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DE LA INEPTITUD DE LA POLÍTICA

José David Bustamante Velásquez


La Corte Constitucional de Colombia la aclamada institución guardiana de la
Carta magna del Estado colombiano, establecida en un marco tensionante para
América latina, en un periodo donde las dictaduras militares habían tomado el
poder en la zona, exceptuando nuestra República, esos tiempos difíciles, que
habían colmado a las juventudes colombianas de un profundo aburrimiento por la
falta de eficacia y efectividad del Estado, uno que tenía un monarca por tiempo
establecido de cuatro años, quien definía lo que se hacía y tenia un escasísimo
control por otros órganos.
Es que esos vientos del alma envueltos en llamas iban a ser la manera en
que Colombia fuera a dar un paso importante, por lo menos a lo que a mi
concierne a la par de Latinoamérica, logrando así una Asamblea Nacional
Constituyente y el desarrollo de una nueva Institución, la Corte Constitucional, con
un apartado exclusivo en el Título VIII, Capítulo IV: De la Jurisdicción
Constitucional.
Es lamentable saber que hoy en día, la Alta Corte no se puede decir, cuenta
con un gran prestigio a nivel político, o por lo menos no con el que contaba con su
primera “generación”, con tan honorables Magistrados como el Dr Carlos Gaviria
Diaz y Vladimiro Naranjo Mesa. Los escándalos de corrupción como el caso del
presidente del entonces, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub y su “venta” de tutelas o
demás escándalos, es más entristece saber que basta buscar el nombre de la
institución para encontrar tantísimos resultados de noticias de corrupción de esta.
Sus facultades, que por motivos prácticos dejaré enunciadas, definidas en
el artículo 241 establecen, a resaltar, lo siguiente:
3. Decidir sobre la constitucionalidad de los referendos sobre leyes y de las
consultas populares y plebiscitos del orden nacional. Estos últimos sólo por vicios
de procedimiento en su convocatoria y realización.
8. Decidir definitivamente sobre la constitucionalidad de proyectos de ley que
hayan sido objetados por el Gobierno como inconstitucionales, y de los proyectos
de leyes estatutarias, tanto por su contenido material como por vicios de
procedimiento en su formación.
La constante lucha de los partidos políticos en Colombia, han marcado unas
fuertes tendencias ideológicas a lo que se considera la derecha en sus múltiples
facetas, sobre todo el partido fundado por el ex Presidente de la República y ahora
Senador, Álvaro Uribe Vélez, el Centro Democrático. De este partido en particular,
se han realizado propuestas que tomando como cita el capitulo 5: Casos
constitucionales del texto de Ronald Dworkin, es posible que sea ingenuo por
suponer que Nixon tenga una filosofía jurídica 1 (1977), propuestas que rayan con
el absurdo del Estado Constitucional e inclusive con el Estado de Derecho mismo,
la polémica gira entorno al Proyecto de Ley que consuma todas estas propuestas.
Proyecto realizado por el Representante a la Cámara, Álvaro Hernán Prada, que
es necesario insinuar para tomar en cuenta más adelante que es el mismo que es
investigado por presunta manipulación de testigos (El Espectador, 2019).
En principio las declaraciones del Representante a la Cámara parecen
loables, él explicó en Blu Radio que lo que busca es que el pueblo tenga la última
palabra cuando el alto tribunal tome decisiones sobre temas que afecten los
derechos fundamentales de los ciudadanos [ CITATION ElE19 \l 3082 ]. Pero son en
últimas un atropello del desarrollo del modelo Constitucionalista pues como lo
explica Dworkin con un ejemplo del sistema constitucionalista americano:
[…] el Bill of rights, está destinada a proteger a los ciudadanos, individualmente
y en grupo, contra ciertas decisiones que podría querer tomar una mayoría de
ciudadanos, aún cuando esa mayoría actúe siguiendo lo que para ella es el
interés general o común [ CITATION Ron84 \l 3082 ].
Cabe recordar no es la primera vez que este partido busca modificar las Altas
Cortes, pues ellos buscaron la manera de realizar una reforma a la justicia para
1
En este caso se entenderá a Nixon de la misma manera que lo entiende el autor,
pues, el partido –Centro Democrático– analizado, encaja con las descripciones de
la ficción.
convertir a las altas Cortes, en tribunales de segunda instancia, y a la Corte
Constitucional en tribunal Supremo. El actual proyecto de reforma, lo que
busca es:
La iniciativa plantea adicionar un parágrafo al artículo 377 de la
Constitución, en el que se especifican las reglas del referendo. "Parágrafo:
Cuando la Corte Constitucional mediante un fallo interprete materias
referidas a los derechos reconocido en el Capítulo 1 del Título II y a sus
garantías, a los procedimientos de participación popular, o al Congreso, la
ciudadanía podrá solicitar mediante un referendo que se anule dicha
interpretación, si la considera contraria a sus principios fundamentales. Y se
entenderá derogada por el voto negativo de la mayoría de los sufragantes,
siempre que en la votación hubiere participado al menos la cuarta parte del
censo electoral y cumplan las exigencias del artículo 155 de la Constitución
política" [ CITATION Rev19 \l 3082 ]

