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Derecho ambiental

El derecho ambiental regula la creación, modificación, transformación y extinción de


las relaciones jurídicas que condicionan el uso y goce, la preservación y el
mejoramiento del ambiente. Por lo que tiene como objeto condicionar la conducta
humana respecto de ese uso y goce, preservación y mejoramiento induciendo
acciones y abstenciones a favor de la protección del ambiente.
Se caracteriza por ser:
1) Una especialización jurídica a la que habrá que aplicar conjuntamente los
principios del derecho común.
2) Una parte integrante o está estrechamente relacionado con las demás ramas del
derecho, a las que modifica y en las cuales suele encontrar su fuente. Por esto las
relaciones jurídico-ambientales son múltiples y variadas. Si bien existen relaciones
jurídicas típicamente ambientales (Ej. Evaluación de impacto ambiental), la mayoría
son relaciones jurídicas no ambientales.
3) Un corrector de errores y deficiencias del sistema jurídico común al que se le
injertan normas ambientales para corregirlo.
4) Un instrumento de la política ambiental orientado a dar durabilidad al desarrollo,
lo que no impide que sea un fin en sí. Los poderes públicos reglamentan, restringen y
prohíben actividades susceptibles de perjudicar el ambiente y estimular acciones que
lo benefician.
5) Evolutivo y dialectico, como también lo es el ambiente y los requerimientos que lo
condicionan.
6) Conciliador y transaccional entre los intereses de las partes que pretenden ejercer
derechos sobre un bien como lo es el ambiente. La norma jurídica ambiental impone
una conciliación entre los distintos intereses ambientales; los organiza y compone
para orientarlos hacia la satisfacción de los objetivos de la comunidad normadora
con preferencia de los individuales o sectoriales. Solo cuando estos son considerados
incompatibles, lauda entre ellos cumpliendo la función republicana de dirimir
confrontaciones entre los distintos intereses.

Fuentes

El ambiente está sometido a varias normas jurídicas sancionadas por las distintas
comunidades sobre las que se extiende según el lugar geográfico del que emanan
(Estado nacional, provincial, municipal); materia normada (penal, civil, comercial,
minero, agrario, ambiental, etc.).
Este método normativo genera un marco jurídico ambiental heterogéneo, disperso,
extenso, cambiante y en extensión acelerada. También produce que se integren
normas contradictorias, reiterativas y que generan nuevas normas y estructuras
administrativas que a su vez generan más normas.
En consecuencia para identificar el contenido del derecho ambiental deberá
analizarse transversalmente una pluralidad de fuentes normativas y de ramas
jurídicas, lo que obliga al jurista a manejar todas ellas y una vigilia permanente.
El individuo queda sometido a un derecho que en la práctica nunca alcanza a conocer
con precisión y este desconocimiento puede generar la indefensión.
Constitución Nacional
La CN influye genéricamente sobre el derecho ambiental cuando fija las bases del
derecho argentino, atribuye funciones a los 3 poderes y distribuye la competencia
entre los gobiernos locales y federal.
En cuanto a la atribución de competencias a CN dispone que:
a) las provincias conservan todo el poder no delegado por ella al gobierno federal, y
el que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su
incorporación (121).
b) corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales
existentes en su territorio, entre ellos los ambientales (125)
c) corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos
mínimos de protección ambiental, y a las provincias las necesarias para
complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales (41).
d) corresponde al gobierno federal sofocar toda hostilidad entre las provincias (127)
incluyendo la facultad de reprimir cualquier agresión al ambiente de otra provincia.

Por su parte corresponde al Congreso:


a) dictar los códigos civil, comercial, penal, de minería y de trabajo y seguridad social,
en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos alteren las jurisdicciones
locales (75.12).
b) reglar el comercio con las naciones extranjeras y de las provincias entre sí (75.13).

La reforma del 94 incluyó en la CN el art. 41 que reconoce derechos ambientales e


impone deberes a los habitantes, encomienda al Estado proveer distintas
prestaciones ambientales, amplía las atribuciones del gobierno federal para la
protección del ambiente y prohíbe introducir al país residuos actual o
potencialmente peligrosos.
También se incorpora el art.43 que norma el amparo ambiental, complementando el
art. 41.

El art. 41 proclama el derecho de todos los habitantes a un ambiente sano,


equilibrado y apto para el desarrollo humano. Además impone a los habitantes el
deber de preservarlo, que a su vez es una carga pública, habilitando a todos los
habitantes para hacer efectiva la preservación con todos los medios jurídicos y
materiales necesarios. En consecuencia todo habitante está legitimado para accionar
en defensa del ambiente propio y ajeno y tiene derecho a que la comunidad le
resarza los perjuicios sufridos y gastos incurridos en el cumplimiento de su deber.
Este artículo incorpora también, el principio de desarrollo sostenible al establecer
que el ambiente debe ser apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras. Y la obligación prioritaria de recomponer el daño ambiental
según lo establezca la ley.
Se encomienda al Estado nacional y local a proveer a la protección del derecho del
ambiente; la utilización racional de los recursos naturales (públicos y privados); y la
preservación del patrimonio natural y cultural.
El gobierno nacional puede imponer una protección ambiental mínima para todo el
país y las provincias pueden complementarla con reglas más estrictas en su
territorio. Es decir que puede dictar normas de presupuestos mínimos como leyes
base para todo el país. Sin embargo la potestad de aplicar estas normas sigue siendo
local.
Esto implica que los principios mínimos deben respetar también el domino originario
de las provincias sobre sus recursos naturales, de modo que no pueden alterar las
jurisdicciones locales.

A nivel constitucional el art. 43 legítima explícitamente al afectado, al Defensor del


Pueblo, y a las asociaciones que protejan al medio ambiente, registradas conforme a
la ley, para plantear por vía de amparo la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva del derecho constitucional al ambiente.

Códigos de fondo
El Código Civil contiene varias normas ambientales, entre ellas destacan:
El art. 14 reconoce los derechos de incidencia colectiva y establece que la ley no
ampara el ejercicio abusivo de los derechos individuales cuando pueda afectar al
ambiente y a los derechos de incidencia colectiva en general. Siguiendo el mismo
pensamiento el art. 240 supedita el ejercicio de los derechos individuales sobre
bienes a los derechos de incidencia colectiva, las normas de derecho administrativo
dictadas en el interés público y a no afectar el funcionamiento ni sostenibilidad de
los ecosistemas conforme a los criterios de la ley especial. A su vez el art. 1709 hace
prevalecer las normas indisponibles del Código y leyes especiales.
Según el art. 1710 toda persona tiene el deber, en cuanto a ella dependa, de evitar
causar un daño injustificado; adoptar las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; y no agravar el daño si ya se produjo. Es
decir que conforme al principio ambiental de prevención y recomposición, el Código
impone como deber la función preventiva.

El Código Penal posee algunos tipos penales relacionados con el ambiente,


generalmente dentro de delitos contra la salud. Igualmente gran parte del derecho
ambiental penal se encuentra en leyes ambientales.

El Código de Minería impone, a quien explora o explota minas, determinadas


limitaciones con el fin de evitar daños al terreno y a sus accesorios. Además, impone
medidas de seguridad y, expresamente, la conservación ambiental.

Ley general del Ambiente (25675)


Es una ley de presupuestos mínimos de protección ambiental, para el logro de una
gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y protección de la
diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable (1). También se
caracteriza por ser una norma que rige en todo el territorio de la Nación, sus
disposiciones son de orden público y se utilizarán para la interpretación y aplicación
de la legislación específica sobre la materia, la cual mantendrá su vigencia en cuanto
no se oponga a los principios y disposiciones contenidas en ésta.
La aplicación de esta ley corresponde a los tribunales ordinarios según corresponda
por el territorio, la materia, o las personas. En los casos que el acto, omisión o
situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en
recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal (7).

La política ambiental nacional deberá cumplir los siguientes objetivos (amplios):


A) Asegurar la preservación, conservación, recuperación y mejoramiento de la
calidad de los recursos ambientales, tanto naturales como culturales, en la
realización de las diferentes actividades antrópicas; B) Promover el mejoramiento de
la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras, en forma prioritaria; C)
Fomentar la participación social en los procesos de toma de decisión; D) Promover el
uso racional y sustentable de los recursos naturales; E) Mantener el equilibrio y
dinámica de los sistemas ecológicos; F) Asegurar la conservación de la diversidad
biológica; G) Prevenir los efectos nocivos o peligrosos que las actividades antrópicas
generan sobre el ambiente para posibilitar la sustentabilidad ecológica, económica y
social del desarrollo; H) Promover cambios en los valores y conductas sociales que
posibiliten el desarrollo sustentable, a través de una educación ambiental, tanto en
el sistema formal como en el no formal; I) Organizar e integrar la información
ambiental y asegurar el libre acceso de la población a la misma; J) Establecer un
sistema federal de coordinación interjurisdiccional, para la implementación de
políticas ambientales de escala nacional y regional; K) Establecer procedimientos y
mecanismos adecuados para la minimización de riesgos ambientales, para la
prevención y mitigación de emergencias ambientales y para la recomposición de los
daños causados por la contaminación ambiental.

