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246 Bibliografía

Id., Mit ihm und in ihm. Christologische Forschungen und Perspekti- III
ven (Friburgo 21978).
Id., Jesús der Christus im Glaube dcr Kirche (Herder, Friburgo). Has-
ta ahora sólo ha aparecido el vol. I: Von der apostolischen Zeit bis CRISTOLOGÍA DOGMÁTICA
zum Konzil von Chalcedon (451) (1979). Están anunciados: vol. II:
Die Zeit vom Konzil von Chalcedon bis zur Papst Gregor dem [BERNARD LAURET]
Grossen (f 604), y III: Die Entwicklung bis zur Zeit Kaiser Karls
des Grossen (Frankfurter Konzil von 794).

6. Estudios patristicos especializados:


INTRODUCCIÓN
J. Daniélou, Théologie du judéo-christianisme. Histoire des doctrines
chrétiennes avant Nicée I (Tournai 1961).
Id., Message évangélique et culture hellénistique (Tournai 1961).
Id., Les origines du christianisme latin (París 1978). Toda fe cristiana debe su originalidad a su referencia a Jesús. Pero
A. Benoit, Saint Irénée. íntroduction a l'étude de sa théologie (París ¿qué Jesús?
1978). En nuestra época de pluralismo cultural y teológico abundan
A. Orbe, Antropología de san heneo (BAC, Madrid 1979). las imágenes de Jesús, tanto entre los cristianos como entre los
Id., Parábolas evangélicas en san Ireneo, 2 vols. (BAC, Madrid 1972).
Id., Cristología gnóstica, 2 vols. (BAC, Madrid 1976). que no lo son. En los primeros aparece ya una amplia gama de
M. Harl, Origéne et la fonction révélatrice du Verbe incarné (París opiniones: desde quienes identifican totalmente la enseñanza de la
1958). Iglesia con la de Jesús hasta quienes las oponen, o bien preconizan
H. Crouzel, Théologie de l'image de Dieu chez Origéne (París 1956). una piedad más espontáneamente centrada en Dios, sin detenerse
L. Bouyer, L'Incarnation et l'Église, corps du Christ, dans la théologie demasiado en Jesús. En cuanto a la diversidad de formas culturales
de saint Atbañase (París 1943). en que se expresan cristianos y no cristianos, encontramos una
F. Boularan, L'Hérésie d'Arius et la «Foi» de Nicée, 2 vols. (París gran variedad 1 : escritos (novelas, relatos populares, obras cientí-
1972). ficas, folletos, libros de piedad, historietas, etc.), emisiones de ra-
G. Jouassard, Un probléme d'anthropologie et de christologie chez dio o de televisión (a propósito de fiestas litúrgicas, de películas,
S. Cyrille d'Alexandrie: RSR (1955) 361-378. de debates de actualidad), creaciones artísticas (escenificaciones,
Id., S. Cyrille d'Alexandrie et le schéma de l'incarnation Verbe-Chair: canciones, películas, pinturas). Los cristianos no son los únicos que
ibíd. (1956) 234-242. se ocupan de Jesús. Nos encontramos ante discursos contrapuestos,
Id., Impassibilité du Logos et impassibilité de l'áme humaine chez no sólo entre cristianos, sino también fuera de toda referencia con-
S. Cyrille d'Alexandrie: ibíd. (1957) 209-224.
R. Devreesse, Essai sur Théodore de Mopsueste (Ciudad del Vaticano fesional. Frente a estos lenguajes fragmentarios, ¿es posible pre-
1948). sentar un discurso teológico, una cristología? ¿De qué Jesús se
M.-J. Nicolás, La doctrine christologique de saint Léon le Grand: habla?
RThom (1951) 609-669. En esta Iniciación se trata de Jesús como Cristo. La cristología
A. Riou, Le monde et l'Église selon Máxime le Confesseur (París 1973). dogmática presenta el origen de la fe cristiana en la persona de
J.-M. Garrigues, La personne composée du Christ d'aprés Máxime le
Confesseur: RThom (1978) 181-204. Jesús de Nazaret Mesías como aquel que realizó la alianza histórica
1
7. Sobre Calcedonia: Ph. Regeard, Jésus a tant de visages. L'imagination dans l'expérience
de la foi (París 1980), que pone de relieve el trabajo de la imaginación como
J. Liebaert, Valeur permanente du dogme christologique: «Mélanges de forma del deseo; G. Bessiére/J.-P. Jossua/A. Lion/M. Pinchon/A. Rousseau,
science religieuse» (1981) 97-126. Dossier Jésus. Recherches nouvelles (París 1977); B. Sesboüé, Jésus-Christ a
Visages du Christ: RSR (1977): R. Marlé, Chalcédoine réinterrogé, l'image des hommes. Breve enquéte sur les déformations du visage de Jésus
dans l'Église et dans la société (París 1978); Que dites-vous du Christ? (De
15-44; B. Sesboiié, Le procés contemporain de Chalcédoine. Bilan saint Marc a Bonhoeffer), editado por4 G. Bessiére (París 1969); H. Küng,
et perspectives, 45-80; C. Kannengiesser, Avenir des traditions fon- Ser cristiano (Ed. Cristiandad, Madrid 1982) pp. 154-178: «Cristo de la pie-
datrices. La christologie comme tache au champ des études patristi- dad, del dogma, de los 'entusiastas', de los poetas y de los novelistas»; P. G.
ques, 139-168. Toscano, II pensiero cristiano nell'arte, 3 vols. (Bérgamo 1960).
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de Dios con nosotros. Por ello esta Iniciación presenta unitaria- la de Jesús de Nazaret y la de quienes actualmente se remiten a
mente mesianismo y redención: la realización de la alianza divina él. La elección de esta cristología entre otras debe confirmar su
con nosotros se articula arrancando a la historia de su perdición verdad por su fuerza para abrir la historia de Jesús y la nuestra.
merced al envío del Siervo perfecto, el Hijo, y del Espíritu. Este La historia es el lugar originario de la fe. Y la evolución de la
permite la apropiación diversificada de esa obra por todo un pue- importancia concedida a la historia explica la diversidad de aproxi-
blo. Así, el discurso cristológico no suprime la fragmentación de maciones cristológicas en la tradición teológica más reciente. De
los discursos sobre Jesús. Incluso los legitima teológicamente. Pero lorma más concreta, esta referencia a la historia de Jesús es tan
propone una coherencia en la práctica histórica de Jesús y de los determinante que ha provocado una especie de revolución coperni-
cristianos según una perspectiva mesiánica, que hay que explicar: cana (¡una más!) en cristología y, de rechazo, en teología, puesto
realización de la alianza de Dios en nuestra historia y constitución que desde hace unos veinte años es corriente oponer dos tipos de
de un pueblo testigo. Esto equivale a decir que la cristología dog- cristología: la una «desde arriba» y la otra «desde abajo». Vere-
mática debe explicar cómo revela Jesús a Dios e instaura una mos, pues, ante todo, la realidad y los límites de esta oposición
Iglesia en nuestra historia. antes de llegar a un planteamiento más decididamente mesiánico.
