Está en la página 1de 4

Trabajo 4 - ¿Existe ciudad con cuarentena?

Elaborado por: Luisa Fernanda Correa Gómez

El mundo se ha paralizado. Las ciudades se han detenido y vemos casi en cámara


lenta los vestigios de lo que antes era cotidiano: el ruido, mucho ruido, de
automóviles, buses, personas; la aglomeración, mucha aglomeración, de
automóviles, buses, personas; la contaminación ambiental y visual, mucha
contaminación. Las personas se han encerrado, -matando- el tiempo e intentando
sobrellevar el estrés y la ansiedad del encierro. Y por primera vez, en muchos
años, el planeta tierra toma un respiro de la agobiante cotidianidad contaminante.
La ciudad, aunque nunca en silencio, si está más callada.
La ciudad es un espacio urbano con alta densidad poblacional, en la que
predomina el comercio, la industria y los servicios. La que se constituye
principalmente por muchos edificios, una desarrollada infraestructura de transporte
y comunicaciones, y un escaso terreno destinado a los espacios verdes. Es
diseñada, construida y gestionada por los seres humanos, pero no son los únicos
seres vivos que viven la ciudad. Si bien estos asentamientos solo se consolidad
como ciudad luego de una sucesión de acontecimientos, a manos del ser humano,
luego de su consolidación la ciudad se vuelve con -ser- más en el mundo y no una
-parte- del hombre. Es decir, la ciudad tiene vida propia, la ciudad como ser vivo.
Las ciudades nunca deben verse, planificarse y construirse, exclusivamente, como
la materialización de los inmuebles, espacios e infraestructuras que necesitan los
seres humanos para interactuar y vivir. La ciudad es mucho más que los
materiales inertes con lo que están conformadas sus calles, edificaciones y
espacios públicos en general [ CITATION Ecu19 \l 9226 ] . La ciudad también es mucho
más que las personas que la habitan, de manera permanente o intermitente, en el
exterior o en el interior. La ciudad es un conjunto de sistemas, capas. Y los seres
humanos solo somos una parte de este sistema. Aunque desapareciéramos, la
ciudad no moriría, solo se transformaría. Porque contrario a lo que lo que
creemos, el planeta sin los seres humanos no se acabaría, antes, por el contrario,
renacería. Teniendo en cuenta, que en nuestras manos reside el deterioro y la
contaminación que actualmente afrontamos, y que las consecuencias de nuestros
actos seguiremos viviendo y presenciando si no empezamos a actuar de una
manera diferente, más sostenible.
Entonces, la ciudad sigue existiendo en tiempos de cuarentena, porque si bien
formamos parte de ella y de sus dinámicas, la ciudad como ser vivo sigue
viviendo. Sigue siendo residencia (hábitat) para muchos más seres vivientes.
Porque los seres humanos no somos los únicos que habitan y viven la ciudad. La
ciudad sigue existiendo, pero nuestra manera de habitarla y vivirla se ha
transformado. Sin el ser humano, la ciudad ha tomado un descanso y ha podido
respirar, descansar. La ciudad en tiempos de pandemia se ha vuelto escenario
para que los animales se apropien de la ciudad, sin miedo la exploren y disfruten.
Porque a la final, este también es su hogar. El cual desde hace años
consideramos que es únicamente nuestro y además tenemos el descaro de
creernos con la autoridad de transfórmalo y explotarlo a nuestro beneficio, sin
considerar los efectos y consecuencias de estos cambios. Pensamos que el
mundo es exclusivo de nuestra especie, y aunque somos conscientes de que
necesitamos de la naturaleza y de otros animales para sobrevivir, actuamos como
si no.
Las rutinas y dinámicas de todo el mundo han cambiado, no concebimos un
paisaje urbano sin automóviles, buses ni personas, nos es ajeno habitar (cuando
lo hacemos) estos espacios solitarios y “muertos”. Hoy más que vivir la ciudad, de
permanecer, en los espacios públicos que ofrece, la observamos… Desde
nuestras ventanas, balcones, vehículos. Hoy tenemos vivir la ciudad por un algo
que no podemos ver, pero sabemos que existe. El paisaje que hoy
experimentamos en la ciudad puede evocar sentimientos de miedo, angustia e
incertidumbre. Pero también ofrece espacios que evocan paz, tranquilidad y
bienestar. Todo depende de la percepción de cada individuo. Si bien la realidad es
una para todos, la manera de vivirla cambia en cada persona, y depende no solo
de su situación económica, laboral o social, sino de su capacidad mental y
emocional de leer y vivir el mundo.
Personalmente disfruto mucho el panorama de la ciudad que ha ocasionado la
pandemia. Es un acontecimiento único, porque, aunque la humanidad ha
experimentado situaciones similares, cada época trae consigo nuevos retos y
paisajes. Cuando salgo, y recorro la ciudad (en busca de alimento y caminando)
soy más consciente del medio que me rodea, disfruto cada rayo de sol, cada
oleada de viento, cada sonido de las ramas de los árboles moviéndose, los
pájaros cantando. Y a pesar de que siento miedo -claro, soy humana-, aprecio
más lo cotidiano, lo que siempre está, pero no prestamos atención. Podría decirse
que la pandemia trajo consigo un “abandono” de la ciudad, cortar el césped y
podar los árboles y arbustos ya no son una necesidad -estética- lo más
importante, las prioridades cambiaron y con ellas la naturaleza en la ciudad es
más libre: la hojarasca permanece junto a su árbol, cumpliendo su función
ecológica de abono para el mismo. El césped crece libremente, convirtiéndose en
pastizales y matorrales. Los animales sin miedo recorren las calles de la ciudad.
¿Época de reflexión? Cada individuo ha experimentado y sobrevivido la
cuarentena de maneras diferentes, no se puede pretender que esta situación
transforme la manera de ver el mundo, habitar la ciudad y vivir la vida de los seres
humanos. Y, por lo tanto, sería muy iluso pensar que el encierro nos ha ayudado a
evolucionar y por ende a comprometernos a cambiar hábitos y acciones en pro de
un mundo más sano, amable, incluyente, donde podamos vivir de una manera
sostenible y en armonía, no solo con la naturaleza sino entre nosotros mismos
como sociedad.
En medio de esta pandemia, el espacio público definitivamente está teniendo un
momento. Los parques, plazas y otros activos urbanos al aire libre ya no se
consideran superfluos, sino que finalmente se los reconoce como esenciales. Y
también lo son los autores intelectuales detrás de ellos. Desde el comienzo de la
pandemia, la arquitectura del paisaje se ha convertido en una de las pocas áreas
de optimismo cauteloso dentro del sector más amplio de la arquitectura, la
ingeniería y la construcción, que está preparada para una recesión [ CITATION
Reb20 \l 9226 ].

