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Celia Fay

El cambio Honesto

Los Chicos Glendale L.4


Sinopsis
¿Pueden desafiar a la sociedad homofóbica y encontrar
el amor en el Oz de la vida real?

Con una vuelta a la religión cristiana de su madre -que


lo trata como basura- y una vida llena de incertidumbre,
Theo Curtis decide elegir esta última.

Con un móvil sin batería y casi sin dinero, se sube a


un autobús a Nueva York, sólo con la dirección de su amiga
Chloe en el bolsillo...

Una ayuda de los nuevos y viejos amigos y una


inesperada invitación de boda le llevan a conocer al
gracioso, guapo y asquerosamente rico, Kevin Worcester.

Enamorarse debería ser fácil, ¿verdad?

Pero después de los años de abuso, Theo no está listo


para confiar en nadie.

Ese es el libro 4 de la serie de los Glendale Boys.


Puede ser leído de forma independiente, pero os dará más
placer si se leen sucesivamente.
Capítulo uno
Capítulos terminados y puentes en llamas
Miro por la ventana del autobús, observando las calles
que pasan por delante de mi visión. El sol de poniente pinta
las calles de oro y tengo una sensación de grandeza, a
pesar de la realidad de mi vida. Vivo en la ciudad de
Sullivan, Estado de Nueva York, hogar del pueblo de
Chittenango, más conocido como el lugar de donde
proviene el autor de —El Mago de Oz—. Estas calles
doradas me recuerdan el camino de ladrillos amarillos y no
puedo dejar de soñar con otro lugar, mi Oz... la ciudad de
Nueva York.

Mi mejor amiga, Chloe, se mudó allí hace un año. Me


llama y me envía postales sobre su increíble vida como
bailarina; sueño con el momento en que pueda dejar este
lugar. El autobús se sacude y una mandarina cae de mi
bolsa de compras, que un amable anciano me entrega. Esta
ciudad es lo suficientemente dulce y pequeña para ser un
lugar encantador para vivir, pero mi casa es una prisión
para mí.

Me bajo del autobús y soy recibido por mi madre,


como siempre.

—¿Conseguiste todo lo que te dije? —pregunta con un


tono condescendiente.

—S-sí, madre, —respondo con seriedad, su presencia


amenazante se suma a mi ya nerviosa disposición. Para ser
una mujer tan pequeña, puede dar un tono humillante a su
voz. Es por eso que mi tartamudeo empeora. Siempre lo
hace cuando estoy cerca de ella.

—Theo, no suenes tan deprimido. Después de la forma


en que actuaste el fin de semana pasado, deberías tener
suerte de que te dejara salir de casa sin ninguna
supervisión, —dice mi madre, como si me estuviera
haciendo un favor. El comportamiento del que habla es el
hecho de que me quedé despierto hasta las diez de la
noche en mi habitación para leer un sábado, cuando tenía
que levantarme temprano y en mi mejor momento para ir a
la iglesia el domingo.

—Sí, m-madre, —respondo automáticamente de


nuevo, sabiendo que es mejor no tener una opinión cuando
se habla con ella.

—Cuando lleguemos a casa, quiero que laves y


prepares las verduras para la cena, pulas los adornos de la
sala de oración, hagas tus deberes y estudios bíblicos y
luego vuelvas a mí para comprobar que se han hecho
correctamente.

Los enumera habitualmente. Nunca entiendo por qué


siente la necesidad de decirme esta lista, cuando los
trabajos son los mismos todos los días.

—S-sí, madre, —esta vez mi contestación se escapa


como un suspiro. Me estremezco en caso de que me haya
escuchado, pero por suerte pasa desapercibido.

Cuando llegamos a casa, a unos cien metros de la


parada del autobús, mi madre va directamente a la sala de
oración, mientras que a mí me esperan las verduras, que
debo empezar a preparar. No siempre ha sido así. Mi madre
es lo que se llama una —cristiana renacida—, lo que
significa que desarrolló su amor por Cristo en una etapa
tardía de su vida, o, para ser más específicos, lo descubrió
en el momento en que mi padre la dejó.

Este fue el peor período de mi vida, ya que el


momento de los acontecimientos me condenó a la prisión
en la que vivo ahora. Salí del armario con mi madre y mi
padre como gay en mi decimoséptimo cumpleaños y al día
siguiente mi padre nos dejó. Lo último que supimos de él
fue cuando llegaron los papeles del divorcio. Tres, casi
cuatro años después, mi madre todavía cree que es mi
estilo de vida pecaminoso el que alejó a mi padre, a pesar
de que todo el vecindario sabe con qué frecuencia
estallaban las discusiones en la casa de los Curtis.

Ahora, a la edad de veinte años, porque mi madre


parece pensar que me escaparé y cumpliré estas fantasías
diabólicas, tengo que ir a la parada del autobús con la
compañía de mi madre como escolta... Tengo barrotes en
mi ventana y los amigos pueden pasar si son examinados y
aprobados por mi madre -y los chicos están estrictamente
prohibidos.

Soy posiblemente uno de los seres humanos más


tímidos y mi madre lo sabe. Ella usa mi timidez en mi
contra para vigilarme y mantener mi autoestima baja.
Estando en este ambiente tóxico, no es sorprendente que
tenga severos ataques de pánico y un impedimento en el
habla, y no estoy seguro de cuánto tiempo más podré
soportarlo. He estado ahorrando los dos dólares de subsidio
que recibo a la semana desde hace un año. Tengo suficiente
para mi pasaje a Nueva York, pero no lo suficiente para
vivir; sin embargo, estoy empezando a pensar que estar sin
hogar es una mejora para mi vida aquí.

—Recé por ti, —dice mi madre mientras entra en la


cocina—siempre lo hago. Espero que un día entres en razón
y elijas el camino correcto, el camino que el Señor quiere
para ti.

—No es una elección —se me escapa de la boca antes


de que pueda detenerme. Segundos más tarde, un agarre
mortal cae sobre mi muñeca y la mano de mi madre,
similar al cuero oscuro, aprieta sin remordimiento hasta
que jadeo, obligándome a dejar caer la patata que estaba
lavando.

—Debo haberte escuchado mal, —respira, medio


sonriendo maníacamente a través de los dientes apretados
—. ¿Creo que acabas de decir que ser un sucio sodomita no
es una opción? —Ella simula escupir—. Es asqueroso, lo que
hacen los de tu clase, porque una mujer es la única opción
que tendrás mientras seas mi hijo.

La verdad es que nunca he realizado estos —actos de


sodomía antinaturales— como a mi madre le gusta
llamarlos, pero ella cree que el hecho de ser gay es una
razón suficiente para que me odie. Sintiendo que está
consiguiendo su punto, su guardia baja y su agarre se
afloja lo suficiente como para que yo libere mi mano.

—¡Suéltame! —Escupo de vuelta, una expresión


aturdida a raíz de mi propia revuelta. Me tomo un momento
para asimilar lo que acabo de hacer. Me siento con poder, la
adrenalina comienza a bombear... No hay vuelta atrás
ahora. Sus ojos brillan ferozmente con malicia. Mirando sus
fosas nasales dilatas y sus sorprendidos ojos me hace creer
que Congreve1 debió haber estado hablando del desprecio
de esta mujer caribeña cuando dijo que el infierno tendría
menos furia. Su mano se desliza por mi mejilla con gran

1Dramaturgo, poeta y traductor inglés, uno de los más destacados autores de la antipuritana comedia de
la restauración.
fuerza, dejando una marca al rojo vivo, obligándome a dar
un paso atrás. No es la primera vez que me golpea, pero
esta... esta será la última.

Ahora que había cruzado esa línea, tenía que


aprovechar mi oportunidad.

—Bueno, déjame hacerte un favor entonces, Gloria...


me voy. Puedes decirle a todo el mundo que he muerto por
lo que me importa, estar muerto sería un destino más
amable que vivir aquí un día más. —Tiemblo de la cabeza a
los pies, sorprendido por las palabras que salen de mis
propios labios, pero siento que mi tartamudeo se alivia un
poco, como si me hubieran quitado un peso de encima. Al
pronunciar su nombre de pila, que dije como si fuera una
extraña para mí, se estremece. Por una fracción de
segundo, creo que veo sus ojos llenos de lágrimas, pero
cualquier emoción se desvanece rápidamente, enterrando
cualquier bondad para mí en las cansadas líneas de su cara.

—Tienes razón, no eres hijo mío, tu alma está


destinada a las llamas, —dice en un malicioso susurro—
pero me condenaré si dejo que difundas tu pecado al resto
del mundo. ¿No has traído suficiente vergüenza a tu
madre? —Camina hacia mí como si fuera un perro salvaje,
con cautela, pero con la intención de capturarme. Se lanza
y yo me aparto, su gran tamaño me favorece mientras le
pongo un pie debajo de las piernas y la derribo como a una
secoya. Un pensamiento rápido revolotea en mi mente que
probablemente iré al infierno por hacer tropezar a mi propia
madre, pero según ella, Satanás ha tenido mi nombre en su
lista durante mucho tiempo.

Salgo corriendo de la cocina y cierro la puerta tras de


mí, metiendo una de las sillas del comedor bajo el tirador
de la puerta para atrancarla, sólo para darme tiempo
suficiente. Corro arriba y reúno cualquier ropa que pueda
coger, mi dinero ahorrado y las postales que Chloe me
envió, y las tiro en una bolsa de lona. Voy a la habitación
de mi madre y saco mi teléfono móvil del cajón cerrado en
el que normalmente lo guarda; la batería está agotada,
como era de esperar, ya que no lo ha recargado en
semanas, pero el recurso será definitivamente apreciado.

Escucho a mi madre gritar desde detrás de la puerta


de la cocina; no puedo dejarla atrapada allí... ¿o sí? Alejo
los pensamientos de dejarla luchando en la cocina hasta
que alguien inevitablemente llame a la policía por el ruido;
por muy tentador que sea, seré mejor persona, incluso
después de ver cómo los restos de todo lo que hemos
tenido se desvanecen detrás de su mirada. Abro la puerta
delantera y corro para quitar la silla. El choque de la
repentina falta de resistencia hace que mi madre salga
volando de la cocina y vuelva al suelo. Lo último que ve es
mi cara, por una vez sonriendo, y luego la puerta se cierra
junto con un capítulo de mi vida.

Una hora más tarde, estoy en un autobús, con destino


a Nueva York; la vista de la puesta de sol ardiendo en el río
Hudson como un fuego. Pienso en el mago de Oz mientras
miro el horizonte que se eleva. Tarjeta postal en mano,
murmuro distraídamente como si fuera para Chloe: —Ya no
estamos en Kansas, Toto...

Desde el puente George Washington, los edificios


brillan con las llamas anaranjadas del atardecer y no puedo
dejar de pensar: quizás realmente estoy destinado a las
llamas.
Capítulo dos
La esperanza en el punto de mira
Me bajo del autobús en el frío aire invernal de Nueva
York. Cuando el autobús llega a la estación, la última luz
está jugando en la cima de los rascacielos. Doy vuelta a la
postal en mis manos y miro la dirección del remitente en la
esquina superior derecha. No es una dirección clásica. Es la
dirección de un bar The Morning Star. Sabía que Chloe
había estado trabajando en un bar, pero ¿también vivía allí?

Después de pedir indicaciones a un gruñón y no tan


amigable conductor de autobús, me subí al famoso metro
de Nueva York y me dirigí al centro de la ciudad. Cuando
salgo del metro, me llueve una lluvia de copos de nieve.
¡Se ven tan hermosos mientras bailan en el ámbar
moribundo del cielo nocturno y se lanzan entre el brillo de
las luces iridiscentes de la calle! Camino una manzana 2 de
dos y llego a una esquina, y justo ante mí está The Morning
Star, con su luz de neón y su entrada iluminada, varios
fumadores acurrucados se protegen en ella de los ataques
de la nieve, creando un resplandor sagrado en la fachada.
Sonrío y suspiro. En mi aliento, me hablo en voz baja a mí
mismo...—Estoy aquí.

Después de pasar por el arco de humo de los clientes


externos, entro al calor y el almizcle de un acogedor salón
artístico, con una docena de mesas dispersas, llenas de
clientes satisfechos me recibe. Mis sentidos lo captan todo,
las líneas de todo empapadas en un cómodo tono
anaranjado por las luces tenues y el fuego de la esquina, el

2Sinónimo de cuadra en otros países.


olor a leña, a whisky y a invierno en el aire. Casi puedo
saborear las especias en la atmosfera del vino caliente que
están sirviendo detrás de la barra, y mi mano roza un poco
de caoba lisa y finamente pulida; todo en este lugar es
cómodo, pero es lo que mis oídos notan lo que más me
roba la atención.

Mis oídos guían mi línea de visión hacia el pequeño


escenario, con un tipo cantando y tocando su guitarra. Otro
tipo a su izquierda ocasionalmente vocaliza con él, creando
dulces armonías mientras toca suavemente y hace sonar
una pandereta. Los dos intercambian miradas y sonrisas
que me hacen sonrojar. Su apariencia y atmósfera juntas es
jovial pero eléctrica, las miradas entre ellos llevan a una
intimidad, como si el público no estuviera allí. Cuando la
canción termina, los espectadores estallan en una cacofonía
de aplausos y gritos; son claramente los favoritos del
público.

La atención de todos cambia de repente. Jadeos y


gritos de sorpresa vienen de mi derecha, el sonido de algo
cayendo y luego de un vidrio roto me llama la atención.
Miro a mi alrededor para ver que uno de los camareros ha
dejado caer una bandeja con algunas bebidas. Miro el vidrio
roto y luego vuelvo a centrarme en el escenario, sin querer
involucrarme en el desorden. Parece que el destino tiene
otras intenciones, ya que ni un momento después me
llaman por mi nombre.

—¿Th-Theo? ¿Eres tú? —me doy la vuelta y veo que


quien me ha llamado me está mirando con ojos brillantes y
es mi mejor amiga.

—¡Oh Dios mío! ¡Eres tú, estaba tan sorprendida que


me detuve con la bandeja y alguien me golpeó! ¿Qué estás
haciendo aquí? ¿Por qué no me dijiste que vendrías? —
pregunta mientras me abraza calurosamente, esquivando el
desorden del suelo en el camino.

—¿Qué... qué? —Me las arreglo para tartamudear en


respuesta a los brazos de sujeción que me rodean. Me
estremezco en caso de que sea el regreso del tartamudeo.
El olor de su champú de fresa me trae tantos recuerdos de
los veranos pasados en Sullivan, antes de que las cosas se
complicaran.

—¡Mierda! ¡Realmente eres tú! —exclama al retroceder


para acogerme por completo. Irradia una gran sonrisa y yo
no puedo evitar devolvérsela. Me lleva a un abrazo más
suave, que no me deja sin aliento, y me susurra al oído: —
No tienes ni idea de lo feliz que estoy de verte. —Juro que
casi escucho un tono triste en su voz, pero el humor
cambia de repente cuando el alto y guapo guitarrista se
acerca y pone una mano cariñosa en el hombro de Chloe,
con algo de pánico en su cara.

—¿Estás bien? —pregunta, mirándola de arriba a abajo


como si buscara heridas de guerra—. Escuché el golpe
desde el escenario y me pregunté si era una pelea de bar o
algo así. —Se aparta de mí y lo mira con una sonrisa
cómoda.

—¡Estoy bien, Kris, siento el desorden! —dice


torpemente, seguido de una risa ligera para jugar la carta
de la “rubia tonta”— ¡es sólo que este es mi mejor amigo!
Ha aparecido de la nada y me ha pillado desprevenida. —
Ella lo mira tímidamente, con ojos casi de cachorro—
puedes descontar los daños de mi salario si quieres.

—¡No seas tonta! —exclama, un poco más fuerte de lo


que creo que quería, haciendo la incómoda situación más
divertida.
El tipo que había estado tocando la pandereta
interrumpió la conversación. —¿Por qué gritas? Es
claramente tímido, no sordo.

Este tipo pasa por delante del más alto, Kris, creo que
dijo Chloe, y se pone delante de mí, mirándome a los ojos.
—No mordemos, ¿sabes? —dice, con una sonrisa amigable
y burlona que le cruza la cara—. Soy Luke, tú debes ser...
— empieza, mirando hacia arriba como si buscara
físicamente en su memoria—...¡Theo! Sí, Chloe nos ha
contado todo sobre ti. ¡Cuando está borracha, nos cuenta
cómo pensaba que eras su verdadero amor hasta que le
dijiste que te gustaban los hombres! —La última palabra
sale en una carcajada cuando la boca de Chloe se abre y
nos da una horrorizada mirada.

