Está en la página 1de 355

1

Sara Liza

Un lobo enamorado

Sara Liza.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
2
Sara Liza
Sinopsis
Hace nueve años Ethan Cormack tomó la peor decisión de su vida: re-
chazar a su auténtica pareja. Siendo el hijo del Alfa de la manada, se esperaba
que encontrara a una hermosa mujer con la que dirigir la manada cuando su padre
renunciara al cargo. Pero cuál fue su sorpresa al identificar al patético humano y
homosexual del instituto; Lucas Wood, como su pareja, su compañero de vida.
Cansado por la presión sobre sus hombros, hizo lo único que creyó correcto; re-
chazar a Lucas.

Atrapado en un matrimonio forzado, con una mujer que lo detesta y un


hijo que le tiene miedo, Ethan comienza poco a poco a caer en la desesperación
de no tener a su pareja a su lado. El sufrimiento lo carcome por dentro, pero está
decidido a aceptar su destino pues la felicidad de Lucas es más importante para él
que cualquier cosa. Pero su decisión de no interferir en su vida cambia cuando
una amenaza llega a sus manos, una carta donde aseguran que mataran a Lucas
por ser la pareja de un Alfa.

Ethan está decidido a proteger a Lucas con su vida y al mismo tiempo


hacer lo imposible para que el pequeño humano lo acepte de nuevo. Cumpliendo
cada uno de los deseos de Lucas escritos en un pequeño diario. Enamorándolo
así tenga que durar mil años para conseguirlo.

P.D: Esta es una historia hemoerótica de hombres lobo, si no eres fan o te des-
agrada este tipo de géneros, por favor no entres y leas la historia. Hay muchas
mejores historias que merecen ser leídas.

Obra registrada en safe creative bajo el número 1508184900165.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
3
Sara Liza

Lucas.

—¡Maldita sea!
Mis manos tiemblan mientras observo como el rostro de Ethan se pinta de un
intenso rojo. Está completamente furioso y en parte entiendo el motivo detrás de
ello. Involuntariamente cierro mis manos en un tembloroso puño, preparándome
para atacar si así es necesario, aunque en el fondo sé que sería completamente
inútil. ¿Qué podría hacer un flacucho como yo, en contra del metro noventa frente
a mí?
—¡Mierda! —camina de un lado para el otro, sujetándose con rabia los cabe-
llos negros. Por unos segundos sus ojos verdes se clavan en mi— ¿Por qué de
entre todas las personas en el mundo tenías que ser tú? ¡Joder!
Mi cuerpo se estremece por el miedo que recorre mi espalda. Esa mirada, esa
fría mirada me lo dice todo, Ethan me odia y no hay nada que yo pueda hacer para
cambiar eso. Mis manos se sacuden mientras que camino lentamente intentando
alejarme de él. Jamás había estado tan aterrado en mi vida, nunca, ni cuando los
idiotas de sus amigos me golpeaban en la escuela, ni cuando su mismo padre me
advirtió que si me acercaba a los terrenos de la manada sería descuartizado sin
dudarlo.
—¡¿A dónde crees que vas?!
Estoy a punto de llorar.
—Ethan… yo…
—¡Maldición! —grita.
Veo como se acerca a mí con paso decidido. Me sujeta por la playera y me le-
vanta como si nada. Mi cabeza se sacude por la fuerza con la que me estampa
contra un árbol a mi espalda. El aire de mis pulmones sale de golpe. El dolor es
insoportable. Lágrimas resbalan por mis mejillas al verlo frente a mí. Este no es el
Ethan del que me enamoré en secreto, no es el Ethan que la mayoría del instituto

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
4
Sara Liza
conoce. No es el Ethan que todo el mundo espera se convierta en el mejor alfa de
la manada.
—¿Por qué tenías que ser tú? —pregunta.
—Lo… lo siento —respondo rompiendo en llanto.
—¡No llores joder! —grita iracundo.
Ethan es el hijo del alfa de la manada, el próximo en la línea de sucesión. Una
de las cosas que se esperan de él es que encuentre a una bella mujer con la que
asentar cabeza y dirigir a la manada, pero en cambio la naturaleza parece haber
sido una perra con nosotros, emparejando no solo a un hombre lobo de sangre
pura con un simple humano, sino que con un joven homosexual que lo único in-
teresante que ha hecho en su vida es pintar su habitación de un intenso café y ver
películas los sábados por la noche hasta las doce en punto.
—¿Un puto humano es mi compañero? —Pregunta más para sí mismo— no lo
puedo permitir, esto nadie lo puede saber ¡con un demonio!
Me levanta de nuevo por la playera y vuelve a estrellarme contra el árbol.
—No diré nada —lloro desesperadamente— pero por favor Ethan… por fa-
vor… no me lastimes.
—¡Mierda!
Puedo sentir como su puño se choca contra mi mejilla derecha.
—¡Eres un pedazo de mierda!
Aún recuerdo la primera vez que vi a Ethan caminar por los pasillos del institu-
to. Vestía unos pantalones de mezclilla, una camisa a cuadros roja, y unas botas
vaqueras. Caminaba con una confianza que provocaba amor y envidia por igual. A
pesar de que el pueblo en el que vivimos forma parte del territorio de la manada
luna negra, a mí no se me permitía alejarme más allá del límite del bosque, por lo
que nunca antes había tenido la oportunidad de ver al hijo del alfa en persona,
hasta que entró por las puertas de madera del colegio. Desde ese momento me
enamoré perdidamente de él.
—Ethan…por favor.
—Un alfa debe tener herederos —dijo golpeándome de nuevo en el rostro—,
un alfa debe ser el ejemplo para los demás miembros de la manada.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
5
Sara Liza
Cada vez que decía una de las normas dentro de la manada, sus puños gol-
peaban con furia mi rostro que comenzaba a arder.
—Un alfa debe mantener la línea pura de sangre.
—Detente… por favor…
—¡Mierda!
Caigo al suelo del bosque. Las hojas secas por el otoño se adhieren a mi ca-
bello. La tierra húmeda por la lluvia de anoche se pega a la piel de mi cara, mez-
clándose con las lágrimas que resbalan por mis hinchadas y moradas mejillas,
junto con los rastros de sangre que brotan de mi labio inferior. Aspiro el olor de la
tierra mojada, cerrando los ojos y esperando que todo esto sea más que una sim-
ple pesadilla. He estado enamorado de Ethan desde siempre, pero nunca pensé
que esta sería la forma en la que reaccionaria. El destino puede ser un verdadero
hijo de puta.
—¡Un alfa no puede mezclarse con un humano! ¡Maldición! ¡Yo no puedo ser
el compañero de tal inmundicia!
Un lobo solo se empareja una vez en la vida. Existe la leyenda entre ellos que
dice que antes de nacer dividen tu alma en dos, solamente cuando encuentras a
tu compañero o compañera puedes estar realmente completo. Es por eso que
duele tanto, más que los golpes que me da, más que me insulte cruelmente, es
tan doloroso el hecho de que Ethan rechace. Te preguntarás ¿Cómo es posible
que sepa todo esto? Pues la respuesta es sencilla y a la vez muy trágica. Soy un
lobo, pero un lobo que no nació con el gen, un caso extraño de la naturaleza en la
que dos lobos dan a luz a una cría que no tiene el gen para transformarse, lo que
lo convierte en un humano más, un humano que debería haber sido eliminado si
no es por la intervención de mi madre y la loba blanca más vieja de américa.
—¡Por que no te mueres!
De pronto siento como Ethan comienza a patear con fuerza mi abdomen. El
dolor es insoportable. Mis ojos se cierran y me dejo atrapar por la oscuridad, solo
antes de escuchar como Ethan aúlla con dolor esta vez.

Me duele demasiado respirar.


Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
6
Sara Liza
Lentamente abro los ojos y observo todo a mí alrededor. Ethan parece haber-
se marchado ya. La luz del sol está ocultándose entre las montañas, han pasado
ya varias horas desde que caí desmayado por los golpes. El frio comienza a calar
en mis huesos. Quiero levantarme pero un dolor punzante en mi costado me impi-
de hacerlo. Con cuidado levanto la playera blanca, una mancha gigantesca apare-
ce en mi costado derecho. Recorro con delicadeza la piel morada, retorciéndome
por el dolor. Tengo las costillas rotas. Cierro los ojos y me recuesto de nuevo so-
bre el suelo.
Comienzo a llorar en silencio. Me llevo ambas manos a mi cara y permito que
las lágrimas salgan con libertad. Estoy cansado de todo. Agotado de ser víctima
de las burlas e insultos de mis compañeros, de ser siempre el que es señalado
como el fenómeno de la escuela, ser odiado sin razón aparente. Yo no tuve la cul-
pa de nacer de esta manera, yo no hice nada malo. Si tan solo hubiera sido un
lobo normal, nada de esto estuviera pasándome, pero como María siempre me
repite, por algo pasan las cosas y yo tengo que aceptar ese destino.
Me permito llorar durante una hora entera, dejando que el dolor de ser recha-
zado por tu otra mitad salga de mi cuerpo. Me aferro al tronco detrás de mí y co-
mienzo a levantarme. El dolor en mi rostro es agudo, pero no tan insoportable co-
mo el palpitante dolor en mis costillas. Limpio con lentos movimientos la tierra en
mi ropa y comienzo a caminar por el bosque. Siempre pensé que encontrar a tu
pareja sería una experiencia única, lo último que imagine que ocurriría era ser gol-
peado hasta casi la muerte por otra persona que no quiere saber nada más de ti,
que te desea la muerte.
—No voy a volver a llorar por ti Ethan Cormack —digo mirando al cielo y lim-
piándome los restos de mi cara— ¡nunca más!
Me prometo que no voy a derramar una lágrima más por alguien que no me
quiere, alguien que me detesta y me desea la muerte. No seré ese hombre que
viva llorando por un amor que no es correspondido. Con la frente en alto camino
por el bosque, por ese sendero ya conocido. El tiempo pasa paulatinamente. La
luz del sol se oculta dando paso a una densa, tranquila y fría noche. Salgo del
bosque, a lo lejos mi pequeña cabaña me espera. El único lugar al que puedo lla-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
7
Sara Liza
mar hogar, ese espacio que es solo mío y en el que me siento completamente a
salvo. Tiemblo. Será una larga y fría noche. Antes de entrar por la puerta de ma-
dera, tomo un par de troncos y los llevo adentro conmigo. No puedo hacer muchos
movimientos bruscos, pero me las arreglo para encender la chimenea. El calor
acaricia mi piel, aún con todos los golpes en mi cuerpo, me siento tranquilo.
Me levanto con pesadez y camino hasta el baño. Me desnudo frente al espejo.
Tengo un moretón enorme en mi costado derecho, pequeños cortes por todo mi
pecho. Mi rostro está un poco irreconocible. Mi ojo izquierdo cubierto por una
enorme inflamación, mi labio inferior esta partido, tengo restos de sangre por toda
mi boca, mi nariz con un corte justo en el puente. Me miro directo a los ojos. Veo
una fuerza que no tenía antes, una decisión cruza de pronto mi mente.
Abro la ducha. El vapor comienza a empañar el espejo frente a mí. Con lenti-
tud y apoyándome en la pared, me coloco debajo del chorro de agua y permito
que esta limpie los restos de sangre y tierra húmeda pegados a mi cuerpo. Al prin-
cipio el dolor me impide disfrutar de la ducha, pero poco a poco mis músculos se
van relajando. Cierro los ojos y me dejo sumergir en esa extraña tranquilidad. Por
primera vez en mucho tiempo estoy realmente sereno.
Media hora más tarde estoy frente a la chimenea de mi cabaña, envuelto en
mi frazada favorita, pensando en lo que sería correcto hacer a continuación. Estoy
cansado de este pueblo, donde todos me señalan y se ríen de mí, tal vez sea el
momento de salir y vivir una aventura. He estado ahorrando durante años, las pro-
pinas y parte del sueldo que gano en la cafetería de María, ahora con todo ese
dinero me puedo dar el lujo de irme del pueblo a otro lugar, empezar de nuevo y
nunca regresar. Sonrío ante la posibilidad que eso significa. Alejarme de todo lo
malo y simplemente comenzar otra vez.
La idea es perfecta.
Irme para no regresar.
Por primera vez en mucho tiempo, duermo en paz.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
8
Sara Liza

Lucas.
9 años después.

—¡Lucas por favor! ¡Di que sí!


Vanessa puede ser mi mejor amiga, pero también un gran dolor de cabeza.
—Dije que no —respondo levantándome del sillón.
—Solo dame una buena razón por la que no quieras hacerlo.
—Mañana tengo que trabajar —contesto caminando a la cocina y sirviéndome
un poco de jugo de naranja en la taza azul que tanto me gusta.
—No digo que te desveles toda la noche —dice ella sentándose sobre la mesa
de granito a mi derecha—, solo serán un par de horas, lo prometo.
—Vanessa…
—Lucas por favor —implora— eres mi mejor amigo.
—¿De verdad lo soy? —pregunto levantando una ceja.
—¡idiota! —Responde golpeándome en el hombro—. Me duele mucho que no
quieras salir nunca con nadie. Es que mírate. Eres un increíble enfermero, tienes
25 años, aunque no lo aceptes eres condenadamente apuesto y no sales con na-
die. Solo dime una cosa ¿por qué te niegas a intentarlo?
Me atraganto con su pregunta.
Como decirle que no puedo y no quiero salir con nadie porque solo tengo a
una persona en mi cabeza y aunque no lo quiera aceptar en mi corazón, una per-
sona que me detesta y desea con todo su ser mi muerte. Me juré que no volvería a
pensar en él pero es que hay ocasiones en los que simplemente no puedo dejar
de hacerlo. Las preguntas me torturan por dentro. ¿Qué estará haciendo Ethan en
estos momentos? ¿Cómo será su vida? ¿Estará casado? ¿Tendrá hijos? ¿Pensa-
rá en mí?
—No estoy preparado para una relación.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
9
Sara Liza
Vanessa roda los ojos.
Sí que es hermosa. Tiene unos ojos azules tan claros y brillantes. Su cabello
café claro cae en una delicada coleta a su espalda, una flor blanca sobre su oreja
derecha como un natural y hermoso adorno. Su piel es blanca como la porcelana,
tiene una de las sonrisas más bellas que he visto en mucho tiempo. Viste unos
jeans negros y muy ajustados, una playera blanca y una camisa color crema sobre
ella, terminando el conjunto.
—No seas idiota —dice un poco enojada— no me vengas con una excusa tan
estúpida como esa.
—Amiga…
— ¡No Lucas! —Me toma por los hombros y me sacude fuertemente—, tienes
que reaccionar por Dios. No puedes vivir toda tu vida de esta manera, una perso-
na no debería estar sola nunca y mucho menos alguien tan increíble como tú. Tie-
nes que salir y conocer a alguien, estoy segura que habrá algún chico caliente por
ahí que te pueda llegar a amar tan locamente como espero que pase, solamente
tienes que abrirte a la posibilidad.
—¿Un chico caliente? —pregunto con una ligera sonrisa.
—De hecho —dice ella levantando las cejas— la persona que te quiero pre-
sentar está tan caliente como el infierno mismo.
La miro por unos segundos en completo silencio. Es tan opuesta a mí. No te-
nemos nada en común y aun así es mi mejor y más grande amiga. Nos conocimos
cuando yo entré a estudiar en la universidad, ella estaba en cuarto año de la carre-
ra de medicina y yo apenas comenzaba con la licenciatura en enfermería. Desde
ese primer día en el que nos vimos en la cafetería, nos convertimos en insepara-
bles y hasta el día de hoy seguimos siéndolo.
—Ya te dije que tengo que trabajar mañana.
—Yo también —responde ella— y yo soy Medico mucho más difícil que un
simple enfermero que lo único que tiene que hacer es dar vueltas a los pacientes
de vez en cuando.
—¡No dijiste eso!
—¡Lo hice! —responde corriendo por mi apartamento.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
10
Sara Liza
No es la gran cosa, pero estoy realmente orgulloso de este pequeño espacio
que puedo decir es mío. Un departamento de dos habitaciones pequeñas, una
sala moderna con una televisión de pantalla plana sobre un taburete de madera,
una cocina con electrodomésticos de acero inoxidable y una pequeña isla en el
centro, siempre quise tener una isla en la cocina.
—¿Entonces qué dices?
—No lo sé —respondo.
—¡Lucas Wood!
—Está bien, está bien, Dios…
—¿Aceptas?
—Si —respondo— solo un par de horas, no más.
—Lo prometo.
No sé en lo que me estoy metiendo, pero ya es hora de que salga de ese hoyo
en el que he estado. Vanessa tiene toda la razón, no puedo continuar estando de
esta manera, dejando que la sombra de él me afecte cuando han pasado ya tantos
años, tiempo que solo me ha demostrado la indiferencia de él conmigo. Podremos
ser almas gemelas, la otra mitad del otro, pero es claro que él no quiere nada que
ver conmigo, entonces sabiendo esto ¿Por qué actúo de esta manera?
—¿En qué piensas?
—En lo que me tienes preparado esta noche.
—Te encantará.

Quiero matar a Vanessa en estos precisos momentos. He estado forzando mi


mejor sonrisa durante la última hora, intentando ser un poco amable con el imbécil
frente a mí. Quiero gritar y apuñalar a mi mejor amiga por traerme a este infierno
de cita. No soy de las personas que juzgan duramente y menos en tan corto pe-
riodo de tiempo, pero es que el tipo frente a mi es uno de los mayores cretinos que
he conocido en toda mi vida.
—Y dime Derek ¿qué es lo que estudias? —pregunto intentando ser cortés.
—No estudio —responde con una sonrisa.
—Entonces ¿trabajas?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
11
Sara Liza
—No —dice tranquilamente—, voy a tomar el lugar de mi padre en la compa-
ñía cuando el desista. Me convertiré en uno de los empresarios más jóvenes de la
ciudad.
Cierro mis manos en un tenso puño. Detesto a las personas engeridas que se
creen superiores a los demás solo por tener un par de ceros en su cuenta banca-
ria y un yate en alguna playa del país.
—Que interesante.
—Y tu Lucas ¿a qué te dedicas?
Respiro profundamente.
—Soy enfermero —respondo con orgullo.
—¿Enfermero? —Puedo notar una ligera acidez en su voz— ¿no se supone
que solo las mujeres pueden estudiar eso?
Inhalo tranquilamente. En este preciso momento lo único que quiero hacer es
levantarme y golpear al imbécil. Pero ante todo soy una persona tranquila y ama-
ble, no puedo faltarle al respeto de esa manera, aunque no tenga por qué cumplir
con las reglas de la decencia con un tipo como este.
—No —respondo—, también los hombres pueden estudiar enfermería.
—Si tú lo dices.
Disimuladamente reviso mi teléfono celular. Quiero salir de aquí.
—Han tardado mucho con la comida ¿no lo crees?
Veo el restaurante a rebosar.
—Deben tener mucho trabajo.
—¡Oye tu camarero! —Truena los dedos— ¡ven ahora mismo!
Un joven de unos veinte años de edad se acerca con una ligera sonrisa en su
cara. Sus manos tiemblan mientras dirige su atención a Derek y su rostro rojo por
el enojo.
—Hemos estado esperando por la comida más de media hora.
—Lo siento señor —el joven agacha la cabeza.
—¿Qué clase de servicio es este? —Dice con un tono altanero en su voz—
¿es que acaso no sabes quién soy yo?
—En seguida iré a ver…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
12
Sara Liza
—¡Te hice una pregunta! —Golpea la mesa frente a él— ¿sabes quién soy
yo?
—¿Cómo te atreves a tratar a una persona de esa manera? —digo golpeando
la mesa, levantándome y mirándolo directo a los ojos— sabes acaso lo duro que
es trabajar en un restaurante, escuchar diariamente las quejas de los clientes que
no se ponen a pensar en lo complicado que es estarlos atendiendo. Él solo se ha
portado bien con nosotros ¿y tú lo humillas de esa manera?
—¿Vas a defender a este idiota?
—¡Aquí el idiota eres tú! —tomo el té helado que había pedido y se lo arrojo
directo en la cara.
La mirada de todos los comensales a nuestro alrededor se posaron en la es-
cena que estaba pasando. El té escurría de su rostro mientras me lanzaba una
mirada de muerte. Estoy tan acostumbrado a esas miradas que otra ya no tiene un
efecto en mí.
—Lamento todo esto —le digo al camarero que me ve con una pequeña sonri-
sa—, no podía permitir que te hablara de esa manera.
—No… no se preocupe.
Salgo del restaurante escuchando como Derek comienza a insultarme.
Vanesa va a pagar por esta noche tan horrible en la que me ha metido a la
fuerza. Tomo el celular de mi chaqueta negra y marco de inmediato a mi mejor
amiga. Cuando me suplicó para que saliera a divertirme y conocer a un ―chico ca-
liente‖ pensaba en algo muy diferente, no siendo arrastrado a una cena con un
patán que piensa que está bien pisotear a los demás.
—¡Te voy a matar Vanessa!
—¿Qué pasó? —Pregunta ella al otro lado de la línea— ¿no era tan caliente
como te dije que era?
—O si —respondo—, era tan caliente que resulte ¡quemado!
—¿Qué pasó?
—El tipo era un verdadero imbécil. ¿De dónde sacas tipos como esos?
—Es el mejor amigo, de uno de mis internos —responde Vanessa.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
13
Sara Liza
Claro solo a ella se le puede cruzar por la mente tratar de emparejarme con un
completo desconocido. Si no fuera porque la adoro tanto, habría momentos en los
que simplemente quisiera matarla por ser tan ocurrente.
—¡Vanessa!
—Lo siento, está bien. Prometo que no volverá a pasar.
—Eso espero.
—¿Y qué vas a hacer ahora?
—Caminar hasta mi departamento —respondo—, tomarme una buena copa
de vino, sumergirme en la bañera y dormir ya que mañana tengo que madrugar.
—¿Quieres que pasé por ti? —pregunta.
—No —respondo observando la noche tan tranquila—, no es necesario. Mejor
nos vemos mañana.
—Descansa cariño y de nuevo lo siento. Tienes que contarme todo lo que pa-
só. ¿Cena, película y vino mañana?
—Claro que sí —me gusta la idea.
Guardo mi celular de nuevo en mi chaqueta.
El invierno está llegando y con ello las primeras semanas de un frio que co-
mienza a calar en los huesos. La luz de la luna cae sobre la ciudad que parece
más viva que nunca. Los automóviles como pequeñas hormigas que caminan por
senderos ya trazados y transitados. Dirijo mi atención a un par de parejas que ca-
minan por la acera, apretadas en un intenso abrazo, compartiendo un poco de su
calor. Inevitablemente pienso en él y en lo que estará haciendo ahora. Camino
distraído sin percatarme que desde que salí del restaurante alguien me ha estado
siguiendo atentamente.
—¡Venga maricon! —me congelo al sentir una punta afilada a mi espalda y
una voz tensa que me grita— ¡dame todo tu dinero! ¡Todo lo que traigas!
Mis manos tiemblan. Puedo sentir la navaja a mi espalda y una de sus manos
aferrándose a mi hombro. No puedo decir nada, el miedo me paraliza por comple-
to. Veo de un lado para el otro, la calle está vacía, ni una sola persona que pueda
ayudarme.
—¡Qué esperas!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
14
Sara Liza
Clava sin contemplación la navaja en mi espalda. Puedo sentir como un pe-
queño rio de sangre mancha mi camisa azul.
—Está bien… está bien.
—¡No estoy jugando joder!
Intento respirar tranquilamente pero me es imposible, mis respiraciones son
erráticas y cortas. Tomo mi celular de mi chaqueta y mi cartera del bolsillo trasero
de mi pantalón. La sangre recorre mi espalda manchando esa camisa que Vanes-
sa me regaló en mi último cumpleaños. Su aliento eriza los bellos de mi nuca. Es
una ligera cortada no tan profunda pero es suficiente como para saber que él está
hablando enserio, nada de esto es una estúpida broma.
—Aquí… aquí tienes.
Pero antes de que pueda darme la vuelta y entregarle las cosas, un fuerte mo-
vimiento me sacude por completo haciéndome caer de rodillas a la banqueta. Ins-
tintivamente llevo mis manos a mi cara para evitar el golpe, pero este nunca llega.
Abro mis ojos lentamente y para mi sorpresa observo a mi asaltante gritando de
dolor, tirado a la mitad de la banqueta con un rio de sangre saliendo de su nariz y
una mano rota. Frente a él un sujeto encapuchado lo mira detenidamente.
—¡ahhh!
—¡Será mejor que te largues si no quieres que yo mismo te mate!
Su voz es muy profunda. Desde mi lugar observo como levanta al asaltante
por el cuello de la camisa, lo obliga a ponerse de pie y lo estampa contra la pared
de ladrillos a su espalda. El ladrón aferra su mano derecha, mientras comienza a
aullar por el dolor del hueso roto.
—¡Entendiste!
—Si... si…
—¡¿Si qué?!
—Sí… sí señor.
El asaltante corre sin mirar atrás, perdiéndose por uno de los callejones.
De pronto el misterioso sujeto se voltea y clava su vista en mí. Por unos agu-
dos segundos me pierdo en su mirada. Unos intensos y muy profundos ojos azu-
les. Su cabello corto en estilo militar, de un café muy oscuro. Su piel blanca y lige-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
15
Sara Liza
ramente bronceada. Dos aretes blancos en sus orejas. Viste una sudadera azul
claro y unos pantalones deportivos.
—¿Estas bien? —pregunta tendiéndome la mano.
—Si… —respondo—, muchas gracias.
Se acerca hasta mí y me tiende su mano.
Dudo por un segundo pero después la aferro, ayudándome a levantarme.
Puedo notar una ligera preocupación en su mirada. Me siento extraño siendo
el objeto de una inspección por parte de un desconocido, pero a pesar de que es
eso precisamente un desconocido hay algo en él que me hace confiar al instante,
podrá ser mi instinto o no, pero algo me dice que no me haría ningún daño.
—De nuevo muchas gracias —digo limpiándome la suciedad de mi ropa.
—Estas sangrando.
—Estoy bien —respondo con una ligera sonrisa— soy Lucas Wood por cierto.
—Adam —sujeta mi mano fuertemente— Adam Carter.
Dios creo que me acabo de enamorar.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
16
Sara Liza

Ethan.

“Quizás solo bastaba respirar.


Solo era necesario tomarme un puto segundo para respirar y ver que tú, ese
pequeño, sonriente, tímido y flacucho jovencito eras el mejor regalo que el destino
podía poner en el camino de un jodido bastardo como yo. No quiero justificarme
ante ti, sería como ofenderte e insultarte de nuevo, pero Lucas, tenía mucho mie-
do, miedo de todo lo que podría pasar entre nosotros. No lo sabes pero desde
siempre te observe, al principio con reticencia después con curiosidad. Me parali-
zaba siempre que desde lejos observaba como sonreías a pesar de los insultos a
tu alrededor. Para mi eras como un pequeño cachorro emocionado por descubrir
el mundo que brillaba ante tus ojos. Fue eso mismo lo que me paralizo, el miedo a
caer perdida, profunda e inevitablemente enamorado de ti, pero ¿sabes una cosa?
En ese momento no lo sabía, pero antes de que nuestros destinos se juntaran en
uno solo, antes de que te revelaras frente a mi como mi otra mitad, yo ya estaba
locamente enamorado de ti. No pretendo justificar lo que hice, simplemente el
miedo pudo más que el corazón. Es un poco irónico ¿no lo crees? Que este idiota
que se jactaba de ser el más fuerte y valiente de la manada, cayera atemorizado
por algo que no podía controlar.
Estoy sentado en tu escritorio de madera, con una botella de tequila a mi de-
recha y el corazón destrozado, pero no me arrepiento de nada. No quiero que me
malinterpretes Lucas, cariño… mierda siempre he querido llamarte así. Por favor
no me malinterpretes, me arrepiento en el alma de todo lo que te hice, en cómo te
ofendí y como vilmente te golpeé… jamás me perdonaré el haberte tratado de esa
manera. En mis más oscuras pesadillas aun puedo verte ahí, tirado a la mitad del
bosque como una puta bolsa de basura. Sé que es una herida de la que nunca me

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
17
Sara Liza
podré reponer. Pero al final algo bueno nació de todo eso. He visto cómo te has
convertido en un verdadero hombre, en un gran ser humano, una estupenda per-
sona. Lograste superar las adversidades que se presentaron frente a ti, y no sabes
lo tremendamente orgulloso que estoy de ti cariño. Eres la persona más valiente y
fuerte que conozco… es una lástima que nunca podré decírtelo a la cara.
Te he escrito una carta cada semana, durante los nueve años que has estado
lejos de mí. He podido plasmar en papel lo que nunca podré decirte de frente. Has
sido mi fuente de inspiración pero al mismo tiempo mi más grande dolor. Me due-
les Lucas, no tienes una idea de lo demasiado que dueles, que calas en mi inte-
rior. Hay noches en las que me despierto llorando, deseando que sea tu cuerpo el
que esté a mi derecha, tu calor el que me cubra en el frio, pero nada de eso me-
rezco, nada de eso es para mí. Te lastimé de la peor manera posible, no hay día
en el que no me arrepienta de eso, pero si para que tú puedas encontrar la felici-
dad yo tengo que soportar eso, lo haré con gusto, porque tu Lucas vales eso y
más. Aunque tengo que admitirlo, en el fondo de mi corazón soy un hijo de puta
egoísta que desea ser él el único que te haga feliz.
Esta carta acompañará a sus hermanas que he escrito durante años, ocultas
en ese cajón de madera bajo tu cama, la cama en la que solo puedo dormir tran-
quilamente desde tu partida, ¿por qué te preguntaras? Pues porque está llena de
tu olor, de tu esencia, de tus lágrimas y risas, es el único lugar en donde me puedo
sentir tan cerca de ti, aun cuando estás tan lejos de mí. Sé que no verás nunca
nada de lo que con dolor te escribo, que estas palabras son como motas de polvo
que se las lleva el viento, pero aun así quiero continuar con esto, escribir todo lo
que tengo dentro. Sabes cariño, descubrí que el escribirte hacía que el dolor dis-
minuyera un poco, pero como todo en esta vida esto al final regresa. Se convirtió
en una adicción en la que me he estado sumergiendo, una adicción de la que nun-
ca podré salir.
Te amo tanto cariño… demasiado, que me quema por dentro.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
18
Sara Liza
Arrojo el papel a un lado, junto con las demás cartas que he estado escribien-
do para él en los últimos años. Cartas sin dueño que permanecerán en la oscuri-
dad de ese cajón de madera durante el resto de mi vida.
Es tan difícil hacer esto cada semana, sentirlo tan cerca pero saber que esta
tan lejos de mí. Percibir su olor, escuchar por los rincones sus sonrisas, sus ale-
grías pero también sus desdichas y llanos, solo para al final terminar despertando
y descubrir que todo fue un simple sueño, una pesadilla que mi mente disfruta
crear para mí, como mi demonio personal. Sostengo la botella de tequila en mi
mano derecha y con un solo movimiento bebo de un solo golpe. El líquido resbala
por mi garganta, quemando a su paso, pero es una sensación agradable y serena,
en esas gotas de licor está por unos segundos la forma de olvidar todo el dolor.
Quiero olvidar, olvidar todo lo que me carcome por dentro, olvidar por un segundo
a Lucas y el dolor que ha dejado su partida en mi pecho. Es como una maldita he-
rida que nunca deja de sangrar, que mancha con su color mi camisa y mi cuerpo.
Mi mente comienza a nublarse, a adormecerse. Le doy la bienvenida a esa
sensación de letargo. Me recuesto sobre su cama, tomando la almohada entre mis
manos y clavando mi rostro entre sus pliegues, aspirando su olor, su adictiva
esencia. Es tan débil ahora después de tanto tiempo, pero sigue ahí presente, una
adorable mescla entre vainilla, tierra húmeda y chocolate. Una rara sensación re-
corre mi cuerpo al sentirlo de alguna manera tan cerca de mí. Tiemblo y por prime-
ra vez en mucho tiempo comienzo a llorar. Dejo fluir todo lo que me consume por
dentro. Solo por esta noche me permito mostrar toda la debilidad que tengo, todo
el dolor, el sufrimiento y la desesperación que recorre mi interior, me doy la com-
pleta libertad de mostrarme tal cual soy. Solo esas cuatro paredes me conocen en
realidad, al Ethan que no oculto con una estúpida careta.
—Lucas… —susurro su nombre antes de caer en la inconciencia.
Sueño con él. Que sonríe al verme de frente. Que me besa y se entrega apa-
sionadamente a una noche de placer en la que por fin podemos fundir nuestros
cuerpos y nuestras almas en una sola. Pero de nuevo… solo es una estúpida fan-
tasía que no tiene por qué ser realidad.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
19
Sara Liza
Me levanto con una fuerte jaqueca.
Camino hasta el baño frente a la cama. Me miro en el espejo, no logro recono-
cer al Ethan frente a mí. Mi cabello negro, alborotado por una intensa noche. Un
par de ojeras bajo mis parpados, los labios secos y un intenso aroma a alcohol y
sudor. Cierro mis manos en un fuerte puño, con furia estampo mis nudillos contra
el espejo partiéndolo por la mitad. Gotas de sangre caen al suelo, pero de nuevo
el dolor físico adormece al dolor que me mata lentamente.
Abro la ducha y me sumerjo bajo el chorro intenso del agua caliente. Mi cuer-
po se relaja al sentir como el agua cae sobre mi espalda, recorriendo mi cuerpo y
tranquilizando mis músculos, limpiando con ella la sangre de entre mis dedos. El
ardor no es nada comparado con todo lo que desde pequeño he tenido que sopor-
tar. Mi padre fue un bastardo conmigo, esos entrenamientos tempranos a los que
me obligó a asistir desde que tenía siete años de edad. Cierro mis ojos y me re-
pongo del débil momento que tuve hace un par de minutos. Ahora soy el Alfa de la
manada, no puedo permitir que mis emociones tomen control de mí, de una mane-
ra tan fácil.
—Te amo demasiado cariño… que en cualquier momento moriré por ti.
Salgo de la ducha envuelto en una pequeña toalla verde. Tomo lo primero que
alcanzo del ropero, un par de jeans azul oscuro, una playera blanca sin mangas y
una camisa negra con gris a cuadros. Me tomo un par de minutos para respirar
antes de salir de la vieja cabaña de Lucas. Al salir por esa puerta de madera tengo
que regresar a la ficción, el Ethan que todo el mundo cree conocer tiene que salir
de nuevo a la superficie. Ese Ethan sonriente, pero duro y autoritario, el mismo
que odio con cada fibra de mi ser.
Lo primero que me recibe al salir es un intenso aroma a tierra húmeda. Ca-
mino por el pórtico de madera, con un cigarrillo en mi boca y el encendedor en mi
mano derecha. Tengo un día muy largo y agobiante por delante. Hemos estado
siendo atacados por pequeños grupos de solitarios que intentan apoderarse de
unas parcelas de tierra al sur del pueblo, por si fuera poco hace dos días que un
par de adolescentes desaparecieron de la manda, por lo que la mayoría de mis
rastreadores han estados buscándolos por todas partes y por último la fusión de la
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
20
Sara Liza
empresa de construcción con una competidora que ha estado en quiebra desde
hace un par de meses, una inversión que podría traernos ganancias millonarias a
toda la manada por igual.
Clavo mi mirada en el largo sendero de vuelta a casa que me espera frente a
mí, es un imperceptible camino de piedras blancas, rodeado de robles tan altos
como pequeños edificios. Las hojas anaranjadas de los arboles comienzan a caer,
provocando que mis pisadas dejen un rastro de sonidos que cualquier ser con un
oído tan desarrollado como la de un lobo pueda escuchar. Respiro y comienzo a
caminar. Justo cuando voy a la mitad de la senda, noto como mi bolsillo derecho
empieza a vibrar. Imagino quien puede ser incluso antes de ver el nombre en la
pantalla del aparato. Cada sábado desde que descubrí la cabaña de Lucas, es lo
mismo con ella, obligándome a repetir la misma escena de siempre.
—Ethan Cormack —digo con marcada indiferencia.
—¿Dónde demonios estas Ethan?
—Buenos días para ti también Kristen.
—¿Dónde estás? —vuelve a preguntar esta vez claramente molesta.
Sobo el puente de mi nariz. El solo hecho de pensar que estoy casado con
una mujer como esta, una persona superficial, rebelde, engreída, que piensa que
es mejor que todos los demás solo por su posición forzada en la jerarquía de la
manda y que me odia con todo su ser, pues me lo recuerda diariamente, solo hace
que me den unas nauseas tremendas. Es inevitable preguntarme ¿cómo fue que
caí tan bajo y de esta manera?
—Ocupado —contesto de mala gana.
—¡Siempre estas ocupado Ethan! —la voz chillona cala en lo profundo de mi
cabeza, la jaqueca es cada vez más intensa— ¿Estas con ella verdad?
—¿Con quién? —pregunto.
—¡Con la zorra con la que te metes cada que desapareces!
Desde hace un par de meses Kristen está obsesionada con la falsa idea de
que yo tengo una amante con quien la engaño. No soy hombre que le guste insul-
tar a las mujeres, pero siempre me pregunto qué pasaría si supiera la verdad, si
tan solo entendiera que es ella en realidad la otra en cuestión, que me maldigo por
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
21
Sara Liza
dentro al tener que compartir nuestra cama todas las noches, que me siento como
la mayor de las mierdas cada vez que me fuerzo a entrar entre sus piernas solo
para mantener una mentira que me está volviendo loco con el tiempo, pero que
todo sea por el beneficio de la manada, pero sobre todo del amor de mi vida.
—¿Sigues con eso? —estoy agotado de que siempre se repita lo mismo con
ella. La misma escena fingida de interés, las miradas de reproche, cuando los dos
sabemos que desde hace años se mete en la cama de uno de mis mejores ras-
treadores para saciar su libido.
—Puedo olerla —responde—, siempre que regresas, puedo percibir el aroma
de esa zorra en ti. Eres una inmundicia Ethan. ¿Cómo es posible que engañes a
tu pareja, a la madre de tu hijo, a la mitad de tu alma de esa manera?
Es la misma pregunta que me vengo haciendo desde que perdí a Lucas nueve
años atrás.
—¿Qué mierda quieres ahora Kristen? No tengo el tiempo ni las ganas sufi-
cientes como para comenzar una estúpida discusión contigo, así que te pregunto
de nuevo, sea lo que sea que quieras ¡escúpelo ahora!
Guarda silencio durante un par de minutos. Puedo escuchar su respiración, le-
ves exhalaciones que se repiten constantemente. Kristen sabe que no tengo mu-
cha paciencia, por lo que apretando el celular decido no darle el gusto de escu-
charme gritar por la desesperación.
—Eres un estupendo Alfa Ethan —dice ella— pero un pésimo padre.
Y aquí viene la carta de nuestro hijo. Estoy agotado de que siempre que quie-
ra lastimarme en lo más profundo use a nuestro pequeño hijo como una estúpida
arma en mi contra.
—Sabes muy bien que Troy es mi vida entera —digo caminando por el sende-
ro. El sonido de las hojas secas al pisar llena mis oídos.
—¿Tu vida entera? ¿De verdad lo es Ethan?
—¡Estas llegando muy lejos Kristen!
—Olvidaste lo más importante en la vida de nuestro hijo Ethan —responde— y
aun así parece que no te has dado cuenta de ello.
—¿Qué fue lo que olvide según tú?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
22
Sara Liza
—Su cumpleaños por ejemplo —responde.
Cierro mis ojos en señal de frustración. Tan sumergido estaba en mi propio
dolor que no me puse a pensar por un segundo que la vida allá afuera continua
agitándose como una canoa en altamar. La imagen de Troy, de mi cachorro apa-
rece de pronto en mi mente. Sus cabellos rubios como los de su madre, sus ojos
verdes pero no tan intensos como los míos, su sonrisa tímida… el miedo que tiene
cada vez que me ve. He intentado ser un buen padre para él, lo protegeré de
cualquier cosa que pudiera ponerlo en peligro, pero es que hay ocasiones en los
que simplemente no sé cómo actuar. Me duele en el alma ver como tiembla cada
vez que lo quiero abrazar o silencia esa sonrisa cuando entro a su habitación.
—No lo olvide —respondo—, ahora mismo voy para allá.
—Más te vale que aparezcas a su fiesta —dice ella con dureza—, no todos los
días podemos celebrar el octavo cumpleaños de tu hijo, el próximo alfa.
—¡Voy para allá!
Cuelgo de mala gana, guardando el celular de nuevo en mi bolsillo. Quiero
transformarme, aspirar el aroma del bosque mientras a cuatro patas corro por los
bosques que tan bien reconozco, pero sé que no hay tiempo para eso. Lo impor-
tante ahora es dirigirme a la mansión de la manada e intentar darle un buen re-
cuerdo a mi cachorro en su día, es lo mínimo que puedo hacer por él después de
cómo lo he tratado en los últimos meses.
No me considero como un padre violento ni mucho menos, es solo que no sé
cómo ser esa figura paterna que Troy tanto necesita. Cuando estoy junto a él pier-
do la noción de la realidad, no sé cómo ser cariñoso o como decirle cuanto lo amo,
porque si hay algo que no está en duda aquí es lo mucho que amo a ese cachorro,
amo todo de él y es lo que más me asusta, no estar a la altura de lo que mi pe-
queño necesita, no ser lo suficientemente fuerte o valiente para él, por eso me
frustro tanto y termino estallando en ira pero no contra Troy sino contra lo inútil
que puedo ser en ocasiones.
Media hora más tarde estoy frente a las puertas de madera de la casa de la
manada. Es una gigantesca mansión con estilo isabelino, de tres pisos y dos to-
rres en las orillas. De más de cuarenta habitaciones, tres salas con chimenea, dos
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
23
Sara Liza
estancias para invitados, dos comedores que en ocasiones son utilizados como
pistas de baile, un estudio central donde yo dirijo a la manada entera, y por ultimo
una gigantesca cocina donde cinco mujeres de la manada se dedican exclusiva-
mente a cocinar para todos los miembros que habitan ahí. Solo los más fuertes y
con rangos más altos en la jerarquía pueden vivir dentro.
—¿Larga noche? —Jackson desde lo de la entrada me pegunta.
—Bastante —respondo caminando a su lado y entrando a la mansión.
Jackson es mi beta, el segundo al mando en la jerarquía de la manada y al
mismo tiempo mi hermano menor. De piel blanca pero ligeramente tostada por el
sol, ojos verdes, cabello corto y negro. Desde niño me seguía a todas partes, un
año después de cumplir los dieciocho años supe que él era el lobo indicado para
tener como mi mano derecha. La celebración fue sencilla, con todos los miembros
de la manada a su alrededor. Con el tiempo Jackson se convirtió en un gran beta,
sus acciones eran sabias y sus movimientos meticulosos. Es sencillo confiar mi
vida entera a él, mi hermano menor. No sabe toda la historia, ni mucho menos so-
bre Lucas, pero conoce una parte de esta. Siempre que regreso a casa los sába-
dos por la mañana su sonrisa y una palabra de consuelo me esperan tan solo al
atravesar las puertas de madera. Nunca pregunta, ni cuestiona mis decisiones,
acepta todo lo que hago y lo que digo, por eso mismo sé que tomé la decisión co-
rrecta al escogerlo a él.
—Lástima que el día apenas comienza.
—¿Alguna novedad? —camino por los pasillos de la mansión hasta llegar a
las dos puertas de madera de mi oficina
—Kristen ha estado muy ocupada toda la mañana con los preparativos para la
fiesta de Troy —dice sentándose frente a mí— ha contratado al mejor servicio de
catering de la ciudad, uno par de juegos inflables, un zoológico y los mejores mú-
sicos de la manada. Todos parecen muy emocionados por el cumpleaños del ca-
chorro del alfa.
—Hablando de él ¿cómo está?
—Tranquilo —responde—, tan tranquilo como siempre.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
24
Sara Liza
—Me duele verlo de esa manera, yo a su edad ya estaba trepando por los ár-
boles, dándole dolores de cabeza a mi madre y cazando ciervos con mi padre.
—Bueno a su edad papá ya te había obligado a ser todo un hombre.
El recuerdo de esos días está todavía fresco en mi memoria.
—Aun así me preocupo por él.
—Eres un buen padre Ethan, aunque en momentos no lo sepas hacer.
—Gracias por los ánimos Jackson.
—Es la verdad —responde con una sonrisa
—Cambiando de tema ¿alguna otra novedad?
—Si —responde— llegó esta carta anoche.
Es un sobre amarillo con mi nombre grabado en letras recortadas de periódico
en una de las caras. Inspecciono el sobre con suma curiosidad.
—Qué extraño… ¿Quién lo entrego?
De pronto la expresión de Jackson se torna sombría y turbia.
—Eso es lo más raro de todo el asunto —dice después de unos minutos en si-
lencio— el sobre solo apareció en tu oficina. Al principio pensé que eran instruc-
ciones tuyas, pero al verlo mejor algo no me cuadraba. No lo he abierto, he estado
esperando a que tú lo hagas.
—Nadie puede entrar a la manada sin ser detectado —respondo— mucho
menos a mi oficina.
—E ahí el dilema. Sospecho que tal vez alguien de la manada lo dejo, pero si
es así ¿por qué lo haría?
Con curiosidad abro el sobre frente a mí. Una hoja amarilla con letras de pe-
riódico pegadas a ella y una fotografía se deslizan sobre el escritorio, más no es
una fotografía cualquiera. De inmediato reconozco las facciones de mi única debi-
lidad. Una piel bronceada, unos ojos cafés casi negros, un cabello rebelde con
mechones que cae cubriendo parte de su ojo izquierdo. Viste un traje gris, una
camisa blanca. Sonríe mientras le tiende la mano a una mujer, su mejor amiga. La
fotografía está tomada desde lejos.
—¿Qué ocurre? —pregunta Jackson.
Mis manos tiemblan mientras leo el mensaje escrito para mí.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
25
Sara Liza
“Disfrutaré el matar a Lucas… no hay nada que puedas hacer para salvarlo”
Con furia golpeo el escritorio de madera. ¡Nadie le pondrá un solo dedo enci-
ma! ¡Nadie lastimará lo que me pertenece! ¡Soy el alfa de una de las manadas
más fuertes de todo el país! ¡Antes destruyo al mundo entero, que permitir que
alguien siquiera piense en lastimar a Lucas! ¡No lo voy a permitir!

Lucas.

Ha sido una noche tranquila.


Como enfermero en el área de urgencias desde hace ya tres años, estoy
acostumbrado a siempre estar en constante movimiento, recibiendo a los pacien-
tes más graves y canalizándolos de una manera adecuada para una correcta
atención, cumpliendo con las ordenes de los médicos que como yo solo quieren
pasar una noche tranquila y recostarse para unas pocas horas de sueño. Y este
día a pesar de lo que se podía esperar de una ciudad tan grande y ajetreada como
esta, ha sido relativamente una noche tranquila, claro dentro de los parámetros a
los que ya estamos acostumbrados los miembros del personal.
Dos embarazos, uno de ellos con alto riesgo de aborto, cinco personas en es-
tado crítico por un accidente de tráfico debido a las intensas lluvias, dos heridos de
arma blanca en una disputa de bar y una víctima de incendio provocada por una
explosión en una bodega de seguridad. Como lo dije antes, una noche tranquila.
El sol comienza a salir por el horizonte, manchando de un tono naranja el cielo
azul. Son las cinco y media de la mañana. Camino por entre las mesas de la cafe-
tería que a esas horas del día está ligeramente vacía, solo un par de señores to-
mando café en un rincón y una mujer con la que sospecho es su madre, almor-
zando apaciblemente. Susan, la cocinera, me recibe con una sonrisa mientras en
silencio observo el menú del día de hoy. No es la mejor comida del mundo, pero

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
26
Sara Liza
con el cansancio y el hambre que tengo, no puedo negarle la oportunidad a lo que
ella prepara tan amablemente todos los días desde que trabajo en el hospital.
—¿Qué tal tu noche Lucas? —pregunta con una sonrisa.
Es una adorable mujer de unos cuarenta años de edad.
—Tranquila —respondo— bueno a lo que estoy acostumbrado, fue una noche
común la verdad.
—¿Listo para ordenar?
—Un sándwich de pavo y un jugo de naranja, por favor.
—Excelente elección.
—¿Y qué tal tu noche? —pregunto sin dejar de ver como Susan con rapidez
corta pequeñas rebanadas de pavo y las coloca con un poco de lechuga, aguacate
y tomate, entre dos rebanadas de pan integral.
—Dormí como una bebe.
—Te odio tanto —digo jugando con ella.
—Me amas, mejor dicho —responde entregándome el jugo de naranja y un
sándwich que se ve realmente delicioso.
—Si tienes razón, pero solo porque me alimentas cada mañana.
—¡Siempre lo haré!
Me acomodo sobre una silla de plástico color café, en una de las mesas más
alejadas de la puerta principal. La mirada de la pareja de mujeres se posa sobre
mí un par de segundos, dedicándoles una leve sonrisa y un asentimiento de cabe-
za. Abro con cuidado el envoltorio de plástico, el aroma del aguacate y el pan re-
cién hecho me inunda la nariz. Sin dudarlo un solo minuto más, muerdo el pan
deleitándome con la sensación crujiente de la lechuga y el sabor dulce del aguaca-
te. El sabor del pavo con los demás condimentos, se desliza por mi garganta
mientras que doy un trago al jugo de naranja. Las sensaciones se mezclan entre
sí, creando una experiencia única para una persona que no ha comido en más de
nueve horas desde que el turno comenzó. Estoy muy cansado. Mis pies duelen de
permanecer de pie durante tantas horas, mi cabeza zumba, deseo tanto llegar a
mi departamento y echarme sobre la cama durante dos días seguidos.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
27
Sara Liza
Otra mordida al emparedado y las imágenes de lo ocurrido hace dos noches,
aparecen como vivida secuencia. Aún tengo presente esos ojos azules tan inten-
sos y misteriosos, la forma en la que me observó en completo silencio analizando
cada detalle de mi persona, la suavidad de la piel de sus manos que contrastaba
con la dureza de su agarre, su voz profunda y lenta, escurriéndose hasta mis oí-
dos erizando mi piel desnuda. Pero sobre todo lo que más presente está en mi
cabeza es la confianza que me inspiró en tan solo un par de minutos, como si su-
piera que nada malo ocurriría al estar junto a él.
—¿Lucas?
Mis pensamientos son interrumpidos por los chasquidos de Vanessa y la risa
de Drew a mi derecha.
—¿Disculpa? —digo al verlos.
—¿Larga noche? —pregunta Drew sentándose frente a mí con una charola
con un café y un burrito, Vanessa a mi izquierda con un jugo de naranja y una en-
salada de pollo.
—En realidad no —respondo bebiendo otra vez—, solo recordaba.
—¿Recordabas? ¿No estarás pensando de nuevo en tu asalto, verdad?
—Eso es justo lo que hacía.
—¿Te asaltaron? —pregunta Drew con interés.
—Si —contesto— olvide contarte.
Drew es el jefe de cirugía pediátrica en el hospital St. Francis, uno de mis me-
jores amigos junto con Vanessa y toda una celebridad en el hospital. Hay días en
los que tras ver filas de mujeres en la sala de espera del área pediátrica, sospecho
que la mayoría de las madres solteras fingen que sus hijos están mal solo para
poder ver al famoso Drew. Rubio, ojos verdes y piel blanca pero bronceada, es a
sus treinta y tres años toda una celebridad.
—¿Cómo paso? —pregunta sorbiendo de su café.
Sonrío, clavando mi mirada en Vanessa que comienza a sonrojarse.
—Salía de una cita desastrosa que Vanessa organizó para mí, cuando de
pronto sentí como alguien me apuntaba por la espalda con una navaja. Por fortuna
no pasó a mayores.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
28
Sara Liza
—¿Y eso por qué?
Vanessa que hasta ese momento estaba devorando su ensalada de pollo con
crutones de pan de ajo, respondió por mí.
—Porque el chico más caliente, según palabras mismas de Lucas, lo salvo tal
cual doncella de cuentos de Disney.
—¡Vanessa! —golpeé la mesa.
—¿Así que un caballero de brillante armadura te salvo de las garras del mal?
—Búrlense todo lo que quieran —digo clavando la mirada en los dos—, pero
de verdad le estoy muy agradecido por haberme ayudado cuando más lo necesi-
taba. Si no hubiera sido por él, no sé lo que habría pasado.
—Le agradeciste tanto —dice Vanessa con un popotillo en su boca— que
prácticamente le babeaste encima.
—¡Eso no es verdad! Solo… solo me le quede viendo en silencio.
—¿En silencio? —Drew eleva una ceja con curiosidad.
—No fuiste acaso tú el que me dijo que te habías enamorado.
Mis mejillas comienzan a pintarse de un intenso rojo. La mirada divertida de
Drew y las sonrisitas de Vanessa no hacen nada por ayudar a eliminar la vergüen-
za que estoy sintiendo en estos momentos.
—Tanto así como para enamorarme no —respondo—, pero no puedo negar
que era un chico apuesto. La verdad es que no me había sentido de esa manera
en mucho tiempo.
—¿De esa manera, cómo?
—Que los pantalones le apretaran y su polla se levantara.
—¡Vanessa! —pregunto ahora completamente rojo.
—Solo bromeaba —responde ella sonriendo al igual que Drew.
Mi mirada penetrante se clava en mi mejor amiga. Trae el pelo recogido en
una perfecta coleta. Viste unos pantalones azules, una playera del mismo color y
una bata blanca. Me sonríe mientras continúa comiendo como si nada hubiera pa-
sado, enterrando el tenedor en una pieza de pollo bañada de salsa ranch y lleván-
doselo a la boca. En momentos así no puedo más que agradecer por haber en-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
29
Sara Liza
contrado personas tan comprensibles como ellos, personas que no me juzgan por
mi orientación sexual y que me aceptan tal cual soy.
—Tú siempre bromeas.
—Ya dije que lo siento.
—Bueno ya —interrumpe Drew— y a todo esto ¿Quién es él?
—Se llama Adam —respondo sacando la tarjeta de presentación que me dio
antes de desaparecer por un callejón entre los edificios donde está mi apartamen-
to— Adam Carter. Creo que tiene un gimnasio en el centro de la ciudad, es bo-
xeador o algo por el estilo.
—Permíteme —con rapidez Vanessa me arrebata la pequeña tarjeta de la
mano—, déjame ver… Adam Carter, entrenador personal.
—¿Entrenador personal?
—Creo que deberías ir a tomar un par de clases, tal vez así puedas aprender
a defenderte y no estar esperando por un caballero oculto entre las sombras.
—Yo opino lo mismo que Vanessa.
—Gracias —contesto algo ofendido.
—No por eso Lucas —responde reclinándose más sobre la mesa— sino por-
que nunca sabes lo que pueda pasar. En todo caso es bueno que sepas defender-
te por si algo como eso vuelve a ocurrir. Solo es un plan b.
Miro a mis amigos con detenimiento.
Es cierto que no me caracterizo por ser una persona con habilidades para la
pelea que puedan sobresalir, pero no es como para estarlo remarcando cada dos
por tres. Aunque no negaré que es buena idea el aprender un par de movimientos
para cuando puedan ser necesarios. Según las probabilidades, que algo así me
pueda ocurrir son grandes, pero que algo así ocurra y que alguien llegue para sal-
varme son realmente escazas.
—De hecho me había pedido que fuera a visitarlo.
—¿Y? —preguntan los dos al mismo tiempo.
—Mañana en la tarde me daré una vuela por el lugar —respondo.

Jamás en la vida había estado tan nervioso como lo estoy ahora.


Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
30
Sara Liza
—Venga Lucas solo es entrar y saludar, eso es todo.
Es un local sencillo, pero al mismo tiempo un tanto elegante. Ubicado en las
primeras dos plantas de uno de los edificios más importantes de toda la ciudad. Mi
vista se clava en el enorme letrero justo encima de la puerta principal. El nombre
de ―Carter’s‖ aparece con letras blancas siendo rodeado por un círculo rojo. Gran-
des ventanales del techo al suelo son lo primero que se ve desde la banqueta con-
traria en la que me encuentro, al otro lado de las ventanas, varias personas corren
en máquinas empotradas al suelo, algunas en solitario otras más con compañeros
a sus lados. Mi atención se desvía a las puertas de vidrio templado.
—Tu puedes hacerlo… ¡tú puedes!
Cruzo la calle y sin pensarlo demasiado me adentro al local.
Lo primero que me recibe es la bienvenida de una hermosa joven de unos
veinte años de edad. Tiene los cabellos negros y largos, amarrados en una trenza
que prácticamente le llega a la cintura. Su piel es morena como la caoba y su son-
risa tan blanca y reluciente. Viste ropa deportiva, un top rojo y unos pantalones
negros. Permanezco en silencio sin saber qué hacer.
—¿Primera vez en un gimnasio?
—Si —respondo— mi primera vez.
—No tienes por qué preocuparte —su voz es suave y dulce— tenemos entre-
nadores personales que pueden ayudarte paso a paso en este nuevo viaje.
Mis manos sudan.
Observo con más atención el local en el que me encuentro. Las paredes están
pintadas de un intenso amarillo huevo, los techos negros, y el piso de madera la-
minada. Frente a mí y en una pequeña zona principal cuadrada, están todas las
máquinas para los diferentes tipos de músculos; piernas, abdomen, pecho, glú-
teos… etc. Varios jóvenes de diferentes edades, se ejercitan sin prestar atención a
su alrededor, enfocándose solo en los movimientos repetitivos en cada una de las
secciones. A mi derecha y colocadas junto a las ventanas se encuentran las má-
quinas para ejercicios más sencillos y tranquilos; caminadoras, bicicletas, etc. Va-
rias televisiones empotradas al techo y repartidas por todo el local, trasmiten so-
lamente rutinas de ejercicios una y otra vez, así como también bocinas en cada
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
31
Sara Liza
una de las esquinas, donde una intensa música suena alentando a las personas a
ejercitarse.
—La verdad es que ni siquiera sé lo que tengo que hacer.
—Depende de lo que quieras entrenar —responde ella saliendo del mostra-
dor— cada cuerpo es distinto, cada deseo también. Nosotros podemos ayudarte
con ejercicios enfocados a lo que quieras trabajar o hacer una rutina más especia-
lizada donde puedas entrenar todo tu cuerpo por igual.
—La verdad es que solo estoy aquí porque me pidieron que viniera.
—¿Te pidieron venir?
—Si… si… creo que es el dueño... ¿Adam?
Sus ojos se agrandan, me mira con detenimiento.
—¿Acaso eres Lucas Wood? —pregunta con curiosidad.
—Si —respondo— soy yo. Adam me pidió que viniera, quiere…
—Entrenarte —me paralizo al escuchar su voz profunda a mi espalda—, yo
me encargo desde aquí María.
—Como tú digas —dice ella volviéndose a sentarse detrás del escritorio.
Giro mi cuerpo y me paralizo al momento en el que mis ojos se posan sobre el
sujeto frente a mí. No me cabe la menor duda que la naturaleza fue generosa con
Adam. Viste solamente una pantalonera gris, dejando al descubierto todo su glo-
rioso abdomen. Mi vista desciende por cada uno de los músculos perfectamente
definidos, una ligera capa de bello rubio baja por su ombligo y se pierde entre los
pliegues del pantalón. Me sorprendo al ver parte de su cuerpo cubierto con tatua-
jes. Dos alas que cubren el ancho sus pectorales, sus antebrazos también con
tatuajes algunos tribales otros representando algunos animales de la naturaleza.
Mi atención se clava en la imagen de un lobo aullándole a la luna en su hombro
derecho, trayéndome el recuerdo de mis días en la manada.
—Viniste —me tiende la mano y me da una media sonrisa.
—Si… yo… quería darte las gracias.
Me atraganto al ver como gotas de sudor perladas caen lentamente por su ab-
domen, recorriendo cada glorioso y definido musculo.
—Estamos para ayudarte —dice mirándome a los ojos.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
32
Sara Liza
Un rubor cubre mis mejillas. Tan solo espero que mis miradas no sean obvias.
—Lo aprecio pero… no entiendo cómo puedes hacerlo.
—Sígueme. —dice sin dame tiempo de reaccionar.
—Claro…
Lo sigo hasta otra sala en la parte trasera del gimnasio. Esta es un poco más
sencilla que la primera. A mi derecha e izquierda varios sacos de boxeo cuelgan
de pequeños ganchos anclados al techo del edificio. Varios hombres me observan
con curiosidad, solo para después continuar golpeando rápidamente los sacos que
se mueven de un lado al otro. En el centro de la sala, está un ring de boxeo donde
dos hombres de unos cuarenta años de edad practican acaloradamente, al rede-
dor varios más los alientan a continuar en la batalla.
—No entiendo ¿quieres que aprenda a boxear?
—No solo boxeo —responde— sino también Kung fu, krav maga, taekwondo,
kick boxing, cualquier cosa que con el que puedas defenderte en caso de ser ne-
cesario. Nunca sabes lo que puede pasar.
—No lo entiendo ¿por qué quieres que aprenda a defenderme?
—Porque me importas Lucas —dice acortando la distancia entre nosotros y
posando una mano sobre mi mejilla derecha. Mi respiración aumenta al notar su
cercanía— y quiero saber que si no estoy yo o alguien más que pueda ayudarte,
tú puedas ser capaz de defenderte si es necesario. No toda la vida va a ver al-
guien detrás de ti para protegerte, tienes que aprender a hacerlo por ti mismo.
—Entiendo… —digo con la respiración entrecortada.
—Quiero presentarte a un buen amigo.
Mis manos tiemblan al ver como lentamente se aleja de mí y sube al ring. Es
la primera vez desde que dejé la manada y vi por última vez a Ethan, que algo
como esto me ocurre. Siempre pensé que tendría que vivir amarrado eternamente
a una persona que no me ama, pero ahora, ahora con las sensaciones que acabo
de sentir, puede que exista un camino feliz en mi vida, un camino con alguien más
a mi lado. Sonrío ante la idea de poder amar y ser amado como tanto lo deseo.
—Él es Dixon —señala a un joven de mi misma estatura. Cabello rapo, ojos
cafés, piel morena— es mi mejor amigo y el segundo al mando en el gimnasio.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
33
Sara Liza
—Mucho gusto —digo dándole la mano.
El me observa con atención, una gran sonrisa aparece en su rostro.
—El gusto es mío…
—Cuando yo no pueda entrenarte, él será el que lo haga por mí.
—Descuida lindo —me rodea por los hombros— seré cuidadoso contigo.
Tiemblo un poco al sentir su cercanía. ¿Qué está pasando conmigo?
—Dixon —la voz de Adam se vuelve más profunda y autoritaria.
—Ya, ya, no te alteres jefe —dice él alejándose de mí y regresando al ring.
—Lucas, es importante que aprendas a defenderte, no sabes la clase de basu-
ra que hay allá afuera, personas que no dudarán ni un solo segundo en lastimarte.
No esta demás que puedas defenderte, que pongas resistencia. Todo esto es por
tu propio bien.
Observo la preocupación en su rostro, es una preocupación sincera.
—¿Por qué haces esto por mí? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Como ya dije antes… me importas Lucas.
Sonrío.
Hay algo extraño en todo esto. Puedo ver que su preocupación es sincera pe-
ro algo no me cuadra del todo. Entiendo que al ver a un indefenso sufrir por las
manos de un ladrón, algo se haya despertado dentro de Adam, pero de ahí a ver
una autentica preocupación en su mirada, a que este tan interesado en que pueda
defenderme, a decir que le importo aun cuando no nos conocemos en lo absoluto,
me hace sospechar, pero de nuevo Adam me inspira mucha confianza. Ya no sé
en qué creer.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
34
Sara Liza

Ethan.

El aroma del alcohol y frutos secos inunda mi nariz.


Observo con atención el líquido ámbar que se agita en el interior del vaso de
cristal, escurriéndose entre los pequeños cubos de hielo que comienzan a derretir-
se. Puedo sentir la mirada de Jackson a mi espalda, una mirada de absoluta cu-
riosidad. Me llevo el vaso a la boca y bebo de un solo trago el whisky que mi abue-
lo guardaba para ciertas ocasiones especiales, lo único que parece tranquilizarme
en los últimos años. El sabor es un poco fuerte pero pasados un par de segundos
la intensidad disminuye, dejándome con un leve cosquilleo en la lengua y un grato
sabor en el paladar.
Sirvo de nuevo el líquido esta vez en dos copas de cristal. Camino de vuelta a
la silla de madera, con la imagen de un lobo gravada en el relieve de la misma. Es
la misma silla que todos mis antepasados han ocupado, pasándose de generación
en generación, remontándonos hasta los días en la que la manada se creó en la
entonces unión soviética. Tiendo el vaso con whisky a mi hermano, quien lo toma
y comienza a agitar el líquido en el interior. Han pasado un par de minutos desde
que decidí contarle toda la historia a mi hermano, en como descubrí que Lucas era
mi otra mitad, como lo dejé tirado a la mitad del bosque a punto de morir, todas las
decisiones y problemas que he estado viviendo a lo largo de todo este tiempo. Si
hay alguien en quien pueda confiar es sin duda mi hermano, el beta de la manada,

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
35
Sara Liza
la persona que siempre sin importar nada ha estado a mi lado dándome el apoyo
que tanto necesito.
—Vaya historia.
—Y que lo digas —respondo dándole otro trago a mi bebida.
—No sé qué decirte Ethan… es una mierda todo esto.
—No esperaba que me entendieras —digo reclinándome sobre la silla y ce-
rrando los ojos—, solo quería poder desahogarme con alguien. Sé que es algo
complicado, y si ahora me odias lo voy a entender, solo quería poder contártelo a
ti, tu que eres mi hermano y en quien más confió.
—Creo que no me entendiste —dice dejando el whisky a un lado.
—¿A qué te refieres?
—No te odio Ethan, nunca podría odiarte —su voz es relajante—, y menos
cuando se trata de tu otra mitad. A mí no me importa en lo absoluto si es humano
o… o hombre. Admito que es un poco extraño y desafía todo lo que creía hasta
ahora, pero el destino lo quiso así, que Lucas y tú compartieran un solo camino.
Ethan tienes que entender que son la mitad de cada uno, sin él tu no estas com-
pleto así como él no está completo sin ti. Estoy seguro que así como tu sufres por
su ausencia, él siente lo mismo donde sea que este.
—¿De verdad no estás enojado?
—¿Enojado? —pregunta clavándome la mirada, los mismos ojos de mi ma-
dre— ¿por qué lo estaría? Tú sabes que yo no comparto las mismas ideas que
nuestro padre. La idea de la pureza de la sangre me parece algo completamente
estúpido, porque ¡venga ya! ¿Quién puede decir que desciende de una línea pura
de hombres lobos? De hecho el abuelo de nuestro abuelo unió su destino con una
simple humana. Estoy seguro que es una historia que desconocías.
—Por completo —digo con curiosidad.
—Es una historia que mi abuelo decidió ocultar por el bien de la sangre.
—¿Cómo sabes tú eso?
—Nana me lo contó antes de morir.
—Entiendo…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
36
Sara Liza
—Lo que quiero decir es que nuestro padre tiene miedo —se reclina de nuevo
en su lugar, jugando con el líquido en su copa de cristal— miedo del cambio, mie-
do de lo que es nuevo. Esta tan obsesionado con recuperar esa fortaleza y pode-
río de antaño, que no se da cuenta que lo único que provoca es que terminemos
aislándonos del mundo exterior, que nuestros propios hermanos nos den la espal-
da cuando podamos necesitarlos. Ethan nuestro padre nos estaba dirigiendo por
un camino sin retorno, en el que terminaríamos por ser destruidos por nuestra
propia estupidez, pero por suerte llegaste tú. Ahora en tus manos está la decisión
de seguir como hasta ahora o cambiar para bien. Y siento que con la ayuda de
Lucas… podrás hacerlo.
Estoy orgulloso de él. Ese chiquillo que me seguía a todas partes de niño,
ahora es todo un hombre. Jackson ha demostrado, con el tiempo, tener una madu-
rez y una sabiduría que yo como el alfa de la manada carezco por completo. El
escucharlo hablar, me es inevitable preguntarme que hubiera pasado si tan solo
las cosas hubieran ocurrido de alguna otra manera. Era un cobarde, de hecho aún
los soy. Gracias a esa cobardía perdí a la persona más importante en mi vida, por
el estúpido miedo al qué dirán, el terror a la reacción de mi padre, a la reacción de
la manada, gracias a todo aquello hoy estoy viviendo en una realidad que me
atormenta, fingiendo ser lo que no soy, muriendo lentamente por su ausencia, su
lejanía, por el quizás que se desliza de mi boca pensando en que quizás si lucho
por él pueda ser finalmente feliz. Pero entiendo que su felicidad no va de la mano
de la mía. No soy, ni seré nunca la fuente de su alegría.
—Pero soy igual que él —golpeo el escritorio con frustración.
La fotografía de mis padres cae estrellándose contra la madera. Es un peque-
ño cuadro negro. En él se puede apreciar el día en el que ocho años atrás mi pa-
dre desistió de su puesto como alfa para dármelo a mí. Tiene una pose seria y
autoritaria, sujeta a mi madre por la cintura con fuerza. Sus ojos verdes, tan inex-
presivos y penetrantes como siempre, observan directo a la cámara. Mi madre con
una pequeña y tímida sonrisa, sus cabellos negros meciéndose por el viento. Aun
hoy en día, sigo sin comprender como el destino pudo poner a dos personas tan
opuestas en un solo camino.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
37
Sara Liza
—No, no lo eres Ethan.
—Claro que lo soy.
—Intenta negarlo todo lo que quieras, ocultarlo detrás de una máscara de du-
reza y seriedad, pero todos nosotros podemos ver al auténtico Ethan, a tu yo ver-
dadero. Eres comprensivo, fiel, amable y cariñoso. Lo que no podemos entender
es porque insistes en ocultarlo detrás de esa mascara de chico rudo.
La imagen de un pasado sombrío aparece frente a mí.
—Este soy yo —me levanto con brusquedad, caminando hasta una de las
ventanas— y es lo que siempre seré, no importa cuánto luche por lo contrario.
Mi atención se desvía al exterior. Afuera todo el mundo continúa con los pre-
parativos de la fiesta de mi cachorro. Varios miembros de la manada ayudan a
bajar de dos trocas varias cajas y compresores, con los juguetes inflables. Kristen
camina con tranquilidad por entre las mesas plegables, ordenando a un par de
jóvenes lobos a mover las mesas y sillas de un lado para el otro, buscando el me-
jor ángulo y la mejor distribución. La observo con atención. Sus cabellos dorados
brillando con suma intensidad por la luz del sol. Viste un delicado vestido de lino
blanco y unos tacones de punta. Es tan hermosa, pero aun con tanta belleza no
me mueve ni un solo gramo de interés.
—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunta Jackson colocándose a mi lado.
—Traerlo —digo con certeza—, no puedo permitir que alguien lo lastime.
—¿Cómo piensas traerlo de vuelta?
—No lo sé —respondo—, pero tengo que intentarlo.
—No será algo fácil. Por lo que me contaste, yo espero que Lucas te odie
cuanto mínimo.
—Lo sé. Pero tengo una idea en la mente.
Su diario y la lista de deseos que uno a uno voy a cumplir.
—Solo quiero que entiendas que tu decisión de ir por él traerá un sinnúmero
de consecuencias. Tienes que estar preparado.
—Lo estaré.
Lo he estado pensando desde que vi su fotografía y la amenaza a en su con-
tra. El hecho de traerlo de vuelta traerá consigo un mundo de consecuencias, en
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
38
Sara Liza
especial con los miembros más viejos de la manada y claro entre ellos mi padre.
Pero es que no puedo simplemente quedarme con las manos cruzadas y dejar
que su vida corra peligro. Es verdad que desde que se fue, ordené que alguien
estuviera protegiéndolo, cuidando cada uno de sus pasos en todo momento, pero
después de recibir una amenaza tan clara como esta, sé que el único lugar en el
que puede estar completamente seguro es entre mis brazos y en la tierra que lo
vio nacer.
—Aun si eso me trae el odio de mi propia manada o mi muerte… lo haré sin
dudarlo. Es mi otra mitad, mi vida entera, no puedo permitir que alguien lo lastime.
No puedo dejar que ocurra.
—Aquí estaré yo para apoyarte —posa su mano sobre mi hombro.
—Lo sé… gracias Jackson.
De pronto vemos como Kristen comienza a insultar a uno de los jóvenes, que
solo se dedica a observarla en completo silencio.
—Será mejor que bajemos —dice Jackson con una sonrisa—, son apenas las
ocho de la mañana y ya Kristen tiene a todo el mundo trabajando en la fiesta de
Troy, además de que parece estar de malas.
—Siempre lo está —contesto.
Mi vista de pronto se clava en Troy. Esta sentado debajo de un árbol, con la
cabeza entre las piernas, oculto entre la maleza. Frente a él varios cachorros de
su misma edad juegan unos con otros, riéndose y persiguiéndose entre sí. Mi co-
razón se rompe al ver como se aferra más a sí mismo, ninguno de los demás ni-
ños parece reparar siquiera en su presencia. Pasados unos minutos, mi cachorro
se levanta y comienza a correr por el bosque. Sin dudarlo salgo de mi oficina y de
la mansión, persiguiéndolo a toda velocidad por entre los árboles, de pronto noto
su característico olor, parte mío y parte de Kristen.
—¡Troy! —grito al verlo a la lejanía. Pero al momento en el que me escucha,
comienza a correr nuevamente— ¡espera!
Lo alcanzo cinco minutos después. Está llorando. Sus cabellos rubios ocultan
parte de su rostro. Me hinco frente él. Esta temblando. Con suavidad aparto los
mechones y veo su pequeña carita. Tiene los ojos rojos, su labio inferior tiembla,
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
39
Sara Liza
sus mejillas están pintadas de un leve rubor. Me parte el alma verlo de esta mane-
ra, tan triste, tan tímido y temeroso.
—¿Qué ocurre campeón?
—Na… nada —responde él sorbiendo la nariz.
—¿Por qué lloras hijo?
—Por nada… papá.
Me duele ver como desvía su mirada para no verme a los ojos.
—Troy te conozco —digo atrayéndolo hacia mí—, sé que algo te está pasan-
do. No tengas miedo campeón, cualquier cosa yo te ayudaré.
—¡No! —Responde alejándose de mí— ¡porque vas a dejar de quererme!
—Nuca lo haría Troy.
Se lleva ambas manos a su cara y comienza a llorar de nueva cuenta.
—Troy mírame —digo quitando sus manos de su rostro, sus ojos me obser-
van— jamás te dejaría de amar, sea lo que sea que te pasé, quiero que sepas que
siempre te amaré, no importa que.
—Tengo miedo… —dice por fin después de unos minutos.
—Miedo ¿por qué?
—No puedo… no puedo cambiar —responde—. Los demás niños ya pueden
cambiar cuando quieran pero yo… yo no puedo hacerlo… ¿y si? ¿Y si no puedo
hacerlo nunca?
Cierro mis ojos en clara frustración.
Tan sumergido estoy en mis putos problemas que no me he dado cuenta que
mi pequeño está sufriendo tremendamente. Sé las historias que se cuentan entre
los cachorros, las historias de como mi padre mataba o desterraba a todo aquel
que no fuera lobo. No quiero imaginar lo mucho por lo que ha estado pasando
Troy en los últimos meses.
—¿Por qué piensas que no vas a poder cambiar?
—Mis amigos dicen… dicen que si no cambio antes de los nueve años… nun-
ca podré hacerlo y tu… tu tendrás que matarme.
Mis manos se cierran en un intenso puño.
—¿Es por eso que te doy miedo Troy?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
40
Sara Liza
—No quiero… no quiero que me mates.
Con furia golpeo el suelo. De mi puño pequeños ríos de sangre comienzan a
manchar la tierra húmeda. Troy me ve con miedo, quiere correr, pero lo logro de-
tener antes de que pueda siquiera hacerlo.
—Escúchame Troy —digo con calma—, yo jamás te lastimaría. Eres lo más
importante en mi vida, eres mi hijo, no quiero que vuelvas a pensar eso. ¿Te que-
dó claro?
—Pero… ¿y si nunca puedo cambiar? —sus ojos verdes me ven con atención.
—Puedo entrenarte ¿qué te parece?
—¿Entrenarme? —pregunta con asombro en su voz.
—Si —respondo— y si aun así no puedes cambiar, eso no importaría, porque
yo te seguiría queriendo con todas mis fuerzas.
—Lo prometes —dice limpiándose los mocos con su playera roja.
—Te lo juro campeón.
Lo tomo en brazos, sentándolo sobre mi hombro y caminando de vuelta a la
mansión.
—Ahora ¿qué dices si vamos al pueblo a comparte tu regalo?
—¿De verdad? —Pregunta— ¿podría ser el play station 4?
—Me gusta más el Xbox one —digo con alegría al ver a mi cachorro sonreír—
pero si es ese el que tú quieres para tu cumpleaños, como negarme.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
41
Sara Liza

Lucas.

Quien dijo que el ejercicio es bueno para la salud… ¡es un idiota!


—Venga Lucas, son solo cinco minutos más, tú puedes hacerlo.
Estoy a punto de morir. Mi cuerpo no resiste más.
—Dixon… no… ya no… por favor… muero.
—No seas exagerado —responde— solo un poco más.
He estado corriendo sin descanso en la caminadora durante más de media ho-
ra, preguntándome como es que accedí a algo como esto, una rutina tan estresan-
te y pesada como esta. A mi derecha Dixon me observa con curiosidad, una media
sonrisa aparece en su cara. De vez en cuando revisa su teléfono celular, responde
mensajes o se dedica a coquetear con un par de jóvenes de piernas largas y se-
nos voluminosos que entrenan o al menos parecen entrenar a dos máquinas a mi
izquierda. Sus miradas fugaces se clavan con interés en la manera en la que Di-
xon se ejercita sin playera frente a ellas, presumiendo todos sus atributos físicos.
No he tenido la oportunidad de ver a Adam en todo el día, y aun cuando pa-
rezca un poco exagerado comienzo a extrañar su presencia, su compañía. Aun-
que no puedo negar que la presencia de Dixon es un tanto peculiar. En las dos
horas que tengo en el gimnasio me he reído más que en los últimos meses. Ha
sabido como entretenerme y al mismo tiempo forzarme a que cumpla con la rutina
en la que Adam me metió sin darme la opción de refutar siquiera, todo y según sus
propias palabras es por mi propio bien.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
42
Sara Liza
Mis piernas palpitan por el esfuerzo y la presión. El sudor baja por mi frente
pegando los mechones de cabello negro a mi rostro. Mi playera azul marino depor-
tiva se adhiere a mi torso por la traspiración. Apesto, además de que estoy tan
cansado que podría caer en cualquier momento. Me falta el aire, mi pecho arde,
siento que estoy a punto de desfallecer. Recuerdo que en mis días en la manada
tenía una mejor condición que ahora, pero en aquel entonces tenía que ser de esa
manera, tenía que asegurarme de poder escapar de los imbéciles de los amigos
de Ethan que se divertían golpeándome al salir de la escuela.
—Dixon… ya no… ya no…
—Son solo cinco minutos más dulzura —responde guiñándome un ojo.
De nuevo con su estúpida dulzura, me cansa que me diga de esa manera.
—Muero… voy a morir… y será tu culpa.
—El sudor nunca ha matado antes Lucas.
Quiero matarlo.
Lo miro con más atención. Debe de tener unos veintidós años de edad. Tiene
el cabello castaño completamente rapo y la piel ligeramente bronceada. Sus ojos
son negros y muy profundos. Una sombra de barba aparece cubriendo su mandí-
bula. Tiene una sonrisa cautivadora con la que ha sabido ganarse la admiración e
interés de varías mujeres en el corto periodo de tiempo en el que hemos estado
entrenando, o al menos intentándolo ya que no sé si puedo continuar con esto. Mi
mirada viaja a través de su perfecto y lampiño abdomen, deteniéndome por una
fracción de segundo en sus pezones rosados. No dudo ni por un minuto que Dixon
pasa la mayor parte de su tiempo metido en el gimnasio, trabajando con dedica-
ción, un esfuerzo que ha dado sus frutos.
—Solo diez segundos más.
Comienza a contar los segundos. Cada uno de ellos es eterno para mí.
—Ya vas a terminar Lucas, tú puedes hacerlo.
Al escuchar el último número salir de su boca respiro aliviado. Sin poder sos-
tenerme de pie, me dejo caer sobre el suelo de madera en un duro golpe. Mi ca-
beza da vueltas por el impacto y por las grandes cantidades de aire que entran a
mis pulmones. Estoy tan cansado que no sé si puedo volver a ponerme de pie.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
43
Sara Liza
Desde el piso observo como Dixon sonríe divertido, mostrando una línea perfecta
de dientes blancos. Se hinca junto a mí y sin importarle nada me toma en brazos,
cargándome como un niño pequeño. Un rubor cubre mis mejillas al ver la reacción
de las dos exuberantes mujeres que me señalan y comienzan a cuchichear. Esto
es realmente vergonzoso.
—Te han dicho lo lindo que te ves cuando te ruborizas —me susurra al oído.
—¡Bájame ya Dixon!
—Vaya —dice— el cachorro tiene garras.
Es un completo idiota. Forcejeo entre sus brazos hasta que por fin él me de-
posita sobre una silla de plástico frente al escritorio de María, quien me ve con
alegría y diversión. En tan solo dos días que tengo de conocerlos y de pasar a ―en-
trenar‖ en el gimnasio he aprendido a querer a todos y cada uno de ellos. A María
que se ha convertido en una amiga más, en una confidente con la que puedo ha-
blar. E incluso he aprendido a querer a Dixon que a pesar de su actitud de macho
alfa y su gran egocentrismo, creyéndose el ser humano más hermoso y perfecto
sobre la faz de la tierra, se ha ganado un lugar importante con todas sus ocurren-
cias y su manera de siempre alegrar el día de los demás.
—No era necesario que hicieras eso —digo al recuperar un poco el aliento.
—Sí, sí lo era —responde—, quería que vieran lo fuerte que soy.
—Eres un idiota —lo veo a los ojos—, ¿te lo han dicho?
—Todo el tiempo —contesta—, pero espero que éste idiota pueda disfrutar de
dos deliciosas morenitas que no han dejado de verme desde que llegaron.
—¡Que desgraciado!
—Así es Dixon —responde María—, el casanova de la ciudad.
—¿Tanto así?
—Solo obsérvame.
Las dos morenas caminan hasta nosotros, con la mirada clavada en él.
—¿Él está bien? —pregunta la morena número uno al estar junto a nosotros.
—Sí lo está —responde Dixon por mí—, solo un pequeño esguince.
—Debe ser tu primera vez en un gimnasio —dice la morena número dos.
—En realidad… lo es —respondo con vergüenza.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
44
Sara Liza
—Mi amigo aquí es un tanto inútil —golpea con fuerza mi hombro derecho—
por eso mismo fue que tuve que forzarlo a entrar, todo sea por ayudar a un amigo.
Quiero que me trague la tierra en estos momentos. Las dos jóvenes frente a
nosotros sonríen al verme. Dixon a su derecha se acerca a ambas, poniendo la
mejor pose de su repertorio, inflando el pecho, colocando las manos sobre su ca-
dera y ladeando ligeramente su cabeza a un lado. Si sonrisa más cautivadora apa-
rece mientras las dos morenas le dedican tímidas miradas antes de ruborizarse
ligeramente por su cercanía. Los músculos de su abdomen se tensan. Dixon mue-
ve sus dos pectorales trayendo sonrisitas de las dos mujeres que ahora están
dándome la espalda y admirando su belleza. Desde mi silla observo como una de
ellas suspira lentamente al ver el cuerpo marcado, tal cual carne de primera en
aparador.
—Eres un buen amigo por… preocuparte por él.
—Más que mi amigo Lucas es como mi hermano —su voz se hace un poco
más profunda de lo normal—, y para qué están los amigos al final sino para ayu-
dar cuando más se pueda necesitar.
—Eres muy fuerte.
Me sorprendo al notar como la morena número dos sin vergüenza alguna, re-
corre con lentitud el bíceps derecho de Dixon, quien lo flexiona de tal manera que
este aumente de tamaño. La morena uno hace lo mismo pero con el bíceps iz-
quierdo.
—Gracias.
—Y muy guapo también—dice la morena dos.
—¿Cómo te llamas?
—Dixon —contesta sonriendo y guiñándole un ojo—, llámame Dixon.
—Mucho gusto Dixon, yo soy Peyton.
—Y yo soy Samanta, pero mis amigos me dicen Sam.
La expresión de deleite en Dixon me da asco y al mismo tiempo me asombra
demasiado, prácticamente las tiene comiendo de su mano. No me cabe la menor
duda que está disfrutando de las atenciones de dos mujeres tan hermosas y que
prácticamente babean por él. Pero al final ¿qué se puede esperar de un mujeriego
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
45
Sara Liza
como Dixon? Un joven que está acostumbrado a siempre salirse con la suya, a
experimentar y disfrutar del mundo femenino que está a su entera y completa dis-
posición. Tal cual cazador a punto de sitiar a su presa. María sonríe, golpeándome
en el costado derecho y susurrándome al oído.
—Te apuesto lo que quieras a que al final de la noche termina con las dos en
su departamento.
Levanto las cejas en clara sorpresa. No cabe duda que Dixon tiene fama.
—¿De verdad?
—¿Eres cobarde acaso? —Pregunta retándome— ¿o será acaso que tienes
miedo de perder contra mí?
Nadie me llama cobarde.
—Acepto —digo apretando la mano de María—, siento que me arrepentiré de
esto pero no puedo permitir que alguien diga que soy un cobarde y que se salga
con la suya.
Nuestra atención regresa a los tres que parecen hablar tranquilamente, sin re-
parar siquiera en nuestra presencia. Dixon sonríe mientras las dos morenas jue-
gan estúpidamente con sus cabellos negros. La mirada de él lo dice todo, sus pre-
sas han caído en su trampa, no hay nada que se pueda hacer ahora. Cierro los
ojos en señal de frustración. Acabo de perder la apuesta en tan solo pocos minu-
tos después de hacerla.
—¿Entonces estas libre más tarde?
—¿Para ustedes dos? —Responde—, siempre lo estaría. ¿Cómo podría ne-
garme a pasar un buen rato?
—Este es mi número —dice Peyton escribiendo con un plumón negro sobre la
palma de la mano de Dixon, que solo se limita a sonreír y mostrar todos sus en-
cantos— llámanos más tarde. Te prometo que nunca lo olvidarás.
No se necesita ser un genio para saber lo que ella ha dejado implícito en esa
oración. No cabe duda que hay personas que nacen con suerte.
—Yo les prometo lo mismo.
Dixon sonríe al ver los números en su mano.
Mi boca se abre por la sorpresa, es increíble la poca vergüenza que tiene.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
46
Sara Liza
—Las veré más tarde.
Las acompaña hasta las puertas de vidrio templado. Las dos jóvenes se des-
piden de él con un intenso beso en cada una de sus mejillas. Dixon les sonríe an-
tes de abrirles las puertas, desapareciendo por la calle que comienza a oscurecer.
María a mi derecha vuelve a golpearme el costado, con una mueca de victoria en
su cara. El joven regresa con nosotros más feliz de lo que podría esperarse.
—Eso fue…
—Increíble —me interrumpe.
—No —contesto—, eso fue un tanto vergonzoso.
—¿Vergonzoso?
—¿Es que no tienes vergüenza Dixon?
—Para tirarme a dos mujeres como esas —señala al vacío donde antes esta-
ban las dos morenas junto a él— para nada.
Los tres nos soltamos a carcajadas. Podrán las palabras no ser las correctas,
pero me agrada saber que Dixon no tiene reparos en decir la verdad. Sabe lo que
quiere y como conseguirlo y eso es de aplaudirlo, aunque claro, yo no estoy del
todo de acuerdo en los métodos que utiliza o como parece satisfacer sus deseos
sin importarle siquiera lo que la otra persona pueda sentir.
—Eres increíble.
—¿Así que lo admites dulzura? —toma asiento junto a mí.
—¿Por qué insistes en llamarme así? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Me gusta cómo te pones cuando lo digo —responde—, te sonrojas y eso te
hace ver más dulce de lo que crees.
—¿Sabes que soy mayor que tu cierto?
—Eso a mí no me importa… dulzura.
—¡Basta ya! —Agita María las manos frente a nosotros—, no hay tiempo para
juegos, Adam no tarda en llegar y si ve a Lucas descansando se va a enojar.
Gracias María pienso mientras la observo con furia.
Ya no puedo regresar al ejercicio, estoy muerto. Jamás en mi vida había esta-
do tan agotado como lo estoy ahora, ni siquiera en los turnos en el hospital donde
tengo que estar en constante movimiento. La sonrisa de Dixon se ensancha al ver
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
47
Sara Liza
mi cara de sufrimiento. Parece estar disfrutando esto tanto como yo lo estoy
odiando. Quiero correr pero mis piernas ya no pueden con el peso de mi cuerpo.
—No por favor…
—María tiene razón, si Adam se entera que no terminaste la rutina, no quiero
no imaginar lo que puede pasar.
—No…
—Si… —responde él contento.

—¿Qué haces aún aquí?


Mi estómago está revoloteando, tal como si tuviera miles de mariposas dentro
de él. Su voz es profunda, tranquila y ligeramente rasposa, como si hubiera estado
bebiendo antes de venir al gimnasio. La noche hace mucho que cayó sobre la ciu-
dad. Su manto oscuro cubriendo el cielo, contrastando con la vida que continúa
con su paso acelerado y brillante. María y Dixon hace bastante tiempo que desa-
parecieron al doblar la esquina, cada uno sumergidos en sus propias vidas y aven-
turas, Dixon con las dos morenas en su mente y María por el contrario con la idea
de disfrutar de una película, una cena y una tranquila noche de sueño. En cambio
yo permanecí frente al local, queriéndolo ver por una sola vez, a esa persona que
comienza a apoderarse de mi curiosidad, de mi mente, de mis ganas de verlo
aunque solo sea desde la oscuridad de las sombras de la noche profunda.
—¿Lucas pasa algo? —posa su mano sobre mi hombro.
—Yo solo… es solo…
Me giro para no darle la espalda. Ahí está él con toda su magnitud parado
frente a mí. Viste un pantalón de mezclilla, una playera blanca y sobre esta una
chaqueta de cuero negro, una gorra de lana cubre sus cabellos rebeldes. Clavo mi
atención en su mirada, parece estar un poco vidriosa, como si hubiera estado llo-
rando. Su voz rasposa llega hasta mis oídos. El leve vaivén de su cuerpo me con-
firma mis sospechas.
—¿Qué ocurre Lucas? —dice caminando hasta mí.
—¿Has estado tomando? —pregunto poniendo una mano sobre su abdomen.
—Un poco —responde.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
48
Sara Liza
Se recarga contra la pared del local. Me mira en silencio.
—¿Qué ocurre Adam?
—¿A qué te refieres?
—No puedo explicarlo pero estás algo extraño —respondo— ¿qué pasó?
—Estoy bien Lucas —su voz es seca— no sé qué estás buscando.
Guardo silencio. Sé que no tengo mucho tiempo de conocerlo, sé que podría-
mos ni siquiera ser amigos. No comprendo las razones por las que Adam me ayu-
da o al menos parece tener interés por mí, por alguien como yo. Pero de algo si
estoy muy seguro, y es que yo he logrado aprender a querer a Adam en el poco
tiempo en el que nos hemos conocido, he aprendido a confiar en su persona, en
su esencia. No puedo decir que estoy enamorado de él, entiendo que podría ser
difícil arrancar el estúpido lazo que me une a Ethan, pero quiero pensar en la po-
sibilidad de que tal vez Adam pueda ayudar a aliviar el dolor que me quema por
dentro, ayudarme a sanar de nuevo.
—Adam…
—Es tarde —me corta él— creo que deberías marcharte.
—Adam ¡detente! —lo sujeto por el brazo y lo obligo a mirarme a los ojos— sé
que no tengo derecho a pedirte nada, ni siquiera sé si soy tu amigo pero… pero
quiero que sepas que sea lo que sea que haya pasado yo estoy…
Sin darme tiempo a reaccionar me toma por los hombros y me estrella contra
las puertas de vidrio templado del local. Su cuerpo se pega al mío. Puedo sentir su
calor, su olor que es una extraña mescla entre cigarrillos, cerveza y una colonia
que no logro identificar pero que nubla mis sentidos. Su mano derecha sujeta mis
manos arriba de mi cabeza, mientras que su mano izquierda comienza a acariciar
mi cuerpo debajo de mi playera azul.
—Mierda Lucas… lo haces muy difícil para mí.
Su boca está a centímetros de la mía. Su aliento es cálido. Sus labios rojos y
carnosos, ligeramente húmedos. Jamás en mi vida había deseado tanto que al-
guien me tomará con tal brusquedad con la que Adam me sujeta contra la pared,
presionando su cuerpo entero contra el mío. Mi cuerpo comienza a reaccionar an-
te las caricias que provoca la fricción de nuestros cuerpos. Mi erección comienza a
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
49
Sara Liza
ser evidente al igual que la de Adam que se presiona intensamente contra la parte
interna de mi muslo.
—Bésame… bésame Adam… por favor —suplico.
Su mirada se intensifica, cargada de una potente lujuria.
—Mierda Lucas no sabes lo mucho que lo deseo —su mano viaja por mi ab-
domen hasta posarse sobre la erección evidente en mi pantalón—, deseo arran-
carte la ropa y tomarte ahora, aquí pero…
—¿Pero?
Cierra sus ojos y se aleja de mí.
Mi cuerpo se estremece por el frio que deja su cuerpo al apartarse.
—Será mejor que te vayas Lucas.
—Pero… Adam.
—Vete antes de que hagas algo de lo que te puedes arrepentir toda tu vida.
Camina por la acera, alejándose de mí.
Atónito observo como se pierde entre las sombras de los edificios. Antes de
que pueda reaccionar y perseguirlo, la figura de su cuerpo desaparece sin dejar
rastro. Un deseo recorre mi espalda, pero al mismo tiempo un sentimiento de cul-
pabilidad. Es increíble que después de todo por lo que he pasado, aún sienta un
remordimiento al pensar en el engaño que puedo estarle causando a Ethan. Frus-
trado y con un dolor en la entrepierna, camino hasta mi carro. Y así es como se
termina un día maravilloso con los amigos.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
50
Sara Liza

Ethan.

La noche es tranquila.
Es curioso como muchas veces no nos percatamos de las pequeñas cosas
que están a nuestro alrededor y que todas en conjunto forman los pedazos de un
intrínseco rompecabezas que se traduce al final en la película de nuestra vida.
Cosas tan pequeñas como la calle donde aprendiste a andar en bicicleta a los
nueve años de edad, la heladería donde compraste por primera vez una barquilla
de nieve o el lugar donde diste tu primer beso bajo la sombra de un roble de hojas
amarillas y rojas, cosas que al final relatan los episodios de tu vida, ya sean bue-
nos o malos, pero que están ahí, que seguirán en ese lugar esperándote para dar-
te de nuevo la bienvenida si puedes recordar los puntos exactos, o como testigos
mudos de lo que un día fue y que jamás regresará.
Es así como me siento yo cada vez que paso por el punto exacto donde tomé
la peor decisión de mi vida, el camino que me ha conducido hasta éste preciso
momento. El viejo roble me recibe con los brazos abiertos, con una sonrisa maca-
bra y lastimera entre las líneas de su tronco. Ahí, justo a sus pies, fue donde de-
posité el cuerpo de Lucas nueve años atrás, donde dejé sacar todo mi miedo ver-
tiéndolo en la única persona inocente de mi debilidad, de mi temor. Ahí donde Lu-
cas cayó desmayado, con la sangre cubriéndole el rostro y lágrimas resbalando
por sus hinchadas y rojas mejillas. El recuerdo nunca se va, está anclado en lo

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
51
Sara Liza
más profundo de mi memoria, es mi demonio personal, algo que siempre me per-
seguirá por más que corra o intente esconderme.
No sé porque siempre que salgo por las noches termino en el mismo lugar de
siempre. Examinando cada detalle, analizando cada espacio, cada centímetro de
lo que un día fue el lugar exacto donde pude ver a Lucas por última vez, donde
sentí su calor, donde sus labios en silencio me suplicaban que lo besara, su cuer-
po que lo acariciara y su calor que lo tomara y reclamara para mí, esa sombra
donde al final el miedo terminó por apoderarse del poco autocontrol que tenía,
atacando a mi otra mitad, a la parte de mi alma en otro cuerpo. Me duele regresar,
pero es imposible no hacerlo cuando quiero recordar, cuando quiero mantener
abierta la herida para nunca olvidar lo bajo que caí, lo despiadado que fui. Es la
única manera que tengo para aliviar un poco todo el dolor que una vez infringí en
Lucas, la forma en la que puedo intentar equilibrar la balanza y dejar todo atrás.
El frio del otoño comienza a calar en los huesos. Me desnudo bajo la mirada
del gigante petrificado a mi espalda, despojándome de la ropa manchada de pas-
tel, de chocolate y dulces. Me hinco sobre el suelo, el mismo lugar donde Lucas
cayó, y comienzo a transformarme. Al principio siento un pequeño hormigueo en la
boca de mi estómago, que luego se convierte en una corriente eléctrica que atra-
viesa mi espina dorsal. Los huesos de mi cuerpo comienzan a quebrarse, mis cos-
tillas se abren de un fuerte y duro golpe, las uñas de mis manos se transforman en
pequeñas garras negras, mis manos y piernas en patas traseras y delanteras. Un
tupido pelaje negro, gris y blanco cubre mi cuerpo entero. Mi boca se deforma en
un hocico, con colmillos largos y filosos listos para atacar.
Las imágenes a color pasan a convertirse en secuencias a blanco y negro. Pe-
ro lo que la naturaleza quita, lo regresa en otra forma. El alcance de mis oídos se
amplifica varias veces, puedo escuchar el más leve aleteo de los pájaros, el soni-
do de un par de ciervos a varios kilómetros al sur, el sonido del agua correr por el
riachuelo. Mi olfato también ha aumentado en intensidad, ahora puedo oler cual-
quier cosa a varios kilómetros a la redonda, como la sangre que corre por las ve-
nas de un conejo oculto entre los matorrales de bayas, o los restos de comida que
aun descansan sobre las mesas plegables de la fiesta infantil. Una fresca corriente
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
52
Sara Liza
invernal acaricia mi pelaje, moviéndolo de un lado al otro. Estiro mi cuerpo y corro
por el bosque.
Desde pequeño mi padre mi hizo aprenderme de memoria cada sendero, cada
camino, cada riachuelo, cada cueva de nuestro territorio. Soy capaz de recorrer
con los ojos cerrados y saber en todo momento en lugar exacto en el que me en-
cuentro. Con rapidez me adentro a la profundidad del bosque que rodea el peque-
ño pueblo de Cave’s Door. Inhalando la esencia del bosque, los frutos secos, la
tierra húmeda y las hojas muertas. Disfruto de la noche y de la luz de la luna que
traspasa la copa de los árboles y baña con su luz el camino frente a mí. No sé
cuándo fue la última vez que me sentí realmente libre, libre de todos los problemas
que como Alfa tengo que enfrentar diariamente, de las miradas rencorosas de mi
padre que no está del todo satisfecho de la manera en la que manejo la manada,
de los reclamos de Kristen y sus engaños, libre de la realidad en la que estoy ata-
do sin poder salir.
No sé durante cuantas horas permanezco en mi forma de lobo, corriendo por
entre los árboles, tomándome un momento para mí. Mis patas comienzan a gritar
por el cansancio. La luna hace mucho que está a la mitad del firmamento. El chi-
rrío de los grillos se intensifica por el sonido ensordecedor del bosque profundo.
Nubes de tormenta se aglomeran en el cielo, amenazando con arrojar sobre noso-
tros la primera intensa tormenta de la temporada. Observo la luna y con un aullido
desde mi interior, grito a la luna, a mi testigo de mis noches en vela.
Las primeras gotas de lluvia caen sobre mi hocico. Corro por el bosque hasta
que sin darme cuenta termino por llegar a las puertas de madera de su cabaña. Su
aroma se intensifica siempre que estoy en mi forma de lobo. Esa extraña mescla
de olores que me da la bienvenida al que debería haber sido mi verdadero hogar,
a su lado, viviendo tranquilos un amor que fue diseñado desde el momento mismo
de nuestra concepción. Antes de pisar los escalones del pórtico, vuelvo a trans-
formarme. Mi pelaje desaparece, dejándome completamente desnudo. El frio que
antes no me molestaba, ahora se intensifica.
Coloco un par de leños en la hoguera y enciendo un fuego que comienza a
crepitar y a calentar todo mi cuerpo. Su luz baña la sala con colores rojos y ana-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
53
Sara Liza
ranjados, danzando en un baile de luces y sombras. Tomo la manta verde a cua-
dros que descansa siempre sobre el sillón rojo y me envuelvo en ella. La esencia
de Lucas me rodea, es lo más cercano a un abrazo suyo que puedo tener por aho-
ra. Camino hasta su habitación, metiéndome en el baño y sumergiéndome bajo el
chorro de agua caliente que sale a presión de la de la llave. El lodo, las hojas se-
cas, el chocolate y dulce pegados a mi piel son tragados por la coladera. Cierro los
ojos y permanezco por unos minutos más, disfrutando de las sensaciones del
agua sobre mi piel desnuda.
Tomo una pantalonera azul de entre los cajones y me visto. Son las doce de la
noche. Mi estómago comienza a gruñir. Camino hasta la cocina, una pequeña co-
cineta de madera y electrodomésticos de acero inoxidable. Saco un par de reba-
nadas de jamón, aguacate, jitomate y lechuga. De la cómoda a mi derecha recojo
un paquete de pan de trigo y me preparo un improvisado sándwich con una taza
humeante de café. Estoy a punto de darle la primera mordida cuando escucho
fuertes golpes en la puerta principal. Mis sentidos se agudizan. Tomo un cuchillo
de la encimera y con lentitud camino hasta la entrada.
—¡Ayuda por favor!
La voz de una joven atrae mi atención.
—¡Se lo suplico, por favor Alfa ayúdenos!
Abro de un tirón la puerta. Una joven de cabellos negros y piel morena entra
jadeando, cubierta de lodo, hojas secas y sangre en sus mejillas y su ropa blanca.
A su lado un joven de unos veinte años de edad, cabellos castaños oscuros, ojos
negros y piel blanca se aferra con debilidad a sus hombros. Esta sangrando pro-
fundamente por un par de heridas en su abdomen y piernas. Es Adrián, el hijo de
uno de mis mejores rastreadores y uno de los dos jóvenes que desaparecieron
dos días atrás y que hemos estado buscando desde entonces.
—¿Qué mierda pasó? —pregunto tomándolo por los brazos y acostándolo so-
bre el sillón frente a la chimenea. Adrián me sonríe levemente.
—Nos… no querían matar… Adrián me defendió… él me defendió.
La joven se toma de los cabellos, cayendo sobre uno de los sillones y comien-
za a llorar descontroladamente.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
54
Sara Liza
—¿Quién los quería matar?
—El… ellos… él —es todo lo que dice.
Mi atención se desvía de nuevo al cuerpo de Adrián sobre el sillón de tres pla-
zas. Se retuerce por el dolor. Sus ojos se salen de sus orbitas, presiento que en
cualquier momento va a caer desmayado. Su boca se abre pero solo se escuchan
sonidos guturales sin orden alguno. Tiene heridas profundas por todo su abdo-
men, no me cabe la menor duda que son lesiones hechas por las garras de algún
lobo. Con cuidado rasgo su camisa azul, presionando con una manta los cortes en
su cuerpo, intentando evitar que la sangre continúe saliendo de su cuerpo y se
desangre. Los hombres lobos podemos sanar más rápidamente que cualquier otra
especie, pero aun nosotros sufrimos bastante cuando se trata de algún golpe he-
cho por otro de nuestra misma raza, son más difíciles de curar.
—Necesito que hagas presión aquí —digo a la joven que tiembla por el miedo.
—Pero… pero…
—Escúchame…
—Alba —responde dejando de llorar— soy Alba.
Su rostro me parece conocido aunque no logro ubicar de dónde.
—Muy bien Alba —contesto—, si no detenemos la hemorragia Adrián podría
morir. Es muy importante que presiones con fuerza ¿entendiste?
—¿Pero?
—Ningún pero —digo con autoridad— ¿quieres que Adrián se salve?
—Es lo que más quiero —sus ojos brillan por las lágrimas contenidas— es mi
vida entera. Somos compañeros, no podemos vivir uno sin el otro.
—Presiona con fuerza entonces, ahora vengo.
—¡Espere! —Me sujeta del antebrazo— ¿A dónde va?
—Confía en mi —contesto.
Solo hay una persona en la que puedo confiar en estos momentos, una perso-
na que se caracteriza por su absoluta discreción y por ser la médico más antigua
de la manada. Tomo el teléfono que descansa sobre el buró a la derecha de la
cama y marco de memoria su número.
—Diga —su voz es pastosa.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
55
Sara Liza
—Necesito que vengas cuanto antes a la cabaña de Lucas —digo con el tono
del Alfa en mi voz—, necesito que revises a alguien.
—¿Qué ocurre?
—Solo has lo que te ordeno María.
—Voy para allá —responde colgando el teléfono.
Reviso con detalle el baño hasta que doy con el botiquín de primeros auxilios,
un pequeño cajón blanco de madera oculto entre la pila de toallas blancas. Nece-
sitamos detener la hemorragia, si logramos hacer eso, solo habrá que esperar a
que el sistema inmune del cuerpo de Adrián se encargue del resto. Regreso a la
sala con el botiquín en mis manos. Alba sujeta la manta sobre el pecho de Adrián
que respira con dificultad, su cabello cae cubriendo su rostro, está llorando.
—No puedes dejarme me oyes —susurra a su oído—, no ahora que me en-
contraste, no después de la noche tan maravillosa que tuvimos… no puedes ha-
cerlo Adrián… no ahora que estoy…
—Estará bien —digo interrumpiendo el momento, no es el tiempo para decirlo.
—¿Cómo lo sabe?
—Porque la ayuda viene en camino —respondo apartándola con cuidado.
Sus ojos cafés se clavan en los míos. Es una joven hermosa. Ahora recuerdo
de donde la conozco, es una de las humanas que estudian en el instituto del pue-
blo. Alba, la hija de uno de los mecánicos, uno de los pocos humanos que permi-
timos vivir en el pueblo dentro de los territorios de la manada. Como decía mi pa-
dre, todo sea por mantener las apariencias.
—Adrián ¿puedes oírme? —Sus ojos se abren al escuchar mi voz, es bueno
que aun reaccione a los estímulos externos— esto te va a doler un poco, pero ne-
cesito limpiar las heridas.
Con un paño limpio bañado en alcohol, limpio cada una de las heridas más
profundas en su pecho. Adrián se retuerce por el escozor, más ningún gemido es-
capa de sus labios. Su mano derecha se aferra intensamente a la mano delicada
de Alba que esta hincada a su lado, sonriéndole tristemente, intentando trasmitirle
la fuerza necesaria como para continuar. Cada uno mirándose directo a los ojos,
hablando en un idioma que solo ellos pueden entender. Termino mi trabajo, más la
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
56
Sara Liza
sangre aún continua brotando de su cuerpo. Su piel comienza a palidecer, Adrián
cierra los ojos, su mano cae a su lado.
—¿Qué pasó?
—Tranquila…
—Adrián… ¡Adrián!... ¿Por qué no contesta?
—Se desmayó eso es todo.
—¿Qué?
La puerta de madera se abre de pronto. Sin preguntas, María entra al escu-
char los gritos histéricos de Alba. Su mirada sobre mí, sobre ella y sobre el cuerpo
del joven en el sillón. Camina con paso decidido, apartándonos sin decir palabra
alguna. Analiza las heridas en su cuerpo, sacando un par de cosas del estuche
negro que trae en su brazo derecho. Me aparto y desde la sombra de la cocina, la
observo con atención. Esta igual a como la vi por última vez. Sus cabellos negros,
su piel color caoba, sus ojos negros tan trasparentes y limpios. Viste un pantalón
blanco y una camisa del mismo color. Su atención completamente focalizada en
él, en su paciente, en la manera de salvarlo.
—Vamos a necesitar sangre —dice apuntándome con un dedo— Alfa.
Nunca me ha querido, y no es para menos.
—Toda la que necesites —digo extendiendo el brazo.

—¿Cómo sigue?
María sale de la habitación con un paño manchado de sangre entre sus ma-
nos, pequeñas gotas de sudor surcan sus mejillas rosadas. Ha pasado media hora
desde que le doné mi sangre a Adrián, media hora en la que hemos estado espe-
rando Alba y yo afuera de la habitación, con la mirada pendiente en la puerta de
madera y pensando en lo que pudiera estar ocurriendo en el interior. Alba cami-
nando de un lado para el otro, con la uña del pulgar entre sus dientes. María al
salir me observa y una sonrisa se forma en sus labios, me tranquiliza un poco el
saber que pasó el peligro. La miro con admiración, a pesar de la edad, sigue sien-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
57
Sara Liza
do una mujer hermosa. Está cansada, todos lo estamos, ha sido uno de los días
más largos en los últimos meses.
—Él está mejor —responde—, la sangre de un Alfa es muy poderosa, puede
curar cualquier herida con mayor rapidez. Habrá solo que esperar hasta mañana
para ver los avances.
—Pero entonces ¿Adrián está bien? —la voz de Alba es tremulosa.
—Lo estará —responde María caminando hasta la sala y sentándose sobre
uno de los sillones, con la manga de su bata se limpia el sudor que cubre parte de
su frente— solo hay que darle un poco de tiempo. Necesita descansar.
—Gracias a Dios…
Alba se deja caer de lleno contra el sillón, sollozando de tranquilidad.
—¿Qué debemos hacer ahora? —le pregunto a María.
—Dormir tal vez —responde—, solo queda esperar a la mañana.
—Es muy tarde, no creo que sea conveniente que regreses al pueblo, puede
que te lleguemos a necesitar María.
—No hace falta —dice—, pero de todas formas no pensaba irme, la tormenta
es cada vez peor, además… este lugar me trae recuerdos.
—¿Recuerdo?
Me mira con desdén.
—Mis recuerdos son tus fantasías.
Es la una y media de la madrugada. La tormenta comienza a arreciar, gol-
peando con violencia los cristales de las ventanas. Mi curiosidad me hace caminar
hasta una de ellas, observando afuera, apartando de un movimiento las cortinas
grises. La luz de la luna se escurre por entre las nubes negras del vendaval. Las
puntas y las ramas de los árboles meciéndose con violencia de un lado al otro. El
frio del invierno se cuela por las ventanas, erizando los vellos de mis manos. María
se recuesta sobre uno de los sillones, con la mirada en el techo y sobándose el
puente de la nariz. Alba junto a la chimenea, arrojando otro leño al fuego ya casi
moribundo, que renace de pronto. Mis ojos comienzan a cerrarse, los músculos de
mis piernas ya no pueden sostenerme más, estoy agotado. El silencio dentro de la
cabaña es ensordecedor, solo el crepitar de los leños y el choque del agua.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
58
Sara Liza
Hay algo que aún me carcome por dentro, una duda que es necesario que re-
suelva antes de poder irme a descansar.
—Alba —aleja su mirada del fuego y la clava en mi—, podrías decirme ¿qué
fue lo que ocurrió? ¿Quiénes los atacaron?
Su cuerpo se tensa al escuchar mi pregunta. Sus piernas se pegan a su cuer-
po, sus manos se ciernen sobre sus rodillas, entierra la cabeza en ellas y con le-
ves respiraciones comienza a hablar casi como un susurro.
—Adrián dijo que eran de la manada —responde.
—¿De la manada? —pregunta María mirándome con curiosidad.
—Sí, eso fue lo que dijo, que eran de la manada, de esos lobos que matan a
otros lobos por emparejarse con humanos.
Mi padre… pienso mientras me siento frente a ella y respiro calmadamente.
—Dime una cosa querida —dice María—, Adrián y tu son ¿compañeros?
—Sí. Lo descubrimos hace un par de meses —vuelve a mirar las llamas del
fuego, contemplando el inmenso infinito frente a ella—, al principio pensé que es-
taba algo loco. En el instituto no tenía una buena fama, algunos decían que vendía
drogas o que se drogaba, el caso es que cuando me lo contó no le creí nada, pero
tiempo después me enseñó una de sus trasformaciones. Fue ahí cuando todo pa-
reció tener sentido dentro de mi mente. La manera en la que muchos de mis com-
pañeros y vecinos nos observaban a mi familia y a mí, como se reunían en fogatas
a las que nunca podíamos asistir, el número de aullidos poco normales que escu-
chábamos en los días de luna llena. Todo eso fue teniendo sentido en mi cabeza,
tal cual rompecabezas, hasta que finalmente lo acepté.
—¿Luego que pasó? —pregunto.
—Adrián me contó que existían leyes en la manada que prohibían el empare-
jamiento entre humanos y lobos —se levanta de su lugar, recargándose contra la
pared, añade—, que la mayoría de esos casos terminaba con la muerte del hu-
mano y el destierro del lobo. Al principio pensé que lo mejor para él era rechazarlo,
que pudiera tener la libertad de encontrar a otra joven que pudiera hacerlo feliz,
pero Adrián es muy testarudo y no me dejó hacerlo, no pudimos separarnos.
Me dan asco las leyes de mi manada.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
59
Sara Liza
Cierro mi mano en un fuerte puño, clavándome las uñas en la carne de la pal-
ma, manchándome con mi propia sangre. Es increíble como por la estupidez de
unos cuantos, muchos de nuestros hermanos terminan perdiendo a su otra mitad,
siendo obligados a ser testigos de la muerte del ser amado. Como Alfa tengo que
cambiar eso, y lo haré, solo necesito un poco más de tiempo, encontrar a todos los
lobos que quieran seguirme en esta travesía y luchar por un cambio que es real-
mente necesario, aun si eso signifique el odio de mi propia familia, de mi propia
manada.
—¿Por qué no me pidieron ayuda con eso?
—Adrián lo intento varias veces —responde—, pero siempre le negaban la
oportunidad de hablar con usted.
—¿Le negaban? ¿Quién?
—Su esposa.
Kristen.
—¿Y luego que pasó?
—Manteníamos nuestra relación en completo secreto —continua—, en el día
éramos extraños, pero cuando teníamos la más mínima posibilidad la pasábamos
juntos. Fue así un par de semanas, hasta que una tarde el mejor amigo de Adrián,
Ian le contó que había encontrado a su pareja en otra humana del instituto. Deci-
dimos confiar y unirnos para buscar una solución. Los cuatro sabíamos que está-
bamos en grave peligro, que no era posible continuar viviendo en la manada, el
riesgo de morir era muy alto, así que entre los cuatro ideamos un plan de escape,
un plan que por supuesto…
—No funciono —respondo.
—Alguien nos descubrió cuando intentábamos escapar. Adrián e Ian hicieron
todo lo que pudieron por defendernos pero fue inútil. Laura la pareja de Ian cayó
por las manos de un lobo —so voz se quiebra—, ellos… ellos mataron a Laura
frente a él. No lo pudo soportar y el decidió… él tomó un cuchillo y… y se…
Un rayo cae en la lejanía, el estruendo acalla por un segundo la historia de Al-
ba. Puedo sentir su dolor, su desesperación, su miedo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
60
Sara Liza
—Adrián y yo pudimos escapar —su cabello cae sobre su rostro—, pero no
fue por mucho, nos encontraron a la mitad del bosque. Eran cinco, cinco lobos que
comenzaron a atacarnos. Adrián me defendió, luchó contra ellos, uno por uno fue-
ron cayendo hasta que pudimos volver a escapar, pero no fue fácil. Adrián terminó
muy mal herido. Nos ocultamos en una cueva, detrás de una cascada. Fue ahí
cuando escuchamos un aullido, un aullido del alfa de la manada. Adrián dijo que
podíamos confiar en usted, que usted tenía la fama de ser una buena persona, un
buen líder que se preocupa por sus compañeros y amigos. Seguimos ese aullido
durante más de una hora, hasta que encontramos esta cabaña… el resto es histo-
ria, ya sabe lo que pasó.
Admiro la valentía y la fuerza de Adrián, proteger a un compañero es lo que
todo lobo debe de hacer, aun si el mundo está en contra, tu trabajo y responsabili-
dad es procurar el bienestar de la persona más importante en tu vida.
—¿Qué piensas hacer? —pregunta María mirándome a los ojos.
—Los malditos que hicieron esto están aún allá afuera —golpeo con furia la
mesa de cristal frente a mí—, voy a hacerlos pagar uno a uno por lo que hicieron.
—¿Cómo planeas hacerlo?
—Matarlos si es necesario —respondo—, tal vez no sea ahora, pero juro que
me encargaré de cada uno de ellos y su vida será el precio suficiente.
—¿Y con Adrián y Alba?
—Tengo una idea —contesto.

Si hay algo que siempre me ha gustado, es el aroma de la tierra húmeda.


El sol hace mucho que salió por el horizonte, bañando con su luz el bosque
que parece brillar con luz propia. Las gotas de lluvia ancladas en las hojas y ramas
de los gigantescos robles, la luz siendo reflejada en cada una de ellas, como si
miles de velas fueran encendidas al mismo tiempo y por todo el lugar. Camino por
el pórtico hasta ese sendero de piedras que se interna en el bosque. Son las siete
de la mañana. Mi estómago gruñe mientras me dirijo de vuelta a la casa de la
manda, necesito arreglar un par de cosas antes de marcharme por la tarde.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
61
Sara Liza
Ya está decidido, hoy es el día en el que voy a ir a la ciudad por Lucas. Su se-
guridad es lo primordial. No puedo darme el lujo de perder más tiempo, dejándolo
desamparado y solo, ante el asecho de cualquier persona. Su vida está en grave
peligro, el único lugar en el que puede estar completamente seguro es entre mis
brazos, a mi lado, conmigo. Antes destruiría al mundo entero que permitir que al-
guien siquiera piense en ponerle un solo dedo encima.
La mansión se irgue frente a mí. Sus paredes color café, sus ventanas en los
tres pisos, sus torres a cada lado de la estructura. Es una construcción magnifica,
hecha por las manos mismas de mi bisabuelo antes siquiera del inicio de la prime-
ra guerra mundial, en un mundo primitivo en el que la comunidad del lobo tenía
mucha más libertad para actuar, para vivir. Un par de miembros de la manada me
saludan al pasar, con un leve asentimiento de cabeza. Aun después de tantos
años de ser el Alfa de la manada, sigo sin acostumbrarme a la muestra de sumi-
sión que tienen los demás miembros para conmigo. Mi opinión es la más valorada,
lo que yo digo se hace y nadie nunca se ha atrevido a alzarme la voz o a oponerse
por ello. El poder puede ser tentador, pero para mí es como una maldición que se
clava sobre mis hombros y me impide caminar.
—Alfa —tres jóvenes entrenan en el jardín frente a la mansión.
—Continúen entrenando —digo con el tono más serio y autoritario en mi voz.
Me dirijo a mi despacho Necesito preparar todo para mi partida, pero también
dejar todos los pendientes a cargo de mi beta y hermano. Una semana, solo una
semana es lo que puedo conseguir sin levantar las sospechas entre los miembros
de la manada. Siete días en los que utilizaré todas las armas a mi disposición para
traer a Lucas de vuelta, al lugar del que nunca debió salir. Solo siete días en los
que tengo que enamorarlo y demostrarle lo imbécil que fui al rechazar lo más her-
moso que me ha pasado en mucho tiempo.
—¿Dónde estabas?
—Fuera Kristen —respondo.
—Fuera —su voz es serena pero cargada de odio—, dirás con la zorra con la
que te acuestas. Antes tenías la decencia de cogértela por la menos una vez a la
semana, pero ahora… ¿ahora te atreves a hacerlo todos los días?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
62
Sara Liza
—Ahora no Kristen —digo entrando en mi despacho y sentándome en la silla.
Un par de papeles descansan sobre el escritorio de madera frente a mí.
—Dime Ethan ¿cuándo podré hablar contigo? Nunca estas, así que no sé
cuándo tengo que hacerlo para no molestarte. ¡Dímelo!
—¡Ahora no Kristen! —grito—.Tengo que preparar todo para mi partida.
—¿Tu partida? ¿A dónde demonios vas?
Me reclino sobre la silla, cierro mis ojos y respiro lentamente.
—Tengo que coordinar la fusión de la empresa de construcción —respondo—,
además de que tengo que arreglar los trámites de los nuevos terrenos que hemos
comprado, y una cuantas cosas más que necesito hacer.
—Así que es verdad —la voz dura de mi padre se escucha desde la puerta.
Aun con los años sobre su espalda, mi padre sigue siendo un hombre impo-
nente y atemorizante. Su mirada dura clavada en la mía, retándome aun cuando
ahora yo soy el Alfa de la manada. Su cuerpo cubre la entrada, con un brazo apo-
yado sobre el marco de la puerta y el otro sobre su cintura. Viste un pantalón ne-
gro y una camisa roja. Una cicatriz atraviesa parte de su mejilla derecha, cruzando
su ojo y perdiéndose entre la mata blanquecina de su cabello, que comienza a
mostrar los signos de la edad.
—Sí, lo es —respondo sin retirar la mirada—, estamos en pláticas para fusio-
nar la empresa de construcción con una de la ciudad, además de que hemos ad-
quirido algunas parcelas de tierra al norte del pueblo. La manada crece a pasos
agigantados, necesitamos más espacio para cazar, para correr, para vivir.
—Entonces planeas fusionarte con los jodidos humanos.
—Lo haré —respondo.
—No eres el Ethan que esperaba —dice entrando en la oficina—, eres débil y
estúpido. ¿Cómo se te atreve a mezclarte más con los humanos? No es suficiente
que tengamos que soportar su presencia en el pueblo ¿ahora vas tú y pides de su
ayuda? ¡Me decepcionas Ethan! No pareces mi hijo.
—Tu padre tiene razón —dice Kristen—, en que estás pensando.
—¡En el dinero! —Golpeo el escritorio—, acaso creen que disfruto convivir con
esa basura humana. Necesitamos de su dinero, necesitamos más si queremos
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
63
Sara Liza
vivir más cómodamente, y aun cuando no nos guste la idea, fusionar la empresa
con la de los humanos en la ciudad, nos traerá grandes ganancias.
Odio mentir de esta manera, pero cuando esta la vida de muchas personas en
tus manos, el mentir se convierte en parte fundamental para mantener el orden, el
pequeño equilibrio conseguido.
—No nos hace falta —responde mi padre sirviéndose un poco de Whisky—,
no cuando tenemos más que suficiente.
—Que no se te olvide que soy el Alfa de la manada…
—¡Y yo tu padre! —estrella el vaso contra la pared—, mira muchachito estúpi-
do, luché toda mi vida para llegar a donde hemos estado, no planeo ver como lle-
vas a la ruina el trabajo que durante años hice por mi pueblo, por mi manada.
—Y no lo pienso hacer —miento—, yo odio tanto como tú a los estúpidos hu-
manos, pero ya no hay mucho que podamos hacer, ellos son cada vez más y no-
sotros menos. Si para mantener el bienestar de mi manada, tengo que tratar con
ellos y fingir una puta sonrisa lo haré. Pero lo que no pienso permitirte es que di-
gas que no me preocupo por los miembros que viven bajo mis órdenes, son mi
familia y haré todo para protegerlos.
—¿Venderte a los humanos también?
Kristen sonríe. Puede ser perfecta ante los ojos de los demás, pero por dentro
es más que una víbora que busca su interés propio.
—Soy el Alfa de la manada —repito utilizando mi voz más dura—, lo que yo
hago nadie lo cuestiona.
—Tienes razón —mi padre sonríe, mirándome de lleno a los ojos—, nadie
puede cuestionarte nada… ―Alfa‖.
Kristen y mi padre salen de la habitación sin decir palabra alguna.
Solo un poco más de tiempo, un poco más y la farsa en la que me he forzado
a vivir todos estos años por fin desaparecerá. Cierro mis ojos y pienso en Lucas,
en la vida que él, mi hijo y los miembros de mi manada merecen. Una vida en la
que no tengas que elegir bando en una guerra inexistente, una vida en la que
puedas disfrutar de una auténtica libertad para decidir y ser feliz.
—Tan solo espero que algún día puedas estar orgulloso de mí… Lucas.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
64
Sara Liza

Lucas.

—Me quiero morir.


—No seas tan exagerado Lucas —la voz de Vanessa llega desde la cocina del
apartamento— no es para tanto como para estar así.
—¿Qué no es para tanto? —Pregunto sacando la cabeza de entre las cobi-
jas— ¿es que no es cuchaste nada de lo que te acabo de contar? Hice el mayor
oso de mi vida, no creo poder mirarlo de nuevo a los ojos.
—Que dramático eres.
Soy un iluso.
Sí eso es lo que soy. Un estúpido que pensó en algo que al final no podría su-
ceder. No me cabe la menor duda que tengo tan mala suerte, que haga lo que ha-
ga jamás podré sentir y vivir lo que los demás a mí alrededor viven tan intensa-
mente. ¿Es que de verdad nunca podré ser feliz de la manera que tanto lo deseo?
Después de todo por lo que he estado viviendo ¿nunca encontré la felicidad? No
espero nada tan espectacular, ni mucho menos. La verdad es que no me imagino
viviendo un cuento de hadas como los que tan fantasiosamente pinta Disney con
sus estúpidas películas para niños, tan solo quiero a una persona que pueda llegar
a sentir algo por mí, por este pobre joven que vive en la más absoluta y cruel sole-
dad, que desea tanto un abrazo, una sonrisa y un beso. Quiero sentirme una per-
sona amada y deseada, ser el centro del mundo para esa persona que haría todo

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
65
Sara Liza
por hacerme feliz, despertarme por las mañanas y ver al indicado a mi lado, con
una sonrisa y una mirada de amor en sus ojos. ¿Es que acaso todo eso es dema-
siado pedir?
—Lucas deja de sufrir.
—Es que no sé cómo hacerlo.
—Simple —responde—, dejando de comportarte como un niño de doce años.
—¡Eso no es cierto!
—Tienes todo el día encerrado en mi departamento, llorando por una idiotez.
—Es que ¡ah! —digo arrojándome de nuevo al sillón y cubriéndome con la
manta de lana—, no sé cómo explicarlo. Me siento mal de solo pensar en lo que
pasó ayer por la noche, fue tan intenso, tan profundo pero al mismo tiempo me
siento como un idiota, prácticamente me le arrojé encima.
—Fue él el que por poco te besa —dice Vanessa sentándose a mi lado y to-
mando el control remoto, la televisión de pantalla plana frente a nosotros se en-
ciende mostrando el partido de futbol americano—, fue él quien te arrinconó contra
la pared. ¿Por qué te sientes mal por eso?
—¿Desde cuándo te gustan los deportes?
Vanessa cambia de canal.
—No cambies de tema —dice—, ¿Por qué te sientes tan mal? ¿Querías que
te besara, que… llegara más lejos?
La verdad es que ni yo mismo sé que era lo que quería en ese momento.
—No lo sé —respondo—, no voy a negar que Adam es muy sexy e interesan-
te. Creo que estoy sintiendo algo por él, a pesar de tener menos de una semana
de habernos conocido, es algo que se dio por naturaleza, pero al mismo tiempo
me siento mal y es lo que no puedo entender.
—¿Mal? —Pregunta ella— ¿en qué sentido?
—Es lo que no logro comprender —me reclino sobre el respaldo del sillón, con
la vista clavada en el televisor frente a mí y en el programa de zombis que aparece
en la pantalla—, algo dentro de mí se agita cada vez que lo veo. Tenía muchas
ganas de besarlo, de que me besara pero… creo que al mismo tiempo me sentía
que estaba traicionando a…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
66
Sara Liza
—No digas que a Ethan —dice frotándose las cienes—, por favor no lo digas.
—Sí —respondo—, me sentía como si traicionara a Ethan.
—¿Cómo es posible que siguas sintiendo algo por ese imbécil?
Vanessa fue la primera persona que me ayudó al llegar a la ciudad. Con el
tiempo se convirtió en mi mejor amiga y en mi más grande confidente. Claro que
no sabe todos los detalles de la historia, como el hecho de que soy un hombre
lobo y Ethan también, pero si conoce lo que Ethan significó para mí y como tuve
que salir del pueblo, iniciando una nueva vida lejos de todo ese mundo que estaba
frente a mí pero que nunca me perteneció.
—No entiendo cómo es eso posible. Lucas, Ethan fue el mayor imbécil de la
historia, te golpeó, te humillo y aún después de todo eso ¿insistes en quererlo?
—No lo quiero —contesto—, pero es algo difícil de olvidar.
—¡Te golpeó Lucas! —Golpea el sillón con el control remoto, que rebota y cae
al suelo con un fuerte sonido— ¿Es que ya lo olvidaste?
—No claro que no.
—¿Entonces?
—No estamos hablando de si aún siento o no algo por Ethan, estamos ha-
blando sobre la vergüenza que pasé ayer con Adam y la escenita que tuvimos
frente a su gimnasio —cambio de tema.
—Escenita que él comenzó —repite Vanessa—, así que deja de comportarte
como un idiota, se hombrecito y ve a hablar con él.
—¿Debería hacerlo?
—¡Sí! ¿No te mueve la curiosidad por saber por qué se detuvo?
Si me gustaría comprender mejor el motivo de porqué de la nada se detuvo
cuando vi la manera en la que sus ojos recorrían mi boca con un gran deseo de
poseerla, en la que sentí como sus manos masajeaban mi pecho, pellizcando mis
pezones y su mano presionándose contra mi erección de manera violenta, mientas
un leve ronquido brotaba de su garganta profunda. ¿Si Adam deseaba tanto como
yo ese beso que nunca llegó? ¿Por qué detenerse de manera abrupta? Y lo más
curioso de todo ¿a qué se refería con eso de ―me lo haces muy difícil Lucas‖?
—La verdad es que un poco.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
67
Sara Liza
—Entonces, ¡hazlo!
Suspiro.
Mi mirada viaja por el departamento de Vanessa frente a mí. Ubicado en el
penúltimo piso de uno de los edificios más importante de la metrópolis, tiene una
de las mejores vistas de toda la ciudad. Los rascacielos alzándose de manera im-
ponente, señalando al cielo gris, contrastando la oscuridad de la noche con las
luces de las ventanas que de manera aleatoria muestran una vida muy diferente a
la nuestra. La vida sigue con el paso acelerado, conectando el mundo entero den-
tro de la isla en la que nos encontramos con las pequeñas manchas de luz de
otras ciudades que a lo lejos se ven desde la ventana del balcón del piso de Va-
nessa. No puedo decir que envide la suerte que tiene al provenir de una familia
con muchos recursos, pero si estoy orgulloso de ella al haberse labrado su futuro
por sí misma y haber alcanzado con su sudor lo que sus padres pudieron haberle
otorgado por simple capricho.
—Lo haré —digo desde la ventana—, creo que merezco una explicación.
—Así es —responde Vanessa desde el sillón, con un recipiente con palomitas
en sus manos y la mirada atenta en la serie de zombis en la televisión—, que te dé
una explicación de lo que pasó y cuando eso pasé vienes inmediatamente y me
cuentas todos los detalles.
—¿Tengo que hacerlo?
—¿Soy tu amiga? —pregunta alzando las cejas.
—Sí —contesto—, pero aun hoy en día sigo sin entender cómo es posible.
—Somos opuestos y nos complementamos.
—Si tú lo dices —ruedo los ojos.
—Idiota.
Camino hasta la salida.
—¡Pero soy tu idiota! —grito antes de cerrar la puerta y dejar la respuesta de
Vanessa atrás.

Cuando algo te sale mal, te puede salir mucho peor.


Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
68
Sara Liza
Las gotas de lluvia caen densamente sobre el parabrisas de mi vehículo. El
frio de la tormenta así como la fuerte brisa, entran por las rendijas de las puertas
estremeciéndome por la sensación que cala en mis huesos. Son las once de la
noche, llevo más de una hora intentando arrancar el carro que parece estar deci-
dido a permanecer en el estacionamiento a dos cuadras del edificio de Vanessa.
Por si fuera poco mi amiga salió inmediatamente después de mi partida, muy bien
acompañada con Drew, lo que aclararía esa extraña manía que tienen los dos de
siempre estar juntos y muchas más pistas que he comenzado a notar a lo largo de
los meses. Y para cerrar con broche de oro, mi celular hace más de media hora
que murió por la batería, por lo que estoy sin manera de hablarle por lo menos a
un taxi o a una grúa que me de auxilio.
—Genial, tendré que caminar.
Tomo del asiento trasero mi chaqueta café y me abrigo con ella.
Abro la puerta del conductor, suspirando lentamente para darme un poco de
ánimos de salir a la tempestad y caminar hasta una cabina de taxis. Las gotas de
lluvia caen pesadamente sobre mi cuerpo, empapándome y pegando mi traje azul
a mi cuerpo. La brisa de la tormenta sacude mis cabellos negros, pegando un par
de mechones a mi frente que muevo con un movimiento de la mano. El otoño co-
mienza a darle paso al invierno, los días y noches con temperaturas congelantes,
comienzan a aumentar en intensidad, se espera que este invierno sea uno de los
peores en muchos años.
Corro por la acera. Mi cuerpo titila por el frio.
La noche se ilumina por la luz azul de los rayos que caen sobre la tierra y
alumbran brevemente el mundo, en una escena romántica y maravillosa de ver.
Un par de carros cruzan la calle frente a mí, uno de ellos acelerando la velocidad,
salpicándome con el agua que se forma en pequeños ríos que corren de norte a
sur, perdiéndose entre las coladeras del alcantarillado de las calles de la avenida
principal. Mis manos se cierran en un puño por la frustración. Mi cuerpo escurre
mientras continúo con mi recorrido, perdiéndome entre calles que más que eso
parecen un laberinto de luces y sombras.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
69
Sara Liza
Acorto la distancia adentrándome por uno de los callejones que están a dos
cuadras de la próxima parada de taxis amarillos. La lluvia disminuye un poco en
intensidad, siendo bloqueada por los dos imponentes edificios de más de siete
pisos a ambos lados. Respiro pausadamente, intentando recuperar el aliento que
perdí hace más de cinco cuadras atrás, corriendo para intentar resguardarme de la
tormenta. Me reclino sobre la pared de ladrillos a mi derecha, mientras me limpio
el agua que escurre de mi rostro y sobre mis mejillas. Mi pecho arde y mi respira-
ción es entrecortada. Necesito hacer más ejercicio y aumentar mi resistencia.
—¿Perdido?
Una voz profunda a mi izquierda me sacude por completo.
—No, en realidad no —respondo continuando con la marcha.
—¿Seguro? ¿No necesitas ayuda?
—Estoy bien —contesto
Es un señor de unos cuarenta años de edad cuanto máximo.
De piel morena, cabellos negros y alborotados, ojos cafés profundos y pen-
dientes sobre mí. Viste un pantalón militar, una playera blanca de manga corta y
una sudadera roja roída en los codos. Un escalofrío me recorre la espalda al ver
cómo me observa detenidamente, como si me hubiera estado esperando, ahí pa-
ciente, buscando la oportunidad perfecta como para atacar y emboscar a su futura
víctima. Inadvertidamente me llevo ambas manos sobre los bolsillos de mi chaque-
ta, presionando mi celular por un lado y mi cartera por el otro, asegurándome que
aún siguen ahí, en el lugar en el que los puse.
—Si quieres puedo ayudarte… —su voz es pastosa—, pareces perdido.
—No es necesario —digo dándome la vuelta.
Pero antes de que siquiera pueda comenzar a correr, un fuerte golpe me sa-
cude de lleno la cabeza. Llevo mi mano derecha y siento como un pequeño hilo de
sangre brota de una herida en la parte trasera del cráneo, bajando por entre la
mata de cabello y parando sobre la piel de mi cuello. Mi piel se eriza por el contac-
to. Caigo sobre el suelo húmedo, apoyándome con las palmas de la mano y las
rodillas. Mis oídos zumban. El dolor comienza a aumentar.
—¿A dónde crees que vas?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
70
Sara Liza
Pregunta el desconocido acercándose a mí y atestando otro golpe, esta vez
contra mi espalda haciéndome caer de lleno contra el suelo.
—¡Maldito marica!
Cierro mis ojos esperando el siguiente golpe pero este nunca llega.
—Ni siquiera lo pienses.
Esa voz. Una excitación cubre mi cuerpo al escuchar esa voz.
—¿Quién demonios eres tú?
—¡Tu peor pesadilla! —responde con la voz cargada de furia.
De pronto el sujeto comienza a gritar y gemir desesperado. Con el dolor inten-
so sobre mi espalda, giro mi cuerpo y lo veo a él. El dueño de mis más grandes
pesadillas pero también de muchas de mis más recónditas fantasías. Él, el que me
destruyó por dentro al rechazarme sin siquiera darme una mínima oportunidad, el
mismo también que me hizo conocer lo que es el amor y como este tiene varias
caras ocultas y muy peligrosas. Ethan, él, la persona que nunca pensé volver a
ver, pero que en secreto guardaba las esperanzas de rencontrarnos. Él, el punto
en el que mi vida cambió totalmente.
—¡Suéltame!
—¡Maldito hijo de puta! ¡Nadie le pone una mano encima a Lucas!
Ethan lo sujeta por el cuello, el hombre se retuerce pero Ethan es mucho más
alto y fuerte. De un solo movimiento lo estampa contra una de las paredes de la-
drillo a mi derecha. El cuerpo del desconocido se retuerce y aúlla del dolor, mien-
tras cae secamente contra el concreto. Mi mirada se clava en él y en como co-
mienza a levantarse. Trae un tubo de metal en su mano derecha. Tomando impul-
so corre de nuevo a Ethan, esgrimiendo el cilindro de izquierda a derecha. Ethan
se agacha y con su puño izquierdo golpea el abdomen del hombre, que cae por
segunda vez al suelo aullando del dolor.
—Escúchame muy bien idiota —lo sujeta por el cuello y lo levanta— será me-
jor que le largues por donde viniste, porque si no soy capaz de matarme aquí
mismo. ¡Tú decides!
—Lo… lo lamento… me dijeron que… me pidieron que lo asaltara… lo siento.
Mi cuerpo se paraliza al escuchar eso. ¿Alguien le pidió asaltarme?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
71
Sara Liza
—¡¿Quién?! —ruge Ethan.
—No… no lo sé —comienza a llorar—, me dieron quinientos dólares por ha-
cerlo y una fotografía… yo… lo siento.
—¿Quién te lo pidió? —vuelve a preguntar Ethan.
—No lo sé… de verdad no lo sé.
—¡Lárgate!
El cuerpo del desconocido cae por tercera vez al suelo. La mirada de Ethan es
fría y dura. El pobre hombre tiembla por el miedo que impone la presencia de Et-
han. Arrastrándose hasta la esquina, se levanta y sin mirar atrás comienza a co-
rrer despavorido, perdiéndose por entre las calles y la densidad de la lluvia que
comienza a arreciar. Mi cuerpo se estremece, pero no sé si por el frio o por la mi-
rada de Ethan sobre mí.
—¿Estas bien? —su voz es dulce, su tono de preocupación.
—Si… si, lo estoy.
—Déjame ayudarte cariño.
Mi mirada se pierde en la intensidad de la suya.
No cabe la menor duda que sigue siendo el mismo Ethan de hace nueve años,
aunque el tiempo ha pasado sobre él, convirtiéndolo en todo un hombre. Viste un
pantalón de mezclilla azul, una playera gris y sobre esta una chaqueta de cuero
negro. Trae el cabello negro peinada para atrás. Sus ojos verdes están clavados
sobre los míos. Una barba negra y tupida cubre parte de su rosto. Sus facciones
son duras pero parecen suavizarse al verme a mí. Su cuerpo se agacha, tomán-
dome en brazos. Mi cuerpo se paraliza al sentir su calor, sus manos ceñidas a mi
cintura, mi cabeza pegada a su pecho.
—Así está mejor —dice susurrándome al oído—, entre mis brazos.
—Ethan… ¿Qué… qué haces aquí?
—Vine a recuperarte cariño —dice con seguridad.
—No…
—Eres mío Lucas, estoy aquí para recuperar lo que me pertenece.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
72
Sara Liza

Ethan.

Se siente tan bien tenerlo entre mis brazos.


Su mirada tan trasparente y pura me observa con mucha curiosidad y gran
atención. Clavo mi vista en esas perlas cafés frente a mí, adentrándome por com-
pleto en las innumerables preguntas que sé se forman dentro de su cabeza. Inad-
vertidamente sonrió al ver lo mucho que Lucas ha cambiado en los últimos nueve
años que ha estado lejos de mí. Su piel que antes era tan pálida como la muerte,
ahora tiene un ligero tono bronceado que enmarca a la perfección las líneas finas
de su rostro. Sus cabellos castaños ahora tienen más brillo e intensidad, mismos
que se pegan a su rostro por las gotas de lluvia que escurren por su piel. Su sonri-
sa ha mejorado bastante, una línea perfecta de dientes blancos y pulcros. Sus
ojos ahora destellan con más seguridad y fortaleza, algo que antes no ocurría muy
a menudo. Mis manos descansan sobre su cintura, ya no es el niño de diecisiete
años que conocí en el pueblo, ese pequeño flacucho y débil, ahora puedo sentir a
través de la tela de la camisa los pequeños pero marcados músculos por todo su
cuerpo.
—Así está mejor —susurro acercándome a su oído—, entre mis brazos.
Entierro mi nariz entre sus cabellos, inhalando su dulce aroma.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
73
Sara Liza
Mi corazón late apresuradamente al sentir el calor que emana de su cuerpo,
esa calidez que nunca antes había sentido con tal intensidad y pasión, y que solo
con Lucas podré conocer, con nadie más. Cierro mis ojos y disfruto de la sensa-
ción de tenerlo tan cerca de mí, su pequeño y perfecto cuerpo entre la seguridad
de mis brazos. Esas noches en las que me acurrucaba en su cama, aferrándome
a su almohada, ahora parecen tan poco en comparación con lo que siento ahora al
estar junto a él.
—Ethan… —recarga su cabeza sobre mi pecho— ¿Qué… que haces aquí?
—Vine a recuperarte cariño —respondo ciñéndolo más a mi cuerpo.
—No…
—Eres mío Lucas —respondo dejando salir sin querer mi lado más salvaje—,
estoy aquí para recuperar lo que me pertenece.
—¿Lo que te pertenece? —pregunta con cierto tono en su voz.
Lucas comienza a luchar entre mis brazos. Con un fuerte empuje se zafa de
mi agarre cayendo de lleno contra el suelo de concreto. Su mirada fría sobre la
mía. De inmediato intento tomarlo de nuevo en brazos pero antes de que siquiera
pueda tocarlo, él golpea con fuerza mis dos manos apartándolas a un lado. Su
mirada que antes me veía con curiosidad, ahora está cargada de furia. Mi corazón
se rompe en mil pedazos al ver pequeños destellos de ira y odio en esos precio-
sos ojos cafés. Respiro profundamente. Esto era algo que esperaba que sucedie-
ra, pero no significa que me vaya a rendir antes de tiempo. Mi prioridad ahora es
recuperar a Lucas y mantenerlo a salvo de todas las personas que quieran lasti-
marlo y alejarlo de mí.
—Déjame ayudarte cariño…
—¿Cariño? Haber Ethan respóndeme esto porque la verdad no logro enten-
derlo del todo —con lentitud veo como se aferra a un bote de basura y se levanta
del piso— ¿desde cuándo yo te pertenezco?
—Lucas… —digo caminando hasta él, odio la distancia entre nosotros.
—¡No Ethan, detente! —Grita poniéndome una mano en el pecho— ¿Qué
demonios haces aquí? ¿Qué es lo que quieres?
—Ya te lo dije cariño —respondo mirándolo a los ojos— vine a recuperarte.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
74
Sara Liza
—¿A recuperarme? —Sonríe— ¿A recuperar que exactamente?
—A ti, a nosotros.
Me duele verlo de esta manera, tan herido, tan furioso, pero no hay mucho
que pueda hacer ahora por solucionarlo. Yo soy la causa de tanto dolor en su vida,
tanto sufrimiento. No me queda más que aceptar y comprender por todo lo que
está pasando, no debe ser fácil volver a ver a la persona que más te ha lastimado
en la vida.
—¿Nosotros? —Pregunta—, no recuerdo que hubiera realmente un nosotros
Ethan ¿o es que no recuerdas nada de lo que vivimos?
—Lucas por favor —mi voz se entrecorta—, hablemos cariño.
—¡Deja de llamarme así! —grita.
Sus ojos comienzan a brillar por las lágrimas contenidas. No mucho después
estas caen resbalando por sus mejillas pero desaparecen al instante por un rápido
movimiento de sus manos. Camino hasta él, cortando la distancia entre nosotros,
pero un paso que doy, un paso que él da alejándose más de mí. Cierro mis manos
en completa frustración, no soy bueno con la paciencia. Quiero borrar esas lágri-
mas que durante tanto tiempo ha estado llorando por mi culpa. Quiero aliviar su
dolor, demostrarle que yo también he estado sufriendo por haber hecho lo que tan
estúpidamente hice, quiero mostrarle lo profundamente enamorado que estoy de
él y si me lo permite, ser el jodido bastardo más suertudo del mundo al hacerlo
completamente feliz. Dedicar días y noches enteros a borrar esos malos recuerdos
en su mente.
—Lo lamento… Lucas… solo por favor déjame explicarte.
—¿Explicarme? —está cojeando, camina por el callejón— dejaste todo perfec-
tamente claro el día en el que descubriste que soy tu compañero… el día en el
que casi me matas…
Cierro mis ojos al escuchar sus palabras.
Las imágenes de ese día comienzan a aparecer con lucidez en mi memoria.
Su cuerpo a la mitad del bosque, la manera en la que deseé su muerte, la sangre
que escurría por su rostro, sus suplicas, sus llantos.
—¿Es que ya lo olvidaste Ethan?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
75
Sara Liza
—¡No! —Golpeo con rabia la pared de ladrillos a mi derecha, mis nudillos san-
gran intensamente— ¡Jamás podré olvidar lo que hice, lo que te hice cariño! Es mi
infierno personal, mi más grande pesadilla, ¿es que no lo entiendes Lucas? Nunca
me podré perdonar por todo lo que te hice pasar, por cómo te traté y lastimé. Fui
un completo idiota… un imbécil que no supo valorar el regalo tan grande que tenía
frente a mí en esos momentos… pero por eso mismo estoy aquí, para poder de-
mostrarte lo mucho que te amo, lo mucho que me arrepiento.
Mi voz se entrecorta por el dolor y la desesperación que me queman por den-
tro. Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas, es la primera vez en mucho tiem-
po que alguien me ve llorar más no me avergüenzo de ello, Lucas es de las pocas
personas en todo el mundo que de verdad puede conocer al auténtico y débil Et-
han que soy en realidad. Solo quiero poder ganarme una puta oportunidad. De-
mostrarle con acciones lo mucho que lo amo. Haré cualquier cosa que este en mis
manos para poder recuperar el amor que una vez me profesó, para darnos una
oportunidad y demostrarle lo inmensamente feliz que sé que puedo llegar a hacer-
lo, que puede ser a mi lado.
—¿Dices que me amas? —Limpia las lágrimas en sus mejillas— ¿Por qué no
puedo creer nada de lo que dices?
—Cariño por favor… —mis ojos arden.
—¡Que dejes de llamarme así! —Grita furioso—, mejor dime Ethan que es lo
que quieres y déjame en paz de una vez y para siempre.
—¡A ti Lucas! —Lo arrincono contra la pared, mis nos manos a ambos lados
de su cabeza—, mierda Lucas ¿de verdad te es tan difícil creer que te quiero a ti,
y solamente a ti?
—¿A mí? —su mirada es muy dura—, no cabe duda que eres un imbécil.
—¡Si lo soy! ¡Un imbécil que está completamente enamorado!
Nuestros rostros a centímetros uno del otro. Puedo notar como su respiración
aumenta. Su aliento acariciando mi piel. Su mirada clavada en la mía y por unos
segundos con una duda muy marcada en ella, como si quisiera creer todo lo que
siento en verdad. Con cuidado y sin romper el trance en el que estamos, recorro la
línea de su cuello, deteniéndome en el punto exacto en el que espero que algún
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
76
Sara Liza
día lleve mí marca, la marca que nos unirá para siempre. Su boca entre abierta,
acaricia su aliento mi piel expuesta. Con tentación y lujuria veo esos labios rojos y
carnosos frente a mí. Un deseo de apoderarme de esa boca y perderme en la pa-
sión de un intenso y desesperado beso, me cubre por completo, pero no puedo
hacerlo, no ahora que Lucas parece odiarme con tan intensidad.
—¿Por qué no te alejas de mí? —Susurra—, Ethan por favor… vete.
—Jamás —respondo mirándolo a los ojos— no haré eso.
—¿Por qué me haces esto?
—Vine a recuperarte Lucas —acuno su rostro, pegando mi cuerpo más al su-
yo—, no importa lo mucho que tarde en hacerlo, voy a luchar con todas mis fuer-
zas para demostrarte lo mucho que te amo, lo mucho que te deseo…
—¿Me deseas? —Golpea mi pecho con fuerza— ¿así que de eso se trata to-
do esto, de llevarme a la cama y saciar tus deseos?
—No Lucas… cariño…
—Déjame adivinar —dice con una sonrisa que comienzo a detestar—, quieres
acostarte conmigo solo para poder saber qué es lo que se siente tirarte al que fue
el más grande marica del instituto, al marica de tu compañero.
—¡No te atrevas a decirte de esa manera! —lo miro con furia y desespera-
ción—, tú no eres un marica… Lucas no te digas de esa manera por favor…
—Entonces ayúdame a comprender Ethan, porque no te entiendo.
—¿Qué no puedes entender Lucas? Lo mucho que te amo, lo mucho que me
duele lo que hice, que no he dejado de sufrir desde ese día en el que te dejé tirado
en el bosque, que he pasado todos los días de mi vida sufriendo por haber sido un
maldito cobarde que no tuvo los huevos suficientes como para aceptar que estaba
ya completamente enamorado de ti ¡¿Qué no puedes entender Lucas?! ¡¿Qué?!
Guarda silencio.
Observo como se lleva ambas manos a su rostro, recargándose contra la pa-
red y cayendo al suelo. La tormenta comienza a aminorar. Las gotas de lluvia si-
guen cayendo a nuestro alrededor, acallando la discusión entre ambos. La luz de
la luna atraviesa la densa capa de nubes, iluminándonos a los dos.
—Déjame en paz… —dice después de varios minutos en silencio.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
77
Sara Liza
—Lucas —digo sentándome a su lado—, solo dame una oportunidad.
—No puedo —responde—, me lastimaste mucho Ethan ¿y ahora vienes des-
pués de tanto tiempo a pedirme una oportunidad?
—Solo déjame demostrarte lo mucho que me arrepiento de haberte lastimado.
Tomo su mano entre las mías.
—¡No te atrevas a tocarme!
—Lucas por favor…
—¡No Ethan! —Se levanta— no puedo olvidar lo que pasó, no puedes pedirme
que olvide así como así…
—No lo hago —respondo llorando—, solo quiero demostrarte…
—Lo mucho que dices amarme —me interrumpe—, pero veras, no puedo
creerte nada de lo que dices.
—De verdad te amo.
—¡Pero yo no a ti Ethan! —contesta.
Mi corazón se rompe en mil pedazos al escuchar esas palabras salir de su bo-
ca. Mi poca esperanza en mi interior se destruye al ver la seguridad y la confianza
en sus ojos y la manera en la que lo dice.
—No quiero que me vuelvas a buscar en tu vida Ethan.
Comienza a caminar alejándose de mí, dejándome ahí tirado con el corazón
roto y el alma partida a la mitad. No me sentía de esta manera desde aquel día en
el que descubrí que Lucas había decidido dejar la manada. Mi mirada lo sigue con
atención. Noto como comienza a renguear, sus pasos son lentos. Me levanto, lim-
piándome las lágrimas con mi chaqueta y comienzo a caminar detrás de él. Las
gotas de agua, caen sobre nosotros, pero ya no con tanta intensidad. Una cuadra
más lejos, veo como su cuerpo comienza a caer por el cansancio, sus pies no
pueden soportar más su peso. Antes de que caiga de bruces al suelo, lo tomo en
brazos y lo acerco más a mí.
—¡Suéltame!
—No puedes caminar Lucas —digo sosteniéndolo más fuertemente.
—¡Suéltame Ethan!
—Déjame llevarte por lo menos a un hospital —digo con la voz cansada.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
78
Sara Liza
—No —responde— ¡lo que quiero es que me dejes en paz!
—No lo pienso hacer —digo con dureza—, eres el amor de mi vida, no importa
lo mucho que te esfuerces en odiarme, yo voy a estar aquí, a tu lado, ahora más
que nunca.
—¿Es que no puedes entender, que yo no te amo?
—Lo entiendo perfectamente Lucas —contestó—, pero eso no significa que yo
vaya a dejar de amarte como lo hago.
Intenta librarse de mi agarre, pero hago más presión sobre su cintura.
—¡Déjame en paz!
—¡No puedes caminar bien! —Grito irritado— ¡deja de comportarte como un
niño y déjame ayudarte!
—¡Te odio!
Sonrío.
El odio puede transformarse en amor.
—Ódiame todo lo que quieras Lucas, que voy a dedicarme en cuerpo y alma
en trasformar ese odio en amor.
—Cuanta seguridad tienes de eso.
—Soy un Alfa —le sonrío—, siempre consigo lo que me propongo.

El departamento de Lucas es verdaderamente hermoso.


Un pequeño espacio donde se puede respirar una gran tranquilidad. La sala
es moderna, dos sillones negros de cuero descansan en cuadro, una pantalla pla-
na que descansa en una esquina sobre un taburete de madera. Mi vista de inme-
diato se posa sobre la cocina con electrodomésticos de acero inoxidable y una isla
en el centro. Por un momento me imagino a Lucas de pie, cocinando con una son-
risa en su cara o imaginándomelo también desnudo, gimiendo mi nombre mientras
lo embisto sobre la isla en el centro. Las cuatro paredes enmarcadas con un sinfín
de fotografías, algunas de sus amigos, otras de él con más personas, y pocas más
solamente donde aparece él, con una sonrisa. Es así como lo quiero ver por siem-
pre, de esa manera, feliz y tranquilo.
—Ya puedes bajarme Ethan…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
79
Sara Liza
—Claro.
Lo coloco con cuidado sobre uno de los sillones de cuero. Su atención clavada
en mí. Esta temblando. Quiero acariciar su rostro, enterrar mis manos entre los
mechones de cabello, besar con dulzura esos labios que parecen invitar al peca-
do, pero me detengo en el último segundo. Lo que menos quiero por ahora es co-
menzar otra discusión.
—¿Cómo te sientes? —pregunto mirando los golpes en su cuerpo.
—Mejor —responde— Ethan…
—Si cariño… —cierro los ojos—, perdona… Lucas.
—Será mejor que te vayas.
Asiento.
—Estaré afuera por si me necesitas.
—No, no es necesario.
—De todas formas lo haré —digo caminando hasta la puerta—, solo quiero
que te quede claro una cosa Lucas.
—¿El qué?
—No pienso rendirme tan fácil, te voy a recuperar no importa lo mucho que lu-
ches por evitarlo. Te voy a recuperar…
Cierro la puerta tras de mí.
No importa lo que tenga que hacer o lo mucho que dure para lograrlo, no des-
cansaré hasta hacer que Lucas me dé una segunda oportunidad, una oportunidad
que no planeo desaprovechar porque finalmente lo entendí, Lucas es el amor de
mi vida, mi otra mitad, mi trabajo como su pareja es hacerlo feliz no importa que y
eso es precisamente lo que voy a hacer a partir de ahora, me dedicaré en cuerpo
y alma en hacer que su felicidad sea mi prioridad día con día. Aunque primero
tengo que descubrir quién o quiénes son los que quieren lastimarlo y cuando lo
haga me encargaré personalmente en matarlo, nadie puede pensar en lastimar a
Lucas y salirse con la suya.
Saco mi celular y marco su número.
—Tenemos que hablar.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
80
Sara Liza

Lucas.

―—Te voy a recuperar…”


Su voz sigue dando vueltas en mi cabeza.
Cuando me levanté por la mañana nunca me imaginé que al terminar el día
estaría sentado sobre el sillón de cuero, mirando a la puerta de mi departamento,
pensando en la única persona en todo el mundo en la que no debería pensar si-
quiera. Y es que sigo sin creer nada lo que me ha ocurrido hasta ahora. Que cruel
puede ser en ocasiones el destino con nosotros, cuando finalmente estaba logran-
do salir de ese bache en el que me había metido durante tanto tiempo, el pasado
decide aparecer frente a mí bajo la forma de un hombre de casi dos metros de
altura, barba tupida, ojos verdes y una sonrisa encantadora, solo para recordarme
lo tremendamente infeliz que fui la mayoría de mi vida, una infelicidad que llegó a
su punto más alto el día que debería haber sido el más feliz de mi corta existencia,
pero que se trasformó en una auténtica pesadilla.
Camino con pasos lentos hasta la cocina, apoyándome en los sillones y las
paredes. Mi cabeza duele, la herida en la parte trasera palpita aunque ya no san-
gra. Saco el botiquín de primero auxilios del cajón en la isla central, tomo un par
de aspirinas y una pastilla para el dolor, tomándolas con un pequeño vaso de jugo
de naranja. Mi vista inadvertidamente sigue dirigiéndose a la puerta de madera,
casi como si pudiera sentir aún la presencia de Ethan al otro lado de la entrada.
¿Por qué esta él aquí? Es la pregunta que más me repito, mordiéndome las uñas

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
81
Sara Liza
y caminando de un lado para el otro, ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones? No
voy a negar que por uno momento creí ver en sus ojos un pequeño reflejo de sin-
ceridad, quisiera poder creer que realmente está arrepentido por todo lo que me
hizo nueve años atrás, pero es que no hay manera de creerlo, no cuando recuerdo
la forma en la que me deseó la muerte, deseó el nunca haberme conocido.
¿Es que cómo quiere que olvide tan fácilmente, cuando ese recuerdo es una
de mis más grandes pesadillas? No es que lo odie, la verdad con el tiempo he
aprendido a que Ethan no era más que una víctima más de una cruel broma del
destino, donde una historia como la nuestra no tenía cabida alguna, pero eso no
significa que yo lo haya perdonado al cien por ciento. Al volver a verlo, todos esos
sentimientos que creí perdidos volvieron a la superficie de mi mente solo para bur-
larse de mí. Sentimientos que no hacen más que confundirme, orillarme poco a
poco a que la furia contenida en mi interior salga y embulla.
Quiero cerrar los ojos e imaginar que todo esto no es más que un simple sue-
ño del que podré despertar al amanecer, pero sé perfectamente que eso no es
más que una simple fantasía de mi parte, una ilusión que quiero desesperadamen-
te que se haga realidad para no enfrentar el mundo de problemas que parece aba-
lanzarse sobre mí. Acaricio mi abdomen, aun puedo sentir el calor de su pecho y
las poderosas manos que se ciñeron a mi cintura y me cargaron por más de veinte
cuadras hasta mi departamento. Ese precisamente es mi más grande temor, que
por más que intento no puedo dejar de pensar en él y lo que puede estar pasando
por su mente, porque detrás de todo esto hay algo que no logro comprender.
Mi espalda duele. Me dirijo a mi habitación revisando alguna señal de contu-
sión frente al espejo de cuerpo entero empotrado en la pared. La piel morada e
inflamada salta a la vista al retirar la camisa, haciéndome evocar las imágenes de
hace nueve años atrás. Una misma fotografía pero en circunstancias distintas. Mis
ojos comienzan a arder, el aliento me falta, rompo en llanto. Pequeñas lágrimas
resbalan por mis mejillas, me reclino contra el colchón de mi cama y comienzo a
llorar más intensamente. Su figura aparece frente a mí. Sé que soy un cobarde, un
débil que no pudo mantener su promesa de no volver a llorar por él, pero es que
no puedo evitarlo, todo cayó sobre mí sin previo aviso. Su sola presencia mueve
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
82
Sara Liza
montañas en mi interior y lo peor del caso es que no puedo hacer nada para poder
evitarlo.
Detesto a Ethan por tener tanto poder sobre mí. Odio la manera en la que me
hace sentir, en la manera en la que por momentos extraños sus manos sobre mi
cuerpo o el calor que me abrigaba con suma intensidad, solo para después recor-
dar el dolor que sigue anclado en mi pecho. Cuando salí del pueblo creí que po-
dría enfrentarme al mundo entero. Cada vez que me veía en el espejo, observaba
a un renacido Lucas que no se dejaba de nadie y que estaba dispuesto a luchar
ante todo y ante todos, pero hoy frente a mí solo veo a un cobarde que no sabe
definir lo que su corazón está sintiendo, que no puede entender nada de lo que
está ocurriendo y que tiembla por ello.
Pasan las horas y continúo ahí sentado, mirándome en el espejo. El dolor de
la cabeza y la espalda disminuyen, más no la presión que siento por dentro y me
oprime el pecho. No sé durante cuantas horas permanezco en el mismo lugar,
pensando e intentando tranquilizarme, dejando que sea el destino el que continúe
con su camino. Si Ethan piensa que puede regresar a mi vida y lastimarme de
nuevo, está muy equivocado. Podré haber roto mi promesa de no volver a llorar
por él, pero eso no significa que vaya a permitir más dolor y sufrimiento en mi vida,
ya tuve suficiente con todo el tiempo que sufrí los insultos, el desprecio de mi pa-
dre y de mi propio compañero. Estoy dispuesto a luchar con todas mis fuerzas pa-
ra evitar que Ethan me lastime de nuevo.
Aunque también hay otra parte de mí que desea creer desesperadamente lo
que tanto dice sentir. Somos parejas predestinadas al final de cuentas. No importa
lo mucho que estemos lejos uno del otro, siempre existe un lazo entre nosotros
que nos impide continuar, al menos de mi parte. He escuchado que los Alfa tienen
la capacidad de poder seguir adelante si su pareja muere o si solo deciden recha-
zarla, esa es la manera que tiene la naturaleza para poder asegurar que la línea
de sangre continúe y nuestra especie no caía en la extinción. Por eso mismo no
puedo creer con seguridad que las palabras de Ethan sean verdaderas. Por lo que
a mi concierne, él solo está aquí para saciar su libido y botarme de nuevo a la ba-
sura después de haberme usado ¿qué otra cosa podría querer de mí?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
83
Sara Liza
Estoy tan cansado.
Con parsimonia gateo hasta la cama y me dejo caer sobre el cobertor. La tor-
menta ha dejado de caer, ahora el reflejo de la luna entra por la ventana a mi de-
recha. Admiro por unos segundos la intensidad de la noche, la vida que parece
continuar rotando en la ciudad cubierta de tinieblas. Mis ojos se cierran, mi respi-
ración se alarga. Sueño que estoy en un vehículo, manejando por una carretera a
la ciudad más cercana, mis manos se aferran al volante, a mi derecha aparece
Ethan con una sonrisa y unos lentes de sol. La luz del sol nos da de frente, Ethan
murmura algo pero no alcanzo a escucharlo, manejo durante todo el sueño, con su
mano sobre la mía, entrelazadas.
Despierto por el brillo del amanecer en mi cara.
—Dios…
De pronto recuerdo que hoy tengo turno de veinticuatro horas en el hospital.
Salgo con rapidez de entre las cobijas de la cama, metiéndome en el baño de mi
habitación y abriendo la regadera. Me reviso el cuerpo por última vez. El moretón
en mi espalda y el dolor de cabeza siguen punzando fuertemente, pero conforme
pasa el tiempo el dolor se hace cada vez más tolerante. El agua caliente cae en
forma de cascada por mi cuerpo. Bañándome con rapidez, limpio lo mejor que
puedo las heridas en mi cuerpo. Tengo que aprender a defenderme, no puedo
permitir que algo como esto vuelva a ocurrir.
Salgo cubierto con una sola toalla envuelta alrededor de la cintura. Mis cabe-
llos castaños escurren, pegándose a mi frente, mientras que con rapidez tomo el
uniforme azul marino y blanco de la silla que está al lado de la cama, en la que
siempre alisto lo necesario un día antes de cada turno en el hospital. El uniforme
se pega a mi cuerpo. Faltan tan solo veinte minutos para las ocho de la mañana.
Es demasiado tarde ya, tenía que estar ahí a las siete en punto. Corro por la coci-
na, abriendo el refrigerador y tomando lo primero que encuentro. Salgo de mi de-
partamento, con el celular en la mano y las llaves en la otra. Tan solo espero que
Vanessa no se moleste por mi pequeño retraso.
—Pero que… —me detengo al ver a Ethan durmiendo a la mitad del pasillo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
84
Sara Liza
Está recargado sobre la pared en posición fetal. Sus brazos cruzados sobre su
pecho y sus piernas pegadas a su abdomen. Su cabeza oculta entre los pliegues
de la chaqueta negra hecha bola como una improvisada almohada. Mechones ne-
gros de su cabello pegados a su frente. Tiene la boca ligeramente entre abierta,
dejando salir un pequeño y casi imperceptible ronquido. Sonrío ante lo que veo.
Con cuidado me hinco frente a él, tomándome el tiempo para observarlo mejor.
Tengo la tentación de pasar mi mano por su cabello, recorrer esos sedosos y bri-
llosos mechones, o de besar esos labios rojos y carnosos que parecen invitarme al
pecado, pero después recuerdo todo lo que me ha pasado. Agito mi cabeza y alejo
esos pensamientos de mi mente. ¿Qué está pasando conmigo?
—Ethan —golpeo la suela de sus botas. Al instante se despierta sobresaltado.
—¿Lucas? —Su voz es más grave de lo normal—, ¿está todo en orden?
—¿Qué haces aquí? —pregunto cruzándome de brazos.
Sus ojos verdes se clavan en los míos. Ayudándose con la pared se levanta
del suelo, limpiando el polvo de sus vaqueros.
—Te dije que estaría aquí afuera por si me necesitabas.
Mi corazón da un vuelco.
—¿Dormiste toda la noche en el suelo?
—Vigilaba en ocasiones el edificio —responde—, no podía dejarte solo cariño,
tenía que asegurarme que nadie pensara en lastimarte.
Odio que me diga de esa manera, me hace sentir tan… bien.
—Bueno —respondo—, yo no te lo pedí.
—No, no lo hiciste —contesta sonriendo—, yo quería hacerlo.
Camino hasta el elevador. Las puertas metálicas se abren con un ligero chirri-
do. Puedo sentir la presencia de Ethan a mi espalda, su mirada sobre mi cabeza,
sus manos a centímetros de tocar mi cuerpo. No sé si pueda soportar su presen-
cia por más tiempo.
—Será mejor que te vayas Ethan —digo girando mi cuerpo y encarándolo.
—No puedo hacerlo.
—Ethan por favor.
—¿A dónde vas? —pregunta en un tono muy serio.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
85
Sara Liza
—Tengo turno en el hospital —respondo presionando los botones en el tablero
a mi derecha—, de hecho voy demasiado tarde. Tengo que irme.
—Lucas…
—Ethan —suspiro—, mira la verdad es que no entiendo que es lo que planeas
hacer y sinceramente tengo que decirte que no quiero saberlo. Solo te pido una
cosa y es que me dejes en paz. No soy el mismo Lucas que dejaste hace nueve
años, ahora tengo la fuerza suficiente como para enfrentarme a ti, así que si solo
planeas jugar conmigo para saciar tu estúpido ego de Alfa que tienes, estás muy
equivocado si crees que voy a permitirlo.
Una lágrima resbala por su mejilla. Mi corazón se detiene por un segundo.
—Eso no es lo que quiero Lucas, yo…
—Sea como sea Ethan —lo interrumpo—, ya no te amo y jamás lo hare.
—No digas eso —su voz se quiebra.
—Por favor déjame en paz… solo déjame en paz.
Las puertas del elevador se cierran frente a mí.

Estoy tan cansado que no sé si pueda soportar otra hora más.


—¿Lucas?
Mi cuerpo se estremece al escuchar su voz.
El sol comienza a ocultarse en el horizonte. Un grupo de adolescentes de
unos veinte años cuanto máximo, pasan a mi lado sonriendo y con un sin número
de globos de todos colores y formas, con dos enormes osos de peluche en brazos.
El azul del cielo comienza a oscurecerse, pasando por un intenso y bello tono ana-
ranjado. Mi vista se pierde en la inmensidad de la metrópolis frente a mí. Los altos
edificios que parecen acariciar con sus puntas el infinito del manto celeste. Los
automóviles que circulan por las calles de la ciudad. Mis cabellos se sacuden por
la brisa otoñal que anuncia el intenso inverno qué parece vamos a tener.
—¿Qué es lo que haces aquí?
Mi piel se eriza al ver la intensidad de su mirada.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
86
Sara Liza
Adam esta frente a mí, en silencio. Tiene las manos en los bolsillos de su pan-
talón. Su mirada tan intensa parece estar escaneando mi cuerpo entero. Viste un
pantalón negro, una camisa roja a cuadros y una gorra negra con letras doradas.
Tiene un cigarrillo en la boca que desecha de un solo golpe, la colilla sale volando
por los aires, impactando contra un automóvil gris y cayendo al suelo.
—Me pareció haberte reconocido —dice acercándose a mí—, necesitamos
hablar de lo que pasó.
—Lo mismo creo yo —digo mirándolo a los ojos—, aunque creo que ya no es
tan necesario Adam. Dejaste todo claro cuando me rechazaste frente a las puertas
de tu gimnasio.
—Lo lamento —dice bajando la mirada—, la verdad es que fui un idiota.
—Lo fuiste —respondo cruzándome de brazos.
—Es solo que no podía hacerlo Lucas, aun cuando lo deseaba con todas mis
fuerzas, no podía hacerlo, no de esa manera.
—¿A qué te refieres? —digo frunciendo el cejo.
Adam guarda silencio. Hay algo oculto en todo esto.
—Es una larga historia —responde después de unos minutos.
—Tengo todo el tiempo del mundo.
La verdad es que no debería estar afuera y menos cuando estoy a la mitad de
mi turno. Solo me tomé cinco minutos para poder respirar y sacar de mi mente
todos los pensamientos sobre Ethan. Estoy asqueado de todo lo que me está pa-
sando. En todo el día no he dejado más que pensar en él y en lo que podría estar
haciendo, en si lo que dice es la verdad o solo se trata de una elaborada mentira
de su parte. No es que me interese, es solo que quiero que me deje en paz de una
vez por todas.
—Me gustas Lucas —dice Adam caminando hasta mí y atrapándome entre su
cuerpo y la pared a mi espalda, sus dos manos a cada lado de mi cara. Mi respira-
ción se entrecorta al sentir su calor—, no tienes una jodida idea de lo mucho que
me gustas. No puedo sacarte de mi mente y ese es precisamente el problema.
—¿Por qué lo dices? —pregunto mirándolo a los ojos.
Es más alto que yo.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
87
Sara Liza
—Por qué alguien como yo no debería sentir nada por ti.
—¿Alguien como tú? Adam… ¿a qué te refieres?
—Lucas yo…
Antes de que Adam pueda terminar con lo que está diciendo, su cuerpo es
arrojado a un lado con tanta fuerza que se impacta contra el parabrisas de un ca-
rro que en ese preciso momento iba pasando frente a las puertas principales del
hospital. Con horror veo como el cuerpo de Adam cae resbalando del capote y
cayendo sobre el suelo, su cabeza rebota. Con rapidez intento correr hasta él para
poder ayudarlo pero dos enormes manos me detienen de lleno en mi lugar.
—¿Ethan? —pregunto al verlo.
Me sujeta por los hombros. Sus garras comienzan a clavarse en la carne de
mis hombros. Su mirada es exactamente igual a aquella vez en el bosque en la
que por poco me mata, dejándome tirado sin importarle nada.
—¿Quién demonios es él?
Mi vista se dirige de nueva cuenta a Adam, que en ese momento se pone de
pie con tanta facilidad que parece que nada le hubiera ocurrido. A su lado varias
personas se acercan llamadas por la curiosidad. El conductor del vehículo se baja
de un salto de su auto, está temblando. Camina hasta Adam pero este solo le son-
ríe, apartándolo con un movimiento de su muñeca y caminando hasta nosotros.
—Adam… ¿estás bien?
—Lo estoy ahora bebe.
—Déjame revisarte —digo intentando tocarlo, pero él solo se recusa.
—No es necesario.
—Por favor… —suplico.
—Estoy bien Lucas, de verdad. No te preocupes por mi bebe.
Tiene una cortada en su ceja derecha que baja hasta parte de su mejilla, el la-
bio partido y varias cortadas menores en sus manos. La sangre mancha la mayo-
ría de su rostro, pero eso no parece importarle siquiera. Varios doctores salen del
hospital, entre ellos Vanessa que me mira con curiosidad. Adam solo sonríe mien-
tras toma mi mano y me jala hasta él. Ethan gruñe, clavando sus garras en mis
hombros y apresándome entre sus brazos.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
88
Sara Liza
—¿Bebe? —Ethan se interpone entre nosotros, apartándome a un lado— de
verdad tienes muchos huevos para decir eso enfrente de mí.
—¿Enfrente de ti? —La mirada de Adam se enturbia al instante— ¿Tú quién
te crees que eres, si se puede saber?
—Ethan —responde mirándolo a los ojos—, soy Ethan y ¡Lucas es mío imbé-
cil! Así que cuida la manera en la que te refieres a él.
—¿Tuyo? —pregunta Adam con una sonrisa.
—¿Algún problema con ello?
—Lo es porque Lucas es mío.
Puedo ver la clara determinación en sus rostros. Antes de que puedan comen-
zar a pelear, me interpongo entre los dos poniendo una mano en el pecho de cada
uno. A nuestro alrededor varios curiosos nos observan con celular en la mano,
esperando ansiosos una pelea para poder grabarla y subirla a YouTube. La ten-
sión en el aire es demasiada. Ethan observa a Adam con una mirada de muerte.
Sé de lo que es capaz de hacer. Tengo miedo que a la mitad de todos los huma-
nos, Ethan no pueda evitarlo más y deje salir a su lobo, matando a Adam de un
solo golpe.
—¡Quítate Lucas! —grita Ethan rempujándome a un lado.
—¡No! —respondo volviéndome a interponerme entre ambos—, no voy a dejar
que se peleen. Ethan por favor… no lo hagas.
—No te preocupes por mi bebe —dice Adam sonriendo, molestando delibera-
damente a Ethan— no tengo miedo de pelear contra él.
—Debes tener muchas agallas para decirlo.
—¡Déjame mostrártelo! —grita Adam apartándome con facilidad.
—Adam por favor no lo hagas —lo sujeto por los hombros.
Ethan comienza a gruñir con más intensidad al verme junto a él. La posesivi-
dad de un Alfa puede resultar muy peligrosa. No puedo permitir que los dos se
peleen, no cuando la vida de Adam está en grave peligro. Una de las cosas que
aprendí con María cuando era pequeño, era a nunca meterme contra un Alfa si no
quería salir seriamente lastimado. No necesito ser un genio para saber que la

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
89
Sara Liza
fuerza de Ethan, como Alfa de la manada, puede llegar a ser impresionante, tanto
que se dice puede matar a un humano de un solo movimiento.
—No le tengo miedo Lucas —sonríe—, se cómo defenderme.
—No entiendes Adam —suplico—, no lo alteres más.
—¡Hazte a un lado Lucas! —los ojos de Ethan cambian a un intenso amarillo.
—No pienso hacerlo —digo poniéndome frente a Adam.
—¡Mierda Lucas, no te lo voy a repetir! ¡Hazte a un lado!
—¡No Ethan! —Grito— ¡no voy a dejar que lo lastimes!
—¡¿Por qué?!
—¡Por qué lo amo! —respondo.
El amarillo de sus ojos desaparece al instante.
—¿Qué dijiste?
Lágrimas caen por su rostro al escuchar mis palabras. Me sorprendo al ver la
mueca de dolor que le estoy causando en estos momentos, pero tengo que hacer-
lo si quiero que Ethan me deje en paz y sobre todo que se tranquilice y no haga
algo de lo que se puede arrepentir toda su vida. No puedo permitir que por un
arrebato de furia, muestre el secreto más grande de la comunidad de los lobos a
todas las personas a nuestro alrededor que nos observan con celular en la mano,
no cuando eso significa romper la regla más importante que rige el mundo de los
cambia formas.
—Lo amo Ethan —respiro profundamente—… no puedo dejar que lo lastimes.
—No… eso no puede ser verdad… dime que estas mintiendo Lucas… ¡dime
por favor que estas mintiendo!
—No miento Ethan —agacho la mirada— amo a Adam… no hay nada que
puedas hacer al respecto.
—Mírame —dice con la voz entre cortada—, Lucas por favor mírame…
Levanto la vista. Camina hasta mi lado. Sus manos acarician mis mejillas.
—Dime que no es verdad… cariño… por favor.
—Lo lamento… pero es la verdad.
Cierra los ojos.
—No voy a volver a molestarte más Lucas… solo espero que él te haga feliz.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
90
Sara Liza
Sin decir nada más camina alejándose de mí. Desde mi lugar observo como la
figura de Ethan, destrozada, se pierde en la oscuridad de la noche. Me siento el
mayor hijo de perra del mundo. El problema es que no sé porque tengo esta sen-
sación de vacío en mi pecho. Yo tengo todo el derecho de continuar con mi vida,
de ser amado por alguien que de verdad me pueda hacer feliz, de vivir mis sueños
al lado de la persona indicada. Aun así no entiendo porque me siento como lo ha-
go, como si estuviera cometiendo la mayor equivocación de mi vida. Por más que
lo intento, no puedo entenderlo.

Ethan.

¡Maldición!
Nunca esperé que llegaría el día en el que desearía mi propia muerte.
Camino por las calles de la ciudad con la oscuridad de la noche sobre mi es-
palda. Es muy tarde ya, las calles poco a poco van vaciándose, ocultando el ruido
de la vida entre esas cuatro paredes de ladrillo, esperando poder renacer en un
par de horas más cuando el sol de la mañana salga por el horizonte. No sé duran-
te cuánto tiempo he estado caminando sin un rumbo fijo, perdiéndome entre el
mar de mis pensamientos, en el maldito dolor que me consume por dentro. Quiero
gritar, dejar a mi lobo, que se retuerce en mi interior, aullar por el dolor de perder a
su compañero a su otra mitad. Deseo golpear algo duro, dejar que mi cuerpo san-
gre y que por las heridas abiertas brote el dolor que me quema por dentro. Quiero
transformarme y correr hasta desfallecer, perderme por años en algún punto del
planeta en el que mi desesperación pueda ser un poco más llevadera.
El solo hecho de imaginarme a Lucas en los brazos de ese maldito imbécil,
despertando a su lado, tocando su cuerpo desnudo y llevándolo al éxtasis, hace
que mi sangre hierva por la rabia y la impotencia. Una parte de mi quiere regresar
al hospital y matarlo ahí mismo, arrancarle la cabeza y demostrar frente a todos
que Locas es mío, que me pertenece y que no permitiré que nadie siquiera piense
en tocarle un solo de sus cabellos. Pero por otro lado mi razón entiende la posi-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
91
Sara Liza
ción de Lucas. Él tiene todo el derecho de haber seguido adelante, de haber en-
contrado a otra persona que pueda hacerlo realmente feliz, por más que en el fon-
do de mi corazón anhele con vehemencia ser yo el causante de su felicidad, en-
tiendo que ese lugar lo he perdido hace mucho tiempo. Perdí el derecho de hacer-
lo feliz, de convivir a su lado, de conocer la otra parte de mi alma, perdí todo eso el
puto día en el que mi miedo pudo más que mi corazón.
—¡Mierda! —golpeo con furia una pared de ladrillos a mi derecha.
Mis nudillos sangran.
Si tan solo hubiera tenido los huevos suficientes como para enfrentarme al
mundo entero por Lucas, nada de esto estuviera pasando. Mi vida sería muy dis-
tinta a la basura en la que estoy viviendo el día de hoy. Me hubiera encargarlo de
hacerlo el hombre más feliz de la tierra, porque eso y más se merece alguien tan
dulce, tan puro como Lucas. En ese momento no lo podía entender, no podía
comprender como una persona como él podría ser el compañero de un Alfa como
yo, pero ahora, después de tanto dolor y sufrimiento por lo que hemos pasado los
dos, después de haber vivido lejos durante casi diez años, de sentir su dolor co-
brar vida al verme a los ojos, entiendo perfectamente porque el destino nos puso a
los dos en el mismo camino.
Puedo describir a Lucas a la perfección y aun así dejar muchas de sus cuali-
dades afuera por no tener el tiempo suficiente para enumerarlas todas. Lucas es
todo lo que yo no soy. Soy un cobarde, él es un sobreviviente sin miedo a nada.
Soy un temperamental hijo de perra que no puede tranquilizarse con nada, él por
el contrario es la palabra templanza encarnada en un ser vivo. Soy una bestia que
no puede expresar nada de lo que siente por temor a ser destruido, él no tiene
miedo a decir te amo a la mitad de la calle, sin importar si es juzgado por eso. Lu-
cas es todo lo que yo no tengo, todo lo que yo no soy, todo lo que ansío tener en
mi vida para ser una mejor persona.
—Te amo cariño…
Camino.
Mi mano sangra profundamente, el líquido carmesí se escurre por entre mis
dedos y cae contra el suelo. El picor de la herida no hace más que amortiguar todo
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
92
Sara Liza
lo que estoy sintiendo, la maldita desesperación de no tenerlo a mi lado, el vacío
que siento ahora después de saber que Lucas no me ama y creo que jamás lo
hará. ¡Mierda! Quiero poder olvidarlo, sacar a Lucas de ese lugar en mi mente y
en mi corazón, pero por más que me esfuerce no creo poder hacerlo nunca. Lucas
está tan clavado en mi alma, en mí ser, que no sé si pueda vivir ahora tras su re-
chazo. Sé que tengo que continuar por Troy, mi pequeño cachorro me necesita,
pero no sé si eso sea más que suficiente como para poder levantarme por las ma-
ñanas y seguir con la maldita farsa en la que he estado estos últimos años.
El tiempo parece pasar lentamente acariciando con sus dedos la tela de la no-
che. La luna a la mitad del cielo nocturno, brillando intensamente, bañando con su
luz a un par de parejas que pasan a mi lado. Estoy agotado, cansado de seguir
llorando como alma en pena. De pronto una suave y dolorosa voz captura mi
atención, giro mi cabeza y escucho como la voz viene desde adentro de un oscuro
y recóndito bar cruzando la calle. Atravieso la calle desierta, entrando por las puer-
tas de madera que se abren con un leve chirrido.
El lugar es un completo basurero, lleno de personas que como yo solo quieren
escapar de la realidad de sus vidas. Pero hay algo en él, en la atmosfera que
emana, lo que me hace adentrarme al local con curiosidad y sentarme junto a la
barra de madera, en una esquina, alejándome de dos sujetos que beben botellas
de Whisky, una tras otra, como si fuera simple agua. A mi espalda varias mesas
de madera con pequeñas canastas de bocadillos y un menú hecho de papel, fren-
te a las mesas un escenario donde una hermosa rubia comienza a cantar una
canción de dolor y sufrimiento, de pérdida y abandono. Mi vista se clava en ella,
en como sus mechones dorados bailan al compás de una melodía que me cala en
lo más profundo, casi como si estuviera relatando mi propia historia. En su delica-
do vestido de seda blanca, en sus finas manos y en las lágrimas en sus ojos.
“Quiero ya no amarte y enterrar este dolor…
Quiero que mi corazón te olvide…
Quiero ser como tú, quiero ser yo el fuerte…
Solo te he pedido cambia tu sinceridad…
Quiero que el amor al fin conteste…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
93
Sara Liza
Porque siempre soy yo el de la mala suerte…”

—Hermosa ¿no es verdad? —pregunta el cantinero.


—Lo es —respondo con sinceridad.
—¿Qué vas a beber? —giro mi cabeza y lo veo. Es un viejo de unos sesenta
años de edad. En sus manos tiene un tarro de cerveza y un trapo blanco. Lo ob-
servo con atención, sus manos callosas, el pelo blanco y tupido, la piel arrugada y
su imperfecta sonrisa. Me pregunto cuántas historias no ha escuchado o vivido a
lo largo de los años una persona como él. Cuantas escenas como estas no se ha
enfrentado diariamente. A cuántos hombres como yo, no los ha recibido con una
botella de alcohol.
—Tequila —contesto sin apartar la mirada de la joven frente a mí— tráeme
una botella.
—Se dice que el Tequila es una bebida para olvidar —dice sacando una bote-
lla dorada de tequila ―El Jimador‖ de debajo de la barra— ¿a quién quieres tu olvi-
dar tan desesperadamente?
—Al amor de mi vida —digo abriendo la botella y sirviéndome en el pequeño
baso tequilero— quiero poder olvidarlo.
—Déjate atrapar por el alcohol —dice mirando a la cantante—, el alcohol es
bueno cuando quieres olvidar…
Mi atención regresa a la joven y en el dolor que parece estar sacando de su
pecho con la letra de esa canción. Su cuerpo se mece en un imperceptible vaivén.
Su vestido blanco se ondula con los leves movimientos de su cintura, su cabello
rubio acaricia su espalda con cada suave movimiento, tal como finos hilos de se-
da, sus manos en el aire, rozando con sus yemas esa piel, ese calor que parece
desesperadamente alcanzar. Sus ojos brillan por las lágrimas que resbalan por
sus mejillas, mientras llega ya al final de la melodía. Nadie aplaude cuando termi-
na, ni siquiera el barman que la observa con una triste sonrisa en su cara. Es su
dolor, su momento, la manera de poder exteriorizar el sentimiento que lleva car-
gando. La observo bajar del escenario, dedicarle una triste mirada al anciano a mi
lado y salir por las puertas de madera, perdiéndose en la profundidad de la noche.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
94
Sara Liza

—Y ahora ¿qué es lo que piensas hacer Ethan?


Mi cabeza palpita por la fuerte resaca, mis ojos arden por el brillo del sol. Ano-
che fue una de las peores noches de toda mi vida. Pensando constantemente en
él, en el amor y el desamor, terminando por emborracharme porque estúpidamen-
te creí que el alcohol me ayudaría a olvidarlo al menos por un par de horas, pero
el alcohol solo hizo todo lo contrario, me hizo recordar con más claridad aquello
que por estúpido perdí, lo que por imbécil y cobarde jamás podré tener.
Me reclino en mi silla, me llevo ambas manos a las cienes.
Quien dijo que un hombre lobo no se puede emborrachar, es un estúpido.
—Irme —respondo tomando el vaso de jugo de naranja frente a mí y bebién-
domelo de un solo trago—, ya no hay nada que pueda hacer aquí. La manada me
necesita, Troy me necesita más que nunca. Creo que es tiempo de afrentar la
realidad y regresar a Cave’s door.
—¿Solo eso? —Pregunta clavado su mirada en la mía— ¿vas a renunciar a
Lucas así como así? ¿Sin luchar por él? ¿Dónde quedó el Ethan que no se dejaba
vencer, el que luchó por ganarse un lugar en la manada, el que le demostró a la
manada entera lo buen Alfa que podía llegar a ser?
—¡¿Qué más quieres que haga Drew?! —Golpeo la mesa—, lo perdí, tú mis-
mo lo escuchaste, lo ama y no hay nada que pueda hacer al respecto.
Después de saber que Lucas había escapado de la manada, utilicé todos los
recursos que tenía a mi disposición para encontrarlo cuanto antes, quería tenerlo
entre mis brazos y suplicar su perdón, pero sabía que él debía de ser feliz aun si
eso significaba estar lejos de mí. Una de mis mayores preocupaciones siempre ha
sido su seguridad, por eso mismo nunca lo dejé solo realmente. En ese momento
Lucas no era el hombre de ahora, era un joven indefenso y miedoso, alguien que
para nada conocía los peligros que podían saltar en ese mundo vibrante de la ciu-
dad, lejos de los territorios de la manada. Cuando supe el lugar en el que se en-
contraba, recurrí a la única persona que podía ayudarme en ese momento a pro-
tegerlo; Drew, mi primo. Desde ese día, Drew ha estado protegiendo a Lucas e
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
95
Sara Liza
informándome de cada paso que daba. Fue gracias a él que Lucas pudo entrar en
la universidad de enfermería y estudiar lo que más deseaba. Fue gracias a Drew
que nunca estuve realmente lejos de él.
—Dudo mucho que realmente lo ame.
—¿A qué te refieres?
—A que no creo que Lucas lo amé —responde acomodándose sus gafas de
sol—, hace si mucho una semana que lo conoció.
—¿Qué lo conoció? —Me inclino más sobre la mesa— ¿Cómo lo sabes?
—Porque el mismo nos lo contó —interrumpe una voz a mi derecha.
Es Vanessa, la mejor amiga de Lucas y la persona a la que por siempre le voy
a estar agradecido por haber estado ahí para él.
—¿Vanessa? —Pregunta Drew levantándose de la silla, con una sonrisa y su
mirada atenta en ella— ¿qué haces aquí amor?
—Venía a desayunar —se sienta al lado de Drew, entrelazando sus manos y
besándolo en los labios— cuando los vi aquí decidí venir a saludar. Ya me cono-
ces, soy una persona que no se puede quedar con las ganas de saber.
—¿Amor? —pregunto levantando las cejas.
—Si Vanessa es…
—Su compañera —termina ella con tranquilidad—, me imagino que tú también
eres un hombre lobo ¿o me equivoco?
—¿Ella sabe sobre nosotros? —pregunto mirándolo con seriedad.
La comunidad del lobo se irgue por varias leyes que han ido perdurando a lo
largo de los siglos. La más importante de ellas, sino es que la regla principal, es
que los humanos no pueden conocer la existencia de nuestra raza. Claro que hay
excepciones a la regla, como cuando un hombre lobo esta emparejado con un ser
humano, pero aun así es fundamental que antes de revelar el secreto, se tenga la
seguridad que ese mismo secreto no sea destruido por las parejas humanas.
—Lo tuve que hacer —responde con nerviosismo—, cuando descubrí que Va-
nessa era mi compañera, no podía permitir que el secreto se interpusiera entre
nosotros así que se lo conté todo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
96
Sara Liza
—No tienes por qué preocuparte Drew —digo golpeándolo en los hombros—,
me alegro de que por fin tengas a tu compañera a tu lado.
—En realidad lo que me preocupa es mi tío, cuando se entere que mi compa-
ñera es más que una simple humana…
—Una humana que sabe defenderse —interrumpe ella.
—No entiendes cariño, los lobos somos…
—No le temo a nada ni a nadie Drew —acuna su rostro entre sus manos—,
siempre y cuando este contigo no hay nada por lo que pueda temer.
—El reino de mi papá está a punto de caer —ambos dirigen su atención sobre
mí—, siempre y cuando sea yo el Alfa de la manada, no tienes por qué temer por
algo tan estúpido como eso. Los voy a proteger, son mi familia al final de cuentas.
Yo no desprotejo a mi familia.
Sonríen.
Me alegra saber que por lo menos Drew es feliz con esa persona que el mis-
mo destino puso en su camino. Después de todo lo que ha hecho por mí y por Lu-
cas en los últimos años, en la manera que siempre lo ha protegido de todos los
problemas de la gran ciudad, me anima ver que haya encontrado la felicidad que
durante tanto tiempo buscó sin éxito. Una de las cosas que orillaron a Drew a de-
cidir abandonar la manada, fue encontrar precisamente a su pareja, que mejor que
esa misma mitad sea precisamente la mejor amiga de Lucas y una de sus compa-
ñeras de trabajo en el hospital.
—¿Así que tú debes ser la pareja de Lucas? —pregunta Vanessa.
—Lo era —respondo agachando la cabeza.
—¿Lo eras?
—Lucas no me ama —no podré nunca acostumbrarme a eso—, ya no hay na-
da que pueda hacer más que permitir que sea feliz con el imbécil de Adam.
—Dudo mucho que lo ame —dice Vanessa con el menú en sus manos—, lo
acaba de conocer así que dudo mucho que llegue a tal extremo.
—¿Cómo que lo acaba de conocer?
—Es lo que intentaba decirte —habla Drew—, Adam y Lucas se conocieron
hace poco. Adam lo salvó de un intento de robo hace una semana.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
97
Sara Liza
—¿Lo salvó? —golpeo con furia la mesa de madera que se sacude con el mo-
vimiento, varios de los comensales a mi derecha me miran con curiosidad— ¿Có-
mo es posible que algo así haya pasado? ¡¿Dónde mierda estabas Drew?!
Lo sujeto por el cuello de la camisa.
—¡Fue mi culpa! —Grita Vanessa—, estaba conmigo esa noche en la que in-
tentaron asaltar a Lucas.
—¡¿Por qué carajos no me habías dicho nada?!
—No quería que te preocuparas…
¿No quería que me preocupara? Vivo preocupándome por Lucas desde que
decidió que era mejor alejarse de mí y vivir por su cuenta en la ciudad.
—¡Maldición Drew!
—Lo lamento —puedo notar la sinceridad en su voz.
—Para lo próxima no me importa si me da un ataque al corazón, quiero que
me digas todo lo que le pasé —respiro profundamente, intentando tranquilizar a mi
lobo que está a punto de salir a la superficie y atacar a Drew por desobedecer una
orden directa de su Alfa—. Si puedo ayudarlo lo haré así tenga que salir a la mitad
de la noche y desnudo.
—Descuida lo haré.
—Entonces… ¿Se acaban de conocer?
—Si —responde Vanessa entrelazando de nuevo su mano con la de Drew.
—Se conocieron esa noche, Drew le está entrenando para que aprenda a de-
fenderse él mismo, para que no vuelva a ocurrí algo como eso.
Al menos el imbécil está haciendo algo bien.
—¿Lo investigaste?
—Si —responde Drew—, es aquí donde se pone interesante la cosa.
—¿Qué fue lo que descubriste?
—¿Investigaste a Adam, solo porque él te lo pidió? —pregunta Vanessa.
—Lo tenía que hacer amor —contesta él—, es mi Alfa, tengo que hacer lo que
él me ordena, no puedo desobedecerlo.
—¿Qué fue lo que descubriste? —interrumpo su plática.
—Algo que creo tú también sospechas.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
98
Sara Liza
Así que lo que creía era verdad.
—Adam es un hombre lobo —respondo.
—Sí.
—¿Qué? —interrumpe Vanessa—, ¿estás diciendo que Adam también es un
hombre lobo?
—Y no cualquier hombre lobo —dice Drew reclinándose en su lugar—, es la
cabeza de una manada en la ciudad. Una de las manadas más numerosas en to-
do el continente si me permito decir.
—No sabía que existía una manada aquí en la ciudad —digo con curiosidad.
—Es porque no es una manada como tal —contesta Drew—, la mayoría de
sus miembros son lobos que por alguna razón u otra fueron desterrados de sus
lugares de origen. Adam los agrupo en la ciudad y los dirige desde las sombras.
La verdad es que no sé qué planea hacer.
—¿Adam es entonces un Alfa? —pregunta Vanessa.
—No lo creo —respondo quitándome las gafas de sol y sobándome el puente
de la nariz— si lo hubiera sido, de inmediato me hubiera dado cuenta. Un Alfa
puede reconocer a otro fácilmente. En todo caso podrá ser un beta, pero no estoy
completamente seguro.
—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunta Drew.
—Luchar por Lucas —respondo— no pienso dejarlo solo y menos después de
saber que Adam es un hombre lobo y no cualquier lobo, sino uno que parece es
muy poderoso. No pienso permitir que alguien me robe lo que me pertenece por
derecho. Lucas es mío y así tenga que durar mil años, lo voy a recuperar. Ahora
más que nunca pelearé por lo mío.
No sé cuáles sean los planes que tenga el imbécil de Adam con Lucas, pero si
piensa que me podrá alejar fácilmente de su lado, está muy equivocado. SI hay
algo de lo que podemos presumir los hombres Cormack, es que somos lobos muy
luchadores y aguerridos, cuando algo se interpone entre los que queremos, pe-
leamos con todas nuestras fuerzas para destruir ese obstáculo y alcanzar nuestra
meta. Lucas es mi mayor deseo, no pienso permitir que cualquier persona piense
que pueda interferir entre nosotros, no ahora que estoy más decidido que nunca a
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
99
Sara Liza
recuperar a Lucas y tenerlo por fin en el lugar que le corresponde; entre mis bra-
zos.

Lucas.

Estoy tan cansado.


Anoche fue una de las más largas y complicadas que he tenido en mucho
tiempo desde que comencé a trabajar en el hospital ya varios años atrás. Por un
lado el exceso de trabajo en el área de emergencias. Recibimos durante toda la
noche a varios pacientes con traumas tan severos que tuvieron que ser operados,
en la mayoría de las veces, sin el consentimiento explícito de algún familiar. Al
parecer las carreteras están comenzando a congelarse por las noches y esto su-
mado a la incapacidad de ciertas personas de manejar en estado de embriaguez,
hace que los accidentes de coche se multipliquen en estas fechas. Y por el otro
lado el estúpido enfrentamiento entre Adam y Ethan, que tal como una película,
sigue reproduciéndose dentro de mi cabeza una y mil veces. Cuanto no daría por
regresar a esa rutina sencilla que tenía antes de que Ethan regresara a mi vida.
Sigo escuchando su voz en mi cabeza, que de manera desesperada me pide
a gritos decirle la verdad. Sus manos sobre mi cuerpo, sus ojos a punto de romper
en llanto, mirándome como si su mundo entero estuviera a punto del colapso. La
forma en la que se despide de mí, diciéndome que nunca más me volvería a mo-
lestar y que solo espera que Adam me pueda hacer feliz. En parte me siento muy
mal por mentirle, no está y nunca estará en mi naturaleza el mentir del modo en el

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
100
Sara Liza
que lo hice, pero era lo único que estaba en mis manos para evitar un enfrenta-
miento entre los dos, para prevenir una verdadera desgracia.
—Tenemos que hablar Lucas —leo por cuarta vez el mensaje de Adam en mi
celular. Hay algo en él que me sigue inquietando; la manera en la que se comportó
frente a Ethan, como si no tuviera miedo de enfrentarsele. Dentro de las jerarquías
que existen en la comunidad de los hombres lobos, Ethan ocupa el lugar más alto.
Es por mucho un hombre lobo muy poderoso, alguien a quien no quieres tener
como enemigo y mucho menos enfrentar. Se dice que no existe humano alguno
que pueda enfrentarlo de la manera en la que lo hizo Adam y aun así él lo reparó
sin retroceder un solo centímetro. Es casi como si Adam fuera… un lobo.
He estado sospechando de eso en los últimos días. Adam oculta muchas co-
sas, mi intuición me dice que es alguien en quien se puede confiar y de hecho lo
he ido descubriendo con el paso de los días, pero esos secretos que esconde co-
mienzan a ser, al menos para mí, cada vez más pesados y preocupantes. Es co-
mo si tuviera la tajante convicción de encubrir su verdadero ser. Aquí la pregunta
más importante es ¿por qué lo hace? Si mis sospechas son ciertas y Adam termi-
na siendo al final un hombre lobo, eso solo significaría que tengo que irme con
más cuidado. Aún desconozco sus intenciones conmigo, podrán ser buenas o ma-
las, pero tengo que descubrirlas cuanto antes.
El sol brilla intensamente.
Camino por el estacionamiento del hospital hasta que doy con mi viejo Ford
escort 98 blanco y abollado en la puerta del conductor. Después de la noche en la
que Ethan regresó a mi vida, tuve que mandar a arreglarlo para evitarme en un
futuro, más problemas como el que tuve esa noche. Aun cuando ya es un automó-
vil viejo y que me da muchos dolores de cabeza, me temo que es lo único para lo
que me alcanza en estos momentos. Entro al vehículo y enciendo el motor. Con-
duzco por las calles de la ciudad, pensando en lo que debería hacer ahora, sope-
sando la idea de ir a hablar con Adam y descubrir cuáles son sus verdaderas in-
tenciones. De pronto mi bolsillo derecho comienza a vibrar.
Me detengo en un semáforo en rojo, antes de responder.
—Diga.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
101
Sara Liza
—¿Quién es el hombre más guapo e inteligente que conozco?
—No lo sé —respondo con una sonrisa—, ¿será Drew por casualidad?
—¡Maldito! ¿Lo sabes ya? —pregunta Vanessa al otro lado de la línea.
—¿Qué si lo sé ya? —Contesto con una gigantesca sonrisa en mi cara— ¿de
verdad pensaste que no lo descubriría? Que poco me conoces amiga.
—La verdad es que nunca imaginé que lo adivinarías.
—¡Vanessa!
—Quería decírtelo —dice ella—, en realidad los dos queríamos decírtelo Lu-
cas, pero consideramos que lo mejor era esperar un poco más de tiempo.
—¿Esperar? —Frunzo el cejo— ¿esperar el que?
—A que fuera más real —respira profundamente—. La verdad es que todo se
dio de una manera tan surrealista, tan inusual, que aún no hemos tenido tiempo
para dirigir esta relación. Es algo nuevo entre los dos, algo que no esperábamos
en lo absoluto, pero se terminó dando. Lucas, estamos apenas conociéndonos
más profundamente, por eso mismo es que los dos decidimos esperar antes de
contártelo, antes de contárselo al mundo.
El semáforo cambia a verde. Los automóviles comienzan a avanzar.
—Solo espero que no estés enojado con nosotros Lucas.
—¿Y porque lo estaría Vanessa? —Respondo con felicidad—, la verdad es
que ya sospechaba que entre ustedes dos había cierta química que no se podía
negar, pero decidí no decir nada para no incomodarlos con algo de lo que no es-
taba completamente seguro. Los dos son mis mejores amigos, ambos me apoya-
ron cuando nadie más lo había hecho. Más que amigos son como mis hermanos.
Así que si Drew y tu son el uno para el otro, soy yo el primero en desearles lo me-
jor del mundo y en apoyarlos en todo.
—¿Entonces no estás enojado con nosotros? —la voz de Drew resuena en el
fondo.
—¿Me tenías en altavoz?
—Este… sí… lo siento.
Golpeo mi cabeza con la palma de mi mano. No cabe la menor duda que los
dos son tal para cual. Más que médicos profesionales y maduros, son como niños
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
102
Sara Liza
que disfrutan jugando entre sí. Dos personas que me sacan de quicio cada vez
que tienen la más mínima oportunidad, pero al final dos personas que sin ellas no
podría vivir jamás. En los nueve años que tengo viviendo en la ciudad, los dos se
han convertido en parte fundamental de mi vida, tanto así que me dolería en el
alma perder las ocurrencias de Vanessa que tanto me alegran en mis peores mo-
mentos o las preocupaciones exageradas de Drew, que más que un amigo parece
más bien mi padre celoso.
—¡Vanessa!
—Es que teníamos miedo de que fueras a reacciona mal —dice ella.
—¿Entonces estás o no molesto con nosotros por ocultarte la verdad?
—Nunca lo estaría —contesto sonriendo por los dos—, nunca podría estar
enojado con ustedes dos. Los amo mucho y de verdad no saben lo feliz que me
hacen al escuchar esto. Ya era hora que se dieran cuenta de que son el uno para
el otro. Más feliz no puedo estar.
—Qué bueno que lo tomes tan bien Lucas —interrumpe Vanessa—, porque
hay un pequeño detalle más.
—¿Otro detalle?
—Drew me va a pedir en matrimonio el viernes por la noche.
—¡¿Qué dijiste?!
—Lo que escuchaste —responde nerviosa—, Drew me va a pedir en matrimo-
nio y queríamos que tu estuvieras presente.
Como lo había dicho antes, son tal para cual.
—¿Lucas?
—¿Por qué no dices nada, bebe? —pregunta Vanessa.
—Estoy pensando —respondo después de varios minutos en silencio.
—¿Entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Vas a estar con nosotros en esa noche tan especial, sí o no?
—¡Claro que sí! No me lo perdería por nada del mundo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
103
Sara Liza
—¡Perfecto! —dice Vanessa con una ligera sonrisa—, nos vemos mañana en
la mañana y te cuento con más detalle. Lucas, prepárate porque quiero que seas
mi dama de honor, no vas a poder negarte a eso.
—Espera —digo con curiosidad— ¿Por qué hasta mañana, no puede ser hoy?
Tengo tantas cosas que quiero contarte, pedirte algún consejo… ¡espera! ¡¿Dama
de honor?!
Vanessa y Drew se ríen al mismo tiempo.
—Tenemos que irnos —contesta—, vamos a ir con mis padres a darles la
buena nueva. Mañana te explico todo con más calma. Y Lucas.
—¿Sí?
—Te quiero —cuelga el teléfono.
Dios en que me acabo de meter.
Me alegra que por lo menos alguien a mí alrededor sea realmente feliz. Va-
nessa y Drew se merecen el uno al otro, poder vivir juntos y disfrutar de una vida
que estoy seguro solo les mostrará lo hermosa que puede llegar a ser. ¿Me siento
mal por no tener esa clase de felicidad para mí? No, en realidad no, tengo la cer-
teza de que el tiempo al final solo aclarará las cosas y me conducirá al lugar en el
que tengo que estar. Y cuando eso suceda, por fin encontraré la felicidad que du-
rante mucho tiempo he estado buscando.

Respiro profundamente.
Después de haberlo pensado gran parte de la mañana. Después de haber re-
leído el mensaje que Adam me envió, una y mil veces, decidí que lo mejor era ha-
blar con él y aclarar de una vez y para siempre todas las dudas que tengo volan-
do, como mariposas, dentro de mi mente. Si mis sospechas son ciertas, lo mejor
es descubrir los motivos detrás de esa tierna sonrisa y la amabilidad que expira
con cada poro de su ser. Aun cuando Adam me inspira mucha confianza, hay algo
en él que me hace pensar que no todo es tan claro como parece.
El letrero de ―Carter’s‖ aparece de pronto frente a mí. Mis manos sudan por el
nerviosismo que corre por mi cuerpo. Son las tres de la tarde ya. El sol calienta
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
104
Sara Liza
con fuerza mi espalda, casi como si con sus rayos me estuviera dando un poco de
confianza para adentrarme en el gimnasio y pedir por la verdad. Camino con lenti-
tud frente a las ventanas principales, observando la misma imagen de siempre,
varias personas corren en las maquinas empotradas al suelo, con la mirada clava-
da en la meta que ellos mismos se han puesto.
Dándome un poco de valor, entro al gimnasio.
La música electrónica de pronto llena mis oídos.
—¡Hola Lucas! —María me sonríe al verme entrar— ¿Cómo has estado?
—Cansado y algo nervioso la verdad —respondo con honestidad.
—¿Nervioso? —Sonríe mostrando la línea perfecta de sus dientes— ¿No me
digas que vienes a cancelar tus secciones de entrenamiento? Si es así, créeme
que ni Adam ni Dixon estarán contentos con que renuncies tan fácilmente. Re-
cuerda que los entrenamientos de autodefensa son para tu propio bien.
—No en realidad, no es eso por lo que vine —contestó— Adam me pidió que
viniera, tenemos algunas cosas de las que debemos hablar, así que. ¿No estará él
aquí de casualidad?
—Si me dijo que vendrías —dice mirándome a los ojos—, pero pensé que era
solo para entrenar. Debe estar en su oficina, por si quieres ir a verlo.
—¿En su oficina? —digo caminando hasta la parte trasera del gimnasio y
dándole las gracias con una sonrisa.
—¡Espera Lucas!
—¿Dime?
—Me temo que esa no es la oficina donde está esperándote.
—¿Disculpa?
—Ven acompáñame —dice sonriéndome y saliendo del gimnasio.
—Espera María… ¿A dónde vamos?
—A su oficina —dice señalando la punta del mismo edificio en el que se en-
cuentra el gimnasio de Adam—, mejor dicho, la otra oficina de Adam.
—No… no te entiendo.
—Ya lo verás.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
105
Sara Liza
En silencio le sigo con curiosidad. María camina con paso decidido, esquivan-
do a las personas y adentrándose por dos puertas de cristal negro a un par de me-
tros a la derecha del gimnasio. Me asombro al ver la inmensidad del lobby que nos
recibe al entrar. Varias personas caminando de un lado para el otro, la mayoría de
ellas vistiendo finos trajes de marca. La elegancia del edificio es tanta, que por
momentos me siento insignificante en comparación. Mi vista recorre cada detalle y
cada espacio de la recepción. Pisos de mármol travertino. Sillones negros de piel,
esparcidos por toda la planta. Jarrones de cerámica blanca, finamente decorada.
Esculturas de mármol a cada lado de unas enormes escaleras al fondo. Pilares
que llegan hasta el techo a más de tres metros de altura. Un par de arañas de cris-
tal que cuelgan del techo e iluminan con tonos amarillos la entrada. Un recibidor
de madera, donde tres mujeres reciben a cada una de las personas que entran por
las puertas de cristal.
—¿Todo en orden? —pregunta María.
—María déjate de bromas —digo mirándola a los ojos y caminando hasta
ella—, de verdad necesito hablar con Adam.
—Nada de bromas Lucas —responde—, vamos a su oficina.
—¿A su oficina? —pregunto con incredulidad— ¿aquí? ¿De verdad?
María sonríe.
Camina hasta uno de los elevadores, presionando el botón a la derecha.
—Aunque no lo creas Lucas, Adam es el dueño del edificio entero.
—Sí claro que sí y yo soy el rey de roma.
—En roma nunca existieron reyes —me responde ella—, pero entiendo que
dudes de lo que estoy diciéndote. Más eso no significa que te esté mintiendo.
Adam es un importante empresario, dueño de este edificio y un par más por todo
el país así como claro, una importante cadena de gimnasios.
—¿Qué estás diciendo? —pregunto acercándomele.
—Lo que escuchas Lucas. Adam es más de lo que crees.
—Pero… no puede ser… él… ¿y el gimnasio? —tartamudeo.
—Es solo una pequeña distracción que tiene —responde entrando al elevador
y deslizando una tarjeta por una pequeña ranura justo debajo de los botones—,
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
106
Sara Liza
este es su verdadero trabajo. El gimnasio lo utiliza cuando quiere distraerse un
poco o cuando quiere alejarse de todo el estrés del trabajo. Adam es un hombre
muy ocupado, pero sabe cómo utilizar su tiempo. La mayoría de las veces en su
tiempo libre está allí, en el gimnasio, entrenando como cualquier otra persona.
Frunzo el cejo. Sigo sin creer nada de lo que me está contando. ¿De verdad
espera que entienda que Adam es un rico e importante empresario, dueño de una
cadena de gimnasios y varios edificios por todo el país? No sé porque tengo la
sensación de que en cualquier momento saltarán los globos y la gente comenzará
a aplaudir, que saldrán las cámaras ocultas por los rincones y todo esto será más
que una broma muy bien elaborada.
—¿Cómo es que sabes todo esto María?
Sus ojos negros se clavan en los míos. Sonríe.
—Porque Lucas —dice— Adam es mi hermano mayor.
—¿Tu hermano?
—Sí lo sé, puede ser algo difícil de creer —se ríe de mi expresión—, pero es
posible si lo piensas más detenidamente. Soy adoptada Lucas. Adam me adoptó
cuando yo solo tenía nueve años de edad. El me rescató de una casa hogar don-
de me maltrataban todos los días, me salvó de un infierno y me dio una buena vi-
da. Podremos no ser nada, pero para mí Adam es mi hermano mayor, la persona
que me ayudó cuando más lo necesitaba.
—Vaya… eso es.
—Difícil de creer.
—María… es solo que…
—Ya lo verás Lucas —dice antes de que termine la oración.
El ascensor no lleva hasta la planta cuarenta. Las puertas del elevador se
abren suavemente. Los dos salimos a otro recibidor, pero este un poco más sim-
ple que el gran lobby de la planta baja. De pisos blancos y paredes del mismo co-
lor, floreros negros alargados y sillones negros de piel sintética. María y yo cami-
namos hasta un mostrador de madera negra, donde una joven asiática de unos
veinte años de edad nos recibe con una sonrisa y un leve asentimiento de la ca-
beza. Viste un traje negro entallado y una falda del mismo color.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
107
Sara Liza
—Señorita María ¿a qué debemos el honor?
¿Así que no bromeaba?
—Venimos a ver a Adam, Susan. ¿Está en su oficina?
—Me temo que el señor Adam está ocupado en estos momentos. Pero ¿po-
drían esperar si así lo desean? —dice señalando los sillones frente a ella.
—No será necesario, yo podré atenderlos.
Suspiro. No puede ser. ¿Qué está pasando aquí?
Mi atención se desvía de pronto de la joven asiática frente a mí, para posarse
en Dixon, que con la confianza que lo caracteriza, sale en ese preciso momento
detrás de una puerta negra de madera, de la que creo es una de las cinco oficinas
esparcidas por toda la planta. Viste un impecable traje negro, con una camisa
blanca desabotonada y sin corbata. Sonríe, mientras camina hasta nosotros. Sus
pisadas resuenan en el suelo de mármol. Por mi mente pasan muchas preguntas,
¿Qué es lo que está haciendo Dixon en este lugar? ¿Será acaso que Dixon es al
igual que María, alguien a quien Adam adoptó? ¿Qué carajos está ocurriendo
aquí? ¿Por qué nada parece ya tener sentido?
—Dixon… —carraspeo.
—Hola dulzura —me guiña un ojo— ¿tanto te he impresionado que te he de-
jado sin voz?
—¿Qué es lo que estás haciendo aquí? ¿Qué es lo que está pasando?
—Veo que tienes muchas preguntas —posa su mano sobre mi espalda, con-
duciéndonos a los dos a los sillones de piel—, preguntas que me gustaría respon-
derte dulzura, pero creo que es mejor que Adam lo haga por mí.
—¿Eres también adoptado?
—¿Se lo constaste? —le pregunta a María con sorpresa.
—Si —responde ella— tenía que hacerlo, no me creía en nada.
—¿Qué acaso alguien como nosotros no podemos ser exitosos?
Me atraganto al ver la mirada seria en la cara de Dixon. No es el mismo joven
que conocí hace un par de días atrás, se ve más duro, más frio y calculador. No es
que dude que alguien como ellos puedan ser exitosos, es solo que cuando los co-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
108
Sara Liza
nocí por vez primera, nunca imaginé que estaría frente a tres personas tan pode-
rosas y… millonarias.
—No… no es eso… es solo que… Dixon… es solo que…
—Él solo está jugando contigo Lucas —me relajo al escuchar su voz.
¡Wow! Sí que es guapo.
Adam nos observa con una pequeña sonrisa en su cara y una expresión sere-
na. Está recargado sobre el marco de la puerta de la que creo es su oficina. Tiene
los brazos cruzados sobre su pecho y una pierna doblada encima de la otra. Viste
un pantalón negro y una camisa de un tono azul claro. Tiene el cabello perfecta-
mente peinado hacia atrás. Los dos aros blancos de sus orejas han desaparecido
así como también la sombra de la barba sobre su mandíbula. Se aclara la gargan-
ta. Como idiota he estado observándolo en silencio por más tiempo del necesario.
—Adam…
—Lo vez —dice María golpeándome con el codo en las costillas— no mentía.
—Sí…Ya lo veo…
—Susan acompaña por favor a Lucas a la sala de conferencias —dice miran-
do a la joven y luego a mí en un rápido movimiento— me gustaría habar con mis
hermanos a solas por favor.
—Como ordene señor.
La joven se levanta de su asiento detrás del mostrador y con una leve sonrisa
me hace seguirla por un largo pasillo, hasta dos puertas dobles de madera negra.
Sin saber qué hacer, volteo por última vez solo para toparme con las miradas de
María, Dixon y Adam sobre mí. ¿En qué momento morí y entré en una dimensión
desconocida? Esto debe ser alguna especie de sueño, si eso tiene que ser, aún
estoy durmiendo en mi departamento, esto no es más que un sueño muy lúcido y
elaborado. En cualquier momento voy a despertar.
—¿Puedo ofrecerle algo de tomar?
—No es necesario —respondo—, pero gracias.
—El señor Adam estará aquí en un par de minutos más, por favor siéntase
como en su propia casa.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
109
Sara Liza
La sala de conferencias es realmente hermosa. De pisos blancos y paredes
del mismo color. Un rectángulo de madera cruza el techo de este a oeste y cae
por una pared a mi izquierda. Una televisión, pantalla plana, empotrada en la pa-
red y sobre la madera que baja del techo. Una mesa rectangular de cristal en el
centro de la oficina, con varias sillas color crema acolchonadas, a su alrededor.
Varios cuadros de pinturas al óleo esparcidas estratégicamente, sin sobre cargar
el decorado. Dos jarrones negros y alargados a cada lado de las puertas dobles.
Frente a mí, tres impotentes ventanales, del techo al piso, que dan a una de las
vistas más increíbles de la ciudad, que he tenido la oportunidad de ver. Camino,
hipnotizado por la maravilla que ven mis ojos. Desde esta altura todo parece tan
lejano, tan irreal, que por momentos me siento atrapado en una especia de ma-
queta de la ciudad hecha en miniatura.
—Es hermosa ¿No lo crees? —me estremezco al sentir su mano sobre mi
hombro derecho y su voz tan cerca de mi oído.
—Adam… no te escuche entrar —digo dándole la cara.
—Lo siento bebe, no quería asustarte.
—Es solo que estaba distraído, la vista es simplemente…
—Espectacular —termina él.
—Así es.
—Lucas por favor —apunta a una de las sillas junto a la mesa—, toma asien-
to. Debes tener muchas preguntas que hacer.
—Tantas que no sé por dónde empezar —sonrío.
—Primero que nada me gustaría disculparme contigo —ambos tomamos
asiento, uno frente al otro—, la verdad es que te mentí cuando no debería haberlo
hecho, es solo que no pensé fuera necesario decirte sobre esta parte de mi vida.
—Sí… creo que olvidaste mencionar ciertos detallitos.
—No quiero que pienses que no confío en ti, es que tienes que saber que esta
vida no es importante para mí en lo absoluto. El Adam que estás viendo en estos
momentos —dice apuntándose al pecho— es el Adam que tengo que sacar para
mantener a mi familia a flote. La realidad es que yo no soy así, no soy de esta ma-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
110
Sara Liza
nera. El Adam que conociste en el gimnasio, el que te ayudó esa noche en la que
te asaltaron, es mi verdadero ser, mi verdadero yo, el que de verdad importa.
—Pero ¿Por qué no decirme que María y Dixon son parte de tu familia?
Cierra los ojos. Se recarga más en la silla. Abre los ojos y clava su mirada.
—Dime la verdad Lucas ¿me hubieras creído si te lo contaba?
Suspiro.
—Posiblemente no —respondo apartando la mirada.
—A María la adopté cuando recién cumplí los dieciocho años. La conocí un
día cuando estaba de visita con unos viejos familiares. Estaba en una casa hogar
donde la maltrataban todos los días, estaba tan desnutrida, tan anémica que por
un segundo creí no lo lograría, así que con mi dinero y mis influencias decidí que
lo mejor era hacerme cargo de ella y darle una mejor vida. Por suerte el trámite fue
rápido. Desde entonces María vive a mi lado.
—¿Y Dixon? —Pregunto—, claro si sé puede saber. No quiero ser inoportuno.
—Dixon siempre ha estado conmigo —responde—, sus padres murieron en un
accidente cuando él era muy pequeño, así que yo me hice cargo de él. La verdad
es que no me arrepiento de nada en lo más mínimo. Dixon y María han sido para
mí como los hermanos que nunca pude tener. Es mi familia Lucas, los tenía que
proteger, espero no te moleste que haya decidido mantener el secreto por un poco
de tiempo. No es algo que se pueda decir a la primera.
—No tendría por qué molestarme —nos miramos a los ojos.
—Gracias por entenderlo Lucas.
—Y dime Adam ¿qué es lo que haces para ser tan importante? —pregunto
sonriendo, intentando eliminar un poco la tensión entre ambos.
—¿Has visto la película de mujer bonita?
—¡Claro que sí! Es mi favorita.
—Bien —contesta sonriendo—, digamos que yo soy como Edward Lewis. Me
dedico a comprar y vender empresas que están en decadencia, además de que
tenemos algunos astilleros por todo el país. Nos dedicamos a la construcción de
barcos militares, comerciales y de trasporte.
—Es impresionante…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
111
Sara Liza
—Dixon es el diseñador —responde con cierto tono de orgullo en su voz—, él
es el que se encarga de diseñar los nuevos cruceros. De hecho estamos a punto
de cerrar un trato con una naviera arábiga, queremos ser los diseñadores de la
nueva línea que quieren sacar antes de diciembre del próximo año.
—Es impresionante lo que has logrado Adam.
—Mi familia siempre fue buena con los negocios —su mirada se enturbia, noto
como se sumerge en ese mar de sus recuerdos—, creo que yo heredé eso de mis
padres. Para hacer negocio Lucas, solo basta con conocer a las personas. Para
mí resulta muy sencillo cerrar tratos y llevarlos al máximo de sus capacidades. Fue
así como a los dieciocho ya era uno de los jóvenes más ricos e influyentes de todo
el estado. Algo que no esperaba lograr ni mucho menos quería, pero que era ne-
cesario si deseaba poder mantener a la familia que me importa, para poder salir
con la frente muy en alto ante las adversidades.
Resulta tan curioso como creemos conocer a las personas solo para al final
terminar por sorprendernos e incluso en algunas ocasiones desconcertarnos. No
sé puede decir que Adam y yo nos conozcamos de toda la vida, de hecho hace
apenas tres semanas que nos conocemos y aun en el corto periodo de tiempo, él
se ha convertido en parte importante de mi vida. No puedo explicarlo con palabras.
Tal vez parezca difícil de creer, un tanto estúpido y contradictorio que por momen-
tos dude de él y en otros confíe ciegamente, pero así es como ocurre. Existen per-
sonas que crean en ti una confianza difícil de explicar, sabes que a pesar del corto
periodo de tiempo puedes confiar con ellos, que en un momento de necesidad ahí
estará su mano para ayudarte. Así es como me siento con respecto a Adam, es
una de esas personas en las que sé puedo contar, muy a pesar de todos los se-
cretos que algo me dice, sigue ocultando.
—Pero no estamos aquí para hablar de eso —se levanta, camina hasta una
pequeña mesa de madera con varias bebidas sobre ella, saca un par de copas de
cristal y vierte un líquido ámbar en ellas—, la verdad Lucas te hice venir hoy por-
que quiero hablar contigo sobre lo que pasó anoche.
—Imaginé que de eso se trataría.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
112
Sara Liza
—¿De verdad sientes lo que dijiste? O ¿solo era para que él te dejara de mo-
lestar? Por favor Lucas dime la verdad.
No puedo mentirle, no ahora que él me confió parte de su pasado.
—La verdad es que dije eso porque tenía miedo…
—¿Miedo? —Me tiende la copa de cristal— ¿miedo de qué?
—Ethan puede llegar a ser un poco… temperamental. Tenía miedo de que te
fuera a lastimar, por eso dije lo que dije. Lo último que deseaba era poder lastimar-
te Adam… yo…
—No es necesario Lucas —pone un dedo sobre mis labios—, tu sabes muy
bien lo que siento por ti. Es una atracción que no había sentido en mi vida desde
hace muchos años, no desde… Lo que quiero que sepas Lucas es que me tran-
quiliza estar a tu lado, pero sé que no soy yo quien está ahí adentro.
Señala mi corazón.
—Adam…
—Sé que es él quien está tan clavado dentro de tu corazón, en tu mente y tu
espíritu —da un sorbo al líquido de la copa—, aunque eso no significa que vaya a
dejársela tan fácil. Después de lo que me pasó… nunca pensé que volvería a sen-
tirme de esta manera hasta que apareciste tú. Me gustas Lucas y mucho. Planeo
luchar por ti y espero lograrlo así tenga que enfrentarme a él.
—Adam —digo dejando la copa sobre la mesa de cristal— yo no sé si pueda
llegar a corresponderte. Es verdad que siento una fuerte atracción por ti, pero eso
no significa que en un futuro…
—Lo sé. Dime una cosa Lucas. Ethan es un hombre lobo y no cualquiera, sino
un Alfa ¿no es verdad? Y algo me dice que tú eres su pareja.
Me paralizo por un segundo. Nuestros ojos se conectan. Su mirada serena y al
mismo tiempo curiosa, sobre la mía. Mis sospechas se acaban de aclarar.
—Veo que no tienes pelos en la lengua.
—No —responde—, si no, no estaría aquí.
—En efecto —contesto— Ethan es un hombre lobo así como lo eres tú.
Ambos permanecemos en silencio. La tensión entre los dos aumenta.
—¿Desde cuándo lo sabes?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
113
Sara Liza
—Lo sospeché desde ese día afuera de tu gimnasio —contestó desviando la
mirada—, lo confirmé anoche cuando te enfrentaste a Ethan sin retroceder un solo
centímetro. Y también cuando te levantaste después del accidente, esas heridas
hubieran sido mortales en un simple humano, pero en cambio tu solo seguiste ca-
minando como si nada hubiera pasado.
Sonríe. Mueve su copa de una mano a la otra. El líquido ámbar se escurre por
entre los hielos. Su mirada en la ciudad a la izquierda. Observo con curiosidad su
perfil. Ahora que lo veo es claro que Adam es un hombre lobo, sus ojos cambian a
un intenso amarillo. Miles de preguntas revolotean en mi cabeza. ¿Si Adam es un
hombre lobo eso significaría que lo es también Dixon y María? ¿O no? ¿Sabrán
sobre los hombres lobos? ¿Y si es así, qué tanto saben sobre nosotros? Temo
que los tres estén en grave peligro. El consejo internacional de la comunidad del
lobo puede llegar a ser muy inflexible con las personas que lleguen a romper las
reglas que rigen a nuestra comunidad.
—Por eso mismo me gustas tanto —responde después de unos momentos—,
eres la persona más inteligente que he conocido Lucas. Me sorprendes.
—Entonces ¿lo eres?
—Sí —contesta— a diferencia de Ethan yo solo soy un simple beta. No soy
más que un pobre exiliado que corrieron de su antigua manada por enamorarse de
alguien que no debía. Un beta que ha tenido que labrarse un camino en un mundo
cruel y violento, pero todo por el bien de los que me importan.
No digo nada, dejo que saque todo lo que tiene dentro.
—¿Cuáles son tus planes Adam? Solo dime la verdad por favor.
—Descuida bebe —se levanta y acaricia mi rostro— a ti nunca te lastimaría.
Me lo recuerdas tanto, que no podría lastimarte.
—Pero…
—Pero nada Lucas —me interrumpe—, se ha dicho todo lo que se tenía que
decir. Tengo que irme, los negocios me esperan. Nos vemos después bebe. Por
cierto Lucas…
—¿Sí?
—Dile a Ethan que la próxima vez no me contendré.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
114
Sara Liza
Sale le de la oficina de conferencias, dejándome ahí sentado con más dudas
que respuestas. Observo por última vez la hermosa imagen frente a mí. Comienza
a oscurecerse por las nubes de tormenta que se aglomeran en el cielo. Un rayo
cae en la lejanía, el estruendo llega hasta mis oídos. María decía que las tormen-
tas son siempre señales de mal augurio. Algo me dice que cosas malas están a
punto de pasar. Siento que mi vida va a cambiar drásticamente y no hay mucho
que yo pueda hacer para evitarlo.
Pero… ¿qué es lo que está por venir?

Lucas.

“Querido amigo mío:


Hoy por la mañana ocurrió algo muy interesante. Derek, el mismo idiota que
disfruta golpearme con todos sus amigos en la hora de gimnasia, uno de los mejo-
res amigos de Ethan, se le propuso a Sara a la mitad de la cafetería, enfrente de
todo el instituto, con una docena de rosas rojas en sus manos y un brillo especial
en sus ojos. A pesar de que no es de mis personas favoritas, fue algo muy hermo-
so de ver. Por un segundo vimos todos los de la escuela a ese Derek oculto, un
Derek sentimental y emocional, que no piensa con la cabeza sino con su corazón.
Tengo que decir que fue una experiencia interesante de presenciar. Era como si
por un segundo el amor hubiera eliminado por completo esa parte negativa dentro
de él. Era como ver a un Derek un poco más… humano.
Al verlos a los dos, a Derek enfrentarse a la humillación de sus amigos, al ver
la manera en la que se arrodilló y le ofreció las rosas a Sara, en como ésta se le

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
115
Sara Liza
lanzó a sus brazos y con tremenda sonrisa en sus labios, le besó con ternura. Me
hace preguntarme si algún día yo tendré la dicha de ser tan feliz como ellos dos.
No es que no lo sea en estos momentos. María me ha enseñado a sacar provecho
de todo lo poco que tengo y con eso ser feliz. De mis paseos nocturnos he apren-
dido a amar a la noche. De mi pesadilla en la escuela a ver los pequeños detalles
sinceros de algunos que aún parecen tener amabilidad en su corazón. En todo lo
malo siempre hay, por más mínimo que parezca, algo de bondad. Es solo que me
gustaría saber que se siente ser amado, ser deseado, ser todo para otra persona,
para mi mitad faltante.
Sabes… me pongo un poco rojo por escribirlo, pero anoche soñé con Ethan.
Soñé que entraba por las puertas del restaurante de María, sin camisa, con el
cabello amarrado en una pequeña coleta, me tomaba por los brazos y me llevaba
a una cascada secreta entre un par de montañas en la lejanía. ¡Es tan estúpido!
pero fue algo muy romántico. Nos veíamos a los ojos por horas, me sumergía en
esa mirada que desde las sombras siempre me ha hipnotizado. Platicábamos de
cualquier estupidez, de cualquier tontería. Me revelaba cosas que nadie más sa-
bía, cosas que estaban destinadas para mis oídos solamente. Reíamos, jugába-
mos con el agua de la cascada, mirábamos el sol ocultarse en el horizonte y…
¡Dios, que vas a pensar de mí!
¡Hacíamos el amor! ¿Contento?
Ethan me tomaba en brazos, nos sumergíamos en el pequeño lago debajo de
la cascada y sin darme cuenta de cómo o cuando ocurrió, terminábamos los dos
desnudos y haciendo el amor. Era algo suave, bello y tranquilo. Mi primera vez era
para él y solo para él. Después regresábamos a casa. Su mano entrelazada con la
mía. Sonreía. Y antes de despertar, antes de que el sueño terminara, Ethan me
entregaba una rosa azul, no roja, no blanca, sino azul. Una rosa hecha por las
manos del hombre, una rosa no natural, pero que demostraba el esfuerzo hecho
por mí, por mi amor.
Sé que es estúpido… no tienes que decirlo.
Era un sueño y nada más. Una tonta e ilusa fantasía hecha por un joven que
lo único que sabe del amor es lo que con curiosidad ve en las películas de los sá-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
116
Sara Liza
bados por la noche. Pero ¿sabes una cosa, querido amigo mío? Por un momento,
por una sola noche, puede llegar a sentir, al menos de manera parcial y quimérica,
lo que es ser amado de verdad.
Dime algo amigo mío… ¿Es que de verdad valgo tan poco como para no ser
amado como todos los demás? No es que espere algo extraordinario. No quiero
que me bajen la luna del cielo, ni mucho menos que se enfrenten a la humillación
pública, ni siquiera quiero una docena de rosas o una sola rosa azul. Solo me gus-
taría que por un segundo, por un solo segundo, alguien me demostrara su amor,
me enseñara que es lo que se siente ser amado con locura, pasión y necesidad…
Un libro de Agatha Christie tal vez… un libro y nada más.”

Salgo del enorme edificio.


Giro mi cuerpo y miro por última vez la punta del rascacielos a mi espalda. Me
lo imagino ahí, en su oficina, de pie y con los brazos cruzados sobre su pecho,
una sonrisa encantadora, sus ojos azules tan intensos y brillantes, su vista atenta
sobre la ciudad que se alza sobre sus pies. Aún me sigue pareciendo increíble
todo lo que acabo de ser testigo, como si en cualquier instante Adam saliera por
las puertas de cristal y con una risa contagiosa me digiera que todo formaba parte
de una estúpida broma para el día de los inocentes. Respiro. Cierro mis ojos y de-
jo que la brisa de la tarde sacuda mi cabello. Recuerdo su mirada, sus ojos sobre
mí, en como tensó sus músculos al recordar el pasado. Yo no soy quien para mo-
lestarme con algo como esto, no somos más que simples conocidos que lenta pe-
ro constantemente, vamos formando una amistad.
Son apenas las cinco de la tarde. Las nubes de tormenta están peligrosamen-
te densas, ocultando detrás de ellas al sol que horas atrás me había dado fuerzas
para adentrarme por las puertas de cristal, en búsqueda de una respuesta a las
cientos de preguntas en mi cabeza. Miro al cielo y admiro su belleza. La naturale-
za tiene ideas extrañas cuando muestra lo hermosa, pero peligrosa que puede ser.
Escuche en la radio que esta temporada ha sido una de las más lluviosas en los
últimos veinte años. Camino por la acera, alejándome de la inmensidad de concre-
to y acero, admirando el curioso contraste en la oscuridad de media tarde.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
117
Sara Liza
Desde que era niño, siempre me han gustado los días así. Recuerdo como de
pequeño corría a la ventana de mi habitación cuando las gotas de lluvia comenza-
ban a impactar contra el vidrio de la ventana. Recargaba la mejilla sobre el cristal,
sintiendo la humedad y la frescura del agua resbalar o solo me dedicaba a dibujar
patrones sobre la superficie, con el vapor que proyectaba el vaho que salía de mi
boca. Disfruto ver como los rayos azules iluminan el cielo, sentir los estrépitos que
los truenos dejan pasados unas milésimas de segundo. A diferencia del resto de
las personas, las tormentas siempre me han parecido tan relajantes. Eso momen-
tos ideales para contactar con uno mismo, para ver el pasado e imaginar lo que el
futuro puede traernos.
Me encanta en días como estos, sumergirme entre alguna manta en el sillón,
con un café o chocolate caliente, un paquete de galletas y panes o si no tengo la
oportunidad de conseguir el pan fresco, lo sustituyo con una copa de vino y una
pizza recién orneada. Nadie lo sabe, ni siquiera la misma Vanessa, pero soy
amante de los dibujos animados. Podría pasar mis noches enteras viendo algún
capítulo viejo de Tom y Jerry, las versiones antiguas, donde cada escena era
plasmada a mano, con pequeños hilos negros que aparecen de la nada en la pan-
talla del televisor, por algún error del dibujante. Esa es mi noche ideal. Parecerá
un poco estúpido e infantil de mi parte, pero es que hay algo en esa clase de dibu-
jos animados, que me hace evocar los breves momentos alegres de mi niñez, que
me hacen encontrar los soplos de paz que la vida lanza en tan pocas oportunida-
des y que debemos aprovechar al máximo.
Esta vez la tormenta me parece diferente, como si fuera un aciago presagio.
Cubriéndome más con mi chaqueta azul, camino hasta mi automóvil estacio-
nado un par de calles al sur del gimnasio de Adam. Estoy tan cansado, han sido
un par de días muy largos y ajetreados. Solo quiero arrojarme sobre el sillón en mi
sala, encender la televisión, buscar alguna película de los ochentas o mejor aún,
una caricatura vieja, cenar la pizza congelada que tiene ya dos días en mi refrige-
rador y quedarme dormido por días. Me merezco un par de horas para mí mismo,
para consentirme y relajarme. Olvidar todo por esta noche.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
118
Sara Liza
Las gotas de lluvia comienzan a caer densamente sobre mí. Los mechones
rebeldes de mi cabello se pegan a mi frente. A mi alrededor las personas corren
despavoridas, buscando algún refugio para evitar la lluvia, en cambio yo camino
tranquilamente, sintiendo el agua caer por mi cuerpo. Llego a mi vehículo y entro.
Me detengo en el asiento y observo todo a mí alrededor. Mi dedo índice acaricia la
superficie del parabrisas, siguiendo los contornos que las gotas dejan al caer. Mi
piel se eriza al sentir la frescura. Sonrío al recordar esa tarde en la que aprendí a
escondidas a andar en patines, María gritándome desde lejos, esa noche cele-
bramos con un pequeño pastel mi primer logro.
Manejo por las calles de la ciudad. La vida continúa con su paso acelerado no
dejándose amedrentar por una simple tormenta insignificante. Enciendo la radio,
nunca me ha gustado conducir en completo silencio, con mis pensamientos car-
comiéndome poco a poco. La voz de Ellie Goulding se escuchar a través de las
bocinas a mis lados. Subo el volumen del estéreo, dejándome arrastrar por la en-
tonación, la melodía, la belleza de la letra. Golpeo el volante, mientras comienzo a
cantar al unísono con la cantante. Es una de mis canciones favoritas.
—And God knows I’m not dying but I breathe now….
Quince minutos después estoy frente a la torre de departamentos.
Bajo corriendo del carro, resguardándome de la lluvia debajo del pórtico en la
entrada del edificio. Inserto temblando la llave en la cerradura de la puerta, pero
ésta no cede. Intento un par de veces más, jalándola violentamente, hasta que se
abre con un fuerte rechinido. He levantado varios reportes al casero para que
arregle el problema de la entrada, pero nunca parece interesarle en lo más míni-
mo. Eso sí, cuando llegan los días de paga es el primero en aparecer temprano
frente a tu puerta. Subo por el ascensor hasta el quinto piso donde está mi peque-
ña cueva a la que llamo hogar. El aroma a lavanda y una profunda oscuridad son
lo primero que me reciben al entrar por la puerta de madera.
Camino hasta mi cuarto, encendiendo la lámpara de noche. Arrojo la ropa hú-
meda a un pequeño cesto de mimbre en la esquina noroeste. Tomo una ducha
rápida, relajándome un poco con el agua caliente que resbala por los músculos de
mi cuerpo. Al salir tomo el primer pijama que encuentro. El pantalón es azul oscuro
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
119
Sara Liza
y la playera es una blanca de mangas largas. Salgo de mi habitación envuelto en
una frazada verde que María me mando en mi último cumpleaños. Me arrojo al
sillón y enciendo la televisión. Sonrío al ver la película de mujer bonita en el canal
133. Adorable ironía de la vida.
Cambio de canales sin escoger nada en particular, hasta que me detengo en
el canal 324 de boomerang, las caricaturas viejas de cartoon network. De pronto
escucho tres golpes en la puerta. Frunzo el cejo. ¿Quién puede ser?
—¡Voy! —digo poniéndome de pie. Debe ser el estúpido casero otra vez.
Abro la puerta y lo veo a él. A la persona de la que pensé no volvería a saber
nada. Mi corazón late desbocado al sentir su dura mirada sobre mí. Viste un pan-
talón de mezclilla y una playera negra que se pega a su cuerpo por la humedad.
Puedo ver parte de un tatuaje tribal en su brazo izquierdo. Mi vista desciende por
los músculos perfectamente definidos. Mis mejillas comienzan a arder. Un pensa-
miento cruza mi mente, uno donde un sudoroso Ethan me embiste contra la isla de
la cocina, mientras afuera la nieve comienza a caer. Sacudo mi cabeza, clavo mi
mirada en él.
¡Compórtate Lucas!
—¿Ethan? ¿Qué haces aquí? —digo con el tono más casual que puedo.
—Hola Lucas —responde con una pequeña sonrisa—, no quería molestarte.
—No lo haces.
—¿Tom y Jerry? —pregunta apuntando a la televisión.
—Si —contesto ruborizándome por la vergüenza—, me gustan las caricaturas
viejas. No lo sé, me relajan mucho… Patético lo sé.
—Para nada, a mí también me gustan las caricaturas viejas.
Nuestros ojos se conectan.
—¿Qué es lo que haces aquí Ethan? —apoyo una mano en el marco de la
puerta.
—Solo quería hablar contigo —sus ojos se clavan en los míos.
¡Dios! Porque me tiene que mirar de esa manera, como si en cualquier mo-
mento fuera a arrancarme la ropa y joderme en el sillón.
—Creo que fui lo bastante claro ayer —digo sin querer lastimarlo.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
120
Sara Liza
—¿Por qué insistes tanto en mentirte? —cruza los brazos sobre su pecho.
¡Mierda que bíceps! ¿Qué se sentirá sentir esos enormes brazos abrazarme?
—¿A qué te refieres? —carraspeo.
—A que los dos sabemos perfectamente que no sientes nada por él.
Sonrío. No cabe duda que sigue siendo un hijo de puta arrogante.
—¡Mírate Ethan! —Digo— ¡Eres todo un Alfa presuntuoso!
—Lo soy, un Alfa que sabe que está ahí dentro —señala mi corazón— y que
no piensa descansar hasta demostrarlo, así tenga que durar mil años y enfrentar-
se al mundo entero para lograrlo.
Suspiro.
—Mira Ethan. La verdad es que no deseo lastimarte —aferro mi mano a la
madera del marco, mi vista sobre él— pero ya no te amo, de hecho algo me dice
que nunca lo hice en realidad… solo era una mera ilusión de un adolescente de-
primido y solitario, una tonta fantasía que deseaba creer desesperadamente, pero
que al final nunca sentí.
—Ahí es donde te equivocas —responde acercándose a mí, sus dos brazos a
ambos lados de mi cabeza, su pecho a centímetros del mío. Puedo sentir su ca-
lor—, sé que me amas Lucas y que de hecho nunca lo has dejado de hacer. Fui
un imbécil no lo niego, un maldito cobarde que se preocupaba más por sí mismo
que por los demás. Pero este cobarde aprendió de sus errores y ahora está dis-
puesto a hacer lo imposible por demostrártelo.
—Ethan por favor…
—Solo dame una oportunidad cariño, una sola oportunidad y te aseguro que la
vida entera no me va a alcanzar para hacerte el hombre más feliz del mundo. Por-
que sé que puedo hacerlo Lucas, solo tienes que dejarme intentarlo.
Cierro mis ojos. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Mi corazón y mi men-
te parecen estar peleados él uno con él otro. Por un lado mi razón me hace recor-
dar todo el dolor que Ethan me provocó y por el otro mi corazón, que se derrite
con su voz, solo quiere darle una oportunidad, una más para ser feliz.
—Mira Ethan yo…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
121
Sara Liza
—No digas nada cariño —pone un dedo sobre mis labios—, lo menos que
quiero por ahora es molestarte. Veo que estás ocupado relajándote y no quiero
interrumpir eso.
Respiro profundamente.
—Solo quiero que tengas esto Lucas.
Oculto entre el pantalón y su espalda, saca un pequeño libro de pasta dura.
—¿Un libro? —Pregunto tomándolo entre mis dedos— ¿Agatha Christie?
—Solo dame una oportunidad Lucas… una sola más.
Ten Little niggers. Mi respiración aumenta. Con cuidado acaricio el borde del
libro con las yemas de mis dedos, dibujando las letras en la portada. Abro las ho-
jas amarillentas por el paso del tiempo. Entierro la nariz entre las páginas, inha-
lando ese característico aroma de los libros. Me atraganto al ver que se trata de
una primera edición. Como si fuera el tesoro más preciado en el mundo, lo hojeo
por un par de minutos, de pronto de entre una de las hojas una pequeña carta cae
el suelo. La levanto y leo el mensaje que resulta extrañamente familiar.
―Un libro y nada más… para ti mi amor.”
Levanto mi rostro para hablar con Ethan, pero no está. Ha desaparecido.
En mi cara aparece una pequeña sonrisa…

Ethan.
“Querido amigo mío:
Sabes… hay días en los que envidio a Ethan y su estúpidos amigos.
Pero no por lo que se pueda pensar. La verdad es que aun con todas las defi-
ciencias y restricciones que tengo, me enorgullece decir que mi vida es buena,
mucho muy buena. María ha sido mi mejor amiga, mi confidente… mi madre, me
ha enseñado muchas cosas, nos hemos divertido con lo poco que tenemos, me ha
demostrado lo buena que puede ser la vida, solo tienes que esforzarte un poco
para descubrir todo lo que por ciegos dejamos pasar.
En el instituto también he descubierto muchas cosas más. Como que hay va-
rios que parecen estar en contra de las estúpidas reglas que al Alfa tiene para
nuestra comunidad. Me han tendido la mano cuando más lo necesito, aunque
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
122
Sara Liza
también son personas que por miedo agachan la cabeza. La mayoría de ellos te-
men a Ethan y lo que pueda hacer si los descubren ayudando al lobo que no se
puede trasformar, a la máxima vergüenza de la manada. Si, en perspectiva, puedo
decir que tengo una vida muy interesante, sólo que hay momentos en los que no
dejo de envidiar a mis compañeros… ¿cómo hubiera sido mi vida?
El día de ayer fue el aniversario de la fundación del pueblo, además de que se
celebró la final del campeonato estatal de futbol americano. ¡Ganamos! Bueno
técnicamente fueron Ethan y sus amigos los que ganaron el campeonato, pero
que se podía esperar de un equipo de puros hombres lobos contra simples huma-
nos. Sabes amigo mío, me hubiera gustado ir al juego y apoyar a mi equipo, aun-
que para mí las reglas son bastante claras. No puedo salir del pueblo sin el con-
sentimiento del Alfa. No me puedo adentrar al bosque también sin el consenti-
miento del Alfa. Tengo prohibido entablar amistad con cualquier lobo de mi escue-
la. No puedo hablar con los humanos, porque según en palabras del Alfa, puedo
crear un complot para destruir a los lobos. Son muchas cosas que no puedo ha-
cer. De hecho me pregunto cómo es posible que hayan permitido a María cuidar-
me desde pequeño, eso rompe unas cuantas reglas como mínimo.
Bueno pero regresando al punto central. Amigo mío, mis compañeros me dan
un poco de envidia. ¡No es justo! Ellos pueden divertirse, jugar, bromear, salir por
las noches, embriagarse… ser adolescentes comunes y corrientes. Yo por el con-
trario tengo que permanecer dentro de mi habitación, conformándome con las pe-
lículas que pasan por la televisión, jugar en línea, leer algún comic o lo que hago
últimamente, sentarme junto a la ventana para verlos a la lejanía en cómo se di-
vierten, imaginando que soy uno de ellos, que por fin puedo conocer lo que sé que
me estoy perdiendo. No es que los envidie mucho, pero sé que son experiencias
que me estoy perdiendo y que nunca regresaran. Me gustaría saber que se siente
emborracharme, claro… solo por curiosidad.
La verdad es que si hay muchas cosas de las que no estoy disfrutando, que
enumerarlas casi sería una tarea imposible de hacer. Como por ejemplo, no sé
nadar y creo que de ningún modo aprenderé si cada vez que me acerco al agua,
me da un ataque de miedo. Nunca he manejado un auto en mi vida, no he besado,
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
123
Sara Liza
no he tomado hasta caer borracho (cosa que quiero hacer, pero no esta primera
en mi lista), nunca he salido con nadie, nunca he saltado en paracaídas, ¡venga
ya! Que ni siquiera se andar en bicicleta. Sabes amigo mío, eso es lo que más
pena me da. Tengo ya dieciséis años y aún no se andar en bicicleta. La semana
pasada María me pidió que fuera de emergencia al correo a entregar una carta
para una vieja amiga de Nueva York. Pensé que sería buena idea ir en la bicicleta
que tiene en la parte trasera del restaurante, mala decisión de mi parte, terminé
cayéndome a la mitad de la calle principal justo enfrente de Ethan y sus idiotas
amigos. Jamás me había sentido tan avergonzado en la vida. No me puedo sacar
de la cabeza la risa de ellos… de Ethan que se burló de mi… así que me he pro-
puesto algo, aprender cuanto antes a andar en bici, así sea lo último que haga…
te mantendré informado.

Nota:
No intentarlo más. Soy un inútil. Me volví a caer y de nuevo frente a los imbé-
ciles de ellos. Escribo esto con restos de huevo de en mi cabello. ¡Los muy estúpi-
dos me arrojaron huevos podridos a la cabeza, burlándose más de mí! Creo que
esta experiencia la voy a tener que tachar de mi lista, nunca jamás intentaré
aprender a montar una bicicleta. Aunque… eso no me va a desanimar de lograr
todos los objetivos en mi lista.
Cierro su diario y lo arrojo a un lado de la cama.
Cuando lo encontré tres meses después de que Lucas desapareciera, ese pe-
queño libro negro, de hojas amarillas y recortes de fotografías mías, se convirtió
en la llave que abriría las puertas del infierno mismo, que me demostraría lo maldi-
tos hijos de puta que fuimos todos los de la manada, en especial yo, con un ser
tan puro, noble y limpio como Lucas. Fueron los peores meses de mi vida. Me deje
atrapar por un vórtice de depresión. Me embriagaba siempre que podía hacerlo.
Corría por las noches hasta que mi lobo no podía más, hasta que mis patas co-
menzaban a sangrar. Me peleaba diariamente con mis padres, con mis amigos,
con cualquier persona que se cruzara en mi camino. Incluso llegue a drogarme,
esperando que con eso fuera suficiente para sacar el dolor que me quemaba por
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
124
Sara Liza
dentro. Después y con la ayuda de mi hermano, pude superar esa etapa autodes-
tructiva. Creé al Ethan que la mayoría de la manada conoce y respeta.
Me recuesto sobre la cama, con la mirada en el techo y mis manos detrás de
mi cabeza. Las imágenes de ese día aparecen con vívida claridad en mi memoria.
Estábamos Derek, Jason, Scott y yo caminando por la plaza principal del pueblo,
pavoneándonos como estúpidos pues nos creíamos los amos y señores del mun-
do entero. Fue ahí cuando lo vi. Iba por la mitad de la calle, montado en una bici-
cleta vieja. Ésta se tambaleaba de un lado para el otro. Los cuatro nos detuvimos
y con prepotencia le miramos sentados en bancas de cemento, esperando lo inevi-
table. Lucas terminó cayendo a la mitad de la calle principal, atrapando la atención
de todos los que pasaban a su lado, pero no se detenían a ayudar. Los idiotas de
mis amigos comenzaron a reírse de él. En ese momento me importaba más la
opinión de mis amigos y el qué dirán, que ayudar a la persona más importante en
mi vida. Así que seguí el ejemplo y comencé a burlarme de él también. Lucas salió
corriendo, ocultando sus lágrimas detrás de sus manos. Aún hoy en día, su mirada
me sigue atormentando por las noches.
Golpeo con rabia el colchón de la cama.
¿Cómo puedo pedir por su perdón, cuando fui un completo imbécil con él?
Me siento en la orilla de la cama. El sol comienza a salir por el horizonte. Son
las seis de la mañana y ya el mundo parece cobrar vida después de un largo le-
targo. Mi vista se pierde en el paisaje vibrante e invernal frente a mí. Los altos e
imponentes edificios, las calles atestadas de vehículos, personas caminando por
las aceras, envueltas en abrigos gruesos, guantes negros y bufandas de distintos
colores. Aspiro el aire de la ciudad, llenando mis pulmones del aroma a tierra hú-
meda que la brisa acarrea tras de sí. Quiero salir a correr, estirar las patas y cazar
algún animal. Me levanto de la cama, arrastrando las mantas entre mis piernas. El
vello de mi pecho se eriza al sentir el frio del viento que entra por la ventana.
Es martes ya.
Eso significa que tengo solo cuatro días más para recuperar a Lucas e intentar
convencerlo de que regrese a la manada. Sé que será algo difícil de conseguir, no
puedo pedir que en solo un par de días olvide lo que ocurrió durante años, pero su
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
125
Sara Liza
seguridad es lo más importante para mí en estos precisos momentos. No hay
margen de error, no me puedo dar el lujo de dejar a Lucas solo en la ciudad, no
cuando el peligro asecha en cada sombra. No después de saber que Adam es un
hombre lobo. Sospecho de él, más no puedo estar seguro de sus intenciones para
con Lucas. Mi cabeza es un hervidero de preocupaciones. Tengo que hacer algo y
pronto. La vida de Lucas está en juego.
Tomo un baño rápido de agua helada. Cuando era un poco más joven, descu-
brí que si quería pensar de mejor manera, aclarar mi mente, lo único que tenía que
hacer era tomar una ducha fría, así el agua fría recorría mis músculos, mejorando
mi circulación y llevando más sangre a mi cerebro para pensar. Salgo del cuarto
de baño envuelto en una toalla azul hasta mi cintura. Tomo del armario en la pa-
red, unos jeans oscuros, una camisa azul a cuadros con líneas blancas, una cha-
queta negra de cuero, una gorra de lana y mis anteojos oscuros. Bajo las escale-
ras cuando de pronto el aroma de huevos revueltos y tocino captura mi atención.
—Ya veo que estás mucho mejor Adrián.
Sonrío al verlos frente a mí. Alba esta junto a la estufa, cocinando unos hue-
vos revueltos, a su derecha un sartén con el tocino crepitando. Adrián la abraza
por la espalda, besando su cuello y masajeando con su mano izquierda el vientre
de ella. Al escuchar mi voz Adrián la suelta asustado, cayendo de bruces al suelo.
—Lo siento Alfa —responde él sobándose el trasero—, pensábamos que aún
estaba dormido. No queríamos molestarlo.
—No molestan —respondo cruzando los brazos y apoyándome en el marco de
la cocina—, no podía dormir. Tengo muchas cosas que hacer hoy.
—Me tomé la molestia de preparar el desayuno para usted —dice Alba con
media sonrisa.
—No era necesario.
—Era lo mínimo que podíamos hacer por usted, después de habernos ayuda-
do tanto. De haberle salvado la vida a Adrián.
—Lo hice porque era mi deber como el Alfa de la manada.
—Y por siempre se lo agradeceré —responde él sonriendo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
126
Sara Liza
Les estoy tomando un cierto cariño a los dos, pero en especial a Adrián. Estoy
orgulloso de él, de la persona en la que se convirtió. En cómo puso primero a su
pareja ante todo el mundo. Incluso si se ganaba el odio y el rencor de la manada
entera, Adrián siguió adelante en su relación con Alba. Protegiéndola de los pro-
blemas a su alrededor, intentando buscar por su cuenta alguna solución a ese
problema en el que mi padre de manera obstinada, nos ha puesto a la mayoría de
nosotros. Es de admirar la ferocidad y la determinación que llevaron a Adrián a
proteger a su compañera. Es así como debería haber sido mi historia. Si tan solo
hubiera tenido esa valentía, ese arrojo, nueve años atrás, nada de esto estuviera
pasando en mi vida. Aunque no hay mal que por bien no venga. Troy es lo único
por lo que no me arrepiento de nada de lo que pasó.
—Lo importante es que ambos estén a salvo —digo poniéndole una mano en
el hombro izquierdo—, pero sobre todo que estén juntos. No dejen que nada ni
nadie los separe. El destino los unió desde el momento de su creación, no dejen
que nadie desafíe eso. Aprendan de mis errores…
—Lo va a recuperar —dice Alba con una sonrisa, abrazando a Adrián—, am-
bos sabemos que lo logrará. Solo es cuestión de que lo intente lo suficiente.
—Alba tiene razón Alfa. Solo no se rinda tan fácil.
He descubierto que ambos son personas en las que puedo confiar.
Es gratificante tener esa confianza en mí.
—Por favor díganme Ethan —digo sentándome junto a la barra.
—Pero… no podríamos… es usted el Alfa… el líder de la manada.
—Somos amigos ¿no es verdad? —pregunto con el tono más serio de mi voz.
Los dos se miran uno al otro, sorprendidos.
—Sí… creo que sí —responde Adrián.
—Entonces pueden llamarme Ethan.
—Como diga Alfa… digo Ethan.
—¿Y qué piensa hacer ahora? —pregunta Alba tomando asiento frente a mí.
Mi estómago gruñe al ver el plato con los huevos revueltos y tres tiras de to-
cino crujiente.
—Tengo algunas ideas en mente.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
127
Sara Liza
—¿Podemos ayudar en algo? —dice Adrián sentándose a mi derecha.
Pienso por unos segundos cuando de pronto la idea me viene a la mente.
Tal vez pueda funcionar.
—Si —respondo—, hay algo que pueden hacer por mí.
—¿Qué es? —preguntan los dos al unísono.
—Podrían conseguirme dos docenas de huevos y una bicicleta.
Sonrío al ver sus expresiones.

Respiro profundamente.
—Venga Ethan, tú puedes hacerlo —digo casi en un susurro.
Jamás había estado tan nervioso en mi vida.
Estoy de pie junto a su puerta, caminando de un lado para el otro como un
completo imbécil. Mis manos tiemblan y mi cuerpo suda. No sé cómo hacer esto.
Quiero reír, mostrar esa careta de hijo de perra prepotente que me caracteriza en
momentos, pero simplemente no puedo hacerla. Es como si mi confianza se hu-
biera desvanecido de la nada. Estoy paralizado. Siento que al abrirse la puerta el
destino de Lucas y el mío, estuvieran decididos. Llevo más de quince minutos de
pie, intentando darme ánimos suficientes como para tocar la puerta de su depar-
tamento y comenzar con mi plan. Mi plan… sonrío. Tan solo espero que funcione.
Entendí que si quiero poder sacar el dolor del corazón de Lucas, es necesario que
él haga conmigo lo mismo que yo hice con él. Ojo por ojo y diente por diente, eso
era lo que mi abuelo siempre decía antes de cada pelea. No pretendo que Lucas
pelee contra mí, solo quiero que pueda sentir un poco de desahogo de todo lo que
tiene en el interior. Es así como voy a intentar recuperarlo.
Golpeo tres veces a la puerta.
Puedo escuchar sus pasos al otro lado.
—¿Ethan? —Pregunta bostezando— ¿qué haces aquí?
Maldición, no puedo creer lo bello que es.
Viste el mismo pijama azul de ayer por la noche. Su cabello esta alborotado,
algunos de sus mechones pegados a sus labios. Tengo la necesidad de acariciar
ese sedoso cabello con mis manos, de recorrer con las yemas de mis dedos la piel
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
128
Sara Liza
suave y tersa de sus mejillas y besar con intensidad esos labios carnosos. Tiene
los ojos entrecerrados. Es así como me gustaría verlo todas las mañanas, desper-
tando a mi lado, entre mis brazos. No puedo descansar hasta lograrlo.
—Lamento molestarte ¿estabas dormido?
—¿Qué hora es? —pregunta rascándose la cabeza.
—Son las nueve y media cariño —respondo sonriendo.
—¿Las nueve y media? —Bosteza—, ¡me despertaste Ethan!
—Lo lamento amor no quería hacerlo.
—Y a todo esto ¿qué haces aquí?
Llego la hora. Es aquí donde se decide todo.
—Yo... este… verás.
—¿Ethan, que es lo que ocurre? —pregunta abriendo más los ojos y claván-
dolos en los míos.
Maldición. Y así es como Lucas provoca en mí una erección.
—Vengo a proponerte un trato —digo soltando el aire.
—¿Un trato? —Cruza sus brazos sobre su pecho— ¿qué especie de trato?
—Quiero enseñarte a montar bicicleta.
Su expresión cambia a sorpresa. Una media sonrisa aparece en sus labios. Su
rostro se ilumina. Todo parece ir mejor de lo que creí en un principio. Al menos no
me ha cerrado la puerta en la cara o gritado que me fuera de aquí para nunca re-
gresar. Solo necesito irme poco a poco, tener un poco de confianza en mí y en
que Lucas al final terminará cediendo, perdonándome por el pasado. El lazo que
existe entre una pareja y un lobo es muy poderoso. Es una fuerte necesidad que
nos quema por dentro. Podremos tener importantes peleas pero al final la lejanía,
el no tener a nuestros compañeros entre nuestros brazos, hacen que todo se olvi-
de, que busquemos el perdón a como dé lugar. Sí, es verdad que como Alfa yo
puedo seguir adelante más fácilmente si mi pareja llegara a faltar, pero es algo a
lo que nunca recurriría. Si Lucas faltara, yo moriría junto con él.
—¿Qué dices? —pregunta él levantando las cejas.
—Lo que escuchaste —contesto— quiero enseñarte a montar en bicicleta.
—Estás loco Ethan —comienza a cerrar la puerta, pero lo detengo en seco.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
129
Sara Liza
—Solo dame una oportunidad.
—¿Una oportunidad?... ¿Para enseñarme a andar en bicicleta?
—Si —contesto con seguridad.
—¿Por qué haces todo esto? Primero el libro y ahora esto. ¿Qué planeas?
—Redimirme ante ti.
Su sonrisa desaparece.
—Ethan…
—No quiero que pienses que mis intenciones son otras —digo rascándome la
cabeza, desviando la mirada—, solo quiero enseñarte a andar en bicicleta. Pensé
que para hacerlo más entretenido podíamos apostar tú y yo.
—¿Apostar?
—Sí —contesto—, si en una hora no puedo hacerte andar en bicicleta voy a
dejar que me lances todos los huevos que quieras por tres minutos enteros. Como
quieras, cuantos quieras y en donde quieras.
—¿Disculpa? —Sonríe— a ver si entendí, si en una hora no aprendo a andar
en bicicleta ¿tú me vas a dejar aventarte huevos por tres minutos?
Ahora que lo dice de esa manera se escucha muy estúpido. Pero sí, estoy
dispuesto a hacer cualquier cosa para redimirme ante sus ojos. Después de leer
su diario, me di cuenta que uno de sus peores recuerdos de la adolescencia fue
esa tarde en la que los idiotas de mis amigos y yo le arrojamos huevos a la cara
solo para después burlarnos de él. Esto es mi manera de pagar por ese día. Soy
culpable de varios errores en el pasado de Lucas, errores que pretendo solucio-
nar. Si tengo que recibir los golpes de huevos podridos para recuperarlo, lo haré
sin dudarlo un solo segundo.
—Tal como lo dices.
—¿Hablas enserio? —se recarga sobre el marco de la puerta, con los brazos
cruzados y una gigantesca sonrisa en su cara.
—Completamente.
—¿Y si ganas?
—¿Cómo dices?

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
130
Sara Liza
—Sí, quiero decir. Si pierdes la apuesta vas a dejar que yo te lance huevos
durante tres minutos. Pero ¿y si ganas? ¿Qué es lo que quieres hacer si es que
ganas la apuesta?
Recuerda Ethan, no apresurar las cosas.
—Me dejarás ser tu amigo —respondo mirándolo a los ojos.
Sus ojos brillan. Su sonrisa de nueva cuenta desaparece de su rostro. Es co-
mo si lo que acabo de decir hubiera surtido efecto dentro de él. Una esperanza
comienza a florecer en mi interior. Poco a poco iré ganándome el corazón de Lu-
cas, hasta conseguirlo completamente. Somos almas gemelas después de todo,
dos seres destinados el uno al otro desde el momento de nuestra concepción. Na-
da ni nadie puede separarnos. Solo es cuestión de que Lucas lo comprenda y me
permita demostrarle lo mucho que lo amo, lo mucho que lo puedo hacer feliz.
Suspira.
—Dios…no sé porque estoy haciendo esto.
—¿Entonces?
—Si —responde cerrando los ojos.
—¿Aceptas? —pregunto con alegría.
—Si Ethan, hagámoslo.
—¡Perfecto! Hay un parque a un par de cuadras al sur, tal vez ahí podríamos ir
a entrenarte. Planeo ganar esa apuesta sea como sea.
—Antes de irnos me gustaría cambiarme de roma —dice señalándose.
—¡Claro! —Sonrío— aquí estaré esperándote cariño… digo Lucas.
—Ahora regreso.
Cierra la puerta tras de sí. Maldición no puedo estar más feliz que ahora. Me
reclino contra la pared y caigo al suelo, una enorme sonrisa aparece en mi cara.
Esto puede ser el inicio de algo grande, solo tengo que saber cómo utilizar de me-
jor manera todas las cartas que tengo a mi disposición. No puedo desaprovechar
la oportunidad que me está regalando, una oportunidad que por más chica que
parezca, es el mundo entero para mí. Si todo sale de acuerdo al plan, pronto Lu-
cas estará entre mis brazos, el lugar al que siempre ha pertenecido.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
131
Sara Liza
Quince minutos después Lucas sale por la puerta. Mi vista viaja por todo su
cuerpo. Es realmente un hombre guapo. Viste unos pantalones de mezclilla, una
camisa roja a cuadros y sobre esta una chaqueta negra. Trae el cabello alborota-
do, como si solo se hubiera pasado la mano por ellos para peinarlo. El tiempo pa-
rece haber hecho un estupendo trabajo en él. Aun lado quedo el Lucas flaco y dé-
bil que todos conocíamos en el instituto, ahora parece haber madurado, sus
músculos pequeños pero duros, su sonrisa más blanca y brillosa, sus ojos más
seguros, ya no se agachan cuando me ve, ahora me sostiene la mirada con valen-
tía y determinación.
—¿Listo?
—¿Y los huevos? —pregunta con una sonrisa.
—Aquí los tengo —respondo levantando una bolsa con dos docenas de blan-
quillos— ¿Preparado para aprender?
—Si —responde— solo que te advierto algo. Muchos han intentado ayudarme
a aprender a montar en bicicleta y ninguno lo ha logrado. Deberías estar prepara-
do para enfrentarte a la batalla que está a punto de llegar.
—Todo sea por ser tu amigo.

Hay ocasiones en los que se sabe que una misión resultará muy complicada
de realizar porque cuando más te esfuerzas, más lo intentas, no alcanzas a vis-
lumbrar la meta deseada. Así es como me siento yo en estos momentos. No sé si
Lucas lo hace a propósito, si está jugando conmigo y me quiere ver cubierto de
huevo o si de verdad le es tan difícil aprender a montar en bicicleta. Faltan menos
de cinco minutos para que se termine la hora pactada. Son las once de la mañana.
El parque comienza a llenarse con personas que desean disfrutar de los últimos
días del otoño. Mucho de ellos nos observan con curiosidad. Sostengo a Lucas
por el asiento y el manubrio, intentando forzarlo a que pedalee, pero al segundo
en el que lo suelto este cae de lleno al suelo. Es tan gracioso de ver.
—Basta ya —dice Lucas jadeando desde el suelo.
Contengo mi risa al verlo ahí, tirando junto a un árbol, con las hojas secas en-
redándose entre los mechones de su cabello.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
132
Sara Liza
—Aún faltan cinco minutos para que la hora termine.
—Me rindo —jadea— ya no puedo más… es imposible.
—¿Tan rápido te vas a rendir? —pregunto sentándome junto a él.
—Es imposible… te dije que era imposible. Jamás aprenderé a hacerlo.
—Solo tienes que confiar en ti.
—Eso es fácil para ti decirlo, eres ¡Ethan! El Alfa de la manada Luna negra.
—No es para tanto —respondo—, solo necesitas confiar más en ti mismo.
—Lo hago —se levanta, me mira a los ojos—, de verdad lo hago. Pero creo
que soy malo con esto. No nací para andar en bicicleta. Prefiero caminar.
Me río. Dios que bien se siente estar así con él.
—Bien —digo mirando la pantalla de mi celular—, creo que perdí la apuesta.
Un trato es un trato así que.
Lucas sonríe. Nunca me cansaré de ver esa sonrisa en sus labios.
—¿Es hora de mis tres minutos? —pregunta con una tétrica mirada.
—¿Por qué siento que hiciste todo a propósito solo para hacer esto?
—Te juro que no es así —dice levantando la mano derecha y posándola sobre
su corazón—, nunca haría algo como esto. ¿Cómo crees que sea tan cruel?
—Touche.
—¿De verdad me vas a dejar hacer esto?
—Si Lucas —contesto—, cuando un Alfa promete algo, lo cumple.
Con una mueca de satisfacción Lucas se levanta y avanza hasta el otro árbol
donde comenzamos el entrenamiento, cruzando el pequeño sendero de piedras.
La bolsa con las dos docenas de huevos están recargadas junto al tronco, ocultos
entre un pequeño montón de hojas amarillas y anaranjadas. Camina dando pe-
queños saltitos. Si no fuera porque confío en él, diría que está disfrutando de la
idea de verme cubierto de huevo. Aun cuando voy a ser víctima de algo tan des-
agradable, me alegra saber que poco a poco me estoy adentrando en su corazón.
El camino que me espera es muy largo, pero sé que si me esfuerzo lo suficiente y
sin desanimarme, podré llegar a mi meta y ser feliz a su lado.
—Aun te puedes arrepentir.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
133
Sara Liza
—Esto te lo hice una vez —digo levantándome, cruzando mis manos en mi
espalda y cerrando los ojos—, es justo que tú lo hagas también. Estoy preparado.
Todo sea por ser tu amigo, por redimirme ante ti.
—Ethan ¿de verdad estás seguro de esto?
—Completamente.
El primer proyectil me da de lleno contra la cara. Siento como el líquido pasto-
so y oloroso del huevo cae por mi barbilla, resbalando por mi garganta y pegándo-
se a mi ropa. El segundo aterriza en mi pecho, estrellándose y manchándome con
la clara y la yema. El tercero me da en uno de mis muslos. Uno a uno, los huevos
van impactándose contra mi cuerpo. Puedo escuchar como Lucas sonríe, él muy
cabron está disfrutando de esto, pero no puedo reclamar nada, yo hice lo mismo
con él. Cada vez que siento el impacto, las imágenes de esa tarde llegan a mi
mente. La manera en la que lo asaltamos por sorpresa, él oculto en un sendero
del bosque intentando aprender por su cuenta a andar en bicicleta y nosotros co-
mo pendejos lanzándole huevos por diversión.
—Lo lamento tanto Ethan… ¡pero esto es tan divertido!
No respondo nada, solo me limito a permanecer quieto.
Una puta sonrisa aparece en mi cara. Un Alfa no debería estar haciendo esto,
pero que mierda, Lucas es mi compañero, es la única persona que puede hacer y
deshacer conmigo a su antojo.
—Bueno ya —dice él—, es suficiente. Entendí tu punto.
Abro mis ojos. Lucas está de pie junto a mí. En su mano una franela blanca.
—Déjame ayudarte —sonríe.
En silencio observo sus movimientos. Limpia con la franela los restos de hue-
vo en mi cara, cuello y hombros. Está tranquilo, relajado, como si algo dentro de él
por fin se hubiera cerrado después de tanto tiempo. ¡Joder! Quiero tocarlo, atraerlo
más a mí. Quiero pegarlo a mi cuerpo y jamás dejarlo ir. Más no quiero romper
este momento tan especial, este pequeño momento entre los dos. Valió la pena
todo esto. Inhalo su aroma. Necesito tenerlo pronto entre mis brazos, desnudo y
jadeando mi nombre, no sé si pueda resistir por más tiempo.
—¿Por qué Agatha Christie? —pregunta de pronto.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
134
Sara Liza
—¿Disculpa?
—¿Cómo sabias que Agatha Christie es mi escritora favorita?
Me mira a los ojos.
—Siempre te vi Lucas —respondo con la verdad—, antes incluso de saber que
eras mi otra mitad, siempre estuve atento a todo lo que hacías. Desde las sombras
te veía como a la hora del almuerzo te escapabas de la escuela para leer debajo
de un árbol o como después de salir caminabas por el pueblo, deteniéndote con
cualquier cosa que llamará tu atención. A pesar de todo lo que te hacíamos, de
todo lo que yo te hacía, tú parecías siempre… feliz.
—Lo era... lo soy.
—Y no sabes lo mucho que agradezco por eso —acaricio su mejilla—, agra-
dezco por cada día que has sido feliz. Me alivia saber que después de todo por lo
que pasaste, por lo que te hice pasar, saliste adelante.
—Tuve que aprender a hacerlo.
—Estoy orgulloso de ti por eso —respondo con una voz grave.
Me mira a los ojos. Ambos en completo silencio, admirando cada detalle del
otro. Nuestras bocas a centímetros una de la otra. Acaricio con suavidad su meji-
lla, su piel tersa se siente tan bien. Observo como involuntariamente Lucas hume-
dece sus labios que se pintan de un intenso rojo. Deseo tanto devorarlos, besarlo
hasta que me pida detenerme para poder respirar. Deslizo mi mano hasta detrás
de su cabeza, atrayéndolo a mí. Nuestros cuerpos se juntan más. Estoy a punto
de besarlo, nuestro primer beso, cuando de pronto escucho una voz.
—¡Lucas!
El momento se rompe por esa maldita voz.
Una voz que podía reconocer en cualquier lugar.
—Adam —responde Lucas alejándose de mi— ¿qué haces aquí?
Cierro mis puños en señal de frustración. ¡Mierda con mi suerte!
—Fui a tu departamento a buscarte —responde con una puta sonrisa—, así
que pensé que estarías aquí, en el parque. Y no me equivoque. ¿Todo en orden?
¿Te está molestando de nuevo?

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
135
Sara Liza
Tranquilízate Ethan, recuerda que lastimar al imbécil de Adam solo te restará
puntos con Lucas. Tienes que tranquilizarte.
—No —respondo con voz dura—, estábamos a punto de…
—Arreglar unas cuantas cosas —me interrumpe Lucas—, nada importante.
—Me alegro —me encara el maldito hijo de perra—, porque ya sabes que Lu-
cas es mío. Solo espero que no se te haya olvidado.
Sigue riéndote de esa manera pendejo, que al final Lucas será todo mío.
—No empiecen por favor —dice Lucas interponiéndose entre los dos—, no
ahora. Ya tuve suficiente la noche pasada. No hagan todo de nuevo.
—Descuida Lucas —respondo acariciándole los hombros—, no haría nada pa-
ra lastimarte. Entiendo que Adam es parte importante de tu vida, así que yo no soy
nadie como para interferir. Somos amigos ¿recuerdas?
—¿Amigos? —pregunta Adam con una estúpida sonrisa.
—Dime Adam ¿para qué me buscabas?
—Quería invitarte a comer —contesta—, solos tu y yo. ¿Qué te parece?
Lucas gira su rostro y me mira con cierta cautela. Una parte de mí, mi parte
más salvaje para ser más precisos, no quiere dejar a ir a Lucas con el imbécil este
pero mi lado más humano, entiende que yo aún no soy nada en su vida como para
exigir algo que no me corresponde. Aún me falta mucho como para estar en te-
rreno firme en su corazón.
Forzando mi mejor sonrisa, asiento.
—Descuida Lucas, ve y diviértete.
—Ethan yo…
—Solo quiero que seamos amigos —digo mirándolo a los ojos—, solo eso.
—Pues parece que mi amigo de aquí ya entendió que perdió la batalla.
Sí claro idiota, en tus sueños, yo nunca pierdo.
—Ethan…
—Anda ve —insisto—, diviértete te lo mereces después de todo esto.
—Gracias —dice él.
—¿Por qué?
—Por todo esto —contesta.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
136
Sara Liza
Sonrío.
—Bien ¿nos vamos? —pregunta Adam tomándolo de la mano.
—Claro…
Lo veo alejarse de mí. No voy a mentir que en estos momentos me estoy mu-
riendo de los celos. Quiero salir corriendo detrás de ellos y detenerlos, golpear al
idiota de Adam por osarse a tocar a Lucas. Pero no pienso hacerlo, no después de
haber recuperado parte de su confianza. Estoy a la mitad de un largo camino que
me espera por delante. Soy un Cormack y más precisamente, soy un Alfa. Ningún
Alfa en mi familia se ha rendido jamás, no voy a ser yo el que comience con eso.
Te voy a recuperar cariño de eso no hay duda ya.

Lucas.

―Hola de nuevo mi querido amigo.


¿Alguna vez has pensado en la espontaneidad? ¿No? Yo sí, de hecho todo el
tiempo. Es algo en lo que me gusta pensar, en esa habilidad que tienen ciertas
personas para actuar de acuerdo a sus impulsos. Debe ser una experiencia única
en la vida. No tener miedo a la aventura, al deseo de conocer más allá de tu pro-
pia existencia, de sumergirse en un mundo completamente nuevo, hacer algo por
el deseo de hacerlo y no por imposición de alguien más. Me gustaría poder llegar
a sentir esa clase de valentía. Hay mañanas en las que me despierto y pienso que
ese será el día en el que por fin pueda salir de la rutina en la que estoy, jugar con

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
137
Sara Liza
las posibilidades y dejarme arrastrar, aunque sea por un momento, por la corriente
de lo desconocido. Salir y conocer nuevos lugares. Pero casi nunca sucede, ese
deseo que tengo en mi interior parece evaporarse con suma facilidad.
A lo mejor estarás cansado de escuchar siempre el mismo nombre y la misma
frase, pero admiro con todo mi corazón el arrojo que tiene Ethan. A pesar de que
es el próximo Alfa de la manada, él parece disfrutar de la vida a su alrededor sin
importar nada. Caminaba por los pasillos de la escuela, con los cuadernos en mis
manos y el estómago vacío cuando lo escuché. Hablaba sobre la noche pasada
en la que él, sus amigos y un grupo de porristas fueron de manera improvista a la
cascada entre las montañas e hicieron una lunada, acompañados por el fuego
crepitante, el clima perfecto y una noche estrellada. Eso hizo preguntarme ¿Qué
se sentirá dejarse arrastrar por la espontaneidad? ¿Por hacer algo impulsados por
un fuerte latido de tu corazón?
No quiero que me malinterpretes amigo mío, no los envidio. Con el tiempo he
logrado aprender a aceptar lo poco o mucho que tengo. Una persona no debería
desear las bendiciones del amigo, porque se estaría pecando de avaro y celoso.
Siempre lo he dicho, para mi es mejor amar lo poco que tengo y ser feliz, que te-
ner todo en el mundo y no conocer la verdadera felicidad. Es solo que me hubiera
gustado saber qué es lo que realmente se siente comportarse de esa manera. Te-
ner la suficiente valentía y libertad como para poder arriesgarme a tomar el sende-
ro de un nuevo viaje, con los ojos cerrados, dejándome guiar por lo desconocido.
Me gusta escribir.
Amo la capacidad que tengo para poder plasmar sobre una hoja de papel to-
dos mis pensamientos, ideas y porque no también mis fantasías. Puedo crear los
más hermosos mundos o los más tenebrosos infiernos. Pero la fantasía hasta ahí
se queda. El mundo en el papel no puede salir a trasformar mi realidad. Por más
que pueda imaginarme mil aventuras, conmigo como el protagonista de cada una
de ellas, no es lo mismo la experiencia a la imaginación. Es por eso mismo que
cuando los escuché hablando sobre su pequeña aventura en la cascada, algo en
mi interior se encendió. ¿Mi mundo es tan pequeño que no entra la espontaneidad

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
138
Sara Liza
en él? ¿Estoy inerme a las garras de la rutina? O ¿es que yo no tengo, ni tendré la
habilidad necesaria como para enfrentarme a lo desconocido?
He notado algo muy curioso, Ethan y yo parecemos ser lo opuesto uno del
otro. En los puntos donde yo fallo como persona, él parece sobresalir. Lo mismo
ocurre en la inversa, donde Ethan falla yo sobresalgo. Es por eso mismo que tanta
curiosidad me da. Sabes… me da risa el escribir esto, pero es que en ocasiones
me pongo a pensar que tal vez si me le acerco un poco más, algo de su valentía y
arrojo pueda pegárseme a mí. Quiero decir, la valentía debe ser contagiosa ¿o me
equivoco? Si no fuera así, porque sus amigos hacen las más idiotas de las locuras
cuando Ethan lo hace… debe ser porque la valentía y la espontaneidad se pueden
contagiar, al menos eso es lo que creo yo. No lo sé amigo mío, a lo mejor la pró-
xima vez que me siente frente a una hoja en blanco, pueda relatarte alguna aven-
tura mía…
El futuro no está escrito. Es como una hoja en blanco, con un mundo de posi-
bilidades frente a ella. Solo tienes que comprender que tú tienes la pluma y tú eres
el que decides que escribir en ella.”

María siempre me ha dicho que la vida puede llegar a sorprenderte en cual-


quier momento, solo hay que estar distraídos para que suceda. Nunca he sido una
persona que disfruta de los refranes, pero hoy, hoy por fin comprendí lo que María
siempre me repetía sin falta. Cuando desperté por la mañana, lo último que espe-
raba era que algo como lo que pasó entre Ethan y yo ocurriera. Mi día se trasfor-
mó en cuestión de segundos. Si hay algo que me ha quedado claro después de
haber vivido toda mi vida en la manada Luna negra, es que la familia Cormack es
una de las más orgullosas de toda la manada. En general la raza de los hombres
lobos es una especie que se caracteriza por ser de un carácter muy complicado y
difícil. Somos por naturaleza guerreros, no podemos vernos derrotados o humilla-
dos por alguien más. Es por eso mismo que mi cabeza da vueltas al recordar lo
que ocurrió esta mañana. Lo que Ethan hizo, es algo que sale de los estándares

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
139
Sara Liza
normales que se pueden esperar de un Alfa como él. Me demostró a un Ethan
muy diferente al que recordaba.
—Lucas… ¿me escuchas?
Miro a través de la ventana a mi derecha.
No sé qué pensar con todo lo que está pasando. Siempre que estoy cerca de
él, algo en mi interior me suplica que lo escuche, que perdone todo el pasado que
de alguna manera me fuerzo a cargar sobre mis hombros. Parece tan sincero
cuando me habla sobre el perdón, solo hace que me confunda más de lo que ya
de por sí estoy. Soy una persona que planea el futuro con gran detalle y ahora, por
primera vez en mucho tiempo, no sé lo que debo hacer. Estoy en blanco, con un
mundo de posibilidades y caminos frente a mí.
—¿Lucas me estas escuchando?
Suspiro.
—¡Lucas!
La voz de Adam frente a mí me despierta de mi ensoñación.
—Disculpa —digo— estaba un poco distraído.
—Eso pude notarlo —responde con una sonrisa, sus dientes blancos resplan-
decen—, pero dime ¿ocurre algo? ¿No te gustó la comida? Porque si es así po-
demos ordenar otra cosa o ir a cualquier lugar, tú decides.
—No —contestó mirando el plato frente a mí—, no es eso Adam. La verdad es
que nunca había tenido el placer de comer en un lugar como este. La comida es
realmente exquisita.
—¿Entonces qué ocurre?
—Solo pensaba… eso es todo.
Respiro profundamente.
Adam clava su mirada en mí. Al verlo así, con esa profundidad en sus ojos
azules, una pequeña sonrisa en su boca y la sombra rubia de la barba sobre sus
mejillas, noto lo increíblemente guapo que es. Viste un pantalón de mezclilla ne-
gro, una playera gris de manga larga y unos lentes oscuros. Su cabello rubio lige-
ramente alborotado como si al despertar, Adam solo hubiera pasado su mano por
esos mechones rebeldes. Guardamos silencio. Su mirada se intensifica, está ana-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
140
Sara Liza
lizándome atentamente. Por un par de segundos le sostengo la mirada, descifran-
do los pensamientos que pasan por su mente, perdiéndome en el mar profundo
detrás de ellos. He notado algo característico en Adam y es que tiene la capacidad
de demostrarte mucho con muy poco. Mis manos comienzan a sudar. Giro mi ca-
beza desviando mi atención a la ventana a mi derecha.
—Piensas en Ethan ¿no es verdad?
Puedo mentirle o decirle la verdad.
—Si —respondo con honestidad.
—Déjame adivinar… en lo que sea que pasó esta mañana.
—Si —vuelvo a contestar.
—¿Por qué Lucas? ¿Por qué piensas tanto en Ethan?
Sonrío.
Esa es una muy buena pregunta que temo aún no puedo contestar. Lo que
Ethan hizo esta mañana, en como armó todo eso para poder de alguna manera
rectificarse ante mí, en cómo no esperó nada entre nosotros más que el inicio de
una amistad. Aún tengo presente la forma en la que pude notar una ferviente ho-
nestidad reflejada en sus ojos. Todo esto me ha dejado sin palabras. Mi cabeza da
mil vueltas, barajeando la posibilidad de que efectivamente Ethan cambió después
de todo este tiempo. Quiero confiar en él y darle al menos una oportunidad, una
oportunidad de ser amigos.
—No sé qué responderte Adam.
—Qué te parece si me respondes con la verdad.
—¿La verdad?
—¿Por qué no?
—Tal vez porque aún no sé la verdad…
Adam asiente.
—Entiendo.
¿Por qué mi vida no puede ser un poco más fácil como la de los demás? Es
que de verdad no me merezco tener por lo menos un par de días libres, en los que
no tenga que estar pensando en mi futuro o lo que debería o no hacer. Hay mo-
mentos en los que me siento como si estuviera dentro de un programa de televi-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
141
Sara Liza
sión, donde cada semana un público desconocido, eligieran por complicarme más
la existencia. Estúpido lo sé, pero desde que nací no he tenido realmente una
época de verdadera paz.
—Espero que no te moleste pero… ¿qué fue lo que ocurrió entre ustedes dos?
Respiro.
—Ethan me rechazó —digo sonriendo y mirándolo a los ojos—, justamente el
día en el que había descubierto que yo era su pareja, él simplemente me rechazó.
—¿Te rechazó? —Dice Adam con cierto tono enfadado en su voz—, ¿Por qué
un Alfa rechazaría a su pareja? Puedo entender que exista conflicto al ser los dos
hombres, pero eso no es justificación suficiente como para rechazar a su otra mi-
tad. Es ir en contra de los designios de la naturaleza.
—Es más complicado que eso —doy un sorbo a la copa de vino—, en nuestra
manada existen tradiciones que han ido perdurando a lo largo del tiempo. La ma-
nada Luna negra se caracteriza por ser una manada con un reglamento muy rígi-
do. Creo que para Ethan fue muy difícil descubrir que un lobo que no podía trans-
formarse fuera su otra mitad. Como el próximo Alfa se esperaba mucho de él así
que creo que por eso mismo fue que me rechazó.
—¡¿Y Lo defiendes Lucas?! —golpea la mesa.
Un par de comenzantes a nuestra izquierda voltean a vernos.
—En lo absoluto —miro el techo abovedado del restaurante.
—¿Entonces?
Lo miro a los ojos.
Esta recargado sobre la silla, los brazos cruzados sobre su pecho.
—Creo que por fin comprendí que mi antigua manada no es un lugar para al-
guien como yo. No sé porque creí que Ethan podría llegar a aceptarme como su
otra mitad, pero cuando me rechazó, me obligó a abrir los ojos y entender que
muchas veces ese final feliz que tanto queremos que ocurra, nunca llegará. Así
fue que tomé le decisión de irme de la manada y venirme para la ciudad.
Una decisión de la que no me arrepiento en lo más mínimo. En todo este
tiempo he aprendido de lo que soy capaz, de lo que puedo hacer ante las adversi-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
142
Sara Liza
dades. Además de que conocí a muchas personas que ahora están en mi vida y
de las que no podría vivir sin ellas.
—¿Y ahora con el regreso de Ethan, todo eso cambió?
—No —respondo con seguridad—, sé que no existe nada entre él y yo. De
hecho creo que nunca lo existirá. Eso no significa que no me afecte algo dentro de
mí al ver la seguridad y la honestidad con la que me pide perdón, es casi como si
de verdad se hubiera arrepentido por todo lo que pasó entre los dos.
—Te entiendo Lucas… no debe ser nada fácil por lo que estás pasando.
—En lo más mínimo.
—Espero que sepas que sin importar lo que pase, yo siempre estaré ahí para
ti —acaricia mi mano—, no lo dudes ni por un solo segundo Lucas. Lo único que
me importa es tu felicidad y tu seguridad, cualquier cosa que puedas necesitar de
mí solo házmelo saber.
—Eres un buen amigo Adam —digo sonriéndole.
—Un amigo que espera llegar a ser algo más en tu vida —contesta él con cier-
ta picardía en su voz.
Ambos sonreímos.
Es bueno disfrutar de una tarde como esta.
—¿Algo más que amigos? —Pregunto— dime algo Adam ¿De verdad sientes
algo por mí? Eres un hombre lobo como yo, aun cuando no pueda transformarme
sé en lo más profundo de mi ser que soy un hombre lobo.
—Y lo eres Lucas.
—Es por eso mismo que no te puedo entender —digo un poco más serio—.
Sé que entiendes todo sobre las almas gemelas y como un lobo solo puede amar
una vez en su vida. Aun con todo esto ¿vas a luchar por conquistarme?
—¿Por qué no lo haría? ¿Dudas qué no pueda contra Ethan?
—No es eso lo que me preocupa —respondo— ¿no has pensado en lo que
puede ocurrir cuando conozcas a tu otra mitad?
De pronto la tensión entre los dos aumenta. La sonrisa en el rostro de Adam
desaparece. Su mirada se desvía al infinito, en algún punto del techo abovedado.
Observo con curiosidad como sus manos se tensan en un fuerte puño, sus nudi-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
143
Sara Liza
llos se pintan de un rojo brillante. Mi cuerpo se estremece al ver como su rostro
muestra pequeñas señales de dolor, sus ojos se iluminan. Quiero tocar su mano y
tranquilizarlo, pero sé que eso no ayudaría mucho. Respiro profundamente, guar-
do silencio, permitiendo que Adam regrese de ese viaje a sus recuerdos.
—Lo lamento, no quería abrir viejas heridas.
—No lo hiciste —dice dedicándome una media sonrisa.
—¿Historia triste?
—Una larga historia —responde él—, que espero contarte algún día.
—Por supuesto…
No digo nada más.
No cabe duda que Adam es todo un profundo mar de secretos. Un profundo
océano que se abre frente a mí. ¿Algún día llegaré a conocerlo todo? No lo creo.
Algo me dice que Adam es de ese tipo de personas que no disfrutan de revelar
nada del obscuro mundo en su interior. No sé si yo sea la persona ideal para
aventurarme a navegar en esas aguas, pero si no es ese el caso, tan solo espero
que alguien mejor aparezca en su vida. Alguien que le muestre el camino que tan-
to parece querer encontrar.
—Espero que hayan disfrutado de la comida —dice un joven camarero a mi
derecha.
—Sí —contesta Adam—. ¡Exquisita!
El camarero sonríe complacido.

Había olvidado lo relajante que una noche estrellada puede llegar a ser.
Camino por el parque que está a escasas cuadras de mi departamento. Hace
horas que paseo por aquí, admirando la magnitud del cielo estrellado sobre mí.
Una de las cosas que más extrañé al llegar a la capital, de mi antigua vida en la
manada, fueron precisamente las noches como esta. En la ciudad es tan raro ver
noches así. La luz tenue de las estrellas, un par de nubes perdidas esparcidas por
el manto estrellado, la luna con su máximo resplandor. Muchos poetas dicen que
la luna de octubre es la más hermosa de todo el año, yo discrepo al respecto. No
sé si es porque nací en noviembre, pero hay algo en este mes que resalta la belle-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
144
Sara Liza
za de la noche. Ese lento recorrido que hace la luna alejándose de la tierra, la for-
ma en la que brilla, el clima helado que juega con nuestras sensaciones. Una no-
che como esta solo te hace caer enamorado de las obras maestras que la madre
naturaleza tiene preparadas para nosotros.
Me siento en una banca de madera.
La noche es perfecta como para sentarse con una buena taza de café calien-
te, un pequeño libro de Jane Austen y una excelente melodía para ambientar más
la escena. Saco mi teléfono celular del bolsillo de mi chaqueta, busco entre la lista
de mi música la canción perfecta hasta que llego a lo que tanto estaba buscando:
Brothers de Taylor Davis. Taylor Davis es una violinista estadounidense muy talen-
tosa. La descubrí una tarde por error mientras buscaba videos de gatos en
YouTube, desde entonces procuro seguirla, esperando las nuevas canciones. Su
música me inspira en los momentos que solo quiero relajarme o me ayuda cuando
me siento deprimido.
—Hermosa… ¿no es verdad?
La voz profunda de Ethan me sorprende a mi derecha.
—¿Ethan? —Pregunto quitándome los auriculares— ¿Qué haces aquí?
—Lo mismo debería preguntar yo Lucas. ¿Qué haces aquí tan tarde?
—Caminaba —respondo—, me entretuve viendo al cielo estrellado, es tan raro
una noche como esta en la ciudad. Me hace recordar las noches en Cave’s door.
—Te entiendo —dice sentándose junto a mí—, desde que llegue a la ciudad
no hago más que extrañar el pueblo.
—Hay algo en el pueblo que te hace sentir…
—¿Libre? —dice mirándome a los ojos.
—Sí.
Suspiro al verlo.
—Veo que te bañaste Ethan, te ves… mejor así.
Lo analizo con curiosidad. Viste unos pantalones negros de mezclilla, una ca-
misa roja con azul a cuadros pequeños, una chaqueta en denim forrada con lana y
unos botines que combinan con el color del pantalón. Me llama la atención su ca-
bello castaño y alborotado, amarrado en una improvisada coleta. Eso es lo que
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
145
Sara Liza
más me sorprendió al volver a verlo. El Ethan que recordaba del instituto siempre
tenía el cabello rapo, la deba un toque rudo y peligroso. Aunque tengo que admitir
que se ve mejor de esta manera.
—Digamos que el olor a huevo no va mucho con mi personalidad.
Sonreímos.
Me gusta estar así con Ethan, tranquilos y riendo. Se siente… bien.
—No respondiste a mi pregunta —digo mirándolo a los ojos— ¿Qué haces
aquí Ethan?
—Necesitaba salir a correr —responde él—, dejar salir a mi lobo. Si paso otra
noche más encerrado en el departamento voy a enloquecer.
—No puedo decir que te entienda, pero comprendo lo que dices.
No hay día en el que no me ponga a pensar en eso. ¿Qué se sentirá dejar sa-
lir a tu lobo interior y unirte con la naturaleza? Sentir la tierra húmeda debajo de
tus patas, las ramas crepitar al pisarlas, el aire entre tu pelaje y aullarle a la luna.
He pensado tanto en eso, anhelando un deseo imposible de alcanzar.
—¿Aún te duele? —pregunta Ethan poniendo una mano sobre mis hombros.
—No —contesto con tranquilidad—, desde hace mucho tiempo acepté que no
importa lo mucho que lo quiera, yo no soy un hombre lobo como tú Ethan o como
los demás…
—¡Lo eres Lucas! —Dice con ferocidad—. Eres igual a mí, a los demás. Nun-
ca dejes que alguien te diga lo contrario. Eres un miembro más de la manada.
Observo la luna.
—Eres muy amable por decir eso Ethan pero yo…
—Lucas —pone un dedo sobre mis labios—, no quiero que pienses lo contra-
rio. Podrás no cambiar, ser un lobo que nació sin el gen, pero eso no significa que
no seas parte de la manada, de mi manada. Ahora que soy Alfa planeo cambiar
todas esas estúpidas reglas con las que regía mi padre tan duramente… A mi lado
nunca volverás a ser rechazado por no poder transformarte.
Siempre quise escucharlo decir esas palabras pero ahora es un poco tarde ya.
Agradezco que lo diga, que lo asevere de esa manera, pero por mucho que lo
quiero yo no sé si podré regresar a la manada, no hay mucho por lo que regresar.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
146
Sara Liza
Es cierto que María es la única familia que tengo en la vida, pero no tengo aún el
valor como para enfrentarme a Cave’s door, no con todos esos recuerdos espe-
rándome en cada esquina, en cada callejón y edificio. No podría hacerlo.
—Ethan yo.
—No tienes que decírmelo —aprieta mi hombro—, entiendo lo que piensas.
Respiro profundamente.
La luna brilla con intensidad. La noche es fresca, meto mis manos en mis bol-
sillos, mis dedos comienzan a entumecerse. Guardamos silencio, disfrutando de
un momento especial, único, en el que por fin puedo estar en paz sin estarme pre-
guntando qué es lo que el futuro tiene preparado para mí. Ethan suspira. Giro mi
rostro y lo observo, está sentado con los hombros rectos y las manos entre sus
muslos, observa la luna con mucha admiración. Una vez le pregunté a María el
motivo por el cual los lobos aman tanto a la luna, ella me respondió que un lobo al
ver a la luna se conecta con su ser interior, esta tiene el poder de tranquilizar los
corazones más violentos, dar la paz que tanto se necesita.
—¿Qué es lo que se siente? —pregunto mirándolo a los ojos.
—¿El qué?
—Transformarse en un lobo, correr hasta no poder más, sentir el viento entre
tu pelaje. Siempre he querido saber qué es lo que se siente.
Ethan se levanta de su asiento y sonriendo comienza a quitarse la ropa.
—¡Ethan! —Digo volteando a otra parte—, ¿Qué carajo estás haciendo?
—Me desnudo.
—No porque ya seamos amigos significa que vayamos tu y yo… ¡Ya sabes!
Suelta una fuerte carcajada.
Mis mejillas se ruborizan.
—Solo quiero enseñarte algo.
—No gracias —digo levantándome de mi asiento— no quiero ver… eso.
—No es ―eso‖, lo que quiero enseñarte Lucas. Aunque cuando lo veas…
—¡Jamás pasará!
—Cuando lo veas —me susurra al oído— te vas a sorprender.
—¡Dios!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
147
Sara Liza
Comienzo a caminar por el sendero a la salida del parque. Mis mejillas arden.
Jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida, no puedo enfrentarme a al-
go como eso ahora. Doy dos pasos cuando de pronto la mano de Ethan me detie-
ne por los hombros. Puedo sentir el calor de su cuerpo pegado a mi espalda. Cie-
rro los ojos y aprieto mis manos en un puño. No quiero voltear a verlo, no cuando
no puedo controlarme, sé que si lo hago me arrepentiré toda mi vida.
—Lo lamento Lucas —susurra—, no quería incomodarte. Solo quiero mostrar-
te algo.
—¿Qué quieres enseñarme?
—Mi lobo —responde.
—Ethan… no. Alguien podría verte.
—Deja de preocuparte tanto Lucas —sus manos me aferran en un intenso
abrazo—, venga ya dime ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo espontaneo?
¡Jamás! Pienso pero no lo digo en voz alta.
—Pero Ethan y si…
—Confía en mí.
De pronto escucho un fuerte grito ahogado. Giro y lo veo. Está en el suelo,
desnudo, sus manos y piernas apoyadas en el cemento del camino. Sus huesos
comienzan a romperse uno a uno, Ethan aúlla pero no sé si por el dolor que está
sintiendo. Sus manos y piernas comienzan a cambiar lentamente, ahora son dos
pares de patas. Una ligera capa de vello negro crece por todo su cuerpo. Su rostro
se desfigura, de su boca brotan unos largos colmillos, su rostro se trasforma en un
largo hocico, con una nariz negra y húmeda. Me quedo en estado de shock. Nun-
ca antes había sido testigo de una trasformación. Un lobo negro, blanco y de casi
dos metros aparece frente a mí. Es más grande de lo que pensé que sería.
—Ethan… ¿eres tú?
El lobo frente a mi gime, como respondiendo a mi pregunta.
—Eres enorme —digo acercándome a él y pasando mi mano por el largo y bri-
lloso pelaje sobre su cuerpo—, es la primera vez que veo una trasformación como
esta. Es… increíble. ¿Te dolió algo?
Aúlla una vez.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
148
Sara Liza
—No entiendo lo que dices Ethan —sonrío—, que te parece si hacemos esto.
Un ladrido significa no y dos un sí. ¿Entendiste?
Aúlla dos veces.
—¡Genial! —Pregunto de nuevo— ¿te dolió transformarte?
Un ladrido.
—Vaya… siempre pensé que la trasformación dolería. ¿Ni siquiera cuando tus
huesos se quebraron uno a uno?
Ethan gime una vez.
—Es interesante —acaricio su suave pelaje. Ethan se sienta en sus cuartos
traseros, moviendo la cola con rapidez mientras deslizo la palma de mi mano por
entre ese denso pelaje negro—. Eres enorme Ethan. Tengo que admitir que desde
que te conocí en el instituto, siempre quise ver cómo era tu lobo. Y ahora lo sé.
Sus ojos amarillos se clavan en los míos. Aúlla una vez, pero no respondiendo
a ninguna pregunta, si no como queriéndome decir algo. Puedo sentir la profundi-
dad de su mirada, analizándome, como disculpándose sin hablar. De pronto Ethan
saca su lengua y comienza a lamerme la cara. La sensación es un tanto extraña,
su lengua es rasposa.
—¡No Ethan! ¡Detente!
Caigo de bruces al suelo. El lobo sobre mí lamiendo cada parte de mi rostro.
—¡Ethan!
Gime.
—Ok… ok… ok ¡Ethan basta ya!
El lobo sobre mi salta a un lado. Veo como sus patas aterrizan sobre el cés-
ped a mi derecha, dejando un par de huellas perfectamente marcadas. Lo veo y
aún sigo sin poder creerlo. Siempre, desde que lo vi entrar por las puertas de ma-
dera, quise ver el lobo del próximo Alfa. Es mucho más impresionante de lo que en
sueños imaginaba. La delicadeza de sus movimientos, la forma en la que sus
músculos se contraen cuando camina, la manera en la que su vello se mueve por
el viento, es una imagen difícil de describir.
Ethan comienza a trotar por el césped, levantando la cabeza al cielo y dejando
salir un potente aullido. Cuando aún vivía en Cave’s door, siempre escuchaba los
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
149
Sara Liza
poderosos aullidos de la manada entera en las noches de luna llena, ahora tengo
la oportunidad de ver a un lobo de cerca y no un lobo cualquiera, sino el Alfa de la
manada. Me apoyo sobre los codos y lo observo mejor. Baja la cabeza y me mira
a los ojos, una sonrisa aparece en su hocico. El muy maldito se aprovechó de la
oportunidad, más no puedo reclamarle nada, es más grande la curiosidad que
tengo que el enfado que estoy sintiendo.
Me levanto del suelo, sacudiéndome el polvo de mis pantalones. Miro a Ethan
que se sienta sobre sus patas traseras frente a mí y ladea la cabeza. Camino has-
ta él. Sus brillosos ojos amarillos me ven con curiosidad. Descanso mi mano dere-
cha sobre su cabeza, acariciando detrás de sus orejas. Sospecho que le gusta
eso, pues hace un curioso sonido. Se deja caer al suelo, rodando sobre su espal-
da. Gruñe. El hijo de perra quiere que juegue con él.
—¿Quieres que te hagas cosquillas?
Aúlla dos veces.
—No puedo creer que esté haciendo esto.
Comienzo a acariciar la parte interna de su abdomen. Alza su cabeza, cerran-
do los ojos y dejando salir su lengua rosa y áspera. Su pata trasera izquierda co-
mienza a moverse sincrónicamente con mis movimientos. Una tonta sonrisa apa-
rece en mis labios al ver a Ethan así, en su forma de lobo, como un simple cacho-
rro disfrutando de una tontería como esta.
—¿Te gusta eso a lobito?
Aúlla dos veces.
—Tengo que irme Ethan —digo después de unos minutos—, es tarde ya.
El lobo se levanta frente a mí y me aúlla una vez.
Acaricio de nuevo su pelaje, hincándome a su altura y mirándolo a los ojos.
—¿Por qué no quieres que me vaya?
El lobo solo ladea su cabeza.
—Es tarde ya Ethan, tengo que irme, mañana tengo que ir a trabajar.
Aúlla una vez.
—¿Qué quieres que haga? Estoy cansado.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
150
Sara Liza
Me sorprendo al ver como el lobo se levanta, apoyándose en su cuatro patas y
mirándome a los ojos. Su altura aumenta de pronto. Admiro la majestuosidad que
lo caracteriza. Camina hasta mí y me gime una vez. Gira su cabeza como seña-
lándome su espalda. Frunzo el cejo al no entender nada de lo que intenta decir-
me. Me levanto y lo acaricio una última vez, pero Ethan esta vez me gruñe. No
quiere que lo acaricie, al parecer quiere otra cosa.
—No entiendo nada Ethan —digo— ¿Qué quieres que haga?
Gruñe otra vez, apuntando a su espalda.
—¿Quieres que me suba? —pregunto confundido.
Aúlla dos veces.
—No soy muy ligero que digamos… ¿Estás seguro de esto?
Afirma de nuevo.
—Como diga Alfa.
Con cuidado de no lastimarlo me subo a su espalda. Su pelaje es muy cálido y
terso. Me reclino sobre su lomo, acariciándolo en pequeños círculos, mientras que
Ethan comienza a correr por el parque. La noche es profunda. Nos adentramos
por entre los árboles, no siguiendo ningún camino en especial. El miedo de que
nos descubran desaparece al ver la seguridad con la que el lobo de Ethan corre
tranquilamente. Siento el viento chocar contra mi cara, meciendo mi cabello de un
lado para el otro. Es impresionante la agilidad con la que Ethan corre por entre los
árboles, saltando pequeños riachuelos que dan al lago artificial, o subiendo por
colinas empinadas. La vista es espectacular.
—Es increíble —susurro. Ethan aúlla dos veces.
Por primera vez en mucho tiempo me siento una persona libre, sin preocupa-
ciones o dilemas. Sonrío. Puedo sentir su felicidad, está disfrutando de esto tanto
como yo lo hago. No sé durante cuánto tiempo estamos así, corriendo por entre
los árboles del parque, sintiendo el fresco de la noche y el intenso calor que ema-
na del cuerpo de Ethan. Mis ojos comienzan a cerrarse. Me recuesto sobre su lo-
mo, aferrándome sin mucha fuerza a su pelaje y arrastrándome al sueño que me
atrapa tiempo después. Lo último que escucho antes de dormir es un intenso rugi-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
151
Sara Liza
do que Ethan le dedica a la luna. El brillo azul de la noche desaparece detrás de
una cortina de un negro profundo.
—Cariño, tienes que despertarte.
Mis ojos se abren lentamente.
La luz de la mañana me ciega por unos segundo, obligándome a cerrarlos de
nuevo. Me llevo ambas manos a mi cara, bostezando y frotándome los ojos.
—Lucas amor —escucho una suave y profunda voz junto a mí—, tienes que
despertar cariño, ya amaneció.
Bostezo.
Con esfuerzo abro los ojos y lo primero que veo es su sonrisa.
Estoy recostado en una banca de madera, la chaqueta de Ethan sobre mi
cuerpo. Mi cabeza reposa sobre sus piernas. Me acaricia el cabello y sonríe al
verme despertar. Con lentitud me levanto del asiento, sentándome a su lado. Veo
el mundo a mí alrededor. El parque parece brillar con luz propia. Un par de perso-
nas corren por los senderos del parque. El sol apenas comienza a salir por el hori-
zonte, pintando de un suave todo azul pastel la inmensidad del cielo. Mi espalda
duele por las horas que pasé en la misma posición. Estiro mis brazos y bostezo.
Ethan está recargado en la banca, con los brazos sobre el respaldo. Parece feliz.
—¿Cómo amaneciste? —pregunta mirándome a los ojos.
—Cansado —respondo—, ¿Qué hacemos aquí?
—Te quedaste dormido Lucas. Quise llevarte a tu departamento pero no tenía
manera de hacerlo sin tu permiso. Además de que no tenía manera de entrar.
—Y porque no me llevaste a tu departamento, hace mucho frio.
—Vivo al otro lado de la ciudad —responde sonriendo—. Soy fuerte Lucas, pe-
ro no tanto como para cargarte por toda la ciudad.
—¿Hace cuánto que me quedé dormido?
—Justo después del paseo de anoche.
La imagen de Ethan en su forma de lobo aparece de pronto en mi cabeza.
—¿Qué hora es?
—Son las seis de la mañana —responde él sacando su celular y viendo la ho-
ra—, pensé que te gustaría ver el amanecer.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
152
Sara Liza
El mundo parece cobrar vida. Los rayos amarillos del sol alumbran el parque.
Los faros de las lámparas repartidas por todo el prado se van apagando una por
una. Las estrellas de la noche pasada desaparecen detrás del brillo del amanecer.
Me reclino más en la banca de madera, fijando mi atención al horizonte. Siento el
calor de Ethan a mi derecha, guardamos silencio, disfrutando de la alborada. Una
parvada de pájaros surca el cielo, viajando al sur para resguardarse del frio del
invierno. Los edificios se iluminan, la estridente música de la vida urbana hace su
aparición. Poco a poco el mundo retorna a su normalidad.
—¿No tienes frio? —pregunto estremeciéndome por el viento helado.
—Soporto muy bien el frio cariño.
—¿Cariño? —alzo las cejas.
—Lo lamento —dice—, olvidaba que solo somos amigos.
—Exacto —río—, no se te olvide que solo somos amigos Ethan.
—Por ahora…
Ruedo los ojos, su egolatría puede llegar a ser desesperante. Saco mi teléfono
celular y veo la hora, son las seis y media de la mañana. Como pude ser tan des-
cuidado anoche y desvelarme de esta manera. Estoy tan cansado que no sé si
pueda llegar a soportar el turno completo en el hospital. Apenas tengo el tiempo
suficiente como para regresar a mi departamento, tomar un baño, un rápido desa-
yuno y conducir hasta el hospital.
—¡Es tardísimo! —Digo levantándome de golpe— ¡tengo que irme!
—No espera, por favor.
—Tengo turno en el hospital, no debí haber hecho esto.
—Lucas espera por favor —me detiene por los hombros.
—¡Lo siento mucho Ethan! pero de verdad es muy tarde ya.
—¡Solo quiero decirte una cosa!
Sus ojos brillan. Suspiro.
—¿El qué?
—Gracias.
Me quedo sin aliento al escuchar eso.
—¿Por qué? —digo casi en un susurro.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
153
Sara Liza
—Por darme la mejor noche de mi vida —responde.
Me paralizo. Un nudo se forma en mi garganta. Eso es lo más increíble que
alguien me haya dicho jamás. Ethan sonríe. Esta feliz… al igual que yo.

Ethan.

“Hola amigo mío…


Dios… no sé cómo comenzar a escribir esto que siento por dentro.
No quiero que te enojes pero… creo que me estoy enamorando de Ethan.
¡Sí, lo sé! Esto no debe ser ya una novedad para ti. Pero después de todo este
tiempo, de los tres años compartiendo la misma escuela, de todas las preguntas
sin respuesta en mi cabeza, de la manera tan intensa en la que mi cuerpo reac-
ciona al sentir su cercanía, aun por más que sea un simple roce accidental, des-
pués de todo eso y más… creo que soy capaz de ponerle un nombre a lo que me
está ocurriendo: Amor. No cabe duda ya para mí, que estoy irremediablemente
enamorado de él, de Ethan Cormack, el futuro Alfa de la manada. ¡Que se le pue-
de hacer!

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
154
Sara Liza
Imagino todo lo que debes estar pensando en estos momentos. ¿Cómo es po-
sible que sea tan estúpido como para sentir algo por una persona que me ha esta-
do lastimando y humillando desde el primer día en el que nuestros caminos se
encontraron? Sabes amigo, creo que ni yo puedo responder a esa pregunta. Quie-
ro poder pensar racionalmente. Me obligo a reunir todas las fuerzas en mi interior
y demostrarme que soy capaz de no sentir esto que me quema por dentro, de ne-
gar lo que parece ya inevitable, pero simplemente no puedo hacerlo más, es im-
posible. Solo sé que en el corazón no se manda en lo absoluto.
Hoy en la mañana, mientras caminaba a la escuela por el bosque, lo vi. Esta-
ba sentado con la espalda recargada sobre el tronco de un árbol. Parecía estar
llorando. Tenía las piernas pegadas a su pecho, sus manos sobre ellas y el rostro
enterrado entre sus brazos. Se estremecía por el llanto, dejando escapar peque-
ños gemidos casi imperceptibles. Una parte de mi quería salir corriendo de ese
lugar, olvidar todo lo que acababa de ver y hacer como si nunca hubiera pasado.
Con cuidado de no llamar mucho su atención, caminé hasta él, sentándome a su
lado. Al principio pude notar como su cuerpo se tensó al sentir mi cercanía. Respi-
rando profundamente me atreví a poner una mano sobre sus hombros y acariciarlo
en círculos. Una corriente eléctrica cruzó por nuestros cuerpos. ¡Era la primera vez
que podía tocar al dueño de todas y cada una de mis fantasías! Ethan levantó su
rostro, mirándome en silencio. Sus intensos ojos verdes clavados en los míos. Pe-
queñas lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Se veía tan indefenso, tan débil.
Así estuvimos los dos por más de media. Sentados uno al lado del otro. Mi-
rando con tranquilidad el juego de luces y sombras a nuestro alrededor. Este no
era el Ethan del instituto, no era él que me golpeaba junto con los idiotas de sus
amigos. No, ese era otro Ethan, uno más indefenso, más vulnerable al dolor. Poco
a poco se fue tranquilizando, extendiendo sus piernas y jugando con una ramita,
quebrándola en dos. Sin decir palabra alguna, se levantó, limpiándose el polvo de
sus vaqueros y dedicándome una última mirada. Algo en ella me hizo estremecer.
Se sentía cálida, agradecida por haber estado ahí para él, sin haber hecho pre-
guntas, sin hablar, solo por haberlo sostenido en su momento de máxima debili-
dad. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara. Me levanté y cuando estaba a
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
155
Sara Liza
punto de decir algo, vi como la careta que él usaba diariamente frente a los de-
más, volvía a aparecer en su rostro.
“Gracias Lucas… pero si dices algo sobre esto” dijo secamente.
“Descuida” suspiré.
Ahí me quede yo, anonadado por lo que me acababa de ocurrir. Con sosiego,
observé como su cuerpo desaparecía por entre el denso follaje del bosque. Me
quedé ahí, de pie, sintiendo como un cumulo de mariposas revoloteaban en mi
interior. No hice nada más. Me senté en el mismo lugar, sonriendo como un com-
pleto estúpido. Una sola palabra había sido suficiente como para borrar de golpe
todos esos recuerdos malos que él mismo había construido. Fue claro en ese en-
tonces y lo sigue siendo ahora. Amigo no lo pude evitar, pero creo que he caído,
completa e inevitablemente, enamorado por Ethan Cormack, el Alfa de la manada.

—Te amo tanto cariño —digo al viento—, demasiado Lucas…


No puedo estar más feliz.
Hace media hora que Lucas se marchó al hospital y aún sigo sintiendo su ca-
lor junto a mí, atravesando mi ropa y llegando hasta mi cuerpo. Fue una noche
perfecta. Cuando salí del departamento para correr, a la última persona a quien
esperaba encontrar en el parque, era precisamente a Lucas. Pero joder si no fue
una sorpresa increíble al verlo ahí, sentado y admirando la profundidad de la luna.
Una noche inolvidable, perfecta en cualquier sentido. Sonrío como imbécil al re-
cordar todo con vívido detalle. La línea de su cuerpo al caer dormido entre mis
piernas, su peso sobre mi lomo al correr por entre la fila de árboles, su calor y su
aliento cerca de mis orejas. Sus manos acariciar mi tupido pelaje. Y sobre todo la
sonrisa en su rostro al verme por primera vez en mi forma de lobo. Mierda, nunca
me cansaré de ello.
Sí, definitivamente fue una noche única.
Me siento un tanto diferente ahora. Ese peso que cargaba sobre mis hombros,
parece haber desaparecido al instante en el que pisé la ciudad. Es como si todas
mis preocupaciones se hubieran esfumado de pronto. Una sonrisa y todo se alige-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
156
Sara Liza
ro. No sé qué carajos está ocurriendo conmigo, solo sé que desde que Lucas está
más cerca de mí, algo en mi interior brilla con fuerza. A la mierda todos mis pro-
blemas, no pienso regresar a esa oscuridad en la que estaba viviendo antes. Lu-
cas, sin saberlo, me ha demostrado lo que la vida puede llegar a ser, lo maravillo-
sa que es. Así tenga que luchar por siempre, no pienso regresar a ser el mismo
Ethan del pasado. No puedo hacerlo ya, ahora que poco a poco voy conociendo la
felicidad al lado de mi compañero de vida.
Estoy sentado en la misma banca de madera. Nunca me había tomado la mo-
lestia de apreciar los pequeños detalles de la vida. La forma en la que las hojas
secas caen sobre el césped verde, las figuras que hacen las nubes en el cielo
azul, el calor del sol sobre mi piel desnuda. Pequeños detalles que la vida te rega-
la pero que por estúpidos y ciegos dejamos pasar. No sabemos que la vida es eso
precisamente, un conjunto de detalles que te muestran los perfecta que puede
llegar a ser, solo debemos darnos la oportunidad de apreciarlas.
Suspiro.
Quien iba a decir que ese pequeño debilucho y nerd de la escuela, ese mismo
que disfrutábamos con humillar e incluso que llegué a golpear, me iba a enseñar
tanto a mí, un jodido bastardo que pensaba conocer todo de la vida. No cabe duda
que el destino nunca se equivoca. Lucas es mi otra mitad, la parte faltante en mi
interior. Tan solo espero que el porvenir me permita vivir mucho tiempo a su lado.
Llegar a convencerlo de que yo soy la única opción para él, al final de cuentas, lo
quiera o no, somos la mitad del otro. Espero poder demostrarle con acciones lo
feliz que sé puedo llegar a hacerlo. Una oportunidad, una sola oportunidad y el
mundo entero caerá a sus pies.
Justo cuando estoy a punto de irme, un resplandor a mi derecha captura mi
atención. Es un pequeño cuadro dorado, con una manzana grabada. Debe ser el
celular de Lucas. Debió habérsele olvidado por error de tan distraído y apurado
que estaba, no se percató de su falta. Sonrío. Ahora tengo un motivo más para
poder verlo de nueva cuenta. Con paso tranquilo y metiendo el teléfono en el bolsi-
llo de mi chaqueta, camino hasta mi departamento, pensando en lo que debería
hacer. Creo que ha llegado el momento de hacer un último movimiento. Una cena
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
157
Sara Liza
romántica tal vez, a la luz de las velas y una película vieja de esas que tanto le
gustan. Si todo sale bien, creo que para el final de la semana Lucas estará entre
mis brazos, sano y salvo. En el lugar del que no debió haberse ido.
Son las diez de la mañana cuando llego a mi departamento. Todo está en or-
den y en completo silencio. Alba y Adrián deben haber salido a pasear. Camino a
la cocina, mi estómago gruñe. Saco dos piezas de pizza congelada del refrigera-
dor y las caliento en el horno. Muero de hambre y sueño. En un plato coloco las
dos piezas calientes y me dirijo a mi habitación. Me recuesto sobre la cama, que
se hunde con mi peso. Muerdo un pedazo de pizza, el queso se derrite al llegar a
mi boca. No es el mejor desayuno que podría esperar, pero por ahora es lo único
que hay. Con inquietud saco el celular de Lucas de mi bolsillo. No quiero violar su
intimidad, pero tengo curiosidad por saber un poco más sobre él.
Lo desbloqueo y lo primero que llama mi atención son sus fotografías. No sé
durante cuánto tiempo paso observándolas, maravillándome por la vida de Lucas.
Una tras otra van pasando frente a mis ojos. Él con Vanessa en lo que parecer ser
un restaurante – bar. Otras más en la playa, sonriendo y con el torso desnudo,
abdomen que espero algún día poder recorrer con mis manos. Otras en la que
aparece junto con Vanessa y Drew apunto de subirse en una montaña rusa. Algu-
nas más bajo la torre de pisa, aún recuerdo cuando Drew me informó sobre las
vacaciones de Lucas en Italia, por poco muero de la preocupación al tenerlo tan
lejos de mí. La gran mayoría de ellas son de Lucas y sus amigos más cercanos.
Acaricio la pantalla de su celular. Esa es mi fotografía favorita. Está en su habita-
ción, recostado en su cama, un perro chihuahua a su lado. Sonríe. Es feliz.
Cuantas cosas me perdí por ser un idiota.
Solo espero poder remediar eso algún día.

Estoy en la cafetería del hospital. Faltan quince minutos para el pequeño des-
canso de Lucas. Mis manos sudan, estoy nervioso tal cual adolescente a punto de
experimentar su primera vez en la vida. No dejo de sonreír como estúpido. Drew
está sentado frente a mí, revisa su celular cada cinco minutos, hablando posible-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
158
Sara Liza
mente con Vanessa. Tiene el cejo fruncido y las manos inquietas. De pronto levan-
ta los ojos y me mira con curiosidad. Debe estar un poco desconcertado por mi
aparente y rápido cambio de humor. Si tan solo supiera la noche tan perfecta que
tuve al lado de Lucas y el plan que tengo preparado para esta noche, estoy seguro
que su expresión sería muy distinta. Espero que mi ―proyecto‖ de resultados como
tanto quiero.
—¿Por qué sonríes como idiota? —pregunta dejando el celular sobre la mesa.
—Tuve una noche excelente —contesto dándole un trago al jugo de naranja.
—¿Una noche excelente? ¿Qué fue lo que ocurrió?
Sonrío al recordarlo.
—La pase con Lucas —digo con orgullo—. Mejor noche imposible.
—¿Con Lucas? —Frunce el cejo—, ¿Qué ya te perdonó?
—No del todo.
—No entiendo.
—Es que solo somos amigos —digo mirándolo a los ojos—, pero por algo se
empieza ¿no lo crees?
—¿Amigos? —dice sonriendo.
Aprieto las manos en un puño. Olvidaba lo sarcástico que Drew puede ser.
—Pues si… por algo se empieza —dice él.
—Ya mejor dime tu ¿cómo te fue con tus suegros?
La estúpida sonrisa en su cara desaparece el instante.
Por su reacción puedo ver que no le fue como él esperaba.
—Mal —responde cerrando los ojos y sobándose el puente de la nariz.
—¿Solo mal?
—Pésimo en realidad —contesta—. Los padres de Vanessa me detestan Et-
han. Al parecer un simple doctor como yo nunca estará al nivel de alguien como
ella. No sé porque me odiaron tanto, pero no están del todo conformes con la idea
de que su preciosa hija, la única heredera de un importante emporio automotriz,
vaya a convertirse en la esposa de un doctor mediocre como yo.
—¿Un doctor mediocre? —Digo sonriendo—, Dios… ¿Tan mal te fue? ¿Y qué
dijo Vanessa de todo esto?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
159
Sara Liza
—Lo que podría esperarse —suspira—, terminó peleándose con ellos. Te juro
hay días en los que me sorprende el carácter tan explosivo en ella. No deja pasar
nada. Es todo lo opuesto a mí.
—¿Tanto así?
—Te lo juro Ethan… no sé lo que voy a hacer. No puedo permitir que en el día
más importante para Vanessa, sus padres no estén a su lado apoyándola.
Drew podrá ser un hijo de perra en ocasiones, pero en el fondo es una exce-
lente persona. Desde que éramos niños, veía como él siempre procuraba ayudar a
los demás. Cuando decidió marcharse de la manada, lo lamenté profundamente,
pero me alegro que lo haya hecho. Bajo la vigilancia constante de mi padre y las
estúpidas reglas que mantenemos como tradición, la vida de Drew hubiera sido
muy distinta a las que tiene ahora. Tomó la decisión correcta, una que lo llevó di-
recto a los brazos de su otra mitad.
—Lo superarán —digo sonriendo y golpeándolo en el hombro— Eres Drew
Scott, tú lo puedes todo.
—Es fácil de decir, pero complicado de hacer.
—Si yo puedo recuperar a Lucas —me sostiene la mirada—, tú puedes encon-
trar una solución a este problema. Solo tienes que esforzarte y lograrlo.
—Gracias Ethan…
—Para eso está la familia.
Sonríe tristemente.
Drew es parte de la que considero como mi única familia. A mi madre casi
nunca la puedo ver, siempre enclaustrada en su casa y cuando deseo ir a verla,
siempre me rechaza con un rotundo no. Creo que nuca pudo superar la muerte de
mi hermano menor, algo me dice que me culpa por ello. Mi padre… pues mi padre
es a la única persona a quien desearía nunca ver, pero que no hay día en el que
no tenga que enfrentármele por esas estúpidas reglas que desea imponerme aun
cuando dejó de ser el Alfa hace mucho tiempo. Kristen es la esposa de mentiras
que pude conseguirme por el bien de mi manada pero por la cual no siento nada,
aunque me ha dado lo mejor de mi vida: Troy. Eso solo los deja a ambos, a Troy y
a Drew como la familia por la que daría todo sin dudarlo. Tan solo espero que pró-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
160
Sara Liza
ximamente pueda agregar dos puestos más a la lista; Vanessa y por supuesto Lu-
cas.
—Eres un buen Alfa Ethan no lo dudes por un segundo.
Estoy a punto de hablar, cuando de pronto su localizador comienza a sonar.
—Maldición código amarillo —se levanta de golpe— tengo que irme.
Drew desaparece por el pasillo. En silencio lo observo.
No cabe duda que para ser médico, se necesita tener vocación.
Paso los siguientes minutos en completa calma. Me preparo mentalmente pa-
ra lo más arriesgado que he hecho en mucho tiempo. De esto depende mi vida
entera y no es para menos, si Lucas me rechaza la invitación, posiblemente será
un poco más complicado para mí el recuperarlo. Pero si por el contrario me dice
que sí, estaré un paso más cerca de estar por fin a su lado. Meto la mano en la
bolsa azul a mi derecha, acariciando la caja de regalo. Una sonrisa aparece en mi
rostro. No es mucho, pero creo que es algo original.
De pronto lo veo entrar por las puertas principales de la cafetería. Vanessa
camina a su derecha. Ambos sonríen, mientras se dirigen al mostrador. Mi mirada
viaja por su cuerpo entero. Viste el uniforme característico de los enfermeros. Una
pantalonera azul, una playera del mismo color y unos zapatos deportivos. ¡Joder!
Sí que se ve bien de esa manera. Como nota mental, me propongo que si todo
sale correctamente, una de mis fantasías será hacerle el amor con ese uniforme
puesto. Tiempo al tiempo. Con nerviosismo camino hasta él, perdiéndome en su
mirada cuando me ve a los ojos.
—¿Ethan? —Pregunta sorprendido— ¿Qué haces aquí?
—Vine a darte esto —digo sacando el regalo de la bolsa.
Sus ojos se agrandan al ver el presente. Comienza a negar lentamente.
—No… Ethan —dice—, no deberías haber hecho esto. No puedo aceptarlo.
—Solo ábrelo Lucas —contesto con una sonrisa.
—Ethan de verdad, no puedo aceptarlo. Solo somos amigos ¿lo recuerdas?
Vanessa a su espalda sonríe.
—Lucas, por favor solo ábrelo.
—Si Lucas —interrumpe Vanessa— solo ábrelo.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
161
Sara Liza
Con reticencia Lucas toma el regalo mirándome a mí y luego a Vanessa.
—Por Dios… ¡Esta bien!
Una enorme sonrisa aparece en mi rostro al ver como Lucas comienza a ras-
gar el papel de la envoltura. Vanessa a su derecha, concentrada viendo el conte-
nido de la caja misteriosa. Algo me dice que a Lucas le va a agradar su presente.
—¡Que idiota eres Ethan Cormack! —Dice Lucas sacando su celular de la ca-
ja— ¡es mi celular! No sabes lo mucho que lo busque toda la mañana. ¿Lo tenías
tu todo este tiempo?
—Lo olvidaste en el parque —respondo mirándolo a los ojos—. Quería traérte-
lo cuanto antes pero la verdad es que pensé que te molestaría mientras trabajas,
así que decidí mejor esperar hasta tu hora libre.
—Eres un estúpido Ethan...
—¿Te gustó tu regalo?
—Me encantó —responde sonriendo.
—¿Eso es todo? —Pregunta Vanessa con sarcasmo—. Y yo que pensé que
sería algo mucho mejor, no un tonto celular que ya ha pasado de moda. Que floje-
ra me dan, los dos. Será mejor que me vaya de aquí.
Vanessa se forma en la fila para ordenar. Ambos la observamos en silencio.
—Lo siento —dice Lucas— ella puede ser un poco… extraña.
—Descuida.
—De nuevo muchas gracias Ethan, por haberte tomado la molestia de traerlo
hasta aquí.
—Para que estamos los amigos —respondo subiendo los hombros.
—Gracias amigo… pero solo dime una cosa —frunce el cejo.
—¿El qué?
—¿Estuviste revisándolo, sin mi permiso?
Me atraganto.
Como carajos le puedo decir que sí, que duré toda la mañana como estúpido
viendo sus fotos, sus videos, pero nunca sus mensajes. Que incluso me atreví a
pasar algunas de esas fotografías (en especial donde sale con poca ropa) a mi
computadora para poder imprimirlas y enmarcarlas después.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
162
Sara Liza
—Yo…
—Ethan.
—No quiero que te molestes pero…
—¡Ethan!
—Solo fueron las fotografías —digo cerrando los ojos y esperando el golpe.
—Descuida —dice tras unos minutos de incomodo silencio.
—¿Cómo?
—Está bien —responde sonriendo—, tenías curiosidad. Eso es todo.
—Si… solo era curiosidad.
Mierda de nuevo con esa sonrisa.
Como pude ser tan estúpido como para haber desaprovechado la oportunidad
que me daba la vida para estar con alguien como él. Es que solo es cuestión de
mirarlo y descubrir lo perfecto que es. La forma en la que aparecen dos hoyuelos
en sus mejillas cada vez que sonríe. La línea perfecta de sus dientes blancos. La
luz que brota de sus ojos al estar feliz. Todo en él es perfecto. Podría pasar toda
mi vida admirándolo y descubriendo algo nuevo.
Tengo que recuperarlo, no puedo perder.
—Ethan… ¿estás bien?
—¿Disculpa?
—Preguntaba que si estás bien —dice levantando las cejas—, de pronto te
quedaste muy serio. No dejabas de mirarme.
—Lucas… yo —respiro profundamente—. Te quería preguntar algo.
—¿El qué?
—¿Te gustaría cenar conmigo?
La sonrisa en su cara desaparece. Mala señal, mala señal.
—¿Cenar? Ethan yo…
—¡Solo como amigos! —Digo de pronto— ya sabes, una cerveza, ver la final
del futbol americano, un par de bocadillos. Nada serio.
—¿La final del futbol?
—Si ¿Por qué no? —Estoy nervioso, mis manos sudan— o cualquier otra cosa
que tú quieras ver.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
163
Sara Liza
—La verdad es que no sé mucho sobre futbol americano. Crees… ¿crees que
tú puedas enseñarme algo?
Mierda, claro que si cariño. No hay cosa que me gustaría hacer más que eso.
—¡Por supuesto! —respondo—. Es sencillo. Entonces… ¿qué dices?
Sonríe.
—Por supuesto… me encantaría.
Mi mundo acaba de convertirse en un mejor lugar.

Lucas.

“¿Cómo puedo vivir ahora?


¿Por qué yo Ethan? ¿Te has puesto a pensar en eso alguna vez? Me culpaste
a mí de ser la causa de tus desgracias, pero dime por favor ¿qué error cometí pa-
ra merecer semejante castigo de tu parte? Yo no soy el culpable de nada y aun así
soy yo quien terminó por pagar por los platos rotos. Nunca te atreviste siquiera a
conocerme en verdad, me juzgaste sin siquiera conocer mi mundo, mi realidad.
Sabes Ethan, yo solo quería tener una vida normal como la de cualquier otro ado-
lescente. Una vida como la tuya, como la de Derek, Jackson o Sofía. Quería poder
salir con mis amigos y divertirme tal como ustedes lo hacen. Disfrutar de un juego

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
164
Sara Liza
de futbol, una cena y una cerveza. Quería vivir como loco, lanzarme a un mar de
aventuras, a darles dolores de cabeza a mis padres… pero no puede ser.
Desde los diez años me he estado preguntando constantemente qué fue lo
que hice mal para merecer la vida que tengo. Quiero poder comprenderlo, ser ca-
paz de descubrir el mal en mi vida, pero por más que me esfuerzo, no sé cuáles
fueron mis errores, en que fallé para merecer esto. He implorado ayuda, pero na-
die parece escucharme. Ni siquiera María que ha estado a mi lado, puede aclarar
esta duda que me carcome por dentro. Por favor Ethan, ayúdame a entender…
solo ayúdame. Me golpeaste, me deseaste la muerte, me viste herido y sangran-
do. En tus ojos vi la rabia, la desesperación, la ira… un deseo incontrolable de
muerte… ¿qué fue lo que te hice yo a ti? No lastimaba a nadie, no molestaba en lo
absoluto. Aprendí con el tiempo a ser una sombra más en el instituto, en la mana-
da, todo para poder pasar desapercibido y no causar molestias… y aun con todo
esto, hice algo tan mal como para merecerme un castigo de tu parte, de ti… mi
otra mitad.
Me prometí no volver a llorar y no quiero hacerlo. Pero mientras escribo esto,
mi corazón palpita apresuradamente y mis ojos arden. Me duele mucho tu rechazo
Ethan, tanto que no tienes idea. Durante años esperé por el día en el que encon-
traría a mi otra mitad, a esa persona diseñada para mí. Alguien que pudiera verme
con amor, que fuera mi apoyo en los días de debilidad, alguien que con una simple
sonrisa limpiara las lágrimas de mi rostro. Nunca quise que fueras tú, a pesar de lo
mucho que te amo. Yo era de los primeros en desearte que encontraras la felici-
dad al lado de alguien digno para ti. Pero sabes, el destino puede ser muy cruel en
ocasiones, le gusta jugar con nosotros tal como piezas de ajedrez. Echaste sobre
mí una culpa compartida. Los dos deberíamos haber culpado a los designios de la
naturaleza, pero al final fue más fácil para ti hacer lo que hiciste que ponerte a
pensar antes en las consecuencias de tus actos.
Aunque si me gustaría darte las gracias por lo todo lo que hiciste Ethan. Me
enseñaste de todo lo que soy capaz de hacer y de lograr. Gracias a ti, a tu miedo,
a tu rabia, nació en mí una fuerza imparable. Ahora me mueve una determinación,
un ímpetu a nunca dejarme vencer, por más complicadas que estén las cosas.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
165
Sara Liza
Aprendí a luchar por lo que quiero sobre todas las cosas, a sangrar si es necesa-
rio. Soy yo un héroe en mi propia historia. Tú, no eres más que aquel villano que
obliga al protagonista a ser mejor cada día.
Algo me ha quedado claro después de todo esto. La próxima vez que me
veas, la próxima ocasión en la que nuestros caminos se crucen, yo seré una mejor
persona, un excelente ser humano. Porque sí Ethan, me obligaste a abrir los ojos
ante la realidad de la que tanto quería escapar. Yo nunca seré un hombre lobo, en
cambio soy algo muchísimo mejor y más poderoso: un ser humano. Esos seres de
los que tú y tus amigos tanto se ríen y discriminan, son capaces de hacer muchas
cosas increíbles. Renacen de las cenizas cuando han caído muertos por el fuego y
al final se alzan sobre la tierra, demostrando lo impresionantes que puede ser.
No espero que leas esto Ethan. Escribo esta carta como mi último lazo con es-
te mundo en particular. A partir de ahora y en adelante, no seré más ese debilucho
e inútil del que todos en la escuela se burlaban. No descansaré hasta convertirme
en el auténtico Lucas, ese Lucas que vive, sueña, ríe en mi interior. Me convertiré
en lo que siempre he querido ser y cuando llegue ese momento, miraré al cielo y
daré gracias por todos y cada uno de esos años de sufrimiento que he tenido.
Porque como dice el dicho, no hay mal que por bien no venga.
Me humillaste por años, fuiste quebrando mi espíritu poco a poco, golpeaste
mi cuerpo hasta hacerlo sangrar. Fuiste capaz de rechazar al destino y la oportu-
nidad que se te presentaba, pero sabes no te culpo en lo más mínimo. ¿Me duele
tu rechazo? Si, por supuesto que me duele el que lo hayas hecho, pero también
estoy feliz por eso. No sé cómo podría vivir al lado de un lobo como tú, alguien
que se jacta de ser el más fuerte de la manada, cuando en realidad eres el más
débil. Tanto como para no enfrentarse al mundo entero por lo que te corresponde
por derecho. Tú decidiste ocultarte entre las sombras y vivir como un cobarde. Yo
en cambio decidí luchar y renacer de las cenizas en las que todos ustedes me for-
zaron a convertirme.
Dime tú ahora, señor Alfa. ¿Quién de los dos es en realidad el más fuerte?

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
166
Sara Liza
—Por Dios… ¡No sé qué ponerme!
—Que melodramático eres Lucas.
—¡Hablo enserio! —Grito—, ¡me veo horrible con todo!
—¿De verdad Lucas? —Dice Vanessa arrojándose a la cama—, has estado
cambiándote de ropa desde hace ya dos horas. Es solo una cena de amigos ¡de
amigos! Nada más. No te estreses demasiado. Cualquier cosa casual estaría bien.
—Pero Vanessa —digo mordiéndome el labio inferior.
—¡Pero nada! —Se pone de pie, poniéndose frente de mí—, son ya las ocho y
media. No puedes hacerlo esperar más tiempo. Cualquier cosa estará bien.
—¿Segura? —pregunto frunciendo el cejo.
—Confía en mí.
He estado parado frente al espejo de cuerpo entero en mi habitación por casi
dos hoyas y media ya. Me he probado cada camisa, pantalón y chaqueta que ten-
go en el armario, pero ninguna combinación parece agradarme del todo. No sé
porque estoy tan nervioso. Vanessa dice que parezco una estúpida adolescente a
punto de ir al baile de graduación de la escuela. Sé que es tonto y dramático de mi
parte el reaccionar de esta manera, más cuando le dejé muy en claro que la cena
solo sería como un par de amigos y en agradecimiento al detalle que Ethan hizo
de traerme el celular hasta el hospital. Pero entonces ¿por qué me siento así? An-
sioso, emocionado y temeroso al mismo tiempo.
Con frustración arrojo la camisa roja a cuadros a un lado. Es la tercera vez
que me la pruebo y aún no termina por gustarme. Es solo una estúpida cena de
amigos, me recuerdo mientras me pongo unos simples pantalones de mezclilla
oscuros, una playera de maga larga gris y una chaqueta café. Respiro profunda-
mente. La verdad es que tengo miedo a lo que pueda pasar en la cena con Ethan.
Me ha estado demostrando un verdadero cambio en su conducta, ya no es ese
Ethan que me golpeó y me amenazó de muerte. Ahora se siente más honesto,
sincero y verdadero. Me mueve algo en mi interior cada vez que lo veo de esa
manera. Me gustaría arrojarme a sus brazos y dejarme querer por él. Pero al mis-
mo tiempo me acuerdo de lo que paso, no puedo confiar tan rápidamente. Hace
un par de días que está en la ciudad y ya todo mi mundo entero se sacudió por
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
167
Sara Liza
completo. Entiendo que Ethan es mi alma gemela y como tal no hay mucho que
pueda hacer al respecto. Es eso precisamente lo que más miedo me da. Temo no
ser capaz de comportarme en su presencia y caer a sus brazos.
—¿Qué es en lo que piensas? —dice Vanessa abrazándome por la espalda.
—En todo —respondo suspirando—. En él, en lo que puede pasar con los dos.
—¿Tienes miedo?
—Algo —contesto—. El problema es que no sé porque tengo tanto miedo.
—¿Qué sentiste cuando lo volviste a ver?
Nos sentamos en la cama. Vanessa enreda sus dedos en los míos.
—Al principio furia —contesto—. Tú conoces toda la historia Vanessa. Cuando
regresó, sentía una ira incontrolable en mi interior. Solo quería golpearlo, insultar-
lo, hacerle ver todo lo que me hizo. Pero después…
—¿Pero después?
—Es ahí el problema. Después algo en mi interior cambió. No sé qué ocurrió,
pero… lo siento tan sincero y arrepentido.
—¿Quieres creer en él y perdonarlo?
Suspiro.
En realidad sé que perdoné a Ethan desde hace muchos años. De hecho, lo
perdoné un segundo después de haberme golpeado e insultado de la manera en
la que lo hizo. Solo que en ese entonces aún no me daba cuenta de ello. Por más
que me esfuerce y luche contra esto que siento por dentro. Ethan siempre será
parte importante de mi vida.
—Ya lo perdoné —digo con calma—, solo que estaba furioso. Quería poder
hacerle sentir algo de todo lo que él me hizo sentir.
—Y entonces ¿Por qué estás tan nervioso? —dice Vanessa acariciándome el
cabello y poniéndome un par de mechones detrás de la oreja.
—Tengo miedo de caer enamorado de él. ¿Suena estúpido?
—Para nada Lucas —responde—. Ambos tienen una historia en común. Por
mucho que lo quieras o lo intentes, no se puede borrar el pasado así como así. Lo
que si puedes hacer es aprender a convivir con él. Lo quieres, tú mismo me lo
contaste en muchas ocasiones Lucas. Es verdad que te lastimó, pero parece sin-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
168
Sara Liza
cero cuando está contigo. La verdad es que yo no soy la persona que puede decir-
te lo que debes o no hacer, esa es tu decisión. Solo quiero que sepas que, sin im-
portar lo que pase o la decisión que tomes, yo siempre estaré ahí para ayudarte.
La abrazo. Es bonito contar con alguien como ella.
—No sé qué es lo que haría sin ti Vanessa.
—Posiblemente vivir una vida muy aburrida —contesta—. A no espera, aun
conmigo tu vida es lo bastante aburrida, así que no se me ocurre nada más.
—Eres una tonta —digo riéndome.
—Pero una tonta a quien amas.
En eso ella tiene toda la razón.

Estoy de pie frente a la puerta de su departamento, en el último piso del edifi-


cio. Mis manos sudan y mi cuerpo tiembla, no sé si por la emoción o el terror de
volver a verlo. Quiero tocar el timbre que está a un lado de la puerta negra pero
me detengo al último segundo. Estoy tan nervioso que ni siquiera puedo moverme
de mi lugar. Reviso mi celular, son las nueve y media de la noche. Me llevo ambas
manos a mi cara y suspiro lentamente. ¡Tú puedes hacerlo Lucas! Me doy un poco
de ánimos. Solo es una cena de amigos, un par de bocadillos, cerveza y futbol.
Golpeo la puerta tres veces y espero. De pronto escucho sus pasos al otro lado de
la entrada.
Por Dios… joder.
Abre la puerta con una enorme sonrisa en su cara. Mi respiración aumenta al
verlo ahí, sonriendo y medio desnudo. Viste solamente unos shorts azules que le
llegan hasta las rodillas. Tiene el cabello mojado, algunos mechones se pegan a
su frente. Perladas gotas de agua resbalan con lentitud por ese perfecto y esculpi-
do abdomen. Mi vista viaja por cada uno de esos delineados y marcados múscu-
los. Me quema por dentro un deseo incontrolable de recorrerlos con la punta de mi
dedo índice. Tiene un enorme tatuaje tribal que le cubre por completo el pectoral
izquierdo, sube por su hombro y baja hasta el inicio de su mano. Clavo mi mirada
en sus perfectos y rosados pezones. Quiero pasar mis manos por esa ligera capa

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
169
Sara Liza
de vello que cubre su pecho, recorriendo la línea que desciende hasta perderse
tras los pliegues del short.
—¿Ocurre algo Lucas? —pregunta con una voz profunda.
Se regodea de ello. Cierro mis ojos y me obligo a respirar.
—No —contesto—, en lo absoluto.
—¿Vas a entrar? O ¿vas a quedarte ahí toda la noche?
—Lo siento es que… ¡Podrías por favor ponerte algo de ropa!
El muy hijo de perra sonríe.
—¿No te gusta lo que ves?
—Ethan… por favor.
—Dame solo cinco minutos.
Lo veo desaparecer por las escaleras de caracol al fondo.
El departamento es impresionante. De pisos de caoba, paredes blancas y te-
chos altos. Justo al entrar mi atención es atrapada por la espectacular vista de la
ciudad. Grandes ventanales del piso al techo que dan a una panorámica del paisa-
je nocturno urbano. Doy unos cuantos pasos y llego a una sala de piel, con una
mesa de cristal frente a los sillones en forma de ―L‖. A mí izquierda una enorme
televisión de pantalla plana empotrada en la pared, con detalles de piedras pulidas
a su alrededor. Una escalera de caracol que da a una habitación abierta. Puedo
escuchar a Ethan caminar arriba, pero no logro verlo. Al otro lado de la sala y ocul-
ta en el fondo, una cocina modular negra con electrodomésticos de acero inoxida-
ble. A un lado de las escaleras, un pequeño corredor que da a dos puertas de ma-
dera, posiblemente un cuarto de invitados y un baño independiente.
Camino hasta las ventanas, admirando la noche sobre la ciudad.
—Impresionante ¿cierto?
Me estremezco al escuchar su voz a mi espalda.
—Mucho.
—Nosotros construimos este edificio.
—¿Nosotros? —pregunto sorprendido.
—Mi empresa quise decir —responde sonriéndome.
—¿Tu empresa?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
170
Sara Liza
—Si Lucas, tengo una empresa de construcción. Nos dedicamos especialmen-
te a zonas residenciales, pero hace poco más de dos años decidimos enfocarnos
también en proyectos de esta magnitud. Tenemos sucursales por todo el estado.
Este edificio lo construimos hace un par de meses, es relativamente nuevo. Los
mejores apartamentos que puedes encontrar en toda la ciudad.
—No sabía que tenías una empresa de construcción.
—La manada en realidad —me corrige— yo solo soy el presidente. La gran
mayoría de las ganancias van dedicadas al bienestar de toda la manada. Este es
uno de los muchos motivos por los que vine a la ciudad, para cerrar un trato muy
importante con otra empresa de construcción. Si todo sale de acuerdo a lo pla-
neado, pronto nos convertiremos en una de las mejores constructoras de todo el
país.
—Es impresionante —digo sonriendo y volviendo mi vista a la ciudad.
—Lo es…
—Y dígame Alfa ¿Cuál fue el otro motivo por el que vino a la ciudad?
—Tú —responde con completa seriedad.
Giro mi cuerpo y lo veo. Sus ojos cambian a un intenso amarillo.
De pronto y sin aviso Ethan me arrempuja con cuidado contra los ventanales
detrás de mí. Su cuerpo se pega al mío. Puedo sentir su calor, su aliento que aca-
ricia mis orejas mientras da pequeños mordiscos por todo mi cuello. Cierro los ojos
y me pego más a él. Uno de sus brazos me sujeta por la cintura, aferrándome con
fuerza. Su otra mano acaricia mi mejilla, mi cuello y parte de mi espalda. Mierda se
siente tan bien ser tocado de esta manera. Mi mano derecha se entierra en su ca-
bello negro que aún está húmedo. Mi mano izquierda recorre su abdomen, dibu-
jando cada uno de sus músculos. De pronto su mano baja por mi espalda hasta
posarse sobre mi trasero, apretándolo suavemente. Puedo sentir una presión ex-
traña en mi cintura. Bajo la mirada y lo veo, un enorme bulto en sus pantalones.
Está tan excitado al igual que yo. Antes de que su labios llegue a besar los míos,
lo arrempujo de golpe.
—Ethan no…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
171
Sara Liza
—Shhh —pone un dedo sobre mis labios—. No digas nada cariño. Solo disfru-
temos de la noche.
—No Ethan —lo vuelvo a empujar—, fue una equivocación el haber venido.
—¡No! Espera… —dice cerrando los ojos y alejándose de mí—, lo lamento
tanto. No sabía lo que estaba haciendo. Dejé que mi lobo tomara el control por
unos segundos. Yo… soy un idiota, perdóname. Pero por favor no te vayas Lucas.
—Está bien… solo… —suspiro.
—No volverá a pasar.
Está algo nervioso al igual que lo estoy yo. Solo bastaron cinco minutos para
que todas las defensas que había estado construyendo durante años, fueran de-
rrumbadas con el encanto que lo caracteriza.
Camina hasta la cocina, alejándose de mí. Me siento en lo sillones de cuero.
—¿Cerveza? —pregunta abriendo el refrigerador y sacando dos Coronas.
—Por favor —respondo con una leve sonrisa— y dime Ethan. ¿A que más te
dedicas? Lo pregunto porque debe ser difícil ser el Alfa de una manada y velar por
todos los intereses de la manada. No puedo imaginar todo el estrés que debes
tener con tantas responsabilidades.
—Demasiado —contesta—. Pero te vas acostumbrado poco a poco.
—¿De verdad?
—Los primeros años fueron los más complicados de todos —me tiende la cer-
veza, sentándose a mi lado y encendiendo la televisión—, era un adolescente es-
túpido que no tenía la más mínima idea de lo que estaba haciendo. Tuve muchos
problemas con varios miembros de la manada por eso mismo. Me faltaba madu-
rar. No sabía tomar las decisiones correctas, me equivocaba constantemente y no
reafirmaba mi autoridad para con los miembros de la manada. Además de que no
tenía a mi Luna conmigo, así que imaginaras lo difícil que fue.
Jadeo al escuchar esa palabra.
María me contó una vez que es así como se les conoce a las parejas de los
Alfas. Ella decía que una ―Luna‖ podría ser incluso mucho más importante que el
mismo Alfa. Mientras que él se encarga de ver por la seguridad y el bienestar de
cada uno de los miembros de la manada, tomando las decisiones correctas. Una
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
172
Sara Liza
―Luna‖ por el contrario tiene que vigilar por la seguridad y el bienestar del líder.
Además de que en muchas ocasiones, una excelente ―Luna‖ puede ser la causan-
te de que un Alfa sea alguien bueno o malo.
—Pero un Alfa no debe estar solo nunca, bueno al menos eso es lo que decía
tu padre cada vez que tenía la oportunidad. Debería haber alguien a tu lado…
—Si —responde Ethan clavando sus ojos verdes en los míos—. Tú.
—Ethan…
—Porque mejor no dejamos esto para después —dice reclinándose en el si-
llón, poniendo sus piernas sobre la mesa de cristal y dándole un trago a la cerve-
za— y mejor no disfrutamos de la final del juego.
—Por supuesto.
Nunca he entendido del todo la fascinación que tienen algunas personas para
con el futbol americano. Para mí son solo un grupo de hombres que persiguen,
taclean y golpean a sus rivales, disputándose un simple balón hecho con la piel de
un cerdo. Tengo que admitir que es algo aburrido de ver y más cuando cada seis o
siete segundos el juego es interrumpido por uno u otro motivo. Aunque si tengo
que decirlo, es interesante ver como el público ovaciona a esos jugadores, convir-
tiéndolos prácticamente en ídolos y dioses.
—¿Qué significa ―primero y diez‖? —pregunto después de una hora de juego.
Me llevó la cuarta cerveza a los labios, bebiendo el espeso y refrescante líqui-
do que baja por mi garganta. Mi vista es cada vez más borrosa. Mi cabeza da
vueltas. Estoy ebrio, en la casa de Ethan y con un deseo incontrolable de quitarme
la ropa y dejarle que me haga el amor. Ahora sé porque el alcohol es malo.
Ethan gira su rostro. Sonríe al verme.
—Significa cariño —me acaricia el cabello— que es la primera oportunidad
que tienen para conseguir al menos diez yardas.
—¿Y cuantas oportunidades tienen? —vuelvo a preguntar.
—Cuatro —responde Ethan acercándose a mí y pasando una mano por detrás
de mis hombros.
—¿Y qué pasa si no pueden llegar a las diez yardas en esas cuatro oportuni-
dades? —digo recargándome más sobre su mano.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
173
Sara Liza
—El balón pasa el equipo contrario.
—¿Y luego que pasa?
—El otro equipo tiene también cuatro oportunidades para hacer diez yardas
cariño —dice Ethan con una enorme sonrisa en su cara.
—El futbol americano es complicado —eructo.
—No lo es tanto en realidad, solo tienes que saber lo que…
—Te han dicho que tienes unos ojos hermosos —lo interrumpo.
Ethan solo se limita a sonreír. Dios estoy tan ebrio que no sé si pueda conte-
nerme de hacer algo estúpido.
—No cariño, pero me gusta que tú me lo digas.
—Pues si… tienes unos ojos hermosos y una boca que se ve deliciosa.
—¿Quieres probarla? —dice susurrándome al oído y acariciándome el muslo.
—Me encantaría —digo acercándome peligrosamente a su boca.
Puedo sentir su aliento sobre mi piel. Cerveza y menta. Pero justo antes de
que nuestros labios se puedan conectar en un profundo e intenso beso, mi estó-
mago comienza a gruñir en protesta. Mi cabeza da vueltas, mis manos tiemblan.
Sé que estoy a punto de vomitar. Salto de un golpe del asiento. Ethan me mira
preocupado. Sin pedir permiso y completamente desorientado, subo por las esca-
leras de caracol, llegando a tropezones al baño al fondo de su habitación. Cierro la
puerta de un fuerte portazo. Abro la tapa del retrete y devuelvo toda la comida. Mi
cabeza zumba violentamente. Ahora sé porque nunca en la vida me he emborra-
chado y porque no pienso volver a hacerlo nunca más.
—¿Todo en orden amor? —pregunta Ethan golpeando la puerta del baño.
—Si… —vomito—, ¡no!
Ríe.
—Te traeré una aspirina y una pastilla para el mareo —dice—, ahora regreso
cariño. No hagas nada estúpido.
—No —contesto con la voz pastosa—, te lo prometo… cariño.
Escucho como baja las escaleras. Con debilidad me sujeto por la porta toallas
y me levanto. Me miro en el espejo. Estoy hecho un desastre. Tengo el cabello
revuelto, restos de vomito en la boca y la ropa arrugada. Abro el grifo del agua y
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
174
Sara Liza
me limpio la suciedad de mi rostro. Mis mejillas comienzan a arder al pensar en la
vergüenza que estoy pasando. Tan nervioso estaba por la cercanía de Ethan que
no me puse a pensar en las muchas cervezas que estaba bebiendo.
Mareado, salgo del baño apoyándome en la mesita de noche más cercana y
recostándome sobre la cama. Sí que es suave, además de que huele como él. La
habitación es hermosa. Una cama matrimonial con sábanas blancas, dos burós de
noche a ambos lados de ella, una pantalla plana empotrada en la pared y un par
de ventanas que dan a una vista también espectacular. Giro en la cama, aspirando
su esencia. Cuando de pronto algo llama mi atención. Es un pequeño cuaderno
rojo, me parece extrañamente familiar. Gateando por la cama lo tomo del buró de
enfrente. Lo hojeo… es mi diario.
Mi respiración aumenta.
Mis ojos comienzan a arder. Una a una las hojas de mi diario van pasando
frente a mí. Todos mis sueños, mis fantasías, mis esperanzas y secretos. Todo mi
mundo encerrado entre las páginas de ese pequeño libro que María me regaló en
mi cumpleaños. Todo lo que durante años escribí como vía de escape de la reali-
dad en la que estaba obligado a vivir. Todas las cartas que tan ilusamente escribía
para un amigo imaginario, alguien que nunca existió y que tuve que crear para no
volverme completamente loco. Todo mi pasado, mi presente y mi futuro. Toda mi
vida resumida en ese diario. En las manos de Ethan todo este tiempo.
—Con estas pastillas se te quitará el dolor de cabeza y mareo, pero tienes…
Comienzo a llorar.
Me había prometido al huir de Cave’s Door, jamás llorar por Ethan Cormack
otra vez. Pero heme aquí. Llorando como estúpido después de nueve años de lu-
cha, después de tantas batallas ganadas. Vuelvo a llorar por él.
—Lucas cariño… ¿qué está pasando? —pregunta al verme llorar.
—Ahora lo entiendo todo —digo poniéndome de pie.
—¿Entender qué?
—¡Eres un maldito hijo de puta Ethan Cormack! —le arrojo el diario. Revota en
su pecho. Sus ojos se abren más al verlo en el suelo.
—Lucas cariño déjame explicarte —dice mirándome con terror.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
175
Sara Liza
—¿Explicarme? —Pregunto— ¡¿Explicarme qué Ethan?! Que estuviste jugan-
do conmigo todo este tiempo. Que todo lo que hiciste no son más que vil mentiras.
¡Que solo querías divertirte con el estúpido de Lucas Wood! ¿Eso es lo que quie-
res explicarme?
—No cariño… tienes que dejarme hablar por favor.
Bajo las escaleras. Ethan está a mi espalda intentando detenerme por los
hombros. Mi cabeza da vueltas. De pronto comienzo a caer, pero antes de hacerlo
Ethan me sostiene por las manos. Estoy furioso, más que furioso, traicionado. Fui
un completo imbécil por haber creído en su sinceridad. Solo estaba jugando con-
migo. Nunca lo lamento de verdad.
Ethan me carga en brazos, recostándome sobre el sillón.
—¿Estas bien?
—Quiero irme de aquí —respondo apartando su mano de mi frente.
—Bebiste demasiado Lucas.
—¡Quiero irme de aquí! —Grito— no puedo estar un solo minuto más.
—Por favor cariño —acaricia mi rostro— déjame explicártelo.
Me pongo de pie. Ethan intenta detenerme pero con las pocas fuerzas que me
quedan lo arrempujo a un lado.
—¡Lucas por favor! Hablemos de esto cariño.
—¿Hablar sobre que exactamente Ethan? Sobre lo estúpido que fui por creer
en ti. De pensar que efectivamente estabas cambiando e intentando redimirte. O
ya sé, mejor hablemos sobre tu idiota favorito. En como caí directo en tu broma.
Una broma que planeaste con la ayuda de mi diario, de todos mis sueños y secre-
tos escritos en mis momentos de debilidad.
—Lucas no digas eso… por favor.
Sus ojos comienzan a ponerse brillosos por las lágrimas contenidas.
—¿Qué esperabas conseguir con todo esto? ¿Ilusionarme? ¿Hacerme creer
que eras bueno, cuando no has dejado de ser el maldito hijo de perra de hace
nueve años? O mejor aún ¿acostarte conmigo y tratarme como una vil puta?
¡¿Eso es lo que querías?! ¡Respóndeme! ¿Eso es lo que querías?
—¡Maldición Lucas, déjame hablar! —golpea la pared. Sus nudillos sangran.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
176
Sara Liza
—No quiero volver a verte en mi vida —lloro— ¡Me oyes! ¡En mi vida!
—Por favor bebe tienes que creerme —comienza a llorar— Esto, esto es… yo
solo… encontré tu diario después de que te marchaste de la manada. Era lo único
que me quedaba de ti… con él aprendí… aprendí lo hijo de perra que había sido
contigo, pero sobre todo lo mucho que te amo.
—Eres un maldito —me llevo ambas manos a mi rostro.
Me toma de los hombros y me arrincona contra la pared. Su cuerpo presio-
nando el mío. Sus ojos vidriosos, me suplican en silencio. Ya no puedo caer en
eso, en su falsa sinceridad. Todo no es más que una vil y estúpida mentira. ¿Có-
mo pude ser tan estúpido para creer en él? ¿Cómo pude pensar que de verdad
había cambiado, que estaba arrepentido por todo lo que me hizo? Soy un imbécil.
Merezco todo lo que me está pasando. Soy un idiota… un completo idiota.
—Lucas por favor… tienes que creerme.
—Ahora lo entiendo todo —sollozo. Lágrimas resbalan por mis mejillas—. To-
do fue más que una mentira ¡Todo! Lo de la bicicleta, los huevos, el libro, la no-
che… ¡Todo fueron mentiras!
—No… ¡No! —Me aprieta más contra la pared— Nunca lo fueron. Lucas por
favor tienes que creerme. ¡Maldición! Nada de lo que hice fue una mentira. ¡Te
amo Lucas! Debes creerme.
—No puedo creerte… ya no más.
Lo arrempujo con fuerza. Ethan tropieza con la mesa de cristal, cayendo de
lleno contra el suelo. Aprovecho la oportunidad y salgo corriendo del departamen-
to. Olvido mis zapatos y mi chaqueta café. Solo quiero alejarme de él y nunca ver-
lo otra vez. Escucho como Ethan grita mi nombre detrás de mí. Pero sin importar
nada, sigo corriendo. Salgo a la calle. El viento fresco me alivia un poco el mareo.
Corro por la acera, huyendo de la persona que más me ha lastimado en la vida.
¿Cómo pude ser tan estúpido como para creer en sus palabras? Ethan solo esta-
ba jugando conmigo. Nunca se arrepintió de nada. Si no hubiera encontrado mi
diario, jamás me habría dado cuenta de la verdad. Posiblemente estaría en su
cama, desnudo, entregándome al demonio mismo.
Mis ojos arden.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
177
Sara Liza
Rompí mi promesa de no volver a llorar por él jamás.
Mi corazón duele… me quiero morir.

Ethan.

Cierro los ojos.


Me recuesto sobre el sillón de su departamento.
Fue una completa pesadilla la que pasé anoche. Todo iba tan bien, la velada
perfecta hasta que de pronto todo se fue a la mierda por mi estupidez. Una media
sonrisa aparece en mi rostro al recordar los detalles antes de la discusión. La plá-
tica sin sentido, la forma en la que Lucas se acurrucó contra mi cuerpo, sintiéndo-
se seguro entre mis brazos, el único lugar en el que él puede estar seguro que
nada malo le pasará. Aún escucho su voz pastosa por las cervezas y las rebana-
das de pizza, su cálido aliento junto a mi oreja. Recuerdo la manera en la que co-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
178
Sara Liza
menzó a desinhibirse, atreviéndose a calentar mi cuerpo con sus caricias. La no-
che estaba resultando ser una de las mejores en mi vida, hasta que encontró su
diario y todo se fue al carajo
¿Cómo pude ser tan estúpido y descuidado? Si tan solo Lucas no hubiera es-
tado tan ebrio y no fuera tan testarudo, estoy seguro que me habría permitido dar-
le una explicación sobre porque tengo yo su diario. Nada de esto estuviera pasan-
do si él no hubiera decidido sacar en ese momento todo su carácter terco y obsti-
nado. En parte la mayoría de la culpa recae en mí. No debí haberle mentido de
esa manera, si tan solo hubiera sido un poco más honesto con él.
Suspiro.
Puedo escuchar leves ronquidos en la otra habitación.
Entiendo que por el calor de la noche y todo el alcohol que corría por su sis-
tema, Lucas haya malinterpretado la situación con el diario. Me acusó de jugar con
él para lastimarlo de nuevo. Yo nunca podría hacer semejante cosa. Quiero poder
explicarle que ese pequeño diario se convirtió en lo único que me quedaba de él,
un lazo entre los dos. Era como mi salvavidas, algo que me ayudó a superar mu-
chos de los momentos más difíciles de mi vida. Siempre que sentía como la triste-
za se apoderaba de mí, siempre que necesitaba sentirlo un poco más cerca y pro-
fundizar más en sus pensamientos, conociendo mejor esa vida que para todos era
desconocida, recurría a ese diario con muchas esperanzas. Pero al mismo tiempo,
me daba miedo encontrar entre sus ojos, algo que me hiciera odiarme profunda-
mente.
Aprendí muchas cosas en esas páginas. Descubrí a un Lucas dulce, tímido y
alegre. Alguien que disfrutaba de las pequeñas cosas que la vida nos regala y que
la mayoría del tiempo pasan desapercibidas. Encontré a un ser humano herido por
las manos frías del destino pero que al final sabía cómo encontrar la luz en los
lugares más oscuros. Entre esas hojas conocí el cielo y al mismo tiempo las puer-
tas que me llevaron de la mano a las profundidades del infierno. Conocí su dolor,
su desesperación y mucho del sufrimiento que guardaba solo para sí.
A través de ese diario pude verme con los ojos de Lucas, una imagen que aún
hoy en día sigo sin poder sacar de mi cabeza. Fui testigo de un Ethan egocéntrico,
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
179
Sara Liza
detestable y perverso. Alguien que disfrutaba con humillar y lastimar a las perso-
nas a quienes no consideraba como dignas de estar en su presencia. Con el paso
de las noches, terminé por odiar al Ethan descrito en esas páginas. Después de
varios meses de insomnio por la desesperación de no tenerlo a mi lado, me juré
que haría hasta lo imposible por cambiar. Quería demostrarle, si algún día tuviera
la oportunidad de hacerlo, de que ese Ethan que él conoció años atrás, había
desaparecido por completo.
Ese pequeño libro hizo que me enamorara más de él.
Estoy agotado. Mis piernas duelen por canto caminar. Pasé gran parte de la
noche buscándolo por toda la maldita ciudad. No podía permitir que Lucas vagara
por los callejones en su estado y más cuando su vida está en grave peligro por
una fuerza que aún no logro ubicar. En una ciudad como esta no se sabe lo que
puede estar esperándote al doblar la esquina. Por fortuna cuento con un excelente
olfato y un buen oído, si no la búsqueda hubiera sido realmente titánica. No debí
haber permitido que bebiera de la manera en la que lo hizo. Pero al verlo así, tan
sonriente, tan contento y relajado, disfrutando de mi compañía, no pude más que
gozar de la noche. ¡Que imbécil fui!
Lo encontré después de un par de horas de intensa búsqueda. Comenzaba a
impacientarme al no hallarlo. La preocupación y la ansiedad me quemaban por
dentro, temía por su seguridad. Llegó un momento en el que imaginé miles de es-
cenarios posibles, la gran mayoría de ellos con un Lucas herido a la mitad de la
nada. Fue entonces cuando lo vi. Caminaba tambaleándose, con los brazos cru-
zados sobre su pecho y descalzo. Tenía los pies magullados de tanto caminar por
el duro asfalto, además de que titilaba por el frío. Al principio cuando me vio inten-
tó echarse a correr, pero rápidamente bloqué su camino con mi cuerpo. Al verme a
los ojos se negó rotundamente a mi ayuda, pero después de ponerle mi chaqueta
encima y tomarlo por la fuerza en brazos, no tuvo remedio que ceder ante mis in-
sistencias.
Caminamos en silencio por un par de minutos. Lucas con la mirada perdida en
el infinito y yo pendiente de cualquier cosa que pudiera necesitar. Al poco tiempo
noté como su respiración se iba haciendo más profunda, dejaba de moverse y se
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
180
Sara Liza
acurrucaba más contra mi pecho enterrando su cabeza en la base de mi cuello.
Cuando llegamos a su departamento quince minutos después, Lucas estaba com-
pletamente dormido entre mis brazos. Sacando las llaves de su bolsillo derecho
entré al apartamento y lo acomodé sobre su cama.
Abro los ojos y veo mi celular. Son las tres de la madrugada.
Escucho un leve gemido desde su habitación. En silencio voy a su cuarto y
desde la puerta lo observo dormir. Si me hubieran dicho un par de semanas atrás,
que estaría en la casa de Lucas mirándolo dormir, jamás lo hubiera creído. Es
cierto que no se da en las mejores circunstancias pero esto, por más pequeño que
sea, no lo cambio por nada. Tiene las manos debajo de su cabeza y las piernas
pegadas a su abdomen. La mitad de la cobija está en el suelo y la otra enredada
entre sus pies. Al parecer tengo a un compañero que le gusta moverse mientras
sueña. Me deslizo por la habitación, esquivando algunas prendas de ropa esparci-
das por todo el piso. Tomo la manta y lo cubro con ella.
Paso la palma de la mano por su mejilla, deteniéndome en sus labios abiertos.
Con mi pulgar acaricio esa carne roja e hinchada. Muero por saber a qué saben
esos labios rojos. Me siento sobre el colchón a su lado. Cuanto daría porque me
permitiera dormir junto a él, abrazándolo. Enterrarme en su cuello, con una mano
sobre su cintura y mis piernas en su cadera. Muero por aspirar su aroma mezclado
con el mío. Poder saborear su sudor y conocer sus gemidos. Pasar mis manos por
su cabello y besar con pasión esos labios abiertos. ¡Mierda! Desde que lo volví a
ver, en lo único en lo que puedo pensar es en hacerle el amor.
Recorro sus piernas por encima de la sabana, deteniéndome a centímetros de
su culo. Al notarlo en la tarde, me deleité con lo duro y suave que se sentía en mis
manos, mientras su excitación se frotaba contra la mía. Deseo tanto saber qué es
lo que se sentirá acariciar los muslos de sus piernas, golpear ese trasero hasta
dejarlo con un leve tinte rojo, escuchar sus gemidos mientras con dureza me entie-
rro tan profundamente en él, que por un momento Lucas me pida detenerme.
Quiero desesperadamente marcarlo como mío para toda la eternidad.
Una lágrima resbala por mi mejilla. No sé si pueda vivir sin él por más tiempo.
Prometí que lucharía hasta el final por recuperarlo, por demostrarle lo mucho que
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
181
Sara Liza
lo amo y deseo tenerlo conmigo. Eso es precisamente lo que planeo hacer, pelear
con todas mis fuerzas. Lo que ocurrió esta tarde solo fue un pequeño mal entendi-
do, una estupidez por mi parte pero también por la suya. Exageró y no me permitió
darle una explicación. La verdad es que me estoy quedando sin ideas y sin tiem-
po. Si Lucas no puede perdonarme, si no puede darme una oportunidad, creo que
moriré. Nueve años, nueve putos años he estado lejos de mi compañero. No pue-
do vivir otro día más sin él.
Salgo de su habitación con una idea en mente.
Tomo el celular de mi bolsillo, cierro la puerta de su cuarto y marco el número
en el teléfono. .
—Lamento molestarte tan tarde, pero necesito de tu ayuda.
Solo ella puede ayudarme ahora.

Lucas.

Dios… ¡Mi cabeza duele demasiado!


Ahora comprendo por todo lo que Vanessa pasaba a la mañana siguiente de
haber salido a una fiesta o reunión con los demás doctores de planta en el hospi-
tal. Como niño malcriado, disfrutaba burlándome de ella por su intensa resaca.
Para mí era divertido ver sus expresiones de dolor, al hacer cualquier ruido intenso
solo para molestarla un poco. Ahora entiendo lo maldito hijo de perra que fui con
ella. Creo que el destino se está cobrando con creces todo lo que yo hacía en ese
entonces. No me cabe la menor duda de que si Vanessa me viera en estos mo-
mentos, me regresaría todo con alegría.
Abro los ojos.
La habitación está a oscuras.
Me siento más en la cama, esponjando las almohadas a mi espalda. Al princi-
pio no reconozco el lugar en donde estoy, pero después todo va cobrando sentido.
Reconozco las fotografías que descansan en el buró frente a mí, los cuadros en
las paredes, la pantalla plana empotrada en la pared, la lámpara que cuelga del
techo, la cama y mantas que cubren mi cuerpo. Estoy en mi habitación pero ¿có-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
182
Sara Liza
mo carajos es que llegué a aquí? Lo último que recuerdo de anoche es haber sali-
do del departamento de Ethan. Estaba furioso y muy triste a la vez. Creo que en-
contré mi diario en su habitación. Flechazos de una discusión aparecen en mi
mente. También creo recordar haber caminado durante horas por la ciudad, tem-
blando de frío y descalzo. Después todo se oscurece de pronto.
Giro mi cuerpo y tomo mi celular que descansa en la mesita de noche a mi de-
recha. Mi cabeza duele demasiado, mis ojos arden por la luz artificial del aparato.
¡Son las tres de la tarde! Mis ojos se abren por la sorpresa, salto de la cama. Es
tardísimo. Nunca antes había dormido tanto como hasta ahora. Estoy en calzonci-
llos. Tomo una pantalonera y una playera de manga larga del suelo y me visto con
torpeza. De pronto escucho ruidos en la cocina. Solo espero que no sea Ethan. No
podría verlo ahora. Mis manos tiemblan mientras toco el picaporte de la puerta.
Comienzo a sudar frío. La abro con cuidado de no hacer mucho ruido, camino por
el pasillo con lentas pisadas.
—Nunca pudiste sorprenderme ni una sola vez en tu vida —reconozco esa
voz de inmediato— y no creo que lo vayas a hacer ahora.
—¿María? —pregunto al verla.
—La misma, Lucas —dice cruzándose de brazos.
Mi rostro se ilumina al verla. Han pasado casi dos años desde la última vez
que la vi. Fue en la graduación de la universidad, se tomó la molestia de visitarme
en la ciudad, aun cuando tiene prohibido salir de los territorios de la manada por
órdenes del papá de Ethan, ella se atrevió a venir a felicitarme. Nunca entendí
eso, ¿por qué prohibirle salir sin el consentimiento del antiguo Alfa? La veo de pies
a cabeza. Está mucho más hermosa que antes. Su piel color caoba brilla con in-
tensidad. Su cabello largo y ondulado, amarrado en una fina coleta. Viste unos
pantalones de mezclilla, una blusa azul y un suéter tejido a mano, de color crema.
Me sonríe con cariño.
Corro a sus brazos y la aferro con fuerza en un largo abrazo.
—Te extrañé tanto María —digo al punto del llanto—, no sabes lo mucho que
me has hecho falta en todo este tiempo. Han pasado tantas cosas en mi vida es-
tos últimos días. Necesitaba tanto uno de tus consejos y uno de tus abrazos.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
183
Sara Liza
—Para eso se crearon los celulares Lucas —responde riéndose.
—No es lo mismo —sollozo—. Quería poder abrazar a mi mamá.
—Pequeño… —una lágrima resbala por su mejilla—. A mí también me has
hecho mucha falta Lucas. Sé que yo no soy tu madre biológica, pero aun así eres
mi hijo y siempre lo serás.
—Lo sé —me limpio la nariz con el dorso de la manga—. Siempre serás la
madre que nunca pude tener. Pero venga ya y dime ¿qué es lo que estás hacien-
do aquí? Creí que tenías prohibido salir de los terrenos de la manada sin el con-
sentimiento del papá de Ethan. No pensé que pudieras salir de manera tan fácil.
Me toma por los hombros, obligándome a caminar hasta la sala. Nos senta-
mos en el sillón enfrente a la televisión. Está encendida. La imagen de Ellen De-
generes aparece en la pantalla de plasma. La luz del sol entra con intensidad por
las ventanas abiertas. El aroma a tierra húmeda inunda mi nariz. El ruido estriden-
te de la vida caótica de la ciudad taladra mis oídos. Finjo una sonrisa. Me mira a
los ojos con curiosidad.
—¡Ese hombre es un completo imbécil! Siempre lo ha sido —responde sacu-
diendo sus manos y guiñándome un ojo— aún cree que es el Alfa de la manada.
Pero se equivoca si piensa que aún me rijo por sus estúpidas y absurdas reglas.
Yo soy una mujer libre. A mí nadie puede ni podrán domarme. Y mucho menos
cuando se trata de ayudar a lo que más quiero en esta vida.
Eso es algo que siempre le he admirado. Ella es la única, al menos que yo se-
pa, en toda la manada Luna negra que se ha enfrentado al papá de Ethan y ha
salido victoriosa. De hecho si no hubiera sido por el carácter explosivo y fuerte, yo
no estaría hoy aquí. Lo más probable es que estuviera muerto o en el mejor de los
casos, encerrado en alguna celda de las catacumbas que dicen existen debajo de
la mansión principal.
—Pero no hablemos de él, dime ¿Cómo has estado Lucas? ¿Qué tal te ha ido
en el hospital? ¿Has conocido a alguien? Quiero saberlo todo de ti. ¿Qué ha pa-
sado en estos últimos días?
—Bueno… he tenido mejores días —respondo suspirando.
—¿Tan rápido te cansó tu trabajo en el hospital?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
184
Sara Liza
—¿Qué? ¡Dios no! El trabajo en el hospital es perfecto. —Me recuesto en el
sillón—, la verdad es que nunca me cansaré de ayudar a los demás. Claro, como
todo trabajo hay días en los que es extenuante. Pero…
—¿Pero?
—Vale la pena.
María acaricia mi cabello. Sonríe.
—Siempre supe que llegarías lejos Lucas, me alegra que pudieras cumplir tu
sueño. Eso demuestra lo fuerte que en verdad eres.
—Bueno ser un enfermero no es precisamente la profesión más interesante
del mundo, pero amo mi trabajo.
—Lograste tu meta —dice ella—. Eso es impresionante.
Respiro. La miro a los ojos. Una duda me revolotea la menta.
—¡Pero venga ya María! dime ¿qué haces aquí?
—Pensé que necesitarías de mi ayuda Lucas —responde caminando hasta la
cocina. Mi estómago gruñe al oler el aroma del pollo frito y chile con carne— así
que me atreví a venir a visitarte por un par de días. Espero que eso no te moleste.
—En lo más mínimo —respondo— ¿pero eso no te traerá problemas?
—¿Crees que alguien me podría detener si necesitas de mi ayuda?
—¿Cómo le haces? —pregunto.
—¿Cómo dices?
—Me sorprende lo valiente que eres María.
Sonríe.
—No lo soy Lucas —mueve el chile en la olla—. Aunque no lo creas yo tam-
bién tengo miedo en ocasiones, de hecho me dan miedo muchas cosas. Pero sa-
bes algo… he aprendido a convivir con ese miedo. A tomar fuerza de mis momen-
tos más débiles. Te sorprenderías de lo fuerte que puedes llegar a ser cuando
crees que no puedes más.
—Gracias por venir María te extrañaba…
—A mí y a mis guisos por lo que parece —ríe a carcajadas al escuchar a mi
estómago gruñir.
—¡La comida del hospital es horrenda!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
185
Sara Liza
Me siento en la mesa de granito. María pone un plato hondo frente a mí. El
chile está caliente. Un ligero aroma a especias llega hasta mi nariz. Se me hace
agua la boca al ver la comida. No por nada, pero María es sin lugar a dudas la me-
jor cocinera de toda la manada, si no es que de todo el estado. Comemos en si-
lencio. No recuerdo la última vez que comí algo tan delicioso como esto. Dejo el
plato hondo a un lado y tomo una pieza de pollo frito, una de las recetas más fa-
mosas en su restaurante.
—Delicioso…
—Te enseñé a cocinar —dice limpiándose la boca con una servilleta—, ¿Por-
que no te preparas tú tu propia comida? No puedes decir que no sabes hacerlo.
—Lo he intentado —respondo con un pedazo de pollo en la boca—, pero nun-
ca me ha quedado como a ti. Tus pollos son legendarios.
—Receta de mi abuela.
—Salud por ella.
Media hora después ambos estamos recostados en el sillón, con el estómago
lleno y feliz. María a un lado mío tejiendo, como en los viejos tiempos, mientras ve
su telenovela mexicana favorita. Nunca he comprendido la manía de ella por tejer
mientras ve esos programas melodramáticos por Univisión. Extrañaba sentirme de
esta manera, en familia, tranquilo y en paz. De pronto la imagen de Ethan y el dia-
rio aparecen en mi mente. Mis manos se cierran en un doloroso puño.
—¿En qué piensas? —pregunta María sin quitar la mirada del tejido.
—En nada…
—Déjame adivinar ¿acaso es por Ethan?
—Si… ¿Cómo lo sabes?
—Intuición.
Yo no tengo ningún secreto con María. Antes de marcharme de la manada,
decidí contarle todo lo que había ocurrido entre Ethan y yo. Esa noche me costó
mucho trabajo el convencerla de no ir a matarlo por haberse atrevido a rechazar-
me. Después de una larga plática en la que intentó detenerme, comprendió que lo
mejor que podía hacer era irme de ese lugar en el que constantemente era seña-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
186
Sara Liza
lado como una decepción para la manada. Por mi bien, lo mejor era poner tierra
de por medio entre Ethan y yo.
—No sé qué hacer —digo suspirando.
—Me llamó anoche. Quiere que lo ayude hablando contigo sobre lo que pasó.
La verdad es que lo noté muy desesperado.
—¡Por el amor de Dios! —me pongo de pie. ¿Ahora quiere utilizar a María en
mi contra? ¿Hasta dónde quiere llegar con todo esto? ¿Cuál es su plan, su objeti-
vo? ¿Es que nunca me va a dejar en paz?
—Lucas escúchame.
—¡Es un maldito hijo de perra! ¿Cómo se atreve a hacer todo esto?
—Lucas intenta tranquilizarte por favor.
—¡No María! —Grito— ¡Como se atreve a llámate! ¡A ti que eres la única fami-
lia que me queda en la vida!
—La verdad es que parecía sincero cuando me llamó —responde ella mirán-
dome a los ojos.
—¿Parecía sincero? —Digo con sarcasmo— ¿De verdad vas a caer en sus
mentiras María? ¡Ethan es un manipulador hijo de perra! Disfruta engañando a las
personas, lastimándolas, hacerles creer que cambió solo para después jugar con
ellas y botarlas a la basura. Eso es lo que Ethan es. ¡Un mentiroso!
—Creo que estás siendo un poco exagerado ¿no lo crees?
Frunzo el cejo. Mis manos cerradas en un puño.
—¿Disculpa?
—Porque no te tranquilizas y piensas con la cabeza fría.
—¿Estas de su lado María?
—No —responde ella poniéndose de pie, con las manos sobre su cintura.
—¿Entonces de qué lado estas? —subo el tono de mi voz.
—No estoy de su lado, pero tampoco del tuyo Lucas. Escúchame… te cuidé
durante muchos años, sé lo terco y sordo que puedes llegar a ser cuando te lo
propones. Cuando te crees herido, te cierras a toda posibilidad de explicación.
Crees tener la razón y no hay nada que te haga cambiar de opinión. Te quiero
mucho, tanto como si fueras mi hijo. Yo solo intento decirte que deberías escuchar
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
187
Sara Liza
lo que él tiene que decirte. Y si eso no te convence, entonces tomas la decisión
correcta para ti.
—¿Qué fue lo que él te dijo? —pregunto cruzando mis manos sobre el pecho.
María suspira. Vuelve a sentarse en el sillón.
—Creo que no debería ser yo quien te diga eso.
—Pero María.
—Sé lo que pasó entre ustedes dos Lucas. Sabes que seré yo la primera en
luchar contra él si decide lastimarte de nuevo. Solo quiero que te preguntes por un
segundo antes de tomar una decisión de la que podrías arrepentirte toda tu vida.
¿Qué es lo que va a tener más peso en tu corazón? Toda la oscuridad del pasado,
todo el dolor por el que pasaste, las humillaciones y los desprecios. O el brillo del
futuro, con la felicidad que puede estar esperando por ti. Solo recuerda, para po-
der volar antes tienes que dejar el peso que te ancla al suelo.
Me quedo en completo silencio. Sus palabras resuenan en mi mente.
La miro con curiosidad. Sonríe mientras termina su tejido. La telenovela mexi-
cana acaba. Con total tranquilidad toma el control remoto, que estaba oculto entre
los cojines del sillón y cambia de canal. El programa ―la rueda de la fortuna‖ acaba
de comenzar. Sonrío ante la ironía de la vida. Así es como me siento ahora, justo
en medio de una ruleta. La pelota girando. En mis manos está si la pelota cae en
una casilla negra o en una blanca.
No sé qué hacer.

Lucas.

Hoy es su gran noche.


Vanessa corre de un lado para el otro, desechando vestido tras vestido. Está
muy nerviosa y alterada, no es para menos. Después de varios años de miradas
discretas entre ella y Drew, besos apasionados en las habitaciones de intendencia
del hospital, caricias accidentales y pláticas largas en noches de primavera, final-
mente los dos serán prometidos. Es la noche de su compromiso ante la sociedad,

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
188
Sara Liza
familiares y amigos. Qué extraña me resulta esa palabra: ―Compromiso‖. Una pa-
labra y diez letras que definen por completo la relación entre dos seres humanos.
Dos personas que por voluntad propia se ―comprometen‖ para que en un futuro
cercano puedan contraer matrimonio. Sonrío de alegría al verla tan contenta, tan
ilusionada y tan feliz. Es su noche, una velada única y especial.
Camino por la habitación esquivando los vestidos en el suelo.
La noche es profunda. Las nubes de la tormenta se aglomeran en el cielo noc-
turno. El reflejo de mi cuerpo entero aparece distorsionado sobre la superficie del
vidrio de la ventana. Por un par de minutos me observo en silencio. Analizo la lí-
nea de mi rostro, el color de mí cabello, el rubor en mis mejillas. Me parece tan
lejano el Lucas de hace nueve años. Aun lado quedó ese Lucas tímido, miedoso y
solitario. Ahora soy otra persona, alguien un poco más fuerte y valiente. Respiro.
Visto un pantalón oscuro, una camisa azul oscura, un saco blanco y un moño ne-
gro. Tengo el cabello peinado a un lado. Me sonrío, mas mi sonrisa no me parece
sincera ni natural.
Las palabras de María siguen revoloteando dentro de mi cabeza. Estoy tan
confundido. En esencia la pregunta que me hizo ayer en la tarde es fácil de res-
ponder. Quiero dejar el pasado atrás y permitir que el futuro me sorprenda. Pero
no sé, siento como si una mano negra y pesada me detuviera por los tobillos. No
consigo dar con la respuesta correcta, aun por mucho que me esfuerce. Quiero
ser feliz, no hay nada que deseé más que encontrar mi felicidad, pero esa felicidad
parece esquivarme cada vez que estoy a punto de atraparla.
Ojala pudiera tener la capacidad de olvidar todos los problemas de mi pasado.
Quisiera empezar desde cero y ver qué es lo que me tiene preparado el destino,
las maravillas del futuro. Pero entonces al cerrar los ojos, es inevitable que las
mismas preguntas de siempre aparezcan frente a mí. ¿De verdad en ese futuro
está Ethan a mi lado? ¿Y si se cansa él de mí? ¿Qué pasaría si después de años
Ethan decide que yo no soy lo suficiente para él? No sé si pueda volver a confiar.
Tengo el corazón tan lastimado, que no puedo confiar tan fácilmente.
Suspiro. El miedo amenaza por aparecer de nuevo en mi vida.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
189
Sara Liza
Acaricio la superficie del cristal de la ventana, dibujando el reflejo de mi rostro
con mi dedo pulgar. Afuera las gotas de lluvia comienzan a condensarse y caer
sobre la vida caótica de la gran ciudad. La frescura del vidrio y la brisa que entra
por la ventana erizan los vellos de mi cuerpo. Miro el paisaje frente a mí. La luz
artificial del cableado eléctrico desaparece detrás de la cortina de lluvia que cae
copiosamente. Distraído, bajo la mirada hasta la copa de champagne que tengo
en la mano. Escucho a Vanessa hablar a mi espalda pero no presto atención a lo
que me está diciendo. Doy un sorbo a la bebida. El líquido dorado y burbujeante
baja por mi garganta, dejándome con un ligero picor en la boca. Agito la copa. El
champagne se mueve en pequeños círculos.
—Lucas ¿Cómo me veo?
La lluvia es cada vez más densa. Cierro la ventana de golpe.
—Lucas… ¿me estás escuchando?
Vanessa pone una mano sobre mis hombros.
—¿Lucas?
Giro al escuchar su voz.
—¿Disculpa?
—¿Todo en orden Lucas? —pregunta con una leve sonrisa.
—Lo siento es que estaba un poco distraído.
—Eso pude notarlo —se ríe—. No escuchabas nada de lo que decía.
—Lo siento. ¿Qué me preguntabas?
—Que si como me veo —dice ella girando su cuerpo y sonriéndome.
Vaya que es hermosa. Luce un fino y delicado vestido rojo corte princesa, con
el escote en forma de corazón y una cascada de volantes. Tiene el cabello rubio
recogido en una simple pero muy elegante coleta. Un collar de diamantes rodea su
cuello a juego con los aretes que también son de diamante. Me sonríe. Camino
hasta ella y la tomo de la mano. Gira su cuerpo con la gracia de una bailarina de
ballet. El vestido se levanta y cae delicadamente. Silbo en aprobación. Vanessa se
ruboriza. Es la primera vez que la veo ruborizarse en la vida.
—¡Espectacular! —aplaudo.
—¿De verdad lo crees? —pregunta sentándose en la cama.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
190
Sara Liza
—¡Por supuesto! —aseguro—. No lo digo porque sea tu amigo y sienta una
obligación contigo Vanessa. De verdad estás hermosa. Créeme que si fuera hete-
rosexual estoy seguro que ahora mismo te robaba para casarme contigo. Es que
mírate mujer… ¡eres preciosa!
Sonríe. Se lleva ambas manos a la cara.
—Lástima que esta preciosura ya tiene dueño —responde con su habitual
sentido del humor—. Aunque mi querido amigo, tú no te quedas nada atrás. Estás
muy guapo Lucas. Sé que romperás muchos corazones esta noche.
—Eso espero amiga, eso espero —ambos reímos.
De pronto la sonrisa en su cara desaparece. Una sombra de preocupación
aparece en su rostro, agacha la mirada, se retuerce las manos. Dejo la copa de
champagne sobre el buró junto al espejo de cuerpo entero. Me siento a su lado en
la cama y le sonrío. Intento tranquilizarla, está preocupada. Cualquier persona lo
estaría en su situación.
—Estoy seguro que impresionarás a Drew con tu belleza.
—¿De verdad lo crees? —su voz es casi un susurro.
—Solo un idiota pensaría lo contrario.
Suspira. Sus hombros tensos y sus manos entre sus piernas.
—Estoy muy nerviosa Lucas —dice mirándome a los ojos.
—¿Por qué estarlo? —Pregunto— Drew ya te dio el anillo. Tú ya le dijiste que
sí. Esta cena es solo una mera formalidad, una tradición. Piénsalo de esta mane-
ra, esta noche es solo para compartir un poco de su felicidad con todos sus ami-
gos y familiares. Con todos los que los queremos.
—Es solo que… tengo miedo de que algo malo vaya a pasar.
—¿Algo malo? ¿Cómo qué?
—No lo sé —suspira—, algo. Cualquier cosa.
—Vanessa —la abrazo—. Tienes que tranquilizarte un poco. Te prometo que
nada malo pasará esta noche. Eso te lo puedo asegurar. Vas a sonreír, disfrutar
de tu velada, bailar hasta que te canses y porque no, si lo quieres, también embo-
rracharte. Esta es la noche de ustedes dos. Siempre que tengas a Drew de tu la-
do, ten por seguro que nada malo pasará.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
191
Sara Liza
Una lágrima resbala por sus mejillas.
—¿Qué haría yo sin ti Lucas?
—Estar de amargada posiblemente.
Ambos sonreímos.
—¡Que estúpido eres Lucas!
—Pero así me quieres.
—Demasiado —dice ella.
Se levanta. Alisa su vestido y camina hasta el baño. Desde mi lugar observo
como se arregla de nuevo el maquillaje. Reviso mi celular, son las nueve de la no-
che. Los padres de Vanessa nos esperan afuera junto con María. Su mamá gol-
pea la puerta. Le tiendo la mano y ella la toma. Es muy tarde ya. Drew y los demás
nos esperan en el restaurante.
—¿Lista?
—Preparada Lucas. Porque yo nací lista —chasquea los dedos.
—Bien dicho Vanessa… bien dicho.
Salimos de su habitación. Sus padres nos esperan en la sala con una sonrisa
fingida. María sentada junto a ellos con las piernas cruzadas y una copa de vino
en las manos. Recuero la primera vez que los conocí. Su actitud déspota y ego-
céntrica fueron suficientes como para desear jamás volver a verlos. La verdad es
que nunca he comprendido del todo su actitud. Parecen no estar conformes con
nada. Tienen todo el dinero del mundo y a una hija espectacular. Una mujer que
ha sabido aprovechar las oportunidades que se le han presentado en la vida, al-
guien de la que sentirse orgullosa. Pero para ellos eso no parece ser suficiente.
—Es tarde —dice su madre con la voz seca y pastosa.
—Lo lamento es solo que… es solo que… estaba nerviosa.
—¿Nerviosa? —su padre pregunta alzando las cejas. Dios como odio a este
tipo— ¿Y porque lo estarías? ¿No deseabas tanto casarte con ese tipo? Práctica-
mente terminaste peleándote con nosotros.
—Ahora no papá, por favor.
—Sigo sin entender cómo es posible que digas amarlo. Él no es…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
192
Sara Liza
—¿Rico? ¿Poderoso? ¿Exitoso como ustedes? —interrumpe Vanessa alzan-
do la voz. Le acaricio la palma de la mano— Lo amo y eso es lo importante.
—El amor está tan sobrevalorado —dice su madre ligeramente ebria.
—Por Dios mamá…
—¿Crees tú que yo me casé amando a tu padre?
—No lo hicimos —responde él—, pero sabíamos que era lo mejor para nues-
tras familias. Hay veces en las que se tiene que sacrificar algo, para ganar algo
mucho mejor. Lástima que no lo puedas entender hija.
Aprieta con rabia mi mano. Su respiración aumenta. Está a punto de gritar. La
tensión entre los cincos aumenta. María desde su lugar carraspea. Se pone de
pie, dejando la copa de vino tinto sobre la mesa de cristal en el centro, camina
hasta nosotros. Ella y Vanessa se conocieron el mismo día de mi graduación, in-
mediatamente después se volvieron grandes amigas. Acaricia los hombros desnu-
dos de Vanessa, guiñándole un ojo. Poco a poco noto como la respiración de mi
amiga regresa a la normalidad. Siempre que sus padres la visitan en la ciudad,
terminan teniendo discusiones estúpidas como esta.
—Tomaste la decisión correcta Vanessa. No dejes que nadie diga lo contrario.
—¿La decisión correcta dices? —su madre se tambalea por la sala. Richard a
su derecha la toma por el antebrazo— ¿Casarse con un simple doctor, que jamás
estará a nuestra altura, que no le dará la vida que merece, esa es la decisión co-
rrecta? En qué clase de mundo viven. Esa para nada es la decisión correcta. En
cambio si hubiera aceptado comprometerse con el hijo de los Reed, nada de esto
estuviera pasando.
—¡Mamá! —grita Vanessa al punto del llanto.
—Katia no es el momento.
—La verdad es Katia —dice María retándola a los ojos—, que el dinero no lo
es todo en la vida. Y menos cuando no tienes amor, especialmente el amor propio.
Solo dime algo ¿De qué te puede servir el dinero si eres una víbora seca y podrida
como tú… espero que comprendas?
Ahora sé porque María se ha ganado la reputación que tiene.
—Que se podría esperar de alguien de su clase.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
193
Sara Liza
—¿De mi clase? —Cruza los brazos— ¿Qué clase es esa?
—Usted y Lucas son lo mismo —dice apuntándonos con la copa—. Vanessa
cambió mucho desde el día en el que los conoció. Antes era una dulce jovencita,
alguien que brillaba al entrar a una habitación. Una joven con modales y educada.
Ahora es… es.
—Una mujer fuerte —responde María— alguien que ha sabido enfrentarse a la
vida y salir victoriosa. Alguien que se ha atrevido a luchar por lo que desea, por
sus sueños y sobre todo sus ideales. Pero claro Katia tú que vas a saber de eso.
—María… por favor —digo casi en un susurro.
—No es el momento de discusiones.
—Ella fue la que comenzó con todo esto —dice Katia— ¿Qué se puede espe-
rar de alguien así?
—Solo lo mejor querida —chasquea los dedos y agita su cabello—, solo lo
mejor…
Vanessa a mi derecha contiene la risa.
—Es muy tarde ya —interrumpo tratando de aligerar la situación—. Se deben
estar preguntando porque no llegamos a la cena. Será mejor que nos vayamos de
una vez. No podemos hacerlos esperar por más tiempo.
—Él tiene razón —dice Richard a mi espalda—. No es de buena educación
hacer esperar a nuestros invitados. La noche nos espera.
Tomo a Vanessa de la mano. Salimos todos de su departamento. Los cinco
bajamos en completo silencio por el elevador. La atmosfera se enturbia de golpe.
Nadie habla, nadie dice nada. Mis manos sudan y mi cuerpo tiembla. María a mi
izquierda con la mirada fija en las puertas de metal. Vanessa a mi derecha intenta
sonreír, pero esa sonrisa desaparece de ponto. Es lo más incómodo que he tenido
que presenciar. Debe ser difícil para ella. Amo a Vanessa con todas mis fuerzas.
Más que una amiga es como la hermana que nunca pude tener. Me da tanta tris-
teza saber que tiene como padres a dos víboras que parecen no preocuparse en
lo absoluto por ella.
Las puertas metálicas del ascensor se abren con un leve chirrido. Los cinco
salimos del cubículo pasando frente a la recepción. Detrás del escritorio de made-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
194
Sara Liza
ra esta un tipo regordete, de cara pálida y pecas en sus mejillas. Esta devorando
una hamburguesa y una soda grande. Nos saluda con la cabeza al vernos pasar.
La lluvia cae copiosamente afuera. Abro el paraguas negro que tomé de mi depar-
tamento. María y Vanessa se apretujan junto a mí. Los tres bajamos los escalones
de la puerta principal. Enfrente nos espera un chofer que nos abre las puertas de
un nuevo y reluciente Rolls Royce negro.
Levanto las cejas en admiración.
—¿Rolls Royce? —pregunto a Vanessa. Ésta solo suspira.
—Papá insistió —dice—. Una Cooke no puede llegar en cualquier cosa a su
cena de compromiso. ¡Solo lo mejor para su pequeña! Tenemos que demostrar
que somos una de las familias más ricas del país.
—Impresionante.
—Sí, bueno… no lo es tanto la verdad.
Subimos los tres al automóvil. Desde mi asiento junto a la ventana, puedo ver
como los padres de Vanessa entran a otro Rolls Royce estacionado justo detrás.
Creo que cuando eres dueño de una importante empresa automotriz, te puedes
dar este tipo de lujos sin ningún problema. El coche comienza su marcha. María
está sentada enfrente a nosotros. Vanessa mira en silencio por la ventana. Está
más seria de lo normal. Creo que le afectó la discusión con sus padres. Sigo sin
entender ¿Cómo es que son tan egoístas como para no estar alegres por la felici-
dad de su propia hija? Es increíble.
—Bueno amiga ¿y estas emocionada?
—¿La verdad?
—Si —respondemos María y yo al unísono.
—¡Demasiado! Es increíble. ¡Me voy a casar!
—Buen técnicamente aún no —digo sonriéndole—, pero sé a lo que te refie-
res. Drew es un buen tipo, sé que te hará feliz. En caso de que te llegue a lastimar
sabes que aquí está un hombre que puede defenderte.
—No creo que el chofer quiera defenderme si algo pasa Lucas —dice Vanes-
sa jugando conmigo— pero podemos intentar pedírselo a ver si acepta.
—¡Vanessa!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
195
Sara Liza
Los tres nos soltamos a carcajadas.
Al menos Vanessa está un poco más relajada.

Para la familia Cooke, mucho paree nunca ser suficiente.


Construido alrededor del año 1878 por los hermanos Robert y John Plaza. El
hotel que lleva su apellido es uno de los edificios más antiguos de toda la ciudad.
Al mismo tiempo uno de los más elegantes y representativos. De 20 pisos de alto
y más de 84 metros de altura. Inspirado por los castillos renacentistas, tiene cierto
aire aristocrático y palaciego. Es como si estuvieras entrando por las puertas a
uno de los últimos vestigios de las edades de reyes y reinas. Cuenta con cinco
restaurantes exclusivos y de cinco estrellas. Así como tres salas para eventos y
más de trecientas habitaciones. Hotel donde se han filmado un sinnúmero de im-
portantes películas modernas y de antaño. Parte esencial de ese atractivo turísti-
co. Su cara principal da al parque central y sus costados a dos de las más impor-
tantes avenidas en toda la ciudad.
—¿No dijiste que iba a ser algo pequeño? —pregunto mirando la magnitud del
edificio que se alza frente a mí.
—Eso era lo que Drew y yo queríamos —responde—, pero papá y mamá pu-
sieron como condición para poder asistir, que la cena fuera en este hotel y bajo
sus propios términos. No podía negarme. Los quiero demasiado, aun cuando sean
tan egocéntricos como para pensar solo en ellos.
—Lo lamento.
—Descuida, he aprendido a ver su amor detrás de esas mascaras.
—Si es así para la cena de compromiso —interrumpe María—. No quiero ni
imaginar lo que tendrán pensado para el día de tu boda.
Los tres bajamos del vehículo. Un mar de flashazos nos ciegan por un mo-
mento. Me siento tal como una importante e influyente estrella de cine. No dudo en
lo más mínimo que los papás de Vanessa se hayan encargado de anunciar el
compromiso de su pequeña hija a toda la prensa de la ciudad. Varios mayordomos
aparecen a nuestro lado, nos sonríen y con paraguas en mano nos encaminan

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
196
Sara Liza
hasta las puertas de cristal. Dos hombres con trajes impecables y sombreros de
copa nos dan la bienvenida con una inclinación de cabeza.
El hotel es impresionante. Ya había tenido la oportunidad de conocerlo antes
por dentro. Pero ahora siento su atmósfera más intensa, más fina y delicada. Los
tres somos conducidos por unas escalinatas hasta un largo pasillo. Al fondo unas
puertas dobles de madera que dan al salón donde se realizará la pequeña cena
familiar. Por un segundo me quedo anonadado por la vista frente a mí. Vanessa
aprieta mi mano, está nerviosa. De techos abovedados y lámparas de cristal. Pi-
sos de mármol y paredes color crema. Mesas con manteles blancos y servilletas
grises. Velas decorativas. Un mar de personas desconocidas que aplauden al ver-
la entrar. Una pista de baile en el centro y una tarima con músicos que amenizan
la velada. Me pregunto cómo pudieron organizar todo con tanta rapidez.
—Te ves hermosa.
Drew aparece de pronto frente a nosotros. Viste un sencillo traje negro, una
camisa blanca y una corbata negra. Tiene el cabello alborotado. Sus ojos brillan
con cierta intensidad al ver a su futura mujer. Vanessa suelta mi mano y toma la
que le tiende su amado. Ambos sonríen al verse, al tocarse, al sentirse. Drew sube
los escalones que los separan, la toma por la cintura y con orgullo la besa inten-
samente en los labios. Todos comienzan a aplaudir. Solo Richard y Katia los miran
con desaprobación.
—Tú también te ves muy bien —responde Vanessa.
—¿Nerviosa?
—Ahora no —contesta ella.
Estoy tan orgulloso de ambos. Hacen una estupenda pareja.
—¿Listo?
—Hagámoslo.
Bajamos las escaleras. Drew y Vanessa tomados de la mano caminan hasta el
centro de la pista de baile donde los esperan Richard y Katia. La tradición dicta
que Drew tiene que pedir la mano de Vanessa a toda su familia. Si el padre de la
novia da su consentimiento, la boda se celebrará cuanto antes. Si la respuesta es

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
197
Sara Liza
negativa pues… solo queda que ambos huyan y vivan su amor lejos de toda mal-
dad que pueda aparecer en sus vidas.
—Señor y señora Cooke—dice Drew inclinando la cabeza.
—Drew.
La mirada de Richard es dura. Todos los miran con expectación.
—Vengo ante ustedes esta noche especial para pedir su consentimiento de
tomar a su hija como mi esposa—Dice Drew sin bajar la mirada ante ambos—. Tal
vez no tenga el dinero ni el poder que ustedes tienen. Tal vez no pueda darle la
vida que su hija merece. Pero me comprometo a darle algo mucho más importante
y valioso… mi amor eterno, mi devoción por ella. Es Vanessa la razón de mis días.
Por quien me levanto en las mañanas, la última persona en la que pienso en las
noches. Trabajo con esfuerzo solo para hacerla sentir orgullosa de mí. Daría mi
vida entera por verla feliz. Es su hija señor y señora Cooke, mi vida entera. Nada
me haría más feliz que ustedes compartieran mi dicha y me permitieran desposar-
la. Pero si ese no es el caso, quiero que sepan que Vanessa y yo escaparemos y
nos casaremos en secreto. Nuestro amor es lo más importante para ambos.
Tiemblo al escuchar sus palabras. El silencio se hace presente.
Vanessa toma a Drew por la mano. Está nerviosa. La mirada de sus padres lo
dice todo, están furiosos por ese atrevimiento. Todos los presentes sonríen, espe-
ran una respuesta afirmativa. Richard y Katia se miran el uno al otro. En el fondo
saben que no pueden negarse a la petición, si así lo hicieran quedarían mal ante
esa misma sociedad que tanto se han esforzado por impresionar.
—No es necesario hijo —responde Richard clavando su mirada de odio en la
de Drew—. Tienes nuestro permiso y bendición para desposar a nuestra hija.
—Nada nos haría más felices que verla junto a ti —dice Katia.
Me río de su hipocresía. Todo sea por quedar bien ante la sociedad.
Ambos sonríen al tener su aprobación. El sonido de las copas repicar es señal
de que todos piden un beso. Los padres de Vanessa se retiran con una expresión
seria en sus caras. Luces en el techo iluminan a la pareja. Los músicos comienzan
a tocar Thinking Out Loud de Ed Sheridan. La pista de baile se despeja. Drew la

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
198
Sara Liza
toma de nuevo por la cintura y la besa con pasión. Todos aplaudimos de alegría.
Estoy tan feliz por ellos, por su felicidad, por su amor.
—Así será nuestra boda.
Un escalofrío recorre mi espalda al escuchar su voz.
—¿Ethan? —Pregunto al verlo— ¿Qué haces aquí?
Dios… que guapo esta.
Viste un sencillo traje negro, una camisa blanca desabotonada y la corbata
desabrochada que cuelga a ambos lados de su pecho. Tiene el cabello peinado
para atrás. Una barba de tres días que enmarca su mandíbula. Sus ojos verdes
me miran con cariño, casi como si fuera amor. Levanto mi mano pero la detengo
antes de que pueda tocar su piel. ¡Joder! Nunca antes había sentido la necesidad
de acariciar esa barba, esa piel y besar esos labios. ¡Compórtate Lucas! Tienes
que recordar lo que te hizo. Solo está jugando contigo y con tus emociones.
—Necesitaba verte cariño.
—¿Verme? —Pregunto cruzándome de brazos— ¿Para qué exactamente?
—Para poder explicarte porque tengo yo tu diario.
—Déjame adivinar —contesto—. Para jugar conmigo. Eso ya lo sabía Ethan.
Eres un maldito manipulador que solo quiere divertirse con las personas. Créeme,
no tenías que venir hasta acá e interrumpir una noche especial como esta para
poder decírmelo.
—Por favor Lucas —suplica—, déjame explicártelo.
—Sabes qué. No hace falta que lo hagas. No quiero ninguna explicación.
—¿Eso es todo? —Pregunta sujetándome por el brazo—, ¿Vas a tirar nuestro
amor a la basura por un estúpido mal entendido?
—¿Nuestro amor? —Digo con sarcasmo—. No Ethan te equivocas. No existe
algo como ―nuestro amor‖. Nunca ha existido, la verdad.
—¿Seguro?
—Completamente —respondo mirándolo a los ojos.
Nuestros cuerpos a centímetros uno del otro.
—Lo dudo mucho —dice tomándome por el brazo y arrinconándome contra
una pared—. Estabas excitado cuando por poco te beso y te tomo en mi departa-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
199
Sara Liza
mento. Querías ese beso, querías que te hiciera el amor, lo deseabas, podía no-
tarlo, podía olerlo en tu cuerpo.
—¡Eres un imbécil Ethan Cormack! —lo arrempujo con fuerza.
—Pero un imbécil que te ama —dice él.
—Déjate de estupideces y dime de una vez ¡¿Qué es lo que quieres de mí?!
—¡Recuperarte! —Gruñe— ¿es muy complicado de entender?
—Entiéndelo de una vez Ethan —digo mirándolo a los ojos— no puedes recu-
perar lo que nunca fue tuyo.
Comenzamos a llamar la atención. María sube las escaleras a toda prisa. Está
furiosa, su mirada clavada en los dos. Vanessa y Drew desde la pista de baila nos
observan con curiosidad. La música ha terminado. Ethan presiona su cuerpo con-
tra el mío. Puedo notar un ligero aroma a tequila en él. Está borracho. Lo intento
alejar de mí, pero sus brazos me lo impiden. Es como intentar mover una pared de
ladrillos. Me abraza por la cintura, su mano derecha acariciando mi cuello. Intenta
besarme pero no se lo permito. Giro mi cabeza. Sus labrios acarician mis orejas.
—¿Por qué me lo haces tan difícil Lucas?
—¿De qué hablas?
—¿Cómo puedo demostrarte lo mucho que te amo?
Una mano huesuda y negra quita a Ethan de un solo movimiento.
Tropieza pero se detiene sujetándose en el pasamanos de las escaleras.
—Ahora no es el momento de hacer estas escenas.
—María yo solo… necesito que me escuche.
—Será mejor que te vayas de aquí Ethan —lo señala—. ¡Ahora!
—¡No! —responde él mirándome a los ojos—, necesito hablar con Lucas.
—Este no es el momento para hacerlo —respondo.
—¿Entonces cuando Lucas? —camina hasta mí. María se interpone entre los
dos—. ¡¿Cuándo?! ¿Cuándo me vas a permitir demostrarte lo arrepentido que es-
toy por lo que hice? ¿Cuándo podrás entender que lo que siento por ti es sincero?
Por favor Lucas… entiéndelo. Te amo demasiado que me quema por dentro. Ya
no puedo dormir, no puedo pensar. Me duele respirar si no estás junto a mí. Te
necesito a mi lado, entre mis brazos, antes de dormir y al despertar. Déjame de-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
200
Sara Liza
mostrarte lo mucho que he cambiado por ti. Ya no soy el mismo Ethan de antes.
He cambiado, lo he hecho pensando en ti. Por favor Lucas… solo cree en mí.
Suspiro. Mis ojos arden. Quiero llorar.
—¿Por qué no puedes dejarme en paz Ethan?
Me arrincona de nuevo contra la pared. Sus manos a ambos lados de mi ros-
tro. Está llorando. María intenta apartarlo pero Ethan la arrempuja a un lado con
suma felicidad. Su aliento acaricia mi piel. Sus manos se entierran en mi cabello.
Presiona su rostro contra mi cuello. Solloza. Lágrimas caen por sus mejillas. Tiene
los ojos rojos y los labios entre abiertos. Me susurra.
—Porque te amo demasiado.
—No puedo —digo—. No puedo… no puedo creer nada de lo que me dices.
Lo arrempujo con violencia.
Limpia sus lágrimas con la manga del saco. Sus ojos verdes me miran con
tristeza.
—Está bien Lucas lo entiendo —dice—. Entiendo que no puedas creer nada
de lo que te digo. Te lastimé demasiado en el pasado, fui un completo imbécil con-
tigo. Solo dame una oportunidad, una última oportunidad para demostrártelo.
Todos nos observan en silencio. Mis manos tiemblan por la vergüenza. Va-
nessa y Drew suben por las escaleras. No puedo, no puedo verlos a la cara ahora.
Me siento tan avergonzado, tan humillado. Esta se suponía que sería la noche
más especial de su vida, la noche de Drew y Vanessa. En cambio aquí estamos,
Ethan y yo, haciendo una estúpida escena. Discutiendo enfrente de todos. Vanes-
sa me abraza con fuerza, Drew acaricia mis hombros.
—Lo lamento —susurro—, no quería arruinar su noche.
—Descuida cariño, no tienes por qué lamentar nada.
Ethan baja por las escaleras. Camina hasta la tarima de los músicos. Drew lo
intenta detener pero este se escabulle por un lado. Las personas se abren a su
paso. El mormullo comienza a escucharse. Todos me miran, me apuntan con el
dedo, me señalan y murmuran. Soy de nuevo el Lucas del instituto, ese Lucas al
que todos humillaban, del que todos se burlaban. Entierro mi cabeza en el cuello
de Vanessa. Me siento tan mal.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
201
Sara Liza
—Hace nueve años —la voz de Ethan resuena por los altavoces—, lastimé a
la persona más importante en mi vida. Fui un completo idiota, un imbécil que no
supo apreciar el regalo más hermoso que la vida pudo poner en mi camino.
Está de pie en el escenario, con una guitarra en sus manos.
—Merezco todo el dolor del mundo —dice con la voz entre cortada—. Te las-
timé Lucas y no sabes lo mucho que me arrepiento por ello. Es por eso que he
decidido cantarte esta canción, para que comprendas lo mucho que lo lamento,
que me arrepiento de haberte lastimado de esa manera.
María y Vanessa me abrazan con fuerza.
Mis manos tiemblan.
—Te amo cariño… sin ti estoy tocando fondo.
Ethan toma la guitarra y comienza a cantar.
—Pasa la angustia tan cerca de mí, cuando de aquí te alejas. Sé que el in-
somnio sigue por ahí, esperando que intente dormir. Me he quedado solo y así no
planeaba vivir. Me he quedado solo y sin ti, es tan fácil volverse loco.
¿Es que cómo puedo hacer para olvidar todo mi pasado? ¿Cómo puedo em-
pezar de cero, cuando al cerrar los ojos todas esas pesadillas regresan a mí?
¿Cómo podría arriesgarme a vivir un amor si en cualquier momento Ethan podría
cansarse de mí? ¿Y si todo esto es solo un juego de su parte? ¿Y si no soy lo su-
ficiente para él? ¿Y si solo se está burlando de mí? ¿Qué pasaría si me vuelve a
lastimar? Sé que no podría volver a recuperarme, no de un golpe como ese. Es
por eso que tengo tanto miedo, tengo miedo de que todo esto no sea más que una
mentira. No podría sobrevivir.
—Estoy tocando fondo, me niego a estar sin ti. Te tengo que recuperar o de
una vez dejarte ir. Estoy tocando fondo, me duele hablar de ti. No quiero disimular
el resto de mi vida…
Ethan me observa desde el escenario. Mi respiración aumenta. Tiemblo.
—Vuelve la angustia a hablarme de ti cuando de aquí te alejas. Sé que el in-
somnio sigue por ahí, esperando a que intente dormir. Me he quedado solo y así
no planeaba vivir. Me he quedado solo y sin ti es tan fácil volverse loco. Estoy to-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
202
Sara Liza
cando fondo, me niego a estar sin ti. Te tengo que recuperar o de una vez dejarte
ir. Estoy tocando fondo, me duele hablar de ti…
Vanessa acaricia mis hombros. María a mi derecha me sonríe tímidamente.
Ethan clava su mirada en la mía. Mi corazón late apresurado. Mis manos tiemblan
por el nerviosismo. Limpio con el dorso de mi mano las lágrimas que caen de mis
ojos. No sé qué hacer ahora. Estoy tan confundido. Parece tan sincero, tan hones-
to. La voz de María aparece en mi cabeza. En mí está la decisión de arriesgarme
a las sorpresas del futuro o vivir eternamente atrapado en el pasado. Respiro len-
tamente. Tengo que tomar una decisión que cambiará para siempre el rumbo de
mi vida. Es ahora o nunca.
—De verdad lo lamenta Lucas —dice Drew a mi lado—. Ethan ha estado su-
friendo todo este tiempo sin ti. Tienes que creerme.
—¿Ethan? —Pregunto sorprendido— ¿Acaso lo conoces?
—Sí —responde Drew soltando el aire—. Es mi primo.
Mi cuerpo se paraliza al escuchar eso. Drew y Vanessa me miran con tristeza.
—¿Cómo dices?
—Cuando te fuiste de la manada —contesta—, Ethan me pidió que cuidara de
ti. Que me hiciera tu amigo. Tenía miedo de que algo malo pudiera pasarte. Nunca
dejó de preocuparse por ti, por tu seguridad. Siempre que tenía la oportunidad ve-
nía a la ciudad para verte, pasar saber que estabas bien. Tienes que creerme
cuando te lo digo. Él te ama Lucas, Ethan te ama. Nunca ha dejado de hacerlo.
—No… no… esto no es verdad.
—¿Lucas cariño que ocurre? —dice Ethan a mi espalda.
Esto no puede ser verdad. No Dios por favor no. No puede ser verdad. No mi
primer amigo, no la persona que más me ha ayudado en la vida. No Drew que
siempre me apoyó en todo, que siempre me ayudó cuando tenía la necesidad. No
Drew, no él el que consiguió que la universidad aceptara realizarme el examen
para entrar a la facultad de enfermería. No por favor… que no sea verdad.
Todos me observan preocupados. Ethan intenta tocarme pero no lo permito.
—¡Eres un maldito hijo de perra Ethan Cormack!

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
203
Sara Liza
Lo arrempujo con fuerza. Salgo del salón. Escucho un coro de voces que gri-
tan a mi espalda. Me siento traicionado, humillado. Esto no puede ser verdad. Mi
libertad, eso por lo que tanto luché, solo fue una mera ilusión. Ethan controlaba
mis pasos, cada uno de los que daba en este camino. Nunca fui fuerte, nunca lo-
gré nada, Ethan estaba detrás todo el tiempo. Corro por el pasillo, bajo las escale-
ras. Choco contra una pareja que va entrando en ese momento al hotel. Me dis-
culpo rápidamente y salgo a la calle. La lluvia cae densamente sobre mi cuerpo.
Estoy temblando. Escucho una voz a mi espalda pero no respondo, en cambio
sigo corriendo. Las gotas de agua chocan contra mi cara. Me falta la respiración.
—¡Lo lamento, lo lamento, lo lamento! —Ethan me abraza por la espalda, me
habla al oído— ¡Lo lamento, lo lamento, lo lamento, lo lamento, lo lamento, lo la-
mento! Por favor Lucas tienes que perdonarme. Era por tu propio bien.
—¡Suéltame!
Ethan me sujeta más fuertemente. La lluvia cae sobre nuestros cuerpos.
—¡Por favor Lucas fui un idiota! ¡Por favor perdóname!
Comienzo a llorar. El dolor me quema por dentro.
—¡Déjame en paz! —me zafo de su agarre.
Cierro mi mano en un puño y lo golpeo en la cara. Un pequeño rio de sangre
sale de su nariz.
—Lucas… cariño por favor…
—¡Eres un maldito Ethan! ¡¿Cómo pudiste?!
—Era por tu propio bien cariño —dice tratando de abrazarme de nuevo.
—¡No me toques!
—Lucas… —llora—, por favor…
—¡Te odio Ethan Cormack!
Agacha la mirada. Cierra los ojos. Está llorando.
—Lo entiendo Lucas —dice con la voz entre cortada—, no voy a molestarte
más. No te mereces que esté lastimándote con mis suplicas. Tan solo espero que
puedas encontrar a la persona que te haga realmente feliz, a alguien que pueda
amarte tanto como yo lo hago. No vas a volver a saber nada de mí, eso te lo pue-
do asegurar. Solo… yo solo quiero que tú seas feliz y si no es conmigo esa felici-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
204
Sara Liza
dad, entonces yo no me voy a interponer. Te amo demasiado Lucas. Si tengo que
vivir en un infierno durante el resto de mi vida solo para que tú puedas ser feliz, lo
voy a hacer. No dudes de eso.
Ethan en silencio se aleja de mí. Camina por la acera con los hombros caídos
y la cabeza agachada. Mi corazón late apresuradamente. Siento una fuerte opre-
sión en el pecho. Una parte de mí quiere salir corriendo detrás de él y detenerlo.
Pero otra, más fuerte y siniestra me impide hacerlo. Es la misma mano negra y
huesuda que me detiene por los tobillos. No sé qué hacer estoy tan confundido.
Respiro profundamente, cierro los ojos. Pido al cielo una señal, algo, cualquier
cosa que pueda iluminar mi camino. Siento como el agua cae por todo mi cuerpo,
empapando mi ropa y pegando los meches de cabello a mis mejillas. De pronto
escucho las palabras de María en mi cabeza, tan claras y profundas.
—Solo quiero que te preguntes por un segundo antes de tomar una decisión
de la que podrías arrepentirte toda tu vida. ¿Qué es lo que va a tener más peso en
tu corazón? Toda la oscuridad del pasado, todo el dolor por el que pasaste, las
humillaciones y los desprecios. O el brillo del futuro, con la felicidad que puede
estar esperando por ti…
Ahora lo entiendo. Todo es tan claro.
—¡Ethan! —grito, corriendo detrás de él.
—¿Lucas?
Sonrío.
Ya no puedo negarlo más. Lo amo, amo a Ethan con todo mi corazón.
Me veo en cámara lenta caminando hasta él. Sus ojos brillan anhelantes, es-
peranzados. Me detengo a centímetros de su cuerpo. Ethan agacha la mirada, me
observa suplicante, temeroso de que en cualquier momento se pueda romper el
hechizo entre ambos. Una lágrima resbala por su mejilla. Levanto ambas manos y
lo acaricio. Enredo mis dedos entre los rizos de sus cabellos húmedos por la lluvia.
Rozo con mi pulgar sus mejillas, el perfil de su nariz, sus parpados cerrados, toco
su barba áspera deleitándome con la sensación. Dibujo con mis dedos el contorno
de sus labios. La lluvia cae sobre nosotros. Sus ojos verdes clavados en los míos.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
205
Sara Liza
Ethan me toma por la cintura, aferrándome más a su cuerpo. Pega mi frente
contra la suya. Nos miramos en completo silencio, anhelantes, deseosos de per-
dernos en un beso apasionado. Su aliento acaricia mi piel desnuda. Su mano de-
recha se aferra a mi espalda, su izquierda acaricia mi mejilla. Presiona lentamente
sus labios contra los míos. Cierro los ojos, perdiéndome en la sensación de ser
besado por primera vez. Es un beso dulce, tierno y tímido. No fuerza su entrada,
espera paciente hasta que abro los labios y lo dejo entrar. Nuestras lenguas se
acarician una a la otra, lentamente, dulcemente.
Mi corazón late apresuradamente.
Ethan sabe a fresas, a chocolate, a menta y a lluvia. Aspiro su aroma, su
esencia que se mezcla con la mía. Sus manos aferrándose a mi cuerpo con de-
sesperación, como si temiera que en cualquier momento fuera a escapar de él. El
beso sube en intensidad. Mis mejillas arden, mi cuerpo reacciona a su calor. Lo
tomo por los cabellos, profundizando más en las caricias. Se siente tan bien, tan
correcto ser besado de esta manera. Es mi primer beso. Mi más grande sueño, mi
más grande fantasía se está cumpliendo tal cual lo imaginé. Ethan separa lenta-
mente sus labios de los míos. Respiramos jadeantemente. Roza con sus manos
mis mejillas. Muerde con delicadeza mi labio inferior. Vuelve a besarme, esta vez
con más fuerza, con más deseo e intensidad. Devora mi boca con la suya.
Mi cuerpo arde, el suyo también.
Nos miramos a los ojos. Queremos unirnos más, ser un solo ser.
Dejo caer el saco húmedo al suelo. Ethan me mira con amor, con cariño y pa-
sión. Me veo al espejo frente a mi cama. Tengo las mejillas rojas y los labios hin-
chados. Ethan se quita la camisa blanca. Admiro su torso desnudo. Me recuesto
sobre la cama. No decimos nada. Dejamos que nuestros cuerpos hablen por noso-
tros.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
206
Sara Liza

Lucas.

—¿De verdad estás seguro de que quieres hacer esto cariño?


Ethan me observa a los ojos, suplicante. Un brillo deseoso y necesitado ilumi-
na esas perlas verdes. Le sonrío como respuesta. Acaricio con mi mano derecha
su barba tupida, sus labios rojos y gruesos. Jamás me había sentido tan seguro de

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
207
Sara Liza
algo en la vida. La verdad es que necesito tanto que Ethan me tome, me abrace,
me bese mientras me hace el amor por primera vez. Deseo poder sentir sus ma-
nos sobre mi cuerpo desnudo, su excitación enterrarse profundamente en mi inte-
rior. Quiero tanto despertar a su lado y entre sus brazos, completamente satisfe-
cho después de haberme entregado a él en cuerpo y alma.
Intenté engañarme todo este tiempo. Como estúpido me esforcé por enterrar
todos mis sentimientos. Ocultándolos en una recóndita y oscura parte de mi cora-
zón. Por un momento pensé en realidad haber logrado superarlo, haber olvidado a
esa parte de mi interior que residía en él. Que equivocado estaba. Nunca lo pude
olvidar, nunca lo dejé de amar, ni un solo segundo de mi vida. Entiendo que nos
hayamos lastimado mutuamente. Pero ahora sé que nadie tenía la culpa, tanto él
como yo éramos víctimas de una broma cruel del destino. Ya es tiempo de que
nos demos una oportunidad de ser felices, los dos.
Juntos al fin.
—Lo estoy Ethan —respondo.
—Lucas… —susurra a mi oído. Me pega a su cuerpo.
—Quiero entregarme a ti… quiero hacerlo.
Sus ojos verdes brillan con suma intensidad.
Dejo caer el saco húmedo al suelo de la habitación. Apoya su frente contra la
mía, nuestras bocas a centímetros una de la otra. Su aliento acaricia mi piel, es-
tremeciéndome por la sensación. Ethan me mira con amor, cariño, pasión y una
intensa necesidad de reclamar lo que siempre le perteneció. Porque de eso estoy
completamente seguro, siempre fui de él. Nunca habrá persona que pueda sepa-
rarnos. Somos dos partes de una misma alma, nuestro destino es estar juntos.
Me veo con curiosidad en el espejo frente a la cama. Tengo las mejillas rojas,
los labios hinchados y el cabello pegado a mi frente. Ambos estamos empapados
por la lluvia. Me acaricia con lentitud, presionando su cuerpo entero contra el mío.
Sus manos bajan por mi espalda, sus labios besando los míos. Aprieta con fuerza
mi culo, palmeándolo suavemente y masajeándolo en pequeños círculos. Sin dejar
de verme un solo segundo a los ojos, se arranca la camisa blanca con un solo
movimiento. Los botones negros salen desperdigados por todas direcciones. Me
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
208
Sara Liza
muerdo el labio inferior por el calor que me consume por dentro. Está semidesnu-
do y sudoroso.
—Dios… Ethan…
—Te amo tanto Lucas —susurra.
Jadeo.
Recorro con mis manos temblorosas cada uno de sus esculpidos músculos.
Entierro mis dedos en esa ligera capa de vello sobre su pecho, algo que siempre
me ha gustado de él. Sigo el sendero de vellos que se pierden por entre los plie-
gues de su ropa. Me recargo contra él. Escucho como su respiración aumenta y su
corazón late más rápidamente. Aspiro su esencia, una mezcla de sudor, colonia y
jabón. Con la punta de mi lengua sigo el contorno de su tatuaje en el pectoral de-
recho. Delineando las curvas y los patrones de la figura tribal. Muerdo con delica-
deza su pezón oscuro, que se endurece con el tacto. Ethan gime de placer, suje-
tándome por el cabello con fuerza. Sus manos a ambos lados de mi cadera. Nues-
tros cuerpos frotándose.
Nos miramos a los ojos. Veo como un fuego parece brillar en su mirada. Un in-
tenso y profundo calor que me quema, que me abrasa y me hace sentir vivo por
primera vez en mucho tiempo. Acaricia con el dorso de su mano mis mejillas, dibu-
jando el contorno de mis labios abiertos. Con hambre estampa su boca contra la
mía. Nos besamos durante minutos, desesperados por probar un poco más del
otro. Hasta que nos falta el aliento y tenemos que separar los labios. Suspiramos
por placer. Ethan me toma por la espalda, me presiona más a su cuerpo. El calor
entre los dos aumenta. Estamos deseosos de poder consumar por fin nuestro
amor. Quiero dejarme guiar por sus manos y caminar los dos juntos hasta el más
vigoroso e intenso éxtasis, perderme en la pasión de un orgasmo.
Me recuesta sobre la cama, Ethan sobre mí. Masajea con sus manos callosas
mi cuerpo a través de la tela de la ropa. Cierro los ojos, dejándome arrastrar por
las sensaciones de su cuerpo duro y tonificado sobre el mío. Su erección que se
roza contra la mía. De ser tocado y amado por primera vez en la vida. Ethan besa
mi cuello, deteniéndose unos segundos en el que creo que será el punto donde
llevaré su marca cuando todo esto termine. Nuestros cuerpos tiemblan por la de-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
209
Sara Liza
sesperación. Somos tal cual estúpidos adolescentes que experimentan por vez
primera el significado del amor, el sexo y la pasión.
Sus manos acarician mi cabello. Su boca desperdiga besos sobre la línea de
mi mandíbula y cuello. Con la punta de su lengua juega sobre mi manzana de
adán, dándole un ligero mordisco. Giro mi rostro a un lado, dándole más espacio
para recorrer y explorar cada rincón de mi piel desnuda. Me sujeta ambas manos
sobre mi cabeza. No opongo resistencia, permito que Ethan sea quien tome el
control. Es la manera que tengo para demostrar mi completa y absoluta sumisión
ante él. Sus manos bajan hasta mi pecho, apretando con la derecha mis pezones
sobre la tela de la camisa. Me aferro con fuerza a la almohada sobre mi cabeza.
Jadeo de placer.
—¿Te gusta eso cariño? —pregunta a mi oído, mordiéndolo delicadamente.
—Se… se siente… tan… bien.
—Perfecto.
Desabotona mi camisa. Suelta mis manos, jugando con la piel desnuda de mi
abdomen. Me permito acariciar la magnitud de su espalda ancha y sus hombros
marcados. Dibujando pequeños círculos sobre su piel ligeramente bronceada. En-
tierro mis manos en sus mechones de cabello, juntando más su cuerpo al mío, si
eso es tan siquiera posible. Ethan me mira con una sonrisa en su rostro. Sus ojos
verdes brillan con intensidad. Besa mi cuello, bajando lentamente hasta mi pecho.
Me arranca la camisa haciéndola girones .Su aliento me eriza la piel suave y sen-
sible alrededor de mis pezones rosados. Guiñándome un ojo y con su mirada car-
gada de lujuria, los devora uno a la vez. Cierro los ojos al sentir su aliento y en
como los muerde hasta que la piel se endurece y se hincha.
Dios… se siente tan bien ser tocado de esta manera.
Mi pene palpita al sentir la presión de su cuerpo sobre el mío. Se endurece
presionando la tela del pantalón. Sus manos recorren todo mi cuerpo, su lengua
lamiendo los músculos pocos definidos de mi pecho. Acaricio con las yemas de
mis dedos la piel tensa de su espalda. Ethan roza deliberadamente su erección
contra la mía, enviando olas de placer que recorren todo mi cuerpo. Aun no empe-
zamos y ya estoy a punto de correrme. Me aferro con fuerza a los bíceps de sus
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
210
Sara Liza
brazos. Ethan me sujeta por la cabeza, rozando con rapidez su cuerpo contra el
mío. Su rostro enterrado entre mi hombro y la línea de mi cuello. Su cuerpo se agi-
ta violentamente. Lo hace a propósito. Estoy a punto de llegar al éxtasis.
—Ethan… detente… por favor —sollozo—… me voy… me voy a… correr.
—Aún no cariño —me susurra con la voz grave.
Presiona su mano con fuerza sobre el bulto de mi erección.
Gimo de dolor al sentir la intensa presión de mi miembro contra la tela del pan-
talón. Ethan besa mi pecho, delineando con su lengua el contorno de mis múscu-
los. Se divierte mordiendo de nuevo mis pezones rojos e hincados. Baja lentamen-
te, aspirando mi aroma y acariciando mis caderas. Se detiene unos segundos a
explorar la piel lampiña de mi obligo y el abdomen bajo. Su mano derecha palpan-
do la creciente erección que me exprime contra la tela negra y dura. Desabotona
el broche del pantalón y baja la cremallera. Sus dedos frotan la piel de mi polla.
Una pequeña mancha de líquido pre seminal aparece en mis calzoncillos blancos.
Ethan chupa con fuerza, haciéndome vibrar por el placer.
—Ethan… no… me… dios… me vengo…
—Espera un poco Lucas —presiona con su pulgar la punta de mi miembro.
Jadeo con fuerza al sentir su lengua recorrer la línea de mi polla a través de la
ropa interior. Ethan me mira desde abajo, está jugando conmigo, se divierte al
verme gemir por el placer. Muerde la longitud de mi pene, mientras retuerce con
sus manos libres mis pezones, tocando de vez en vez mis labios húmedos y abier-
tos. Cierro los ojos por el intenso placer. Ethan toma la orilla del pantalón y la jala
fuertemente, arrojando la tela hecha trozos a un lado. Estoy en calzoncillos, con la
camisa hecha girones, el cabello alborotado y mi cuerpo cubierto en sudor.
Saca únicamente la punta de mi polla de entre los calzoncillos. La chupa con
delicadeza, dibujando pequeños círculos a su alrededor. Me estremezco al sentir
como muerde la cabeza morada suavemente. Sus dientes raspando mi piel. Abro
los ojos al sentir su aliento rozar mi pene erecto. Me sonríe. Lo veo bajar parcial-
mente mi ropa interior. Sin decir palabra, Ethan cierra los ojos, lamiendo la vena
de mi polla y acariciando mis bolas con sus manos. Me aferro a la colcha a mis
lados. Estoy a punto de correrme. De pronto abre la boca y traga toda la longitud
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
211
Sara Liza
de mi polla. Una cascada de placer recorre mi cuerpo al sentir su boca presionar
sobre la sensible piel de mi miembro.
—¡Dios Ethan! —Grito de placer golpeando el colchón— ¡Me vengo!
Lo tomo de los cabellos e intento alejarlo pero no logro conseguirlo, Ethan es
más fuerte que yo. Chupa con fuerza cada centímetro de la piel de mi miembro.
Apretando con fuerza mis bolas con su mano derecha y con la izquierda retorcien-
do mis pezones adoloridos. Su lengua hace pequeños círculos en la cabeza roja e
hinchada. Mi cuerpo se estremece, siento el orgasmo venir. Lo veo a los ojos, Et-
han me mira con un brillo de intensa y profunda lujuria. Mi polla desaparece por su
boca. Mi agito violentamente al sentir el orgasmo correr, como lava hirviendo, por
toda la longitud de mi miembro. Intento moverme, correrme en otro lugar pero Et-
han me inmoviliza por la cintura. Me sacudo con fuerza al lanzar chorro tras chorro
de caliente semen a su boca.
—Dios… sabes tan bien Lucas.
—¡Ethan! —Grito— ¡Dios!... eso… eso fue… fue… increíble.
—Y aún estoy empezando.
Un pequeño hilo de líquido seminal se queda pegado a sus labios. Sube de
nuevo hasta mí, presionando mi cuerpo desnudo contra el suyo. No dice nada, me
observa con un fuerte deseo y una necesidad marcada en sus ojos. Me besa de-
sesperadamente. Puedo saborear mi esencia mezclada con la suya. Nos abraza-
mos, frotando nuestros cuerpos. Entierra su cabeza en mi cuello, mordiéndome
delicadamente la piel desnuda.
—Aquí Lucas es donde va a ir mi marca —me dice al oído.
—Ethan…
Me estremezco al escuchar sus palabras. Su voz profunda eriza mi piel. Acari-
cio su espalda, mientras él besa con desesperación cada centímetro de mi cuerpo
expuesto. No sonríe, no dice nada. Nos vemos a los ojos y asiento en silencio. No
es necesario ya decir palabra para poder entendernos a la perfección. Bajo mi
mano derecha por entre nuestros cuerpos. Palpo el enorme bulto de su pantalón.
Ethan gime al sentirme rozar su erección. Me acaba de dar el mejor orgasmo de
mi vida, es justo que yo lo ayude también. Delinea mis labios con sus dedos. Me
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
212
Sara Liza
besa con desesperación, con intensidad, nuestras lenguas acariciándose una a la
otra. Deslizó mi mano por su pantalón y lo acaricio. Ethan apoya sus piernas sobre
la cama, moviéndose junto conmigo.
¡Es enorme!
—¡Joder Lucas! —Gruñe— vas a hacer que me corra.
—Es lo que quiero Ethan… —jadeo.
Lo arrempujo con un suave golpe sobre la cama. Ethan cae a mi derecha, me
mira extrañado, confundido y preocupado. Con una pequeña sonrisa en mi cara
me monto sobre él. Lo beso con necesidad y amor tomándolo por las mejillas y
profundizando más en el beso. Nuestras bocas se mueven rítmicamente, su len-
gua dibujando el contorno de mis labios hincados y húmedos. Mi cuerpo comple-
tamente desnudo rozándose contra el suyo. Mi polla se vuelve a endurecer. Ethan
aprieta mi culo, por debajo de los calzoncillos, con ambas manos. Me golpea le-
vemente. Gimo de placer al sentir como me aprieta las nalgas, como juega con
ellas, separándolas y volviendo a azotarlas hasta dejarlas con un leve tinte rojo.
De pronto un de sus dedos acaricia mi agujero. Deslizo de nuevo mi mano por en-
tre su pantalón, tomando su polla con delicadeza. La siento caliente y gruesa. Pal-
pita mientras la rozo de arriba abajo.
—¡Mierda cariño! —Gruñe con la voz profunda y rasposa— no te detengas.
Bajo por su pecho con lentitud. Tomándome mi tiempo para poder besar los
músculos sudorosos de su abdomen plano. Muerdo sus pezones oscuros y aspiro
su aroma. Se siente tan bien, tan correcto. Me atrevo a acariciar su creciente
erección a través de la tela de su pantalón. Ethan me mira con lujuria, excitación.
Abro el broche y bajo la cremallera. Me sorprendo gratamente al ver que no usa
ropa interior. El enorme falo de carne salta frente a mis ojos. Con temor de no las-
timarlo, lo sujeto por la base. ¡Su polla es enorme y gruesa! Palpita mientras lamo,
con la punta de mi lengua, la vena que lo mantiene erecto.
—¡Joder Lucas! —gruñe. Se apoya sobre sus codos— ¡No te detengas cariño!
Tomo sus bolas con mi mano derecha, girándolas y apretándolas delicada-
mente. Nunca antes había hecho algo como esto, la verdad es que no se si lo que
estoy haciendo está bien o mal. Solo me dejo llevar por mi instinto. Tomo la cabe-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
213
Sara Liza
za rozada y la chupo un par de veces, lamiendo la forma de hongo y moviéndola
de arriba abajo. Ethan me sujeta por los cabellos, acariciándome las mejillas y sin
dejar de mirarme a los ojos.
Gruñe intensamente mientras acaricio con la punta de mi lengua, la cabeza
perlada. Lamo una gota de líquido pre seminal que brota de su miembro. El sabor
es un poco salado y fuerte. Mi polla comienza a palpitar por la excitación que eso
me provoca. Chupo la cabeza durante minutos, masturbándome al mismo tiempo,
hasta que decido intentar meter su polla en mi boca más profundamente. Pero no
logro meterla toda, el tamaño es demasiado para mí.
—No lo intentes cariño—dice Ethan con la voz gruesa— Es un poco grande.
Solo lo que puedas bebe.
Lo acaricio un par de minutos más. Lamiendo cada parte de su polla, jugando
con su cabeza rosada mientras me toco a mí mismo. Ethan gime de placer al ver-
me. Su mirada llena de lujuria. Tomo su longitud una vez más en mi boca. Delei-
tándome con su sabor salado, su calor y las pequeñas gotas de pre semen que
brotan de la cabeza. Mi cuerpo comienza arder. Lo necesito dentro de mí. Necesi-
to desesperadamente sentir cada uno de esos centímetros adentrarse a mi cuer-
po, mientras Ethan me besa y abraza con amor.
Joder… necesito más que esto.
—¡Maldición Lucas!… necesito follarte.
De un salto se pone de pie. Ahí me quedo yo, hincado sobre la cama, semi-
desnudo, con la mano sobre mi propio miembro. Clavo mi vista en su cuerpo hú-
medo por el sudor. Se quita el pantalón de vestir, arrojándolo a un lado de la ca-
ma. Mojo mis labios al verlo así, con toda su gloria. Su cuerpo sudoroso, sus
músculos marcados, sus piernas perfectamente tonificadas y su polla apuntando a
mi dirección. Me toma por las mejillas, besándome mientras sus manos recorren
mi culo. Moja uno de sus dedos con un hilo de saliva, adentrándose debajo del
calzoncillo y entrando sin contemplación por mi apretada entrada. Gimo de placer
al sentir como su dedo entra y sale de mi culo.
—¿Te gusta? —pregunta mirándome a los ojos.
—S… si… —gimo.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
214
Sara Liza
Me toma por los brazos, levantándome en el aire. Instintivamente enredo mis
piernas alrededor de su cintura, mis manos acariciando su cabello. Me sostiene
por el culo, frotando su erección contra la mía. Nos besamos por un par de minu-
tos, nuestras lenguas acariciándose suavemente. Puedo sentir a su polla acariciar
la tela del calzoncillo. De pronto Ethan me arrempuja contra la cama, poniéndome
de espaldas a él, levantando mi culo al aire. Con fuerza despedaza la tela de mis
boxers, haciendo un enorme agujero sobre mi trasero. Sin decir nada más co-
mienza a lamer uno a uno de mis glúteos. Me estremezco al sentir sus dedos
adentrarse a mi interior. Gimo con fuerza al sentir de pronto una corriente eléctrica
de placer, mientras acaricia mi próstata.
—¡Ethan!... ¡No… pares!... ¡ahhh!
—Lo encontré —responde sonriendo.
La lengua de Ethan baja por mi agujero, lamiendo con cuidado mi entrada. Jo-
der… es indescriptible lo que estoy sintiendo en estos momentos. Muerdo con
fuerza la funda de mi almohada al sentir como mete dos dedos en mi estrecha en-
trada y golpea el mismo punto una y otra vez. Nalguea con su mano izquierda mi
culo, pintando mi piel blanca de un intenso rubor. Me apoyo sobre mis manos, gi-
rando mi cabeza para poder verlo mejor. Ethan está en cuclillas, lamiendo la tersa
piel de mi culo. Con su mano derecha me penetra con sus dedos y con su izquier-
da acaricia su erección.
—¡Mierda cariño! Si tan solo pudieras verte.
—Ethan… por favor… —suplico—… ya no puedo… ya no puedo más.
Mi polla duele. El orgasmo esta próximo.
—¿Estás preparado?
—Si… —respondo— pero por favor… dios… te necesito dentro.
—No quiero lastimarte Lucas.
—Ethan… por favor… te necesito.
Alinea la punta de su polla con la entrada de mi agujero. Mi cuerpo suda por el
calor que nos consume. Lo veo de reojo. Un par de mechones negros de cabello
caen sobre su rostro, con un leve movimiento de la mano se alisa el pelo para
atrás. Su cuerpo cubierto de sudor al igual que el mío. Acaricia mi cuerpo suave-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
215
Sara Liza
mente, besándome en los labios antes de deslizar su miembro a través de los ca-
chetes de mi culo. Muerdo con fuerza la almohada frente a mí, mientras siento
como el enorme falo de carne se va abriendo paso a través de mi estrecho canal.
Siento que en cualquier momento me va a partir por la mitad. Sujetándome por la
cintura, Ethan levanta más mi culo para tener un poco más de acceso. Gimo, ce-
rrando los ojos y acostumbrándome a la sensación de tener a Ethan dentro de mí.
—¡Mierda, cariño! ¡Que estrecho eres!
Ethan recarga todo su peso sobre mi espalda. Mis manos aferradas a la saba-
na a mis lados, mi cabeza enterrada en la almohada. Muerdo mi lengua evitando
que mis gemidos salgan. Ethan besa mi cuello, acariciando mi cuerpo desnudo y
sobando parte de mi espalda baja. Nunca antes me había sentido tan vulnerable,
tan expuesto en mi vida. Pero confío en Ethan, sé que nunca haría nada para las-
timarme. Su polla poco a poco va adentrándose en mi interior. Hasta que de pron-
to siento ligeras cosquillas en las glúteos de mi trasero. Sus bolas rozándose con-
tra las mías. Su vello raspando la piel sensible de mi culo.
—Joder Lucas…
—Ethan… —gimo—… dios… no… no pares…
—Acostúmbrate a mi tamaño cariño —me susurra al oído. Sus manos acari-
ciando mis nalgas, su cuerpo sobre el mío—, poco a poco el dolor irá disminuyen-
do. Dime cuando me puedo mover Lucas.
Al principio el dolor es insoportable, pero poco a poco, mi cuerpo va reaccio-
nando a la longitud y grosor de su polla. El dolor pasa a convertirse en una fuerte
necesidad de empalarme a mí mismo. Muerdo la almohada y sin decirle nada, me
arrempujo contra el falo de carne. Ethan gime por la sorpresa, sujetándome por la
cintura y enterrándose con suaves movimientos. No decimos nada más, dejamos
que nuestros cuerpos hablen por nosotros.
La polla de Ethan entra y sale de mi cuerpo. Mi mirada se enturbia por las
sensaciones que saturan mis sentidos. El placer que estoy sintiendo en estos
momentos es indescriptible. De la nada sus movimientos se vuelven más erráti-
cos, más profundos y violentos. Me toma por los hombros, girando mi cuerpo. Me
besa, mientras continua penetrándome con fiereza. Sujeta mis piernas en sus ma-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
216
Sara Liza
nos, colocándolas sobre sus hombros, levantando más mi trasero y enterrándose
profundamente. Sus embestidas se vuelven más feroces y rápidas, golpeando de-
liberadamente mi próstata una y otra vez.
Gimo de placer al sentir como su polla entra y sale de mi cuerpo. Nuestro su-
dor mezclándose. Me mira a los ojos en silencio, su mirada cargada de deseo. El
verde brillante cambió a un intenso amarillo. Deslizo mi mano derecha por mi
cuerpo, deteniéndome sobre mi miembro palpitante. Pero antes de que pueda co-
menzar a tocarme, Ethan me gruñe apartando mi mano. Me toma por la cintura y
con la fuerza de sus brazos, me levanta. Camina por la habitación hasta recar-
garme sobre una pared. Su polla se entierra más en mi agujero. Enredo mis pier-
nas sobre su cadera, mientras que él me balancea arriba abajo, ensartándome
más en la longitud de su miembro.
Estoy cerca del segundo orgasmo.
—¡Ethan!.... detente… me… me corro….
—¡Joder! —Grita, embistiéndome más duramente—, ¡los dos juntos, cariño!
Sus movimientos se hacen más violentos y erráticos. Me arroja sobre la cama,
poniendo de nuevo mis piernas encima de sus hombros y levantando más mi culo.
Golpea con fuerza ese punto en mi interior, haciéndome temblar por el placer que
nubla mi juicio. Ethan entierra su cabeza entre mi hombro y el cuello. Siento como
sus caninos crecen, raspando mi piel desnuda y sudorosa. Muerde el cuello, dete-
niéndose antes de rasgar y perforar la piel. Me toma por los cabellos, dándome las
últimas embestidas. De pronto lo siento, un líquido caliente y espeso que me llena
en lo más profundo. Su mano derecha se desliza entre nuestros cuerpos, acari-
ciando mi polla hasta que segundos después me vengo sobre mi abdomen.
Ethan se desploma sobre mi cuerpo.
Estoy cansado pero satisfecho de haberme entregado por fin a él.
—Te amo Lucas —dice susurrando a mi oído.
Amo el sonido de su voz grave y rasposa.
—Yo también te amo Ethan…
Me toma en brazos, aferrando su cuerpo contra el mío. Limpia los restos de mi
semen con una toalla húmeda. Me abraza por la espalda mientras nos cubre con
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
217
Sara Liza
una manta gruesa. Mis ojos comienzan a cerrarse. Estoy agotado. La respiración
de Ethan se tranquiliza. Poco a poco todo va quedando a oscuras. Me entrego a
los brazos de Morfeo. Antes de caer en el sueño profundo, escucho la voz de Et-
han que me susurra al oído.
—Descansa cariño… aquí estaré para proteger tu sueño… te amo Lucas.
Estoy en completa paz por primera vez en mucho tiempo.

Ethan.

Estoy en el puto paraíso en estos momentos.


La cabeza de Lucas descansa sobre mi pecho. Tiene los labios entreabiertos
dejando salir un suave e imperceptible ronquido. Su cabello alborotado cae sobre
sus mejillas, cubriendo parcialmente uno de sus ojos. Un delicado rubor aparece
en sus pómulos. Duerme tranquilamente entre mis brazos. ¡Mierda! Qué bien se
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
218
Sara Liza
siente decir eso en voz alta. Lucas descansa por fin entre mis brazos, ese lugar
del que nunca debió haber salido. Sonrío como estúpido al sentir el calor de su
cuerpo, su mano sobre mi piel desnuda, sus piernas entrelazadas con las mías.
Por fin puedo decir con certeza que soy un lobo completo, un Alfa feliz. Desde el
momento en el que lo perdí por imbécil nueve años atrás, nunca esperé tener la
oportunidad de estar de nuevo en su vida, de poder hacerlo feliz. A partir de ahora
dedicaré mi tiempo entero en hacerlo el hombre más dichoso de la tierra. Pienso
convertirlo oficialmente en la Luna de mi manada y presumir con orgullo que Lucas
es mi otra mitad. La parte faltante de mi corazón.
Me estremezco al sentir como su cálido aliento eriza la piel de mi abdomen.
Su boca a centímetros de mis pezones que comienzan a ponerse duros. Cierro
mis ojos trayendo a mi memoria las imágenes de la noche pasada. De nuestra
primera vez como pareja, entregándonos a una pasión que comenzaba a consu-
mirnos, a quemarnos por dentro. Aún puedo escuchar los gemidos de Lucas, sus
manos rasgar la piel de mi espalda, la forma en la que sus labios se moldearon
perfectamente con los míos. Puedo sentir aún el calor de su cuerpo, que anhelan-
te, tembloroso y jadeante, esperaba pacientemente por mí. Permitiéndome descu-
brir lo que se siente hacer el amor con la persona adecuada, con mi otra mitad.
Como pude ser tan estúpido como para perderme esta felicidad.
—Prometo recompensártelo cariño —susurro a su oído, besando su cabello.
Lucas se retuerce entre mis brazos, volviendo a acomodarse sobre mi pecho.
Sin querer despertarlo, entierro mi mano izquierda en esos rizos color chocolate,
jugando con los mechones de su cabello. Rozo con las puntas de mis dedos la piel
de sus labios hinchados y rojos. Acaricio su mandíbula, bajando por su cuello has-
ta llegar a su abdomen plano, donde tomo uno de sus pezones rozados y lo aprie-
to suavemente. Lucas gime, respirando profundamente. Entierra su cabeza entre
mi cuello, moviendo su mano por mi pecho y jugando con el vello en mi abdomen.
Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación de tenerlo desnudo junto a mí y
solo para mí. Porque nunca existió otra opción, la desnudez de Lucas solo me per-
tenece a mí y a nadie más. ¡Joder! Lo deseo tanto. Tengo la necesidad de volver a
enterrarme profundamente en su culo, embestirlo hasta que Lucas desesperado y
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
219
Sara Liza
deseoso por una liberación, me pida permiso para correrse. Mi polla comienza a
despertar, levantando un poco la sabana que nos cubre a los dos. Mi cuerpo arde
por su cercanía, por sus roces, sus caricias y sus besos.
Meto mi mano derecha por entre las mantas, dibujando con las yemas de mis
dedos el contorno de su cadera pegada que reposa junto a mi cuerpo. Bajo hasta
llegar a su miembro. Lo tomo entre mis dedos, rozando la cabeza con forma de
hongo, erecta y húmeda. Mi orgullo de lobo Alfa se dispara al cielo al saber que
soy yo, nadie más, quien pone a Lucas de esta forma. Tan duro y caliente. Aprieto
sus nalgas, golpeándolas suavemente, deleitándome con la piel tersa y fina de su
culo. Lucas se mueve tranquilamente, acariciando con su mano mi pecho y be-
sando mis pezones duros y fríos. Su mano baja de pronto, hasta tomar mi polla
caliente y palpitante. Cierro los ojos, dejándome arrastrar por las sensaciones de
su piel tocar mi miembro, moviéndolo de arriba abajo mientras sus labios dejan un
recorrido de besos por todo mi cuerpo.
—Hola Ethan… —dice con una voz dulce.
No puedo contener más mi deseo por él. Lo arrempujo con fuerza, colocándo-
lo debajo de mí. Arrojo las cobijas y sabanas a un lado, cayendo sobre el frío suelo
de cerámica junto con la ropa de anoche. Sujeto sus manos sobre su cabeza, be-
sando con fuerza esos labios rojos que sonríen para mí. Lucas enreda sus piernas
alrededor de mi cintura, rozando su erección con la mía. Una corriente eléctrica
atraviesa mi espalda hasta llegar a mis bolas. Estoy a punto de correrme. Muerdo
sus pezones, retorciéndolos con mis dientes. Lucas gime desesperado, su cuerpo
pintándose de un intenso rubor. Su cuerpo meciéndose junto al mío.
Lentamente bajo por su pecho, besando y acariciando con la punta de mi len-
gua cada uno de sus músculos poco definidos. Eso es lo que más me gusta de él.
Tiene una figura atlética y marcada, pero aun detrás de todo eso, está el Lucas de
hace nueve años, el que me volvió loco de amor sin saberlo. Mi lengua desciende
hasta llegar a la cabeza perlada de su polla. Tomo su miembro con mi mano dere-
cha y con la izquierda juego con sus bolas. Desde abajo lo veo, gime desespera-
damente con los ojos cerrados, las manos sobre su cabeza, sujetándose con fuer-
za los mechones rebeldes. Joder… tengo a una pareja caliente como el infierno.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
220
Sara Liza
Meto su polla a mi boca y comienzo a chuparlo con fuerza. Se retuerce por la deli-
cia, moviendo su cabeza de un lado para el otro, tocando sus pezones. Mi miem-
bro palpita al verlo. Estoy tan excitado que en cualquier momento podría explotar
de placer. Nunca antes había sentido lo que siento cuando estoy con él.
Tomo sus piernas y las pongo sobre mis hombros. Juego con sus bolas, la-
miendo una y después la otra. Levanto un poco su culo para tener mejor acceso,
bajando con mi lengua hasta la entrada a su agujero. Escupo sobre mis dedos,
metiendo dos de golpe. Lucas se retuerce con agrado, abriendo sus ojos y claván-
dolos en los míos. No dice nada, solo gime como respuesta a mis movimientos. Se
acaricia el cuerpo, pellizcando uno de sus pezones y con la otra mano tocándose
la polla con fuerza. Joder, es tan caliente que por un segundo me detengo y lo ob-
servo. Mi respiración aumenta, mis ojos cambian a un intenso amarillo. Tomo mi
miembro con mi mano y sin dejar de verlo comienzo a masturbarme.
—¿Te gusta lo que ves Ethan? —pregunta con una sonrisa.
Gruño en respuesta.
Me recuesto sobre él, rozando su longitud contra la mía. Ambos jadeamos de
placer, perdiéndonos en las sensaciones de nuestros cuerpos. Beso sus labios
abiertos, mordiéndolos con delicadeza y deslizando mi lengua dentro de su boca.
Lucas acaricia mi espalda, baja hasta llegar a mi trasero y lo aprieta con fuerza.
Dejo escapar un gruñido el sentir sus uñas enterrarse en mi carne. Separo sus
piernas con mi rodilla, poniendo sus tobillos sobre mis hombros. No puedo conte-
nerme más, necesito estar dentro de él. Coloco la cabeza de mi polla contra su
agujero, de una profunda estocada me entierro en él. Lucas cierra sus ojos, suje-
tándose con las dos manos en el respaldo de la cama.
—Ethan… Dios… no… no pares… Ethan…
Se siente tan bien estar enterrado hondamente en su interior.
Su culo apretando con fuerza la piel de mi miembro. Su agujero caliente, hú-
medo y estrecho. Pongo mis manos a ambos lados de su cabeza, metiendo y sa-
cando mi polla con rapidez. Mordiendo sus labios hasta dejarlos más hinchados y
rojos. Golpeo repetidas veces el punto en su interior, viendo con alegría como Lu-
cas se retuerce debajo de mí por el placer que le estoy dando en estos momentos.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
221
Sara Liza
Abre sus ojos, me mira con amor y una intensa necesidad marcada en esos posos
cafés oscuros. Aferra sus manos a mis bíceps, abriendo la boca y dejando salir
jadeo tras jadeo. Lo embisto con fuerza, penetrándolo hasta que mis bolas chocan
contra las suyas. Gotas de sudor caen por mi frente.
—¡Joder! —gruño al sentir como Lucas aprieta más su culo.
Lo tomo por la cintura y sin salirme de su interior, giro su cuerpo con delicade-
za. Lo pongo a cuatro patas frente a mí, enredando los mechones de su cabello
entre mis manos. Golpeo ese dulce y apretado culito con fuerza. Lucas aprieta sus
manos en un puño, arqueando su espalda con cada una de mis embestidas. Con
mi mano izquierda acaricio sus nalgas abiertas, aporreándolas hasta dejarlas ro-
jas. Gotas perladas de sudor resbalan por su culo, mojando mi miembro que entra
cada vez más profundamente y con fuerza. Acaricio su cuerpo, bajando por el has-
ta tomar su polla con mis dedos, apretando la base y jugando con sus bolas pe-
queñas. Gime de placer al sentirme rozar su cabeza morada, lubricándola con el
líquido pre seminal que gotea de su polla.
Puedo sentir como el orgasmo se va formando en mis bolas. Lucas jadea con
desesperación y mucho placer. Me mira a los ojos, suplicando silenciosamente por
más dureza, más fuerza y profundidad en mis embestidas. Lo sujeto por el cuello,
forzándolo a pegar su espalda a mi pecho y apoyar su cabeza sobre mi hombro
derecho. Muerdo su oreja, jugando con ella para después agarrar su mandíbula y
besar esos labios entre abiertos. Lo penetro con fuerza, rozando con la cabeza de
mi polla ese punto en su interior. Mierda se siente tan bien esto. Su culo estrecho
que cubre por completo la longitud de mi miembro.
—Ethan… me… me corro —jadea.
Meto mi mano por debajo de su cuerpo y sin contemplación acaricio solamen-
te la cabeza de su polla con rápidos movimientos en círculos. Lucas se retuerce
por la lujuria entre mis brazos, moviendo su culo sobre mi miembro. Lo aferro con
fuerza, acariciándolo mientras lo embisto con rapidez. Mis caninos crecen, mi lobo
interior aullando por la necesidad de reclamarlo, de marcar a Lucas como nuestro.
Pero no puedo hacerlo, aún no. Antes de poder hacerlo necesito arreglar todo en

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
222
Sara Liza
la manada. Lucas no será mi oscuro y sucio secreto. Quiero que todo el mundo lo
vea como lo que es: mi compañero de vida, mi otra mitad.
Nuestro orgasmo llega de pronto. Lucas grita mi nombre mientras se corre so-
bre la palma de mi mano. Me entierro tres veces más en ese apretado y dulce cu-
lo, antes de sentir como mi polla se expande y palpita con violencia. Dejando salir
chorro tras chorro de caliente semen en su interior. Si no puedo marcarlo en el
cuello, al menos me aseguraré de dejar mi esencia en su interior. Marcando mi
territorio, a mi pareja, alejando a cualquier idiota que piense que puede quitarle la
pareja a un Alfa de sus brazos. Beso su cuello jugando con mis caninos, raspando
su piel rosada. Lucas respira entrecortadamente. Estamos los dos bañados en
sudor. Caemos sobre la cama, exhaustos y contentos.
—Buenos días cariño —digo besando su pecho, sonriendo.
—Buenos días Ethan…
—¿Te gustó?
—Dios… —suspira—, podría despertarme todos los días de esta manera.
—Lo harás —contestó con seguridad—. Los lobos somos creaturas muy se-
xuales. Necesitamos conectarnos con nuestras parejas diariamente. Así que ten-
drás que acostumbrarte al sexo por las mañanas, tardes y noches.
—¿Disculpa? —Pregunta con una sonrisa— ¿Mañanas, tardes y noches?
—Así como lo oyes cariño —me recuesto sobre su pecho, abrazándolo por la
cintura y enterrando mi cabeza en su cuello—. Además planeo recuperar todo el
tiempo perdido. No dudes que durante un tiempo no saldrás de nuestra habitación.
Planeo follarte duro y suave todos los días de mi vida, hasta que los dos no poda-
mos más.
Ríe.
—¡Eres un lobo caliente! —acaricia mi espalda.
—¡Soy tú lobo caliente!
—Me gusta.
—Te amo Lucas —digo besándolo con amor.
Poso mis labios sobre los suyos, rozándolos ligeramente.
—Y yo a ti también Ethan… te amo demasiado.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
223
Sara Liza

Estamos en la sala de su departamento, acostados sobre el sillón de tres pie-


zas. Una manta caliente sobre nuestros cuerpos desnudos, abrazados uno del
otro. A mi derecha, sobre la cómoda de madera, una taza humeante de chocolate
con malvaviscos que Lucas preparó para los dos. El televisor encendido, mostran-
do una vieja película de los ochentas. Hay tantas cosas que desconocía de él y
que voy apenas descubriendo. Me anima saber que Lucas comienza a sincerarse
conmigo, contándome cosas sobre él que nadie más conoce. Como por ejemplo,
desde que era pequeño le apasiona ver caricaturas viejas en los días de tormenta.
Cada fin de semana salé a correr, perdiéndose por entre las calles de la ciudad y
conociendo nuevos lugares. Les tiene pavor a las hormigas pues cuando era niño
se cayó sobre un hormiguero. Ama cocinar y siempre que tiene la oportunidad
busca recetas nuevas. Le gusta la música instrumental, considera que muchas
veces trasmiten más emociones que cualquier otro tipo de música.
Entierro mi cabeza en su hombro, besando la piel desnuda de su cuello.
—Cuéntame más sobre ti cariño —digo susurrando a su oído, mordiéndolo
con delicadeza—, quiero saber más cosas sobre mi hermoso, perfecto y caliente
como el infierno, compañero.
—¿Hermoso, perfecto y caliente compañero? —pregunta sonriendo.
—Eso y más eres para mí Lucas —digo chupando su piel blanca.
—Ya hablamos mucho sobre mí Ethan ¿no lo crees?
Gira su cuerpo, mirándome a los ojos. Mierda jamás me cansaré de ver esos
hermosos y limpios ojos cafés. Su mano acaricia mi rostro, recorriendo con su pul-
gar toda la sombra de mi barba. Me sonríe, está contento y en paz. Lo beso con
ternura, con pasión, demostrándole en ese leve roce de nuestros labios todo el
amor que siento por dentro. Lucas enreda sus manos sobre mi cabello, profundi-
zando más el contacto entre los dos. Nuestras lenguas se acarician, moviéndose
delicadamente. Lo aferro por la espalda, pegando más su cuerpo desnudo contra
el mío. Gime de placer al sentir mi creciente erección contra sus muslos.
—Es que quiero saberlo todo sobre ti cariño —digo rompiendo el beso.
Lucas me sonríe, limpiando con sus dedos mis labios.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
224
Sara Liza
—Yo también quiero saber unas cuantas cosas —suspira—. Me comporté
como un estúpido la otra noche Ethan. Lo lamento, debí haberte dado la oportuni-
dad de explicármelo todo…
—No tienes porque disculparte de nada Lucas —acaricio su cabello—. Tenías
todo el derecho de reaccionar como lo hiciste. Solo me gustaría que me dieras la
oportunidad de explicarte porque tengo yo tu diario. Como pasó todo. No quiero
que pienses mal de mí bebe, eres lo más importante en mi vida. Yo jamás volvería
a lastimarte de la forma en la que lo hice.
Lucas se levanta del sillón. Una mueca triste marcada en sus facciones. Ca-
mina hasta la pantalla plana, bajando el volumen al mínimo. Me recuesto más so-
bre los cojines, estirando los músculos acalambrados de mi cuerpo. Pongo las
manos detrás de mi cabeza. Lo veo caminar, un deseo incontrolable de volver a
tomarlo y hacerle el amor por cuarta vez en el día. Me deleito al ver la forma de su
culo desnudo, ligeramente rozado y húmedo. Camina de nuevo hacia mí, recos-
tándose sobre mi cuerpo. Una media sonrisa aparece en sus labios. Lo abrazo por
la cintura, acariciando su espalda y dando un pequeño golpe a esas nalgas redon-
das. Lucas toca mi pecho, besando el contorno de mi tatuaje tribal.
Suspiro. No quiero recordar el pasado.
—Después de esa tarde en la que... en la que te dejé tirado como una bolsa
de basura —cierro mis ojos, aprieto mis manos en un fuerte puño. Aún me duele al
recordarlo ahí, tirado a la mitad del bosque, sangrando— Corrí por el bosque pen-
sando e intentando aliviar el dolor y la rabia que tenía dentro. Estaba furioso, pero
no contigo cariño, sino conmigo mismo por no tener los huevos necesarios para
aceptar lo que sentía por ti. Cuando descubrí que tú eras mi compañero, una parte
de mí se alegró por eso. Eras todo lo que podía pedir, todo lo que necesitaba. Pe-
ro al mismo tiempo, tenía mucho miedo de no ser lo suficientemente fuerte como
para protegerte. Sabía cómo reaccionaría mi padre si se enteraba que eras mi
compañero. Así que hice lo único que creí correcto en ese momento.
—Me rechazaste —dice Lucas con tristeza.
—Pensé que era lo mejor para los dos.
—No para mí Ethan —su voz es tremulosa, a punto de romper en llanto.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
225
Sara Liza
—No sabes lo mucho que lo lamento bebe —una lágrima resbala por mi meji-
lla—. Después de un par de horas de correr por el bosque, regresé a buscarte. No
podía dejarte ahí, tirado a la mitad del bosque como una puta bolsa de basura.
Quería disculparme contigo, estaba arrepentido por haber sido un hijo de perra.
Quería recompensártelo, demostrarte lo mucho que ya te amaba. Pero cuando
llegué ya no estabas. Te busqué durante toda la noche. Desesperado, temeroso
de que algo malo te hubiera pasado. Pero por más que me esforcé nunca pude
encontrarte. Pasaron los días, estaba loco por la angustia. Te buscaba hasta caer
rendido por el cansancio. Fue así durante un par de días hasta que por mera ca-
sualidad encontré tu cabaña. Tu hogar. Tu aroma estaba en todas partes.
Lucas entierra su cabeza en mi hombro. Puedo sentir como sus lágrimas caen
sobre mi piel. Respira entrecortadamente. Beso su cabello, acariciando su cuerpo,
pegándolo más a mí. Me duele recordar esa época triste de mi vida, pero tengo
que hacerlo, tengo que sacar todo el dolor y demostrarle a Lucas lo mucho que me
arrepiento de todo lo que le hice. Dedicaré mi vida entera a recompensárselo.
—Entré a tu cabaña, esperanzado de encontrarte ahí para poder pedirte per-
dón por todo lo que te había hecho. Pero lo único que encontré fue una casa va-
cía, sola. No sabes lo mucho que me dolió saber que por mi culpa habías tomado
la decisión de huir de la manada. Quise morirme en ese momento. ¿Qué clase de
Alfa podría ser yo si le había fallado a la persona más importante en mi vida? Me
entregué a la bebida. Me emborrachaba todos los días para poder nublar mi dolor.
Y cuando el alcohol no fue suficiente, recurrí a las drogas, esperanzado de que me
pudieran ayudar a olvidarte.
Solloza, aferrándose más a mi cuerpo.
—Lo lamento… Ethan… lo lamento mucho —llora.
—No tienes que disculparte de nada cariño. Fui un idiota que no supo cómo
valorar ese regalo que la vida me estaba entregando. Estabas en todo tu derecho
de hacer lo que creías mejor para ti.
—¿Y luego que pasó?
—Mi padre me amenazó con echarme de la manada. Buscaba cualquier pre-
texto para pelearme con cualquiera que se cruzara en mi camino. No podía permi-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
226
Sara Liza
tir que su propio hijo y el futuro Alfa se comportara de esa manera. Creo que hice
todo eso porque una parte de mí quería morir. Deseaba en secreto que alguien
llegara y terminara con mi vida —aprieto mis manos en un puño, aún recuerdo
todas las peleas en las que me metí por estúpido—. Fue un viernes por la noche
cuando encontré tu pequeño diario. Estaba ebrio, usaba tu casa como refugio para
cuando sentía que el dolor era insoportable. Es lugar donde podía sentirte cerca
de mí. Ahí estaba, oculto entre tu cama y el respaldo de fierro.
>Cuando lo leí, descubrí el ser maravilloso y puro que eras Lucas. Pero al
mismo tiempo fue mi boleto de entrada al infierno. Vi en esas hojas al monstruo
que había sido contigo. Me avergoncé de ese Ethan. Comencé a odiarme a mí
mismo. Era repugnante, asqueroso. Alguien que no merecía perdón ni considera-
ción alguna. Fue esa misma noche cuando intenté suicidarme…
Las imágenes de esa noche regresan con violencia a mi memoria. La forma en
la que me vi a través de sus ojos. El filo de la navaja que se deslizó por la piel de
mis muñecas. La sangre que brotó de mis heridas, manchando el piso de madera.
El sentimiento de entregarme a la muerte, de creer que era la única manera de
aliviar todo el dolor que le había causado. Los gritos de María al encontrarme me-
dio desmayado, cubierto por mi propia sangre.
—Lo lamento tanto Ethan —llora profundamente. Lo aferro con fuerza.
—María me encontró esa noche. Me salvó la vida. Cuando desperté dos días
después me dijo dónde estabas, a donde te habías ido. Sin importarme nada, to-
mé mi camioneta y conduje hasta la ciudad. Necesitaba verte y pedirte perdón.
Pero cuando te encontré, no pude hacerlo. Estabas en una cafetería, comiendo un
pedazo de pan con una taza de chocolate. Estabas sonriendo… estabas feliz. No
podía quitarte esa felicidad, no podía presentarme y arruinar esa paz que durante
tanto tiempo habías anhelado encontrar. Así que decidí alejarme y dejarte ahí, con
una felicidad en la que yo nunca participaría.
>Cuando regresé, tenía la absoluta convicción de convertirme en el mejor Alfa
de la manada. Entrené duro, siempre pensando en ti. María me ayudó a salir de mi
fuerte adicción a las drogas. Fueron meses difíciles, pero lo soporté pensando en
que algún día pudieras verme de diferente manera. Necesitaba asegurarme de
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
227
Sara Liza
convertirme en alguien mejor, alguien que pudiera volver a merecerte. Cuando
Drew me pidió permiso para vivir fuera de la manada, supe que en él tendría a un
aliado ideal. Le pedí que te vigilara, que viera por ti. Estaba decidido a no interferir
en tu vida, a dejarte ser feliz en ese mundo del que yo no era parte. Pero por nada
del mundo iba a permitir que estuvieras sin protección. Siempre que tenía una
oportunidad, venía a la ciudad a visitarte y ver que todo estuviera en orden. Si ne-
cesitabas dinero o cualquier otra cosa, me aseguraba de que Drew estuviera ahí
para ayudarte en todo lo que pudiera.
—Lo lamento tanto —sus ojos brillan por las lágrimas contenidas. Paso mis
dedos por sus mejillas, limpiando su dolor—. Te lastimé sin darme cuenta de que
lo hacía. Ethan por favor… por favor perdóname.
—No tienes que disculparte de nada cariño —beso sus labios—, hiciste todo lo
que debías hacer para poder sobrevivir. Estoy orgulloso de ti por eso. La culpa es
mía, si tan solo hubiera tenido la fuerza suficiente como para aceptar que estaba
perdidamente enamorado de ti. Porque de eso no hay duda para mi Lucas. Antes
de que el destino te revelara como mi pareja, yo me había enamorado profunda-
mente de ti amor.
Lucas se limpia el rostro con las palmas de sus manos. Nos besamos lenta-
mente durante varios minutos, jugando con el sabor de nuestras bocas, mordién-
donos hasta dejarnos los labios agitados y sensibles. Acaricia mi pecho, reposan-
do su cabeza sobre mi corazón. Sus dedos recorren el contorno de mi tatuaje, sus
ojos brillosos mirándome con ternura. Su respiración se normaliza. Lo abrazo con
fuerza, aspirando su aroma. No puedo estar más feliz que ahora. Por fin lo tengo
entre mis brazos, acurrucado y feliz de estar conmigo… ¡conmigo!
—Gracias Ethan —dice después de unos minutos de calma—, gracias por de-
cirme toda la verdad. De verdad muchas gracias. Lamento haberte hecho sufrir
tanto, no sabía lo que estaba haciendo. Lamento haber sido un idiota que solo
pensó en sí mismo, sin ponerse a pensar en todo el sufrimiento que estaba cau-
sando con mi decisión de marcharme de la manada.
—No Lucas. Gracias a ti cariño por darme la oportunidad de contarte mi histo-
ria. Gracias por permitirme entrar de nuevo a tu vida. Solo quiero que sepas que a
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
228
Sara Liza
partir de ahora haré todo lo posible por hacerte el hombre más feliz del mundo.
Voy a hacer las cosas bien cariño, voy a demostrarte todos los días lo mucho que
te amo, lo mucho que te deseo. Eres mi otra mitad, la parte faltante de mi alma.
Lucas lo eres todo para mí.
—Te amo Ethan…
—Y yo a ti Lucas.
Nos quedamos en silencio durante casi una hora entera. Disfrutando de la
sensación de nuestros cuerpos desnudos, rozándose uno con otro. Dibujo círculos
en la piel de su espalda, observando como esta se eriza por mi contacto. Mi erec-
ción presiona la parte interna de sus muslos. Nunca me podría cansar de hacerle
el amor. Lucas besa mi pecho, frotándose contra mí, jugando con mis pezones.
Quiero entregarme de nuevo a él, fundir nuestros cuerpos una vez más. Pero an-
tes tengo que decirle toda la verdad. La verdad sobre Kristen y Troy.
—Lucas cariño.
—Mhmm…
—Hay algo que me gustaría contarte bebé —digo sujetándolo por los hombros
levantando su rostro—. Pero tengo miedo de que te vayas a molestar por eso. No
puedo seguir callando por más tiempo. Mereces saber toda la verdad, no puedo
ocultarte nada. Eres lo más importante en mi vida. Solo prométeme que me deja-
rás explicártelo todo.
—Ethan me preocupas —clava sus ojos en los míos— ¿Qué ocurre?
No quiero perderlo, no después de por fin haberlo recuperado.
Pero no hay marcha atrás, merece saber toda la verdad.
—Estoy casado Lucas… y tengo un hijo.
Parpadea varias veces, sus ojos brillan. No dice nada, solo me mira en com-
pleto silencio. Entierra su cabeza en mi pecho, sus manos cerradas en un puño.
Su respiración se acelera mientras tiembla ligeramente. Me aferro con fuerza a él.
Me preocupa el silencio tan tenso entre los dos. No puedo perderlo ahora, no
cuando por fin conozco la felicidad. Dios por favor ayúdame a no perderlo. Me vol-
vería loco si Lucas decide que esto es demasiado para él.
—Lucas di algo por favor —mi voz tiembla— habla conmigo bebé… por favor.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
229
Sara Liza
—¿La amas? —pregunta con la voz entrecortada.
—¡No! —Respondo— tú eres la única persona a la que amo Lucas. Ella es…
solo una distracción, una pantalla para con mi padre. Un Alfa no debe estar solo,
pensé que nunca te recuperaría así que… sé que no es excusa de mi parte…
—Sospechaba de algo como esto —pone un dedo sobre mi boca.
—¿No estas molesto? —pregunto al ver la media sonrisa en su cara.
—No Ethan ¿Por qué lo estaría? La verdad es que esperaba que estuvieras
casado. Hubiera sido muy egoísta de mi parte el haber esperado otra cosa. Tú, al
igual que yo, tenías todo el derecho de hacer lo que consideraras mejor para ti y la
manada. Como bien lo dijiste, un Alfa no debe estar solo nuca. Es una regla de tu
padre, algo que debes cumplir. No voy a negar que me duele un poco saber que
hay alguien más en tu vida…
—Eres el único —digo sosteniéndolo por las mejillas y besándolo con amor.
—¿Así que tienes un hijo? —pregunta sonriéndome.
—Troy —respondo emocionado al recordar a mi cachorro—, es mi vida entera.
Arriesgado, aventurero aunque un poco tímido. Lo amo con locura.
—Me alegro mucho por ti cariño. Ser padre debe ser una experiencia única.
—Lo es —contesto con honestidad— Me mantuve de pie todo este tiempo le-
jos de ti, gracias a él. Es una de las únicas cosas buenas que pasaron en mi vida.
Troy es lo mejor que me pudieron regalar en un momento en el que el dolor era
todo lo que conocía. Intento ser un buen padre para él.
—Espero poder conocerlo algún día.
—Lo harás cariño, no hay nada que me gustaría más que eso.
No decimos nada más. Nos fundimos en un intenso abrazo. Por primera vez
en mucho tiempo me siento tranquilo, completo y muy feliz. Sigo sin poder creer
que Lucas me haya dado una segunda oportunidad. No sé lo que nos espera en el
futuro, lo único que sí sé es que me dedicaré en cuerpo y alma en hacerlo feliz.
Fui un idiota con él, un estúpido que se dejó manipular por el miedo. Pero ya no
más. Lucharé contra todo el mundo entero si es necesario. Lucas jamás volverá a
sentirse humillado o discriminado. Él es y será por siempre mi razón para vivir.
—¿Te gustaría ir a una cita conmigo?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
230
Sara Liza
—¿Una cita? —pregunta Lucas emocionado.
—Si cariño —sonrío— nuestra primera cita.

Lucas.

Caminamos los dos tomados de las manos.


Esto es alucinante, algo que aún me resulta en momentos difícil de creer. Et-
han me sujeta de la mano con orgullo. Una enorme y brillosa sonrisa en su cara,
llena de satisfacción. Esos intensos ojos verdes que no dejan de mirarme un solo
segundo, me siento como si fuera lo más increíble que hubiera visto en mucho
tiempo. Parece no importarle nada, ni siquiera las miradas de todos los extraños

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
231
Sara Liza
que, con las cejas levantadas y muecas de desaprobación, nos miran al vernos
caminar con un paso lento y tranquilo, por el parque principal de la ciudad. Me
siento afortunado por primera vez en mucho tiempo. Dichoso de ser amado por
alguien como él, que no tiene vergüenza o miedo en lo más mínimo de presumir-
me al mundo entero como su pareja.
Es de noche ya. La luz de los edificios que brillan al fondo, tal como si se trata-
ra de una perfecta postal. La luna enmarcada por el tuene titileo de las estrellas a
su alrededor. No decimos nada, no hacemos otra cosa más que caminar por el
parque, disfrutando de la compañía del otro. Agotados los dos, después de un lar-
go maratón de besos y caricias. De haber hecho el amor como locos, en cualquier
pequeño rincón de mi departamento. Ethan aprieta ligeramente mi mano, rozando
con su pulgar la suave y tersa piel de mis palmas. Una sonrisa traviesa en su cara,
que me deja entrever todos los sucios pensamientos que cruzan por su mente. No
cabe la menor duda que me enamoré de un lobo feroz y caliente.
—¿En qué piensas cariño? —pregunta abrazándome por la espalda.
—En los dos —respondo sintiendo el calor de su cuerpo, sus manos aferrarse
a mi cintura, su rostro hundirse en mi cuello—. En todo lo que ha pasado entre
nosotros. Pero sobre todo en los retos que nos están esperando.
—Sea lo que sea que el futuro tenga preparado para los dos, quiero que se-
pas que sin importar nada, yo estaré a tu lado Lucas. No importa lo difícil de la
situación, yo no pienso irme a ningún lado. Prometo luchar junto contigo, apoyarte
cuando quieras caer y levantarte si es necesario.
—¿Me lo prometes?
—Te lo prometo cariño —besa mi cuello—. Ten por seguro que dedicaré mi
vida entera en hacerte el hombre más feliz sobre la faz de la tierra. Solo déjame
demostrártelo. A partir de ahora Lucas, todos los días de mi vida irán enfocados
en convertirme en el hombre que tu mereces. Ya no soy ese joven estúpido de
dieciocho, ahora soy un Alfa que sabe perfectamente cómo cuidar de los suyos.
Como cuidar de lo mejor en mi vida.
Giro mi cuerpo y lo beso. Nuestras bocas rozándose una a la otra. La punta de
su lengua dibujando pequeños círculos en mis labios abiertos. No sé cuántas ve-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
232
Sara Liza
ces hemos hecho esto en las últimas horas, pero algo me queda perfectamente
claro, jamás me cansaré de hacerlo. No entiendo como pude pensar en vivir sin él.
Ethan lo es todo para mí, la parte faltante en mi vida. Ese motor que me impulsa a
continuar caminando a un nuevo y reluciente futuro. Es cierto que ambos tenemos
un turbio pasado, pero al final no es como inicias tu historia lo que te define como
ser humano, sino como decides terminarla.
Quiero pasar el resto de mis días con él, de eso no hay duda ya. Quiero poder
ser testigo de sus despertares, acariciar la piel desnuda de su cuerpo mientras
hacemos el amor, abrazarlo cuando se me dé la gana, jugar con él como niños
pequeños. Quiero hacer tantas cosas que solo el tiempo dirá si todas esas fanta-
sías e ilusiones se harán realidad. Lo único que le pido a Dios y al destino es que
nos dejen disfrutar de esta felicidad que nos quema por dentro.
—Te amo tanto Lucas.
—Y yo a ti Ethan.
Me sonríe. Nuestras narices rozándose en un beso de esquimal.
—Pero venga ya —me toma por la mano—, es nuestra primera cita, hay mu-
chas cosas que hacer. ¿O es que ya lo olvidaste cariño?
—Como podría olvidarlo amor… es nuestra primera cita como pareja. La pri-
mera vez en la que Ethan Cormack tiene la magnífica suerte de salir con alguien
tan caliente, perfecto, sexy y encantador como lo soy yo.
—¡Joder! —Me levanta en un intenso abrazo— ¡Soy el hombre más afortuna-
do del mundo! Tengo al compañero más hermoso, dulce y maravilloso de la tierra.
No puedo pedir más. ¡Te amo tanto Lucas!
—Y yo a ti tonto… —sonrío.
—Un tonto que te amará por siempre.
Recorremos en silencio el largo sendero principal del parque. Dejando atrás
las miradas desaprobatorias de desconocidos y los murmullos entre ellos. Des-
pués de haber pasado la mayoría de mi vida en la manada, con todos esos seña-
lamientos que me hacían diariamente, me acostumbré a ser siempre la víctima del
que dirán de las personas. Pero con eso también aprendí mucho. Aprendí a como
endurecer mi carácter para no darles importancia a personas que en nada me de-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
233
Sara Liza
finen como hombre, ni mucho menos que aportarán en mi vida. Caminamos los
dos un par de metros más, perdiéndonos entre la línea de los árboles hasta llegar
a la pista de hielo en la cabaña del viejo Thompson, detrás de dos densos robles
de más de doscientos años de antigüedad.
Construida alrededor del 1912. La cabaña de John Elliot Thompson es uno de
los mayores íconos de la ciudad. Ese idílico lugar en donde se han celebrado todo
tipo de fiestas de la más alta alcurnia. Una gigantesca cabaña de madera de dos
pisos y varias habitaciones. Un restaurante italiano sencillo en la planta baja, un
jardín de rosas blancas y una pista de hielo en la parte trasera. Año tras años las
personas de la ciudad se reúnen para ver el ya tradicional encendido del árbol de
navidad y porque no, pasar un rato agradable. Aún recuerdo las tardes que pasé
aquí. Acababa de llegar de la manada, no conocía a nadie en la ciudad ni mucho
menos la ciudad en sí. La encontré por casualidad y desde entonces se convirtió
en el lugar a donde iba a pensar. Dejaba a un lado todos mis pensamientos, me
sumergía en un mundo totalmente diferente.
—¿La cabaña Thompson?
—Recuerdo haber leído en tu diario que te gusta patinar.
—Me encanta Ethan… —contesto mirándolo a los ojos—. Sabes María me
enseñó cuando cumplí los doce años. Faltaban unos quince días para navidad,
era de esas primeras nevadas duras del año. Fuimos hasta la cascada congelada.
Yo tenía miedo de que tu padre nos descubriera y me matara ahí mismo. María en
cambio estaba tan segura, tan insistente. Patinamos por horas, disfrutando del frío
en nuestros rostros. No recuerdo haberme caído tanto en mi vida. Pero lo disfruté
al máximo.
—Debió haber sido algo especial para los dos.
—Lo fue —respondo—. Es uno de los poco recuerdos buenos que tengo.
—Estoy muy orgulloso de ti Lucas —dice sentándose a mi lado.
—Aún hoy puedo oler el aroma de la nieve y la tierra húmeda. Puedo sentir el
viento helado sobre mi piel y recuerdo los golpes que me daba al caer. Uno de los
mejores días de mi vida. De los pocos recuerdos que en verdad puedo presumir.
Los demás son tan… tristes.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
234
Sara Liza
—Lo lamento…
—¡Pero venga ya! No recordemos el pasado por ahora Ethan.
Sonríe.
—Esto es muy hermoso. Muchas gracias.
—Pensé que sería una buena idea cenar aquí cariño.
—Es una estupenda idea —lo beso. Acaricio la barba en sus mejillas.
—Solo hay un pequeño detalle Lucas…
—¿El qué?
—Yo no sé patinar cariño —dice inclinando la cabeza con una media sonrisa
en su cara—. Solo esperaba que… esperaba que tu pudieras… ya sabes.
—¿Enseñarte? —pregunto levantando las cejas.
—Sí —contesta—, algo como eso… tú sabes.
Asiento.
Ethan oculta su rostro entre sus manos. Está ligeramente avergonzado. Sus
mejillas se ruborizan al sentir mi mirada sobre él. Debe ser algo difícil pedir ayuda
cuando estás acostumbrado a ser tú el que ayuda. Respira entrecortadamente
mientras toma mi mano entre las suyas. Está caliente. Sus dedos jugando con mi
piel blanca. Tengo que admitir que Ethan me sigue sorprendiendo con el paso de
las horas. Es todo lo que yo no soy, todo lo que se podría decir necesito en mi vi-
da. Creo que por fin, y después de tanto tiempo, entiendo el verdadero significado
de ser una pareja predestinada. Somos en esencia todo lo que el otro puede llegar
a necesitar. Dos mitades de un todo. Ethan y yo, por siempre juntos.
—No tienes por qué avergonzarte cariño —le acaricio la espalda—, recuerda
que yo no sé andar en bicicleta. Aunque lo intenté muchas veces. Pero sabes, eso
es lo que nos hace ser prefectos, nuestros propios errores y debilidades. Somos
en realidad seres imperfectamente perfectos.
Me mira, sus ojos brillan con una extraña luz.
—Que haría yo sin ti Lucas…
—Lo mismo que yo sin ti Ethan.
Entrelazamos las manos. Le sonreímos a la nada.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
235
Sara Liza
Mi vista se pierde entre las personas que caminan frente a nosotros. Un grupo
de jóvenes de no más de dieciséis años que patinan con una agilidad y destreza
sorprendente. Algunas parejas tomadas de las manos, bailando al compás de la
música electrónica que resuena por los altavoces. Otros más jugando carreras,
girando con velocidad en las curvas, levantando el hielo con el filo de los patines.
Una joven rubia dando saltos hacia atrás. Una pequeña niña con una enorme son-
risa en su rostro, mientras que su padre la sujeta de las manos y patina a su lado.
Mi vista clavándose en una pareja de ancianos que aferrándose a la barandilla de
seguridad, hacen el intento de deslizarse sobre el hielo resbaloso, sonriéndose y
apoyándose mutuamente. El enorme abeto a la mitad de la pista, decorado con
cientos de figuras, focos y estrellas.
Al ver el árbol decorado y la pareja de ancianos, no puedo evitar preguntarme
cómo serán a partir de ahora todas mis navidades. Siempre, desde que llegué a la
ciudad, las he estado pasando junto con Vanessa y Drew. Unas en la playa, ale-
jándonos los tres del frío del invierno y disfrutando de unas merecidas y largas
vacaciones. Otras en alguna cabaña perdida, debajo de una enorme montaña,
idea de Drew que deseaba aprender a deslizarse en tablas de Snow. Pero ¿y aho-
ra que Ethan está de nuevo en mi vida? Tal vez a él le guste pasar las festividades
con su familia, rodeado de todos los que ama. O tal vez no celebra la navidad. Sea
como sea, solo espero poder estar con él.
—Está bien —digo poniéndome de piel con un salto— ¡Hagámoslo!
—¡Qué! ¿Ahora?
—Si —contesto—. Ahora o nunca cariño. ¡Es momento de divertirnos!
—Pero… yo pensaba que era mejor después de cenar.
—¡Olvídalo Cormack! No podría patinar con el estómago lleno.
—Pero amor… yo…
—Pero nada Ethan. ¡Eres un Alfa por Dios! Venga ya, vamos a ello.
—Si pero…
—¡Te divertirás!
—Si tú lo dices….

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
236
Sara Liza
Lo obligo a caminar hasta la entrada a la pista. Sus hombros tiemblan por el
miedo. Algo me dice que esto será divertido.

Estamos agotados.
La noche es cada vez más profunda y fría. Me detengo a la salida de la pista
de hielo. Alzo la mirada y veo como el tuene brillo de las estrellas desaparece de-
trás de las densas nubes de tormenta. Una fuerte brisa sacude mis cabellos rebel-
des que se pegan a mis labios abiertos. El viento helado me hace titilar por el frío
que es cada vez más crudo e intenso. Hace poco menos de media hora que las
personas regresaron a sus hogares. Estoy cansado y algo adolorido por las caí-
das, pero extasiado al mismo tiempo. Ethan me mira desde el centro de la pista,
justo a un lado del enorme árbol de navidad. Extiende sus manos y me sonríe. De
dos impulsos me deslizo hasta él.
Me envuelvo entre sus brazos abiertos, descansando mi cabeza sobre su pe-
cho plano. Sus brazos musculosos me aferran por la cintura, pegándome más a su
cuerpo. Besa mi cabello congelado, susurrándome al oído lo mucho que me ama.
Está caliente. Su aliento eriza la piel de mi cuello. Sus dedos recorren la línea de
mi espalda, hasta llegar a mi trasero y apretarlo ligeramente. Creo que a mi Alfa le
gusta mi culo. Me muerde con delicadeza ese lugar en el que espero vaya su mar-
ca cuando por fin me reclame. No cabe duda que podría vivir eternamente entre
sus brazos, en ese calor que alivia por completo el frío en mi interior.
—Ethan…. —suspiro.
—Dios Lucas… no hagas eso cariño.
—¿Qué cosa? —pregunto mordiéndome los labios.
De pronto veo como el verde de sus ojos cambia a un intenso amarillo.
—Eso —responde él con la voz profunda. Tocando con su pulgar mi labio infe-
rior, apoyando su frente contra la mía—. Susurrarme al oído, morderte los labios,
mirarme en la manera en que lo haces. No sabes lo mucho que me afecta.
—¿Cómo te afecta?
Toma mi mano entre las suyas, posándola en el enorme bulto de su pantalón.
—No tienes idea de lo duro que me estás poniendo en estos momentos Lucas.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
237
Sara Liza
—¿Me ama Alfa? —pregunto acariciando su creciente erección.
—No tienes una puta idea de lo mucho que lo hago.
—Entonces béseme.
Antes de que pueda hacerlo lo empujo con fuerza, alejándome de él. Ethan
gruñe de frustración a mi espalda. Lo miro con una media sonrisa en mi cara. Sus
ojos brillan de deseo y lujuria. Me detengo junto a la puerta de salida de la pista.
Mi cuerpo recargado sobre la barra de protección, mis manos a ambos lados de mi
cuerpo. Nos miramos en completo silencio, no necesitamos decir nada, sabemos a
la perfección lo que el otro quiere, lo que el otro necesita. Me dejo llevar por la le-
tra de la canción que suena por los altavoces. A mi espalda siento la mirada de
uno de los encargados de la pista, pero no le doy importancia.
Su mano derecha acaricia mi espalda, subiendo hasta llegar a mi cabello. En-
tierra sus dedos en mis mechones, jugando con ellos. Me sujeta por el cuello y me
acerca a sus labios abiertos. Puedo sentir como su aliento acaricia mi piel. Nues-
tras bocas a centímetros una de la otra, a punto de tocarse en una intensa caricia.
Nos besamos con lentitud, con cariño y algo de lujuria. Permitimos que nuestras
lenguas jueguen en un delicado vaivén. Ethan dibuja el contorno de mis labios,
mordiéndolos hasta dejarlos hinchados y húmedos, anhelantes por más contacto.
De pronto la nieve comienza a caer sobre nosotros. La luna iluminándonos a tra-
vés de un espacio abierto. La noche es absolutamente perfecta.
—Nieve…
—Puedo verlo —responde jadeando.
—La noche aún es joven Ethan —jadeo—. Tengo un poco de hambre.
—Yo igual…
—Vayamos a cenar amor.
Soy tan feliz.
Son las dos de la madrugada. Acabamos de regresar de la que definitivamen-
te ha sido la noche más especial en toda mi vida. Después de cenar en el restau-
rante italiano de la cabaña Thompson, Ethan decidió que era buena idea ir al cine
y disfrutar de alguna película romántica. Las personas nos miraban con ojos curio-
sos al vernos pasar tomados de la mano, pero en ningún momento me sentí aver-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
238
Sara Liza
gonzado por eso. De hecho estaba orgulloso de poder presumir mi relación. Con-
tento de poder tener una experiencia como esa en mi vida. Aunque al final no ter-
miné disfrutando de la película, pues Ethan no dejaba de besarme cada cinco mi-
nutos. Me sentí el hombre más afortunado del mundo.
Ambos estamos recostados en el sillón de mi departamento. La televisión en-
cendida frente a nosotros, repitiendo los viejos capítulos de la segunda temporada
de Chicago fire. Intento prestar atención pero no puedo concentrarme con todas
las caricias que Ethan me está haciendo. Me abraza por la espalda, cubriéndome
más con la manta y entrelazando sus piernas con las mías. Besa mi cuello, sus
manos pellizcándome los pezones por debajo de mi camisa. Me estremezco al
sentir su barba áspera sobre mi piel.
—¿Disfrutaste la noche? —pregunta mordiéndome la oreja.
—Mucho Ethan, gracias.
—No tienes por qué agradecerme nada Lucas, para mí fue un completo honor.
—Sabes siempre quise algo como esto —acaricio la piel bronceada de sus
brazos.
—¿Cómo qué?
—Como esto —digo girando y mirándolo a los ojos—. Una noche así. Poder
tener una cita contigo, que me hicieras el amor, despertar a tu lado. Quiero poder
pasar el resto de mis días de esta manera Ethan.
—Yo también cariño —me besa.
—Gracias por todo lo que hiciste esta noche amor.
—No, gracias a ti Lucas por darme una de las mejores noches de mi vida.
Nos besamos durante minutos. El calor entre nuestros cuerpos aumenta.
Jadeo.
Una pequeña fantasía aparece en mi cabeza.
—Tengo una idea.
—¿A sí? —Alza las cejas— ¿una idea sucia?
—Una idea romántica —lo corrijo.
Ethan me mira curioso. Camino hasta la cocina, abriendo el refrigerador para
ver si tengo todo lo que podría necesitar. Saco un pequeño plato con pedazos de
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
239
Sara Liza
fruta y unas tres tabletas de chocolate dulce. Siempre he querido saber qué es lo
que se siente hacer el amor y satisfacer los otros sentidos al mismo tiempo. Tomo
el chocolate y lo derrito en la estufa. Ethan me mira desde la sillón, tiene los bra-
zos apoyados en el respaldo. Su mirada me sigue de un lado para el otro. Me son-
ríe, parece que adivinó lo que estoy pensando.
—Chico travieso.
—Siempre he querido hacer esto, espero no te moleste.
—Joder no.
Humedezco mis labios al verlo frente a mí. Ethan se desabrocha un par de bo-
tones de su camisa. Coloca uno de sus brazos detrás de su cabeza, sus ojos ver-
des se trasforman en dos pozos amarillos. Mi polla comienza a palpitar al ver una
pequeña capa de vello en su pecho. Sus piernas abiertas. Veo como su mano de-
recha acaricia el enorme bulto en su pantalón. Dejo el plato con fruta y el chocola-
te caliente sobre la mesa de cristal a mi espalda. Me sonríe.
—Quítate la ropa —me ordena con una voz profunda.
—¿Cómo?
—Quítate la ropa para mi Lucas.
Jadeo.
—Sí… si Ethan…
—Ethan no —tiene el cejo fruncido—, soy tu Alfa ahora.
Desabotono mi camisa blanca, dejándola caer a un lado. Ethan clava su mira-
da en mis pezones rosados. Su mano derecha apretando fuertemente la creciente
erección en sus pantalones. El calor en mi cuerpo comienza a ser insoportable.
Bajo mi mano hasta mi pantalón pero antes de poder quitármelo, la meto entre mis
boxers, apretando mi polla con fuerza. Ethan gruñe al verme así. De un solo tirón
arranca su camisa, arrojándola por encima del sillón. Gimo al ver su pecho desnu-
do, la fina capa de vello sobre sus músculos, el contorno de su tatuaje tribal. Tomo
el tirante de mis pantalones negros y los deslizo sobre mis piernas. Me quedo fren-
te a Ethan en pura ropa interior. Sus ojos amarillos brillan con intensidad al ver mi
miembro marcado a través de la tela negra y apretada de mis calzoncillos.
—¡Joder!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
240
Sara Liza
—Alfa…
—Ven —dice Ethan mirándome a los ojos.
Hago lo que me pide sin decir palabra. Camino hasta él, temblando ligeramen-
te. Mis manos rozando deliberadamente la piel sensible que rodea a mis pezones,
que comienzan a endurecerse. Ethan acaricia mis piernas desnudas, sin dejar de
mírame un solo segundo. Jadeo al sentir la lengua húmeda de Ethan que dibuja el
contorno de mi miembro, su mano derecha apretando mi culo. Dios esto se siente
tan bien… Toma mi ropa interior y la desgarra de un solo movimiento. Mi miembro
erecto revota por el golpe.
—Así está mucho mejor.
Estoy completamente desnudo frente a él. Ethan sentado, con las manos de-
trás de su cabeza, me sonríe dejando al descubierto sus dos enormes caninos. Mi
cuerpo se estremece al sentir esa mirada profunda y cargada de deseo sobre mí.
Me siento un poco expuesto pero me gusta la sensación de sentir esa mirada de
lujuria y apetito en él. Aprieta su polla sobre su pantalón, abriendo el cierre y de-
jando salir el enorme falo de carne. Me humedezco los labios al ver la cabeza mo-
rada y perlada por el líquido pre seminal.
—Chúpala —ordena.
Casi como si algo invisible me controlara, me hinco frente a él. Ethan me mira
intensamente, sus ojos amarillos resplandecen con fuerza. Tomo su enorme polla
entre mis manos, deleitándome con la carne caliente y palpitante. Lamo la vena
saltada, desde la base a la punta. Jugando con sus bolas con mi lengua. Ethan
gruñe, poniéndome una de sus manos sobre mi cabello, golpeando su carne ex-
puesta a mi cara. Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación.
—¡Joder!
La tomo por la base, chupando la cabeza con vehemencia. Ethan arroja la ca-
beza hacia atrás, llevándose ambas manos a su cara, disfrutando de la sensación.
Tomo el falo de carne y la meto de lleno en mi boca. La chupo durante un par de
minutos, Ethan moviendo sus caderas cada vez más fuerte. Entierra su polla pro-
fundamente en mi garganta. Toco mi polla dura, estoy a punto de correrme.
—Ethan… me corro.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
241
Sara Liza
—Alfa —gruñe con una voz profunda.
—Me… me corro.
Me sujeta por la cintura, levantándome y acomodándome sobre el sillón. Se
quita el pantalón y la ropa interior, tirándola a un lado. Me toco la polla palpitante al
verlo completamente desnudo frente a mí, con su pecho plano cubierto por una
capa de vello, los músculos tensos de su culo completamente redondo y firme.
Toma la manta con la que nos había cubierto y la acomoda en el suelo. Me re-
cuesta con cuidado, sujetando mis manos a la pata del sillón con una corbata azul.
Lo observo con un fuerte deseo, una intensa necesidad de ser reclamado por
él, por mi Alfa. Mi erección palpitando, dolorosamente dura. Una gota de líquido
pre seminal escurre sobre mi abdomen. Ethan se hinca a mi lado, jugando con la
pequeña gota entre sus dedos. Mojo mis labios al ver su enorme polla, apuntán-
dome con esa cabeza rosada y húmeda. Me muerdo los labios al sentir como los
dedos de Ethan van subiendo por mi cuerpo, hasta pellizcar mis pezones duros.
Una sonrisa traviesa aparece en su rostro.
—Abre la boca —me ordena con una profunda voz.
Sin dudar un segundo hago lo que me pide. Lo veo tomar un pequeño pedazo
de piña del plato a su derecha. Me retuerzo al sentir el frío contacto de la fruta
contra mi piel desnuda. Ethan acaricia mis pezones con la punta triangular de la
piña, pasándola de uno al otro. Se divierte viéndome sufrir, amarrado sin poder
hacer nada para poder detenerlo. Toma la fruta entre sus dientes, recostándose
sobre mí y besándome con ella. El jugo agridulce escurre por entre mis labios.
—¿Más? —pregunta sonriendo.
—Por… por favor.
—Por favor Alfa —corrige.
—Por favor… —jadeo—, por… favor… Alfa.
—Buen chico.
Toma una fresa entera del plato, mordiéndola por la mitad antes de pasarla
sobre mi cintura. Desliza la frutilla a través de las líneas de mis músculos poco
definidos. Mordiéndome suavemente la piel, hasta dejar un moretón. Cierro mis
ojos al sentir como una de sus manos aprieta mi miembro, jugando con él. Con la
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
242
Sara Liza
otra mano pellizca mis pezones sensibles. Quiero moverme, poder usar mis ma-
nos para acariciar su cuerpo perfecto, pero están tan bien amarradas a las patas
del sillón a mi cabeza. Me estremezco violentamente al sentir como dibuja peque-
ños círculos en la cabeza de mi polla.
—Alfa… por favor… detente.
—Deténgase —responde—. Recuérdalo Lucas.
—Por favor…Alfa… me vengo.
—Lo siento cariño pero solo estoy empezando.
Sujeta la fresa entre sus dedos, pasándola sobre mis labios rojos. Puedo sa-
borear el jugo de la fresa que resbala por mi boca abierta. La intento morder, pero
antes de que pueda hacerlo Ethan la quita, besándome en su lugar. El beso que
me da es tan intenso, fuerte y deseoso, que por un segundo me siento como un
cordero a punto de caer en las garras de un lobo feroz. Introduce la frutilla en mi
boca, sonriéndome mientras muerdo la fruta, degustando su sabor un tanto acido.
Besa mi cuello, dibujando con la punta de su lengua un nuevo moretón. Sus ma-
nos deslizándose por mi cintura, tocando todo mi cuerpo hasta llegar a mi culo
expuesto, apretándolo con fuerza.
Nos miramos en silencio, sus ojos amarillos clavados en los míos. Toma otra
fresa del recipiente a su derecha, pero esta vez bañándola con un poco de choco-
late. Gimo al sentir como el líquido caliente cae sobre la piel desnuda de mi abdo-
men. Ethan me sonríe descaradamente, sumergiendo de nuevo la fruta en el cho-
colate y dejándola caer sobre mi pecho. Muerte la fresa, apartándola a un lado y
lamiendo el dulce de mi cuerpo. Sus ojos intensos mirándome con diversión.
—¿Quieres probar?
—Si… si…
—¿Si que Lucas? —Pregunta.
—Si… por favor… Alfa.
Mete su dedo índice en el chocolate derretido, mojando sus labios abiertos
con él. Se reclina sobre mi cuerpo, besándome tiernamente, permitiendo que lo
saboree. Mi lengua recorre el contorno de su boca, disfrutando el dulce sabor del
chocolate mezclado con su propio sabor. Me retuerzo al sentir la firme presión de
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
243
Sara Liza
su polla sobre mis muslos. Ethan sin dejar de besarme me acaricia mi miembro,
sujetándolo por la base y moviéndolo de arriba abajo. Cierro mis ojos y me dejo
llevar por las sensaciones. De pronto siento como se levanta, toma otro par de
pedazo de fruta. Se divierte conmigo. Pone un pedazo de melón sobre mis pezo-
nes, lamiendo mi abdomen hasta llegar a ellos.
Sin decir nada más, me levanta ambas piernas, posándolas sobre sus hom-
bros. Su cabello cae sobre su rostro, gotas de sudor resbalan por su piel. De pron-
to siento como su polla va entrando lentamente por mi culo. Aprieto mis manos en
un puño al sentir su miembro grueso y largo, que se abre camino en mi interior.
Siento como si en cualquier momento fuera a partirme en dos. Su mano derecha
sobando mis caderas, sus ojos clavados en los míos.
—Joder cariño —gime— un poco más.
—Ah… ah…ah.
Dejo salir un largo jadeo al sentir la longitud de su miembro dentro de mí. Sus
bolas chocando contra la piel de mi culo. Ethan comienza a perforarme con fuerza,
golpeando constantemente ese punto en mi interior que me hace gritar del placer.
Sus dos manos a cada lado de mi cintura, su cadera penetrándome con rapidez.
Cierro mis ojos, ladeando mi cabeza y mordiéndome la piel de mis brazos. Mi
cuerpo se sacude con cada una de sus embestidas. Nuestros cuerpos cubiertos
en sudor. Ethan toma mi polla entre sus manos, moviéndola al compás de sus
propias sacudidas.
—Joder Lucas —gruñe—. Abre los ojos, quiero verte mientras te follo.
Abro los ojos y lo veo con hambre y lujuria. La manera en la que sus músculos
se tensan y se contraen con cada una de sus embestidas. Su cabello negro y lar-
go que se pega a su rostro. Esos acentuados ojos amarillos que me miran con
deseo. Su cuerpo desnudo que resplandece por el sudor que resbala por su per-
fecto abdomen. La forma en la que su culo redondo y firme se agita de un lado al
otro. Nuestros cuerpos que arden por el fuego de la pasión, un fuego que nos de-
vora por dentro. Aprieta mi polla con su mano derecha, recostándose sobre mi
cuerpo desnudo. Lo miro a los ojos mientras me sacudo violentamente por el or-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
244
Sara Liza
gasmo que llega de pronto y sin avisar. Ethan se entierra un par de veces más,
hasta que siento como su líquido espeso y caliente me llena por dentro.
—Lucas…
—Ethan… —entierra su cabeza en mi cuello.
—Te amo Lucas.
—Y yo… a ti… Ethan.
Definitivamente esta ha sido la mejor noche de mi vida.

Ethan.

No puedo evitar dejar de mirarlo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
245
Sara Liza
Estos últimos días con Lucas han sido de los mejores en toda mi vida. Hemos
pasado grandes momentos juntos. Siendo capaces de conocernos mucho mejor.
En tan solo un par de horas fui capaz de descubrir tantas cosas sobre él, peque-
ños detalles que parecen insignificantes pero que en conjunto forman el carácter y
la personalidad de Lucas. Me hace sentir orgulloso el hecho de que se haya atre-
vido a compartir todo eso conmigo. Puedo decir ahora que soy el lobo más feliz
del mundo. Parecemos adolescentes estúpidos, que acaban de descubrir el amor.
Hemos platicado hasta caer rendidos por el cansancio, reído hasta faltarnos el
aliento, jugado como niños pequeños.
Pero sobre todo puedo decir que ahora sé perfectamente lo que significa ser
capaz de unirte con tu otra mitad. Gozamos de las caricias del amor, de tantas
formas inimaginables, que aún sigo sin poder creer que Lucas es por fin mío y de
nadie más. No hay un solo rincón en todo su departamento en el que no hayamos
experimentado con las sensaciones de nuestros cuerpos desnudos, uniéndose
hasta alcanzar el clímax de un orgasmo intenso y duro. Después de haber vivido
tantos años en el infierno, por fin puedo decir lo que el paraíso es.
Lo observo mientras duerme. Su cabeza descansa sobre mi hombro derecho,
su mano cerca de mi corazón. Su cabello castaño y alborotado, cae sobre la frente
cubriendo parte de sus ojos. Paso mis dedos por sus mechones rebeldes, acomo-
dándolos detrás de sus orejas. No puedo evitar rozar con la punta de mis dedos su
piel blanca y tersa. Acaricio sus labios entre abiertos, deleitándome con la sensa-
ción de su carne sensible. El recuerdo de mis besos desesperados, anhelantes y
tiernos, aparece de nuevo en mi memoria.
Joder. Lucas es una de las mejores cosas en mi vida.
Me deslizo por la cama con cuidado. No quiero despertarlo y arruinar su sueño
tranquilo. Esta mañana desperté con la suma intención de complacer a mi compa-
ñero. Después de la noche tan intensa entre los dos, es momento de demostrarle
a Lucas que también puedo ser alguien dulce y romántico para con él. Acomodo
su cabeza sobre la almohada, besando su frente con ternura. Sonrío al ver como
se retuerce sobre las sabanas, enseñando parcialmente la piel de su culo expues-
to.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
246
Sara Liza
Camino hasta el baño, lavándome la cara con un poco de agua caliente.
Me observo en el espejo y no logro reconocerme del todo. Tan acostumbrado
estoy a ver la sombra del dolor en mi rostro, que ahora que ha desaparecido me
parece algo extraño en mí. Estoy más feliz que nunca, un poco más relajado. Mis
ojos parecen brillar con una curiosa intensidad. Sonrío más de la cuenta. No cabe
la menor duda que Lucas era lo que tanto necesitaba para sentirme bien conmigo
mismo. Este es un Ethan nuevo, un Ethan que me agrada conocer.
Camino hasta la cocina de su departamento, completamente desnudo. Veo los
remanentes de la noche pasada. Mi ropa desparramada por todo el piso de la sa-
la. Los restos de chocolate y fruta sobre la mesa de cristal. La corbata azul en uno
de los sillones. Me sonrió en aprobación y orgullo. Aún puedo sentir el calor de su
piel, escuchar los gemidos de placer que Lucas daba mientras lo embestía con
dureza sobre el suelo. Me juro que cumpliré cada una de sus fantasías. Desperdi-
cié nueve años a su lado. Voy a recuperar todo ese tiempo a como dé lugar.
Enciendo el televisor con el control remoto. Me gusta escuchar las noticias al
despertarme por las mañanas. Tomo del refrigerador un par de huevos, una cebo-
lla, tomate, cilantro y un poco de leche fresca. Pongo un poco de café en la cafete-
ra metálica al lado del horno de microondas. Enciendo la estufa y dejo que se vaya
calentando un poco el sartén antes de echar todos los ingredientes. Quiero sor-
prender a Lucas con un buen desayuno en la cama.
—No sabía que supieras cocinar.
Sonrío al escuchar su voz a mi espalda.
—Aún tengo muchos secretos ocultos cariño.
Volteo y lo veo a escasos centímetros junto a mí. Está parado con los brazos
cruzados, me sonríe. Humedezco mis labios al verlo desnudo. Respiro profunda-
mente. Me vuelve loco sin siquiera saberlo, quiero poder enterrarme de nuevo en
él, hacerlo rogar por una liberación, escuchar sus gritos mientras lo penetro con
fuerza. Deseo amarlo por siempre.
—Estás desnudo.
—Alguien rasgó mi ropa anoche ¿lo olvidaste? —dice sonriendo.
—La verdad es que te prefiero así.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
247
Sara Liza
—¿Así?
—Si —lo atraigo a mi cuerpo—, completamente desnudo y solo para mí.
Lo levanto en brazos, sentándolo en la isla de la cocina. Lo veo a los ojos,
perdiéndome en el brillo de esos pozos cafés. Acaricio sus mejillas, acercándolo
con delicadeza a mí. Nuestras bocas apenas rozándose, la punta de mi lengua
humedeciendo sus labios. Lucas se aferra a mi cuello, presionándose contra mi
cuerpo y profundizando en el beso. El calor entre los dos aumenta. Mi erección
presionándose contra la parte interna de sus muslos. Quiero poder reclamarlo,
marcarlo como mío, pero no puedo hacerlo aún. Primero tengo que arreglar todo
en la manada, divorciarme de Kristen y eliminar las estúpidas normas de mi padre.
—¿Así que sabes cocinar? —pregunta rompiendo el beso.
—Aprendí estos últimos años.
—Me sorprende cada vez más señor Cormack, es usted asombroso.
—Pues gracias señor Wood, usted no se queda atrás.
Sonreímos.
Definitivamente quiero pasar el resto de mis días así.
—La verdad es que quería sorprenderte Lucas.
—Y lo hiciste Ethan —acomoda mi cabello—. Gracias.
—Espero no haberte despertado.
—No para nada, no te sentí en la cama, así que vine a investigar.
—¿Me extrañaste? —pregunto con una voz como idiota.
—No tienes idea —me besa.
—Lástima que mi sorpresa se arruino.
Noto como los ojos de Lucas comienzan a brillar. Eso es una de las muchas
cosas que he estado descubriendo en los últimos días. Siempre que hago algo
bien, algo que le llega al corazón, sus ojos brillan de una manera muy especial. Es
como si Lucas no pudiera evitar demostrar lo que siente por dentro. Tal vez no lo
dice con palabras claras, pero son sus acciones, sus gestos y sus sonrisas, lo que
me demuestra lo mucho que siente una persona como él. Estoy orgulloso de tener
a un compañero sensible y humano como lo es Lucas.
—No tenías por qué hacerlo Ethan.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
248
Sara Liza
—Quería hacerlo cariño, quiero complacerte.
Una lágrima resbala por su mejilla.
—Nunca me voy a cansar de decirte lo mucho que te amo Ethan.
—Y yo a ti Lucas.
Nos besamos con delicadeza. Sostengo su rostro entre mis manos, limpiando
las lágrimas que resbalan por sus mejillas. No me gusta verlo llorar. Así nos que-
damos por un par de minutos, sin decir nada, sin hacer nada más que vernos a los
ojos. Rozamos nuestros labios sin llegar a profundizar en algún beso. Mis manos
bajan por su cuerpo, delineando su cintura hasta llegar a su miembro palpitante.
Lucas gime al sentir mi mano sobre su eje, presionándolo con fuerza, dibujando
pequeños círculos en su cabeza rosada.
El calor entre nuestros cuerpos aumenta. Lo tomo por la cintura, levantándolo
en brazos. Las piernas de Lucas se enredan a mi cuerpo. Arrojo el sartén a un
lado antes de caminar hasta el sillón, depositándolo con cuidado sobre él. Me mira
con amor y una fuerte necesidad de ser reclamado. Quiere que lo penetre con
fuerza, tanto como yo necesito hacerlo. Se dice que un lobo nunca está completo
hasta el día en el que marca a su pareja.
Me recuesto sobre él, rozando deliberadamente mi erección contra la suya.
Sus gemidos son cada vez más constantes y profundos. A la mierda el desayuno y
el plan que tenía. Ahora en lo único en lo que puedo pensar es en tomar a mi dul-
ce compañero y llevarlo a la locura de un orgasmo. Meto mi mano por nuestros
cuerpos, tomando ambas erecciones y jugando con ellas. Lucas cierra los ojos,
abriendo sus piernas y levantando su culo. Estoy a punto de embestirlo con dure-
za, cuando un golpe en la puerta corta toda mi inspiración.
—¡Lucas, por Dios ¿estás bien?!
La voz de Vanessa atraviesa la puerta.
—¡Lucas!
—Es Vanessa —murmura.
—Deja que se vaya —susurro—, continuemos con lo que estábamos.
—Ethan…por favor.
Me arrempuja con fuerza a un lado.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
249
Sara Liza
Caigo de golpe al suelo. Lo veo correr hasta su habitación.
Tomo todas mis cosas del suelo, caminando detrás de él. Sonrío al verlo co-
rrer por su habitación, buscando en los cajones algo que ponerse antes de poder ir
a abrir la puerta. Me recuesto en la cama, con un brazo detrás de mi cabeza y el
otro jugando con mi erección. Me deleito con la vista del culo de Lucas y su piel
desnuda. ¡Joder! Tan caliente que estaba antes de ser interrumpido.
—¡Ethan! —Grita en voz baja—, ¿Qué carajos estás haciendo?
—Disfruto de la vista.
—¡Joder! —Me avienta unos boxers negros— ¡Vístete!
—Pero Lucas…
—Pero nada —sube a la cama, besándome con rapidez—, después podremos
terminar esto. Ahora tenemos que abrir. Conozco a Vanessa, tirará la puerta si no
la detenemos.
—Está bien —respondo suspirando.
Lucas sale de la habitación. Viste un pijama azul, una playera gris y unas pan-
tuflas negras. Antes de salir cierra la puerta de un golpazo. Me levanto con tran-
quilidad, sentándome en la orilla de la cama y llevándome ambas manos a la cara.
Estoy un poco frustrado por no haber hecho el amor con Lucas, nadie debería in-
terferir en eso. Pero entiendo su preocupación, en lo poco que conozco a Vanessa
he descubierto que puede ser una mujer de cuidado. Al menos me queda la segu-
ridad que esto es solo es el principio. Ya es hora de que el mundo entero sepa
sobre nuestra relación. Quiero ver sus expresiones al verme a su lado.
Me visto con la misma ropa de anoche. Me veo en el espejo del baño, acomo-
dándome un poco mi cabello rebelde. Escucho a lo lejos como Vanessa entra gri-
tando al departamento. Me alegra saber que Lucas tiene a alguien como ella, una
persona que movería cielo, mar y tierra por su bienestar. Frunzo el cejo al oír más
pasos que resuenan por el piso. Drew y María deben estar con ella. Salgo de la
habitación, tengo la camisa desabotonada y una sonrisa en mi rostro. Soy un jodi-
do bastardo con suerte. Al salir noto un aroma distinto, una esencia diferente.
—Ethan…
El rostro de Lucas palidece.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
250
Sara Liza
Mis manos se cierran en un puño al ver como Adam abraza a Lucas.
—¡¿Qué mierda haces aquí?!
Sujeto a Adam por el cuello de su camisa, estrellándolo contra una de las pa-
redes. María deja escapar un grito de sorpresa al ver como el cuerpo de Adam
revota, cayendo al suelo de la sala. Lucas y Drew por el contrario me intentan de-
tener, pero con fuerza los hago a un lado. Quiero matar al imbécil por osarse a
tocar a Lucas. Nadie debe tocar a la pareja de un Alfa sin su consentimiento. Mi
sangre hierve por la rabia y la furia que me carcomen por dentro. Tiene que en-
tender de una maldita vez que Lucas es mío y de nadie más.
—¡Ethan! ¡Detente por favor!
—¡Contéstame imbécil, ¿qué mierda haces aquí?!
—Viene a ver a Lucas… —responde Adam tosiendo.
—Ethan por favor —Drew me detiene por los hombros.
—¡¿Cómo quieres que lo haga?! ¡Este imbécil se atrevió a tocar a Lucas!
—Ethan… cariño… por favor.
Lucas me obliga a mirarlo a los ojos. Mi furia lentamente va desapareciendo al
ver esos hermosos ojos cafés frente a mí. Sus manos acarician mi rostro. Me be-
sa. No puedo enojarme con él, no puedo comportarme de esta manera. Prometí
no volver a dejar salir a este Ethan duro. Pero es que no me puedo controlarme,
me dan unos celos enormes al ver a Adam junto a Lucas. No quiero que se le
acerque en lo más mínimo.
—Estábamos preocupados por Lucas —dice María desde una esquina.
—Fui yo quien le pedí que nos ayudara Ethan.
Clavo mi vista en Vanessa. Drew está a su lado.
—Tienes que entendernos Ethan. No sabíamos nada de Lucas. La última vez
que lo vimos fue hace dos días. Después de que salió llorando de la fiesta, no vol-
vimos a saber nada de ustedes dos. Por un segundo pensamos lo peor.
—¿Y por eso creyeron que era buena idea hablarle a este imbécil?
—Pensaron que tal vez estaba conmigo —responde Adam poniéndose de
pie—, no tiene nada de malo. Además cuando me dijeron lo que pasó, yo también

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
251
Sara Liza
me preocupé por él. No sabíamos nada de lo que estaba pasando. Tú sabes muy
bien que estimo mucho a Lucas.
—Lo sé —contesto con una voz fría—, pero está bien ahora. Puedes verlo por
ti mismo. Estaba conmigo, con su puto compañero. La única jodida persona en
todo el mundo que jamás lo lastimaría. Puedes irte ya.
—¿Y qué pasa si no quiero irme?
—Adam por favor, no lo retes.
—Yo mismo te saco a la fuerza —respondo con dureza.
—Inténtalo.
—¡Adam ya basta! —Grita Lucas interponiéndose entre los dos—, Ethan por
favor… prometiste no hacer esto. No quiero que se peleen. Adam es mi amigo y
tienes que entenderlo. Y tu Adam, por favor comprende Ethan es un Alfa y es mi
otra mitad. No hagan esto más difícil por favor.
—Lo lamento cariño…
Me siento en el sillón de dos piezas. Tomo a Lucas por las muñecas, atrayén-
dolo hacía mí. Al principio se niega, pero después acepta sentarse sobre mis pier-
nas. Todos nos miran con curiosidad. Mi pecho se infla por el orgullo que me da
de presumirles nuestra relación. Enredo mis manos en su cintura, enterrando mi
cabeza en su cuello. Aspiro profundamente su olor, una dulce mezcla de vainilla y
libros viejos. Mi lobo interior sigue molesto, necesita demostrar su superioridad
con los demás, pero por ahora me voy a comportar, todo sea por Lucas y el amor
tan grande que siento por él.
—Prométeme que te comportarás Ethan.
—Te lo prometo cariño —respondo besándolo en los labios.
—Gracias amor.
Sonríe.
—¿Así que por fin se reconciliaron? —dice Vanessa sonriéndonos—. Creo
que es por eso mismo que no sabíamos nada de ustedes. Debieron estar muy
ocupados demostrándose su amor por todas partes y en todas posiciones... No
pierdes el tiempo mi amigo.
—¡Vanessa! —Grita Lucas sonrojado.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
252
Sara Liza
—¿Qué? Es la verdad. ¿Y cómo fue?
—Fue el mismo día de la fiesta —contesta él—. Recordé lo que me había di-
cho María un día antes. En mi estaba la decisión de si continuar sufriendo por el
pasado o arriesgarme a conocer todas las sorpresas que el futuro podría traer pa-
ra los dos. Al verlo caminar bajo la lluvia, decidido a no molestarme más, fue
cuando lo supe. Lo amo con todo mí ser. Fui un idiota al pensar lo contrario. Ahora
sé que quiero pasar el resto de mi vida a su lado.
Joder, no puedo estar más feliz de escuchar eso.
—Y yo al tuyo —digo aferrándolo más a mi cuerpo.
—Me alegra que lo hayas entendido Lucas —María camina hasta nosotros,
dedicándonos una tierna sonrisa—. Me siento muy orgullosa de ambos. Merecen
la felicidad que tienen ahora.
A pesar de que no tenemos la mejor de las relaciones, por lo ocurrido en el
pasado, le doy gracias a Dios y al destino por haberla puesto en la vida de Lucas.
Sé que sin sus consejos y su apoyo incondicional, Lucas no sería el gran ser hu-
mano que es ahora. Ahora entiendo que por algo pasan las cosas, María es la
madre que Lucas nunca tuvo. Un verdadero ángel que se encargó de cuidarlo y
protegerlo. Por eso y más siempre le estaré agradecido.
—¿Y qué es lo que va a pasar ahora?
—Bueno la verdad es que si Lucas me lo permite, me gustaría que regresara
conmigo a la manda. A su hogar.
—¿Regresar? —pregunta sorprendido.
—Si cariño —contesto—. No olvides que eres mi compañero, mi otra mitad.
Técnicamente eres la auténtica Luna de la manada. Tu lugar es conmigo, a mi
lado. Pero en caso de que no sea eso lo que quieras, ten por seguro que encon-
traremos una solución al problema. Solo quiero que seas feliz Lucas, eso es todo.
—Pero… ¿Qué pasaría con Kristen y con tu hijo? No quiero ser el responsable
de destruir a una familia. Ethan yo no podría soportarlo. No puedo imaginar ser el
culpable de que tu hijo sufra por mi decisión. Yo no…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
253
Sara Liza
—Troy entenderá —sonrío—. Es un chico muy inteligente. Además, estoy más
que seguro que Kristen preferiría estar con su verdadero compañero. Si no fuera
así, no me estaría engañando.
—¡¿Qué?! —interrumpe María sorprendida.
—Lo descubrí hace unos años. El compañero de Kristen es uno de los lobos
de seguridad. Se ven casi todas las noches. La verdad es que lo he mantenido en
secreto por Troy, pero ahora que Lucas está conmigo, no veo porque seguir ca-
llándolo. Los dos estaremos con nuestras parejas predestinadas. Creo que mi hijo
entenderá la situación.
—Pero Ethan…
—Hay algo más que no te he contado y creo que mereces saber Lucas.
Sus hombros se tensan. Drew me mira extrañado, sabe que no es una buena
idea decirle toda la verdad, pero no puedo mentirle. Al principio pensé que lo mejor
era no contarle nada sobre la amenaza que recibí, pero después de lo que pasó
esa noche en el callejón, de saber que efectivamente alguien está detrás de la
cabeza de Lucas, supe que no podía callar por más tiempo. Su seguridad es lo
más importante para mí, al menos durante un tiempo me gustaría que estuviera a
mi lado. En un lugar en el que pueda mantener vigilancia constante sobre él.
—¿Seguro que quieres decirle? —pregunta Drew.
—No le voy a mentir.
—¿Decirme qué? Venga Ethan me asustas, ¿Qué ocurre?
—Hay una razón por la que vine a la ciudad Lucas.
—¿Y cuál es?
—Hace una semana recibí una carta con una fotografía tuya. Me amenazaban
con matarte por ser mi compañero. No tengo idea de cómo se enteraron o quien
pueda ser. Pero me asustó que pudiera ser verdad.
Contiene la respiración, tiembla ligeramente.
—¿Cómo dices?
—No podía permitir que alguien te lastimara. Fue por eso que decidí venir a la
ciudad, necesitaba protegerte. En un principio no quería interferir en tu vida pero
después de lo que pasó esa noche en el callejón, supe que las amenazas iban
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
254
Sara Liza
enserio. Por eso es importante que regreses a la manada conmigo, al menos por
un tiempo, así puedo cuidarte e investigar sobre quien puede ser el culpable y
porque quiere lastimarte.
—Dios…
Respira entrecortadamente.
Juro que descubriré quien es el maldito hijo de perra que quiere lastimarlo.
—Pero… mi trabajo… Vanessa… todo está aquí.
—Si no quieres vivir en la manada lo entenderé —digo mirándolo a los ojos.
Adam mirándome desde una esquina del departamento—. Solo quiero que me des
al menos un par de meses hasta dar con el imbécil que quiere lastimarte. Solo eso
te pido cariño. Dame la tranquilidad de saber que estas bien.
—¿Un par de meses?
—Creo que es lo mejor por ahora Lucas —dice María—. En la manada estarás
seguro. Y más si regresas como el compañero de Ethan y no a escondidas.
—Es por eso que regresaré hoy mismo a Cave’s Door.
—¿Hoy? —Frunce el cejo—, ¿Por qué tan pronto?
—Quiero arreglar todo en la manada antes de que llegues. No quiero que te
escondas de nadie Lucas. Si vas a regresar, al menos durante un tiempo, quiero
que entres al pueblo con la frente en alto. Quiero que todo el mundo sepa que
eres mi compañero. Te prometo que nadie más te va a humillar ni a lastimar.
—¿Y mientras eso sucede?
—Mandaré a un par de vigilas a protegerte.
—Puedes contar conmigo y todos los lobos de la ciudad —dice Adam desde la
esquina del departamento—. Aprecio a Lucas, no permitiré que nadie lo lastime.
Estamos para ayudarte.
No confió mucho en él, pero sé que sus intenciones al menos son buenas.
—Gracias Adam —respondo—. Entonces Lucas ¿Qué es lo que dices?
Suspira. Se lleva ambas manos al rostro.
—Está bien —exhala—. No puedo prometerte que regresaré a la manada de-
finitivamente Ethan, pero al menos lo puedo hacer por un par de meses. Solo has-
ta que descubramos quien quiere lastimarme.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
255
Sara Liza
—Muchas gracias cariño, me quitas un peso de encima.
Nos besamos.
Mierda, soy un lobo afortunado.
Ahora solo me queda regresar a la manada para enfrentar a mi padre y a Kris-
ten. No sé lo que me espera, pero sea lo que sea, me siento preparado para en-
frentarme a todo y a todos si es necesario. Lucas es parte fundamental en mi vida,
ahora que lo recuperé planeo luchar por él a como dé lugar. No dejaré que nadie
interfiera en mi felicidad. Protegeré a Lucas con mi vida si es necesario.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
256
Sara Liza
Ethan.

Suspiro.
Estoy algo nervioso por las implicaciones que traerá lo que planeo hacer.
Aunque eso no me quita la intención de hacerlo, sea lo que sea que ocurra estoy
preparado para todo. Le prometí a Lucas que entraría a la manada con la frente en
alto, que todo el mundo sabría quién es y su importante papel en nuestra socie-
dad. Y eso es exactamente lo que planeo hacer. Nadie volverá a burlarse de él,
nadie osará meterse con la pareja de un Alfa. Lucas lo es todo para mí, es mi otra
mitad, su lugar es a mi lado. Aquel idiota que se atreva a interferir en nuestra rela-
ción, a señalarlo con el dedo y juzgarlo, se arrepentirá toda su vida.
Camino por el estudio, pensando en la mejor forma de actuar. No quiero que
nadie salga lastimado, pero si es necesario hacerlo, todo sea por el bien de la ma-
nada entonces que así sea. María y yo tenemos un plan de acción, tan solo espe-
ro que funcione. Hemos estado reclutando a lobos para unirse a nuestra causa. Al
principio me sorprendió la cantidad de hombres y mujeres que están en desacuer-
do con las leyes absurdas que impuso mi padre en su tiempo. Casi el noventa por
ciento de la manada quiere un cambio y yo planeo dárselos. Lo único que me in-
quieta es mi padre y los lobos que lo siguen. Guerreros que no dudarán un solo
segundo en matar si es necesario.
Son las seis de la madrugada.
El sol comienza a asomar por el horizonte. Los rayos iluminando las gotas del
rocino en los árboles. La manada está en una extraña paz, casi quebradiza, como
si en cualquier momento fuera a romperse. Tomo una copa de cristal de la enci-
mera, vacío un poco de whisky en ella y lo revuelvo. Siempre me ha gustado ver el
movimiento del líquido entre los hielos. Escuchar el roce de los cubos con el cris-
tal. Su color ámbar y su fuerte olor a frutas me hipnotiza.
—Ethan.
Lo bebo de golpe.
Siento como el líquido resbala por mi garganta, quemándola al pasar.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
257
Sara Liza
—¿Qué haces tan temprano despierta?
—Escuché ruidos —contesta Kristen a mi espalda—, vine a investigar.
—Lamento haberte despertado.
—¿Cuándo llegaste?
—Hace un par de horas —respondo sentándome en el sillón a mi derecha.
—¿Por qué no viniste a la cama?
—No tenía sueño.
Me mira enfadada, cruza sus brazos sobre su pecho.
Sigo sin creer lo imbécil que fui como para meterme con una mujer como ella,
tan fría y manipuladora. No puedo negar que es bella, de hecho es una de las mu-
jeres más hermosas de toda la manada. Pero así como su belleza es clara, lo es
también su malicia. Es una loba fría y desconsiderada, alguien a quien no le im-
porta en lo más mínimo pasar sobre los demás para conseguir lo que quiere. Si no
hubiera sido por Troy, creo que jamás la hubiera visto de nuevo. Mucho menos
considerado para ser mi falsa compañera.
Estaba ebrio, muy dolido por la desaparición de Lucas. Pensaba que jamás lo
recuperaría, de hecho ya había perdido toda esperanza de volver a verlo. Necesi-
taba desahogarme, liberar un poco la tensión en mis hombros. En aquel entonces
vivía en los bares, emborrachándome hasta caer rendido. Fue una noche así en la
que ella apareció. Su sonrisa me atrapó en un principio, sus caricias fueron calen-
tando mi cuerpo. Mis sentidos, nublados por todo el alcohol en mi sistema, no me
detuvieron para follarla en los baños de bar. Jodimos durante una hora. Mi lobo
pensando que era Lucas a quien estábamos tomando, yo forzándome a romper
con el lazo que me unía a él.
Un mes después apareció en la puerta de mi casa. Estaba embarazada y que-
ría que cómo el padre que era, me hiciera cargo del niño. No lo dudé por un se-
gundo, era mi responsabilidad como Alfa cumplir con la tarea de proteger a mi ca-
chorro. Nos casamos tres meses después. Para esas fechas yo estaba decidido a
no volver a interferir en la vida de Lucas. Así que pensé, como el idiota que era,
que ese matrimonio me serviría para olvidar todo el dolor de su partida. Que idiota

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
258
Sara Liza
fui. Si no fuera por Troy que está en mi vida, no hubiera soportado tanto tiempo a
su lado.
—Al menos podrías fingir que te da gusto verme Ethan.
—¿Qué es lo que quieres ahora Kristen? —digo vaciando de nuevo, un poco
de whisky en la copa de mis manos.
Sonríe.
—Quería saber cómo le fue a mi marido en sus negocios.
—Bien —respondo de mala gana—, cerramos el trato.
—Me alegro.
Se sienta a mi lado, recargando su cabeza sobre mi hombro.
Tal vez en el pasado no hubiera hecho nada por quitarme, joder de hecho
apreciaba los pocos contactos que tenía con otra persona. Pero ahora que Lucas
está de nuevo en mi vida, ahora que soy feliz con la persona que el destino y Dios
crearon para mí, no puedo hacer esto. El mero hecho de que Kristen me toque u
oler su aroma, me dan nauseas. No puedo imaginar pasar más tiempo a su lado.
No sé cómo durante tantos años Kristen fue capaz de engañar a su auténtica pa-
reja, pero yo no soy como ella, yo jamás engañaría a Lucas.
—Pero ¿qué carajos te ocurre ahora Ethan?
—No es nada… solo estoy algo cansado.
—¿Cansado? —Ríe—, no me vengas con eso. Tú nunca estás cansado.
—Kristen…
—¡Venga ya dímelo! —Grita— ¿estuviste con esa zorra no es verdad?
Joder siempre es lo mismo con ella.
Cierro mis ojos en frustración. Desde que me atreví a casarme con ella, nunca
he tenido un solo día de tranquilidad. Sus celos estúpidos y enfermizos me deses-
peran. Es que no logro entender cómo es posible que sienta eso por mí. Desde
siempre he sabido que no me ama, que incluso podría odiarme. ¿Entonces porque
fingirse la esposa devota? ¿Es que acaso la posición que le da ser la mujer del
Alfa, es más importante para ella que cualquier otra cosa?
—¡Contéstame! ¡¿Fuiste a follarte a esa puta no es verdad?!
—¡Déjate de estupideces de una maldita vez!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
259
Sara Liza
Golpeo con furia el escritorio de madera.
—Así que si estuviste con esa puta después de todo.
—¿Y si fuera así? —Pregunto— ¿qué harías?
Mierda, no quería hacer las cosas de esta manera.
Planeaba hablar con ella como los dos adultos que somos. Muy en el fondo,
esperaba que pudiera entender mis razones y en el mejor de los casos, que acep-
tara el trato que iba a proponerle. Solo quiero lo mejor para los tres, en especial
para ella y para nuestro hijo. A pesar de todo, Kristen es y seguirá siendo la madre
de mi cachorro, lo menos que puedo hacer es desearle lo mejor. Pero al final con
ella nunca se puede hablar, siempre tergiversa las cosas.
Me fuerzo a respirar con tranquilidad. Cierro mis ojos en frustración. Estoy
cansado de escuchar sus estupideces, cansado de soportar a una mujer como
ella. Cierro mis manos en un doloroso puño. Necesito tranquilizarme sino quiero
que las cosas se salgan de control. Me obligo a pensar en Lucas, en los días tan
increíbles que pasé a su lado, pero la furia sigue ahí. Mi lobo interior a punto de
saltar y desgarrar la garganta de Kristen por osarse a insultar a Lucas. No puedo
dejar que mi parte animal me controle, no cuando todo se puede salir de control.
—¡Maldito hijo de puta! —me golpea en el pecho.
La arrempujo contra el sillón.
Me ve con desprecio, con odio.
—Quiero el divorcio Kristen —digo con tranquilidad.
—¿Cómo dices?
—Quiero el divorcio —insisto—. Quiero separarme de ti. No te amo, nunca lo
he hecho. El único motivo por el que seguimos juntos es por Troy. Pero creo que
nuestro cachorro ya tiene la edad suficiente como para entender que sus padres
se quieren separar. No puedo seguir así, no hay día en el que no me arrepienta
por haberte tomado como mi esposa. El haberme metido contigo fue un error del
que nació Troy, por eso mismo siempre te voy a querer y respetar. Pero tienes que
entender Kristen, ya llegué a un límite. No puedo continuar más de esta manera,
simplemente no puedo hacerlo.
—¿Por qué haces esto? —Pregunta—, ¿por qué querer divorciarte ahora?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
260
Sara Liza
Llegó el momento. Es la hora de decir toda la verdad.
Todo sea por Lucas y nuestra felicidad.
—Si hijo, contesta —me paralizo al escuchar la voz profunda de mi padre des-
de la puerta del estudio—. Sabes que un lobo no se puede divorciar de su auténti-
ca pareja. Va en contra de todas las normas y leyes que yo mismo cree. Venga
dinos entonces. ¿Por qué quieres separarte de Kristen? ¿Es que acaso ella tiene
razón? ¿La engañas?
Su mirada es fría y retadora.
Sabía, cuando regresé a la manada, que llegaría un momento en el que ten-
dría que enfrentarme a él y a todos los que se opusieran. Sus estúpidas leyes, su
presión cuando era joven y su carácter duro, fue lo que me orilló a que cometiera
la peor estupidez de mi vida: rechazar a Lucas. Pero ya no estoy dispuesto a dar
marcha atrás. Ya no soy el Ethan débil y manipulable que era en la preparatoria.
Ahora que Lucas me aceptó de nuevo en su vida, me siento con la fortaleza nece-
saria como para salir adelante y enfrentarme al mundo entero.
—Kristen nunca ha sido mi verdadera pareja —digo sosteniéndole la mirada.
—¿Qué es lo que dices?
—Lo que escuchas padre —contesto—. Kristen nunca ha sido mi otra mitad.
—¡Miente! —Se levanta de golpe—, ¡Si soy su otra mitad! Es él el que está
mintiendo. No dudo que la zorra de su amante le haya metido ideas en la cabeza.
Ya no sé quién eres Ethan, ¿Con que clase de personas es que te revuelcas? De-
be ser una puta muy buena como para hacer que destruyas a tu familia. Que te
alejes de tu otra mitad.
—¡No te atrevas a hablar así de él! —grito de la impotencia.
Los ojos de Kristen se agrandan al escuchar eso último.
Mi padre me observa desde la puerta. Sus manos cerradas en un intenso pu-
ño. Su mirada más fría que nunca, llena de rencor y furia. Siento como si en cual-
quier momento fuera a saltar y golpearme. Pero tengo que ser fuerte, por Lucas y
nuestra felicidad. ¡Joder, yo soy el Alfa de la manada Luna Negra! Nadie puede, ni
siquiera mi propio padre o mi familia, cuestionar nunca lo que yo decida hacer. Si

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
261
Sara Liza
no están del todo conformes con mis decisiones o la manera en la que dirijo las
cosas, pueden marcharse cuando quieran.
—¿Disculpa? —Pregunta— ¿Escuché bien? ¿Él? No me digas que mi hijo, el
Alfa de una de las manadas más importante en todo el país, ¡es un puto marica de
mierda! Por favor Ethan, dime que escuche mal. ¡Solo dímelo, joder!
—Tal como escuchaste padre —respondo—. Es Lucas de quien hablo.
—¿Lucas? ¿Qué Lucas? —interrumpe Kristen.
Sonríe.
—No te atrevas a decir que es Lucas Wood de quien hablas.
—¡Lo es! —respondo—. Planeo reconocerlo como mi pareja ante todos en la
manada. Su lugar es y será por siempre a mi lado, conmigo, dirigiendo los dos.
Nunca debía haberlo rechazado cuando lo descubrí hace nueve años. Pero en ese
entonces tenía mucho miedo de ti, no me sentía capaz como para enfrentarte. Pe-
ro eso cambió. No pienso dejar que el temor me controle esta vez. Estoy dispuesto
a luchar por él ¡sea como sea!
—¿Así que el maldito marica de Lucas es tu compañero? —sonríe—, no sa-
bes el asco que me das Ethan.
—¡No te atrevas a llamarlo así!
—¿Cómo? —Alza las cejas— ¿Marica?
Gruño. Mi lobo a punto de salir a la superficie.
—Pero si eso es lo que es —contesta—, ¡un puto marica de mierda!
—¡Maldito bastardo!
Salto sobre el escritorio de madera. Mi lobo interior está furioso, quiere sangre
tanto como yo. A un lado quedó el poco respeto que le tenía como mi padre. Nadie
se va a atrever a insultar a Lucas en mi presencia. Cometí el error una vez de no
defenderlo, pero no pienso a cometer el mismo error. Ahora estoy decidido a pro-
tegerlo con mi vida si es necesario. Lucas es mi otra mitad, así tenga que luchar
contra toda la manada, planeo darle el lugar que se merece. Y si mi padre es al
primer lobo que tenga que enfrentar, pues que así sea.
Lo golpeo de lleno contra el rostro. Siento como fracturo el hueso de su nariz.
Trastabilla, cayendo de bruces al suelo. No es suficiente, un golpe no es nunca
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
262
Sara Liza
suficiente. Lo levanto, tomándolo por el cuello de su camisa. Lo arrempujo contra
la pared, golpeándolo en el abdomen repetidas veces. Sonríe, retorciéndose por el
dolor punzante en sus mejillas y vientre. Sus ojos llenos de odio. Mi lobo toma el
control, sacando toda la rabia que lo quema por dentro. Nadie puede hablar mal
de la pareja de un Alfa. Después de los cachorros, el compañero de un lobo es lo
más importante en su vida, incluso llegando a ser más que su propia manada.
—No vuelvas a referirte a él de esa manera.
Ríe.
—¿Y por qué no debería hacerlo? —pregunta con una puta sonrisa hipócrita.
Golpeo la pared a escasos centímetros de su cara.
—Porque la próxima vez no pienso detenerme.
Camino hasta la salida. Necesito salir y correr por el bosque.
—¡Eres débil Ethan! —Grita— Demasiado débil. No deberías ser Alfa.
Lo miro a los ojos, apretando su garganta con mi mano derecha.
—Pues lo soy.
—No por mucho tiempo —tose—. Ya no hay otro camino más que retarte por
el título del Alfa. La manada merece un líder mejor. ¡Alguien con mano dura, que
no tenga miedo de hacer lo que es correcto! Tú no sirves para esto Ethan. No sa-
bes lo avergonzado que estoy de ser tu padre.
La furia hirviendo en mi interior.
¿Este es el hombre a quien yo llamaba padre?
Golpeo su rostro con mi puño derecho, cae por segunda vez al suelo.
Me sonríe el muy imbécil.
Se levanta, apoyando sus manos en el escritorio de madera. Un hilo de sangre
brota de su boca. Veo que le faltan dos dientes y como sus encías sangran. Escu-
pe al suelo, mirándome con rabia. Cierra sus manos en puños, incitándome a que
lo golpee de nuevo. Lo intento hacer, pero esta vez esquiva mi movimiento. Me
sujeta por la cintura, arrojándome sobre su hombro, caigo de espaldas al suelo.
Dejo salir todo el aire de mis pulmones, mi cabeza zumba por el impacto. Camina
con tranquilidad hasta mí, hasta estar a centímetros de mi cuerpo. Veo como me
sonríe con malicia. Me patea repetidas veces en el abdomen.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
263
Sara Liza
Me sujeta por los cabellos, obligándome a ponerme de pie antes de arrojarme
contra la pared a mi espalda. Escucho como los cuadros caen al suelo, rompién-
dose en mil pedazos. Veo como mi padre pisa la fotografía del último cumpleaños
de Troy, estamos abrazados, levantando su consola en el aire. Sin notarlo, vuelve
a golpearme, esta vez en el rostro. Mi vista se nubla por unos segundos, tiempo
que aprovecha para lanzarme puñetazos al bajo vientre. Me doblo por el dolor
punzante. Siento como un par de costillas se rompen.
—¿Qué pasó? No que muy valiente.
Kirsten grita por ayuda desde una de las esquinas.
De pronto escucho como a lo lejos, varios miembros de la manada se acercan
corriendo. Debieron haberse despertado por la conmoción. Me levanto, más deci-
dido que nunca a continuar con la lucha. El muy idiota se atrevió a retarme por el
título. Nunca se hace eso a menos que estés dispuesto a morir. Sé que es mi pa-
dre, no debería sentir la rabia que tengo, pero se atrevió a insultar a uno de los
dos seres más importantes en mi vida.
—Es que aún no empiezo.
Escupo un poco de sangre sobre la alfombra de la oficina. Creo que tendré
que hacer una remodelación completa cuando termine con él. Corro hasta mi pa-
dre, levantándolo y arrojándonos los dos por una de las ventanas. Caemos más de
dos pisos hasta el suelo, impactando sobre la nieve compacta de la noche ante-
rior. Siento como los huesos de mi mano derecha se rompen, pero no me preocu-
pa demasiado. Un hombre lobo tiene la capacidad de sanar rápidamente y más
cuando se trasforma.
Poco a poco, a nuestro alrededor, se van agrupando varios lobos.
Nos miran extrañados.
—¡Ethan! ¿Qué mierda está pasando aquí?
Jackson intenta detenerme por los hombros, pero con fuerza lo aparto.
—¡Nadie se meta en esto! —Ordeno con mi voz más dura—, mi padre me ha
retado a un duelo por el título del Alfa. Conocen las reglas, nadie puede interferir
en un combate. Uno de los dos saldrá victorioso, el otro morirá.
Asienten.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
264
Sara Liza
No quería llegar a esto, joder nunca pensé que terminaría de esta manera. An-
te todo el hombre que tengo frente a mi es mi padre y como tal siempre lo voy a
querer y respetar. Pero una vez que el desafío está presente, es obligación del
Alfa defender su título, hasta que uno de los dos salga muerto del combate. Solo
Dios sabe que no quiero lastimarlo, aun con todo lo que ha hecho a la manada en
sus años como líder, es mi padre a quien debo enfrentar. Pero ya no hay nada que
se pueda hacer para detenerlo. Tengo que terminar esto de una vez y por todas.
—No hagas esto Ethan —Jackson se interpone entre los dos— es mi padre de
quien hablamos. No hagas esto por favor, detente. No cometas una estupidez.
—¡Hazte a un lado Jackson! —Grita él—, tu hermano no tiene las bolas nece-
sarias como para ser un Alfa. ¡Solo yo puedo gobernar con mano dura!
Arrojo a Jackson a un lado.
Desgarro mi camisa, transformándome en lobo.
Siento como los huesos de todo mi cuerpo se rompen y se acomodan de nue-
vo. Mi pelaje negro y blanco comienza a crecer por todo mi pecho. Mi padre tam-
bién se trasforma. Un gigantesco lobo negro aparece frente a mí. Mis sentidos se
agudizan, mi fuerza y rapidez aumentan. Estoy listo para luchar por lo que más
quiero, por lo que me corresponde. Voy a cumplir con lo que le prometí a Lucas.
Así tenga que pelear contra mi propio padre, Lucas entrará a la manada con la
frente muy en alto. Orgulloso de ser mi compañero.
Con rapidez embisto a mi padre en uno de sus costados, arrojándolo con fuer-
za contra el tronco de un árbol a su espalda. Escucho como deja salir un pequeño
gemido de dolor. Aprovecho la oportunidad para morderle una de sus patas trase-
ras. Siento como la sangre escurre por mi boca, mis colmillos perforando carne y
tendones. Sacudo con violencia mi cabeza, desgarrando la mayor cantidad de teji-
do posible. Mi padre se sacude violentamente, intenta zafarse de mi agarre. Me
muerde uno de los costados, abriéndome la carne. Mi sangre mancha la nieve
blanca. Me duele el costado, pero eso no es suficiente como para detenerme.
Me alejo de él. A nuestro alrededor, gran parte de la manada nos miran expec-
tantes. No saben qué hacer. Es la primera vez en la historia de nuestra manada,
en la que padre e hijo se enfrentan por el título del Alfa. Me estremezco al escu-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
265
Sara Liza
char el aullido de mi padre. Me golpea con todas sus fuerzas. Rasgando parte de
mi rostro con sus garras afiladas. De pronto mi vista se empieza a nublar. Veo to-
do rojo, como si tuviera una fina capa de tela de ese color. Me sacudo con fuerza.
Levantándome en las patas traseras y haciéndole lo mismo a él.
Chocamos de nuevo. Esta vez los dos resbalamos por la nieve. Intentamos
mordernos las extremidades o cualquier otra parte del cuerpo en la que podamos
infringir algún daño. Me pongo de pie, nos miramos a los ojos, ambos gruñimos.
No quiero hacer esto, no quiero lastimarlo más. Pero mi padre parece no entender
razones. Corre hasta mí, golpeándome con todo su cuerpo y aprovechando para
morderme muy cerca del cuello. Esa es la parte más débil de cualquier lobo. Aúllo
del dolor al sentir como sus colmillos perforan mi carne. Se sacude con fuerza,
haciéndome caer de lomo contra la nieve.
Lo impulso con mis patas traseras, lanzándolo con fuerza hacia atrás. Siento
un dolor profundo cuando sus colmillos desgarran más la herida a centímetros de
mi garganta. Nos miramos, gruñimos con todas nuestras fuerzas. Es claro que mi
padre va enserio, quiere verme muerto a como dé lugar. Me pongo de pie, aspi-
rando el aroma de la tierra húmeda y el rocío por las mañanas. De pronto siento
una esencia muy familiar cerca de mí. Por un segundo giro mi cabeza a mi dere-
cha. Troy me observa detrás de Jackson, esta aterrado. Sus ojos rojos por el llan-
to, su pequeño cuerpo estremeciéndose por el miedo.
Mi padre aprovecha mi distracción para atacarme de nuevo. Rasgando mi ros-
tro por segunda vez. Mi vista se nubla aún más. No puedo ver más allá de mi na-
riz. Pequeños ríos de sangre brotan de mis heridas y caen al suelo. Los lobos a
nuestro alrededor gritan en sorpresa. Temen que pueda perder esta batalla. Mi
padre me embiste con todas sus fuerzas, golpeándome en el costado. Aúllo al
sentir como mis costillas se van quebrando una a una, caigo al suelo, mis patas no
pueden soportar más mi peso. Estoy muy herido, pero no pienso rendirme jamás.
Me vuelvo a poner de pie, recargándome contra un árbol a mi espalda.
—¡Papá! —Grita Troy con fuerza— ¡No!
Su llanto me da fuerzas como para levantarme y continuar luchando. No pue-
do ver nada, mi vista comienza a nublarse poco a poco. Mi padre gruñe en la leja-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
266
Sara Liza
nía, casi como si estuviera celebrando su victoria. Corre de nuevo hasta mí, puedo
escuchar sus pisadas en la nieve, sentir su aroma muy cerca y penetrante. Me
reclino contra el tronco, una idea cruza mi mente, voy a aprovechar su misma
fuerza para atacarlo. Antes de que pueda lanzarse sobre mi cuerpo ya muy agota-
do, esquivo su ataque. Escucho como se estrella de lleno contra el árbol a mi es-
palda. Sus huesos se rompen, su pata delantera queda hecho un girón. Cae en la
nieve, intenta ponerse de pie pero no se lo permito.
—¡No! —Alguien grita, pero no logro ubicar su voz— ¡Detente Ethan!
Muerdo con fuerza su cuello, enterrando mis colmillos profundamente.
Solo tengo que girar mi hocico y la pelea habrá terminado.
—¡Te lo suplico Ethan! —Alguien vuelve a gritar— ¡Detente!
De la nada siento como dos brazos delgados me sujetan por el lomo y con
fuerza me obligan a soltarlo. Estoy furioso por la intromisión. Nadie se puede me-
ter en un combate por el título del Alfa, va en contra de todas las normas de la
manada. No me va quedar más remedio que exiliar al entrometido.
—Por favor… —gime—, te lo suplico… no le hagas nada.
Mi vista se recupera un poco, solo lo suficiente como para ver a María que
hincada a su lado, cubre a mi padre con ambas manos. Está llorando, sus lágri-
mas resbalan por sus mejillas morenas. Se sacude violentamente, levantando sus
manos e implorando perdón. Mi padre intenta levantarse, pero ella no se lo permi-
te, lo fuerza a permanecer acostado.
—Te lo ruego Ethan… por favor.
Gruño. ¿Por qué debería hacerlo?
—Ethan… tu padre… es mi compañero —llora.
Me paralizo al escuchar eso.
¿Mi padre… compañero de María?

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
267
Sara Liza
Ethan.

“Tu padre...es mi compañero”


Me trasformo. No puedo creer lo que acabo de escuchar.
—¿Qué es lo que dices? ¿Tu… compañero?
—Lo que escuchas Ethan… somos pareja… —llora.
Mi cuerpo desnudo se estremece por el frío.
Uno de los lobos a mi derecha se acerca hasta mí con unos vaqueros negros,
una camisa roja de franela y unas botas de cuero. Me visto bajo la mirada atónita
de todos a mi alrededor. Mi abdomen cubierto de moretones, mi rostro con dos
enormes cortadas que atraviesan mis cejas y bajan hasta parte de las mejillas.
Veo la preocupación en los ojos de todos, temen perder a su Alfa. Paso mis dedos
por las cortadas y golpes, viendo cómo van desapareciendo una a una. Los Alfas
somos capaces de acelerar el proceso de sanación si es necesario.
Observo con curiosidad a María y a mi padre frente a nosotros. Sus brazos
delgados lo sujetan por el cuello, su rostro oculto entre el denso pelaje negro. Veo
como mi padre lame el rostro de María que sonríe levemente por el contacto. Me
intento acercar a ella, ponerle una mano en los hombros y tranquilizarla, pero mi
padre me gruñe con fuerza. ¿Cómo es posible que ambos sean compañeros?
¿Eso significa que mi padre no es la otra mitad de la mujer que me dio la vida?
—Necesitamos hablar —digo con poca paciencia.
María levanta su cabeza, me mira a los ojos. Mi padre por el contrario me gru-
ñe con fiereza. Intenta ponerse de pie pero ella lo detiene de golpe. Su cuerpo cae
en la nieve, gimiendo por el dolor en sus huesos rotos. Me sorprendo al ver un par
de lágrimas que resbalan por sus mejillas oscuras. Es la primera vez que la veo de
esa manera, tan indefensa, tan vulnerable. De todos los lobos y lobas en la mana-
da es María, sin lugar a dudas, una de las más fuertes y duras.
—Claro —responde—, pero antes por favor Ethan… deja que tu padre se cure
un poco. Necesita descansar, está muy mal herido. Moriría si algo le llegara a pa-
sar, así que por favor… te lo ruego.
Asiento.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
268
Sara Liza
—Llévenlo adentro —le digo a Jackson y a Derek, mi delta.
—¿Estás seguro de esto?
—Quiero ver que es lo que ella tiene que decir.
Veo como entre los dos intentan levantarlo del suelo.
Mi padre se rehúsa en un principio. Patalea con fuerza intentando zafarse del
agarre de Jackson y Derek. Puedo sentir como sus ojos negros me miran con ra-
bia. Sé que esto no se ha acabado, no puede terminar de la manera en la que lo
hizo. Dios sabe que lo último que quiero hacer es terminar con su vida, aun cuan-
do se un maldito hijo de puta insensible, es al final de cuentas mi padre y como tal
lo tengo que respetar. Pero estoy furioso, mi lobo aullando en mi interior. Ambos
queremos sangre, necesitamos demostrar nuestra superioridad a todos. Nadie, ni
siquiera él, puede enfrentar al Alfa sin repercusiones.
Respiro profundamente.
Necesito tranquilizarme un poco. Aún puedo sentir como la adrenalina corre
por mis venas, como mi corazón late con fuerza. De pronto escucho el murmullo a
mí alrededor. Kristen, apoyada en el marco de madera de la entrada principal, me
observa con curiosidad y el cejo fruncido. Mi pequeño cachorro está con ella, sa-
cudiendo su cuerpo. Debe haber sido un tanto difícil para él ver a su padre y abue-
lo pelear. Cierro mis ojos, intento pensar en Lucas. ¡Joder! Cuanto lo necesito
conmigo, a mi lado. Hace un par de horas que llegué a la manada y las cosas ya
se fueron mucho a la mierda. Pero todo sea por él y nuestra felicidad.
No puedo evitar pensar en lo que Troy dirá cuando lo conozca. ¿Se llevarán
bien? ¿Troy lo aceptará como mi pareja? No había pensado en ello. No podría
vivir sin ninguno de los dos. Mierda, no podría escoger entre ninguno. Tan solo
espero que puedan llevarse bien. Mi cachorro es un lobo muy inteligente, sé que
de alguna manera u otra entenderá la situación. Ahora lo que más me aterra es
como vaya a reaccionar al divorcio de sus padres. Porque ya no hay duda de eso,
me voy a separar de Kristen a como dé lugar.
Clavo mi atención en los dos.
Kristen me observa con los brazos cruzados sobre su pecho. Troy aferrado a
su cintura, enterrando su rostro en el cuerpo de su madre. Sonrío al verlo. Se pa-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
269
Sara Liza
rece tanto a ella. Su mismo color de cabello, la línea delgada de su mandíbula, la
forma en la que sus cejas se juntan cuando está pensando. Es mucho de ella y tan
poco de mí. Solo mis ojos, ese mismo color tan intenso que parece resplandecer
por la luz del sol.
Aún recuerdo el día en el que nació. En ese entonces daba asco como Alfa y
como hombre. Mi padre estaba a punto de quitarme el título por mi completa falta
de interés para con la manada y sobre todo con mi mujer. Me drogaba constante-
mente, metiéndome todo lo que podía para olvidar a Lucas. Kristen estaba sola en
la casa cuando entró en labor de parto. Caminó más de tres kilómetros antes de
que Jackson la encontrara y la llevara al hospital. Mi padre tuvo que arrastrarme
fuera de un bar para ser testigo del nacimiento de mi cachorro. Cuando lo cargué
por primera vez, mi mundo entero se desmoronó.
Eran mis ojos los que me miraban con dulzura. Sus manitas acariciaron la
barba en mi cara. Esa noche lloré como nunca antes. Que tan estúpido y cobarde
había sido. Supe lo que significaba ser padre, la segunda oportunidad que la vida
me estaba dando. Fue cuando le pedí ayuda a María para desintoxicarme. Necesi-
taba ser un mejor lobo por él, por ese pequeño que había cambiado por completo
mi vida. La segunda oportunidad para continuar viviendo.
Suspiro.
Tengo que enfocarme en lo importante por ahora.
—Vayamos dentro —digo sin voltear a verla.
Camino hasta la casa, María siguiéndome muy de cerca.
Necesito que María me explique qué carajos está pasando aquí. Cientos de
preguntas cruzan por mi mente, cada una de ellas parece no tener respuesta cla-
ra. ¿Cómo es posible que María y mi padre sean pareja? Si es así ¿Por qué no
están juntos? ¿Qué papel tiene mi madre en todo esto? ¿Acaso ella sabrá lo que
pasa realmente? Debe de saberlo, no hay duda alguna. Cuando eres compañero
de alguien lo sabes porque no puedes vivir sin esa persona. Entre los dos se crea
un lazo que no se puede romper más que con la propia muerte. Y cuando eso pa-
sa, cuando tu otra mitad fallece, tú caes en una espiral de depresión que te lleva

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
270
Sara Liza
de la mano a un destino igual. Muy pocos lobos han sido capaces de sobrevivir a
un golpe tan duro como ese.
Entro a una de las salas de la mansión.
Mierda necesito tanto un trago. Camino hasta una de las licoreras al fondo.
Tomo un vaso de cristal y me sirvo un poco de tequila. Puedo sentir como María
camina de un lado para el otro. Sus pisadas resuenan por toda la habitación. Me
siento en una silla de madera frente a la chimenea. Siempre me ha gustado ver el
fuego por horas. Como la madera se consume hasta quedar más que cenizas, el
crepitar del fuego y la forma en la que las llamas se alzan al cielo. Respiro profun-
damente. María toma asiento, sus ojos negros me miran con tranquilidad.
—Tu padre y yo nos conocimos el día en el que cumplí los diecisiete —dice de
pronto—. Yo vivía con mi abuela cuando era joven. Mis padres habían muerto en
un accidente de auto varios años antes. No tenía más familia que ella, la mujer
que me cuidó y protegió durante toda su vida. Recuerdo que pasábamos todas las
tardes cocinando, de ella aprendí tanas cosas, cientos de recetas que aún hoy
siguen siendo del agrado de muchos. Con el poco dinero que habíamos logrado
ahorrar entre las dos, decidimos cambiarnos de ciudad. Nunca supe el motivo,
aunque sospecho que lo hizo para alejarse del dolor por haber perdido a su hijo.
Suspira.
—A pesar de que mi abuela era humana, conocía sobre la existencia de los
hombres lobos por mi abuelo. Fue él por quien yo y mi padre heredamos el gen de
la trasformación. En un principio ella pensó que lo mejor para mí era estar con los
míos, con lobos que pudieran ayudarme a entender más de este mundo. Había-
mos escuchado, por una amiga que vivía a dos horas de Cave’s Door, que una de
las manadas más tolerantes con las personas de color era esta. Por aquel enton-
ces eran muy pocos los lugares en los que una loba de raza negra podía vivir. Así
que cuando supimos que seríamos recibidos, no lo dudamos un segundo. Que
equivocadas estábamos.
>Muy tarde fue cuando descubrimos que tu abuelo era un racista hijo de perra.
Era mentira que aceptaba a las personas de color. Las detestaba, para él no eran
más que meros objetos con los que se podía jugar. Pero era muy inteligente, nos
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
271
Sara Liza
toleraba para su propio beneficio. Veía en nosotros un importante negocio. No
éramos más que su inagotable mano de obra que utilizaba a su completa disposi-
ción. Nadie decía nada, no existía alguien que se atreviera a enfrentarlo. Tenía la
fama de ser infame, brutal con aquellos que se metían con él. Y los pocos que te-
nían las agallas para hacerlo, desaparecían sin dejar rastro.
Recuerdo con mucho desagrado a mi abuelo. Nana me contó de pequeño,
muchas de las cosas que él hizo antes de que yo naciera. Se sintió aliviada cuan-
do, por culpa del cáncer por fumar tanto, murió a los cincuenta años. Considerado
por muchos como uno de los peores Alfas que hemos tenido. Un ser ruin y des-
preciable. Un lobo a quien no le importaba utilizar a las personas para su propio
beneficio. Una de las épocas más oscuras en nuestra historia. Es por todo aquello
que escuché de pequeño, que me juré nunca ser como él.
—¿Cómo fue que conociste a mi padre? —pregunto mirándola a los ojos.
—Nos conocimos en el restaurante que abrimos mi abuela y yo. No es por
presumir, pero nuestra comida era la mejor de todo el estado. El local que logra-
mos rentar a reticencia de la manada, siempre se mantenía lleno. Una tarde, mien-
tras nos preparábamos para cerrar, escuché como tu abuelo y Sam llegaban para
cobrarnos la cuota. Nos había puesto como condición, para poder abrir el restau-
rante, que le diéramos el cincuenta porciento de las ganancias totales. A regaña-
dientes aceptamos. Ya no había forma de comenzar de nuevo.
>Fue cuando lo vi. Era el hombre más guapo que hubiera visto en mi vida.
Acababa de cumplir los dieciocho años. Estaba a dos años de convertirse en el
próximo Alfa de la manada. Cuando entró al local y me miró a los ojos, cuando
estuvimos a centímetros uno del otro, fue que descubrimos que los dos éramos
compañeros. No lo podíamos creer, las dos mitades de una misma alma. Esa no-
che, aún no tengo idea de cómo lo logró, apareció por la ventana de mi habitación.
Fue entonces que nos entregamos al fuego que nos quemaba por dentro. Tal cual
Alfa, quería reclamarme como suya pero no se lo permití.
La observo sin decir nada.
Sus manos tiemblan de pronto, su voz se hace entrecortada. Tiene la mirada
puesta en el infinito frente a ella. No puedo creer nada de lo que me dice, parece
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
272
Sara Liza
todo tan surreal, tan difícil de asimilar. Es increíble que hayamos vividos todos es-
tos años engañados. ¿Por qué mi madre nos ocultaría algo así? Si mi padre no es
su pareja predestinada, entonces ¿por qué no decirnos nada? Cientos de pregun-
tas revolotean en mi interior. De pronto escucho unos pasos fuera de la puerta de
la sala. Jackson entra con el cejo fruncido y las manos en sus bolsillos. Me mira
confuso, está igual de atónito que yo.
—¿Cómo está tu padre? —pregunta María levantándose de golpe.
—Tiene un par de costillas rotas. El brazo derecho completamente destruido.
Pero el doctor dice que sobrevivirá, es un lobo muy fuerte. Tiene sangre de Alfa,
así que no hay mucho por qué preocuparse. Solo es cuestión de tiempo para que
los huesos se reconstruyan, pero será largo y doloroso para él.
—Lo bueno es que está vivo —suspira.
—Por ahora —digo con rabia.
—Si… —responde Jackson mirándonos a los dos—. La verdad es que vine
porque creo que yo también tengo el derecho de saber que mierda está pasando
aquí. A todo esto, él también es mi padre.
—Los dos merecen saber toda la verdad.
—Continua María.
—Nos veíamos en secreto. Nuestra relación era, por obvias razones, algo que
debíamos mantener en la oscuridad hasta el día en el que pudiéramos ser libres.
En el día no éramos más que dos extraños que nunca cruzaban palabra. Por la
noche nos entregábamos a la urgencia de estar uno con el otro. Fue así durante
un año. Tu padre esperaba que al convertirse en el próximo Alfa de la manada,
pudiera cambiar todas las leyes tan rigurosas que tenía tu abuelo en aquel enton-
ces. Tan solo queríamos ser felices los dos.
—¿Mi padre quería eso? —dice Jackson incrédulo.
A mí también me cuesta trabajo creer que mi padre alguna vez fue bueno.
—Si… sé que es difícil de comprender, pero hay una razón por la que es así.
—¿Cuál es esa razón? —pregunto dándole un último trago a mi bebida.
—Tu abuelo nos descubrió una noche —solloza—. Sam intentó pelear por mí,
protegerme de la ira de tu abuelo. Pero John siempre se caracterizó por ser un
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
273
Sara Liza
lobo muy poderoso. Esa noche por poco lo mata. Lo dejó inconsciente durante
días en la cama de un hospital.
—Joder…
María se levanta. Se acerca al fuego de la chimenea, observa la llama arder.
—A mi abuela y a mí nos echó inmediatamente después. No podía permitir
que se supiera que su único hijo y el futuro Alfa de la manada más poderosa del
estado, se mezclara con alguien como yo. Nos fuimos sin nada, solo con la ropa
que traíamos puesta. No había ningún lugar a donde pudiéramos ir, no sabíamos
que hacer. Vivimos en las calles como vagabundas. Trabajábamos día y noche,
con lo poco que logramos ahorrar pudimos empezar de nuevo. Cuando tu padre
despertó del coma en el que estaba, peleó contra tu abuelo, pero de nuevo lo vol-
vió a derrotar. Fue entonces que hizo lo único que creyó correcto.
—¿Rechazarte? —pregunto con curiosidad.
—No —contesta—. Ser exiliado de la manada.
—¡¿Qué?!
Jackson y yo nos miramos sorprendidos. ¿Qué carajos?
—Así como lo oyen —responde—. Tu padre quiso ser exiliado de la manada.
John, tu abuelo, estaba furioso con él por haberse atrevido a enamorarse de al-
guien como yo. Le dolía en lo profundo perder a su hijo, pero aceptó de inmediato.
Sam pasó dos días buscándonos a mí y a mi abuela, hasta que una tarde dio con
nosotros. Esos meses que vivimos como lobos solitarios, fueron de los mejores en
mi vida. Así hasta que mi abuela murió.
Se sienta de nuevo en uno de los sillones.
Tiene los ojos brillosos. Debe ser difícil para ella recordar su pasado.
—Vivíamos en un pequeño pueblo a la orilla de una montaña. No había hom-
bres lobos, de hecho éramos los únicos cambia formas ahí. —Sonríe—. Aunque
no lo puedan creer, en ese entonces tu padre tenía muchos amigos humanos. Sus
carnes asadas los domingos eran muy conocidas por la comunidad. Nos gustaba
convivir con ellos, ver sus costumbres, la forma en la que siempre parecían sobre-
salir antes las adversidades. Fuimos durante un tiempo muy felices. Y cuando

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
274
Sara Liza
pensábamos que no podíamos serlo más, Dios nos bendijo con un hermoso ca-
chorro. El fruto de nuestro amor.
El vaso en mis manos cae el suelo rompiéndose en mil pedazos.
¿Acaso escuché bien? ¿Un hijo? Pero que mierda…
Estoy estupefacto. Jackson, a mi derecha, me mira con los ojos completamen-
te abiertos, respira entrecortadamente. Su cara parece haber perdido color. Esto
es… Joder… me es difícil de creer. Tengo que admitir que todo parece tan irreal.
¿Tenemos un hermano? ¿Por qué no está a nuestro lado, dirigiendo la manada
como el primogénito que es? ¿No estará María mintiendo? Es que me cuesta ima-
ginarme a mi padre siendo bueno con los humanos. Desde que era pequeño, he
sido testigo de cómo los detesta, llegando a considerarlos como seres inferiores a
nosotros. Creaturas que no merecen ningún tipo de respeto.
María se retuerce en su asiento.
—¿Un hijo?
—Pero…
—Erick —contesta—, su nombre era Erick.
—¿Era? —pregunto.
—Murió cuando tenía seis años de edad.
Veo como María aprieta sus manos en un puño.
Varias lágrimas resbalan por sus mejillas.
—Sam lo amaba con locura —llora—. Nuestro pequeño cachorro, un Alfa tal
como su padre. Un pequeño mulato de piel negra como la mía pero con los ojos
azules de Sam. Lo amábamos con locura, nuestra mayor debilidad. Había sacado
lo mejor de cada uno ¡Cuanto nos sorprendimos en su quinto cumpleaños cuando
de la nada se trasformó a la mitad de la cabaña en la que vivíamos! Era lo mejor
que nos había pasado en la vida. Pero… la felicidad no nos duró mucho tiempo.
>Hubo un año terriblemente difícil para todos. Había nevado durante un mes
seguido. El pueblo estaba incomunicado, las carreteras cubiertas bajo varias ca-
pas de densa y pesada nieve. Los vivieres comenzaron a escasear, el frío calaba
en los huesos. Sam, Erick y yo no teníamos ya nada para comer. En el pueblo tu

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
275
Sara Liza
padre había escuchado sobre una manada de ciervos que se habían visto en los
últimos días. Pensó en ir a cazarlos… lo mismo hicieron un grupo de humanos.
—¿Y luego que pasó?
—Lo mataron —responde mi padre desde la puerta.
Mis ojos cambian a un intenso amarillo. Mi vista se agudiza.
—¿Cómo dices…?
—Fue mi culpa —dice María entre sollozos.
—¡No, no lo fue!
—¡Sí! —Grita ella—, se suponía que debía haberlo cuidado. Pero estaba tan
cansada. No había dormido en días. A Erick le gustaba ir a correr con su padre.
Sentir la nieve en sus pequeñas patitas. Amaba cazar contigo. Si tan solo no me
hubiera quedado dormida… si no lo hubiera hecho.
—¡Fue culpa de los malditos humanos! —golpea la pared con su brazo bueno.
—¿Qué fue lo que ocurrió?
—Estaba cazando a un ciervo cuando de pronto lo sentí a mi derecha.
Veo como el rostro de mi padre se ilumina. Sus facciones se suavizan.
Tiene el brazo derecho amarrado a un cabestrillo.
—Era perfecto… mi pequeño cachorro. De pronto escuché varios disparos a
los lejos. Los humanos, aquellos que se decían mis amigos, nos comenzaron a
disparar. Creo que pensaron que los queríamos atacar o algo por el estilo, pero no
era así. ¡Tan solo quería darle de comer a mi familia! —reclama—.Sabia que la
vida de mi pequeño estaba en riesgo así que decidí intentar distraerlos, pero todo
fue inútil. Uno de ellos le disparó a sangre fría.
La tensión en la atmosfera aumenta de golpe.
El silencio es ensordecedor.
—Desde lejos vi como su pequeño cuerpo cayó en la nieve…
—Lo lamento tanto… no… no sabíamos.
—Fue en ese momento que juré venganza —dice él con la voz dura—. Maté al
hijo de puta que me arrebató a Erick. Desde entonces no pude ver a los humanos
de la misma manera. Para mí no son más que una jodida plaga que debe ser ex-
terminada. Si por mí fuera los mataba uno tras otro.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
276
Sara Liza
De pronto veo como María se levanta y con rabia abofetea a mi padre.
—Si Erick viviera… si nuestro hijo viviera… estaría avergonzado de ti.
—María…
—Por eso no vivimos juntos —dice ella—. Por esta misma razón. Yo no podía
tolerar a un lobo ruin, despreciable como tú. Sin quererlo te habías convertido en
lo que tanto odiabas. Era como ver a tu padre una vez más. Fue por eso que deci-
dí marcharme. No podía soportar ver el monstruo que eras. Fuiste capaz de matar,
de arrebatar sin consideración alguna.
—¡Mataron a nuestro cachorro! ¡Merecían morir!
—¡Tenían hambre! —Responde María— al igual que nosotros. ¿Qué culpa te-
nían ellos? No sabían nada sobre nosotros, desconocían nuestra existencia. Ellos
solo… querían protegerse tanto como tú de ellos.
Mi hermano y yo no decimos nada. Los vemos en silencio.
Ahora entiendo muchas de las actitudes de mi padre para con nosotros. Ese
odio tan profundo que siente por los humanos. En muy poco tiempo perdió a las
dos personas más importantes en su vida; su pareja y su cachorro. Por fin puedo
comprender el motivo de todas esas horas de entrenamiento que me hizo hacer
de pequeño. De alguna manera quería recuperar a su hijo. Al hijo fruto del amor
con su otra mitad. Por eso su actitud fría.
Me pongo de pie. Camino hasta ambos.
Mi padre gruñe al ver como abrazo a María por la espalda. Comienza a llorar,
debe haber sido complicado sacar todo lo que tenía oculto en su interior. No cabe
duda que es la mujer más fuerte que he conocido en mi vida. Por siempre le esta-
ré agradecido por haber protegido a Lucas. Y ahora entiendo porque lo hizo así.
Lucas tomó el lugar del cachorro que perdió. Mi hermano mayor. El verdadero Alfa
de la manada Luna negra.
—Lo lamento tanto —digo mirándola a los ojos—, no lo sabía.
—¿Ahora entiendes… porque no quiero que lo lastimes?
Veo a mi padre de reojo. Tiene el cejo fruncido, los ojos amarillos.
—No lo hago por él —contesto—, sino por ti María. Y por mi hermano que es-
toy seguro, nos observa desde el cielo.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
277
Sara Liza
Comienza a llorar. Limpio sus lágrimas con el dorso de mi mano.
—Gracias…Ethan.

Camino por el pórtico de la cabaña de Lucas.


Me gustaría que esta fuera nuestra casa, cuando podamos estar juntos los
dos. El frío cala en mis huesos. Veo como el humo del cigarrillo en mi boca, desa-
parece por la brisa que viene desde el norte. La luna brilla en lo alto del cielo es-
trellado, impasible y serena, ajena al mundo caótico aquí abajo. Todo me sigue
dando vueltas en la cabeza. Sigo sin poder creerlo. María y mi padre, hechos el
uno para el otro. Me duele un poco saber que no soy fruto del amor entre dos per-
sonas. Al final mis padres terminaron casándose por puro interés. Ella acababa de
perder a su pareja y él igual. Creyeron hacer lo mejor para ambos.
Suspiro.
Veo como el humo forma un anillo en el aire, antes de desaparecer.
—¿Lo sabías cariño?
—Desde hace mucho que lo sospechaba Ethan —responde Lucas.
Mierda, cuanta falta me hace en estos momentos.
Me gustaría tenerlo junto a mí para poder abrazarlo, enterrar mi cabeza en su
cuello y aspirar su aroma. Sentir el calor de su cuerpo desnudo y hacerle el amor
hasta caer rendidos por el cansancio. Algo me dice que si Lucas hubiera estado
conmigo no hubiera llegado a tanto. El solo hecho de escuchar su voz tiene un
efecto tranquilizante en mí. Lo necesito tanto, que no puedo soportar pasar una
noche sin él. Primero tengo que arreglar todo antes de traerlo a la manada.
Siento que las cosas quedaron muy claras para los demás. Aquel que se atre-
va a meterse conmigo o con Lucas, aquel que piense en desafiarme por el título
del Alfa, sufrirá las consecuencias. Quiero ser recordado como un Alfa bueno, pe-
ro no pienso dejarme de nadie que se atreva a enfrentar o lastimar lo más impor-
tante en mi vida. Soy un lobo distinto, uno que luchará contra el mundo entero si
es necesario. Aprendí a la mala, pero por fin aprendí la lección.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
278
Sara Liza
—¿Cómo te sientes? —pregunta con preocupación.
—Extraño —respondo arrojando la colilla a la nieve—. No me esperaba algo
como esto. Toda mi vida ha sido una mentira. No sé cómo reaccionar a eso.
—Me gustaría estar ahí para consolarte.
Cierro mis ojos. Pienso en él y en su sonrisa.
—Y a mí me gustaría que estuvieras aquí Lucas.
—¿Pronto nos veremos?
—¿Me extrañas?
—Mucho —responde—. Te necesito tanto.
—Y yo a ti bebé… joder no sabes lo mucho que necesito un beso tuyo.
—Eres un lobo caliente Ethan Cormack.
—Soy tu lobo caliente —respondo con una voz gruesa.
—Dios… —escucho como bosteza.
Veo la noche frente a mí.
Las estrellas brillan con intensidad. Son las doce de la noche. Lucas y yo he-
mos estado platicando por teléfono cerca de dos horas seguidas. Sé que no es lo
mismo que estar uno junto al otro, pero por ahora tengo que conformarme con es-
cucharlo a través de un maldito aparato. ¡Soy un lobo, joder! Necesito el contacto
continuo con mi pareja si quiero vivir cómodamente.
—¿Qué ocurre cariño?
—Estoy un poco cansado —responde él—, fue un día muy difícil en el hospi-
tal. Hablé con mi supervisor, no está del todo conforme que tome un par de sema-
nas de descanso, pero entiende que necesito hacerlo.
—Mierda bebé, se me olvidó que habías ido a trabajar. Debes estar exhausto.
—Un poco… —responde.
—Lo siento cariño, quisiera poder escuchar tu voz toda la noche —digo—. Pe-
ro por ahora prefiero que descanses. Debes pensar que soy un jodido imbécil por
tenerte hasta tan noche despierto.
—Me gusta platicar contigo Ethan… tu voz me arrulla.
Sonrío.
Soy un Alfa con suerte.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
279
Sara Liza
—Y a mí tu voz me tranquiliza Lucas… descansa, hablamos después.
—Te amo Ethan —vuelve a bostezar.
—Y yo a ti Lucas… duerme bien.
Los vellos en mi nuca se eriza, mi cuerpo entero se estremece por el viento
helado que me acaricia la piel. Algo me dice que será una noche muy fría. Sonrío
como idiota al pensar en mi adorable compañero. En estos momentos debe estar
enterrándose debajo de varias cobijas para resguardar un poco el calor. Me siento
el lobo más afortunado del mundo por tener a mi lado a alguien como Lucas. No
cabe duda que el destino no se equivoca en lo más mínimo. Podría no haberlo
entiendo en su tiempo, pero ahora me queda claro que los dos somos parte de un
todo. Lucas es una de las mayores razones que tengo para vivir.
Me ponto de pie. Respiro el aroma de la nieve.
Mañana será un día muy largo. Tengo que hablar con Troy y oficializar los
trámites del divorcio. Estoy a punto de entrar por la puerta de madera cuando de
pronto siento un fuerte dolor agudo en mi abdomen. Un calor insoportable cruza
por todo mi cuerpo. Me doblo a la mitad al sentir ahora un dolor punzante en mi
hombro derecho. Paso mis manos por mi vientre. Me horrorizo al ver como una
mancha de sangre aparece a mí alrededor. Todo se va nublando poco a poco. Un
disparo… eso debió ser. Joder… deben ser balas de plata.
Caigo al suelo. Todo se oscurece de la nada.
Lucas es en lo último en lo que pienso antes de caer en la inconciencia.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
280
Sara Liza
Lucas.

Corro por un largo pasillo blanco.


Al fondo puedo ver a Ethan que me sonríe. Tiene los brazos extendidos, me
grita que vaya con él, que lo alcance de una vez. Quiero hacerlo, quiero dejarme
atrapar por el calor de su cuerpo y la seguridad de sus manos, pero por más que
me esfuerzo no puedo avanzar mucho. Es como si estuviera anclado al suelo.
Tengo mucho miedo, algo no está del todo bien. Siento que algo horrible corre
detrás de mí. No logro ubicar lo que es, tan solo sé que tengo que seguir corriendo
y llegar a los brazos de Ethan para despertar de una maldita vez.
Escucho extraños susurros en mi oreja. La curiosidad me hace girar y ver lo
que me asecha. Me paralizo al ver un monstruo junto a mí. Es una figura oscura y
alargada, su rostro no es más que dos cuencas vacías por donde escurre un líqui-
do viscoso y amarillento. Unas garras enormes arañan las paredes. De pronto le-
vanta las zarpas, hiriéndome profundamente en el pecho.
Me despierto cubierto en sudor.
No he podido conciliar el sueño en toda la noche. Siempre que intento dormir,
termino teniendo la misma pesadilla. Un monstruo que me persigue y me lastima
con unas garras afiladas. Algo no anda bien, puedo sentirlo. Podrán decir que soy
un paranoico, pero en el fondo sé que algo malo está pasando. Desde que terminé
de hablar por teléfono con Ethan, siento una fuerte opresión en el pecho. No me
siento bien, estoy muy angustiado. Es como si estuviera pasando algo grave.
Me recargo sobre el respaldo de la cama. Necesito tranquilizarme un poco, tal
vez todo lo que pienso solo sea fruto del cansancio que tengo. María dice que las
malas noticias son siempre las primeras en llegar. Me llevo ambas manos al ros-
tro, dejando salir el aire de mis pulmones. Veo la hora en la alarma a mi derecha,
son casi las cuatro de la madrugada. Es solo mi mente que me está jugando pe-
sadas bromas, me digo a mí mismo para relajarme.
Tomo el control remoto y enciendo el televisor. Quiero distraerme un poco,
alejar los pensamientos negativos de mi cabeza. A lo mejor una película vieja o
una media hora de caricaturas puedan ayudarme a calmarme. La luz de la pantalla
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
281
Sara Liza
de plasma ilumina tenuemente la habitación. Mi ropa esparcida por todo el suelo,
las cobijas de lana enredadas entre mis piernas. Afuera el mundo comienza a co-
brar vida. El sonido de la sirena de alguna patrulla llega hasta mis oídos.
Un escalofrío recorre mi espalda.
No puedo seguir así, algo está pasando lo puedo sentir.
Arrojo las cobijas a un lado. Me estremezco al sentir el frío del suelo a mis
pies. Camino hasta la sala, tomando mi celular de la mesa de cristal donde lo dejé
después de platicar con Ethan. Algo me dice que debería llamarle solo para ver si
todo está bien. Pero de pronto pienso que tal vez estoy exagerando. Si no es más
que el producto de mi mente agotada, lo estaré despertando por una estupidez. Es
un Alfa muy ocupado, no puedo molestarlo con cualquier tontería.
Pero si por el contrario algo pasa y no marco, me arrepentiré toda la vida.
—Dios cariño… ¿qué está pasando?
No puedo quedarme con la preocupación. Seguro que él me entenderá.
Jadeo al escuchar los timbrazos.
—Qué bueno que marcaste Lucas —dice María al otro lado de la línea.
Espera… ¿Por qué tiene María el celular de Ethan?
—¿María? —Pregunto asustado— ¿qué está pasando?
—Es Ethan —responde—, está muy grave…no sabemos que vaya a pasar.
Mi cuerpo se paraliza al escuchar su nombre.
Dios no… por favor que no sea verdad. No me lo puedes quitar, no ahora que
por fin conozco lo que es la auténtica felicidad. No lo he dicho en voz alta, pero si
él llegara a faltar en mi vida, yo ya no tendría motivo alguno para continuar vivien-
do. Sé por todo lo que hemos pasado, las heridas del pasado seguirán ahí como el
recordatorio de lo que me trasformó en un Lucas distinto. Pero no es el pasado el
que me importa ahora, sino el futuro que puedo construir con él.
—¿Qué tiene? —digo a punto de romper en llanto.
—Le dispararon.
No… no… por favor no.
—¿Cómo dices?
—Alguien le disparó Lucas.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
282
Sara Liza
—Pero va a estar bien, tiene que estar bien. Los lobos… los lobos pueden sa-
nar de la herida de un disparo…son… son muy resistentes.
María suspira.
—No cuando la bala es de plata.
—¿Plata?
Así que los rumores eran ciertos, la plata afecta a los hombres lobo.
—Lo querían matar Lucas.
—No…no… no —lloro.
—Lo encontraron junto a la carretera —dice—. No cabe la menor duda que
Ethan es un Alfa muy fuerte y decidido. Los lobos de seguridad piensan que cami-
nó por todo el bosque hasta llegar a la carretera. Por fortuna Derek lo encontró
mientras conducía al pueblo. Si él no lo hubiera encontrado, las cosas hubieran
terminado de una manera muy distinta.
No puedo creer nada de lo que María me está diciendo. ¿Alguien lo intentó
matar? ¿Pero qué está pasando? No sé si pueda soportar verlo tendido en la ca-
ma de un hospital. Esto tiene que ser una broma. Sí, una maldita y pesada broma.
Ethan no puede estar tan herido ¡no puede estar a punto de morir! Es el lobo más
fuerte y poderoso que existe. Dios por favor… que no sea verdad nada de lo que
me está diciendo María… te lo ruego no me lo quites ahora. Me moriría si algo le
llegara a pasar. Ya no podría seguir viviendo.
—Voy para allá María.
—Pero Lucas…
—Tengo que estar con él —respondo—, ahora más que nunca.

Estoy muerto.
Tengo la cabeza apoyada sobre el cristal de la ventana. Veo el paisaje natural
pasar frente a mis ojos. A un lado han quedado los altos edificios, el smog de los
carros y el ruido de una ciudad que comienza a cobrar vida. Ahora no son más
que árboles y montañas nevadas, las que de alguna manera parecen darme la
bienvenida. Nunca pensé que me acostumbraría al mundo caótico y vibrante de la
metrópolis. La naturaleza me parece tan silenciosa, solo aumenta mis nervios. No
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
283
Sara Liza
quiero escuchar el silencio, no quiero quedarme con mis pensamientos. Necesito
mantener mi mente ocupada, escuchar algo, lo que sea que pueda ayudarme a
distraerme del miedo que siento en estos momentos.
Desde que hablé con María, no he dejado de pensar un solo segundo en él.
Lo imagino acostado en la cama de un hospital, cubierto de sangre y a punto de
morir. Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos de mi mente. No le puede
pasar nada, no ahora que por fin estamos juntos. No quiero y no puedo vivir sin él.
Lo hice una vez. Enfrenté al mundo sin la compañía de mi pareja, en esencia me
ayudó a ser un mejor ser humano. Pero ahora después de convivir con él por días,
de haberme entregado al amor que nos quemaba a los dos, sé que no sobreviviría
si Ethan llegara a faltar.
Suspiro.
Solo un poco más y estaré a su lado.
Desvío la mirada de la carretera.
Observo con curiosidad a mis dos amigos a mi lado. Vanessa esta recostada
en el asiento trasero. Sus manos cruzadas sobre su pecho, su rostro enterrado en
una manta café, duerme tranquilamente. Drew maneja la camioneta. Veo como
frunce el cejo, sus nudillos blancos por la fuerza con la que sujeta el volante. Fue
toda una conmoción para él cuando lo desperté en la madrugada para decirle todo
lo que estaba pasando. Debe ser muy difícil para él también. Ethan es la única
familia que le queda. Cuando todos le dieron la espalda por querer marcharse y
empezar de nuevo, fue Ethan el único que lo apoyó.
—Ya llegamos —dice de pronto.
Respiro.
Nunca había estado tan nervioso en mi vida.
El pueblo sigue igual a como lo recuerdo. Las calles pequeñas, las farolas ne-
gras en cada una de las esquinas, la plaza principal con el pequeño quiosco en el
centro, las personas saludándose unas a las otras. La barbería de Joel con sus
colores vivos, la nevería de la anciana Ruth junto al ayuntamiento, el restaurante
de María siempre tan lleno. Todo sigue igual a cuando me fui. Sonrío por los ner-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
284
Sara Liza
vios de estar otra vez en este lugar. Me prometí que nunca regresaría y ahora es-
toy de nuevo aquí, en el lugar donde todo comenzó.
Los mismos rostros de siempre, el mismo aroma a pino.
Cave’s Door…
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto?
—Lo estoy —respondo.
—Sabes que habrá muchas personas a quienes no les va a gustar verte.
—Lo sé.
—Sobre todo a ella —dice mirándome a los ojos—, no sé lo que habrá pasa-
do, pero es más que obvio que ella estará ahí.
La reacción de su esposa es lo último en lo que había pensado. Aunque en lo
personal no me importa en lo más mínimo. Ya no soy el Lucas de antes, ahora si
alguien me golpea estoy dispuesto a devolverles el golpe. Lo único importante pa-
ra mí es estar junto a Ethan. Tomar sus manos entre las mías, besar sus labios y
asegurarme de que estará bien. Porque tiene que estarlo. Un Alfa no puede caer
de una manera tan estúpida. Primero tiene que vivir una larga vida conmigo, des-
pués los dos moriremos de viejos, uno en los brazos del otro.
—Solo quiero verlo… lo demás no me importa.
—Sin importar lo que pase —dice Vanessa—, nosotros estaremos ahí para ti.
—Gracias por todo.
Conducimos en silencio por un par de minutos más.
Nos adentramos a lo profundo del bosque, justo en las faldas de la montaña
―Pico Azul‖. María me contó una vez sobre los dos hospitales que hay en el pue-
blo. Uno de ellos utilizado por los humanos y que es atendido en su totalidad por
médicos lobos. El otro, en completo secretismo para la mayoría del pueblo, entre
los que estaba yo en su momento, exclusivo para los hombres lobos de la mana-
da. A pesar de que compartimos muchas similitudes entre nuestras razas, existen
ciertos padecimientos característicos de los lobos, o situaciones que serían un
tanto complicadas de explicar en un hospital normal.
Resoplo al ver como el edificio se alza frente a mis ojos.
—Bonito...
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
285
Sara Liza
Es la primera vez que tengo la oportunidad de verlo en mi vida. De cuatro pi-
sos de alto, ventanas dobles y puertas automáticas. Hecho en su totalidad de
hormigón y acero. El bosque lo rodea parcialmente, ocultándolo de manera perfec-
ta de las miradas de los curiosos. Una fuente en espiral que decora la entrada. La
montaña azul a su espalda, brillando por el reflejo del sol en la nieve que cubre su
pico. Letras rojas empotradas a la cara principal. Veo las caras de las personas
que entran y salen continuamente. Tienen el rostro demacrado.
¿Es así como me veo yo?
—Llegamos.
Me bajo de la camioneta sin decir palabra. Drew y Vanessa a mi espalda.
Corro hasta la recepción. Una enfermera rubia me recibe con una sonrisa.
—Bienvenidos al hospital Saint Johns ¿en qué puedo ayudarlos?
—¡Quiero ver a Ethan Cormack! —Grito— ¿Él está bien?
La enfermera frunce el cejo.
—¿Son ustedes parientes del Alfa?
—Soy… soy un amigo de la familia.
—Me temo que no puedo dejarlo pasar —responde—, tengo ordenes muy es-
trictas de prohibir la entrada a cualquiera que no sea de la familia.
Aprieto las manos en un doloroso puño.
—Pero señorita por favor…
—Me temo que no es posible, lo lamento.
—¡Lucas! —grita María desde uno de los corredores.
Veo como el rostro de la enfermera se deforma. Sus manos se sacuden.
—¿Lucas…? ¿Lucas Wood?
—Así es —respondo.
—Lo lamento tanto… yo no… no lo sabía… usted si puede pasar.
María me sujeta por los hombros, acercándome a sus brazos abiertos. En cuanto
siento su calor, el consuelo en su voz, me echo a llorar. No me importa que todos
en el hospital me vean sorprendidos, que sean testigos de mi dolor. Me duele en lo
más profundo de mi, saber que el amor de mi vida está debatiéndose entre la vida
y la muerte. No puedo soportar pensar que en cualquier segundo algo malo va a
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
286
Sara Liza
ocurrir. Ethan tiene que mejorar… ¡tiene que hacerlo! Entre los dos vamos a for-
mar una familia, vamos a ser felices. No me puede dejar ahora que todo está por
fin bien en mi vida. No ahora… por favor.
—¿Cómo está? —pregunta Drew preocupado.
—Sigue en terapia intensiva —responde una voz profunda a mi espalda.
Levanto mi rostro y lo veo. Él, el mismo que me lastimó durante años.
El ser más despreciable que he conocido en mi vida.
—¿Qué hace él aquí? —pregunto limpiándome las lágrimas.
—Soy su padre, tengo derecho de estar a su lado.
Me río. Maldito hipócrita.
—Ethan me contó todo lo que pasó entre ustedes. ¡Usted no tiene ningún de-
recho de estar aquí!
Sam me mira a los ojos, sus manos en puños.
—¿Cómo te atreves a alzarme la voz?
—¡Me atrevo porque se me da la gana hacerlo!. Hace mucho tiempo que le
perdí todo el miedo que le tenía. Ya no me atemoriza, no tiene ningún poder sobre
mí. Antes fui un idiota, un débil que se dejó humillar y maltratar por muchos. Pero
ese Lucas ya murió. Ahora no pienso dejarme de nadie. ¡Mucho menos de usted!
Sonríe.
Tengo muchas ganas de partirle la cara al estúpido.
—Tienes agallas muchacho… pero no seas tan estúpido, te puede ir mal.
—Sam por favor… compórtate —dice María interponiéndose entre los dos.
Me mira a los ojos, su rostro impasible, con una media sonrisa.
Esos mismos ojos que antes tanto miedo me daban ahora no tienen el mismo
efecto que antes. Siempre fui débil, una persona que de cierta manera se dejaba
manipular e intimidar por todos a mi alrededor. Ya no soy esa persona, nunca lo
seré otra vez. Aprendí de la peor manera a defenderme. Después de tantos insul-
tos y golpes, llega un momento en el que aprendes a contraatacar. Tal vez mi
fuerza física no sea equiparable a la de Sam. Pero mi voluntad y las ganas de pe-
lear son mayores incluso que las de él.
—Lo haré… por ahora.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
287
Sara Liza
—Quiero verlo… María por favor, quiero ver a Ethan.
—Por aquí.
Drew, Vanessa y yo la seguimos por un largo pasillo blanco. Es justo como en
la pesadilla que tuve. La habitación de Ethan al fondo, detrás puedo sentir la mira-
da penetrante de Sam y alguien más. Pero ahora no quiero voltear, no podría vol-
tear a verlos. Lo que más me interesa en estos momentos es estar junto al amor
de mi vida. Quiero poder tocar su piel, besar sus labios, protegerlo hasta que des-
pierte y todo esto quede atrás como un mal recuerdo, como un mal sueño. Siento
como si en cualquier segundo fuera a despertar y verlo sonriéndome junto a mí.
Me estremezco al verlo.
Tiene cientos de cables y tubos pegados al cuerpo. Su piel, que antes era mo-
rena, ahora está pálida, casi como su estuviera muerto. Varios doctores están a su
lado revisando sus signos vitales, uno de ellos tomando su presión. Su pecho está
cubierto de vendajes, una mancha de sangre aparece junto a su corazón. Tiene
los ojos cerrados, el cabello alborotado. No puedo verlo así… este no puede ser
Ethan… el amor de mi vida se está debatiendo entre la vida y la muerte.
—Dios… Ethan… —lloro.
Tomo su mano derecha entre las mías. Está fría, inerte.
Me siento junto a su cama. Drew, Vanessa y María me miran desde la puerta.
Acaricio su largo cabello negro, acomodando un par de mechones detrás de sus
orejas. Me aproximo a él, besando con cuidado sus labios cerrados. Pero de nada
sirve, no hay calor, no existe esa chispa que aparece siempre que nos besamos
con desesperación, con el deseo de fundirnos en un solo ser. Lo siento áspero,
tosco, como si estuviera besando un pedazo de madera.
—Tienes que despertar cariño…—sollozo—, tienes que hacerlo Ethan. No me
puedes dejar ahora… no cuando somos felices. Hazlo por mí, por favor, tan solo…
despierta. Tardaste mucho para reconquistarme ¿y ahora que por fin estamos jun-
tos, piensas en irte? Eres un lobo muy fuerte Ethan… eres el Alfa, sé que no te
vas a rendir tan fácilmente.
Acaricio el dorso de su mano.
Cada vez está más fría.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
288
Sara Liza
—Lucas… va a estar bien.
—¿De verdad lo crees, Drew?
—Es un lobo muy testarudo. Te reconquistó aun cuando tú no querías perdo-
narlo —sonríe—, no cabe duda que cuando algo se le mete a la cabeza, no hay
nada que se pueda hacer para evitar que lo haga. Estoy seguro que te escucha, él
va a despertar y los dos serán felices. Solo tienes que tener fe.
—Tiene que despertar… salir adelante. —Dejo que las lágrimas resbalen por
mis mejillas. No puedo contenerme más, no planeo hacerlo. Ethan es más impor-
tante para mí que cualquier otra cosa.
—Va a estar bien —responde uno de los médicos—. Le hemos estado apli-
cando medicamento para eliminar el rastro de plata de su sistema. Y por lo que
vemos, está reaccionando muy bien al tratamiento.
—¿Entonces se recuperará?
—Aún tenemos que esperar un par de días más, pero creemos que sí lo hará.
Respiro profundamente.
Apoyo mi frente sobre la fría piel de su mano. Mis lágrimas caen sobre la sá-
bana blanca en la cama. Siento como Vanessa me abraza por la espalda, ente-
rrando su cabeza en mi cuello. Me duele mucho verlo así, de esta manera. Tan
indefenso, tan vulnerable. La última vez que lo vi estaba entero, acabábamos de
hacer el amor por tercera vez en el día. Sonreía mientras me prometía que esta-
ríamos juntos por siempre. Salió por la puerta de mi departamento jurándome que
nadie nos separaría otra vez.
Que equivocado estaba.
De pronto el monitor de los signos vitales comienza a pitar. Me levanto con ra-
pidez, la silla cayendo al suelo detrás de mí. Está entrando en paro cardiaco.
—¿Qué… qué ocurre?
—¡Tienen que salir de aquí! —una enfermera intenta sacarme de la habitación
pero no se lo permito.
—¡¿Dígame que es lo que está ocurriendo?! —Grito con desesperación.
—Está entrando en paro cardiaco… salgan por favor.
—¿Pero…?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
289
Sara Liza
—Tienen que salir —ordena un doctor— ¡ahora!
Mi estómago se revuelve al ver a Ethan en la cama, su cuerpo sacudiéndose
por las descargas eléctricas para revivir su corazón. La herida en su pecho
abriéndose y manchando de rojo carmesí los vendajes en su cuerpo. No puedo
verlo así, no soporto más. Corro por el pasillo, alejándome de todo y de todos, Ma-
ría me grita que me detenga pero no le hago caso. Necesito aire fresco. Salgo por
la puerta principal, corriendo al bosque a mi derecha. El aire frío golpea mi rostro,
la luz del sol me encandila unos segundos.
Me recargo sobre el tronco de un árbol. Vomito sobre la nieve.
De pronto siendo la mano delgada de Vanessa sobre mi cabeza.
—Ya, ya Lucas… déjalo salir…
—Se va a morir… —lloro—… se va a morir Vanessa…. Ethan… se va a morir.
—Tú no sabes eso —responde—, no se va a morir. Va a estar bien.
—¿Viste lo que pasó? Está muy mal… Ethan…
—Los doctores lograron controlarlo, solo fue un pequeño susto.
—¿Y que si la próxima vez no es así? ¿Y que sí no lo pueden estabilizar?
Suspira. Sus manos acariciando mi cabello.
—Tienes que tener fe en que se recuperará.
Fe es lo que quiero tener en estos momentos. Pero al verlo así, tan herido, no
puedo más que pensar que en cualquier momento Dios decidirá arrebatármelo. Mi
mundo no estaría completo nunca más si no es con él. Aunque mi amiga tiene to-
da la razón, no puedo dejar que mis sentimientos controlen mis acciones. Tengo
que tener fe y un poco de esperanza. Los doctores dicen que está reaccionando al
tratamiento, solo queda esperar.
—Tienes toda la razón… tengo que creer que se recuperará.
—Así se habla.
—Venga pues —sonrío—, regresemos al hospital.
De la nada Vanessa y yo escuchamos un grito en lo profundo del bosque.
—¿Escuchaste?
—Si… —respondo—, parece un niño.
—Vayamos a ver.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
290
Sara Liza
Los dos caminamos por entre la línea de árboles. Nuestras huellas marcándo-
se en le nieve plana. Seguimos el llanto de lo que parece ser un niño, por unos
cincuenta metros en lo profundo de la arboleda. Sé que debería estar en estos
precisos momentos con Ethan, está muy grave y me necesita. Pero después de
todo por lo que pasé en esta manada, me juré nunca darle la espalda a alguien
que me pide ayuda y mucho menos si se trata de un niño.
De pronto llegamos a un pequeño claro. Vanessa me sujeta de la mano con
fuerza al ver como una mujer rubia, de unos veintiocho años, golpea en la cara a
un pequeño de no más de nueve años de edad. Mis manos se cierran en un puño
al ver como la maldita hija de perra abofetea al pequeño repetidas veces en el ros-
tro. Si hay algo que detesto en esta vida, son a las personas que se atreven a gol-
pear a los niños. Eso malditos deberían morirse de la peor manera.
—¡Ya cállate de una maldita vez!
—¡Quiero ver a mi papá! —llora el pequeño.
—¡Tu papá está muerto, se murió!
—¡No, eso no es verdad! —grita con más fuerza.
—¡Ya me tienes harta!
Corro hasta ellos, deteniendo su mano antes de que pueda tocar al niño.
Sus ojos azules me miran con rabia.
—¡Suéltame!
Vanessa toma al pequeño de los hombros, ocultándolo detrás de su cuerpo.
—¡¿Cómo te atreves a golpear a un niño de esta manera?!
La muy perra sonríe.
—Soy su madre estúpido —responde zafándose de mi agarre—, yo puedo ha-
cer con mi hijo lo que se me dé la gana. Tú no puedes interferir en eso.
—A no… ¡obsérvame!
Lo levanto en brazos, caminando de nuevo al hospital. Vanessa a mi lado.
Veo su pequeña carita. Tiene las mejillas rojas por los golpes, un pequeño hilo
de sangre brota de su nariz. Sus ojos brillosos me miran con agradecimiento. Sus
pequeñas manitas aferrándose al cuello de mi chamarra. Tiembla. Entierra su cara
en mi cuello. Sus lágrimas resbalando por mi piel, mojando mi ropa. Maldita perra
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
291
Sara Liza
estúpida. Como se atreve a ponerle una mano encima a un niño tan dulce como
él. No sé lo que haré ni cómo lograrlo, pero de mi cuenta corre que la maldita esa
no vuelva a ver a su hijo nunca más.
—¿Quién te crees que eres al llevarte a mi hijo? —pregunta jalándome por los
cabellos, sus uñas arañando mi cara.
—¡No te atrevas a tocar a Lucas! —grita Vanessa abofeteando a la perra.
—¡Estúpida! —Se retuerce— ¿No sabes quién soy yo?
—¡No y no nos interesa!
—¡Soy la esposa del Alfa de esta manada! ¡Soy Kristen de Cormack!
Me detengo al instante.
¿Acaso escuché bien? ¿Ella es la esposa de Ethan?… entonces este niño de-
be de ser… Troy. Genial, mi día no puede estar peor.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
292
Sara Liza

Lucas.

¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?


Yo solo quería asegurarme de que el amor de mi vida estuviera bien. Estar a
su lado, sostener su mano y cerciorarme de que saldría de esta dura prueba. En
cambio ahora estoy parado frente a su esposa, sosteniendo a su hijo en brazos,
en una situación que claramente me incomoda. Me es inevitable preguntarme si
todo esto no es más que una estúpida broma del destino. No sé qué hacer ahora.
Una parte de mi quiere escapar, huir de una situación que no quiero enfrentar. La
otra parte, la más oscura de todas, quiere confrontar a la maldita por haberse atre-
vido a acostarse con mi hombre lobo.
Dios… no cabe duda que soy la reina del drama.
—¿Quién eres?
Tiene una voz dura y muy fría.
—¿No piensas contestarme?
Suspiro… ¿debería hacerlo?
—¡Contesta! —Grita—, quiero saber quién carajo eres.
Por lo que veo tengo dos caminos frente a mí.
Por un lado puedo continuar como si nada, regresar al hospital al lado de Et-
han y evitar un posible enfrentamiento con su esposa. O por el contrario, encarar a
Kristen de una maldita vez y luchar por lo que me corresponde por derecho. No
voy a negar que mi sangre está hirviendo. Al verla no dejo de imaginarlos a los
dos en la cama, desnudos y haciendo el amor. Pero al mismo tiempo sé que tengo
que controlarme un poco. No soy una persona conflictiva, nunca lo seré.
La verdad es que no me puse a pensar en todas las posibles consecuencias
que traería mi relación con Ethan. ¡Admitámoslo! No es una situación sencilla.
Después de contarme sobre su matrimonio y su pequeño cachorro, una parte de
mí entendió que un encuentro entre ella y yo sería algo inevitable. Es obvio, por lo
que puedo ver, que se aferra a una relación fallida más por sus propios intereses
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
293
Sara Liza
que por el amor puro que dice profesar. El problema es, que se dice, tiene un ca-
rácter de los mil demonios y eso es lo que me asusta.
Algo me dice que seré yo su próximo objetivo.
Tengo que tener mucho cuidado.
—No importa quién soy —respondo dándole la cara—. Lo único que debería
interesarle, señora, es que no pienso permitir que lastime a un niño como él. ¿Le
quedó claro? Es que por Dios… ¡¿Qué carajos le pasa?! No debería golpearlo y
mucho menos si es su hijo.
—Lo que yo haga con mi hijo no es de tu incumbencia imbécil.
—¡Lo es ahora, señora! —respondo—. No sé lo que tenga que hacer o cómo
hacerlo, pero no va a salir bien librada de esta.
—¿Me estas amenazando? —cruza los brazos. Su rostro a centímetros del
mío—, ¿a mí? Sí que eres un estúpido, los dos lo son. ¿Qué planeas hacer en mi
contra? Acaso no escuchaste que soy la esposa del Alfa de la manada. Primero
hago que te saquen de aquí, antes siquiera de que puedas ponerme un solo dedo
encima. Tengo mucho poder idiota ¡no quieres meterte conmigo!
—¿Y si le decimos a Ethan? —Interrumpe Vanessa—, veamos a ver si él está
de acuerdo en la forma con la que educas a su hijo.
—¿Disculpa?... ¿Ethan?
Sonríe.
Un escalofrío recorre mi cuerpo.
—¿Algún problema?
—¿No será acaso que eres… Lucas Wood?
Su mirada cambia de pronto.
Esos ojos azules fríos, se trasforman en segundos en dos pozos amarillos y
sin emoción alguna. Respiro profundamente. Esto no es bueno, no es del todo
bueno. Un hombre lobo cuando está a punto de dejar brotar sus instintos más bá-
sicos, permite que el color de sus ojos cambie a un intenso tono amarillento. Por lo
que he escuchado de Kristen, es una mujer con la que tengo que tener mucho
cuidado. No quiero que esto se salga de control y nos afecte a todos. En especial
a Vanessa, ella no tiene la culpa de nada de lo que está pasando.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
294
Sara Liza
Doy dos pasos atrás. Su mirada dura clavada en mí. Aprieto más el cuerpo de
Troy contra el mío. Esta temblando. Al parecer no es la primera vez que ve a su
madre de esta manera. Entierra su cabeza en mi cuello, sus pequeñas manitas
sujetándome del cuero de la chamarra. Vanessa me mira con miedo, sus manos
sacudiéndose levemente. Creo que entiende la situación en la que estamos.
—¿No vas a responderme?
Da un par de pasos hasta nosotros.
Sus huellas marcadas en la nieve.
—Si lo soy —respondo sin dejarme amedrentar—, soy Lucas Wood. La pareja
de Ethan… tu marido.
Sonríe. Es una sonrisa hipócrita, llena de rabia y odio.
—¿Así que tú eres el marica que me robó a Ethan?
La mirada de Vanessa se enturbia. Sus manos en puños.
—¿Cómo fue que dijiste? ¿Marica?
—¿No lo es acaso? —Sonríe—, tiene toda la pinta de serlo. Un puto marica de
mierda.
—¡Maldita hija de perra! —la abofetea con fuerza.
La tomo por los hombros y la obligo a retroceder.
No sé puede comparar la fuerza de un humano con la de un lobo.
Veo como sus manos se tensan, sus ojos inyectados en sangre. Así es Va-
nessa, siempre dispuesta a pelear por los demás. Digamos que mi mejor amiga es
de esas mujeres a las que tienes que tener un poco de cuidado. Detesta que las
personas utilicen ese tipo de terminología para referirse a una persona homose-
xual. Es, sin lugar a dudas, la mujer más gay friendly que existe en todo el planeta.
Lucharía contra monstruos de otro planeta, si fuera necesario, para demostrar su
apoyo incondicional a la comunidad LGTB. Creo que en parte es por eso mismo
por lo que somos tan buenos amigos. Fue ella de las primeras personas en apo-
yarme abiertamente por mi sexualidad.
—¡Maldita estúpida! ¿Cómo te atreves?
—¡No vuelvas a insultar a mi amigo otra vez, si no quieres…!
—¡Si no qué estúpida! ¿Vas a golpearme de nuevo?
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
295
Sara Liza
—¡Si, lo haré! —responde Vanessa lanzándose de nuevo contra ella.
Intento detenerla pero es demasiado rápida. Vanessa corre hasta Kristen, in-
tentando golpearle el rostro con el puño cerrado. Pero antes siquiera de que pue-
da hacer cualquier movimiento, Kristen la sujeta con fuera por los hombros, lan-
zándola como si nada por el aire. Con horror veo como el cuerpo de mi amiga im-
pacta de lleno contra el tronco de un árbol. Su cuerpo cae sobre la nieve compacta
del suelo. Suelto a Troy con cuidado, su rostro cubierto de lágrimas. Corro hasta
mi amiga e intento ponerla de pie, pero no reacciona. Tiene el rostro cubierto de
nieve y ramas.
—¡Vanessa responde!
—Creí que sería más interesante, pero veo que no.
—¡Vanessa por favor, despierta! —lloro por la preocupación.
Sacudo su cuerpo un par de veces pero no reacciona.
—Creo que está muerta… lastima, no quería matarla.
—¡Cállate de una puta vez!
Troy comienza a llorar en la lejanía. De pronto veo como Kristen lo abofetea
una vez más, zarandeándolo por los brazos y gritándole que se calle. La veo con
rabia y desesperación. ¿Cómo una mujer puede ser tan cruel como ella? Es solo
un niño ¡maldición! Me sonríe al sentir mi mirada. Parece que disfruta de lastimar a
las personas. ¿Cómo es que Ethan se pudo fijar en una mujer así? Cierro mis ma-
nos en un doloroso puño. Quiero correr hasta ella y golpearla, dejar salir toda la
rabia que me quema por dentro, pero yo no soy así. Nunca he sido una persona
conflictiva. Yo creo febrilmente en el poder de las palabras.
—Vanessa por favor…
Escucho como gime por el dolor.
Me tranquilizo al ver como lentamente va despertando.
—¿Estás bien?
—¿Qué… qué pasó?
—Por poco te mato —responde Kristen con orgullo—, no medí mi fuerza.
—Maldita perra…
—¡Vaya! Si la gata parece que tiene garras.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
296
Sara Liza
Vanessa intenta ponerse de pie, pero no se lo permito.
No podemos enfrentarnos contra un lobo, nuestras fuerzas no se comparan.
—¡Suéltame Lucas! —Intenta zafarse—, ¡la voy a matar!
—Vanessa por favor… no puedes hacer nada.
—Por qué no le haces caso a tu amiguito —sonríe— no pueden contra mí.
—¡Por favor Lucas, déjame matarla!
—¡No! —Grito con todas mis fuerzas—, Vanessa por favor… no sabes de lo
que es capaz de hacer. No podrás contra ella. Los lobos son más…
—Fuertes que los putos humanos.
Me estremezco al escuchar una voz profunda a mi espalda.
Kristen sonríe. Corre hasta un lobo a mi derecha, lanzándose en brazos y be-
sando con pasión al desconocido. Mis ojos se abren en sorpresa. Lo observo con
atención. Es un hombre de no más de treinta años de edad. Tiene la cabeza rapa-
da, una enorme cicatriz que atraviesa su frente y baja por una de sus mejillas. Vis-
te una chamarra de cuero negro, unos pantalones de mezclilla oscuros y unas bo-
tas corte militar. Sus ojos amarillos se clavan en los míos. Tiene la misma aura
densa que expide Kristen. No cabe duda que son tal para cual.
—Amor… me alegra que hayas llegado.
—¿Qué tenemos aquí?
—Dos idiotas que creyeron que era buena idea retarme.
—Humanos por lo que veo…
Se acerca hasta nosotros.
Su mirada me aterra. Parece que la situación acaba de empeorar.
—Y a todo esto ¿Quiénes son ustedes dos?
—No me lo vas a creer cuando te lo diga —responde Kristen con una sonri-
sa—, él es ni más ni menos que… ¡Lucas Wood!
—¿El marica compañero de tu esposo?
—Puedes creerlo…
Ambos sonríen.
Troy en la lejanía se oculta detrás de un árbol. No me gusta nada de esto.
—¡Nos sacamos la lotería! —dice con efusividad.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
297
Sara Liza
—El destino no puede ser mejor con nosotros.
—Podría —la toma por la cintura, acercándola a su cuerpo—, si ese maldito
mocoso no hubiera nacido nunca.
—Lo sé… pero los dos estuvimos de acuerdo. Era para nuestro beneficio.
—Un beneficio que se convirtió en una maldición —gruñe él.
¿Qué mierda está pasando aquí?
—Pero bueno, dejemos el pasado atrás. Porque no mejor aprovechamos la si-
tuación y nos divertimos un poco. Estoy seguro que él idiota de tu marido haría
cualquier cosa por su pequeña y linda putita de aquí.
Dios esto no puede salir peor.
Mi cuerpo tiembla por el miedo. Cierro mis ojos, mis manos en dolorosos pu-
ños. Vanessa se aferra a mi cuerpo, mirándome con temor. ¡Joder! Que estúpidos
fuimos al adentrarnos al bosque como si nada. Algo malo puede ocurrir. Aprendí
unos cuantos movimientos de defensa después de haber huido de la manada,
pero nada que pueda utilizar en contra de un lobo. Mucho menos dos. Si algo lle-
gará a pasar, si ellos decidieran atacarnos. Vanessa y yo estaríamos en desventa-
ja. Simplemente no hay forma de defendernos en contra de dos monstruos como
ellos dos.
El desconocido se acuclilla frente a mí.
Sus manos ásperas acarician mi rostro. Me da asco su cercanía.
—Descuida pequeño —susurra a mi oído—, no te haremos nada malo. Solo
queremos jugar contigo un poco.
—Malditos…. ¡Ayu…!
Vanessa intenta gritar, pero el maldito de puta la golpea con fuerza
Intento pegarle en el rostro, pero Kristen me detiene en el acto.
—No, no, no… así no se juega.
—Por favor… solo déjenos ir… no diremos nada.
—¿Por qué tan pronto amigo mío? Si aún no empezamos a divertirnos.
—¡Ethan se arrepentirá por haberse atrevido a humillarme de esta manera!
El hombre se pone de pie. Me mira con desprecio.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
298
Sara Liza
Sus manos cerradas en un puño. Me sonríe, listo para comenzar a golpearnos
a Vanessa y a mí. Cierro mis ojos esperando el primer impacto, pero este nunca
llega. De pronto comienzo a escuchar varios pasos a mi espalda. Lo primero que
veo al abrir de nuevo mis ojos es el rostro de Derek. Esta hincado frente a mí. Su
cejo fruncido, su mirada en mi cuerpo. Nunca pensé que lo volvería a ver.
—¿Estas bien Lucas?
—¿Derek?... ¿eres tú?
—Si —responde con una media sonrisa— ¿cómo te sientes? ¿Estás bien?
—Si… lo estoy. Pero… ¿cómo nos encontraste?
—Te vi salir del hospital, me preocupé cuando no saliste del bosque.
Espera un segundo… ¿Derek preocupado por mí? Esto tiene que ser una jo-
dida broma. La última vez que lo vi estaba humillándome junto con sus amigos.
Todo el tiempo que estuve en la manada, Derek y los idiotas del equipo de futbol
americano, se dedicaron a insultarme y golpearme cuanto podían. Y ahora me
dice que se preocupa por mí. Debo haber muerto o haber entrado en alguna espe-
cie de dimensión desconocida.
Esto no lo puedo creer del todo.
—Me alegra haberte encontrado Lucas… Me gustaría poder platicar contigo, si
tú me lo permites. Me comporté como un idiota y me gustaría pedirte perdón por
todo lo que te hice en la preparatoria. Sé que no hay absolución para mí, pero tan
solo espero que puedas llegar a olvidar todo lo malo que te hice... Lo lamento de
verdad… por favor… discúlpame.
—Derek…
—Pero dejaremos este asunto para otra ocasión —dice sonriéndome—, ahora
nos tenemos que encargar de un pequeño asunto con el imbécil de Scott.
¿Así es como se llama?
—¿Conmigo? —alza las cejas, mirando a Derek con desprecio.
—Sabes Scott fuiste un verdadero idiota al meterte con un Alfa.
—¿Un idiota? —Sonríe—, ¿De qué mierda hablas Derek?

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
299
Sara Liza
—Encontramos el rifle con el que le disparaste a Ethan. Lo mandamos a anali-
zar y las balas son similares. Tus huellas están por toda el arma. Es claro que fuis-
te tú quien le disparó a nuestro Alfa.
Espera un segundo…
Me levanto lleno de furia. ¿Así que fue ese imbécil quien se atrevió a disparar-
le a Ethan? ¡Quiero matarlo! Quiero que sufra por haberse atrevido a lastimar a mi
compañero, mi otra mitad. Veo como su expresión de gusto cambia a miedo. Sus
ojos vuelven a la normalidad. Da un par de pasos atrás, Kristen a su lado, mirán-
donos lleno de desesperación. No dudo ni un solo segundo que ella también haya
tenido algo que ver en todo esto. Si es capaz de lastimar a su propio hijo, que no
hará con alguien más.
Camino hasta ellos, pero uno de los lobos me detiene por los hombros.
—¿Cómo dijiste? —Pregunto con una voz seca y dura.
—Siempre te hemos mantenido vigilado por órdenes de nuestro Alfa.
—Espera… ¿qué? —interrumpe Kristen.
—¿De verdad lo desconocías? Ethan siempre ha sabido sobre su pequeño
romance… ¿creíste que no se enteraría?
El rostro de Kristen palidece.
¡Jaque mate perra!
—Ethan sabía de tu pequeña aventura con Scott —dice Derek—, nos ordenó
hace años que mantuviéramos siempre un ojo vigilante en él. Cuando le dispara-
ron no fue difícil sumar dos más dos. ¿Quién ganaría con la muerte de nuestro
Alfa? Intentaron culpar a su padre, pero él tenía una coartada perfecta. Así que
nos pusimos a pensar. Y la respuesta llegó de pronto; Scott y Kristen. La pareja
del momento.
—¿Nosotros?
—Es obvio que ustedes tuvieron que ver.
—Bueno y si es así… ¿qué piensas hacer al respecto? —Dice Kristen con una
enorme sonrisa—. No sé si te olvidaste por un segundo Derek, pero soy la Luna
de la manada. Si lo quiero puedo ordenarte que te lances por un acantilado y tú lo

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
300
Sara Liza
harías sin oponer resistencia. No eres más que el Delta de la manada. No puedes
desobedecer ninguna orden mía.
La risa de Derek resuena por todo lo alto.
Los demás lobos a nuestro alrededor lo imitan.
¿Qué carajos está pasando?
De pronto siento como Vanessa se apoya en mi cuerpo, intentando ponerse
de pie. Alejo por un segundo esos pensamientos de rabia de mi mente y me con-
centro en ayudar a mi mejor amiga. La sostengo por la cintura, acercándola a mí.
Su brazo rodea mis hombros, recargándome todo su peso. Gime al sentir la pre-
sión sobre sus cotillas. Al parecer tiene una rota, pero nada que no pueda curarse
con algo de descanso y reposo absoluto.
—¿De qué es lo que te ríes estúpido?
—De tu completa ingenuidad —dice él—. No sé si lo sabías o no Kristen. Pero
Ethan se encargó de decirle a todo el mundo sobre la existencia de Lucas en su
vida. Ahora todos sabemos que tú no eres la verdadera Luna aquí.
—¿Disculpa?
—No Kristen… de quien sigo órdenes no es de ti, si no de aquel ―marica‖, co-
mo tú misma dijiste, de allá.
Todos clavan su mirada en mí.
No puedo creer que esto sea verdad. ¿Ethan se encargó de decirles todo so-
bre mí? Una enorme sonrisa aparece en mi boca. Me siento dichoso de ser amado
por alguien como Ethan. Tengo que admitir que en un principio dudé de que fuera
capaz de hacer algo así por mí. Pero ahora, después de ver como todos me miran
con mucho respeto, no puedo evitar enamorarme más de él. Los errores del pasa-
do se quedan en el pasado. Ahora solo me queda vivir en el presente y esperar
por todo lo que el futuro tenga preparado para mí.
No cabe duda que el destino sabe hacer las cosas correctamente.
Una lágrima cae de mi mejilla.
—¿Tienes que estar bromeando? —dice Kristen sorprendida.
—Lo lamento pero no —responde.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
301
Sara Liza
—Espera un segundo… ¿qué mierda es todo esto? ¿Kristen ya no es más la
Luna de la manada? ¡Pero que carajos!
—Como escuchas Scott, tu pequeña zorra ya no tiene poder alguno.
—¡Joder! ¡Tengo que salir de aquí!
—¡Scott, detente!
Lo intenta detener Kristen, pero él la tira al suelo.
—¡A la mierda, yo no pienso quedarme aquí para que me maten!
—¡Cariño!
De la nada veo como el cobarde de Scott se echa a correr por entre la línea de
árboles, saltando de un trono caído y transformándose en el aire en un lobo de
pelaje negro y ojo azules. Varios lobos grises a mi derecha salen detrás de él. A lo
lejos puedo escuchar sus gruñidos mientras lo persiguen por todo el bosque. Kris-
ten frente a mí, me mira sin decir nada. Sus ojos amarillos retándome en silencio.
Se intenta poner de pie, pero antes de que pueda siquiera tocarme, una mujer mo-
rena la toma de los cabellos y la arroja al suelo.
—¡Suéltame estúpida!
—Siempre te he odiado Kristen —responde ella—, no me des la excusa per-
fecta como para golpearte enfrente de todos.
Vanessa se aferra más a mi cuerpo.
Veo de pronto como Troy sale detrás del tronco de un árbol. Camina hasta De-
rek, quien lo toma en brazos. Tiene los ojos rojos por el llanto, la cara marcada
con los golpes que la perra de su madre le propinó y su cuerpo temblando por el
frío que es cada vez más denso. Me duele que hay sido testigo de algo como esto.
Nadie debería pasar por lo que él pasó. Sé lo duro que es cuando tu propia familia
te rechaza, arrepintiéndose de ti. Camino hasta él, con Vanessa a mi lado, posan-
do mi mano sobre su cabello rubio.
Intenta sonreírme. Mostrar su fuerza.
No cabe duda que por su cuerpo corre sangre de Alfa.
—¿Estás bien campeón?
—Quiero… ver a mi papá… —dice entre sollozos.
—Yo también Troy… yo también.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
302
Sara Liza
—Quiten entonces esos rostros tristes, Ethan hace un momento que despertó.
—¿Cómo… dices?
—¿Mi papi… despertó?
—Si —responde Derek con una sonrisa—. Como oyen, hace un momento que
despertó. Creo que le alegrara verlos a los dos.
—Tengo que ir, tengo que estar con él.
Vanessa me sonríe. Se sostiene de los hombros de Derek.
—Ve —dice—, tu Alfa te espera.
Tomo a Troy en brazos y salgo corriendo rumbo al hospital. Mis piernas ente-
rrándose en la nieve compacta, haciendo más complicado mi camino hasta Ethan.
Mi pecho arde por el esfuerzo pero eso no me importa en lo más mínimo. Lo único
que quiero, no, mejor dicho, que necesito en estos momentos es estar junto a él.
Besar sus labios y asegurarme de que nada malo le vuelva a pasar en la vida. En-
tiendo que el Alfa es el lobo más fuerte de toda la manada, pero tengo este extra-
ño sentimiento de protección dentro de mí. Es como si mi destino en la vida fuera
más que nada asegurarme de que Ethan esté bien.
Corro lo que me parecen varios kilómetros. Las letras rojas del hospital alzán-
dose frente a mí. Troy se aferra con fuerza a mi cuello, emocionado de volver a
ver a su padre. Los dos sonreímos como tontos, los dos queriendo llegar de una
maldita vez. El calor de la calefacción me recibe de pronto. El peso de su pequeño
cuerpo es demasiado para mí, por lo que lo dejo en el suelo. Los dos trotamos por
los pasillos blancos, atrayendo la atención de medio mundo, quitándose de nues-
tro camino al vernos pasar. La puerta blanca aparece al fondo de un largo pasillo.
Afuera María y el que parece ser el hermano de Ethan, nos esperan con una gran
sonrisa. Están felices al igual que yo,
No digo nada al llegar, solo los arrempujo delicadamente.
Mis ojos resplandecen al verlo despierto. Está acostado en la cama, su mano
derecha cerca de su corazón. Me sonríe con tranquilidad. Troy salta hacia él, gol-
peándolo en el pecho. Me asusto al ver su mueca de dolor. Intento quitar al pe-
queño de entre sus brazos pero al ver la sonrisa en su rostro, la felicidad en sus

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
303
Sara Liza
ojos, decido que lo mejor es dejarlo en compañía de su padre. No me percato de
mis lágrimas hasta que mi vista comienza a nublarse.
Estoy tan feliz de volver a ver esos ojos sobre mí.
—Ethan… —sollozo.
—Hola… cariño…
Su voz raposa manda una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
—Despertaste…
—Lo hice por ti… Tú me ayudaste a despertar.
Lloro de la felicidad.
Gracias Dios… por darme la oportunidad de ser feliz.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
304
Sara Liza

Lucas.

Un mes después.

El sol resplandece en lo alto.


Una cálida brisa acaricia mi rostro, moviendo mi cabello de un lado para el
otro. Cierro por un par de segundos mis ojos, dejándome atrapar por las prematu-
ras caricias de la primavera. Estoy un poco nervioso por lo que voy a hacer. Abro
mis ojos y veo la naturaleza a mí alrededor. La nieve comienza a derretirse, el
manto blanco dándole paso al tono intenso del café de la tierra. Las hojas retoñan
en lo alto de los árboles. Poco a poco el césped va haciendo su aparición en el
campo fértil. Las aves cantan en la lejanía, regresando de una larga e intensa mi-
gración del sur.
No puedo evitar sonreír. Es un día… excepcional.
Un respiro profundo y mis pulmones se llenan con el aire puro del bosque.
Eso es algo que no envidio en lo más mínimo de la ciudad. Toda esa contami-
nación y smog en el aire. El campo tiene esa tranquilidad y una sutil pureza que
hace que tus días, de alguna extraña manera que no logro comprender del todo,
sean mucho más llevadera. Aunque si extraño la vida caótica de la gran metrópo-
lis. Tanto silencio en momentos me aburre. Como buen citadino, necesito ruido
para poder sobrevivir. Escuchar por las mañanas los gritos de mis vecinos o el
claxon de los automóviles.
De pronto siento su mano firme sobre mi hombro.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
305
Sara Liza
Levanto mi rostro y lo veo con cariño. Ethan está junto a mí, dándome su apo-
yo incondicional en esta nueva tarea que tengo que cumplir para con todos en la
manada. Lo observo sin decir nada, guardando en mi memoria cada línea de su
rostro, la curvatura de su mandíbula, la sombra de su barba negra, la manera en la
que sus cejas se juntan cuando está pensando o ese brillo especial que aparece
en sus ojos al verme frente a él. Puedo sentir su calor atravesar la tela de mi ca-
misa y llegar hasta mi piel desnuda. La confianza que me da con solo mirarme.
No cabe duda que soy uno de los hombres más felices del mundo.
—¿Estás nervioso?
—Nunca antes había estado frente a tantas personas —suspiro.
—Lo harás muy bien cariño, confío en ti.
—¿No dudas de mí? ¿De verdad crees que pueda hacerlo?
—¡Por supuesto que sí! —responde—. Jamás dudaría de tu palabra. Si dices
que puedes hacerlo, entonces no tengo porque desconfiar de ti. Sé que puedes
hacerlo, que lo lograrás.
—Gracias Ethan…
—Eso es lo que hacemos los compañeros Lucas —me sonríe—, nos apoya-
mos sin miramientos. Creo en ti sin dudarlo. Sabes que pondría la mano en el fue-
go por ti. Sé que lo harás muy bien.
—Es por eso mismo que te amo —contesto—, por estar aquí.
—Siempre lo estaré… por ti cariño.
—Te amo Ethan.
—Y yo a ti Lucas.
Respiro hondamente por quinta vez en menos de cinco minutos.
Puedo sentir la mirada atenta de todos los padres sobre mí.
Percibo la desconfianza de algunos lobos, siguen mirándome con reticencia,
con recelo. A pesar de que tengo ya un mes entero como Luna de la manada y
viviendo entre ellos, aún hay muchos lobos que parecen no confiar del todo en mí.
No los culpo en lo más mínimo. Yo también sentiría miedo de alguien como yo.
Ethan dice que la sombra de las reglas de Sam aún esta clavada en su incons-
ciente, que tengo que ser paciente, pero sé que no todos me aceptaran absoluta-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
306
Sara Liza
mente. Debe ser muy difícil asimilar que un humano y homosexual, especialmente,
sea quien este al mando de gran parte de la manada.
Aunque tengo que decir que no todos me rechazaron al saber de mí. Muchos
lobos y lobas me dieron la bienvenida con los brazos abiertos. Me demostraron su
sinceridad, su cariño. De pronto me vi envuelto entre varios nuevos amigos. Entre
ellos Derek y su pareja. Quién lo diría, él el mismo que se dedicó encarecidamente
a humillarme en la preparatoria, se ha convertido de la nada en uno de mis más
cercanos y apreciados amigos. Eso es lo que más me gusta de mi nueva vida.
Estoy viviendo ese sueño que siempre quise alcanzar cuando era pequeño.
—¿Listo?
—Si amor —respondo— lo estoy.
—Entonces… demuéstranos de lo que eres capaz.
Camino hasta el frente de la multitud.
Los cachorros del grupo sentados frente a mí, sus ojos clavados en los míos,
me sonríen. Algunos me observan con asombro, con entusiasmo, otros por el con-
trario me miran con cierto grado de terror. Este es el día en el que todos se tras-
formarán por primera vez en lobos. Dejarán salir su parte animal y, en compañía
de sus padres, correrán por el bosque para descubrir lo que se siente estar en
contacto con su lobo interior. Vivirán el sueño que yo, por mucho que me esforcé
de pequeño, nunca pude ver cumplido. Sus padres a su espalda, con los brazos
cruzados sobre sus pechos, no creyendo que sea capaz de hacerlos cambiar, al
menos no todos al mismo tiempo.
Clavo mi atención sobre Troy en el centro del grupo. Desvía su mirada al sen-
tir mi interés en él. Sus manos juegan con los pequeños retoños del césped bajo
sus pies. Me duele verlo de esa manera, tan triste y deprimido. Sé culpa de la falta
de amor de su madre y por si fuera poco, no cree en sí mismo. Piensa que nunca
será un lobo completo, que nunca podrá transformarse. Es por eso que estoy ha-
ciendo todo esto, para poder ayudarlo y demostrarle que está completamente
equivocado. Algo me dice en mi interior que Troy será uno de los Alfas más fuer-
tes en toda la historia de Cave’s Door.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
307
Sara Liza
—Los reuní a todos ustedes hoy para que sean testigos de la primera trasfor-
mación de sus cachorros —mi voz tiembla por el nerviosismo—. Como el aniver-
sario de la fundación de la manada es hoy, pensé que el mejor regalo que pueda
yo darles es la satisfacción de ver a sus cachorros cambiar antes de la luna llena.
—¡Eso es imposible! —grita alguien al fondo.
—No en realidad no lo es.
—¡Son solo niños, no podrán hacerlo!
—¡No han cumplido los diez años todavía!
Sonrío.
Es increíble que aun existan ideas tan absurdas como esas. Como que los ca-
chorros no pueden trasformarse antes de los diez años, o que tengan que hacerlo
por si mismos sin la ayuda de alguien que los guíe en el proceso. Son muchos los
que todavía piensan que es su espíritu animal el que decide cuándo es el momen-
to ideal para la trasformación. Desconocen que existen ciertos métodos para ayu-
dar a un cachorro a entrar en contacto con su lobo interior y trasformarse cuando
él lo decida.
—Eso no es del todo necesario…
—¿No lo es? —pregunta Ethan con el cejo fruncido.
Sonrío al ver su asombro.
—No cariño —respondo—, no lo es. Eso es una idea errónea que muchos tie-
nen, pero no significa nada. Un cachorro puede cambiar desde muy pequeño si lo
quiere y si hay alguien que lo pueda ayudar. Solo es cuestión de intentarlo.
—Pero…
—¿Y cómo sabes todo eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Tal vez no lo sepan muchos de ustedes, pero yo al igual que ustedes soy un
hombre lobo. Solo que no nací con el gen de la trasformación.
Algunos me miran con tristeza, otros con recelo.
—Durante mucho tiempo me dediqué a buscar alguna manera de poder cam-
biar eso. Creí que, como muchos de ustedes, tal vez mi lobo interior no quería sa-
lir. Hasta que entendí que eso no era mi caso, yo no tenía forma de cambiar por-
que simplemente no tenía los genes correctos. Pero eso no me detuvo para conti-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
308
Sara Liza
nuar investigando. Pasé gran parte de mis tardes en la biblioteca de la manada,
buscando una solución al problema pero no pude encontrar nada. Cuando creí
que todo era imposible, tuve la oportunidad de contactar con alguien más. Una
persona que me ayudó a entender mejor este mundo.
>Clara es la Luna de una de las más importantes manadas en México. Aunque
no lo crean ellos tienen muchas habilidades, técnicas mucho más desarrolladas
que nosotros y que les sorprenderían a todos. Por internet, ella y yo estuvimos en
contacto durante años. Me enseñó todo lo que debía saber para ayudar a un ca-
chorro a cambiar. Allá tienen la tradición de que la Luna de la manada es la que se
encarga de guiar a todos los cachorros, cuando ella lo crea ideal, para cambiar por
primera vez. Y podrán no creerlo, pero funciona y ¡muy bien! En su manada nunca
ha habido un solo caso en el que un lobo no pueda transformarse. De ella aprendí
que muchas veces nosotros como padres infundimos cierta presión a los cacho-
rros. Esto, junto con el miedo de fallar, provoca que muchos pequeños tengan una
falsa idea de sí mismos. Pero todo esto tiene una simple solución.
—¡Si pero ¿Cómo podemos creerle?!
—Tienen que confiar en mi palabra —contesto.
—¡Pero eso no basta!
—Entiendo su reticencia —responde Ethan—, pero no olviden que Lucas es la
Luna de mi manada. Si él dice que puede ayudar a nuestros cachorros a trasfor-
marse, entonces como Alfa, yo voy a creer en él.
Todos comienzan a murmurar. Entiendo que no crean en mí, pero por lo me-
nos espero que puedan darme una oportunidad. Tan solo quiero demostrarles
que, en contra de lo que muchos creen, puedo ayudar a hacer de Cave’s Door una
mejor manada. Sí, aún no me decido si quedarme aquí o continuar mi vida en la
ciudad. Pero mientras no tome la decisión correcta, lo ideal para mí. Quiero poder
ayudar en todo lo que pueda. No quiero que me vean como un intruso. Quiero po-
der formar parte de sus vidas, ser su amigo, la persona en la que pueden confiar.
—¿Entonces? —Pregunto— ¿me dejarán ayudar a sus cachorros?
—¡Yo no me opongo en lo más mínimo!
—¡Yo no estoy del todo convencido!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
309
Sara Liza
—No perdemos nada por ver qué ocurre —Ethan me guiña un ojo.
Sonrío.
Un pequeño paso para Lucas.
—Muy bien entonces les pediré a todos los cachorros que se sienten en un
círculo a mi alrededor. Descalzos si es posible. Necesito que estén en contacto
con la tierra a sus pies, que puedan sentir las vibraciones por todo su cuerpo.
Uno a uno van tomando asiento junto a mí.
Diez niños y niñas que esperan poder cambiar a su forma animal.
—Cierren sus ojos —dijo casi en voz baja—, quiero que imaginen que están
en una verde y larga pradera. El viento acaricia sus cabellos. El sol calienta todo
su cuerpo. De pronto, a la lejanía, ven un lobo acercándose hasta ustedes. Dejen
que el animal haga todo el trabajo, no se muevan un solo centímetro, solo mírenlo
atentamente. Grábense en su memoria todos los detalles de ese lobo. El color del
pelaje, el de sus ojos. La forma en la que sus garras se entierran en la tierra. Inha-
len su aroma, su esencia. Dejen que el lobo llegue hasta donde están.
Los padres me miran al fondo. Su atención atenta en mí.
Los recorro uno por uno, poniendo mi mano sobre sus cabezas. Su respiración
cada vez más profunda. Para que esto funcione necesito que todos estén concen-
trados, que no haya ni un solo sonido que pueda alterarlos más que mi voz. Lo
fundamental en este tipo de ejercicios es que puedan sentir la conexión que ya
tienen con su lobo interior y dejar que él tome el control por una vez.
—Acaricien su pelaje, sientan el calor del cuerpo a su derecha. Dejen que el
lobo los olfatee, que reconozca su aroma. Déjense llevar por las sensaciones, la
tierra a sus pies, el olor de los arboles a su alrededor. No piensen en nada más
que el lobo que ven. Él o ella es su mejor amigo. Ese es el lobo con el que pasa-
rán el resto de su vida. Se convertirá en su otra mitad, en su espíritu animal. Si el
lobo quiere jugar, vayan con él. Imaginen que los dos corren por la pradera, ju-
gando con el césped que cubre la mitad de su cuerpo. Sumérjanse en el sueño,
permitan que el lobo tome control.
De pronto uno a uno van cayendo al suelo. Sus manos aferrándose a la piel
de su abdomen. Varios padres intentan correr hasta ellos, piensan que sus hijos
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
310
Sara Liza
están sufriendo, que los estoy lastimando. Pero todo lo contrario. Está funcionando
a la perfección. Con un ademan los obligo a detenerse. Si interrumpen ahora el
cambio será más complicado en un futuro que el lobo en sus hijos quiera tomar
nuevamente el control.
Ethan me mira sonriente, esta recargado en un árbol.
—No luchen contra él, contra ella. Solo déjense llevar. Imaginen que duermen
encima de ese lomo peludo. Los dos corren felices, tranquilos. Son amigos de to-
da la vida. Han vivido juntos desde el momento que nacieron. —Suspiro—. Permi-
tan que ese espíritu los guie por ese largo sendero por el que trotan.
Sonrío al ver a Troy.
Es el primero en comenzar con la trasformación. Su pequeño cuerpo va au-
mentando de tamaño. Escucho como sus costillas se rompen y se vuelven a aco-
modar. Gadea por el dolor de la primera trasformación. Siempre es la más doloro-
sa, pero después va a acostumbrarse al proceso de cambio. Aun lado queda el
pequeño rubio de ojos verdes. Ethan da dos pasos hasta él. Los demás padres
murmuran en asombro. Poco a poco, por todo su cuerpo, aparece una fina capa
de pelaje rojizo. Los demás pequeños también comienzan a cambiar.
—Dios…
—Esto… esto no puede… ser verdad.
—¡Mi pequeña!
—Es… increíble.
—Mi hijo —solloza una mujer—, mi pequeño… está cambiando.
—Su lobo quiere salir —continúo—, dejen que lo haga. Quiere conocer el
mundo exterior. Ha estado encerrado durante muchos años. Tan solo quiere salir
por primera vez. No opongan resistencia, ayúdenlos a salir.
La trasformación no dura mucho. Siete minutos después estoy rodeado por
diez lobos y lobas que corren emocionados. Saltan de un lado para el otro, co-
rriendo por entre los árboles. La mayoría de sus padres con lágrimas en sus ojos,
no pueden creerlo. Tenemos en total cinco lobos grises, tres lobos negros, una
loba blanca –que emocionó demasiado a sus padres- y Troy… un raro y perfecto
lobo rojo. Veo como Ethan se acerca emocionado, sus manos temblando por el
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
311
Sara Liza
asombro. Un lobo de pelaje rojo es uno de los más raros. Un augurio de un pode-
roso y fuerte Alfa.
—Dios….
—No es verdad… ¡esto no es verdad!
—¡Un lobo rojo! —Grita Ethan emocionado— ¡ese es mi cachorro!
—¿Te emocionas por eso amigo mío? —abraza Derek a Ethan por los hom-
bros—, mi hijo es un increíble lobo negro. ¡Un poderoso guerrero negro!
—¿Negro? Mi hija es una loba blanca… mejor que eso imposible.
—Damas y caballeros —sonrío—, permítanme presentarles… a la nueva ge-
neración de lobos y lobas de Cave’s Door.
De pronto todos los cachorros corren hasta mí.
Mi cuerpo cae de lleno a la tierra. Sus pequeñas patitas por todo mi cuerpo.
Sus lenguas acariciando mi rostro. Juegan conmigo, se divierten. Están emocio-
nados por haber podido transformarse. Debe ser algo maravilloso, algo indescrip-
tible. Sentir el mundo de diferente manera. Ser capaz de percibir cosas que antes
pasaban desapercibidas. Un mundo totalmente diferente ante sus ojos.
Creo que puedo acostumbrarme a esto.

La luna llena enmarca la noche perfecta.


Todos limando las últimas asperezas para la celebración de la noche.
Estoy emocionado. Es la primera vez que tengo la oportunidad de asistir a una
fiesta en la mansión de Ethan. Desde que era pequeño soñaba con la oportunidad
de asistir a una de las famosas fiestas que organiza, año tras año, la manda de
Cave’s Door. Desde las sombras escuchaba los detalles. La elegancia, la unión
entre todos los lobos. Cuando Sam era Alfa, no se me tenía permitido salir de la
habitación en los días de celebración. Desde la ventana de mi cuarto escuchaba el
ruido de la música, veía los fuegos artificiales. Siempre imaginando como podrían
ser las fiestas celebres.
Ahora tengo la oportunidad de asistir a una.
¡De la mano del Alfa de la manada y mi compañero: Ethan Cormack!
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
312
Sara Liza
—¿Qué ocurre cariño?
Sus dos potentes brazos me sujetan por la cintura.
—Nada… estoy un poco nervioso.
—¿Nervioso? ¿Por qué lo estarías Lucas?
—Conoces mi historia —respondo—, sabes que siempre quise ir a una de las
fiestas que se hacían año con año en la mansión de la manada.
—¿Eso te pone nervioso?
—Tengo miedo de hacer algo mal o no estar bien vestido.
Ethan ríe a mi oreja. Sus labios besando mis mejillas.
—¡Lo harás muy bien Lucas! Después de lo que hiciste en la mañana, todos
en la manada te adoran. Por ahí escuche que ya eres una de las mejores ―Lunas‖
que hemos tenido en mucho tiempo. Estoy muy orgulloso de ti cariño.
—¿De verdad crees en mí?
—¡Por supuesto que sí! —Contesta—. Me siento dichoso de tener a un com-
pañero como tu Lucas. No hay día en que no dé gracias al cielo, al destino y a
Dios por poner en mi camino a un ser tan perfecto como tú. Tan solo espero llegar
a devolverte un poco de todo lo que me das.
Giro mi cuerpo.
Una lágrima resbala por mis mejillas.
—Te amo tanto Ethan…
—No tanto como yo lo hago Lucas.
Lo veo con admiración, con deleite y lujuria. Viste una chamarra verde, una
camisa blanca con cuadros azules, unos pantalones a juego. Tiene el cabello lige-
ramente alborotado, sus risos esponjados. La barba perfectamente recortada. De-
finitivamente es el hombre del que me enamoré, la otra mitad de mi alma. Tomo su
rostro entre mis manos, acercándolo. No decimos nada, solo nos miramos a los
ojos. Nuestros labios se unen en un perfecto y profundo beso. Su lengua jugando
contra la mía. Su mano derecha baja por mi cintura, pegando mi cuerpo al suyo. El
bulto de su erección roza contra el mío.
Dos días después de haber salido del hospital, nos entregamos de nuevo a la
urgencia de fundir nuestros cuerpos en uno solo. Entregándonos a la pasión y el
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
313
Sara Liza
fuego del sexo. Llegando al éxtasis que recorrió nuestros cuerpos, cubriéndonos
en sudor y jadeos. Desde entonces no hay día en el que Ethan y yo no hagamos
el amor. A veces en silencio, ocultos debajo de las cobijas en mi cabaña. Otras
veces más atrevidos, amándonos a la orilla de la cascada o penetrándome recos-
tado sobre uno de los troncos.
—Gracias Lucas.
—¿Por qué?
—Por darle a Troy un poco de alegría —responde—, nunca lo había visto tan
feliz en su vida. Sé que la pérdida de su madre será por siempre un duro golpe
para él. Aun cuando Kristen no lo haya querido, Troy siempre la amará por ser su
madre. Pero darle una pequeña satisfacción, el gusto de convertirse en un fuerte y
hermoso lobo. No hay manera de que pueda pagarte por haber hecho eso por mi
cachorro. Gracias amor, de verdad muchas gracias.
—No tienes por qué agradecerme nada —digo mirándolo a los ojos—, fue por
Troy que hice todo esto. No quería que sufriera. Que pensara que no era un lobo
completo. Yo pasé por eso, por ese camino y lo último que quiero es que alguien
más pase por lo mismo.
—Lucas Wood, no importa lo que digan de usted. Es mucho más lobo que
cualquiera que conozco.
Comienzo a llorar al escuchar sus palabras.
No sé porque estoy tan sensible últimamente. Todo me hace llorar. Mi corazón
se infla de la emoción al sentir ese profundo amor que Ethan siente por mí. El des-
tino tiene formas muy extrañas de ponernos en el lugar ideal. Tal vez no lo enten-
día en el pasado, pero ahora lo comprendo. Tuve que pasar por todo eso para co-
nocer realmente lo que es el amor. Pero sobre todo para dar gracias por ser feliz.
Ethan y yo somos felices. Ahora sé que no hay nada ni nadie que pueda separar-
nos. Somos la mitad del otro y contra eso nadie puede interferir.
—¿Pero porque lloras bebé?
—No lo sé… yo… Dios perdóname —gimoteo.
—Pero si no tengo nada que perdonarte Lucas —se ríe.
—Ethan…
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
314
Sara Liza
—Venga amor, no te sientas mal. Estás un poco sensible eso es todo.
—Será mejor que te vayas —respondo limpiándome las lágrimas—, los demás
lobos te están esperando.
—¡A la mierda los demás! No me iré hasta saber que estás bien amor.
—Lo estoy ahora —sonrío—. Me emocionó lo que dijiste eso es todo.
—¿Seguro?
—Completamente. ¡Pero venga ya! Tienes que irte. Los demás te esperan. No
puedes dejar a Troy con las ganas de cazar junto a su padre.
Es la tradición en la celebración de Cave’s Door. Toda la manada sale a cazar.
La presa será cocinada por los mejores cocineros, entre ellos María, y fungirá co-
mo el platillo principal en la mesa de la comida que ya decora la fachada principal
de la mansión. Me alegra saber que esta será la primera caza de Troy junto a su
padre. Algo que imagino, estará por siempre en su memoria.
—¿Seguro que no quieres venir con nosotros?
—Por supuesto, solo los retrasaría.
—No lo harías Lucas…
—De verdad voy a estar bien. Sirve que aprovecho para conocer la mansión
de los Cormack. Siempre quise conocerla.
Suspira.
Aún tiene miedo de que algo malo vaya a pasarme.
—Sabes que no me gusta dejarte solo.
—Lo sé, pero estaré bien.
—Ahora es cuando más falta hace Vanessa.
Mi mejor amiga y Drew andan en un viaje por Europa. La perfecta luna de miel
antes de regresar al trabajo y la vida estresante de los doctores.
—Lo sé.
—Regresaré cuanto antes cariño —me susurra al oído—, porque esta noche
quiero que sea la noche en la que te marque como mío. Dios… muero por ver mi
marca en tu cuello, que todo el mundo sepa que ya no hay nada que puedan ha-
cer para separarnos. Estaremos juntos por siempre.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
315
Sara Liza
No hay nada que quiera más que ser marcado por Ethan. No lo sé, creo que
está en mi naturaleza sacar mi lado más sumiso ante él. La idea de llevar una
marca, una marca visible, que me identifique como la pareja del Alfa, hace que me
excite demasiado. No puedo esperar a la noche. Quiero llevar de una vez y para
siempre la señal de nuestro amor. Sentir sus caninos perforar mi piel, mientras los
dos llegamos al intenso y tan deseado orgasmo.
—No hay nada que me gustaría más que eso…
Estamos a punto de besarnos por segunda vez, cuando el grito de Troy nos in-
terrumpe en seco. Nuestras frentes pegadas una con la otra.
—¡Papá, te estamos esperando!
—Anda… vete ya.
—Regreso en un par de horas.
—Te estaré esperando —respondo besándolo por última vez.
Lo veo salir por la puerta de madera.
Afuera todo el mundo espera emocionado. Tiene que ser el Alfa el que dé
inicio con la caza anual del ciervo para el festín de esta noche. Todos vitorean al
verlo salir de la mansión, están ansiosos por comenzar. Ethan corre por el sende-
ro, saltando y transformándose en el aire. Su lobo negro y blanco aparece de
pronto, tan imponente como siempre. Los demás miembros lo imitan. Es la prime-
ra vez que veo a la manada completa en su estado animal. Cientos de lobos y lo-
bas a su alrededor. Los cachorros al lado de sus padres. Sonrío al ver el lobo co-
brizo de Troy correr junto a Ethan, perdiéndose por entre los árboles.
Suspiro. Tengo todo el lugar para mí solo.
Salgo de la mansión. Respiro el aroma de los pinos a mí alrededor.
Veo con asombro la decoración para el festín de esta noche. Camino por entre
las mesas en el jardín principal de la casa. Mis dedos acarician los manteles blan-
cos, los platos de cerámica blanca. Los cubiertos perfectamente limpios y pulidos.
Pequeñas velas como centros de mesa. Sillas de madera con respaldos acojina-
dos. En el fondo una enorme mesa cuadrada con cientos de platillos, postres y
bebidas. El centro con una enorme pista de baile, enmarcada por cientos de focos
amarillos que atraviesan el aire.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
316
Sara Liza
Las estrellas titilando en el cielo.
—Te estaba esperando Lucas —sonríe.
Me estremezco al ver el cañón de la pistola frente a mí.
—¿No deberías estar cazando con los demás?
—Quien dice que no lo hago —responde—, solo que una presa diferente.
—¿Así que fuiste tú quien dejó la carta de amenaza para Ethan?
Camina hasta mí, la pistola siempre apuntándome.
A pesar de eso no tengo miedo, estoy… tranquilo.
—Sí, fui yo.
—¿Por qué? —Miro sus ojos— ¿Por qué hacer esto? No lo entiendo.
—Porque siempre lo he odiado Lucas —contesta—. Desde siempre he abo-
rrecido a Ethan con todo mi corazón. El único objetivo en mi vida es hacerlo el
hombre más miserable de todo el mundo. ¡No sabes lo mucho que me divertí to-
dos estos años al verlo llorar por ti! Pero llegué a un límite. Quiero que sufra, que
desee estar muerto. Y que mejor manera que arrancándole lo que más quiere en
la vida. Eso por lo que tanto luchó estas últimas semanas, una de sus fuentes de
felicidad… Tu Lucas… ¡Su compañero y el hombre que ama!
—¿Vas a matarme?
—Sí… lo haré —responde— de la manera más dolorosa posible.
Cierro mis ojos.
Respiro profundamente.
—Es hermosa ¿no lo crees?
—¿Qué cosa?
—La luna llena —miro al cielo—, es realmente preciosa.
—Perfecta —susurra.
Un disparo.
Caigo de rodillas al suelo. Mi mirada se enturbia.
Mi cuerpo comienza a sangrar. Lo siento Ethan… por favor… perdóname.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
317
Sara Liza

Ethan.

Mis patas sangran intensamente.


Tengo ya varios días sin descansar. Paso la mayor parte de mi tiempo bus-
cando con desesperación a Lucas por todas partes. ¡Me estoy volviendo loco! No
puedo comer, no puedo dormir, no puedo estar en paz hasta que lo tenga de nue-
vo entre mis brazos. Mi cabeza da vueltas, mis oídos zumban. Al cerrar mis ojos
por la noche en lo único que pienso es en él, en todo lo que le estarán haciendo.
Me lo imagino amarrado, golpeado hasta el cansancio. Mi sangre hierve por el do-
lor, la impotencia y la desesperación.
¡Todo esto es mi culpa, mi maldita culpa! Si tan solo hubiera estado ahí para
él. Si tan solo me hubiera asegurado de mantener a alguien con él en todo mo-
mento, nada de esta maldita pesadilla estuviera pasando. Estoy entrando en una
etapa de salvajismo. Me es imposible mantener la cordura. Lo único que quiero es
encontrar al hijo de puta que me arrebató a Lucas y destrozarlo miembro a miem-
bro. Saborear su sangre y escuchar sus gritos de agonía. Porque no hay duda de
eso en mi mente, cuando descubra quien está detrás de todo esto, no pienso otor-
gar ningún tipo de perdón ¡voy a asesinarlo!
Han pasado ya cinco putos días desde que lo vi por última vez.
Cinco días en los que me he estado muriendo lentamente. Lucas lo es todo
para mí. Lo necesito a mi lado, sentir el calor de su cuerpo, escuchar sus palabras

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
318
Sara Liza
y saborear sus labios. Si algo le llegara a pasar, si el destino decidiera quitármelo
para siempre, tomaría una pistola y me daría un tiro en la cabeza sin dudarlo. Sé
que Drew se encargaría de cuidar a Troy. Le dolería mi decisión pero al final creo
que lo entendería. No puedo y no quiero vivir sin Lucas.
Corro por entre la línea de los árboles, varios lobos entre ellos Derek, Drew y
mi hermano Jackson, me persiguen con preocupación. Quieren que tome un des-
canso, que duerma un par de horas ¡Pero no puedo hacerlo maldición! No hasta
que recupere a Lucas y podamos estar de nuevo los dos juntos. El dolor en mis
patas delanteras es cada vez más intenso, dejo un rastro de sangre por donde
quiera que vaya. No he dejado de buscarlo un solo segundo desde que llegué esa
maldita noche, de regreso a la casa de la manada.
Aún recuerdo todo con claridad. La noche estaba extrañamente calma, el si-
lencio en la mansión era ensordecedor. Estaba orgulloso de la primera caza de mi
cachorro, habíamos atrapado entre todos a uno de los mejores ciervos en varios
años. Todos extasiados por el augurio de buena suerte. Cuando de pronto lo noté,
un fuerte olor a oxido y vainilla revuelta. Me trasformé de prisa, mis manos tem-
blando por el miedo que circulaba por todo mi cuerpo. Fue cuando la vi. Era una
enorme mancha de sangre justo a la mitad de la pista de baile. Era la esencia de
Lucas. Su olor por todas partes. Mi lobo aulló de dolor a la luna.
Esa noche busqué a Lucas por todos lados. Una parte de mí deseando que no
fuera más que una estúpida y vil broma del destino. Imaginando que aparecería en
cualquier momento, con una enorme sonrisa en su cara, un ―lo siento‖ como dis-
culpa y que nos reiríamos de todo esa noche antes de dormir. Pero las horas fue-
ron pasando y Lucas nunca apareció. Mis nervios aumentaron, ya no me podía
concentrar en nada, no podía hacer mucho más que esperar por un milagro. Las
horas se convirtieron en días y con ello mi cordura desapareció.
Desde entonces no hecho más que buscarlo con insistencia. Cualquier cosa
que pueda ayudarme a hallar por fin una respuesta a todas las preguntas dentro
de mi mente. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Estará él bien? ¿Quién haría algo como
esto? ¿Quién sería capaz de arrancarle la pareja a un Alfa? ¿Por qué me harían

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
319
Sara Liza
algo como esto? ¿Seguirá con vida? Esta última es la que más miedo me da.
Pensar en su muerte, que el destino decida llevárselo, es lo que más me aterra.
La luna brilla con todo su esplendor.
Respiro agitadamente.
Mis músculos arden por el esfuerzo.
Estoy tan agotado, ya no tengo muchas fuerzas como para dar varios pasos
más. Más no pienso descansar hasta que pueda encontrarlo. Así dure cien años,
no pienso darme por vencido. Quien sea que me lo haya quitado cometió un terri-
ble error. Meterse con lo que más amó en la vida. Podré no ser uno de los más
poderosos Alfas en la historia de mi manada, podré no ser como mi padre y su
mano de hierro. Pero algo si tengo en claro, por Lucas estoy dispuesto a conver-
tirme en un verdadero demonio si es necesario. Solo pónganme a prueba.
Es muy tarde ya. Hace más de cinco horas que el sol se ocultó detrás del hori-
zonte. El frío remanente del invierno acaricia mi denso pelaje. Imágenes de las
noches que pasamos Lucas y yo corriendo por el bosque, aparecen de golpe en
mi cabeza. El completamente desnudo, montado sobre mi lomo y acariciando con
sus dedos mi negro pelaje. La forma en la que terminamos haciendo el amor con-
tra el tronco de un denso árbol. Sus gemidos de placer a mi oreja, pidiéndome que
fuera más profundamente en su interior. Una lágrima cae sobre mi pata.
Me duele mucho su ausencia.
Drew y Jackson aúllan a mi espalda en clara protesta. Necesitan tomar un
descanso antes de continuar con la búsqueda. Nos detenemos por cinco minutos
frente a la cascada. El agua cayendo con velocidad, levantando una fría brisa que
moja mi cuerpo entero. Aquí fue la última vez en la que Lucas y yo hicimos el
amor. Era de madrugada, necesitábamos estar solos, caminamos por el bosque
hasta llegar a este lugar. Nos metimos al agua fría, amándonos sin importarnos
nada. Solo queriendo estar en paz.
Aúllo en impotencia.
Todos me miran sorprendidos.
No sé si pueda continuar de esta manera. Al final son esos pensamientos lo
que más daño me hacen. Me recuerdan todo lo que tuve entre mis brazos, toda la
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
320
Sara Liza
felicidad que disfruté durante poco tiempo y que por imbécil voy a perder. Si tan
solo hubiera estado con él, si tan solo lo hubiera hecho venir con nosotros, nada
malo le estaría pasando. En estos momentos Lucas puede estar tirado a la mitad
del bosque, muerto, y yo como la mierda que soy sin poder ayudarlo.
¡Necesito hacer algo ya, joder!
La preocupación me está matando.
Intento ponerme de pie y correr, pero no logro hacerlo. Mis músculos protestan
por el esfuerzo. Ya no puedo seguir, no puedo continuar. Doy un par de pasos
más y caigo de lleno contra el suelo. No sé si es producto de mi imaginación, pero
al fondo escucho varios gritos desgarradores de ayuda. Es la voz de Lucas que
llega hasta mi cabeza. Intento ponerme de pie, pero mis patas no soportan mi pe-
so. Tengo ya varias llagas en mis plantas.
Dios por favor… ayúdame a encontrarlo.
—¡Ethan! —escucho el grito de Drew a mi derecha.
Mis ojos se cierran. Mi cuerpo cae de lleno contra el frío suelo.
Lo último que veo antes de desmayarme por el cansancio es la luna llena.

Poco a poco mis ojos van acostumbrándose a la falta de luz.


Giro mi cabeza con curiosidad, viendo cada detalle del misterioso lugar en el
que estoy. Es un cuarto de no más de cinco metros cuadrados. No hay puertas,
solo una enorme ventana que cubre la mitad de la pared de enfrente. Un bombillo
que se mece de un lado para el otro, recortando y alargando mi sombra sobre el
suelo. Las paredes están manchadas de lo que creo son restos de sangre. La pin-
tura blanca se cae a pedazos. La luz amarilla del foco sobre mi cabeza ilumina
levemente el lugar. Intento moverme pero no puedo hacerlo, es como si mis pier-
nas estuvieran sujetas al concreto del suelo.
Me estremezco al escuchar un fuerte grito de dolor.
De pronto una luz blanca se enciende frente a mí.
La figura de un cuerpo amarrado a una silla de madera, aparece un poco di-
fuminada a través del cristal de la ventana. Me inquieto un poco al ver que se trata
de Lucas. Intento moverme, correr hasta el cristal y atravesarlo de un solo golpe
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
321
Sara Liza
pero no puedo hacerlo. Mis piernas no responden, mi cuerpo cada vez se siente
más pesado. De la nada, una figura negra encapuchada aparece junto a él. Lucas
llora al sentir el primer golpe en su rostro. Cierro mis manos en un doloroso puño,
mis uñas clavándose en la carne de mis palmas.
—¡Detente maldito hijo de perra! —grito con todas mis fuerzas.
Nos vemos a los ojos. Una lágrima resbala por sus mejillas.
—Ethan… dijiste… que me protegerías…
Caigo de rodillas al escuchar eso. Su voz es casi un susurro.
—¡Lucas! ¡No!
El misterioso sujeto comienza nuevamente a golpearlo, esta vez con más
fuerza. Veo como la sangre brota de su cuerpo, como sus lágrimas manchan la
camisa blanca que viste. Sus ojos se hinchan, su labio se parte a la mitad. Varios
ríos de sangre brotan de su frente. Su rostro poco a poco va desfigurándose. In-
tento ponerme de pie, correr a ayudarlo, pero no logro avanzar un solo centímetro.
Me siento como si toda mi fuerza hubiera sido drenada de mi cuerpo. Lucas grita
con fuerza, pidiendo mi ayuda, suplicándome que termine con su sufrimiento.
—¡Déjalo en paz, maldita sea!
La figura encapuchada voltea y me mira. Son unos ojos negros y profundos,
carentes por completo de emoción. Levanta sus manos, mostrándome un enorme
cuchillo de carnicero manchado de sangre. Me estremezco al ver como lo mueve
de un lado para el otro. Lucas se retuerce violentamente, intentando quitarse los
amarres de sus muñecas, pero no logra hacer nada. Antes de ser testigo de cómo
la cuchilla se desliza por la piel de su garganta, me despierto de golpe.
Me levanto cubierto de sudor. Arrojo con fuerza las cobijas a un lado. La mis-
ma pesadilla de siempre, Lucas amarrado siendo golpeado por alguien a quien no
logro identificar y yo sin poder hacer nada al respecto. Me veo en el espejo del
baño, tengo el cabello alborotado y la barba larga y descuidada. Tengo el torso
desnudo. Mi cuerpo arde, mis piernas calan, las llagas en mis manos sanaron ha-
ce mucho. No sé durante cuánto tiempo he estado durmiendo, pero no me gusta
para nada eso. Necesito buscar a Lucas, no descansar en mi cama mientras él,
posiblemente, está sufriendo allá afuera.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
322
Sara Liza
Abro las corinas de mi cuarto, la luna brillando con intensidad. Salgo de mi ha-
bitación solo con una pantalonera negra. Necesito mandar a un equipo de mis me-
jores rastreadores a buscar cualquier indicio que nos lleve hasta Lucas. Así dure
más de mil años, voy a encontrarlo. No pienso quedarme quieto y ver como todas
y cada una de mis pesadillas se cumple por mi estupidez. A la mitad de las escale-
ras escucho un raro tumulto en mi estudio. Frunzo las cejas, agudizo mi oído. Son
Jackson, Derek, Vanessa y Drew que discuten por algo.
—¿Qué mierda está pasando aquí?
Los cuatro se sacuden al verme entrar.
—Ethan… despertaste.
—¿Cuánto llevo dormido?
—Un poco más de tres días —responde Vanessa con una media sonrisa.
—¡Que mierda!
¿Tres días? ¡Tres jodidos días! Desperdicié todo ese tiempo durmiendo. De-
bería haberlo pasado buscando a Lucas por todas partes. Hemos estado limpian-
do todo el territorio de la manada, poco a poco, puedo sentirlo, nos acercamos a
encontrar una pista que nos ayude a encontrarlo. ¡Maldita sea! Cuanta impotencia
siento en estos malditos momentos. Yo no importo en lo más mínimo, soy un jodi-
do Alfa, puedo recuperarme con rapidez. Lucas, por el contrario no puede hacerlo.
—Creímos que lo mejor era dejarte descansar —dice Derek—, estabas muy
mal herido. No podías seguir así Ethan.
—¡Y a ti quien te dio el maldito derecho de decidir por mí! —Lo tomo por el
cuello de su camisa, mi lobo y yo furiosos por su atrevimiento— ¡Lucas pudo ha-
ber muerto con un demonio! No importa lo que pase conmigo, soy un puto Alfa,
puedo recuperarme con rapidez. ¡Lucas no! Debieron dejarme seguir buscándolo.
—Ethan por favor…
—Hermanito ellos tienen razón, necesitabas descansar.
Arrojo a Derek con fuerza. Su cuerpo cae en uno de los sillones a mi derecha.
—Quiero a los mejores rastreadores conmigo —ordeno.
Antes de salir por la puerta de madera, veo como los cuatro se observan entre
si algo preocupados. Una sombre oscura cubre parcialmente sus rostros. Frunzo
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
323
Sara Liza
el cejo inquieto. Hay algo que no me están diciendo, puedo sentirlo. Solo espero
que no tenga nada que ver con Lucas, porque si me ocultan deliberadamente in-
formación, conocerán al Ethan duro y malo que vive dentro de mí. Una parte que
no tiene reparo alguno en lastimar a quien se le ponga enfrente.
—¿Qué ocurre? —digo con la voz más profunda que puedo hacer.
—Ethan… es que…
—¿Qué demonios ocurre Drew?
—No sé si sea buena idea que lo sepas…
—¿Disculpa?
—Estas muy alterado últimamente.
—¡Drew! —Musito— ¿Qué mierda está pasando?
Jackson suspira profundamente.
—Llegó esto hace dos días —dice—, creo que debes verlo tú mismo.
Jackson camina hasta mí con un pequeño estuche negro en sus manos. Me
dedica una media sonrisa, sus ojos clavados en los míos. Esto no me gusta en lo
más mínimo. Mi cuerpo se paraliza al sentir la esencia de Lucas brotar del interior.
Dios por favor… que no sea lo que creo que es. Con cuidado la abro, todos aga-
chan su mirada. Vanessa ahogando sus sollozos con la palma de su mano. Mis
piernas fallan al ver el contenido. Caigo de rodillas al suelo, mi estómago se re-
vuelve. Arrojo la caja a un lado. El dedo meñique de Lucas revota por la alfombra.
—¡Destruiré al mundo entero hasta dar con él!
Golpeo con furia el piso con mis nudillos.
Los huesos de mis dedos se rompen en mil pedazos.
—¡El maldito hijo de puta se arrepentirá por haberlo lastimado!

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
324
Sara Liza

Lucas.

Tengo mucho frío.


Una brisa se cuela por los barrotes de la celda en la que estoy. Intento poner-
me de pie, pero al segundo que lo hago caigo de lleno contra el frío concreto. Mis
costillas duelen, mis pulmones arden. No sé cuándo fue la última vez que probé
bocado alguno. Tengo tanta hambre y mucha sed. Perdí ya la esperanza de que
alguien pueda escuchar mis gritos. Los primeros días fueron los más difíciles, es-
peraba tan ilusamente que alguien pudiera escucharme, pero todo fue inútil. Solo
provoqué la furia de Jackson contra mí.
Me duele el cuerpo entero. Tengo varias cortadas profundas por todo mi pe-
cho, piernas y brazos. La herida de bala en mi hombro derecho aún escuece pero
el dolor poco a poco ha ido disminuyendo. Al parecer al hijo de puta le gusta ver-
me sufrir. Lo siento como si todo esto fuera más que un juego para él. Paso mis
dedos por la venda que cubre mi hombro. Está manchada de sangre seca, una
costra amarillenta y roja que cubre la piel desnuda. Cierro mis manos en un puño.
Me siento mal, impotente al no poder hacer nada.
Lloro por la tristeza que me da al ver el muñón colgante en mi mano derecha.
El muy maldito me cortó el dedo meñique de tajo. Una muestra para que Et-
han sea testigo del infierno en el que estoy, o al menos eso fue lo que pude en-
tender antes de desmayarme por el dolor. Aún recuerdo todo con claridad. Su son-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
325
Sara Liza
risa al entrar por la puerta de madera, la forma en la que me sujetó de los cabe-
llos y me arrastró por un largo pasillo negro. Me amarró a una silla de metal, con
una cámara de video enfrente y de la nada, sin decir palabra alguna, deslizó la
cuchilla de carnicero sobre mi dedo. Vi como la sangre salpicó todo el suelo antes
de desmayarme por el dolor.
No quiero imaginar lo mucho que Ethan está sufriendo.
Es él quien más me preocupa. No sabe que tiene el enemigo sentado a su de-
recha. Es increíble que su propio hermano sea capaz de odiarlo de esta manera.
Quisiera poder hacer algo, hacer que Ethan se enterará de una vez y para siempre
de la clase de monstruo que vive bajo su propio techo. Pero es inútil todo lo que
haga. Cualquier sonido que lo altere, provoca en Jackson una explosión de rabia y
crueldad. He perdido la cuenta de las veces que me ha lastimado.
Cierro mis ojos.
La luz del sol se cuela por las rendijas en la ventana a mi espalda. Es lo único
que tengo para contar los días y entretenerme cuando no estoy siendo torturado.
Me volví un experto en calcular las horas al ver la luz amarilla deslizarse por el
suelo mugriento hasta desaparecer tras un par de horas. Si no fuera por eso ya
me habría vuelto loco desde hace mucho. Me arrastro por el suelo, alcanzando los
barrotes frente a mí. Hace mucho que me acostumbré a la oscuridad.
Estoy en un cuarto negro, encerrado en una celda antigua. Las paredes de la-
drillos viejos y desmoronándose, acallan todos mis gritos de dolor. Frente a mí,
una silla de dentista, así como varios escalpelos que Jackson utiliza para torturar-
me. A lo lejos dos lámparas fluorescentes que él usa para cuando está grabando
uno de sus mórbidos videos. Me pregunto ¿qué hará con ellos? Tan solo pido que
no los utilice para torturar a Ethan. No podría soportar saber que yo soy la causa
de todo su dolor.
Me pongo de pie, sujetándome del frío metal. Estoy agotado, no sé si pueda
soportar por más tiempo. Mi cuerpo tiembla de miedo al saber que en cualquier
momento Jackson entrará por las puertas de madera, con su estúpida sonrisa,
para continuar con su trabajo. Han pasado casi veinticuatro horas desde la última

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
326
Sara Liza
vez que me torturó. Es solo cuestión de tiempo para que regrese a jugar conmigo.
No quiero ni imaginar que es lo que tiene preparado para mí.
Mi estómago gruñe.
Tengo tanta hambre y sed.
He suplicado varias veces por alimento alguno, pero eso parece que lo excita
más. De vez en cuando me trae algunas sobras de comida, que devoro con de-
sesperación. Sin saberlo me he ido trasformando, lentamente, en una mascota
humana. Si él dice que guarde silencio, lo hago por miedo a su ira. Si me pide que
me siente y me comporte, termino haciéndolo sin dudar. ¿A dónde fue ese Lucas
que juró no agachar la mirada? Sé que está ahí, en algún lugar. Solo necesito de-
jarlo salir y luchar por mi vida.
Contengo el aliento al escuchar sus pisadas.
Varias motas de polvo caen del techo, cubriendo mi rostro.
Dios… ya no sé si pueda soportar más esto.
Los primeros días fueron un verdadero infierno para mí. Tenía la fuerza nece-
saria como para intentar escapar tantas veces como fuera suficiente, siempre,
cuando estaba a escasos centímetros de la puerta a mi libertad, Jackson me cap-
turaba con una enorme sonrisa, guiñándome el ojo y besándome en los labios.
Fue ahí cuando me di cuenta la clase de loco que es. Se reía con alegría al ver
como mi carne era cortada una y otra vez.
No puedo recordar cuantas veces he terminado cubierto por mi propia sangre,
casi siempre desfalleciendo del dolor. Solo para después, ser curado a la perfec-
ción por ese maldito enfermo de Jackson. Me da de su sangre para que las heri-
das en mi cuerpo curen más rápido. Me deja descansar un par de horas y cuando
estoy lo bastante recuperado, aunque no lo suficiente como para poder enfrentar-
lo, me vuelve a lastimar hasta casi la muerte.
La puerta de madera se abre con un leve chirrido.
Enciende el interruptor de la luz que cuelga en el techo. Veo cómo va bajando,
con lentitud, las escaleras. Sus botas estilo militar golpeando los escalones. La
madera cruje bajos sus pies. Clava sus ojos sobre los míos, un escalofrío recorre
todo mi cuerpo. Me sonríe con tranquilidad, esa maldita mueca que aparece siem-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
327
Sara Liza
pre en mis más oscuras pesadillas. Se acerca hasta la celda, sus manos cruzadas
sobre su pecho. Huele a colonia. Su cabello negro aún húmedo, escurre sobre la
piel de su cuello y hombros. Moja sus labios con lascivia.
—Hola cuñado… ¿cómo estás?
Me estremezco al escuchar su voz profunda.
—Jackson….
—Veo que estás mucho mejor.
—Por favor —caigo de rodillas—, te lo suplico… por favor déjame ir.
Cierra sus ojos. Sus manos sobando el puente de su nariz.
—Dios… ¡Estoy harto de esto! ¿Cuántas veces lo tengo que repetir? Eres mío,
no vas a salir de aquí con vida. Pienso divertirme contigo hasta que Ethan se vuel-
va loco y se dé un tiro en la cabeza.
¿Cómo puede ser tan cruel? ¡Es su hermano joder!
—¿Cómo puedes odiarlo tanto?
De la nada veo como su mirada se enturbia. La mueca en su rostro se hace
más densa, más profunda. Sus ojos miran al infinito sobre mi hombro. Cierra sus
manos en un puño, las uñas clavándose en su carne, dejando salir un pequeño
hilo de sangre que termina en el suelo mugriento del calabozo. Algo me dice que
está recordando algo, una cosa de su pasado que posiblemente lo llevó a desarro-
llar ese profundo odio por su propio hermano. No puedo encontrar otra explica-
ción. Jackson culpa a Ethan por algo, la cuestión aquí es ¿qué?
—Aunque no lo creas, él me lastimó demasiado.
Su voz entrecortada.
—¿Qué quieres decir?
—Me quitó lo que más amaba en este mundo.
Clava sus ojos en los míos.
—Es justo que yo haga lo mismo.
Abre la puerta de la celda. Me hago un ovillo contra la pared más lejana, pero
es inútil. Entra y me toma de los cabellos. Intento defenderme, luchar contra él,
pero estoy muy débil. No tengo muchas fuerzas como para pelear. No hay ya nada
que pueda hacer, más que esperar por un milagro. Me arrastra por el suelo hasta
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
328
Sara Liza
la silla de dentista. Me golpea con fuerza en la mejilla derecha, mi cabeza comien-
za a zumbar. Me levanta en brazos, arrojándome contra el colchón verde azulado.
Mi cabeza da vueltas, mi vista se nubla poco a poco.
Siempre es lo mismo con él. Me amarra de brazos y piernas. Cubre su rostro
con una capucha negra, sus manos con unos guantes de cuero. Enciende las bo-
cinas empotradas en las cuatro esquinas de las paredes. Prepara la cámara de
video, siempre grabando mi sufrimiento, y comienza a grabar sus juegos. Toma
uno de los muchos escalpelos que tiene en una bandeja de metal a mi derecha y
siguiendo el ritmo de la música comienza a cortar mi cuerpo.
Amarra mis piernas y mi mano izquierda.
—Olvide decírtelo —sonríe—, acabo de llevarle a Ethan tu pequeño obsequio.
Trago saliva. Dios… Ethan.
—No… por favor… No.
—No sabes lo mucho que se alteró.
Lo veo a los ojos. Sonríe.
—¡Estaba furioso! Jamás lo había visto así. Tiró todo a su paso, destruyendo
los muebles, quebrando las copas de vidrio. Varios lobos intentaron detenerlo.
¡Nunca me había divertido tanto en la vida! Gritaba que mataría al hijo de perra
que te había lastimado, que no descansaría hasta destruir al mundo entero si fue-
ra necesario. Yo lo consolé, pero por dentro me moría de risa.
¿Cómo puede ser así? Jackson es un ser… despreciable.
—¡Hijo de puta! —grito con todas mis fuerzas.
Jackson me mira con el cejo fruncido.
—¿Cómo dices? —acerca su rostro al mío.
—¡Eres un maldito enfermo!
Escupo en su cara.
Jackson da dos pasos hacia atrás. Sus ojos cerrados por la sorpresa y la sali-
va que escurre por su mejilla. Aprovechando el momento de descuido, tomo con
rapidez uno de los escalpelos en la bandeja junto a mí. Corto el amarre de mi
mano derecha, solo me faltan los pies. Pero antes de que pueda hacerlo, un esca-
lofrío recorre mi espalda. Me mira con furia, con ganas de desollarme vivo. Su ros-
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
329
Sara Liza
tro está deformado por la ira que corre por sus venas. Intenta detenerme, echando
todo su cuerpo sobre el mío, pero antes de que pueda hacerlo, de que pueda
acercarse un poco más, giro mi muñeca enterrando el filo completo de la navaja
en su ojo derecho.
Siento como la carne débil y viscosa sede ante el escalpelo. Lo entierro pro-
fundamente, llegando hasta la parte más interna de su cuenca. Las manos de Ja-
ckson me aprietan con furia, sus huellas quedan marcadas en mi piel sonrosada.
Con la última fuerza que me queda, lo arrempujo contra una de las paredes. Veo
como su cuerpo choca contra el concreto y cae al suelo. La sangre sale a borbo-
tones de la herida, su ropa manchada con el color carmesí. Gime desesperada-
mente, sus gritos hacen eco en la habitación.
—¡Maldito hijo de puta!
Intenta ponerse de pie, pero no puede hacerlo.
El escalpelo está enterrado profundamente.
Utilizando otra de las muchas navajas que tiene en la pequeña bandeja de
metal, corto la cinta canela con la que me sujetó las piernas. Mis manos tiemblan,
mi cuerpo suda. Esta es la mejor oportunidad que he tenido en mucho tiempo. Ja-
ckson se tambalea por la habitación, tirando todo a su paso. La sangre no deja de
salir de la herida. Un líquido viscoso y blanco escurre también. Aparto mi mirada
de él, enfocándome en cortar los amarres.
—¡VOY A MATARTE!
Corro los amarres. Una enorme sonrisa en mi rostro.
Intento ponerme de pie, pero ya no tengo mucha fuerza. Caigo de golpe al
suelo. Veo como Jackson, a mi derecha, me busca con el único ojo bueno que le
queda. Una de sus manos tocando el escalpelo como queriéndoselo quitar. La otra
cerrada en un puño. Me deslizo por el suelo, mi cuerpo temblando por el torrente
de adrenalina que corre por mi sistema. Llego hasta las escaleras, escucho como
corre hasta mí. Mis piernas no reaccionan, estoy muy agotado. Me pongo de pie,
enterrando mis uñas en el concreto de las paredes. Siento una fuerte presión en
mis tobillos. Jackson intenta detenerme sujetándome por las piernas.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
330
Sara Liza
Golpeo su rostro con fuerza. Escucho como aúlla del dolor. Mi pie dio de lleno
contra el tabique de su nariz, rompiéndolo en mil partes. Gateo por las escaleras,
subiendo una tras de otra. El maldito hijo de perra detrás de mí, balanceando su
puño de izquierda a derecha. Al llegar al primer piso cierro la puerta de madera
detrás de mí. La luz del sol me encandila, mi vista se ciega momentáneamente.
Jackson golpea con furia la puerta de madera, agrietándola con cada golpe. Corro
por un largo pasillo blanco, cubierto de cientos de fotografías de un niño pequeño.
La puerta sede tras varios golpes.
Veo como su cuerpo cae en el pasillo. Ya no trae el escalpelo en su ojo. Sus
manos cerradas en un puño. Me mira con furia, con ira. Puedo sentir las ganas
que tiene de despedazarme vivo, hacerme sufrir durante horas. Con la poca ener-
gía que tengo corro por la casa, buscando la puerta principal. Jackson me persi-
gue de cerca, intentando sujetarme por los cabellos. Tras varios minutos, llego
hasta una puerta de madera y cristal. El bosque se alza afuera.
Solo necesito salir de aquí y seré hombre libre.
—¡Ni lo pienses! —Ruge— ¡No vas a salir de aquí con vida!
De reojo veo como corre hasta mí con rapidez. Su rostro cubierto por una pe-
queña capa de sangre seca. Varios pedazos de carne colgando de la cuenca va-
cía de su ojo derecho. Mi estómago se revuelve al ver la carne cayéndose a giro-
nes. De la nada recuerdo lo que Adam me dijo una vez: “Cuando estas peleando,
nunca debes dejar que tus emociones te controlen ya que puedes caer en el error
de cegarte ante lo que te rodea. Como víctima, si eso te llegara a pasar, debes
aprovechar su punto ciego, utilizar su furia y sus emociones contra él. Eso puede
salvarte la vida”.
Jackson se lanza contra mí cuerpo, pero en el último segundo logro esquivarlo
deslizándome por la moqueta de madera. Veo como su cuerpo se impacta de lleno
contra la puerta principal. Su cuerpo atraviesa la cristalera. Escucho como varios
de sus huesos se rompen por la intensidad del golpe, los vidrios clavándose en la
piel blanca de su abdomen, rostro y brazos. Su grito de dolor se deforma en una
extraña mezcla de sufrimiento e impotencia. Me levanto y corro con la poca ener-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
331
Sara Liza
gía que me queda. Mi cabeza palpita, mi vista se va oscureciendo. El bosque, ver-
de y brilloso, se alza frente a mí.
—¡JODER, NO! —Grita a mi espalda— ¡NO TE SALDRÁS CON LA TUYA!
I put my armor on. Show you how strong how I am…
Corro como nunca antes. Las espinas de las primeras flores de primavera, los
diminutos guijarros en el suelo y raíces secas, se entierran en la piel blanda de mis
pies. El aire fresco llena mis pulmones. Es la primera vez en mucho tiempo que
puedo respirar el aire puro del bosque. Nunca pensé que llegaría a extrañar tanto
esto. El sonido de los pájaros cantando, la forma en la que mis cabellos se sacu-
den por una suave brisa. El aroma de la tierra mojada. No me percato de mi llanto
hasta que siento las lágrimas deslizarse por mis mejillas.
I’m unstoppable…
Puedo sentir a Jackson a mi espalda, persiguiéndome con todas sus fuerzas.
No puedo permitir que me atrape, no puedo hacerlo. Si lo hace, si logra detener-
me, significaría mi muerte segura. No podría regresar a ese maldito calabozo, a
ser torturado hasta la muerte por un desquiciado que solo quiere vengarse de su
propio hermano. Dios por favor… ayúdame.
I’m invincible…
Mis pulmones arden por la carrera. Mi cuerpo no va a resistir por más tiempo.
Tengo varios días sin probar alimento, ni siquiera un poco de agua. Tengo los la-
bios secos y agrietados. Mi cuerpo prácticamente en los huesos, mi energía es
nula. Corro por entre los densos árboles, dejando un poco de mí sangre impreg-
nada en los troncos. Si no logro salir con vida, si no puedo lograrlo, al menos in-
tentaré asegurarme que Ethan pueda encontrar mi esencia y de con el maldito de
su hermano. Tiene que pagar por lo que está haciendo.
—¡Auxilio! —grito con todas mis fuerzas.
Veo a Jackson de reojo. Corre a escasos metros a mi espalda.
Cambia a su forma de lobo, acortando la distancia entre los dos.
—¡ETHAN! —Grito con todas mis fuerzas— ¡Ayuda!
Una parvada de pájaros se alza al vuelo.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
332
Sara Liza
I’m so powerful…
De pronto siento como se lanza contra mi cuerpo, tirándome con fuerza sobre
el suelo. Me falta el aire, ya no puedo respirar. Su pesado cuerpo sobre el mío.
Escucho un fuerte gruñido a mi oreja. Un sonido que dice todo, sin decirme nada.
Voy a morir, no hay duda ya de eso. Su hocico se entierra en mi costado derecho.
Mi carne se abre con facilidad ante la mordida. Sus colmillos desgarrándome. Mi
sangre escurre por mi costado, manchando la tierra húmeda. Clavo mis dedos en
la tierra, intento moverme pero de nada sirve.
Una de sus patas delanteras me sujeta contra el suelo.
Poco a poco voy cayendo en la inconciencia. No hay mucho que pueda hacer.
—Ethan… ayuda…
Varias lágrimas resbalan por mi cara.
Solo le pido a Dios que de la fuerza necesaria a Ethan como para enfrentar
esto. No quiero que sufra, que se lamente por todo lo que pudo haber hecho para
ayudarme. No quiero que viva sufriendo por algo que no estaba en sus manos
controlar. Me dio los mejores días de toda mi vida. Me hizo conocer el amor, lo
que se siente ser feliz y completo. Me enseñó tantas cosas, me demostró que una
persona, si se le da la oportunidad, puede llegar a cambiar. Ethan hizo tanto por
mí, que no me queda más que agradecerle inmensamente. Me voy de esta vida
con una enorme sonrisa y ante todo, con alegría por haberlo conocido.
Cierro mis ojos.
Me entrego a la muerte.
“¿Tan fácil te vas a dejar vencer?”
Un lobo café aparece frente a mí. Un extraño calor cubre mi cuerpo.
“No puedes rendirte tan fácil Lucas… somos imparables”
El lobo camina lentamente hasta mí. El calor comienza a ser insoportable.
“Es hora… de despertar”
Poco a poco el calor comienza a envolverme, a quemarme.
Una enorme llamarada azul me cubre por completo. De la nada siento como
todos los huesos de mi cuerpo comienzan a romperse uno tras otro, reacomodán-
dose después. De mi piel blanca, un denso pelaje café comienza a brotar. Mis
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
333
Sara Liza
sentidos aumentan. Mi olfato se agudiza. El olor dulce de las flores y los frutos se-
cos inunda mi nariz. Mi oído se amplifica, puedo escuchar el suave aleteo de los
pájaros sobre mi cabeza o el respirar de una ardilla en un árbol cercano. Mi cuerpo
se llena de una extraña vitalidad. Me siento mucho más fuerte… mucho más impa-
rable que nunca.
I’m unstoppable today…
El color de mis ojos cambia… a un intenso y profundo amarillo.

Lucas.

Siento como poco a poco un potente aullido se va formando en mi interior.


Me siento un tanto extraño con todo esto. Es como si estuviera dentro y fuera
de mi cuerpo al mismo tiempo. Como si no pudiera controlar nada de mí, más que
dejarme llevar por la corriente y permitir que alguien más tome el control de todos
y cada uno de mis movimientos. Veo las cosas a mí alrededor. Nada parece haber
cambiado en lo absoluto. Más que la fina capa grisácea que cubre el paisaje. Aun
lado quedaron los vivos colores de la primavera. Ahora todo está cubierto por uno
de los muchos tonos en la escala de grises. Alzo mi hocico y olfateo el aire. Puedo
oler el rocío de la mañana sobre las ramas secas de los árboles.
No tengo miedo, aun cuando una parte de mi sabe que debería tenerlo.
Me siento en paz por primera vez en mucho tiempo. Sé que digo esto muy a
menudo pero en esta ocasión es diferente. No es una sensación cualquiera, es
incluso distinta a la que siento cada vez que estoy entre los brazos de Ethan des-
pués de hacer el amor. Esta es una paz mucho más profunda, más duradera y
trasparente. Parece como si todo en mi vida estuviera cobrando sentido al final.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
334
Sara Liza
Todas las piezas del enorme rompecabezas encajando una tras otra. Me siento
completo en todos los sentidos. Al fin puedo decir que encontré mi camino.
Respiro profundamente.
Cierro mis ojos y me concentro.
Estoy en un cuarto negro y tibio. A mi derecha un formidable lobo café me mi-
ra con esos enormes y brillantes ojos amarillos. Un intenso calor recorre todo mi
cuerpo. Nunca pensé que esto fuera posible. Es mi lobo, aquel que nunca creí en
encontrar, en tener siquiera frente a mí. Siempre pensé que sería un humano co-
mún y corriente, un lobo que no había nacido con el gen de la trasformación. Que
tan equivocado estaba. Soy como mis padres y María. Como lo es Troy y Ethan.
Soy un lobo más.
Veo como se acerca hasta mí.
Me deja recorrer su denso pelaje con la palma de mi mano. Es indescriptible lo
que estoy sintiendo en estos momentos. Una extraña y excitante mezcla entre te-
mor y felicidad. Por una parte tengo mucho miedo de estar soñando, que nada de
esto esté ocurriendo en la realidad. Me imagino aún tumbado sobre la tierra del
bosque, esperando que la muerte llegue por mí. Por el otro, un torrente de felici-
dad recorre todo mi ser. Alegría de estar parado frente a mi lobo interior. Si esto es
verdad, si no es un sueño, significaría que no soy el human débil y estúpido que
decían que era. Soy uno más de la manada. No me mirarán más por encima del
hombro o fingirán respeto por ser la pareja de su alfa.
Ahora soy uno de ellos.
¡Soy un hombre lobo! ¡No puedo creerlo!
“Debes creerlo Lucas, no es ningún sueño”
Una voz potente y profunda llena mi cabeza.
Me reconforma mucho escucharlo. Una enorme sonrisa aparece en mi cara.
Es que no puedo creer nada de lo que me está pasando. Es mi voz la que me ha-
bla, solo que un poco más gruesa y dura. Casi como si la hubieran modificado con
algún programa de computadora. Lo observo con mucha atención. Tiene su vista
clavada en la mía. Me mira en silencio, sentado en sus patas traseras. Su cola

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
335
Sara Liza
peluda se mueve de derecha a izquierda con rapidez. Creo que está feliz de ver-
me tanto como yo de verlo a él. ¿Él? ¿Es que acaso es un él?
“Lo soy amigo mío. Soy igual que tú, un macho fuerte y decidido”
—Pero… ¿cómo es posible? —respondo con sorpresa.
“Somos un mismo ser —responde— puedo leer tu mente Lucas”
—Es… increíble.
“Eso y más amigo mío. Podemos hacer grandes cosas juntos”
—¿Juntos?
“Por siempre no dudes de eso jamás”
Me siento eufórico. Sigo sin poder creerlo.
El lobo se acerca hasta mí. Me hinco en el suelo junto a él. Acaricio su denso
pelaje color café. Veo como cierra los ojos y se echa sobre el suelo con las patas
al aire. Aprovecho la oportunidad y acaricio a mi lobo interior. Es muy extraño en
cierta manera. Se supone que somos al final de cuentas un mismo ser. Una mis-
ma alma que tiene la habilidad de transformarse a disposición. Entiendo que nada
de esto es real, solo el producto de mi mente dividida. Pero aun así se siente tan
bien conocerlo por primera vez.
—¿Por qué hasta ahora? —pregunto con cierto dolor.
Mis yemas siguen el contorno de su cuerpo peludo.
Abre los ojos y me mira inclinando un poco la cabeza. Siente mi dolor.
“Necesitaba que aprendieras a defenderte por ti mismo Lucas” —responde.
Lo veo a los ojos.
“Siempre vi cómo te maltrataban, como te humillaban y se burlaban de ti. En
todas esas veces siempre quise salir y defenderte, pero sabía que solo te perjudi-
caría si hacía eso. Si aparecía, si demostraba que todos estaban equivocados,
nunca hubieras aprendido nada de lo que sabes ahora. Te hubiera convertido en
alguien muy distinto, alguien que no tiene sensibilidad para con los demás.”
Agacho la cabeza.
Sé lo que intenta decirme. Es verdad que tener a alguien que siempre resuel-
va por ti todos tus problemas, a la larga termina perjudicándote. Te hace un ser
dependiente, inútil e indefenso. Sin ningún tipo de arma para enfrentarte al mundo
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
336
Sara Liza
cruel y despiadado de allá afuera. Pero eso no significa que no me duela su au-
sencia. Durante años me sentí como un pedazo de papel al viento. Alguien sin
valor, un objeto más. Su compañía habría hecho mucho por mí.
“Lamento no haber estado ahí para ti Lucas. Siempre me voy a arrepentir por
no haberte ayudado cuando más lo necesitabas. Pero sé que de esos oscuros
momentos sacaste lo mejor de ti. Te convertiste en una mejor persona, en un es-
tupendo hombre y sobre todo un gran ser humano. Me demostraste que eres ca-
paz de enfrentarte al mundo entero y salir invicto.”
Una vela se puede encender aun en los lugares más oscuros.
—¿Por qué salir ahora? —Pregunto con curiosidad—, ¿Por qué no antes?
“Porque hoy me demostraste que eres el lobo más fuerte de toda la manada.
Que ya no eres el mismo niño que se dejaba intimidar por todos los demás. Me
demostraste que a pesar de todo, tus ganas de vivir y salir adelante son podero-
sas, sublimes. Me enseñaste el verdadero poder de un lobo. Es por eso que decidí
salir hoy. Para ayudarte a regresar a tu hogar y tener la felicidad que por mucho
tiempo hemos querido alcanzar.”
Un fuerte sentimiento de orgullo me infla el pecho.
“No eres el mismo Lucas de antes. Eres alguien mucho mejor, más fuerte y
decidido. Es tiempo de salir y demostrarle al mundo de lo que somos capaces de
hacer. Es tiempo de ¡pelear!”
Es verdad lo que dice. Es tiempo ya de que luche por lo que me corresponde
por derecho. Hoy no están aquí ni Adam, Vanessa, Drew o Ethan para defender-
me y salvarme tal cual damisela en apuros. Es momento de que yo luche por mí
propia cuenta, de que corra a lo que siempre he querido en la vida. Ya no puedo
depender de los demás para que pelen mis propias batallas. Es cierto que en la
ciudad aprendí muchas cosas, entre ellas a nunca agachar la cabeza. Pero en
todo momento siempre tuve a mi lado a una persona que interfería por mí. Ya no
puedo permitir que eso vuelva a pasar.
Es tiempo de convertirme en el guerrero que sé que soy.
—Es momento de demostrarle al mundo quien es Lucas Wood.
“Así se habla amigo mío… así se habla”.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
337
Sara Liza
Tomo conciencia del mundo a mí alrededor.
Jackson está sobre mi cuerpo, su hocico a centímetros de morderme el cuello.
Antes de que pueda acercarse más a mi garganta, giro mi cuerpo. Apoyo mis cua-
tro patas en la tierra firme y me levanto de golpe. Veo como resbala a mi derecha,
cayendo sobre su costado. Aúlla un poco por el dolor. Lo veo con mucha rabia e
ira. Ya no soy más el mismo Lucas indefenso y miedoso de antes, ahora soy mu-
cho más fuerte. Pongo una de mis patas sobre su cuerpo, haciendo presión sobre
sus huesos rotos. Jackson se retuerce desesperadamente, intenta zafarse de mi
agarre pero no se lo permito. Aun cuando se haya trasformado, no ha tenido tiem-
po suficiente como para sanar completamente. Las heridas por todo su cuerpo
siguen abiertas. Su sangre pululando y manchando el suelo.
Levanto mi hocico al cielo y aúllo con ímpetu.
Dejo salir toda la rabia, toda la desesperación y el dolor que me carcomen por
dentro. Mi aullido está cargado con todos esos sentimientos encontrados que re-
volotean en mi interior. Desde la alegría por verme al lado de mi lobo hasta la furia
que tengo contra él por haberse atrevido a lastimarme durante tanto tiempo. Un
cúmulo de sensaciones y emociones a las que no puedo dar nombre, pero que sé
que están ahí, dentro de mí, como tirando de los pocos cables que me sujetan a la
cordura y la realidad.
De pronto siento un fuerte golpe en mi costado derecho.
Jackson aprovecha mi descuido para golpearme. Caigo al suelo, rodando por
la tierra húmeda por el rocío de la mañana. Escucho como se acerca hasta mí,
gruñéndome al oído. Apoya sus patas traseras en el piso, lanzándose con todo su
cuerpo en mi contra. El impacto llega de pronto, seco y duro. Siento como un par
de mis costillas se rompen con suma facilidad. Mi costado arde, es como si tuviera
una cerilla en mi interior quemando la carne y piel de mi cuerpo. Intento ponerme
de pie, pero él aprovecha la oportunidad para seguir atacándome.
Estoy en el suelo, no puedo moverme.
Cierro mis ojos y respiro con tranquilidad.
Poco a poco las clases de defensa van apareciendo en mi mente.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
338
Sara Liza
Tengo que esperar el momento oportuno para contraatacar. Veo como Jack-
son camina a mí alrededor, mordiéndome con fuerza los costados. Mi lobo está
furioso, quiere sangre, matar al hijo de puta de una jodida vez y para siempre. Pe-
ro por ahora tenemos que ser un poco más pacientes. Siempre que se cree tener
la victoria asegurada, es cuando se comete el error de bajar las defensas. Es ahí
el momento ideal para atacar. Respiro, soporto sus ataques contra mi lomo y pe-
cho. Varias cortadas profundas cubren mi cuerpo. Estoy comenzando a marear-
me. La sangre emana de las heridas, manchando mi grueso pelaje.
Es cuando noto dos cosas que pueden ayudarme a terminar con la pelea. Por
un lado ese ligero y claro rengueo con una de sus patas delanteras. Tiene una
cortada profunda que le impide posar con firmeza la planta en el suelo. Y por el
otro lado, y la clave de todo, un tronco de un árbol caído a su espalda. Un obs-
táculo que si lo puedo utilizar a mi favor puede serme de gran ayuda.
Espero paciente hasta que Jackson se retira varios centímetros para tomar
impulso y darme el último golpe, para ponerme de pie de un solo salto y correr
hasta él tomándolo por sorpresa. Con las pocas fuerzas que me quedan lo arrem-
pujo con mi cuerpo entero. Una de sus patas traseras queda atrapada entre la raíz
de un árbol y el tronco a su espalda. Su cuerpo cae hacía atrás, desplomándose
sobre su lomo. Escucho un fuerte crujido seguido después de un intenso aullido de
dolor. Una de sus patas se quebró en dos por el impacto, quedando un jirón col-
gante. La sangre brotando a borbotones.
No puedo desaprovechar la oportunidad.
Me pongo encima de él, mirándolo al suelo. Sin perder más tiempo, muerdo
con fuerza su pata delantera, sacudiendo mi hocico de un lado para el otro. Jack-
son se retuerce por el intenso dolor cortante. El sabor oxido de su sangre inunda
mi boca. Pequeños ríos color carmesí escurren por mi lengua. Mis colmillos se
entierran profundamente en su carne, rompiendo los tendones y huesos. Intenta
alejarse, arrastrándose por el suelo, pero no se lo permito. Tiene dos patas gra-
vemente heridas.
Estoy a punto de darle el golpe final cuando el sonido de varias pisadas que
se acercan con velocidad, llega hasta mis oídos. Olfateo el aire, reconociendo un
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
339
Sara Liza
fuerte aroma en él. La intensa esencia almizclada de Ethan inunda todos mis sen-
tidos. Mi lobo comienza a aullar de felicidad por la cercanía de su otra mitad. Veo
a Jackson con desgana, sonriente al ver como se retuerce en el suelo intentando
ponerse de pie. Una parte de mi quiere terminar de matar al muy maldito hijo de
puta, pero otra parte, una que está ganando la batalla, solo quiere correr hasta los
brazos de Ethan y no alejarme nunca más de él.
No vale la pena, pienso antes de comenzar a correr por uno de los senderos.
De pronto lo veo. Su lobo negro con patas blancas se alza con orgullo, con
fuerza y dominación. Nos miramos a los ojos. Me reconoce casi al instante. Su
cuerpo se queda congelado en donde está, su mirada siempre en mí. Varios lobos
más aparecen a su alrededor. Reconozco a Drew, Derek y otros más que había
visto varias veces en la casa de la manada.
Una fuerte corriente electica atraviesa todo mi cuerpo. Una intensa necesidad
de correr hasta Ethan, hincarme a sus pies y permitir que me tome con fuerza, con
dureza, me quema por dentro. Quiero que por fin pueda reclamarme como suyo y
él como mío. Unirnos en el calor del momento y no separarnos jamás. De pronto
siento un duro golpe a mi espalda. Caigo al suelo. Todo se oscurece. El aire de
mis pulmones sale de golpe. No puedo respirar, no puedo moverme más.
Los colmillos de Jackson se entierran en la piel de mi lomo. Suelto un doloroso
aullido. Siento como poco a poco se va rasgando mi carne, como mis huesos se
rompen como palillos chinos. El dolor que estoy sintiendo es indescriptible. Es co-
mo si un cuchillo caliente me estuviera partiendo por la mitad. Intento moverme,
pero no logro hacer suficiente. Escucho como Ethan corre hasta mí, sus patas
rompiendo las ramas en el suelo. Mi cabeza palpita, el dolor aumenta en intensi-
dad. No sé si voy a soportar un segundo más.
“¿Eso es todo Lucas?”
—¿Qué quieres decir?
“¿Vamos a rendirnos tan fácilmente?”
—Estoy cansado… muy cansado…
“¡No podemos rendirnos ahora, tenemos que seguir luchando!”
Suspiro.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
340
Sara Liza
Mi lobo tiene toda la razón. No puedo y no debo rendirme ahora. No cuando
por fin encontré la fuerza en mi interior. Esa fuerza que me obligó a seguir adelan-
te cuando ya no podía más, que me enseñó que el único que puede salvarte en
los peores momentos de tu vida eres tú mismo. En ti existe la fuerza para superar
todo, solo tienes que poner los pies en la tierra, alzar el rostro y seguir caminando.
Solo tú, y nomás que tú, puedes levantarte de las cenizas.
Abro mis ojos. El amarillo brillando con fuerza.
Apoyo mis patas en el suelo, levantándome con el último gramo de fuerza que
me queda. Mi cabeza palpita, mi lomo arde por la herida que no deja de sangrar.
Me sacudo con fiereza, arrojando a Jackson a un lado. Ethan y los demás lobos se
detienen en seco, me miran un tanto sorprendidos. Giro mi cuerpo y lo veo. Está
tirado a varios metros lejos de mí. Por primera vez, desde que me secuestró días
atrás, su mirada no denota ira o furia alguna. Sino solo el miedo ante lo inevitable.
Un temor paralizante que le impide moverse de su lugar.
Siento un poco de lastima por él. Desconozco los motivos por los que odia tan-
to a su propio hermano y en lo persona no quiero saberlo. Sé que tomó la peor
decisión de su vida al recorrer ese oscuro sendero. Se dice que cuando tomas el
camino de la venganza solo puedes terminar en un solo lugar; una tumba. No hay
duda ya de eso, no puedo dar marcha atrás. No hay perdón en esa locura.
Muerdo su cuello. Jackson aúlla desesperado.
Entierro mis colmillos en su garganta. Giro mi rostro de izquierda a derecha.
La luz de sus ojos se apaga al instante. El sabor de su sangre llena mi boca. Cie-
rro mis ojos, aflojo el agarre. Suspiro. Tan solo espero que Dios pueda llegar a
perdonarme algún día. Al verlo ahí, tirado y con el miedo brillando en su rostro,
supe que no tenía otra opción más que terminar con su vida. Jackson era una per-
sona podrida, sin esperanza alguna. Lo único que podía hacer por ayudarlo era
terminar con ese sufrimiento y la intensa ira que vivía en su interior.
Estoy tan cansado. Mis piernas no soportan más mi peso.
A lo lejos escucho como Ethan corre hasta mí.
Mi cabeza palpita, mis ojos se cierran. Tan solo quiero dormir.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
341
Sara Liza
Ethan.

Tomo la mano de Lucas entre las mías.


Dibujo con la yema de mis dedos pequeños círculos en su palma abierta. Han
pasado dos días desde que lo encontramos a la mitad del bosque. Dos días desde
que vi con mis propios ojos como Lucas se trasformó en un hermoso y perfecto
lobo color café. Que equivocados estábamos todos respecto a él. Lucas no es un
lobo normal, no es un lobo como cualquier otro. Es muy diferente, tan especial y
único. Mi pequeño Lucas es un omega. El lobo más raro que puede existir en
nuestro mundo. Un lobo que tiene la capacidad de hacer tantas cosas, incluso
puede llegar a ser mucho más fuerte que el mismo Alfa.
Deslizo mi mano por su cuerpo deteniéndome en su vientre.
Una puta sonrisa de felicidad aparece en mi rostro.
Tengo a Lucas de nuevo a mi lado, entre mis brazos. Cierro mis ojos, apoyan-
do mi frente en su mano abierta. Juro que a partir de ahora, nada ni nadie se in-
terpondrá entre nosotros. Cometí un error terrible al haberlo dejado solo ese jodido
día de la caza anual. Cometí uno de los mayores errores de mi vida, pero eso no
volverá a pasar nunca más. No sé lo que haré, no sé lo que pasará con nosotros,
pero algo me queda claro, no pienso permitir que alguien lastime a Lucas de nue-
va cuenta. Estoy dispuesto a dar mi vida por la de él. No hay duda de eso.
Han sido días infernales en mi vida. Días en los que descubrí cosas que sacu-
dieron por completo mi mundo entero. Fui testigo de la muerte de mi hermano me-
nor. Esa persona de la que nunca sospeché un solo segundo. La que siempre creí
a mi lado apoyándome. Uno de mis mayores aliados en la vida. Que estúpido fui al
no ver la verdad. Ahora entiendo tantas cosas. La manera en la que la carta apa-
reció en mi oficina. El jodido obsequio que llegó sin que nadie lo supiera. Que
siempre estuviera ahí, en primer lugar, cuando decidíamos buscar a Lucas por
todo el territorio de la manada. Siempre confundiéndonos sin que nos diéramos
cuenta de lo que hacía. Pero sobre todo la ira detrás de todo.
Al ver su casa repleta de fotografías del pequeño Nathan, de cartas a una per-
sona que dejó de existir hace mucho tiempo. Una persona que murió y todo por mi
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
342
Sara Liza
culpa. No era más que un joven estúpido e inexperto. No tenía sentido de la segu-
ridad, no sabía de todos los riesgos que hay en este mundo cruel y despiadado.
Creía que el mundo era más que un enrome parque de diversiones. Fue una tarde
en la que los dos, bajo mi deficiente vigilancia, jugaban en la cascada. El error fue
mío. Mis manos se mancharon de sangre a los catorce años de edad. Nathan mu-
rió entre mis brazos, Jackson gritándome que yo tenía la culpa.
Nunca imaginé que mi hermano menor hubiera desarrollado un lazo tan pro-
fundo con el pequeño Nathan. Para él, Nate era más que un amigo, más que un
hermano. Era esa persona que había estado ahí para él cuando más lo necesita-
ba. Quien le demostró lo bello que era vivir. Dos almas gemelas, disfrazadas como
grandes amigos. Creo que por eso Jackson hizo lo que hizo. Creció desarrollando
un profundo odio por mí y por mi gran descuido.
Soy culpable de haber convertido a mi hermano en un monstruo.
—Perdóname Lucas… —sollozo—, por favor perdóname. Por mi culpa pasó
todo esto. Si tan solo pudiera regresar el tiempo, si tan solo no hubiera sido tan
estúpido. Nunca nadie te habría lastimado de esta manera.
—No es tu culpa cariño.
Su mano acaricia mi cabello.
Levanto mi rostro y lo veo. Esos ojos cafés que me vuelven loco, me miran bri-
llosos, expectantes y contentos. Aprieto su mano con fuerza. Dejo salir todo el
llanto que tengo contenido. Lucas no dice nada, me mira en completo silencio. Sus
dedos jugando con los mechones de mi cabello. Creí que nunca lo volvería a ver.
Durante esta semana, imaginé que no tendría la dicha de volver a verlo otra vez.
Ahora que lo tengo aquí, sonriéndome como si nada malo hubiera pasado, me
siento más culpable que nunca. Lucas tiene el corazón tan grande como para per-
donarme por todos mis errores.
—Si lo es… —digo después de varios minutos—, soy el culpable de todo.
—No Ethan, no lo eres cariño. No quiero que lo pienses.
—Pero Lucas…

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
343
Sara Liza
—No podemos prevenir lo que no podemos predecir —responde—. La vida
tiene cientos de caminos, cientos de posibilidades. No sabemos lo que nos espera
al otro lado de la esquina. Pero podemos hacer algo…
—¿El qué? —pregunto mirándolo a los ojos.
—Vivir el ahora como si no existiera ningún mañana…Ethan por favor, tan solo
quiero vivir el ahora contigo y con nadie más.
Sonríe.
Lo miro a los ojos. Acaricio su rostro. Besos sus labios.
No hay nadie más con quien quisiera vivir mi vida. Solo con él.
Solo Lucas…

Lucas.

Dios… estoy tan aburrido, que podría morir.


Ethan y los demás salieron hace horas a dar un recorrido nocturno por los lími-
tes del territorio. Al parecer hemos estado teniendo ciertos problemas con lobos
solitarios que quieren entrar sin pedir permiso. Eso y que las tensiones con una de
las manadas vecinas han estado aumentando en intensidad. Desde que el nuevo
Alfa tomó control de la manada del oeste, ha intentado arrebatarle el título a Ethan
como uno de los lobos más fuertes de todo el país. Cosa que me parece muy es-
túpida, no es más que un lobo de 18 años que se cree el hombre más invencible
del universo. Si tan solo supiera que no es así.
Me llevo ambas manos al rostro.
Quiero tanto salir, estar junto a Ethan y correr ambos por el bosque, estar so-
los los dos y solucionar lo de esta mañana. Quiero tanto sentirme normal, regresar
a esa rutina que perdí ya muchos meses atrás. Después de lo que ocurrió con Ja-

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
344
Sara Liza
ckson, Ethan ha estado más paranoico que nunca. Y en realidad no lo culpo de
nada, de hecho creo que lo entiendo bastante. Debe ser un tanto difícil para él re-
gresar a la normalidad, aun después de que toda su vida haya tenido que dar un
giro de ciento ochenta grados. Mi pobre Ethan ha estado tenso desde entonces,
siempre alerta a lo que nos rodea.
Aunque me preocupo mucho por él y entiendo en parte sus razones, estoy lle-
gando a un punto en el que no puedo seguir más así. Para donde sea que quiera
ir, siempre están detrás de mí dos lobos que me persiguen a todas partes. No
puedo comer, no puedo respirar sin sentirme vigilado en todo momento. He inten-
tado en varias veces hablar con él, pero siempre parece estar de mal humor. No
entiende motivos, no escucha para nada mi opinión, solo quiere y cito ―lo mejor
para ti Lucas‖. No parece comprender en lo más mínimo que lo mejor para mi es
regresar a la normalidad.
Camino por la habitación.
La luna brilla en lo alto del cielo. Desde que tengo la habilidad de transfor-
marme en lobo, he descubierto algo muy interesante sobre la luna y el efecto en
mí. No sé lo que me ocurre, pero siempre que siento su brillo por las noches, algo
en mi interior se relaja. Es como si algo en su luz fuera capaz de eliminar todas
mis preocupaciones. Estuve investigando en la biblioteca de la manada, ya que es
lo único que puedo hacer sin molestar a Ethan, y descubrí, mejor dicho no descu-
brí nada. Al parecer aún se desconoce a ciencia cierta el motivo detrás de ello. Se
ha especulado mucho a través del tiempo, María lo atañe a algo fantástico, pero
nadie ha dado luz certera al misterio.
Estoy tan cansado.
Este fue, sin duda alguna, uno de los días más largos de mi vida.
Todo estaba perfecto hasta la estúpida discusión.
Caminaba por el bosque, haciéndome a la idea de que posiblemente jamás
regresaría a la ciudad, a mi trabajo en el hospital, cuando de pronto Ethan apare-
ció detrás del tronco de un árbol. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y el
rostro serio. Echó a los lobos que me seguían y cuando estuvimos solos comen-
zamos a discutir como nunca antes. Muchas personas piensan que por ser dos
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
345
Sara Liza
almas predestinadas, las peleas no existen entre nosotros. La verdad es que se
equivocan. Desde lo ocurrido con Jackson, entre Ethan y yo parece haber una
brecha que nos separa. Y eso comienza a molestarme.
Me veo en el espejo frente a mí.
Una enorme sonrisa aparece en mi rostro. Ya no soy el mismo Lucas de an-
tes. Todo lo que me ocurrió solo sirvió para ayudarme a madurar internamente y
creo que eso se ha visto reflejado en mi exterior. Tengo el cabello café corto, que
por cierto Ethan no estuvo de acuerdo cuando me lo corte, mi piel ligeramente
bronceada. He subido un poco de peso, pero el motivo es más que perfecto, de
hecho me da tanta alegría verme así. Cierro mis ojos y respiro con tranquilidad.
Creo que necesito darme un baño relajante. Al menos creo merecerme eso.
Camino hasta mi buró, tomo mi celular y los audífonos. Pongo la canción de
Bad romance de Lady gaga. Sé que muchas personas podrán cuestionar mis gus-
tos en música, pero la verdad es que hay algo en esa canción, que cada que la
escucho, me gusta más. Me recuerda a mis días de interno en el hospital. Cuando
pasaba toda la noche en vela estudiando para mis exámenes o cuidando de los
enfermos, en como mis manos temblaban por el nerviosismo.
—Ro mah ro-mah-mah… —canto con los ojos cerrados.
Comienzo a desnudarme lentamente.
Las prendas de ropa van quedando desperdigadas por la habitación.
Suspiro. Al verme semidesnudo en el espejo, un intenso calor se enciende en
mi interior. Hace más de dos semanas que Ethan y yo no tenemos ningún tipo de
intimidad. Hemos llegado a un punto en el que nos vemos más que dos horas al
día, una después de despertar y la otra antes de dormir. No sé lo que nos está
pasando, pero no me gusta en lo más mínimo. Una parte de mí se siente culpable
por el distanciamiento, es como si la sombra de la muerte de Jackson estuviera
entre los dos. Siento que pierdo su amor, aunque sé que eso es imposible. Ethan
será por siempre el hombre de mi vida.
Entro al cuarto de baño únicamente con unos calzoncillos apretados.
Una de las ventajas de haber subido un poco de peso es que ahora tengo un
culo impresionante. Abro el agua caliente en la tina de cerámica. Me quedo en
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
346
Sara Liza
completo silencio, sentado en la orilla de la bañera observando como el líquido
resbala por la superficie, como mi reflejo en el agua va tomando claridad. El baño
poco a poco va llenándose de vapor. Mi sombra recortada en el piso. Cierro mis
ojos, poniéndome de pie y moviendo mis caderas de un lado para el otro. Hace
mucho tiempo que no disfrutaba de algo así. De mi propio espacio, de mi propio
cuerpo. Relajándome, olvidando todo lo que me rodea.
—I want your drama, the touch of your hand…
Deslizo mi ropa interior por entre mis piernas y me sumerjo en el agua calien-
te. Mis ojos cerrados, mis manos acariciando mi cuerpo entero, deteniéndome en
mi creciente erección. La música a todo volumen. Me recargo sobre la cerámica,
disfrutando de las sensaciones y el agua casi hirviendo. Gimo entrecortadamente,
últimamente he estado muy sensible. De pronto la imagen de Ethan aparece en mi
mente. Sus manos duras y ásperas tocándome como solo él sabe hacerlo. Me
duele tanto estar así. Enojados y separándonos cada vez. No quiero vivir mi vida
sin él, quiero estar por siempre a su lado. Y aun así me siento como si nada pudie-
ra volver a ser como antes.
—Dios Ethan… —suspiro—, te necesito tanto.
De pronto siento como alguien me quita los audífonos con cuidado.
Me sorprendo al ver a Ethan a mi derecha, sentado en una vieja silla de made-
ra. Viste una camisa blanca, desabotonada un poco, y unos pantalones negros.
Tiene el cabello peinado hacia atrás. La barba, que amo con locura, perfectamente
limpia y recortada. Me observa en completo silencio. El verde de sus ojos cambia
de pronto a un intenso color amarillo. Su vista clavada en la mía. Me excita sentir
esa mirada de lujuria sobre mi cuerpo desnudo, casi como si yo fuera una presa a
la que está a punto de comer. Mojo mis labios, bajando mis manos hasta mi erec-
ción. Gruñe. Veo como se tensa de pronto, sus hombros en lo alto, sus antebra-
zos apoyados sobre sus rodillas.
—Ethan… —digo casi en un susurro.
—No hables —responde con una voz rasposa—, solo déjame mirarte.
Estoy tan excitado.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
347
Sara Liza
Me encanta sentir la mirada de deseo de Ethan sobre mi cuerpo desnudo. Mis
manos acarician cada centímetro de mi piel expuesta. De reojo veo como hume-
dece sus labios con la punta de su lengua, sus ojos amarillos clavados en mi
miembro, sus manos en un tenso y apretado puño. Giro mi rostro y lo veo, ese
enorme bulto entre sus piernas. Sonrío al ver lo excitado que está. Deslizo mi
mano derecha hasta mi polla dura, sujetándola por la base y moviéndola de arriba
abajo. Ethan se hinca junto a mí. Besa mi cabello húmedo, pellizcándome con de-
licadez mis pezones duros. Con mi mano izquierda presiono su erección a través
de la tela de su pantalón, delineando el contorno con mi dedo pulgar.
Cierro mis ojos al sentir el fuerte tirón de Ethan sobre mis pezones rosados.
Su mano áspera baja por todo mi abdomen, deteniéndose en mi vientre abultado,
jugando con la piel tensa y clara. Estoy muy sensible últimamente, una sola de sus
caricias es suficiente para llevarme al éxtasis. Arqueo la espalda, dejando salir
gemido tras gemido. No recuerdo cuando fue la última vez que me sentí de esta
forma. Tan vulnerable, tan sumiso, solo para él. Permitiendo que sea Ethan quien
tome la iniciativa, que me devore con sus besos y caricias. No puedo negar lo que
es tan claro como el agua. Soy una persona que disfruta mucho permitiendo que
sea él quien tenga todo el control. Que me demuestre lo mucho que me ama, lo
mucho que lo vuelvo loco.
Abro los ojos de golpe al sentir una fuerte presión en la entrada de mi culo.
Veo como su mano desaparece debajo del agua, como uno de sus dedos entra y
sale con fuerza de mi apretado agujero. Entierro mis uñas un uno de sus antebra-
zos, mordiéndome los labios para no dejar salir los gemidos de placer. Ethan no
dice nada, solo me observa en completo silencio. Esos ojos amarillos clavados en
los míos. No puedo soportar más el silencio y comienzo a gemir con desespera-
ción, con locura. El placer que estoy sintiendo es indescriptible. Sus dedos me pe-
netran con dureza. Mi voz retumba en las paredes del baño. El agua se agita con
los movimientos de su mano. Acaricio mi polla rosada, moviéndola de arriba a
abajo. Siento como el orgasmo se forma en mis bolas. Estoy a punto de correrme.
—Ethan… me… corro.
—Hazlo para mi Lucas —dice mordiéndome una oreja.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
348
Sara Liza
El orgasmo me llega de pronto. Mi cuerpo se retuerce al sentir la intensidad de
la liberación. Un chorro caliente y espeso sale de golpe, manchando parte de mi
vientre redondo. Ethan entierra su rostro en mi cuello, mordiéndome la oreja y di-
ciéndome lo mucho que me ama al oído. Esto era lo que quería, lo que tanto ne-
cesitaba. Volver a sentirme amado, volver a estar unido a él. Últimamente hemos
estado peleando constantemente, tanto que he llegado a odiar esa distancia que
parece existir entre los dos.
Respiro entrecortadamente. Ethan acaricia mi piel desnuda, jugando con los
restos de mi liberación en el vientre hinchado. Veo como el bulto en su pantalón
palpita con fuerza. Intento tocarlo, liberar su polla y probarla, pero me detiene de
pronto. Me sujeta por las mejillas, besándome con desesperación. Su lengua ju-
gando con la mía, como pidiendo permiso para entrar a mi boca y reclamar su te-
rritorio. Giro mi cuerpo, sujetándome por su cuello. Su camisa blanca empapándo-
se por el agua que escurre de mi cuerpo. Nos besamos durante un par de minu-
tos, sintiendo como el calor entre nuestros cuerpos va aumentando poco a poco.
Me hinco en la tina. El agua caliente comienza a enfriarse pero no me percato
de ello. Estoy tan excitado, tan caliente, que no percibo nada a mí alrededor. Et-
han se pone de pie frente a mí. Su mano jugando con su erección. Lo veo a los
ojos, veo como la necesidad ilumina sus pupilas. Acaricio con mi mano la tela de
su pantalón, definiendo la enorme longitud de su miembro. Abro el zipper, desli-
zando la tela apretada de su bóxer por sus piernas. Su polla dura aparece de
pronto, casi revotando frente a mí. La miro con admiración, con lujuria.
Mojo mis labios en deleite. Hace mucho tiempo que no tenía este tipo de inti-
midad con Ethan. Tomo su polla dura y firme con mi mano derecha, jugando con
su forma y textura. Chupo la punta rosada, saboreando el líquido pre seminal en
mi boca. Me sujeta por los cabellos, acercándome poco a poco, pero con firmeza,
a su miembro erecto. Mamo con fuerza su polla, jugando con sus bolas al mismo
tiempo. Escucho como Ethan gime con desesperación, con delicia. Sus ojos ce-
rrados y su cabeza echa hacia atrás.
Con una de mis manos libres acaricio mi miembro. Acabo de tener uno de los
más fuertes e intensos orgasmos en mi vida, y aun así sigue dura, casi como si
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
349
Sara Liza
nada hubiera ocurrido. Me vuelve loco verlo de esta manera. Vestido, solo la ca-
beza en forma de hongo de su polla asomándose por la bragueta. Lamo su miem-
bro desde la base hasta la punta, haciendo pequeños círculos con mi lengua. Et-
han se retuerce por el placer, su cadera moviéndose en sincronía. Sus gemidos
aumentan, está a punto de correrse puedo sentirlo.
—¡Joder Lucas! —Grita—, ¡me vengo!
Meto su miembro tan profundo en mi boca. Su orgasmo llega de pronto. Cho-
rro tras chorro de caliente semen llena mi garganta. Me trago todo sin rechistar,
saboreando su esencia salada y ligeramente dulce. Ethan se sacude un par de
veces más, sujetándome por los cabellos, metiendo más profundamente su polla
en mi boca. Me sostengo de sus muslos, aferrándome a sus pantalones. Mi cuer-
po estremeciéndose por las sensaciones.
Lo veo a los ojos, su mirada cargada de deseo. Muevo mi mano por mi cuerpo
desnudo, deteniéndome en los pezones sonrosados y duros. Bajo hasta mi abdo-
men, dibujando pequeños círculos con mi dedo índice. De pronto Ethan me sujeta
por la cintura, levantándome en el aire y sentándome sobre su regazo. Su polla
semierecta frotándose con la mía. El agua fría resbala por mis piernas, cayendo al
piso de cerámica. Me besa con dulzura, mis manos aferrándose al cuello de su
camisa. Las manos de Ethan aprietan mis nalgas, dándome pequeños golpes has-
ta dejarlas con un ligero tinte rosa. Su lengua delinea el contorno de mis labios
hinchados. Saboreo su esencia en mi boca, inhalo su fuerte olor almizclado. Me-
neo mi cintura sobre su polla que comienza a ponerse dura.
—Joder Ethan… —gimo entre besos—, te necesito dentro de mí.
—¿Quieres que te la meta? —pregunta con la voz gruesa.
Los vellos de todo mi cuerpo se erizan al escuchar la lujuria en su voz.
—Si… lo… lo necesito tanto.
—¿Duro o suave? —muerde mis labios hinchados.
—Duro… —respondo—, por favor… Ethan… lo necesito.
Muevo mi cadera arriba abajo, siguiendo el contorno de su miembro. Veo co-
mo echa su cabeza hacia atrás, su boca abierta, gruñe de placer. De pronto siento
como golpea un par de veces los cachetes de mi culo, sus dedos jugando con la
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
350
Sara Liza
entrada de mi agujero. Acerca mi boca hasta la suya, capturando mis labios abier-
tos en un beso demandante, fuerte. No puedo seguir así por más tiempo, no sé si
pueda soportarlo más. Mi cuerpo arde como nunca, mi polla palpita, exigiendo una
segundo liberación. Lo necesito dentro, necesito que me folle hasta el cansancio,
que apague el calor insoportable que me consume por dentro.
Sus manos me sujetan en un fuerte abrazo. Me levanta ligeramente, acomo-
dando su enorme falo de carne junto a la entrada a mi culo. Abro los ojos y lo veo.
Una fuerte necesidad de por fin ser reclamado por él. Me sonríe con ternura, con
cariño. Acaricio con suavidad su barba rasposa, enredo mis dedos en sus largos
mechones de cabello negro. Necesitaba esto, ¡Joder que si lo necesitaba! Que
Ethan me sostuviera entre sus brazos abiertos, saborear sus labios rojos, que me
hiciera el amor hasta caer rendidos a la mitad de la habitación. Regresar a esos
días antes del secuestro, en el que pasábamos la mayor parte del tiempo encerra-
dos haciendo el amor.
Lo sujeto por las mejillas, apoyo mi frente en la de él. Su aliento erizándome la
piel del cuello. De reojo veo como toma su enorme polla con su mano derecha,
dando pequeños golpes con ella a mi culo expuesto. Me aferro a sus hombros,
enterrando mis uñas en su piel, al sentir como su polla va adentrándose en mi cu-
lo. Centímetro a centímetro se va abriendo paso en mi interior. Gimo de placer, de
necesidad y lujuria al sentir la fuerte presión. Joder… por un segundo había olvi-
dado lo enorme que es. Muerdo mis labios, acallando mis gemidos. Siento como si
me estuvieran partiendo por la mitad.
—Ethan…
—Joder Lucas —suspira—, que apretado estás. Ábrete para mi cariño.
Separo mis glúteos con ambas manos, Ethan metiendo cada centímetro de su
polla dura y gruesa en mi interior. Joder, se sienta tan bien tenerlo dentro. Cierro
mis ojos al sentir como el vello de su base acaricia mi piel sensible. Está toda
adentro, ahora solo tengo que acostumbrarme a su tamaño. Me toma por los ca-
bellos, acercándome con fuerza a su boca abierta. Me besa con desesperación,
con necesidad, mordiéndome los labios hinchados y húmedos. Poco a poco la
presión va siendo más tolerable. Ethan me sujeta de la cintura, levantándome con
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
351
Sara Liza
facilidad. Me embiste con lentitud al principio, solo para aumentar el ritmo des-
pués.
Suspiro entrecortadamente, dejándome llevar por la sensación de ser pene-
trado. Sus embestidas aumentan en intensidad. Me aferro a la tela de su camisa
blanca, balanceándome de arriba abajo. Joder estoy tan excitado, yo completa-
mente desnudo ante él y él aún vestido. Poco a poco el dolor en mi entrada va
desapareciendo, dándole paso a un torrente de lujuria que nubla mi juicio. Sus
manos me aferran en un intenso abrazo, recargándome contra su pecho plano,
abriéndome más el culo. Su cadera se mueve con violencia. Sus estocadas son
cada vez más profundas, su polla golpeando ese punto en mi interior.
Apoyo mi frente en la suya. Pequeñas gotas perladas de sudor resbalan por
mi piel sensible. Una de sus manos acaricia con deleite mi abdomen, bajando has-
ta mi vientre abultado. Una enorme sonrisa de orgullo aparece en su rostro. Sus
ojos brillan de pronto con lujuria. Sin dejar de mirarme a los ojos, me penetra con
fuerza. Pellizco mis pezones, retorciéndolos hasta que quedan completamente
duros y firmes. Se acerca a mi boca, mordiéndome los labios entre abiertos. Nos
besamos con desesperación, dejándonos arrastrar por el torbellino de lujuria, de-
teniendo con los besos mis gemidos de placer. Ethan me sujeta por el culo, levan-
tándome en brazos con suma facilidad. Camina hasta la recamara, recostándome
con cuidado. Su polla sale de mi cuerpo con un leve rebote.
—Necesito follarte como se debe Lucas.
Dios… Ethan es… maravilloso.
Arranca su camisa de un solo tirón. Los botones salen desperdigados por toda
nuestra habitación. Mojo mis labios al ver el tatuaje tribal en su pectoral y hombro
izquierdo. Su polla brillando por las gotas de líquido pre seminal que escurren por
su cabeza con forma de hongo. Me hinco frente a él, tomando su miembro con mis
manos, deslizando la piel de arriba abajo. Ethan gruñe con fuerza. Beso la punta,
antes de meterla toda en mi boca. La chupo durante un par de minutos antes de
que Ethan me arrempuje con suavidad de nuevo a la cama. Abro mis piernas para
él, dándole vía libre para que pueda embestirme con dureza.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
352
Sara Liza
Veo como desliza sus pantalones negros por sus piernas torneadas. Nos mi-
ramos en silencio, admirando la desnudez del otro. Sus músculos perfectamente
definidos, brillando por el sudor que surca todo su cuerpo. Joder, quiero tanto to-
carlo, probar cada uno de sus músculos en su abdomen perfecto, jugar con sus
pezones y seguir con la punta de mi lengua el contorno de su tatuaje. Quiero de-
jarme atrapar por esos brazos en los que me siento seguro y protegido.
Ethan me mira sin decir palabra. Los dos desnudos, mirándonos a los ojos,
demostrándonos lo mucho que nos queremos, lo mucho que nos amamos. Me
acaricia con dulzura el vientre, sonriéndome de vez en vez. Jadeo al sentir sus
toques. La necesidad de ser reclamado por él me está matando poco a poco. Han
pasado casi siete meses desde que estamos juntos, y en todo ese tiempo no me
ha reclamado todavía. Al parecer busca el momento perfecto para hacerlo.
Veo como alinea la cabeza de su polla con la entrada de mi culo, ensartándola
de golpe. Cierro los ojos, apretando en un puño las sabanas a mí alrededor. Mier-
da se siente tan bien esto. Necesitaba que me hiciera el amor. Sus embestidas
aumentan en intensidad y fuerza. Su polla golpeando mi próstata con fuerza. Cada
golpe, cada penetración me acerca un poco más al orgasmo que se forma en mis
bolas. Su mano baja por mi cuerpo, sujetando mi miembro por la base.
—Ethan por favor… me corro.
Recarga su cuerpo sobre el mío.
—Es lo que quiero que hagas —me susurra al oído.
Pone mis piernas sobre sus hombros. Mi culo en lo alto, se abre más para él.
Ethan me penetra con dureza, su mano acariciando mi polla con rápidos movi-
mientos de arriba abajo. Siento como poco a poco el orgasmo va formándose,
quemándome por dentro, a punto de explotar en un segundo intenso clímax. Un
cosquilleo, en la cabeza rosada de mi miembro, me hace abrir los ojos por la sor-
presa. Ethan la aprieta, volviéndome loco por el placer. Nos miramos a los ojos, en
silencio, yo gimiendo y el también. Embistiéndome cada vez más hondamente.
Sus movimientos se hacen de pronto erráticos, duros. Está a punto de correrse al
igual que lo estoy yo.
—Te amo tanto Lucas… —susurra a mi oído.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
353
Sara Liza
Recuesta todo su cuerpo sobre el mío. Los dos bañados en sudor. Lo abrazo,
arañando su espalda tras cada golpe que me da con su polla firme. Apoya su fren-
te con la mía, acariciando con sus dedos mis labios entre abiertos. Me besa, nues-
tras lenguas jugando una con la otra. El calor que nos abrasa es insoportable. De
pronto noto como sus colmillos se alargan, como su mirada se enturbia. Mi lobo
aúlla de felicidad, necesita al igual que yo ser reclamado por su otra mitad. Esta-
mos a punto de alcanzar el segundo orgasmo de la noche. Ethan me penetra con
firmeza, sacudiendo mi cuerpo entero tras cada embestida.
—Ethan… Dios… me… corro.
—¡Eres mío! —Dice con voz firme—, ¡eres solamente mío Lucas!
Siento como sus colmillos se entierran profundamente en mi cuello. Una ex-
traña mezcla de dolor y placer recorre todo mi cuerpo. Me sacudo con violencia,
lanzando chorro tras chorro de caliente semen sobre la piel de mi abdomen. Ethan
corriéndose en mi interior. El placer que estoy sintiendo es demasiado, tanto que
no sé si podré mantenerme despierto. Mi vista se nubla de pronto. Mis manos
caen a ambos lados de mi cuerpo. No puedo moverme, estoy tan agotado.
De la nada lo siento, un inexplicable calor que me cubre completamente. Mis
oídos se agudizan. Escucho su respirar, el latido de su corazón. Sus pensamien-
tos se funden con los míos. Mi mente se enlaza con la suya. Cierro mis ojos, caigo
en una especie de inconciencia. Sueño que estoy en una pradera verde. Diviso a
mi lobo en la lejanía. Corre feliz, el lobo de Ethan a su derecha. De la nada veo
como se unen en uno solo, fusionándose ante mis ojos. Ethan aparece a mi dere-
cha, sus manos rodeándome en un abrazo. Me sonríe. Mi corazón comienza a latir
al mismo tiempo que el de él. El lazo está completo, al fin puedo decir con orgullo
que soy de Ethan Cormack, solo de él.
Abro los ojos.
El sol entra por la ventana. Frunzo el cejo con asombro.
—Buenos días Lucas —sonríe—, comenzaba a preocuparme cariño.
—¿Qué pasó?
Bostezo.
—Te desmayaste.
Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.
Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
354
Sara Liza
—¡¿Cómo dices?!
Me siento en la cama. Aún estamos desnudos, Ethan a mi derecha me sonríe.
—Cuando te reclamé —apunta a mi cuello—, creo que no pudiste soportar to-
do el placer que te estaba dando, así que creo que te desmayaste.
Me llevo mi mano al cuello, me estremezco por lo sensible que está.
—Te llevará un tiempo acostumbrarte cariño —se sienta a mi espalda, sus la-
bios besándome la piel. Me pongo duro al instante— aunque tengo que admitir
que el sexo será mucho mejor ahora que eres definitivamente mío.
—Tuyo.
—Sí Lucas, solo mío.
Gira mi rostro y me besa.
—Me gusta eso —respondo pasados unos minutos.
—A mí también.
De pronto siento como mi vientre comienza a moverse. La imagen de unos
huevos revueltos, con bastante tocino y jugo de naranja aparece con claridad en
mi mente. Sonrío. Me llevo ambas manos a mi estómago. Creo que alguien está
muy hambriento y por lo que parece quiere tocino.
—Creo que quiere tocino…
—Chico listo —responde— al igual que su padre.
—¡Eres un idiota Ethan Cormack!
—Pero un idiota que te ama con locura.

Fin.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.
355
Sara Liza
Sobre la autora

Mi nombre es Sara Elizabeth, aunque la gran mayoría me conoce por Sara o Liza.
Soy escorpio, escritora novata, lectora empedernida, nerd, un tanto geek y una
buena amiga (claro con la gente que a mi parecer vale la pena).
No me gusta callarme nada, si algo no me gusta de ti te lo diré sin miedo alguno.

Acompáñame en esta nueva aventura en la que he comenzado. En verdad espero


que te gusten mis historias.

Si deseas estar en contacto con la autora no dudes visitar su página, y ver sus
grandes historias.

https://www.wattpad.com/user/SaraLiza12

Gracias a Sara Liza por su aporte a mi blog. Con el simple hecho de permitirme
publicar su obra literaria para que otros disfruten de su maravillosa genialidad, es
sencillamente de admiración.

Chicos no duden seguirla por su pagina.

Obra literaria con permiso de publicación de la autora, únicamente al blog de Nick.


Leeyescribeconnickcolleman.blogspot.com prohibida su distribución sin consenti-
miento de la autora.

También podría gustarte