Dentro de los temas e ideas que algunos arquitectos del paisaje están
desarrollando para responder a esta crisis de salud son: repensar la comunidad y
el compromiso público; rediseño de parques: menos programación, más
reactivación y los arquitectos paisajistas como (deben convertirse en) defensores
[ CITATION Reb20 \l 9226 ].

Es necesario entonces un cambio, no solo desde los espacios de la ciudad sino


también desde nuestros hábitos, como individuos y sociedad. Tal y como lo dice, a
través de un video difundido en un evento virtual que realizó el gobierno de
Colombia como anfitrión de la conmemoración del Día Mundial del Medio
Ambiente, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quien
sostuvo que era preciso que toda la comunidad global cambiara de rumbo, tras la
pandemia del nuevo coronavirus. Para el representante de esa organización solo
de esa manera sería posible edificar un futuro verde y resiliente. Afirma que en la
reconstrucción mejorada posterior a la pandemia de la covid-19, demos a la
naturaleza el lugar que le corresponde, haciendo de ella la consideración
primordial en la toma de decisiones. Y propone que repensemos lo que
compramos y usamos, que adoptemos hábitos, sistemas alimentarios y modelos
empresariales sostenibles, que salvaguardemos los espacios y la vida silvestre
que aún existen, y que comprometámonos a forjar un futuro verde y resiliente
[ CITATION Sem20 \l 9226 ].

Para concluir, es importante que, como seres vivos y humanos, aceptemos que es
necesario este cambio en pro de nuestra propia supervivencia, y dejemos de
relacionar la lucha por la protección y restauración del medio ambiente con un
cuento de hadas o con un movimiento hippie, innecesario y poético, porque si no
hacemos nada ahora, en unos años estaremos viviendo tal cual en las películas
postapocalípticas como Max Max: Fury Road, luego de que el planeta sufriera una
sequía a escala global tras una guerra nuclear la gasolina y el agua son productos
escasos; o What Happened to Monday?, donde la superpoblación origina una
crisis a nivel mundial, los recursos naturales se han agotado, que da como
resultado la aplicación de una estricta política del hijo único regulada; o
Snowpiercer, donde un tren alberga a los últimos sobrevivientes del planeta tierra,
ya que esta vive una era glacial después de un experimento científico para
combatir el calentamiento global fallara; y entre otras. Si bien son películas, y
exageran las circunstancias y la trama, nadie nos garantiza que ese no sea el
futuro que le espere al planeta tierra y a la humanidad. Lo que estamos viviendo
hoy con la pandemia se relató muy asertivamente en la película Contagion del
2011. Un virus nuevo, mortal y de rápido y fácil contagio.

Bibliografía

Ecuuve. (18 de 03 de 2019). La ciudad como un ser vivo. Obtenido de Revista


Construir: https://revistaconstruir.com/it_connect/la-ciudad-como-un-ser-
vivo/
Greenwald, R. (16 de 06 de 2020). Después de COVID-19, ¿qué sigue para la
arquitectura del paisaje? Obtenido de ArchDaily:
https://www.archdaily.co/co/941810/despues-de-covid-19-que-sigue-para-
la-arquitectura-del-paisaje
Semana Sostenible. (05 de 06 de 2020). Mundo postpandemia debe darle a la
naturaleza el lugar que le corresponde. Obtenido de Semana Sostenible:
https://sostenibilidad.semana.com/actualidad/articulo/onu-pide-cambio-de-
rumbo-para-apostar-por-un-futuro-verde-tras-la-pandemia/51665?
fbclid=IwAR1BNDps2eL-_vbvEfAWJZvwEPcTrO7fWHE8a9NO5nlRNHAS-
pYYPODR-Mg

También podría gustarte