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UNIVERSIDAD DEL CAUCA - PROGRAMA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

TEORÍAS DE LA COMUNICACIÓN IV – 2020


Prof. Piedad Ruiz Echeverry

NOMBRE ESTUDIANTES:
Jose Luis Gómez
Luis Fernando Patiño
Juan Pablo Castro
Johnny Ancizar Salamanca
Nicolas Duque Osnas

Tema: ¿Cuál es la relación entre la posmodernidad y la teoría de la industria


cultural?

La relación de industria cultural con la posmodernidad está determinada por el papel


que ha desarrollado la industria cultural en el proceso evolutivo de los valores
tradicionales y clásicos de la formación social occidental. La posmodernidad por su
parte vista como una relectura crítica del fracaso de la modernidad, posee algunos
rasgos que se han forjado a partir del pensamiento eurocéntrico, creando un
proceso de asimilación de la novedad y de desarrollo con base en el consumo. Con
el objetivo de analizar la relación existente entre la teoría de la industria cultural y la
posmodernidad se desprende una pregunta central ¿qué influencia tienen los
valores de la industria cultural en la lógica posmoderna?

Con la llegada de la industria cultural surge una forma más elaborada de la sociedad
capitalista en la que el proceso de modificación de conciencias se da a partir del
protagonismo de la tecnología. Como expresión de la sociedad capitalista, la
industria cultural resignifica la cotidianidad de las personas otorgándole un valor de
mercado. Con la industria cultural se crea un lenguaje y un léxico propio, el de la
homogeneización de los contenidos y una lógica del éxito que promuevan el
consumismo como condición inherente a la vida. En una sociedad guiada por una
razón instrumental, se privilegian la utilidad de los bienes, en miras de satisfacer las
necesidades verdaderas, compuestas por las acciones vitales y las necesidades
falsas, creadas por el sistema, con las que se busca perpetuar la infelicidad de los
consumidores, entre las que se encuentran las nuevas tendencias y corrientes
novedosas que son moldeadas y estandarizadas bajo patrones culturales
promovidos por la sociedad de consumo. La industria cultural rompe con los valores
tradicionales, estableciendo un sistema de relaciones determinadas por el nivel de
consumo que contribuyen al fortalecimiento del sistema de control social que
combate al sujeto pensante y que genera resistencia ante la deshumanización de la
estética y el desdibujamiento de la cultura por el paso hacia el mercado al que le
apuesta la sociedad capitalista desde la industria cultural.

La estética del arte se ve afectada con la imposición de una industria cultural en la


que el factor que diferencia o destaca a las obras, se cosifican las ideas por lo que
toda expresión artística no es más que una cosa igual a la otra, se da un proceso de
alienación en el que la creación se da en función de darle un valor económico a toda
acción. Evidenciado bajo el concepto de “reproductibilidad técnica” trabajado por el
filósofo alemán Walter Benjamin, en el que el arte en la lógica capitalista ha perdido
el factor sorpresa, su valor auténtico se ha visto relegado por su valor de mercado,
llevando esta reproducción en masa a todos los campos de la sociedad, a que se
hable de la obsolescencia de los discursos absolutos, bajo una idea de “libertad”
que contribuye a fortalecer el establecimiento de la cultura como una industria,
trayendo consigo valores como la imitación, el sentido de lo novedoso, de la
inmediatez, la fragmentación y la mezcla de estilos e información que abre paso a la
llegada de la posmodernidad, desprovisto de todo sentido histórico, de tradiciones y
de un lenguaje universal.

La posmodernidad se asienta en la sociedad occidental rompiendo con la idea base


de la modernidad en la que se promueve un modelo centro-periferia en el que las
convenciones, códigos o cánones establecidos por las instituciones deben
prevalecer ante cualquier intento de heterogeneidad o creación de nuevas
posibilidades. En este contexto, la posmodernidad llega imponiendo su carácter
ambiguo, en donde la necesidad de movimiento y de transformación son una
constante, en la que a nivel artístico, informativo y cultural la idea de altos
estándares ha quedado atrás. En donde el sentido comunitario, la solidaridad entre
otros valores promovidos por los valores tradicionales son opacados por el
individualismo, lo fragmentario y la frivolidad bajo la consigna del “tiempo es oro”,
reflejado en la figura del tiempo puntillista.

