectua}-
que nos hace pensar en el presente como un objetivo de anteriores desarro- mente de moda (desde el formalismo al estructuralismo hasta las versiones mas
110s(y que nos induce a leer la historia hacia atras apartir del presente), comen- esotericas del post-estructuralismo), sin irnportarles que tales adopciones pudie-
zamos adarnos cuenta de lo extendidas y significativas que son las falacias ran resu Itar en la destrucci6n del mismo marco de referencia marxista que pre-
a las que estan expuestos los usuarios del postmodernismo, o de construc- tenden representar. Tal moda te6rica resulta mas evidente en obras de Jame-
ciones parecidas que marcan periodos ". Uno debe por lo tanto insistir en la son que no vamos a discutir aqui, pero si que tienen que ver en su opini6n so.bre
necesidad de un uso autoconsciente y abiertamente hipotetico del tćrmino, el modernismo versus postrnodernismo segun se present6 en «Postmodernism
que raramente se hace, bien sea en la critica de la arquitectura o en cual- and Consumer Society», al que volvere de un momento a otro.
quier otro lugar. Uno podria cuestionar la selecci6n que hace Clement Gree?-berg para
representar la actitud conservadora eon respecto al post~odermsm~. Des-
pućs de todo, (,no se identific6 intensa~ente eon ~l marxlsm~ a coml~nzos
CRiTICAS DEL POSTMODERNISMO
de su carrera? (,No fue el el notable editor troskista de Partlsan. Rev.lew a
Hasta aqui he considerado las cuestiones del moderni smo versus post- finale s de la decada de 1930? Ideol6gicamente en la extrema izquierda,
moderni smo en su mayor parte desde la perspectiva de los criticos del moder- Greenberg ha sido siempre, quizas incluso mas que otros colaboradores de
nismo. Lo que ahora me gustaria hacer es considerar la postura opuesta. Como la politicamente radical pero culturalmente modernistaPartisan Review,.un
la critica del postmodernismo no pue de presentarse aqui en todas sus impli- «purista» estetico e incluso un parad6jico «conservador de la vanguardia»
caciones de largo alcance, me concentrarć en mas o menos dos angulos tipi- -para el los pintores modernistas no tenian nada que ver en absoluto eon
la innovaci6n artistica o la novedad y habian mirado siempre, en su com-
promiso eon los altos estandares, hacia-atras mas bien que hacia:adelante-.
41 Jencks, Current Architecture (vease nota 30), p. 16. Con el paso de los afios, la versi6n de Greenberg del conservadunsmo moder-
42 Para la falacia «realista» (o, como yo la denomino, «teatral» en el uso del postmoder- nista en estćtica les result6 atractivo a los defensores de un cada vez mas
nismo, vćase mi articulo «Postrnodernism: The Mimetic and Theatrical Fallacies», en Explo- combativo modernismo artistico, y hoy dia su categ6rico rechazo del post-
ring Postmodernism (vease nota 15). Para una discusi6n mas general de la «ilusićn realista»
en las ciencias sociales, vćase Raymond Boudon, La place du desordre (Paris: Presses Uni-
moderni smo y su apasionada defensa de la pintura abstracta coincide, le guste
versitaires de France, 1984), pp. 229-238. o no, eon las politicas conservadoras de los «neoconservadores».
282 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 283

La postura de Clement Greenberg en su conferencia de 1980 titulada The ala cualidad les pueda obligar a parecer nuevos, incluso de una manera escan-
Notion of the «Post-Modern» podria resumirse eon los siguientes tćrminos: dalosa: «El modernismo se estableci6 en pintura eon el Impresionismo, y,
el modernismo en pintura ha sido, desde su comienzo eon Manet y los impre- eon ello, en el arte por el arte. Por la misma raz6n los sucesores del moder-
sionistas, una heroica lucha contra la invasi6n del mal gusto o kitsch en el nismo de los impresionistas se vieron obligados a olvidarse de la verdad res-
dominio del arte; el postmodernismo es s6lo el ultimo nombre bajo el que pecto a la naturaleza. Se vieron mas obligados a parecer incluso mas escan-
el mal gusto, enmascarandose de sofisticado «avance», desafia la integri- dalosamente nuevos: Cćzanne, Gauguin, Seurat, Van Gogh y todos los pintores
dad del arte. Recordamos que anteriormente, en su importante ensayo Avant- moderni stas despues de ellos -s610 por el valor estetico, cualidad estćti-
Garde and Kitsch (1939), Greenberg habia ya sugerido que la incompati- ca, y nada mas=-» 45.Sus rigurosos y altamente exigentes criterios de cua-
bilidad entre vanguardia (para el sin6nimo de moderni smo ) y kitsch fue en lidad hacen del moderni smo la verdadera cumbre del arte.
gran parte responsable de los modos como habia evolucionado la vanguar- Cualquier desviaci6n del modernismo implica, entonces, una traici6n
dia. Pero si consideramos otros escritos te6ricos sobre el modernismo, espe- o corrupci6n de los estandares estćticos, Visto desde este aventajado punto
cialmente su articulo «Modernist Painting» de 1966, el model o de desarrollo de vista, el «postmoderno» no puede ser mucho mas que un renovado «impul-
del moderni smo que propone es totalmente doble. Por una parte, Greenberg so para relajarse», especialmente penetrante despućs de la lIegada del arte
subraya un principio evolutivo inmanente, esto es, explica la evoluci6n del pop, eon sus deletereos efectos en el mundo del arte. El postmodernismo,
moderni smo en tćrminos de su «lćgica artistica interior». Este principio es concluye Greenberg, «es, sobre todo, un modo de justificarse uno por pre-
el que ha llevado a sucesivas generaciones de artistas a afirmar con una fuer- ferir un arte menos exigente sin que se le llame reaccionario o retrasado (que
za cada vez mayor el medio de la pintura que le es unico, a saber, su carac- es el mayor miedo de los recićn inventados filisteos del progreso)» 46.
ter de «superficie plana» o bidimensionalidad, segun se oponen atodos los Este tipo de argumenta (la misi6n autoconsciente del modernismo, para
dema s rasgos que la pintura comparte con otras artes (la ilusi6n escultural exorcizar el mal gusto del dominio del arte, es hoy dia tan urgente como lo
del espacio tridimensional, figuraci6n, color, etc.)43. fue siempre) aparece en una diversidad de formas y configuraciones en los
Por otra parte, en potencial contradicci6n eon su opini6n inmanentista escritos de los defensores de la pureza modernista contra las infiltraciones
de la historia del arte como el despliegue de una inflexible l6gica interior, del comercio y la moda. En sus versiones mas intensas, este moda de argu-
Greenberg crce que el modernismo ha sido a traves de toda su historia nada mentar invita a una directa identificaci6n del postmodernismo eon el kitsch
mas que un esfuerzo por mantener los altos estandares de los antiguos maes- o el camp, como por ejemplo en los agudos ataques de Hilton Kramer hacia
tros contra las intrusiones del comercio y los corruptos criterios del merca- el postmodernismo ".
do. Esta segunda opini6n sugiere que el moderni smo se ha visto obligado Bien se subraye la noci6n de Greenberg de una l6gica artistica interna de
(por un tip o de imperativo negativo estćtico-ćtico) aretirarse de 10 que un desarrollo hacia una mayor y mayor pureza, o la noci6n de una reacci6n heroi-
gusto comercial cada vez mas extendido habia logrado apropiarse y elasi- ca respecto a un mercado que conquista y degrada (lo segundo no esta lejos
ficarlo despues en el mercado como «arte superior», incluyendo los propios de la opini6n de Adorno de una vanguardia estćtica inflexiblemente negati-
y anteriores descubrimientos de los modernistas. Este enfoque «reactivo» va), uno se enfrenta a la misma cuesti6n: i,No esta el modernismo estrechando
domina en el ataque que Greenberg hace del postmodernismo. progresivamente sus preferencias formales y acercandose al punto donde po-
En tal esquema «reactivo», el modernismo «consiste en el continuo esfuer- drian agotarse completamente sus posibilidades propiamente creativas? i,Y
zo para detener el declive de los estandares estćticos amenazados por la rela- c6mo puede permanecer vivo el modernismo cuando el precio que tiene que
tiva democratizaci6n de nuestra cultura bajo el industrialismo; y la l6gica pagar por mantener sus altos estandares es la total esterilidad?
principal y mas interior del moderni smo es mantener los niveles del pasa- Una salida razonable del dilema no requeriria ciertamente un precipitado
do frente a una oposici6n que no habia estado presente en el pasado» 44.Los abandono de los altos estandares; lo que requeriria es, en efecto, un cambio de
modernist3ls no innovan realmente, insiste Greenberg, aunque su aspiraci6n la maniquea definici6n de la cualidad estetica propuesta por Clement Green-

