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Profesora, compañeros, tengan cada uno de ustedes mi cordial saludo, en esta

oportunidad les hablare y daré a conocer mi punto de viste del tema


TRANSFORMEMOS LA SECUNDARIA EN LA MEJOR EXPERIENCIA DE LA
VIDA. Lo cual daré mi punto en contra.

Para empezar, La juventud es una etapa crítica en la vida de las personas, en


la que se definen las oportunidades que tendrán en el futuro. La escuela
secundaria es el último nivel educativo que transita la mayoría de los jóvenes
en el mundo y esto la convierte en una institución clave para el desarrollo social
y económico del país. Hoy en día, la educación secundaria no logra retener,
graduar ni garantizar aprendizajes indispensables para la inserción social plena
a todos ellos.

Hay tres desafíos centrales en la educación secundaria. En primer lugar, hay


desafíos para lograr trayectorias exitosas. Prácticamente todos los chicos y
chicas que terminan la primaria acceden hoy al nivel secundario. Sin
embargo, de cada 100 estudiantes que ingresan a la secundaria, solo 45 logran
egresar y solo 27 logran hacerlo en la edad correspondiente. En el camino
quedan quienes repiten y, eventualmente, abandonan. Las experiencias de
fracaso y frustración los marcan de por vida y sus posibilidades de acceder a
empleos de calidad.

En segundo lugar, hay desafíos en relación a los aprendizajes. Entre los


estudiantes que lograron llegar al último año del nivel en 2017, 7 de cada 10 no
alcanzaron un nivel básico de aprendizajes en las evaluaciones estandarizadas
de matemática.

El tercer desafío es la inequidad. Entre los jóvenes de 18 a 24 años del quintil


de ingresos más rico, 9 de cada 10 terminó la secundaria. En el otro extremo,
en el quintil más pobre solo lo logró la mitad y 9 de cada 10 no alcanzó niveles
de aprendizaje satisfactorios en matemática.

La escuela secundaria se concibió hacia fines del siglo XIX para formar a las
clases dirigentes: su naturaleza es excluyente. Hoy, el nivel tiene la obligación
de interpelar y cuidar a todos los jóvenes, y no lo está logrando.

Mediante los 5 años que pasamos en la secundaria, encontramos hechos y


vivencias que se manifiestan en nuestra vida de estudiante, entre ellas se
encuentra el peligro de las supuestas amistades, que no llevamos nada bueno
de ello pero si experiencias que nos harán recapacitar mejor, otro hecho son
las drogas. Pero el que quiero resaltar mas es el COMPORTAMIENTO de los
docentes de la institución, si bien sabemos dentro de sus rubricas es dejarnos
tareas o entregarlas, pero, llega un punto en que se acumulan, ya sea
entregarlas al día siguiente o son complicadas, en otras palabras
DEMASIADAS TAREAS. Si bien es cierto las tareas son buenas para nuestro
desarrollo como estudiante, pero en estos casos nos acumulan.

El foco de la política para transformar la educación secundaria debe estar


puesto en proteger la continuidad de estos avances, pero también incidir en el
fortalecimiento de los roles estratégicos que es necesario asumir desde los
niveles nacional y provincial.
El Estado nacional tiene el desafío de elaborar lineamientos de alta calidad que
aseguren un rumbo común, y compensar las profundas desigualdades que
existen entre las provincias.  El Estado nacional también puede apoyar
la mejora de la infraestructura escolar, tendiendo hacia la construcción de
edificios que alojen a más estudiantes y faciliten una mayor concentración
horaria docente. En la distribución de todas estas acciones deben primar
criterios de justicia educativa: debe priorizarse a las jurisdicciones con
indicadores más preocupantes y niveles más bajos de capacidad técnica y,
dentro de cada una de ellas, a los sectores más vulnerables.

Lo construido hasta el momento es la base para seguir trabajando: es tiempo


de documentar y aprender sobre lo realizado. En 2019, es crucial consensuar
hojas de ruta que reconozcan y valoren los caminos recorridos y que
propongan las metas, los acuerdos y el presupuesto que permitan que todos
los jóvenes de nuestro país accedan a una educación secundaria de calidad.

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