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En la liturgia, la Iglesia celebra con gozo y gratitud el Misterio Pascual de Cristo, que invade y
sostiene la vida de los cristianos con su fuerza santificadora.
El Vaticano II, a través de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, afirmó que la liturgia "es el
culto público íntegro ejercido por el cuerpo místico de Jesucristo, la obra por la que Dios es
perfectamente glorificado y los hombres santificados, en donde signos sensibles significan y cada
uno a su manera realiza la santificación de los hombres" (SC10).
Evidentemente, el fin de la liturgia es dar culto a Dios (SC 59). Pero junto a la glorificación de Dios
se da en la liturgia la "santificación de los hombres en Cristo" (SC 10). Es un doble movimiento de la
liturgia: el que transmite de los hombres el don de Dios y el que revierte a Dios el amor de los
hombres salvados, claramente formulado por el Vaticano II. Por lo tanto, la liturgia es de
naturaleza pastoral, puesto que pone en obra la acción de Jesucristo.
Sin embargo, la liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia (SC 9); la acción pastoral es más
amplia que el ejercicio del culto sagrado. Pero podemos afirmar que la pastoral litúrgica es aquella
acción pastoral realizada hoy por el pueblo de Dios con el objeto de edificar el cuerpo de Cristo,
mediante las acciones eclesiales del culto cristiano, teniendo en cuenta la situación real de los
hombres.
En SC 8, se habla de la liturgia como anuncio de la plenitud del Misterio Pascual. No sólo es aquel
hecho que realizó Cristo y que la Iglesia actualiza en los signos de la liturgia,
La liturgia no sólo recuerda los hechos pasados y los actualiza en el presente, sino que anticipa el
porvenir, el futuro. Anuncia. En el pasado tenemos el Cristo histórico, en el presente el Cristo
sacramental y místico y, además, en el futuro la Parusía.
2. Actos de culto popular o folklore: v. gr.: Tres caídas, peregrinaciones, procesión del
silencio, etcétera.
a) Dimensión trinitaria
b) Dimensión eclesial
c) Dimensión antropológica
La celebración litúrgica manifiesta al hombre orante que expresa a través de las fórmulas y ritos la
riqueza y hondura de sus sentimientos. Abarca toda la situación histórica en la que la Iglesia vive y
se mueve. La celebración es expresión del hombre completo: cuerpo, alma, espíritu, sensibilidad,
psicología, etcétera.
Todo lo que Cristo hizo tuvo esta finalidad: Redimir a los hombres, convertirlos en hijos que se
reconocieran amados por Dios. Por eso se hizo hombre. Por eso vivió igual en todo a nosotros: fue
niño, joven, adulto, trabajador. Por eso anunciaba y manifestaba la bondad de su Padre mediante
su vida. Por eso sufrió y finalmente murió para redimimos. Esta obra no estaba completa con su
muerte. Él resucitó para una vida nueva, que ya no está sujeta a las dificultades y peligros de la
vida de este mundo. Viviendo esta vida, fue elevado a la derecha de su Padre, en la gloria del cielo,
y permanece en medio de nosotros.
Palabra y por su Vida. El Culto es la respuesta de movimiento ascendente del hombre hacia Dios
hecha oración y compromiso vital. La santificación y el culto enmarcan los dos fines de la liturgia.
4. Conclusiones
* En la liturgia la Iglesia se comprende a sí misma, se alimenta en la mesa de la Palabra y del Pan
de Vida, recobra aliento todos los días para continuar en el camino que debe conducirla a la
alegría y a la paz de la tierra prometida. Se puede decir que la vida espiritual de la Iglesia pasa a
través de la liturgia, en la cual los fieles encuentran la fuente siempre abundante de la gracia y la
escuela concreta y convincente de aquellas virtudes mediante las cuales pueden dar gloria a Dios
en presencia de los hermanos.
