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GUIA DIDÁCTICA
Objetivos generales
Objetivos específicos
Contenidos
Bibliografía
Metodología y actividades
Nivel del curso
Alumnado
Duración y dedicación
Profesorado
Material didáctico obligatorio
Tutorías
Criterios de evaluación y calificación
APÉNDICE
GUIAS DE LECTURA:
1. - Heidegger, M.; ”La época de la imagen del mundo” en Caminos del bosque,
Alianza, Madrid, 2010, pp.63-90.
2. - Heidegger, M.; “La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos, Ed. Del
Serbal, Barcelona, 1994, pp. 9-37.
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TÉCNICA E IMAGEN DEL MUNDO EN MARTIN HEIDEGGER
Objetivos generales
Analizar la posición en torno a la relación entre la ciencia y la técnica, así como su
inserción social, en la obra de Heidegger.
Relacionar la noción de técnica con la noción de imagen del mundo
Entender la situación actual como un cambio de paradigma cultural distinguiendo entre
sus peligros y las oportunidades que ofrece
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Contenidos
INTRODUCCIÓN
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creativa, sino un residuo, una especie de zombi, de muerto viviente, incluso para los que
se dicen y se consideran religiosos.
A esta marginalización de la religión en tanto que fuerza viva y dinámica contribuye
de forma decisiva el nominalismo ockamista con su Dios voluntarista, no sólo
desconocido e inescrutable sino también incontrolable. Para el nominalismo, que es un
contingentismo radical, Dios con su potencia absoluta elige no sólo las leyes naturales
sino también los valores morales que son lo que son no por sí mismos sino
exclusivamente por la voluntad de Dios. Frente a los intelectualistas, como Tomás de
Aquino, para los que no sólo existe un ámbito natural en el que es posible el
conocimiento y la acción moral, en relativa autonomía respecto de Dios y la revelación,
el contingentismo radical del nominalismo elimina toda necesidad de la naturaleza, que
queda convertida en un montón de hechos aislados entre sí y caóticos que sólo se
pueden conocer a través de la experiencia, y toda necesidad de los valores morales :
bueno y malo es lo que Dios ha instituido así, pero incluso este decreto no vale para
siempre sino que puede ser transformado en cualquier momento.
Este Dios intratable del nominalismo, que resurgirá en Lutero, produce tal angustia
que la única forma de vivir que deja al individuo es ir apartándolo de su consideración,
actuando como si no existiera, dado que no se puede uno relacionar con él. Este es,
según Blumenberg en su obra La modernidad como autoafirmación, el proceso que fue
conduciendo a una paulatina inmanentización del pensamiento y de la actividad
humana; los cuales dejan de ser transmundanos para convertirse en cismundanos, en
inmanentes. Por ello, los valores modernos no son una simple secularización de valores
religiosos sino más bien el resultado de la autoafirmación de la humanidad como
realidad puramente mundana.
En este proceso de surgimiento de la modernidad ocupa un lugar fundamental el
nacimiento y desarrollo de la ciencia moderna de inspiración matemática que une en
inteligente síntesis la creación inventiva de la mente y la experiencia guiada
matemáticamente del experimento. La ciencia moderna es el resultado de imaginar un
mundo perfecto que no existe en la realidad, pero al revés que otras ensoñaciones
humanas como los mitos, la poesía o las religiones, la ciencia moderna tiene un sistema
de autocontrol empírico que le exige hacer las cuentas con la realidad. Esta capacidad
de autoverificación y de autocontrol teórico y empírico es específica de la ciencia
moderna, su marca exclusiva, y lo que permite que no se la pueda reducir a un modo de
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conocimiento entre otros equivalente al mito, la estética o la religión que carecen de
estos autocontroles metódicos y empíricos.
La modernidad se presenta como una época, pero la noción de época antes de significar
un intervalo de tiempo significaba el punto de detención a partir del cual se podía
contemplar lo pasado y lo porvenir. El punto de pausa de un movimiento y también el
punto en que se producía un cambio de dirección.
Se distinguen tradicionalmente tres épocas: la Antigüedad, la Edad Media y la
Modernidad. Pero el cambio radical que introduce la Edad Moderna no es comparable al
paso de la Antigüedad a la Edad Media que supone la supervivencia de los dioses, la
helenización del dogma, la búsqueda en las religiones clásicas de anticipaciones antiguas
del cristianismo, y que no tiene la pretensión considerarse como la iniciación de una nueva
época y además mantiene la escatología y el ahistoricismo .
El cambio de una época a otra se realiza a través de un umbral. La posicición exacta del
umbral es difícil de situar concretamente, pero se puede distinguir lo anterior del umbral de
lo posterior al mismo. Por ejemplo, el paso de Nicolás de Cusa a Giordano Bruno. Ambos
son inmanentistas, ambos apuestan por el hombre como co-creador, como colaborador que
desarrolla la creación divina, pero entre ambos algo ha cambiado, entre los dos se sitúa un
umbral, precisamente el del surgimiento de la modernidad. El emblema de esta nueva
época es la obra de Copérnico con su cambio del centro del mundo que deja la tierra
convertida en un lugar marginal y no es ya el centro del universo.
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La Modernidad es una época de crisis y de crítica. De cambio en el que se llega a una
encrucijada en la que hay que decidir y de surgimiento de la opinión pública como un
ámbito autónomo de la ética y la política. Ante la crisis, hay que criticar, en el sentido de
cribar, de discernir, cuáles son las partes aprovechables de la tradición y cuáles tienen que
ser dejadas de lado
La Modernidad más que como secularización de los contenidos teológicos cristiano-
medievales se puede entender, como ya hemos dicho, como auto-afirmación y giro
copernicano.
Löwith y Schmitt entienden la modernidad como secularización de contenidos
premodernos, cristianos. Pero esta posición niega la legitimidad de la Modernidad que solo
es legítima en tanto que no es ella sino meramente la Edad Media disfrazada. Esta tesis
supone un substancialismo histórico ya que afirma la permanencia de la substancia
cristiana-medieval bajo la apariencia de la mundanidad moderna. En especial, afirma la
permanencia de la escatología judeo-cristiana en el seno de la idea moderna de progreso.