Todo discurso cristológico toca así el conjunto del misterio de
la fe 2 . Sin embargo, no es un discurso englobante que podría dis-
pensar de una teología más amplia: doctrina sobre Dios, eclesio- 1. Planteamiento clásico «desde arriba»
logía, antropología, práctica cristiana, etc. Pero toda la fe cristiana o «desde el comienzo»
recibe su coherencia de una persona histórica, inseparable de un
pueblo y de la revelación del designio de Dios en nuestra historia. Se trata del modelo que podemos llamar dominante y «clásico»
Trataremos de ser rigurosamente fieles a esta perspectiva, sabiendo en teología, porque determinó la reflexión cristológica desde los
que no es la única posible. grandes concilios cristológicos hasta años recientes y aún hoy ofre-
Las dos primeras exposiciones de teología neotestamentaria y ce puntos de referencia ineludibles. Según esta perspectiva, la cris-
patrística han mostrado la diversidad de las cristologías en su cons- tología parte de arriba: de Dios hacia el hombre. No parte del
titución histórica. Con el pluralismo cultural y teológico actual, el Jesús histórico, sino del Hijo eterno que se hace hombre, del Dios
discurso teológico que desarrollamos aquí se sitúa en un momento Trinidad del que todo procede: la encarnación del Verbo, la com-
en que la Iglesia, al igual que la humanidad, debe enfrentarse a prensión de su persona y de su misión. Tenemos entonces la se-
decisiones históricas determinantes para el futuro. Es una historia cuencia corriente en teología escolástica: Trinidad-creación-caída
que siempre está por hacer. Esta cristología se articula, pues, en (pecado original)-encarnación del Verbo, Dios y hombre perfecto,
una práctica cristiana, también diversificada (de los cristianos tra- que restablece a la humanidad en su estado primitivo anterior al
dicionalistas a las comunidades de base, las cuales prolongan la pecado para comunicarle la vida eterna.
tradición inventiva del evangelio) y en un mundo en búsqueda. La solidez de este modelo —además de su preeminencia pro-
Todos estos interlocutores ofrecerán un discurso estéril o arbitra- gresiva a partir del siglo v hasta nuestros días y su autoridad en la
rio sobre Jesús si no lo someten a una verificación por la historia 3 , tradición cristiana— procede de que afirma claramente, siguiendo
a Leoncio de Bizancio, la unidad de la persona de Jesucristo, fun-
2
E. Schillebeeckx, Cristo, sacramento del encuentro con Dios (San Se- dada en la persona eterna del Verbo. Así explica el alcance divino
bastián 1971). y humano de todos sus actos (acciones teándricas). Esta solidez
3
M. Bellet, Au Christ inconnu (París 1976), que invita a la lucidez sobre explicativa se une al rigor doctrinal que era necesario para vencer,
sí mismo cuando se evoca a Jesús. M. Légaut opone experiencia espiritual
(fe en Jesús) y doctrina (cristología) de una manera que requiere ser mati- tras siglos de lucha, al docetismo y a la gnosis, que relativizaban
zada: cf. Deux chrétiens en chemin... Nouvelle rencontre du P. Varillon et la humanidad de Jesús, y para evitar el dualismo tendente a anular
de M. Légaut au Centre Kierkegaard (París 1978) 97ss. En todo caso, la rela- la originalidad de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios. La
ción a la historia terrena de Jesús es lo que distingue más netamente a los encarnación constituye el acontecimiento generador de este esque-
evangelios apócrifos del canon del NT: H. Koester, One Jesús and Four
Primitive Gospels: «Harvard Theological Review» 61 (1968) 203-247, reco- ma, y es en cualquier otro modelo el término indispensable para
gido en J. M. Robinson/H. Foester (eds.), Trajectories Through Early expresar el origen, la unidad y la identidad de la persona de Jesús.
Christianity (Fortress Press 1971) 158-204. Sin embargo, esta posición, nacida a raíz de confrontaciones
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doctrinales, se endureció y esclerotizó cuando los teólogos poste- rales, en la que Dios no tiene lugar, y con unas leyes que se expli-
riores sistematizaron lo que era resultado de una confrontación can matemáticamente. En estas condiciones, el milagro aparece
vital de la experiencia espiritual de la Iglesia frente a las herejías. cada vez más como carente de sentido y Dios como inútil o, al me-
Así es como este esquema «desde arriba» trató de la humanidad nos, desplazado. Ya Spinoza, en su Tractatus theologico-politicus
de Jesús siguiendo un razonamiento lógico que no tenía en cuenta (1670), quiere explicar el AT sin apelar a los milagros, que Hume
la complejidad de la Escritura: se estableció, por ejemplo, que, en excluirá completamente en el siglo xvm. Finalmente, Laplace de-
virtud de sus dos naturalezas, Jesús poseía una conciencia humana- clarará que no necesita «la hipótesis» Dios para explicar el uni-
mente limitada, pero ilimitada debido a su divinidad, que excluía verso. La religión entra entonces en el orden de lo «sobrenatural»
toda clase de ignorancia y de duda e incluía aún «la visión beatí- y de lo «metafísico» inverificable, y el esquema «desde arriba»
fica», mientras que los evangelios no dudan en hablar de la igno- pierde su credibilidad al mismo tiempo que la Iglesia ve discutida
rancia de Jesús y de su fe. Igualmente, la resurrección se atribuyó su autoridad «sobrenatural».
al mismo Verbo, todopoderoso —su «mayor milagro»— mientras
que el Nuevo Testamento afirma siempre que fue Dios (el Padre) b) Modelo eclesiológico.
