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SAN FRANCISCO PUBLIC LIBRARY

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INTERNATIONAL CENTER

JUL 2 4 2009
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Margarita Murillo Gamboa

COMO ENSEÑAR
SEXUALIDAD
Para aprender
lenguaje de ia
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sexualidad
yenseñarlo

EDITORIAL
PAX MÉXICO
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El libro muere cuando lo fotocopian

Amigo lector:

La obra que usted tiene en sus manos es muy valiosa, pues el autor
vertió en ella conocimientos, experiencia' y años de trabajo. El editor
ha procurado dar una presentación digna a su contenido y pone su
empeño y recursos para difundirla ampliamente, por medio de su red
de comercialización.

Cuando usted fotocopia este libro, ó, adquiere una copia "pirata", el


autor y el editor dejan de percibir lo que les permite recuperar la inver¬
sión que han realizado, y ello fomenta el desaliento de la creación de
nuevas obras.

La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de


autor, además de ser un delito, daña la creatividad y limita la difusión
de la cultura.

Si usted necesita un ejemplar del libro y no le es posible conseguirlo, le


rogamos hacérnoslo saber. No dude en comunicarse con nosotros.

Editorial Pax México


<^3

Coordinación editorial: Matilde Schoenfeld


Cuidado de edición de esta obra: Sagrario Nava
Arte de portada: Francois Boucher, La primavera, 1755 (detalle)
Ilustraciones: Francisco Morales y Christian Santana

© 2007 Editorial Pax México, Librería Carlos Cesarman, S.A.


Av. Cuauhtémoc 1430
Col. Santa Cruz Atoyac
México, D.F. 03310
Teléfono: 5605 7677
Fax: 5605 7600
editorialpax@editorialpax.com
www.editorialpax.com

Primera edición
ISBN 978-968-860-822-7
Reservados todos los derechos
Impreso en México / Printed in México
Nada de lo de aquí abajo es profano
para aquellos que saben cómo contemplarlo.
Por el contrario, todo es sagrado.

Teilhard de Chardin
A Alex, Pedro, Lucía y María Paz,
quienes sacrificaron su tiempo para escribir.

A mi papi y mi mami, quienes sembraron en mí la fe,


la creatividad y la autonomía; a mis hermanos y hermana,
a mis amigos y amigas, y a todos los compinches,
quienes me dieron sus vidas; a todos los sobrinos
sobrinos-nietos, quienes me dieron su amor gratuitamente.

3 1223 08387 3563


/

Indice

Agradecimientos. ix
Prefacio: Aprendiendo con profundidad. xiii
Introducción: Construyendo la sexualidad. xix

Capítulo 1. Construyendo el camino. 1


Educando por medio de los senddos y los sentimientos 1
La memoria afectiva. 3
El lenguaje de la sexualidad: los sentimientos
de “luz roja” y “luz verde”. 5
De las emociones a los sentimientos . 6
Los sentimientos de “luz roja”. 7
Los sentimientos de “luz verde”. 11

Capítulo 2. Conociendo la teoría de la sexualidad ... 17


Una posición ante la sexualidad . 17
La sexualidad desde el modo de ser. 18
El órgano más potente. 21
Las manifestaciones de nuestra sexualidad. 22
Tres componentes, una sexualidad. 23
El componente erótico. 25
El erotismo como una experiencia de amor .... 26
La identidad psicosexual. Lo cognitivo. 32
* Los temas de la sexualidad. 33
El exceso de moral y el exceso de libertinaje. ... 34
El placer erótico. 37
La construcción del placer. 38
El componente espiritual. 41
Educar en la sexualidad es informar y formar. . . 44

v
\

vi ♦> ÍNDICE

La identidad psicosexual. Las dimensiones


moral y social. 48
La dimensión social: comunicación
para el desarrollo de la sexualidad
y la identidad psicosexual. 48
La dimensión moral: Ja expresión positiva
de la sexualidad. .. 50
El componente afectivo. 52
La expresión de la afectividad en hombres
y mujeres. 53
La identidad psicosexual. La dimensión
emocional. 57

Capítulo 3. Conversando en clase o en casa. 59


Comencemos la función. 59
Órganos genitales masculinos. 60
Órganos genitales femeninos. 60
Órganos genitales femeninos externos. 61
Cómo explicarle a los niños la diferencia
entre sexualidad y pornografía. 70

Capítulo 4. Las edades sexuales. Educando a cada edad 77


Edades sexuales del ser humano . 77
De la concepción a los 6 años de edad. 77
El proceso de formación de la identidad sexual . 77
Educando a nuestros hijos de 0 a 6 años.
¿Hay que hacerlo tan temprano?. 80
Educando a nuestros hijos e hijas entre los 6
y 9 años. 83
El desarrollo desde la pubertad hasta los 25 años . . 86
¿Hay una edad para tener relaciones sexuales?
¿Qué debo hacer?. 86
Educando y entendiendo a nuestros hijos entre los
9 y 11 años. 89
Cómo guiar a los muchachos en la exploración
de su sexualidad... 90
ÍNDICE ❖ vi i

Cómo guiar a las muchachas en la exploración


de su sexualidad. 94
Educando la sexualidad de nuestras hijas
entre los 11 y 14 años. 95
Educando la sexualidad de nuestros hijos (varones)
entre los 11 y 14 años. 98
Educando la sexualidad después de los 15 años. . . 101
La comunicación en este período. 102
Nuestros hijos adolescentes. 102
El manejo de la masturbación. “¡Él se queda
mucho tiempo en el baño! ¿Qué hago?”.... 105
“Mi hija de 15 años se embarazó,
¿qué hicimos mal?”. 108
“Mi hijo de 19 se embarazó”. 110
Edades sexuales de los 25 a los 35 y de
los 35 a los 50 años. 113
¿Y qué sucede entre los 35 y 50 años?. 114
La sexualidad y la crisis de la mediana edad. . . 115
Edades sexuales de los 50 años en adelante. 116

Epílogo. 119
Anexos. 125
1. Taller: Enseñando las emociones. 125
Primer ejercicio. 126
Primer paso... 127
Segundo paso. 128
Tercer paso. 128
Segundo ejercicio. 131
Primer paso. 132
Tercer ejercicio. 135
‘ Cuarto ejercicio. 140
2. Taller: Instrumentos de comunicación afectiva . . . . 142
El árbol y el semáforo. 142
El árbol de los sentimientos. 142
El semáforo: aprender a manejar
los sentimientos de “luz roja’ y luz verde . 144
\

viü ÍNDICE

3. Diez consejos para ayudar a los padres y madres


a hablar sobre la sexualidad con'sus hijos
adolescentes y preadolescentes. 144
4. La noche apache. 147
Bibliografía. 151
Agradecimientos

Sin duda alguna, este libro no hubiera sido posible si no


hubieran existido “ángeles’' que creyeron en mí, que me
alentaron y dieron sus aportaciones, tiempo y gran amor.
Pido disculpas, de antemano, si omito a alguien; espero que
no suceda.
Gracias infinitas al doctor Gastón de Mezerville, que
creyó en mí y me invitó a ser parte del equipo de psicólo¬
gos del Seminario Central en Costa Rica —ése fue el inicio
para escribir y confiar en lo que hacía—, además de insistir
en que debía apurarme para que este libro llegara a más
personas.
A don Gerardo Sánchez, que vio en mí un potencial
creador y me ofreció la oportunidad de dar a conocer mi
producción, en gran escala, en las escuelas de Tlalpan:
desde el año 2000 me abrió las puertas en México por me¬
dio de Impulso Educacional y no ha dejado de motivarme
y escuchar cada uno de mis lamentos. Gracias a Carmelita,
su esposa, a sus hijas y a sus nietos. Ellos abrieron su co¬
razón y me recibieron como su familia en México. A todo
el personal del centro educativo que dirigen, por su con¬
fianza, gran dinamismo y amor. Con ustedes cree este libro
y pude ver “hacia lo alto”; gracias hermanos y hermanas.
A mi director de maestría, doctor Daniel Flores, y a mis
asesores, Gastón y Alejandrina, quienes lograron y exigie¬
ron calidad, profundidad y mucho profesionalismo -así
como ellos lo exigen en sus propias vidas y en sus aporta-

IX
X AGRADECIMIENTOS

ciones a la comunidad educativa de la Universidad de Costa


Rica- y me motivaron a continuar con el doctorado.
A doña Rodell, que no sólo me abrió un espacio en el
Saint Paul sino que me dio su plena confianza para que de¬
sarrollara mi investigación, me recreara y madurara en mi
profesión, y confiara plenamente en mi propuesta; además,
me abrió las puertas al financiar mi viaje al Foro de las
Américas, donde pude dar a conocer mi propuesta de edu¬
cación sexual basada en valores. Gracias Rodell, eres un sol.
Por supuesto, a mis compañeros del Saint Paul: Ana C.,
Margarita, mis compañeros de equipo y todo el personal
docente y administrativo; su gran amor fue motor, guía y
un espacio al que tuve que renunciar para construir mi
“leyenda personal”, pero que dejó en mi corazón su bondad
y amistad para toda la vida. Gracias hermanos y hermanas.
A Gaby, que confió y abrió las puertas de su tierra, Ni¬
caragua, para que creciéramos juntas en el proyecto y,
luego, a Pupi, que se unió a nuestro sueño. Gracias her¬
manas.
A la Universidad de Costa Rica, con su Escuela de Psi¬
cología, y a todo su equipo administrativo, especialmente a
Ivania, Kenia y Maritza, quienes creyeron y apoyaron ex¬
traordinariamente el Proyecto de extensión docente, cuyas
dos propuestas (el curso “Formación y sensibilización en
afectividad y sexualidad” y el denominado “Metodología de
abordaje en afectividad y sexualidad”) fueron declaradas
de interés social y educación permanente. Gracias por su
espacio y su fe.
A Juan Fernando y Eugenia Sancho, quienes abrieron el
espacio periodístico para “construir la sexualidad” por me¬
dio de la palabra en las revistas de provincia del periódico
La Nación en Costa Rica, así como a Eduardo Enríquez y
Arquímedes Gonzáles de La Prensa en Nicaragua, quienes
AGRADECIMIENTOS ❖ x¡

se convirtieron en fuente creadora de mis disertaciones teó¬


ricas y clínicas. Infinitas gracias por su libertad y responsa¬
bilidad como comunicadores sociales. Lo mismo con la
Revista Dominical, Revista Viva, periódico Reforma, de Méxi¬
co y el periódico El Reportero de San Francisco, California,
quienes confiaron y abrieron espacios para disertar acerca
de la sexualidad.
A todas las personas muy cercanas y queridas que han
hecho que produzca más de la cuenta; a Daniels, por su
apoyo, su paciencia —mucha paciencia- por mis malos há¬
bitos y su gran responsabilidad con la creación de la página
web: www.sexoamoryvida.com, que logró que se diera a
conocer el trabajo en el espacio cibernético de una manera
jovial, profunda, responsable y creativa.
Y, sin duda alguna, a mi asistente de tiempo completo,
mi apoyo, mi nuca, mi brazo derecho-izquierdo, secretaria
y más: Estefi, por su responsabilidad, gran creatividad, pa¬
ciencia, profesionalismo y alegría, a pesar de tantos y tan¬
tos “bemoles”. Te adoptamos con tinta y papel en nuestra
familia.
A Iris, que con su profesionalismo lingüístico acertó a
darle prestancia y estilo a este libro, gracias.
Y a todos los que han vivido un taller de afectividad y
sexualidad, a las comunidades, los grupos de padres y a los
estudiantes de todas las edades, quienes siguen pidien¬
do más espacios para crecer y, de esta manera, motivan mi
creatividad e incentivan mi deseo de escuchar nuevas
canciones, juegos, lecturas y teorías. Ellos son mi motor,
mi luz.
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Prefacio
Aprendiendo con profundidad...

¿Cómo comenzar a brillar con luz propia en nuestra sexua¬


lidad y llegar a “alumbrar” a otros? ¿Cómo llegar a compren¬
der y utilizar esta fuerza creadora en lo corporal y verbal?
Cómo... Cuándo... Quién...
Todos estamos en la misma barca, en un hecho histórico
en el que nos construimos unos a otros. Nuevos hombres
y mujeres para tiempos nuevos, más comprometidos, me¬
nos solos; más luz, más resplandor, más deseos de encandi¬
lar y “alumbrar” a otros.
Con este libro abro un espacio para el diálogo ya que
está escrito de manera que podamos conversar y pensar en
nuestras propias vidas. Por el camino del diálogo y la re¬
flexión, podremos dar por terminadas muchas “facturas”
emocionales que no permiten vernos con claridad; limpiar
nuestra ventana para ver las montañas, el sol y las estrellas
que surgen cuando logramos desarrollarnos con plenitud.
Muestra, a manera de cuento, cada una de las preguntas
que han surgido en la experiencia de haber compartido, por
mas de veinte años, con hombres y mujeres de todas las
edades, ese proceso de construir una sexualidad mucho más
libre,., profunda, certera y clara, que a su vez nos lleve hacia
ese encuentro y sanación profunda que se vivió, en cada
momento, en las aulas, centros educativos, salones comu¬
nales, parroquias o cuanto lugar se pudo conseguir para
reunirnos y vivir con profundidad un taller de afectividad
y sexualidad.

xiii
xiv ❖ PREFACIO

Fue una experiencia que comenzó allá, en la región in¬


dígena de Bribrí, en Talamanca -Costa Rica-, hace más de
15 años, para luego quedarse como una semillita, esperan¬
do que se profundizaran los estudios.
Con el transcurso del tiempo, hace más de ocho años, se
pudo sistematizar una metodología para abordar la educa¬
ción sexual que se convirtió en una propuesta y, luego, en
un curso obligatorio en un colegio que abrió las puertas
para formar a los jóvenes de décimo año de secundaria.
Con este curso, ellos experimentaron no sólo el conoci¬
miento, sino la reflexión, la introspección y la toma de de¬
cisiones acerca de lo que esperaban ser como hombres y
mujeres: mucho más integrados, respetuosos y libres de sí
mismos y de los otros. Construyeron una vivencia y una
propuesta, así como una meta de vida en el desarrollo de su
sexualidad.
Lo importante no era darles sólo un método anticoncep¬
tivo o información sobre las enfermedades venéreas; sino
más que eso: lograr que tomaran decisiones acerca de la
vivencia de su sexualidad.
Esta propuesta se presentó como ponencia y taller con el
nombre de “Un encuentro conmigo mismo, el medio para
fortalecer mi relación con la vida”, en el Foro de las Amé-
ricas, Tlaxcala, México, en 1999.
En este foro, la propuesta recibió un reconocimiento
que hizo urgente la necesidad de sistematizar y construir
otras opciones para educar la afectividad y la sexualidad.
Fue con Impulso Educacional de México, en la zona de
Tlalpan, D.F. -la primera organización a nivel internacio¬
nal que se interesó por la propuesta-, que se dieron los
primeros talleres de afectividad y sexualidad a grupos de.
niños. Participaron alumnos desde quinto grado de prima¬
ria hasta tercer año de preparatoria -equivalente a un
PREFACIO xv

doceavo nivel de secundaria— llegando a consolidar una


serie de talleres para distintos grupos de edades y necesi¬
dades. También recibieron formación sus maestros y sus

Antes de la experiencia en México, recibí una invitación


del Seminario Mayor en Costa Rica (un centro para formar
sacerdotes), donde se logró consolidar una propuesta que,
articulada con seis talleres más —en conjunto con otros
psicólogos-, se convirtió en una presentación escrita en
forma de talleres de afectividad y sexualidad para religiosos,
seminaristas y sacerdotes de la Iglesia Católica.
En la Universidad de Costa Rica se consolidaron, en
colaboración con la Escuela de Psicología, los cursos deno¬
minados:

• Construyendo la sexualidad: formación


y sensibilización en sexualidad.
• Construyendo la sexualidad: metodología
de abordaje.

Estos cursos fueron declarados “de interés social” y se im¬


parten cada semestre. En el primero pueden participar
personas mayores de 18 años; en el segundo, todas las per¬
sonas con un tercer año aprobado de cualquier carrera uni¬
versitaria y que quieran construir una propuesta de educa¬
ción sexual en su campo profesional.
Desde ese momento hasta ahora, ha sido un continuo ir
y venir, de pueblo en pueblo, con calor o frío, con lujo o
techos rotos. Pero, sobre todo, con incontables personas de
todas las edades, niños, jóvenes, ancianos, alfabetizados y
analfabetos y, sin embargo, todos ellos con algo en común
y un gran deseo y respeto por aprender de la sexualidad. Y
he sido yo, al final, la más impresionada y sensibilizada por
XVI ❖ PREFACIO

el amor y la sencillez con que se pueden crear espacios de


vida mejores y más seguros para todos.
Este tiempo no sólo logró marcarme y marcar a muchos
de los que creyeron en nuevos espacios para construir la
sexualidad y buscar mejores opciones para criar a sus hijos
sino, también, posibilitó -a padres y madres- aprovechar
para sí mismos todas las vivencias; como al final muchos lo
manifestaron: “Vine a ver qué aprendía para mis hijos...
pero en realidad todo ha sido para mí mismo y eso es
mucho más de lo que esperaba”.
La premisa que se convirtió en el hilo conductor de este
libro y de los talleres en general es la que nos dice que la
sexualidad tiene un lenguaje muy curioso y hermoso, un
lenguaje único: lo llamamos “lenguaje afectivo” y se mani¬
fiesta de manera verbal y corporal. Querer y poder apren¬
der este lenguaje permitirá una compenetración con esa
gran fuerza creadora que, de acuerdo con esa premisa, es la
sexualidad.
Este libro se hizo pensando en varios grupos de lectores:
por un lado, para todos aquellos jóvenes de más de 18 años
de edad que quieran aprender acerca de su sexualidad y, de
esta forma, puedan optar por una vivencia mucho más li¬
bre, responsable, justa y respetuosa para sí mismos y para
los demás, así como abordar tanto la educación de la sexua¬
lidad como la educación coital. Por otro lado, para los que
ya mantienen un vínculo de pareja y quieren aprender a
vivir una sexualidad mucho más placentera y respetuosa. El
tercer grupo de lectores son los padres y madres que tienen
hijos de hasta 25 años de edad y desean aprender acerca de
la sexualidad, tanto para sus hijos como para sí mismos,
para sentirse mejor en su relación de pareja y madurez
personal. Este libro les permitirá conocer los puntos de
equilibrio que existen entre las diferentes edades sexuales y
PREFACIO * xvi i

utilizarlos adecuadamente para lograr la mejor y más pro¬


funda educación sexual, que es la que busca educar el de¬
seo, el placer y, sobre todo, el desarrollo consigo mismos y
con sus hijos. Además, también pienso en los maestros que,
en todo este tiempo, me han pedido que escribiera una
guía para utilizarla en sus aulas o una pauta que los ayudara
a educar y orientar a sus alumnos con menos prejuicios y
temores. Espero haberlo logrado en este libro que ofrece un
anexo en donde se vivencian muchas de las dinámicas que
se enseñan en los talleres de afectividad y sexualidad. Y, por
supuesto, también para todo aquel que quiera simplemente
conocer, vivir y sentir una sexualidad mucho más liberadora,
respetuosa y equilibrada para sí mismo y en su relación con
los otros.
Concluyo y agrego un poema del gran escritor Eduardo
Galeano. Deseo que los motive y les sirva de inspiración
para la construcción de la afectividad y la sexualidad.
Espero que este libro les brinde las herramientas para
que cada uno de ustedes pueda construir su espacio, de
acuerdo con sus necesidades y deseos, y logre, de alguna
manera, convertirse en un fueguito que ilumine a los otros.

El mundo

Un hombre del pueblo de Negúa, en la costa


de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta contó. Dijo que había contemplado,
desde allá arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso, reveló.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fueguitos iguales.
V

xviii •> PREFACIO

Hay fuegos grandes y fuegos chicos


y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros arden la visda con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca, se enciende.

Eduardo Galeano

El libro de los abrazos


Introducción
Construyendo la sexualidad

La educación de la sexualidad...
¿De verdad hay que educar
la sexualidad? ¿Qué dice la gente?

Nuestros jóvenes y familias piden, a voces, apoyo en la tarea


de educar para construir nuevas relaciones, nuevas esperan¬
zas y concepciones de vida pero, sobre todo, construir un
concepto más fuerte y comprometido de lo que esperamos
ser como hombres y mujeres.
Durante la historia de la humanidad, hemos recibido
una educación ambigua acerca de lo que es la sexualidad:
se nos dice lo que “tenemos” que hacer, sin cuestionarnos
lo que esperamos para nuestras vidas y para nuestras rela¬
ciones de pareja. Poco estimulamos la conciencia de ser, no
sabemos cómo reconocer nuestras emociones y valores.
La educación sexual, si es que pensamos que debe edu¬
carse la sexualidad, debe ser dirigida hacia la construcción
del ser: el nuestro, como padres y madres adultos, y el de
los jóvenes, como futuros adultos.
Hay que ofrecer espacios para tomar conciencia, enten¬
diendo el tomar conciencia como esa actividad que nos
obliga a ordenar el contenido de los sentidos, y esto desde
los primeros años del desarrollo. Solo de esta manera lo¬
graremos establecer procesos de reflexión y no solo de in¬
formación, como las frases que lanzamos o vemos en las

XIX
XX ❖ INTRODUCCIÓN

vallas publicitarias, tales como: “No se embarace”, “Pro¬


cure que no le hagan daño”, “Si toma tal cosa será bello o
reconocido”.
Estos espacios de conciencia, deberán llevarnos a una
profunda reflexión que nos permita construir y formar cada
uno de los componentes de la\ sexualidad, de tal manera
que podamos llegar a tener moralidad, ciencia, arte, reli¬
gión y, se puede agregar, la plenitud y certeza de reconocer
nuestra propia sexualidad como una energía para la vida y
no para la muerte. *
La sexualidad es una energía creadora, una fuerza que
busca amar y relacionarse. Es todo un proceso de aprendi¬
zaje que se dará en cada etapa de nuestra vida bajo una
perspectiva de aprender desde el modo de ser; esto implica
un compromiso en reconocer nuestros sentimientos y la
relación que éstos guardan con nuestras necesidades.
Tendríamos que iniciar una verdadera revolución, no sólo
educativa sino moral, para que los programas o espacios en
los centros educativos dejaran de concebir a los estudiantes
como recipientes pasivos de las palabras y de las ideas y
trataran de desarrollar la capacidad de escuchar y el “olfato”
propio. Sólo de esa manera podrían responder productiva y
activamente. Pero esto implica enseñar valores y, éstos, sólo
se adquieren por medio de la experiencia de encontrarse
con dificultades y enfrentarlas profundamente, para hallar
respuestas creativas que nos lleven a la trascendencia.
Sólo así, estos valores se convierten en principios, en un
norte claro de lo que se quiere y de lo que se ve; es decir,
en una mayor claridad acerca de nuestra misión y visión
como hombres y mujeres en la búsqueda hacia la construc¬
ción del ser.
¿Y se podrá enseñar esto en el aula? En realidad, aquellos
valientes que acepten el reto deberán reconocer que, para
INTRODUCCIÓN ❖ XXI

enseñar valores que se conviertan en principios, no basta


con dominar conceptos o tener ideas brillantes. Es más que
eso: es vivir un compromiso profundo con la vida, con una
visión muy clara del “hacia dónde voy” y querer transmitir¬
lo a los alumnos.
Mientras los jóvenes y los adultos no nos involucremos
en una “actitud de ser”, no habrá cambio: los padres solte¬
ros y madres solteras, los abortos, los abusos, el incesto, la
violencia... pero sabemos que éstas son sólo pequeñas luces
o situaciones; la cuestión de fondo es la incapacidad para
promover la madurez y plenitud de la sexualidad.
Cuando hablo de “actitud de ser”, me refiero a la nece¬
sidad de diferenciar las conductas de la sexualidad que lle¬
van a desarrollar relaciones de posesión, de objetivación,
que Fromm llamaría la “cultura de tener”: “te tengo” o “tú
eres mía(o)” son frases que transparentan los vínculos
mercantilistas que se han estimulado en las sociedades
modernas.
La evolución que nos conduzca a la plenitud se dará si
se logra establecer una autodeterminación y claridad para
dejar de lado actitudes de la “cultura de tener” y desarrollar
más actitudes de la “cultura de ser”, y así lograr que esto se
convierta en un hilo conductor de la evolución y de uno
mismo.
La sexualidad ha perdido sus dimensiones conscientes
para convertirse en un acto trivial, sin organización, reno¬
vación ni conservación propias.
Tal parece que nuestra sexualidad se vive sin conciencia,
se nos dice que es como “instintiva”, un eje medular de la
conducta sobre la que no se tiene control.
Una sexualidad vista desde la “cultura de tener” se limi¬
tará a reproducir sensaciones y movimientos, a consumir
anticonceptivos sin responsabilidad ni compromiso; se co-
xx i ¡ ❖ INTRODUCCIÓN

brará por ella y se la mutilará en la expresión auténtica de


lo que significa para el ser. Comenzará a engendrar enfer¬
medad y muerte y se convertirá en la autodestrucción del
género humano.
No se debe perder la dirección de la evolución; hay que
tener paciencia y fe en que, pocó a poco, se dará el cambio.
Algunos ya lo iniciaron, otros lo “olieron” y otros ni siquie¬
ra lo notaron.
Los programas de educación sexual deberían ser pla¬
neados por cada comunidad, para respetar los valores y
las creencias; sólo así será un proceso de vida en todo mo¬
mento.
Se deben tomar en cuenta necesidades, habilidades, va¬
lores y el sentido que cada escuela, familia y comunidad
desea darle a su desarrollo de educación de la sexualidad.
Para eso se requiere tiempo.
Y al hablar de tiempo, es importante remitirnos a nues¬
tra infancia. Para algunos de nosotros, durante esa época,
existía confianza y admiración; era el tiempo en que todas
las cosas y situaciones producían una fascinación y quizá,
para otros, no tan buenos recuerdos.
Los maestros y algunos padres poseen ese espacio único
en donde se conocen los secretos y los tiempos de creci¬
miento de esos niños que comienzan la escuela; puede que
ninguno de ellos esté consciente de lo que significa su pre¬
sencia, sus palabras y sus acciones para las vidas de estos
niños y jóvenes.
Este libro posee los instrumentos teóricos, dinámicos y
reflexivos con los que se espera provocar un reto y el deseo
de comprometerse con la educación de la afectividad, así
como estimular ese tiempo para educar y educarse.
Es, sobre todo, un espacio para ti, primero que nada;
ese espacio o encuentro con lo que eres como hombre o
INTRODUCCIÓN ❖ xxlll

mujer, lo que ha pasado por tu historia; es ese espacio que


has dado a los niños que estuvieron a tu lado y a quienes
dejaste tu huella, tu ser hombre, tu ser mujer.
Y eso, mi querido amigo-amiga, eso se llama sexualidad:
ahí se inicia una de las fuerzas más poderosas y creadoras
que poseemos los hombres y las mujeres.
¿Y cómo explicarle esto a los niños y niñas que pasan
por nuestros días?
Trataré de hacerlo en un lenguaje cotidiano, con las
anécdotas de los encuentros de todos los tiempos, que de
una manera simple y profunda esperan dejar, en la mente
y en el corazón, la fuerza y el conocimiento para desarrollar
no sólo la sexualidad, sino educar y formar la sexualidad de
quien o quienes la comparten con nosotros.
Este modelo, en el que he basado mis aportaciones, ha
estado impregnado del conocimiento de muchos maestros;
algunos han escrito sus “verdades”, a otros se las escuché
decir en conversaciones, conferencias, cursos o simplemen¬
te por su amistad de años.
Cuando inicio las conferencias, utilizo, por lo general y
a manera de motivación, algún cuento de apoyo que logra
desarrollar una actitud, un momento de silencio, de re¬
flexión pero, sobre todo, de introspección.
Para iniciar este libro decidí elegir un cuento de la obra
Salió el sembrador, del gran escritor Carlos Valles (1997),
español de nacimiento pero hindú de corazón.
Se los cuento para que ustedes procuren no ser unas
ranas de pozo y luchen por salir de ese hoyo en que nos
meten (o nos metemos).
XXIV ❖ INTRODUCCIÓN

La rana del pozo


\

En un pozo profundo vivía una colonia de ranas. Llevaban su


vida, tenían sus costumbres, encontraban su alimento y croaban
a gusto haciendo resonar las paredes del pozo en toda su pro¬
fundidad. Protegidas por su mismo aislamiento, vivían en paz
y sólo tenían que guardarse del pozal que, de vez en cuando,
alguien echaba desde arriba para sacar agua del pozo.
Daban la alarma en cuanto oían el ruido de la polea, se
sumergían bajo el agua o se apretaban contra la pared y, allí,
esperaban, conteniendo la respiración, hasta que el pozal lleno
de agua era izado otra vez y pasaba el peligro.
Fue a una rana joven a quien se le ocurrió pensar que el
pozal podía ser una oportunidad en vez de un peligro. Allá
arriba se veía algo asi como una claraboya abierta, que cambiaba
de aspecto según fuera de día o de noche y en la que aparecían
sombras y luces, y formas y colores que hacían presentir que allí
había algo nuevo digno de conocerse. Y, sobre todo, estaba el
rostro con trenzas de aquella figura bella y fugaz que aparecía
por un momento sobre el brocal del pozo al arrojar el cubo y
recobrarlo todos los días en su cita sagrada y temida. Había que
conocer todo aquello.
La rana joven habló y todas las demás se le echaron encima:
Eso nunca se ha hecho. Sería la destrucción de nuestra
raza. El cielo nos castigará. Te perderás para siempre. Nosotras
hemos sido hechas para estar aquí y aquí es donde nos va bien
y podemos ser felices. Fuera del pozo no hay más que destruc¬
ción absoluta. Que nadie se atreva a violar las sabias leyes de
nuestros antepasados. ¿Es que una rana jovenzuela de hoy pue¬
de saber más que ellos?
La rana jovenzuela esperó pacientemente la próxima bajada
del pozal. Se colocó estratégicamente, dio un salto en el mo¬
mento en que el pozal comenzaba a ser izado y subió en él ante
el asombro y el horror de la comunidad batracia. El consejo de
ancianos excomulgó a la rana prófuga y prohibió que se hablara
de ella. Había que salvaguardar la seguridad del pozo.
INTRODUCCIÓN *> XXV

Pasaron los meses sin que nadie hablara de ella y nadie se


olvidara de ella, cuando un buen día se oyó un croar familiar
sobre el brocal del pozo, se agruparon abajo las curiosas y vie¬
ron recortada contra el cielo la silueta conocida de la rana aven¬
turera. A su lado apareció la silueta de otra rana y, a su alrede¬
dor, se agruparon siete pequeños renacuajos.
Todas miraban sin atreverse a decir nada, cuando la rana
habló: ‘Aquí arriba se está maravillosamente. Hay agua que se
mueve, no como alia abajo, y unas fibras verdes y suaves que
salen del suelo y entre las que da gusto moverse, y donde hay
muchos bichos pequeños muy sabrosos y variados, y cada día se
puede comer algo diferente. Y luego hay muchas ranas de muchos
tipos distintos, y son muy buenas, y yo me he casado con ésta
que está aquí a mi lado, y tenemos siete hijos y somos muy
felices. Y aquí hay sitio para todas, porque esto es muy grande
y nunca se acaba de ver lo que hay allá lejos”.
De abajo, las fuerzas del orden advirtieron a la rana que, si
bajaba, sería ejecutada por alta traición; ella dijo que no pen¬
saba bajar, que les deseaba a todas que lo pasaran bien y se
marchó con su compañera y los siete renacuajos.
Abajo, en el pozo, hubo mucho revuelo y algunas ranas
quisieron comentar la propuesta, pero las autoridades las acalla¬
ron enseguida y la vida volvió a la normalidad de siempre. Al
día siguiente, por la mañana, la niña de las trenzas rubias se
quedó asombrada cuando, al sacar el cubo con agua del pozo,
vio que estaba lleno de ranas.

En la lengua sánscrita, que fue en la que se escribió este


cuento, para referirse a las personas que son “cerradas” y
que sólo ven las cosas de una manera se las denomina “ra¬
nas de pozo”. En realidad es un insulto y uno no debería
sentirse orgulloso. Por el contrario, lograr “desacomodarse”
y salir del pozo es parte de este nuevo lenguaje.
V

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CAPÍTULO 1

Construyendo el camino

Educando por medio de los sentidos


y los sentimientos

La educación sexual debe ser dirigida hacia la cons¬


trucción del ser; eso implica pasar de machos y hem¬
bras a convertirnos en hombres y mujeres, mucho más
fuertes y seguros.

