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7 de agosto de 2020

Relatoría sobre el texto “Hacia la verdad del conflicto: insurgencia guerrillera y


orden social vigente”, de Víctor Manuel Moncayo Cruz 1.

Estudiante: Natalia Posada Murillo 2

Con el fin de evitar una extensión innecesaria, condensaré lo esencial en


apartados grandes que no corresponden directamente a los del documento base.

I. Orígenes y estructura:

Con respecto al origen del conflicto, Moncayo destaca la tesis del informe
Estrada, según la cual es posible caracterizar el origen del conflicto si
observamos tres factores determinantes: el mayor de ellos, un sistema
capitalista que en cada una de sus fases de desarrollo produce conflictos y
resistencia principalmente a nivel económico y social, el otro factor es la
evolución histórica de los rasgos tan particulares de la formación socio-
económica y cultural del Estado colombiano y también la influencia de entorno
internacional -con toda seguridad en relación con el levantamiento de guerrillas
por toda Latinoamérica bajo la bandera de la revolución cubana y la guerra fría
entre Washington y Moscú-. Con estos tres factores en mente, según
Moncayo, podemos tejer de una forma amplia lo que es el origen del conflicto
en Colombia.

En cuanto a la estructura, Moncayo examina con detalle lo que sucede con la


instauración del capitalismo como sistema económico, principalmente en el
sector agrícola, donde muestra cómo la imposición de esta estructura restringe
las libertades de los campesinos, quienes se ven forzados a producir (en pro
del desarrollo del capitalismo incipiente) o a ser expulsados de sus tierras por
el mismo Estado vía de expropiación; Moncayo sigue el camino de la
exploración del problema de la estructura y muestra cómo los estímulos del

1
Este trabajo se presenta para la materia Justicia, ética y política
2
Estudiante del programa Trabajo social de la Universidad de Caldas
gobierno intentan apaciguar un poco las inconformidades frente al sistema de
sectores vulnerados,

como los campesinos y la población indígena hasta llegar a la época del


Bogotazo.

II. Conflicto y actores:

El estallido del Bogotazo trajo consigo el nombre oficial de una época “La
violencia” -que si bien los libros de historia ponen una fecha para cerrar esa
etapa, yo considero que sigue vigente- Moncayo explora entonces cómo el
asesinato del Liberal Jorge Eliécer Gaitán fue el gatillo para que todo el
malestar previo desencadenara una serie de matanzas que finalmente llevarían
al país a la suspensión de la democracia a causa de golpe de estado de Rojas
Pinilla y de la repartición de períodos de gobierno por medio del Frente
Nacional entre conservadores y liberales, dejando por fuera cualquier
alternativa distinta, entre ellas al comunismo, lo cual conllevó a la supresión de
representaciones políticas alternativas por medio de la fuerza y desembocó en
la creación de una de las agrupaciones guerrilleras más firmes: FARC-EP y
posteriormente el ELN.

El profesor Moncayo hace una caracterización que considero muy acertada al


detenerse a analizar la distinción necesaria entre insurgencia y criminalidad: el
insurgente (parafraseando a Moncayo) no es a priori un criminal sino
simplemente alguien inconforme con el orden establecido y que se dispone a
cambiarlo. En ese orden de ideas podemos también considerar a Simón
Bolívar como un insurgente contra la dominación española y a Antonio Nariño
por traducir la Declaración de los derechos del hombre al castellano. Con esto
no quiero decir que el insurgente es “bueno”, si tenemos que hacer esa
distinción (arbitraria para el caso) entre “buenos y malos”, sino enfatizar que la
simple denominación de “insurgente” no basta para hacer de esa persona un
criminal. Moncayo resalta esto mismo cuando habla sobre la naturaleza
humana del conflicto permanente y explica que los distintos factores -por una
parte la represión política y por otra la presión económica sobre el agro-
llevaron a que esta insurgencia tomara ese cariz oscuro de la vía armada, que
condujo, en un esfuerzo por su subsistencia a hacer uso del narcotráfico y a la
correspondiente respuesta contrainsurgente de las fuerzas y organizaciones
militares y paramilitares, posterior e indirectamente favorecidas por políticas de
estado como las CONVIVIR.

III. El trabajo social y el tejido de un post-acuerdo:

De igual forma que el conflicto (y a causa de él), el trabajo social ha tenido vías
muy particulares de operar en Colombia: el principal y más grave suceso que
enfrenta en el marco del conflicto, pienso que es la desaparición forzada, que
desde su misma concepción tiene algo de incomprensible ¿cómo que
“desapareció”? caben muchas variables para reemplazar esa constante, pero sólo
la sabe el perpetrador: lo mataron, lo secuestraron, lo torturaron, etc. Pero las
familias y la sociedad quedan por años con una sola consideración sobre su ser
querido: desapareció, sin dejar lugar al duelo a causa de la incertidumbre.

Es harto conocido el fenómeno de secuestro muchas por parte de grupos


guerrilleros, sin embargo, Moncayo también resalta la práctica macabra que tanto
caracteriza a los grupos paramilitares, que es la desaparición forzada y tiene en el
informe Gutiérrez una cifra de 150.000 personas – cifra que además Moncayo
considera subestimada y grosera-. El trabajador social es el individuo con la
empatía suficiente como para abarcar la complejidad de la situación de las
víctimas, ya que funciona como enlace entre ellas y los servicios especializados al
hacer una caracterización general de si situación y reportarla a oficinas de
abogados, a servicios psicológicos y también interviene para ofrecer ayuda en
cuanto a la redefinición de sus lazos sociales.

Las víctimas encaran un proceso de resignificación de sus lazos con las personas
ausentes al igual que comienzan a tejer un lienzo de apoyo mutuo con otras
víctimas que comparten su situación. Para finalizar quiero recordar que las
víctimas no lo son simplemente de sus actores (guerrillas, paramilitares y otros
grupos), es sencillo caracterizar así el conflicto y no atender a su profundidad: son
víctimas de un sistema maltrecho, en primer lugar, cuya inequidad dio paso a los
actores que serían en su momento víctimas, luego victimarios y darían paso al
desastre, a la incertidumbre y a la muerte.

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