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Santiago, treinta y uno de enero de dos mil dieciocho.

VISTOS :
En estos autos Rol N° 6548-2013 del Vigésimo Primer Juzgado
Civil de Santiago sobre juicio ordinario de indemnizaci ón de perjuicios,
caratulados “Calderón Torrontegui, Renata Pascal y Torrontegui
González, Katherine con Clínica Las Violetas S.A., Fern ández Lobos
María y otro”, por sentencia de veintisiete de enero de dos mil diecis éis,
escrita a fojas 619 y siguientes, la juez titular del referido tribunal acogió
parcialmente la demanda principal condenando a los demandados Jorge
Miranda Flieller, María Adriana Fernández Lobos por su incumplimiento
contractual y a la Clínica Las Violetas S.A. por su responsabilidad
extracontractual al pago solidario de $2.177.033 por concepto de da ño
emergente y $50.000.000 a título de daño moral, con los incrementos que
indica. Asimismo, acogió la demanda subsidiaria por responsabilidad
extracontractual deducida en representación de la hija de la demandante
únicamente en cuanto condenó solidariamente a los tres demandados al
pago de $10.000.000 a favor de los herederos de Renata Calder ón
Torrontegui, por concepto de daño moral, sin costas.
Los demandados Miranda Flieller y Fernández Lobos dedujeron
recurso de apelación en contra de dicho fallo, adhiri éndose la parte
demandante, y una sala de la Corte de Apelaciones de esta ciudad, por
resolución de veintiocho de diciembre de dos mil diecis éis, rolante a fojas
734 y siguientes, lo confirmó, con declaración de que las sumas a cuyo
pago se condena solidariamente a las demandadas respecto a la demanda
principal constituyen obligaciones simplemente conjuntas, debiendo cada
uno de los demandados que impugnaron el fallo concurrir en un tercio de
las sumas fijadas.
En contra de esta última decisión, los demandados María Adriana
Fernández Lobos y Jorge Miranda Flieller y la actora interponen recursos
de casación en el fondo.

Se trajeron los autos en relación.

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Y TENIE ND O EN CONSIDERACI ÓN:
PRIME RO: Que en su recurso deducido a fojas 742 la defensa
de María Adriana Fernández Lobos reclama en primer lugar que los
jueces vulneran, por errónea aplicación, las normas contenidas en los
artículos 1545, 1546, 1547, 1551, 1553, 1556, 1557, 1558 y 1559 del
Código Civil, en relación a los artículos 44, 1437, 1438, 1444, 1445,
1449, 1511 inciso primero, 1538, 1562 inciso primero del mismo c ódigo;
112 inciso primero, 113 inciso primero y segundo y 117 incisos primero y
segundo del Código Sanitario.
Ello sucede, en su opinión, porque los jueces declaran
erróneamente su responsabilidad contractual sin que haya sido parte del
contrato de prestación de servicios médicos que el fallo declara infringido,
afirmando ser ajena a la convención celebrada entre la madre de Renata
Calderón Torrontegui y el médico Miranda Flieller ya que no es dable
extender ese vínculo a su parte por el solo hecho de haber asistido al
médico que estaba a cargo del procedimiento, circunstancia que a su vez
impide constituirla en mora respecto de una obligaci ón que no adquiri ó,
afirmando que aquellos deberes que le son exigibles, estatuidos en los
artículos 112 inciso primero, 113 inciso primero y segundo y 117 incisos
primero y segundo del Código Sanitario fueron satisfechos debidamente,
pues tales disposiciones determinan su ámbito de actuaci ón y la
responsabilidad que le cabe, distinta a la que corresponde al médico.
En segundo término refiere que en relaci ón a la decisi ón adoptada
respecto a la demanda subsidiaria de indemnización de perjuicios por
responsabilidad extracontractual, el fallo conculca los art ículos 44, 2314,
2316 inciso primero, 2317 y 2329 del Código Civil, en relaci ón a los
artículos 1437 y 2284 del mismo código; 112 inciso primero, 113 incisos
primero y segundo y 117 incisos primero y segundo del C ódigo Sanitario,
arguyendo que los juzgadores le imponen una condena sin que a su
respecto concurran los presupuestos del régimen de responsabilidad
aquiliana, al declarar el fallo que incurrió en la producci ón de un da ño

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imputable por haber desestimado los síntomas de sufrimiento fetal,
conducta que podrá ser reprochada al médico pero no a su parte en
razón del ámbito de sus atribuciones y obligaciones de colaboraci ón
dispuestas en las normas del Código Sanitario que se dan por infringidas,
de modo que no es posible tener por concurrentes a su respecto los
presupuestos de la responsabilidad extracontractual relativos a la comisi ón
de un hecho ilícito doloso o culposo y la necesaria relaci ón de causalidad
entre ese hecho y el daño reclamado.
SEGUNDO : Que en su recurso de fojas 762 la defensa del
demandado Jorge Miranda Flieller también aduce que la sentencia
incurre en numerosos errores de derecho que ameritan su invalidación.
En primer término reclama el quebrantamiento de los art ículos
1699 y 1700 del Código Civil, en relación a los artículos 342 y 426 del
Código de Procedimiento Civil y los art ículos 47, 1712, 1437, 1438, 1545
y 1556 del código sustantivo, aseverando que la infracci ón a las normas
reguladoras de la prueba incide en la incorrecta aplicaci ón de las
disposiciones que regulan al contrato de la especie, ya que el fallo
concluye que esa convención fue incumplida por su parte al haber
desatendido los signos de sufrimiento fetal que presentaba la menor
Renata Calderón Torrontegui durante su nacimiento, omisión que fue
determinada a través de presunciones judiciales basadas principalmente
en las declaraciones de los testigos de oídas que comparecieron al
proceso, desconociendo sin embargo la existencia de la epicrisis de la
primera hospitalización de la menor en el Hospital San Borja Arriar án,
instrumento público acompañado de contrario que, a falta del registro de
monitoreo de latidos cardiofetales, constituye un antecedente que permite
descartar el sufrimiento fetal que la sentencia ha dejado asentado ya que
en él se expresa que el monitoreo fue normal, conclusión a la que arriban
los médicos que suscriben ese informe teniendo a la vista el registro de
latidos cardiofetales. No obstante, al no considerar los juzgadores ese
elemento no es posible elaborar la presunción que determina la existencia

