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 Tokuhama Espinosa propone un aula más dinámica y participativa.

 
Captar la atención de un alumno es, hoy, uno de los mayores desafíos de un profesor. En la era de
los video- juegos y de Internet, la capacidad de concentración del estudiante ha disminuido
dramáticamente. Pero para la especialista norteamericana Tracey Tokuhama Espinosa hay una
fórmula muy eficaz, que se resume así: "El alumno debe ser el protagonista de las clases, no el
maestro".

Tokuhama disertó ayer en el VIII Congreso de Educación "Neuromotivación, un camino de verdadero


aprendizaje", realizado en la Universidad del Salvador, en Pilar, donde formuló una serie de
propuestas para que el docente no aburra a los estudiantes y multiplique la motivación en el
aprendizaje. Si se quiere lograr ese objetivo, el alumno debe estar involucrado, debe participar, lo que
obliga al profesor a dejar de lado, aunque le cueste, su papel de protagonista excluyente. Es decir, un
drástico cambio de enfoque.

Para ilustrar mejor ese nuevo modelo, Tokuhama, que es especialista en capacitación docente y en
motivación, suele recordar la historia de Rip van Winkle, que cuenta que un hombre se durmió en el
banco de una plaza durante 100 años y, cuando despertó, notó que la mayoría de las cosas que él
conocía habían cambiado. Observó sorprendido los supermercados, los bancos, los medios de
transporte, y cuando llegó a la escuela sonrió: era lo único que se mantenía intacto. "Eso es lo que
pasa hoy en muchas partes del mundo. La enseñanza es la misma y la estructura física es igual
desde hace años", dice Tokuhama Espinosa, californiana de 48 años, profesora de Educación y
Neuropsicología, autora de numerosos libros y publicaciones y directora de IDEA (Instituto de
Enseñanza y Aprendizaje), durante un diálogo con LA NACION.

"En la mayoría de las escuelas de Estados Unidos y América latina el profesor entra al aula, expone
sus ideas, las plasma en el pizarrón, reparte un par de ejercicios y espera que sean resueltos",
explica, mientras asegura que este método data de siglos pasados.

"Hoy los chicos se aburren porque no son el centro de atención", añade la especialista
norteamericana, sentada junto a su computadora, en la que almacena cientos de textos sobre el
tema, de los más diversos autores. "Lo que sucede es que el foco está puesto en el maestro y no en
el alumno, que es el que verdaderamente importa", afirma Tokuhama.

Para ella el problema radica en que se enseña en forma de cátedra y no se aprovecha la curiosidad
de los jóvenes.

"Se necesitan debates, diálogos, interacción entre los alumnos, como alguna vez fueron las clases de
Sócrates. Lo bueno es que el estudiante caiga en la cuenta de su propia ignorancia y se esfuerce

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para superarla. De nada sirve hacer cálculos de memoria y repetir textos que jamás podrán ser
aplicados a la vida cotidiana", sostiene la educadora, que considera fundamental que la meta de los
profesores sea crear pensadores críticos, que puedan resolver problemas de la vida real y no sólo
dentro del aula.

DIFÍCIL COMPETENCIA
Tokuhama, líder educativa mundialmente reconocida y especializada también en capacitación de
maestros, con estudios realizados en las universidades de Boston y de Harvard, afirma que hoy, para
cualquier chico, escuchar una clase de diez minutos resulta una eternidad.

"Los estudiantes están acostumbrados a los constantes movimientos de las cámaras de televisión, la
agilidad, la rapidez, no soportan un discurso monótono. Ningún profesor puede competir con la
televisión o un videojuego para captar la atención de un alumno. El mundo ha cambiado y debemos
adaptarnos a él", grafica.

Aunque para la experta norteamericana la de maestro representa una de las profesiones más
importantes dentro de la sociedad, ya que todos pasan alguna vez por sus manos, reconoce que
ellos, últimamente, no son vistos con buenos ojos y que muchos docentes tampoco valoran su lugar.
"El otro día una mujer se disculpó por ser maestra y por no tener el título de científica o médica",
cuenta horrorizada.