quien resucitó a su Hijo, siendo la resurrección el origen del reco-
nocimiento de la divinidad de Jesús. Lista cristología «desde arriba» se desarrolló en una Iglesia que
cada vez más se situaba por encima de la sociedad y le dictaba sus
Por ello, las críticas a esta cristología «descendente», sobre normas de conducta y sus objetivos, al creerse depositaría de la
todo desde Pannenberg 4 , no dejaron de hacer ver que estas tesis enseñanza y de la autoridad del Verbo encarnado 5 .
no sólo se oponían a la Escritura subestimando la riqueza de la
humanidad de Jesús, sino también suponían desde el principio lo Desde el Concilio Vaticano II es costumbre en la Iglesia cató-
que había que probar, a saber: la divinidad de Jesús. Añadamos lica hacer la crítica a una eclesiología edificada sobre un modelo
que este argumento escriturístico y teológico se ve incluso refor- cristológico y no pneumatológico 6. Por modelo cristológico se en-
zado si se sitúa históricamente mostrando que la cristología desde tiende aquí precisamente una teología concebida en términos de
arriba se apoyaba en un modelo cosmológico y eclesiológico que la poder: Dios, el Padre, envió al mundo a su Hijo único para que
hace comprensible. asumiera la condición humana y realizara su misión en una obe-
diencia perfecta; para continuar esta misión, el mismo Cristo fun-
a) Modelo cosmológico. da la Iglesia durante su vida prepascual y establece a Pedro, a los
II postóles y a los obispos, quienes a su vez establecen a otros cola-
En la Antigüedad, la existencia de Dios (o de los dioses) no se boradores.
pone en duda, porque es la clave de una cosmología inseparable- En este modelo, la comunicación se reduce a una sucesión de
mente teológica y física, al margen de cómo se conciba el origen delegaciones de poder de tipo piramidal, sin diálogo posible o,
del mundo, según una visión emanatista (sobre todo neoplatónica) como se dice hoy, sin posibilidad de «retroalimentación»7. Nunca
o creacionista (bíblica) (cf. Excurso I). Dios, que está arriba, es la
causa primera de todo y puede intervenir en la acción de las causas 5
segundas aquí abajo (incluida toda una serie de intermediarios en J.-F. O'Grady, Models of Jesús (Nueva York 1981) 53. Cf. la bula
la que los ángeles tienen sus correspondencias en las esferas ce- üutim Sanctam de Inocencio6 III, citada en R. Seeberg, Lehrbuch der Dogmen-
yyschichte III (Darmstadt 1959) 302-303, e Y. Congar, L'Ecclésiologie, de
lestes). l,i Kévolution francaise au Concite du Vatican, sous le signe de l'affirmatíon
Según esta concepción del mundo, no es difícil admitir: 1) que Je í'autorité, en L'Ecclésiologie au XIX' siécle (París 1980) 77-114.
Dios existe, 2) que se encarna y 3) que la encarnación comienza * Un punto de vista ortodoxo: N. Lossky y N. Nissiotis, Le Saint Esprit
(Ginebra 1963) 85-106. Numerosos artículos después. Cf. Y. Congar, «Pneu-
con un milagro (el nacimiento virginal), puesto que Dios es la matologie» ou «Christomonisme» dans la tradition latine, en Ecclesia a Spiri-
causa primera de todo lo que sucede en el mundo físico. Ahora tu Sancto edocta, Hom. a Mgr. Philips (Gembloux 1970) 41-63. Cf. también
bien, la revolución científica del siglo xvn comprenderá cada vez injra los capítulos sobre pneumatología y eclesiología; Y. Congar/I. Zizioulas,
más el universo de acuerdo con una concatenación de causas natu- cu Les Églises aprés Vatican II. Dynamisme et perspective (París 1981).
' G. Defois, Révélation et société. Étude critique de la constitution con-
ciliaire «Dei Verbum» et des fonctions sociales de l'Écriture (tesis mecano-
4
W. Pannenberg, Fundamentos de cristología (Salamanca 1974) 43-48. grafiada; Instituto Católico de París 1974). Cf. RSR 63 (1975) 457-504.
252 Cristología dogmática Planteamiento clásico 253

se habla de un pueblo o comunidad con una función activa. El persona compuesta de Jesucristo, Hijo de Dios que asume una
principio divino, reducido a la autoridad suprema, es el único acti- naturaleza humana, y un tratado de soteriologia o De redemptione.
vo; el hombre, incluido el hombre Jesús, es pasivo. Esta cristolo- liste segundo tratado viene a completar el tratado de cristología
gía es la de una Iglesia que se presenta como rival de un mundo —elaborado generalmente siguiendo un razonamiento metafísico y
que querría someter: se define como sociedad, incluso contra- deductivo—• con una reflexión que pone el acento en la función
sociedad, y no como comunión. El Espíritu no tiene en ella función tic la humanidad de Jesús, y particularmente de su muerte, en nues-
alguna, puesto que está reemplazado por una teología de la gracia tra salvación, interpretada como gracia interior que se mostrará
conferida únicamente por Cristo-cabeza. plenamente en el más allá (salvación del alma).
A este modelo se ha opuesto, con razón, una Iglesia configura-
da por el Espíritu Santo. Pero sería erróneo pensar que se pueden c) Una cristología centrada en la encarnación
yuxtaponer una eclesiología de tipo pneumatológico y una cristo- y en la muerte redentora.
logía sin Espíritu Santo. No se puede concebir, por una parte, a la
Iglesia como comunión de personas libres y de Iglesias locales con Hoy es corriente afirmar que esta cristología «desde arriba» o des-
una personalidad propia, y al mismo tiempo predicar en estas Igle- de el comienzo se centra en la encarnación, de la que se deriva
sias un Cristo cuya humanidad es enteramente pasiva, debilitada todo. Es cierto, pero el polo principal va acompañado de un polo
en su autonomía humana, y que no sería sino un medio por el que secundario: la muerte redentora. Cada uno de estos polos da lugar
el Verbo realiza la voluntad del Padre. a un «tratado»: cristología en sentido estricto del término y sote-
Hay que mostrar cómo el Espíritu Santo ejerce una función riologia, o bien tratamiento de la soteriologia dentro de la cristo-
indispensable en la humanidad de Jesús y para nosotros: así como logía, pero sólo en el capítulo de la muerte redentora 8 . Esta diso-
el Espíritu permite a la humanidad de Jesús abrirse enteramente a ciación entre cristología y soteriologia empobrece a la vez la
Dios y a los hombres y hacer más profunda su personalidad, este comprensión de la persona de Jesús en su humanidad y nuestra
mismo Espíritu permite también a los creyentes y a las comuni- implicación en su destino, puesto que la salvación se consigue úni-
dades apropiarse la riqueza de Cristo según su personalidad pro- camente por la muerte de Jesús y sólo en beneficio del alma, la
pia. A esto se debe que el NT nos presente diversas cristologías cual debe encontrarse en estado de gracia en el momento de la
y no una sola. El Espíritu permite las diversas apropiaciones del muerte. Esta visión de la salvación empobrece nuestra humanidad
acontecimiento Jesucristo por personas libres e Iglesias locales y desvaloriza la historia. En efecto, si el hombre sólo tiene que
autónomas y en comunión entre ellas. Estas diversas cristologías salvar el alma, ¿por qué vivir en la tierra? ¿No se encuentra en-
del NT están en consonancia con la experiencia espiritual de la tonces la Iglesia al margen de las luchas humanas y bajo la sospe-
Iglesia. cha de predicar la resignación?