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del hecho sobre cuya base acceden a la pretensión resarcitoria,
atribuyéndole el incumplimiento del contrato en razón de un hecho
erróneamente asentado.
Similar reclamo efectúa al denunciar, en segundo término, la
violación de los artículos 1699 y 1700 del Código Civil, en relaci ón a los
artículos 342 y 426 del código adjetivo y 47, 1712, 1437, 2284, 2314,
2316 y 2329 del sustantivo, tocante ahora a los presupuestos de
procedencia de la responsabilidad extracontractual en relaci ón a los daños
sufridos por la hija de la actora, puesto que la falta de valoraci ón de la
epicrisis ya referida conduce a los juzgadores a declarar la procedencia de
la indemnización a pesar de que tal antecedente permite concluir que su
parte no incurrió en la comisión de un hecho ilícito dañoso pues
demuestra que la menor no presentó síntomas de sufrimiento fetal.
En tercer lugar alega el quebrantamiento de los art ículos 2317,
1437 y 1511 del Código Civil, en relaci ón a los art ículos 2284, 2314,
2316 y 2329 de ese mismo texto legal, arguyendo que en la especie no
concurre la hipótesis de coautoría de un cuasidelito civil, requisito
necesario para que exista la solidaridad que declara el fallo en el marco
de la responsabilidad extracontractual demandada subsidiariamente, toda
vez que en el caso de autos no es posible asentar un concurso de autores
si las actuaciones de los demandados se efect úan en diversos tiempos y
lugares, sin que concurra el supuesto fáctico imprescindible para la
declaración que efectúan los jueces, la que tampoco se fundamenta en
ninguna de las fuentes a que hace referencia el art ículo 1437 del C ódigo
Civil.
TERCERO : Que, a su turno, la actora asevera en su recurso de
casación de fojas 755 y siguientes que la sentencia conculca los art ículos
2317 inciso segundo y 1526 N° 3 del Código Civil al declarar que la
obligación indemnizatoria por la responsabilidad contractual de los
facultativos es simplemente conjunta, postulando que debieron ser
considerados como solidariamente responsables de los perjuicios causados

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a la demandante.
CUARTO: Que para un mejor entendimiento del contexto en el
cual las partes desarrollaron sus argumentaciones y pretensiones es
conveniente señalar que a fojas 9 compareci ó Katherine Torrontegui
González por sí y en representación de su hija Renata Calderón
Torrontegui interponiendo dos demandas de indemnizaci ón de perjuicios,
fundadas ambas en las conductas desplegadas por los demandados en el
procedimiento de parto efectuado el 14 de junio del año 2009 en las
dependencias de la Clínica Las Violetas S.A., que estuvo a cargo del
médico Jorge Miranda Flieller, asistido por la matrona Mar ía Adriana
Fernández Lobos, acusando que al constatar el m édico que la hija de la
demandante venía en una posición incorrecta, decidió junto a la matrona
acomodarla manualmente, procedimiento en el cual la frecuencia
cardíaca de la criatura bajó abruptamente de 160 a 60 latidos por
minuto, sin advertir los síntomas de sufrimiento fetal ni estimar necesario
cambiar el monitor cardiológico que registra los latidos, cuyo papel se
había acabado.
La criatura sufrió asfixia por el cordón umbilical que ven ía
enredado en su cuello, circunstancia que ameritaba efectuar un parto por
cesárea y no por vía vaginal, como en definitiva sucedió.
Indica que el personal médico procedió a reanimar a la reci én
nacida, que luego fue mantenida en incubadora durante dos d ías y que
debió ser ventilada manualmente en razón del paro respiratorio que
sufrió. Posteriormente fue trasladada a la Clínica D ávila donde fue
conectada a un ventilador mecánico durante tres d ías para estabilizarla y
luego al Hospital San Borja, permaneciendo más de dos meses en esa
institución, constatándose un severo daño neurológico manifestado en
epilepsia, insuficiencia suprarenal, ceguera, tetraparesis esp ástica y
transtornos en la deglución.
Demandó en primer lugar el incumplimiento del contrato de
prestación de servicios médicos celebrado con el m édico y la matrona,