Esto significa que hay que ofrecer espacios para tomar con¬
ciencia, pero... ¿qué es conciencia? Erich Fromm en sus
libros: ¿Ser o tener? y Del tener al ser, que me parecen muy
acertados, nos dice que tomar conciencia es la actividad de
ordenar el contenido de los sentidos.
Y cuando hablamos de sentidos, mencionamos la capa¬
cidad de desarrollar, en nosotros, en nuestros alumnos y en
nuestros hijos, la sensibilidad, no sólo de discernir sino de
describir -en palabras y gestos- lo que vemos, escuchamos,
olemos, lo que la piel siente en lo tibio de un abrazo, un
beso, -una mirada... pues la piel también siente lo que las
miradas producen en nuestro cuerpo, en nuestra mente y
en nuestra forma de actuar.
También incluye el gusto en todas sus manifestacio¬
nes de respuesta: no sólo a los sabores sino a las sensaciones
emocionales. Por ejemplo, después de un buen enojo es

1
2 ❖ CONSTRUYENDO EL CAMINO

muy probable que mi boca quede amarga, mi lengua se


ponga blanca o quizá hasta verde. Esto se llama gusto, gustar,
en cierta medida, de las emociones manifiestas en mi len¬
gua, garganta y estómago.
Otra de las habilidades que debo desarrollar es la empa¬
tia, esa capacidad de percibir las emociones de los otros,
como tanto se menciona en las teorías de la Inteligencia
Emocional.
En esta organización de los sentidos y las habilidades se
dará otra labor, que deberá promoverse como parte de la
educación del ser y, en consecuencia, de la sexualidad: de¬
sarrollar los procesos de reflexión por medio de la sensibi¬
lización y la formación, así como la discusión de ideas y la
toma de decisiones.1
En una educación de la afectividad y la sexualidad es
básico, en parte, dominar información específica, pero no
para caer en la limitación de creer que se educa la sexuali¬
dad al mostrar los órganos genitales o porque conocemos la
teoría del desarrollo sexual en las edades; es mucho más que
eso: significa desarrollar el placer y el deseo de manera in¬
tegral y de acuerdo con las necesidades de cada edad.
Mostrar lo fisiológico o hablar de salud sexual es muy
bueno, pero falta mucho más; sí, la humanidad, lo sensible,
lo afectivo y lograr ligar ese conocimiento al lenguaje sexual,
eso es realmente educación.

1 De esto se habla con detalle en la publicación del V Congreso Nacional de


Psicología en Costa Rica. Para acceder al documento se debe consultar la
página web: www.sexoamoryvida.com. En esta investigación baso mis-apor¬
taciones en sexualidad, así como la metodología que he propuesto y desarro¬
llado en los diferentes talleres y columnas de los periódicos y quef de alguna
manera, está inmersa en todo el lenguaje de presentación de los diferen¬
tes manuales para cada una de las edades. Esta metodología ha logrado de¬
sarrollar cambios en las actitudes hacia la sexualidad, en las personas que
participaron en los talleres de formación, desde 40% hasta 80%.
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 3

Y a eso es a lo que los estamos invitando: a soñar con


nuevas familias, con hombres y mujeres libres, con centros
educativos mas seguros y fuertes, con ser, cada día, mejores
en todos los aspectos.
¿Cuántas veces los maestros se han sentado en el escri¬
torio del aula, o en su casa, pensativos ante una pregunta
o conducta de un alumno y han reflexionado acerca de
ello? Probablemente se han preguntado: “¿Qué pasó con
ese niño? ¿Por qué me preguntó eso? ¿Estará pasando algo
en su casa? ¿Estará expuesto a algo? ¿Cómo lo puedo ayudar
u orientar?”
O quizá, nuestros cuestionamientos se han ido a nues¬
tros propios recuerdos, cuando teníamos 10 años o menos,
y revivimos aquello que nos sucedió, en nuestro cuerpo y
mente, en los primeros encuentros con las sensaciones de la
sexualidad... quizá fue ese momento en que vimos “eso que
tienen los hombres y las mujeres”, en nuestra hermana o en
nuestro hermano, o vimos desnudos, por casualidad, a nues¬
tros padres o quizá escuchamos “más de la cuenta”, en la
madrugada, sonidos que nos producían miedo y descon¬
cierto.
Tantas emociones rodean nuestra existencia que se hace
necesario desarrollar el hábito de entrar en nosotros mis¬
mos para acomodar y reacomodar nuestros recuerdos
afectivos.

La memoria afectiva

La memoria afectiva es ese espacio en nuestro hipotálamo,


dicen algunos, en donde “guardamos” las sensaciones de
nuestra historia pues, casualmente, recordamos lo que está
fuertemente ligado a una experiencia con emociones; es
4 CONSTRUYENDO EL CAMINO

decir, las situaciones que provocaron miedo, alegría, tris¬


teza o un gran enojo están guardadas en esa parte del
cerebro.
Precisamente, los psicoterapeutas buscamos entrar en ese
espacio para que la persona logre sanar y resolver esos re¬
cuerdos y, de esta manera, comience un proceso de mejora
personal.

Esos recuerdos afectivos están ligados a las emociones


y, por lo tanto, será posible conocerlos si distinguimos
con plenitud y certeza las emociones y la forma en
que éstas se manifiestan en el cuerpo.

Este espacio en nuestro cerebro nos da la certeza de que los


hombres y mujeres nos comunicamos afectivamente y que
nuestra capacidad dependerá de lo que podamos entender,
mejorar y resolver con este lenguaje. De esta manera, pode¬
mos construir y reconstruir nuestra historia una y otra vez.
Uno de los primeros hábitos será comenzar a identificar
las emociones y, para eso, les voy a mostrar algo maravilloso
que ha servido por años. Lo viví, la primera vez, en las
mejores 48 horas de mi vida, hace más de 10 años. En ese
momento, me di cuenta de que, a pesar de haber recibido
entrenamiento en terapia de pareja y de haber realizado di¬
versos cursos de posgrado, no había entendido este lenguaje
con claridad.
Sucedió en un fin de semana, en un retiro para matri¬
monios con más de cinco años de casados. Ahí me enseña¬
ron el lenguaje de la sexualidad (aunque en ese momento
no lo supe y creo que ellos tampoco).
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 5

Muchos años después, comprendí qué era el lenguaje de


la sexualidad y, así, lo transmito en mis conferencias y se lo
hago ver a mis pacientes. Sé que ha sido de gran utilidad
a muchas personas. Espero que rsí suceda contigo.

El lenguaje de la sexualidad:
los sentimientos de 'luz roja" y "luz verde"

Las personas responsables de organizar el encuentro ma¬


trimonial —en sus retiros realizados en diferentes países-
explican a los participantes, de una manera “gestáltica”
(concreta, clara y en el presente), que los sentimientos se
pueden resumir en cuatro, y éstos, a su vez, pueden ser
considerados en dos grandes grupos: los sentimientos de
“luz roja” y los sentimientos de “luz verde”.
Para comprender los sentimientos de “luz roja”, hacen
una comparación con las leyes de tránsito: sea un peatón o
conductor de automóvil, ante un semáforo con luz roja,
debo detenerme por completo.
Si continuamos con la comparación, esto implica que,
cuando tenemos sentimientos de “luz roja” por más de un
día, debemos tomarnos un tiempo para meditar acerca de
lo que debemos hacer con ese sentimiento, pensar en en¬
contrar una salida por medio de algún valor. Y a eso le
llamo:

Tomar decisiones y comenzar a ejercer el autocontrol


de mis emociones.

De cierta manera, comenzamos a educarnos y a sensibili¬


zarnos en el lenguaje de la sexualidad, pues estamos par-
6 * CONSTRUYENDO EL CAMINO

tiendo de que la afectividad es el lenguaje con que la sexua¬


lidad va a expresarse y que, cuando se expresa de esta manera,
podernos entrar en un proceso de reflexión y de toma de
decisiones. Entonces, a partir de aquí, hablamos de afecti¬
vidad y sexualidad.
Estaremos hablando de “orientar hacia el amor y la sexua¬
lidad”, como de manera apropiada lo refiere el doctor Stel
en el “curso para orientadores” en la Universidad Nacional
de Costa Rica. Tanto la sexualidad como nuestra vida están
impregnadas de sentimientos que nos guían en la compren¬
sión de su desarrollo y de las edades o pasos por los que nos
vamos desenvolviendo y madurando.

De las emociones a los sentimientos

En este punto, debemos comprender las diferencias entre


emoción y sentimiento.
La doctora Marie Paul Ross, en su “modelo de interven¬
ción global en sexología” (1998), muestra una forma peda¬
gógica de entenderlo:

Lo espiritual
Lo intelectual
Sentimiento

Afectivo

Emoción
Fisiológico
Sensorial
LA MEMORIA AFECTIVA 7

Si observamos detalladamente, veremos que las emocio¬


nes están más cerca de lo fisiológico y lo sensorial. Es de¬
cir, debemos explorar la manera en que las emociones se
manifiestan y perciben en nuestro cuerpo. Por ejemplo,
cuando estoy enojada, percibo escalofríos en el cuerpo o, al
contrario, me siento acalorada y me duele la boca del estó¬
mago; por esas percepciones, puedo descubrir que lo que
siento es enojo, pues se manifiesta fisiológicamente de la
misma manera o al menos en forma similar.
Así sucede con cada emoción, de manera tal que, cuan¬
do tenga esta percepción en mi cuerpo, pueda entender que
estoy con enojo o discernir si es miedo o tristeza.
Percibir adecuadamente la sensación emocional en el
cuerpo será indispensable para, luego, subirla al plano afec¬
tivo y ponerle un nombre. De esta forma, la emoción se
convierte en un sentimiento. A partir de aquí, lo podemos
agrupar en:

Los sentimientos de "luz roja":

Miedo

Tristeza

Enojo

Cuando hablo de sentimientos de “luz roja” me refiero,


además, a cualquiera de los nombres que les ponemos a
estos sentimientos, por ejemplo: el odio parece ser un sen¬
timiento pero, en realidad, es la acción de odiar y, por lo
tanto, es una actitud, una decisión a raíz de un sentimien¬
to. Detrás de esa actitud o conducta debo preguntarme:
¿Cuál es el sentimiento?
8 ❖ CONSTRUYENDO EL CAMINO

Es decir, si odio debo averiguarxqué está pasando dentro


de mí. Puede que esté sintiendo miedo y, ante ese senti¬
miento, decida odiar; o, por el contrario, puede que esté
enojada con lo que sucedió o sienta una gran tristeza y por
eso decida actuar con odio.
¡Cuidado con pensar que las cosas vienen o se producen
desde afuera!, que son “de afuera” las situaciones o personas
las que nos producen estas emociones; no es así (tristemen¬
te para muchos y con honra para otros), las emociones, y
más tarde los sentimientos, surgen dentro de nosotros como
respuesta ante una situación. Es una reacción sensorial ante
las circunstancias, que puede estar impregnada de recuer¬
dos o dirigida por los patrones de comportamiento que
hemos podido vivenciar en el transcurso de nuestra vida. Es
decir, si observamos que nuestro padre temía o desconfia¬
ba de las personas, probablemente lleguemos a reaccionar
con miedo cuando nos enfrentemos a las personas, aun
cuando racionalmente esto no tenga sentido; es simple¬
mente una reacción que se impregnó en lo que llamaremos
el “cuerpo emocional”. Es precisamente sobre estas emocio¬
nes y reacciones donde debemos trabajar, discriminar y
ubicarnos adecuadamente.

El cuerpo emocional está compuesto por todos los re¬


cuerdos que cada uno guarda en diferentes partes de
su cuerpo. Por ejemplo, si me pegaban en la cabeza
con la mano, cuando alguien levante la mano proba¬
blemente me agache en una reacción involuntaria, sólo
como un reflejo de lo que quedó impregnado en mi
cuerpo emocional.
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 9

Esto implica reconocer que las personas, de alguna manera,


tenemos autonomía afectiva y, como una gran cualidad, re¬
accionamos de forma diferente ante las mismas situaciones.
El siguiente es un ejemplo en donde pueden visualizar
las diferentes reacciones de acuerdo con los referentes, es
decir, con lo que han aprendido en sus vidas:

Un grupo de amigas se pone de acuerdo para tomar café en la


casa de una de ellas. La anfitriona llega muy apurada, junto con
sus amigas (ella trabaja fuera de su hogar), se pone a ordenar
todo y a dar órdenes a sus tres hijos, de entre 10 y 14 años (por
lo general, cuando llega a su casa, hay un caos de juguetes,
libros y cuadernos “regados por todos lados”, al menos para sus
patrones o referentes de orden). Al mismo tiempo pone el café,
acomoda la mesa, entre otras cosas (¡conocida la escena!); de
repente, la hija de 10 años se lastima un dedo, pues se había
puesto a ayudar a su mamá a cortar el pan. Aquí es pertinente
el ejemplo:
La anfitriona se pone muy nerviosa y no sabe qué hacer
(a su mamá le sucedía lo mismo), a una de las amigas le es
indiferente la situación, no le provoca nada y comienza a tomar
café (así era su padre), el hijo de 13 años va a buscar alcohol
y algo para cerrar la herida y se lo trae a su mamá (así reacciona
su padre). La mamá aún no reacciona, otra amiga toma el al¬
cohol, cura a la hija, guarda las cosas, le da agua a la mamá de
la niña, sirve el café, la sienta y ella misma se pone a tomar café
(así era su tía favorita); al final, la anfitriona se pone a llorar.

¿Qué les parece? Muchas reacciones sensorio-afectivas ante


un mismo hecho.
Ahí nos cuestionamos: ¿Por qué ante una misma situa¬
ción reaccionamos de manera diferente?
Simplemente porque somos diferentes y reaccionamos
emocionalmente diferente. Eso nos da la libertad para
10 •> CONSTRUYENDO EL CAMINO

corregir y asumir nuestras conductas y no echarle la culpa


a los demás, a la vida o a la sociedad. Es nuestra responsa¬
bilidad. Depende de nosotros encontrar los espacios para
reflexionar, mejorar nuestra vida y conquistar mayor liber¬
tad para expresarnos.

A los sentimientos les hemos puesto muchos nombres


y, por eso, nos cuesta tanto identificarlos.

En ocasiones decimos: “estoy preocupado”, pero ¿qué es


“preocupado”? Estar preocupado no es un sentimiento sino
una actitud. Al estar preocupado, debo pensar y percibir
con detenimiento, dentro de mí mismo, lo que estoy sin¬
tiendo; es decir, ante esa preocupación puede que tenga
miedo, miedo de no poder cumplir o de que suceda algo,
o sienta tristeza y la esconda detrás de una actitud de pre¬
ocupación.
Por lo tanto, para desarrollar la habilidad que produce
este lenguaje de ubicar los sentimientos, debo identificar la
emoción en mi cuerpo, luego, definir el sentimiento que
provoca esta emoción y, además, decidir lo que voy a hacer
para que ese sentimiento tenga una salida adecuada. Debo
elegir algún valor o conducta que me permita disminuir
o sobrellevar, pausada y adecuadamente, mis emociones o,
simplemente, darles una respuesta que les permita desarro¬
llarse y resolverse de manera satisfactoria para mi sentido de
responsabilidad y respeto.
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 11

No se trata de anular el sentimiento o negarlo, sino


de trabajarlo por medio de la toma de decisiones y la
vivencia de valores.

Los sentimientos de "luz verde"

Llamaremos sentimientos de “luz verde” a aquellas emo¬


ciones que nos permiten caminar libre y fluidamente. Estoy
hablando de la alegría, de la esperanza...
Dentro del cuadro del semáforo se vería de esta manera:
Amor (el amor, según mis estudiantes, está sobre todos
los demás sentimientos pues es consciente y es una deci¬
sión; es decir, “puedo estar triste pero te sigo amando” o
“tengo miedo y no dejo de amarte” o “estoy enojado y sigo
amando”. ¿Por qué sucede esto? Pues, como dice Walter
Riso en su libro Ama pero no sufras, el amor es racional y
consciente o, por lo menos, así debemos manejarlo y cono¬
cerlo).
Por eso se coloca sobre el diagrama de los sentimientos
de la siguiente manera:

Amor
Sentimientos Sentimientos
de “luz roja” de “luz verde”

Miedo
• Alegría
o
Tristeza o o
Enojo o •
De acuerdo con el gráfico que se mostró antes —basado en
las aportaciones de la doctora Marie Paul Ross—, se pue¬
den desprender las siguientes afirmaciones:
12 ❖ CONSTRUYENDO EL CAMINO

"Emoción es diferente de sentimiento"

"La emoción está más ligada a un estado fisiológico-


sensorial y afectivo, mientras que el sentimiento se va
a ubicar en un estado espiritual-intelectual y afectivo"
(Ross, 1998). \

La emoción se siente en el cuerpo. Incluso es probable que,


en ocasiones, esta emoción no se pueda describir racional¬
mente, sino sólo sentir o presentir; es decir, es algo inheren¬
te a nuestro momento y a nuestro cuerpo. Estas sensaciones
o emociones son muy importantes y se deben respetar y
llevar a un plano de análisis y reflexión profunda para tratar
de describirlas.
He oído expresiones tales como “siento un vacío en el
estómago” ante una circunstancia aprehensiva o de enojo.
Sabemos que, muchas veces, no podemos ponerles nom¬
bres a las emociones y, cuando lo hacemos y las describimos
(como por ejemplo: “Sé que lo que estoy sintiendo es mie¬
do o es una gran tristeza”), comenzamos a transformar la
emoción en un sentimiento. A partir del momento en que
tomamos conciencia y lo nombramos como un sentimien¬
to, entrará en el plano afectivo y buscará respuestas en el
plano espiritual. Con “plano espiritual” no me refiero a la
religión sino al espacio en donde encontramos sentido para
nuestra vida, respeto y responsabilidad por lo que hacemos
y decidimos. Es ese espacio que poseemos en nuestra men¬
te, asociado y expresado por medio del afecto y de las sen¬
saciones que tenemos en nuestro cuerpo. Es, a partir de ahí,
donde le podemos dar, a ese sentimiento, un sentido para
nuestra vida. Es decir, los seres humanos sentimos, luego
esta sensación es llevada a la mente, donpde se convierte en
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 13

sentimiento, le ponemos un nombre y, cuando lo nombra¬


mos, es el momento en que sabemos lo que está sucedien¬
do. A partir de entonces, seremos capaces de controlar y
dirigir nuestra vida con más certeza y equilibrio.
Podemos comparar esta posición con la que se menciona
en las aportaciones del doctor Víktor Frank (1997), con su
teoría de la logoterapia, en donde hace referencia al incons¬
ciente espiritual inherente a toda persona y, a su vez, base
de la búsqueda de sentido por medio de sus vivencias y
emociones.
Ambos, emoción y sentimiento, son muy valiosos y se
debe buscar o ahondar en su descripción para darles su de¬
bido respeto.
Hay que enseñar las diferencias entre emoción y senti¬
miento y sensibilizar a los niños desde edades tempranas
para que puedan no sólo identificar sino aprender a mane¬
jar, sobrellevar y aceptar estas sensaciones. Hay que hablar
sobre ellas y promover, con este estado, un tiempo para en¬
contrar respuestas creativas y formadoras de la afectividad.
En este punto, sugiero trasladarse a la parte de anexos y
realizar el primer taller.

Primer taller de emociones

El lector que quiera realizar el ejercicio, puede utilizar


las láminas de apoyo que se ofrecen en la página web:
www.sexoamoryvida.com.

Por lo general, en las clases de educación sexual, se brinda


sólo información biológica de los órganos genitales. De esta
forma, la educación se limita a una presentación científica,
sin tomar en cuenta las impresiones sensoriales de esas partes
14 ❖ CONSTRUYENDO EL CAMINO

de nuestro cuerpo y de la relación c|ue poseen con nuestros


sentimientos, además de la forma en que estas sensaciones
necesitan de la toma de decisiones para integrarlas en la
formación afectiva y sexual.
Como padres, educadores o sólo como hombres y mu¬
jeres, debemos retomar esto tle sentir, pensar, percibir
corporalmente e incentivar un proceso de sentido y con¬
ciencia acerca de lo que deseamos ser ante las sensaciones
y percepciones del propio desarrollo sexual, pero, ¿en qué
curso o en qué momento hablar de esto?
Se trata de un gran dilema pues, en ocasiones, he pen¬
sado que habría que realizarlo por medio de un currículum
transversal que, en palabras más simples, significa que to¬
dos nos comprometamos, en nuestra labor formativa o en
cada materia académica que damos, a que se desarrolle el
tema. Esto puede hacerse en cualquier espacio académico,
familiar o social.
Otra actividad que pueden realizar, con posterioridad al
taller de emociones, es la “noche apache” (pueden encon¬
trar los detalles de la misma en el anexo).
Con estas dos actividades estaremos creando espacios
que promueven un compromiso y que sirven para estimu¬
lar y generar un cambio en las actitudes, sobre todo, para
aprender a escuchar con el corazón. La “noche apache” se
puede realizar dentro del horario escolar o en el espacio
familiar. Si es en familia, se puede realizar, al menos, dos
veces al mes.
Todas las actividades que sugiero (y que ustedes también
pueden ir creando por medio de películas, lecturas, convi¬
vencias, etcétera), serán el medio para proveer espacios de
reflexión e introspección. Esos espacios darán un sentido y
un deseo de formar y disfrutar la responsabilidad de ser
uno mismo, asi como posibilitarán la adquisición de habi-
LA MEMORIA AFECTIVA ❖ 15

lidades que luego serán fortalezas para comprender el de¬


sarrollo humano y sexual en todo su esplendor y profun¬
didad.
Y para no perder la costumbre, les transcribo un cuento
que nos muestra esta forma de ver los sentimientos. Se
llama “La tristeza y la furia” y es uno de los cuentos de
Jorge Bucay, de su libro Cuentos para pensar.

La tristeza y la furia

En un reino encantado, en donde los hombres nunca pueden


llegar, o quizá donde los hombres transitan eternamente sin
darse cuenta...
En un reino mágico en donde las cosas no tangibles se vuel¬
ven concretas...
Había un vez...
Un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura en donde nadaban
peces de todos los colores existentes y en donde todas las tona¬
lidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta aquel estanque mágico y transparente se acercaron la
tristeza y la furia para bañarse en mutua compañía.
Las dos se quitaron sus vestidos y, desnudas, entraron en el
estanque.
La furia, que tenía prisa (como siempre le ocurre a la furia),
urgida —sin saber por qué—, se bañó rápidamente y, más rápi¬
damente aún, salió del agua...
Pero la furia es ciega o, por lo menos, no distingue clara¬
mente la realidad. Así, desnuda y apurada, se puso, al salir, el
pfimer vestido que encontró...
Y sucedió que aquel vestido no era el suyo, sino el de la
tristeza...
Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calmada, muy serena, dispuesta como siempre a que¬
darse en el lugar en donde está, la tristeza terminó su baño y,
16 CONSTRUYENDO EL CAMINO

sin ninguna prisa -o, mejor dicho, sin conciencia del paso del
tiempo-, con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se dio cuenta de que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta
es quedar al desnudo. Así que se puso la única ropa que había
junto al estanque: el vestido des la furia.
Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuen¬
tra con la furia, ciega, cruel, terrible y.enfadada. Pero si nos
damos tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esta
furia que vemos es sólo un disfraz y que, detrás del disfraz de
la furia, en realidad, está escondida la tristeza.

Y es que, por lo general, los sentimientos vienen con mu¬


chos colores y formas, por lo que será bastante difícil dis¬
cernir cuál de todos está presente. Lo más importante es
saber que “estoy sintiendo algo que necesita de mi tiempo,
de mis decisiones y de mi deseo de desarrollarme y mejorar
cada momento”.
CAPÍTULO 2

Conociendo la teoría
DE LA SEXUALIDAD

Es prudente, en este momento, comenzar a hablar con un


poco de información específica. Hablo de la teoría de la
sexualidad que, por más de tres años, se ha venido resu¬
miendo, semana a semana, en los periódicos de la región,
tanto en Nicaragua, como en Costa Rica, México y en San
Francisco, California.
Estas aportaciones están basadas, a su vez, en la teoría de
la doctora M.P. Ross (1998), en su “modelo de interven¬
ción global en sexología”, así como en la complementación
que se ha podido realizar en la experiencia clínica y comu¬
nitaria y en el análisis reflexivo y teórico de diferentes au¬
tores, entre otros: Fina Sanz, Claude Crepault, Hellen
Kaplan, Sonia Blasco, Walter Riso, Jorge Bucay, etcétera.

Una posición ante la sexualidad

Aquí se habla de que la sexualidad está definida por tres


componentes, cada uno de los cuales posee sus propias
cualidades, pero depende o se debe interrelacionar con los
otros* para desarrollarse con plenitud. Estos componentes
son inherentes al desarrollo humano y forman parte de la
vida diaria. Procurar conocerlos y establecer la vivencia
equilibrada de ellos es lo que nos permite obtener una
información que llamamos más vertical, es decir, que toma
en cuenta lo que sentimos y lo que pensamos y no solo se

17
18 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

limita a una expresión genitalizada de la sexualidad. En


ocasiones, se ha dicho que cuando la excitación anda por
“allá abajo” no hay nada que podamos hacer por “acá arri¬
ba”, es decir, se nos dice que la excitación manda más que
la mente o que, cuando estamos excitados, no se pueden
tomar decisiones.
Antes de hablar de los componentes, quisiera retomar
algo de lo que se recibe en primaria o secundaria: usualmen¬
te, en la materia académica de ciencias, en otras ocasiones
en un curso que se'llamaba “Educación para el hogar” o en
algún momento, quizá forzado, de la educación, se nos ha
dicho que los genitales tienen “casi” una vida independien¬
te de nosotros. Esto se produce ya que desconocemos otras
fuentes de placer que están presentes en nuestro desarrollo
y que guardan una gran relación con la educación del de¬
seo y del placer que se debe dar desde el nacimiento.
Da la casualidad que quien dirige estas sensaciones se
llama mente y será, por medio de ella, que se podrá cons¬
truir la plenitud del placer, del encuentro y del desarrollo
como personas sexuales, integrales, fuertes y seguras.
Durante la historia de la humanidad, se ha recibido una
educación ambigua acerca de lo que es la sexualidad; se
dice lo que se tiene que hacer” sin cuestionar lo que se es¬
pera para nuestra vida y para la o las posibles relaciones de
pareja. En general, se estimula poco la toma de conciencia
y se enseña poco sobre cómo reconocer las emociones para
ligarlas a los valores.

La sexualidad desde el modo de ser

La educación de la afectividad y la sexualidad, de acuerdo


con lo expuesto, deberá estar dirigida hacia la construcción
UNA POSICIÓN ANTE LA SEXUALIDAD ❖ 19

del ser, tanto para los padres como para los jóvenes como
futuros adultos.
Hay que ofrecer espacios para tomar conciencia, enten¬
dida ésta como la actividad de ordenar el contenido de los
sentidos. Crear procesos de reflexión y no sólo de infor¬
mación o frases como las que, a menudo, oímos: “Cuidado
que puede embarazarse”, “procure no sentir y vea por sí
mismo qué hace con sus sensaciones porque eso de hablar
me da vergüenza”.

Si no se promueven espacios para la reflexión, no se


podrá tener moralidad, ni ciencia, ni arte, ni religión
ni la plenitud y la certeza de reconocer en la sexuali¬
dad una energía para la vida y no para la muerte.

Se debe ofrecer un proceso de aprendizaje desde la perspec¬


tiva de aprehender “desde el modo de ser”. Esto implica un
compromiso para reconocer los sentimientos, la relación
que éstos guardan con las necesidades y con los valores
(y nadie puede enseñar valores por tener conceptos e ideas
brillantes, hace falta vivirlos).
La evolución no se dará si no se logra establecer una
autodeterminación, un espacio en donde se pueda reflexio¬
nar acerca de lo que se desea ser: ése será el hilo conductor
del crecimiento.
Estamos en un momento específico de la historia sociocul-
tural en donde se hace vital, por ejemplo, adquirir hábitos
de alimentación, conocer acerca de los derechos huma¬
nos y procurar practicarlos en nuestro diario vivir. Enton¬
ces, ¿qué vamos a hacer con nuestra sexualidad? ¿Necesita¬
mos educarla? ¿Quiénes somos? ¿Qué es esta fuerza de la
20 CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

que tanto hablamos y no hablamos, nos vuelca, nos con¬


funde, nos inspira, nos hace sufrir, correr, llorar?
Los responsables de la salud pública fueron los prime¬
ros en desarrollar formas de abordar el comportamiento
sexual en la sociedad, sobre todo por las epidemias de en¬
fermedades venéreas que han pasado a pandemias, o de la
situación del sida, que ha hecho que mueran más personas
o queden más niños huérfanos que durante la primera guerra
mundial. También se ocupan de los embarazos en adoles¬
centes que suman casi 20% de los partos de nuestros cen¬
tros hospitalarios o de los abusos y la violencia. Estas ins¬
tituciones se han abocado a controlar su expresión o sus
ciclos y, aún así, pareciera que las conductas sexuales se
escabullen de todo control. Pero más allá de lo que se ve
cada día, ¿qué hay de lo que aún no se quiere ver? Por
ejemplo, podemos plantearnos: ¿cuál es nuestra actitud ante
una joven de 14 años embarazada, sin importar su clase
social? Nos hemos preguntado, ¿qué vacíos afectivos tiene?
Si sufrió abuso en su infancia, ¿cómo lo resolvió o lo sanó?
¿Cómo constrtiye su placer? ¿Cómo están los niveles de
respeto por sí misma?, entre otras preguntas que surgen
ante una situación como la descrita.
Además, se sabe que no se trata sólo de la muchacha
embarazada, ¿qué hay del muchacho o el adulto soltero o
casado que también se embarazó con ella? Me refiero al
padre del niño que, por lo general, en nuestros grupos
sociales es ignorado o no se toma en cuenta su responsabi¬
lidad sobre el embarazo. Ante esto, ¿cómo les enseñamos a
nuestros hombres a asumir su masculinidad y su responsa¬
bilidad? (que también es la masculinidad y responsabilidad
de las mujeres, entendida ésta como la necesidad de desarro¬
llarse, de surgir y de tener autonomía plena). ¿Para qué
UNA POSICIÓN ANTE LA SEXUALIDAD ❖ 21

criamos a nuestros hombres y mujeres? ¿Para edificar fami¬


lias y sus vidas? ¿O para dejar sus actos a la deriva?

El órgano más potente

Mientras a las preguntas “sexuales” les demos respuestas


“genitales”, sólo habrá reacciones genitales, desligadas de la
responsabilidad y el respeto. De acuerdo con el desarrollo
sexual, cada uno de nosotros está en perfecto equilibrio y
desarrollo armónico con el otro, hombres y mujeres, jó¬
venes y viejos. Debemos empezar a crecer, a integrar, a
conocer.
Sexo = afecto (sentimientos) es expresión erótica y espi¬
ritual. ¿Y eso es ser soñador? ¿O es ser humano? ¿Qué
quiere usted para su vida y la de sus hijos? ¿No cree usted,
que estamos en el mismo barco? No sólo debemos educar
a nuestros hijos, también nosotros -los adultos- debemos
educarnos, creer y crecer con ellos.
Y de acuerdo con todo esto que expresamos, ¿cuál es el
órgano más potente? ¿Serán los genitales? ¿Nuestro cora¬
zón? Definitivamente, el órgano más potente es nuestra
mente: ahí está todo, está la expresión de nuestros senti¬
mientos, lo afectivo, está la expresión de nuestra parte eró¬
tica, la construcción de nuestros valores y nuestra espiri¬
tualidad.
Y nosotros, los humanos, en la expresión de nuestra
sexualidad somos tres grandes manifestaciones integradas y
correlacionadas entre sí, es decir, hay tres componentes que
se manifiestan y hay que considerarlos cuando busquemos
abordar y educar la sexualidad.
22 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

Las manifestaciones de nuestra sexualidad

Para comenzar, hay que partir de la primicia de que so¬


mos seres afectivos: los hombres y mujeres necesitamos del
afecto para vivir; sin afecto entramos en depresión, nos ais¬
lamos y generamos violencia. Por lo tanto, la base de cual¬
quier comunicación profunda entre las personas es el afec¬
to, la comprensión y la claridad hacia lo que se siente, así
como la capacidad para manejar o resolver adecuadamen¬
te los sentimientos que surgen ante las diferentes circuns¬
tancias.
Repasando:

Primero, somos seres afectivos.


Es importante tomar conciencia de lo que sentimos.
Se debe hablar desde lo que se siente ante las situaciones,
a esto lo llamamos “dialogar en primera persona”.
Elegir un valor es una forma de sobrellevar sentimientos
pero, sobre todo, de ponerlos en un nivel que promueva
una mejor convivencia.

