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Carismas
Carismas
AAdemás, el mismo Espíritu Santo, no solamente santifica y dirige al pueblo de Dios por los Sacramentos y los
ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que "distribuyendo sus dones a cada uno según quiere" (1 Cor., 12, 11),
reparte entre toda clase de fieles, gracias incluso especiales, con las que los dispone y prepara para realizar variedad de
obras y de oficios provechosos para la renovación y más amplia y provechosa edificación de la Iglesia, según aquellas
palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad" (1 Cor., 12, 7). Estos carismas, tanto
los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades
de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo. Los dones extraordinarios no hay que pedirlos
temerariamente, ni hay que esperar de ellos con presunción los frutos de los trabajos apostólicos; pero el juicio sobre su
autenticidad y sobre su aplicación pertenece a los que tienen autoridad en la Iglesia, a quienes sobre todo compete no
apagar el Espíritu, sino probarlo todo y quedarse con lo bueno (cf. 1 Tes., 5, 12 y 19-21).
Ante todo este párrafo de Lumen Gentium pone de relieve la doble acción del ES en la Iglesia: Santidad y Misión. Que
son los dos remos que hacen que la barca de cada uno y la de la Iglesia pueden navegar mar adentro:
1. Santifica: esta es la forma primaria e indispensable por la que el Hombre se convierte en objeto del amor salvífico y
santificador del corazón humano. Esta acción primordial la ejecuta a través de los Sacramentos los cuales actualizan la
gracia que significan y enriquecen a la persona con virtudes y los frutos del ES: Gálatas 5, 22:
amor: dispone el corazón a amar con todas las fuerzas y potencias de la totalidad humana a Dios y al prójimo.
Alegría: la experiencia constante de la presencia de Dios que da gozo y que nada ni nadie puede quitar porque no
depende de las realidades externas.
Paz: mantiene al alma en total dependencia de Dios, viendo en todo su voluntad y por ello no puede ser turbada por
nada. En todo ve la acción de Dios y dócilmente cede a ella.
paciencia: modera los excesos de la tristeza, ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza.
Mansedumbre: modera los arrebatos de la ira o la cólera que se levantan para rechazar una dificultad o mal presente. El
corazón siguen en su misma postura sin perder su posesión de la paz.
Bondad: la inclinación que lleva a ocuparse de los demás y a que participen de lo que uno tiene
Benignidad: dulzura y delicadeza en el trato. Esto consiste en, manejar los demás con gusto, concordialidad y
amabilidad.
Perseverancia: impide el fastidio o desánimo y la pena que provienen precisamente del deseo del bien que se espera, o
de la lentitud y duración del bien que se hace, y no se rinde ante la espera tardía de los frutos de sus obras.
Fe: facilidad para aceptar todo lo que hay que creer, firmeza para afianzarnos en ello, seguridad de la verdad que
creemos, tener en la voluntad un sincero (no sentimental) afecto que incline al entendimiento a creer, sin vacilar
Modestia: Regula los movimientos del cuerpo, los gestos y las palabras.
Templanza y Castidad: atañen a los placeres del cuerpo, reprimiendo los ilícitos y moderando los permitidos, la
continencia refrena la des ordenada afición de comer y de beber, impidiendo los excesos que pudieran cometerse; ésta
regula o cercena el uso de los placeres de la carne.
Todos estos dos para que? Porque el ES es el santificador, o sea, que eleva la totalidad de la persona a vivir la plena
semejanza con Dios: en el corazón: afectos, sentimientos, en la mente, en el cuerpo, en las relaciones con los demás y
con el mundo..
2. Reparte carismas y dones entre todos los fieles.... para enriquecerlos con prerrogativas especiales que llamamos
carismas (gratis data), ordenados a la edificación del cuerpo. Para que? Con estas gracias especiales con las que dispone
y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y más amplia y provechosa
edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común
utilidad" (1 Cor., 12, 7). Para enriquecer y para edificar el cuerpo.
EI Papa Pablo VI afirmó: "El Espíritu Santo cuando viene otorga dones. Conocemos ya los siete dones del Espíritu Santo.
Pero da también otros dones que se llaman carismas"...
Estos dones son dados a los fieles por la sobreabundancia de la economía del Señor, que quiere hacer a la Iglesia más
rica, más animada, y mas eficaz en su misión. Por ello, Pablo VI pedía "la efusión de los carismas": AQuisiera Dios, que el
Señor aumentase todavía hoy una lluvia de carismas para hacer fecunda, hermosa y maravillosa a la Iglesia, y capaz de
imponerse incluso a la atención y al estupor del mundo profano, el mundo laicizante" (Paulo Vl, Catequesis de 1974).
"Los carismas son gracias especiales que el Espíritu distribuye libremente entre los fieles de todo tipo y con los que los
capacita y dispone para asumir varias obras y funciones, útiles para la renovación de la Iglesia y para el desarrollo de su
construcción. Algunos de estos carismas son extraordinarios, otros, por el contrario, sencillos y mucho más difundidos,
pero el juicio sobre su autenticidad corresponde, sin ninguna excepción, a los que presiden en la Iglesia, a los que
compete no extinguir los carismas auténticos"
8. Para la manifestación del Reino. Los carismas manifiestan el poder de Dios, autentifican el mensaje, invitan a la
conversión. Acompañan a los apóstoles, a los que anuncian el Evangelio. "Por mano de los apóstoles se realizaban
muchas señales y prodigios en el pueblo..." (Hechos 5,12).
