Luego de tres semanas de habernos integrado como familia en esta nuestra
casa de formación, continuamos preparándonos en esta cuarta semana, con miras a fortalecer la dimensión espiritual y la vida comunitaria. El sábado 15 de febrero, el formador encargado de la dimensión espiritual, recalcaba la importancia de la dirección espiritual en la vida del seminarista. Entre las orientaciones subrayaba: 1. La relevancia de elegir el director espiritual 2. La asistencia a la dirección espiritual de manera puntual y comprometida. 3. La preparación del sacramento de la confesión con regularidad. 4. Asimilar los sentimientos de Cristo. 5. La honestidad y confianza del dirigido durante la dirección espiritual, como principio fundamental, para que, junto con el director espiritual y bajo la acción del Espíritu Santo se realice un correcto proceso de discernimiento. Tomando como base los numerales del 169 al 173 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, se refiere a los propósitos del acompañamiento espiritual, que explicó, no solo implican a los Seminarios, pero por supuesto toman mayor relevancia en estas instituciones de formación. Como elementos claves destacó: - Es necesario la proximidad – la cercanía. - Existe necesidad pedagógica del hábito de las virtudes, proceso en el que siempre es necesario el acompañamiento. - El discernimiento evangélico como práctica que sustente la dirección espiritual.- El propósito de la madurez en Cristo1. Ahora bien, la vida espiritual debe estar reflejada en la dimensión comunitaria, a través del sentido de pertenencia por los servicios que cada uno presta para el bienestar de la casa. Es necesario programar muy bien el tiempo para las diversas actividades que el proceso exige, de manera especial las que conciernen a mantener el embellecimiento del seminario.
La participación de todos como hermanos en las actividades comunitarias de
esparcimiento, como el deporte y las actividades de los viernes; son oportunidades de crecimiento personal y grupal, cuando en cada momento y lugar obramos conforme a la fraternidad a la que estamos llamados todos.
"Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y
yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado." Juan 17,21.