Segundo, debemos tomar conciencia y reconocer lo que


sentimos, sobre todo cuando despertamos a nuestro de¬
sarrollo sexual. Nos será imposible decir con claridad lo que
estamos pensando porque, antes de pensar o racionalizar lo
que está sucediendo, estamos sintiendo, ¡así como lo oyen,
sintiendo!
¿Qué estoy sintiendo? Es una puerta gratis a lo -más
grandioso de nuestro ser, es lo que nos diferencia y, a la vez,
nos permite entrar en nosotros y en los otros.
%

Tercero, saber con profundidad y certeza lo que se suscita,


lo que corre por nuestra sangre: miedo, tristeza, alegría,
UNA POSICIÓN ANTE LA SEXUALIDAD ♦> 23

amor, enojo. Cinco palabras simples que nos hemos com¬


plicado en llamar de muchas maneras. Decimos “te odio”
cuando lo que estamos sintiendo, ante esa situación espe¬
cífica, es miedo o enojo. Y, por odiar, se cierra la puerta y
no se da la oportunidad de entrar en contacto con la otra
persona para resolver el conflicto.
Una de las mejores formas de resolver las situaciones es
hablar en primera persona, es decir, reconocer lo que sen¬
timos sin creer que son los otros los que nos producen los
sentimientos. Estos nacen dentro de uno mismo. Si no,
pensemos por qué ante un mismo incidente, unos se eno¬
jan, otros sienten miedo, otros se ponen tristes y a otros les
es indiferente.
Esto sucede porque cada uno tiende a responder en su
propio estilo y forma, de ahí lo difícil de lograr equilibrar
lo que sentimos ante los otros.
Y para qué tanto enredo, pensarán algunos, si estamos,
supuestamente, hablando de sexualidad. Precisamente, no
reaccionamos de la misma manera ante las mismas circuns¬
tancias, somos seres únicos, pero podemos hablar y poner¬
nos de acuerdo. Es como “encender la luz” para poder ver
con claridad lo que está surgiendo “en la relación entre tú
y yo”. Esto lo resalto pues se debe dar mucho valor a la
palabra y, sobre todo, a la palabra de las mujeres y de los
hombres pues, social y culturalmente, casi no nos tomamos
un tiempo para expresar lo que sentimos, llámese noviazgo,
amistad, matrimonio, etcétera.
Pot lo general, en nuestros acercamientos “sexuales”, es¬
peramos que el otro adivine lo que pensamos y sentimos;
esperamos que, por arte de magia, llegue a lo más íntimo
de nuestro ser, sin siquiera darle pistas de lo que queremos
y, luego, estamos confundidos y comenzamos a tener pen¬
samientos que se convierten en “basura , es decir, basura de
24 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

ideas, que no nos permiten la libertad de elegir sino que


tienden a hundirnos o unirnos a la fuerza social que nos
obliga a ser de una determinada manera, que nos limita o
lastima. Algunas de las ideas que surgen y lesionan el com¬
ponente erótico son, por ejemplo: “¿Seré frígida?” “¿Estaré
desarrollando una impotencia?”
Algunas mujeres guardan el secreto estereotipo de que
los hombres no tienen sentimientos, que por eso siempre
están dispuestos, que nada les importa con tal de disfrutar
un “lance”; pero no, las consultas por eyaculación precoz e
impotencia son importantes de analizar, apreciar, valorar y,
sobre todo, evaluar la capacidad de comunicación afectiva,
el manejo adecuado de los componentes sexuales y la cali¬
dad de vida de manera integral, entre otros factores.
Ambos, hombres y mujeres, sentimos, debemos comu¬
nicarnos, hablar, mejorar, educarnos, respetar los procesos
y hacernos partícipes de un desarrollo sexual equilibrado y
placentero.
Creer que nuestra sexualidad se limita sólo a actos me¬
cánicos y que no nos afectan es una forma de acumular
tensión y desconocimiento y, a la vez, nos aleja de nuestro
desarrollo y conocimiento propio.
Asimismo, con nuestros hijos, vamos marcando una
etapa o una edad en el desarrollo sexual que será impor¬
tante conocer pero, sobre todo, estimular y manejar ade¬
cuadamente para lograr lo mejor, tanto de sí mismos como
de quienes se relacionan y, así, construir las bases .para
cada edad.
Cada superación de las edades o resolución adecuada
permitirá continuar con la siguiente. De no suceder así, nos
estancaremos y no podremos vivir los procesos y las virtu¬
des de las otras edades.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 25

Tres componentes, una sexualidad


El componente erótico

El problema es no darse cuenta de que andamos


todos los días por caminos nuevos.
Paulo Coelho, El alquimista

La sexualidad, de acuerdo con la teoría propuesta por el


sexo-análisis, está compuesta por tres elementos: un compo¬
nente erótico, un componente afectivo y un componente espi¬
ritual (o espacio para darle un sentido al desarrollo sexual).
El componente que más conocemos, o por lo menos eso
creemos, es el componente erótico.
En primer lugar, será importante iniciar un proceso de
concientización de lo que significa el placer. Generalmente,
se nos vende la idea, barata -juzgaría-, de que el placer, en
nuestra vida, dependerá de lo “bien que aprendamos lo
mecánico del asunto”.
Por medio de muchas revistas se mencionan actividades
que nos llevan, supuestamente, en forma directa y clara a
la mejor vivencia del placer. Pero, en nuestra experiencia
clínica, sabemos que el placer, por sí mismo, no se da por
arte de magia. Para sentir placer se debe comenzar por el
aprecio de uno mismo.
No se debe confundir o creer que por eyacular ya se
pudo sentir un placer que genera un orgasmo. La eyacula-
ción fes un reflejo biológico; el placer, por sí mismo, es un
elemento del componente erótico; el orgasmo, entendido
integralmente, va a ser, si asi lo deseamos, una expresión
erótica, espiritual y afectiva del placer sexual. Para lograrlo
se requiere el equilibrio y la manifestación y realización de
todos los componentes.
26 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

Esto sólo puede realizarse si logramos “desacomodar” en


nuestras mentes la idea de sexualidad como un acto mecá¬
nico; esto es lo que vemos en películas y videos musicales
y que se ofrece, como posible, en los encuentros fáciles,
rápidos y sin conciencia de nuestra presencia en ellos.
Por otro lado, está el negoció de la pornografía, en don¬
de se proyecta una relación violenta y ajena a nuestra rea¬
lidad y, en muchas ocasiones, se utiliza a niños para estimu¬
lar, de manera desviada, ilegal e inmoral, nuestros intereses
sexuales. Todo lo contrario de una relación justa, placente¬
ra, responsable y libre.

El erotismo como una experiencia de amor

Se ha planteado que la vivencia de la sexualidad puede ser


ajena a nosotros mismos, a lo que creemos o no creemos.
En esta sexualidad se corta el placer o se cree que está
presente si damos gritos o gemidos. Entonces, cuando no
gritamos, ¿no estamos sintiendo placer? Éstos son sólo plan¬
teamientos de un encuentro; cada uno de nosotros deter¬
minará y estructurará lo que desea para sí y en relación con
el otro.
El componente erótico necesita de lo fisiológico. Co¬
mienza con el conocimiento o reconocimiento, uso y acep¬
tación del cuerpo, los genitales y la manifestación de sen¬
saciones de placer. Esto sucede desde que nacemos.
El reconocimiento de la sensualidad se da, por un lado,
en el encuentro y en las caricias de los genitales pero, tam¬
bién, tiene relación con nuestras actuaciones y relaciones
diarias, así como cuando ya se ha adquirido la madurez de
una relación que conlleva compromiso, espacio y tiempo o
cuando se ha logrado la vocación, aun cuando no tenga
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 27

una pareja. Desarrollar la sensualidad también se relaciona


con la realización, autonomía y seguridad de ser hombres
y mujeres libres, respetuosos, responsables y seguros. Para
esto se requiere un diálogo profundo, con uno mismo y
con el otro.
Es construir todo un proceso hacia la belleza corporal,
pero no hablo de la belleza artificial o designada para un
solo estilo (esa que llamamos estilo “barbie” y que, por cier¬
to, a las latinas no les va muy bien, pues poseen más cade¬
ras y son más bajitas y anchas por la herencia genética
recibida de los grupos indígenas).
Es en esos espacios donde se desarrolla la sensualidad:
podemos despertarnos un día y vernos feos y, aún así, sentir
la belleza que produce el hecho de apropiarnos de nosotros
mismos. Es un proceso que, por la madurez del encuentro,
logra descubrir la belleza incluso en momentos de frustra¬
ción o enfermedad.
Es vernos bellos en esos espacios de juego, en esas flores
que un amigo nos envía para reconfortarnos (luego de su¬
frir una situación desagradable), al tomarnos de la mano
cuando tenemos que enfrentar a nuestros padres o suegros
para afirmar nuestros valores y sueños o para construir
nuestra autonomía.
Es una belleza que sólo se mira en la intimidad de lo
erótico, en algunas relaciones estables. Se requiere decisión,
madurez y tiempo para conocerse y desarrollar gradual¬
mente el afecto.
La sexualidad merece mucho respeto como para conside¬
rarla superficialmente: no es sólo una excitación barata, el
dominio de los reflejos para encontrar los puntos orgasmi-
cos o un proceso de aprender a relajarse. Implica construir
una verdadera relación de amor con uno mismo, con el pro¬
pio desarrollo y, por otro lado, entender que el placer, así
28 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

como la reproducción -y no sólo -la reproducción de hijos,


sino de sueños, valores y metas en el ámbito personal, pro¬
fesional y social- es y será indispensable en ese proceso de
educar la sexualidad.
Es una sexualidad que posee intimidad corporal, capaci¬
dad de apreciarse y amarse en los “rollitos” que se hicieron
después de los embarazos o después de esas “comiditas” que
tanto se disfrutaron y formaron parte de lo erótico; es cons¬
truir un verdadero enamoramiento que perdure, es la pa¬
sión amorosa y los deseos sexuales manifestados por medio
de la experiencia emocional y los fantasmas románticos.

El componente erótico buscará su seguridad y desarro¬


llo por medio de la intimidad corporal y la emoción
placentera.

Como parte del proceso de entendimiento, pueden escu¬


char alguna de las siguientes canciones: “Amor eterno” de
Carlos Vives, en donde pueden ver, en detalle, esa presen¬
cia de lo erótico unido a lo afectivo y lo espiritual; “Goti-
tas de amor’ de Diego Torres, que también nos permitirá
sentir lo erótico que forma parte del ser o cualquier otra
canción que produzca, en ustedes, la armonía de haberse
sensibilizado con un proyecto de amor que los respeta y
engrandece.
Espero que el cuento que cito a continuación los ayude
a sentir, percibir y reflexionar acerca de qué es lo erótico en
la construcción de la sexualidad. Les aclaro que no todo lo
erótico lleva a una relación de pareja: lo erótico está presen¬
te también en nuestras relaciones de amor entre amigos,
hermanos, hijos y esposos.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD 29

Amar es darse todo


(anónimo)

El hombre estaba tras el mostrador, mirando la calle distraída¬


mente. Una niñita se aproximó al negocio y apretó su naricita
contra la vitrina. Los ojos de color de cielo brillaron cuando vio
un determinado objeto. Entró en el negocio y pidió ver el collar
de turquesa azul.
—Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien boni¬
to? -dijo ella.
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le pre¬
guntó:
—¿Cuánto dinero tienes?
Sin dudar, la niña sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo,
todo atadito, y fue deshaciendo los nudos. Lo colocó sobre el
mostrador y dijo feliz:
—¿Esto alcanza?
Eran apenas algunas monedas, las que exhibía orgullosa.
—¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana mayor. Desde
que murió nuestra madre, cuida de nosotros y no tiene tiempo
para ella. Es su cumpleaños y estoy segura de que quedará feliz
con el collar que es del color de sus ojos. El hombre fue hacia
la trastienda, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un
vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.
—Tome —dijo a la niña—. Llévelo con cuidado.
Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo. Aún no
acababa el día cuando una linda joven entró en el negocio.
Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho
e indagó:
, —¿Este collar fue comprado aquí? ¿Cuánto costó?
—¡Ah! -habló el dueño del negocio-. El precio de cualquier
producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre
el vendedor y el cliente.
La joven exclamó:
—¡Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas! El
collar es verdadero,, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo.
30 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo


cariño, colocó la cinta, lo devolvió a la joven y le dijo:
—Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede
pagar: ella dio todo lo que tenía.
El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron
por la faz emocionada de la jo^en en cuanto sus manos toma¬
ron el pequeño envoltorio.
La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones.
La gratitud de quien ama no coloca límites para los gestos de
ternura. Agradece siempre, pero no esperes el reconocimiento
de nadie. Gratitud con amor no sólo reanima a quien recibe,
reconforta a quien ofrece.

En este cuento, lo erótico se expresa en el desprenderse y,


además, se encuentra impregnado de los otros dos compo¬
nentes: el afectivo y el espiritual. Son espacios para demos¬
trar mi amor por el otro, por eso, cuando lo ampliamos a
todos estos ámbitos logramos dejar el miedo o la impoten¬
cia por no saber abordar la sexualidad.
Pero para que no crean que no existe lo erótico en los
poemas de amor y que sólo está presente en el encuentro
entie los amantes, les comparto un poema personal:

Azahar
(Mamuga)

Hoy vi el sol, vi el viento y sentí su aroma


corrí con el amanecer,
palpité el vibrar.
Sentí cada paso distinto, era frágil,
como las hojas al atardecer, era suave,
como tu piel entre mis manos.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 31

Y corrí por el campo, en busca de nuevas vidas.


Nuevas miradas, nuevos mensajes.
Buscaba a la alondra, buscaba el ardor.

Llegó el día, todo cambió,


fue tenue y fuerte a la vez,
fue dulce y amargo, fue otro más.

Corro, corro, corro con el viento,


corro con el sol,
siento mi cuerpo crecer, siento mi aliento arder.
Comienzo a amar mis anhelos,
inicio mi ser,
amo mi sangre, a tu piel.

Amo cada instante de vida que brota sulfurante,


cual manantial al nacer.
Rindo honor al ave, rindo honor al viejo,
pero aún más,
rindo amor al mundo.

¿Quieres tú andar solitario?


Solitario como el correr de un río,
solitario como la noche de azahar.

Corre, corre, corre,


no detengas tu crecer,
mira el árbol, a las estrellas,
mira tu sangre vibrar en ti.

Siente, siente que empiezas a amar,


siente que inicias tu ser.

No permitas que el mundo te asfixie,


no permitas que el niño deje de sonreír.
32 <• CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

Crece con el astro, crece con kxbrisa,


crece con el día,
el día que termina en tus pies.

Crece, no dejes de crecer,


ama, no dejes de amar, \
porque serías cual flor que no planta su aroma,
o no deja llover.

Deja que tu cuerpo impulse nuevos cantos de vida,


nuevos cantos de amor,
vive tu sentir,
vive el mundo que corre,
vive tu sueño de miel,
vive un momento de amor
entre tú y yo.

Y es que el amor está presente en los encuentros, al inicio,


como si fuera al azar. Luego, toma fuerza, deja huella e
impregna nuestra vida de manera permanente.

La identidad psicosexual. Lo cognitivo

Para entender esta seguridad que adquiere el componente


erótico por medio de la intimidad corporal y la emoción
placentera, hay que hablar de los aspectos de la identidad
psicosexual que ayudan a comprender este proceso dentro
de la conformación de la sexualidad.
Por intimidad corporal vamos a entender uno de los ele¬
mentos de la identidad psicosexual (según Cavanagh, cita¬
do por G. de Mezerville, 1999): el,componente cognitivo
que implica ver positivamente el cuerpo, como algo bueno
y hermoso para el desarrollo humano.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 33

Para hablar de identidad psicosexual se deben mencionar


cuatro dimensiones que le van a dar la plena madurez: la
cognitiva o racional, la emocional, la social y la moral.
Por supuesto que, para lograr la identidad psicosexual, se
requiere de una relación apropiada con uno mismo. Se sabe,
por observación de la vida diaria, que una gran parte de los
problemas en la vida adulta pueden deberse a un creci¬
miento psicosexual inadecuado.
La dimensión cognitiva, que es la que relacionamos con
el componente erótico como un apoyo fundamental en la
construcción de la sexualidad, consiste en mirar positiva¬
mente el cuerpo, en sentirse hombre o mujer en todas sus
manifestaciones, en ser capaz de desarrollar un proceso de
aceptación del propio cuerpo y de la forma de comportarse,
así como de aceptación del cuerpo de los otros. Esto es
esencial para el desarrollo pleno del componente erótico.

Los temas de la sexualidad

Aquí, autores como Cavanagh (G. de Mezerville, 1999) ha¬


cen énfasis en que, por la influencia de los tabúes, se llega
a separar el sexo del amor. De esta manera, se logran im¬
poner temores y se llega a considerar lo sexual como si
fuera pecado, una perversión o incluso se le vincula, única¬
mente, con enfermedades y embarazos no deseados.
Cuando se toma la decisión de educar la sexualidad, los
temas que más se buscan son las enfermedades venéreas y
los métodos anticonceptivos. Estos temas se utilizan, por lo
general, como base o único referente para hablar de educa¬
ción sexual. Pareciera que el mensaje fuera: “Hablémosle de
esto a ver si se asusta y deja de tener sexo”.
34 <* CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

No hay que minimizar los datos'sobre las enfermedades


venéreas, porque son reales y hay que tomarlos en cuenta
dentro de la salud sexual, pero la educación de la sexuali¬
dad debe abordarse integralmente. Por un lado, teniendo
en cuenta lo que esperamos de nuestra actuación como
hombres y mujeres y, por el otro, definiendo con claridad
las líneas de respeto que esperamos que nuestros hijos vi¬
van en relación con la construcción de su sexualidad (y esto
debe suceder desde que nacen).

La dimensión cognitiva consiste en mirar positivamen¬


te al cuerpo.

Desde esta perspectiva, se debe tomar en cuenta todo un


proceso de sensibilización que busque afirmar los compo¬
nentes y la identidad psicosexual antes de pasar a la infor¬
mación de las enfermedades venéreas y los métodos
anticonceptivos.
Los otros elementos de la identidad psicosexual serán
abordados en relación con cada componente.

El exceso de moral y el exceso de libertinaje

Antes de pasar a los otros componentes, se deben destacar


dos aspectos que dañan el componente erótico y limitan el
crecimiento sexual integral. A continuación hago referencia
a dos grandes posiciones o tendencias que se dan en la so¬
ciedad y que, en cierta medida, son opuestas e incompati¬
bles entre sí:
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 35

1. Por un lado, ver a la sexualidad como un tabú, como


un aspecto del cuerpo que debe dar vergüenza. Es mi¬
rar a la sexualidad como un pecado y abordarla con
un discurso moralizador, que llega a castrar y limitar.
Desde esta perspectiva, el erotismo debe ser frenado,
aniquilado e, incluso, ignorado; lo erótico no puede
considerarse como una parte fecunda, maravillosa ni
fuerte dentro del desarrollo sexual humano. Por el
contrario, todo esto se debe anular para dejar pasar a
un malentendido aspecto espiritual, en donde se llega
a “espiritualizar” la sexualidad y abordarla de manera
limitada.
2. Por otro lado, se encuentra el punto de vista comer¬
cial en donde la pornografía, la promoción del placer
por el placer mismo y el consumismo sexual (como
una posición opuesta a la espiritual), dan paso a la
celebración erótica desenfrenada, produciendo incon¬
gruencia amorosa y confusión. En esta posición se
inculca la idea de que nada sucederá. Este es el resul¬
tado de la comercialización y “prostitución” de la di¬
mensión erótica; se cree que hay que hacer cuanto se
antoje y no perder oportunidades.

En ambas posiciones no se trata de reacciones eróticas


normales sino que son, por un lado, la respuesta desenfre¬
nada y, por el otro, la no presencia de lo erótico en la vida
cotidiana y dentro del desarrollo sexual.
A estas dos posiciones las vemos manifestarse continua¬
mente en nuestras sociedades, en nuestras familias. Y es
cuando nos encontramos con la dualidad ante el “qué per¬
mito y qué no permito”.
Pueden ocasionar la pérdida de los valores humanos re¬
lacionados con la experiencia sexual. Porque ninguno de los
36 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

extremos permite vivenciar una experiencia plena: ni bus¬


cando respuestas que mutilen, corten lo erótico o preten¬
dan anular lo que excita, ni justificando desde la postura
del dejar vivir y experimentar todo lo que venga.

Llegar a aniquilar la fuerza erótica significa morir a


nuestra fecundidad, a nuestra creatividad, a nuestro
sentido del humor y volvernos secos, indiferentes,
demasiado controlados, racionales, sin ternura, color
ni sabor.

He ahí el eje medular del problema: la verdadera dificultad


está en mirar ese otro significado de lo que es la sexualidad,
no seguir creyendo en la idea de promocionar lo sexual
como un acto mecánico y fácil o creer que se es todopode¬
roso y seguro de sí, sin tomar conciencia de que la vivencia
de la sexualidad necesita un compromiso completo y equi¬
librado.
Esto implica que hay que buscar y asumir una forma¬
ción, procurar sanar, si así se desea, la historia sexual, reci¬
bir y construir una información adecuada e instrucción in¬
tegral y dejar de creer que todo surge como generación
espontánea o que vendrá por obra y gracia o, aún peor, que
se resuelve de manera mágica.
¿Cómo saber cuál es el equilibrio adecuado que necesi¬
tamos para desarrollar nuestra sexualidad, la de nuestra
relación de pareja y la de nuestros jóvenes y niños?
Así como se han desarrollado hábitos de alimentación y
de higiene personal, se debe tomar conciencia de las nece¬
sidades en salud integral. Aquí se incluye la salud sexual y,
sobre todo, las formas en que debemos educar el autocontrol,
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 37

la responsabilidad, el respeto y el desarrollo de valores ha¬


cia lo que esperamos para nuestra vida, de acuerdo con las
necesidades de cada edad.

El placer erótico

En cuanto al placer erótico, algunos creen que el tamaño y


el grosor de los órganos genitales son factores que determi¬
nan el placer y el deseo. Es necesario aclarar que lo que se
muestra en los comerciales publicitarios no guarda relación
con el deseo que surge de manera natural en nuestro de¬
sarrollo.
El deseo sexual es producto del juego, de la exploración
y el galanteo en una relación de pareja. Pero hablaremos
de esto más adelante, en el apartado de la construcción del
orgasmo.
Por lo general, a los varones se les ha educado para que
su identidad sexual y virilidad estén en función de la “ac¬
tividad” de sus genitales. Este aspecto ha dejado por fuera
las dos terceras partes de su sexualidad y de sus vidas como
hombres. La “educación de la sexualidad” queda resumida,
de esta forma, a la pornografía como “orientación para que
se hagan hombres”.
La pornografía, lejos de acercar al hombre y a la mujer
al placer erótico, puede llegar a deformar la construcción
del mismo. Uno de los pasos en la edificación del placer
erótico es lograr vincularlo a una relación más cercana con
los sentimientos y los proyectos de vida, hacia la vivencia de
la sexualidad.
El placer está determinado por el ambiente que se ha
creado mucho antes de la actividad sexual.
38 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

La construcción del placer

El placer erótico, en pareja, está construido sobre tres com¬


ponentes, tanto con una base afectiva, como en la calidad
de la relación de pareja pero, spbre todo, con la calidad de
las experiencias individuales y el manejo adecuado de éstas
por medio del desarrollo.
La experiencia clínica con parejas ha logrado resaltar la
calidad y profundidad del placer en relación con el com¬
promiso, apertura, libertad y claridad de lo que ambos desean
experimentar.
El placer biológico es una parte del placer erótico y, si no
se logra desarrollar con cuidado, claridad y apertura, gene¬
rará conflictos internos.
En un estudio realizado en Costa Rica (2000), citado en
una revista de sexualidad como edición especial de la revista
dominical del periódico La Nación, se menciona que más
de 50% de los hombres adultos han tenido problemas de
erección o de eyaculación precoz y, de ese 50%, casi 80%
no lo había resuelto; curiosamente, las causas que deter¬
minaron este tipo de problemas no estaban asociadas, en
un gran porcentaje, a lo biológico sino al manejo inadecua¬
do de las emociones y la perspectiva personal hacia la ca¬
lidad de protagonismo en el acto sexual.
Los hombres y mujeres deben procurar cambiar la per¬
cepción que tienen de la sexualidad y de su rol dentro de
ésta, así como su papel en la calidad y construcción del pla¬
cer. El primer paso es aprender a comunicarse adecuada,
clara y directamente consigo mismos y, luego, con su pare¬
ja. Se debe apreciar la sexualidad que les es permitida vivir;
con esto no quiero decir que anulen sus fantasías, sino que
éstas guarden más relación con sus realidades afectivas,
maritales y sociales.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 39

Muy a menudo se esperan grandes proezas en el acto


sexual y no somos, ni siquiera, delicados en el trato diario.
Lo erótico también impregna la vida cotidiana y es necesa¬
rio para lograr una mayor plenitud en el placer biológico.
Para construir el placer con profundidad, se recomien¬
da mantener equidad en los detalles. Entre algunos de los
aspectos a considerar, hay que observar la forma en que
se distribuyen, por ejemplo, las obligaciones domésticas,
la forma en que se hacen presentes en la vida del otro, la
manera en que los integrantes de la pareja se acarician o
cómo enfrentan los problemas diarios: los de los hijos, de
los familiares, entre otros. ¿Ustedes creen que eso no afecta?
Afecta y mucho... pero no es sólo un asunto de “resolver
y ya está”. Es poder gozar mutuamente la calidad, equi¬
dad y profundidad del diario vivir como un proceso perma¬
nente en la construcción del placer erótico.
De hecho, es en ese espacio genital en donde logramos
hacernos un poco más humanos.
De esta manera, la relación sexual-genital tiene la dicha
de construir un espacio de intimidad, de comunicación, de
confianza, de entrega y de presencia: todo esto constituye
el placer erótico pero requiere, al mismo tiempo, un com¬
promiso claro, de respeto, diálogo, libertad, entrega y dig¬
nidad, entre algunos de los elementos que le dan sustento.
Por eso, mucho de lo que se haga va a depender de no¬
sotros, de la forma en que hemos enfrentado y resuelto
nuestra historia, la historia de pareja, lo que se sanó y lo
que no se logró y no tanto de lo que se “aprendió en otras
relaciones (eso, si lo utilizamos comparativamente, solo
puede llegar a confundir y limitar el encuentro).
Es un error creer que por tener mucho sexo se tiene
mucha “experiencia”. En realidad, tener actos coitales con
varias mujeres, al mismo tiempo, se llama promiscuidad y
40 * CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

no es recomendable para la salud sexual. Asimismo, tampo¬


co se puede pensar que por “tener experiencia”, es decir,
haberse iniciado a una edad temprana o haber tenido muchas
experiencias sexuales, se es más seguro o fuerte en la cons¬
trucción de la identidad psicqsexual.
Esa forma de mirar el placer es un mito. La sexualidad
se construye y es un proceso que, para un verdadero acople,
puede llegar a demorar de tres a cinco años en una pareja,
siempre y cuando.se dé un espacio de respeto, convivencia,
mutuo acuerdo y lealtad.
El placer también es un proceso, un resultado de un en¬
cuentro profundo en una relación digna, libre y responsa¬
ble. No requiere de aparatos para engrandecer lo físico: lo
físico está ahí y dará su mejor resultado si lo psicológico,
lo espiritual y lo social se consolidan con él.
Cuando un individuo entra en contacto consigo mismo,
con la experiencia de su vida, toma, al mismo tiempo, con¬
ciencia de su satisfacción e insatisfacción. Para vivir el pla¬
cer erótico es necesario ser responsable: estar presente y
reconocerse en ello.
Concluyendo, el placer erótico necesita del encuentro
directo con el cuerpo, la personalidad, el desarrollo social y
la claridad y resolución permanente de lo que esperamos
como hombre y mujer. Es la presencia del placer físico-
afectivo-social dentro de un marco de sentido justo, equi¬
tativo y placentero para ambos, dentro de una relación de
pareja que busca lo mejor para cada uno.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 41

El componente espiritual

No busques ser coherente todo el tiempo.


Mientras no perjudiques a nadie, cambia de
opinión de vez en cuando y contradícete sin
vergüenza.

Paulo Coelho, Maktub

¿Existe el amor?
Pensando en la forma en que presento esta teoría, hay
que recapacitar y pensar: ¿cómo se va a continuar hablando
de la sexualidad si no se habla de lo básico? ¿A qué se está
haciendo referencia? Hago referencia a un hecho elemental:
somos seres afectivos, nacimos para el amor, necesitamos de
él ya que sin amor moriríamos, entonces, ¿qué significa el
amor en la vida de los seres humanos y en su desarrollo
sexual?
Y agregaría: ¿qué significa el amor para todos los seres
vivos de la Tierra? Se dice que los humanos se comunican,
en primer lugar, por una vía afectiva; es decir, son los sen¬
timientos los que van a dirigir, retribuir y sanar, en el caso
de la sexualidad, ese ser erótico y espiritual.
Por eso hay que prestar especial atención a los senti¬
mientos de aluz roja”, detenerse y recapacitar para encon¬
trar la manera de sobrellevarlos.
Se recomienda elegir, de manera consciente, la vivencia
de valores que, por la experiencia de campo y clínica, dan
una salida saludable al estado de ánimo. Pero eso significa
asumir lo que se siente y no todo el tiempo se logra. Por
lo general, procuramos ignorar, esquivar o esconder los sen¬
timientos, tanto los nuestros como los de los demas, evita¬
mos enfrentarnos a ellos y procuramos que nadie note qué
estamos sintiendo.
42 CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

En ocasiones, algunas personas ^consideran que es poco


“maduro” expresar o hablar abiertamente de los sentimien¬
tos. Probablemente sea así en un encuentro de negocios
objetivo o en un análisis científico, en donde se ha llega¬
do a mirar como “madurez” laycapacidad de contener y no
mostrar los sentimientos.
Sin embargo, en el contexto terapéutico, es muy fre¬
cuente, como primer paso, enseñar a los pacientes la habi¬
lidad de reconocer, manejar y resolver adecuadamente las
emociones. Sabemos que, conforme los hombres y muje¬
res van “creciendo”, olvidan o disminuyen la capacidad de
distinguir lo que sienten. Se busca esconder las emocio¬
nes detrás de frases como “Estoy estresado” o “Me siento
culpable”.
Algunos autores se atreven a decir que el estrés es miedo,
miedo a fallar, a no poder cumplir, a no saber cómo hacer
algo. Y ¿qué hay del “me siento culpable”? Pues, probable¬
mente, sea ira, miedo o, quiza, tristeza. ¿Quién lo sabe?

Para entender todo esto hay que "desacomodarse", es


decir, comenzar a construir nuevas formas de entender
nuestra propia vida. No hay referentes, los debemos
construir.

Por eso nos preguntamos si el amor entra en todo esto.


Y no lo quise poner como sentimiento de “luz verde”, que
significa un estado de bienestar, porque es más que eso.
Un día me llegó una historia que lo dice claramente y
que, por supuesto, puede ser dirigida a cualquier relación
entre los seres vivos. Dice así;
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 43

Un esposo fue a visitar a un sabio consejero y le dijo que ya


no quería a su esposa... El sabio lo escuchó... lo miró a los ojos
y solamente le dijo una palabra: “Ámela”... luego calló. “Pero
es que ya no siento nada por ella”... “Ámela”, repuso el sabio.
Y ante el desconcierto del señor, después de un oportuno si¬
lencio, el sabio agregó lo siguiente: “Amar es una decisión, no
un sentimiento, amar es dedicación y entrega. Amar es un ver¬
bo y el fruto de esa acción es el amor. El amor es un ejercicio
de jardinería: arranque lo que hace daño, prepare el terreno,
siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque
habrá plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso aban¬
done su jardín. Ame a su pareja, es decir, acéptela, valórela, res¬
pétela, bríndele afecto y ternura, admírela y compréndala. Eso
es todo. Ámela.

¿Y qué más tenemos que decir si vamos a construir nuestras


vidas, nuestra sexualidad, si vamos a educar, a guiar? Hay
que pensar en una decisión de amar... ¿De qué servirá? Eso
es para todos los niveles, es decir, deberíamos hablar de esto
con todos desde el comienzo de nuestras vidas y continuar
por el resto de la vida haciendo de las experiencias buenas
y malas un espacio para crecer y mejorar, enseñando la
capacidad de tomar la decisión de amar.
Es comenzar a preparar el terreno pero en otro canal,
con una comunicación afectiva y efectiva, sanando nuestras
historias, buscando respuestas, viviendo valores. Pero ¿qué
son valores? Palabra trillada pero viva en cada forma de
resolver nuestros problemas. Los hemos aprendido en la
historia de nuestra vida: unos serán valores buenos; otros,
antivalores que no nos llevan a ningún lado.
Leo Buscaglia, en su libro Amar, ser persona (1985:43)
menciona ciertas premisas para discutir y hablar sobre el
amor que, creo, vale la pena recordar:
44 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

1. Uno no pLiede dar lo que no po'see.

Para dar amor has de poseer amor.


2. Uno no puede enseñar lo que no comprende.
Para enseñar amor hay que comprender el amor.
3. Uno no puede conocer lo q,ue no ha estudiado.
Para estudiar el amor has de vivir en el amor.
4. Uno no puede apreciar lo que no reconoce.
Para reconocer el amor has de estar receptivo al amor.
5. Uno no puede dudar sobre aquello en que desea confiar.
Para confiar en el amor tú debes estar convencido del amor.
6. Uno no puede admitir aquello a lo que no se rinde.
Para rendirte al amor has de ser vulnerable al amor.
7. Uno no puede vivir aquello a lo que no se dedica.
Para dedicarte al amor has de estar siempre creciendo en
amor.

