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Feliz
Por Valeria O.

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Contenido

Prólogo pag.4

Capítulo 1 pag.5

Capítulo 2 pag.7
Capítulo 3 pag.9
Capítulo 4 pag.10
Capítulo 5 pag.12
Capítulo 6 pag.15
Capítulo 7 pag.17
Capítulo 8 pag.19
Epílogo pag.21

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Prólogo
Queridos lectores, en éstas breves páginas les
estaré instruyendo sobre las nueve
bienaventuranzas que Jesucristo habló en Su
famoso sermón del monte.
La palabra “bienaventurado” proviene del
griego “makarios” que significa dichoso,
bendecido, feliz. De aquí sale el nombre de éste
libro. La palabra feliz significa, según la Rae,
que tiene felicidad y la definición de felicidad
se refiere al estado de ánimo de la persona que
se siente plenamente satisfecha por gozar de lo
que desea o por disfrutar de algo bueno.
Jesucristo nos da nueve razones por las cuáles
deberíamos ser felices. Te animo a que
continúes leyendo para que puedas
descubrirlas en tu alma.

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Capítulo 1
“Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.”
Mateo 5.3
La palabra “pobre” viene del griego “ptocos” y
significa mendigo. Se refiere a una persona que
pide limosna para vivir. El Señor alimentó al
pueblo de Israel cuando estaban en el desierto,
con maná, que era un alimento que caía del
cielo con forma redonda, menuda como una
escarcha sobre la tierra (Éxodo 16.14), como
semilla de culantro, blanco, y su sabor como
hojuelas con miel (Éxodo 16.31). Jesucristo
dice que el verdadero pan del cielo es el que
descendió del cielo y da vida al mundo (Juan
6.33). El nos dice: “Yo soy el pan de vida, el
que a mi viene nunca tendrá hambre y el que en
mi cree no tendrá sed jamás” (Juan 6.35).
Jesucristo es nuestro alimento espiritual.
Entonces podemos decir que es pobre en
espíritu aquel que necesita alimentar su espíritu
cada día con la Palabra de Dios para crecer

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espiritualmente. Por eso el reino de los cielos le
pertenece y debido a esto es Feliz.

Capítulo 2
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos
recibirán consolación”
Mateo 5.4
La palabra “consolación” viene del griego
“parakaleo”. Jesús nos dice: “Si me amáis,
guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al
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Padre, y os dará otro Consolador, para que
esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará
en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros.” (Juan 14.15-18) El Señor llama al
Espíritu Santo, el Consolador, que en griego es
el “parakletos”.
La palabra “llorar” es “pentheo” en griego y se
refiere a manifestaciones externas de dolor,
especialmente al luto que es el dolor y pena
causado por la muerte de una persona. Si has
perdido a un familiar o a un amigo cercano
entonces alégrate porque serás feliz al recibir la
consolación que solo Dios puede dar a través de
Su Santo Espíritu. Quizás ahora no lo parece,
pero al final sentirás los brazos del Señor
rodeándote con Su Amor.

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Capítulo 3
“Bienaventurados los mansos, porque ellos
recibirán la tierra por heredad”
Mateo 5.5
Una persona mansa es aquella que tiene una
disposición en el espíritu por la cual acepta
como buenos los tratos de Dios hacia ella sin
discutirlos ni resistirlos (Diccionario Expositivo
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Vine) Esta mansedumbre se asocia a la
humildad. Este tipo de persona deberíamos ser
cada uno de los creyentes. Jesús dice: “Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y
yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para
vuestras almas.”(Mateo 11.28-29) Debemos
pedir a Dios que quite toda soberbia de nuestro
corazón para que podamos recibir la herencia
que nuestro Padre Celestial tiene preparada
para nosotros. “Porque todos los que son
guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que
somos hijos de Dios. Y si hijos, también
herederos; herederos de Dios y coherederos
con Cristo, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos
glorificados.” (Romanos 8.14-17)
Todo lo que es del Padre, es nuestro. Todo lo
que es de Cristo, es nuestro. Seremos herederos
si padecemos junto con él para ser también

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glorificados con él y de ésta manera seremos
felices.

