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8. a) ¿Cómo sabemos que los resucitados son las mismas personas que fueron cuando
vivían en la Tierra? b) ¿Qué profecías se cumplen con la resurrección?

8 A pesar de esta transformación, los resucitados siguen siendo las mismas personas
que eran antes de morir. Resucitarán con los mismos recuerdos y las mismas
excelentes cualidades cristianas (Malaquías 3:3; Revelación 21:10, 18). En esto se
asemejan a Jesucristo. Él pasó de ser un espíritu a ser un hombre. Luego murió y
fue resucitado como espíritu de nuevo. Aun así, “Jesucristo es el mismo ayer y hoy,
y para siempre” (Hebreos 13:8).

Esto significa recrear a las almas humanas. ¿Imposible? No, pues Salmo 104:29, 30
nos asegura que Dios puede hacerlo: “Si les quitas su espíritu, expiran, y a su
polvo vuelven. Si envías tu espíritu, son creados”. Aunque los resucitados serán
las mismas personas que fueron antes de morir, no será necesario que posean los
mismos cuerpos. Tal como en el caso de los que resucitan para vivir en el cielo,
Dios les dará un cuerpo según le agrade. Estos nuevos cuerpos serán físicamente
saludables y de algún modo similares a su cuerpo original, de modo que sus seres
queridos podrán reconocerlos.

Una resurrección ordenada

16. a) ¿Por qué es razonable pensar que la resurrección será ordenada? b) ¿Quiénes
posiblemente sean de los primeros en volver de entre los muertos?

16 Ya que la resurrección celestial es ordenada, “cada uno en su propia categoría”,


es evidente que la resurrección terrestre no provocará ninguna explosión
demográfica caótica (1 Corintios 15:23). Es de esperar que haya que atender a los
nuevos resucitados (compárese con Lucas 8:55). Necesitarán manutención física y, lo
que es más importante, ayuda espiritual para conseguir el conocimiento vivificante
de Jehová Dios y de Jesucristo (Juan 17:3). Si todos regresaran a la vida
simultáneamente, sería imposible darles la atención debida. Es razonable suponer
que la resurrección será progresiva. Los cristianos fieles que mueran poco antes
del fin del sistema de Satanás probablemente sean de los primeros en resucitar.

Vienen a la mente infinidad de preguntas sobre los resucitados, por ejemplo, qué
pasará con los que han enviudado más de una vez. Los saduceos plantearon el caso de
una mujer que había perdido a su primer esposo, al segundo y a varios más (Luc.
20:27-33). ¿Qué relación habrá entre ellos cuando resuciten? No lo sabemos, y de
nada sirve especular o preocuparse por esas cuestiones. Lo que debemos hacer es
confiar en Dios. Y algo es seguro: cualquier cosa que Jehová haga en el futuro será
buena, algo que anhelar, no que temer.

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PREGUNTAS DE LOS LECTORES
Jesús les dijo a los saduceos que los resucitados “ni se casan ni se dan en
matrimonio” (Luc. 20:34-36). ¿Se estaba refiriendo a la resurrección terrestre?
Esta es una pregunta importante, sobre todo para los que han perdido a su amado
cónyuge y quizás anhelan volver a estar casados con esa persona cuando resucite en
el nuevo mundo. Un viudo comentó: “Mi esposa y yo no decidimos poner fin a nuestro
matrimonio. Deseábamos de corazón seguir sirviendo a Jehová para siempre como
marido y mujer. Y yo sigo sintiendo lo mismo”. ¿Hay razones para esperar que los
resucitados puedan casarse? Sencillamente, no lo sabemos.

Durante años, nuestras publicaciones han señalado que lo que Jesús dijo sobre la
resurrección y el matrimonio probablemente se refería a la resurrección terrestre y
que, por tanto, quienes volvieran a la vida en la Tierra no se casarían (Mat.
22:29, 30; Mar. 12:24, 25; Luc. 20:34-36).* Aunque no podemos ser dogmáticos, ¿es
posible que Jesús se refiriera a la resurrección celestial? Examinemos sus
palabras.

Veamos primero en qué circunstancias las pronunció (lea Lucas 20:27-33). Los
saduceos, que no creían en la resurrección, trataron de entrampar a Jesús con una
pregunta sobre la resurrección y el matrimonio de cuñado.* Él les respondió: “Los
hijos de este sistema de cosas se casan y se dan en matrimonio, pero los que han
sido considerados dignos de ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre
los muertos ni se casan ni se dan en matrimonio. De hecho, tampoco pueden ya morir,
porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección”
(Luc. 20:34-36).