Una sexualidad sin estos ingredientes no es más que un


acto mecánico. Una educación para la sexualidad sin com¬
ponentes afectivos no es más que información que pasa y
no queda en lo profundo del ser. Entonces, ¿existe el amor?
Existe si tomamos la decisión de amar...

Educar en la sexualidad es informar y formar

El componente espiritual, de acuerdo con los aportes de


la doctora M.P. Ross (1998), tiene como base alcanzar la
autonomía afectiva y la madurez, busca la seguridad én el
desarrollo integral de las personas y, además, en el amor per¬
petuo. Como aspectos cognoscitivos, busca conocer, infor¬
marse y formarse, pero no puede dejar esa formación, sim¬
plemente, como una información más que recibe: necesita
que sea parte de un compromiso con su propia vida.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 45

Esto implica que, cuando damos educación sexual, de¬


bemos no sólo informar sino buscar que nuestros alumnos
o hijos puedan hacer de esa información una posición que
les estructure un compromiso, que esa información les dé
la fuerza para encontrar un sentido a sus vidas como hom¬
bres y mujeres. Hay que dar valores, hay que dar guías.

El componente espiritual, dentro de la sexualidad, busca


una visión trascendental, es decir, espera que la perso¬
na crea en algo, encuentre un sentido de vida y un
sentido de muerte a su desarrollo sexual, busca que
este comportamiento esté unido al amor.

Como un ejemplo del manejo cognoscitivo de la sexuali¬


dad, dentro del componente espiritual, (aclarando la nece¬
sidad de que se viva la sexualidad con un compromiso hacia
lo que se desea hacer o vivir), haré referencia a una solicitud
que me hizo un paciente ante la situación de homosexua¬
lidad que vivía su hermano y la manera en que él debía
explicarle a sus hijos la vivencia de la sexualidad de su tío.
La homosexualidad, así como el lesbianismo, se debe
explicar a los niños y jóvenes. En el caso de la homosexua¬
lidad, el hombre posee una identidad psicosexual de hom¬
bre y tiene como objeto de deseo a otros hombres y no a
mujeres, como ocurriría en la heterosexualidad.
Para el caso en cuestión, el paciente estaba preocupado
pues su hijo de 13 años se había asustado al descubrir que
su tío era homosexual y sus referencias al respecto eran muy
negativas: consideraba que los homosexuales eran violado¬
res, degenerados y afeminados.
46 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

Ante un caso como éste, se recomienda, desde el prin¬


cipio cognitivo del componente espiritual, dialogar con los
niños acerca de los miedos o estereotipos que tienen al
respecto: conversar acerca de las ideas, de la situación que
se vive en la familia y tomar decisiones referentes a lo
que se desea establecer en la relación, en este caso, con su
tío paterno.
Se puede explicar que la homosexualidad no está ligada
a comportamientos obscenos o promiscuos; ésos son pro¬
blemas o desviaciones de la sexualidad y no son inherentes
a la vivencia de la homosexualidad.
No se debe asociar al homosexual con un abusador o
violador. Por lo general, las conductas abusivas provienen
de una desviación en el manejo del placer y del deseo y no
son inherentes a la identidad. El abuso es un problema de
conducta, una desviación de la sexualidad, y sus causas o
raíces son otras, no la identidad en sí. Por eso, estas con¬
ductas abusivas, pueden estar presentes tanto en personas
homosexuales como heterosexuales.
Conversar de esta manera busca estructurar un espacio
en donde se converse acerca de los miedos para darles una
salida saludable; esto es lo que se llama “trabajar el compo¬
nente espiritual de la sexualidad”, así como el afectivo, pero,
sobre todo, las sensaciones y emociones que pueden surgir,
al confrontar en familia, la situación del tío.
Con este ejemplo se busca una mayor comprensión
del manejo cognoscitivo de la sexualidad con una visión de
compromiso hacia las propias conductas y respeto por
las conductas de los otros.
Con el componente espiritual de la sexualidad también
se busca un sentido espiritual. Esto implica conocer en
detalle, entre otras cosas, el manejo del perdón. Se podría
definir al perdón de la siguiente manera: perdonar no es
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 47

olvidar, pues tendríamos que arrancar una parte del cere¬


bro, no es aceptar, no es confrontar, no es entender, es sólo
la libertad y decisión de dar por terminada una situación
para poder volver a amar. Se perdona a la persona, pero no
tienen por qué tolerarse o aceptarse sus conductas si éstas
atentan contra la dignidad e integridad de los otros.
Por supuesto que no es tan fácil, se requiere la actitud
abierta de querer, firmemente, dar por terminada alguna
situación que no estimula la libertad y divinidad. Probable¬
mente, requiera hacer muchos intentos de perdonar, antes
de alcanzar el perdón profundo y liberador. Busca, no eva¬
dir la responsabilidad sino hacerse cargo de uno mismo, de
una manera responsable y promover que los otros también
lo hagan.
Un ejemplo fuerte, en donde podemos apreciar lo ex¬
puesto, se observa cuando un familiar abusa sexualmente
de otro. Puede que decidamos perdonar a la persona por
sus actos, pero no por eso dejamos de denunciar o realizar
un juicio legal ante su conducta. Debe quedar claro que la
persona debe asumir la responsabilidad de sus conductas
abusivas y las víctimas deben ser apoyadas. Se toma la de¬
cisión de perdonar a la persona, pero no por eso se acepta
su conducta: ésta debe corregirse.
Ésta es la verdadera dimensión del perdón: es sólo una
decisión para volver a amar y no vivir con amargura. Puede
suceder que no se vuelva a amar, necesariamente, a esa per¬
sona; puede que no sea saludable hacerlo, pero se da por
terminado el rencor para, de alguna forma, dejar de proyec¬
tar en otros el dolor ante los hechos y, de esta matiera,
volver a amar en libertad, responsabilidad y dignidad.
El odio o rencor que surge ante una conducta como la
descrita, puede que obstaculice el desarrollo pleno del com¬
ponente espiritual de la sexualidad que busca, además del
48 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

perdón, que crezcan la fraternidad y la honradez en nuestra


vida como parte de ese sentido espiritual de la sexualidad.

La identidad psicosexual.
Las dimensiones moral y social

Junto con el componente espiritual será necesario mencio¬


nar las dimensiones moral y social de la identidad psicose¬
xual, como parte del conocimiento y equilibrio del desarro¬
llo sexual de los hombres y mujeres.
De acuerdo con las aportaciones sobre la identidad para
el componente espiritual, citados en la sección del compo¬
nente erótico —en donde se mencionó que las dimensiones
cognitiva y afectiva eran parte de su desarrollo—, es necesa¬
rio retomar, dentro del desarrollo sexual, las dimensiones
moral y social.

La dimensión social: comunicación


para el desarrollo de la sexualidad
y la identidad psicosexual

La dimensión social es aquella en donde se busca cons¬


truir formas de interactuar entre los hombres y las
mujeres de distintas edades.

El énfasis está puesto en la capacidad de relacionarse, esta¬


blecer y desarrollar vínculos adecuados, sanos y buenos, es
decir, relaciones positivas con los niños, los jóvenes, los
adultos y los ancianos.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD * 49

Para esto se requiere una profunda conciencia acerca de


la importancia de comunicarnos adecuadamente y, a partir
de esto, lograr niveles profundos de respeto, empatia, acep¬
tación y diálogo: valores que consideramos necesarios para
el desarrollo integral de la sexualidad.
Usted y yo sabemos lo difícil que es desarrollar este as¬
pecto social cuando no contamos, en la actualidad, con
familias numerosas, esas que, a principios y mediados de
siglo, nos “obligaban” -en cierta manera- a ser más toleran¬
tes con todas las edades del desarrollo (pues en nuestras
casas convivían abuelos, papás, tíos, hermanos, cuñados,
etcétera). Esto tenía otros inconvenientes pero, sin duda,
nos permitía desarrollar un sentido de solidaridad, com¬
promiso y sensibilidad, así como la capacidad de compartir
y esperar. Saber esperar y tolerar la frustración son bienes
tan escasos, en estos momentos sociohistóricos, que expli¬
can, en parte, la poca capacidad que se posee para construir
vínculos de pareja más duraderos, respetuosos y sanos.
En estos momentos de nuestra historia, no contamos,
dentro de nuestro desarrollo, con posibilidades de madurar
en la convivencia social, pues los contactos sociales son
muy restringidos. Nuestras familias son de cuatro a cinco
miembros, de fines de semana con los abuelos -algunas
veces— y, con el resto, una vez al mes o cada dos meses, o
en fiestas del día del Padre, de la Madre o en Navidad.
Esta situación social genera, inevitablemente, pocas opor¬
tunidades para establecer relaciones interpersonales adecua¬
das, profundas y duraderas y, en consecuencia, una baja
capacidad de madurar y aceptarnos profundamente a noso¬
tros mismos y a los otros.
En el área social -por lo general- existen niveles de con¬
ciencia bajos o muy débiles, por lo cual se requiere generar
un compromiso interno para ofrecer mayores oportunida-
50 ❖ CONOCIENDO LA TEQRÍA DE LA SEXUALIDAD

des sociales a los niños y asegurar este componente dentro


del desarrollo de la sexualidad y la identidad psicosexual.

La dimensión moral: la expresión


positiva de la sexualidad

La dimensión moral se va a construir en la medida en que


se le dé importancia a las expresiones positivas de la sexua¬
lidad en la vida humana. Por lo general, existen miedos que
afectan el desarrollo o no permiten ver con claridad cuándo
el desarrollo psicosexual es normal y natural, y pueden li¬
mitar la capacidad para discriminar aquellas conductas que
atentan contra la vivencia de una sexualidad digna y pla¬
centera.

La dimensión moral es ver con claridad y darle impor¬


tancia a la expresión positiva de la sexualidad en la
vida humana.

Aquí hay que hacer énfasis y traer a colación el tema de la


violencia doméstica, en la que, como parte de esa debilidad
en la dimensión moral y social de la identidad, se puede
caer en la permisividad o “tolerancia” (mal entendida) ante
el maltrato diario: el machismo, los abusos o el incesto, si¬
tuaciones que, muy a menudo, se aceptan como “normales”
o no son consideradas dentro de la conversación de la edu¬
cación de la sexualidad y que, sin duda alguna, son parte de
la formación integral. Estas circunstancias, precisamente,
forman parte de las dimensiones social y moral dentro de
la conformación del componente espiritual.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 51

Se debe hablar de la violencia desde la manera en que


se conforman las relaciones en los púberes y adolescentes,
así como en los adultos que ya poseen vínculos. Estimular
el respeto y corregir las conductas de violencia desde edades
tempranas permite darle mayor fortaleza al componente
espiritual y a la dimensión social de la identidad psicosexual.
No educar ni hablar de esto es tomar una posición que
llega a denigrar el papel de los hombres y mujeres en el de¬
sarrollo de su sexualidad.
Otro tema que surge en las áreas social y moral de la
identidad psicosexual es el uso y abuso del cuerpo de la mu¬
jer con un fin consumista, pornográfico y prostituido en su
conformación como parte integral del desarrollo moral. La
forma en que se mira y usa su cuerpo, sobre todo en la pu¬
blicidad, estimula a construir una visión femenina por y
para el uso del cuerpo, y no en un marco de dignificación
y realización como hombres y mujeres en un entorno de
respeto mutuo y clara convivencia.
Como verán, en ocasiones, esto suena a ilusorio, pero no
lo es. Seguimos haciendo grandes esfuerzos por promover
una mayor conciencia de respeto, tolerancia, diálogo, res¬
ponsabilidad, libertad y, sobre todo, elevación de nuestro
papel como hombres y mujeres en todo momento del de¬
sarrollo sexual.
52 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

El componente afectivo
\

Son los débiles los que son crueles.


La gentileza sólo puede esperarse de los fuertes.
Leo Rostein

El componente afectivo se define por los elementos


que son esenciales al amor, tales como los valores de
verdad, respeto{ fidelidad y libertad. Por otra parte, a
partir de mi experiencia terapéutica, he podido resca¬
tar otros aspectos corno el diálogo, la responsabilidad
y el desarrollo de procesos de aceptación.

Se mencionan dos tipos de experiencias afectivo-espirituales


en el desarrollo de este componente, entre los que desta¬
can: la capacidad de tener un sentimiento de amor con uno
mismo, con los demás y con Dios; poder desarrollar un
crecimiento afectivo que tiene que ver con la posibilidad de
diferenciarnos, identificarnos, actualizarnos y lograr la au¬
tonomía afectiva. Además, se busca desarrollar aspectos como
la afinidad afectiva, la amistad y la confianza.
Por otra parte, el componente afectivo tiene la variante
de ser el eje de equilibrio para el desarrollo adecuado y la
manifestación integral y profunda de los componentes eró¬
ticos y espirituales, es decir que el componente espiritual
necesitará de los elementos del erótico para su adecuado
desarrollo y viceversa, pero será por medio de la afectividad
que podrán integrarse aquellos elementos o actitudes que
sean necesarios en cada etapa de la vida.
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD * 53

La expresión de la afectividad
en hombres y mujeres

No es un secreto que muchas de las consultas sobre sexua¬


lidad giran en torno al tema del manejo de la afectividad en
la relación entre hombres y mujeres, así como en la estruc¬
turación de lo que se desea o no para la vida personal.
Ante esto se puede observar este manejo de la afectivi¬
dad en la forma en que hombres y mujeres se comunican,
básicamente, por el efecto de los patrones culturales que se
adquieren cuando se conforma el comportamiento en rela¬
ción con los roles que se han inculcado.
El componente afectivo es el eje medular de toda rela¬
ción humana y del desarrollo sexual. La forma en cómo se
expresen las emociones, así como la claridad que se tenga
hacia la intensidad de éstas, hará que esta fuerza de vida-
creativa, que es la sexualidad, engendre frutos o no. De he¬
cho, que el componente erótico logre una máxima expre¬
sión a nivel orgásmico estará determinado por la claridad
de los sentimientos y de ia conexión entre ellos.
Cuando se mencionan los sentimientos, vale destacar
que éstos van a tener formas diferentes de expresión en
hombres y mujeres. Analicemos, por ejemplo, lo que men¬
ciona la terapeuta española Fina Sanz, en donde destaca
que “para que las mujeres puedan comunicar claramente
sus sentimientos deben desarrollar un mayor respeto por su
palabra. La mujer, por lo general, va a utilizar patrones de
comunicación que involucren más a su cuerpo que a su pa-
labra’\
Menciona que “tanto el cuerpo como la palabra están
dotados de un gran contenido emocional, así como el silen¬
cio tiene un gran trasfondo afectivo de rebeldía y enojo”
(Sanz, 1990).
54 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

Uno de los problemas a los que se enfrentan las mujeres


tiene que ver con el valor y peso que se le da socialmente
a su palabra. Lo que digan tiene socialmente poco valor, se
le rechaza o se le cataloga como poco importante; en oca¬
siones, se dice que “la mujer usa muchas palabras o habla
mucho”, lo que afecta directamente la posibilidad de que se
le tome en serio. Por supuesto, esto afecta profundamente
a su autoestima y a la manifestación clara de su sexualidad.
Al tener poca posibilidad de comunicarse, clara y abier¬
tamente, por medio de una palabra que le sea creíble, la
mujer puede llegar a utilizar su cuerpo como vehículo de
sus emociones. De acuerdo con las aportaciones de esta
autora, culturalmente se señala a la mujer como histérica,
provocadora o degenerada, por la forma en que utiliza su
cuerpo para comunicarse.
Por el contrario, el hombre ha sido educado para mani¬
festar su afectividad por medio de la agresividad, la com-
petitividad, el manejo y dominio del cuerpo de la mujer.
Hay una queja femenina muy generalizada de que los hom¬
bres manifiestan su afectividad con caricias que se limitan
a los labios, pechos y genitales femeninos.
Fina Sanz (1990) establece, además, entre otras cosas,
que el hombre limita su expresión a los genitales, la domi¬
nación y la expresión hacia afuera. De hecho, su palabra es
palabra de poder, es la que se escucha, tenderá a utilizar
más los conceptos abstractos, preferirá hablar de lo ajeno a
los propios sentimientos y tendrá poco control de su cuer¬
po o de la expresión de su excitación.
Si, como hombres y mujeres, nos vemos limitados en la
comunicación adecuada de nuestras necesidades .afectivas,
se estará limitando, en consecuencia, el desarrollo máximo
de nuestros potenciales orgásmico-erótico y afectivo-espiri-
tual, que son la fortaleza que necesitamos para ver con más
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 55

claridad los valores por vivir en la construcción de la re¬


lación y del desarrollo sexual en general; esto es: lo que
queremos, cómo lo queremos y cuándo lo queremos, sin
tener que caer en una relación de opresión o violencia.
Todo esto es una forma de denunciar el maltrato que se
da en nuestras relaciones diarias de convivencia. De esta
manera, se procura fomentar que tanto hombres como
mujeres abran o aprendan a establecer espacios para con¬
versar, eso implica hablar y escuchar, aunque “suene”
culturalmente “muy femenino”.
Hablar y escuchar logrará, sin lugar a dudas, que cual¬
quier relación crezca profundamente. Por otro lado, las
mujeres deberíamos fortalecernos en seguir luchando por
hacer valer nuestra palabra, por llegar a acuerdos y no limi¬
tarnos a callar y “dejar pasar las cosas”, porque las cosas no
pasan, como por arte de magia, sólo se acumulan y son
como una olla a presión: en cualquier momento explotan,
saltan y golpean por todos lados.
Así que, para desarrollar la parte afectiva, que es el equi¬
librio de la sexualidad e instrumento de unión entre com¬
ponentes, será imprescindible, por un lado, que los varones
aprendan a comunicar sus emociones y a conocer y con¬
trolar su cuerpo y, por el otro, las mujeres hagan valer su
palabra y puedan manifestar abiertamente sus necesidades
de darse un espacio para disfrutar de la sexualidad como
algo sano y natural dentro del desarrollo humano.
También vale la pena rescatar los procesos de con-
cientización que se han venido estructurando en diferentes
círculos sociales acerca del significado del placer. Por lo
general, se vende la idea de que el placer dependerá del
dominio que se tenga a nivel teórico-práctico de lo costal,
me refiero a las posiciones o puntos orgásmicos, que han
venido a nuestras mentes más que nada por influencia co-
56 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

mercial. La influencia comercial, por medio de fantasías,


hace creer que se logrará una mejor vivencia del placer sin
que tengamos que “preocuparnos” o tomar en cuenta nues¬
tros sentimientos y necesidades.
Sabemos que el placer, por sí mismo, no reacciona. Es
común observar en los pacientes, tanto hombres como mu¬
jeres, la forma en que van perdiendo la capacidad de sentir
placer por el simple hecho de no apreciarse a sí mismos.
Se llega, incluso, por patrones culturales, a “educar” a las
mujeres sin la posibilidad de manifestar abierta y claramen¬
te su placer y deseo sexual pues, culturalmente, eso es “mal
visto en una mujer decente” y se dice que pueden llegar a
perder el potencial y el desarrollo de la madurez sexual
(probablemente una madurez ajena a su sensualidad y
deseo).
El componente erótico no sólo se desarrolla por medio
de lo fisiológico, el uso y aceptación del cuerpo y su genita-
lidad; también debe ir ligado al componente afectivo y esto
implica el conocimiento de las manifestaciones de la sen¬
sualidad por medio de los genitales y una buena, clara y
profunda educación coital cuando se ha adquirido la madu¬
rez de una relación que conlleva compromiso, espacio, tiem¬
po, construcción de la realización mutua y la autonomía y
seguridad de ser hombres y mujeres libres.
Para todo se requiere de un diálogo profundo con uno
mismo y en relación con los otros.
Esa relación íntima, personal y con el otro, permitirá
mirar la construcción integral del desarrollo sexual de am¬
bos. Por lo menos para aquellos que desean salud y cohe¬
rencia en su madurez sexual.
Cuando, como profesionales, nos llegan consultas de
muchas mujeres que refieren no tener deseos sexuales por
nadie ni por nada, surge la pregunta: ¿qué estamos haden-
TRES COMPONENTES, UNA SEXUALIDAD ❖ 57

do? o ¿qué sucede con la sexualidad de estas mujeres? Puede


que la consulta inicial, ante el especialista, fuera por un res¬
frío o por problemas de conducta de los hijos pero, en al¬
gún momento, harán referencia a su falta de deseo o de
placer en la relación de pareja.
Ante esto nos preguntamos: ¿de qué manera construi¬
mos o percibimos el deseo? ¿Por qué éste se pierde? ¿Será
que la etapa adulta ha cortado la construcción de ese deseo
o es que éste adquiere otra dimensión y quizá no se ve ni
se disfruta de la misma manera?
Valdría la pena sensibilizarnos un poco más y profundi¬
zar en esa queja y, por medio de ésta, ofrecer un espacio de
apoyo para que la gente pueda ser mejor en el desarrollo
de su sexualidad. Puede que, detrás de esa queja, esté la pre¬
sencia del abuso o de una relación muy violenta.
Sin duda alguna, los que trabajan en el área de la salud
deberían tomarse el tiempo para formarse, apoyar y escu¬
char a estas personas para poder ofrecerles una respuesta
más integral y acertada a sus necesidades.

La identidad psicosexual.
La dimensión emocional

Como apoyo en el conocimiento del componente afectivo


se encuentra la dimensión emocional, que surgirá en la
medida en que las personas se sientan cómodas, confiadas
y competentes con su sexualidad, al igual que con la de los
demás.
58 ❖ CONOCIENDO LA TEORÍA DE LA SEXUALIDAD

La dimensión emocional, en la identidad psicosexual,


busca que la persona se sienta cómoda, confiada y
competente con el desarrollo de su sexualidad y la de
los demás.

\
Esto parte de aquella posición del análisis transaccional en
donde se dice que el mayor equilibrio humano se alcanza
cuando logramos una relación del tipo “yo estoy bien, tú
estás bien”.
Por lo general, esta dimensión es poco percibida dentro
del desarrollo psicosexual. Nuestra educación ha sido dada
en ambientes muy represivos o muy permisivos, que lo úni¬
co que logran es aumentar los traumas y temores y ocasio¬
nan, algunas veces, la vivencia de fijaciones. Una fijación es
cuando una persona no logra madurar y pasar a la siguiente
etapa de su desarrollo y opta por la inmadurez. Esto sucede
de manera inconsciente y, generalmente, se asocia a temo¬
res internos; incluso puede que llegue a producirse una
regresión: la persona retrocede en su desarrollo y se muestra
inmadura o infantil en la forma en que enfrenta o resuelve
sus dificultades. En ambos casos, pareciera que las personas
no se permiten asumir una identidad psicosexual plena,
satisfactoria y madura por diversos motivos, por lo general
inconscientes, y que requieren de terapia psicológica para
su resolución.
Si se observa lo antes expuesto, nos daremos cuenta
de la gran urgencia de profundizar en el conocimiento y
darle la dimensión y el espacio adecuado al desarrollo psico¬
sexual. De esto dependerá que se pueda educar a los hom¬
bres y mujeres en una forma menos traumática, más sana
y con mayor madurez para enfrentar con alegría, control y
mucha determinación la conformación de quién se es y de
lo que se desea ser.
CAPITULO 3

Conversando en clase
o en CASA

Comencemos la fundón
Una escena típica:
—A ver, niños y niñas, les vamos a hablar de sexualidad,
pongan mucha atención... -refiere la maestra al desenrollar
dos carteles muy envueltos que trae bajo el brazo y que
coloca en la pizarra, ante un grupo de 30 niños y niñas de
quinto grado de primaria.
Esto, afortunada o desafortunadamente, es usual que
suceda en la clase de Ciencias.
Algunos niños, entonces, se vuelven un poco morbosos.
Hay risas en el fondo de! salón de clase, otros continúan
conversando sin darse cuenta de lo que está sucediendo y
la maestra, por su lado, piensa:
“¡Ay Dios, que no pregunten mucho porque la verdad es
que no quiero ni hablar de esto...! ¡Esa directora con sus
ideítas de tener que hablar de sexo! ¡Sexo! !Ja! Si yo ni sé lo
que es eso y mucho menos cómo se come... Que termine
rápido esta clase...”
La maestra coloca los carteles. Uno tiene impresos los
órgaños genitales masculinos y el otro los órganos genitales
internos femeninos. Se verían más o menos así...

59
60 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Órganos genitales masculinos

1
2

3
4

5
6
7
8

1. Vesícula seminal 7. Glande


2. Vejiga 8. Prepucio
3. Conducto seminal 9. Glándula epidídimo
4. Próstata 10. Escroto
5. Pene 11. Testículo
6. Uretra 12. Glándula bulbo uretral

Organos genitales femeninos

1. Trompa de Falopio
2. Ovario
3. Útero
4. Cuello o cerviz
5. Vagina .

*
5
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 61

Por supuesto que falta un cartelito más: los órganos ge¬


nitales externos femeninos, pero ése probablemente no se
mostrará pues, de cierta manera, pareciera muy explícito
para muchos...
Sin embargo, nosotros, en este libro queremos agregar¬
los, para comenzar de verdad nuestra clase de cuarto, quin¬
to o sexto grado de primaria en el tema de la sexualidad o,
al menos, en lo que concierne a la salud sexual, lo físico, lo
de afuera, porque lo que sucede adentro es realmente otra
cosa, que poco conocemos y conversamos, pero ya hablare¬
mos sobre eso...
Los órganos externos de las mujeres se verían de esta
manera en el cartel. O, al menos, una parte de ellos, pues
no es lo mismo verlos con las piernas abiertas, oportunidad
que pocas veces nos damos las mujeres para reconocernos
y apropiarnos. Este parece más un deber delegado a los
ginecólogos.
Si tomáramos un espejo, se vería oscuro, como un puño
de vellos y la piel rosada.
Probablemente nos dé un “susto ansioso”, que se siente
por todo el cuerpo y llega hasta la vagina; pero, bueno,
éstos son los órganos femeninos.

Órganos genitales femeninos externos

1. Monte de Venus
2. Clítoris
3. Uretra
4. Labios mayores
5. Labios menores
6. Orificio vaginal
7. Himen
8. Ano
62 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Y qué diría nuestra maestra:


—Rápidamente les voy a decir'cuáles son las partes de
cada órgano y cómo se llaman, por supuesto. A ver, niños
y niñas, pongan atención.
La maestra comenzará a sentir calor en todo su cuerpo,
su piel empezará a transmitir sus emociones de miedo, quizá
de repulsión, de ansiedad -que viene a ser el mismo miedo
que nos ha rodeado todo el tiempo- o tal vez esté indife¬
rente como quien da una receta de cocina.
Quizá se preguntará si será así de simple o recordará
cuando quiso ponerse un tampón y se le quedó pegado
del miedo y ¡qué dolor sintió!, casi llorando en el baño del
colegio, con las compañeras preocupadas, dándole expli¬
caciones: Ana le decía que se relajara y ella casi se desma¬
yaba. Recuerda que se sentía mareada, sudaba frío... ¡qué
experiencia mas rara...! Pero bueno, sigamos con la clase.
Algunos alumnos murmurarán:
¡Uy, qué raro se ve! -dirán algunas niñas.
¡Eso como que cuelga! -pensarán otras al mirar los
órganos genitales masculinos, pero quiza no lo dirán... Otras,
más impulsivas, se reirán nerviosamente entre sí y pregun¬
tarán:
¿Asi es lo que tienen los hombres?
—¡Qué raro se ve!
Casi no lo pueden creer, miran de reojo a sus compañe¬
ros como buscando entre los pantalones alguna similitud
con lo que ven en el cartel... y por supuesto que no logran
ver nada mas que un abultamiento... Algunos compañeros
les devuelven la mirada en complicidad, junto con la'ver¬
güenza que sienten frente a la desnudez de mirar sus genitales
expuestos ante todos sus compañeros.
La maestra continúa su explicación casi científica y se¬
guirá con los órganos genitales internos femeninos, pero
COMENCEMOS LA FUNCIÓN 63

como éstos no son tan amenazadores como los de los hom¬


bres, pasarán ante su vista casi sin comprender lo que estos
órganos están manifestando en el desarrollo de los niños y
las niñas del salón. Quizá algunas niñas ya “todo lo sabían”
y se lo harán saber a la maestra:
—Maestra, eso ya me lo explicó mi mamá porque es
doctora. Ella me enseñó todo eso, yo ya lo sé.
Los demás se volverán admirados y un poco envidiosos
de lo que escuchan.
La explicación continúa como si fuera una receta de pan
y ahí termina. Algunos preguntarán si eso tiene algo que
ver con la “regla” y ahí las chicas se sonrojarán y rogarán a
Dios que la maestra no explique nada de eso, pues ya les
bajó a algunas y otras esperan con desilusión o ilusión,
¿quién lo sabe?
Puede que la maestra hable sobre la menstruación y no
mencione los detalles que se van a presentar en el cuerpo
ni las sensaciones que ocurrirán conforme se vayan afian¬
zando las hormonas e, incluso -agregaría-, las presiones
socioculturales.
En ocasiones, estas explicaciones se dan obviando deta¬
lles importantes tales como que se ovula antes de la mens¬
truación (pues muchos piensan que menstruar es ovular
y no es así). La menstruación es el desprendimiento del
endometrio, luego de que el óvulo no fue fecundado. Lo
aclaro pues, en cada conferencia, aun con adultos con un
nivel de formación universitaria, se da la respuesta incorrec¬
ta de( que primero se produce la menstruación y luego se
ovula.
Pero esta es nuestra realidad adulta: es tan poco o in¬
completo lo que hemos aprendido que, sin duda alguna,
debemos insistir en aprenderlo junto con nuestros alumnos
e hijos.
64 •> CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Una buena amiga me lo decía entre preocupada e ilusio¬


nada, con sus casi 60 años:

"Es que estamos en la misma barca, aprendiendo todos


de todos y guiando este barco con el mismo esfuerzo,
unos sanando, otros aprendiendo, pero todos al mismo
tiempo: chicos, grandes, viejos."