—¡Luke! —grita, poniéndose roja y abofeteándolo con


la tela de su delantal. Me mira, con la cara más roja que
una remolacha—. Quiero decir, eso fue cuando teníamos,
como, ¡cinco años! Cuando éramos vecinos y jugabas a las
princesas y a los caballeros conmigo en mi jardín. —Luke
apoya una de sus manos en mi brazo jovialmente. El
enrojecimiento de la cara de Chloe empieza a disminuir y
luego empieza a reírse para sí misma. Los dos chicos y yo
intercambiamos miradas confusas antes de que pierda la
paciencia y le pregunte qué es tan gracioso; ¡a mí también
me gusta un buen chiste!

—¿Qué? ¿Qué es tan gracioso? —preguntó,


gesticulando con mis brazos con exacerbación. Ella se ríe
haciendo ese sonido parecido a un ronquido, algo que no he
oído en mucho tiempo. El sonido por sí solo hace que el
resto de nosotros empecemos a reírnos. Empiezo a reírme
con una risa nerviosa, pero pronto se convierte en una risa
más genuina cuando me doy cuenta de que me siento muy
cómodo con esta gente. ¿Por qué la risa tiene que ser tan
condenadamente contagiosa?

—Acabo de recordar algo que debería haber hecho


'ciertas cosas' tan obvias para mí, —dice, lágrimas de risa
en sus ojos.

—¡¿Qué?! —Grito, aún riendo, pero ahora me enfado,


una brizna de mi tartamudeo regresa en mi frustración.
¿Qué había entre ella y yo de niños que pudiera ser tan
divertido, quiero decir... ¡Oh no, eso no! Voy a detenerla,
después de darme cuenta de repente de lo que podría ser
tan divertido, quiero decir, estos son dos nuevos amigos
potenciales aquí y realmente no necesitan saber...

—Theo solía insistir en que era... ¡la princesa


Theodora! —su risa es ahora descontrolada y los otros dos
están riéndose con ella ahora. Mi cara cambia de color de
rosa a rojo y finalmente a algún lugar entre un merlot y
una ciruela.

—¡Siempre quiso ser una princesa también! Al final,


tuvimos que tomar turnos, siendo la princesa. Siempre se
veía mejor en mis trajes de princesa que yo, es su linda piel
color moca y esos penetrantes ojos verde grisáceos. —Ella
continúa, ahora no se ríe tanto, pero me sonríe con cariño.
Pone su mano en mi mejilla y me mira con tanto afecto: —
Supongo que realmente eres mi caballero de brillante
armadura.

Muevo cómodamente mi mano para cubrir la suya en


mi cara e inclinarme sobre ella. La familiaridad me da
ganas de llorar. Me había escapado de casa, no tenía familia
a la que pudiera acudir, ningún lugar al que llamar propio,
pero mientras tenga un ancla que me sostenga, puedo
sobrevivir.
—¡Consigan una habitación, ustedes dos! —bromea
Luke. Kris imita un aullido de lobo para resaltar el humor.

—Sí, por muy conmovedora que sea esta reunión,


Chloe, no te pago para que te pongas manos a la obra con
la clientela —Kris añade: —¡no es esa clase de bar, cariño!
—Chasquea los dedos y se hace el atrevido, pero la mirada
no funciona con su alta y bastante atlética complexión. La
acción nos hace estallar de risa otra vez.

—¡¿Qué fue eso?! —Luke se ríe— por favor no vuelvas


a hacer eso, podría morir de vergüenza.

—Sí, sí, muy gracioso —dice Kris, claramente tratando


de cambiar de tema— Chloe, limpia el desastre que
causaste antes de que alguien se lastime. —Ella va a
interrumpir, pero Kris se le adelanta: —No te preocupes por
tu pequeño juguete, lo cuidaremos bien mientras limpias.
Tu turno termina en quince minutos de todos modos, el
momento perfecto para que le tiremos toda la suciedad que
tenemos sobre ti al novato.

Luke mueve sus cejas hacia mí, y Kris me da una


sonrisa malvada; no sé si tener miedo o no. Chloe resopla y
me guiña el ojo, antes de ir a buscar una escoba. Me vuelvo
hacia los dos hombres que tengo delante. Luke se une a mi
brazo y empezamos a caminar hacia el escenario. Un
pensamiento temeroso aparece en mi cabeza mientras
caminamos hacia él. ¿Me van a presentar en el escenario
como un novato o algo así? Quiero decir, anuncian los
cumpleaños, ¿verdad? ¡¿Qué más podrían hacer?!

Llego al punto de casi trabajar hasta un ataque de


pánico antes de que una mano reconfortante me tome el
hombro.
—No te preocupes, no actuarás esta noche, —Kris ríe
suavemente como si sintiera mi miedo— entra en mi
oficina. —Empuja una puerta a la izquierda del escenario,
con una ventana al exterior y entramos en... bueno, una
oficina de verdad. No puedo detener el pequeño Oh, y
cualquier nerviosismo que de repente caiga en mis
expectativas anticlimáticas.

—¿Oh? —Luke dice: —¿qué esperabas?

—No lo sé —digo honestamente, tomando asiento— es


sólo que usualmente cuando alguien dice 'entra a mi
oficina' en una película, es o no una oficina en absoluto, o
tratos dudosos suceden en esa oficina, o algo... —Me alejo,
dándome cuenta de lo tonto que suena. Luke mira a Kris
con una ceja levantada.

—Nos ha descubierto, Kris, —susurra en voz alta con


falso pánico en sus ojos— ¡rápido! ¡Esconde la evidencia de
todos los tratos dudosos! —se ríe y se apoya en mi hombro
para apoyarse en lo gracioso que claramente cree que es;
me tenso un poco ante el contacto inesperado.

—¡Has estado viendo demasiadas películas! —Kris


añade: —¿Es por eso que estás aquí? ¿Eres un aspirante a
artista, como Chloe? ¿Esperando triunfar en la gran ciudad?
— Sonríe, pero me da una mirada paternal, una mirada que
estoy seguro que ha dado a Chloe en muchas ocasiones
-tiene el hábito de entusiasmarse demasiado con posibles
actuaciones antes de que le devuelvan la llamada-. Parece
que está a punto de empezar una conferencia muy larga y
bien ensayada, probablemente sobre las posibilidades de
lograrlo y no desanimarse demasiado si no funciona, pero
le corté.
—No, —digo solemnemente y miro a mis pies—. Yo...
me escapé. —Luke, que todavía está apoyado en mí, me
aprieta suavemente el hombro. Camina hacia la parte
delantera de la silla y se agacha, así que nuestras cabezas
están al mismo nivel. Pone sus manos sobre mis rodillas,
un nivel de intimidad al que no estoy acostumbrado, pero
después de que la conmoción inicial disminuya, el gesto es
sorprendentemente reconfortante.

—Oh, Theo, —comienza— lo siento mucho. Aquí


estamos haciendo chistes y tú estás pasando por esto, —
me frota suavemente la rodilla con un intento de calmarme,
de la forma en que uno podría acariciar una paloma herida
para calmarla— ¿quieres hablar de ello? —Otra mano está
en mi brazo. Me tenso de nuevo: normalmente me lleva
años conocer a alguien para dejar que me toque. Sin
embargo, estos tipos no lo hacen incómodo. Me doy la
vuelta y veo los ojos oscuros de Kris mirándome con un
cariño paternal.

—Asumo que vas a intentar quedarte con Chloe por un


tiempo, —dice en un tono bajo y calmante. Asiento en
respuesta—. Bien, creo que eso sería bueno para ella
también, parece que está pasando por algunas cosas
últimamente. Puede que sea un amigo bastante cercano a
ella, pero todavía es bastante nueva aquí y no se abre del
todo.

Vuelvo a asentir, mis cuerdas vocales restringidas por


el bulto que se forma en mi garganta, tratando de contener
las lágrimas a medida que la realización de lo que he hecho
comienza a establecerse.

—¿Tienes dinero? —pregunta Kris, de nuevo con una


voz suave y aterciopelada, algo que probablemente lo
convirtió en un gerente muy simpático y accesible.
Esta vez manejo una voz débil y fallida, pero aún así
sostengo dos palabras enteras: —Un-un poco, —maldigo en
voz baja el regreso de esta maldita aflicción vocal. Kris mira
a Luke y se levanta, caminando hacia la ventana. Lo veo
sacar su teléfono, pero entonces Luke vuelve a estar frente
a mí otra vez.

—No te preocupes, Theo, —dice, haciendo pequeños


círculos con sus pulgares en mi rótula— Chloe vino aquí
hace unos dos meses después de salir de otro bar y ya la
queremos mucho. Cualquier amigo suyo es amigo nuestro.
—Sonríe con una hermosa sonrisa, que me levanta el ánimo
al instante. La luz de neón proyecta un brillo pálido a través
de la condensación de la ventana desde el exterior,
bañando a los dos en una luz azul-blanquecina. Recuerdo
haberlos visto en el escenario y la luz me calienta, como si
llevaran la luz dentro de ellos.

Kris regresa. Había estado murmurando por teléfono a


alguien mientras Luke me hablaba.

—¿Sabes cómo limpiar mesas y servir alcohol? —


pregunta, un tono de negocios que ahora se filtra a través
de su voz.

Ligeramente aturdido por la aleatoriedad de la


pregunta y el cambio de tono me hace soltar un.. —N-no.
—Me mira de arriba a abajo, una mirada de juez jugando
en sus cejas, ya sea bueno o malo -no puedo decirlo.

—¿Aprendes rápido? —me pregunta de nuevo como si


fuera una ronda rápida en un concurso.

—S-sí, —tartamudeo. La perplejidad de la entrevista


rápida no ayuda a mis nervios, trato de disminuir un poco
mi respiración. Es verdad, sin embargo. Tengo algunas de
las mejores notas de mi escuela, pero supongo que eso no
importa ahora. Me pregunto qué le dirá mi madre a todo el
mundo, si es que alguien se da cuenta de que me he ido.

—¡Genial! —dice Kris— puedes empezar aquí al final


de la semana, acabo de hablar con el gran jefe, el dueño de
The Morning Star. —Lo miro fijamente, con la boca llena de
confusión. ¿Por qué estos tipos están siendo tan amables
conmigo? Ni siquiera me conocen. Una sensación en la boca
del estómago me llama la atención; donde normalmente
hay apretadas espirales de nudos de la ansiedad que
siento, que residen en racimos tejidos, hay ahora un ligero
aleteo, como una delicada pluma en una brisa de otoño. Sin
embargo, no puedo poner mi dedo en lo que es.

Luke me ve mirarme el estómago y me pregunta: —


¿Tienes hambre? ¿Has comido? —Mi estómago se queja en
respuesta, pero incluso después de que ambos me llevan
de la oficina a una cómoda cabina y me piden una
hamburguesa vegetariana, la cual como sin gracia en varios
bocados grandes, el revoloteo permanece... De hecho,
crece.

Para cuando termino mi hamburguesa, todos estamos


hablando con normalidad de nuevo, principalmente
riéndonos de las tonterías que Chloe ha hecho -quiero decir,
tuve que vengarme de ella por la Princesa Theodora, ¿no?-.
Casi me ahogo cuando Luke me dice que en su primer día
se cayó en el plato de espaguetis de un cliente, casi
rociando mi bebida sobre ambos.

—Recuerdo que alguien más tuvo un pequeño


percance con un plato de espaguetis...—se burla de Kris,
dando un codazo a Luke en la costilla. Luke protesta, pero
al final le da un beso para que deje de bromear.
—¡Ja, ja, muy gracioso! —Luke resopla como un niño—
eso fue cortesía de nuestro querido amigo Jackson! ¡En mi
primer día en una nueva escuela, también! —Trato de no
reírme, pero no puedo ocultar mi sonrisa.

—Sí, pero eras un monstruo de espaguetis muy lindo,


—dice Kris con más codazos a sus costillas.

Estos tipos son tan lindos, me hacen sentir


revoloteando de nuevo, me relajo un poco más y mis
defensas bajan; tanto que no veo a Chloe llegando a
nuestra mesa. Aparece de la nada y me hace prácticamente
saltar de mi piel... Ahí van esos aleteos.

—Heyyy, chicos, —ella zumba de una manera que


sugiere que está lista para todos los chismes— así que ¿de
quién o qué estamos hablando?
Tal vez sea porque extrañamente me siento muy
cómodo con estos tres ahora, incluso después de sólo una
noche, que mi boca actúa antes de que mi cerebro tenga la
oportunidad de adivinar por sí mismo.

—Oh Dios, ella no, —pongo los ojos en blanco—


estábamos hablando de ti, no de ti. —Me doy la vuelta
lentamente y luego, obviamente, le digo a los chicos: —
¿Todavía está aquí? —Ella puede decir que estoy
bromeando, pero eso no le impide que se sorprenda de que
mi perra interior haga una aparición.

—¡Wow! —empieza Chloe. Pone una mano delante de


mi cara con los ojos cerrados—. Ah sí, el descaro es fuerte
aquí. —Se ríe con sana alegría por su terrible broma antes
de volver a intentarlo— en serio, sin embargo, ¿qué me he
perdido?
Kris le da un guiño: —espagueti.

—Spag- oh no! ¡No lo hiciste! —Chloe se ruboriza—


¡vamos, eso fue sólo un desafortunado accidente!

—No te preocupes, —interviene Luke— Kris pronto


cambió de tema a mi primer día en su escuela donde me
golpearon en la cara con el plato de espaguetis de Jackson.
—Chloe resopla, lo que nos hace a Kris y a mí quejarnos
tratando de no estallar de risa... más por su risa que por
otra cosa; Luke no parece impresionado por esto. Chloe,
queriendo cambiar de tema rápidamente antes de que
vuelva a su incidente de los espaguetis, toma el ejemplo
verbal de Luke y lo sigue.

—¡Oh sí! Es la fiesta de compromiso de Jackson


mañana, ¿no? —Señales de Kris, una mirada que sólo
puedo interpretar como “buena salvada”.

—Sí, tengo muchas ganas, —dice Luke, mordiendo el


anzuelo—. He oído que Kai está haciendo la decoración y el
padre de Jackson no escatima en gastos, así que, ya sabes,
va a ser fabuloso.

—¿Por qué su padre está haciendo todo esto? —


pregunta Kris ¡.

—Bueno, eso sería porque después de que Jackson


consiguió el trato de Fiscone, su padre se dio cuenta de que
era un activo importante para su negocio y lo volvió a
contratar. Ahora quiere mostrar a los medios de
comunicación que 'somos una familia, un frente unido y
aceptamos la diversidad en todas sus formas', —responde
Luke, haciendo una imitación de lo que sólo se puede
suponer que es el padre de Jackson; claramente, fue una
buena imitación, ya que los otros dos se ríen.
—¡Deberías venir, Theo! —Chloe básicamente grita en
mi oído— se nos permite un acompañante y estoy soltera
por esa noche. —Me guiña el ojo diabólicamente e intenta
mostrar su escote. Respondo a sus inútiles avances de
broma tomando un puñado de cubitos de hielo de mi vaso
tirándolos por su parte superior. Ella grita y salta, bailando
alrededor para sacar los cubitos de hielo. Las mesas
cercanas se ríen, creo que alguien incluso lo ha filmado.
Cuando Chloe se sienta, exhausta y con parches húmedos
en la parte superior donde había estado el hielo, me mira
con cara de enfado.

—No está bien, —gruñe.

—Bueno, —comienzo— me pareció que hacía frío. —


Me merezco el ligero golpe en la cabeza, pero ni siquiera
Chloe puede evitar sonreír por eso; quiero decir, ella se
metió de lleno en eso—. Acepto, —finalmente estoy de
acuerdo, una verdadera sonrisa resplandeciente en su cara
ahora. Mientras me abraza, reclamando su cita, veo a Luke
mirándome y sonriendo.

—Me gusta este chico, —declara Luke— puede


quedarse. —Levanta su copa de vino blanco y la inclina
hacia el medio—. Por los nuevos amigos.

—Por los cubitos de hielo, —sugiere Kris, a lo que


responde con otro golpe en la cabeza y una ronda de risas.