Capítulo 4
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed
de justicia, porque ellos serán saciados”
Mateo 5.6
La justicia es un atributo de Dios, forma parte
de Su Carácter. Como Él es Santo, no puede

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aceptar el pecado. Su modo de hacer justicia es
castigando el pecado.
Los hombres son pecadores desde que nacen y
estábamos condenados a pasar la eternidad en el
infierno. Pero Dios envió a Su Hijo Jesús a
ocupar el lugar de muerte que nos correspondía
a nosotros por ser pecadores y nos justificó
gratuitamente por Su Gracia.
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha
manifestado la justicia de Dios, testificada por
la ley y por los profetas; la justicia de Dios por
medio de la fe en Jesucristo, para todos los que
creen en él. Porque no hay diferencia, por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios
puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa
de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados, con la mira de manifestar en
este tiempo su justicia, a fin de que él sea el
justo, y el que justifica al que es de la fe de
Jesús.” Romanos 3.21-26
Todo aquel que es hijo de Dios anhela todo el
bien que Su Padre Celestial desea. Entonces
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tendremos hambre y sed de la justicia divina.
Como Dios es justo, nos saciará de ese bien y
seremos felices.

Capítulo 5
“Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia”
Mateo 5.7
La misericordia es la inclinación a sentir
compasión por los que sufren y ofrecerles
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ayuda. Muchas veces el sufrimiento puede
ser físico como tener problemas
económicos o padecer alguna enfermedad.
Podemos dar una ayuda como por ejemplo
alimentos a quienes padecen necesidad u
orar por aquellos que están enfermos para
que Dios los sane. Jesús dijo: “Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda
tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero
y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo. De estos dos mandamientos depende
toda la ley y los profetas.”(Mateo 22.37-40)
Pero existe un sufrimiento aún mayor que
padece el hombre y es la condición de muerte
espiritual en la que está su alma. Una vez
estábamos muertos espiritualmente hasta que un
día entregamos nuestros pecados a Jesucristo y
creímos en que El murió por nuestros pecados,
resucitó al tercer día de entre los muertos y
ascendió a los cielos para sentarse a la diestra
de Dios. Cuando recibimos la salvación que es
por la fe en Cristo Jesús, empezamos a tener
vida espiritual. Por eso debemos orar por la
salvación de los perdidos y predicarles la
Palabra de Dios para que sean salvos del
infierno y tengan vida eterna en el Cielo.
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Si somos misericordiosos también
alcanzaremos la misericordia de Dios y seremos
felices.

Capítulo 6
“Bienaventurados los de limpio corazón,
porque ellos verán a Dios”
Mateo 5.8
La palabra “limpio” viene del griego “katharos”
que significa libre de mezclas impuras, sin
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tacha. Jeremías 17.9 nos dice: “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas, y perverso;
¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño
la mente, que pruebo el corazón, para dar a
cada uno según su camino, según el fruto de
sus obras.” Entonces, si el corazón es engañoso
y perverso ¿cómo lo limpio para ver a Dios?
“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con
guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he
buscado; No me dejes desviarme de tus
mandamientos. En mi corazón he guardado tus
dichos, Para no pecar contra ti.”(Salmos
119.9-11)
Debemos atesorar la Palabra de Dios en nuestro
corazón y obedecerla para estar limpios.
“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que
os he hablado. Permaneced en mí, y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar
fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en
mí.” (Juan 15.3-4) Debemos permanecer en
Cristo para estar limpios y ver al Señor, así
seremos felices.