*En SC 14 se habla de la participación plena, consciente y activa, para la que todos los fieles
deberían ser formados con diligencia, sin embargo, no se puede esperar que esto ocurra (subraya
el texto) si antes los mismos pastores de almas no se impregnan totalmente del Espíritu y de la
fuerza de la liturgia.
* Es necesario comenzar por la formación litúrgica del clero, y especialmente en los jóvenes
seminaristas bajo el aspecto teológico, histórico, espiritual, pastoral y jurídico. No se olviden las
Constituciones Apostólicas, los Praenotanda y las Ordenaciones Generales en los libros litúrgicos.
UNIDAD 1
En nuestros días, esta palabra sirve para nombrar de una manera general el culto oficial de la
Iglesia católica y sus celebraciones. Por la liturgia, Cristo, nuestro Redentor y Sumo Sacerdote,
continúa en su Iglesia, con ella, la obra de nuestra redención. En la liturgia, la Iglesia celebra
principalmente el Misterio Pascual, por el que Cristo realizó la obra de nuestra salvación. Es el
Misterio de Cristo lo que la Iglesia anuncia y celebra en su liturgia, a fin de que los fieles lo vivan y
den testimonio del mismo en el mundo. "En efecto, Ia liturgia, por medio de Ia cual se ejerce ¡a
obra de nuestra redención, sobre todo el divino sacrificio de ¡a Eucaristía, contribuye en sumo
grado a que los fieles expresen en su vida y manifiesten a los demás el misterio de Cristo y la
naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia" (SC 2).
La Iglesia, en el Vaticano II, al reflexionar sobre ella misma y su misión en el mundo, nos dice: "la
liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza " (SC 10). La Iglesia no sólo actúa, sino que se expresa también en la
liturgia, vive de la liturgia y saca de la liturgia las fuerzas para la vida.
¿Qué es la liturgia? La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo en su Iglesia hoy, a través
de signos sensibles, con los que el hombre da gloria a Dios y se santifica en comunidad.
1. Ejercicio. Es la palabra que implica varias ideas: vida, movimiento, cambio, adaptación. En la
acepción que necesitamos aquí, sirve para indicar la actualización del amor de Dios a favor de
nuestra Iglesia y todo lo creado.
2. Sacerdocio de Cristo. Jesucristo es el único y eterno Sacerdote, quien, por su benevolencia, nos
participa de su sacerdocio a través del Bautismo y del sacramento del Orden. Desde el día de
nuestro bautismo, nos inserta en su Iglesia y quiere que, durante nuestra vida, ejercitemos el
sacerdocio de los bautizados o sacerdocio real, unidos y presididos por el sacerdocio del
sacramento del Orden.
4. Signos sensibles. El signo es una realidad sensible, es decir, que conozco por mis sentidos, y que
me lleva a entender otra realidad que no estoy captando por mis sentidos. Dios habla a su pueblo
a través de signos humanos para comunicarle su acción salvadora; por eso, los signos litúrgicos,
son signos sensibles: la Palabra, el canto, los ornamentos, los colores, las flores... Estas cosas son
signos humanos que, usados en la liturgia, tienen un significado de salvación y de gracia.
5. Dar gloria y santificarnos. Con estas expresiones manifestamos los dos fines de la liturgia. Para
darle gloria a Dios lo reconocemos como nuestro Padre y lo adoramos, le pedimos perdón Al
relacionarnos con Cristo en la liturgia, nos sabemos pecadores y le pedimos perdón. Al
relacionarnos con Cristo en la liturgia, nos santificamos porque nos unimos al que es todo Santo y
nos regala su Espíritu.
• La Sagrada Escritura. Que actualiza la Revelación, es la fuente que cimienta la liturgia, que es la
Palabra que convoca y constituye a la comunidad y al que preside.
• Los Documentos de los Santos Padres. Los Santos Padres son escritores y maestros que vivieron
en los cuatro primeros siglos de la Iglesia y son eco de la enseñanza de la Iglesia, de los apóstoles.
La Iglesia los ha reconocido como recopiladores de la tradición y sus enseñanzas son de gran valor
y actualidad.