Quizá, algún niño preguntará:


—Maestra, ¿en dónde está el punto G?
Y hasta ahí podrá la maestra contener sus emociones, se
sentirá confundida, como si la tiraran contra la pared, como
muda. Y se dirá a sí misma: “¡Yo quisiera saber si es cierto
tanto que se dice de eso!, pero nada de eso se habla”.
En el mejor de los casos puede que les diga:
—Eso no está en los órganos genitales, no es de la clase
de Ciencias.
O se atreva a decir:
—No sé, voy a averiguarlo y se los digo. ¿Alguna otra
pregunta, niños?
—No, maestra.
Hasta ahí llegara la capacidad de brindar un espacio que
les permita iniciar un lenguaje sexual mucho más cálido,
coherente y directo acerca de lo que esperan como hom¬
bres y mujeres en las primeras manifestaciones de la sexua¬
lidad en su cuerpo, al menos las primeras conscientes y
evidentes.
Pues es en esos momentos cuando deberíamos comenzar
a hablar de las sensaciones del cuerpo, de cómo, el placer
empieza a hacer su aparición más clara y fuerte en los
genitales, en los pensamientos y sentimientos hacia los otros.
Y, por supuesto, como padres, madres o maestros, debemos
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 65

hablar de comenzar a educar el placer y el deseo para que


éstos se puedan desarrollar adecuadamente de acuerdo con
nuestra edad, valores y factores socioculturales.
Las historias pueden servir de apoyo para la educación
de lo que sucede en nuestro cuerpo, mente y relaciones.
Esta historia, a manera de cuento, nos ayudará a com¬
prender esas sensaciones:

Juan

Hola, soy Juan, tengo... bueno, ya ni sé, creo que entre 9 y 11


años. A veces no sé ni cómo soy, un poquito niño, un poquito
grande; en ocasiones creo saber muchas cosas y me gusta mucho
jugar con mis amigos; en ocasiones me entran unas grandes
ganas de pegarles a mis compañeros y hermanos y así demos¬
trarles lo fuerte que soy. Es como una forma de no hacerme
“marica”, porque a eso le tengo miedo, a esos hombres que se
visten de mujer o que andan como afeminados, les tengo miedo
pues no sé por qué sucede y yo, para serles honesto, en ocasio¬
nes siento tanto miedo en el cuerpo, por la noche especialmen¬
te, y me dan muchas ganas de llorar... en realidad, para ser
sincero, quiero llorar como un “mariquita” y el susto es que
alguien me encuentre, sobre todo mi mamá, pues se pone a
consolarme y eso no me gusta. A veces siento que soy como ella
y eso tampoco me gusta.
Papi como que todo lo sabe y me pregunta mucho sobre
cómo estoy, que si me gusta el fútbol, que si me gustan las
nenas. Yo siento que debo decirle que sí y es cuando él entonces
me agarra muy fuerte, como para demostrarme su amor, un
amor que duele, porque me aprieta muy fuerte. O me golpea
en la espalda o me despeina. Eso sí me molesta: que me despei¬
nen, pues ya me gusta mirarme en el espejo, ponerme gel y
parar los pelos de mi cabeza. Mi mamá me regaña porque dice
que gasto un tarro de gel por semana, pero yo sé que me veo
bien.
66 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Pero siguiendo con el cuento de mi papá, él me dice que


debo ser hombre, que no me ponga'débil como mamá o como
las mujeres, que tengo que ser hombre, y me lo repite una y
otra vez.
Y es que a él nunca lo he visto llorar, ni cuando se murió
su papá. Todos en su familia gritaban, pero él no, y la gente le
decía que era un buen hijo porque de esa forma ayudaba para
que su mamá no se sintiera mal. Él, a veces, casi no le hablaba
a mi abuelo, pero dijo que le iba a hacer falta el “viejo”.
La cosa es que tengo muy pocos encuentros con mi papá, él
trabaja mucho y casi no lo veo. En ocasiones llega por la noche
como enojado y no me habla ni me saluda, está como pen¬
sativo.
Mamá ni se le acerca y nos dice que nos vayamos por allí
para no molestarlo, pero nadie habla, Dios guarde, y así, como
de lejos, mi mamá le pregunta si quiere comer; a veces responde
y va a comer, a veces sólo se queda como ido, yo me asusto un
poco y pienso que estamos sin dinero, porque de otra manera
no estaría tan ido, me da pena no poder ayudarlo o trabajar.
¡Qué tonterías pienso!
Mi hermano es un necio, me pide que le dé dinero -ni loco
le pide a mi papa, porque seguro lo mira feo, como torciendo
los ojos-, diciéndome con su mirada que si hablo me pega; y
si no le doy el dinero probablemente me golpea o me agarra del
cuello hasta hacerme llorar, y si lloro me dice “marica”, y así yo
me aguanto, pues no quiero ser marica, y tengo que darle el
dinero que me ha costado ahorrar para poder comprarme las
postales que cambio con mis amigos. Tener hermanos grandes,
sobre todo de esa edad, es como una pesadilla.
Pero volviendo a mi papa, yo siento como que está triste o
preocupado, como si quisiera llorar, porque eso lo siento en el
ambiente. Pero no sucede nada, sólo se queda ahí, y luego se va
a acostar.
Mi cuerpo esta cambiando mucho, aunque no creo que tan¬
to como el de mi hermano Luis, del que les hablé que me pide
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 67

dinero cuando papá se queda callado. Él ya tiene 14 años y, a


veces, sólo quiere estar debajo de las cobijas, como que pone los
ojos en blanco por las mañanas y no se quiere levantar. Yo
duermo al lado de él, me levanto rápido, me meto en el baño
y, cuando salgo, ya anda Luis por ahí, golpeando puertas y
gritando; entonces, es cuando mi mamá se enoja y lo regaña
y se arma el caos en la casa.
Todos gritan, se gritan; yo sólo llego, desayuno y me voy
para la escuela. La verdad es que en la escuela la paso mejor con
Óscar, Miguel y Luis, pero otro Luis, que no es mi hermano.
Con mis amigos juego al fútbol en los recreos o intercam¬
biamos postales. A veces jugamos a molestar a nuestras compa¬
ñeras, pero lo más divertido es estar entre nosotros, sólo los
hombres.
Ésos son mis días, pero los de Óscar son bastante diferentes:
él llora mucho y nos dice que extraña a su papá, que se fue sin
decirles nada. Eso pasó cuando él estaba en segundo grado, su
mamá lloraba mucho y le gritaba groserías; luego, me cuenta
que no lo volvieron a ver ni supieron más de él.
Óscar dice que su mamá llora mucho por las noches, y que
tuvo que volver a trabajar como secretaria (ella había estudiado
para eso). “Osquillar” (como le decimos con cariño), a veces,
llega con mucho hambre al colegio, porque no tiene merienda,
ni dinero. Yo siempre llevo algo extra para darle. Me da lástima,
y es de los mejores amigos que tengo, jugamos y me presta sus
cosas todo el tiempo.
Cuando voy a la casa de Óscar, casi siempre no hay nadie,
la casa está sola y ahí nos sentimos a nuestras anchas hacien¬
do lo que queremos. Sus hermanas salen más tarde, son mayo¬
res que él, están fuera todo el tiempo y aparecen minutos antes
de que llegue su mamá y entonces hacen como que cocinan o
arreglan la casa. Por lo general no les gusta que yo esté ahí. Su
mamá, por el contrario, me quiere y me invita a comer, pero
mi mamá me ha dicho que no ande metido en las casas ajenas,
así que casi nunca puedo aceptar y me regreso rapidito a mi
68 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

casa, que queda muy cerca. Ese tiempo que pasamos juntos
después de la escuela es para jugar'y muy rara vez para hacer
alguna tarea.
Luis, últimamente, nos está metiendo en problemas. Un día
llevó unas revistas que cuando las vi sentí mucho susto y una
curiosidad que no había sentido antes. Él dice que las encontró
en el cuarto de sus papas, que a su papá se las regalaron. En la
revista salen mujeres negras y rubias y pelirrojas totalmente
desnudas. Yo no sabía que los pelos de allá abajo eran como del
color del pelo de las personas. Cuando dijimos eso, nos dio un
ataque de risa que casi no parábamos de reírnos y no podíamos
hacerlo fuerte porque estábamos en la casa de Miguel (el her¬
mano de Miguel es muy enojón, está en la Universidad y de vez
en cuando aparece por ahí).
Pero el que más molesta, y nos pide que lo dejemos estar
con nosotros, es el hermanito que está en primer grado, “es
un verdadero pegoste”, es decir, molesta y molesta y si no lo
dejamos, nos acusa con su mamá o con el hermano grande.
Este hermano, es hermano de Miguel por el lado de su mamá
(porque no es hijo de su papá, sólo de su mamá). ¡Qué raro!
¿Por qué será que cuando uno se hace grande se enreda tan¬
to? Yo, la verdad es que quiero estar feliz y contento con una
esposa bien guapa, como las de las revistas... ¡Sí señor, como las
de las revistas! ¡Qué tonto soy!, si después me caso con una
gorda...
Siguiendo con las cosas que nos enseña Luis, las mujeres de
la revista me dejaron soñando unas cosas rarísimas por las noches
y durante el día, pensando como que yo podía tocarlas y besar¬
las y como comérmelas... Pero ¿de dónde saco tantas ideas? La
cosa es que, el otro día, Luis nos llevó a su casa, en donde por
supuesto no había nadie, entramos a internet, puso una direc¬
ción y salieron cosas que me hicieron abrir los ojos de asombro.
Miguel nos dijo que eso era malo, que se llamaba pornografía,
que a uno le pegaban y lo castigaban si sabían que estábamos
viendo eso. Óscar se puso rojo,, rojo y no dijo nada.
COMENCEMOS LA FUNCIÓN * 69

Luis nos regañó y nos dijo que eso era para los hombres, y
siguió pasando, hasta sonido tenía. Había hombres y mujeres,
unas gritaban, eran como quejidos, los hombres encima de las
mujeres, muy clarito, yo lo veía todo, pero les puedo jurar que
no entendía nada, realmente nrd;, sólo sentía un hormigueo,
ganas de llorar, pero no podía de dejar de ver.

Retomo esta historia, en esta parte, pues es una escena


típica de algunos niños que se encuentran entre los 9 y 15
años, cuando se enfrentan a las primeras experiencias de
ver las relaciones coitales, es decir, la penetración del pene
en la vagina o el ano de la mujer u otro hombre, pues nues¬
tros niños están expuestos a pornografía gruesa y grotesca,
además de violenta y poco explícita (en cuanto a valores) de
lo que esperamos de este acto que trasciende nuestros cuer¬
pos, que no puede ser sólo la demostración de una penetra¬
ción o una posición; y así, con sólo esa información de pe¬
netración, comenzamos a ver el cuerpo y sus sensaciones y
limitamos la sexualidad a lo coital, a la penetración, al mo¬
vimiento fuerte y grosero, por dar sólo algunos de los de¬
talles de estos actos de los hombres y mujeres en donde,
por supuesto, no existe explicación alguna. Los niños sólo
miran y tratan de ubicar, en alguna parte de la conciencia,
la información de lo que están viendo, lo que les produce
en su cuerpo y mente.
Y uno, como padre, madre, maestro, ¿qué hace? Precisa¬
mente, el problema sería no hacer nada o suponer que eso
no está sucediendo. Quizá, algunos nunca lleguen a ver
nada durante estos años, pero cada vez me encuentro más
y más muchachos que lo están viviendo. Quizá, como para
ellos yo no represento ninguna amenaza, me cuentan estos
detalles.
70 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Cómo explicarle a los niños la diferencia


entre sexualidad y pornografía

Se debe tratar de tomar el tema, decirles que van a estar


expuestos a imágenes, tanto en revistas como en videos mu¬
sicales o en internet, que a éstas imágenes -cuando están
cargadas de violencia y de falta de respeto a la dignidad del
cuerpo y de lo que significa mirarlo y valorarlo- le llama¬
mos pornografía, que significa y ha significado una forma
de comerciar con nuestro deseo, con nuestras fantasías.
Si somos muy explícitos, podríamos decirles a estos mu¬
chachos y muchachas que, por medio de la pornografía, no
van a lograr aprender adecuadamente, aún a pesar de que
puedan tener sensaciones de excitación en sus cuerpos.
Podemos aclararles que vemos cuerpos desnudos, en mo¬
vimientos muy fuertes que no pueden, normalmente, ge¬
nerar placer; en ruidos y situaciones que, contrario a lo
que pensamos, son muy violentas y llenas de estereotipos
como, por ejemplo, que la mujer deba gritar para hacerle
ver a su pareja que tiene gran placer: el grito puede o no
ser parte de este encuentro.
Aquí entra el tema de educar sobre lo que significa el
placer, lo cual nos lleva, a su vez, a quitarnos la grabación
de creer que “placer es tener sensaciones fuertes sobre nues¬
tro cuerpo y nuestra mente”.
Para complementar esta historia, les contaré la de Ana:

Ana

Hola, soy Ana, ya tengo 10 años, estoy en la escuela y tengo


amigas, a veces demasiadas. Ellas, dé vez en cuando, dicen que
me odian o que les caigo mal o que soy ridicula, pues me gusta
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 71

salir con mis papas. Es que en realidad mis papás son pura vida,
son alegres y se llevan bien.
Les cuento que yo siento muchas cosas raras en mi cuerpo,
a ratos como que me recorre un escalofrío cuando me siento
sola, en el cuarto, o cuando mis amigas me rechazan, me entran
ganas de llorar o me lleno de miedo. Y es que siento que estas
sensaciones vienen solas, yo no las puedo controlar, sólo llegan.
Ultimamente he estado teniendo cambios en mi carácter, al
menos eso es lo que dice mi mamá. Me dice que, a veces, me
pongo muy repugnante, que sólo me quejo y que no puede ha¬
blar conmigo, o me dice que tengo un corazón de piedra, porque
no la ayudo o trato mal a mi hermanito menor, quien por cierto
es bastante manipulador y sólo a él le prestan atención.
Es que desde que él llegó -ahora tiene cuatro años-, todo se
echo a perder para mi. Ya no soy la reina aunque, les voy a ser
honesta, mi papá siempre me dice que soy la reina de la casa,
porque soy la única mujer entre mis hermanos.
Aparte de ese “pegoste” de mi hermanito, tengo un hermano
grande de 17 años, que está muy enamorado, se lava los dientes
todo el día y se queda mucho rato en el baño, sale todo perfu¬
mado y cantando, habla todo el día por teléfono y, por supues¬
to, mis papás lo regañan porque la cuenta llega altísima.
Con él antes tenía muchos problemas porque, como le iba
mal en el colegio, se enojaba mucho, se la agarraba conmigo,
me golpeaba o me decía groserías o apodos que me hacían
llorar.
Ultimamente parece que me quiere un poquito más, quizá
porque le caigo bien a Laura, su novia. Ellos están en la misma
clase. Ella es buena, me regala cosas y conversa conmigo. Seguro
que ella le dijo que me tratara bien, ¡qué dicha que existe Laura!
Bueno, siguiendo con el cuento de lo que me está pasando,
como les decía, siento que está por llegarme la regla. Esto me
da vergüenza, un poco de asco y dudas. Ya le llegó a Patri y
también a Cinthia y como que ellas cambiaron con nosotras. A
veces están muy calladas y el cuerpo les ha cambiado mucho.
72 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Tienen como tetillas y un poco más de nalgas. Les puedo


jurar que hasta vellos tienen, porque ya no se ponen el unifor¬
me de educación física delante de todas, como lo hacíamos en
primer grado.
La verdad es que yo soy más plana y eso me acompleja.
Seguro que ni me llega la regla y capaz que es porque estoy seca,
pero la verdad es que ni pienso en eso (o creo que pienso más
de la cuenta). Yo he oído que eso es una desgracia para nosotras,
las mujeres.
Una vez vino a la escuela una muchacha muy alegre y bonita
(era una enfermera o psicóloga o algo así). Nos dio una confe¬
rencia muy linda en donde nos hablaba de cómo nos iba a
llegar la regla, sólo que esa vez nos dijo que, tanto nosotras
como nuestros compañeros, íbamos a tener cambios y eso me
gustó, porque ya no me sentía como que sólo a nosotras nos
iban a pasar cosas.
Alai pude ver la menstruación como algo bueno, significaba
que estábamos creciendo adecuadamente y que nuestros cuer¬
pos se preparaban para tener hijos. Pero también nos dijo que
a todos nos iban a pasar cosas en el cuerpo y que tendríamos
que aprender a controlarlas, que no sólo era el sangrado, que
ellos, mis compañeros, los hombres, iban a tener eyaculaciones
nocturnas, que ellos y nosotras íbamos a tener deseos y a sentir
la excitación.
La verdad es que cuando iba por esa parte a mí me dio una
vergüenza terrible y quería que se quedara callada.
Al final de la conferencia, lo que me quedó claro es que a
ellos como que les baja algo y que también tienen cambios en
su carácter.
Pero les quiero contar que eso no es lo que más preocupa
en este momento. Fue en el jardín, o en primer grado, cuando
me entró una gran tristeza porque me sentía fea, me veía en el
espejo y quería usar adornos y pintarme como mi mamá, por¬
que a las mujeres nos importa mucho ser bonitas, no feas y
gordas.
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 73

¡Pobre Lucia, mi amiga del otro grado! Ella es gordita y con


anteojos, mis compañeras la molestan mucho, le dicen ballena
y bizca porque usa anteojos. Yo la he visto llorar en el baño. A
mí, la verdad, me da lástima, sus papas también son gordos
y ella casi ni come.
Otra cosa que me aburre es que peleamos mucho entre to¬
das las amigas. Yo veo a los compañeros varones y ellos también
se pelean, pero porque todos quieren jugar y a algunos no los
ponen en el equipo o porque algunos insultan a los que no
les gusta el fútbol y les dicen maricas. Pero con mis amigas, si
así las puedo llamar, cuando peleamos hablamos mal unas de
otras y las echamos de los grupos, les hacemos caras o las ig¬
noramos.
Eso de ignorar es de lo peor entre las mujeres: una se acerca
en el recreo al grupo de amigas y saluda y ¿saben qué? nadie,
pero nadie contesta y se siente un frío por la espalda y un deseo
de pegar un gran grito y decirles, ¡hey, aquí estoy, las necesito!,
pero nada, son como de piedra, ellas de verdad tienen el cora¬
zón de piedra.
Ya desde primer grado me preocupaba mucho ser gorda o
flaca, si mi pelo estaba bonito o no y, desde antes, me gustaban
mucho los chicos. Yo creo que a casi todas les pasaba, estábamos
enamoradas de alguno de ellos o de los más grandes.
Ahora me sigo sintiendo fea, ridicula y me cuesta hablar.
Como me gusta salir con mis papás, mis “amigas” (entre comi¬
llas, porque son sólo unas personas que conozco) lo ven mal,
como se los contaba cuando comencé a hablar.
En mi casa, en realidad, aparte de los pleitos que tengo con
mi hermano de cuatro años -ese chiquito se mete en mi cuarto
y todo lo toca, quiere mis lápices, mis cuadernos, mis perfu¬
mes y, lo peor de todo, mi mamá me obliga a prestarle mis
peluches y él, que para mí no es una persona sino una cosa, los
ensucia todos—, les puedo decir que mi mamá, especialmente,
no me respeta, porque me obliga a quererlo... ¡y es tan, pero tan
difícil hacerlo!
74 ❖ CONVERSANDO EN CLASE O EN CASA

Pero creo que mi casa no es tan mala, ahí puedo estar, ten¬
go un campito para mí y cuando veo “Mujeres, casos de la
vida real” por la tele, hasta se me paran los pelos de pensar que
todo eso me puede pasar sólo por ser mujer. Por un lado me da
coraje y, por otro, me da mucho miedo.
Yo creo que todos los homares son unas bestias, que sólo
quieren violarnos; pero, a la vez, cuando veo a mis amigos,
no los veo tan violadores y degenerados. ¿Será que después,
cuando se hacen grandes, se vuelven bestias?
Todo esto me tiene muy confundida y con náuseas en la
boca del estómago. A ratos siento ganas de llorar y, a ratos,
estoy enojada y pienso estupideces, como la de querer matarme,
pero eso no lo quiero ni pensar, me da miedo, de verdad.
También me tiene asustada Gloria, mi amiga de quinto gra¬
do, porque está muy flaca. Yo les decía que, a nosotras, las
mujeres, se nos presiona para no ser gordas, pero eso no implica
dejar de comer o sólo tomar agua con gotas de limón, como lo
hace ella.
Yo, la verdad, la veo más flaca y pálida que antes; algunas de
mis amigas dicen que ella vomita todo lo que come, que se
mete en el baño de la escuela con un cepillo de dientes y vomita
todo. ¿Por qué le pasarán estas cosas a las mujeres? Tengo tantas
preguntas y no creo poder hacérselas a mi mamá. A veces creo
que ella también sufre por ser mujer.

Y es que esta historia no pasa lejos de nuestras realidades,


en la escuela, en los barrios y en las familias. Sabemos que
existe una presión social sobre el cuerpo de la mujer desde
muy temprana edad; que, de alguna manera, por medio de
la publicidad, se busca que el cuerpo de la mujer sea per¬
fecto, muy delgado y fuera de las tablas de salud.
Lograr que no se valore a la mujer por su apariencia
física, por su presencia de “belleza estereotipada” nos llevará
400 años o más. Es un mito y una canción, pues esto se
canta y se recita en cuanto poema sobre el amor exista, ya
COMENCEMOS LA FUNCIÓN ❖ 75

que, de alguna manera, se espera que estos cuerpos esbeltos


enciendan el amor apasionado y desenfrenado.
El objetivo no es lograr un cuerpo delgado sino que
nuestros hombres y mujeres busquen una salud física, mental
y social y acepten, positivamente, sus cuerpos; ser más li¬
bres, respetuosos y seguros de lo que cada uno es, tomando
en cuenta su contextura, herencia y lugar de origen; forta¬
lecer a nuestras hijas-niñas, para que sean más seguras por
lo que realizan y no por su apariencia física. Es bueno
aclarar que esto no significa cortar lo femenino o la coque¬
tería, tan propia de nuestras niñas en la edad preescolar y
escolar, sino darles la seguridad de desarrollar su palabra, su
opinión y sus decisiones.
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CAPÍTULO 4

Las edades sexuales.


Educando a cada edad

Edades sexuales del ser humano

De la concepción a los 6 años de edad

De acuerdo con la teoría de la doctora M.P. Ross, en su


“modelo de intervención global de la sexualidad”, tanto
el hombre como la mujer construyen su sexualidad desde el
momento de la concepción, pasando por diversas circuns¬
tancias y situaciones, tanto biológicas como sociales y psi¬
cológicas. Ambos, al menos hasta los cinco meses de ges¬
tación, mantienen un estado de fusión con la identidad
femenina (M.P. Ross, 2000).

El proceso de formación de la identidad sexual

A partir de su nacimiento, y hasta aproximadamente los


dos años, la mujer construye su núcleo de identidad sexual
por medio de un vínculo de amor con su madre, es decir,
se mantiene unida a su madre en la construcción de su
identidad y establece una prolongación de su fusión para
ser mujer: sólo debe estar con ella y ser como ella para sen¬
tirse identificada como mujer.
En el hombre, desde su nacimiento y hasta aproxima¬
damente los dos años, también comienza a construirse su
núcleo de identidad sexual, pero será de manera instintual,

77
78 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

es decir, comenzará a relacionarse con su medio a través de


su agresividad biológica. Esta agresividad será manifiesta
por medio de su actividad y deseo de reconocerse como
hombre. No se trata aquí de la actitud de morder, patear o
escupir; estas conductas pertenecen a patrones de compor¬
tamiento que repite porque los observa en su medio y, por
lo general, se deben corregir.
En los varones existe un mayor deseo de buscar activi¬
dades que los ayuden a adquirir su núcleo de identidad
sexual (las bases para saberse hombres); serán su madre y
los familiares (padre, tíos, primos, etcétera) los que les mar¬
carán las pautas, de acuerdo con sus valores y necesidades.
Pero ¿qué sucede si no hay padre en esta etapa de for¬
mación o el padre que hay no se relaciona con el bebé? Se
dice que esto le dificultará, aún más, la construcción de este
núcleo necesario para el resto de su desarrollo e identidad
sexual. Sin embargo, la experiencia clínica me ha mostrado
que muchos niños logran desarrollarse en plenitud, incluso
sin la figura paterna, y que la forma en que éstos adquieran
el concepto de lo que significa ser un hombre dependerá de
la actitud de quienes los cuidan.
Relacionarse con otros niños del mismo género se dará
naturalmente por medio de su necesidad gregaria. Por lo
general, los bebés encuentran en sus madres y familiares
sustitutos de la figura paterna, pero esta ausencia no deja de
ser un dilema, incluso en etapas tan tempranas del desarro¬
llo sexual humano; y no crean que la mujer no se ve afec¬
tada: por supuesto que las mujeres también necesitan de esa
interacción con el padre para construir el núcleo, ese espa¬
cio para descubrir “¿quién soy yo?”
A partir de los tres años, tanto el hombre como‘la mujer
deben haber construido su núcleo de identidad sexual y eso
significa que, desde ese momento, los ñiños y niñas se sien-
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 79

ten hombres y mujeres. Si se les pregunta, la mayoría de los


niños de más de tres años podrán afirmar con claridad: “yo
soy hombre” o “yo soy mujer”.
¿Qué sucede con los niños que aún no saben cuál es su
identidad? Es el momento en el que se inician los procesos
terapéuticos para ayudarles a construir su núcleo de iden¬
tidad sexual, por medio de juegos y conversaciones.
A partir de los 3 y hasta los 5 años, aproximadamente,
ambos comienzan a adquirir su identidad sexual y a formar
sólidamente su identidad personal.
Es en este momento que los niños empiezan a desarro¬
llar su papel de hombres y mujeres y a relacionarse de
acuerdo con sus gustos, intereses y habilidades; nos mostra¬
rán quiénes son y cuáles son su carácter y temperamento.
En esta época, lo más importante es incentivar en ellos
la autonomía y aceptación, promover su personalidad y
respetarla para ayudarlos, además, a continuar construyen¬
do su estima personal.
Sabemos que su identidad sexual se está formando ade¬
cuadamente, por medio de lo que hacen y dicen (más que
nada, por medio de sus dibujos). Además, en el hecho de
compartir, se da un proceso de formación de su identidad
personal.
En la familia, a partir de los 3 y hasta los 5 años, los
niños saben con claridad cómo es su carácter y tempera¬
mento. Decimos: “Ese chiquito es caprichoso o muy tran¬
quilo”, y podemos saber con claridad si son dormilones,
callados, temerosos, alegres o conversadores.
Es bueno recordar que, en todo momento, hay que pro¬
porcionar el tiempo para que los niños puedan darse a
conocer y reconocerse. Muy a menudo repiten las con¬
ductas de otros: es una forma de adquirir su identidad
personal.
80 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

A partir de los 6 y 7 años, se espera que se haya cris¬


talizado su identidad sexual. Con mayor seguridad, ya de¬
bemos haber observado un desarrollado adecuado en su
desenvolvimiento sexual y, tanto el niño como la niña, se
sienten hombre y mujer. Si no observamos esto, debemos
comenzar a buscar ayuda o facilitarles y promover la adqui¬
sición de su identidad.
Corresponde a los padres, y adultos en general, brindar¬
les ese espacio, ese diálogo, esa guía para llevarlos por un
proceso de formación en donde se abarquen los tres com¬
ponentes de la sexualidad que hemos mencionado insisten¬
temente: la espiritualidad, la afectividad y el componente
erótico.

Educando a nuestros hijos de 0 a 6 años.


¿Hay que hacerlo tan temprano?

A partir de lo expuesto sobre la edad sexual del ser humano


en el lapso desde la concepción hasta los 6 años, se hizo
énfasis en que los varones construyen su identidad de manera
instintual y por medio de su agresividad biológica. Esto
implica que, para poder dirigir el desarrollo sexual de nues¬
tros niños, debemos enfatizar la aceptación de sus formas
de manifestarse, ofreciéndoles: procesos de auto-control, mu¬
cha claridad en los valores de respeto, diálogo, guías claras
acerca de lo que se espera de ellos en la familia, así como
evitar el desarrollo de patrones de comportamiento violen¬
to (hacia sí mismos) cuando les negamos la manifestación
de sus emociones.
Frases como “no llore” y “aguante”, por sí solas, no tie¬
nen importancia. Sin embargo, en forma reiterativa, pue¬
den limitar, en nuestros niños, la capacidad para discrimi-
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 81

nar con claridad lo que sienten y cómo lo pueden manejar.


Al limitar las emociones o no brindarles un abordaje y pro¬
yección adecuados, comenzarán a repetir esos patrones que,
por tanto tiempo, han existido en nuestros hombres y que les
han impedido desarrollar y madurar la expresión de su afec¬
tividad. Afectividad que, como lo manifiesto en todo mo¬
mento, es el equilibrio de todo el desarrollo sexual.
Entonces, ¿qué sucederá con un hombre inmaduro en su
desarrollo afectivo? Ya tenemos la respuesta en todas esas
historias que cargamos: la falta de auto-control, mayor fa¬
cilidad para adquirir adicciones como un medio de “llenar
los vacíos emocionales” y la incapacidad para construir un
vínculo y desarrollar el deseo y el placer de manera de llegar
a la plenitud de su sexualidad.
Por lo general, una persona inmadura afectivamente
muestra incapacidad para poder “salirse de sí mismo” y pro¬
yectarse en la intimidad con la pareja. Alcanza poca capa¬
cidad para desarrollar la ternura y la paternidad y muestra
bajos niveles de compromiso con la participación activa en
la crianza y el cuidado de ella misma.
Para evitar todo esto, se debe construir la sexualidad des¬
de un principio. Se debe saber que es, precisamente, en este
tiempo cuando se comienza a construir la identidad de “ser
hombre” o “ser mujer” y, a partir de ahí, se determinará esa
decisión, ese rol sexual que luego seguirá construyéndose
en la adolescencia. Se evitarán, de esta manera, muchas cons¬
trucciones heterosexuales u homosexuales dañadas o des¬
equilibradas, es decir, que no se muestran maduras como
para ‘aceptarse hombre” o “aceptarse mujer”.
Sólo por el hecho de tener novia o casarse no significa
que ya hemos construido una heterosexualidad equilibrada;
por el contrario, las historias de violencia en nuestras fami¬
lias nos reflejan esa incapacidad de trascender nuestra iden-
82 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

tidad para poder construir nuestra proyección e intimidad


con el otro. '
De aquí surge un tema polémico: la homosexualidad.
Para la teoría del sexo-análisis, tanto la homosexualidad co¬
mo la heterosexualidad se construyen entre los tres y los
seis años de edad, cuando y^ se puede determinar la exis¬
tencia o no de una identidad sexual cristalizada, es decir,
sentirse hombre, sentirse mujer y poder trascender esta
identidad hacia la orientación del deseo que luego, en la
edad adulta puede consolidarse con el establecimiento de
una heterosexualidad o una homosexualidad.
Las niñas construyen su identidad por medio de la fu¬
sión con su madre y, de ahí, adquieren su núcleo para de¬
terminar lo que serán como mujeres. Pero es importante
resaltar que quedarse fusionados a la madre no es la forma
de construir y cristalizar la identidad de la mujer; por el
contrario, ésta se convertirá en una fusión tal que apagará
sus identidades y nos le permitirá desarrollar su autonomía
y su ser en toda la expresión equilibrada.
Esto significa que las niñas también necesitan del con¬
trol de sí mismas, los límites, los valores, la estimulación de
la realización personal y el espacio para expresar su afecti¬
vidad. No se debe pensar que, porque son niñas, tienen ya
el espacio para “llorar por todo”. También se les debe in¬
centivar para el diálogo, la realización de sus cualidades y
habilidades, permitiéndoles ese espacio que, por cultura, le
damos más al varón: un espacio de autonomía y de parti¬
cipación en actividades fuera del hogar.
Como ven, todo es un equilibrio difícil de lograr, pero
no imposible. Quizá es un cambio que nos lleve un par de
siglos, pero es hora de que comencemos a construir nuevos
hombres y nuevas mujeres para crear familias más fuertes y
libres.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 83

Educando a nuestros hijos e hijas


entre los 6 y 9 años

La forma en que eduquemos sexualmente a nuestros niños,


dependerá de las características de cada edad. Cada etapa de
su evolución dará soporte a todo el desarrollo puberal y
adolescente y será la base de “ser adulto”.
Establezco, como límite de este período, los 9 años por¬
que, en general, estamos viendo manifestaciones del de¬
sarrollo puberal a partir de los 10 años, especialmente en
las niñas; incluso, es a partir de esta edad en donde se co¬
mienzan a construir algunos problemas de auto-imagen que
luego se convertirán en bulimia o anorexia.
En los niños y niñas de esta edad hay que seguir cons¬
truyendo su identidad personal, es decir, su personalidad.
Se trata de estimular y escuchar claramente lo que sienten
y toman como valores.
Cuando pensamos en educación sexual para los niños,
normalmente pensamos en cómo decirles que no se toquen
o no toquen a los otros; también pensamos en los proble¬
mas de abuso sexual y lo que les podría ocasionar en su
desarrollo. Educación sexual será hablar directamente del
conocimiento del cuerpo, del respeto al propio cuerpo y al
del otro, de la reproducción, de la identidad y de las rela¬
ciones interpersonales, de los mandatos sociales sobre nues¬
tro comportamiento —dependiendo del género—, del placer
y del poder. Todo esto enmarca y dirige nuestros esfuerzos;
sin embargo, para poder abordar este tema, hay que cons¬
truir fortalezas y claridad en los valores, en lo que espera¬
mos de ellos para el futuro. ¿Cuáles serán sus valores si
roban, mienten o son irresponsables con los deberes de la
escuela?
84 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Es a partir de la fortaleza y claridad con que les hable¬


mos de lo que esperamos de ellos'y de lo que ellos esperan
de sí mismos, que se podrán abordar, adecuadamente, las
manifestaciones de genitalidad de la sexualidad.
Estos niños tendrán curiosidad por saber qué se siente
besar a alguien, o tocar los genitales de los otros; puede que
los encontremos en juegos homosexuales o lésbicos, pero
no por eso van a ser homosexuales o lesbianas.
Estos juegos, además del proceso de afirmación de las
zonas de placer, son también producto de los estímulos
recibidos por medio de la televisión y la publicidad. A me¬
nudo se muestran escenas muy explícitas que provocan
excitación en los niños.
Este “placer publicitario”, por lo general, está centrado
en las sensaciones físicas, pero no en la organización de lo
que deseamos como personas; y eso, precisamente, será de
lo que les hablaremos, tomando en cuenta nuestras referen¬
cias como padres y madres, maestros, tíos o abuelos.
Sabemos que la curiosidad continuará con nosotros para
siempre y, ojalá, no la perdamos pues es a partir de Lina
curiosidad que nacen muchas teorías y buenas ideas. Pero
estas curiosidades deben ser guiadas.
En la edad temprana, los juegos y la morbosidad por ver
cómo hacen el amor los padres es bastante grande y los
niños buscarán cómo observarlos en secreto, así como es¬
piarán las conversaciones acerca de los novios de nuestros
hermanos mayores: todo esto es digno de conversación en
los recreos de la escuela. Algunos lo hacen más que otros,
recordemos que no todos los niños marcan el desarrollo de
la misma manera. Algunos irán adelantadísimos,, otros se
mostrarán ingenuos.
Ni adelantemos ni atrasemos: eduquemos y abordemos
lo que sucede a nuestro alrededor. No nos hagamos sordos
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 85

o ciegos ante las circunstancias: tenemos que darles res¬


puestas basadas en una construcción de respeto, plantear
temas que son noticia cotidiana en los periódicos (como,
por ejemplo, la violencia en las relaciones de pareja. Si se
vive violencia en la familia, es importante buscar apoyo
terapéutico).
En países como Costa Rica, han nacido esfuerzos de
hombres que buscan aprender a no ser violentos en sus re¬
laciones con sus parejas; además, en ese mismo país, en el
año 2002, el Instituto de la Masculinidad, auspiciado por
el Ministerio de la Mujer, desarrolló grupos de reflexión
para hombres con el objetivo de desarrollar conciencia para
impedir la violencia.
La violencia se previene y se educa desde una temprana
edad; no podemos permitir que los niños sean abusivos,
groseros, irrespetuosos, mentirosos o sinvergüenzas. Hay que
inculcar la capacidad de enfrentar y asumir con responsa¬
bilidad los errores, promover el control del carácter, la co¬
municación de sentimientos y valores y mostrarles, con
claridad, lo que esperamos que sean como hombres y
mujeres.
Recordemos que estamos formando familias. Nuestros
yernos y nueras, nietos y nietas nos lo agradecerán eterna¬
mente.
Formar en la sexualidad implica comprometernos en
mejorar nuestra propia vida. Eso siempre se logrará en la
medida en que no dejemos de mirar hacia delante para ver
quiénes queremos ser.
86 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

El desarrollo desde la pubertad


hasta los 25 años

“Las edades sexuales (de la pubertad hasta los 25 años)”


según la “teoría global del desarrollo sexual” de la doctora
M.P. Ross.