—Por las reuniones, —dice Chloe, una inclinación


directa del vaso hacia mí. Miro a mi alrededor en esta
acogedora atmósfera, mi mejor amiga a la que no había
visto en mucho tiempo, estos dos hombres que se
preocuparon por mí cuando no tenían una verdadera razón
para hacerlo, ¡que incluso me consiguieron un trabajo! Y los
aleteos regresan. Es al reflexionar sobre mi nuevo
escenario y compararlo con el de ayer, que me doy cuenta
de lo que es el aleteo. Levanto los restos de mi gin-tonic:

—Por la esperanza.
Capítulo tres
Fiestas y manos cálidas
Chloe, por supuesto, acepta ser mi anfitriona hasta
que encuentre un lugar. Cuando volvemos a la suya varias
horas después de nuestros primeros tragos, tropezamos e
intentamos llegar a la cama de aire con poco éxito;
principalmente debido a nuestras constantes risas. La
sensación de embriaguez es bastante nueva para mí, sólo
me he emborrachado una vez con Chloe hace un año en el
parque. Había sacado una botella de whisky de la bodega
de su tío. Tenía un sabor asqueroso y vomité después de
unos cuantos sorbos. El gin-tonic es sorprendentemente
delicioso. Es sorprendente, porque a ninguno de los otros
les gusta y me dicen que es un gusto adquirido.

Dormir en casa de Chloe me lleva a cuando éramos


niños. Éramos vecinos y nuestras familias se llevaban muy
bien. Antes de que la pubertad llegara, me permitían estar
en su casa para dormir. Veíamos películas de Disney y, por
supuesto, el Mago de Oz. Tumbarme aquí ahora en esta
cama de aire medio desinflada es el momento más feliz que
puedo imaginar; Abandone esa casa donde había vivido la
peor parte de mi vida y ahora puedo ponerme mis zapatos
de rubí y empezar de nuevo.
Hoy voy con Chloe a trabajar durante una hora más o
menos, para aprender lo básico de servir en un bar; me
alegra saber que todo se explica por sí mismo. Me da la
llave y vuelvo a su apartamento, que está a una manzana
de distancia. Miro las posesiones que logré reunir en mi
prisa del otro día y me doy cuenta de que la selección no es
muy buena. Afortunadamente, conseguí una camisa limpia,
así que al menos puedo vestir semiformal para la fiesta de
esta noche. Al pensar en la fiesta, mi estómago da un
pequeño salto mortal. Tiendo a evitar la mayoría de las
interacciones sociales que involucran a más de una
persona, en esta serán cientos de personas... personas
importantes, personas que realmente pueden notarme,
pero no por las razones correctas. Me subo a la cama de
Chloe, que es mucho más cómoda que mi cama de aire
flácida, y dejo salir un suspiro que probablemente consiste
en más aire que el que hay dentro de todo el artículo
desinflado. No pasa mucho tiempo antes de que me
duerma.

Me despierto con Chloe sacudiéndome.

—¡Vamos, vamos! —me dice—. ¡Se nos hace tarde!


¡En una mesa pidieron solo la mitad de los comensales sus
postres y cuando llegaron, los otros decidieron que también
querían postres! —dijo tirando su scrunchie 3 en el escritorio
con frustración—. Maldito trabajo, —gime, claramente
enfurecida—. Honestamente, Theo, cuando tenga mi
primera gran actuación de baile, ¡me iré!

La miro mientras se maquilla rápidamente, mientras


me pongo mi única ropa formal.

—¿Cómo estás, nena? —pregunto. Hace años que no


3Coletero hecho generalmente de tela fruncida que estuvo muy de moda en los años 80’
la llamo así, así que lo uso esperando que entienda lo que
quiero decir; no lo entiende.

—Casi he terminado, sólo... —empieza.

—No, me refería en general, en la gran ciudad. —


Reafirmo, ahora en un tono más sombrío. Deja de darse el
rímel de las pestañas y me mira a través del reflejo en el
espejo.

—No hablemos de esto esta noche, —sugiere,


intentando disimular el temblor de su voz y tratando de que
suene como una risa; sus ojos están llorosos, pero cuando
le pregunto, le echa la culpa al rímel—. Mira, —comienza—
hace dos meses, empecé a trabajar en The Morning Star y
conocí al grupo de gente más maravilloso. Ayer, mi mejor
amigo, a quien no he visto en casi dos años, aparece de la
nada. Esta noche, voy a una de las fiestas más elegantes
de Nueva York, probablemente la más grande a la que
jamás haya ido —suspira de nuevo; hay tantos tonos
complejos en su voz que fluyen como subtonos en el
aliento, emoción indistinguible, fusionándose en una
armonía melancólica. Me coge las manos y me mira a los
ojos.

—¿Podemos fingir que, por esta noche, esta es la


única vida que tengo? —sorbe ruidosamente, los ojos
aguados y el rímel necesitando ser repasado. No entiendo
el significado, pero entiendo lo que me pide. La bocina de
un coche suena desde fuera. Escuchando a Kris y Luke
hablando en el vehículo desde la ventana abierta en la sala
de Chloe, sé que es para nosotros.

Le beso el dorso de la mano y me pongo de rodillas. —


Princesa Chlo-rissa...—Anuncio en tono majestuoso—
nuestro viaje al baile nos espera.
Se ríe un poco y me golpea en el brazo con su bolso
de mano. Siento que me acostumbraré a ser golpeado por
ella. Chloe es la única persona con la que puedo ser tan
tonto. A veces desearía ser heterosexual, sólo para hacer
nuestras vidas más fáciles, pero eso sería una mano
demasiado amable para que la vida nos la ofrezca.

—¡Adelante, buen señor! —ordena—. ¡Adelante!

La mansión, o debería decir la entrada del palacio,


está llena de coches; no puedo nombrar un solo modelo,
pero sé que cualquiera de ellos vale más que mi antigua
casa en Sullivan. Nos lleva unos cinco minutos llegar al
frente para ser recibidos por el personal de servicio y para
que el coche de Luke sea valorado. Dentro, el salón
principal parece estar incrustado con diamantes.
Aparentemente, este Kai con el que se casa Jackson,
decidió el tema de “Winter Wonderland” ¡y es un país de las
maravillas!

Los camareros vestidos de azul real, con un


sorprendente delineador de ojos de color verde azulado
-incluso los hombres- serpentean entre la multitud
ofreciendo vasos de un líquido azul burbujeante. Puedo
decir que es alcohol por el olor en el aire, y si soy honesto,
no creo que tanta gente asista a una fiesta sobria en la
parte alta de Nueva York. El camarero, que probablemente
puede ver lo intimidado que estoy por la poción que me han
dado, me dice que es prosecco azul 4; una nueva tendencia
en el mundo de la moda, aparentemente. Me asegura,
como si yo fuera el tipo que sabe todo sobre la buena
mesa, que más tarde habrá champán de verdad, y esto es
sólo para dar ambiente.

Me doy la vuelta para bromear sobre el calvario de


Chloe, pero en mi conversación sobre el prosecco, debo
haberme separado de mi grupo; podrían haberse dejado
llevar fácilmente en medio del océano de mujeres vestidas
regiamente y muy perfumadas, con sus risas estridentes.

Tomo un trago de mi prosecco. No está mal, en


realidad. Tal vez tengo un gusto por las cosas más finas.
Aquí es donde mi ansiedad suele empezar a instalarse.
Tomo otro sorbo, y otro más; después de vaciar mi primera
copa y encontrarme con otro camarero, empiezo a sentirme
un poco más a gusto.

Después de la cuarta, trato de entrar en


conversaciones y me rio torpemente en los momentos
equivocados. Con la quinta, mi conciencia está en algún
lugar entre la feliz ignorancia de mis inhibiciones y la
conciencia aguda de que estoy completamente rodeado por
una manada de primadonnas, con sus chillidos y graznidos
que se intensifican en mi oído.

La sexta sabe muy diferente, deliciosa, de hecho...


este debe ser el verdadero champán. Es delicioso, pero
también es el último trago que me pone al límite. Ahora la
línea entre mi borrachera y tal vez tener un ataque de
pánico se han fusionado por completo y no puedo decir
4El Prosecco es un vino espumoso, refrescante, ligero, aromático, con un gusto cítrico y
recuerdos a pera. Se sirve frío y es una bebida ideal en cualquier momento. Pero no es del
tipo Champagne.
realmente lo que está pasando a mi alrededor. Todo lo que
sé es: uno, que definitivamente tengo que cuidar el ritmo
del alcohol en el futuro; dos, que maldeciré a Chloe, si
alguna vez la encuentro en este lugar, por abandonarme y
tres, necesito un poco de aire... como, ahora.

Paso por las vastas franjas de tela, perfume y cuerpos;


por todo el conocimiento que tengo del siglo XXI, casi creo
que he entrado en un drama de época. De alguna manera
me dirijo a un pasillo vacío con grandes ventanas en arco
que corren por él. Puedo ver la luna a través de la ventana,
nítida y blanca en el agudo aire invernal, estoy desesperado
por algo de oxígeno fresco, lejos del calor sofocante del
interior... ¿o soy sólo yo?

Veo que una de las grandes ventanas tiene manillas


que conducen a una terraza. Aprovecho mi oportunidad,
rezando para que no estén cerradas. Para mi agradable
sorpresa, las puertas ceden y salgo a la noche, la fría brisa
me revive un poco desde las profundidades de mi
embriaguez. Me encuentro con un jardín decorado con
sofás, sillones y sillas de ratán blanco, acentuado por la luz
de la luna. Me desplomo en una silla acolchada y respiro
profundamente hasta que el mareo de un ataque de pánico
cede. Aunque con una reacción retardada, una tos desde
atrás se hace notar.

—¿Eh? —hablo al viento sin gracia, la gangosidad en


mi voz hace que el sonido sea aún más inusual.

—Cálmate, Igor, —se ríe una voz melódica— no tienes


que asustarte, el amo no te dará de comer a la bestia esta
noche.

Me doy la vuelta para enfrentarme a la silueta de un


hombre alto con una figura musculosa. Siento que, en
cualquier otro momento, estaría cagado de miedo, pero
después de tan extraña introducción, no lo encontré
amenazante.

—¿Perdón? —Me las arreglo para salir de la manera


más elocuente de la situación de la que un hombre en mi
condición podría.

—¡Oh! —exclama la voz— no estás imitando al fiel


servidor del profesor Frankenstein, sólo estás ciegamente
borracho — la voz suave y profunda suena melodiosa
cuando ríe, y no puedo evitar ruborizarme, a pesar de no
poder ver su cara—. Espero que no hayas vomitado en los
rosales, ¡mi madre no estaría muy contenta con eso!

—¿Eres el hermano de la futura novia? —pregunto de


mala manera, olvidando por completo que los dos
prometidos son hombres.

—Bueno... —dice, meditando su respuesta— quiero


decir que supongo que lo soy en cierto modo, pero soy su
medio hermano. Verás, Jackson tiene el aspecto de su
madre, llamativo pelo color cuervo, piel oliva, ojos
femeninos... Yo tengo el aspecto nórdico: rubio, ojos
verdes, pecas, etc. Tal vez lo único que me distingue es mi
piel ligeramente bronceada; no se encuentra tan a menudo
en Escandinavia.

Tengo que creer en su palabra. No puedo ver mucho


más que el contorno de sus rasgos faciales a la luz de la
luna. Tiene una mandíbula fuerte y una nariz definida. A la
luz blanquecina de la luna, podría ser una estatua de
mármol; mis ojos intentan concentrarse en los pequeños
detalles, para captarlo todo. Obviamente, estando
borracho, lo que asumí que eran unos pocos milisegundos,
fue de hecho cerca de medio minuto.
—No te esfuerces, —bromea—. Si quieres estudiar mi
cara, podemos entrar, a la luz, —extiende una mano y
antes de que tenga la oportunidad de pensar en ello, mi
mano ya está en la suya. Sus manos están increíblemente
calientes, especialmente considerando que él estaba aquí
antes que yo. Me ayuda a ponerme de pie, pero mis rodillas
se doblan y acabo cayendo en sus brazos como una reina
del drama en una telenovela. Me levanta sin ningún
esfuerzo, mis manos cayendo sobre sus bíceps se perfilan
bajo las mangas de su chaqueta. Sin quererlo,
instintivamente apoyo mi cabeza en su pecho: es
fácilmente unos veinte centímetros más alto que yo.

—¿Oh? —pregunta, mirando hacia abajo a mi cabeza


arrullada. Se retira ligeramente y me mira a los ojos. Tengo
la desventaja de que la luz del interior está en mi cara y no
en la suya. La música del interior llega fácilmente a la
terraza con la brisa. Como si se diera cuenta en el mismo
momento que yo, se inclina ligeramente.

—¿Me concedes este baile, bella princesa? —pregunta


con la más sensual de las voces, dulce y adictiva como la
miel. No sé qué quiere decir con “bella princesa”, pero mi
cuerpo blando y oscilante cae en el suyo y me lleva
efectivamente en un lento vals por la terraza. Tararea sobre
la marcha, la vibración de su voz se eleva en el aire.
Aunque estoy bastante seguro de que todavía me habla, mi
atención se dirige a su cara. De vez en cuando, vislumbro
sus rasgos con la luz que llega del interior: una oreja por
aquí, un destello de pelo dorado arenoso por allá, pero no
es suficiente. El suspense me pone nervioso y empiezo a
respirar con dificultad. Él va más despacio y me mira.
Desafortunadamente, no es excitación, sino quizás el
comienzo de la hipotermia, ya que, por supuesto, no tengo
una chaqueta.
—¡Dios mío, estás temblando! —se preocupa mi pareja
de baile privada. El tono de cuidado de su voz me hace
sentir los aleteos de nuevo en mi estómago, y rezo para
que sean los aleteos y nada más—. Vamos a meterte
dentro, puedes pedirme prestado un suéter.

Me lleva de vuelta adentro y en el momento en que la


luz golpea su cara, mis ojos se abren con asombro. El
movimiento llama claramente su atención, ya que no pasan
ni dos segundos antes de que esos profundos orbes verdes
me miren.

—¿En serio? —se ríe, mostrando una brillante y blanca


sonrisa—. ¿Podrías estar muriendo de hipotermia y tu
primer instinto al entrar es examinar mi cara más a fondo?
—Su estallido de risa me hace sonrojar de nuevo; me
apoya en el pasillo al lado de la escalera, los escalofríos
toman forma ahora, a pesar del calor.

—¿Tienes un nombre? ¿O debería llamarte


simplemente princesa Igor? —pregunta, empujando mi pelo
fuera de mi cara, un acto que para él parece el más natural
del mundo, pero que envía electricidad por mi columna
vertebral.

—Uh, Theo. —Me las arreglo para decir.

—Bueno, 'Uh... Theo', soy Kevin. —Él extiende una


mano para que yo la estreche; el más extraño de los
gestos, considerando que hace unos momentos hemos
bailado lentamente a la luz de la luna. La tomo, y él me da
la vuelta a la mano y deposita un beso en mi dorso, como
si yo fuera de la realeza—. Y por mucho que me guste Igor
y Uh... Theo, creo que te seguiré llamando princesa.
Llegamos a lo que supongo es su habitación: un
espacio enorme, adornado con sedas y alfombras de
colores.

—Viajé por la India por un tiempo y me enamoré del


color —responde en respuesta a mis ojos errantes—. Ahora
siéntate aquí y te traeré un suéter. —Cuando entra en un
armario más grande que cualquier habitación en la que
haya dormido, siento que mi cabeza se pone pesada. Me
acuesto, mi cabeza golpea su almohada y el eufórico aroma
de la bergamota y el sándalo brota de entre las fibras. Mis
ojos vidriosos lo atrapan volviendo a entrar, suéter en
mano. Me mira y sonríe. Me pone el suéter encima, y el
escalofrío finalmente desaparece.

—Verás, ahora tengo un dilema... —anuncia a mitad


de camino, y me entretengo con su avance.

—Oh, ¿en serio? —bostezo— ¿y qué sería eso?

—Bueno, verás... —susurra, sintiendo que me estoy


yendo a la deriva. Me retira el pelo hacia atrás una vez más
— estaba más bien contento con el apodo de princesa, pero
ahora, me recuerdas a un gato. Te acuestas donde quieres
y el humano tiene que lidiar con ello. El gato, sin embargo,
siempre se ve tan lindo, que al humano nunca le importa
realmente y trabajará alrededor del gato de la mejor
manera posible.

Escucho sus palabras, pero mientras voy a la deriva,


no lo comprendo del todo... Creo que dijo algo sobre un
gato...

Lo último que recuerdo antes de desmayarme fue el


peso de este hombre acostado a mi lado en la cama, yo
maullando por alguna razón relacionada con los gatos y esa
suave risa como la miel antes de escuchar a Kevin decir: —
Buenas noches, Princesa Purry-pantalones.
Capítulo cuatro
Vista completa y sobria
Me doy la vuelta sobre el edredón, mi brazo gira y
aterriza en una masa voluminosa a mi lado. Es curioso,
pero no recuerdo haber vuelto a casa de Chloe anoche.
Debo haber estado muy borracho para meterme en la cama
con ella, ¡no lo hemos hecho desde que teníamos diez
años!

