Está en la página 1de 4

¿Qué debe hacer una madre?

2 Reyes 4:1-7 (NVI)

Me maravilla todas las cosas que las madres sufren por sus hijos. Muchas veces,
simplemente no saben qué hacer. (¡Como esa vez cuando mi madre empacó una maleta, y me
echó de la casa! Tal vez lo que hizo fue demasiado extremo, pero ¡mientras pasan los años,
menos la culpo!)

Tú, mamá, ¿ sabes siempre qué hacer?

León Tolstoi en su libro “El León y el Panal” dice lo siguiente:


“Las mujeres que cumplen con su vocación tienen poder aun sobre los hombres
poderosos; tales mujeres moldean la opinión pública y preparan las generaciones futuras. Y por lo
tanto son ellas las que tendrán el poder de salvar al pueblo de los males actuales y de los males
inminentes. Sí, mujeres, madres, en sus manos más que en las de cualquier otra persona reside la
salvación del mundo.”
¡Bien dicho! Aunque la verdad es que las madres, a veces, no saben qué hacer.

Todos sabemos la necesidad de seguir madurando. ¡Incluso las madres!

Jeanne Olsen, madre de cinco hijos, del estado de Illinois, llevó a su hija de nueve años a
un desayuno para madres e hijas. Durante la comida, Jeanne le preguntó valerosamente a su hija,
¿Cómo crees que yo podría ser una mejor madre?” Después de pensar por un momento, Kirsten
respondió, “Pues, tú gritas mucho. Sé que has orado sobre esto pero, en verdad, el orar hasta
ahora no te ha ayudado.”

Pienso que la mayoría de las madres se preocupan por no saber qué hacer – por lo menos
no saber qué hacer todo el tiempo – aunque también pienso que ustedes sí saben hacer las cosas
verdaderamente importantes, cosas de las cuales vamos a hablar esta mañana. La mayoría de
ustedes saben y no se dan suficiente crédito por el bien que están cumpliendo. Busquen conmigo
2 Reyes, capítulo 4, donde vamos a leer acerca de una madre que aun sin saber qué hacer, hizo lo
correcto.

Leer 2 Reyes 4:1-7 y orar

Esta madre en 2 Reyes, una viuda, demuestra unas de las grandes cualidades maternales.
Ustedes, mamás, ya tienen algunas de ellas – algunas parecen ser inherentes a la condición de
madre.

1. Defender a sus hijos

Una parte de lo que esta madre hizo por sus hijos, en verdad la mayor parte, fue proveer
para sus necesidades económicas.
Desafortunadamente hoy, en los Estados Unidos, las familias que están luchando para
poder vivir son más que en cualquier otro tiempo desde hace muchos años.
El porcentaje de los ingresos usado para pagar las deudas mensuales como hipotecas y
otros préstamos ha sido:
En 1982: 16%
En 1996: 29.6%
Número de familias que se declaran en quiebra:
En 1982: 320.000
En 1996: 1.100.000
(¡Estas estadísticas parecen triviales en comparación con las de los años 2008...!)
Sin embargo, el dinero no será lo más importante para defender a sus hijos. ¡Cuántas
veces recuerdo el fuego en los ojos de la madre de mis hijos por algún maltrato percibido contra
uno de sus niños en la escuela o en la iglesia! ¡Mamá no deja que nadie se meta con sus
pequeños! Ustedes saben que si mamá no está feliz, nadie está feliz. Estas cosas no tienen que
ser enseñadas, ¿verdad? Son innatas; no hay alternativa. ¡Dios te bendiga, mamá! Sea lo que
sea lo que tus hijos digan acerca de ti, es cierto que no estarían donde están ahora sin el apoyo de
su madre.

2. Pedir ayuda cuando sea necesario

En este mundo hay muchas madres fuertes y capaces.