¿Hay una edad para tener relaciones sexuales?


¿Qué debo hacer?

De acuerdo con lo’ que hemos conversado hasta aquí -no


quiero caer en presentar sólo una teoría- es bueno ofrecer
un conocimiento que nos permita reconsiderar nuestras
posiciones y optar por una sexualidad más profunda, que
nos dé mayor placer y regocijo -tanto a hombres como a
mujeres-, aunque eso, quizá, nos lleve siglos poder trans¬
mitirlo para estructurar relaciones más sanas y menos com¬
plejas, más intensas y equitativas.
Los dichos populares nos dicen que en la pubertad y
adolescencia las hormonas están “a flor de piel” y que todo
es una excitación incontrolable’. Pero si lo miramos de
cerca, notaremos que el desarrollo sexual, en los jóvenes,
está en un exquisito equilibrio de fuerzas espirituales, afec¬
tivas y eróticas.
Los hombres se caracterizan por desarrollar respuestas
sexuales enfocadas en lo genital, es decir, las sensaciones
más fuertes se verán en sus genitales, tendrán cambios físi¬
cos en ellos y erecciones involuntarias entre los 13 y 14
años que, por supuesto, deberán aprender a controlar.
Buscarán el placer por medio de los genitales y las sen¬
saciones fuertes con poco compromiso moral y social.
Ademas de estos cambios genitales, tendrán altibajos en sus
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 87

emociones y, al igual que las mujeres, un día estarán tristes,


otro día enojados, otro día con miedo. Se deben reconocer
estos sentimientos con claridad y procurar darles una ade¬
cuada salida por medio de la vivencia de los valores.
Como esos equilibrios maravillosos de la naturaleza, la
mujer no sólo se encuentra en esta etapa en un desarrollo
sexual genital: al igual que el hombre tendrá excitaciones
fuertes y marcadas en puntos como el clítoris, además del
deseo de la penetración. Esto se debe explicar y promover
el control de sí misma, la vivencia de los valores y la cons¬
trucción de un proceso de respeto y responsabilidad.
Pero ésta no va a ser la presencia central: lo más fuerte
serán sus cambios emocionales, que se convertirán en una
dificultad para la familia, pues sus transformaciones de la
alegría al enojo, o del enojo al miedo, o los estados depre¬
sivos que muy a menudo coinciden con sus ciclos menstrua¬
les, realmente serán difíciles de tolerar.
Es decir, la mujer -en esta etapa- busca una relación
basada en el placer emocional, es apasionada e ingenua. En
este punto, también comparte con el hombre la búsqueda
de sensaciones fuertes y poco compromiso moral y social.
Entonces, ¿cómo se relacionan hombre y mujer a esta edad?
Es el equilibrio perfecto en donde ambos necesitan del otro
para lograr su madurez sexual en los tres niveles; tanto la
mujer necesita de la genitalidad del hombre como el hom¬
bre de la emocionalidad de la mujer.
El dilema radica en que, precisamente en esta etapa,
el hombre y la mujer están en un proceso para alcanzar el
equilibrio de madurez necesario para construir la relación
de pareja. Si no, se caería en un acto mecánico, como los
que se venden por televisión, en donde se ofrece la idea
de que “con sólo conocerte ya deseo estar contigo en la
88 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

cama”, idea absurda y poco real para el desarrollo saludable,


justo, placentero y equitativo de k sexualidad.
El encuentro coital es un proceso y, si se realiza con esa
facilidad, sólo se repite la mecanización de uno de los actos
de mayor creación que se nos ha dado.
Pero ¿cómo podemos, nosotros padres de familia, educar
y orientar a nuestros hijos?
He de aclarar que la sexualidad la viven ambos y ambos
deben asumirla, no sólo al evitar que las mujeres se emba¬
racen a edades tempranas sino al hacer consciente, en nues¬
tros hombres, que ellos también se embarazan con las
mujeres, que deben asumir su compromiso y no sólo el
placer o la eyaculación que ejecutaron. El embarazo es de
ambos y es por ahí por donde debemos educar a nuestros
hijos adolescentes.
Los padres y madres de hijos adolescentes, dentro del
desarrollo sexual, también están en equilibrio con ellos. Los
hombres adultos, de 35 a 50 años, están en una edad sexual
inspirada por la emocionalidad y las mujeres adultas de la
misma edad están en una edad sexual genitalizada, pero
ambos poseen (o se espera que hayan logrado) una buena
madurez a nivel emocional, moral y espiritual y es eso
precisamente lo que necesitan sus hijos.
Las muchachas, con su sexualidad emocional, necesitan
entender la belleza de lo erótico con sus límites, con su au¬
tocontrol y con el proceso de construcción en relación con
el otro, la madre, el padre y su novio.
Los muchachos, con su máxima expresión genital, nece¬
sitan de la emocionalidad de sus padres y la relación cón su
novia o amigas para construir el control de sí mismos, la
comunicación profunda y el desarrollo de valores que les
permitan transcurrir el tiempo necesario para lograr la
madurez sexual en equilibrio.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 89

Con mucha claridad, debemos fomentar -en nuestros


hijos adolescentes— la espera edificante, una espera que los
ayude a fortalecer su autoestima, sus valores y a reconocer
y manifestar sus sentimientos.
¿Y si ya iniciaron su vida sexual? ¿Por qué no pedirles
que se detengan y se decidan a construir una sexualidad
más profunda y comprometida? En la mayoría de los casos,
hace falta mucha confianza, aceptación y valoración hacia
ellos mismos.
Cada uno de nosotros nació para el amor y para ser feliz,
pero eso hay que construirlo profundamente.

Educando y entendiendo a nuestros hijos


entre los 9 y 11 años

Educar a nuestros hijos para la sexualidad es todo un reto,


pero no olvidemos que tenemos la fuerza y las habilidades
para hacerlo.
Los niños -a los que en realidad ya no podemos llamar
así, porque en este período son casi muchachos- comien¬
zan a despertar a un proceso de encuentro con su propia
imagen, un mayor deseo de compartir y de pasar más tiem¬
po con los amigos y amigas, forjando amistades que pue¬
den durar para toda la vida.

Nuestra guía deberá ayudarlos a consolidarse como


personas, con valores que les permitan asumir con
mayor fuerza sus responsabilidades.
Aquí se consolidan los hábitos de estudio para el
colegio: se busca que se hagan responsables de sus
decisiones y que construyan su autonomía.
90 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Voy a retomar, primero, el tema de los muchachos y, luego,


el de las muchachas, pues ambos abordajes son diferentes.
En los varones se consolidan unos aspectos particulares
que se explicarán más adelante. En las muchachas, es la
edad de prevenir y detectar problemas de auto-imagen, con
el objetivo de evitar males mayores que se derivan de esta
falta de autoestima, tales como la anorexia y la bulimia,
entre otros.

Cómo guiar a los muchachos


en la exploración de su sexualidad

Con los muchachos, en este tiempo, la búsqueda y la cu¬


riosidad sexual será aún mayor. Puede que algunos tengan
ocurrencias de llevar revistas pornográficas, postales de mu¬
jeres desnudas, se escondan para tocarse o mirar cómo son
los hombres y las mujeres desnudos, se interesen por el
físico y hagan competencias entre ellos, por ejemplo, para
ver quién orina más largo o más tiempo; tienen luchas
para saber quién es el mejor deportista, quién sabe más,
quién se hace novio de cuál muchacha o quién tiene la
primera novia, aunque ni siquiera le hable (se mandarán
recados, entre ellos o utilizando a las amigas, escucharemos
frases como “a tal le gusta fulanita”, y eso será el símbolo
de que pueden tener novia...).
De manera inconsciente, están afirmando su rol de gé¬
nero masculino a través de algunos estereotipos, como aquél
en que el hombre es quien tiene el deber de conquistar a
la mujer para hacerse hombre”, cuando sabemos que la
atracción surge entre todas las personas (por lo que tener
novia o “gustarle” a alguien será determinado por la atrae-
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 91

ción y sus deseos personales, no para sentirse más o menos


seguros como hombres).
Reír o burlarse será una manera poco inteligente de lograr
que vivan con plenitud este momento. Respetemos sus sen¬
timientos y sus formas ingenuas de amar. Si no, probable¬
mente, cerraremos la puerta para siempre.
Necesitan realizar actividades en grupo, por lo tanto será
muy importante motivarlos para que participen en equipos
deportivos o de “boy scouts”, artes, drama, etcétera. Hay
que desarrollar, en ellos, la perseverancia y responsabilidad
en la práctica de alguna actividad recreativa.
Aquí serán los padres quienes sacrificarán muchos sá¬
bados, para darles apoyo e infundirles hábitos mentales
y físicos que les permitan construir una adolescencia más
saludable.
Será indispensable que “perdamos el tiempo” con ellos,
al menos una vez a la semana o cada dos semanas. “Perder el
tiempo” con nuestros hijos e hijas implica, por ejemplo,
salir a comer con ellos, aunque sea un helado, y disfrutar
de no hacer nada. No es salir a hacer nuestros mandados
con ellos, es salir a construir y afianzar una relación y, poco
a poco, aprovechar para abordar malos comportamientos y
corregir la elección de las amistades, entre otras cosas. El
grupo de pares, es decir, los amigos y amigas con quienes
se relacionan nuestros hijos, comienza a consolidarse, por
lo que se debe vigilar la elección y vulnerabilidad del ca¬
rácter para realizar o imitar conductas que pueden ser
destructivas.
Se les debe explicar que, alrededor de los 11 a los 14
años, les sucederá la primera eyaculación y que tendrán
erecciones involuntarias que deberán aprender a controlar
por medio de respiraciones y el dominio de las imágenes
que tienen en su mente.
92 * LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Comentarles que la eyaculación nocturna forma parte


del proceso natural del desarrollo sexual, que tendrán que
acostumbrarse a experimentarlo tanto en el cuerpo como
en su mente pero, sobre todo, hacer énfasis en que no los
hace más o menos hombres. Ellos ya son hombres y, antes
que eso, son personas llenas 'de dignidad, sentimientos y
valores.
También se les debe aclarar que esta manifestación de su
desarrollo va unida al deseo de masturbarse y a las sensacio¬
nes de placer y excitación ubicados en sus órganos genitales.
Sin embargo, deberán reconocer estas sensaciones para que
no se conviertan en un estado “más poderoso que sí mis¬
mos”. Deben aprender a manejarlas con valores y con un
sentido para su desarrollo sexual integral. Esto es tan im¬
portante como lo es el aprender a comer bien y procurar
controlar los “antojos” para no tener más peso de la cuenta.
Reconocer el desarrollo sexual como un proceso más
dentro de su desarrollo humano hará que dejen de verlo
como algo amenazante. Empezarán a considerarlo como un
aspecto que hay que abordar, controlar y educar para per¬
mitirse vínculos más fuertes, equitativos, justos, placente¬
ros, responsables, respetuosos y libres.
Hay que hablarles de los efectos de mirar la pornografía,
que los lleva a degradar la relación coital, el cuerpo y la
construcción del placer. En estos videos pornográficos no
sólo se vende una imagen inadecuada de la expresión y
vivencia del placer sino que se estimulan relaciones carga¬
das de violencia, sin vínculos afectivos y con el único ob¬
jetivo de lograr satisfacción personal.
En estas imágenes, se pone al hombre como proveedor
del placer femenino cuando el placer lo construyen ambos
a partir de sí mismos y del vínculo con el otro. Sólo se es-
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 93

timula el arquetipo del poder sexual del hombre sobre el


placer sexual de la mujer y eso, simplemente, no es real
dentro de un concepto integral de la sexualidad.
Otro aspecto es que sólo muestra el acto sexual de ma¬
nera coital-genital, dejando de lado lo tántrico, es decir, la
vivencia de la sexualidad de manera global, ligada a la afec¬
tividad y como una expresión de un amor maduro, no sólo
como un experimento más en la vida.
La sexualidad puede verse limitada y atrofiada si se edu¬
ca por medio de la pornografía.
Dependiendo de la apertura y de los valores de la fami¬
lia, se les puede explicar a los jóvenes que el acto sexual
busca unión, construcción del placer, compromiso y res¬
ponsabilidad; que se necesita madurez y afecto, muchos
valores y deseos de hacer las cosas bien; es decir, si para la
familia es un valor que el encuentro sexual sea experimen¬
tado con responsabilidad, vínculo, respeto y libertad, enton¬
ces se puede hablar y compartir con ellos lo que implica
cuidar el cuerpo y vivir la virginidad como un valor y una
decisión libre para ambos sexos, especialmente durante la
adolescencia.
En la reconceptualización de la sexualidad, la castidad es
una actitud que una persona valora para alcanzar una con¬
ducta sexual que sea conforme a los valores afectivos y a la
búsqueda de una conducta sexual satisfactoria. Ya no se
mira a la castidad como castración o no vivencia de la
sexualidad, sino como fortaleza en el desarrollo pleno de
la sexualidad.
La doctora M. Paul Ross lo menciona en sus talleres:
“Vivir la castidad es llevar la sexualidad de manera libe¬
radora para sí y en la relación con los otros de acuerdo con
los valores humanos” (Ross, 2000).
94 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Cómo guiar a las muchachas


en la exploración de su sexualidad

Respecto a las muchachas, entre los 9 y 11 años de edad es


de vital importancia resaltar la aceptación de su cuerpo. En
esta edad se volverán más obsesivas con su cuerpo.
Mirarse gordas, feas o ridiculas se convierte en un tema
“básico” para poder “sentirse aceptadas entre sí”. Esto no es
más que un reflejo de los patrones y arquetipos vinculados
a la vivencia del .género femenino basados en el cuerpo
pues, de manera estereotipada, nuestra sociedad ha inculca¬
do un modelo de belleza ajeno a la realidad integral de lo
que es el ser femenino. Ser mujer no debe ser un objeto
sexual para la sociedad.
En este tiempo hay muchos reclamos entre amigas, qui¬
zá por no saber expresar de manera directa su deseo de ser
amadas y aceptadas, por lo que se tornan poco claras en la
expresión abierta de sus emociones.
Se observan tratos muy groseros y toscos entre ellas. Esto
no se puede considerar normal y hay que abordar este
tema para evitar la violencia, la falta de respeto o la dis¬
criminación.
Es necesario:

• Estimular la práctica de deportes, actividades artís¬


ticas y recreativas para, de esta manera, canalizar la
ansiedad de aceptación de su cuerpo.
• Trabajar intensivamente la aceptación de su cuerpo
como algo hermoso, valioso y saludable evitará qüe se
obsesionen por ser más cuerpo que persona. Se deben
crear espacios de diálogo en donde se hable de ese
tema y de lo mucho que pesa en su conformación
como mujeres.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 9S

• Mencionar la forma violenta en que la publicidad


utiliza y trata el cuerpo de la mujer para lograr que
aprecien y valoren el desarrollo de sus habilidades y
personalidades.
• Dialogar, tanto muchachos como muchachas, acerca
de la forma de relacionarse, destacar el respeto, el
diálogo, hacer intervenir a los profesores o maestros si
reciben maltrato por parte de sus compañeros y bus¬
car formas de corregir y sanar las relaciones que ha¬
cen daño.

Educando la sexualidad de nuestras hijas


entre los 11 y 14 años

Comienzan los conflictos y las discusiones en casa. Nues¬


tras hijas experimentan los cambios hormonales más increí¬
bles, del carácter y del humor. Nuestras dulces niñas se
convierten en “monstruos vivientes”, algunas de ellas más
fuertemente que otras, pero se va a notar un cambio, que
si lo guiamos de manera respetuosa, se transformará en un
buen momento.
Muchos padres se quejan de que ya no reconocen a sus
hijas. ¿Qué sucedió? Simplemente que comienza la etapa de
la pubertad, uno de los tantos espacios que tendrán las
mujeres para cuestionar su identidad y sus proyectos de
vida. Será su primer encuentro con una serie de sensaciones
en el cuerpo y con las emociones que no se comprenden,
sólo se sienten.
Así es, nuestras hijas, en esta etapa, necesitan de mucho
apoyo, afecto y firmeza por parte nuestra. Los cambios fí¬
sicos, el pasar de tener un cuerpo de niña a un cuerpo de
mujer, unidos a la presión hegemónica sobre el comporta-
96 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

miento femenino, generan una tendencia a rechazar, desde


un comienzo, los vellos y los pechos pequeños (principal¬
mente en este momento cultural), entre muchas otras par¬
tes del cuerpo, y no considerarlos como un espacio hermo¬
so del desarrollo físico propio de la mujer.
Sus brazos crecen. Probablemente, de pasar desaperci¬
bidas ahora llaman la atención por la hermosura que se
despierta en ellas (al menos para nosotros). Esto las con¬
vierte en personas más vulnerables, pues son niñas-mujeres,
pero en realidad siguen siendo niñas.
Cuando nuestras hijas entran en este período comienzan
a descubrir la presión social que existe sobre su cuerpo. Esta
presión proviene de diferentes grupos humanos, tanto de
hombres como de mujeres. Es una presión cultural y publi¬
citaria que les impide aceptar y experimentar adecuada¬
mente la intimidad corporal necesaria en el desarrollo inte¬
gral de la sexualidad.
Comienzan a exponerse a una pérdida de la identidad
psicosexual pues, hasta este momento, por lo general en la
infancia, son más abiertas, pueden subirse a los árboles sin
temor, jugar fútbol, atrapar insectos sin asco, mantenerse
despeinadas todo el día sin ningún complejo, andar con
tenis y sucias, pelear, defender a sus amigos y amigas y ser
las heroínas de un grupo, ser las presidentes e inteligentes
de la clase y sentirse orgullosas de esto.
A partir de estos años, contrariamente a lo antes expues¬
to, puede que se vuelvan pasivas, más obsesionadas por
dominar su cuerpo y acomodarlo a las exigencias externas
y grupales; aquí entran todas las obsesiones de una imagen
ideal que les genera un fuerte rechazo del cuerpo, que po¬
seen. En ocasiones, se desarrollan trastornos en la alimen¬
tación. Si antes, entre los 9 y 11 años, estos trastornos ape¬
nas se veían, entre los 11 y 14 posiblemente tengamos los
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO * 97

casos más severos. Esto requiere de mucho cuidado y del


apoyo de un equipo profesional, con presencia de un psi¬
quiatra, psicólogo, nutricionista, pediatra y trabajador so¬
cial, entre otros. En ocasiones, se tendrá que recurrir a las
hospitalizaciones o intervenciones más severas.
Otro aspecto importante es que, ocasionalmente, serán
duras y groseras con sus amigas y los chismes serán el “pan
nuestro de cada día”. Pueden destruirse emocionalmente
unas a otras y llegar a rechazarse abiertamente con tonos de
humillación.
Todo esto es parte de un acomodamiento hacia el en¬
cuentro con ellas mismas que, en realidad, se hace más
lejano. Precisamente aquí entran los padres, tíos o quien¬
quiera a quien ellas escuchen. Se debe aprovechar la opor¬
tunidad de que se comuniquen con alguien de confianza,
para fortalecer su identidad y afirmarlas en lo que son, es
decir, en sus habilidades; se debe promover el deporte, el
arte, el diálogo; afianzar los valores de respeto, responsabi¬
lidad, libertad y dignidad.
Es importante fortalecerlas en ese encuentro con ellas
mismas y protegerlas, pues están más expuestas a los abusos
o acosos sexuales. Las estadísticas de los centros de salud en
América Latina hablan de embarazos a los 14 años y mencio¬
nan esta época, de séptimo y octavo año de secundaria, como
el momento más alto de probabilidades de embarazo.
Aún no conocen el manejo de su propio cuerpo y pue¬
den exponerse. No saben defenderse ni manejar las insinua¬
ciones y manipulaciones emocionales que ejerce la sociedad
(con hombres y mujeres mayores que ellas). Incluso, se ex¬
ponen con el manejo que reciben de la cultura acerca de
sus ropas; es vital fortalecerlas para que busquen ese respeto
por su cuerpo y por lo que desean usar, teniendo en cuenta
el manejo adecuado de su intimidad e imagen corporal.
98 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Se debe promover la vocación, hablar abiertamente acer¬


ca de sus deseos amorosos, pues querrán tener novio y casi
será una competencia entre ellas ver a quién vuelven a ver
y a quién no; esto las presiona mucho en la aceptación e
imagen de sí mismas.
Se deben promover las actividades y los diálogos que bus¬
quen estimular su protección sin eliminar su autonomía.
Se debe luchar por fomentar la toma de conciencia acer¬
ca del uso del cuerpo y el respeto de sus deseos y opinio¬
nes, abrirles espacios para la promoción y realización per¬
sonal y ayudarlas para que tengan relaciones de pareja y de
amigos más justas, libres, responsables, abiertas, seguras y
respetuosas.
Formar a nuestros hijos es una tarea de todos. Debemos
apoyarnos mutuamente porque la presión cultural es muy
grande y sólo juntos, como amigos y grupos de padres,
podremos sacarlos adelante en este período tan crítico y, a
la vez, potencialmente provechoso para su desarrollo.

Educando la sexualidad de nuestros hijos


(varones) entre los 11 y 14 años

Educar a nuestros hijos varones entre los 11 y 14 años es


un gran reto y un gran momento para construir con ellos
los primeros pasos de sus vínculos y de las sensaciones fí¬
sicas, afectivas y sociales que comenzarán a percibir con
mayor claridad.
Los muchachos de estas edades nos podrán confundir
un poco, sobre todo porque creemos que, al verlos sentados
ante el play-station , con los juegos en las computadoras o
chateando con sus amigos no está sucediendo nada en su
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ♦» 99

interior. Quiza pensamos que son muy ingenuos o simples,


pero esto no es cierto, la famosa latencia que se mencionó
durante mucho tiempo es, en realidad, una etapa en la que
los jóvenes están pensando y recibiendo muchos estímulos
sexuales que no comprenden y que tienen que acomodar de
alguna manera.
La presión cultural es muy fuerte y se puede ver a cual¬
quier hora del día por medio de los videos musicales, pe¬
lículas, periódicos, vallas publicitarias e internet, entre otros.
Esto hace que nuestros hijos estén mucho más expuestos
que lo que estuvimos nosotros a estímulos que los hacen
sentir cosas que no comprenden y los incitan a sobreestimu¬
lar la búsqueda del placer.
Podrán sentir deseos, incluso, por el acto coital sin si¬
quiera saber con claridad de qué se trata, pues la presión
social y comercial consiste en observar los cuerpos desnu¬
dos y procurar tocarlos con una intención genital.
Sentirán un gran deseo de tocar los pechos o las nalgas
de las muchachas mayores del colegio. Esto generalmente
sucede en grupos y por empujones.
Sabemos, por estadísticas, que durante estos años los
jóvenes tenderán a buscar la pornografía y tendrán sus
primeros “sueños mojados”, amaneciendo húmedos por las
eyaculaciones nocturnas producidas por las fantasías se¬
xuales que comienzan a formarse en sus mentes. La madu¬
rez hormonal ofrecerá sus primeras manifestaciones físicas.
Los órganos genitales comenzarán a crecer y buscarán lle¬
nar estas fantasías por medio de la masturbación, ese des¬
cubrir del placer que se convierte en una dualidad para los
padres pues, por lo general, no se aborda o se ignora; de¬
bemos expresarles que esto se suscitará en ellos y que debe¬
rán aprender a controlarlo para lograr construir el placer y
el deseo.
100 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Si no lo hacemos, se darán espacios de desbordamiento


que quizá no puedan controlar cort claridad y seguridad; si
esto sucediera, puede impedirles adquirir la madurez
psicosexual necesaria para seguir adelante, en la próxima
etapa.
Esta siguiente etapa se da cuando comienzan a relacio¬
narse con más seriedad con las muchachas, cuando ya de¬
sean salir a solas con ellas, pasar más rato conversando con
algunas “amigas” o compartiendo sus hobbies y gustos.
Si el deseo o la búsqueda del placer no se observa adecua¬
damente y sólo se le satisface cada vez que lo pide la mente
o el cuerpo (aunque en realidad comienza en la mente),
caerán en un desenfreno de la satisfacción y, por ende, en
una baja capacidad para sobrellevar una relación de pareja
con mayor tranquilidad.
En esta época se les debe hablar mucho del trato entre
los amigos, de las influencias que éstos ejercen para que ha¬
gan cosas que quizá no desean hacer, fortalecer los valores
que deseamos en ellos como hombres, hablarles con clari¬
dad de la responsabilidad, el respeto y el control de las
frustraciones. Un ejemplo es el manejo de las bebidas alco¬
hólicas, pues los amigos ejercerán una fuerte presión para
que prueben los licores y el cigarrillo en un inicio y algunos
“más instruidos” mostrarán las drogas; la presión del grupo
será muy fuerte y difícil de controlar.
No los debemos dejar solos, tenemos que promover
mucho, pero mucho, el que practiquen algún deporte que
les permita canalizar adecuadamente esta energía; conversar
en todo momento y aprovechar que siempre tienen hambre
para “ir a perder el tiempo con ellos”, lo que en realidad no
es pérdida de tiempo, es una inversión en valores, en sen¬
sibilización, en mostrarles el lenguaje de la sexualidad que
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 101

sera la madurez afectiva. Se los puede invitar a comer unos


tacos, hamburguesas, helados, etcétera. Cualquier espacio
que nos permita estar de “tú a tú”, tal vez en silencio, algu¬
nas veces, tal vez conversando animadamente, en otras.
También sería bueno acompif arlos a ver los partidos de
fútbol, baloncesto o cualquier ot o deporte, porque de esta
manera les mostraremos que estamos ahí con ellos y podre¬
mos hablar abiertamente de lo que están sintiendo. Dentro
de los convenios, será muy bueno exigirles horarios de es¬
tudios y repartir las responsabilidades domésticas, como una
forma de generar la cooperación, la responsabilidad, el auto¬
control y el respeto mutuo. Estos espacios y valores deben
ser respetados y estimulados, hasta donde sea posible, por
parte de ambos padres.
Por estudios realizados en diferentes grupos, sabemos
que aquellos padres que son amorosos con los adolescentes,
aunque firmes, les evitarán que esta parte de sus vidas sea
muy convulsiva y les darán la seguridad necesaria para pasar,
adecuadamente, a la siguiente etapa, la de convertirse en
adultos responsables y libres.
¡Adelante!, que somos muchos los que estamos en la
misma barca, construyendo hombres y mujeres para nuevos
tiempos.

Educando la sexualidad
después de los 1 5 años

Para esta edad, primero se retomará la importancia de la


comunicación para, luego, mencionar el proceso de aborda¬
je de la masturbación (teniendo en cuenta, también, el caso
en que se presente un embarazo en nuestros adolescentes).
102 * LAS EDADES SEXUAfcES. EDUCANDO A CADA EDAD

La comunicación en este período


\

Nuestros hijos adolescentes

Escuchemos profundamente antes de actuar.


Una mente ny cambia por el lugar o el tiempo,
la mente ¿s su propio lugar y por sí misma
puede hacer un cielo del infierno
o un infierno del cielo.

John Milton

Salimos por el mundo en busca de nuestros sueños e ideales.


Muchas veces ponemos en lugares inaccesibles
lo que está al alcance de nuestras manos.

Paulo Coelho, Maktub

En este espacio, deseo detenerme un poco y compartir con


ustedes un “pedacito de cielo” que he vivido al impartir mis
talleres de afectividad y sexualidad a los adolescentes.
Digo “pedacito de cielo” porque cuando se estimula el
diálogo y se logra que los jóvenes participen en una conver¬
sación abierta, al tiempo que existe por parte del adulto
disposición para escucharlos, se comienza a percibir este
“milagrito” de la comunicación profunda.
Es simplemente tener el privilegio de escucharlos; reafir¬
mo esto pues será el fuerte en el abordaje de la educación
sexual con los adolescentes y, de allí en adelante, con todas
las personas: escuchar.

Escuchar, tener disposición de escuchar, escuchar con


el corazón.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 103

Algunos dicen que escuchar profunda y sensiblemente se


convierte en un espacio que los lleva a construir y que per¬
mite aportar para sí mismos y para quienes están escuchan¬
do. Es un “estar al lado tuyo”.
Cuando he preguntado a los grupos de jóvenes de 16
años, en una sesión de pintura dentro de un taller de afec¬
tividad y sexualidad, qué compromiso con su sexualidad
pensaban que sería importante adquirir en sus vidas y que
a la vez fuera un reto para sus amigos y amigas...
Respondieron:

• “Es por medio del respeto, visto como el centro de


toda convivencia -tener la capacidad de respetar a
pesar de las diferencias- que vamos a mejorar la rela¬
ción entre las personas.”
• “Sabemos que dos caminos nos invaden: el bien y el
mal, pero tenemos que aprender a seguir los pasos,
tomando consejos y aprendiendo de los errores.”
• “Aprendiendo de nuestras diferencias, pero no olvi¬
dándolas, sino tomarlas como ese espacio que nos
permite ser auténticos.”
• “Uno no está definido, no todo es color de rosa, todo
afecta, necesitamos respeto, definir el carácter, tener
metas.”
• “Necesitamos amor para vivir, unas veces más, otras
veces menos, pero lo necesitamos en todos los ca¬
minos.”
• “Lo que hagamos afecta a los otros, ya sea bueno o
malo; debemos tener paciencia, tolerancia, prudencia,
solidaridad y conocer las edades sexuales.”
• “Hay dos dimensiones, una de orden y otra de des¬
orden, vicios, problemas, vacíos, pero necesitamos
104 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

construir el futuro, ser más ordenados, organizar las


metas y, sobre todo, promovernos como líderes po¬
sitivos.”
• “La sexualidad es el camino de la vida. Hay que buscar
ayuda, creer en las metas y los deseos, sobre todo con
mucho esfuerzo, reconocer lo que se es y lo que se
desea alcanzar.”

Si ustedes leen “entre líneas”, hay en todos ellos una segu¬


ridad por seguir-creciendo, por construir, por creer en sí
mismos y ahí entra nuestra parte, el que nos propongamos
apoyarlos en la conformación de sus metas, sus valores, sus
fortalezas afectivas y morales. Aun cuando ustedes crean
que no los están escuchando, ellos sí lo hacen y es cuando
no debemos flaquear, sino seguir creyendo.
A estos jóvenes les interesa mucho el respeto y la diver¬
sidad. Es esa etapa cuando se cree puramente en unos y
otros, en un mundo mejor y se confía ciegamente.
Esto, sin duda alguna, hay que aprovecharlo; no para
censurarlo o disminuirlo, como generalmente nos sucede
(sobre todo cuando les decimos que no sean tan confiados).
Si los adolescentes preguntan, es bueno. El problema es esa
dualidad que observo en algunos adultos que ya no creen
ni en ellos mismos y les transmiten resentimiento o dolor
a los jóvenes.
Es un hilo delgado entre educar, acompañar, escuchar y
crecer con ellos. Una clave es procurar que no busquen
satisfacer su autoestima débil por medio de la confianza
extrema, explicarles que no necesitan que les falten el res¬
peto para ser amados.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 105

El manejo de la masturbación.
"¡Él se queda mucho tiempo en el baño!
¿Qué hago?"