—Buenos días, Princesa Purry5 —el saludo viene de


una aterciopelada voz del bulto bajo las mantas a mi lado.
Grito y retrocedo avergonzadamente como una mujer,
poniéndome en una posición fetal, con la que el bulto vibra
con la risa.

—Me lo imaginé, —dice la masa, sentándose para


revelar a un Kevin sin camiseta debajo de las mantas—.
Estabas tan borracho que supongo que no recuerdas
mucho, ¿verdad?

Aparto los ojos de su pecho perfectamente formado y


del tatuaje de las escrituras en su clavícula; no lo veía
como el tipo de persona que se hace un tatuaje. Niego con
mi cabeza en respuesta, todavía incapaz de formar una
frase adecuada en mi confusa mente.

—Me arriesgaré y diré que te sientes como una mierda


ahora mismo, ¿eh? —me guiña el ojo y mi corazón se
acelera. De nuevo, respondo con un asentimiento muy
elocuente, claramente no queriendo impresionarlo

5Hace referencia a un tipo de ronroneo.


demasiado con mi inteligencia. Estar cerca de él me pone
inmensamente nervioso, pero también algo más; siento
una hinchazón en la entrepierna y los ojos se me abren de
par en par. Miro al culpable. Kevin sigue mi mirada y se ríe;
me pongo el suéter que estaba encima de mí sobre la ingle
y me muevo incómodamente para llevar mis piernas al lado
de la cama. Estoy completamente vestido, así que sé que
no pasó nada entre nosotros, pero él está tan confiado y
claramente cómodo en su sexualidad que se encuentra a
gusto haciendo insinuaciones sobre mí.

—¿P-por qué n-no v-volviste a la fiesta? —¡Joder!


Pienso. ¿Por qué mi estúpido tartamudeo tiene que salir
ahora, es porque me pone nervioso? Actúa como si el
tartamudeo nunca hubiera ocurrido, como si se lo hubiera
pedido de la manera más normal, sin un solo destello de
juicio en sus ojos.

—¡Por fin habla! —grita—. Estaba empezando a pensar


que me odiabas.

Me rio, pero luego me vuelvo a él y digo: —Bueno,


¿cómo puedo odiarte cuando realmente no te conozco?

—Punto justo. —Responde, sacando las piernas de


debajo de las mantas y caminando hacia su armario. Para
mi sorpresa, sólo está en ropa interior; la vista me provoca
un jadeo audible, que oye claramente, sus hombros se
mueven arriba y abajo mientras se vuelve a reír de mí.
Normalmente, la gente se ríe de mí por otra razón, pero
cuando Kevin se ríe de mí, se ríe conmigo, y podría
escuchar esa risa todo el día. Me doy cuenta de que desde
que me escapé y vine a Nueva York, nunca me he reído
tanto en mi vida. El pensamiento me hace sonreír.

—¿Bien...? —comienza. Lo tomo como una señal para


irme, el tipo de “bien” que me recuerda a las películas,
cuando se espera que el desconocido de la noche se vaya
por la mañana, aunque normalmente algo más sucede por
la noche; el pensamiento de esta posibilidad con Kevin
envía otra ola de crecientes palpitaciones desde debajo de
mi ropa interior. Me levanto para irme, doblo el suéter y se
lo ofrezco.

—Gracias por ayudarme anoche. —Inclino la cabeza y


me empiezo a mover, pero me agarra el brazo. Mis
músculos se bloquean y giro dolorosamente mi cuello hacia
él, su cara mirando incrédula a la mía.

—Ummm, ¿qué estás haciendo? —pregunta.

—Creí que me pedías que me fuera —respondo, ahora


muy confundido en cuanto a lo que me estoy perdiendo.

—No, ¡tonto! —me acusa— estaba a punto de decir,


bueno... ¿Por qué no nos conocemos un poco, entonces? —
Inclina su cabeza, su mano aún sobre mi brazo; su pelo
despeinado cae con la acción. Me sonríe y todo el
nerviosismo disminuye, ahora reemplazado por las
insistentes mariposas en mi estómago de antes. Mis
hombros se relajan un poco, pero el ambiente relajante me
deja casi tan perplejo como mi tensión; ¿qué tiene este tipo
que me hace sentir tan a gusto?

Inclino mi cabeza hacia él: —¿acabas de pedirme una


cita? —Celebro mentalmente que cuando me relajo, mi
tartamudeo parece desaparecer; al menos por ahora.

Él sonríe. —Supongo que lo hice, ¿no? ¿Adónde


quieres ir? Podríamos hacer algo divertido en la ciudad, si
quieres.
—Sólo llevo aquí unos dos días, así que no he visto
nada todavía, —respondo.

—¡¿Qué?! —exclama dramáticamente— eso no es


aceptable. ¡Te voy a dar un gran tour por la ciudad! —Me
arrastra por mi brazo fuera de su habitación y por las
escaleras. La casa se ve tan diferente durante el día. Los
limpiadores han limpiado tan bien todo el desorden de la
noche anterior, que ni siquiera pensarías que ha pasado.
Todavía es muy temprano, así que deben haber trabajado
hasta la madrugada para que todo vuelva a la normalidad.
La casa parece vacía, salvo por algunos miembros del
personal que andan por aquí y por allá. Si alguien se
sorprende de ver a Kevin corriendo por los pasillos, tirando
de un tipo con aspecto aterrado detrás de él, no lo
muestran.

—¿Por qué estamos corriendo? —pregunto, un poco


sin aliento, mientras cruzamos la entrada principal del
camino de entrada.

—¡No estoy de humor para explicarle a mi padre que


hay más homosexuales en la familia! —se ríe.

—Espera, ¿entonces no estás fuera? —pregunto con


incredulidad. No tuvo problemas en avanzar conmigo, pero
supongo que estábamos solos.

—No realmente, —dice, un poco sin aliento, también;


me alegro de que estemos yendo más despacio y
caminemos ahora—. Mi mamá lo sabe, me encontró en un
bar gay bailando con un tipo cuando salió a una despedida
de soltera.

Reacciono a esa historia de salida con un ouch...


—Sí... no es la mejor manera de averiguarlo, —
confirma— ambos acordamos que mi padre no debería
saberlo, pero esto fue antes de que Jackson le diera la
sorpresa. —Suspira—. Estaría bien si supiera que mi padre
realmente aceptó todo esto, pero creo que es por el
negocio, —se encoge de hombros— todo se reduce al
negocio con él.

—¡Pero estás tan confiado, que incluso te me


acercaste anoche! —acuso.

Levanta una ceja. —Oh, ¿lo hice? —se burla,


empujándome en el brazo, como Kris hace con Luke, el
recuerdo reemplazado por mí y Kevin me hace zumbar de
felicidad—. Creo que, si recuerdo bien, estuviste mirando
fijamente mi cara durante un largo minuto después de caer
en mis brazos... un movimiento suave, por cierto, ¿es esa
tu técnica habitual de coqueteo?

Me ruborizo. —Siento que fue más bien varios


segundos, ni un minuto. —Me intento defender: —Con toda
honestidad, eres el primer hombre gay con el que he
hablado. —Me tenso un poco, esperando que se ría de mí
por ser un chico de campo.

—Me siento honrado. —Dice, sonando genuinamente


muy contento consigo mismo. Caminamos en un cómodo
silencio durante algún tiempo, nuestras respiraciones hacen
nubes de condensación mientras caminamos. Estoy
agradecido de que nos hayamos ido con prisa y de que
todavía tenga su suéter, porque definitivamente es
necesario. Huele a él, los olores de especias exóticas y el
sol es la única forma en que puedo describirlo.

—Entonces, ¿qué e-esta en la a-agenda? —pregunto,


pronuncie una maldición sobre mi mini-tartamudeo; a
veces dudo que se vaya a ir completamente.

—Espera y verás, —es todo lo que revela mientras


caminamos hacia el metro.

Cuando llegamos al centro de la ciudad, paramos en


un café frente a Central Park para tomar un desayuno
tardío, en cuyo momento finalmente reviso mi teléfono y
veo que tengo dieciocho llamadas perdidas y doce
mensajes de texto de Chloe.

—Oh mierda, —maldigo.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —Kevin entra en pánico, con sus


manos dando vueltas ahora a mi alrededor actuando como
si me hubiera escaldado con el café caliente. Cuando se da
cuenta de que no me he hecho daño, parece un poco
nervioso y avergonzado, pero no puedo dejar de pensar en
lo guapo que es.

—Acabo de revisar mi teléfono y hay como mil


millones de llamadas y mensajes de mi amiga Chloe, —
respondo.

—¿Chloe? ¡Oh, Chloe, la amiga de Jackson! Eso explica


cómo llegaste a la fiesta de anoche, —se explica a sí
mismo, como si respondiera a una pregunta en la que
claramente había estado pensando.

Leo a través del tren de textos.

Chloe:
Theo ¿dónde fuiste? x

Chloe:
HELLLLOOOO???? x
Chloe:
¡Theo coge tu maldito teléfono! x

Chloe:
¿Te estás volviendo loco? ¿Esto es demasiada gente?
¡Dime dónde estás, cariño, puedo ayudarte! x

Chloe:
Theo por favor contesta, ¡estoy preocupada por ti! x

Los textos continúan de esta manera a lo largo de casi


todo el resto, aparte de los dos últimos.

Chloe:
Gracias a Dios, la madrasta de Jackson me acaba de
decir que te vio con su hijo Kevin. ¡Estaba cuidando de ti
mientras te veías un poco borracho! Tienes que aprender a
sostener tu bebida. Os quiero, chicos, mandadme un
mensaje cuando estéis despiertos. Xxx

Chloe:
Kevin está muy bueno, así que bien hecho, ¡chico! No
hagas nada que yo no haría ;) x

Me ruborizo y miro a Kevin que está hablando con


alguien por teléfono. Cuando me ve mirándolo, me
devuelve la sonrisa. Le envío un mensaje de texto diciendo:
'COMPORTATE' y luego pongo mi teléfono en silencio. Kevin
está terminando su conversación para cuando guardo mi
teléfono.

—¿Todo bien? —pregunta.

—Sí, creo que sólo quería comprobar que no había


muerto o algo así, —bromeo torpemente, sabiendo que
debo mencionar la otra información—. Chloe no estaba
preocupada al final, porque... tu madre le dijo que me
había visto contigo... subiendo a tu habitación.

—Bueno, será divertido explicarlo, —suspira, pero si le


molesta, no me lo hace saber—. ¿Pasamos a la parte
principal del tour?

Realmente terminamos haciéndolo todo, Kevin es un


fantástico guía turístico y realmente ama su ciudad.
Empezamos con un paseo por Central Park. El aire de
principios de invierno añade una luz especial a todo. El sol
brillante hace que las hojas, que aún no han sido barridas,
brillen en tonos de amarillo, naranja y marrón chocolate.
Como es invierno, tienen la gran pista de hielo Wollman
preparada. Kevin me da un codazo y luego señala con un
gesto de su cabeza hacia el helado escenario.

—¿Qué tal si te convertimos en una princesa de hielo?


—bromea, tirando de mí hacia el, me guste o no.

—¿De dónde viene esta idea de la princesa? ¡No soy


tan afeminado! —le digo enfadado. Tengo flashbacks de
borracho y recuerdo vagamente que me llamaba princesa
mientras sonaba la música.

—No lo sé, de verdad, —reflexiona—. Supongo que es


porque anoche parecía que estabas al borde de algo, no sé
qué, pero parecías vulnerable y frágil; como si necesitaras
protección. —Le golpeo el brazo, claramente un hábito que
he adquirido de Chloe, de lo cual se ríe—. ¡Está bien, está
bien! —Se rinde ante mi implacable bombardeo— eres
súper macho y varonil y puedes protegerte muy bien,
¿mejor?

—Un poco, —sonrío. La sonrisa, sin embargo, es de


corta duración, porque después de unos dos segundos en el
hielo, Kevin se da cuenta de que no tengo ni idea de lo que
estoy haciendo, y vuelo de cabeza sobre los talones
alrededor de un billón de veces, probablemente dejando
abolladuras en forma de Theo en el hielo a medida que
avanzo. Kevin intenta apoyarme -física y emocionalmente-,
pero después de un tiempo, se ríe demasiado para ser de
utilidad. Después de la tercera vez alrededor del anillo, y
muchos moretones después, ahora, puedo al menos rodear
el anillo si me sostengo del pasamanos.

—¡Ahí lo tienes! —grita, deslizándose sin esfuerzo


alrededor de la pista, pasándome al menos veinte veces
durante mi circuito de abrazos a la barandilla—. ¡Ya le estás
cogiendo el truco!

No me siento como si lo fuera, pero aprecio la mentira.


Cuando nos vamos, hace un comentario estúpido sobre el
hecho de que no necesitara hacer entrenamiento de
abdominales esta semana, ya que acaba de reírse por el
equivalente de un paquete de ocho; quito un poco de hielo
de un banco cercano y, al igual que hice con Chloe, le
empujo el frío hielo por la parte superior del jersey.
Reacciona dándome un baile sobre el hielo igualmente
impresionante. Nos dimos una tregua y continuamos con
nuestro tour.

Luego pasamos por el edificio del Empire State. Nunca


he visto un edificio tan grande en toda mi vida, su grandeza
me hace sentir tan pequeño e insignificante. Mis ojos estan
abiertos en asombro como los de un niño, mirando a este
monstruo de edificio. Me doy cuenta de que debo parecer
ridículo con la boca abierta, congelado por el asombro, con
la cabeza elevada para ver mejor la altura; pero cuando
miro por el rabillo del ojo, me doy cuenta de que Kevin me
está mirando, con una sonrisa cursi en su cara, haciendo
que su piel se arrugue para mostrar las líneas de donde
sonríe tanto. Hace que sus pecas oscuras se agrupen y
enmarquen sus ojos esmeralda. La vista de ellas me hace
tragar, lo cual, con la boca aún abierta, no es realmente
una mirada atractiva.

—¡Pareces un pez varado jadeando por aire! —se ríe.

Sí... supongo que eso es tan sexy a como yo me sentí.

Vemos el monumento del 11-S, y por muy triste que


haya sido todo el evento, el monumento es precioso;
piscinas gigantes de agua cayendo en cascada en un
agujero aparentemente interminable en el medio, hay uno
para cada una de las torres, los nombres de las víctimas
fundidos en bronce por todas partes.

—El agua está destinada a darnos la oportunidad de


reflexionar sobre estas cosas que hemos perdido, —susurra
Kevin desde atrás. Sobre esto, aprovecho la oportunidad
para reflexionar sobre lo que he perdido: mi familia, mi
educación, mi hogar y, supongo, los recuerdos de esa época
—. Vamos, —dice y me tira suavemente de la mano, la
pequeña acción hace que me ponga tenso otra vez y me
ruborice. Tengo más recuerdos de estas cálidas manos en la
mía en una noche fría y empiezo a sentir un hormigueo en
mi interior.

Después de pasar entre la multitud de gente, me


suelta la mano. Hay un momento en el que ambos miramos
hacia abajo donde se encuentran nuestras manos. El acto
de soltarse tiene un extraño efecto en nosotros dos y
ambos retrocedemos tímidamente; mis orejas se sienten
calientes y mi cara probablemente brilla como la nariz de
Rodolfo. Cuando subimos al metro hacia nuestro próximo
destino, me doy el derecho de echarle un vistazo, sólo para
encontrarlo mirándome. Los dos sonreímos tímidamente, lo
que me sorprende, ya que no he visto este lado suyo
todavía.

No puedo dejar de cuestionar lo que nos estaba


pasando a los dos. Yo, el chico más tímido de la historia,
estoy en una cita y acostado en la cama con un extraño, y
Kevin, el chico más seguro y sexy que he visto nunca, se ve
reducido a un lío cada vez que nos acercamos demasiado.

Salimos del metro que lleva a un parque. Al final de la


noche, casi no hay nadie alrededor, lo que resalta aún más
nuestra unión. Esos aleteos empiezan a subir de nuevo,
esta vez mucho más intensamente que antes, porque me
doy cuenta de que a este Adonis parece que le gusto de
verdad. Justo cuando pienso esto, siento su mano rozar la
mía, y el fuego que deja atrás me da escalofríos en la
columna. Supongo que él siente lo mismo, ya que un
segundo después, está tejiendo sus dedos entre los míos y
sosteniendo mi mano. No decimos nada en voz alta, pero
en mi cabeza, celebro con un pequeño “choca esos cincos”.

El viento aumenta a medida que nos acercamos al río.


