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ha dado lugar a una amplia literatura normativa sobre la base del efecto del divi-
dendo en la valoración de las acciones. La controversia teórica y la investigación
empírica correspondientes ocupan sendos apartados. Algunas consideraciones fi-
nales cierran, a modo de conclusión, el presente ensayo.
En términos prácticos, todo parece indicar que, para los responsables de las
empresas, la formulación de una política de dividendos es un asunto importante
en el esquema general de la vertiente financiera de sus decisiones estratégicas. Eso
sí, los datos disponibles ponen de relieve una apreciable fluctuación en los niveles
e importancia de los dividentos seg ŭn firmas y ramas de actividad '. La pregun-
ta surge de inmediato: <:,por qué esas diferencias? 0 bien, iqué factores determi-
nan de facto las políticas de distribución de dividendos en las compañías? Esta-
mos ante un enfoque positivo de la cuestión, cuyo examen bien puede ayudar a
una mejor comprensión de las —es de creer— m ŭltiples variables que en el mun-
do de los negocios condicionan y explican la conducta empresarial con referencia
a la autofinanciación y dividendos.
Para abordar tal extremo, puede ser de interés repasar los elementos que en
los libros de texto se consideran factores generales de influencia, por cuanto se-
rán reflejo de las ideas habitualmente admitidas en la materia —la sabiduría
convencional—. El cuadro 1 contiene un resumen casi telegráfico de las afirma-
ciones que al respecto aparecen en algunos de los manuales más conocidos. Se
advierte un relativo consenso, de modo que la política de dividendos cabe verla
condicionada por seis factores básicos, grosso modo:
— Rentabilidad de la firma y estabilidad de sus ganancias.
— Tasa de crecimiento y oportunidades de inversión.
— Estructura financiera y capacidad de acceso a los mercados de capitales.
— Situación de liquidez de la empresa.
— Limitaciones legales o contractuales.
— Preferencias de los accionistas.
Comentémoslos seguidamente:
Por más que el dividendo repartido no venga férreamente fijado por los be-
neficios del ejercicio, parece razonable pensar que la cuantía y el comportamien-
I V., como ejemplo de ello, Banco de España (1982-83, pág. 301). Informa de los ratios de di-
videndo sobre recursos propios y 'rentabilidad fmanciera de los recursos propios' en los dieciséis grandes
sectores de actividad' de su Central de Balances; una comparación por cociente entre ambos facilita
el valor del payout ratio. El payout ratio, o coeficiente de reparto, se define como el cociente entre
los dividendos distribuidos y el beneficio neto del ejercicio.
12 José Miguel Rodríguez Fernández
Cuadro I
FACTORES DETERMINANTES DE LA POLITICA DE DIVIDENDOS
Autores Enumeración
1. Normas legales.
2. Posición de liquidez.
3. Necesidad de pagar deudas.
4. Limitaciones en los contratos de endeudamiento.
Weston y Brigham 5. Tasa de expansión del activo.
(1977, págs. 601-604) 6. Tasa de rendimiento.
7. Estabilidad de las ganancias.
8. Acceso a los mercados de capitales.
9. Control de la empresa.
10. Situación de los accionistas en cuanto a impuestos.
11. Impuesto sobre los beneficios injustificadamente retenidos.
Cuadro 1 (continuación)
Autores Enumeración
Y, por supuesto, no hemos de olvidar que la dimensión —de por sí— condi-
ciona las posibilidades de financiación: una compañía de gran tamario, con una
bien asentada reputación como negocio lucrativo y sólido, disfrutará de un acce-
so más fácil al mercado de capitales que la firma pequeria, nueva o inestable, casi
siempre propensa a restringir el pago de dividendos por causa de su escasa facili-
dad para reunir fondos a través de contratación de deuda o emisión de acciones
en dicho mercado.
Al hilo de lo anterior, y con independencia del volumen de ganancias logra-
das en el ejercicio corriente o acumuladas, si los activos líquidos de una compa-
ñía se han visto seriamente reducidos por inversiones adicionales o devolución
de préstamos y créditos, es natural que sus responsables sean remisos al pago de
dividendos, o de hecho les será imposible hacerlo sin poner en peligro el normal
funcionamiento de la entidad. Ŭnicamente de contar con cierta flexibilidad fi-
nanciera —por ejemplo, en forma de reserva de capacidad de endeudamiento
adicional— se estará en posición de solventar el problema. Por el contrario, una
excesiva acumulación de activos de tesorería puede que no sea una operación su-
ficientemente rentable para los intereses de la empresa y sus propietarios; satisfa-
cer un dividendo contribuiría a su eliminación y colocaría la liquidez de la firma
en el nivel ordinario requerido.