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imputándoles negligencia en el procedimiento de manipulaci ón y rotaci ón
de la menor -pues no advirtieron la circular del cordón umbilical en su
cuello- e imprudencia al insistir en un parto vaginal y no mediante
cesárea, como la situación recomendaba en razón del sufrimiento fetal
manifestado en la baja del ritmo cardiaco, reprochándoles tambi én haber
persistido en el procedimiento pese a que el papel del monitor cardiaco se
agotó y no fue repuesto, artefacto cuya mantenci ón es de cargo de la
clínica demandada a cuyo respecto imputó responsabilidad civil
extracontractual por esa circunstancia y la falta de control de su personal,
reclamando el resarcimiento de los perjuicios patrimoniales y extra
patrimoniales sufridos a consecuencia de tales infracciones contractuales y
legales.
Para el evento que no fuera acogida la demanda principal respecto
de su hija en relación a la responsabilidad contractual que allí se reclam ó,
en subsidio y en su representación dedujo acción de indemnizaci ón de
perjuicios en sede extracontractual sobre la base de los hechos ya
reseñados.
Clínica Las Violetas S.A. contestó la demanda afirmando haber
cumplido sus obligaciones y precisando que la atención del parto no es de
su cargo pues estaba bajo la exclusiva responsabilidad de sus
codemandados, estándole vedado intervenir en las decisiones adoptadas
por el equipo médico, actuaciones que, con todo, calific ó de correctas,
oportunas y adecuadas. Aseveró que no se present ó ning ún signo
anómalo o sospechoso de sufrimiento fetal que justificara la indicaci ón de
una cesárea; que la circunstancia de haber nacido la menor con una
circular de cordón al cuello tampoco ameritaba ese procedimiento; que el
cuadro de asfixia neonatal es una complicaci ón inherente a todo parto
siendo imposible de prever y evitar y que los tratamientos que se le
prestaron con posterioridad fueron acordes y necesarios a la condici ón
que presentaba la recién nacida. Arguyó, por ende, la falta de
concurrencia de los presupuestos previstos en el art ículo 2322 del C ódigo

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Civil, que su parte actuó con la debida diligencia y cuidado, que en la
especie se obró de conformidad a la lex artis, que los hechos generadores
del daño serían atribuibles a un caso fortuito o fuerza mayor y, en fin, la
improcedencia de la condena solidaria, tanto por la ausencia de fuente
contractual, cuanto porque no concurren los presupuestos del art ículo
2317 del Código Civil.
Por su parte el médico Jorge Miranda Flieller expres ó, en lo que
interesa, que el trabajo de parto progres ó satisfactoriamente sin que la
recién nacida presentara baja sostenida de latidos cardiofetales durante el
período expulsivo y que tampoco pudo sufrir asfixia ya que la circular del
cordón no la estrangulaba, explicando que la menor fue trasladada a un
centro hospitalario de mayor complejidad porque dos d ías despu és de su
nacimiento presentó un paro cardiorespiratorio.
Opuso la excepción de falta de legitimaci ón activa para demandar
por la recién nacida en sede contractual y la de caso fortuito en relaci ón
a la circular de cordón que presentó la menor al nacer, postulando
también que no existió incumplimiento contractual culpable de su parte
en relación a las actuaciones que desplegó –precisando que sus
obligaciones son de medios y no de resultados- y que los daños sufridos
por Renata Calderón no fueron consecuencia de un sufrimiento fetal
antenatal.
Cuestionó también los presupuestos de la solidaridad reclamada en
sede contractual y extracontractual, aseverando que los actos negligentes
imputados por la actora no constituyen una hip ótesis de coautor ía de un
delito o cuasidelito civil en los términos del artículo 2317 del Código Civil
La demandada María Adriana Fernández Lobos no contest ó la
demanda.
QUINTO: Que en cuanto interesa a los recursos recién reseñados
la sentencia dejó asentados, como hechos de la causa, los siguientes:
1.- Entre la demandante Katherine Torrontegui González y el
demandado Jorge Miranda Flieller existió un contrato de prestaci ón de

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servicios médicos en virtud del cual este último se encarg ó de asistir el
nacimiento de la menor Renata Calderón Torrontegui, acaecido a las
16:35 horas del 14 de junio de 2009 en la Clínica Las Violetas mediante
parto vaginal.
2.- La demandada María Adriana Fernández Lobos tambi én fue
parte de esa convención al participar en el procedimiento de parto en su
condición de matrona.
3.- El control de embarazo fue normal y no evidenci ó anomal ías
perceptibles con anterioridad al parto.
4.- Durante el trabajo de parto se acab ó el papel del monitor
cardiofetal, por lo que se cambió el monitor a uno port átil con se ñal
audible que no dejó registro de la frecuencia cardiaca de la menor,
frecuencia que en dicho lapso disminuyó a no menos de noventa latidos
por minuto, circunstancia que fue advertida por la matrona inform ándola
al médico y que en definitiva fue desestimada por ambos profesionales.
5.- Clínica Las Violetas S.A. no contaba con unidad de cuidados
intensivos neonatal y no proveyó los insumos necesarios para que operara
el monitor cardiofetal, y
6.- La recién nacida presentó daño neurológico severo originado
por una asfixia neonatal que se produjo al momento del parto,
causándole daños físicos irreversibles y alterando el diario vivir de la
madre, quien debió sobrellevar la enfermedad, tratamiento y costos de su
hija hasta su deceso, acaecido el 6 de agosto de 2013, gener ándole un
daño emocional.
SEXTO: Que sobre la base del presupuesto f áctico reci én
reseñado los sentenciadores concluyen que los demandados Miranda
Flieller y Fernández Lobos incumplieron gravemente la obligaci ón de
cuidado que impone el contrato de prestación de servicios m édicos al
desestimar los síntomas de sufrimiento fetal manifestados en la baja de los
latidos cardiofetales de la menor, incumplimiento que a su vez constituye
un ilícito civil por infracción al deber general de cuidado que genera