¿Por qué han dicho nuestras publicaciones que es probable que Jesús se refiriera a
la resurrección terrestre? Esta conclusión se basaba principalmente en dos
argumentos. El primero era que, puesto que los saduceos sin duda pensarían en una
resurrección terrestre, Jesús se debió referir a ella al contestarles. El segundo
era que Jesús terminó su respuesta hablando de Abrahán, Isaac y Jacob, fieles
patriarcas que resucitarán aquí en la Tierra (Luc. 20:37, 38).

Sin embargo, es posible que Jesús estuviera pensando en la resurrección celestial.


¿Qué razones tenemos para llegar a esa conclusión? Analicemos dos frases claves.

“Los que han sido considerados dignos de ganar [...] la resurrección de entre los
muertos.” A los ungidos fieles “se les [considera] dignos del reino de Dios” (2
Tes. 1:5, 11). Han sido declarados justos, dignos de vivir para siempre, sobre la
base del rescate. Por tanto, no mueren como pecadores condenados, pues Jehová los
considera libres de pecado (Rom. 5:1, 18; 8:1). A cada uno de ellos se le llama
“feliz y santo” y se le considera digno de resucitar en el cielo (Rev. 20:5, 6). En
cambio, entre quienes resucitarán en la Tierra habrá “injustos” (Hech. 24:15).
¿Podría decirse que a estos “se les [considera] dignos” de resucitar?

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UN MILAGRO DE DIOS

25. (a) ¿A qué se debe que no se resucite el mismo cuerpo que muere? (b) ¿Qué se
resucita, y qué se da a los que son resucitados?

25 Después que alguien muere, ¿a qué se da resurrección? No es al mismo cuerpo que


murió. La Biblia muestra esto cuando describe la resurrección a la vida celestial.
(1 Corintios 15:35-44) Ni siquiera a los que se resucita para que vivan en la
Tierra se les da el mismo cuerpo que tenían en su vida anterior. Ese cuerpo
probablemente se haya desintegrado y haya vuelto al suelo. Con el tiempo los
elementos del cadáver pueden haber llegado a formar parte de otras cosas vivientes.
Por eso Dios no resucita el mismo cuerpo, sino a la misma persona que ha muerto. A
las personas que van al cielo él da un cuerpo nuevo que es espiritual. A las que
son levantadas para vivir en la Tierra él da un nuevo cuerpo físico. Sin duda este
nuevo cuerpo físico será semejante al que la persona tenía antes de morir, de modo
que la reconozcan los que la conocían.

26. (a) ¿Por qué es tan maravilloso milagro la resurrección? (b) ¿Qué invenciones
de los humanos pu
“Tampoco pueden ya morir.” Jesús no dijo: “Ya no morirán”, sino: “Tampoco pueden ya
morir”. Los ungidos que finalizan su vida en la Tierra siendo fieles son
resucitados para vivir en el cielo y reciben inmortalidad, es decir, vida
indestructible y sin fin (1 Cor. 15:53, 54). La muerte ya no tiene ningún poder
sobre quienes experimentan la resurrección celestial.*

En vista de lo anterior, ¿a qué conclusión llegamos? A la conclusión de que es


posible que las palabras de Jesús sobre el matrimonio y la resurrección se refieran
a la resurrección celestial. En ese caso, lo que dijo sería aplicable a los que
resucitan para vivir en el cielo: que no se casan, que no pueden morir y que en
algunos aspectos son como los ángeles, criaturas que viven en la región espiritual.
Sin embargo, esta conclusión hace surgir varias preguntas.

En primer lugar, ¿por qué se referiría Jesús a la resurrección celestial al


responder a los saduceos, que probablemente pensaban en una resurrección terrestre?
Pues bien, Jesús no siempre respondió a sus enemigos según lo que ellos pensaban.
Por ejemplo, a los judíos que le pidieron una señal les dijo: “Derriben este
templo, y en tres días lo levantaré”. Jesús seguramente sabía que ellos pensarían
en el edificio del templo, “pero él hablaba acerca del templo de su cuerpo” (Juan
2:18-21). Puede que Jesús no viera necesario contestarles aquella pregunta a los
saduceos, quienes eran hipócritas y ni siquiera creían en la resurrección o en los
ángeles (Prov. 23:9; Mat. 7:6; Hech. 23:8). Más bien, tal vez quisiera revelar
verdades sobre la resurrección celestial a sus discípulos, quienes eran sinceros y
un día iban a recibir esa resurrección.

En segundo lugar, ¿por qué acabaría Jesús su explicación haciendo referencia a


Abrahán, Isaac y Jacob, los cuales serán resucitados en la Tierra? (Lea Mateo
22:31, 32.) Observemos que Jesús inició su comentario sobre esos patriarcas con las
palabras “respecto a la resurrección de los muertos”. Con esa frase tal vez quiso
marcar un cambio de pensamiento para pasar a hablar de la resurrección terrestre.
Luego, como sabía que los saduceos aceptaban los escritos de Moisés, utilizó las
palabras que Jehová le dirigió a Moisés en la zarza ardiente como prueba adicional
de que la resurrección terrestre es parte del propósito divino y se cumplirá sin
falta (Éx. 3:1-6).