De otro lado, hemos de tener presente que, sean disposiciones legales, sean
reglamentaciones administrativas o preceptos estatutarios, es lo cierto que la dis-
tribución de dividendos queda condicionada al cumplimiento de diversos requisi-
tos: principio de efectividad del capital social, prohibición de repartir dividendos
`ficticios (v. art. 107 de la Ley de Sociedades Anónimas espariola), obligación
de constituir reservas de cierto volumen, etc. También puede ocurrir que las res-
tricciones nazcan de las cláusulas de protección de los acreedores contenidas en
los contratos de préstamo negociados o en las escrituras de emisión de obligacio-
nes. Tal es el caso de comprometerse a no distribuir como dividendo más de un
determinado porcentaje del beneficio, de modo que la acumulación de ganancias
permita la sustitución paulatina y ordenada de la deuda por capital propio; o los
compromisos para eliminar el abono de dividendos si la tesorería o el fondo de
rotación descienden por debajo de un nivel preespecificado.
Por ŭltimo, falta referirnos a las preferencias de los accionistas. En el caso
de que la propiedad de la compañía se halle concentrada en pocas manos, los di-
rectivos seguramente conocerán con facilidad si los socios quieren percibir divi-
dendos o acumular plusvalías, lo cual será producto de muy diversos elementos:
consideraciones fiscales, costes de transacción, mantenimiento de la estructura de
control vigente en la empresa, etc. Cuando la propiedad se encuentra muy dilui-
da, es difícil conocer directa y fehacientemente los deseos del amplio colectivo
de accionistas, por lo que será conveniente analizar el comportamiento y perspec-
tivas del mercado bursátil a fin de poner en práctica una política de dividendos
competitiva. Las decisiones adoptadas por empresas similares pertenecientes al
mismo sector y con análoga evolución histórica en sus pautas de dividendos re-
sultan ser así un estimable punto de referencia, máxime si admitimos un posible
`efecto de clientela', de acuerdo con el cual la política de dividendos determina
16 José Miguel Rodríguez Ferndndez
2 Como señala el Prof. Suárez Suárez (1986, pág. 594), unos dividendos estables o regulares cons-
tituyen «un buen indicador de la solidez económica y financiera de la empresa, y por ello es lógico
que tal política inspire a los accionistas cierta confianza en la marcha de la empresa».
Discusidn tedrica y evidencia empírica acerca de la política de dividendos 17
una fracción de la diferencia entre el pago del ŭltimo período y la tasa que resul-
taría de aplicar el ratio-objetivo a los presentes beneficios. Tanto la velocidad de
ese ajuste como los propios target payout ratios eran distintos segŭn las empre-
sas, producto de un extenso nŭmero de diferencias en el historial, objetivos y pautas
de funcionamiento de ellas.
Más de una década después, la investigación de Fama y Babiak (1968) se en-
caminó a comparar el modelo de Litner con otros alternativos, sirviéndose de una
técnica de simulación para estudiar las propiedades de los parámetros. De las mu-
chas especificaciones contrastadas, las dos más adecuadas son, precisamente, la
de Litner y una similar —que se comporta algo mejor— donde figuran las ganan-
cias en régimen de variable retardada. Parece, pues, que en las empresas estadou-
nidenses sólo se incrementa el dividendo después de tener una aceptable seguri-
dad de que será posible mantener el nuevo nivel en el futuro.