Además fija principios básicos de política ambiental que rigen su interpretación y


aplicación y la de toda otra norma a través de la cual se ejecute la política ambiental.
Principio de congruencia: La legislación provincial y municipal referida a lo ambiental
deberá ser adecuada a los principios y normas fijadas en la presente ley; en caso de
que así no fuere, éste prevalecerá sobre toda otra norma que se le oponga.
Principio de prevención: Las causas y las fuentes de los problemas ambientales se
atenderán en forma prioritaria e integrada, tratando de prevenir los efectos
negativos que sobre el ambiente se pueden producir.
Principio precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la ausencia
de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la
adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación
del medio ambiente.
Principio de equidad intergeneracional: Los responsables de la protección ambiental
deberán velar por el uso y goce apropiado del ambiente por parte de las
generaciones presentes y futuras.
Principio de progresividad: Los objetivos ambientales deberán ser logrados en forma
gradual, a través de metas interinas y finales, proyectadas en un cronograma
temporal que facilite la adecuación correspondiente a las actividades relacionadas
con esos objetivos.
Principio de responsabilidad: El generador de efectos degradantes del ambiente,
actuales o futuros, es responsable de los costos de las acciones preventivas y
correctivas de recomposición, sin perjuicio de la vigencia de los sistemas de
responsabilidad ambiental que correspondan.
Principio de subsidiariedad: El Estado nacional, a través de las distintas instancias de
la administración pública, tiene la obligación de colaborar y, de ser necesario,
participar en forma complementaria en el accionar de los particulares en la
preservación y protección ambientales.
Principio de sustentabilidad: El desarrollo económico y social y el aprovechamiento
de los recursos naturales deberán realizarse a través de una gestión apropiada del
ambiente, de manera tal, que no comprometa las posibilidades de las generaciones
presentes y futuras.
Principio de solidaridad: La Nación y los Estados provinciales serán responsables de la
prevención y mitigación de los efectos ambientales transfronterizos adversos de su
propio accionar, así como de la minimización de los riesgos ambientales sobre los
sistemas ecológicos compartidos.
Principio de cooperación: Los recursos naturales y los sistemas ecológicos
compartidos serán utilizados en forma equitativa y racional. El tratamiento y
mitigación de las emergencias ambientales de efectos transfronterizos serán
desarrollados en forma conjunta.

Los instrumentos de la política y la gestión ambiental, es decir las herramientas para


llevar a cabo los objetivos, serán los siguientes:
1. El ordenamiento ambiental del territorio
2. La evaluación de impacto ambiental.
3. El sistema de control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas.
4. La educación ambiental.
5. El sistema de diagnóstico e información ambiental.
6. El régimen económico de promoción del desarrollo sustentable.

1) El ordenamiento ambiental desarrollará la estructura de funcionamiento global


del territorio de la Nación y se generan mediante la coordinación interjurisdiccional
entre los municipios y las provincias, y de éstas y la ciudad de Buenos Aires con la
Nación, a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA); el mismo deberá
considerar la concertación de intereses de los distintos sectores de la sociedad entre
sí, y de éstos con la administración pública (9). El proceso de ordenamiento
ambiental, teniendo en cuenta los aspectos políticos, físicos, sociales, tecnológicos,
culturales, económicos, jurídicos y ecológicos de la realidad local, regional y nacional,
deberá asegurar el uso ambientalmente adecuado de los recursos ambientales,
posibilitar la máxima producción y utilización de los diferentes ecosistemas,
garantizar la mínima degradación y desaprovechamiento y promover la participación
social, en las decisiones fundamentales del desarrollo sustentable (10).

2) Toda obra o actividad que, en el territorio de la Nación, sea susceptible de


degradar el ambiente, alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la
población, en forma significativa, estará sujeta a un procedimiento de evaluación de
impacto ambiental (procedimiento administrativo), previo a su ejecución (11). Las
personas físicas o jurídicas darán inicio al procedimiento con la presentación de una
declaración jurada (la cual se basa en un estudio de impacto ambiental), en la que se
manifieste si las obras o actividades afectarán el ambiente (12). Los estudios de
impacto ambiental deberán contener, como mínimo, una descripción detallada del
proyecto de la obra o actividad a realizar, la identificación de las consecuencias sobre
el ambiente, y las acciones destinadas a mitigar los efectos negativos (13).

3) La educación ambiental constituye el instrumento básico para generar en los


ciudadanos, valores, comportamientos y actitudes que sean acordes con un
ambiente equilibrado, propendan a la preservación de los recursos naturales y su
utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la población (14). La educación
ambiental constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante
actualización que, como resultado de la orientación y articulación de las diversas
disciplinas y experiencias educativas, deberá facilitar la percepción integral del
ambiente y el desarrollo de una conciencia ambiental (15). 

4) Las personas físicas y jurídicas, públicas o privadas, deberán proporcionar la


información que esté relacionada con la calidad ambiental y referida a las
actividades que desarrollan. Todo habitante podrá obtener de las autoridades la
información ambiental que administren y que no se encuentre contemplada
legalmente como reservada (16). La autoridad de aplicación deberá desarrollar un
sistema nacional integrado de información que administre los datos significativos y
relevantes del ambiente, y evalúe la información ambiental disponible (17). Las
autoridades serán responsables de informar sobre el estado del ambiente y los
posibles efectos que sobre él puedan provocar las actividades antrópicas actuales y
proyectadas (18).

5) Toda persona tiene derecho a opinar en procedimientos administrativos que se


relacionen con la preservación y protección del ambiente, que sean de incidencia
general o particular, y de alcance general (19). La participación ciudadana deberá
asegurarse, principalmente, en los procedimientos de evaluación de impacto
ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio, en
particular, en las etapas de planificación y evaluación de resultados (21). Sin embargo
la opinión u objeción de los participantes no será vinculante para las autoridades
convocantes (20).

El art. 22 obliga a toda persona física o jurídica, pública o privada, que realice
actividades riesgosas para el ambiente, los ecosistemas y sus elementos
constitutivos, a contratar un seguro de cobertura con entidad suficiente para
garantizar el financiamiento de la recomposición del daño que en su tipo pudiere
producir.

Esta ley define el daño ambiental como toda alteración relevante que modifique
negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los
bienes o valores colectivos (27). El que cause el daño ambiental será objetivamente
responsable de su restablecimiento al estado anterior a su producción (primero se
intenta recomponer). En caso de que no sea técnicamente factible, la indemnización
sustitutiva que determine la justicia ordinaria interviniente (28). La exención de
responsabilidad sólo se producirá acreditando que, a pesar de haberse adoptado
todas las medidas destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente del
responsable, los daños se produjeron por culpa exclusiva de la víctima o de un
tercero por quien no debe responder (29).
Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la
recomposición del ambiente dañado, el afectado, el Defensor del Pueblo y las
asociaciones no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé el
artículo 43 de la Constitución Nacional, y el Estado nacional, provincial o municipal;
asimismo, quedará legitimado para la acción de recomposición o de indemnización
pertinente, la persona directamente damnificada por el hecho dañoso acaecido en su
jurisdicción. Es decir que se debe demostrar la condición de parte (se debe tener
legitimación activa).
Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares
señalados, no podrán interponerla los restantes, lo que no obsta a su derecho a
intervenir como terceros.
Sin perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante
acción de amparo, la cesación de actividades generadoras de daño ambiental
colectivo (30).

Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más


personas, o no fuere posible la determinación precisa de la medida del daño
aportado por cada responsable, todos serán responsables solidariamente de la
reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de repetición
entre sí para lo que el juez interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad
de cada persona responsable (31).

La ley 25.675 no regla la autogestión y los incentivos, sino que le encomienda hacerlo
a las autoridades, entre ellas, las legislaturas provinciales, los poderes ejecutivos
nacional y los provinciales (art. 26).