Lo que obvia la teoría de la secularización es que el futuro que aparece en la idea de
progreso no es el resultado de una intervención trascendente de Dios que a través de su
providencia sería el auténtico sujeto de la historia, sino más bien el producto de un
desarrollo inmanente de la historia que es producto exclusivo de las acciones de los
individuos humanos, únicos sujetos de la historia. Por otra parte, dicha tesis tampoco tiene
en cuenta que la idea moderna de progreso tiene su origen en la superación del
aristotelismo por la ciencia moderna entendida como un tipo de conocimiento cooperativo
y dirigido por un método, y además supone el rechazo de la idea de que los modelos
antiguos son insuperables.
Más que el producto de una secularización, la modernidad es el resultado de una
reocupación de posiciones que anteriormente ocupaban conceptos religiosos,
trascendentes, por ideas mundanas, inmanentes. De manera que la continuidad que
subyace al cambio de época se refiere más a la continuidad de los problemas que a la
continuidad de las soluciones, al mantenimiento de las preguntas con respuestas diferentes.
La Modernidad ha ocupado posiciones dejadas libres por los teologemas cristianos debido
a la premura y a la necesidad de responder cuestiones acerca de la totalidad de la historia y
el sentido de la vida que dejaban de tener sentido en el nuevo paradigma, el cual suponía
precisamente que la historia no se dejaba totalizar y tampoco admitía un sentido unívoco
derivado de su fin último, escatológico. La constancia del lenguaje a ambos lados del
cambio de época que supone la Modernidad es la expresión más de una función constante
7
para la conciencia humana que de una identidad de los contenidos que cumplían dichas
funciones.
La idea de progreso es básica y esencialmente moderna por su contenido, pero se
encuentra aún muy afectada de ideas cristianas debido a la función que siguen teniendo de
explicar la forma y la estructura de la historia como un todo dotado de sentido. La
necesidad de rellenar esta función de sentido y de totalidad es lo que produce la
reocupación de zonas que no son propiamente modernas sino residuos premodernos.
La teoría de la secularización se basa en una mera analogía arbitraria y no es capaz de
establecer una auténtica homología estructural entre el cristianismo y la modernidad. Se
limita a hacer visible algunas semejanzas aparentes, pero no es capaz de derivar la
estructura de la modernidad de la estructura del cristianismo o ambas de un fondo común.
8
humanismo ateo y prometeico sustituye a Dios y considera el mundo como un simple
teatro para sus hazañas. Las tendencias más radicales, materialistas, rechazan considerar al
hombre como 'un imperio dentro del imperio' y lo analizan como una parte, esencial, del
cosmos, pero una simple parte que debe coordinarse con el resto. En esta coordinación
ocupa un lugar relevante la ciencia y la técnica moderna en tanto que intervención de unos
objetos naturales sobre otros para producir efectos inéditos y novedosos.
Para Heidegger cada época tiene un fundamento metafísico que sustenta todos sus
fenómenos al constituir la forma de su esencia. Este fundamento metafísico consiste en
una meditación acerca de la esencia de lo ente y de la esencia de la verdad. Es decir, la
clave para entender una época reside en saber qué es para ella el ente y qué noción de
verdad sostiene. Una postura metafísica en general comprende los siguientes elementos:
la consideración acerca del modo en el que el hombre es hombre; la interpretación de la
esencia del ser de lo ente; la noción de cuál puede ser esencia de la verdad; el sentido
según el cual el hombre es medida aquí y allá.
Según nuestro autor la modernidad se caracteriza por cinco rasgos esenciales: la ciencia
moderna; la técnica mecanizada o maquinista; la consideración de las obras de arte
como objeto de las vivencias humanas; el obrar humano interpretado como cultura; y la
des- divinización, lo que supone que la imagen del mundo se cristianiza al poner el
fundamento del mundo en lo infinito y a la vez el cristianismo se transforma en una
imagen del mundo. Heidegger se pregunta por la noción de ente y la noción de verdad
que sirven de fundamento metafísico a estos fenómenos que constituyen la modernidad.
Y considerando la clave de la modernidad el papel esencial que en la misma juega la
ciencia, se pregunta por la esencia de la ciencia moderna. Para nuestro autor es tan
central la ciencia en la modernidad que si descubrimos su fondo metafísico, a partir del
mismo podremos vislumbrar la esencia de la modernidad en su conjunto. La ciencia
moderna, para Heidegger, es radicalmente distinta de la episteme griega y de la scientia
medieval, y la base de esta diferencia reside en que solo la ciencia moderna es exacta,
en el sentido de calculable y matematizable de forma completa.
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La esencia de la ciencia moderna es la investigación, lo que quiere decir que en ella el
conocer se instala como un proceder anticipador en un ámbito determinado del ente, ya
sea natural o histórico; un proceder anticipador por el que el hombre sabe de antemano
el carácter de lo que va a encontrar en las cosas a las que se enfrenta. La ciencia
moderna, y esa es su principal diferencia respecto de la filosofía, es siempre particular,
está siempre especializada, ya que solo tiene aplicación un ámbito muy determinado y
especifico de fenómenos naturales. Precisamente eso es lo matemático en el sentido
original griego. En ese sentido la moderna física matemática se aplica al campo de los
cuerpos materiales sometidos al movimiento. Este proceder anticipador de la ciencia
moderna se concreta como método, productor de reglas y leyes, y actúa mediante
experimentos. Los experimentos se basan en leyes, lo que significa que están sometidos
a la necesidad y pueden ser medibles y predecibles matemáticamente, pueden ser objeto
de cálculo. El experimento es un procedimiento basado en una o más leyes y que intenta
producir hechos capaces de confirmar o refutar la ley que se había propuesto como
hipótesis. El método científico construye leyes que se conciben como lo constante en
medio de la variación. La ciencia moderna es además una empresa en el sentido
weberiano de ser “una acción que persigue fines de una determinada clase de un modo
continuo” y en el sentido de que sólo se puede producir en instituciones especificas
dedicadas a la investigación. Esta idea de ciencia como empresa, como institución, ha
producido la desaparición del sabio y su sustitución por el investigador, alguien que
trabaja en una institución colectiva aplicando métodos consensuados por la comunidad
científica que es la que controla y admite los resultados de las investigaciones concretas.
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la representación”. El ente de la ciencia moderna es, pues, un objeto, es decir, algo
capaz de ser representado por un sujeto, y la verdad que subyace a dicha ciencia
moderna es la verdad concebida como certeza de dicha representación. Estas nociones
de ente y de verdad surgen por primera vez, para nuestro autor, en la obra de Descartes,
quien figura pues como el iniciador de la modernidad.