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responsabilidad contractual para los prestadores de salud que son parte
del contrato y responsabilidad extracontractual de los mismos facultativos
en relación a los daños reclamados a nombre de la menor Renata
Calderón Torrontegui, que no fue parte de la convención de la especie.
Asimismo, declaran la responsabilidad de la Clínica Las Violetas
S.A. consistente en no haber brindado las prestaciones suficientes para
evitar el daño de la menor, obligación que debía satisfacer aun cuando no
fuera parte del contrato de prestación de servicios m édicos celebrado
entre la actora y sus codemandados, infringiendo as í el deber general de
cuidado que le es exigible.
En consecuencia, acogen la demanda principal condenando a los
demandados al pago de $2.173.033 por el daño emergente que result ó
comprobado y la suma de $50.000.000 por el daño moral sufrido por
Katherine Torrontegui González, obligación que los jueces de segundo
grado califican como simplemente conjunta y no solidaria como ven ía
declarada en el fallo de primer grado, “porque la solidaridad que
reclama la actora no ha sido determinada en este caso por el testamento,
la convención o la ley ni ha permitido esta última al juez decidirla,
careciendo entonces de fuente que justifique la solidaridad pretendida, de
modo que el médico y matrona demandados –únicos que impugnaron el
fallo de primer grado- deben concurrir al pago en la proporci ón de un
tercio de cada una de ellas”.
En cuanto a la demanda subsidiaria, los jueces también hacen lugar
a lo pedido e imponen a los demandados el pago de la cantidad de
$10.000.000 por el daño moral sufrido por la menor Renata Calder ón
Torrontegui, cantidad que ordenan pagar a sus herederos, obligaci ón que
al tener como origen la responsabilidad extracontractual y como fuente el
cuasidelito civil, en los términos del inciso primero del artículo 2317 del
Código Civil, es solidaria, pues se trata de un delito o cuasidelito ha sido
cometido por dos o más personas, siendo cada una de ellas solidariamente
responsable de todo perjuicio procedente del delito o cuasidelito, salvas

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las excepciones de los artículos 2323 y 2328 del mencionado c ódigo,
explicando los juzgadores a este respecto que “si bien en el caso de autos
las acciones u omisiones que se han calificado de negligentes son distintas
para cada uno de los demandados (o al menos entre los demandados
personas naturales y la Clínica Las Violetas S.A.), resulta procedente
estimar que el cuasidelito ha sido cometido por dos o m ás personas como
dispone la norma citada, pues fue la confluencia de todas esas acciones y
omisiones culposas la que en definitiva influyó de manera directa en la
causación del resultado dañoso, considerando además que no se ha
atribuido a la Clínica responsabilidad por el hecho ajeno de aquella
regulada en el artículo 2320 del citado Código”.
S ÉPTIMO: Que emprendiendo el análisis de los arbitrios de
nulidad ya referidos, desde luego cabe señalar que los hechos fijados en
una sentencia corresponden al resultado de la ponderaci ón judicial de la
prueba rendida en el juicio y esta actividad de an álisis, examen y
valoración del material probatorio se encuentra dentro de las facultades
privativas de los sentenciadores, concerniendo a un proceso racional que
no está sujeto al control del recurso de casación en el fondo, salvo que se
haya denunciado de modo eficiente la vulneraci ón de las leyes
reguladoras de la prueba que han permitido establecer los presupuestos
fácticos del fallo.
OCTAVO: Que como es posible advertir de la enunciación de
los recursos deducidos, únicamente el impetrado por la defensa del
médico Miranda Flieller incluye dentro del desacato de ilegalidad la
vulneración de normas que dicha recurrente califica como reguladoras de
la prueba, denunciando el quebrantamiento de los art ículos 1699 y 1700
del Código Civil, en relación a los artículos 342 y 426 del C ódigo de
Procedimiento Civil y 47 y 1712 del Código de Bello, sobre la base de la
falta de análisis y valoración de la epicrisis del Hospital San Borja,
antecedente que en su opinión daría cuenta de que no existi ó el
sufrimiento fetal que la sentencia ha dejado establecido, añadiendo que su

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falta de consideración también impide elaborar la presunci ón contenida
en el fallo relativa a tal asunto determinante para establecer el
incumplimiento contractual y el hecho ilícito que se le atribuye.
No obstante, en la medida que la recurrente desarrolla su alegaci ón
sobre la base de la falta de an álisis del mencionado antecedente, tal
omisión podría constituir un vicio que debió ser reclamado mediante un
recurso de nulidad formal y no sustancial, como sucedi ó, a lo que debe
sumarse que la pretendida infracción de los artículos 342 del C ódigo de
Procedimiento Civil, 1699 y 1700 del Código Civil y el perjuicio que a
este respecto reclama la impugnante se vincula únicamente a la particular
apreciación del mérito probatorio del antecedente que se dice omitido,
circunstancias todas que impiden concluir el quebrantamiento de tales
disposiciones del modo que alega la demandada.
Sucede asimismo, a mayor abundamiento, que los art ículos 47 y
1712 del Código Civil y 426 del Código de Procedimiento Civil no
presentan la naturaleza de normas reguladoras de la prueba ya que el
primero, referido a la prueba de presunciones, faculta al tribunal para
apreciar discrecionalmente su eficacia como prueba completa, sin que el
juicio de valor respectivo sea susceptible de atacarse por la v ía de la
casación de fondo, como se ha hecho. Lo propio acontece con el art ículo
1712 de esa codificación, pues el precepto únicamente distingue las
presunciones legales de las judiciales, determinando los requisitos que
deben reunir estas últimas y sucede tambi én con el art ículo 426 del
mismo cuerpo adjetivo, norma que consagra una facultad para calificar la
gravedad, precisión y concordancia de las presunciones que permitan
asignarles valor probatorio que es ajena al control de legalidad que ejerce
este tribunal, correspondiendo tal actuación a un proceso racional de los
jueces del mérito que no está sujeto al examen que autoriza efectuar un
recurso como el deducido.
Por lo demás, soslaya la recurrente que el hecho relativo a la
disminución del ritmo cardiaco que durante el proceso de parto present ó