A estas alturas, el sol está empezando a ponerse, dándole a
todo un brillo vespertino.

—Me las he arreglado para tener una pequeña


sorpresa para hoy, —murmura con cautela— por eso estaba
al teléfono antes.

Me detengo en shock. ¿Una sorpresa? ¿Para mí? Pero


¿por qué? ¿Cómo? Cualquier cosa tácita que pase entre
nosotros, ¿lo siente tanto que quiere sorprenderme en el
primer encuentro real? Ve la pregunta en mi cara y casi
instintivamente responde.
—Mira, Theo, —exhala— no tengo ni idea de lo que me
está pasando hoy. Normalmente estoy muy tranquilo,
tranquilo y seguro de mí mismo, pero estar cerca de ti me
hace hacer cosas tontas. Tampoco he conocido a muchos
hombres gays en mi vida, pero puedo garantizar que
ninguno de ellos ha sido tan dulce y amable como tú. —
Hace una pausa, mirando hacia otro lado como si estuviera
realmente nervioso y tratando de encontrar las palabras—.
No sé si esto es el comienzo de algo, pero quiero
averiguarlo. —Me mira a los ojos ahora: —¿quieres
averiguarlo conmigo? —Señala con su mano libre hacia el
río; yo sigo la línea hasta la majestuosa Estatua de la
Libertad. Aprieto su mano en confirmación y nos dirigimos
hacia el muelle.

Llegamos a la isla cuando la tarde empieza a caer, con


tonos de lila besando el horizonte. Entramos en la base y
damos un paseo por todas las exhibiciones. Empezamos de
la mano, pero al ver a tantos los turistas, me retiro y le
sonrío disculpándome a Kevin. No parece importarle. Veo el
hueco de la escalera para subir a la cima, pero sólo es
accesible con antelación de unos pocos días; lo miro con
nostalgia hasta que desaparece de la vista detrás de otra
pantalla. No hablamos mucho mientras miramos las
vitrinas, aparte de que Kevin señala lo que sólo puedo
describir como el ser humano más americano del universo.
Lleva estrellas y rayas... ¡en todas partes! Tiene un enorme
sombrero de vaquero y unas botas de piel de serpiente
falsas y un enorme águila calva bordada en la parte de
atrás de su camisa. Nos reímos mucho de ello y nos las
arreglamos para llevarnos algunos souvenirs con él en el
fondo. Todavía no estoy seguro de si es parte de la
atracción o simplemente muy patriótico.

Pierdo a Kevin temporalmente entre una multitud de


turistas y el hecho de que estoy en una cita comienza a
filtrarse. ¿Qué es esta ciudad? Llego aquí y me ofrecen un
trabajo, me invitan a una de las mayores fiestas de este
año y ahora estoy en una cita con el hombre más guapo
que he visto nunca... Supongo que es verdad lo que dice
Frank Sinatra: Si puedo llegar aquí, puedo llegar a
cualquier parte. Kevin se conecta conmigo y empezamos el
viaje de vuelta a la salida. De repente, me da un tirón y
estamos corriendo; corriendo directamente hacia el camino
de subida.

—¡Espera! ¡Kevin! —Grito entre respiraciones. Damos


dos pasos a la vez, y luego me empuja contra la pared y se
lleva un dedo a los labios, respirando un 'shh' hacia mí, su
aliento cálido acaricia mi cuello y me pone la piel de gallina
en los brazos—. ¿Qué estás haciendo? —Grito... susurro.

—No querrás que te cojan cuando nos dirigimos a


hurtadillas hasta la cima, ¿verdad? —pregunta, con una
sonrisa diabólica en su cara, que hace que mis regiones
inferiores palpiten, se hinchen y se endurezcan de forma
casi dolorosa.

—No. —Se me escapa de los labios más como un


susurro, que como un sonido real. La intensidad crece entre
nosotros, tengo los ojos cerrados, sus brazos todavía me
sujetan, y se inclina hacia mí. Un pequeño gemido se
escapa de mis labios, y me roza el lado de la mejilla con el
dorso de su mano, mis ojos se cierran y parpadean
instintivamente. Empieza a reírse, pero de verdad, y me
confundo mucho; ¿me he perdido una broma?

—Bien, porque no te pillarán por colarte, —dice, como


si eso lo explicara todo—. Antes nos conseguí una entrada
cuando fui a por el café, ya que conozco a la señora que
dirige el museo aquí.
Me doy cuenta y una mirada de enfado se extiende por
mis facciones, lo que aumenta la risa histérica de Kevin.

—¡¿Así que me hiciste correr por mi vida y actuar


como si estuviéramos cometiendo una ofensa en broma?!
— Prácticamente grito, completamente incrédulo y
aturdido. Su risa adicional responde a mi pregunta. Le
vuelvo a dar un golpe en el brazo, pero maldita sea, esa
sonrisa me mata y esa risa me afecta más que el
encantamiento de una serpiente a una cobra; no pasa
mucho tiempo antes de que mi ceño empiece a enroscarse
en una sonrisa.

—¡Sonreíste, estoy libre de culpa! —Dice, como si


hubiera ganado. Voy a por un golpe final, pero él me coge
la mano a medio camino y tira de mi, de modo que
nuestras narices prácticamente se tocan. Su aliento caliente
y dulce es como un perfume, mezclado especialmente para
mí; la tensión de abajo se repite, pero entonces mis
músculos se tensan y se acalambran un poco, causando
que retroceda. Kevin no parece ofendido, pero me siento
mortificado. ¿Qué está haciendo mi cuerpo? Tengo la
oportunidad de tener mi primer beso con un hombre que
parece haber sido tallado en mármol, ¡y decido jugar a la
zarigüeya! ¡¿Qué me pasa?!

Después de muchos tramos de escaleras, llegamos a


la cima; digo que llegamos a la cima, pero Kevin
prácticamente me arrastra detrás de él hacia el final. Me
paro en la cima con las manos en las rodillas para
recuperar el aliento. El espacio en la cima es pequeño y
sólo caben unas pocas personas, pero en este momento,
está completamente vacío.

—Ven aquí, para que pueda mostrarte una sorpresa, —


dice Kevin, con la mano extendida. Mi mano vuela hacia la
suya como un imán y me coloca suavemente delante de él
y me abraza por la cintura.

—Esta es la Nueva York que pensé que debías ver, —


me susurra al oído, señalando la vista a través de su
corona. Las luces de la noche se habían encendido, y toda
la ciudad parecía bailar en un enjambre de un millón de
luciérnagas. Kevin se balancea suavemente y tararea en
voz baja, pero vienen más flashbacks de borracho, su
tarareo y la sensación de movimiento como si volara y la
brisa de invierno en mi cara. Apoya su cabeza contra la
mía, respirándome y quiero que me tenga, su olor me
envuelve y quiero todo lo que él es dentro de mí. Grito
desde donde estoy tratando de rasgar la tela de mis
pantalones, y me empujo hacia atrás para encontrar una
masa igualmente sólida que se conecta con la parte baja de
mi espalda. De repente me tenso de nuevo, y quiero algo
más.

—Relájate, —dice, alejándose— no necesitamos


apresurarnos a nada, Theo. —Me da la vuelta y me pone las
dos manos sobre los hombros—. Sé que todo esto es nuevo
para ti, ¡yo mismo no soy un experto! Y no quiero estropear
esto.

¿Qué hice para merecer que este chico se interesara


por mí?

Salimos y regresamos al continente de Nueva York,


para entonces ya es tarde. Como un caballero, me lleva
hasta la puerta de Chloe.

—Kevin, muchas gracias por lo de hoy.


Honestamente... — Empiezo, y puedo sentir el calor de la
sinceridad en lo que estoy a punto de decir: —este ha sido
el mejor día de mi vida. —Sonríe con una sonrisa triste,
viendo más detrás de mis ojos de lo que he dicho, pero se
inclina hacia adelante y me besa la frente; el hormigueo
permanece mucho tiempo después de que termina.

—Eres más que bienvenido, —suspira, mirándome de


arriba a abajo—. Realmente quiero volver a verte, Theo, ¿te
importa si me das tu número? Entonces en algún momento
podremos tener una segunda cita, sólo si quieres, por
supuesto. —Ahí va, siendo todo tímido otra vez; mi corazón
se aprieta.

—¡Si! —Digo con demasiada ilusión, haciéndonos reír a


los dos: —Quiero decir, sí, me encantaría. —Cojo su
teléfono y tecleo mi número. Me llama para que yo tenga el
suyo. No puede creer que le daría un número falso después
del día que hemos tenido, ¿no?

Intercambiamos unas cuantas frases más, lindas e


incómodas, antes de que él vuelva al metro y yo saque mis
llaves para entrar, los dos mirándonos el uno al otro todo el
tiempo.

Cierro la puerta detrás de mí y me apoyo en ella con


un suspiro, revivo los acontecimientos del día en mi mente,
mi sonrisa crece con cada destello. Los sonidos de los
tacones de aguja empiezan a golpear hacia mí desde la sala
de estar.

—¡Ahí estás! —Chloe prácticamente grita: —¡He


estado muy preocupada por ti!

—Hola, mamá, —bromeo, antes de que el aire me sea


exprimido por uno de sus abrazos de oso.

—¿Qué te pasó anoche? —pregunta


desesperadamente, llevándome a la sala de estar.

—Bueno... —trato de recordar—. No recuerdo mucho


después de mi sexto vaso de ese prosecco azul, pero
terminé en el jardín de alguna manera. Conocí a Kevin,
pero todo lo que pasó afuera es un poco borroso; había
zumbidos y manos y cosas...

—Manos y cosas... —empieza— ¿en serio vas a dejarlo


en 'manos y cosas'?

—¡No! —Protesto— ¡eso es justo lo que recuerdo de


anoche! Así que, aparentemente, me llevó a su habitación y
me quede dormido en su cama, porque me desperté junto
a él esta mañana.

—Ooooh, ¿estaban los dos desnudos? ¿Crees que


hiciste lo sucio? ¿Finalmente hiciste que un tipo deslizara su
hombría en ese trasero tuyo de burbuja? —Las preguntas
vinieron de ella en oleadas.

—Eres asquerosa, —suelto juzgándola—. No, yo


estaba completamente vestido, él estaba... —Mi frase se
detiene, recordando cada ondulación de sus músculos y ese
tatuaje en la clavícula; nota para mí mismo para preguntar
qué significa eso.

—Ooh, ¿viste algo que te gustó? —se burla, y yo me


ruborizo en respuesta. Me pincha y bromea, recitando un
mantra: Theo estaba borracho—. Entonces, eso fue esta
mañana. ¿Qué has estado haciendo desde entonces?

La pongo al corriente de los acontecimientos del día,


interrumpiendo sólo de vez en cuando para añadir un oooh
o un aww. Menciono la estúpida tensión y lo frustrante que
ha sido, y ella sólo niega con la cabeza.

—Sabes, podría maldecir a tu madre por lo que te ha


hecho —declara— solías ser un niño tan feliz, y luego
cuando tu padre se fue y ella se volvió loca de remate,
desarrollaste un tartamudeo y te volviste loco y tenso o
tenias un ataque de pánico si alguien te tocaba. ¡Incluso yo
durante unos buenos meses! —Ella pone su mano en mi
pierna ahora para probar su punto— gracias a Dios que
estás bien conmigo ahora; creo que un día estarás bien con
todos los demás, ahora que has dejado a esa perra. —
Asiento y espero que tenga razón.

Me doy cuenta de que está muy bien vestida para


alguien que, como se supone, estaba sentada en casa sola.

—¿Vas a salir? —pregunto, tratando de alejar mi


atención de Gloria y Sullivan.

—Sí... en realidad... —responde con cautela— he


querido hablar contigo sobre esto, pero has tenido mucho
que hacer; he estado viendo a este tipo, Johnny, desde
hace unos seis meses.

—¡Oh! ¡Eso es genial! —digo— ¿cómo es él?

—¡Es simpático! —dice ella, pero el cumplido se siente


un poco plano— sólo trabaja mucho y puede estar un poco
estresado de vez en cuando, pero me ama y cuando
estamos juntos, las cosas pueden ser realmente especiales.
—Me doy cuenta de su muy selectiva elección de palabras.
Chloe no es el tipo de persona que piensa una frase antes
de decir algo, ha sido su perdición en más de una ocasión,
así que las opciones de “agradable”, “estresado”, “me ama”,
“puede ser”; realmente sobresalen y llaman mi atención.

—Suena... genial, —digo, una mano en su pierna y mis


ojos suplicando que me diga si algo va mal— ¡no puedo
esperar a conocerlo! —Sonrío, pero Chloe mira hacia otro
lado y empieza a buscar algo en su bolso de mano.

—Será mejor que me vaya, si no llegaré tarde a la


película —dice, sin mirarme directamente de nuevo. Sé que
algo pasa, pero no quiero presionarla si no está lista—. ¡Me
quedaré en su casa esta noche, así que puedes tener la
cama! ¡No habrá colchón de aire para ti esta noche! —Me
rio de su intento de aligerar el ambiente, beso su mejilla y
la veo salir por la puerta.

Tan pronto como la puerta se cierra, mi teléfono vibra


y lo compruebo.

Kevin:
Soooo, me preguntaba si sería absolutamente loco si
tuviéramos una segunda cita.

Mi corazón se acelera en cuanto leo su nombre.

Theo:
¡No es una locura en absoluto! ¡Me encantaría! ¿En
qué estabas pensando?

Hay un gran retraso entre las respuestas y empiezo a


preguntarme si murió de excitación o algo así, cuando llega
su respuesta.

Kevin:
Esa es la parte loca. Estaba pensando en quedar en
unos veinte minutos en un bar que conozco. ¡Dime si estoy
siendo un idiota!

Mi corazón se acelera, ¿él quiere verme de nuevo tan


pronto? Corro por el piso tratando de encontrar un conjunto
que sea semiaceptable, y casi me olvido de responder.

Theo:
¡Si eres un idiota, llámamelo a mí también! ¿Te veo en
veinte minutos? Envíame la dirección.

Y los aleteos regresan.


Capítulo cinco
El bebé de Brooklyn
Salgo por la puerta unos minutos más tarde y llamo a
un taxi amarillo, ¡lo cual es emocionante en sí mismo! Le
doy la dirección -que resulta estar en Brooklyn- y nos
vamos. Cruzamos el puente de Brooklyn, que por la noche
se ve muy bonito con sus líneas góticas iluminadas y sus
arcos. Llegamos a nuestro destino unos diez minutos más
tarde. Pago y salgo, pero no tengo ni idea de dónde estoy.

La calle parece inhóspita y desierta, y no puedo ver


evidencia de un club en ningún lugar. Empiezo a pensar que
Kevin puede estar gastándome una broma cuando escucho
débilmente un saxofón de blues sonando desde algún lugar
al otro lado de la calle. Me dirijo hacia el sonido,
siguiéndolo atentamente; quien esté tocando es muy
talentoso, se las arregla para hacer que las notas canten
sus propias letras, de amores indecibles y desgarramientos.
La canción termina y me pierdo otra vez, pero el débil
sonido de los silbidos o las palmas me dice que debo estar
cerca.

Continúo en la dirección en la que me dirigía,


esperando que algo se me entregue cuando empiece la
siguiente canción. Esta vez es una canción de jazz de ritmo
rápido, del tipo que haría que alguien de los 50’ quisiera
levantarse y soltarse. Como esta música es más fuerte,
puedo seguirla mucho mejor. Llego a una fila de tiendas
abandonadas o cerradas, a lo largo de una especie de calle
principal. Entre una lavandería y una vieja librería, hay una
escalera que pasa por debajo del nivel de la calle; cerca de
ella la música suena más fuerte que nunca. Camino con
cuidado por la escalera hasta que llego a una puerta, con el
nombre en luces de neón encima, Jazz on a Hot Tin Roof 6
en un tejado de zinc caliente; sonrío ante la referencia.

Abro la puerta y encuentro un bar subterráneo


sorprendentemente lleno, con una banda de jazz en vivo en
la esquina. Levanto mi cuello y trato de buscar cabellos
dorados en cualquier hombre alto que serpentee entre la
multitud que baila, que cómodamente se ha asimilado en la
pista de baile, a pesar de lo pequeño del local. Sin tener
suerte desde la puerta principal, bajo a la multitud,
tratando de evitar el balanceo de codos y piernas, ya que la
gente, claramente algunos profesionales, bailan en estilos
de swing y rag-time. Llego al centro y empiezo a sentir que
la siempre familiar punzada de la ansiedad empieza a tirar
de mi pecho. Me lanzo de cabeza, de un lado a otro,
buscando desesperadamente a Kevin, mareándome en el
proceso. Intento respirar con dificultad, pero la respiración
es demasiado superficial y termino casi desmayándome.