La especialista explica que tal vez una de las razones por las cuales los docentes no sean bien
considerados sea que a menudo se encuentran "profesores que no saben enseñar, que dictan lo
mismo que hace 50 años, que no cuentan con las herramientas ni los conocimientos necesarios para
hacerlo, que no se capacitan y, lo que es peor, que destruyen a los estudiantes con críticas poco
constructivas".

Para Tokuhama, el alumno es una parte fundamental del aprendizaje, como un instrumento en una
orquesta. "El maestro debe ocuparse de que todos funcionen juntos y debe sentirse feliz de que en
medio de un par de violines aparezca un tambor, eso la enriquecerá y la convertirá en una gran obra",
señala.

Convencida, aconseja que los profesores reflexionen luego de dictar sus clases, que se pregunten si
han hecho las cosas bien, en qué han fallado, y que busquen nuevas formas de llegar a los alumnos
para motivarlos, comprenderlos y evitar caer en la tediosa rutina.

CLASE CIRCULAR
Otro de los aspectos que destaca para lograr un mejor aprendizaje es la disposición del aula. Cuando
hay filas de bancos el profesor es quien dicta la clase, controla y mantiene el orden, y los alumnos
sólo escuchan. En cambio, cuando los asientos están distribuidos en semicírculo o en círculo, lo que
se genera es muy diferente. De esta manera, los chicos pueden interactuar entre sí, al verse las
caras, y las clases se tornan más dinámicas y participativas.

Consciente de que la tecnología no sólo ha modificado la vida cotidiana sino también las relaciones
en el aula, la visitante destaca que "las personas son más importantes que las pantallas" y que los
conocimientos que un joven puede adquirir gracias a los avances tecnológicos permiten que hoy
muchos lleguen a clase sabiendo más que sus maestros.

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"Hay una gran arrogancia por parte de los profesores: muchos no soportan que el estudiante pueda
enseñarles algo. Es una verdadera pena que, más de una vez, lo desaprovechen en lugar de utilizarlo
para enriquecer la clase", afirma, y añade: "El que se atreve a enseñar siempre debe estar abierto a
aprender".

Para concluir, Tokuhama cuenta que ha dado conferencias por todo el mundo y que generalmente
pide en sus charlas que los oyentes cuenten cuántos profesores memorables han tenido, porque, a su
juicio, en la vida de una persona pasan alrededor de 50 docentes y que la mayoría recuerda con
cariño entre cuatro y cinco, aproximadamente el 10%.

"Cuando pregunté en la Argentina algunos me llegaron a decir que no podían mencionar a uno. Los
que sí lo hicieron explicaron que los recordaban por ser planificadores, organizados, bien instruidos,
pero ninguno nombró cualidades que tuvieran que ver con los sentimientos. Y los profesores que uno
nunca olvida son aquellos que alguna vez nos hicieron sentir que teníamos un gran potencial",
concluye, sin ocultar su preocupación.

UNA MIRADA ACTUAL


"Hoy los chicos se aburren porque no son el centro de atención"

"Ningún profesor puede competir con la televisión o un videojuego para captar la atención de un
alumno"

"Los profesores que uno nunca olvida son aquellos que alguna vez nos hicieron sentir que teníamos
un gran potencial"

"Lo bueno es que el estudiante caiga en la cuenta de su propia ignorancia y se esfuerce por
superarla. No sirve hacer cálculos de memoria y repetir textos que jamás podrán ser aplicados en la
vida cotidiana"

"Muchos profesores no soportan que el estudiante pueda enseñarles algo"

EN PILAR, EL TEMA FUE LA MOTIVACIÓN


El VIII Congreso de Educación, Neuromotivación: un camino de verdadero aprendizaje, fue
organizado por el Polo Educativo Pilar. Asistieron directivos y docentes de instituciones de enseñanza
públicas y privadas, investigadores y profesionales relacionados con la educación. Además de
Tokuhama disertaron Carlos Logatt Grabner, Roberto Rossler, Mirta Polla, Florencia Salvarezza,
Claudio Waisburg y María C. Castro. .

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