Esto supone que el ser de lo ente estriba en su representabilidad. Ser es poder ser
representado, es decir, ser objeto para un sujeto. En conclusión, no puede haber una
imagen del mundo griega o medieval porque en esas épocas el ser del ente no coincidía
con su capacidad de ser representado. No eran épocas sometidas a la representación, lo
que conduce a que es precisamente el hecho de que el mundo pueda ser visto como
imagen lo que caracteriza la esencia de la Edad Moderna. En el caso griego lo ente es lo
que surge y se abre en tanto que presente y no accede al ser porque el hombre lo haya
contemplado. En la Edad Media el ente es el ens creatum y se sitúa en un orden de la
realidad creada por Dios como causa suprema. Por el contrario, en la modernidad el
hombre se muestra como el ámbito, como la escena en la que el ente tiene que re-
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presentarse a sí mismo, tiene que presentarse como imagen. El hombre se representa lo
ente y, en ese sentido, lo convierte en objeto. El hombre moderno se configura como
“espacio de medida y cumplimiento para el dominio de lo ente en su totalidad”; y en eso
radica su esencial novedad.
1
Dastur, F., “La critique de la représentation chez Heidegger”, in Philosophie, nº
71, pp. 48-57.
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como fenómeno estético y moral. Precisamente el humanismo sería, para Heidegger, la
concepción metafísica de lo humano.
Mientras que el hombre griego se siente llamado por el ente para que lo comprenda, el
hombre moderno se apodera del objeto como de algo suyo, como de algo de lo que
dispone libremente y lo ajusta a sí mismo. Si la relación del hombre griego con el ente
es centrífuga ya que el hombre sale de sí mismo atraído por el ente, la relación del
hombre moderna con el ente, es, en cambio, centrípeta, ya que atrae al ente hacia sí y lo
amolda a su entendimiento. En este contexto ser sujeto es la característica que distingue
al hombre entre todos los entes como el ente pensante y representador frente al cual los
demás entes se muestran como objetos representados por un sujeto. El hombre en tanto
que sujeto es medida y centro de los entes que se muestran ahora como objetos. En el
pensar como cogitatio el representar reúne todo lo objetivo definido por su
representabilidad. El ego como sujeto del cogitare encuentra su esencia en la con-
scientia en tanto que base de la representabilidad que es lo que reúne y asegura en el
conocimiento. La conciencia es “la reunión representadora de lo objetivo con el hombre
que representa”. La con-scientia del ego en tanto que dicho ego es el sujeto de la
cogitatio determina el ser de lo ente a partir de la subjetividad del sujeto. La ontología
del sujeto moderno se despliega a partir de la subjetividad determinada como
conciencia. Con esto, el hombre moderno se presenta como el sujeto por antonomasia.
Para Heidegger es en la modernidad entendida como “el imperialismo planetario del
hombre técnicamente organizado”, donde el subjetivismo alcanza su cima más alta.
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La modernidad se puede ver como la liberación de las constricciones medievales a la
exterioridad de una revelación divina, pero Heidegger enraíza la idea de verdad como
certeza propia de la modernidad cartesiana en la certeza que el creyente tiene de su
salvación. Toda libertad es, para Heidegger, “el hecho de estar atado a una obligación
vinculante”, y si la libertad medieval consistía en verse sometido a la voluntad de Dios y
a la revelación, la libertad de los modernos consiste en verse sometido a la constricción
de la verdad, lo que supone pasar de la heteronomía a la autonomía de la razón. La
metafísica moderna empieza, para Heidegger, con la búsqueda de algo absolutamente
indudable, de una certeza absoluta, por parte de Descartes. Esta búsqueda moderna de la
certeza hace que en esta época el ente es lo que se da como cierto, es decir, como
afirmado por el espíritu como algo absolutamente seguro. Mientras que en la Edad
Media la garantía y seguridad venia de Dios, en la modernidad el hombre se muestra a
sí mismo como el garante de la verdad, debido a que su cogito garantiza su ser. En la
modernidad es el hombre, en tanto que substancia pensante, el fundamento de todo ente
ya que en esta época ser equivale a ser pensado. El ser del ente se da como substancia,
como algo constante y evidente. En la modernidad no hay más que el sujeto como
pensante y el objeto de su pensamiento, el objeto como ‘obtenido’ a través de su
representación en el pensar, una re-presentación que es una pro-posición: una
presentación que es un poner delante. El objeto en la modernidad es propuesto y
obtenido a la vez por el sujeto en la representación que convierte el mundo en una
imagen (Bild). En el conocer moderno el sujeto se pone a sí mismo delante de sí mismo
y a su vez se superpone sobre el objeto conocido. El sujeto se obtiene primero a sí
mismo y luego obtiene todo lo demás como objeto. En la representación el objeto
aparece como predicado del sujeto que lo reconduce a sí mismo. El hombre como
sujeto pone todas las cosas en aposición a sí mismo y de esta manera se impone sobre
ellas como su fundamento. El hombre en tanto que sujeto se configura como el ámbito
en el que el ente se presenta, como la escena privilegiada en la que se despliega toda
representación y, por ello, el hombre se muestra como el lugar en el que el mundo se
constituye, ya que el mundo en la modernidad se muestra como imagen. Precisamente la
modernidad surge cuando se da un entrelazamiento ((Verschränkung) entre el hombre
como sujeto y el mundo como imagen. Este privilegio de la representación hace que en
la modernidad la ontología se vaya diluyendo en la lógica, proceso que alcanzará su
culminación en la obra de Hegel. La centralización del mundo en tanto que imagen del
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sujeto hace que dicho mundo se presente como sistema, es decir, como un conjunto que
se muestra unido y organizado.
La esencia moderna del hombre se vive por éste como un destino que no se puede
romper por un mero acto de voluntad. Pero siempre le está abierta al hombre la
posibilidad de meditar acerca de que ser sujeto no es la única posibilidad que se le
ofrece al hombre histórico. Precisamente la consumación de la modernidad que
vislumbraba ya Heidegger abre la posibilidad de una historia futura en el que se pueda
plantear de nuevo la pregunta por el ser del ente más allá del reduccionismo subjetivista
propio de la modernidad que tiene su origen en Descartes.