• Cantos. La liturgia se alimenta de los cantos, de los salmos, himnos y cantos populares. Como
canto clásico, del gregoriano y la polifonía. Hoy se pueden cantar con cualquier instrumento, basta
que se toquen con dignidad, profesionalismo y espiritualidad. Nunca se aceptarán las parodias.
• Ritos. Son maneras de ejecutar las celebraciones aprobadas por la autoridad eclesial y
empleados en los actos de culto. En ellos encontramos SIGNOS, GESTOS y ACTITUDES, que
realizados dentro de una celebración litúrgica, producen lo que significan.
• Objetos y lugares. Son muchos: agua, pan, vino, luz, aceite, etcétera... Templos, capillas,
diferentes lugares para las acciones litúrgicas concretas, etcétera...
• Ornamentos y vasos sagrados. Sotana, alba, estola, casulla, cíngulo, etcétera... Cáliz, copón,
patena, palia, custodia, purificadores, etcétera...
2. Finalidad y contenidos de los Ritos iniciales
Este rito tiene como finalidad constituir Ia Asamblea, congregarla, a fin de que pueda recibir la
Palabra en espíritu de oración y disponibilidad para la conversión, condición para llegar al rito
sacramental. De este modo la Asamblea se dispone a oír convenientemente la Palabra de Dios y a
celebrar dignamente la Eucaristía (IGMR, n. 24). La unidad de los hermanos en Asamblea deberá ir
creciendo a lo largo de la Celebración, hasta culminar en la comunidad de todos en el Cuerpo y la
Sangre del Señor. Entonces se constituirá el Cuerpo de Cristo. Entonces se edificará la Iglesia,
finalidad de la Eucaristía.
Son varios los sentimientos que hay que resaltar y vivir en los Ritos iniciales:
Elemento Comunitario: Somos la Asamblea de los hijos del mismo Padre Dios que nos reunimos
convocados por El. El origen de esta comunidad es el sacerdocio común del que poseemos la
unidad íntima que nace de la fe y de la filiación divina que nos convierte en familia. Somos los
hermanos que nos encontramos.
Sentido penitencial: El cristiano que llega a la Eucaristía debe ser ya un convertido. Pero su
conversión debe ser renovada en una constante actitud de aceptación del Evangelio frente a Dios
y a sus hermanos. Esto se realiza en los Ritos iniciales en forma individual y también comunitaria;
lo comunitario no se limita a pedir perdón en común, sino que incluye también pedir perdón a la
Comunidad (cf. Ritual de la Penitencia, Prenotandos, n. 5).
Elementos laudativos: La alabanza es el sentimiento del creyente que, al contemplar los atributos
maravillosos de Dios o sus obras magníficas, reconoce esa grandeza y la manifiesta con
expresiones laudativas. La oración de alabanza no es muy frecuente en el pueblo cristiano, más
habituado a la oración de petición y de acción de gracias. Los Ritos iniciales ponen a nuestro
alcance una formas laudativas: Señor, ten piedad e Himno de Gloria, que son una contemplación
de la grandeza del Señor Resucitado y de la Trinidad.
La oración personal y comunitaria: La oración es la comunicación del creyente con Dios, su Padre.
En el desenvolvimiento histórico de los ritos de la Misa se fue limitando el campo y la posibilidad
de la oración personal. La expresión de los propios sentimientos fue siendo sustituida por
fórmulas, muy ricas en contenido doctrinal, pero a veces lejanas a los sentimientos personales. La
Iglesia desea hacer hoy síntesis y nos restituye el tiempo ritual de oración individual con el silencio,
pero la enmarca en la oración oficial y de este modo la oración de cada participante viene a ser
culminada por la colecta presidencial, superando así el eventual subjetivismo de los fieles.
La Asamblea, así constituida en los Ritos iniciales, es el signo fundamental de la presencia de Cristo
(SC 7)
Recomendaciones
El sacerdote que preside la celebración eucarística es signo y sacramento de Jesucristo (SC 7).