Socialmente, este hecho preocupa más a las madres que a


los padres y el énfasis está puesto más en el varón que en
la mujer. Sin embargo, esto no significa que no deba obser¬
varse y abordarse adecuadamente tanto en hombres como
en mujeres.
Cuando nuestros hijos adolescentes están mucho tiem¬
po solos en el cuarto de dormir o en el baño, aparece el te¬
mor de que se estén masturbando, deprimiendo, teniendo
miedo de relacionarse con sus amigos, si es que tienen
amigos, además de las consecuencias que esto puede tener
para su vida adulta.
¿Y por qué se hace más énfasis en el muchacho que en
la muchacha?
Sencillamente porque el desarrollo sexual de los adoles¬
centes varones tiene mayor énfasis genital; tanto porque sus
genitales son externos, como por la presión de género de
afirmar su identidad como hombres por medio de su sexua¬
lidad, es decir, en ese dominio de placer que le produce el
contacto con sus genitales. Ante esto, en el proceso de ma¬
durez de su sexualidad, un contacto más íntimo con sus
necesidades afectivas, así como la toma de conciencia de los
mandatos sociales y estereotipados de lo que se debe hacer
para “hacerse hombre”, les permitirá entender mejor el
sentido del auto-control y manejo del placer. De la misma
manera, el conocimiento de estos estereotipos o arquetipos
será lo que les permitirá superar o no esta etapa de su de¬
sarrollo sexual.
Pero el enfoque estará en lo que respecta al manejo ade¬
cuado de la masturbación y, sobre todo, en determinar las
106 ❖ LAS EDADES SEXUALES: EDUCANDO A CADA EDAD

fuentes de placer de nuestro hijo; y aquí añado a la hija,


porque culturalmente creemos quedas mujeres no pasan por
etapas de masturbación, complejos, soledad, tensión y acep¬
tación de sus cuerpos y sentimientos.
Ambos viven profundos procesos en su descubrimiento
y manejo de las fuentes de placer.
Pero ¿qué son fuentes de placer?
Tener amigos y amigas, llevarse bien con la familia, sacar
buenas calificaciones, descubrir la genitalidad y su funcio¬
namiento, ser aceptado dentro del círculo social de la es¬
cuela o barrio, triunfar o tener éxito a nivel deportivo, de¬
sarrollar habilidades, escuchar música, tener hobbies, tales
como coleccionar algo específico y de forma metódica, inter¬
cambiar con otros los mismos intereses: todas son fuentes
de placer y, así, surgen muchas más.
Todos los seres humanos necesitamos sentir placer. Es
una condición erótica básica de nuestro equilibrio humano,
tanto en lo mental, físico y social como psíquico.
Dependerá de la cantidad y calidad de las fuentes de pla¬
cer que hayamos desarrollado el que tengamos que recurrir,
con mayor o menor énfasis, a las que producen placer físico
inmediato, dejando de lado el placer físico asociado a lo
afectivo. Estas fuentes de placer, por lo general, pueden
convertirse en adictivas. Esto sucede por ser rápidas, no
requerir de gran esfuerzo y ofrecer, de manera inmediata, el
alivio —quiza— de la soledad afectiva, de los complejos y
los odios por los problemas que, en general, se le achacan
a todo el mundo y no se desean asumir.
Estas fuentes de placer inmediato serán la masturbación,
el uso de pornografía, las adicciones como el cigarro y las
bebidas alcohólicas, entre los más conocidos, o utilizar el
mal humor y la agresión como una forma de huir y no te-
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 107

ner que enfrentar las dificultades. En ocasiones, es más fácil


gritar y maldecir que controlarse y buscar soluciones a las
situaciones que se están viviendo.
A menudo, como padres, se cree que el mal humor, la
violencia, la agresión y el maltrato del adolescente hacia sus
hermanos es parte del desarrollo. Pero esto no es así: todo
maltrato, agresión verbal, psicológica o física debe ser aten¬
dido y abordado con firmeza y con mucho amor pero,
sobre todo, sin más violencia. Debe haber límites claros,
con consecuencias claras.
Tratar la soledad. Sabemos que los adolescentes, muchas
veces, quieren estar solos, sin la presencia de nadie, incluso
de la familia. Esos aspectos hay que valorarlos con “intui¬
ción” para medir la dosis que necesitan de soledad y cuándo
ese tiempo se convierte en un espacio de escape para no
enfrentar la experiencia de socializar.
Hay que conversar y, sobre todo, observar las fuentes de
placer que tienen nuestros hijos e hijas. Si existen muy
pocas, ofrecerles alternativas, por ejemplo, aprender un nuevo
deporte. Si tienen dificultades académicas, procurar alter¬
nativas por medio de las adecuaciones curriculares, profeso¬
res extra-clase, invitar a los amigos a la casa, pero no dejar
de supervisar y poner las reglas claras. Tampoco se trata de
dejarlos a la deriva.
En una ocasión en que pasé un cuestionario a 75 jóvenes
entre 15 y 17 años y les pregunté qué les gustaría que sus
padres hicieran por ellos, más de 50% respondió:
“Que nos cuiden” y agregaron que sabían que ellos, a
veces, se comportaban como si no quisieran que los cui¬
daran pero que, en el fondo, deseaban oír un “no” firme y
amoroso, que les permitiera ver con claridad por dónde
seguir. Curioso y retador.
100 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

"Mi hija de 15 años se embarazó,


¿qué hicimos mal?"

He escuchado esta queja por tanto tiempo y es nuestro


dolor a cada instante. Sea de 15, 14, 13 o 12 años, la pre¬
gunta es la misma: ¿por qué suceden estas cosas?
Las respuestas son muchas y todas están dirigidas a cul¬
par a la chiquilla por haber sido tan débil. En ocasiones,
nos atrevemos a decir frases como “¡Es que definitivamente
la culpa es de ella y de esos padres que ni saben cuidarla!”
Y cuidado con esa frase que produce un dolor profundo:
“¡No saben cuidarla!”
Sabemos que las parejas de estas niñas-adolescentes emba¬
razadas podrán llevarles seis o más años. Estas diferencias de
poder entre hombres y mujeres hacen que miremos a nues¬
tras niñas como a las responsables de su sexualidad cuando
también habría que abordar y educar la sexualidad de los
hombres que buscan niñas-adolescentes, se embarazan y
luego son incapaces de asumir la responsabilidad de su com¬
portamiento.
De acuerdo con lo que hemos venido planteando, las
niñas -en esta edad- estarán en un desarrollo sexual basado
en la emocionalidad, tanto por sus cambios hormonales,
como por la presión de género de mostrar más “emocional”
a la mujer. Sin embargo, también estas niñas-adolescentes
tendrán fuertes sensaciones genitales al igual que los hom¬
bres. Para ambos, deben darse espacios educativos que les
permitan reconocer estas sensaciones y tener una vivencia
profunda.
En esta etapa del desarrollo de la mujer, hay. mucha
inmadurez ya que está en proceso la construcción de su
identidad psicosexual y de sus relaciones interpersonales, les
gusta confrontar, ser osadas y aventureras.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 109

Sus puntos débiles serán su emocionalidad y falta de


sentido de responsabilidad. Les corresponde a los padres
relacionarse profundamente con ellas, con mucho diálogo y
claridad en los valores, pero no una rigidez que no les
permita expresarse abiertamente o que las llene de culpa
por lo sucedido. Sobre todo, no debe anularse el placer sino
que éste debe ser regulado, desarrollado y vivenciado en
espacios de responsabilidad, respeto y dignidad.
Si su desarrollo es emocional, sus vínculos serán emocio¬
nales, someros, superficiales, vulnerables al engaño y a la
ilusión platónica. Creerán que nada les va a suceder, porque
eso que les está pasando se llama “amor”, de acuerdo con
la información de novelas y cuentos de hadas que les han
leído desde que nacieron. Son irresponsables y con poco
sentido moral.
Si basamos nuestros programas de educación sexual
meramente en información biológica y en los métodos de
anticoncepción, les estaremos diciendo que, si los usan, no
les va a pasar nada; pero esto no es cierto, los métodos anti¬
conceptivos, en una persona inmadura, probablemente ten¬
gan una cobertura de 80% o menos, pues los adolescentes
son inconstantes, indisciplinados, poco conscientes, vergon¬
zosos y, tal vez, no los usen para nada.
Informar sólo por informar tendrá en algunos casos una
efectividad de 40%, pero si junto a eso se dialoga con ellos
acerca de lo que van a hacer (por supuesto mucho antes de
que algo suceda), la efectividad puede llegar a 80%.
Los padres o familiares de los adolescentes deben obser¬
var si éstos son despiertos o tímidos. A veces nos engaña¬
mos y creemos que con los muy despiertos hay que estar
alerta, pues son medio alborotados. Sin embargo, pareciera
que no queremos ver que los más ingenuos y callados pue¬
den optar por la vida sexual, pues son más vulnerables, no
110 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

hablan de eso, les falta seguridad y eso les ofrece una deci¬
sión arriesgada que los hace sentirse seguros y decididos.
La salida y la recomendación está en dialogar, conocer,
formarse, construir decisiones, guardar la culpa en un cajón
con llave, ofrecer un espacio de apoyo y, sobre todo, estar
ahí, que es donde más nos necesitan.
No demos la espalda, construyamos sobre la experiencia
y, si ya tenemos esta situación en la familia, continuemos
dialogando. Se debe promover el auto-control, la decisión
basada en valores y el apoyo constante de lo que son, de¬
sarrollando sus cualidades y su seguridad.
Se debe poner atención en la construcción de la
autoestima y, sobre todo, en la realización personal.

"Mi hijo de 19 se embarazó"

Quise retomar la misma pregunta de la joven embarazada,


sólo que ahora en masculino, pues realmente todavía cree¬
mos que los hombres no se embarazan. Y esto se debe a una
actitud proteccionista y, en cierto modo, castrante de las
responsabilidades que implica tener hijos.
Cuando pensamos en embarazos, pensamos en “cuidar”
a nuestras hijas porque, de forma irónica, creemos que son
sólo ellas las que se embarazan ¿Y qué sucede cuando un jo¬
ven adolescente, de entre 17 y 20 años, se embaraza con su
novia o amiga casual? Sentimos que el mundo se desmo¬
rona, pues son ellos los que tienen la responsabilidad del
hogar . Sin embargo, por lo que leemos, tenemos 'mu¬
chos hogares cuya cabeza de familia es una mujer. ¿Y eso
qué significa?
Hay que educar, en nuestros hijos (varones y mujeres),
la conciencia y responsabilidad de que asuman su vida de
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 111

forma intensa, pero con mucho control de ellos mismos y


respeto hacia lo que desean construir, tratando de valorar lo
que se suscita en las diferentes relaciones y no esperar que
sean sólo las muchachas las que asuman la responsabilidad
de “cuidarse”. Los varones también deben cuidar sus sue¬
ños, sus metas, su vida sexual.
Quiero aclarar que, por lo general, dejamos en un va¬
cío la educación sexual de los hijos varones, pues se espera
que “ellos sean terribles”, es decir, que vivan con descontrol
su vida y deseos sexuales ya que “eso es parte de la forma¬
ción de su identidad sexual”. Pero pensar de esta manera
sólo permite y estimula el desenfreno y la falta de respon¬
sabilidad.
Pensar de esta manera sólo reproduce los estereotipos
“machistas” que conciben al hombre con hipersexualidad y
lo obligan a mostrar mucho deseo sexual como una forma
de afirmar su virilidad. Además, debe demostrar control
sobre lo que hace o piensa la mujer, de lo contrario será
considerado poco hombre por los otros machistas. Esta es
una connotación que observamos en América Latina.
Sin embargo, en los últimos estudios sobre representa¬
ciones sociales que se hizo en Costa Rica (D. Camacho,
2004), en donde se abarcó una población más extensa, se
observaron estas conductas “machistas” en diferentes cultu¬
ras y sin importar el rango socioeconómico y cultural, es
decir que esto no es atribuible sólo a los estratos bajos sino
a cualquier estrato social y educativo.
Sin duda alguna, ésta es la forma más inadecuada de
conformar la identidad psicosexual de nuestros hombres,
promoviendo las desigualdades en la vivencia de la respon¬
sabilidad dentro de la sexualidad. Hacerlo con esta visión
sólo estimula la irresponsabilidad.
112 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Se debe estimular en ellos el deseo de asumir, con ma¬


durez, su desarrollo así como ponerles límites que les per¬
mitan pasar de relaciones superficiales a relaciones mucho
más íntimas, permanentes y duraderas.
¿Y qué sucede si se embaraza nuestro hijo? Lo ideal es
proponer un espacio para pensar con claridad, conversar
acerca de la responsabilidad de asumir a ese bebé, la forma
en que el muchacho puede estar viendo la situación y los
cambios que eso implica.
A menudo se cree que la solución es casarlos. Eso es
tomar a la ligera la responsabilidad que implica conformar
un matrimonio, la madurez y solidez personal que se re¬
quiere para la construcción del noviazgo y las bases para
establecer vínculos maduros y responsables.
El embarazo es sólo eso, un embarazo, y se debe enfren¬
tar con mucho respeto, amor, espacio, responsabilidad y
todo lo que implica cuidar a ese bebé que viene y que nada
entiende de la forma en que fue concebido.
Educar a nuestros hijos significa confrontar la gran res¬
ponsabilidad, libertad, felicidad, compromiso y respeto que
implica vivir una vida sexual completa; ésta no debe asumirse
superficialmente, como esas series de televisión nos hacen
creer, en donde se tienen relaciones sexuales “a diestra y
siniestra” y nada sucede, ni hay rencores, ni vínculos, ni
abortos, ni enfermedades venéreas, ni embarazos a destiem¬
po. Esa publicidad estimula el placer por el placer, desvincu¬
lándolo del desarrollo integral.
Educar a nuestros hijos para una sexualidad para la vida,
teniendo en cuenta las etapas del desarrollo, será la mejor
opción antes de que aparezcan los embarazos en una época
en la que aún no deben llegar.
Para continuar con los procesos de las edades sexuales, y
como un regalo extra para los lectores, se mencionarán las
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 113

edades sexuales de los 25 a los 35 años, así como de los 35


a los 50 años y de los 50 años en adelante.

Edades sexuales de los 25 a los 35


y de los 35 a los 50 años

¿Qué significa ser adulto joven? ¿Implica tomarse la liber¬


tad de vivir la sexualidad con pocos límites?
Los cambios y las inquietudes que se viven en la adoles¬
cencia son muchos, pero éstos son aún más entre los 25 y
los 35 años.
La teoría de las edades sexuales establece que, tanto los
hombres como las mujeres, en esta etapa, transitan por
una fase afectiva; esto significa que hay un reclamo por una
relación que esté sustentada en un valor afectivo, hay
una mayor sensibilidad al sentido moral, una mayor armo¬
nía sexual y una mayor capacidad de vivir la amistad.
También en esta edad, vale resaltarlo, se experimenta
una sensación de vacío afectivo y eso significa que todo
aquello que aún no hemos podido o decidido resolver, sa¬
nar, perdonar, aceptar u olvidar será “cobrado” durante estos
años cuando, socioculturalmente, se estará en la búsqueda
de una pareja permanente para establecer una familia y criar
niños.
Una de las variables más importantes de esta edad es el
equilibrio que una persona madura puede ofrecer a un niño
o niña. Es ese sentido moral, el valor afectivo y el deseo de
unirse con el otro con un propósito de creación, de cons¬
trucción.
Una parte difícil, en esta etapa, son los reclamos en la
pareja. Éstos son, por lo general, una forma de proyectar
114 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

nuestros vacíos y necesidades. Procurar un diálogo profun¬


do y honesto es lo más sano y necesario en este proceso de
conformación de la relación.
Lo más importante es buscar la autonomía y la intimi¬
dad: primero, con uno mismo y, luego, con el otro. Debe¬
mos buscar independizarnos de la familia para poder cons¬
truir nuestras vidas.

¿Y qué sucede entre los 35


y 50 años?

Como esas cosas caprichosas y maravillosas de la naturale¬


za, la situación se da vuelta y las mujeres entran en una fase
amorosa genital. Esto implica que tienen mayor sensibili¬
dad genital y sensorial, experimentan celos, pasión y una
mejor capacidad de alcanzar las respuestas sexuales.
Los hombres, en cambio, entran en una fase amorosa
pasional. Tienen celos, mayor sensibilidad emocional y
menos capacidad en la frecuencia para alcanzar las respues¬
tas sexuales genitales.
En esta etapa, las energías vitales sexuales logran alcan¬
zar el equilibrio entre una tendencia a crear y realizar cosas
nuevas, desarrollar mayor capacidad en las realizaciones pro¬
fesionales y poseer mayor fecundidad afectiva y espiritual,
elemento indispensable en el apoyo para educar a los ado¬
lescentes. Y como todo proceso humano integral, el adulto
joven es aquel que acepta sus responsabilidades y es capaz
de asumir el paquete de la sexualidad completo, es decir,
con compromiso afectivo, erótico y espiritual.
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ♦> 115

La sexualidad y la crisis de la mediana edad

Dentro de las mayores dificultades de este período está la


crisis de la mediana edad. Crisis pues cambia la intensidad
erótica y se deben construir encuentros mucho más afec¬
tuosos y, sobre todo, encontrar un nuevo sentido en la vida.
El hombre, al volverse más emocional y disminuir su po¬
tencial sexual, puede caer en un estado de ansiedad acerca
de su identidad como hombre. Ya no es más el adolescente
(¡por suerte!). Ahora es un hombre más maduro, con mayor
potencial para alcanzar los orgasmos y con mayor madurez
para estructurar un encuentro sexual más afectivo y profun¬
do. Esto implica abrirse a un diálogo, donde la mujer será
más activa en el acto sexual, y retomar las metas personales,
de pareja y de familia.
Estas crisis se caracterizan por generar estados de ansie¬
dad, tensión, depresión y baja tolerancia a la frustración. El
diálogo en la pareja debe cobrar mucha importancia o, de
lo contrario, se generará un distanciamiento innecesario que
podrá tener repercusiones sobre la relación: puede estimu¬
lar separaciones, alejamientos afectivos o el deseo de bus¬
car nuevas “opciones” que permitan mejorar la estabilidad
interior. Caer en este error puede tener graves consecuen¬
cias, pues esperamos que “desde afuera” se encuentre una
solución que debe ser enfrentada desde nuestra propia per¬
cepción y desde una nueva conceptualización de lo que es¬
peramos ser como hombres y mujeres.
Como un regalo extra, para los que se preparan para la
edad adulta y adulta mayor, a continuación menciono las
particularidades de la siguiente etapa en las edades sexuales.
116 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

Edades sexuales de los 50 años en adelante

Por lo general, se habla poco de esta época, como si por


llegar a esta edad la actividad sexual, el deseo y el placer
fueran a disminuir. Ésos son mitos que no permiten de¬
sarrollar la plenitud de la sexualidad.
En los círculos sociales y diálogos informales se hacen
“chistes” de burla que se suscitan alrededor de la sexualidad
en los adultos “grandes”.
En realidad, el- deseo, el placer y la actividad sexual no
deberían disminuir en su calidad e intensidad. Esto, en
realidad, va a depender de la capacidad que se haya tenido
para resolver y construir una mayor integración del de¬
sarrollo sexual y vivenciarlo desde la realidad personal y
conyugal. Es decir: “¿Qué tan fuerte es mi amor hacia mí
mismo? ¿Me considero una ‘viejita o Viejito’ incapaz de
sentir pasión y gusto por el amor y la sensación de dejar¬
me amar y pertenecer por mi pareja?” (Utilizo la pala¬
bra viejito(a) porque, muy a menudo, somos despectivos y
creemos que por ser viejos o mayores se pierde el deseo de
amar.)
Las respuestas a estas preguntas, darán a los lectores —con
más de 50 años- la luz de lo que esperan ser a partir de ese
momento.
Se deben sanar los resentimientos, aliviar aquellos mo¬
mentos de la historia de la pareja que han implicado pér¬
dida de confianza, del deseo de sentirse a gusto. Se deben
retomar los momentos para “estar juntos como cuando
éramos novios”, renovarse y tener espacios para volvef a ser
pareja, pues ya pasó el tiempo de criar hijos.
Algunas parejas, por la presión sociocultural, se quedan
cuidando nietos y no se dan el espacio para ser pareja,
ahora que tienen más tiempo. Quizá, están huyendo de
EDADES SEXUALES DEL SER HUMANO ❖ 117

tener que enfrentarse a esa pareja que han “aguantado”


durante tantos años, pero que han dejado de amar.
Esta edad sexual se caracteriza, si se ha tenido un ade¬
cuado desarrollo sexual —es decir, si se ha podido enfrentar
los conflictos y temores—, por una menor capacidad física
de respuesta sexual, tal como la habíamos concebido de
jóvenes. Sin embargo, la respuesta, aun a pesar de tomar
más tiempo, no pierde su intensidad ni su manifestación en
nuestro cuerpo y mente.
En esta época hay una notable capacidad de amor des¬
interesado, significativas fortalezas espirituales y morales,
mayor amplitud para analizar las cosas con detenimiento,
más paciencia (esto implica mayor potencial creador para
disfrutarse en una nueva condición física pero, sobre todo,
en una nueva condición afectiva, espiritual y erótica mucho
más rica, fructífera y duradera) y niveles altos en la búsque¬
da de nuevas respuestas creativas hacia el desarrollo sexual.
En esta edad, el acto sexual adquiere la capacidad de
prolongarse en el tiempo, promueve mayor entrega y pa¬
sión, además de mucha libertad y claridad en lo que se de¬
sea. Se pasa, con más facilidad, a orgasmos tántricos y no
ordinarios como los que se realizan en los primeros encuen¬
tros sexuales. Fina Sanz, en su libro Psicoerotismo femenino
y masculino ofrece una serie de ejercicios que permiten de¬
sarrollar este tipo de orgasmo más integral y duradero, además
de muy satisfactorio.
Por la experiencia clínica, sabemos que las mujeres tie¬
nen menos lubricación vaginal por lo que será necesario
utilizar algún gel recetado por el ginecólogo para evitar que
haya dolor en la relación.
Las mujeres que consultan, hablan muy abiertamente de
lo que les gusta y de lo que no les gusta. Ya han definido
sus formas de amar, no sólo en un nivel genital sino en
118 ❖ LAS EDADES SEXUALES. EDUCANDO A CADA EDAD

todo su ámbito. Sin embargo, una de las grandes recomen¬


daciones es el darse nuevas oportunidades, mas tiempo para
reconocerse como pareja, sin prisa, poder encontrarse de
nuevo en la plenitud de la vida y realizar actividades en
común.
En los hombres se debe trabajar mucho la necesidad de
no construir su identidad y fortaleza sexual en la erección,
o en la actividad o deseo, porque de suceder esto, probable¬
mente, sufrirán severas decepciones y frustraciones, pues
están en otra etapa de la sexualidad: ya no es la misma
actividad adolescente genital con la que iniciaron su vida
sexual. Es un momento más pleno, de entrega y auten¬
ticidad.
Nuestros hombres, por lo general, han construido su
virilidad alrededor de su actividad sexual y le dedican poco
tiempo a su capacidad de sensibilizarse y mirarse profunda¬
mente en sus habilidades afectivas que son las que, en esta
etapa, surgirán con mayor fuerza y expresión. Es por eso
que los vemos más sensibles, quizá lloren con más facilidad
o se conmuevan ante situaciones que antes no les afectaban
tanto. Pero eso no implica involucionar, sólo manifiesta la
plenitud de un desarrollo sexual completo.
Esta es una de las mejores etapas del desarrollo sexual
humano. Es el tiempo más profundo, el más fructífero, que
promueve la entrega honesta, transparente, en donde no se
espera tanto del otro sino que se da, con la plena confianza
de estar creciendo y manifestándose en toda su dimensión.
Epílogo

A manera de cierre, se espera que, en este proceso de lec¬


tura, crecimiento, reflexión e introspección, usted haya po¬
dido desarrollar y disfrutar un tiempo de amor, un tiempo
para ser mejor hombre o mujer, un tiempo para estimular
nuevos espacios en usted mismo y en sus hijos.
Quiero compartir ahora, un cuento que inicia un ca¬
mino hacia una comunicación profunda, un esfuerzo por
retomar esos fueguitos de nuestros inicios, hacer brillar nues¬
tras ilusiones y poder mirar, con picardía, cada uno de los
besos, caricias y expresiones de afecto que llenan nuestro
espacio y tiempo.

La ciudad de los pozos

Aquella ciudad no estaba habitada por personas, como todas las


demás ciudades del planeta.
Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes...
pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en
el que estaban excavados, sino también por el brocal (la aber¬
tura que los conectaba con el exterior).
Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol
y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y
otros más pobres, simples agujeros pelados que se abrían en la
tierra.

119
120 ❖ EPÍLOGO

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de


brocal a brocal y las noticias corrían rápidamente de punta a
punta del poblado.

Un día, llegó a la ciudad una “moda” que seguramente había


nacido en algún pueblecito humano.
La nueva idea señalaba qué* todo ser viviente que se preciara
debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo impor¬
tante no era lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.


Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras
preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésti¬
cos y aparatos mecánicos.
Algunos más optaron por el arte, fueron llenándose de pin¬
turas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Fi¬
nalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos
ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo.

La mayoría de los pozos se llenaron hasta el punto de que ya


no podían incorporar nada más.

Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se


conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir
metiendo cosas en su interior...

Al primero de ellos, en lugar de apretar el contenido, se le


ocurrió aumentar su capacidad, ensanchándose.

No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada.


Todos los pozos utilizaban gran parte de sus energías para en¬
sancharse, para así hacer más espacio en su interior.-

Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a


ver a sus camaradas que se ensanchaban desmedidamente. Él
EPÍLOGO ❖ 121

pensó que si seguían ensanchándose de aquella manera, pronto


se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno
perdería su identidad...

Quizá, a partir de esa idea se le ocurrió que otra manera de


aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia
los más profundo.
Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio
cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba
la tarea de profundizar. Sí quería ser más profundo tenía que
vaciarse de todo contenido...

Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que


no había otra posibilidad, lo hizo.

Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo mien¬


tras los demás se apoderaban de las cosas que él había dese¬
chado...

Un día, algo sorprendió al pozo que crecía hacia adentro. Muy


adentro y muy en el fondo... ¡encontró agua!
Nunca antes otro pozo había encontrado agua.

El pozo superó su sorpresa y empezó a jugar con el agua del


fondo, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes y, por
último, sacando el agua hacia afuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que
de hecho era bastante escasa. Así que la tierra que rodeaba al
pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
4

Las semillas de sus entrañas brotaron en forma de hierba, tré¬


boles, flores y tronquitos endebles que se convirtieron, después,
en árboles...
La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo, al que
empezaron a llamar “El Vergel”.
122 ❖ EPÍLOGO

Todos le preguntaban cómo había conseguido aquel milagro.


\

—No es ningún milagro -contestaba “El Vergel”-, hay que


buscar en el interior, hacia lo profundo.

Muchos quisieron seguir el ejemplo de “El Vergel”, pero deses¬


timaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ser más
profundos tenían que vaciarse. Siguieron ensanchándose cada
vez más, para llenarse de más y más cosas...

En la otra punta de la ciudad, otro pozo decidió correr también


el riesgo de vaciarse...
Y también empezó a profundizar.
Y también llegó al agua...
Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis
verde en el pueblo...

—¿Qué harás cuando se termine el agua? -le preguntaban.


—No sé lo que pasará -contestaba—. Pero, por ahora, cuanta
más agua saco, más agua hay.

Pasaron unos meses antes del gran descubrimiento.

Un día, casi por casualidad, los pozos se dieron cuenta de que


el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la
misma...

Que el río subterráneo que pasaba por uno, inundaba la pro¬


fundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.

No solo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficiaE


mente como todos los demás, sino que la búsqueda les había
deparado un nuevo y secreto punto de contacto.
EPÍLOGO ❖ 123

Habían descubierto la comunicación profunda que sólo con¬


siguen aquellos que tienen el valor de vaciarse de contenidos y
buscar, en lo profundo de su ser, qué tienen para dar...

Jorge Bucay
Cuentos para pensar

Espero que, de esta manera, usted también quiera descubrir


una sexualidad más profunda, satisfactoria y placentera para
sí mismo, para sus descendientes y para los que soñamos
con relaciones más justas, responsables y libres.
Hay que comenzar por desacomodar y vaciar mucha de
nuestra información y formación para construir algo más
estable, llegar a esa agua profunda para lograr algo que,
como dicen mis alumnos:
—Profe, pero eso de lo que usted está hablando nos va
a llevar mucho tiempo.
—Sí, claro —les contesto—, quizá unos 400 o 500 años.
Pero comencemos, comencemos de una vez por todas.

Todo fue escrito por la misma mano,


la mano que despierta el amor,
y que hizo un alma gemela para cada persona
que trabaja, descansa y busca tesoros bajo el sol.
Porque sin esto no tendrían sentido
los sueños de los seres humanos.

Paulo Coehlo, El alquimista


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Anexos

i.

Taller:
Enseñando las emociones
(Dura alrededor de una hora. Pueden seguirlo
con el disco que contiene la presentación
del mismo nombre)

Es de especial importancia motivar a nuestros hijos o


alumnos de manera adecuada para lograr que se interesen
por aprender el lenguaje de la afectividad y la sexualidad.
Con estas palabras, quizá, lograremos mantener su interés
y atención:
La sexualidad está compuesta por tres grandes áreas: una
erótica, que tiene que ver con el cuerpo, las sensaciones, la
construcción del deseo y del placer. Esta área, a su vez, está
ligada a dos componentes más: el espiritual y el afectivo.
El componente espiritual no significa tener que ir a misa,
a confesarse u orar sino que es más bien un espacio de co¬
nocimiento, pero incluye adquirir, además, un compromiso
para darle un sentido a la sexualidad que nos permita de¬
sarrollarnos y madurar durante toda la vida. El componente
afectivo incluye los sentimientos, los valores y la forma en
que nos comunicamos.
Esta visión está basada en las investigaciones de la doc¬
tora Marie Paul Ross, de la Universidad de Quebec, Cana-

125
126 ❖ ANEXOS

dá, que aporta con su “Modelo global de intervención” una


gran pedagogía en la comprensión de la sexualidad, lo mismo
que las aportaciones del doctor Claude Crepault y la doc¬
tora Fina Sanz, de España.
La sexualidad es algo que llamaremos “energía creadora”,
propia de hombres y mujeres^ Sabemos que nacemos ma¬
chos o hembras, pero hacernos o convertirnos en hombres
o mujeres es de espíritus superiores, sólo posible en aque¬
llos que quieran darse la oportunidad de mejorar y evolu¬
cionar en su propio ser. Para eso, debemos empezar por
entender el lenguaje y a eso vamos...
Vamos a aprender el lenguaje de la sexualidad:
Es conveniente realizarlo con grupos de 20 a 25 niños,
para disfrutar de sus procesos de aprendizaje, pero también
se puede hacer en un pequeño grupo en el hogar o en gru¬
pos grandes de hasta 100 personas. Lo que importa es la
motivación y el proceso metodológico.

Primer ejercicio

Los participantes se sientan en círculo y se les pide que se


observen desde su silla, cara a cara unos con otros, y que
se reconozcan tal como son; de esta manera, se les hace ver
que están viviendo un nuevo proceso de sensibilización y
encuentro con esta fuerza que es la sexualidad, una fuerza
que busca el placer y que tiene como centro el amor.
Aun cuando la presión social nos orienta a sentir y bus¬
car el placer y la satisfacción personal de manera más bio¬
lógica que afectiva, debemos explicar que este ejercicio es
parte de la educación y que dirigir esta fuerza es un proceso,
que, poco a poco, se nos va a hacer mucho más fácil y
manejable. Se debe seguir una serie de pasos, que nos ayu-
ANEXOS ❖ 127

darán a que esta fuerza pueda apreciarse y dirigirse hacia un


encuentro más gratificante con nosotros mismos pero, so¬
bre todo, en la relación con los otros.

Primer paso

Mirarse de frente, sin sentir vergüenza de lo que son o


cómo son.
En esto se debe hacer especial énfasis pues, muy a me¬
nudo, a partir de los nueve años, las niñas comenzarán a
desarrollar síntomas de rechazo por su imagen, es decir, no
se considerarán bonitas. Ya la presión publicitaria habrá
hecho sus primeros estragos al presentar una imagen fuera
de todo contexto, alejada de los parámetros de la buena
salud y correcta alimentación.
Esta situación, en la adolescencia, llega a desarrollar un
rechazo por el cuerpo en nueve de cada 10 mujeres, con la
posibilidad de adquirir un trastorno en la alimentación como
anorexia o bulimia, entre otros. Esto es tanto para las niñas
como para los niños y, por supuesto, para los adultos, quienes
guardan bastantes complejos por no saber pasar cada etapa
o edad sexual y por la incapacidad de dar el salto al amor
maduro.
Es un salto que permite desprenderse de ese apego al
cuerpo, adquirir valores para el diario vivir y procurar
mostrarlos en las relaciones de pareja.
Estos valores ayudan a evitar las comparaciones y lasti¬
mar la autoestima de la pareja, promueven el aprecio y el
respeto por el encuentro como hombres y mujeres, si po¬
seemos o deseamos la vocación de pareja.
Hay que decirles que deben empezar a gustarse tal como
son, con sus defectos y cualidades, que deben apreciarse y
128 ❖ ANEXOS

valorarse y, sobre todo, cuidarse mucho unos a otros, unir


al grupo, la familia, el barrio, la situación de estar juntos en
una conferencia. Esto los marcará como personas apren¬
diendo algo nuevo, diferente, que busca comprometerlos
con algo mejor en el desarrollo como hombres y mujeres.
Luego de esto, es conveniente poner una música en donde
se puedan apreciar los diferentes instrumentos musicales.
En ocasiones, he utilizado un disco de Di Blasio, o algo con
violines, saxofón, piano, guitarra. Se pretende construir un
espacio, un momento en donde puedan apreciar música
instrumental, suave y relajante.