2
A. Leyte, Heidegger, Alianza, Madrid, 2005.
15
que introduzca en ellos orden y previsibilidad y eso es el cálculo. Por ello, el mundo
como imagen, la sistematicidad de lo real y la consideración del mundo como calculable
son tres aspectos de la misma realidad que sostienen la idea de la verdad moderna como
certeza y auto-certeza. La ciencia necesita un tipo de ente que sea objetivable, que sea
objeto, en el sentido de estar enfrente y a partir de este tipo de ente produce una
representación del mundo, una pro-posición del mismo, capaz de ponerlo delante de
forma que el hombre pueda estar seguro, que pueda tener certeza, en relación con el
ente. La ciencia crea objetos, algo que está enfrente, mediante la representación en tanto
que pro-posición. es decir, mediante el poner delante. El objeto surge mediante la
representación y ésta produce objetos. Tanto la representación como los objetos
producidos remiten al polo productor, es decir, al sujeto cognoscente, al cogito
cartesiano.
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esencia de la técnica mediante esta remisión de lo instrumental a esta cuádruple
causalidad. El análisis heideggeriano de las cuatro causas clásicas privilegia la causa
eficiente en el sentido en que causa se entiende de manera primordial como lo que
efectúa, lo que produce efectos, resultados. Pero, además, aplicando su método
etimológico remite la noción de causa a su origen griego que tiene que ver con la noción
de responsabilidad, lo que supone que las cuatro causas son los cuatro modos de ser
responsable de algo. Y de qué son responsables las cuatro causas, pues de traer algo a la
presencia, de traer algo y ponerlo ahí delante, de hacer que algo que no estaba presente
advenga a la presencia, de que aparezca algo que estaba oculto. Las causas ayudan a
algo a salir de lo oculto, desvelándolo y en este sentido, el juego de las cuatro causas se
relaciona con la noción griega de verdad, la aletheia, que supone también el
desocultamiento de lo que estaba oculto, el desvelamiento de lo que estaba velado. La
técnica es una pro-ducción, es decir lleva adelante, pone delante, pero lo es más como
desvelamiento de lo oculto que como fabricación.
La técnica en su origen griego, como tecné, se sitúa en el ámbito de la poiesis, es decir
en el ámbito de la producción que tiene como resultado un objeto que se añade al
mundo. En este ámbito griego primordial de la tecné se encontraban reunidos dos tipos
de actividad que la modernidad ha separado: el arte y la técnica, hasta el punto que
actualmente lo poético no solo no coincide ya con lo técnico, sino que designa sólo una
parte de lo artístico, la escritura de poemas. La técnica moderna, en cambio, no surge
como una pro-ducción en el sentido de la poiesis, sino más bien es el resultado de una
pro-vocación mediante la cual se obliga a la naturaleza a liberar energías que pueden ser
extraídas y acumuladas. La técnica moderna interpela a la naturaleza provocándola,
forzándola a transformarse. Dicha forma de técnica se debe a un tipo de desvelamiento
que no coincide con la técnica clásica, griega, sino que hace que las cosas no se
presenten ya como objetos sino más bien como materiales, como fondos de reserva,
como existencias, como subsistencias4. La cosa queda reducida a material siempre
disponible para su uso y consumo, manipulable, inventariable y máximamente
calculable, así como completamente sustituible. La técnica moderna elimina la unicidad
de las cosas que se ven sometidas a la posibilidad indefinida de proliferación y
repetición de manera tal que todas son sustituibles y reemplazables unas por otras. La
producción en serie y el consumo masivo son consustanciales a la técnica moderna
(fordista). Por esto mismo la situación actual está dejando de ser moderna, ya que la
4
Cf. Seminarios de Thor, Sesión del 11 de septiembre, pp. 303-304.
17
producción en serie ha dado paso a la producción en series cortas y a la producción a la
carta (postfordista) que pone el acento en la exclusividad y la personalización de los
modelos de la serie
Dicho sea de paso, esta reducción del objeto a simple material supone, en cierto
sentido, ir más allá de la modernidad, ya que ésta en tanto que época en la que el mundo
queda reducido a imagen y a representación presenta las cosas como objetos frente a un
sujeto que constituye su fundamento, ya desde Descartes y su apuesta por el cogito
como base y fundamento de toda representación.
La pregunta por la técnica, como todas las preguntas busca construir un camino que
nos permita establecer una relación libre, no utilitaria, con la técnica. La relación libre
consiste en una apertura hacia la esencia de la técnica. Para Heidegger la esencia de la
técnica no coincide con la técnica, más aún, la esencia de la técnica no es nada técnico.
Nuestro autor denomina la esencia de la técnica con la palabra Ge-stell que en principio
significa armazón, estructura, dispositivo, auque también se ha traducido como
estructura de emplazamiento. El Ge-stell es la interpelación que provoca a la naturaleza,
una naturaleza que no sólo no es ya la fuente (fisis), el manantial vital del que surge
todo, como lo fue en los orígenes griegos, sino ni siquiera el conjunto de objetos
posibles para un sujeto, como lo fue en la modernidad inicial de Descartes y Kant, sino
más bien una naturaleza reducida a un mero depósito de materiales disponibles para su
utilización. El modo de desocultamiento, de llevar a la presencia, propio del Ge-stell
conduce a meros materiales (Bestande) que no son ni siquiera objetos (Gegenstande).
Heidegger define el Ge-stell de la siguiente manera: “La estructura de emplazamiento
es lo coligante de aquel emplazar que emplaza al hombre a hacer salir de lo oculto lo
real y efectivo en el modo de solicitar como materiales (existencias)”. El Ge-stell reúne,
coliga, mete en razón, somete a la razón, a lo real y efectivo, a lo existente, que se
desoculta pasando de lo oculto a la presencia de tal manera que se muestra como mero
material, como fondo disponible. La esencia de la técnica moderna descansa en el Ge-
stell en tanto que modo específico de hacer surgir lo real efectivo de lo oculto. La
esencia de la técnica moderna pone al hombre en el camino de esta forma de
desocultamiento que nuestro autor denomina Ge-stell. Poner en camino es un envío
18
(Schicken) que se puede leer como un destino (Geschick). El Ge-stell, como todos los
modos de desocultamiento es un envío del destino. En ese sentido, podemos decir que la
técnica es un destino, lo cual no supone que sea una coacción fatal paralizante sino más
bien una oportunidad de acción, que convierte al hombre, más que en ‘alguien que
escucha atento’, en ‘un oyente sumiso y obediente’.