4J Clement Greenberg, «Moderni st Painting», en The New Art: A CriticalAnthology, ed. 45 Ibid., p. Il.
Gregory Battcock (Nueva York: Dutton, 1966), pp. 100-110. 46 Ibid., p. 14.
44 Clement Greenberg, The Notion of«Post-Modern», presentada como la Fourth Sir William 47 Hilton Kramer, «Postmodern Art and Culture in the 1980's», New Criterion I, nOI (1982):

DobelI Memorial Lecture en la Universidad de Sidney en 1980 (Sidney: BIoxham and Cham- 36-42. Como editor de The New Criterion, Kramer ha hecho de la defensa del modernismo
bers, 1980), p. 12. y el rotundo rechazo del postmodernismo la po litica general de esta revista.
284 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 285

berg. En vez de implicar que la modernidad artistica es la escena de una miti- Jameson cree que la cultura postrnodema, resultado de una verdadera
ca batalla entre el Buen Gusto y el Mal Gusto (Cultura Superior versus Cultu- mutacićn social, ha perdido mucho de la «subversićn» (tanto estćtica como
ra ?e Masas), Belle~a Aut~ntica versus ~it~ch, y asi sucesivamente), yo adop- politica) del antiguo modernismo. Esta opinion echa abajo las conclusio-
tana una postura mas relativa y autoesceptica respecto a las actuales disputas nes de los analisis tradicionales marxistas del modemismo (des de Caudwell
estćticas. En vez de «demonizar» el mercado e, inversamente, «angelizar» el a Lukacs), que subrayaban el esteticismo socialmente irresponsable, reac-
espiritu del moderni smo, yo sugeriria una opinićn de las cosas mas Bakhtiniana cionario y decadente de la mayoria de los grande s modemistas. Hasta aqui
«dialćgica», «polifćnica», y «carnavalera», en la que los principios absolutos Jameson se acerca a la linea para-marxista de la Escuela de Francfort, y espe-
parecerian fuera de lugar (demasiado serios, demasiado cćrnicamente solem- cialmente a la de Adomo, segun la cualla autonomia estetica es la ul tima
nes, demasiado arrogantes, y, en ultimo termino, demasiado aburridos). garantia de que la «negatividad» del arte se encuentra asaIvo de la coopta-
En su pasićn por una pureza de estandares formalmente concebida, los cion burguesa. Pero el esteticismo modemista, argumenta Jameson, es algo
defensores del modemismo acaban ofreciendo poco mas que una retorica mas que una negacion tragicamente ineficaz de la cultura del capitalismo;
de conservacićn estćtica o, a lo mas, una version conservadora de un «gran es una subversićn politicamente poderosa de los falsos valores burgueses.
relato» tipicamente modemista de la emancipacion: la emancipacion del arte En una cornbinacićn explosiva especialmente eon las tendencias «proto-
del mal gusto. Pero en lugar de la anterior imagen dinarnica de un rnoder- fascistas» de algunos moderni stas tipicos (el caso de Wyndham Lewis) 48,
nismo innovador, que mira-hacia-adelante, lo que ahora obtenemos es la ima- este esteticismo desempefia un importante rol critico-politico mostrando,
gen de uno que paradojicamente «mira-hacia-atras» (segun los propios ter- mas alla de las engafiosas apariencias de democracia liberal y humanismo,
minos de Greenberg). la esencia monstruosamente agresiva del capitalismo. (En Fables of 'Aggres-
Volviendo a la segunda actitud «radical» respecto a la distinci6n entre meder- sion, Jameson deelara inequivocamente que la critica del capitalismo halla-
nismo y postrnodemismo, yo sefialaria que es mas abiertamente ideolćgico, da en las obras de un Wyndham Lewis, eon sus agresivas metaforas meca-
aunque como demostrarć, puede ser tan esteticista como el primero. Esta acti- nicas, era mas convincente e intelectualmente reveladora que cualquiera
tud es penetrante en los circulos neo-rnarxistas, pero eon el nuevo giro segun articulada por los marxistas de la epoca.)
el cuallos ultimos dias del capitalismo son menos apocalipticos y la inminente Uno puede ahora comprenderpor que el postmodemismo, precisamente
revolucion es menos elara en cuanto a su configuracićn y significado de lo por ser «anti-estetico», desafiando el poderoso filo de la estćtica, acaba sien-
que le podria haber parecido a los anteriores marxistas. Un buen ejemplo de do menos subversivo de lo que lo habia sido el modemismo. Como un tip o
las opiniones neo-marxistas del postrnodemo lo provee la antologia de HaI domesticado de (anti)modemismo, confinado en un inevitable «textualis-
Foster The Anti-Aesthetic: Essays in Post-Modern Culture (1983). Los cola- mo» circular y rechazando distinguir entre lo estetico y lo no-estćtico, el post-
boradores del volumen (entre ellos Jiirgen Habermas, Kenneth Frampton, Rosa- moderni smo no puede evitar sino desempefiar, aunque no ingeniosamente,
lind Krauss, Fredric Jameson, Jean Baudrillard y Edward Said) parecen com- el papel de un «reforzador de la Iogica del capitalismo consumista.»
partir, sea cual sea su enfoque particular, la proposicićn general segun la cual La sociedad postindustrial (y culturalmente postrnodema) en la que vivi-
el postrnodemismo -para ser dividido en una variedad buena, resistente, anti- mos ha ocasionado, escribe Jameson, «nuevos tipos de consumo: caida en
capitalista y en otra mala y reaccionaria- es un fenćmeno culturaI caracte- desuso planificada; la penetracićn de la publicidad, la television, y los medios
ristico del «capitalismo tardio». Pero a diferencia de estudios marxistas orto- de comunicacićn hasta un nivel hasta ahora sin precedentes en toda la socie-
doxos mas antiguos sobre la «cultura agonizante» del capitalismo (uno piensa dad; ... el desarrollo de una gran red de superautopistas y la Ilegada de la
mas bien en el rechazo no sofisticado que Christopher Caudwell hace del moder- cultura del autornćvil» 49. El postmodemismo, en este amplio escenario de
nismo en la dćcada de 1930), los ensayos ineluidos en The Anti-Aesthetic no mutaci6n social, es el producto cultural del «surgimiento de este nuevo momen-
son total es condenas del moderni smo o el postrnodemismo (eon la excepcion
de Habermas, cuya comprension del postrnodernismo es completamente nega-
48 Fredric Jameson, Fables of Aggression: Wyndham Lewis, the Modernist as Fascist (Ber-
tiva). Los argumentos criticos hallados en ellos son rnas intrincados y mas ambi- kerley: University of California Press, 1979). Para una discusi6n rnas extensa de la postura
valentes, pero tambien mas confusos, tanto tećricarnente como en relacićn eon de Jameson respecto a la po litica del modernismo, vćase mi ensayo «Modernism and Ideo-
cuestiones particulares, temas, procedimientos, o ejemplos individuales. logy», en Modernism: Challenges and Perspectives, ed. Monique Chefdor, Ricardo Quino-
Observando uno de estos ensayos, el ambicioso articulo de Fredric Jameson nes, y Albert Wachtel (Urbana: University ofIllinois Press, 1986), pp. 79-94.
49 Fredric Jameson, «Postmodernism and Consumer Society», en The Anti-Aesthetic:
Postmodernism and Consumer Society, puede que nos de una idea mas espe- Essays on Postmodern Culture, ed. Hai Foster (PortTownsend, Wash.: Bay Press, 1983, 1983),
cifica del enfoque neo-marxista respecto el postrnodernismo. pp.124-125.
286 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 287