Colocado delante de la Asamblea ha sido constituido para "presidir en la caridad" (San Ignacio de
Antioquía). Su primera preocupación será suscitar un clima de mutua acogida en el amor. Estará
muy atento al arte de presidir: vestimenta litúrgica, recogimiento espiritual, alegría acogedora,
postura, dicción, etcétera.
Durante los Ritos iniciales, el sacerdote preside la Asamblea desde la sede. Este lugar de
presidencia debe significar que hace las veces de Cristo-Cabeza. La IGMR, n. 271, recalca que este
lugar debe facilitar la comunicación entre el sacerdote y los fieles. No es necesario que la sede esté
siempre en el vértice de presbiterio. Durante los Ritos iniciales y la Liturgia de la Palabra, el
sacerdote está en la sede, no en el altar.
¿Cómo se canta el canto de entrada? Se debe cantar con alegría, júbilo y entusiasmo, porque así
lo requiere el momento litúrgico de la celebración que ya dio inicio.
Los músicos litúrgicos DEBEN ACOMPAÑAR correctamente el momento litúrgico que se está
celebrando.
¿Cómo se puede elegir el canto de entrada? Para elegir un canto de entrada, recomendamos seis
cosas:
1. De todos los cantos que tengamos, habremos de ver los que tengan un carácter procesional y
separarlos. Es decir, los que hablen de: caminar, peregrinar, subir, andar juntos como Iglesia, en
unidad, que hablan de ir hacia la casa del Padre, de llegar al altar, de ponerse en marcha, de
avanzar, de levantarse y continuar.
2. Revisarlos para ver si tienen un toque de entusiasmo, energía y júbilo para animar y cumplir con
el fin de la procesión. Claro que aquí también debes revisar tu corazón, si de verdad sientes ese
gozo y ese deseo de caminar en unidad.
3. Ver si TODOS estos cantos ya los conoce la comunidad, para que puedan cantarlos todos los
celebrantes. Y si no los canta, con honestidad aceptar que tu labor y desempeño como músico en
la Misa anda mal.
5. Todos los cantos deberán ser de acuerdo con el Tiempo litúrgico que se está viviendo (Navidad,
Adviento, Pascua, Cuaresma, Tiempo Ordinario).
Nota: Si no se canta el canto de entrada, alguno de los fieles o un lector recitará la antífona que
aparece en el misal. Si esto no es posible, la recitará al menos el mismo sacerdote después del
saludo.
c) Saludo a la Asamblea
El sacerdote se dirige a la sede, en donde en nombre del Señor, va a presidir la Asamblea
Celebrante. Desde ahí hace la señal de la cruz, saluda a la Asamblea con una de las fórmulas
paulinas u otras aprobadas por el Ordinario. Ojalá se respeten los saludos establecidos, pues no se
trata de un saludo personal sino de Cristo, es un saludo oficial de la Iglesia que realiza en nombre
de Cristo. A este saludo ya se puede cambiar el vosotros por el ustedes.
A continuación, se recomienda que el sacerdote que preside haga una monición introductoria de
la celebración para preparar a los fieles a la Misa del día (IGMR 11 y 29). Ésta deberá ser muy
breve, pues su objetivo es despertar la atención de los participantes y abrirlos al mensaje de la
celebración. Si no hubo monición de entrada por parte del monitor, después de este saludo se
puede hacer.
d) Rito penitencial (bendición y aspersión del agua bendita)
Después del saludo y la monición, el sacerdote invita a un acto penitencial. Éste se realiza cuando
toda la comunidad hace su confesión general y termina con la absolución del sacerdote. Hay
cuatro fórmulas, que tienen un carácter propio:
• La primera nos invita a reconocer nuestros pecados delante de É)ios y de los hermanos: Yo
confieso... En ella pedimos la oración de toda la Iglesia, de los Santos y de la Asamblea. Se
recomienda para días y tiempos penitenciales.