“En cierta iglesia, cuando se presenta una Biblia a los niños de tercer grado, cada niño
recita un versículo de la Biblia. En una ocasión, todo marchaba bien hasta que el pastor llegó a
un chico que no podía decirle su nombre y, mucho menos, un versículo de la Biblia. Sus ojos
buscaron frenéticamente a su madre, sentada al frente. Por fin, la vio, y se calmó cuando ella le
dijo en voz baja, “Yo soy la luz del mundo,” El chico dijo inmediatamente, en voz bien alta, “Mi
mamá es la luz del mundo.” (Citado de Rodney Wilmoth, Minneapolis, Minnesota)

Tal vez el concepto de este chico cambió con los años, pero la maternidad es ciertamente
una vocación digna de nuestros aplausos.

Al autor y predicador Tony Campolo le gustaba relatar que cuando su esposa estaba en
casa de tiempo completo con sus hijos (no empleada fuera de casa), y alguien le preguntaba “¿Y
qué es lo que usted hace?”, ella respondía, “Estoy socializando a dos homo sapiens en los valores
de la tradición judeo-cristiano para que sean instrumentos para la transformación del orden social
en la clase de utopía escatológica que Dios ordenó desde la creación del mundo.” Entonces, ella
preguntaba a la otra persona, “Y usted -- ¿qué hace usted?”

Aunque tú, Mamá, seas fuerte, cualquier madre devota se dará cuenta de que hay veces
cuando se tiene que pedir ayuda. Esta viuda en 2 Reyes, madre de dos hijos, reconoció que había
llegado el momento de buscar ayuda. No había nada, absolutamente nada, que ella pudiera hacer
para evitar que le quitaran a sus hijos para pagar su deuda. El acreedor estaba actuando dentro de
sus derechos según la ley mosaica. Así que ella pidió ayuda. (Mamá, ¡nunca te avergüences de
pedir ayuda!)

3. Tener fe

Las madres se involucran en la enseñanza de muchas cosas de sus hijos.

(Lo que sigue fue compilado por los editores de LaughAlot.com.)


Mi madre me enseñó sobre los grupos alimenticios: “Si tú sacas un pie fuera de esa puerta, no vas
a tener ni una migaja de mi pan hecho en casa.”
Mi madre me enseñó sobre las contorsiones: “¿Has visto la mugre en tu cuello?”
Mi madre me enseñó a permanecer firme: “Tú te quedarás sentado hasta que termines de comer
toda esa espinaca.”
Mi madre me enseñó sobre el tiempo: “Parece que un tornado ha pasado por tu cuarto.”
Mi madre me enseñó sobre la hipocresía: “No te lo he dicho una vez, te lo he dicho mil veces:
¡No exageres!”
Mi madre me enseñó sobre el ciclo de vida: “Yo te traje a este mundo y puedo quitarte de este
mundo.”
Mi madre me enseñó sobre el comportamiento heredado: “¡Deja de actuar como tu padre!”
Mi madre me enseñó sobre la envidia: “Hay millones de niños menos afortunados que no tienen
padres como los tuyos.”

Estoy aquí esta mañana, mamás, para aplaudirles a ustedes pero no para presumir que sean
perfectas. En sus esfuerzos por enseñar, sin duda hubo muchas ocasiones semejantes a las
mencionadas anteriormente cuando tuvieron buenas intenciones, pero algo falló por la forma de
hacerlo. Pero hay una enseñanza más importante que muchas veces continúa sin ser reconocida –
algo que sus hijos simplemente ven en su vida cuando existe – y es su fe en Aquel que es más
grande que usted.

Esta viuda pobre tenía fe. Y porque tenía fe, clamó a Eliseo, un hombre de Dios. Además,
tenía voluntad y la determinación, de involucrar a sus hijos en el proceso de la fe. ¡Cuán
importante es, mamás, incluir a sus hijos en su confianza en el Dios viviente! Esto es verdad
cualquiera que sea la edad. Estos eran hijos ya crecidos; no eran muy jóvenes. Ya tenían edad
para trabajar en pagar la deuda. (Serían útiles para el acreedor). Pero tuvieron la oportunidad de
ver personalmente la fe de su madre en acción.

Todos conocemos a madres (y padres) que tienen fe y han tratado de compartirla con sus
hijos y sin embargo, hasta el día de hoy, estos niños no quieren tener nada que ver con esa fe.
Quiero decir algo sobre eso. Eso no quiere decir que todo ha sido en vano. Mis abuelos oraron
por su único hijo varón (mi tío Lyman) desde el día que nació hasta que ellos fueron a estar con el
Señor en el cielo – y todavía Lyman siguió viviendo en pecado, lejos de Dios. No sé qué va a
pasar con Lyman, ya anciano, pero puedo decir que ahora, en sus últimos años, está hambriento y
anhelando como nunca antes tener la fe de sus padres. Mamá, ¡hay esperanza!