to de capitalismo tardio, consumista o multinaciona1. Los rasgos formales Pero wor que? Si la cuestićn sobre el valor critico del postmodernismo es
[del postmodernismo ] expresan de muchos modos la lćgica mas profunda tan significativa, l,que le habria impedido al autor de tratar1a, aunque sćlo hubie-
de este particular sistema» 50. ra sido brevemente? Tanto mas cuanto que el editor de la antologia, HaI Fos-
Esto sćlo explica, sin embargo, una parte de la ambivalente actitud de ter, habia argumentado en el prefacio por una distincićn entre un postmoder-
Jameson, porque el pue de demostrar una abierta apreciacićn por algunos nismo satisfecho de si mismo, esencialmente reaccionario, y una version
de los estilos inventados por los artistas a quienes considera tipicamente emancipatoria, «resistente». (La distincićn no puede evitar recordar las crudas
postmodernos -John Cage y.compositores mas jćvenes como Philip Glass y antiguas dicotomias apreciadas por la critica marxista, tales como la que exis-
o Terry Riley en musica; John Ashbery y los recientes «Poetas del te entre un romanticismo «reaccionario», como se ejemplifica en un Colerid-
L=e=n=g=u=a=j=e» en poesia; Thomas Pynchon, William Burroughs, y ge, y un romanticismo «progresista», como se ejemplifica en un Shelley; uno
los nouveaux romanciers franceses en novela-o A 10 largo de estas line- puede detenerse tambien a observar que en el vocabulario actual del neo-mar-
as, cuando discute un pasaj e del poeta recitativo Bob Perelman (<<China»), xi smo lo contrario de reaccionario es «resistente» y muy raramente «progre-
Jameson comenta favorablemente sobre la autoconsciencia, «textualidad» sista» , sugiriendo que tanto la doctrina como la terminologia del progreso puede
autorreflexiva del poema y resalta su correcta orientacićn politica (China haber perdido el atractivo que tenia para la imaginacićn radical.) Asi que (,par
sefialando hacia una «tercera via», via que estimulantemente evita los ato- quć no limita Jameson el rol de reforzador de la «Iogica del capitalismo eon-
lladeros a los que llegaron las dos superpotencias). Dada la inequivoca ala- sumista» al mal tipo de postmodernismo de Foster? Mi propia explicacićn es
banza que Jameson hace tanto de la artesania como de la politica de Perel- que incluso un reconocimiento limitado de la «resistencia» del postmodernis-
man, uno pue de preguntarse en quć sentido esta el postmodernismo mo al espiritu del capitalismo habria debilitado el claro contraste que Jameson
hacićndole eljuego al detestado capitalismo multinaciona1. Uno puede tam- establece entre moderni smo y postmodernismo y habria arrojado serias dudas
bien observar que Jameson no consigue citar ningunos ejemplos concre- sobre su tesis central respecto ala subversion estetica incomparablemente ejem-
tos de cćmo puede realmente reforzar una obra de arte postmoderna la lćgi- plar del modernismo.
ca del capitalismo tardio. Sea como sea, creo que las analogias entre el rechazo (greenbergiano)
La ambivalencia de Jameson se hace aun mas evidente, esta vez en ter- «conservador» del postmodernismo y la identificacion (neo-marxista)
minos tećricos, hacia el fin del ensayo, cuando se pregunta si el postmo- «radical» del postmodernismo eon el consumismo cultural se ven de un modo
dernismo esta verdaderamente desprovisto de toda subversion o valor mas claro ahora que cuando sugeri por primera vez su existencia. Desde ambas
social-critico. El dilema se estab1ece sin ambigiiedades: «Nosotros hemos perspectivas el modernismo surge como un verdadero heroe, bien se mani-
visto que existe un modo en el que el postmodernismo rep lica o reproduce festase su heroismo en su batalla estetica contra el mal gusto burgues o en
-refuerza-la lćgica del capitalismo consumista; la cuestion mćs signifi- su subversićn estćtica del orden cultural capitalista. Curiosamente, existe
cativa [la cursiva es mia] es si existe tambien un modo en el que resiste esa en ambos casos una admiracićn par la negacion que hace el esteticismo moder-
lćgica. Pero esta cuestion debemos dejar1a abierta» Sl. nista de las virtudes, oposicion estćtica a las corrupciones del mercado del
arte en la primera, inflexib1e «resistencia» a los perversos engafios de la
ideologia capitalista en la segunda. En ambas opiniones el postmodernis-
50Ibid., p. 125.
slIbid. En un pasaje mas reeiente, «The Polities ofTheory: Ideologieal Positions in the
mo aparece como una «relajacićn», bien sea de los estandares artisticos o
Postmodernism Debate», New German Critique 33 (otofio 1948): 53-65, Jameson discute y de los estandares implicitamente politicos del criticismo estćtico.
gradila eon sus mas y sus menos ideol6gieos los enfoques que del postmodernismo hacen,
entre otros, Jencks, Lyotard, Habermas, y Hilton Kramer. Parece sugerir que el postmoder-
nismo se distingue del modernismo por su «populismo», por su incorporaei6n de elementos
POSTMODERNISMO LITERARIO: CONFIGURACION
de la cultura de masas o popular «hasta el punto donde muehas de nuestras categorias criti-
cas y val orati vas mas antiguas (fundamentadas precisamente en la radical diferenciaci6n de DE UN CORPUS
la cultura modernista y de masa s) no pareee ya funcional»; pero concluye que, si este es ver-
daderamente el easo, «entonces pareee al menos posible que lo que lleva la mascara y hace Hasta ahora he dicho muy poco sobre la utilizacion del postmodernis-
los gesto de "pop uli smo" en las diversas apologias postmodernistas y manifiestos es en rea- mo en contextos especificamente literarios. Incluso cuando tales contextos
lidad un nuevo ref1ejo y un sintoma de una mutaci6n (en verdad momentanea) culturai, en la
que lo que solia estigmatizarse como cultura de masas o comereial es ahora recibido en los
hayan sido mencionados, el enfasis se ha pue sto en la descripcićn historica
recintos de un ampliado reino cultural» (p. 65), lo eual es una reaserci6n de la posici6n ambi- o, mas amenudo, en cuestiones de postmodernismo artistico en general (tales
valente mas antigua pero en ultimo terrnino negativa. como el nuevo significado del pasado o la cuestion del doble cćdigo post-
288 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 289

moderno). En las dos ultimas secciones de este capitulo me centrarć en el William Gaddis, Robert Coover, John Hawkes, Donald Barthelme y los «sur-
postmodernismo literario e intentare ejemplificar los usos potencialmente fictionists»* Raymond Federman y Ronald Sukenick.
fructiferos de la categoria asi como sus implicaciones mas sutiles. Ciertamente la etiquetapostmodernismo habria seguido siendo el nom-
Una definicićn consensual ampliamente fundamentada del postmoder- bre local de un movimiento, o quizas simplemente un humor literario, en
nismo en literatura ha eludido la erudicićn y previsiblemente lo siga hacien- un pais, si no hubiera logrado establecerun significado mas amplio eon rami-
do. Pero un cierto acuerdo respecto al postmodernismo como posible marco ficaciones internacional es. Esto se consiguić eon los esfuerzos de los post-
para discutir la literatura contemporanea parece haberse logrado. A lo largo modernos americanos (incluyendo a sus criticos partidarios ) para construir
de estas lineas, uno ob serva eon cierta satisfacci6n que, aunque incluso esta un marco de referencia mas comprensivo dentro del cual pudiera percibir-
no sea la regla general, la aplicacion del termino se ha hecho menos arbi- se favorablemente su rechazo del modernismo. Desde luego la mayoria de
traria de lo que uno podria haber esperado basandose en su uso anterior. Con los movimientos literarios se dan a si mismos una distinguida genealogia
el paso de los afios ha surgido asi un corpus de escritura postmoderna (o, de precursores, cuyas iniciativas pretenden haber llevado hasta el punto de
siendo mas exactos, una escritura a la que amenudo se hace referencia como total madurez y expresi6n autoconsciente. Pero esto no deja de tener sus peli-
postmoderna). Yo afiadiria, sin embargo, que no hay nada fijo ni estableci- gros. Los precursores o maestros proclamados por algunos de los postmo-
do sobre este corpus, y que de hecho esta bastante abierto a revisiones, exclu- dernos americanos -importantes artistas como Borges, Nabokov y Bec-
siones, inclusiones, e incluso fundamentales desafios. Dicho de otro modo, kett- acabaron ocupando centrales posiciones en el ampliado corpus
este corpus -a pesar de las pretensiones de algunos promotore s del post- postmodernista, del que se encontraron desplazados los mismos creadores
moderni smo- no se califica como un nuevo canon. Yo lo veo simplemen- del nuevo movimiento. Mas significativamente, la busqueda de precurso-
te como el producto de una perspectiva historico-hipotćtica desde la que pue- res no sćlo ha sido responsable de la rapida extensićn, tanto historica como
den preguntarse ciertas cuestiones acerca de la naturaleza de la escritura geograficamente, del tćrmino postmodernismo, sino tambien de una nueva
contemporanea. cornprensićn del modernismo.
Yo diria por lo tanto que los criticos que lucidamente aceptan la etique- Historicamente, la poetica postrnodernista de la «indeterminacićn» o «inde-
ta del postmodernismo lo hacen porque quieren poder tratar las cuestiones cibilidad» del significado llegć a considerarse a si misma como la continuaci6n
acerca del status de la «realidad» versus la «ficcion» en los discursos lite- de una direccion dentro del modernismo, direccion que ha desafiado el sim-
rarios de hoy dia; y quienes lo rechazan lo hacen porque creen que estas cues- bolismo predominante de la poetica postmodernista. La tendencia anti-sim- -
tiones han sido ya satisfactoriamente respondidas en el pasado o que no tie- bolista podria efectivamente distinguirse mas claramente de la perspectiva
nen respuesta y deberian descartarse consecuentemente como carentes de del anarquismo poćtico de los poetas postm:odernos americanos. Asi, un eri-
interes, esteriles, quizas incluso contraproductivas. Pero antes de tratar mas tico de poesia como es Marjorie Perloff, comenzando a partir de su interes
extensamente estas cuestiones, vendran al caso unas cuantas palabras sobre por los postrnodernos y especialmente por John Ashbery y David Antin, pudo
la formaci6n del corpus (hipotetico ) de la escritura postmoderna. escribir una historia copiosamente ejemplificada de la indeterrninacićn poe-
Como vimos, el tćrmino postmodernismo comenzć a utilizarse litera- tica desde los inrnediatos sucesores de Baudelaire hasta la actualidad. Per-
riamente por primera vez en Estados Unidos, donde un numero de poetas loff expone su tesis sin ningun tipo de ambigiiedad: «Mientras que Baude-
a finales de la decada de 1940 lo utilizo para distanciarse del tip o simbo- laire y Mallarme sefialan el camino hacia el "Gran Modernismo" de Yeats y
lista de modernismo representado porT. S. Eliot. Como los primeros post- Eliot y Auden, Stevens y Frost y Crane, y sus posteriores herederos simbo-
modernos, la mayoria de quienes posteriormente se unieron a la reaccićn listas como Lowell y Berryman, es Rimbaud quien da la primera nota de esa
antimodernista fueron radicales estćticos y amenudo intelectualmente cer- indecibilidad que encontramos en Gertrude Stein, en Pound y Williams, asi
canos al espiritu de la contracultura. Las obras de estos escritores consti- como en las breves obras en prosa de los ultimos afios de Beckett, una inde-
tuyen el nucleo histćrico del postmodernismo literario. En poesia el cor- cibilidad que se ha hecho mas marcada en la poesia de las ultimas dćcadas» 52.
pus de la escritura postmodernista americana incluiria a los poetas del
movimiento Black Mountain (Charles Olson, Robert Duncan, Robert
Greeley), los Beats (Allen Ginsberg, Jack Kerouac, Laurence Ferlinghet- * En literaturafiction signifiea novela, esto es, haeer fieei6n. Los surfictionists, que ade-
mas apareee entreeomillado, serian aquellos que se situan por ene ima de la ficcion. Vease,
ti, Gregory Corso), y los representantes del San Francisco Renaissance (Gary mas adelante, la nota 55 al respeeto.
Snyder) o los de la New York School (John Ashbery, Kenneth Koch). En nove- 52 Marjorie Perloff, The Poetics of lndeterminacy: Rimbaud to Cage (Prineeton: Prinee-
la los nombres citados mas amenudo son John Barth, Thomas Pynchon, ton University Press, 1981), p. 4.
290 MATEI CALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 291

