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EL GRAN TESORO

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Pr. Luis Alberto Núñez

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en
apuros, pero no desesperados, perseguidos, pero no desamparados; derribados,
pero no destruidos. Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte
de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos, pues
nosotros, que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera
que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. Pero teniendo el mismo
espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: "Creí, por lo cual hablé", nosotros
también creemos, por lo cual también hablamos. Y sabemos que el que resucitó al
Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará
juntamente con vosotros. Todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para
que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde
para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, pues esta
leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno
peso de gloria. No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven,
pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”
(2 Corintios 4:7-18)

Nuestro tesoro es la fe (2 Corintios 4:7-10)

Existen dos cosas importantes aquí, primero la Biblia dice que tenemos, somos
propietarios de un tesoro maravilloso y a través de los versos siguientes entendemos
este tesoro es la fe. La Palabra dice que ese tesoro es aquello que permite que a pesar de
estar atribulados en todo, no estamos angustiados, que a pesar de estar perseguidos, no
estamos desamparados, eso solo es posible por la fe y fe en la obra de Cristo. Por eso el
verso 10 de este capítulo dice que: “dondequiera que vamos llevamos en el cuerpo la
muerte de Cristo y que solo así se manifiesta la vida de Jesús en nosotros”.
¿Qué hace que a pesar de estar en apuros no estemos desesperados? Solo puede
ser la fe que se expresa a través de la confianza, que hace que cuando seamos derribados
no seamos destruidos, solo la fe que espera en el Señor, ese es nuestro tesoro ¡la fe! por
el cual la excelencia del poder (4:7) es de Dios y no de nosotros ¿qué poder? ¿qué
dunamis? es la capacidad de estar derribado pero no destruido, en apuros pero no
desesperado y esto es resultado de un poder especial, ese poder no es nuestro, sino de
Dios, entonces este poder que solo puede ser la fe es un tesoro maravilloso.

“Para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual,
aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra
cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7)

Aquí la Palabra dice que la fe es más preciosa que el oro, pero para que ese
tesoro, sea expresado y sea visible, el cántaro tiene que romperse, es decir, para que
experimentes ese poder necesitas romper el cántaro.
Todavia veamos algo más, el barro esta relacionado a nuestra carne, entonces
para que el tesoro se manifieste, la carne tiene que ser quebrada. El anterior domingo
vimos que en la Palabra, la incredulidad está relacionada a la carnalidad, es decir, un
creyente carnal es aquel que no cree, veamos una vez más.
En Hebreos 11:6 leemos que "sin fe es imposible agradar a Dios" y en Romanos
8:8 leemos que "los que viven en la carne no pueden agradar a Dios". Observa estas dos
declaraciones, en Hebreos los incrédulos no pueden agradar a Dios y en Romanos los
carnales tampoco pueden agradarle, por lo tanto, por asociación, decimos que los
carnales también son incrédulos.
Entonces, nuestra carne, que es el vaso de barro, tiene que ser quebrado. La
incredulidad tiene que ser quebrada para que la luz de la fe salga. Eso pasó en la historia
de Gedeón, cuando derrota a los madianitas, con 300 derrotó a miles ¿cómo pudo
suceder algo así?

“Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces
las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón!
Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del
campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de
renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que
llevaban en sus manos” (Jueces 7:18-19)

La trompeta siempre fue un símbolo de la voz profética. Percibe que primero


tocaron las trompetas, es decir, la voz profética es declarada y luego la carne, la
incredulidad es rota, entonces se manifiesta la luz de la fe, que hace que de manera
inexplicable, asombrosa, los ejércitos enemigos huyan despavoridos, porque la obra es
de Dios y no nuestra.
Tenemos luchas que parecen imposibles, nuestra realidad aparente dice que no
podremos, pero debemos romper el cántaro, la carne debe ser quebrada para expresar la
luz de Cristo que es nuestra fe.
El hombre interior y el hombre exterior

“Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va


desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, pues esta leve
tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno
peso de gloria. No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven,
pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”
(2 Corintios 4:16-18)

Hay una tribulación que es momentánea, por el cual estamos sujetos y expuestos
a desmayar, eso es lo natural, pero observa que Dios no amenaza, ni condena o acusa,
sino que más bien nos muestra que en la Palabra hay un mensaje valioso, que tenemos
una característica y esta es que ¡no desmayamos! Esto definitivamente es por una
razón, nuestro hombre interior, que es nuestro espíritu se va renovando día a día, es
decir, mientras nuestro espíritu se va fortaleciendo el desánimo desaparece, las fuerzas
vienen y por tanto, no desmayamos, pero ¿Cómo es que se renueva nuestro hombre
interior?

“y renovaos en el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23)

La palabra mente también es traducida como entendimiento, lo que nos muestra


que nuestro espíritu se renueva por el entendimiento. Muchas veces hemos usado la
expresión “revelación” ya que no estamos hablando de un entendimiento natural mental
¿Recuerdan el ejemplo de Pedro cuando dijo a Jesús “tu eres el hijo del Dios viviente” y
Jesús le dijo: “lo que has dicho no te lo reveló carne ni sangre, sino mi padre que esta en
los cielos”. Quizás entendamos esto cuando leamos la profecía que le fue dada en
Jeremías 31:33-34:

“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice
Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni
ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán,
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”

Ese entendimiento, esa revelación es la que nos permite tener ese poder para
vencer, pero ¿entendimiento de que?

“Para que sean consolados (confortados) sus corazones, unidos en amor, hasta
alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de
Dios el Padre, y (kai) de Cristo” (Colosenses 2:2)
El pleno entendimiento es el misterio de Dios padre y de Cristo, es decir, cada
vez que desmayamos nuestro espíritu se renueva, eso sucede cuando tenemos revelación
de Cristo, nuestro hombre interior, como lo llama la Biblia, se fortalece, se renueva y
eso hace que no desmayemos. El verso 17 de 2 Corintios 4 dice que estamos viviendo
una tribulación, pero esta es momentanea, por lo tanto, no desmayemos por la
revelacion de Cristo en nosotros.

Necesitamos confiar en Dios, creer en Él por causa de ese entendimiento,


cuando eso pasa somos como la retama plantada junto a las aguas.

“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será
como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y
no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no
se fatigará, ni dejará de dar fruto” (Jeremías 17:7-8)

El calor y la sequía son las tribulaciones momentáneas, pero pesar de eso


seguimos dando fruto porque nuestra raíz esta alimentada por corrientes de agua.
Observa la Palabra, es maravillosa, es integrada, corrientes de agua es Cristo.

“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”
(Juan 7:38)

“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere
sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6)

Por eso ayunaremos estos 21 días “contemplando a Cristo”, porque cuanto más
lo contemplamos, más revelación de Él tenemos y por lo tanto, somos transformados de
gloria en gloria.

El creer se expresa por el hablar

Queridos hermanos una vez más quiero redundar en este principio espiritual,
Dios quiere llevarnos al principio de hablar ¿recuerdas la historia del profeta y la visión
del valle de huesos secos?

“La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en
medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo
en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos
en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor
Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos
secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí,
yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y
haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y
viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo
un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada
hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel
cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al
espíritu, profetiza, hijo de hombre, y dí al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor:
Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé
como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus
pies; un ejército grande en extremo. Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos
huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y
pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles:
Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os
haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy
Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo
mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra
tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:1-14)

Esta historia nos muestra que el profeta fue llevado a ver una visión y un gran
milagro producido por el hablar. Como resultado de esto, él creyó y ahora podía hablar
al pueblo de Israel lo que acontecería. Quiero una vez más invitarte a que en este ayuno
seas movido a creer y ese creer te llevará a hablar, entonces verás lo que tu boca
declara. No seas movido a la desilusión, muévete a hablar de una esperanza en Dios.

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