Segundo paso

Consistirá en pedirles que escuchen esta música con los


ojos abiertos. De esta manera, escucharán con la corteza
cerebral, con las ondas alfa, es decir, en un nivel de alerta.

Escuchar con los ojos abiertos nos conecta a la corteza


cerebral y nos permite, simplemente, escuchar.

Tercer paso

Luego de escuchar con los ojos abiertos, se les pide que los
cierren suavemente, que traten de escuchar con el cuerpo,
que relajen piernas, brazos y cabeza, que no pongan ten¬
sión, que logren percibir la música con todo el cuerpo.
Quiza, dependiendo de la música, la sientan en el estóma¬
go, pecho, piernas y brazos; puede que les dé escalofríos o
ANEXOS ❖ 129

los ponga tensos. Sólo deben dejar que su cuerpo sienta la


música.
Se les pide que identifiquen, de esa manera, con los ojos
cerrados y el cuerpo relajado, los movimientos y sonidos de
cada uno de los instrumentos musicales o las letras que se
sugieren con la música; que puedan llevar esta escucha al
cerebro medio, es decir, ondas beta; lograr que la concen¬
tración los lleve al hipotálamo, que es en donde guardamos
nuestros recuerdos emocionales: lo que llamamos nuestra
memoria afectiva. Si sabemos interpretarla y construirla ade¬
cuadamente, será allí en donde suceda lo mejor de nuestras
vidas. Los terapeutas trabajamos mucho en esta área, al
guiar a nuestros pacientes para que puedan entrar en su
memoria afectiva y ligar estas sensaciones emocionales con
las reacciones “racionales”. Es decir: poder discernir en qué
momentos de la vida se ha sentido miedo, tristeza, alegría,
enojo y, de esa manera, conectar estos recuerdos a las reac¬
ciones que tenemos cada día.

Escuchar con los ojos cerrados permite sentir y entrar


en el cerebro medio, escuchar todo el ser y conectar¬
nos con nuestras emociones.

Continuando con los niños, se pide, luego de estar en esta


posición unos dos o tres minutos, que abran suavemente
sus ojos y muevan su cuerpo levemente, como volviendo al
comienzo. De esta manera, sencilla y simple, les queremos
ofrecer un momento para que sientan la diferencia entre
escuchar con la corteza cerebral y con el cerebro medio.
Pueden preguntarles qué sintieron, si pudieron captar la
diferencia entre una forma de escuchar y otra.
130 ❖ ANEXOS

Se puede abrir el espacio para discutir y presentar cada


criterio ante los demás. De esta 'manera, comenzamos a
desplegarnos hacia el diálogo y la discusión de ideas y sen¬
saciones, y podemos ver las distintas formas de percibir lo
que sucede a nuestro alrededor.
Esto forma parte de un prpceso que busca cambiar ac¬
titudes hacia la sexualidad. Además, pretende ofrecer un
tiempo para tomar decisiones y elaborar procesos de vida.
Se puede aprovechar esa discusión y promover que ob¬
serven la forma en que cada uno percibió cada estímulo,
aun cuando se trate del mismo; es decir, puede que algunos
hayan sentido la música en las piernas, otros en el pecho;
que algunos hayan sentido tristeza; otros, miedo; otros, nada
o simplemente relajación y hasta deseos de dormir. Todo
esto no es ni bueno ni malo, simplemente es.
Lo más valioso para rescatar es esa diferencia o autono¬
mía en el sentir, pues será la seguridad del componente
afectivo en la sexualidad: saber que sentimos diferente y
que no por eso somos mejores o peores.
De lo que estamos hablando es de un nuevo proceso de
aprendizaje: un proceso de sentir en nuestro cuerpo lo que
sucede, una etapa de introspección y autorreflexión corpo¬
ral, por ponerle un nombre. Es decir, se trata de un espacio
para percibir con todo el cuerpo, con todo el ser, lo que
está sucediendo a nuestro alrededor y, de esta manera, to¬
mar decisiones un poco más acertadas en lo que respecta
al cuidado personal y a la mejoría en las relaciones inter¬
personales.
Se debe hacer énfasis en desarrollar esta capacidad de
percibir mejor el cuerpo, los ciclos que posee y los estados
emocionales.
Es atreverse a decir y buscar las cosas de frente, es ser
leales con lo que vamos a elegir para nuestras vidas y acep-
ANEXOS ❖ 131

tar nuestra responsabilidad sobre nuestras sensaciones y


actitudes.
Luego de que se ha aprovechado esta discusión, se hace
un resumen y se les pide que participen del cuarto paso.
Aquí se van a resumir las habilidades adquiridas hasta el
momento, es decir:

1. Mirarse de frente, no sentir vergüenza de lo que se es


ni de cómo se es.
2. Reconocerse como grupo que está aprendiendo un
mismo lenguaje.
3. Escuchar con todo el cuerpo y con las emociones.

A partir de este momento, se debe estimular un diálogo


con los participantes para llegar a la plena comprensión de
lo vivido.

Segundo ejercicio

Se realiza después del primer ejercicio.


Sentados en círculo, se les explica que el segundo aspec¬
to es atrevernos a “desacomodarnos”.
Esto significa hacer cambios en nuestros pensamientos y
acciones a partir de recrear un espacio para “desacomodarse”.
Para aprender el lenguaje de la sexualidad se requiere sacar
los viejos pensamientos acerca de ésta. Saber y reconocer
que la sexualidad no se refiere únicamente a los genitales
(pene, vagina y acto coital). El pene y la vagina son órganos
de nuestro cuerpo, como los ojos o la nariz, que requieren
cuidados. Son, simplemente, los órganos reproductores y la
sexualidad no se limita a ellos: es mucho más enriquecedo-
ra en nuestro desarrollo como hombres y mujeres.
132 ❖ ANEXOS

Comenzar a entender esto es el primer paso de un len¬


guaje sexual más dignificante e int'egral dentro del desarro¬
llo sexual. El siguiente ejercicio es una forma metafórica de
ver este proceso de “desacomodarse”.

\
Primer paso

Sentados en el círculo (despojados de cualquier pertenencia


-libros, carteras, abrigos, etcétera- que pudiera estorbarlos)
se les indica que tienen que “desacomodarse”, es decir, cam¬
biar de lugar si reúnen el requisito que el facilitador men¬
ciona. Esto implica que si lo que dice el facilitador refiere
a una característica que los participantes tienen en sus cuer¬
pos o pertenece a su historia, deben cambiar de posición en
el círculo. Pero no cambiar a un lugar cercano, sino que se
trata de un cambio radical: ir al otro extremo del salón o
de la sala (si este ejercicio se hace en un espacio reducido,
puede agregarse que el cambio de lugar se realice lo más
rápido posible).

Se les asignan categorías, por ejemplo:

• Cambien de lugar los que andan con zapatos ne¬


gros.”
(Se estimula para que lo realicen rápidamente.)
• “Cambien de lugar los hombres.”
• Cambien de lugar las mujeres.”
• Cambien de lugar los que tienen hermanos.”
Cambien de lugar los que han tenido alguna vez un
dolor de estómago.”
Cambien de lugar los que han tenido que ir al
dentista.”
ANEXOS •:* 133

Y asi se pueden buscar aspectos jocosos con la excusa de


cambiar de lugar. Luego de, al menos, seis cambios, se les
pregunta a algunos participantes:
“¿Cuántas veces has cambiado5”
Les contestarán que tres, cuatro o todas las veces. Enton¬
ces, se les vuelve a preguntar:
“Cuando cambiaste, ¿se te cayó la cabeza?” (probable¬
mente les dirán que no se le cayó nada, pues evidentemente
no se les cayó nada).
Luego se les pregunta, al menos a cuatro personas del
grupo:
“¿De veras no se te cayeron los pies?, ¿o las manos, o el
pelo?”
Evidentemente a nadie se le ha caído nada, entonces se
hará el énfasis siguiente:
“Efectivamente, hacer cambios no cambia nuestra forma
de ser. Esta es una forma simbólica de demostrárselos, pero
esto sólo puede suceder si usted sabe con certeza quién es
usted.”
Se les explica que éste es el gran dilema, pues los cam¬
bios sólo se realizan cuando, con certeza, sabemos quiénes
somos. Si esto no sucede, podemos quedarnos atrapados en
lo que deberíamos ser o en lo que los otros quieren que
seamos y nos impide ser mejores.
En los niños, este ejercicio sirve para hacerles ver que
ellos están en proceso de construir lo que son o quieren ser,
sin dejar de transmitirles que, desde que nacieron, son
importantes e irrepetibles y que, por lo tanto, no tienen
que temer a seguir creciendo.
Les agrego un cuento perteneciente a los libros de
Anthony de Mello (1987), que habla sobre el ser y dice así:
134 ❖ ANEXOS

¿Quién eres?
\

Una mujer estaba agonizando. De pronto, tuvo la sensación de


que era llevada al cielo y presentada ante el Tribunal.

—¿Quién eres? -dijo una voz.


—Soy la mujer del alcalde -respondió ella.
—Te he preguntado quién eres, no con quién estás casada.
—Soy la madre de cuatro hijos.
—Te he preguntado quién eres, no cuántos hijos tienes.
—Soy una máestra de escuela.
—Te he preguntado quién eres, no cuál es tu profesión.

Y así sucesivamente. Respondiera lo que respondiera, no parecía


dar una respuesta satisfactoria a la pregunta “¿Quién eres?”

—Soy una cristiana.


—Te he preguntado quién eres, no cuál es tu religión.
—Soy una persona que iba todos los días a la iglesia y ayu¬
daba a los pobres y necesitados.
—Te he preguntado quién eres, no lo que hacías.

Evidentemente no consiguió pasar el examen, porque fue envia¬


da de nuevo a la Tierra. Cuando se recuperó de su enfermedad,
tomó la determinación de averiguar quién era. Y todo fue di¬
ferente.
Tu obligación es ser. No ser un personaje, ni ser un don
nadie, porque en eso hay mucho de codicia y ambición, ni ser
esto o lo de más allá, porque eso condiciona mucho. Simple¬
mente ser.

Como pueden ver, nuestra obligación es lograr ser alguien


y ¡eso es muy bueno!
ANEXOS ❖ 135

Tercer ejercicio

Hasta aquí hemos logrado reunir más características que


deben retomarse para poder continuar con el proceso de
enseñanza del lenguaje de la sexualidad (que incluye todo
lo realizado hasta el momento).
A modo de resumen, lo que han aprendido, hasta ahora,
ha sido lo siguiente:

1. Mirarse de frente, no sentir vergüenza de lo que so¬


mos y cómo somos.
2. Reconocerse como grupo que está aprendiendo un
mismo lenguaje.
3. Escuchar con todo el cuerpo y con las emociones.
4. Desacomodarse.
5. Construir lo que somos.

Aquí entra la otra parte de este proceso. Es importante


motivar al grupo para que la dinámica dé sus mejores re¬
sultados.
Lo que hay que hacer es sentir los ritmos.
Para esta actividad se pone música: ritmos que provo¬
quen bailar (como cumbias, reggae, salsa, etcétera) -al me¬
nos, entre los latinos, eso debería suceder como una forma
de expresión de nuestra cultura. Con la música de fondo,
se les dice que “no es para bailar”.
Deben aprender a llevar el ritmo de la música, pero
solos, es decir, ser capaces de entender los ritmos y expre¬
sarlos con el cuerpo.
Aquellos que sientan vergüenza porque creen o conside¬
ran que bailan mal o son torpes, se les debe motivar para
que muevan, al menos, los dedos de la mano, de los pies,
136 ♦> ANEXOS

la cabeza o las rodillas: algo que los ayude a sentir el ritmo


de la música en su cuerpo.
No digo bailar sino llevar el ritmo. Sentirlo.
Éste es un método que logra desinhibir y estimular es¬
pacios de confianza y diálogo. Es, también, una forma sim¬
bólica para aprender a observar los cambios y las manifes¬
taciones de la sexualidad en el cuerpo.
Al poner la música, se les pide que lleven el ritmo pero,
en un determinado momento, el sonido se detiene. Los par¬
ticipantes van a tener que ponerse en la siguiente posición
simbólica y contestar una pregunta que va a plantear el
facilitador.
Resumiendo, éstas son las habilidades que deberán de¬
sarrollar:

1. Llevar el ritmo.
2. Escuchar lo que se les dice.

Cuando la música se detiene, tienen que buscar una pareja


y poner sus manos de la siguiente forma: una, hacia arriba,
como recibiendo; otra, hacia abajo, como dando (ver figura
de la página 137).
Una vez formadas las parejas, la persona que guía la
dinámica formulará una de las siguientes preguntas:

1. ¿Cuándo estoy enojado?


2. ¿Cuándo estoy triste?
3. ¿Cuándo estoy alegre?
4. ¿Cuándo estoy con miedo? (ver explicación más ade¬
lante).
5. Cuando amo a alguien, ¿cómo se lo demuestro? (ob¬
servar explicación más adelante).
ANEXOS ❖ 137

Para esta dinámica se sigue el siguiente procedimiento:

1. Para cada pregunta se debe dar un tiempo pruden¬


cial, de uno a dos minutos. Procuren que las dos
personas puedan hablar.
2. Se vuelve a poner música, se lleva el ritmo indivi¬
dualmente, se disfruta. Se pueden crear nuevas for¬
mas de bailar, mover los hombros, las piernas, alzar
los brazos o, simplemente, disfrutar de la buena
4
música.
3. Se detiene la música y se busca a otra pareja. Se elige
otra pregunta y se comparte la respuesta; así se va
alternando entre música y preguntas, con excep¬
ción de la última, que es cuando se les pedirá, luego
de detener la música, que se sienten junto a la per-
138 ❖ ANEXOS

sona que eligieron. Ahí compartirán la última de las


preguntas. Deben esperar kl final para realizar la
siguiente parte de esta dinámica, de aprender el len¬
guaje de la sexualidad.
4. Si quedara alguna persona sin pareja, se puede hacer
al menos un grupo de tres personas pero, en la medida
de lo posible, si son dos personas mejor, ya que pro¬
duce mayor intimidad y relación.

Se debe poner especial énfasis en señalar que la forma en


que reaccionamos ante las conductas o los hechos es propia
y única, es decir, es nuestra forma de reaccionar. Puede ser
que algunas personas reaccionemos parecido, o incluso igual,
y, probablemente, con ellas sea más fácil comunicarnos
afectivamente.
Veamos el siguiente ejemplo:
Una persona entra a una reunión saludando con abrazos
y gritos. Puede ser que algunos lo vean como algo irrespe¬
tuoso y eso los haga reaccionar con enojo; puede que a
otros les dé miedo pues no quieran ser abrazados; puede
que otros reaccionen con alegría, pues les gusta que los
saluden con gritos y abrazos; a otros les sea indiferente y no
les produzca nada; otros se sientan tristes, pues recuerdan
su deseo de ser abrazados o a una persona que, quizá, ya no
esta en sus vidas y, asi, infinidad de reacciones y sentimien¬
tos ante una misma conducta.
Lo que interesa es que se pueda discernir cuándo se está
enojado y no cuándo “me hacen enojar”, pues en realidad
nadie te hace enojar, tu decides reaccionar con enojo o
cualquier otro sentimiento ante una situación específica”.
Y aquí entramos en la discusión de que “eso no es del
todo cierto , pero vamos a centrarnos en hacerlos entrar en
este proceso de ver la forma en que cada uno reacciona de
ANEXOS ❖ 139

manera diferente ante las mismas cosas. Cuando esto suce¬


de, estamos hablando de patrones de comportamiento.
Probablemente, nuestros padres o grupo familiar nos en¬
señaron, de manera inconsciente o consciente, a reaccionar
con enojo o con miedo ante ciertas situaciones, pues se con¬
sideraban irrespetuosas, meritorias de causarles un buen
enojo. Situaciones en las que había que ponerse a llorar o
esconderse en alguna parte de nuestro cuerpo o casa. ¿No
les parece curioso?
Así son los comportamientos humanos y ésa es, preci¬
samente, la delicia y lo más valioso de nuestra sexualidad:
esas diferencias para reaccionar.
Este ejercicio será básico y muy importante para de¬
sarrollar el lenguaje de la sexualidad, pues sólo sintiendo
nuestras reacciones, emociones, sentimientos y pensamien¬
tos podremos educar y dirigir nuestro placer a niveles de
satisfacción altos y productivos, procurando no exponernos
a situaciones de riesgo afectivo, físico y mental.
Aprender bien a discernir los sentimientos y darles un
valor para que puedan apaciguarse (que será el paso que
enseñaré luego) es un arma fundamental para desarrollar,
profundamente, nuestro ser, ese ser hombres y mujeres de
bien y en libertad plena.

Para la pregunta “¿Cuándo estoy con miedo?” se debe acla¬


rar lo siguiente:

a. No se puede hablar de miedo hacia los pobres ani¬


malitos, que nada tienen que ver con nuestros com¬
plejos o ignorancia, así que no vale el miedo a las
ratas, cucarachas, sapos, etcétera. Ésos son aprendi¬
dos: aquí hablamos de otros miedos.
140 ANEXOS

b. Tampoco vale el miedo a los desastres naturales, como


huracanes, temblores, terremotos, etcétera, pues ésas
son situaciones que no podemos controlar.

Hablamos de los miedos humanos:


\
• A morir.
• A tener alguna enfermedad.
• A estar solos.
• A ser abandonados, traicionados.
• A padecer alguna discapacidad.
• A envejecer.

De esta manera, el énfasis está puesto en lograr que se


concentren en lo que sucede con las personas y no en las
situaciones o sensaciones que se van adquiriendo por me¬
dio de nuestro diario compartir.

Cuarto ejercicio

Formación de la sensibilidad y la conciencia.


Hasta aquí hemos aprendido lo siguiente:

1. Mirarse de frente, no sentir vergüenza de lo que se es


y cómo se es.
2. Reconocerse como grupo que está aprendiendo un
mismo lenguaje.
3. Escuchar con todo el cuerpo y con las emociones.
4. Desacomodarse.
5. Construir lo que somos.
6. Identificar los momentos o circunstancias de los sen¬
timientos de cada uno.
ANEXOS ❖ 141

Lo que se busca, con este cuarto ejercicio, es desarrollar un


estado profundo de conciencia. Cito textualmente la po¬
sición del doctor Víktor Frank (que será la base de este
ejercicio), cuando subraya:
“Vivimos en una época caracterizada por un sentimien¬
to de falta de sentido. En ésta, nuestra época, la educación
ha de poner el máximo empeño no sólo en proporcionar
ciencia, sino también en afinar la conciencia, de modo que
el hombre y la mujer sean lo bastante perspicaces como
para interpretar la exigencia inherente a cada una de sus
situaciones particulares. En una era en la que los 10 man¬
damientos parecen estar perdiendo su validez para mu¬
chos, tanto el hombre como la mujer deben ponerse en
condiciones de percibir los 10 mil mandamientos que se
desprenden de las 10 mil situaciones con las que se enfren¬
tan durante sus vidas...” -y continúa diciendo- ... “la edu¬
cación es educación para la responsabilidad (...) junto a una
abundancia de información (...) si el hombre (y la mujer)
quiere sobrevivir y resistir a los medios de comunicación de
masas, debe saber discernir qué es o no lo importante, qué
es o no lo fundamental; en una palabra, qué es lo que tiene
sentido y qué es lo que no lo tiene (Frank, 1977).
De aquí el sentido de este libro, esta parte de actividades
que desarrollan la interactividad y que buscan que cada uno
de nosotros pueda desplegar, en sí mismo, esa capacidad de
encontrarle sentido a su sexualidad, ese proyecto de vida que
implica hacerse hombre y mujer. Solo asi podremos ayudar,
de alguna manera, a nuestros hijos, a nuestros alumnos o a
cualquier persona con la que nos relacionemos mientras vi¬
vamos con plenitud lo que somos y lo queremos ser.
Volviendo al ejercicio con las parejas que se crearon, se
debe formular la última pregunta:
Cuando amo a alguien, ¿como se lo demuestro?
142 ❖ ANEXOS

El amor, en esta pregunta, no se refiere solamente al amor


de pareja, sino al que uno tiene por los hijos, los padres,
hermanos, amigos, vecinos y por cualquier otra persona
con la que se haya establecido algún vínculo afectivo.
En esta parte del ejercicio, se puede aprovechar el mo¬
mento en el que los participantes están en una situación
confidencial con otra persona para pedirles que aprendan a
cuidarse unos a otros. En algunos países de América Latina
decimos chinear, apapachar , esto implica que podemos
hacer que uno le sirva al otro algo de comer o de beber y
que compartan, más apaciblemente, ese espacio de diálogo.
A ese encuentro, le vamos a agregar la siguiente actividad...

2.

Taller:
Instrumentos de comunicación afectiva

El árbol y el semáforo

El árbol de los sentimientos

Dos hojas con el dibujo de un árbol y un semáforo serán


nuestros instrumentos de comunicación afectiva.
En el árbol, podemos ver un trabajo de comunicación:
en el follaje ubicamos a los sentimientos. Cuando mira¬
mos los árboles, podemos ver ese follaje. Así son los senti¬
mientos de las personas: si una persona está triste, con mie¬
do o enojada, simplemente viendo su rostro, movimientos
o gestos podremos saber, en parte, qué es lo que le sucede.
En esta parte del dibujo se ubican los sentimientos de
luz roja y “luz verde”; luego se muestran los frutos del
ANEXOS ❖ 143

árbol y se indica que éstos son los valores de esa persona,


la forma en que va a resolver sus sentimientos.
Por último, el tronco. Si el follaje y los frutos están
presentes es porque las necesidades básicas humanas tam¬
bién lo están. El árbol se llena de frutos por el hecho de re¬
solver adecuadamente los sentimientos por medio de
valores.
Dentro de las necesidades humanas destacan las cuatro
siguientes:

1. Necesidad de sentirse amado: esto significa desarrollar


ia capacidad de amar y de dejarse amar. Es decir,
debo amar y dejarme amar para poder llenar esta
necesidad dentro de mi desarrollo.
2. Necesidad de pertenencia: los seres humanos necesita¬
mos sentir que pertenecemos a algún grupo, llámese
familia, compañeros de clase, trabajo, etcétera. Pero,
al mismo tiempo, la persona debe tomar la determi¬
nación de dejarse pertenecer, es decir, querer formar
parte de ese grupo y que los otros formen parte junto
con él.
3. Necesidad de autonomía: se refiere a la necesidad de
tener espacios para desarrollar habilidades, silencios,
reflexiones y acciones; pero, al mismo tiempo, para
llenar esta necesidad debemos ser capaces de dar au¬
tonomía a las personas con las que nos relacionamos.
Debemos respetar los tiempos y características de las
personas.
4. Necesidad de auto-valor: toda persona debe valorarse
a sí misma por lo que es, pero, al mismo tiempo,
debe valorar a los que lo rodean para satisfacer esta
necesidad propia de su desarrollo.
144 ❖ ANEXOS

El semáforo: aprender a manejar los sentimientos


de "luz roja" y "luz verde"

“El semáforo” es una manera práctica de conversar acerca


de los sentimientos. Ya se enfatizó que, si se pasa más de un
día en estado de enojo, tristeza o miedo, hay que detenerse
y encontrar un valor que permita sobrellevar o bajar la
intensidad de esa situación.
El objetivo es aprender a manejar adecuadamente los
sentimientos y, de esa manera, desarrollar el lenguaje de la
sexualidad; porque el lenguaje de la sexualidad está basado
en los sentimientos y en la adecuada identificación y ma¬
nejo que se realice con ellos.
En este dibujo está, por un lado, el semáforo y, a un
costado, el grupo de valores a elegir. Se puede optar por
alguno de ellos o por otro valor que ayude en el proceso
personal de encuentro y mejoría con lo que se está sin¬
tiendo.
El valor no es una actitud, no es algo que se desea; es un
comportamiento que elegimos, que forma parte de nuestra
vida y nos permite bajar la intensidad de lo que sentimos.

3.

Diez consejos para ayudar a los padres


y madres a hablar sobre la sexualidad
con sus hijos adolescentes y preadolescentes

Un espacio para aprender a ser papás y mamás no sólo es


más que necesario. Los que somos padres de hijos casi
adolescentes no tuvimos ni siquiera la disposición por parte
de nuestros padres para mencionar la palabra sexo y lo que
ANEXOS ❖ 145

eso significaba. Creo que esto fue así porque ellos no lo


sabían, así como tampoco comprendían lo que esperaban
de nosotros, como hombres y mujeres, en la vivencia y
construcción de la sexualidad.
Si teníamos suerte, se establecían códigos muy cerra¬
dos. Se decía: “los hombres por un lado y las mujeres por
otro, juntos pero no tan juntos”; quizá, esperaban mucho
de nosotros y no nos prepararon para construir familias
fuertes.
Nos tocó vivir la era de los divorcios y de la evasión y
búsqueda de nuevos roles. Hoy vivimos en la era de digni¬
ficar a la mujer y a los niños; la era de individualizarnos,
tanto que, en ocasiones, somos poco capaces de tolerar la
frustración y los cambios.
Pero también vivimos la era de fortalecer y hacer reali¬
dad nuestros sueños, de abrir nuevas opciones, de llegar a
la Luna y más allá. Eso, amigos y amigas, es muy bueno y,
por esa razón, comparto una serie de consejos que me
parecieron muy acertados para esos primeros pasos dirigi¬
dos a ayudar a nuestros hijos a asumir un mundo más
claro, fuerte y digno para todos.
He aquí los consejos: (tomado de Population Report, de
los artículos de VIH/sida).

• Exprese claramente cuáles son sus valores respecto a


la sexualidad antes de hablar con sus hijos e hijas
sobre este tema.
• Hable con frecuencia con sus hijos (en una edad tem¬
prana, antes de que vayan a ser sexualmente activos),
acerca de la sexualidad. Esto implica que habrá que
abordar el tema desde los tres años de edad, aproxi¬
madamente.
146 ❖ ANEXOS

• Fomente que sus hijos intervengan en la conversación


y que ésta no se convierta en un sermón. Procure
escuchar sus dudas. Si no sabe algo, busque respues¬
tas en libros. Consúltenos en nuestra página web:
www.sexoamoryvida.com y con gusto le ofreceremos
las respuestas más acertadas.
• Supervise y vigile a sus hijos. Esto incluye a ambos
sexos. A los hombres no se les debe dejar solos sim¬
plemente por el estereotipo de que “se están haciendo
hombres”.
• Nunca los deje solos con sus parejas en su casa, ni
permita que lo hagan en casa ajena. Establezca esta
regla para prevenir consecuencias negativas. Conozca
a los amigos de sus hijos y a las familias de éstos.
• Desaliente el noviazgo temprano, frecuente y cons¬
tante, ya que opaca el desarrollo de la personalidad.
Favorezca las actividades en grupo.
• Desaconseje el noviazgo cuando haya gran diferencia
de edad, especialmente si se trata de mujeres jóvenes.
• Conozca qué programas ven sus hijos en la televisión
y escuchan en la radio y que están leyendo. La por¬
nografía dispara muchos vicios y fantasías que, lue¬
go, no les permitirá madurar su identidad sexual. Dia¬
logue con ellos acerca de los videos musicales y de las
letras de las canciones. Recuerde que la presión socio-
cultural es mayor que nuestras palabras. Fomente una
actitud reflexiva.
Haga saber a sus hijos e hijas que usted valora la
educación y, sobre todo, la sexualidad como fuente
creadora y digna de lo que somos como hombres y
mujeres. Que el placer que recibimos de nuestra sexua¬
lidad debe ser educado y construido adecuadamente,
ANEXOS 147

tomándose tiempo para que se fortalezca la madurez


como hombres y mujeres.
• Haga saber a sus hijos e hijas cuánto los valora, lo
mucho que desea que logren ser hombres y mujeres
libres, felices, seguros y... muy posiblemente usted
también comience a ser una mujer o un hombre más
feliz, seguro y libre por la sensación de estar intentan¬
do algo mejor para todos.
• Cuide mucho de sí mismo y no abandone el sueño de
tener una sociedad más sana.

4.

La noche apache

Velas
Comida
Oración
Cualidades
Sentimientos
Retos personales
Canción

Éste es un instrumento de comunicación familiar que ha


sido un gran apoyo por muchos años, no sólo para noso¬
tros, como familia (abuelos, tíos, primos, nietos y bisnie¬
tos), sino para todos aquellos que han participado en los
talleres de afectividad y sexualidad y que lo siguen practi¬
cando en sus casas.
Aprovechemos cualquier tiempo de reencuentro. Volver
a intentarlo, tomar conciencia y desarrollar la voluntad,
una vez más, para alcanzar la plenitud de nuestro ser.
148 ❖ ANEXOS

La “noche apache” debe ser un momento especial en la


familia. No hay que echarlo a perder con estereotipos o
prejuicios; no es para lastimarse, tiene sus reglas, límites
y premios y, si lo logran realizar de esa manera, sin duda
alguna les dará muchas satisfacciones.
Todos los miembros de la familia, de más de tres años
de edad, pueden participar en ella y tendrán voz y voto.
Deben reunirse en una noche que previamente haya sido
designada por todos los miembros y en donde estén dis¬
puestos a:

• Apagar la luz.
• Apagar los teléfonos (locales y celulares).
• Apagar los juegos electrónicos y computadoras.
• Tener comida rica para compartir.
• Tener a disposición una lámpara o vela.
• Seleccionar alguna canción del agrado de todos, para
escucharla por turnos.
• Leer algún cuento seleccionado de la lista de cuentos
sugeridos para el crecimiento personal (en la página
web: www.sexoamoryvida.com).
• Desear crecer mucho como familia y querer dar lo
mejor de sí mismos.

Estas son algunas reglas importantes:

Es una noche para tener derecho a expresarse, verbal¬


mente o por escrito, ante todos los miembros de la familia,
sin ofender, insultar ni acusar.
El diálogo se hará en primera persona; es decir, se habla¬
rá desde lo que cada uno piensa, siente, quiere y desea: no
se impone. Cada uno debe asumir lo que dice como una
forma de mirar las situaciones que se han vivido.
ANEXOS ❖ 149

Cada una de las personas, al final de la actividad, debe


proponerse alguna meta en su comportamiento (un cam¬
bio, vivir algún valor -como paciencia, diálogo, perdón,
etcétera) que le permita mejorar la situación de la familia.
No se puede interrumpir o discutir durante la actividad
de compartir: es el espacio para expresar la forma en que se
sienten y miran los hechos; no se juzga, sólo se expresa lo
que se está viviendo, aun cuando sea duro. Es un espacio
de respeto: cada uno expresa cuál es su opinión, no se asu¬
me que ésa sea la verdad, sino la percepción de cada uno.

Los pasos son los siguientes:


Comida: compartimos los alimentos.
Oración: si somos creyentes, invocamos el nombre del
Señor para hacer, de esa reunión, un momento especial.
Cualidades: todos los miembros de la familia, al tener su
espacio para hablar, deben -en primer lugar- decir una
cualidad de cada uno de los otros miembros: algo que
admiren o que les guste compartir con cada uno. Es hacer
un esfuerzo, a pesar del enojo (si existe) o de la tristeza: es
ver lo positivo.
Sentimientos: expresar lo que se siente, es decir: “Tengo
miedo o tristeza, pero desde mi persona, no culpo a los
demás de mis sentimientos, es mi reacción afectiva ante
los hechos, pero sigue siendo mi reacción emocional, no to¬
dos reaccionamos igual”. Sólo expresamos lo que sentimos
ante los hechos.
Retos personales: después de expresar lo que cada
uno sintió o vivió en las últimas semanas, se propone un
reto personal, un cambio: más paciencia, entrega, diálogo o
150 ❖ ANEXOS

Canción: para generar reflexión, paz, encuentro. Se debe


tener la letra (si se quiere reflexionar sobre ella) o sólo es¬
cuchar la música para dejar la mente más tranquila y bajar
los ánimos. También se puede leer un cuento o relatar
anécdotas que promuevan la mejora personal o la reflexión.
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Esta obra se terminó de imprimir
en junio de 2007, en los Talleres de

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09400, Iztapalapa, D.F.
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La sexualidad es una fuerza creadora
que nos hace brillar con luz propia
para alumbrar nuestra vida

a sexualidad implica el cuerpo y el alma, la


conciencia, nuestras necesidades, nuestro
ser hombres y mujeres; es una energía creadora,
una fuerza que busca amar y relacionarse.
Enseñar sexualidad significa crear espacios de
vida mejores y más seguros para todos a través
del amor y la sencillez; enseñar valores que se
conviertan en principios al adquirir un compromi¬
so profundo con la vida, un conocimiento verda¬
dero de lo que somos y adonde vamos.
Este libro nos muestra el camino para educar
con amor y responsabilidad a los pequeños y
jóvenes a nuestro alrededor.

ISBN 978-968-860-822-7

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EDITORIAL^^ 9 789688 60822
PAX MÉXICO Cómo enseñar sexualidad

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