Lo que esta enjuego en el conflicto entre las dos poeticas, una del sim- ciones l6gicas que surgen cuando uno intenta responderla seriamente. De aqui,
bolismo y la otra de la indeterminaci6n, esta ilustrado eon un convincente la proliferaci6n en las obras de ambos, de imagenes y acciones directa o indi-
detalle en la comparaci6n que Perloffhace entre las dos visiones de la ciu- rectamente vinculadas eon la idea de representaci6n: espejos y copias, refle-
dad, la de T. S. Eliot en The Ui1steLand y la de John Ashbery en «These Lacus- xiones y duplicaciones, las inesperadas e intrincadas paradojas del parecido,
trine Cities» 53. La reconfiguraci6n de nuestra opini6n del modernismo que la pretensi6n, actuaci6n, personificaci6n, o mimica, y los diversos predicamentos
resulta de la poesia reciente hace mas dificil hablar de un mas o menos moder- mentales que ocasionan, al configurar los circulos viciosos, hacer peticiones
nismo poetico unificado o, como amenudo sucedi6 en el pasado, de Eliot de principios, e infinitas regresiones. Estas son tratadas de modos bastantes
y Pound al mismo tiempo. El principio del conflicto eon que se suponia habia diferentes: en las sucintasficciones de Borges funcionan dentro de lo que yo
surgido el postmodernismo en la decada de 1950 se ha retrotraido ahora hasta denominaria como una poetica de la perplejidad; en las novelas rnas expansi-
el nucleo de la misma tradici6n modernista. Pero, al mismo tiempo, la nove- vas y encantadoramente escritas en exceso de Nabokov son ineluidas dentro
dad de los postmodernos de posguerra americanos aparece mas limitada. de una estćtica formalista de la parodia, autoparodia y juego.
La problematica de la indecibilidad es, argumentaria yo, mucho mils aguda, Como James Joyce ha sido tambićn mencionado entre los precursores
y sus consecuencias de mayor alcance, en prosa que en poesia. Un cierto del postmodernismo (especialmente por Finnegans Ui1ke,como repetidamente
grado de indecibilidad de significado (al que diversamente se hace referencia ha deelarado Ihab Hassan), podria ser liti1 comparar su influencia literaria
como sugesti6n, ambigiiedad, polisemia u obscuridad) ha sido siempre un eon la de Borges. Hay un sentido en el que, como ha propuesto Christopher
rasgo de la poesia. En prosa, sin embargo, especialmente despućs de la pode- Butier, «la gran super-organizacićn de Finnegans Wake» es un polo de una
rosa aserci6n del realismo social y psico16gico en el siglo XIX, hubo poco dialćctica que gobiema el periodo postmoderno. Por otra parte, sin embar-
lugar para la indecibilidad de un tip o estructural (dejo de lado la indeter- go, el modelo global Joyceano es menos importante estructuralmente de lo
minaci6n potencialmente sugerente sobre el nivel de estilo ). Esa es la raz6n que lo es estilisticamente (por el extensivo rol del retrućcano, paranomasia,
de que, en mi opini6n, las cuestiones centrales de la escritura postrnoder- juego verbal etimo16gico, etc.). Joyce, ob serva Butier, «fue el primero en adop-
nista -cuestiones tales como: i,Puede ser la literatura otra co sa que no sea tar ciertos tipos de manejo narrativo que ahora nos son todos demasiado fami-
autorreferencial, dada la actual duda epistemo16gica radical y los modos como liares» 55. Como subraya Butier, es la opini6n que Borges tiene del mundo
esta duda afecta el status de representaci6n? i,Puede decirse que la literatu- como laberinto de posibilidades, de tiempos paralelos, de pasados alternati-
ra es una «representacićn de la realidad» cuando la realidad misma resulta vos y futuros, todos los cuales tienen iguales pretensiones a la presentaci6n
estar impregnada de ficci6n por todas partes? i,En que sentido difiere la cons- ficticia -una opini6n de lo mas intrigantemente argurnentada en el relato
trucci6n de la realidad de la construcci6n de la mera posibilidad?- esten titulado El jardin de los caminos bifurcados- que se ha convertido en una
dotadas de mas urgencia en la prosa contemporanea que en poesia. de las mas importantes premisas del experimentalismo narrativo postmoderno.
De moda interesante, la problematica postmoderna parece haber recibido El nombre de otro gran escritor que «problematiza» la representaci6n,
su mas elaro y contundente tratamiento en las obras de dos escritores que nunca Samuel Beckett, ha figurado tambićn en la discusi6n del postmodernismo,
hubieran sofiado denominarse postmodernos y que se oponian, tanto ideolć- aunque los criticos de Beckett asi como los defensores del postmodernis-
gica como estćticamente, a casi todo lo que representaban los primeros pos- mo (Alan Wilde, por ejemplo) 56 han protestado a veces su inelusi6n dentro
tmodemos americanos. Se trata de Jorge Luis Borges y Vladimir Nabokov. Las
diferencias entre los temperamentos literarios de los dos autores son tan inmen-
sas como puedan ser, y no debe resultar sorprendente que, por ejemplo, Nabo- 55 Christopher ButIer, After the Wake: An Essay on the Contemporary Avant-Garde (Oxford:

kov tuviera mala opini6n de Borges, u «Osberg» como maliciosamente hizo Clarendon Press, 1980), p. 39. Para una excelente discusićn tećrica del concepto de postmo-
un anagrama del nombre de Borges en Ada, describiendole como un «escritor dernismo en relacićn eon la ficcićn y metaficcićn (y «surfietion»), vease la obra de Christi-
espafiol de pretenciosos cuentos de hadas y anćcdotas mistico-alegoricas» 54. ne Brooke-Rose A Rhetorie of the Unreal (Cambridge: Cambridge Unviersity Press, 1981),
especialmente el eapitulo «Eximplosions», pp. 339-363.
Pero a pesar de tales diferencias, Borges y Nabokov compartian una pro funda 56 En Horizons of Assent: Modernism, Postmodernism, and the Ironic Imagination (Bal-
preocupaci6n por las cuestiones de representaci6n, o mas precisamente por la timore: Johns Hopkins University Press, 1981), Alan Wilde, al mismo tiempo que explieita-
cuesti6n i,Que representa la representaci6n? Y por las incontables contradic- mente excluye a Beckett del postmodernismo, nunca considera ni a Borges ni aNabokov den-
tro del contexto de la ironia postrnodema, tomando sus ejemplos casi exclusivamente de escritores
anglo-americanos. Basado en los ejemplos de Wilde uno podria concluir que el modernismo
53 Ibid., «Unreal Cities», pp. 3-44. es en gran parte un asunto ingles (E. M. Foster y Christopher Isherwood aparecen como moder-
54 Vladimir Nabokov, Ada (Nueva York: McGraw-Hill, 1969), pp. 262-263. nistas tipicos) y el postmodernismo uno en gran parte americano.
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del corpus de la escritura postmoderna. Como yo considero este corpus hipo- ellos altamente dificiles, esotćricos, y rec6nditos, mientras que otros escri-
tetico, creo que una consideraci6n de la poćtica de imposibilidad de Bec- ben claramente para un amplio publico lector popular.
kett (una poćtica que trabaja eon la imposibilidad, eon la impotencia de la l,Que es entonces lo que justifica que se les agrupe juntos? El hecho,
palabra, y eon el fracaso "; una poetica que declara que uno debe escribir creo, de que sus obras, incluso cuando parece que tienen poco en cornun,
porque es irnposible escribir) podria ampliar la hip6tesis postmoderna demos- puedan servir como ejemplos creibles del postmodernismo. O, dicho de otro
trando que su «posibilismo» caracteristico comprende tambien la negaci6n modo, el hecho de que un critico que quisiera considerarlos juntos pudiera
de la posibilidad. Asi, entre los «mundo s posibles» del postmodernismo, yo lograr un marco de referencia que se pareciera bastante a uno u otro de los
sugeriria que deberia haber un lugar para los rigurosamente «imposibles» principales modelos del postmodernismo. Una vez que se ha seleccionado
que Beckett se propone explorar. o reunido tal modelo, las obras en cuesti6n revelaran que efectivamente tie-
Una vez que Borges, Nabokov y Beckett fueron considerados como nen ciertas cosas en comun despućs de todo. Estas compartidas propieda-
creibles ejemplos de la escritura postmoderna, el camino para la interiori- des pue den sacarse arelucir, creo, de un modo bastante convincente a nivel
zaci6n del concepto estuvo claramente abierto. La reputaci6n mundial de de convenciones literarias (incluyendo contra-convenciones, duplicaciones
los tres maestros no-americanos del post-moderni smo estaba destinada a ir6nicas o par6dicas de convenciones, etc.). Para llegar a un modelo sensi-
aumentar la curiosidad por esta etiqueta y, al pasar el tiempo, a aumentar su ble de postmodernismo literario uno deberia aceptar como hip6tesis de tra-
circulaci6n en el extranjero. Pue de que tambien sea verdad que, a un nivel bajo que los textos postmodernistas hacen un uso distintivo de ciertas eon-
mas profundo, la conceptualizaci6n americana de lo postmoderno, nebulo- yenciones, tćcnicas y recurrentes recursos estructurales y estilisticos,
sa como era, plante6 ciertas cuestiones sobre la literatura que estaban pre- mcluso aunque individualmente sus intenciones, implicaciones, y resulta-
guntandose, eon diferentes formulaciones, en to do el mundo occidental. De dos estćticos puedan ser ampliamente diferentes.
cualquier modo, el postmodernismo ofreci6 un conveniente marco para des-
cubrir o inventar afinidades mas o menos interesantes entre una gran can-
tidad de escritores contemporaneos. RECURSOS POSTMODERNISTAS Y SU SIGNIFICADO
Roy dia el corpus internacional de escritura postrnodernista incluye ade-
mas de los nombres mencionados, escritores tales como Julio Cortazar, Gar- Para empezar, permitaseme sefialar lo que parece ser una opini6n post-
cia Marquez, Carlos Fuentes, Cabrera Infante y quizas Manuel Puig (en Ame- modernista general de la convenci6n. El moderni smo en su postura van-
rica Latina); Thomas Bernhard, Peter Handke y Botho Strauss (en Alemania guardista nos ha familiarizado eon el recurso que consiste mas bien en mos-
y Austria); Italo Calvino y Umberto Eco (en Italia); Alasdair Gray y Chris- trar que en ocultar las convenciones y recursos utilizados para construir una
tine Brooke-Rose, pero tambien Iris Murdoch, John Fow1es, Tom Stoppard, obra de arte (los formalistas rusos lo denominaban eon una frase tee-
D. M. Thomas (en Gran Bretafia); Michel Butor, Alain Robbe-Grillet y Clau- nica, «la puesta en primer plano del recurso»). El famoso «efeeto aliena-
de Simon (en Francia); y algunos «extra-territoriales» notables como Milan cićn» de Brecht es un ejemplo clasico, En el postmodernismo las cosas tien-
Kundera. Lo que es admirable de esta incompleta lista es que agrupa auto- den, sin embargo, a funcionar de forma diferente. El recurso continua
res que raramente se parecen entre si: sus humores caracteristicos, opinio- mostrandose como la invenci6n que es, pero al hacerlo declara tambićn que
nes sobre el mundo, politica (incluyendo antipolitica), y estilos pue den dife- to do lo demas es una invenci6n tambićn y que simplemente no hay salida
rir ampliamente, y tambićn lo puede hacer su atractivo, siendo algunos de de esto. Pero si to do tiene la naturaleza de un recurso, o simplemente fic-
ci6n, la «puesta en primer plano del recurso» no expresa ya el sentido de
novedad, originalidad, y orgullo artistico eon el que se le asociaba en el moder-
57 La «estetica del fracaso» Beckettiana, una noci6n aparentemente parad6jica ha sido nismo. Recordamos la pintura «realista» de Magritte de una pipa que inclu- .
vislumbradamente discutida, entre otros, por Hugh Kenner en Samuel Beckett (Berkeley: Uni-
ya la inscripci6n «Esto no es una pipa».l,Es esto una extrema manera moder-
versity ofCalifomia Press, 1968). Comentando una importante deelaraci6n realizada por Bec-
kett en 1957 (<<Cuanto mas sabia Joyce mas podia. Tiende hacia la ornnisciencia y omnipo- nista de llamar la atenci6n sobre la pintura misma, sobre su realidad
tencia como artista. Estoy trabajando eon la impotencia, ignorancia. No creo que la impotencia artistica, sobre su cualidad imaginativa? Es dificil que asi sea. Esta pintura
haya sido explotada en el pasado» ), Kenner propone una ilustrativa oposici6n metaf6rica entre parece mas bien un juego surrealista, pero uno en el que el esperado ele-
el tipa del «acrćbata» (que habilmente explota la habilidad) y el «payaso» (que habilmente mento onirico esta extrafiamente ausente, uno en el que podemos identifi-
explota la inhabilidad). El payaso, sefiala Kenner, tematiza «su propia inhabilidad para cami-
nar por una cuerda f1oja ... No imita al acr6bata; esta elaro que no podria; nos ofrece, direc-
car ya una anticipaci6n del cuestionamiento postrnodernista no s610 de la
tamente, su incapacidad personal, una intrincada forma de arte» (pp. 33-34). «realidad» que hay tras la imagen sino tambien de la «realidad», estetica o
294 MATEI CALINESCU
CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 295