A veces pueden pasar muchos años antes de que el pleno efecto de su perseverancia sea
realizado -- es posible que ustedes no lo vean aquí. Es solamente desde la eternidad que la
madre de Don Flickinger puede haber visto su graduación de la Universidad de Toledo. Hace dos
semanas, ¡él se graduó dos días antes de cumplir 96 años! Flickinger dijo, “Estoy tratando de
mostrar a mis bis-nietos que es posible, aun a mi edad.” Empezó sus estudios para el grado en
estudios técnicos en 1928, pero tuvo que postergarlos por falta de dinero.

¡Mamá, sigue ejercitando tu fe!

4. Obedecer (aun cuando sea humillante)

Esta madre era una mujer de fe, pero más que eso, era una mujer de acción. Era una mujer
de obediencia. Imagínense qué podría haber pasado si hubiera defendido a sus hijos, clamado al
hombre de Dios, mostrado fe que Dios podría hacer un milagro para ayudarles en su momento de
necesidad. Y ¿qué tal si cuando supo que tendría que ir a todos sus vecinos y pedir recipientes
vacíos prestados, le hubiera dicho a Eliseo, “¡Me estás tomando el pelo! ¡Estás hablando en
broma! ¿Quién crees que soy? Tú sabes que tengo algo de orgullo y amor propio. Yo... ¿ir a los
vecinos pidiendo jarras vacías? De ningún modo. Hay otro modo de recibir ayuda, y yo lo
encontraré.”

La verdad básica es que, a veces, esta parte tan importante que es el obedecer, para llegar
a ser la persona que Dios nos ha llamado a ser, nos lleva a situaciones incómodas y aun
embarazosas. Pero aquí vemos que la orden no causó ningún problema ni a ella ni a sus hijos.
Todos entraron a una, en la parte del milagro que correspondía obedecer.

Permítanme señalar algunas observaciones que se hacen claras en este pasaje sobre cómo
son las cosas en nuestro mundo.

-- Nuestra percepción de una necesidad es precisamente ésa – nuestra percepción. (Lo que nos
puede parecer un problema sin salida, una necesidad simplemente demasiado grande para
enfrentar, puede estar apenas a “unas tazas de aceite” a nuestro alcance.)

-- Hay una relación entre nuestra fe y lo que recibimos -- no más vasijas – no más aceite. (No
quiero amplificar la historia más allá de lo que la Biblia enseña. He oído a unas personas criticar
a la madre por no haber buscado más vasijas. A mí eso me suena demasiado capitalista.
Mientras que hay una conexión, también hay el asunto de la provisión de Dios para nuestra
necesidad, no para nuestra codicia. Cuando no hubo más vasijas, no hubo más aceite, pero
tuvieron lo suficiente, tal como lo había dicho Eliseo.)

-- Admitir la necesidad es siempre un requisito. La viuda nunca habría apelado a Eliseo si no


hubiera estado dispuesta a admitir su necesidad y clamar humildemente, “Yo no puedo con
esta situación.” Por lo general, Dios no se mueve a nuestro favor mientras creamos que nuestras
propias provisiones bastan.

Queremos alabarte hoy, mamá, por defender a tus hijos, por pedir ayuda cuando la
necesitas, por tener una fe más grande que tú, y por obedecer – por poner en acción tu fe.

Cuando Robert Ingersoll, un escéptico muy conocido, estaba en su día de gloria, dos
estudiantes de la universidad fueron a una de sus conferencias. Mientras caminaban por la calle
después de escucharlo, uno de ellos le dijo al otro, “Bueno, parece que él arrasó con los
argumentos del cristianismo.” El otro contestó, “No. No lo creo. Ingersoll no explicó la vida de
mi madre, y mientras no pueda explicar su vida, yo me mantengo firme en mi fe, en el Dios de mi
madre.”

También podría gustarte