—Tenemos que dejar de encontrarnos así, princesa, —


dice una voz pícara justo en mi oído, alejando toda la
ansiedad, pero sustituyéndola por otra experiencia
desgarradora. Mientras pienso en lo que dice, me viene a la
mente el recuerdo de mi caída sin ceremonias en sus
brazos la primera vez que nos vimos; me ruborizo con
horror mortificado—. ¿Ya has estado bebiendo? —bromea.

—¡No! —Protesto: —¡Estaba un poco desconcertado

6Jazz en un tejado de cinc caliente. Hace referencia a La gata sobre el tejado de zinc
caliente, una obra de teatro de Tennessee Williams. Una de las más conocidas obras de
Williams y su favorita. La obra ganó el Premio Pulitzer de Drama en 1955. También fue
llevada al cine en 1958, protagonizada por Elizabeth Taylor y Paul Newman. Obra sobre la
que sobrevuela el tema de la homosexualidad del protagonista.
por las luces y la multitud!

—Mmmhmm, —dice, fingiendo no estar convencido—.


¿Me concede este baile, Princesa Purry?

—Sabes, —comienzo, tomando su mano —no estoy


tan seguro de ese apodo, tal vez algo un poco... ¿menos
vergonzoso?

—No, —refuta—. Me gusta, y si te molesta, más razón


para usarlo. —Me da una sonrisa diabólica; si consigo una
de esas sonrisas cada vez que lo dice, puede que sea capaz
de vivir con un apodo como Princesa Purry.

Me toma de la mano y me hace girar en su pecho y


volver a salir. Nos movemos y giramos y hacemos todos los
movimientos clásicos de la época de la guerra, haciéndome
sentir como el favorito de un marinero en un permiso de
guerra. Para ser tan alto y bien encuadrado, es
sorprendentemente ágil en sus pies, flota entre las luces
como una sombra y me azota en una risa vertiginosa. La
canción termina, y nos inclinamos el uno en el otro...
bueno, por alguna estúpida razón hago una reverencia.
Creo que el apodo de princesa está empezando a
afectarme. De todas formas, hace que Kevin se ría. Salimos
de la pista de baile, pero la multitud se ha vuelto más
densa desde el principio de la última canción y no podemos
encontrar una salida adecuada. La siguiente canción
comienza y es una magnífica interpretación en piano a
ritmo de jazz de un popurrí navideño, tocado a un ritmo
lento y sensual; un clarinete sonando de vez en cuando por
encima, acentuando la melodía.

Nos miramos tímidamente el uno al otro, sus


suavizados por la iluminación azul y ámbar. Instintivamente
me acerco a él y sus manos se mueven a mi cintura y las
mías a sus hombros. Nos balanceamos suavemente de lado
a lado, con la mirada fija en el otro; nunca he visto una
criatura más hermosa en mi vida. Me toma la cara con la
mano, me tenso un poco, pero me doy cuenta de que está
demasiado oscuro para que alguien nos vea de verdad y me
relajo.

—Eres hermoso —dice— ¿alguien te ha dicho eso


alguna vez?

Niego con mi cabeza en respuesta con calma, pero en


el interior de mi corazón hay un fuego blanco y caliente de
excitación. Pulsa más y más rápido cuando puedo sentirlo
inclinándose hacia mí, un movimiento viene como una ola,
al principio nuestras caderas se encuentran y giran
alrededor de cada una, luego nuestras cinturas y nuestros
pechos se tocan, nuestras respiraciones se sincronizan para
que él tome la mía mientras yo tomo la suya. Su aliento
meloso baja por mi cuello y envía un escalofrío de
anticipación por mi columna, haciéndome rodar mis caderas
hacia la suya con un poco más de fervor. Nuestras frentes
se tocan, mis labios a centímetros de los suyos. Mi labio
tiembla junto con un resonante gemido del clarinete y la
presión de sus labios suaves, calientes y satinados están
sobre los míos. El beso es delicado, pero hambriento, la
hinchazón de mis partes privadas se hace más evidente a
medida que nuestro ritmo se intensifica. Los labios se
acarician como plumas en un lago, enviando ondas a cada
parte de mí. Mis rodillas tiemblan ligeramente y choco mi
cuerpo contra el suyo, queriendo que cada parte de él me
haga suyo; me mordisquea suavemente el cuello y un
gemido se escapa de mi boca. Sólo entonces me doy
cuenta de lo silencioso que esta todo de repente. Abro los
ojos y encuentro un pequeño anillo de espectadores a
nuestro alrededor. Me libero y me abro paso a empujones.
Kevin me persigue.
—¡Eh, eh! ¡Más despacio! —llama— ¿qué pasa?

Inmediatamente me siento culpable por haberme


alejado de él. No es su culpa, soy yo y la forma en que este
estúpido cerebro se asusta.

—No soy muy bueno con las muestras públicas de


afecto, —confieso— como dije, eres el primer hombre gay
con el que he interactuado... y, bueno... ese fue mi primer
beso.

Sus ojos se abren un poco mostrando sorpresa, creo


que va a decir algo sobre cómo no está seguro de poder
tratar con alguien que es tan nuevo en todo, que no puede
lidiar con esa responsabilidad, pero en cambio, parece un
poco... ¿impresionado?

—Vaya... —reflexiona— ¿ese fue tu primer beso?


Como, ¿ninguna vez?

Asiento con la cabeza.

—Bueno, déjame decir que besas muy bien, el mejor


que he conocido; mi primer beso terminó con un cabezazo
accidental. —De esto me ro. Me coge la mano— no tienes
que tener tanto miedo conmigo. Te prometo que no dejaré
que te pase nada.

Mi mente sigue corriendo, pero asiento para aliviar su


conciencia y me da un solo beso en los labios y un abrazo
fuerte y tranquilizador.

Hay una pequeña sección de poesía beat en la que una


mujer dice palabras de feminismo y empoderamiento. Es
realmente conmovedor y aplaudo cuando ella termina, sólo
para avergonzarme por no saber que hay que hacer para
mostrar aprecio por la poesía.

Como el caballero que es, me acompaña a mi puerta


unas horas después. Terminamos tomando un reservado y
tomando -sólo un par- de copas.

En la puerta, nos besamos de nuevo, el calor


irradiando a través de mi cuerpo; mi espalda baja arqueada
y dolorida por él.

—Buenas noches, —susurra y empieza a alejarse.

Algo dentro de mí le llama, pero mi cerebro grita que


es un mal movimiento; mis impulsos animales sacan lo
mejor de mí.

—¡Espera! —Lloro -sueno un poco quejumbroso, soy


un poco llorón-. Me mira, una ceja levantada por la
curiosidad. Ya no hay vuelta atrás—. Umm, ¿quieres entrar
a tomar una copa o algo así? Chloe está fuera por la
noche...

La sonrisa que me da hace que me muerda el labio y


apriete los puños, ¿realmente voy a hacer esto?

Tomo su mano y lo llevo arriba. Cierro la puerta detrás


de nosotros y me apoyo en la puerta, mirándolo mientras
mira alrededor del piso.
—Es acogedor, —dice—. Me gusta lo acogedor que se
siente. —Me sonríe y cierra la brecha entre nosotros. Esos
labios aterciopelados se deslizan sobre los míos otra vez,
pero me duele el estómago cuando intenta tocar mi cintura,
mis músculos abdominales convulsionan lejos de él.
Maldigo en voz baja y quiero arrastrarme bajo una roca y
morir.

—Mírame, —dice con una brizna de exigencia. Mis ojos


se encuentran con los suyos, me mira cuando mis ojos
empiezan a lagrimear un poco—. Háblame, déjame entrar,
Theo.

Respiro con dificultad mientras trato de componerme.

—Mi madre solía abusar de mí por ser así, —susurro,


un nudo en la parte posterior de mi garganta—. Durante
toda mi infancia, si era demasiado afeminado, me golpeaba
con la zapatilla. Cuando le dije que era gay y mi padre nos
dejó, se volvió súper religiosa e intentó enviarme a un
campamento de reasignación, de esos de rezar por los
gays. No lo hizo porque le dije que la ayudaría más en
casa. —Tome otro aliento traqueteante, el pulgar de Kevin
trazando círculos en el dorso de mi mano.

—Un día, pensé que estaba solo y había encontrado


una revista de fitness para hombres en el autobús. Fui a mi
habitación y miré a todos los hombres y fantaseé con ellos
tocándome. Empecé a desabrocharme los botones del
pantalón y mi madre entró. —Hago una pausa, reviviendo
el recuerdo con claridad—. Me arrebató la revista de la
mano y me gritó, golpeándome repetidamente en la cara
hasta que sangré. Estaba tan asustado de ella que me
asustaba cada vez que ella estaba cerca, y se aseguró de
nunca perderme de vista.
Ahora lo miro a los ojos, mi visión está borrosa por las
lágrimas que retengo. —Ni siquiera me he tocado, nunca,
por miedo a que me traiga el mismo dolor.

Me mira con una expresión de dolor, como si su


corazón se rompiera. Me toma en sus brazos y me sostiene
hasta que mi respiración se calma, acariciando mi cabello
para consolarme.

—Ya no tienes que tener miedo, —dice, mirándome a


los ojos; y yo le creo—. Ella se ha ido, estás aquí entre
amigos y, lo más importante, ahora me tienes a mí. —Esta
es la primera vez que realmente reconoce que lo he
capturado de alguna manera, jadeo un poco, pero siento
completamente lo mismo; él me tiene.

—Podemos ir tan rápido o tan lento como estés listo


para, —dice, frotando suavemente mis hombros— sólo
dime cuando estés listo.

Miro hacia abajo y contemplo su cuerpo. Ahora que he


confesado mis preocupaciones, las protestas de mi cerebro
parecen haberse calmado. Me muerdo el labio en respuesta
a sus músculos tensos mientras continúa frotando mis
hombros. Me encuentro con su mirada, las lágrimas que
antes estaban allí ahora son reemplazadas por la
afirmación.

—Ya estoy listo, —digo dulcemente, y luego lo tomo de


la mano y lo llevo a la sala de estar. Lo siento y me tira
suavemente hacia abajo con él, separando mis piernas con
el firme agarre de sus manos mientras avanzo, de modo
que mis rodillas se encuentran a horcajadas a través de su
ingle. Siento una gran presión que brota contra la parte
interna de mi muslo y el apéndice debajo de mi cintura
resuena como respuesta. Mis caderas giran contra las suyas
suavemente mientras nos besamos, sus manos están bajo
mi camisa, corriendo arriba y abajo de mi espalda, el calor
de ellas picando mi piel fresca, dejando rastros de piel de
gallina a su paso.

—¿Estás seguro de que estás listo para esto? —


pregunta entre respiraciones y gemidos mientras le beso el
cuello. Mordisqueo hacia arriba hasta llegar a su oído,
donde le susurro un suave “sí” para burlarme de él.

Me quita la chaqueta y levanta mi camiseta hasta la


cabeza. Me empuja hacia adelante y se lleva mi pezón a
sus labios. Lo rodea con la lengua hasta que se hincha,
luego lo pellizca con los dientes, enviando ondas de deseo a
través de mi pecho. Se burla del otro pezón entre dos
dedos de una mano, mientras me aprieta el muslo con la
otra. Echo la cabeza hacia atrás y dejo salir un pequeño
gemido. Un dolor sordo desde dentro de mí está gritando
por él, giro mis caderas con más fuerza hacia él, queriendo
que se una a mí.

—Joder, —le oigo susurrar, entre el abuso a tierno mi


pezón— no me digas que esta es la primera vez para ti
también.

—Mhmm, —se me escapa de los labios y mi mano


encuentra su cabeza y la empuja de vuelta al brote. Esta
intensidad y agresión recién descubierta me sorprende,
pero la forma en que quiero a este chico me da la
justificación; de todas formas, no recibo ninguna queja de
su parte.

Me quita la mano del muslo y me mete un dedo en la


boca, la intrusión y el dulce sabor de su piel me hace gemir,
un gemido apagado como respuesta que me hace reír, con
una voz sensual que no sabía que poseía. Me quita el dedo
de la boca y desliza su mano a mi espalda y bajo mi
cintura. La saliva caliente y húmeda, su dedo firme y burlón
y mi agujero doloroso se conectan en un infierno de
terminaciones nerviosas como chispas, haciéndome
estremecer. Él empuja la protuberancia dentro de mí y el
dolor crece, así como el volumen de mis gemidos. Empujo
mi peso hacia el dedo y lo tomo en su totalidad. El
estiramiento pica al principio, pero la punta de su índice
acaricia el borde de algo; la fuente de este grito primitivo y
dolor de espalda. Toma mi mano y la empuja bajo su
cintura. Siento que su ofrenda se hincha y sé que esto es lo
que el desea.

Saco el miembro y lo miro con asombro. Él hace lo


mismo conmigo, quitándome el resto de mis ropas en el
proceso.

—Bonita polla, —sonríe, lamiéndose los labios. Nunca


he oído referirse a un pene de esta manera en la vida real,
pero el sonido vulgar que posee me hace lamer mis labios
en respuesta.

Le quito la camisa y me permito el placer de trazar


sus músculos con mis dedos. Él jadea y se retuerce cuando
paso sobre sus pezones. Bajo hasta ellos y hago lo mismo
que él me hizo, usando mi otra mano para quitarle el resto
de su ropa. Le estabilizo la polla, lo que le hace gemir, y me
la llevo a la boca. No he aprendido esto del porno, ya que
nunca lo he visto. Pero cuando miro su pene, lo quiero en
mí de cualquier manera que pueda tenerlo. Deslizo mi
garganta de arriba a abajo por su enorme longitud, el golpe
en la parte posterior de mi garganta es respondido con
gritos de “mierda” y “joder”, haciendo del acto una
verdadera delicia. De vez en cuando, su polla me regala
una gota de un jugo caliente y pegajoso, que se desliza por
mi garganta y gimo.
Tomando nota de su acto, me aseguro de que su polla
esté lo suficientemente húmeda y luego me pongo a
horcajadas de nuevo, alineando la punta hinchada de su
apéndice varonil con el pasaje de mi dolor. Nos besamos,
jadeamos y gemimos, su lengua encuentra el interior de
mis labios y los lleva a los suyos para morderlos.

Cuando mi necesidad llega a su clímax, me lo pide de


la forma más sexy y caballerosa: —¿Estás seguro de que
quieres esto, princesa? —Grito un gutural y primitivo “sí”, y
él se burla de mí. El estiramiento es más intenso que con
su dedo, pero el dolor es sorprendentemente placentero, la
punta de mi propio pene brillando con la misma sustancia
de rocío. La presión continúa y siento la sensación de que la
punta llega a esta zona divina, pero a diferencia de su
dedo, su pene sigue entrando, abriéndome, mis ojos se
abren y me envuelvo a lo largo de él.

Ahora que todo el estiramiento está hecho, no necesita


contenerse. Se levanta en sus caderas, sacándome el aire.
Me envía hacia arriba, para que la gravedad me obligue una
vez más a su eje, empalándome y haciendo estremecer a
mis entrañas. Ruedo por sus caderas, nuestros labios
chocan como olas el uno contra el otro, gotitas de sudor
caen por mi espalda hasta mi grieta, sólo para lubricar aún
más su entrada. Escupe en su mano y toma mi polla,
usando los movimientos de nuestras caderas para impulsar
sus acciones sobre mí. El dolor crece y crece. Lo siento
como un volcán, arrojando su lava caliente por mi cuerpo,
grita y se estremece. Aprieto suavemente los músculos de
mi pasaje mientras cabalgo, ya que quiero ordeñar cada
gota dentro de mí. La sensación viene sobre mí como un
tsunami y me corro, enviando mi espuma blanca y
vaporosa por todas sus doradas pecas.
El dolor se apaga a un resplandor y permanecemos
inmóviles por un momento, solo nuestra respiración
resonando fuerte. Permanece dentro de mí un rato más
mientras nos besamos, el intervalo entre besos cada vez
más espaciado y dulce. Finalmente, su polla se desliza
fuera mío y me acurruco en su pecho. Nos hace girar a los
dos para que estemos tumbados en el sofá, desnudos en
los brazos del otro. Me quedo dormido con el sonido del
latido de su corazón.
Capítulo seis
Conflictos cambiantes
Nos despertamos simultáneamente con el sonido de
una llave en la cerradura.

—¡Oh, mierda! —Jadeo—. ¡Chloe!

Entra tarareando en el apartamento mientras


luchamos por cubrir nuestra desnudez, gira la esquina y
grita, dejando caer su frappuccino por la sorpresa. Todos
nos miramos fijamente durante lo que parece una
eternidad.