19
lo que el hombre disponga”. El hombre se ve impelido a provocar a la naturaleza para
que produzca las cosas como materiales calculables y disponibles y de esta manera se
sitúa él mismo también como material disponible y calculable. El hombre al desarrollar
e impulsar la técnica toma parte en el solicitar y el provocar como modos de
desocultamiento de lo real, pero el estado de desocultamiento mismo en cuyo ámbito se
despliega ese solicitar y ese provocar no es nunca un producto del hombre, de igual
manera que la estructura, típica de la modernidad, en la que un sujeto se enfrenta a un
objeto, tampoco lo es. El hombre se ve solicitado, interpelado, para hacer salir lo oculto
de una determinada manera, eso constituye para él un destino. En la modernidad, es
decir en la época de la imagen del mundo o del mundo como imagen, que es el dominio
de la representación o enfrentamiento de un sujeto y de un objeto, o bien en esta época
en la que el modo de desocultamiento de lo real ya no produce objetos de representación
sino materiales manipulables y consumibles, el hombre se ve interpelado por un destino
que se le presenta como una constricción y como una oportunidad.
Debido al olvido del ser se produce una uniformidad de los entes que quedan
sometidos, gracias a la técnica moderna, a una seguridad calculable que los pone a
disposición de la voluntad de voluntad, último avatar por ahora de la historia del ser. El
cálculo convierte al conjunto del ente, incluido los hombres, en algo previsible y
sometible a planificación5 y elimina toda diferencia en una unidimensionalidad
creciente.
20
reconcilie consigo mismo, es decir que se pueda encontrar con su esencia. El
predominio absoluto del Ge-stell no solo pone en peligro la relación del hombre consigo
mismo y con lo que le rodea, sino que impide también el surgimiento de cualquier
forma de desocultamiento que no sea la propia de la técnica, es decir la reducción de lo
real a material manipulable y de esta manera pone en peligro el propio proceso de
desocultamiento, es decir de llegada a la presencia, en último término, el acaecer mismo
del proceso de desvelamiento, o sea, la verdad. La estructura de emplazamiento que
constituye la esencia de la técnica moderna “deforma el resplandecer y el prevalecer de
la verdad”. El peligro no es la técnica en sí misma sino la esencia de la técnica que
impide al hombre la posibilidad de acceder a un desocultamiento más originario y de
esta forma dificulta su acceso a la experiencia de una verdad más inicial. El peligro no
reside en la técnica en sí sino en su predominio absoluto que lamina cualquier otro tipo
de experiencia con lo real que no sea la del cálculo y la manipulación.
Pero Heidegger no nos deja solos ante el peligro, sino que acudiendo a su amado
Hölderlin nos recuerda que: “... donde está el peligro, crece también lo que salva”. Y
aquí salvación no es sólo salvar de un peligro sino también redimir, conducir algo a su
esencia, para que de esta manera alcance su resplandecer propio. La esencia de la
técnica, pues, no sólo es el peligro supremo, sino que incluye en sí misma el
surgimiento y crecimiento de lo que salva. La esencia no es lo común sino lo que dura y
perdura, lo permanente de la cosa, lo que concuerda y acuerda. En el caso de la esencia
de la técnica Heidegger alude a su ambigüedad: por un lado, el Ge-stell conduce a un
movimiento furioso de provocación a la naturaleza que tapona toda posible
consideración del proceso de desocultamiento y, de esta manera, imposibilita establecer
una relación con la esencia de la verdad; pero, por otro lado, el Ge-stell tiene lugar en el
seno de lo que acuerda y concuerda que obliga al hombre a permanecer en su papel que
consiste en ser el que cuida la esencia de la verdad. En este sentido, la cuestión de la
técnica es la cuestión de la constelación en la que la esencia misma de la verdad en tanto
que juego y tensión entre el desvelamiento y el ocultamiento se produce.
El peligro del Ge-stell reside en que amenaza el desvelamiento al reducirlo al
surgimiento de materiales manipulables. La acción humana no puede de forma
inmediata conjurar este peligro, sin embargo, la meditación puede considerar que lo que
salva tiene que ser de una esencia superior a lo que amenaza. ¿Puede haber, pues, un
desocultamiento que concuerde más con los orígenes y que sea capaz de hacer aparecer
21
lo que salva en medio del peligro que más que mostrarse se oculta en la época de la
técnica moderna? Para responder a esta pregunta hay que volver al origen y en el origen
se encuentra la tecné que por un lado es la técnica, pero por otro es el arte, es decir, la
producción de lo verdadero a través de lo bello. El arte en los orígenes era un
desocultamiento múltiple y dócil a la potencia y la conservación de la verdad. Donde
surge el peligro ahí también surge la salvación. Quizás a través del paroxismo de la
técnica pueda desplegarse la esencia no técnica de la técnica de forma tal que produzca
el acontecimiento de la verdad. Dado que la esencia de la técnica no pertenece a la
técnica la reflexión sobre dicha esencia y el ajuste de cuentas con la misma han de
realizarse en un ámbito que por una parte esté relacionado con la técnica pero que al
mismo tiempo se distinga de la misma. Ese ámbito es el del arte. Y de esta manera
cuanto más nos aproximamos al peligro supremo que constituye el paroxismo de la
técnica los caminos que llevan hacia lo que salva comienzan a aclararse. Quizás el
futuro de un pensamiento no calculante y de una acción no exclusivamente técnica sino
también artística se muestra ya en el horizonte.
6
CF. “Lenguaje tradicional y lenguaje técnico” (1962).
22
Cuando Heidegger se pregunta por la esencia de la ciencia moderna, la encuentra en la
siguiente afirmación. “La ciencia es la teoría de lo real”7. Al analizar esta definición
nuestro autor encuentra que la misma sólo se puede aplicar a la ciencia moderna y no a
la episteme griega o a la doctrina medieval. En esta definición Heidegger muestra qué
sentido tiene en la misma la noción de real y la noción de teoría. Lo real, lo efectivo,
pertenece al ámbito de lo que obra, de lo que hace, de lo que actúa, de lo que se pro-
duce en el sentido de que pasa a la presencia, surge en el ahí-delante. Lo real es lo que
produce en la presencia lo producido. Lo real abarca lo producido por el hombre y lo
que se produce a sí mismo, lo artificial y lo natural, podríamos decir. Lo real es lo
llevado a la presencia, lo que en dicha presencia dura y permanece. Lo real es lo que se
sigue de una acción, en ese sentido es un producto, una consecuencia, que ha sido
llevado a la presencia por una causa que lo precede. Lo real en la modernidad se
presenta como lo que está en posición, lo que se pone, lo que se pone enfrente, contra,
lo que es ob-jeto frente a un sujeto, lo real en la modernidad es el resultado de una re-
presentación de un sujeto, es una imagen, es una representación en sentido objetivo,
resultado de una representación en sentido subjetivo.