Pero, junto con los beneficios, ya quedó apuntado en páginas previas que
también otras variables pueden ser importantes. Así, volviendo atrás en el tiem-
po, el estudio de Darling (1957) sugiere una más completa explicación del com-
portamiento de los dividendos, y se caracteriza sobre todo por incluir factores
de liquidez y expectativas. Modifica el modelo de Litner para expresar el dividen-
do en función de: a) las ganancias netas —es decir, después de impuestos— del
presente ejercicio; b) las correspondientes al anterior; c) la dotación del ario para
amortizaciones, por cuanto cabe que intervenga como amortiguador de emer-
gencia para soportar el nuevo nivel de dividendo; d) la variación en el volumen
de ventas, como variable proxy del cambio previsto en las necesidades de fondo
de rotación; y e) un indice de liquidez (L) definido a partir del grado de desvia-
ción entre las posiciones futuras de tesorería actualmente esperadas y las desea-
das. Puesto que L es inobservable y no se incluye en la regresión, los residuos
de la ecuación reflejarán cambios en las expectativas del negocio. Concluye que,
para el colectivo de grandes sociedades anónimas industriales, los dividendos
—en términos agregados— tienden a variar directamente con a), b) y c); por con-
tra, lo hacen en relación inversa con d), como era de esperar. Los residuos son
positivos (negativos) durante los períodos de perspectivas optimistas (pesimistas).
Al hilo de un amplio trabajo econométrico acerca de las empresas de energía
eléctrica, Dhrymes y Kurz (1964) encuentran que el pago de dividendos está noto-
riamente afectado por variables no consideradas por Litner, cual es el caso de
la magnitud relativa de su programa de inversiones, nivel de endeudamiento a largo
plazo, tamario de la firma y status de control —dominada o no por otra—. La
situación de liquidez, medida por el fondo de rotación, no parecía elemento sig-
nificativo. El coeficiente de la variable inversiones' —a decir verdad, de no muy
alta significación— tiene signo negativo, lo cual es consistente con un mercado
de capitales imperfecto donde los beneficios retenidos constituyen una financia-
ción más barata que la externa.
El perfil de los factores determinantes de los dividendos adquiere nuevos ma-
tices con el trabajo de Brittain (1966). Atraído por el hecho de que, entre 1946
y 1962, los dividendos crecieron en Norteamérica a una tasa del 6 por ciento y
aumentaban de continuo los tipos de gravamen para los dividendos computados
18 José Miguel Rodríguez Fernández
3 Merced a los datos facilitados por Azofra Palenzuela, y ante la sospecha de que —pese a utili-
zar un procedimiento 'paso a paso' para seleccionar las variables independientes— ese signo inespera-
do pudiera ser consecuencia de una fuerte multicolinealidad en el modelo estimado, hemos sometido
éste al test de Farrar y Glauber (expuesto, por ejemplo, en Koutsoyiannis, 1977, págs. 242-246). Los
resultados indican que, al nivel de confianza del 99%, debemos aceptar la hipótesis de multicolineali-
dad, de lo cual son responsables todas las variables explicativas, muy especialmente las arriba citadas
en segundo y cuarto lugar.
20 José Miguel Rodriguez Fernández
cionados. Los ratios citados en primer, tercer, cuarto y quinto lugar presentan
—ceteris paribus— un efecto neto positivo: mayores valores implican una más
alta probabilidad de distribuir dividendos. En cambio, el mencionado en segun-
do lugar interviene con un efecto diferencial contrario, es decir, en sentido nega-
tivo, lo cual también es lógico si tenemos presente que puede considerarse asocia-
do con las necesidades de fondos para inversión en capital fijo o circulante.
Las contrastaciones econométricas y estadísticas hasta aquí resumidas otor-
gan perceptible respaldo —aun sin visos de total generalidad ni ausencia de in-
consistencias— a las afirmaciones habituales de los manuales académicos sobre
las variables determinantes de la política de asignación del beneficio, aquí comen-
tadas en el precedente apartado 1.1. Procede ahora profundizar en el análisis de
uno de los factores antes reseriados: las preferencias de los accionistas, quienes
pueden apreciar en distinta medida los dividendos y las ganancias de capital. La
cuestión ha dado lugar a una extensa y específica literatura tanto teórica como
empírica.
4 Un mercado se dice incompleto cuando no existen tantos títulos con rendimientos linealmente
independientes como la suma total del n ŭmero de estados de la naturaleza a lo largo de los varios
períodos considerados.
Discusión teórica y evidencia empírica acerca de Ia política de dividendos 25
tan tanto argumentos que inducen a creer que tal óptimo habría de situarse a un
bajo nivel como lo contrario.
Desde luego, el debate en torno al tema dista de estar concluido. Los defen-
sores de la tesis de irrelevancia de los dividendos arguyen que las imperfecciones
del mercado a las que sucesivamente se ha hecho alusión carecen de verdadera
trascendencia.
Así, sostienen que, gracias a diversos 'escudos fiscales en forma de renta
no sujeta o exenta y gastos deducibles correspondientes a los intereses de la deuda
concertada para adquirir activos financieros, los tipos efectivos de gravamen so-
bre los dividendos se aproximan a los correspondientes a las ganancias de capital
(Miller y Scholes, 1978).
Por lo que atarie al posible contenido informativo de los cambios en el nivel
de dividendo, quienes mantienen la tesis de neutralidad o irrelevancia no tienen
inconveniente en admitirlo, dentro de un mundo incierto; pero siguen afirmando
que el dividendo no determina per se el valor de la compariía, valor que depende
en lo fundamental de los beneficios presentes y los esperados en el futuro. Vea-
mos más en detalle este punto.
En opinión de Miller y Modigliani (1961), si, ante el anuncio del dividendo,
el mercado responde con movimientos en el precio de la acción, ello será conse-
cuencia de la nueva información recibida sobre las expectativas de los directivos
y, en definitiva, acerca del valor de la empresa: habría ocurrido así cualquiera
que fuere la vía a través de la cual el mercado conoce esa información 5 , y no de-
muestra necesariamente que los accionistas prefieran los dividendos a las ganan-
cias retenidas. El reciente modelo de Miller y Rok (1985) parte de la hipótesis de
que existe información asimétrica; en concreto, los directivos saben más que los
inversores externos acerca de las verdaderas ganancias actuales de la empresa. En
ese contexto, el anuncio de dividendos sirve para que el mercado infiera los bene-
ficios del período corriente. A su vez, la cifra de estos ŭltimos —no tanto el divi-
dendo en sí— constituye la base para estimar las ganancias futuras. De nuevo,
al igual que en el trabajo de Miller y Modigliani (1961), el valor de la firma des-
cansa sobre su capacidad para general beneficios, sólo que —de esa forma
indirecta— los dividendos pueden llevar consigo un importante contenido infor-
mativo.
A mayor abundamiento, se hace hincapié en la posible existencia de un efecto
de clientela'. Comentamos en su momento que los costes de transacción soporta-
dos por los accionistas al vender una parte de sus títulos para realizar plusvalías
pueden hacer preferible para determinadas personas el cobro de dividendos. Pero
eso simplemente significa que debido a diversos factores —aparte del menciona-
do, cabe citar también los de carácter fiscal, por ejemplo— algunos inversores
desean dividendos y otros —por contra— ganancias de capit nsecuencia,
cada firma adoptará una política de reparto de benefic cirse en
1
5 Como afirma Hampton (1982, pág. 395), «conforme a la pre0.-it de Mil A19,c aw 1 cam-
bio en el dividendo proporciona la ocasión para variaciones del preci no eš1àusa de la ración
del precio».
013
26 José Miguel Rodríguez Fernández
6 Un examen del alcance del ratio q como instrumento del análisis financiero puede encontrarse
en Espitia Escuer (1986).
Discusión tedrica y evidencia emptrica acerca de la política de dividendos 27
ciales dividendos aun cuando hayan de vender acciones adicionales para hacerlo.
Además, hemos de tener presente la 'hipótesis q del dividendo'.
Ante tal panorama, no es de extrariar que sean muy abundantes las contras-
taciones empíricas Ilevadas a cabo; hasta el punto de que sería verdaderamente
prolijo comentar, siquiera fuese en pocas líneas, cada una de ellas. Un buen resu-
men de este tipo de literatura figura, en las obras de Hampton (1982, págs. 386-394)
y Copeland y Weston (1983, págs. 506-520). Aquí, y con una pretensión mera-
mente ilustrativa sobre el estado de la cuestión, basta que nos limitemos a repasar
algunos estudios recientes.
El trabajo de Litzenberger y Ramaswamy (1982) alcanza conclusiones simi-
lares a las de su investigación de 1979: más altas rentabilidades por dividendo es-
tán asociadas con mayores tasas de rendimiento esperado antes de impuestos, sin
que la relación sea lineal. Es decir, a igual nivel de riesgo, el inversor exige que
se le compense al mantener acciones con importante rentabilidad por dividendos.
Insisten en que llegan a ese resultado basándose sólo en la información disponi-
ble a priori y, por tanto, sin incurrir en el sesgo de estimación derivado de una
indebida confusión entre el efecto del anuncio del dividendo y el efecto de la le-
gislación fiscal, aunque aceptan que es cuestión debatible si el diferencial de ren-
dimiento detectado puede atribuirse a los impuestos o a variables omitidas en
su análisis. Precisamente, esa confusión de efectos es la argumentación básica de
Miller y Scholes (1982) al rechazar que la correlación positiva entre las tasas de
rendimiento esperado ajustadas al riesgo y las rentabilidades por dividendo pro-
venga de la estructura tributaria: cuando corrigen estas ŭltimas rentabilidades para
eliminar el efecto de información' asociado con el anuncio de dividendos, no en-
cuentran rastros significativos de que la fiscalidad tenga repercusiones en el senti-
do serialado en el apartado 2.1. Booth y Johnston (1984), tras examinar el com-
portamiento del precio de las acciones ex-cupón en Canadá, llegan a la conclu-
sión de que —en términos de valoración— aparentemente existe una preferencia
del mercado hacia las ganancias de capital en detrimento de la renta líquida perci-
bida como dividendo, en la misma línea que los trabajos de Litzenberger y Ra-
maswamy. Por su parte, Kaplanis (1986) aporta evidencia que sostiene la hipóte-
sis de 'clientelas por razones fiscales'
Tanto Brickley (1983) como Asquith y Mullins (1983) han comprobado que
incrementos en el dividendo producen un impacto positivo en la riqueza de los
accionistas, ratificando la opinión de que los dividendos transmiten a los inverso-
res información valiosa y singular, no contenida en otras fuentes. Sin duda inte-
resante es la evidencia empírica proporcionada por Kane, Lee y Marcus (1984),
quienes encuentran una interacción estadísticamente significativa entre el efecto
de las declaraciones de dividendos y el impacto derivado del anuncio de las ga-
nancias logradas por la firma. De ambas formas se pone en conocimiento del mer-
cado una información ŭtil, aunque imperfecta; y queda establecida una relación
corroborativa entre una y otra comunicación: los inversores conceden mayor con-
fianza a un reforzamiento o a una reducción imprevistos del dividendo cuando
también el beneficio publicado supera o incumple las expectativas, y al revés.
28 José Miguel Rodríguez Ferndndez
ricas sigue abierto. No en balde se topa con —por lo menos— dos problemas sus-
tanciales al afrontar las tareas de verificación: primero, la dificultad de aislar y
controlar las expectativas de los inversores; segundo, los obstáculos para identifi-
car y separar el impacto de otras fuentes de información que act ŭan a la vez que
la analizada. Con todo, en una consideración de conjunto, la investigación empí-
rica parece otorgar bastante refrendo al efecto de serial ejercido por el dividen-
do, de manera que los cambios en éste transmiten al mercado información relati-
va a las oportunidades futuras de la empresa. A la vez, no es despreciable la evi-
dencia que revalida la sugerida hipótesis de 'clientela por razones fiscales', seg ŭn
la cual cada inversor optará por acciones de firmas con altos o bajos payout
ratios en función de las repercusiones tributarias que para él tenga tal decisión.
Tema distinto es afirmar que la empresa maximiza la riqueza de los accionistas
al no pagar dividendos en razón de que el tipo efectivo de impuesto sobre las ga-
nancias de capital supera al de los dividendos, ya que dicho argumento no tiene
por qué ser generalizable a todos sus accionistas.
3. Consideraciones finales
7 Cuando se habla del contenido informativo de las políticas de dividendos, hay que recordar
la posibilidad de que a los accionistas de compariías poco brillantes les sea provechoso incentivar ba-
jo cuerda' a los directores para que —al menos mientras sea posible— emitan seriales falsas. Pero
no hemos de olvidar que la distribución de dividendos puede constituir para una firma una vía costo-
sa, gravosa, de serialización financiera, tanto por razones fiscales como por todos los costes de tran-
sacción que de forma directa o indirecta lleva consigo. Además, unos dividendos generosos, carentes
de una base de beneficios y financiados mediante sucesivas ampliaciones del capital social, termina-
rán por ser insostenibles a largo plazo. En otro orden de cosas, cabe plantearse si algunos inversores
no podrían interpretar un aumento en el payout ratio como serial de que la empresa carece de oportu-
nidades de inversión rentables y tiene escasas perspectivas de mantener o incrementar su capacidad
de generar beneficios.
Discusión teórica y evidencia empírica acerca de la política de dividendos 31
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34 José Miguel Rodriguez Fernández