A la inversa, se puede constatar que la cristología empieza a Aquí, como en la cristología, la soteriologia se halla desfasada
constituirse como razonamiento autónomo al mismo tiempo que la con respecto a la Escritura. El mismo Jesús, en efecto, no usó el
Iglesia se estructura como una institución que separa cada vez más vocabulario de la salvación9 de origen helenístico y que respondía
los ministerios y el derecho de su actuación sacramental y de su u preocupaciones más individuales y morales sobre la salvación del
arraigo pneumatológico en el pueblo de Dios: en los siglos xi y x n alma. Para Jesús, la consumación del hombre no es la «salvación»,
se producen rupturas o movimientos importantes: disociación entre sino la entrada en el reino que llega para transformar el mundo.
la Iglesia y la eucaristía, ordenaciones para los ministerios sin fun- En otras palabras: la salvación consiste en «seguir a Jesús». Este
ción pastoral (ministerios absolutos), teología de la Iglesia disemi-
nada en los tratados de cristología y, de manera autónoma, en los 8
Por ejemplo, Luis el Grande, Tracíatus de Incarnatione Verbi divini,
tratados de los canonistas, al mismo tiempo que se constituye un en el Theologiae Cursus completas de Migne, tomo IX (París 1837), Disser-
derecho canónico centralizado y más detallado. Ahora bien: en el lalio VIII: «De satisfactione Christi», cois. 849-925. Recordemos que este
siglo xi aparece el Cur Deus homo de san Anselmo, que establece curso de teología se debe a la colaboración de teólogos católicos de toda
en teología la autonomía de un discurso cristológico, que más tarde I''i tropa.
9
la escolástica fragmentará a veces en dos tratados: la cristología J. Schmitt, La Genése de la sotériologie apostolique: RevSR (1977)
(l.l) 40-53; cf. G. Greshake, Der W'andel der Erlosungsvorstellungen in der
propiamente dicha —o De Verbo incarnato—, que tratará de la i'heologiegeschichte, en Erlosung und Emanzipation (Friburgo 1973) 69-101.
254 Cristología dogmática Planteamiento «desde abajo» 255

tema del «seguimiento de Jesús» o imitación tuvo gran importan- desarrollarse y a aplicarse a la Biblia las ciencias históricas y filo-
cia en la espiritualidad cristiana, aunque no se reflexionó sobre él lógicas. En un primer tiempo esta nueva atención a los textos en
en soteriología. Sin embargo, dicho «seguimiento de Jesús» llega su lengua original había beneficiado a las reformas protestante y
hasta la muerte y, como ha señalado D. von Allmen, implica la humanista, oponiendo la autoridad de la Escritura divina a los
idea de «sustitución». Pero mientras que ésta, en la soteriología razonamientos escolásticos. Pero en un segundo tiempo se distin-
dogmática a partir de san Anselmo, y más aún en la tradición lute- gue la letra de la Escritura de su interpretación teológica, y es estu-
rana, fue reducida a la sustitución penal (o redención vicaria), por diada en su materialidad e historicidad. Debido a ello, se cuestiona
la que Jesús nos libra de la cólera de Dios tomando sobre él nues- ii su vez el principio luterano de la «claridad» de la Escritura. Así,
tros pecados y purificándonos por su muerte, aquí se trata de una Richard Simón, en su Historia crítica del Viejo Testamento, de
sustitución iniciática: «Yo puedo seguir a Jesús, ir por el mismo 1678, atribuye la redacción del Pentateuco no a Moisés, sino a los
camino que él, en la humillación, porque primero él ocupó mi escribas del tiempo de Esdras, introduciendo así la distancia his-
lugar para abrirme el camino» 10. tórica en la lectura de la Biblia. Este libro fue puesto en el Índice
No es extraño que estos fallos de la cristología «desde arriba» y destruido en el reino de Francia (R. Simón logró, sin embargo,
hayan incitado a los teólogos contemporáneos a invertir este esque- reeditarlo en los Países Bajos). En 1689 publica la Historia crítica
ma y partir «desde abajo», del destino histórico de Jesús. Esto no del Nuevo Testamento y en 1693 una Historia crítica de los prin-
quiere decir que todos nuestros contemporáneos, en particular las cipales comentadores del Nuevo Testamento, que provocó una res-
nuevas generaciones, hayan pasado por esta etapa. Algunos no tie- puesta violenta y apasionada de Bossuet en su Defensa de la tra-
nen la menor idea de ello, al haber descubierto directamente por dición de los Santos Padres.