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Capítulo 7
“Bienaventurados los pacificadores, porque
ellos serán llamados hijos de Dios”
Mateo 5.9

¿Qué es la paz? Según el diccionario es la


situación o estado en que no hay guerras ni
luchas entre dos o más partes enfrentadas.
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Juan 3.36 dice: “El que cree en el Hijo tiene
vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo
no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él.”
Hay una sola manera en que Dios no está en paz
con alguien y es cuando no creen en Su Hijo
Jesús ni se arrepienten de sus pecados. El
Salmo 7.11-12 dice: “Dios es juez justo, Y Dios
está airado contra el impío todos los días. Si no
se arrepiente, él afilará su espada; Armado
tiene ya su arco, y lo ha preparado.”
Jesucristo es el intermediario entre Dios y los
hombres, es quien hace la paz entre ambos.
Cuando recibimos a Jesús como Salvador, Su
Espíritu viene a morar en nuestro corazón y
somos de Dios. Por eso cuando Dios nos mira
ve a Cristo en nosotros y estamos en paz con El,
porque morimos en esa cruz junto con el Señor.
En cambio cuando ve a los pecadores que no
tienen a Cristo, su ira está sobre ellos.
Dios nos manda a buscar la paz con todos y la
santidad sin la cual nadie verá al Señor
(Hebreos 12.14) Uno de los nombres de Dios es
Jehová-Shalom que significa: “El Señor es
nuestra paz”. El da paz a Sus Hijos. Seremos
llamados hijos de Dios si hacemos la paz y
entonces seremos felices.
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Capítulo 8
“Bienaventurados los que padecen persecución
por causa de la justicia, porque de ellos es el
reino de los cielos. Bienaventurados sois
cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra
vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque

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vuestro galardón es grande en los cielos;
porque así persiguieron a los profetas que
fueron antes de vosotros”
Mateo 5.10-12
Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro
Salvador somos trasladados de las tinieblas al
reino de los cielos, somos sentados en lugares
celestiales. El Señor perdona todos nuestros
pecados y limpia nuestro corazón. Su Palabra
empieza a surgir efecto en nuestra alma y
empezamos a cambiar, a ser transformados a la
imagen de Cristo. Entonces cuando las personas
empiezan a ver a Jesús en nosotros es cuando
empieza la persecución, incluso nuestros
propios familiares rechazan esa luz en nosotros
y la persecución comienza. Hubo muchos
mártires en la historia de la iglesia, personas
que murieron por su fe en Cristo Jesús. En la
actualidad hay países que matan a creyentes por
su fe. ¿Hasta dónde eres capaz de soportar por
amor a Cristo? Hay un regalo gigante en los
cielos para nosotros porque estamos siendo
atacados de igual manera que lo hicieron a los
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profetas antes de nosotros. Si sufres
persecución, tuyo es el reino de los cielos y eres
feliz por ello.

Epílogo
Si eres pobre en espíritu, si lloras, si eres
manso, si tienes hambre y sed de justicia, si
eres misericordioso, si eres limpio de corazón,
si eres pacificador y si padeces persecución por
el nombre de Cristo ya sabes que eres feliz.
Pero si aún no recibiste a Jesucristo como tu

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Salvador, aún no eres capaz de disfrutar de
estas bienaventuranzas. Así que te animo a que
ores a Dios pidiéndole perdón por tus pecados,
dile que crees que envió a Su Hijo Jesús a
morir por tus pecados, y que le aceptaras como
Salvador y Señor de tu vida. Si lo haces con un
corazón sincero, serás sellado con el Espíritu
Santo quien vendrá a vivir dentro de ti.
¡Bienvenido a la familia de Dios! Los ángeles
harán fiesta este día porque eres un hijo de
Dios. Ahora ora y lee la biblia cada día, y
busca una iglesia cristiana evangélica donde
compartan la misma fe que tu.

Si te gustó el contenido de éste libro, te animo a


que me escribas a valeriagotarola@gmail.com
contándome tu experiencia al leerlo y tu
testimonio. ¡Dios te bendiga!

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