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la recién nacida no sólo ha sido establecido sobre la base de los
testimonios que obran en autos, como se sugiere en el recurso que se
viene analizando, sino que también se desprende de la confesional
prestada por la matrona que asistió el parto, confluyendo as í un c úmulo
de antecedentes que permiten a los jueces concluir que durante el
procedimiento médico se evidenciaron síntomas demostrativos del
sufrimiento fetal de la hija de la demandante.
NOVE NO: Que en estas condiciones no es posible alterar la
situación fáctica que viene determinada en el fallo cuestionado y
establecer una distinta que se correspondiera con aquella que se requiere
asentar para el éxito de la pretensión de ineficacia impetrada por el
demandado Jorge Miranda Flieller por cuanto, de la manera en que se
formuló el libelo, los hechos que sirvieron de base a las conclusiones de
los sentenciadores resultan inamovibles y definitivos para el tribunal de
casación.
D ÉCIMO: Que la necesidad de establecer un presupuesto f áctico
acorde con el postulado de casación se aprecia tambi én en lo que
expresamente preceptúa el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, en cuanto señala que “Cuando la Corte Suprema invalide una
sentencia por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin nueva
vista, pero separadamente, sobre la cuestión materia del juicio que haya
sido objeto del recurso, la sentencia que crea conforme a la ley y al
mérito de los hechos tales como se han dado por establecidos en el fallo
recurrido, reproduciendo los fundamentos de derecho de la resoluci ón
casada que no se refieran a los puntos que hayan sido materia del recurso
y la parte del fallo no afectada por éste”.
Así, resulta evidente que las infracciones de derecho que denuncia
la defensa del médico Miranda Flieller también habr ían debido posibilitar
la revisión de los hechos determinados en el pronunciamiento impugnado
y demostrar, en su caso, aquellos imprescindibles de fijar para el éxito del
arbitrio de ineficacia, pues el fallo de reemplazo que habr ía de dictarse

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debe respetar el mérito de los hechos “tales como se han dado por
establecidos en el fallo recurrido”, lo que en la especie supondr ía revisar
la aplicación de los artículos 1437, 1438, 1545, 1556 2284, 2314, 2316 y
2329 del Código Civil sobre un supuesto f áctico que precisamente
autoriza la concreción de las normas sustantivas al caso de autos.
UND ÉC IMO: Que, de otra parte, el recurso impetrado por el
mencionado demandado también acusa la infracción de los art ículos
2317, 1437, 1511, 2284, 214, 2316 y 2329 del Código Civil, aseverando
que en la especie no concurren los presupuestos de coautor ía que
permiten declarar la condena solidaria en relación a la responsabilidad
extracontractual reclamada por la actora, pues las actuaciones de los
demandados no configuran un concurso de autores al haberse verificado
en distintos tiempos y lugares.
DUOD ÉCIMO: Que en lo relativo a tal recriminación cabe
recordar que el artículo 772 del Código de Enjuiciamiento Civil, en
armonía con lo previsto en los artículos 764 y 767 del mismo cuerpo
legal, permite, como sustento de la nulidad de la sentencia impugnada, el
quebrantamiento de una o más normas legales contenidas en la decisi ón,
imponiendo a la recurrente el deber de expresar circunstanciadamente en
qué consisten él o los errores de derecho de que adolece el fallo y, con la
misma rigurosidad, el modo en que tales desaciertos han influido
sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia que trata de invalidar, ya
que el agravio que debe manifestar y soportar quien interpone el arbitrio
es una de las diferentes exigencias que comparte el recurso de casaci ón
con los recursos en general.
Sin embargo, como la recurrente no apeló en este punto el fallo de
primer grado sino únicamente por la condena solidaria que nace “de este
presunto incumplimiento contractual” (fojas 694), mal puede ahora
justificar su recurso sobre la base de un agravio que no manifest ó en su
oportunidad.
D ÉCIMOTERCE RO: Que, por lo demás, el artículo 2317 del

