Está en la página 1de 2

Leer a Maneiro

Hay un comentario de Augusto Mijares sobre los inconvenientes de la


incomunicación entre las generaciones, cómo afectan la libertad del criterio: "los
viejos la pierden cuando el desgaste biológico les endurece el pensamiento, los
jóvenes no pueden ejercitarse en ella porque el grupo les exige que 'se definan' y
les hace creer que es cobardía la duda intelectual y virtud la intolerancia". Es
común que así, a los viejos las convicciones se les conviertan en manías, mientras
que los jóvenes tengan consignas en vez de convicciones. Hoy, leer a Maneiro
parece la oportunidad de romper esa tendencia y descongelar la conversación
entre viejos y jóvenes. He tenido la oportunidad de leerlo antes, incluso teniendo
diferentes intereses. En principio, gracias a dos iniciativas editoriales: un viejo
cuadernillo de Notas Negativas, publicado en 1971 por Ediciones Venezuela 83, y
los Escritos de filosofía y política, que reeditase el Ministerio del PP para la
Energía Eléctrica, como libro gratuito, en 2012. Cada una de las lecturas que he
hecho a sus escritos lanzó luz sobre puntos que cualquiera que haya nacido
después de 1982 puede encontrar fatalmente confusos. Puntos aparentemente
heterogéneos, como el compromiso de los intelectuales con el país, los detalles
que la educación formal nos negó sobre la historia de Venezuela en la segunda
mitad del siglo XX, la importancia de la enseñanza de la filosofía, o cuánto hay de
real y determinante en las técnicas de sabotaje económico que retóricamente nos
acostumbramos a llamar guerra económica (brevemente explicado al principio de
una nota Sobre Chile). La generosidad de su inteligencia y escritura es evidente,
quizás porque las puso en función de revalorizar el poder de la palabra para
liberar a las opiniones políticas o, como él mismo diría, para formar criterios
más refinados y elevar la condición de la razón; y porque además parece
haber entendido a este territorio y a este pueblo más allá de su tiempo: Maneiro,
como Maquiavelo, escribió para una nación futura. Y no lo asevero como una
alabanza vana, sino como al nervio de lo que quiero celebrar con la edición del
texto Maquiavelo, política y filosofía, por parte del FEEPYR ahora en el 2019, y
con el que ojalá podamos polemizar. Maneiro, adjunto a la tradición de
Maquiavelo, Spinoza, Marx y Gramsci, se aproxima "científicamente" a la política.
Aunque él mismo aseveraría, con una actitud contra-dogmática, que no le interesa
la discusión sobre el carácter científico de la política, sobre todo porque sab ía del
calibre de la dificultad filosófica que reporta una ciencia donde sujeto y objeto se
intercambian constantemente, la realidad es que Maneiro pensó, escribió y operó
"conforme a fines", como él mismo diría que Maquiavelo hizo: escribió "para la
comprensión y también, para la acción. A riesgo de un esquematismo vulnerable a
la mala interpretación, digamos que, siempre en términos gruesos, su método
sirve a la explicación y su estilo se adecúa a la intención." No podía ser de otra
manera, dada la fortuna de las luchas populares en la Venezuela de los años 60,
el tiempo histórico exigía entonces una virtù que las empujase a sobreponerse a
las vicisitudes internas y externas, responsabilidad que Maneiro, dentro de un
intrépido movimiento de movimientos, asumió. Hago énfasis en esa segunda
categoría maquiavélica, la virtù, porque Maneiro, conversando con Maquiavelo,
logró distinguir dos de sus elementos constitutivos: la eficacia política y la calidad
revolucionaria, términos que requerirían una discusión más extensa. Estamos en
tiempo de grandes vicisitudes, la fortuna parece darnos la espalda, sea por haber
confundido el poder político con el económico o sea por haber subestimado al
adversario histórico. Es un imperativo librarnos del lastre de las consignas y las
manías, para aumentar la calidad y efectividad de la acción, conversando con
los viejos sobre la historia nuestra, sobre sus experiencias de organización y
política, sus triunfos y derrotas. En particular, leer a Maneiro y buscar en el
orden de su lectura a Maquiavelo (el tiempo, el territorio y la política, el filósofo, su
método y las interpretaciones) los posibles rastros de ese esquema racional que lo
orientó con relativo éxito en su práctica, un método de análisis de todos los
elementos que constituyen al hecho geopolítico, esa forma de aproximación
“científica” que elevaría nuestro criterio y compromiso, nuestro nivel de conciencia
y organización, para refinar la virtud revolucionaria que este momento nos exige
con urgencia. Es posible que ese sea el mejor homenaje a Alfredo Maneiro.

César Panza
Enero, 2019

También podría gustarte