sí mismos al hombre Jesús. Pero hay que comprender esta etapa R. Simón distingue un sentido literal, con frecuencia ambiguo,
del pensamiento teológico para comprender las cristologías actua- que se descubre por la investigación histórico-crítica sobre la letra
les, tanto más cuanto que este primer planteamiento sigue siendo de la Escritura, y un sentido espiritual, valorado en la fe por la
familiar a la mayoría de los cristianos y conserva un aspecto de tradición de los Padres y de la Iglesia. Bossuet no acepta esta am-
verdad. bigüedad de la letra, que no habría podido dirimir el debate entre
Arrio y Atanasio: «Todo este juego de R. Simón sólo lleva clara-
mente a hacer ver, contra toda la teología, que no se puede con-
2. Planteamiento «desde abajo» o «desde el fin» cluir nada de los libros divinos» n , mientras que para él «es una
tradición constante y universal en la Iglesia que las pruebas de la
A la inversa del planteamiento «desde arriba», que desciende del Escritura sobre ciertos misterios principales son evidentes por sí
Dios Trinidad, y más concretamente del Verbo que se encarna, el mismas, aunque los herejes cegados y preocupados no perciban su
planteamiento «desde abajo» fija su punto de partida en el destino eficacia» 12. Donde R. Simón quería establecer una distinción entre
histórico de Jesús para descubrir en él al Hijo de Dios y la revela- letra, por una parte, y sentido teológico o espiritual cristiano, por
ción de Dios que culmina en la resurrección. Se podría pensar que otra, aunque sólo fuera para favorecer el diálogo con los judíos,
se trata de un método antiguo, propio del Nuevo Testamento y, en Bossuet ve una oposición y un ataque a la tradición, a los Padres
particular, de los sinópticos. De hecho, lo que hoy se llama «cris- y a toda la teología, «como si la teología, es decir, la contempla-
tología desde abajo» designa un cambio que se explica por razones ción de los misterios sublimes de la religión, no estuviera basada
históricas y teológicas profundas, las cuales han llevado a cuestio- en la letra y en el sentido natural de la Escritura o los sentidos que
nar la cristología «desde arriba». Histórica y culturalmente, en inspira la teología fueran forzados y violentos, y explicar teológi-
efecto, la cristología «desde arriba» se inscribe en una cosmología camente la Escritura se opusiera a explicarla natural y literal-
y una teología íntimamente ligadas, que la revolución científica del mente» 13.
siglo xvn puso en cuestión, como hemos visto. Efectivamente, la cuestión de la letra y del sentido es comple-
En efecto, paralelamente a la física y a la crítica filosófica del
conocimiento (en particular las de Hume y Kant), comienzan a 11
Béfense de la tradition et des Saints-Péres (París 1862) vol. IV, 37.
" Ibíd., 59.
13
L'Évangile de Jésus-Christ (Yaoundé 1972) 84. Ibíd., 95.
256 Cristología dogmática Planteamiento «desde abajo» 257
14
ja , pero este debate entre Bossuet y R. Simón muestra cómo el fe» (sin emplear todavía estas expresiones, que serán definidas en
comienzo de la investigación histórico-crítica supuso un quebranto primer lugar por D. Fr. Strauss 16 para la crítica racionalista y, des-
para las relaciones de la reflexión creyente con la tradición de la pués, por M. Káhler 17 para la teología). En otras palabras: la cris-
fe. Además, lo que Bossuet quiere defender es la tradición, porque tología dogmática «desde arriba» es calificada de invención. Al
la cree atacada por R. Simón en siete puntos principales, de los mismo tiempo es atacada la autoridad de la Iglesia, mientras esta-
que los cuatro últimos son fundamentales para nuestro tema: las mos en plena Ilustración, la cual confía en que, gracias a la razón,
pruebas de la Escritura, la autoridad de la Iglesia, la teología y la se logrará la emancipación del hombre del «yugo del pensamiento
prueba profética de la mesianidad de Jesús (lo que afecta directa- metafísico y teológico» 1S (aunque la Aufklárung alemana no tuvo
mente a la cristología, puesto que toda la apologética cristiana des- esta coloración antirreligiosa que caracteriza a la Ilustración fran-
de los orígenes fundó la divinidad de Jesús y su mesianidad en el cesa).
cumplimiento de las profecías). Sin embargo, la cristología «desde abajo» no ha nacido todavía;
La crítica bíblica continuará igualmente por otros caminos, en en ella, la persona de Jesús será sometida a un doble tratamiento
particular el de la filosofía. C. G. Heine (1729-1812) desarrolla el paralelo o antagónico.
concepto de mito para la literatura griega; J. C. Eichhorn (1752-
1827) lo aplica a la «mitología judía», y J. P. Gabler (1753-1826) Para los racionalistas, el destino de Jesús tiende a no ser otra cosa
trata de distinguir hechos y mitos en la historia de Jesús. La pa- que una historia sin teología. Pero esta posición es difícil de soste-
labra mito tendrá sentidos diversos en los historiadores de la reli- ner. ¿Cómo proceder, dado que los evangelios no ofrecen un docu-
gión, en los exegetas y en los teólogos de los dos últimos siglos, mento histórico neutro, sino que transmiten la expresión de la fe
pero en teología habrá que comprenderla siempre en relación con de las primeras comunidades cristianas? En consecuencia, la ima-
el Jesús histórico. ginación va a suplir a la fe. Numerosos autores racionalistas del
En efecto, la cuestión del Jesús histórico se plantea por prime- siglo xix desarrollaron sus «vidas de Jesús» en un marco nove-
ra vez de forma áspera y polémica en un panfleto de Hermann lesco para dar sentido a algunos hechos históricos que conocemos
Samuel Reimaro 15 (1694-1765), que el autor, por su parte, no se sobre Jesús: la imaginación trata de dar un sentido natural a he-
atrevió a publicar en vida y del que Lessing publicará extractos chos desprovistos de sentido, una vez despojados de su perspectiva
(1774-1778). Para Reimaro, el cristianismo se basa en un engaño: teológica. Se da curso libre a la imaginación para explicar los mila-
Jesús fue un judío que quiso sublevar al pueblo contra el sanedrín gros de Jesús, su resurrección (el robo del cadáver), la enseñan-
y los fariseos, amigos de los romanos, e instaurar el reino de Dios. za, etc. O bien la «novela» cede el puesto a la filosofía sistemática.
Tras su condena a muerte y su fracaso (reconocido en el grito en La obra más célebre en este ámbito es la Vida de Jesús
la cruz), sus discípulos robaron su cadáver, proclamaron su re- (1835) w compuesta por D. Fr. Strauss. Este da un sentido más
surrección y transformaron su predicación del reino en espera del preciso y más positivo que sus contemporáneos al mito y a la
futuro mundo apocalíptico. Este escrito de Reimaro inaugura el leyenda, viendo en ellos un revestimiento de forma historizante de
divorcio moderno entre el «Jesús de la historia» y el «Cristo de la ideas religiosas (en particular las que tienden a glorificar a un
héroe). Por ello hay que depurar los evangelios de todo lo que es
14 extraordinario (nacimiento virginal, milagros, resurrección) y re-
Cf. P. Beauchamp, Exégése aujourd'hui: histoire et grammaire: «Les
Quatre Fleuves» 7 (1977) 68-81; reimpreso en Le Récit, la Lettre et le Corps
(París 1982) 15-37; P.-M. Beaude, L'Accomplissement des Écritures. Pour 16
D. Fr. Strauss, Der Christus des Glaubens und der Jesús der Geschich-
une histoire critique des systémes de représentation du sens chrétien {París le. Eine Kritik des Schleiermacherschen Lebens Jesu (1865).