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Código Civil dispone que “Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por
dos o más personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de
todo perjuicio procedente del mismo delito o cuasidelito, salvas las
excepciones de los artículos 2323 y 2328.
Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la
acción solidaria del precedente inciso”.
Como se aprecia, la regla de solidaridad en materia
extracontractual prevista en la disposición recién citada resulta aplicable
cuando el hecho culpable o doloso ha sido cometido por dos o m ás
personas, esto es, cuando a la perpetración de un mismo hecho concurren
dos o más copartícipes, evento en el cual puede perseguirse a cada uno
por el total del perjuicio o daño producido. En consecuencia, ser án las
modalidades de participación que la sentencia haya determinado para el
caso particular las que permitirán dilucidar la aplicaci ón de la disposici ón
en análisis.
Sobre este asunto es oportuno recordar la opini ón del profesor
Enrique Barros Bourie, quien expresa que “El Código Civil sólo establece
una regla de solidaridad para la hipótesis de que un mismo delito o
cuasidelito haya sido cometido por dos o más personas, esto es, que haya
habido pluralidad de actores, pero unidad de hecho. Por consiguiente, si
no se puede dar por configurada la participaci ón de dos o m ás personas
en un mismo hecho, no hay solidaridad legal entre los diversos
responsables de un daño”. (Tratado de Responsabilidad Extracontractual,
Editorial Jurídica de Chile, Primera Edición reimpresa, Santiago, a ño
2007, pág. 936).
Pues bien, en la especie ha quedado asentado que las conductas
atribuidas a los demandados no sólo confluyen a un mismo resultado sino
que son constitutivas de una misma infracción al deber general de
cuidado al que estaban obligados, pues participan, aun en distintos
momentos, de un mismo hecho cuya ocurrencia se desarrolló durante el
nacimiento de la menor, causando el resultado dañoso que se encuentran

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en el imperativo de reparar del modo que acertadamente determinan los
jueces del fondo.
D ÉCIMOCUA RTO : Que tocante ahora al recurso entablado
por la demandada Fernández Lobos, la sentencia tambi én dej ó
establecido que ella fue parte del contrato de prestaci ón de servicios que
la actora celebró con el médico Miranda Flieller, conclusión a la que los
jueces arriban en razón de haber reconocido integrar el equipo m édico
del doctor Miranda y haber asistido el parto en su condici ón de matrona,
elementos que, a juicio de la impugnante, no son suficientes para declarar
su responsabilidad contractual pues, en su opinión, es ajena a dicha
convención.
No obstante, al no dar por infringidas las normas reguladoras de la
prueba no es posible alterar el hecho asentado en el fallo relacionado con
la calidad de contratante que los jueces le atribuyen, m ás a ún si, ya se
dijo, la recurrente reconoció formar parte del equipo médico del doctor
Miranda Flieller quien, por ende, eligió al personal que lo debía asistir en
el procedimiento, debiendo colegirse entonces que existe un contrato
entre ellos puesto que el médico introdujo para el cumplimiento de su
propia obligación contractual un tercero respecto del paciente, tercero
que de este modo se constituye en un sujeto pasivo o deudor a quien le es
exigible efectuar la prestación convenida, debiendo responder de los
perjuicios originados por el incumplimiento íntegro de la obligaci ón o de
su cumplimiento tardío si ello se debe a su culpa o dolo.
Así también lo ha entendido la doctrina al concluir que “entre el
paciente y el personal auxiliar no existe ninguna relación contractual.
Esto significa que le estaría vedado al paciente esgrimir el estatuto
contractual contra aquel auxiliar que haya cometido una negligencia.
Solo podría exigir la reparación al auxiliar negligente por la v ía
cuasidelictual. Sin embargo, por una ficción jur ídica podr ía interpretarse
que el médico tratante estipuló con los otros miembros del equipo a favor
del paciente. En otros términos, el médico celebró una estipulaci ón a

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favor del paciente con cada uno de los miembros del equipo m édico. De
esta manera, el paciente, al aceptar dicha estipulaci ón, puede exigir la
responsabilidad contractual de los miembros del equipo m édico. Se trata
de un expediente usual para contractualizar la responsabilidad civil. A
pesar de la ausencia de contrato entre el paciente y los miembros del
equipo médico se aplican las reglas de la responsabilidad contractual . Sin
embargo, no hay que olvidar que la estipulación a favor de otro requiere
la aceptación del beneficiario para ser exigible. Antes de la aceptación, no
solo las partes de la estipulación pueden acordar revocar el derecho
ingresado al patrimonio del beneficiario, sino que este último puede no
aceptar y, en consecuencia, regirse por las reglas previstas en el t ítulo
XXXV del libro IV del Código civil. Por lo tanto, la estipulaci ón a favor
de otro permite burlar el principio de no concurrencia de
responsabilidades. En definitiva, el paciente al aceptar la estipulaci ón en
su favor, podrá optar entre perseguir la responsabilidad contractual del
auxiliar médico negligente o, en segundo término, ignorar la estipulaci ón
y preferir la vía cuasidelictual.En virtud de la estipulaci ón a favor de otro
se establece una verdadera opción de estatuto de responsabilidad civil ”.
(La responsabilidad civil médica por el hecho ajeno, Carlos Pizarro
Wilson,
http://www.derechoysalud.udp.cl/articulos/Responsabilidad_civil_medica
, pág. 4).
Por ello es que habiéndose optado por perseguir la responsabilidad
contractual de la recurrente resulta ineludible precisar los deberes
exigibles a la matrona para determinar si es posible imputarle una
conducta razonablemente culposa que la ponga en situaci ón de responder
por su obrar en la ejecución del contrato.
D ÉCIMOQUINTO: Que en lo que interesa analizar, el artículo
112 del Código Sanitario dispone que sólo podrán desempe ñar
actividades propias de la medicina, odontología, química y farmacia u
otras relacionadas con la conservación y restablecimiento de la salud