Jurisprudencia
Un sistema jurídico confuso, casuístico y recargado de normas, como es el argentino,
necesita el auxilio interpretativo de la jurisprudencia. La interpretación de la norma
jurídica que hacen los jueces, tiende a aceptarse e inspira una homogeneización y
progreso en el derecho ambiental.

Acuerdos interjurisdiccionales
Una solución para evitar la pluralidad normativa sobre el ambiente sometido a la
pluralidad de jurisdicciones es el acuerdo interjurisdiccional, que suele adoptar la
forma de adhesión a una ley básica o acuerdo interjurisdiccional.

Doctrina
La doctrina suple la función integradora de los códigos cuando éstos y la ley no
logran abarcar todo el espectro jurídico ambiental, facilita la identificación de los
principios que rigen la materia e ilustra la toma de decisiones con mayor eficacia que
la legislación dispersa existente. Su característica es que no sólo cultivan esta rama
especialistas en derecho ambiental, sino también especialistas de otras ramas.
Usos y las costumbres
Los usos y costumbres jurídicas suponen una observación constante y uniforme de
una conducta por una comunidad, con la convicción que responde a una necesidad
jurídica.
Se debe tener en cuenta que existen costumbres que dañan el ambiente, las cuales
deben ser dejadas de lado.

Derecho internacional
El derecho internacional es una de las fuentes más prolíficas del derecho ambiental
interno, público y privado, porque el dinamismo de la creación de normas del área
internacional permanentemente ofrece tratados cuya aprobación los hace prevalecer
sobre la legislación interna, incluso la provincial. Si no se incorporan más normas es
porque muchos de esos tratados sólo imponen el compromiso de dictar leyes que
luego el Congreso demora en sancionar.

Necesidad de un nuevo sistema jurídico para el ambiente


El extenso, creciente, pero desintegrado sistema jurídico que norma el ambiente
todavía es insuficiente. Las conductas ambientales que la comunidad censura, violan
algún principio o norma jurídica pero, sin embargo, la autoridad suele tolerarlas por
ignorancia o interpretación errónea de las normas o de los principios transgredidos,
falta de coordinación o de medios o simplemente porque prefiere no aplicarlas. Las
normas abundan, falta el enfoque sistemático y falla la aplicación.
Las normas jurídicas ambientales y la competencia de las autoridades que las aplican
deberían extenderse a personas y a cosas que, aun indirectamente, puedan afectar el
ambiente, lo que obligaría a reformar los cuerpos legales regulatorios de materias no
específicamente ambientales.
Los procedimientos y tribunales deberán ser ágiles y confiables; la publicidad de la
información referida al ambiente, amplia y oportuna, y la comunidad deberá
participar por lo menos en forma consultiva de las decisiones que la afecten; además,
es bueno que administre su propio ambiente.
No se puede perder de vista la protección del ambiente en función de la comunidad,
el bienestar, la conveniencia y la propia subsistencia humana.

La CN habilita al Congreso para sancionar un marco jurídico integral del ambiente.


Sólo es necesario acudir al sistema de adhesión para buscar uniformidades cuando
sea necesario condicionar las jurisdicciones locales que preserva el art. 41, CN. Claro
está que siempre conviene buscar el consenso provincial para armonizar ese marco
jurídico integral con los intereses locales.
Si bien la CN despeja el camino para que el Congreso de la Nación sancione una ley o
pluralidad de ellas o un Código del Ambiente, tendría que afrontar algunos
condicionamientos de hecho, como los siguientes:
a) no todo lo ambiental merece la uniformidad legislativa nacional que la
Constitución Nacional impone para lo civil, lo comercial, lo penal, lo laboral y lo
minero, ya que las prioridades ambientales son distintas en cada unidad federal.
Bastaría que el Congreso nacional normase las materias delegadas que considerase
oportuno incluir y dejase el resto al criterio de los códigos o las leyes generales
locales. De modo que la multiplicidad de fuentes se reduciría a 2: nacional local.
b) la uniformidad legislativa podría restar agilidad y dar rigidez a actividades que
evolucionan con rapidez.
c) Otro condicionamiento práctico es la resistencia al cambio, ya que cuantos más
sectores económicos y sociales y grupos de interés resultasen afectados por una Ley
Nacional General del Ambiente, mayor resistencia debería afrontar. Por ello podría
ser conveniente que sólo abarcase los temas más urgentes y genéricos y limitar la
propuesta legislativa a lo más aceptado.

Fuentes jurídicas externas

La extensión internacional del ambiente, la globalidad de sus problemas y su


integración con el ser humano hacen necesario que sea normado a nivel
internacional. Esto se hace especialmente en el sistema de las ONU.
Muchas veces estas normas se internalizan, sin perjuicio que sean tomadas de
manera indirecta en el ámbito nacional, resolviendo cuestiones en las que no haya
alguna fuente interna.
Además el derecho internacional condiciona el ambiente argentino mediante los
tratados, los cuales prevalecen sobre la legislación interna.
Estas normas pueden clasificarse en A) positivas clásicas cuando expresamente son
plasmadas en acuerdos internacionales; o B) positivas contemporáneas cuando son
dictadas por órganos supranacionales (no necesariamente acuerdos) y el Estado las
acepta, es decir que se relaciona con las nuevas formas de vinculación entre los
Estados.

A nivel ONU, el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA) ha


permitido promover acuerdos y crear paneles de trabajo para afrontar, a nivel
internacional, muchos de los problemas del medio ambiente. Sus recomendaciones
generan normas jurídicas que van tejiendo un vasto cuerpo jurídico internacional, pero
desordenado y confuso. Sin embargo los gobiernos no siempre las siguen porque el
programa no puede aplicarles castigos ni otro estímulo que su aprobación o
reprobación.

Normas ISO
La International Organization for Standaridization es una federación de
organizaciones no gubernamentales de alto prestigio internacional de normalización
de prácticas y materiales con sede en Ginebra. En 1991 comenzó a proyectar una
serie de normas, ISO 14000 y siguientes.
El diseño de las normas ISO para empresas de todos los tamaños y tipos en todo el
mundo permite comparar la gestión y los resultados ambientales de cualquier
empresa con la de otra de cualquier lugar del mundo. No proponen estándares
técnicos ni niveles de efluentes y emisiones, sino, metodología para evaluarlos.
El particular se somete voluntariamente a ellas para mostrar el cumplimiento de esos
extremos. No son obligatorias, salvo que una norma remita a ellas.

Jurisprudencia

Fundición de Trail (Trail Smelter)


Una fundición de plomo y cinc de propiedad privada sita en Trail (Canadá) cerca de la
frontera con EEUU, dañaba con sus emanaciones a las personas y cosas de EEUU.
El gobierno de EEUU reclama y un tribunal arbitral lauda que se trataba de un litigio
entre Estados no obstante haber sido causado el daño alegado por individuos de un
país en perjuicio de individuos de otro; que todo Estado tiene el deber de evitar que
desde su territorio se cause perjuicio a otro Estado; que el Estado canadiense era
responsable por la conducta dañosa de la fundición, por lo que le impuso la
obligación de indemnizar al de los Estados Unidos y tomar medidas para evitar daños
a ese país vecino; que ambos gobiernos podrían inspeccionar recíprocamente la
fundición y los lugares afectados; y que si, a pesar de las medidas que se tomasen, el
daño se produjese, renacería la obligación de indemnizar.

Lago Lanós
El gobierno de Francia comenzó a desviar aguas del lago Lanós para generar energía y
luego restituirlas aguas abajo al río Carol, que lleva el agua del lago aludido hacia
España. El gobierno de España se opuso al desvío con el argumento de que el
derecho consuetudinario internacional requería el acuerdo previo entre los ribereños
para generar la alteración sustancial proyectada del sistema de aguas que fluía de
Francia a España. Francia contestó que el acuerdo previo no era necesario por cuanto
la desviación no modificaba el régimen del río en España.
El laudo arbitral rechazó la pretensión de España fundándose en que ninguna
costumbre ni principio de derecho internacional exigía el acuerdo previo para el
aprovechamiento hidroeléctrico. Además España no había invocado que el desvío le
causara perjuicio alguno.
En consecuencia, atribuyó al Estado de aguas arriba la potestad de ejecutar su propio
proyecto pero con las obligaciones de suministrar información previa sobre las obras
proyectadas a instancia del Estado expuesto a las consecuencias de las obras; y
examinar las alternativas que proponga el de aguas abajo y tomar razonablemente
en consideración sus intereses.