Teoría por su parte, nos remite a un ver , a un contemplar que ve el aspecto de lo real,
la idea .La teoría consiste en un ver el aspecto bajo el que se muestra la cosa presente.
Atendiendo a su etimología griega, la teoría es “la atención respetuosa concedida a la
no ocultación de la cosa presente”, y en ese sentido se relaciona con la verdad (el
desocultamiento de lo oculto, el develamiento de lo velado), la teoría es “la guardiana
de la verdad”.
Las ciencias modernas son plurales, cada una acota un ámbito de la realidad que
considera como su dominio objetivo. Frete a la posición de Ortega, para Heidegger la
ciencia moderna tiene que ser necesariamente especialización. La ciencia construye,
pues, una naturaleza objetiva, que sin embargo no es más que una manera, entre otras de
relacionarse con las cosas, una manera específica de manifestarse las cosas.
Precisamente, el máximo peligro asociado a la técnica moderna proviene de su
exclusividad, de su pretensión de convertirse en la única manera posible de relacionarse
con las cosas eliminado o devaluando todas las demás. Por ello la actitud preconizada
por Heidegger respecto a la técnica moderna no coincide con el rechazo romántico de la
7
Cf. “Ciencia y meditación” (1953).
23
misma, sino más bien con una actitud que dice simultáneamente si y no al mundo de la
técnica, una actitud que denomina serenidad (Gelassenheit)8. La serenidad es una forma
de relacionarse con las cosas que en lugar de pretender manipularlas como mero
material y transformarlas, las deja en su ser y de esta manera se abre a su misterio. La
serenidad se opone a la actitud definitoria de la ciencia moderna que pretende hacer
completamente visibles (y dominables) a las cosas, la serenidad respeta el halo de
misterio que rodea a las cosas y que constituyen su aura, sólo abordable a través del
arte. La serenidad es lo que rescata el carácter de lo real como cosa y no como simple
objeto de representación de un sujeto. La cosa9 no es una mera representación ni una
simple producción. La ciencia moderna ha destruido el carácter cósico de lo real, su
calidad de cosa. La coseidad de la cosa se mantiene oculta debido al predominio de la
técnica y la ciencia modernas. La realidad de la cosa, su coseidad, consiste en su
esencial referencia al hombre, su relación práctica, no representativa ni objetiva, con el
hombre. La cosa es lo que concierne al hombre, es lo que se dirige y ofrece al hombre
de una manera preconceptual, más afectiva que racional, más pragmática que teórica. El
tipo de pensamiento que mejor puede acercarse al ente en tanto que cosa, más que en
tanto que objeto, en tanto que representación no es el pensamiento que explica y que
calcula, propio de la modernidad, sino el pensamiento que medita y que recuerda.10 Sólo
este tipo de pensamiento meditante puede volver a ofrecernos cierto arraigo entre las
cosas, no consideradas ya como objetos manipulables.
Precisamente este carácter parcial del enfoque científico de las cosas conlleva que la
representación científica nunca sea capaz de circunscribir, de abarcar, la esencia de la
naturaleza que se muestra siempre para las ciencias particulares como lo inabarcable
(das Unumgängliche) lo que no se puede circuncidar. Esto significa que la ciencia no
pasa más allá de la naturaleza sino que permanece próxima a la misma y además que la
objetividad calculística propia de la ciencia es incapaz de abarcar la plenitud de ser de
la naturaleza.11
8
Cf. “Serenidad” (1955).
9
Cf. “La cosa” (1950).
10
Cf. “Serenidad”.
11
Cf. “Ciencia y meditación”.
24
ENCUENTRO DE HEIDEGGER Y ORTEGA (DARMSTADT 1951)
El propio Ortega resume con gran precisión y concisión las posiciones de Heidegger: Se
construye para habitar, pero el fin, el habitar, preexiste al construir. Habitar aquí
significa estar en el universo, en la tierra, ante el cielo, entre los mortales y hacia los
dioses. Porque el hombre ya habita, construye a fin de que su habitar llegue a ser un
cuidar del universo, un abrirse hacia él que permita que sea lo que es. Esta faena
dedicada al Universo es, en última instancia, pensar. De ahí el titulo de la conferencia:
Construir, habitar, pensar.12 Para Heidegger, ser hombre supone ser sobre la tierra como
mortal y a esa forma de estar la denomina habitar. Cuando los mortales habitan ocupan
su lugar en el cuarteto que relaciona entre sí el cielo y la tierra, los dioses y los mortales,
en tanto que estructura del universo. Por su parte, construir supone edificar lugares que
administran un lugar en el Cuarteto. Los edificios son espacios que administran el
Cuarteto al salvar la tierra, acoger el cielo, esperar los divinos y conducir los
mortales.13 Ortega que reconoce la profundidad del pensador alemán con el que
comparte el método de la etimología, no acepta en cambio que el hombre habite en la
tierra de forma tan sencilla como se trasluce en las posiciones del alemán, para quien
habitar es el rasgo fundamental del Ser conforme al cual los mortales existen.14 Para
12
Cf. Anejo: en torno al ‘Coloquio de Darmstadt, 1951”, en J. Ortega y Gasset,
Pasado y porvenir para el hombre actual, Revista de Occidente, Madrid, 1974, p.44.
13
Cf. Heidegger, “Construir, habitar, pensar” en Essais et conférences, pp.189-190.
14
Cf. “Construir.” p.192.
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Ortega el hombre está en la tierra, pero no habita en ella, o al menos no lo hace de
forma pacífica. El hombre es un animal desadaptado que no tiene un repertorio
instintivo que facilite su acople en su hábitat natural; el hombre no está cómodo en la
naturaleza y por ello tiene que construir una antinaturaleza, un mundo artificial que se
superpone al natural. Este mundo artificial es la técnica. Para poder subsistir en la
naturaleza el hombre intercala entre él mismo y el mundo natural una serie de
creaciones técnicas que ‘deforman, reforman y conforman’ la tierra de manera que la
conviertan en algo más habitable. Por ello, en el hombre, el habitar no precede al
construir, sino que lo sigue. Sólo la técnica, el construir, permite al hombre adaptarse al
espacio humanizándolo. La estancia del hombre en la tierra no es un pacífico habitar,
sino una radical infelicidad, debida a que está en un ámbito, el mundo, que le es extraño
y hostil. En cambio, Heidegger identifica el habitar y el construir al remitir ambas
nociones a una raíz común que significa ser. Para Ortega el ser del hombre es
insatisfacción, anhelo de algo que no se tiene. El hombre aspira a habitar, pero no lo
logra nunca del todo. Sin Habitar no llega a ser, pero para habitar necesita construir, es
decir, ser técnico.
