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Acentuación de verbos con pronombres

enclíticos
 

Cuando un verbo se fusiona en la escritura con un pronombre, la forma


resultante se tilda siguiendo las reglas generales. Esto sucede con las
formas verbales de imperativo (1), gerundio (2) e infinitivo (3) a las que se
les agrega al final un pronombre átono (los denominados pronombres
enclíticos):

(1) Llamadla, cállate, bébetelo, recogédmelo, esperémonos

(2) Fatigándose, recordándonoslos

(3) Recuperarse, olvidársete

Tradicionalmente, se mantenía aquí la acentuación que tuviera el verbo


antes de añadir los pronombres, pero esto cambió ya con la Ortografía de
1999 (la de 2010 ha confirmado este cambio). Con la norma actual, estos
compuestos verbales se tildan de acuerdo con las reglas generales, lo que
puede dar lugar a cambios en comparación con el verbo aislado. No hay
alteración en llamad-llamadla o recuperar-recuperarse; pero sí en las
restantes palabras de (1), (2) y (3), que añaden una tilde de la que carecía
la forma verbal aislada (pruébese a eliminar los pronombres personales y
se comprobará que esto es así). Esta innovación en la norma hizo que se
añadiera a las reglas de acentuación una nueva categoría de palabras:
las sobresdrújulas.
También puede ocurrir lo contrario, es decir, que al añadir el pronombre
se pierda una tilde que tenía el verbo por sí solo, por ejemplo:

(4) Estate, deme

El imperativo de estar lleva tilde cuando se escribe solo (está), pero esta


desaparece cuando se le añade un pronombre enclítico porque se
convierte entonces en una palabra llana terminada en vocal: estate. Más
curioso es el caso del imperativo de dar (dé), que lleva una tilde
diacrítica cuando se escribe aislado, pero tiene que renunciar a ella
cuando le añadimos un pronombre porque a partir de ese momento ya
hay que tratarlo como a cualquier palabra llana terminada en
vocal: deme, dele, dese (por ejemplo, Dese prisa).
Estos cambios de acentuación ortográfica son fuente constante de faltas
de ortografía, por lo que hay que estar atentos a ellos. Para evitar esas
faltas te propongo que hagas un ejercicio.
El acento diacrítico

En castellano, también se utiliza el acento diacrítico para diferenciar en la lengua escrita dos palabras
homógrafas (que se escriben igual pero que tienen distinto significado o función). Algunos casos muy
frecuentes:

 más (adverbio de cantidad)  mas (conjunción adversativa, equivale a “pero”)


 tú (pronombre personal)  tu (determinante posesivo)
 él (pronombre personal)  el (artículo)
 mí (pronombre personal)  mi (determinante posesivo; sustantivo: nota musical)
 té (sustantivo: infusión)  te (forma átona del pronombre personal)
 sí (pronombre personal; adverbio de afirmación)  si (conjunción condicional; sustantivo: nota musical)
 dé (forma del verbo dar)  de (preposición)
 sé (forma de los verbos saber o ser)  se (forma átona del pronombre personal)
 aún (adverbio temporal o modal, equivale a “todavía)  aun (resto de casos)

Cuando un verbo monosilábico lleva tilde diacrítica y se une con un pronombre átono, el verbo sigue
conservando el acento. De ahí que se acentúen: dé, déme, déle…

Otros casos

Los adverbios que terminan en –mente llevan acento gráfico si la palabra original ya lo


tenía: difícilmente, rápidamente...

Palabras compuestas:

–      Si la palabra compuesta procede de la unión de dos palabras simples, se escribe con tilde si
le corresponde según las reglas generales de acentuación, sin tener en cuenta si la llevan los
elementos que la forman cuando aparecen
independientemente: contrapié, decimoséptimo, cortafríos, radiocomunicación... (pierde su tilde
siempre la primera componente de la misma aunque la llevara cuando era
simple: asimismo, decimoséptimo, tiovivo...).

–      Si las palabras se unen mediante guión (conservando la primera la terminación masculina
singular), cada vocablo conserva su tilde si ya la tenía previamente: físico-químico, anglo-
soviético...

Se pueden acentuar las formas del demostrativo para distinguir cuando es determinante o
pronombre: esta casa, este sitio, me gusta ésta, coge aquél...
Se acentúan las interrogativas y exclamativas directas: ¿Cuántos años tienes? ¿Cómo te llamas?, ¡Qué
desgracia!...

También se acentúan las interrogativas y exclamativas indirectas: pregúntale qué quiere, ya sabes


cuánto gasto...

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