—Ummm, —una gran sonrisa comienza a aparecer en


su cara—. Voy a ir a la tienda, creo que nos hemos quedado
sin pan...

—Sí, y... ¡leche! —Grito después, mientras ella ya esta


saliendo. Una vez que ella se ha ido, Kevin se ríe. Se inclina
hacia mí y me besa el hombro. Yo retrocedo y me levanto,
corriendo a ponerme la ropa.

—Oye, —dice— ¿dónde está el fuego? Es sólo Chloe,


ya ha tenido sexo antes, ¿sabes?

—¡Sí, bueno, yo no lo había hecho! —sale de mi boca,


quizás un poco más agresivo de lo que pretendía. Su
expresión cae un poco, y me odio a mí mismo por hacerlo
sentir así.

—Mira, todo esto es todavía tan nuevo para mí, que


puede que me asuste un poco hasta que me acostumbre, —
tomo sus manos de buena fe— ¿crees que puedes tener
paciencia conmigo? —Pregunto, con una expresión labial
temblorosa y ojos de cachorro. Su sonrisa me ilumina de
nuevo y mi corazón canta, me lleva a su regazo y nos
besamos.

Milagrosamente nos arreglamos para estar


completamente vestidos y limpiamos el frappuccino antes
de que Chloe regrese. Primero agita su bolso a la vuelta de
la esquina como una bandera blanca, para avisarnos que
estaba a punto de entrar.

—¿Es seguro? —pregunta dramáticamente.

—Sí... —los dos damos contestamos a la vez en


respuesta. Él está sentado en el sofá y yo estoy mirando las
fotos en el alféizar.

—Este es un ambiente un poco más frío que hace diez


minutos, —dice— ¿todo bien?

Digo sí, pero puedo sentir muchas más preguntas en


mi mente ahora; tener sexo ha sido menos una experiencia
de despertar, pero en vez de ello, y más de otro problema
conmigo mismo que necesito resolver.

Después de gastarnos algunas bromas y saludarnos,


Chloe nos dice que va a almorzar con Kris, Luke, Kai y
Jackson; dice que otra chica, Amber, creo que dice, no
puede venir, pero sólo Kevin parece darse cuenta de quién
es. Nos invita y aceptamos.
Cuando lleguemos al The Morning Star, Kris ya ha
preparado una mesa para todos nosotros. Entiendo que
esto significa que estábamos destinados a venir sin
importar si Chloe nos invitó.

—Hola, —dice Kris— ¿cómo estás? ¿Todavía estás bien


para empezar a trabajar mañana?

—¡Sí, por supuesto! —y añado: —Tengo muchas ganas


de hacerlo, gracias de nuevo. —Me da un juguetón abrazo
lateral y voy a saludar a los demás.

No tuve el placer de conocer a Kai y Jackson en su


fiesta, ya que tenía seis copas de más y estaba un poco
perdido para el mundo, pero congeniamos de inmediato.
Kai es ingenioso y Jackson sarcástico y tonto; hacen una
pareja muy linda.

—Simplemente tenemos que añadirte a nuestra lista


de boda ahora, querido, —dice Kai, prácticamente
lanzándome una bola curva.

—Entonces, ¿este es con quien estuviste todo el día de


ayer? —Jackson sondea a su hermanastro, sonriendo a
hurtadillas, mientras me hace un gesto.

—Sí... —Kevin sonríe, tocándose el pelo con una mano


—. Supongo que el gato ya está fuera de la bolsa—.

—Y qué gato tan grande es, —murmura Chloe, lo


suficientemente fuerte como para que todos lo oigan y se
rían.

Todo el mundo habla a mi alrededor, pero todo lo que


puedo pensar es en lo obvios que somos Kevin y yo ahora,
ya no me siento protegido por la prisión en la que me
obligó vivir mi madre. Parece ridículo pasar por alto algo
tan tóxico como eso, pero cuando eso es todo lo que has
conocido, es difícil dejarlo ir.

—¿Theo? —Escuché que Kris lo había dicho claramente


unas cuantas veces mientras yo estaba desconectado.

—¿Hmm? —contesto, saliendo de mi ensoñación.

—Luke y yo estuvimos hablando anoche sobre tu


situación de vivienda, —se miran, sonriendo— ahora que
básicamente he mudado todas mis cosas al lugar de Luke,
tengo un apartamento que está vacío y me vendría bien
que alguien lo ocupara. Es propiedad del dueño del Morning
Star, Aden, y preferiría que lo ocupara alguien a quien yo
haya investigado personalmente.

Los miro, completamente atontado. Esta gente es


demasiado amable conmigo, realmente he tenido mucha
suerte. Empiezo a preguntarme si fui arrastrado por un
tornado mientras estaba en ese autobús, y ahora estoy en
el mágico reino de Oz. Si es así, espero no encontrar nunca
esos zapatos de rubí.

—Bueno, probablemente nunca te volveremos a ver en


casa entonces, ¿eh, Kev? —Jackson bromea. Kevin se ríe,
pero me mira y puede ver lo mucho que me abruma. Me
aprieta el hombro tranquilamente. Ayuda un poco, pero
todavía soy demasiado consciente de acercarme demasiado
a él en público.
—El domingo cenaremos en la casa de la familia de
Jax y Kevin para hablar con su padre sobre nuestra boda y
los medios de comunicación, —dice Kai con naturalidad,
como si su aportación fuera a matar cualquier romanticismo
que pudiera haber—. ¡Deberías venir! —Sugiere.

Niego con la cabeza en señal de protesta, pero Kevin


responde que sí en mi nombre. Le doy una mirada.

—Creo que es hora de que salga, —dice. Entiendo de


dónde viene, pero desearía que me preguntara primero—.
¡Así no tendremos que escondernos más de nadie... ¿No
estás harto de esconderte, princesa?

Lo admito, estoy harto. Y Kevin me hace sentir lo


suficientemente especial como para querer intentarlo. Miro
a Kris y le pregunto cuando empiezo a trabajar. Sacude la
cabeza y se levanta para conseguirme una copia del
horario.

—Vale, —le digo— estaremos allí.

Realmente espero no arrepentirme de esto.


Capítulo siete
Conoce tu valor
Pasé el siguiente día con Kevin en el viejo
apartamento de Kris. Me ayuda a limpiarlo un poco y me
presta dinero para comprar comida hasta que reciba mi
paga la semana que viene. Tener nuestro propio lugar da
lugar a muchas oportunidades de divertirse, pero lo
pospuse por ahora, ya que los nervios que siento por el
domingo me dan náuseas.

Tengo mi primer turno completo en el Morning Star,


que va de maravilla. El personal es genial, obviamente
incluyendo a Chloe, los habituales son muy amables y la
constante música en vivo de los talentos locales es muy
refrescante. Incluso llego a conocer a Aden y aunque
parece un poco excéntrico, es un tipo loco y agradable y
claramente cuida mucho de Kris. Así que, a su vez, ahora
me cuida a mí; o esto es lo que me dice, al menos.

Kevin trabaja como diseñador gráfico independiente,


por lo que a menudo puede trabajar desde casa, pero le
dejo la llave de repuesto de mi nueva casa en caso de que
su casa sea demasiado caótica para hacer el trabajo.
También estamos de acuerdo en que hasta que veamos
cómo se lo toma su padre el domingo, debería quedarse en
la mía para evitar cualquier conversación no deseada.

Pasamos todo el día del sábado en la cama; es una


verdadera felicidad. Empiezo a pensar que tal vez pueda
empezar a bajar mis defensas con Kevin. Tiene razón, no
hay nada de mi antigua vida aquí, así que no tengo que
tener tanto miedo. El día pasa tan rápido, no pasa mucho
tiempo antes de que la noche llegue y el eminente temor se
instale.

Esa noche, apenas pegué un ojo.

Caminar hasta la mansión durante el día es mucho


más desalentador que por la noche. No ayuda que el clima
esté nublado y con viento, sólo aumenta mi nerviosismo.

Entramos en la casa y somos recibidos por Kai y


Jackson -gracias a Dios-. Las sirvientas toman nuestras
chaquetas y seguimos a los chicos. Kai me tranquiliza para
que respire profundamente y Kevin me aprieta la mano
para tratar de calmarme.

Maxwell es un hombre gigante, todo en él es grande.


Mide mucho más de 1’82, y está tallado en la misma piedra
angular que Kevin, aunque la impresión es mucho más
áspera. Saluda a su hijo con un firme apretón de manos y
luego se vuelve hacia mí.

—¿Quién es este? —señala— ¿es este el nuevo


sirviente?

Me ruborizo y miro hacia otro lado.

—¿Qué? —Kevin pregunta: —¿En serio, papá? ¡Sólo


porque tengas doble herencia7, no significa que sea un
7Hace referencia a su riqueza.
sirviente!

—¡No quería decir eso y tú lo sabes muy bien! —


explota enfadado Maxwell. Eso debe funcionar con todos los
demás, pero Kevin sólo se lo sacude de encima.

—Este es Theo... —comienza. Hace una pausa


momentánea y veo un intercambio tácito entre él y su
madre— ...es mi novio.

Mi boca se abre un poco en sorpresa. Supongo que me


había preguntado dónde estábamos, pero en realidad no
habíamos hablado de ello, y en realidad, sólo lo conozco
desde hace una semana o así; por muy mágica que haya
sido esta semana.

—¿Sabe él eso? —pregunta Maxwell, señalando mi


boca abierta. La cierro, pero no antes de que Kevin me vea.
Me congelo, no encuentro las palabras para decir. Un
doloroso y largo silencio incómodo pasa entre nosotros tres.
Maxwell finalmente se aleja de nosotros y se dirige al
comedor. Seguimos en silencio; casi puedo sentir la
decepción que irradia Kevin a mi lado.

Tomamos nuestros asientos y los platos salen. La


comida es deliciosa y trato de tener una pequeña charla con
la madre de Kevin, Lisa, sobre eso, en la que Kevin parece
animarse un poco. Su hermana Jennie parece intrigada por
mí y mi timidez, así que sigue interrogándome con
preguntas tontas.

—¿De dónde eres? —pregunta.

—Sullivan, Estado de Nueva York, —respondo. Sé que


ella quiere una respuesta más concreta, pero me da pánico
y mi cerebro no funciona bien.

—¿A qué te dedicas? —continúa.

—Trabajo en un bar, —tartamudeo, maldiciendo mi


débil caracter. Aunque Maxwell está en medio de una
conversación sobre la etiqueta de la toma de fotos a
Jackson y Kai para los paparazzi, veo que sus ojos se
dirigen a mí y suelta una risa de desaprobación. Vuelve a
su conversación inmediatamente después, pero el gesto
despierta la curiosidad de Lisa, llevándola a intervenir con
la siguiente pregunta.

—¿Qué te trae a la ciudad, Theo? —pregunta


dulcemente. Hasta ahora, creo que ella es la que más me
gusta.

—Um... —empiezo, echando una mirada a Kevin para


pedirle ayuda, él asiente de una manera que me dice que
sea honesto— ...en realidad me escapé de mi casa. —
Jennie y Lisa se callan, llega otra pausa en la conversación
de Maxwell, otro momento para que me juzgue con esos
penetrantes ojos verdes. No son ojos suaves, como los de
Kevin, Lisa o Jennie; los de Maxwell poseen la dureza real
del mineral de esmeralda, no como el artículo pulido y
modelado que reside en su familia.

Maxwell se aclara la garganta y continúa, sólo


reconociendo a Kai y Jackson, pasando ahora al itinerario
de la boda, que sera dentro de dos semanas.

Lisa, me da una mirada de disculpa, a la que asiento y


Jennie me da una palmadita en el hombro, un movimiento
que no espero, haciendo que me ahogue
momentáneamente con un guisante. Esto la hace reír, pero
yo me pongo rojo brillante. La conversación continúa de
esta manera hasta que se sirve el postre. A mitad de
camino de comer la cosa más deliciosa que he consumido
jamás llamada Key Lime Pie8, Jennie se vuelve hacia mí
para hacerme otra pregunta directa y personal; empiezo a
tener la impresión de que esta es su personalidad general.

—Así que... —comienza, pero esta vez con un tono


más burlón en su voz—. ¿Qué ves en mi hermano? ¿Cuánto
tiempo te ha estado escondiendo de nosotros?

El comentario de “esconderse” me hace estremecer un


poco, un mecanismo de defensa ante los recuerdos, tal vez.
Voy a hablar, pero me doy cuenta de que Maxwell ha
dejado de hablar y ahora me está mirando directamente,
esperando una respuesta. Me paralizo y las palabras no
pueden formarse en mi boca.

Maxwell niega con la cabeza y lanza un intento de risa.


—Patético... —murmura— al menos Kai puede jugar el
papel de un miembro activo de la sociedad. Este chico
apenas es un ser humano funcional, y mucho menos
contribuye de alguna manera a nuestra sociedad.

Fue un golpe bajo, pero no puedo decir que no esté de


acuerdo. Es el dueño de una corporación multimillonaria,
por supuesto sólo le importa mi valor como humano.

—Si Kevin es un homosexual, que así sea. Supongo


que no puedo aceptar a uno de mis hijos y no a los otros,
—continúa, casi sonando humano por una fracción de
segundo antes de volverse contra mí: —pero si piensas que
voy a permitirle estar con alguien que ni siquiera puede

8La tarta de lima de los Cayos es un postre de origen estadounidense hecho con zumo de
lima, yemas de huevo y leche condensada con una base de galleta triturada.
defender su propia relación, por muy avanzada que esté,
¡olvídalo! ¡Sé lo que vales, chico! —Él golpea con el tenedor
como un punto final a la discusión.

Kevin me mira, implorándome que diga algo para


defenderme, para defenderlo, para defendernos. Pero la
sensación de calambres comienza a agarrar mi pecho y mi
respiración empieza a acelerarse y a apretarse. Me levanto
y salgo corriendo del comedor hacia la puerta principal.
Salgo y trago bocados de aire frío, tratando de controlar los
latidos de mi corazón y desviar los mareos. Oigo pasos
detrás de mí y veo a Kevin acercándose a mí, una mirada
en su rostro que no puedo leer; disculpas o decepción.

Me está hablando, pero no puedo oír un sonido por


encima de la sangre que corre por mis oídos.

Le doy la espalda y me alejo, repitiendo en voz baja:

—No puedo... no puedo... no puedo... no puedo...

Pasa una semana más o menos. Kevin y yo no hemos


hablado, y después de escuchar lo que pasó, Chloe se
ofreció a tomar mis turnos mientras me recupero un poco.
No sé cómo sentirme. El primer día, recibí algunos
mensajes de Kevin, y vi el buzón de voz sonar cuatro
veces.

Kevin:
Theo, por favor contesta, ¿podemos hablar de esto?

Kevin:
Siento lo que pasó. No debería haberte involucrado
con él tan pronto.

Kevin:
¿Te avergonzaste de mí allí? Apenas podías mirarme a
los ojos.

Kevin:
¿Al menos quieres esto?

Ese fue el último mensaje que recibí de él. Había


llamado una vez a la puerta del piso, miré por el ojo de la
cerradura; casi lo dejo entrar, sólo porque quería sentir sus
brazos alrededor de mí otra vez, pero constantemente
siento que he arruinado mis oportunidades con él para
siempre.

Después de unos diez días en total desde el incidente,


decidí atreverme a dejar el piso. Voy a dar un paseo por
Central Park y tomar un poco de aire fresco. No puedo
dejar de pensar en lo que le hice a Kevin. Me acobardé y ni
siquiera pude defenderlo. Quiero ser valiente, no quiero
tener más miedo; por él, haría cualquier cosa. Trato de
animarme a mí mismo para quizás enviarle un mensaje de
texto. Contemplo una o dos veces una llamada telefónica,
pero la sugerencia me parece ridícula en cuanto la pienso.
Tengo mi página de mensajes abierta, lista para enviar
algo, pero las palabras no llegan.

Decido volver caminando en lugar de tomar el metro,


trayéndome por calles llenas de rascacielos y tiendas de
diseño. Cruzo la calle para empezar a regresar y me
congelo una vez llego al otro lado. Kevin me mira, tan
sorprendido como yo. Está sentado fuera de un restaurante
tomando café con Jackson, Kai y... Maxwell. Mirar a esos
preciosos ojos verdes me trae recuerdos de nuestra charla
de almohada, nuestro lento baile y nuestros besos, e
inmediatamente me arrepiento de haberlo alejado.

Camino por la entrada de la terraza exterior y llego a


Maxwell. Me sigue con sus ojos, juzgando cada movimiento
que hago. Extiendo firmemente mi mano hacia él y respiro
profundamente.