Bibliografía
A continuación, se presenta una bibliografía seleccionada para que el alumno elija los
libros o los temas que le interesen. Por supuesto no se trata de leerla toda sino de
seleccionar la que más se adapte a las necesidades e intereses de cada uno.
FUENTES
Heidegger, M.; Filosofía, ciencia y técnica, Ed. Universitaria, Univ. Chile, 2003.
; Serenidad, Ed. Del Serbal, Barcelona, 1994.
; “Hacia la pregunta del ser” en Acerca del nihilismo, Paidós, Barcelona,
1994.
26
;” La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos, Ed. Del Serbal,
Barcelona, 1994.
; ” La época de la imagen del mundo” en Caminos del bosque, Alianza,
Madrid, 2010, pp.63-90.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
Metodología y actividades
El alumno tendrá que leer detenidamente la Guía Didáctica en la que encontrará los
contenidos fundamentales. Con esa información tendrá que leer los libros que estime
oportunos de la Bibliografía Recomendada a partir de la cual podrá elaborar el trabajo
que servirá para la evaluación del Curso. Además, se podrán programar algunas
conferencias-convivencias a lo largo del curso. Los alumnos dispondrán también de la
tutoría postal y telefónica para estar en contacto con el profesor. Se aconseja que se
realicen las actividades de autoevaluación para comprobar el grado de comprensión de
las temáticas fundamentales. Se aconseja que primero se haga una lectura relativamente
rápida de los textos subrayando y anotando los puntos fundamentales, a los que se
volverá posteriormente en una segunda lectura más profunda y reposada. Conviene leer
detenidamente el glosario que contiene la terminología esencial de la temática del curso.
27
Nivel del curso
Medio
Alumnado
Duración y dedicación
Profesorado
Profesora Colaboradora: Dra. Dña. Aída Míguez Barciela, Profesora Ayudante Doctora,
Universidad de Zaragoza
28
Material didáctico obligatorio
No hay. La bibliografía recomendada está en la Guía del Curso.
Tutorías
Tutoría telefónica:
Jueves, de 10 a 14 h.
Tel.: 913986923.
Correos electrónicos: fjmarmar@fsof.uned.es
aidamiguezbarciela@gmail.com
Los alumnos deberán presentar un trabajo (20-25 folios) sobre la temática tratada en el
curso a finales de mayo. En la calificación se tendrá en cuenta la originalidad del
programa, así como sus aspectos críticos. Igualmente se tendrá en cuenta el esfuerzo por
conectar la temática tratada con las asignaturas que imparta el alumno.
Así mismo los alumnos podrán autoevaluarse contestando a las siguientes preguntas:
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- Relación entre ciencia y técnica en Heidegger
- La técnica como peligro y salvación
- Pensamiento calculante y pensamiento meditante
- La serenidad y la relación pacificada con las cosas
- La época de la imagen del mundo
- La noción de representación
APENDICE
Como apéndice añadimos aquí una guía de lectura de los dos textos fundamentales de
Heidegger como ejemplo de la manera de leer y de extractar la información fundamental
de los libros. Esperamos que pueda ser de utilidad para la comprensión de la temática
freudiana, así como modelo posible de una guía de lectura.
GUIA DE LECTURA
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lectura empirista se basa en la abstracción mediante la cual se obtiene la esencia del
objeto real a través de la eliminación de sus elementos inesenciales. Ambos tipos de lectura
juegan con dos pares de oposiciones: interior/ exterior y núcleo invisible / superficie
visible y además no distinguen el objeto real del objeto de conocimiento.
El proceso de la lectura es un proceso complejo que se da en un contexto histórico e
institucional determinado y que supone la acción de unos medios teóricos, métodos,
técnicas de lectura, teorías previas, etc., sobre el texto dado que sirve de materia prima con
el objetivo de conseguir un objeto teórico como resultado: los conceptos.
En la metafísica se lleva a cabo la meditación sobre la esencia de lo ente, así como una
decisión sobre la esencia de la verdad.
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La metafísica fundamenta una era por medio de una determinada interpretación de lo
ente y una determinada concepción de la verdad esencia.
La esencia de eso que hoy denominamos ciencia es la investigación que consiste en que
el propio conocer, como proceder anticipador, se instala en un ámbito de lo ente, en la
naturaleza o en la historia.
Rasgos de la investigación:
en un ámbito de lo ente se proyecta un determinado rasgo fundamental de los
fenómenos propios de ese ámbito
32
la ciencia moderna es una institución, una empresa
¿Qué concepción de lo ente y qué concepto de la verdad hacen posible que la ciencia se
torne investigación?
El conocimiento en tanto que investigación exige que los entes estén sometidos a la
representación y al cálculo predictivo lo que otorga objetividad a la ciencia. Esta
objetividad es lo que permite al hombre asegurarse de los entes y tener certeza sobre los
mismos.
33
Lo que define a la Edad Moderna no es tanto la libertad del hombre sino su conversión
en sujeto, en hipokeimenon, como aquello que yace ante nosotros y que como
fundamento reúne todo sobre sí
El hombre como sujeto tiene como correlato el mundo concebido como imagen. Ambas
cosas solo suceden en la modernidad.
Imagen en la expresión imagen del mundo no alude a una copia de la realidad sino a que
la realidad se presenta ante nosotros y nos hace que estemos al tanto de la misma
Estar al tanto de algo implica no solo que el ente se nos representa sino también que se
nos presenta como sistema
34
La conversión del mundo en imagen y del hombre en sujeto hace que la teoría del
mundo se configure como una teoría del hombre, como una antropología y la ética se
presente como un humanismo
3. - Conceptos fundamentales.
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2. - Heidegger, M; “La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos, Ed. Del
Serbal, Barcelona, 1994, pp. 9-37.
1. - Introducción y contextualización.