$ Estos signos vienen a confirmar que el Evangelio "es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree"
(Romanos 1, 16). Estos signos confirman que el Reino ya está en medio de nosotros.
El carisma se distingue del talento: talento: es la capacidad natural de la persona.carisma: es un don sobrenatural del
Espíritu para edificación del cuerpo eclesial. Por ser sobrenatural no implica que sea necesariamente algo portentoso,
mas bien los dones se integran en la disposición natural de la persona y actúa en ella.
Por todo esto, sin pretender en manera alguna hacer una clasificación exacta, perfecta y completa de los carismas
mencionados en los textos, -y sólo a manera de ejemplo -he aquí un ensayo de agrupación presentado por el P. Carriyo
Alday, doctor en Sagradas Escrituras.
3. Carismas de servicio.
Funciones administrativas: 1 Co 12.28.
Presidir: Rm 12,8.
Asistencia en las necesidades: lCo 12,28.
Exhortar: Rm 12,8.
Obras de misericordia: Rm 12,8.
Distribución de los propios bienes: lCo 13,3.
Entrega de la propia vida: lCo 13,3.
4. Carismas de poder.
Fe: Hch 14,9; lCo 12,9.
Curaciones: Mc 16,18; lCo 12,9.28.
Obras de poder: Hch 4,30; lCo 12,10.28.
Exorcismos: Mc 16,17.
La serie de dones del ES es innumerable; está abierta a la medida de la riqueza de la gracia de Dios y de acuerdo a las
necesidades de la Iglesia, a través del discurso de su historia en su tarea de salvar a los hombres
Los carismas son innumerables; tan abundantes, como necesidades tenga la comunidad para ser construida; son de
variada importancia, según sirvan más o menos a la edificación de la iglesia: y sobre todo son de diferente naturaleza,
según la función específica que tienen que desempeñar. En una catequesis histórica, S.S. Pablo VI dijo: "La necesidad de
la Iglesia supone una carencia imprescindible por parte del hombre; por eso la necesidad de que el prodigio de
Pentecostés debe continuar en la Historia de la iglesia y del mundo@
Estos dones son tan diversos como las funciones de las que Cristo ha revestido a sus miembros para la edificación de la
Iglesia. Así lo expresa también San Pablo: "Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su
parte. Así los puso Dios en la Iglesia primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar
como maestros; luego el poder de los milagros; luego, el don de curación, de asistencia, de gobierno, diversidad de
lenguas. I Corintios 12, 27-30). S. Pablo recuerda e insiste: Ahay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo;
diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra todo en
todos" (1 Corintios 12, 4-6).
Por su parte, San Pedro afirma: "Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos
administradores de las diversas gracias de Dios@ (1 Pedro 4, 10). Igual S. Pablo: "A cada cual se le otorga la
manifestación del Espíritu para provecho común" (1 Corintios 12, 7), es decir: "para la edificación de la asamblea" (1
Corintios 14,12). Y que buscaran ante todo el carisma superior, pero también los dones para el bien del cuerpo: ABuscad
la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, sobre todo a la profecía... el que profetiza habla a los hombres
para su edificación, exhortación, y consolación" (1 Corintios 14, 3-5).
La Iglesia se mantiene viva por la acción del ES, quien es su alma....y su motor, quien la sopla y la lleva a través del mar
de la historia, cada vez mas a remar mar adentro y la capacita para enfrentar las olas de cada momento histórico.
San Pablo actúa fuertemente contra los excesos porque los carismas, si no contribuyen a la edificación del cuerpo,
pueden hacerle daño.
San Pablo igualmente se preocupa de que no se apaguen los carismas
"No apaguéis el Espíritu. No despreciéis las profecías. Examinad todo y quedaos con lo que es bueno. Abstenéos de todo
mal." (1 Ts 5, 19-22) Pablo enseña constantemente que Dios actúa íntimamente y poderosamente en sus hijos, dándoles
los dones necesarios para la misión. Como también enseña la necesidad de un adecuado discernimiento para reconocer
lo que viene del ES. Este discernimiento le corresponde a la Iglesia. Los carismas brotan con formas nuevas. Por eso le
incumbe al ministerio jerárquico la delicada tarea de examinar y cultivar los carismas que nacen continuamente en el
seno del pueblo de Dios. Hacer aflorar nuevas modalidades de carismas, favorecer las concreciones institucionales de
estos y velar para que se mantengan vivos, insertándolos adecuadamente en la vida de la Iglesia
Verdadera Fecundidad
La renovación en el Espíritu efectivamente, como he recordado en la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae:
Atendrá una verdadera fecundidad en la Iglesia, no tanto a la medida en que suscite carismas extraordinarios cuanto si
conduce al mayor número posible de fieles, en su vida cotidiana, a un esfuerzo humilde, paciente y perseverante para
conocer siempre mejor el misterio de Cristo y dar testimonio de El (72)
(JPII, 1980)