1980). Cf., igualmente, P. Vanel, L'impact des méthodes historiques en théo- 17
Der sogenannte historische Jesús und der gescbichtliche, biblische
logie du XVI' au XX' siécle, en Le déplacement de la théologie (París 1977); Christus (Leipzig 1892; reimpreso en la Theologische Bücherei, Munich
M. de Certeau, La formalité des pratiques. Du systeme religieux a Véthique 1953 y 1961).
des lumiéres, en L'Écriture de l'histoire (París 1978). Y sobre las exigencias 18
E. Cassirer, La philosophie des lumiéres (París 1966) 182 (sobre este
de la exégesis para la teología: J. Blank, Exegese ais theologische Basiswis- contexto se pueden consultar todavía los libros de P. Hazard, en particular
senschaft: ThQ (1979/1) 1-23, con bibliografía. I,a crisis de la conciencia europea (Madrid 1941) y El pensamiento europeo
15
H. S. Reimarus, Apologie oder Schützscbrift für dte vernunjtigen Ver- en el siglo XVIII (Madrid 1958, traducidos ambos por J. Marías).
ehrer Gottes (Francfort 1972). Apareció entre 1774 y 1778 en forma de 19
Das Leben Jesu, 2 vols. (Leipzig 1835-1836). Más tarde escribió otra
fragmentos: Fragmente eines Wolfenbüttelschen XJnbekannten. vida de Jesús para un público popular, pero esta obra es menos importante.
17
258 Cristología dogmática Planteamiento «desde abajo» 259
encontrar al Jesús histórico. Al mismo tiempo radicaliza la crítica tara de comprender la unidad de la persona a partir de la concien-
racionalista de las vidas de Jesús, que limitaban el mito a la encar- cia. Pero Schleiermacher, este «Padre de la Iglesia del siglo xx»
nación y a la resurrección. Extiende el mito a toda la vida de Je- —dirá Barth aun oponiéndose a él—, no trata de conciliar el «Cris-
sús: éste fue la ocasión para todo el género humano de tomar con- to de la fe» y el «Jesús de la historia», puesto que este último
ciencia de la unidad de lo divino y de lo humano, mientras que aparece como el producto de una exégesis poco científica, producto
Hegel, teólogo clásico en este punto, veía en Jesús un momento de la imaginación y del deseo de emancipación contra la autoridad
histórico que hace del cristianismo la reconciliación de lo universal de la Iglesia.
y de lo particular. Otro hegeliano de izquierdas, F. Baur, declarará
En estas condiciones, un teólogo, Martin Káhler, preconiza el
en el último período de su vida que la enseñanza del cristianismo
divorcio entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. En un
—la unidad de lo divino y de lo humano— es válida por sí misma,
opúsculo de 1892 afirma que la fe se interesa únicamente por el
haya existido Jesús o no 20 . Feuerbach sacará las conclusiones soli-
Cristo resucitado del kerigma (la primera predicación cristiana) y
citando reemplazar la teología por la antropología.
no por el «Jesús histórico», reconstruido de forma aventurada.
A. Schweitzer ha hecho la historia de estos intentos para mos- Este divorcio será renovado de manera más documentada en el
trar su fracaso21, porque cada autor atribuye a Jesús sus propias siglo xx por R. Bultmann sobre otras bases. En efecto, R. Bult-
concepciones, sin entregarnos al «verdadero» Jesús no dogmático, mann es uno de los fundadores de la escuela socioliteraria llamada
liberado de las Iglesias. de «la historia de las formas» (Formgeschichte), cuyo iniciador
Por parte de los teólogos se dieron muchos intentos por superar liara el AT es H. Gunkel.
el divorcio entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe 22 . Entre los diferentes géneros literarios, Bultmann destaca el
Fr. Schleiermacher (t 1834) es el primer teólogo moderno que dio kerigma23' que proclama a Jesús como Cristo y que tiene su Sitz
un curso sobre la vida de Jesús para articularla en una teología im Leben (contexto existencial) en las primeras comunidades cris-
que se apoya en la subjetividad al mismo tiempo personal —el sen tianas. Ahora bien: este kerigma, producto de la fe, es lo que se
timiento religioso de dependencia de Dios— y comunitaria: la pie- expresa en todos los textos evangélicos relativos a Jesús. Por ello,
dad de la comunidad eclesiástica. De este modo, quiere distanciarse no es posible afirmar nada cierto sobre el Jesús histórico. Además,
de las vidas liberales de Jesús (tanto cristianas como judías), las desde el punto de vista de la fe es absurdo apoyarse en este Jesús
cuales presentan a Jesús como un profeta judío o un sabio. Pero histórico, porque esto sería querer fundar la fe, gracia de Dios, en
también es el primero en cuestionar el dogma neocalcedoniano, un saber humano y, por tanto, cuestionar el principio reformador
fundamento de la cristología «desde arriba», que hace del Verbo de la justificación por la fe sola. La Escritura es, ante todo, «pa-
eterno el fundamento de la personalidad divina y humana; él tra- labra de Dios» que nos incita a la conversión. Para respetar el texto
mismo de la Escritura propone dos principios de interpretación
20
Sobre la no existencia de Jesús, por ejemplo, P.-L. Couchoud, Le mysté- existencial que pasan por el programa de la desmitific-ación. La
re de Jésus (París 1924).
21
palabra «mito» tiene aquí un sentido nuevo: es la narración en
Von Reimarus zu Wrede. Bine Geschichte der Leben-Jesu-Forschung términos de acontecimientos mundanos y humanos de lo que pro-
(Tubinga 1906); 2.a ed.: Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (1913; reedi- piamente es supramundano y divino (como la encarnación, la re-
ción en libro de bolsillo, Munich 1966). Un resumen muy sugestivo lo ofrece
E. Trocmé en Jesús de Nazaret visto por los testigos de su vida (Barcelona surrección, etc.). La fe no se interesa por la imagen mítica del
1974) 13-29. Sobre los límites de la obra de A. Schweitzer, cf. W. Reumann, mundo, porque nace de la sola escucha de la palabra de Dios, que
The Vroblem of Lord's Supper as Matrix for A. Schweitzer's Quest of the permite hacer pasar de la existencia inauténtica a la autenticidad
Historical Jesús: NTS 27 (1980-81) 475s.