Es la búsqueda de alternativas, la cuna de la experimentación, un discurso en el que


tiene cabida la heterogeneidad y la hibridación bajo el ideal del “todo vale”. Es en la
posmodernidad donde bajo la batuta del consumismo, cada persona vive en su
libertad de elegir, a pesar de que se estandariza los comportamientos individuales
en la búsqueda de fragilidad, obsolescencia y la transformación como una
necesidad. Los posmodernos son individuos pragmáticos en donde el utilitarismo es
protagonista, los procesos como medio para conseguir un fin se ve rechazado por
las nuevas formas en las que en las que se busca el éxito rápido y la venta masiva
de productos, solo se buscan resultados inmediatos. La resistencia crítica de los
movimientos artísticos culturales y literarios se debilita con cada acto de consumo al
que son sometidos. Las expresiones revolucionarias artísticas que se dieron en la
modernidad denominadas vanguardias, al igual que el compromiso social y político
con las clases populares que dio lugar a movimientos revolucionarios en
latinoamérica en la década de los 60s son expuestos a la dinámica del mercado, en
donde son aceptados y comercializados de forma exitosa, por lo que toda iniciativa
que busque generar una resistencia crítica ya sea desde el campo político o estético
se ha visto absorbida por las dinámicas de la sociedad de consumo, fortaleciendo el
imaginario de una sensación de felicidad que hará parte de una promesa incumplida
de forma perpetua y que la posmodernidad reproduce contribuyendo a una
economía basada en el consumismo, guiado por la emoción, con la libertad de estar
ante miles de oportunidades por tomar pero sin la capacidad de elegir, ya que para
eso se debe construir una conciencia crítica, fundamentada en la razón que la
posmodernidad pasa por alto.

Los valores de la industria cultural han tenido una fuerte influencia y replicación en
la lógica posmoderna. Con el fin de comprender los puntos donde se llega a pensar
en la unión entre los dos conceptos, se parte de identificar las similitudes y
diferencias que tienen y hacen que se entiendan las distintas lógicas que abordan
las relaciones entre ellos. Uno de los rasgos que caracterizan la posmodernidad es
la constante promesa incumplida de felicidad a los consumidores, de este rasgo hizo
uso la industria cultural que, como menciona Max Horkheimer y Theodor Adorno,
defrauda de forma continua a los consumidores prorrogando la satisfacción y
generando necesidad de consumir. En la posmodernidad se replica la búsqueda de
la industria cultural por combinar el arte ligero, fiel reflejo de la realidad, con un arte
creativo y elaborado provisto de un carácter político,bajo la idea de collage se da
una mezcla de todo tipo de arte en un estilo posmoderno caracterizado por la falta
de un estilo auténtico y original. Cuando la cultura se convierte en una industria
adopta una inclinación hacia la imitación, un rasgo característico de la
posmodernidad en la figura del “pastiche”, en ambas expresiones no se expone al
fracaso que trae consigo el ser auténtico, se le apuesta a la obra mediocre, parten
del conformismo, se convierten en sustitutos de identidades. Un ejemplo es la
postura Kish que combina diferentes expresiones de lo humano para situar las ideas
en nuevas propuestas que son derivaciones del arte ya creado, dando lugar en la
industria cultural al cliché que surge de la masificación de bienes y la
homogenización cultural. Algunos artículos que son creados a partir de tradiciones
ancestrales para la protección y mejora de la vida de las personas de una
comunidad se ven como alternativas, pero bajo los procesos de industria cultural y
posmodernidad se obtiene un nuevo resultado ante lo que es la utilización y
distribución de los productos anteriormente mencionados al servicio del mercado, el
sombrero vueltiao, las hamacas, las mochilas Wayúu son claros ejemplos de ello.
Uno de los rasgos fundamentales en la industria cultural es la masificación, la cual
contribuye a la pérdida del valor auténtico o el aura de las obras artísticas, sin
embargo, juega un papel fundamental en la posmodernidad en la pérdida de valor
de la información, desde el exceso de información que hay en la actualidad se ha
perdido la relevancia de los acontecimientos,dejando a un lado el detalle, el factor
diferenciador, primando la novedad, la cultura del ahora característica de la
posmodernidad. El concepto de la “Jaula de hierro”, trabajado por el sociólogo
alemán Max Webber se ve reflejado tanto en la industria cultural como en la
posmodernidad en donde la falsa idea de libertad que se nos presenta, es reforzada
por los comportamientos de los miembros de la sociedad que incapaces de generar
una contraposición a las dinámicas de consumo optan por reproducirlas e imitarlas.
Así, rasgos como la individualización, la masificación y la imitación, impuestos por la
industria cultural, han sido adoptados por la modernización, sin embargo, surge una
diferencia en la forma de desarrollar estas experiencias. La industria cultural a pesar
de romper y banalizar lo tradicional y de encontrarse en una constante búsqueda de
lo nuevo, tiende a estandarizar ciertos comportamientos, con el objetivo de controlar
en pro de la lógica consumista. La estandarización puede considerarse de alguna
manera la creación y el establecimiento de lenguajes universales o discursos
absolutos que van en contravía con lo que busca la posmodernidad, que rechaza
este tipo de discursos y destaca la pluralidad como rasgo principal de su desarrollo.
En la forma de los estereotipos se convierten en un absoluto que la sociedad
capitalista impone, es en cierta parte donde la invención libre que promueve se ve
restringida donde se dan las mayores expresiones de la sociedad consumista y se
acude a la homogenización de los bienes, en vía de construir los patrones
culturales, tal es el caso de la duración de una película o la extensión de un artículo
de prensa, la industria se ha encargado de racionalizar, a pesar de la libertad que se
le otorga al individuo de elegir un sistema cultural industrial que se debe seguir, para
no generar rechazo por lo establecido, exigiendo a los productos culturales moldes
dictados por la lógica capitalista. Como parte de esa estandarización que realiza la
industria cultural se encuentran los temas novedosos y es por medio de la
masificación que esos prototipos se terminan convirtiendo en los ya mencionados
clichés. Con la llegada de la industria cultural, llega la tecnificación de los procesos,
la incursión de la tecnología genera formas de control social y una tendencia
totalitaria por parte de los intereses dominantes, contradiciendo nuevamente a los
valores posmodernistas que por medio de la diferencia rompieron con los modelos
centrales y crearon una falta de confianza en los absolutos.