En tercer lugar, si las palabras de Jesús sobre la resurrección y el matrimonio


solo se cumplen en la resurrección celestial, ¿significa eso que quienes resuciten
en la Tierra podrán casarse? La Palabra de Dios no da una respuesta directa a esta
pregunta. Y es que si Jesús en verdad no hablaba de la resurrección terrestre,
entonces sus palabras tampoco aclaran si podrán casarse o no quienes resuciten en
la Tierra.

Mientras tanto, sabemos que la Biblia sí dice claramente que la muerte rompe los
lazos matrimoniales. Por lo tanto, un viudo o una viuda no debe sentirse culpable
si decide volver a casarse. Esa es una decisión personal, y no se debe criticar a
nadie por buscar la afectuosa compañía de un cónyuge (Rom. 7:2, 3; 1 Cor. 7:39).

Es lógico que nos preguntemos muchas cosas sobre la vida en el nuevo mundo, pero no
debemos andar haciendo suposiciones. Tendremos que esperar a estar allí para
conocer las respuestas. Ahora bien, de esto sí podemos estar seguros: los seres
humanos fieles serán felices, pues Jehová satisfará todas sus necesidades y deseos
del mejor modo (Sal. 145:16).

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Preguntas de los lectores

▪ ¿Es prudente el que un cristiano que haya perdido a su cónyuge en la muerte


permanezca soltero con la esperanza de que se unirá de nuevo a esa persona en el
futuro?

¡Qué hermoso es que un cristiano sienta amor por su cónyuge aun después de la
muerte de esa persona! Algunos que están en esta situación han permanecido
solteros, no porque estén contentos en ese estado, sino con la esperanza de
reanudar el matrimonio después de la resurrección. Aunque no somos insensibles a
los sentimientos humanos tras esas esperanzas, animamos a estas personas a
considerar algunos puntos bíblicos.
Por ejemplo, estas palabras del apóstol Pablo se relacionan con el asunto que
tratamos: “La esposa está atada durante todo el tiempo que su esposo vive. Pero si
su esposo se durmiera en la muerte, está libre para casarse con quien quiera, pero
solo en el Señor. Pero es más feliz si permanece como está”. (1 Corintios 7:39,
40.) Esto muestra que el enlace matrimonial termina cuando el cónyuge de uno muere.
Dios fue bondadoso al dar esta información a los cristianos, porque así los viudos
y las viudas pueden tomar en consideración sus necesidades emocionales y de otra
índole al decidir si han de casarse de nuevo o no; no están atados al difunto. (1
Corintios 7:8, 9.)

Sin embargo, ¿indica la Biblia si los que han de ser resucitados podrán casarse o
reanudar un matrimonio anterior que hubiera terminado por haber ocurrido una
muerte? Hay un relato que parece relacionarse con esta pregunta. Implica a
saduceos, que, aunque no creían en la resurrección, abordaron a Jesús en un intento
por entramparlo. Le presentaron este problema sobre el matrimonio de cuñado: “Hubo
siete hermanos; y el primero tomó esposa y murió sin hijos. Lo mismo el segundo, y
el tercero la tomó*. Igualmente los siete; no dejaron hijos, sino que murieron. Por
último, la mujer también murió. Por consiguiente, en la resurrección, ¿de cuál de
ellos llega a ser esposa?”. (Lucas 20:27-33; Mateo 22:23-28.)

Los cristianos no están bajo la Ley, pero en cuanto a ellos pudiera surgir un
problema similar. Por ejemplo, el hermano y la hermana C——— se casaron y tuvieron
dos hijos. Entonces él murió. La hermana C——— amaba a su esposo, y lo echaba mucho
de menos, pero necesitaba compañerismo, apoyo financiero, expresión sexual y
alguien que le ayudara a criar a los hijos. Por eso, se casó con el hermano M——— ,
una unión que era tan bíblica como la primera. Después, él enfermó y murió. Si los
ex cónyuges fueran resucitados y el matrimonio fuera posible, ¿con quién se casaría
ella?

Considere la respuesta de Jesús a los saduceos: “Los hijos de este sistema de cosas
se casan y se dan en matrimonio, pero los que han sido considerados dignos de ganar
aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan
en matrimonio. De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles, y
son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección. Pero el que los muertos son
levantados, hasta Moisés lo expuso [...] cuando llama a Jehová ‘el Dios de Abrahán
y Dios de Isaac y Dios de Jacob’. Él no es Dios de muertos, sino de vivos, porque
para él todos ellos viven”. (Lucas 20:34-38; Mateo 22:29-32.)

Algunos han opinado que Jesús aquí se refería a la resurrección celestial, pero hay
razones para creer que su respuesta tenía que ver con la resurrección terrestre en
el “sistema de cosas” venidero. ¿Qué razones hay para este punto de vista? Los que
interrogaron a Jesús no creían en él ni sabían de una resurrección celestial.
Preguntaron acerca de una familia judía bajo la Ley. En respuesta, Jesús se refirió
a Abrahán, Isaac y Jacob, hombres que esperaban vivir de nuevo en la Tierra.
(Génesis 42:38; Job 14:13-15; compárese con Hebreos 11:19.) Aquellos patriarcas, y
otros millones de personas a quienes se levanta a la vida en la Tierra y resultan
fieles, serán “como los ángeles”. Aunque mortales, no morirán una vez que Dios los
haya declarado justos para la vida sin fin.

Hoy día, debido a las emociones humanas, pudiera ser difícil aceptar esta
conclusión. Pero debe notarse que en ningún lugar dice la Biblia que la
resurrección de los fieles significa que Dios los devuelve a su condición de
casados. Por lo tanto, nadie cree que si Aquila y Priscila han adquirido vida en el
cielo han reanudado allí su matrimonio. (Hechos 18:2.) Y José y María evidentemente
vivirán en diferentes regiones: él en la Tierra y ella en el cielo. (Juan 19:26;
Hechos 1:13, 14.) Puesto que ninguno de nosotros ha vivido en el cielo, no podemos
decir qué sentimientos pudieran tener allí Aquila, Priscila y María; no obstante,
podemos estar seguros de que estarán plenamente contentos en su servicio celestial.
De manera similar, nunca hemos vivido como humanos perfectos. Así, no podemos estar
seguros de qué sentimientos o pensamientos tendremos en cuanto a las relaciones del
pasado si acaso adquirimos vida humana perfecta en el Paraíso, o cuando la
adquiramos. Es bueno recordar que cuando Jesús hizo aquella declaración era un
humano perfecto, y por lo tanto estaba en mejor posición que nosotros para
comprender los sentimientos de los que han sido “considerados dignos de ganar aquel
sistema de cosas”. También podemos confiar en que Jesús puede “condolerse de
nuestras debilidades” de la actualidad. (Hebreos 4:15.) Por eso, si a un cristiano
se le hace difícil aceptar la conclusión de que los resucitados no se casarán,
puede estar seguro de que Dios y Cristo son comprensivos. Y sencillamente puede
esperar para ver qué sucede.

No hay razón para dar demasiado énfasis a este asunto ahora. El salmista escribió:
“Sepan que Jehová es Dios. Es él quien nos ha hecho, y no nosotros mismos. Somos su
pueblo, y las ovejas de su apacentamiento [...] Denle gracias, bendigan su nombre.
Porque Jehová es bueno”. (Salmo 100:3-5.) Nuestro Dios, que es bueno, de seguro
suministrará generosamente lo que verdaderamente necesitamos si ‘se nos considera
dignos de ganar aquel sistema de cosas’. (Job 34:10-12; Salmo 104:28; 107:9.)

La bondad de Dios se refleja también en el hecho de que nos ha informado que la


muerte de uno de los cónyuges de un matrimonio pone fin al enlace matrimonial.
(Romanos 7:2.) Así, la persona que haya perdido en la muerte a su cónyuge puede
saber que tiene libertad para volver a casarse ahora si parece que eso es necesario
o es lo mejor. Algunas personas han vuelto a casarse, lo que ha contribuido a que
sus propias necesidades actuales, y las de su familia, sean satisfechas. (1
Corintios 7:36-38; Efesios 6:1-4.) Por consiguiente, el cristiano cuyo cónyuge haya
muerto no debe sentirse obligado a permanecer sin cónyuge en este tiempo por
esperar que en el sistema venidero, en la resurrección para la vida aquí en la
Tierra, haya un arreglo de unir de nuevo a personas que anteriormente formaban un
matrimonio.

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¿Serán reconocidos estos resucitados por sus amigos y parientes que también vuelvan
a la vida? Eso parece lógico, porque si no pudiéramos identificar a los muertos que
serán resucitados, ni ellos pudieran identificarnos a nosotros, ¿cómo sabríamos que
realmente habían regresado nuestros amados que hubieran muerto? Aunque el cadáver
de Lázaro había estado descomponiéndose, sus parientes y conocidos lo reconocieron
después que Jesús lo resucitó. Así, nosotros también podemos esperar que Jehová
Dios amorosamente permita que nos veamos y conozcamos unos a otros en la
resurrección a la vida en la Tierra.

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