Este texto es una conferencia pronunciada el 18 de noviembre de 1953 en la Escuela
Técnica Superior de Munich en el marco de una serie de exposiciones obre el tema “Las
artes en la época de la técnica” organizada por la Academia Bávara de Bellas Artes. De ahí
su alusión final a la cuestión del arte. El presente texto es una ampliación de otra
conferencia titulada ‘Das Gestell’ que se pronunció el 1 de diciembre de 1949 como parte
de una serie de cuatro cuyo título general era “Mirada en lo que es”. Las otras tres
conferencias se titularon ‘Das Ding’ (La cosa), ‘Die Gefhar’ (El peligro), y ‘Die Khere’
(La vuelta). El texto surge en una época, los años cincuenta, en la que Heidegger aborda
varias veces y desde distintos ángulos la cuestión de la técnica: Construir, habitar, pensar
(1951), Ciencia y meditación (1953) La pregunta por la técnica (1955), Serenidad (1955),
Hacia la pregunta del ser (1955), Encuentros con Ortega y Gasset, (1956), Lenguaje
tradicional y lenguaje técnico (1962).
La reflexión de Heidegger sobre la técnica se sitúa en el marco de su dialogo con Jünger
y Ortega y en una reflexión sobre las aportaciones de Spengler.
Dicha pregunta pretende establecer una relación libre con la técnica; la relación es libre si
abre nuestro ser (Dasein) a la esencia (Wesen) de la técnica.
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Definición instrumental y antropológica de la técnica: la técnica es un instrumento; es un
medio para alcanzar fines que se propone el hombre.
La causa aparece como lo que opera, lo que obtiene resultados; pero si nos remontamos a
sus orígenes griegos, las causa se relacionan con la responsabilidad: son los cuatro modos
de ser responsable, de responder.
En el sentido griego los cuatro modos de ser responsable llevan a las cosas a aparecer; las
dejan venir a darse en la presencia El ocasionar es este dejar venir a la presencia; este dejar
llegar a lo todavía no presente a la presencia; este avance a la presencia es la poiesis, en el
sentido de pro-ducir, de traer-ahí-delante.
37
Heidegger distingue entre la técnica griega y la técnica moderna. La técnica moderna no es
una pro-ducción en el sentido de la poiesis, sino más bien una provocación que exige a la
naturaleza suministrar energía que pueda ser extraída y almacenada como tal.
Esta interpelación provocante da lugar a un tipo especial de desvelamiento que nos pone en
contacto con algo estable que se muestra más como material (Bestand) que como objeto
(Gegenstand).
La provocación que supone la técnica reúne al hombre en torno a la tarea de solicitar como
material a lo que se desvela.
La palabra emplazar aquí no alude sólo al provocar, sino que remite también al producir y
representar que hace que venga a darse lo presente, en el sentido de la poiesis.
A continuación, Heidegger relaciona la técnica moderna con las modernas ciencias exactas
de la naturaleza. A pesar de que la ciencia moderna ha precedido casi dos siglos a la
técnica moderna ambas comparten ese tipo de coligación que provoca y que conduce al
38
desvelamiento que solicita. La naturaleza se presenta, tanto para la técnica como para la
ciencia modernas, como un conjunto de fuerzas calculables.
Este enviar (Schicken) coligante que pone al hombre en el camino de hacer salir las cosas
de lo oculto lo llamamos destino (Geschick). El destino es aquello a partir de lo cual la
esencia de la historia de determina.
El hombre en todo su ser está regido por el destino del desvelamiento. Pero este
sometimiento al destino no es una constricción que elimine su libertad, ya que frente a esta
llamada se encuentra como alguien que escucha y no como un siervo que obedece.
Hay una relación estrecha entre el desvelamiento que supone la verdad y la esencia de la
libertad como destino. La libertad es el camino del destino que pone en marcha cada vez
un desvelamiento, un desocultamiento.
Situado ante esta alternativa el hombre está sometido a una amenaza del destino que se
presenta de esta manera como peligro
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El peligro de la técnica, su ser un destino para nosotros, consiste en que este predominio de
la técnica pone en peligro la experiencia de otras formas más originarias de salir de lo
oculto, pone en peligro, pues, la posibilidad de hacer la experiencia de una verdad más
originaria y esencial.
Pero este peligro no concluye en sí mismo, sino que como nos recuerdan los versos de
Hölderlin: “Donde crece el peligro, crece también lo que salva”. Si la esencia de la técnica
es el peligro extremo y las palabras del poeta son ciertas entonces la estructura de
emplazamiento no puede agotarse en la deformación de todo resplandecer de la verdad.
Sino que precisamente la esencia de la técnica puede dar lugar al surgimiento de lo que
salva.
La salvación que surge emparentada con la técnica, que se llamaba tecné también en el
origen, es el arte. No sólo la técnica sino también el arte es un modo de hacer salir lo
oculto, llevándolo al esplendor de lo que luce. El arte trae lo verdadero ahí delante en lo
bello.
Por todo ello, la meditación sobre la esencia de la técnica nos lleva a un ámbito que no es
técnico, aunque está emparentado con la técnica; este ámbito es el del arte. La pregunta por
la esencia de la técnica corre pareja con la pregunta por la esencia del arte, cuanto más
interroguemos la esencia de la técnica tanto más misteriosa se presentará la esencia del
arte.
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Cuanto más nos acerquemos al peligro con mayor claridad lucirán los caminos que llevan
a lo que salva y más intenso será nuestro preguntar.
3. - Conceptos fundamentales.
- técnica: no se acepta la concepción instrumental y antropológica de la misma; se
distingue entre la técnica antigua y la moderna.
- Pregunta: construcción de un camino del pensar que nos permita alcanzar la
esencia
- Verdad/ corrección: lo meramente correcto no nos lleva a la verdad
- Causas: no sólo lo instrumental, sino más bien las formas de ser responsable de
algo.
- Desocultamiento: la esencia de la verdad; desvelar, desocultar la realidad y
hacerla que se haga patente en la presencia
- Poiesis: paso de lo oculto a la presencia; traer ahí delante.
- Tekné: la región común a la técnica y al arte.
- Estructura de emplazamiento (Gestell): la esencia de la técnica moderna; lo
coligante que emplaza al hombre a desocultar lo real en la forma de material.
- Material (Bestand): por oposición a objeto, lo real tal como lo que se desoculta
mediante la técnica moderna que emplaza, provocando, a la Naturaleza.
- Destino: la estructuración de la historia humana, en tanto que envío al hombre
hacia el desocultamiento de las cosas
- Peligro: situación en la que se encuentra el hombre al estar sometido al destino
que lo obliga a hacer salir lo oculto
- Salvación: surge en el mismo ámbito que el peligro; en el caso de la técnica la
salvación puede ser el arte
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