Australia y Nueva Zelanda vs. Francia por ensayos nucleares en el Pacífico sur
En 1973, Australia y Nueva Zelanda demandaron a Francia ante la Corte Internacional
de Justicia de La Haya para que suspendiese los ensayos nucleares atmosféricos que
venía realizando desde 1966 en el atolón de Mururoa, por cuanto las partículas
radiactivas que generaban precipitaban en el territorio de las accionantes. Francia
contestó que no eran perjudiciales para la salud de los habitantes, negó la
competencia de la Corte y no se presentó por parte.
La Corte ordenó como medida cautelar que Francia se abstuviera de realizar
explosiones en la atmósfera. Pero el gobierno de Francia no acató la orden sino que
declaró unilateralmente que, después de la serie de ensayos de 1974, suspendería
los ensayos atmosféricos para iniciar los subterráneos.
Sin embargo la Corte consideró que estas declaraciones eran suficientes e implicaban
un compromiso de suspender las actuaciones. Además cuando Francia inició con las
pruebas subterráneas el mismo tribunal rechazó la pretensión de las mismas actoras
de reabrir la causa con el argumento de que esta vez eran ensayos subterráneos y
debía iniciarse una nueva causa.
Obras de Gabcíkovo-Nagymaros
Un tratado entre Hungría y Checoslovaquia acordó la construcción y la operación del
sistema de embalses de Gabcíkovo-Nagymaros en el río Danubio para generar
electricidad y facilitar la navegación y la defensa contra inundaciones. Acordó,
asimismo, que el proyecto debía preservar la calidad del agua y cumplir las
obligaciones que requiere la protección de la naturaleza.
El gobierno de Hungría fue sustituido por otro de signo político opuesto, que
suspendió las obras en 1989, denunció el tratado y, a principios de 1995, demolió lo
que se había construido en su territorio de la presa de Nagymaros para instalar un
complejo deportivo; no construyó la parte de las obras a su cargo, alegando que esa
obligación era de cumplimiento imposible porque podría contaminar las napas
subterráneas y generar el embancamiento del río en su perjuicio.
La Corte consideró que Eslovaquia, como sucesora de Checoslovaquia,  era parte en
el tratado. Además consideró que el estado de necesidad invocado por Hungría no
era tal porque el peligro no era inminente ni grave y Hungría no acreditó que en 1989
no tuviera otra alternativa que suspender las obras.
Hungría debió haber seguido el camino de la negociación o el arbitraje pactado en el
tratado o bien proponer su modificación, pero no denunciarlo unilateralmente, por lo
que la notificación que practicó a Eslovaquia, declarándolo resuelto, no bastó para
extinguirlo.

Planta de MOX del Reino Unido cuestionada por Irlanda


En 1993, British Nuclear Fuels obtuvo un permiso para construir en Sellafield una
planta procesadora de combustible MOX, mezcla de óxido de plutonio con óxido de
uranio residual, provenientes de otras plantas, que exporta principalmente al Japón.
Irlanda pidió la constitución de un tribunal arbitral en el marco de la Convención de
las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y que se impusiese al Reino Unido que
cesase el funcionamiento de la planta, y que velara porque no se transportasen esos
materiales por las aguas del mar de Irlanda y evitara toda conducta que pudiera
dificultar el cumplimiento del laudo futuro o agravar la disputa.
El tribunal no hizo lugar a la medida cautelar por considerar que Irlanda no había
demostrado el riesgo real de daño que, en cambio, el Reino Unido había acreditado
que sería mínimo, y el funcionamiento de la planta no causaría daño grave ni
perjuicio irreparable a Irlanda y declarado que no se transportarían
momentáneamente por el mar de Irlanda esos materiales. Ordenó, en consecuencia,
que las partes cooperaran y concibieran medidas para prevenir la contaminación.

Arg. Vs Uruguay por las plantas de pasta de celulosa


Uruguay lanzó un programa de implantación de la industria del papel y la celulosa
que aprovechaba su extraordinaria disponibilidad de áreas aptas para la forestación y
de agua dulce. Empresas europeas comenzaron a construir plantas de pasta de
celulosa de eucalipto próximas a Fray Bentos cerca de Argentina cuyos habitantes
comenzaron a manifestar contra la construcción de las plantas e interrumpir el
tránsito entre ambos países.
Argentina pidió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que ordenara al
Uruguay suspender la construcción y, como medida cautelar, que la suspensión fuera
inmediata.
Un primer fallo de la Corte rechazó la medida cautelar por considerar que la
Argentina no  probó que la construcción de las plantas generase un riesgo inminente
de perjuicio irreparable. Posteriormente el Uruguay pidió la medida cautelar de que
la Corte ordenase cesar la interrupción del tránsito entre los 2 Estados pero La Corte
no hizo lugar al pedido por considerar que no afectaba el litigio, ya que la
construcción de la planta había progresado significativamente a pesar del bloqueo.
La Corte Internacional de Justicia rechazó la demanda con un argumento muy
sencillo: Argentina se había limitado a pedir el cese y eventual desmantelamiento de
la planta. No invocó los instrumentos jurídicos bilaterales y multilaterales que
imponen la conformidad de la otra parte para usar el río cuya validez y vigencia
remarca el Estatuto. Tampoco invocó un daño concreto. La Corte aprovechó esa
estrechez de la petición de la actora, a quien incumbe el onus probandi en el proceso
dispositivo, y consideró que no había probado el agravio, por lo que rechazó la
demanda por falta de prueba. La Corte sentenció tomando en cuenta hechos técnicos
y en la duda rechazó la aplicación del principio precautorio de la Declaración de Río
de Janeiro de 1992, que dispone que la incertidumbre científica absoluta no excusa la
postergación de medidas para evitar la degradación ambiental como ya lo había
rechazado en el fallo Gabcíkovo-Nagymaros. 

Derecho al ambiente

El derecho al ambiente protege la integridad física y moral de la persona, el cual


aparece difuso en todo el sistema jurídico. Es un derecho natural en el sentido que la
norma solo lo reconoce (no lo crea). Además es un derecho humano y por lo tanto
jerárquicamente superior al poder del Estado. También se caracteriza por ser
universal ya que tiene fundamento en la existencia misma de la persona, toda
persona (humana o jurídica) lo tiene.
Se puede ejercer directamente sobre el ambiente, sin intermediario alguno y todos
tienen la obligación pasiva de respetarlo. Sin perjuicio de estar sometido a las leyes
que reglamentan su ejercicio. Sin embargo es un derecho operativo, por lo que la
autoridad no puede excusarse de hacerlo cumplir con el pretexto de que no está
reglamentado, es decir que la necesidad de reglamentación es práctica, facilitando su
ejercicio.
Otra característica es que se ejerce en concurrencia espacial con otros sujetos, de
modo que su ejercicio debe realizarse de modo concorde con los demás a fin de
asegurarles a todos un ámbito de validez y efectos.
La violación de este derecho puede no causar un perjuicio económico, sino a la salud,
libertad, o al goce cultural, científico o estético. No obstante puede corresponder una
indemnización económica a modo de resarcimiento, pero este no es esencial. O sea
que la evaluación económica del perjuicio no es condición de la acción sino una
etapa del eventual proceso indemnizatorio.

Orden público ambiental


Muchas normas ambientales son de orden público, es decir que las convenciones
particulares no pueden dejarlas sin efecto. Sin embargo no todas las normas
ambientales son de orden público, o sea que el solo motivo de que una norma sea
ambiental no la hace ipso iure de orden público. Por lo tanto quien alegue que una
norma ambiental es de orden público deberá justificarlo.
Se recurre a esta calificación para prohibir actividades futuras lesivas del ambiente o
para imponer modificaciones en construcciones o prohibir actividades que
previamente había autorizado (toda concesión o autorización para ejercer un
derecho sobre el ambiente se debe entender sin perjuicio a terceros).

Derecho a participar en la decisión y la gestión ambiental


Es bueno que el individuo administre su propio ambiente y concierte con sus
semejantes el ordenamiento y la administración del que comparte. Ya que de este
modo se logra una aceptación anticipada de actividades necesarias para el desarrollo
que puedan generar dificultades ambientales.
El mejoramiento creciente de los medios de comunicación facilita esta participación
ciudadana en materia ambiental.
El principio 10 de la Declaración de Rio de Janeiro de 1972 establece que el mejor
modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los
ciudadanos interesados en el nivel que corresponda. En el plano nacional toda
persona deberá tener la oportunidad de participar en los procesos de adopción de
decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la
participación del público poniendo la información a disposición de todos.