• La tercera, de origen oriental, nos lleva a confesar y reconocer que la misericordia de Dios es
mayor que nuestros pecados. Cristo Señor vence con su resurrección nuestro pecado. Su uso sería
recomendable en domingos y fiestas.
• El cuarto es el apéndice del rito del agua bendita, que también es rito penitencial y puede
realizarse en las Misas dominicales. Signo de la fe bautismal, que después de purificamos, nos ha
dado acceso al Banquete Pascual de la Eucaristía.
• Este rito se omite, en algunas ocasiones, cuando le precede otro rito particular: bendición de
ramos, de las candelas, de ceniza, aspersión del agua, etcétera.
El Kyrie eleison es una antigua fórmula que se utiliza para reconocer el Señorío de Jesús y
reconocer nuestra condición humana. Con esta proclama, reconocemos a Cristo como Señor
resucitado sobre la humanidad y la historia. Por eso esta aclamación no es trinitaria, sino
cristológica = Cristo, Señor de la historia. La letanía corta del Señor, ten piedad, fue
tradicionalmente una oración de alabanza a Cristo resucitado. Ha sido resucitado y hecho Señor,
por lo que le pedimos que muestre su amorosa bondad.
La liturgia latina conservó esta fórmula en la lengua griega para subrayar el sentido oriental de
"Hexomológesis", es decir, la confesión y proclamación del Señorío de Cristo resucitado sobre la
humanidad y su historia. Por eso esta aclamación no es trinitaria, sino cristológica, dirigida a
Cristo, Señor por excelencia. Tiene un sentido de grito de petición, de entusiasmo, aunque la letra
sea sencilla. No es un canto deprecatorio.
Debe ser una expresión viva, como aclamación a Cristo Jesús implorando su misericordia. No
hacen falta muchas palabras. El Señor conoce nuestras necesidades. El vendrá en nuestro auxilio.
El Señor, ten piedad, forma parte de los que llamamos: LOS CANTOS ORDINARIOS de la Misa. Se
canta o se recita, no hay problema.
¿Cómo se canta el Señor, ten piedad? El Señor, ten piedad puede recitarse, pero cuando se canta
se deben observar las
• El texto debe ser una letanía CORTA. Hemos de cantar solamente el texto SEÑOR, TEN PIEDAD. El
"de nosotros" ya no tiene caso decirlo, pues si lo hacemos, estamos repitiendo algo que ya dijimos.
Si estamos pidiendo al Señor que tenga piedad, esto ya supone que es de nosotros, de todos
nosotros, para quien le pedimos.
• El arreglo musical o coral, debe ser BREVE y SIMPLE, a fin de no dar una importancia indebida a
este momento. Por supuesto que no debe por ello dejar de ser bello y dulce.
• El Señor, ten piedad, es un canto que DEBEMOS animar a que la Asamblea reunida lo cante, que
responda y aclame, que viva y goce.
• Hay que procurar que aunque sea un canto breve y aparentemente simple, NO SE DEJE de
cantar, por lo menos en las celebraciones dominicales y en TODAS las festividades.
Se debe cantar en los domingos, fuera del tiempo de Adviento y Cuaresma, en las solemnidades y
fiestas y en algunas peculiares celebraciones. Debe respetar el texto oficial litúrgico.
Composiciones "nuevas" deben presentarse a la Comisión Diocesana de Música para ver con el
Ordinario su aprobación y autorización.
g) Oración colecta
Esta oración es del Presidente de la celebración. Recoge, sintetiza y reúne los sentimientos que en
silencio ha rezado la Asamblea. Por eso se llama colecta, porque recoge. Se sugiere que después
del Oremos... se digan las intenciones de la Misa, pues su función es dar el sentido de celebración
del día. Es, también, una oración que se hace en nombre y a intención de toda la Iglesia.
Obsérvese:
Las oraciones deben hacerse según el misal, no inventar, otras, sin embargo, pueden hacerse
adaptaciones conservando siempre la temática original. También se puede ampliar la fórmula para
hacerla más accesible al pueblo. No se hagan improvisaciones.