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quienes poseen el título respectivo otorgado por la Universidad de Chile
u otra Universidad reconocida por el Estado y est én habilitados
legalmente para el ejercicio de sus profesiones.
Luego el artículo 113 de esa misma codificación considera como
ejercicio ilegal de la profesión de médico-cirujano “todo acto realizado
con el propósito de formular diagnóstico, pron óstico o tratamiento en
pacientes o consultantes, en forma directa o indirecta, por personas que
no están legalmente autorizadas para el ejercicio de la medicina”,
autorizando a quienes cumplan funciones de colaboraci ón m édica para
realizar “algunas de las actividades señaladas, siempre que medie
indicación y supervigilancia médica”.
A su turno el artículo 117 de ese mismo c ódigo estatuye que “Los
servicios profesionales de la matrona comprenden la atenci ón del
embarazo, parto y puerperio normales y la atención del reci én nacido,
como, asimismo, actividades relacionadas con la lactancia materna, la
planificación familiar, la salud sexual y reproductiva y la ejecuci ón de
acciones derivadas del diagnóstico y tratamiento médico y el deber de
velar por la mejor administración de los recursos de asistencia para el
paciente.
En la asistencia de partos, sólo podrán intervenir mediante
maniobras en que se apliquen técnicas manuales y practicar aquellos
procedimientos que signifiquen atención inmediata de la parturienta.
Podrán indicar, usar y prescribir sólo aquellos medicamentos que el
reglamento clasifique como necesarios para la atención de partos
normales y, en relación con la planificación familiar y la regulaci ón de la
fertilidad, prescribir métodos anticonceptivos, tanto hormonales
-incluyendo anticonceptivos de emergencia- como no hormonales, y
desarrollar procedimientos anticonceptivos que no impliquen uso de
técnicas quirúrgicas, todo ello en conformidad a la ley Nº 20.418”.
D ÉCIMOSEX TO: Que la conducta que los jueces califican
como incumplimiento contractual y constitutiva de ilícito civil de la

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demandada Fernández Lobos consiste en haber desestimado los s íntomas
de sufrimiento fetal que se manifestaron durante el parto consistentes en
la baja de latidos cardiofetales de la menor, afirmando el fallo que la
matrona los comunicó al médico demandado y que este tambi én
desestimó tales evidencias que aconsejaban proceder a interrumpir el
parto.
Empero, la circunstancia de haber comunicado tales indicios al
médico a cargo del procedimiento y su sospecha respecto de una posible
circular del cordón umbilical no sólo impide colegir que la matrona haya
desatendido tales señales sino que además se condice con su obligaci ón de
ejecutar las acciones derivadas del diagn óstico y tratamiento m édico y el
deber de velar por la mejor administración de los recursos de asistencia
para el paciente, como lo dispone el artículo 117 del C ódigo Sanitario,
sobre todo si dicha disposición prescribe que en la asistencia de partos su
participación estaba circunscrita a intervenir mediante maniobras en que
se apliquen técnicas manuales y practicar aquellos procedimientos que
signifiquen atención inmediata de la parturienta, nada de lo cual han
podido reprochar los jueces en la conducta de la recurrente, en la medida
que correspondía al médico tratante adoptar los procedimientos que la
situación ameritaba ante los síntomas de sufrimiento fetal y la sospecha
de la posible circular del cordón que le comunic ó la matrona, pues en él
recae el deber de ejecutar los actos necesarios para el mejor tratamiento
de la paciente y de su hija recién nacida.
D ÉCIMOSEP TIMO: Que, por ende, al concluir los jueces que
la demandada María Fernández Lobos incumplió el contrato de
prestación de servicios médicos incurriendo asimismo en un ilícito civil al
desatender los síntomas del sufrimiento fetal –sin que se haya rendido
probanza sobre tal inadvertencia ni tampoco en relaci ón al
incumplimiento de las obligaciones que le son propias a la matrona, m ás
aún si el fallo colige de la confesional prestada por esa parte que dio a
conocer tales síntomas al médico tratante- quebrantan las disposiciones

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legales que la impugnante aduce infringidas relativas a la ejecuci ón de los
contratos, los presupuestos de la responsabilidad civil extracontractual y
las que determinan las labores propias de su profesión, pues el m érito del
proceso no da cuenta de que el daño reclamado por la actora obedeciera
a una conducta desplegada por la matrona constitutiva de infracci ón de
sus deberes legales y contractuales, incurriendo la resoluci ón impugnada
en un error de derecho que influye substancialmente en lo dispositivo, ya
que en el presente caso no correspondía condenar a la demandada
Fernández Lobos del modo que se declaró.
D ÉCIMOC TA VO: Que, a su turno, el recurso de la actora
aduce infringidos los artículos 2317 inciso segundo y 1526 inciso tercero
del Código Civil, inobservancia que en su opinión se manifiesta en la
decisión de los sentenciadores de declarar que la obligaci ón
indemnizatoria originada por el incumplimiento del contrato por parte
del médico y la matrona –relacionada en la sentencia con la infracci ón
del deber general de cuidado de la Clínica- es simplemente conjunta y no
solidaria respecto de los primeros.
Tal declaración se emite en el fallo únicamente respecto del m édico
y la matrona por haber sido los únicos que se alzaron en contra de la
sentencia de primer grado, de modo que si se siguiera el razonamiento de
los jueces de segunda instancia, la circunstancia de carecer de
responsabilidad la demandada Fernández Lobos, como se ha concluido,
determinaría que Clínica Las Violetas S.A. respondería solidariamente de
la obligación indemnizatoria declarada en relaci ón a la demanda
principal y el médico Miranda Flieller lo haría personalmente por la
mitad de la suma que el fallo ordena pagar en este punto.
D ÉCIMONOVE NO : Que sobre la naturaleza de esta obligación
indemnizatoria se aprecia que si bien la sentencia acoge la demanda
principal respecto del médico y la Clínica imponi éndoles el deber de
indemnizar a Katherine Torrontegui González en su condición de titular
de la demanda principal, la condena del primero se funda en su