Uno de los objetivos del art. 2 de la ley General del Ambiente (25.675) impone a la
política ambiental nacional el deber de fomentar la participación social en los
procesos de toma de decisiones. Además el art. 10 establece que el proceso de
ordenamiento ambiental debe promover la participación social en las decisiones
fundamentales del desarrollo sustentable. Y en el art. 19 reglamenta el ejercicio de la
participación ciudadana, muy cercano a la participación social, cuando reconoce a
toda persona el derecho a opinar en procedimientos administrativos que se
relacionen con la preservación y la protección del ambiente de alcance general, sean
de incidencia general o particular. Finalmente encomienda a las autoridades
institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas obligatorias para
la autorización de aquellas actividades que puedan generar efectos negativos y
significativos sobre el ambiente. La participación ciudadana deberá asegurarse,
principalmente, en los procedimientos de evaluación de impacto ambiental y en los
planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio, en particular, en las
etapas de planificación y evaluación de resultados (21). Sin embargo la opinión u
objeción de los participantes no será vinculante para las autoridades convocantes
(20).

Derecho a la información ambiental


Según la RAE, la información es toda comunicación o adquisición de conocimientos
que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada.
Por lo que la información pública es aquella que se encuentra en poder del Estado.
Lo importante de este derecho es tener el acceso efectivo a esta información, siendo
un derecho colectivo que se ejerce de manera individual.
El conocimiento de la realidad ambiental y de las amenazas al ambiente es necesario
para adoptar decisiones acertadas y oportunas. Quien proyecte afectar el ambiente
ajeno debe informarlo oportunamente. Es una obligación ética y también jurídica,
tanto entre los individuos como entre los Estados. También hay que tener en cuenta
que el Estado tiene un acceso privilegiado a información que el individuo necesita
para protegerlo y protegerse contra riesgos, daños y perjuicios ambientales. El
derecho al ambiente implica también el derecho a acceder a toda esa información.

La CN encomienda a las autoridades proveer a la información ambiental (41.2), lo


que no sólo las obliga a proveer la propia sino implícitamente a registrar y compilar
ese tipo de información para mejor proveerla. La necesidad de hacer pública la
información se refiere tanto a la que detenta el individuo como a la que detenta el
Estado.
La Declaración de Río de Janeiro de 1992 de la CNUMAD proclamó el deber de los
Estados de facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población
poniendo la información a disposición de todos; emprender una evaluación del
impacto ambiental respecto de cualquier actividad propuesta que probablemente
haya de producir un impacto negativo considerable en el medio ambiente y que esté
sujeta a la decisión de una autoridad; notificar inmediatamente a otros Estados de
los desastres naturales u otras situaciones de emergencia que puedan producir
efectos nocivos súbitos en su medio ambiente; y  proporcionar la información
pertinente y notificar previamente y en forma oportuna a los Estados que
posiblemente resulten afectados por actividades que puedan tener considerables
efectos ambientales transfronterizos adversos y celebrar consultas con ellos en una
fecha temprana y de buena fe.

A diferencia de la CN y la CNUMAD que imponen a las autoridades la obligación de


proveer información ambiental, la ley General del Ambiente impone esa obligación a
toda persona (16). Y encomienda a la autoridad desarrollar un sistema nacional
integrado de información que administre los datos significativos y relevantes del
ambiente y evalúe la información ambiental disponible.

Según la ley de Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental (25831),


para acceder a la información ambiental no se necesita invocar ni acreditar razones
ni interés determinado. El acceso es libre y gratuito, a excepción de los gastos
vinculados con los recursos utilizados para su entrega.
Cabe destacar que la presente ley establece los presupuestos mínimos de protección
ambiental para garantizar el derecho de acceso a la información ambiental que se
encontrare en poder del Estado, tanto en el ámbito nacional como provincial,
municipal y de la Ciudad de Buenos Aires, como así también de entes autárquicos y
empresas prestadoras de servicios públicos, sean públicas, privadas o mixtas.
Por lo tanto el sujeto activo es toda persona física o jurídica. Mientras que el sujeto
pasivo es exclusivamente el sector público.
Además define a la información ambiental como toda aquella información en
cualquier forma de expresión o soporte relacionada con el ambiente, los recursos
naturales o culturales y el desarrollo sustentable. Esa información incluye tanto el
simple dato básico como el elaborado y los resultados de las evaluaciones, los
diagnósticos y aun los pronósticos que la autoridad deberá proveer siempre con la
mayor exactitud posible. Sin embargo la obligación no podrá incluir la que el Estado
no tenga derecho a hacer pública o comunicar a terceros por imperio de alguna
norma específica, como puede ser un secreto privado o comercial, una norma
estadística o impositiva o una creación intelectual.
Esta ley es de orden público.

Evaluación del impacto ambiental 


Es el proceso apto para identificar, estudiar y difundir los efectos directos e
indirectos, individuales y colectivos, mediatos e inmediatos, presentes y futuros de
toda actividad susceptible de impactar en el ambiente.
La Declaración de Río CNUMAD establece que deberá emprenderse una evaluación
del impacto ambiental en calidad de instrumento nacional respecto de cualquier
actividad propuesta que probablemente haya de producir un impacto negativo
considerable en el medio ambiente, sujeta a la decisión de una autoridad del país.
La ley General del Ambiente fija los presupuestos mínimos de la evaluación del
impacto ambiental e impone a toda obra o actividad susceptible de degradar el
ambiente, alguno de sus componentes o afectar la calidad de vida de la población en
forma significativa, la carga de ejecutar una evaluación del impacto ambiental previa.
El proceso se inicia con la presentación de una declaración jurada en la que se debe
manifestar si las obras o actividades proyectadas afectarán el ambiente, sigue con la
decisión de la autoridad de si exige o no un estudio de impacto ambiental y concluye
con la evaluación de ese impacto y la declaración mediante la cual la autoridad
aprueba o no los estudios presentados.

Auditoría ambiental
Es en una evaluación objetiva, periódica, documentada y sistemática practicada por
auditores confiables e independientes de la gestión y las instalaciones ambientales
de una empresa determinada. Sin embargo no está regulada en Argentina.

Acción ambiental

Legitimación
La legitimación requiere:
A) Derecho: una norma jurídica vigente que atribuya al actor el derecho que
pretende hacer valer. B) Calidad de parte: identidad del accionante con el sujeto a
quien la norma acuerda el derecho (legitimación activa) y del accionado con el
obligado por ella (legitimación pasiva). C) Interés: la intervención del órgano
jurisdiccional para evitar, resarcir o recomponer un perjuicio contrario a derecho. Si
careciese de interés estaría pidiéndole declaraciones abstractas. No compete a los
jueces hacer declaraciones generales o abstractas porque es de la esencia del Poder
Judicial decidir colisiones efectivas de derechos.

También está legitimado quien acciona en defensa de derechos o prerrogativas que


no le acuerdan exclusividad sobre el ambiente o sus elementos. Cualquier habitante,
incluidas las personas jurídicas, está legitimado para demandar que el Estado y los
terceros respeten ese derecho que ellos tienen el deber de proteger.
Todos los habitantes de la Nación tienen el deber de preservar el ambiente. Estos
deberes son el correlato que esos mismos ciudadanos tienen a disfrutar de un
ambiente sano, para sí y para las generaciones futuras. Ese deber se convierte en una
carga pública, lo que, a su vez, habilita a todos los habitantes para hacer efectiva la
preservación con todos los medios jurídicos y materiales necesarios.

La identificación del interés ambiental con el interés difuso es equívoca. El impacto


sobre el ambiente suele provenir de pluralidad de fuentes accionadas por gran
cantidad de sujetos y diluirse en multitud de elementos del ambiente. Sin embargo,
esa pulverización, fluidez o difusión física del impacto ambiental no implica que su
interés sea necesariamente difuso.
El interés ambiental suele estar repartido o diluido entre muchos y la vinculación
entre el interés propio y el ajeno es muy estrecha, por lo que cuando se defiende el
interés propio se está defendiendo el ajeno y recíprocamente; por lo tanto, quien
acciona en defensa del ambiente suele hacerlo también en defensa del interés ajeno,
además del suyo propio. Pero el beneficio que la acción lleva a terceros no implica
que falte interés propio.

A pesar de esto muchas normas, tanto nacionales como provinciales, identifican el


interés ambiental con el interés difuso. De modo que excusa la necesidad de justificar
el interés del actor, lo que simplifica su legitimación y le deja la única carga de
justificar su derecho.
Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades
públicas o de particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere
o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías
reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá
declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva
(43).
El art. 43 de la CN legitima explícitamente al afectado, al Defensor del Pueblo y a las
asociaciones para plantear por vía de amparo la inconstitucionalidad de normas
lesivas del derecho constitucional al ambiente.