de otro moda, de la imagen misma (la pipa de Magritte es inadvertidamen- lo que he descrito anteriormente como un importante giro en el pensamiento
te banal y no «sugiere» nada) 58. Yo propondria que lo que en ultimo termi- contemporaneo que va desde la epistemologia a la hermeneutica.
no se pone en primer plano aqui no es una convencićn sino la convencio- D. W. Fokkema considera el «recurso poćtico de la hipotesis» como la
nalidad misma, convertida en un rompecabezas existencial. figura sobresaliente de la prosa modernista 59. Proust, por ejemplo, o mas bien
Contra estos antecedentes, los recursos postmodernos mas evidentes inclu- su narrador y doble, Marcel, cuando no puede saber bastante de un perso-
yen: un nuevo uso existencial u «ontolćgico» del perspectivismo narrativo naje, recurrira a hacer abundantes e intrincadas hipćtesis, para el gran delei-
diferente del hallado en el moderni smo y que era principalmente psicolć- te intelectual dellector de A la recherche du temps perdu; o, segun palabras
gico (esto se discutira despućs mas extensamente); duplicacićn y multipli- de Jacques Riviere, segun es citado por Fokkema, rellenara los huecos de su
cacion de los comienzos, finales, y acciones narradas (uno recuerda los fina- conocimiento eon hipćtesis (cil Ies peuplera de ses hypotheses»). Fokkema
s
les altemativos de The French Lieutenant Woman de Fowles; la tematizacion escribe: «La principal convencićn del moderni smo respecto a la composi-
cićn de textos literarios es la seleccion de construcciones hipoteticas que expre-
parćdica del autor (la reaparicion del intruso o autor manipulador, pero ahora
eon una vena distintamente autoirćnica); la no menos parćdica pero mas mis- san incertidumbres y provisionalidad» 60. Pasa despućs a ilustrar su conven-
teriosa tematizacićn dellector (el «lector implicado» se convierte en un per- cićn central en las obras de Gide, Larbaud, Thomas Mann, Ter Braak y otros.
sonaje, o en una serie de personajes, como en la obra Si una noche de invier- A tales expansivas «hipćtesis modernistas» los escritores postmodernos
no un viajero de Calvino); el tratamiento al mismo nivel de hecho y (Borges, Barthelme y Robbe-Grillet, entre ellos) oponen, segun Fokkema,
realidad, realidad y mito, verdad y mentira, original e imitacićn, como un sus «imposibilidades» y un penetrante sentido de incertidumbre radical, insu-
medio de subrayar la indecibilidad; autorreferencialidad y «metaficcićn» perable, un tipo de nihilismo epistemolćgico, segun yo lo denominaria. De
como medios de dramatizar la inevitable circularidad (como en las obras «Rui- acuerdo eon la opinićn postmodernista, sencillamente no hay ninguna «rea-
nas circulares» y «TIan, Ugbar, Orbis Tertius» de Borges); versiones extre- lidad» que pudiera validar tales hipćtesis, incluso bajo condiciones ideales.
mas del «narrador no fiable», utilizado a veces, paradojicamente, para pro- El juego modernista de hipćtesis y contra-hipćtesis, eon sus particulares ten-
pćsitos de una rigurosa construccićn (el «crimen perfecto» que Nabokov siones dramaticas y anticipaciones, ansiedades y alegrias, ha perdido sus bases.
cuenta en Despair en la voz de un mitomaniaco autoconfesado pero tam- Siendo la «realidad» nada mas que un compuesto de interpretaciones y fic-
bićn autoengafiado). Otros ejemplos de tales convenciones estructurales ciones, Fokkema argumenta que los postmodernos no pueden escribir ya desde
podrian afiadirse facilmente. Estilisticamente, ademas de los usos especia- la hipotesis; escribiran, por asi decirlo, desde la imposibilidad.
les, amenudo parćdicos de los grandes recursos tradicionales retćricos, uno Reconociendo la importancia de la eleccićn que Fokkema hace de un
podria observar una marcada preferencia por tales figuras no convenciona- punto de vista epistemologico, Brian Mc Hale cambia los terminos de su dis-
les como son el anacronismo deliberado, la tautologia, y la palinodia o retrac- tincićn, En lugar de oponer la «duda epistemolćgica» (un catalizador para
tacićn, que amenudo desempefian un rol extensivo e incluso estructural. la imaginacićn modernista de la hipćtesis) al imposibilismo epistemolćgi-
Para trascenderuna nueva lista de tales recursos, para enfocar sus intrin- co postmoderno, McHale prefiere hablar de un «dominante epistemologi-
cadas afinidades historicas, conexiones, y refuerzos mutuos, uno necesita co» en el caso de la ficcićn modernista y un «dominante ontolćgico» en el
formular una hipotesis comparativa mas extensa. Los tres estudiantes del caso del postmodernismo. Antes de examinar el argumenta central de McHale,
postmodernismo que quiero discutir ahora, D. W Fokkema, Brian McHale se necesita algun tipo de clarificacićn terminolćgica,
y Elrud Ibsch, no dudan en proponer tal hipćtesis. Ademas, el modo como La nocićn de «dominante» proviene de Roman Jakobson. La evolucion
construyen la categoria postmodernismo es particularmente interesante para literaria podria considerarse, segun Jakobson, como un giro desde el siste-
mi ya que ilustra, mediante un numero de convincentes ejemplos literarios, ma de normas poeticas que son principales o dominantes en un periodo a otro
nuevo, que sera dominante en el siguiente periodo. Resumiendo la postura
de los formalistas rusos, de los que el era uno de los mas notables, Jakobson
ob serva que lo que era secundario en el antiguo periodo se convierte en prin-
58 Algunas paradojas tipicamente postmodernas (del tipo de regresa al infinito ) han sido lei-
das en la pintura de Magritte por Michel Foucault, en su ingenioso comentario This Is Not a Pipe,
trad. por James Harkness (Berkeley: University ofCalifomia Press, 1982). Contemplando el61eo
59 Vćase D. W. Fokkema, Literary History, Modernism, and Postmodernism (Amsterdam:
de Magntte, Foucault escribe que apenas uno ha decidido que «"esto es una pipa", antes debe
John Benjamins, 1984), y «The Semantic and Syntactic Organization ofPostmodemists 'Iexts»,
corregirse y farfullar, "Esto no es una pipa, sino el dibujo de una pipa", "Esto no es una pipa, sino
en Approaching Postmodernism (vease nota 9), pp. 81-98.
una 0~aci6n diciendo que esto no es una pipa". En la oraci6n, "esto no es una pipa", esto no es
60 Fokkema, Literary History, p. 14.
una pipa: la pmtura, la oraci6n eserita, "el dibujo de una pipa, todo esto no es una pipa"» (p. 30).
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cipal en el nuevo y, simćtricamente, lo que era esencial en la antigua jerar- Para apoyar su tesis, McHale discute obras de William Faulkner, Samuel
quia de convenciones se convierte en subsidiario u opcional en la nueva je- Beckett, Alain Robbe-Grillet, Carlos Fuentes, Vladimir Nabokov y Robert
rarquia. Es de notar que al adoptar el concepto Jakobsoniano de dominante, Coover e intenta demostrar que la distincion modernismo/postmodernismo
McHale lo libera de sus implicaciones originalmente «monoliticas», Como puede emplearse provechosamente al tratar la oeuvre de un escritor, y a veces
la «estratćgica» nocićn de periodo, la nocićn de dominante no puede hacer una obra en particular. Asi, por ejemplo, The Jealousy de Robbe-Grillet ejem-
ningunas pretensiones de ser unica. N o solo hay una sino muchas teorias posi- p1ificaria el dominante epistemologico (modernista), mientras que In the Laby-
bles del moderni smo y del postrnodernismo, definidas por los objetivos estra- rinth del mismo autor seria caracteristicamente ontolćgico o postmoderno;
tćgicos de quienes las articulan. Del mismo modo, uno puede concebir muchas respecto a jAbsalom. Absalom! de William Faulkner es en gran parte una
dominantes en un periodo, dependiendo del punto de vista de cada cual, de novela modernista, pero eon intrigantes elementos postrnodernos. En la parte
lo que uno desee estudiar, y de los prop6sitos de tal estudio. El modo como concluyente de su articulo, McHale vuelve a la idea de que los dos domi-
McHale utiliza la palabra «ontologia» puede confundir a quienes estan mas nantes son reversibles y escribe: «El paso de la poetica modernista a la post-
familiarizados eon ellenguaje de la metafisica alemana (incluido Heideg- modernista no es irreversible, no es un puerta que s6lo se abra de un modo ...
ger) que eon ellenguaje de la filosofia analitica post- Wittgensteiniana. Para Es posible retroceder del postmodernismo al modernismo, o en efecto vaci-
disipar potenciales malas comprensiones, McHale explica que su «ontolo- lar entre ambos» 65.
gia» proviene «del uso que se hace del termino en la poćtica, sobre todo por En todo su ensayo McHale parece ser reacio a reconocer que la irrever-
Roman Ingarden ... y, por Thomas Pavel y otros que han adaptado tćrminos sibilidad (sin la que no es posible ninguna investigacićn propiamente his-
de la logica modal ("mundo s posibles") ala descripcion de mundos ficticios .... tćrica o pensamiento) pue da tener algo que ver eon la dualidad moder-
Para una definicićn del trabajo, permitaseme citar a Pavel: una ontologia es no/postmoderno. Esto resulta sorprendente, dada la declaracićn de McHale
"una descripcion tećrica del universo"» 61 • de que su obra es un estudio de la poetica historica. Las cuestiones que su
Tratemos ahora el argumenta de McHale. Comienza formulando dos tesis, estudio deja de lado son del siguiente tipo: l,Es el moderni smo (sea cual sea
cuya pretendida validez esta limitada a (mna poćtica historica de la ficcion el modelo de modernismo que elijamos) un momento distinto en una secuen-
del siglo xx». La primera tesis: «El dominante de la escritura modernista es cia irreversible o, como han sostenido algunos criticos «textualistas» eon-
epistemolćgico. Esto es, la escritura modernista esta disefiada para plantear temporaneos, un impulso esencial de toda la literatura (autentica) en todas
cuestiones como: l,Quć existe ahi para ser conocido? l,quien lo conoce? l,C6mo las ćpocas? Y: l,Es el postmodernismo (sea cual sea el modela de postmo-
lo conocen ellos y eon quć grada de certeza? l,c6mo se transmite el conoci- dernismo que elijamos) un momento distinto en tal secuencia o una pos i-
miento de un conocedor a otro y eon quć grada de fiabilidad?, etc.» 62. La bilidad recurrente dada dentro de la lćgica interior de un moderni smo trans-
segunda tesis dice: «El dominante del postmodernismo es ontolćgico, Esto historico?
es, la escritura postrnodernista esta disefiada para plantearpreguntas tales como: Un cierto persistente prejuicio estructuralista contra la irreversibilidad
l,que es un mundo? l,que tipos de mundo existen, como estan constituidos y historica le impide a Mc Hale plantearse tales cuestiones, incluso aunque una
en quć difieren? .. l,cuaI es el modo de existencia de un texto, y cual es el respuesta historicista no habria sido incompatible eon el ataque general de
moda de existencia del mundo (o de los mundos) que proyecta?, etc.»63. Para sus observaciones. Yo no tengo ninguna dificultad en aceptar que su opi-
explicar el pas o de un dominante a otro McHale recurre a un modelo inma- nićn de que los postmodernos tienen, entre otras, la opcićn de volver atipos
nente del cambio: cuando la lćgica interior del cuestionamiento modernista modernistas de cuestionamiento epistemolćgico u oscilar entre el dominante
es llevada a su extremo, hace surgir el cuestionamiento postmodernista y vice- epistemolćgico y el ontolćgico. Pero l,no es la misma disponibilidad de tal
versa. Mc Hale escribe: «Llćvense las cuestiones epistemo16gicas lo bastan- opcion el resultado de un proceso histćrico? l,Tuvieron anteriores moder-
te lejos y se "convertiran" en cuestiones ontologicas -la progresi6n no es nistas, antes de que el dominante ontolćgico se articulara totalmente, la misma
lineal y unidireccional, sino circular y reversible-» 64. eleccion? Un Faulkner en [Absalom, Absalom!, que McHale analiza eon suti-
1iza,puede muy bien haberse enfrentado eon rompecabezas ontologicos (como
efectivamente sucedić eon una larga linea de novelistas comenzando qui-
61 Brian McHale, «Change of Dominant from Modernist to Postmodernist Writing», en zas con Cervantes), pero l,Podemos realmente decir que estaba en una posi-
Approaching Postmodernism (vease nota 9), pp. 8\-98.
62 Ibid., p. 58.
63 Ibid., p. 60.
64 Ibid., p. 74. 65 Ibid., p. 74.
298 ~TEICALINESCU CINCO CARAS DE LA MODERNIDAD 299