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incumplimiento contractual y la de la Clínica se basa en su
responsabilidad extracontractual. Así se demandó y bajo ese entendido,
como ya se dijo, se defendió la Clínica Las Violetas S.A. A su turno, el
basamento vigésimo octavo del fallo de primer grado, reproducido por el
de alzada, precisa las obligaciones que debía satisfacer la Clínica y
determina que debe responder por el incumplimiento aun cuando “no
haya sido parte del contrato de salud”.
Sin embargo, la decisión de revocar la sentencia de primer grado
que establecía la solidaridad en relación a la indemnización que otorga a
la demandante Torrontegui González y declarar en su lugar que se trata
de una obligación simplemente conjunta para quienes se alzaron en
contra de ese pronunciamiento se adopta por los jueces de segundo grado
bajo el erróneo entendido que se reclamó de todos los demandados la
infracción de un mismo estatuto de responsabilidad civil. De ello da
cuenta el basamento segundo del fallo del tribunal de alzada, en tanto
expresa que “la obligación de indemnizar a la actora Katherine
Torrontegui González en virtud de la responsabilidad contractual, que se
ha determinado resulta plenamente procedente respecto de los tres
demandados”, de modo que el razonamiento que a continuaci ón
desarrollan no se aviene con el mérito del proceso, motivo suficiente para
acoger el recurso de casación deducido por la demandante.
Por estas consideraciones y lo dispuesto en los art ículos 764, 765,
767, 785 del Código de Procedimiento Civil, se rechaz a el recurso de
casación en el fondo deducido en lo principal de fojas 762 por el abogado
Marcelo Bossi Trincado por el demandado Jorge Miranda Flieller, en
contra de la sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de
veintiocho de diciembre de dos mil dieciséis, escrita a fojas 734 y
siguientes; y se acogen los recursos de casación en el fondo interpuestos
en lo principal de las presentaciones de fojas 742 y 755 por los abogados
Mario Loguercio Flores y Cristián Amat Pomés, en representación de la
demandada María Adriana Fernández Lobos y la actora,

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respectivamente, en contra de la antedicha sentencia, la que en
consecuencia se invalida y se reemplaza por la que se dicta
separadamente y a continuación.
Acordada, en lo referente al quebrantamiento de lo dispuesto en el
artículo 2317 del Código Civil denunciado por el demandado Jorge
Miranda Flieller, con el voto en contra de la ministra se ñora
Maggi D ., quien estuvo por acoger –por este único capítulo – el recurso
de casación en el fondo, por no compartir lo razonado en los
fundamentos duodécimo y décimo tercero y estimar inaplicable al caso la
responsabilidad solidaria que se atribuye a los demandados con ocasi ón
de la demanda subsidiaria que los jueces han acogido.
En opinión de la disidente, la regla especial de solidaridad que
contempla la norma citada se refiere al hecho culpable o doloso que ha
sido cometido en coautoría, por dos o más personas, y no propiamente a
una concurrencia de conductas culpables que contribuyen a la producci ón
de un resultado dañoso. En la especie, los hechos asentados por los jueces
del fondo revelan que los demandados han concurrido con su propia
conducta culpable a la producción del daño: la cl ínica, al infringir el
deber de cuidado que le era exigible y no proporcionar la atenci ón de
urgencia que la paciente requería y el médico por su acci ón negligente
y tardía intervención, de manera que no existiendo solidaridad legal, cada
uno es responsable de su propia conducta da ñosa y, por ende, debieran
contribuir a la reparación de la totalidad de los perjuicios causados y
hasta la concurrencia del monto total de los mismos.
Regístrese y devuélvase con su tomo I y agregados.
Redacción a cargo del ministro señor Carreño S. y de la disidencia,
de su autora.
N ° 9.189- 2017.
Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema por los Ministros
Sr. Patricio Valdés A, Sr. Héctor Carreño S., Sr. Haroldo Brito C., Sra.
Rosa María Maggi D. y Sr. Juan Eduardo Fuentes B.

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No firman los Ministros Sres. Valdés y Fuentes, no obstante haber
concurrido a la vista del recurso y acuerdo del fallo, por estar ambos con
feriado legal.

HECTOR GUILLERMO CARREÑO ROSA MARIA MAGGI DUCOMMUN


SEAMAN MINISTRA
MINISTRO Fecha: 31/01/2018 13:04:52
Fecha: 31/01/2018 13:04:51

HAROLDO OSVALDO BRITO CRUZ


MINISTRO(P)
Fecha: 31/01/2018 09:50:13

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Autoriza el Ministro de Fe de la Excma. Corte Suprema

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 31/01/2018 14:01:44

En Santiago, a treinta y uno de enero de dos mil dieciocho, notifiqué en


Secretaría por el Estado Diario la resolución precedente.

MARCELO DOERING CARRASCO


MINISTRO DE FE
Fecha: 31/01/2018 14:01:44

Este documento tiene firma electrónica y su original puede ser


validado en http://verificadoc.pjud.cl o en la tramitación de la
causa.
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