Fallo 14 toninas overas


Un activista ambiental había accionado contra un permiso de caza de pingüinos. Un
juez de primera instancia rechazó la acción por falta de legitimación. El activista
consintió el fallo, pero buscó la segunda oportunidad mediante una acción de
amparo que logró un fallo que sirvió de modelo. Pidió que se prohibiese la captura de
catorce toninas overas cuyo dominio pertenecía al Estado hasta tanto se hiciesen
estudios acerca del impacto ambiental y faunístico que pudiera provocar. El Estado
demandado aceptó expresamente la legitimación invocada.
No hubo controversia respecto de la legitimación, por cuanto la accionada aceptó
expresamente la legitimación invocada.

Acción popular
Un modo directo de superar las limitaciones del actual régimen de la legitimación
ambiental es, precisamente, legitimar a todos y a cualquier persona para accionar en
defensa de intereses públicos sobre el ambiente sin necesidad de invocar su interés.
La ley 25.675 la implanta cuando habilita a toda persona para solicitar, mediante
acción de amparo, el cese de actividades generadoras de daño ambiental colectivo.
El mismo criterio lo siguen la CN en el art. 41 y la ley de Fauna Silvestre que legitiman a
todo habitante para accionar cuando les impone a todos ellos el deber de proteger el
ambiente, esa fauna y los bienes del dominio público

Responsabilidad por daños y perjuicios

Existe responsabilidad de quien, por su acción, por la de sus dependientes, o por


hecho de las cosas que están bajo su guarda causa un daño o perjuicio a través del
ambiente a un tercero, a sus facultades, derechos o prerrogativas; o a elementos del
ambiente total o parcialmente ajenos.
Cuando la ley 25675 establece que “el daño ambiental es toda alteración relevante
que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los
ecosistemas, o los bienes o valores colectivos” se está refiriendo al daño ambiental
de incidencia colectiva y no a los demás daños que se causa a las personas o al
ambiente de las personas.

Los daños y perjuicios ambientales en general suelen manifestarse lentamente, lo


que permite al responsable disfrutar de los beneficios que le produce causar ese
daño hasta que el perjudicado lo advierta y pida su cesación, composición o
recomposición.
Correlativamente, suelen poderse prever anticipadamente, lo que permite anticipar
medidas para evitarlos o garantizar la responsabilidad por la recomposición, incluso
la acción preventiva del Código Civil. Además suelen ser continuos o reiterados,  lo
que facilita su prueba. Sin embargo la recomposición de las cosas al estado anterior
suele ser difícil, antieconómica o imposible.
Lo expuesto aconseja prevenir el daño prohibiendo o imponiendo medidas
precautorias de seguridad. Según el principio precautorio, cuando haya peligro de
daño grave o irreversible, la ausencia de información o certeza científica no deberá
utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de
los costos para impedir la degradación del medio ambiente.

Genéricamente, mientras una norma no imponga específicamente una modalidad


especial, el sistema jurídico argentino acepta el sistema de responsabilidad objetiva
que hace plenamente responsable a quien cause un daño al ambiente o tenga bajo
su guarda o dependencia una persona o cosa que lo cause.
Para mejorar la defensa jurídica del damnificado suele privilegiárselo con
presunciones u otras medidas, como la presunción iuris tantum que todo residuo
industrial es esa cosa riesgosa.

La CN dispone que el daño ambiental generará prioritariamente la obligación de


recomponer según lo establezca la ley (41). El obligado por la norma será
indudablemente quien ocasiona el perjuicio.
La prueba de la relación causal es compleja, muy técnica, complicada y costosa,
principalmente por la falta de inmediación espacial y temporal entre la fuente del
perjuicio y quien lo sufre, la dispersión de fuentes emisoras del impacto dañoso y el
distinto efecto de la emisión dañosa, por lo que el damnificado no suele estar en
condiciones de afrontarla.
Un procedimiento práctico para obviar este inconveniente es aceptar como prueba la
producida en otros juicios, lo que requiere el debido control de las partes para no
afectar la garantía de la defensa en juicio. Asimismo, el juez puede formar su criterio
con base en las probabilidades o presunciones legales.
Para que la responsabilidad no resulte ilusoria suele obligarse a quien pueda generar
riesgo ambiental a dar garantía suficiente para respaldar su responsabilidad. La
modalidad más práctica es el seguro obligatorio de garantía a cargo del creador del
riesgo. El principal obstáculo que plantea la obligación es el cálculo de la tasa de
siniestralidad. Esa incertidumbre determina que las primas sean muy altas, lo que
desalienta la contratación del seguro. Por eso el seguro ambiental voluntario estuvo
siempre poco difundido en Argentina, sin embargo la ley 25.675 lo hizo obligatorio.
De modo que obliga a toda persona física o jurídica, pública o privada, que realice
actividades riesgosas para el ambiente, los ecosistemas y sus elementos constitutivos
a contratar un seguro de cobertura con entidad suficiente para garantizar el
financiamiento de la recomposición del daño que pudiere producir.
Otra alternativa para respaldar la eventual responsabilidad ambiental es crear
fondos para la reparación de daños ambientales, lo que se extiende en el tiempo y
socializa la garantía. Los fondos creados para la protección y la restauración
ambiental pueden destinarse eventualmente a suplir la falencia del responsable.

La ley 25.675 dispone que si en la comisión del daño ambiental colectivo hubieren


participado 2 o más personas o no fuere posible la determinación precisa de la
medida del daño aportado por cada responsable, todos serán responsables
solidariamente de la reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del
derecho de repetición entre sí, para lo que el juez interviniente podrá determinar el
grado de responsabilidad de cada persona responsable; además, que en el caso de que
el daño sea producido por personas jurídicas la responsabilidad se haga extensiva a
sus autoridades y profesionales, en la medida de su participación (31).
Además se sigue abriendo camino la tendencia a legitimar pasivamente al Estado,
cuya acción u omisión hace posible el agravio ambiental.

El CCyC deja a criterio del damnificado imponer o no al responsable del daño la


restitución de la situación al estado anterior, cuando no fuera posible,
excesivamente oneroso o abusivo la reposición a su estado anterior (1740).

El generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros es responsable


de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición sin perjuicio
de la vigencia de los sistemas de responsabilidad ambiental que correspondan. Esto
autoriza a pensar que el legislador sólo ha querido incorporar el conocido principio
contaminador-pagador enunciado como uno de los principios de la CNUMAD, el cual
establece que las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la
internalización de los costos ambientales y el uso de instrumentos económicos,
teniendo en cuenta el criterio de que el que contamina debe, en principio, cargar con
los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés público y
sin distorsionar el comercio ni las inversiones internacionales.

La ley 25675 instituye un juicio universal que permite resolver la recomposición del
ambiente en un solo proceso colectivo (30). A diferencia de la acción por clase, la
pretensión que norma el proceso es indivisible.
Este proceso colectivo ejerce fuero de atracción sobre las acciones personales
posteriores que pidan la recomposición e impone características especiales a la cosa
juzgada.
Los representantes de la comunidad que la ley designa para accionar en pos de la
recomposición del ambiente dañado son: el afectado, el Defensor del Pueblo,
asociaciones no gubernamentales y el Estado.
En caso que la reparación no fuera factible y el juez decidiera fijar una indemnización
sustitutiva, debe ordenar su depósito en el Fondo de Compensación Ambiental, el
cual es administrado por la autoridad competente de cada jurisdicción. Esta
indemnización compensa indirectamente a la comunidad por el no restablecimiento
al estado anterior del ambiente.

Normas procesales de la ley 25675


La ley General de Ambiente también contiene normas de forma para la aplicación del
régimen de responsabilidad por daño ambiental de incidencia colectiva.

1) Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental,
agregados al proceso, tendrán fuerza probatoria de informes periciales, sin perjuicio
de las partes a su impugnación.
2) El primero en deducir la demanda por daño ambiental de incidencia colectiva
desplaza a los posteriores por tratarse de un juicio universal de pretensión
indivisible, en el cual opera el fuero de atracción. Sin embargo para no desvirtuar la
garantía del acceso a la justicia y defensa en juicio, se reconoce el derecho a que los
interesados intervengan como terceros, supervisando su conducción.
3) La ley acuerda el valor de cosa juzgada y efecto erga omnes a la sentencia. Sin
embargo la sentencia rechazada por cuestiones probatorias no hará cosa juzgada.
Naturalmente, que no se puede imponer la cosa juzgada cuando se trate de un nuevo
daño aunque lo produzcan las mismas partes en el mismo lugar.

Proceso ambiental

Los códigos de procedimiento civil excepcionalmente contienen alguna norma


aplicable específicamente al ambiente, como en el de la Nación, que faculta al juez
para disponer medidas de seguridad para hacer cesar los peligros sobre los bienes
hasta la intervención de la autoridad administrativa.
Las leyes de presupuestos mínimos suelen contener normas procesales ad hoc.
Por ejemplo la ley 25.675 faculta a toda persona a opinar en procedimientos
administrativos que se relacionen con la preservación y la protección del ambiente y
manda a las autoridades a institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias
públicas. Además contiene algunas referentes a la acción de responsabilidad por
daño ambiental de incidencia colectiva. Además ha empezado a legislar un proceso
de tipo universal, apropiado para lograr la recomposición del ambiente colectivo
dañado, pero no del daño y/o perjuicio individual.
Sin embargo el Poder Ejecutivo vetó otras normas procesales que contenía.
De modo que los códigos de procedimiento civil y administrativo prácticamente
carecen de normas especiales para lo ambiental; solo hay disposiciones que afrontan
temas puntuales y de forma aislada.
Esto limita al proceso ambiental ya que el marco jurídico procesal actual no alcanza a
cubrir todas las implicancias de la problemática ambiental.

Este proceso se caracteriza por la existencia de una pluralidad de partes afectadas,


de modo que para evitar pronunciamientos contradictorios y por razones de
economía procesal, se concentran en un solo proceso, el cual según la ley general de
ambiente, tiene efecto erga omnes salvo que hubiera sido desfavorable al accionante
por falta de prueba.

Acción de clase
La acción de clase también extiende a terceros los efectos de la sentencia. Sin
embargo no está regulada en Argentina.
La acción de clase provee la vía por la cual, para evitar que numerosas demandas
dificulten la conducción del proceso, uno o más damnificados, por un mismo hecho
dañoso que se imputa al demandado, puede accionar en defensa del interés de un
grupo mayor sin que comparezcan todos sus integrantes ante el juez.
Para su aceptación se requiere que los gestores del interés de la clase invistan una
calidad tal que aseguren claramente la representación de todos los integrantes de la
clase; que los integrantes de la clase sean tantos que resulte impracticable hacerlos
comparecer a todos ante el tribunal; y que la clase sea identificable fácilmente,
estando claramente definida la comunidad de intereses en las cuestiones de hecho y
de derecho.

Similar a esta opción se encuentra la acción popular, que implica legitimar a todos y a
cualquier persona para accionar en defensa de intereses públicos sobre el ambiente
sin necesidad de invocar su interés.

Exención de la carga del costo de la acción ambiental


La acción ambiental es esencialmente cara. El sistema jurídico provee medios al
Ministerio Público para hacer frente a los costos causídicos. Pero nada dispone
respecto de los costos de las acciones particulares ni de las populares y colectivas.
Por ello algunos países crearon fondos especiales para afrontar estos gastos. Esto se
vincula con uno de los principios de la CNUMAD que establece que todo Estado
deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y
administrativos. Muchas normas de fuente interna y externa receptan este principio.
Ese derecho a la jurisdicción efectiva implica que el costo de la acción ambiental no
debería obstruir ese acceso efectivo al procedimiento, no sólo para ejercer derechos
propios, sino también cumplir el deber constitucional de preservar el ambiente.
La prerrogativa sólo beneficia a quien acciona para preservar el ambiente. Para
habilitar esa prerrogativa, el juez debe considerar si la acción tiene ese objeto. Luego,
volverá a considerarlo en el momento en que decide quién paga las costas.

Principio contaminador-pagador

Está establecido en el principio 16 de la Declaración de Río de Janeiro de la CNUMAD:


"Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internalización de los
costos ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el
criterio de que el que contamina debe, en principio, cargar con los costos de la
contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés público y sin distorsionar
el comercio ni las inversiones internacionales".
Al imponerse de este modo la internalización del costo ambiental, se priva a quien
genera el riesgo o daño de la ventaja que se arrogara, de disminuir sus costos
globales a expensas del ambiente ajeno.
Si bien el valor jurídico que se buscó proteger directamente en su origen fue la libre
competencia, también protege un valor ambiental, ya que impone a quien ejecute un
acto que dañe o genere riesgo de daño al ambiente la obligación de orden público de
pagar siempre, (aun cuando el perjudicado no lo pida) por ese daño o riesgo. Pagará
aun por la simple generación de un riesgo de contaminación y aun cuando el
perjuicio no se produzca. Tiene un efecto disuasorio de malas prácticas ambientales,
ya que induce al obligado a dejar de contaminar, pero para eso el pago ha de ser
imperativo.

La ley General de Ambiente acepta implícitamente este principio en lo que llama


"principio de responsabilidad" para la interpretación y la aplicación de sus normas y
de toda ley a través de la cual se ejecute la política ambiental. Y dispone que el
generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros es responsable
de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición sin perjuicio
de la vigencia de los sistemas de responsabilidad ambiental que correspondan.
Igualmente el sistema de responsabilidad objetiva del CCyC es más amplio.

Ley de Protección Ambiental para los Bosques Nativos (26.331)

Los bosques nativos son ecosistemas forestales naturales, compuestos


predominantemente por especies arbóreas nativas, maduras, con diversas especies
de flora y fauna asociadas, en conjunto, con el medio que las rodea, que conforman
una trama interdependiente con características propias y múltiples funciones, que en
su estado natural le otorgan al sistema una condición de equilibrio dinámico y que
brinda diversos servicios ambientales a la sociedad, además de los diversos recursos
naturales con posibilidad de utilización económica, tanto los de origen primario, como
los resultantes de una recomposición o restauración voluntaria.
Exceptúa de sus imposiciones a los aprovechamientos realizados en propiedades
menores a 10 hectáreas, de comunidades indígenas o de pequeños productores.

Son objetivos de la presente ley:


a) Promover la conservación mediante el Ordenamiento Territorial de los Bosques
Nativos y la regulación de la expansión de la frontera agropecuaria y de cualquier
otro cambio de uso del suelo;
b) Implementar las medidas necesarias para regular y controlar la disminución de la
superficie de bosques nativos existentes, tendiendo a lograr una superficie
perdurable en el tiempo;
c) Mejorar y mantener los procesos ecológicos y culturales en los bosques nativos
que beneficien a la sociedad;
d) Hacer prevalecer los principios precautorio y preventivo, manteniendo bosques
nativos cuyos beneficios ambientales o los daños ambientales que su ausencia
generase, aún no puedan demostrarse con las técnicas disponibles en la actualidad;
e) Fomentar las actividades de enriquecimiento, conservación, restauración
mejoramiento y manejo sostenible de los bosques nativos.

Las categorías de conservación de los bosques nativos son las siguientes:


- Categoría I (rojo): sectores de muy alto valor de conservación que no deben
transformarse. Incluirá áreas que por sus ubicaciones relativas a reservas, su valor de
conectividad, la presencia de valores biológicos sobresalientes y/o la protección de
cuencas que ejercen, ameritan su persistencia como bosque a perpetuidad, aunque
estos sectores puedan ser hábitat de comunidades indígenas y ser objeto de
investigación científica.
- Categoría II (amarillo): sectores de mediano valor de conservación, que pueden
estar degradados pero que a juicio de la autoridad de aplicación jurisdiccional con la
implementación de actividades de restauración pueden tener un valor alto de
conservación y que podrán ser sometidos a los siguientes usos: aprovechamiento
sostenible, turismo, recolección e investigación científica.
- Categoría III (verde): sectores de bajo valor de conservación que pueden
transformarse parcialmente o en su totalidad aunque dentro de los criterios de la
presente ley.

Todo desmonte o manejo sostenible de bosques nativos requerirá autorización por


parte de la Autoridad de Aplicación de la jurisdicción correspondiente. No podrán
autorizarse desmontes de bosques nativos clasificados en las Categorías I (rojo) y II
(amarillo).
Las personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, que soliciten autorización para
realizar manejo sostenible de bosques nativos clasificados en las categorías II y III,
deberán sujetar su actividad a un Plan de Manejo Sostenible de Bosques Nativos que
debe cumplir las condiciones mínimas de persistencia, producción sostenida y
mantenimiento de los servicios ambientales que dichos bosques nativos prestan a la
sociedad. Lo mismo para quien solicite realizar desmontes de los bosques categoría
verde.
Para el otorgamiento de la autorización de desmonte o de aprovechamiento
sostenible, la autoridad de aplicación de cada jurisdicción deberá someter el pedido
de autorización a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental. Siendo
obligatoria su presentación para el caso de desmonte; y en caso de manejo
sostenible solo cuando tenga el potencial de causar impactos ambientales
significativos.
Ley Defensa, Mejoramiento y Ampliación de Bosques (13.273)

Entiéndase por bosque, a los efectos de esta ley, toda formación leñosa, natural o
artificial, que por su contenido o función sea declarada en los reglamentos
respectivos como sujeta al régimen de la presente ley.
Por tierra forestal, a los mismos fines, aquella que por sus condiciones naturales,
ubicación o constitución, clima, topografía, calidad y conveniencias económicas, sea
declarada inadecuada para cultivos agrícolas o pastoreo y susceptible en cambio, de
forestación, y también aquellas necesarias para el cumplimiento de la presente ley.
Quedan sometidos a las disposiciones de la presente ley:
a) Los bosques y tierras forestales que se hallen ubicados en jurisdicción federal;
b) Los bosques y tierras forestales de propiedad privada o pública ubicados en las
provincias que se acojan al régimen de la presente ley
c) Los bosques protectores y tierras forestales ubicados en el territorio provincial.

Los bosques se clasifican en:


a) Protectores; aquellos que por su ubicación sirvieran, conjunta o separadamente
para fines de defensa nacional, proteger el suelo, aguas, acción de elementos,
vientos, albergue y proteja flora o fauna.
b) Permanentes; aquellos que por su destino, constitución de su arboleda y/o
formación de su suelo deban mantenerse.
c) Experimentales; destinados a estudios.
d) Montes especiales;  los de propiedad privada creada con miras a la protección u
ornamentación de extensiones agrícolas, ganaderas o mixtas.
e) De producción; los naturales o artificiales de los que resulte posible extraer
periódicamente productos o subproductos forestales de valor económico mediante
explotaciones racionales.

Queda prohibida la devastación de bosques y tierras forestales y la utilización


irracional de productos forestales.
Los propietarios, arrendatarios, usufructuarios o poseedores a cualquier título de
bosques no podrán iniciar trabajos de explotación de los mismos sin la conformidad
de la autoridad forestal competente, que deberán solicitar acompañando el plan de
trabajo.

Minería

Desde el punto de vista legal, una mina es la concesión otorgada por la autoridad
competente; desde un punto de vista geológico es un yacimiento de minerales y/o
metales; en cambio una concepción económica sugiere que hay una mina cuando por
la calidad o forma de presentación de un yacimiento permite su explotación para
generar un beneficio.

Dominio de las minas


1. La teoría regalista: que considera que hay un dueño originario y éste es el
Estado (son bienes de dominio privado). Implica una distinción entre la propiedad
minera y la superficial. Además el Estado no puede desarrollar actividades mineras,
por lo que se transfiere al particular la propiedad de la mina, a perpetuidad, para
explotación. Esta teoría es la que más se utiliza en el Código de Minería.
2. La teoría de la accesión: que considera que hay un dueño originario, pero este es el
superficiario (dueño del terreno debajo del cual se encuentran los minerales)
3. La teoría de la res nullius (cosas de nadie): considera que no hay un dueño
originario. No son inicialmente de nadie y pasarán a ser de quien las descubre y
decide explotarlas.

Las minas se dividen en 3 categorías:


1) Minas de las que el suelo es un accesorio, que pertenecen exclusivamente al
Estado, y que sólo pueden explotarse en virtud de concesión legal otorgada por
autoridad competente. (Teoría regalista)
2) Minas que, por razón de su importancia, se conceden preferentemente al dueño
del suelo; y minas que, por las condiciones de su yacimiento, se destinan al
aprovechamiento común. (Teoría de la accesión y res nullius)
3) Minas que pertenecen únicamente al propietario, y que nadie puede explotar sin
su consentimiento, salvo por motivos de utilidad pública. (Teoría de la accesión)

Las minas son bienes privados de la Nación o de las Provincias, según el territorio en
que se encuentren. El Estado no puede explotar ni disponer de las minas (solo otorga
concesiones), por lo tanto se concede a los particulares la facultad de buscar minas,
de aprovecharlas y disponer de ellas como dueños.
Las minas son bienes inmuebles (al igual que las cosas destinadas a la explotación
con el carácter de perpetuidad) y forman una propiedad distinta de la del terreno en
que se encuentran; pero se rigen por los mismos principios que la propiedad común,
salvo las disposiciones especiales de este Código.
Las minas se conceden a los particulares por tiempo ilimitado.

Toda persona física o jurídica puede solicitar de la autoridad permisos exclusivos para
explorar un área determinada, por el tiempo y en la extensión que señala la ley. Los
titulares de permisos de exploración tendrán el derecho exclusivo a obtener
concesiones de explotación dentro de las áreas correspondientes a los permisos.
El permiso es indispensable para hacer cualquier trabajo de exploración.
Desde el día de la presentación de la solicitud corresponderá al explorador el
descubrimiento que, sin su previo consentimiento, hiciere un tercero dentro del
terreno que se adjudique el permiso.

Las minas se adquieren en virtud de la concesión legal otorgada por autoridad


competente. Son objeto de concesión: A) Los descubrimientos; B) Las minas
caducadas y vacantes.
Hay descubrimiento cuando, mediante una exploración autorizada o a consecuencia
de un accidente cualquiera, se encuentra un criadero antes no registrado.
Es primer descubridor el que primero solicita el registro, siempre que la prioridad de
la presentación no resulte de dolo o fraude.
La extensión del terreno dentro de cuyos límites puede el minero explotar su
concesión, se llama pertenencia. En principio es de 300x200 pero puede darse otras
formas cuando atendidas las condiciones del terreno o del criadero, sea necesario
para una más útil explotación.
El minero es dueño de todos los criaderos que se encuentren dentro de los límites de
su pertenencia, cualesquiera que sean las sustancias minerales que contengan.
Ampliar una pertenencia es agregarle otra pertenencia igual en forma y dimensiones.
Hay derecho a la ampliación cuando las labores subterráneas de la pertenencia se
hubieran internado o estuviesen próximas a internarse en terreno vacante, o sea
cuando haya una distancia menor a 40 mts.

Servidumbre
Verificada la concesión, los fundos superficiales y los inmediatos en su caso, quedan
sujetos a las servidumbres siguientes, previa indemnización:
1) La de ser ocupados en la extensión conveniente, con habitaciones, oficinas,
depósitos, hornos de fundición, máquinas de extracción, máquinas de beneficio para
los productos de la mina, con canchas, terreros y escoriales.
2) La ocupación del terreno para la apertura de vías de comunicación y transporte,
sea por los medios ordinarios, sea por tranvías, ferrocarriles, canales u otros, hasta
arribar a las estaciones, embarcaderos, depósitos, caminos públicos o particulares más
próximos o más convenientes, y a los abrevaderos, aguadas y pastos.
3) El uso de las aguas naturales para las necesidades de la explotación, para la bebida
de las personas y animales ocupadas en la faena y para el movimiento y servicio de las
máquinas. Este derecho comprende el de practicar los trabajos necesarios para la
provisión y conducción de las aguas.
4) El uso de los pastos naturales en terrenos no cercados.
Las servidumbres se constituyen, previa indemnización del valor de las piezas de
terreno ocupadas y de los perjuicios consiguientes a la ocupación.

Responsabilidad
El propietario de una mina es responsable de los perjuicios causados a terceros,
tanto por los trabajos superficiales como por los subterráneos, aunque estos
perjuicios provengan de accidentes o casos fortuitos.

La responsabilidad del dueño de la mina cesa:


1 Cuando los trabajos perjudicados han sido emprendidos después de la concesión
sobre lugares explotados, o en actual explotación, o en dirección de los trabajos en
actividad, o sobre el criadero manifestado o reconocido.
2 Cuando después de la concesión se emprenda cualquier trabajo sin previo aviso a
la autoridad ni citación del dueño de la mina.
3 Cuando se continúen trabajos suspendidos un año antes de la concesión.
4 Cuando el peligro para las obras o trabajos que se emprendan, existía antes o era
consiguiente a la nueva explotación.

Amparo minero
Las minas son concedidas a los particulares mediante un canon anual por pertenencia
y que el concesionario abonará al Gobierno de la Nación o de las Provincias, según la
jurisdicción en que las minas se hallaren situadas.
En principio la propiedad minera solo se extingue con la extinción de la mina, es decir
que es irrevocable salvo por incumplimiento o abandono.
Opera el amparo minero por falta de trabajo en la mina (salvo estacionalidad); falta
de pago del canon cada 6 meses; y por falta de inversión.

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