22
Recomendamos alguna historia de la teología moderna, como la dirigida
y permite vivir de manera decidida la obediencia a Dios sin apo-
por H. Vorgrimler y R. van Gucht, La teología en el siglo XX, 3 tomos yarse en un saber o en lo que se puede hacer en el mundo para
(BAC, Madrid 1973-74); además, H. Zahrnt, A vueltas con Dios. La teología obtener cualquier tipo de gloria o seguridad ante Dios.
protestante en el siglo XX (Zaragoza 1972); R. Mehl, La théologie protestan- La interpretación bultmaniana sacaba, en teología, las conse-
te (París 1966); H. Holstein, La théologie entre les deux guerres, en 2000 ans
de christianisme, tomo 9 (París 1976) 127-135; M. Neusch y B. Chenu, Au
pays de la théologie. A la découverte des hommes et des courants (París 23
1979); G. W. Bromiley, Historical Theology: An Introduction (Edimburgo Cf. tomo I (pp. 189-237): «Teología bíblica» (P. Beauchamp); L. Ma-
1978). levez, Jésus de l'histoire et interprétation du kérygme: NRT 91 (1969)
785-808.
260 Cristología dogmática Planteamiento «desde abajo» 261

cuencias de la revolución científica: su programa de la desmitifi- los que el más determinante sería el kerigma, sino como un con-
cación supone que Dios no interviene directamente en el mundo, junto vinculado por el relato escrito.
marcado por el determinismo, sino indirectamente para dar senti- Fue un discípulo de Bultmann, E. Kasemann, quien, en una
do a la libertad humana (cf. Kant). Pero las consecuencias de esta célebre conferencia pronunciada en 1953, mostró que el cristianis-
posición son demasiado restrictivas para la fe, porque ésta se con- mo primitivo interpretó al Cristo glorificado de Pascua a partir
vierte para Bultmann en una pura cuestión subjetiva y privada, sin de su humillación y a la inversa: «Identificando al Señor humilla-
apoyo en la historia. De este modo, la oposición entre ciencia y fe, do con el Señor exaltado, el cristianismo primitivo manifiesta que
desarrollada a lo largo de los siglos precedentes, produce aquí un no es capaz de describir su historia independientemente de su fe.
nuevo efecto, y esta vez dentro del mismo objeto de la fe, al opo- Sin embargo, declara que no quiere reemplazar la historia por un
ner el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, convirtiéndose ésta mito, sustituir al Nazareno por una criatura celeste» 26. Es también
en extraña al mundo. De rechazo, como en el siglo xix, la cristo- Kasemann quien rehabilita el relato al decir que la primera comu-
logía eclesiástica se encontraba en oposición a la verdad científica nidad no debió «solamente predicar el kerigma de Jesús, sino tam-
que querría establecer la figura histórica de Jesús. En reacción con- bién contarlo» 27. El relato constituye el vínculo entre las diferentes
tra esta posición nació de hecho una cristología «desde abajo», cuya formas literarias y, por tanto, da sentido a unos hechos situándo-
más clara expresión fue formulada por W. Pannenberg en su obra los entre un origen y un fin, pero ¿cuáles? Este origen y este fin
Fundamentos de cristología (1964; trad. española, 1974). El fue orientan la historia desde el Génesis al Apocalipsis, desbordando
más lejos, en sentido inverso, haciendo de la historia el funda- así el marco de una cronología (cf. infra, apartado 3: «Plantea-
mento necesario —pero no suficiente, porque también ella supone miento mesiánico»).
la gracia de Dios— de la fe 24 . Como el planteamiento «desde arriba», la cristología «desde
Pero antes de Pannenberg, que critica la hermenéutica existen- abajo» tiene su parte de verdad: lo mismo que la encarnación, el
cial e individualista de Bultmann, la posición bultmaniana había destino histórico de Jesús constituye un hecho ineludible. Toda
sido denunciada por otros teólogos y exegetas: si se separan el Cris- cristología moderna partirá, pues, del destino histórico de Jesús;
to de la fe y el Jesús de la historia, la fe en Jesús no tiene ningún su sentido le viene, por una parte, de la tensión entre los aconte-
fundamento y así cae bajo la sospecha de ser una invención hu- cimientos típicos de la vida de Jesús (predicación del reino, mila-
mana, un nuevo «mito». gros, etc.) y la conciencia que tiene de poseer una autoridad inigua-
lable, y, por otra, de la resurrección, que constituye el aconteci-
El razonamiento teológico está en la base de la nueva búsque- miento clave que autentifica los hechos y la conciencia de Jesús.
da del Jesús histórico25, muy distinta de la del siglo xix, ya que El acento no recae ya sobre la encarnación, sino sobre la vida y la
intenta unir una investigación histórica y exegética rigurosa a una muerte, en cuanto proceso, y la resurrección, en cuanto rehabilita-
reflexión teológica. Pero hay que señalar que este razonamiento ción que revela al Dios Trinidad.
teológico se apoya en lo que había constituido la fuerza de la argu- Este procedimiento es más satisfactorio tanto desde el punto
mentación científica desde R. Simón hasta Bultmann: la conside- de vista exegético como desde el punto de vista teológico, puesto
ración del texto de la Escritura. Sin embargo, el texto ya no se que toma en serio la originalidad bíblica de la revelación de Dios
considera sólo bajo la forma de géneros socioliterarios distintos, de en una historia y habla más a la piedad proponiendo en Jesús un
modelo para el individuo y para una «Iglesia servidora y pobre»,
24
Sobre Pannenberg cf. I. Berten, Histoire, révélation et foi. Dialogues con los ojos fijos en la promesa de Dios. La salvación no se reduce
avec W. Pannenberg (Bruselas 1969); D. Muller, Parole et histoire. Essai de ya a la vida interior de la gracia, sino que se refiere a su sentido
théologie fondamentale en dialogue avec W. Pannenberg, tesis (Neuchátel evangélico inicial: la acogida del reino de Dios y el «seguimiento
1981). de Jesús» en este mundo, en la esperanza de una renovación radi-
25
En particular G. Ebeling, Die Bedeutung der historisch-kritischen Me-
thode jür die protestantische Théologie uni Kirche: ZThK 47 (1950) 1-46. cal gracias a la resurrección. La Iglesia será juzgada por su actua-
Cf. J. M. Robinson, A New Quest of the Historical Jesús (Londres 1959) y
Le kérygme de l'Église et le Jésus de l'histoire (Ginebra 1961, 21967; traduc- 26
ción de Kerygma und historischer Jesús). Sobre los estudios más recientes Le probleme du Jésus historique, en Essais exégétiques (Ginebra 1972)
con bibliografía: J. Dupont (ed.), Jésus aux origines de la christologie, intro- 154.