—Hola, soy Theo Curtis de Sullivan, Estado de Nueva


York. Me formé en la universidad como licenciado en
literatura y algún día me gustaría ser escritor. Me escapé de
casa para venir a Nueva York y perseguir estas ambiciones.
He estado viendo a su hijo durante una semana más o
menos, sin embargo, los sentimientos que he desarrollado
por él van más allá del sentimiento que he tenido por otro
ser humano, y abandonarlo y no dejarlo volver a mi vida
fue la cosa más estúpida que he hecho nunca —me detengo
a tomar un respiro. El último arrebato que me dejó sin
aliento hace que mi última declaración salga más
desesperada y resuelta de lo que jamás podría desear—y
haría... —me corrijo, y miro a Kevin a los ojos— haré
cualquier cosa para que me perdone.

Miro hacia atrás para ver la respuesta de Maxwell. Un


silencio sopla a través de la atmósfera, no sólo en su mesa,
sino en todas las mesas, y los camareros detuvieron lo que
estaban haciendo para escuchar. Esta habría sido
normalmente mi idea exacta del infierno, pero si Kevin
estaba esperando al final, podría atravesar el infierno si eso
significaba que tenía otra oportunidad.

—Bien, —dice Maxwell, dejándonos a todos en ascuas


— ahora ya sabes lo que vales y me lo has demostrado. —
Una respiración contenida alrededor de la mesa se libera.
Me mira directamente, finalmente acepta mi mano
extendida y la agita con firmeza—. Te felicito por haberte
enfrentado a mí, Theo. Hay hombres en mi corporación en
altos cargos que podrían aprender una o dos cosas de ese
discurso. —El cumplido es sincero, se inclina y susurra: —
¿durante cuánto tiempo ensayaste esto?

Lo miro y me doy cuenta de que está sonriendo. —


Umm... ¿una semana más o menos?

Se ríe suavemente, sorprendiéndome aún más. ¿Todo


este personaje de hombre malo ha sido una prueba o algo
así?
—Puedes abrir el puño ahora, también, —murmura. Lo
hago, sin darme cuenta de que lo había estado haciendo,
los nudillos casi blancos.

Los dos nos enfrentamos a Kevin, pero Kevin no podía


mirarme a los ojos adecuadamente.

—Desafortunadamente, Theo, —continúa Maxwell—


por muy buen trabajo que hayas hecho para convencerme
de otra oportunidad, en última instancia no es mi opinión la
que tienes que ganar. —Le hace un gesto a su hermoso
hijo, instándome a seguir adelante.

—¿Kevin? —pregunto, un poco más débilmente de lo


que quiero. Después de un gran esfuerzo, se las arregla
para mirarme a los ojos, noto que están aguados y me
duele el corazón por hacerlo ver tan derrotado.

—¿Por qué no abriste la puerta, Theo? —es todo lo que


puede preguntar—. Vi tu sombra debajo de tu puerta, sólo
quería ayudarte.
Me congelo. Incluso después de borrarlo y apartarlo,
sólo quería ayudarme y hacerme sentir mejor. Ahora mis
ojos están empezando a lagrimear.

—No tenía ni idea, —empiezo— Kevin, sabes por lo


que he pasado y estoy muy agradecido de que te hayas
hecho cargo de todo eso para empezar. No voy a mentir,
estoy muy confundido sobre cómo lidiar con lo rápido que
creo que me estoy enamorando de ti, pero si estás
dispuesto a darme otra oportunidad, quiero intentarlo. —
Kevin me devuelve la mirada, con la boca abierta.

Kai se limpia los ojos con una servilleta, y después de


una larga pausa de Kevin finalmente le devuelve la mano a
la realidad y grita dramáticamente: —¡Di que sí, tonto! —
Todo el público reunido se ríe y oigo a otras mesas
instándole a hacer lo mismo.

Me sonríe y asiente con la cabeza. No puedo contener


la sonrisa radiante que doy en respuesta; sin embargo, me
corta.

—Oye, —me dice— te estoy dando otra oportunidad,


eso no significa que te hayas librado todavía. —Suena serio,
pero todavía hay un indicio de sonrisa en su cara.

Me pongo de rodillas. —Kevin Worcester, ¿puedo


llevarte a cenar esta noche? —pregunto de la manera más
romántica que puedo reunir. Hace que nuestra audiencia
privada se ría y hace que Kevin se ruborice, una reacción
mejor no podía esperar.

—¡Está bien, está bien! —responde, pero entonces una


sonrisa diabólica aparece en su cara y luego desaparece de
nuevo— es un comienzo, podemos llegar a otra forma de
probarte a ti mismo más tarde.
La forma en que lo dice no insinúa nada
-probablemente por el bien de su padre-, pero esa sonrisa
de antes me dice todo lo que necesito saber y mi
entrepierna se hincha un poco en anticipación. Me inclino y
me despido de todos, y beso a Kevin en la mano.

—Hasta luego, bella princesa, —le digo, dejándolo reír


y sacudiendo la cabeza con incredulidad, mientras yo
literalmente salto por el camino.
Capítulo ocho
La redención
Sé que Kevin probablemente podría hacer reservas en
restaurantes de lujo, pero parece encantado cuando
llegamos a la puerta de 'Per Se'.

—¡Oh wow! —dice con genuina sorpresa—. ¡Siempre


he querido venir aquí! ¿Estás seguro? ¡Esto es muy caro!

Me vuelvo hacia él. Pienso en el hecho de que tuve


que pedirle a Kris un adelanto de mi salario para el mes
siguiente y tuve que llamar a Aden para ver si podía mover
algunos hilos. Después de que ambos escucharon mi
historia y mi plan, finalmente aceptaron. Ver su cara ahora,
iluminada como la de un niño, es todo lo que quiero.

—Verte sonreír de nuevo, vale la pena, —contesto, y lo


digo en serio. Me da la confianza para decir estas cosas
ahora, no quiero tener que abrirme camino de nuevo.

Entramos y tomamos asiento. Tenemos ocho platos


increíbles y una botella de champán. Al final de la comida,
ambos estamos borrachos; borrachos de la satisfacción de
la comida, la botella de champán, y la presencia del otro.

Nos tomamos de la mano sobre la mesa y por una vez


no me siento cohibido. Una mujer de unos setenta años se
acerca y nos dice lo guapos que somos. Pago la cuenta
dolorosamente cara, que excede los 1000 dólares, pero
tengo la nevera llena, así que estaré bien por un tiempo.

Al salir, casi nos chocamos con una pareja al entrar.


—¿Theo? —dice la voz más familiar del mundo, y miro
hacia arriba para ver el pelo rubio ondulado de mi mejor
amiga.

—¡Chloe! —nos abrazamos. Sobre su hombro veo al


otro tipo dándome una mirada de soslayo.

—Johnny, este es Theo, ¿recuerdas? Te hablé de él, —


no me mira realmente, pero se las arregla para saludarme;
ahora puedo imaginar lo que es hablarme en un mal día.
Chloe también abraza a Kevin rápidamente por cortesía, y
luego su mano vuelve a la mía. La cara de Johnny se
contrae instantáneamente con una mirada grotesca de
querer vomitar, en su lugar, se deshace de una flema y la
lanza al pavimento entre los pies de Kevin y los míos.

—¡Eso es jodidamente asqueroso! ¡Deberían


encerrarlos, maricones asquerosos! —nos dice
agresivamente. Se acerca amenazadoramente a nosotros,
pero Chloe le pasa el brazo por el suyo.

—¡Johnny! —grita, él mira a su alrededor—. ¡Por favor!


Entra, tenemos una reserva. —Se separa del brazo de
Chloe y vuelve a escupir, esta vez por poco no me llega a la
cara.

Chloe lo empuja dentro y lo sigue, mirando por encima


de su hombro, diciendo: —lo siento, —la mirada de algo
más oscuro subyaciendo por debajo. Estoy realmente
preocupado por ella.
Hablamos del calvario todo el camino de vuelta a mi
piso. Cuando lleguemos a la entrada, acordamos dejar lo
que pasó en la puerta.

—No sólo ese gilipollas, —afirma Kevin—. Me refiero a


todo, Theo, todo el drama con mi padre, el olvido, las
incomunicaciones, todo... Quiero seguir donde lo dejamos
antes de reunirnos con mi padre.

Lo beso para sellar el trato, pero también como una


forma de decir gracias; espero que entienda los dos
significados.

Entramos en mi piso y él cierra la puerta tras él. Me


coge la mano para evitar que entre más en la habitación.

—Oye, —dice, bromeando con los bordes de mis ojales


de la camisa— creo que he descubierto una forma de que
puedas probarte a ti mismo de una vez por todas.

Lo agarro por las caderas y le doy un beso en el cuello.

—¿Oh? —Sonrío— ¿y cómo sería eso?

Empezamos a quitarnos los zapatos mientras nos


besamos y nos desnudamos en una pasión frenética.

—Bautizando tu piso... puedes empezar metiendo mi


polla en tu boca otra vez. —Polla, otra palabra que me hace
salivar por él. Saco el último objeto ofensivo que oculta su
cuerpo lejos de mí; el alargamiento de su polla cayendo en
cascada desde el borde de su ropa interior. De rodillas, lo
miro, sonrío y luego le doy un beso. Se ríe con esa dulce
risa melódica que tanto había echado de menos, y empiezo
a besarlo desde abajo de su ombligo, por su cuerpo y lo
tomo en mi boca. Su risa se convierte en un ligero jadeo
mientras me lo trago y baja por la garganta, una y otra
vez.

Pongo sus piernas sobre mis hombros y lo llevo sobre


ellos hasta el dormitorio, su polla nunca sale de mi
garganta. Lo dejo caer en mi cama, sus manos agarrando
las sábanas mientras se retuerce y gira, casi en cámara
lenta, su respiración se hace más pesada y sus suaves
maullidos se convierten en fuertes jadeos, gemidos y
gruñidos. Cambia una mano debajo de sí mismo y empieza
a meterse los dedos, la vista de esto me hace jadear duro.
Me saco la polla de la boca y me levanto para mirarlo, mi
ángel de oro, con las mejillas rojas y lloriqueando mientras
se señala con el dedo.

—¿Theo? —jadea—. Nunca me han follado... ¡por


favor, follame!

Y honestamente, ¿cómo podría negarselo cuando lo


pide tan amablemente?

Le doy la vuelta y me maravillo de la definición de los


músculos de su espalda. Él mira hacia atrás por encima de
su hombro, su pelo dorado en un estado desaliñado; se
muerde el labio y me duele la polla. Me sumerjo y extiendo
sus mejillas para revelar el hermoso botón escondido entre
las mejillas de su culo. Entierro mi cara en él y me burlo de
los bordes con mi lengua. Su piel sabe a canela y miel,
inhalo su aroma y profundizo más. Él grita, maldiciendo en
voz baja. Me ruega que vaya más profundo empujando sus
caderas hacia mi boca. Me echo hacia atrás y le atrapo la
polla entre las piernas y me la trago de nuevo, entre las
piernas parece una cola, y mientras la succiono, se agita
encantado.

Me levanto y lo tomo una vez más, soy tan


jodidamente afortunado. Escupo en mi mano y esparzo el
líquido a lo largo de mi eje y en la cabeza. Beso y lamo su
delicado agujero una vez más para que me responda con
un gemido.

—¿Estás seguro? —pregunto, recordando nuestra


última vez.

Responde poniéndose a cuatro patas y empujándome


sin decir una palabra más. Me burlo de él, abriéndose para
mí con sus manos, sus dientes mordiendo una almohada.
La lubricación añadida de que yo me comiera su agujero,
permite que la entrada sea más fácil que cuando lo tomé
dentro de mí. En unos pocos golpes, me ordeña como un
profesional. La ternura de antes se ha ido por completo;
esta noche, es una cogida sin adulterar, dura y animalista.

Le clavo con fuerza y le hago gritar por mi polla. Salgo


y lo vuelvo a dar vuelta, lo empujo, otro jadeo se le escapa
de los labios. Coloco sus brazos alrededor de mi cuello y lo
llevo a la cocina.

—¿Qué estás haciendo? —resopla.

—Bueno...—jadeo en respuesta— si vamos a bautizar


este lugar, tenemos que hacerlo en cada habitación.

Se ríe, echando la cabeza hacia atrás, mientras yo lo


golpeo implacablemente sobre la encimera de la cocina.
Golpea el frutero por el costado, pero ni siquiera disminuye
nuestro impulso.

Luego, nos trasladamos al sofá, salgo en el último


momento para dejar que su líquido blanco y caliente gotee
por mi garganta.

Nos duchamos y me exprime hasta que eyaculo en el


agua caliente.

Nos tumbamos, exhaustos, en mi cama, después de


secarnos de la ducha.

—Bueno, esto ha sido un poco más intenso que la


última vez, —digo, casi avergonzado de algunas de las
cosas que acabo de hacer con su cuerpo; casi.

—Oye, no hay nada malo en tener un poco de sexo al


estilo de los cavernícolas de vez en cuando, —afirma Kevin,
dándose la vuelta para mirarme, y su toalla se cae en el
proceso. La vista de su trasero rociado de rocío hace que
me lama los labios, y mi polla empieza a hincharse de
nuevo. Kevin ve en mi toalla la ligera tienda de campaña
levantándose y se ríe.

—¿Oh? ¿Alguien está listo para otra ronda? —Estas


son las últimas palabras que escucho antes de que sus
labios rodeen mi polla y comience una larga y activa noche.
Capítulo nueve
Tocar las almas
Esta mañana estamos completamente agotados. Chloe
solía usar la frase “demasiada cama y poco sueño”, cuando
tenía una noche particularmente buena con su novio del
instituto. Cada vez que nuestros ojos se encuentran
mientras nos vestimos nos reímos, y si estamos lo
suficientemente cerca el uno del otro, la mirada se
convierte en un beso lento y profundo, hasta el punto de
que corremos el riesgo de continuar con nuestros esfuerzos
nocturnos una vez más.

Kevin recibe un mensaje de Maxwell, preguntando si


podemos recoger algunas cosas para la boda en los
alrededores de Nueva York. Nos obligamos y lo tomamos
como una oportunidad para pasar un poco de tiempo fuera
del piso, y para pasar algún tiempo haciendo algo más
productivo que tener sexo; irónicamente, si fuéramos
heterosexuales, no podríamos ser realmente más
productivos que reproductivos.

Caminamos por la Quinta Avenida, decorada en todo


su esplendor navideño, y vamos de tienda en tienda,
recogiendo las cosas de la lista. La mayoría de ellas son
servilletas y servilleteros, manteles, jarrones, adornos de
mesa, las tarjetas para las madrinas del novio, y los dos
trajes personalizados de Vera Wang para los futuros novios.
Pasamos por el piso otra vez, así que descargamos lo que
hemos recogido y volvemos a salir, ya que es un día de
invierno magníficamente brillante y nítido. Cuando llegamos
a Bryant Park, entre la 5ª y la 6ª avenida, vemos que
tienen un gran mercado de Navidad. Los dos chillamos
como niños excitados y nos adentramos en el bullicio.

Ambos tomamos un vino caliente y paseamos por los


puestos cogidos de la mano, admirando la artesanía y los
productos según vamos avanzando. Miro a Kevin e imagino
nuestras vidas así en los años venideros y concluyo que soy
perfectamente feliz si este es el caso. Lo acerco y le beso la
mejilla.

—Aww, —dice— ¿por qué fue eso?

Hago que me mire a la cara y me mire a los ojos.

—Yo-yo —empiezo y creo que estoy a punto de


tartamudear, cuando me doy cuenta, tengo miedo de decir
las tres palabras que nunca he dicho a nadie: —Te amo...

Solté el aliento que había estado conteniendo. Él me


mira e igualmente suelta un jadeo antes de dibujar una
sonrisa en su hermosa cara.

—Yo... también te amo... —me responde. Lo que es


extraño es el hecho de que, aunque pasamos toda la noche
besándonos -y más-, este beso se siente como el primero
otra vez. Nos buscamos tímidamente la cara del otro
mientras nos acercamos, sus cálidas manos enmarcando mi
cara mientras nuestros labios chocan, mi corazón latiendo
contento con cada acción. Juntamos nuestras cabezas y
miramos al otro con adoración.

Nos giramos para seguir caminando cuando nuestra


atención se centra en una conmoción en una barra. Nos
dirigimos hacia allí y vemos que es claramente un borracho
discutiendo con el personal del bar. Una pobre mujer
intenta calmarlo y apartar su mano del cuello de la camisa
del otro joven; le grita que lo deje. