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AUSENCIA DE RESPONSABILIDAD

Nos corresponde ahora hablar de las causales de ausencia de responsabilidad


establecidas en el artículo 32 del código penal colombiano. Tema de gran
relevancia en el ámbito penal y que tiene que ver con la observación de los
diferentes supuestos en donde no hay lugar a afirmar la existencia de un delito, ya
que se dice que el sujeto activo actúa amparándose en una causal de justificación.
Entre las más comunes encontramos la legítima defensa, fuerza mayor y caso
fortuito, error de prohibición, entre otras. La doctrina por su parte las ha definido
como: “las situaciones de ausencia de responsabilidad serán todas aquellas que
niegan algunas de las condiciones imprescindibles para que exista la
responsabilidad penal según la estructura propia de imputables o inimputables” 1
Su análisis esta gira entorno a supuestos de hecho donde se podría indicar que
no hay una conducta punible en sí, puesto que quien realiza la acción estaría en
una condición psíquica o moralmente inestable ya sea por la acción de un tercero
o por hechos ajenos a él y pudiera estar actuando amparado bajo este tipo de
causales de justificación, atipicidad o exculpación, que impedirían su
judicialización. El fundamento de estas eximentes de culpabilidad es la no
exigibilidad de otra conducta al autor, puesto que se considera que este actúa en
una situación motivacional fuera de lo normal en razón del miedo.
Se han definido las causales de justificación, como unas normas permisivas o
mejor como autorizaciones para actuar de cierta manera en casos particulares. Así
mismo, en varios textos se habla que el artículo 32 del código penal debe
entenderse como un valioso instrumento para entender cuando se está en
ausencia de responsabilidad penal, sin embargo, aclaran que en ese artículo no se
encuentra regulada toda la materia estableciendo que no habrá lugar a
responsabilidad penal en todos los casos en los que no haya conducta, que haya
atipicidad, que exista justificación, inculpabilidad y que la pena no sea necesaria,
así no se encuentren taxativamente en el artículo 32.
Sin embargo, en lo que a este trabajo concierne, nos enfocaremos en estudiar las
causales cuarta y octava del mencionado artículo, y que corresponden a que se
obre en cumplimiento de orden legitima de autoridad competente y la insuperable
coacción ajena.

INSUPERABLE COACCIÓN AJENA


Antes que empezar a describir la causal de justificación tendremos que definir ¿qué
entendemos por coacción?, respecto a este término, diremos que, el diccionario
español la describe como la “fuerza o violencia física o psíquica que se ejerce

1
VELÁSQUEZ, Fernando. Manual de derecho penal. pág. 225-244
sobre una persona para obligarla a decir o hacer algo contra su voluntad” 2. La
doctrina estudiada da su significado de manera similar y señala que “es la fuerza o
violencia que se hace a alguna persona para obligarla a que diga o ejecute u omita
alguna cosa”3
Ahora bien, adentrándonos ya en materia penal, la insuperable coacción ajena
como causal de ausencia de responsabilidad, la encontramos en el numeral 8º del
artículo 32 de la ley 599 de 2000 (Código Penal Colombiano) y se entiende como
la acción de un sujeto que constriñe a otro mediante violencia física o psicológica,
para que ejecute un delito, bien sea por acción o por omisión.
La violencia a que se hace referencia en la insuperable coacción ajena puede ser
de dos clases:
Violencia física: o también llamada vis absoluta, que es cuando el tercero
coaccionador se manifiesta a través de actos que inciden bilógicamente y de
manera directa sobre la víctima, por ejemplo, golpeándola, torturándola, para que
está cometa un comportamiento antijurídico, en estos eventos el coaccionado
sucumbe a los deseos del tercero para no seguir padeciendo el daño que este le
está causando.
Violencia psíquica: o llamada también vis compulsiva el coaccionador realiza
maniobras que no alcanzan físicamente al sujeto, tal es el caso de una persona a
la que le secuestran un ser querido para obligarlo a que realice el ilícito impuesto
por el captor. Esa amenaza debe ser tan grave, que desaparece la voluntad de la
persona intimidada. Es decir, debe ser de tal naturaleza que cause impresión en el
ánimo de una persona razonable y la obliga a actuar conforme a la voluntad de su
constreñidor.
En otras palabras, la Corte ha mencionado que la insuperable coacción ajena se
refiere a un comportamiento típico ejecutado por una persona, que puede ser por
acción u omisión que si no fuera por el sometimiento al que se enfrenta por un
tercero no la realizaría; es decir, “el sujeto activo no goza de las condiciones para
gobernar a plenitud su voluntad ya que su libre autonomía está dominada por la
compulsión del coaccionador”.4
Cierta parte de la doctrina ha enmarcado la insuperable coacción ajena dentro del
“estado de necesidad justificante”, el cual se traduce en una causal de exclusión
de la antijuridicidad o de la culpabilidad, depende del caso. Teniendo en cuenta
que este se presenta cuando el agente comete una acción típica con el objeto de
proteger un derecho propio o ajeno ante una amenaza de un daño inminente. Es
así como esta causal la puede invocar la persona que ha sido coaccionada a
actuar por una tercera persona. Ejemplo: el vendedor de un almacén que obligado

2
https://www.google.com/search?q=coacci%C3%B3n&rlz=1C1CHBF_esCO810CO811&oq=coacci
%C3%B3n+&aqs=chrome..69i57j0l4j69i60l2j69i61.6133j1j1&sourceid=chrome&ie=UTF-8
3
Vallejo M –Ruiz J. (2019) Manual de Derecho Penal: Leyer Editores.
4
Mg. Ponente EYDER PATIÑO CABRERA, Corte Suprema de Justicia. Rad. SP2430-2018 – 45909.
por delincuentes armados ayuda a recoger el dinero depositado en la caja
registradora.5
Esta causal fue muy utilizada por los nazis para no ser condenados por los delitos
que cometieron frente a los judíos afirmando que si ellos no mataban a un judío o
a un miembro de la resistencia francesa los militares alemanes acababan con su
vida. En estos casos se debe demostrar que por la coacción a la que fue sometido
no pudo actuar de otra manera.
Para que exista esta causal se requieren ciertos requisitos que son:
1.- Configuración de actos constrictivos graves ejercidos intencional e ilícitamente
por un tercero.
2.- La coacción debe ser grave, injusta o contraria a derecho, inevitable, actual o
inminente.
3.- Insuperabilidad de la coacción, es decir que no pueda vencerse o dominarse.
4.- La coacción debe afectar directamente al coaccionado o a sus seres cercanos
(hijo, madre, padre o cónyuge), de tal forma que determine su comportamiento.
5.- El coaccionado debe actuar conociendo que es objeto de una coacción.

Problema jurídico
¿Es, la “insuperable coacción ajena” eximente de responsabilidad cuando existen
amenazas contra la vida e integridad de una persona o de un miembro de su
familia ejercidas por un tercero indeterminado?
Para dar solución al problema jurídico traeremos a colación la sentencia de
casación con radicado No. 42099 de 16 de diciembre de 2013 – Mg. Ponente
EUGENIO FERNANDEZ CARLIER, sentencia de emitida por la Corte Suprema de
Justicia por medio de la cual se absolvió José Crisanto Gómez Tovar en el caso
del hijo de Clara Rojas. Los hechos que rodean el caso son los siguientes:
En el año 2002, en la carretera que de Florencia conduce a San Vicente del
Caguán, Ingrid Betancourt Pulecio y Clara Leticia Rojas González, candidatas a la
Presidencia y a la Vicepresidencia de la República, respectivamente, fueron
secuestradas por el grupo criminal FARC. La segunda, en cautiverio, quedó
embarazada y dio a luz un niño, en la selva, el 16 de abril de 2004.
Hacia octubre de 2004 la señora Rojas González, junto con otros secuestrados,
fue trasladada al Guaviare, a cargo del jefe guerrillero "Jerónimo", quien le
permitió estar todo el tiempo con el niño. Sin embargo el menor presentaba graves
problemas de salud. En esa situación, en enero de 2005, "Jerónimo" le preguntó a

5
VELÁSQUEZ, Fernando. Manual de derecho penal. pág. 391-392.
la madre si estaba de acuerdo con que se llevaran al niño unos 15 días para
prestarle atención médica. Sin alternativa, ella accedió.
El pequeño fue trasladado por unos guerrilleros hasta la finca del curandero
indígena Ramón Gaitán Hernández, ubicada en la orilla del rio Inhírida. Llegaron
en una lancha rápida al lugar y preguntaron por él, señalando que lo buscaban
para que sanara las enfermedades visibles del menor. Sin embargo, en el lugar
solo se encontraban los hijos del curandero, por lo que tras esperar un rato, y en
vista que el señor José Crisanto no llegó dejaron al niño y dijeron que volverían al
otro día, pero sólo lo hicieron 4 meses después.
En vista de que la situación médica del menor no mejoraba, y ante las amenazas
del grupo armado al margen de la ley, el señor José Crisanto huyó con su familia y
entregó al menor al ICBF cuando también lo había registrado con datos falsos
pues mencionó que el menor era hijo de una sobrina que había sido asesinada a
manos de la guerrilla. Fue cuando la guerrilla iba a liberar a la señora Clara Rojas
que empezaron nuevamente las amenazas en contra de José Crisanto para que
devuelva al niño.
En este caso se puede dilucidar que en realidad existió una insuperable coacción
ajena, pues fue un grupo armado peligroso el que obligó al señor José Crisanto a
que se hiciera cargo del menor, y lo tuviera en su poder. Algo a lo que no podía
negarse pues estaba en juego su vida, más aún, cuando el grupo armado había
tratado de llevarse a su hijo menor de 7 años para adoctrinamiento dentro de las
FARC, situación a la que se opuso el señor José Crisanto. Ahora bien, la coacción
ejercida por la guerrilla cumplía con los requisitos que debe tener el caso para que
se enmarque en la causal de insuperable coacción ajena, toda vez que, se
trataban de actos constrictivos graves ejercidos de manera intencional e
ilícitamente por las FARC en contra del coaccionado, la coacción era actual, pues
la vereda donde residía el curandero se encontraba dominado por ese grupo
armado y los delitos se cometían a diario, y por último, el peligro era inminente y
no podía dominarlo el sujeto, pues de no hacer lo que el grupo le pedía se corría el
riesgo de que atentaran contra su vida o contra la vida de uno de los miembros de
su familia, y como es bien sabido, esa clase de grupos armados cumplen sus
amenazas, y eso lo tenía claro el señor José Crisanto quien ya había sufrido
hostigamientos por parte de los grupos ilegales.
Es así como se puede concluir que, en el caso concreto no fue una persona
determinada quien coaccionó al curandero para que se hiciera cargo de un niño en
cautiverio sino un grupo armado ilegal. Que al momento de los hechos no se sabía
quién dio la orden de amenazarlo pero con que se sepa que la coacción venia de
ese grupo armado era suficiente para no negarse a ejecutar la orden porque era
seguro que de no cumplirla terminarían acabando con su vida o con la de uno de
los de su familia.

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