cićn de elegir entre una alternativa epistemolćgica y una ontolćgica? Tal elec- (esto es, retractarse de lo que uno ha dicho en una «oda» o cancićn de ala-
ci6n, argumentaria yo, solo puede surgir de un irreversible desarrollo cul- banza) se ha ampliado durante mucho tiempo para comprender cualquier
tural. En la epoca que Faulkner escribić [Absalom, Absalom! la opcićn post- retractacićn explicita de una declaracion (tratese de una retractacićn, una
modernista no le estaba realmente disponible. Pero McHale tiene raz6n al aceptacićn de haberse equivocado, de haber sido un incauto, o reconocer
decir que un Beckett o un Robbe-Grillet puede moverse libremente hacia haber mentido por cualquier motivo, serio o ludico ). l,Podriamos hablar de
atras y hacia delante entre el modernismo y el postmodernismo. una cierta direccićn dentro del postmodernismo, cuya sobresaliente carac-
Los «mundos posibles» o el dominante «ontolćgico» de la ficci6n post- teristica seria el insistente uso de una retćrica que anteriores modos de escri-
moderna no carecen de su propia version del «imposibilismo». Esto es lo bir habian utilizado sćlo marginalmente? Esta cuestićn no puede respon-
que intenta ilustrar Elrud Ibsch en su ensayo From Hypothesis to Korrek- derse aqui. Pero un rapido ejemplo de cćmo funciona tal teoria en las obras
tur" mediante un analisis comparativo de Der Mann ohne Eigenschaften de un importante escritor contemporaneo podria establecer su relevancia.
(1930-1943) y Korrektur (1975) de Thomas Bernhard. Segun la opinićn ~e Estoy pensando en el recurso narrativo de Beckett, segun se interrela-
Ibsch, Ulrich, o «el hombre sin atributos», el hćroe de la gran novela de Musil, ciona eon los patrones estilistas, textuales, e intertextuales de su prosa, en
es una incorporacićn modernista de la epistemologia perspectivista de Nietzs- su famosa trilogia de la dćcada de 1950 (Mol/oy, Malone Dies y The Unna-
che, epistemologia que, recordemos, opone eon igual fuerza las teo~as ideal~sta mable). La cuestićn de la palinodia comienza a dominar el horizonte de expec-
y materialista del conocimiento en sus formas modernas. ~usll noveliza, tativas dellector desde el principio. Como sefiala uno de los comentaristas
por decirlo asi, las aporias filos6fica y cultural de la modermdad en las que de la trilogia, Brian T. Fitch, ellector atento pronto se da cuenta de que «cada
se concentr6 Nietzsche. Asi, el hćroe de Musil, un raisonneur altamente para- giro de frase podria anular todas las oraciones que la precedieron ... Las cua-
d6jico e incisivo, se enfrenta constantemente con un mont6n de personajes lificaciones y revisiones intervienen incesantemente; lo que se acababa de
en situaciones morales ambiguas, politicas, 1ega1es,y liguisticas, que le inci- decir es inmediatamente contradicho y despues repetido de nuevo, y asi suce-
tan a hacer infinitas hipćtesis criticas y autocriticas. A traves de Ulrich, Musil sivamente» 68.El sentido de la insolucionable incertidumbre es constante-
proporciona uno de los ejemplos mas fascinantes del uso modernista del mente reforzado por las dudas del narrador y las inconsistencias auton-
«recurso poetico de la hipćtesis», repitiendo la frase de Fokkema ..En.con- conscientes (culpando, entre otras cosas, a la amnesia, confusićn, e
trate eon Ulrich, el hćroe de Correcci6n de Thomas Bernhard, el mtngan- inhabilidad de separar el «hecho» de la «ficcićn». Tipicamente, el narrador
temente wittgensteiniano Roithammer, pretende desenmascarar la hipćte- beckettiano le dira allector: «Como no puedo inclinarme, ni pue do arrolli-
sis, demostrando la inherente imprecision, pobreza y debilidad del pensamiento darme, debido a mi enferrnedad, y si alguna vez, olvidando quien soy, me
hipotetico. El argumenta de Ibsch es uno que trata de una «mutacićn histć- inclinara o arrodillara, no te equivoques, no serć yo, sino otrO»69. 0, inclu-
rica en refutacićn: la presentacićn de varios puntos de vista provisionales so mas en broma: «Esta mujer no ha hablado nunca conmigo, que yo sepa
en Musil, que cuestiona la fijaci6n dogmatica de una perspectiva, es susti- [la cursiva es mia]. Si he dicho lo contrario me equivoquć, Si digo de nuevo
tuida por un implacable intento de refutacion en Bernhardt» 67.De este modo algo en contra me equivocarć de nuevo. Amenos que este equivocado ahora» 70.
el escepticismo epistemolćgico de Ulrich y el uso creativo de la conjetura A nivel de la estructura de toda la trilogia, la tćcnica de crear rompecabe-
da paso, en el Roithammer de Bernhard, a un pathos de «correccićn», correc- zas (existenciales) adopta la forma de sucesivos movimientos revisionarios
cićn de correccićn, y asi sucesivamente, hasta el suicidio final del hćroe o mas amplios o rectificaciones retroactivas. En la primera novela la voz narra-
(auto )correcci6n fuera de la existencia. dora, aunque indeterrninada, parece ser la de Molloy (o, mas tarde, la del
Trascendiendo el analisis de Ibsch de esta particular novela, seria inte- doble de Molloy, Jacques Moran). Pero la voz narradora de la segunda nove-
resante considerar la extensićn hasta la cual otros escritores postmodernos la, la de Malone, sugiere que la primera novela habia sido escrita de hecho
hacen uso no sćlo de la refutacićn o correccićn, sino mas generalmente de por el mismo Malone, de modo que Molloy y Moran no son mas que los .
figuras y recursos que pertenecen, sugeriria yo, a la categoria mas amplia productos de la extrafia imaginacićn de Malone. En la tercera novela esta
de la palinodia. El significado etimolćgico griego de la palabra «palinodia»
68 Brian T. Fitch, Dimensions, structures, textualite dans la Trilogie de Beckett (Paris: Let-
tres Modernes-Minard, 1977), p. 92.
66 Elrud Ibsch, «From Hypothesis to Korrektur: Refutation as a Component of Postmo- 69 Samuel Beckett, Molloy, trad. Patrick Bowles y autor (Nueva York: Grove Press, 1955),

dernist Discourse», en Approaching Postmodernism (vease nota 9), pp. 119-133. p.48.
67 Ibid., p. 122. 70 Samuel Beckett, The Unnamable, trad. autor (Nueva York: Grove Press, 1958), p. 79.
300 MATEI CALINESCU CINCO CARA S DE LA MODERNIDAD 301

revisi6n es ella misma revisada y la existencia de Malone se hace tan dudo- La importancia del punto de vista y prop6sito metodo16gico es supre-
sa como la de Molloy y Moran. Respecto a la voz incierta, an6nima, enre- ma. Como dejć c1aro en algunos momentos en el curso de este ensayo, mi
dada, del The Unnamable, ellector no sabe decir si es una voz rota o varias. estudio del postmodernismo se ha propuesto tres amplios objetivos: 1) indi-
La retractaci6n es todavia la tecnica principal, pero quien esta retractando- car las areas y los principales modos en los que el postmodernismo ha sido
se de que es imposible determinarlo. conceptualizado desde la decada de 1940 hasta la de 1980; 2) poner de mani-
fiesto la hipotćtica naturaleza del tćrmino, que debe considerarse como una
construcci6n explicativa y operativa (de modo significativo, la adopci6n o
CONCLusrON rechazo del postmodernismo implica una reconceptualizaci6n de otras impor-
tantes construcciones que marcan periodos, tales como el modernismo y la
Al final de este ensayo, en el que he intentado argumentar a favor de un vanguardia); y 3) sugerir, desde un aventajado punto metate6rico, los requi-
concepto histćrico-hipotetico del postmodernismo, las razones por las que sitos basicos que deberia cumplir una buena teoria del postmodernismo. Entre
he evitado una definici6n convencional de tal concepto deben subrayarse estos requisitos he prestado especial atenci6n a la autoconciencia hipotćti-
de nuevo en la forma de un resumen mas general. «Todos los conceptos en ca (especialmente rara en los estudios hist6ricos, que estan tradicionalmente
los que todo un proceso esta semi6ticamente concentrado eluden su defi- predispuestos a las falacias «realista» y «teleolćgica»), especificidad de apli-
nicion» observ6 en cierta ocoasi6n Nietzsche, afiadiendo: «Sćlo lo que no caci6n, y, en las dos ultimas secciones de este capitulo, a la habilidad del
tiene historia es definible» 71. En su sucinta dec1araci6n del metodo en La postmodernismo para producir vislumbres que son nuevos, emocionantes,
erica protestante y el espiritu del capitalismo, Max Weber repite la tesis Nietzs- y, si no realmente comprobables, argumentales (tambićn en el sentido de mere-
cheana acerca de la indefinibilidad de las categorias hist6ricas, pero va mas cer la pena ser argumentados):
alla para especificar por quć, cuando, y c6mo tales categorias, au~que inde- Mi propia teoria o, mejor dicho, comprensi6n del postmodernismo sigue
finidas, pueden ser legitimamente utilizadas. Respecto a su propia y «algo siendo ampliamente metaf6rica y no puede establecerse mejor de acuerdo
pretenciosa» frase «el espiritu del capitalismo», Weber observa que s610puede eon los tćrminos de los «parecidos de familia» fison6micos a los que me he
tener un significado comprensible si se refiere a «un complejo de elemen- referido anteriormente. El postmodernismo es una cara de la modernidad.
tos asociados en la realidad hist6rica que nosotros unimos en un todo eon- Revela algunas sorprendentes semejanzas eon el modernismo (cuyo nom-
ceptual». Somos enfati~amente nosotro~ quienes selecciona~os .los.elementos bre continua llevando dentro del suyo propio ), especialmente en su oposi-
y construimos (o reummos, o construimos) este todo, segun insiste Weber ci6n al principio de autoridad, oposici6n que ahora se extiende tanto a la raz6n
en un pasaje c1ave, que merece citarse en toda su extensi6n: ut6pica como a la sinraz6n ut6pica que algunos modernistas adoraron. El refi-
nado ec1ecticismo del postmodernismo, su cuestionamiento de la unidad, y
Un concepto hist6rico ... no puede ser defininido segun la f6rmula gemls proxi- su valoraci6n de la parte contra el todo en este fin de siglo puede recordarle
mus, differentia specifica, sina que debe reunirse gradualmente a partir de las partes a uno la «euforia decadente» de la dćcada de 1880. Pero el c6digo popular
individuales que se toman de la realidad hist6rica para construirlo ... Debemos, dicho
de otro modo elaborar en el curso de la discusi6n, como su resultado rnas importan-
que visiblemente utiliza puede hacer tambien que el postmodernismo se parez-
te, la mejor formulacićn conceptual de lo que entendemos por el es~iritu del cap ita- ca mucho al kitsch o al camp, con los que sus adversarios lo identifican deli-
lismo, eso es lo mejor desde el punto de V1Staque nos interesa aqui, Este punto de beradamente. Y finalmente, el postmodernismo puede segun la ocasi6n pare-
vista ... no es, ademas, de ningun modo el unico posible desde el que pued.e analizar- cer un hermano gemelo de la vanguardia, especialmente de sus versiones no
se los fen6menos hist6ricos que estamos investigando. Otros puntos de vista produ-
minimalistas (des de la escuela metafisica de De Chirico hasta los surrealis-
cirian, por este y por todo fen6meno hist6rico, otras caracteristicas com~ l~s esenciales ...
Esto es un resultado necesario de la naturaleza de los conceptos histćricos que inten- tas). Nosotros percibimos estas diversas caras como relacionadas por su comun
tan no captar para sus prop6sitos metodol6gicos la realidad hist6rica en abstractas fćr- asociaci6n eon una modernidad mas amplia y eon su espiritu. Si no fuera por
mulas generales, sino en concretos conjuntos genćticos de relaciones que son mevi- esta modernidad mas amplia, las parciales similitudes y las expresivas dife-
tablemente de un caracter especificamente unico e individual". rencias entre estas caras desaparecerian y carecerian de significado. Ya no
nos sentiriamos atraidos a compararlas y contrastarlas. Podernos entonces asu-
mir qu~ en tanto en cuanto las comparemos y contrastemos, la modernidad
71 Friedrich Nietzsche, «On the Genealogy ofMorals» y «Ecce Homo», trad. Walter Kauf-
sobrevive, al menos como el nombre de un parecido de familia cultural en el
man and R. J. Hollingdale (Nueva York: Vintage, 1969), p. 80 ..
72 Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit ofCapttaitsm, trad. Talcott Parsons (Lo n- que, para mejor o peor, seguimos reconocićndonos.
dres: Unwin, 1985), pp. 47-48.
Matei Calinescu
TECNOSI ALlANZA
Cinco caras
Director: JOSE JIMENEZ

de la modernidad
Modernismo
Vanguardia
Decadencia
Kitseh
Postmodernismo

Presentacion por
Jose Jimenez

Traducci6n de
Francisco Rodriguez Martin

4-
tecnos
'-' Alianza Editorial
Disefio de cubierta:
Angel Uriarte

En la Colecci6n Metrćpolis:
I.' edici6n, 1987

En la Colecci6n Neometrćpolis:
2.' edici6n, 2003

Para Adriana e Irina

Ahora bien, existe una urgente necesidad de experimentar un nuevo


tipa de critica, que consistira en gran parte de un estudio 16gico y dia-
lectico de los tćrminos utilizados ... En la critica Iiteraria estamos cons-
tantemente utilizando terminos que no podemos definir, y definiendo
otras cosas eon ellos. Estamos constantemente utilizando terminos que
tienen una comprensi6n * y una extensi6n que no encajan bastante: te6-
ricamente debe hacerse que encajen; pero si no pueden, debe hall arse
rF, lilit
entonces otro moda de tratar eon ellos de manera que sepamos en todo
31 95"1 momento lo que queremos decir.

T. S. ELlOT, Experiment in Criticism (1929)

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra esta pro-


tegido por la Ley, que establece penas de prisi6n y/o multas, ade-
mas de las correspondientes indemnizaciones por dafios y per-
juicios para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o
comunicaren publicamente, en todo o en parte, una obra literaria,
artistica o cientifica, o su transformaci6n, interpretaci6n o ejecu-
ci6n artistica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a
travćs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizaci6n.

© Duke University Press, 1987


© EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2003
Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid
ISBN: 84-309-3869-9
Dep6sito Legal: M. 50.766-2002
. .* El autor utiliza los tćrminos ingleses «intension» y «extension» subrayando los prefi-
Printed in Spain. Impreso en Espafia por Closas Orcoyen, S. L.
JOS In Y ex. Este juego lingiiistico se pierde en su traducci6n castellana.
Poligono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid)

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