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T R I E N I O 2019-2022
CIRCULAR Nº21
Ref.: FIESTA DE TODOS LOS
SANTOS Y FIELES DIFUNTOS
Sra. Presidenta de la
Comisión Arq/Diocesana de la
LIGA DE MADRES DE FAMILIA
Queridas hermanas:
Que el testimonio de los Santos anime a todos los cristianos a vivir mejor el
Evangelio y como Liga de Madres de Familia, podamos ser testigos del amor de Dios a
través de ellos. Que sus ejemplos fecunden nuestro trabajo con vitalidad siempre
nueva.
El Señor llama
10.Lo que quisiera recordar con esta Exhortación es sobre todo el llamado a la santidad
que el Señor hace a cada uno de nosotros, ese llamado que te dirige también a ti: «Sed
santos, porque yo soy santo» (Lv 11,45; cf. 1 P 1,16). El Concilio Vaticano II lo destacó con
fuerza: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con
tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su
camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».
También para ti
14. Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas
veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen
la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho
tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos
viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí
donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con
alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu
esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con
honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o
abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad?
Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.
16. Esta santidad a la que el Señor te llama irá creciendo con pequeños gestos. Por
ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y
comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: «No, no
hablaré mal de nadie». Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide
conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada se sienta a su lado y escucha con
paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive un momento de angustia,
pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza con fe. Ese es otro
camino de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a conversar
con él con cariño. Ese es otro paso.
Nos dice San Agustín: "Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su
recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios”. Destacamos entonces la
fuerza de la oración. Rezar por los difuntos es la mayor obra de misericordia también nos
dijo Santo Tomás. Los creyentes las ofrecemos (sufragios) junto a las misas para todos
ellos, y en especial por las almas del purgatorio para que lleguen a la presencia de Dios.
Oramos por nuestros seres queridos y por todos los miembros de la Liga de Madres de
Familia que ya partieron a la Casa del Padre. Este recuerdo quizás reviva el dolor de sus
partidas pero tenemos fuerzas, porque la Fé nos llena de consuelo y esperanza en la vida
eterna, en la vida feliz junto a Dios. Haciéndolo, renovamos nuestra Fé en actitud de
alabanza y gratitud .Que María Madre, corone estas reflexiones con su amor, y nos
acerque al Señor para glorificarlo.
ORACION
a.- La indulgencia plenaria para los que visiten un cementerio y recen por los
difuntos aunque sólo sea mentalmente, establecida por regla general sólo en días
concretos del 1 al 8 de noviembre, podrá ser trasladada a otros días del mismo mes hasta
que acabe. Estos días, elegidos libremente por los fieles, también pueden ser
independientes entre sí.
Los ancianos, los enfermos y todos aquellos que por motivos graves no puedan salir de
casa, por ejemplo a causa de las restricciones impuestas por la autoridad competente
para el tiempo de la pandemia, con el fin de evitar que numerosos fieles se aglomeren en
los lugares sagrados, podrán obtener la indulgencia plenaria siempre que se unan
espiritualmente a todos los demás fieles, completamente desapegados del pecado y con
la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales (confesión
sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), ante
una imagen de Jesús o de la Santísima Virgen María, recen oraciones piadosas por los
difuntos, por ejemplo, laudes y vísperas del Oficio de Difuntos, el rosario mariano, la
corona de la Divina Misericordia, otras oraciones por los difuntos más apreciadas por los
fieles, o se dediquen a la lectura meditada de alguno de los pasajes del Evangelio
propuestos por la liturgia de los difuntos, o realicen una obra de misericordia ofreciendo
a Dios los dolores y las dificultades de su propia vida.