Es así como en la industria cultural surgen un conjunto de contradicciones que


generarán confusión en los valores del proceso, es así como dentro de ella se
debaten la estandarización, y la individualidad, entre el seguimiento del sistema por
medio de la imposición de moldes como una forma de burocracia y la invención
constante, el sentido de novedad que reclama el consumo cultural en la creación de
nuevos productos en poco tiempo, en estas contradicciones se observa que a pesar
de que la posmodernidad y la industria cultural comparten valores como la cultura
acelerada, y la resignificación de un arte en el que pierde todo carácter político y
pasa a ser banalizado, existen también ciertos rasgos de la industria cultural que por
la búsqueda de imponer la lógica consumista va en contravía de la pluralidad y la
heterogeneidad que propone la posmodernidad. Sin embargo, gran parte de los
rasgos que caracterizan a la industria cultural hacen parte de la búsqueda de la
posmodernidad, el espíritu capitalista ha masificado la cultura y las obras de arte, el
sentido histórico se ha perdido y ha tomado protagonismo la liquidez, la
transformación y la inmediatez.
BIBLIOGRAFÍA:

-Benjamin, Walter (1982). «2». “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”. Madrid:
Taurus.
-T. Adorno y M. Horkheimer. (1944-1947) "La industria cultural. Iluminismo como mistificación de
masas". En Dialéctica del iluminismo. Edit. Sudamericana, Buenos Aires, 1988.
- Adorno, Theodor (1967), “La industria cultural”, publicado en Morin, Edgar y Theodor Adorno, La
industria cultural, Galerna, Buenos Aires.
-M. Herbert (1964) “El hombre unidimensional”, publicado en Beacon Press, Estados Unidos.
-Muñoz, B. (2011) “La Industria Cultural Como Industria De La Conciencia: El Análisis Crítico En Las
Diferentes Generaciones De La Teoría De La Escuela De Frankfurt”, Universidad Carlos III, Madrid,
España.

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