27
ducción (Gembloux 1975). Les debuts de la théologie chrétienne, ibíd., 188.
262 Cristología dogmática Planteamiento mesiánico 263

ción y no sólo por su enseñanza. Las teologías de la liberación, a actual elabore una vida de Jesús de tipo puramente histórico para,
partir del final de los años sesenta, han insistido particularmente luego, elaborar un análisis riguroso de la fe pospascual, análisis
en este redescubrimiento concreto de la salvación y en la «orto- que discerniría en cada etapa en qué hecho se lee el signo de la
praxis» 28. dimensión 'transhistórica' de Cristo» x. Pero ¿qué significan un
Sin embargo, el planteamiento cristológico «desde abajo» no es «transhistórico» y un «desde arriba» que deben ser históricamente
del todo satisfactorio para la fe, si con ello se afirma que el relato perceptibles? El esquema espacial «desde abajo» y «desde arriba»
de la historia de Jesús es un relato que sigue una sucesión crono- no permite superar el dilema. Además, la resurrección, que es el
lógica y que nos lleva necesariamente a Dios. También aquí lo que polo generador del planteamiento «desde abajo», es un aconteci-
hay que esclarecer es la articulación entre historia y fe; de lo con- miento donde el abajo y el arriba están mezclados y repercuten en
trario podría bastar de nuevo un Jesús puramente humano -—el toda la vida terrestre de Jesús hasta la encarnación.
liberador, el marginado, el sabio, el hombre para los otros, etc.—, Hay que buscar, pues, una articulación más satisfactoria en tor-
lo cual no hace justicia a la dimensión teológica de la Escritura. no a una forma de relato que vincula historia y fe, como afirma
Por ello, muchos teólogos hablan de la complementariedad de los W. Kasper a propósito de estos dos planteamientos: «La cristolo-
dos planteamientos (el mismo W. Pannenberg, W. Kasper, J. Molt- gía nos sitúa así ante uno de los problemas más fundamentales
mann, etc.). del pensamiento en general, a saber: la cuestión de la relación entre
B. Sesboüé expresa bien esta concordancia cuando afirma: «Una el ser y el tiempo. En la cristología no se trata solamente de la
cristología que quisiera ser exclusivamente 'desde abajo' llevaría, esencia de Jesucristo, sino también de la comprensión cristiana de
en definitiva, a pensar que en Jesús Dios se ha dado un Hijo, pero la realidad en su conjunto. La cuestión histórica de Jesucristo se
no que nos ha dado a su Hijo, y que Jesús es un hombre hecho reduce así a la cuestión de la historia universal» 31.
Dios, pero no un Dios hecho hombre. Por eso, el problema no
puede consistir en elegir entre dos tipos de cristologías que serían
opuestas, sino en saber articularlas entre sí. En este punto pode- 3. Planteamiento mesiánico:
mos afirmar dos cosas: en el orden de la investigación y de la cumplimiento y «figura»
exposición, la cristología 'desde abajo' debe preceder a la cristo-
logía 'desde arriba', ya que representa un primer tiempo de la Los dos planteamientos mencionados no explican el papel de la
revelación; pero la cristología 'desde arriba' debe ejercer en se- resurrección en el nacimiento de la cristología (Jesús reconocido
guida una relectura de este primer movimiento, para desvelar ple- como Cristo) y en la constitución del Nuevo Testamento. El plan-
namente todas sus implicaciones. Los dos movimientos se estable- teamiento «desde arriba» puede apelar al Evangelio de Juan y, en
cen entonces en una solidaridad circular que les permite esclare- concreto, a la problemática del Logos, que fue determinante para
cerse y, si es necesario, corregirse mutuamente» 29. la solución de los grandes problemas cristológicos. Pero no res-
Al admitir la existencia de una «cristología implícita» en el ponde al interés del cuarto evangelio en mostrar la revelación del
destino histórico de Jesús, antes incluso de la «cristología explí- Logos en «la hora» de la cruz y de la glorificación de Jesús 32 .
cita» de las primeras comunidades cristianas, es necesario que en Del mismo modo, el planteamiento «desde abajo», que puede
la aproximación histórica a Jesús se dé el «desde arriba» divino, apelar hasta cierto punto a los Hechos y a los sinópticos, difícil-
si no se quiere volver a separar fe e historia, según el deseo de un mente explica cómo el destino histórico de Jesús es teológico desde
exegeta: «Realmente, nuestro anhelo sería ver que la cristología el principio al fin, es decir, revelación de Dios dependiente de la
28
resurrección que le da sentido. La resurrección constituye un acon-
Por ejemplo, G. Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas (Lima tecimiento totalmente nuevo en cuanto acontecimiento, de modo
1971, Salamanca "1977); L. Boff, Jesús Cristo liberador. Ensaio de cristología que, aunque su contenido esté en concordancia con el Antiguo Tes-
para o nosso tetnpo [Petrópolis 1972; nueva trad. castellana ampliada, en
Jesucristo y la liberación del hombre (Ed. Cristiandad, Madrid 1981) 39-282]; tamento, hace que éste sea superado, permitiendo así el paso al
id., Teología del cautiverio y la liberación (Madrid 1978); «Concilium» 96 30
(1974), dedicado a Praxis de liberación y fe cristiana, con artículos de G. Gu- A.-L. Descamps en Jésus aux origines de la christologie, op. cit., 46.
31
tiérrez, L. Boff, J. Comblin, J. L. Segundo, entre otros. Jésus le Christ (París 1976) 52, en esa perspectiva de aproximación
29
Esquisse d'un panorama de la recherche christologique contemporaine, judía.
32
en Le Christ hier, aujourd'hui et demain (Laval 1976) 18-19. Thüsing, citado por Sesboüé, op. cit., 31.

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