Una iniciativa completamente fuera de contexto, que como se ha apoyado,


atropella al modelo constitucional y a las garantías que este trae, pues someter a
revisión las normas por un cuerpo sumamente especializado y técnico, es lo
pertinente y necesario a la luz hoy.
Un argumento en el que pueden incurrir los promotores del susodicho
proyecto y que pareciere tener una sólida base, es el hecho de los jueces no están
legitimados democráticamente, no obstante, estos cargos han de ser distinguidos
y legitimados por el apego del juez al aparato del ordenamiento jurídico. La figura
del juez es esencial para la sociedad pues el literalismo de la norma para casos
difíciles puede converger en resultados que no deberían de ser.
El Partido Centro Democrático y el líder de este tiene un “record” de sin
sabores con la Corte Constitucional ya que esta desde su accionar en el Derecho
le ha derrumbado diferentes proyectos políticos, que le ha encontrado vicios de
forma o fondo, siendo los más destacados estos: la inexiquibilidad de los artículos
33 y 140 del Código de Policía, sobre consumo de drogas y alcohol en espacio
público. El segundo a destacar la prohibición para un tercer mandato a Álvaro
Uribe, al igual que permitiera la adopción igualitaria y quizás la por la que se
mueve todo este entramado, la declaratoria de exequibilidad de la Ley Estatutaria
de la JEP. Esta da muestra del perfil de la Corte, una que se mueve por el
Sendero del bien llamado por Dworkin como activismo judicial, que claramente es
un obstáculo para los actores que trabajen por la ideología de la restricción judicial
que en este caso el Partido Centro Democrático funge.

Para encontrar una relación entre lo leído y el caso concreto del referendo,
sería el activismo de la Corte y de su necesidad, no más bastaría remitirse a los
increíbles fallos o inclusive a los salvamentos de voto del ex Magistrado Carlos
Gaviria, quien siempre defendió de manera acorde el rumbo de la sociedad
contemporánea los principios morales y los derechos. Es imperante recordar que
bajo esta mirada o aquella el Estado tiene siempre una función social y esta
parece que la cumple la Corte en casi todo momento cuando se remite al tema de
derechos morales que Dworkin defiende para los ciudadano que tienen contra el
Estado, sobre todo cuando se hace valer el derecho moral en contra del Estado
cuando este aun así privilegiando al interés común, se equivoca. En contraste con
lo que afirma Dworkin que puede ocurrir es que en Colombia no se dio un trato
despótico ni tiránico con las desiciones de la Corte, pues hay un registro
intachable.
A modo de decidir, considero plenamente la necesidad de la Corte y su
control al entorno político y jurídico, y ningún otro órgano sea legislativo o ejecutivo
lo puede cumplir por su función técnica e imparcial. Del activismo judicial puede
llegar a volverse tiránico y despótico inclusive, no obstante, a la Corte también se
le debe mantener el control para que opere de manera ejemplar, pues esto hace
alusión al concepto de autoridad judicial. El devenir de opiniones de que
problemas políticos lo tienen que resolver órganos políticos es completamente
absurdo, pues la Corte desde su consolidación en la Constitución se define como
una entidad capaz de desarrollar múltiples funciones, que, en manos de políticos,
estarían sesgadas por la venda de la parcialidad. Además de que esta reforma
constituiría una sustitución de la Constitución, ya que propone agregar unas
funciones que desautorizarían a la Corte Constitucional, a lo que la Corte en una
movida interesante es sus facultades (que se describieron al principio)
constituirían un paro a esta reforma ya que esta al contar con el carácter de Ley
estatutaria (por la reforma de la administración de justicia) debería tener control de
la Corte, que la declararía inexequible.
En el supuesto de que esta reforma pasaré, es curioso como se enlaza con
lo expuesto por Dworkin, ya que el marco de referencia de 9 magistrados
“sumamente” preparados, pasaría al de un sinfín de ciudadanos sin saberes
constitucionales que llevarían a una problemática que sería aprovechada por los
partidos políticos para establecer sus puntos de vista.

Bibliografía
El Espectador. (25 de Septiembre de 2019). El Espectador. Obtenido de
https://www.elespectador.com/noticias/politica/referendo-contra-sentencias-de-
la-corte-constitucional-la-propuesta-inviable-del-uribismo-articulo-882822
Dworkin, R. (1984). Los Derechos en serio . Barcelona: Ariel .
Revista Semana. (25 de septiembre de 2019). Centro Democrático propone que vía
referendo se puedan tumbar sentencias de la corte. Obtenido de
https://www.semana.com/nacion/articulo/centro-democratico-propone-tumbar-
via-referendo-sentencias-de-la-corte-constitucional/633210

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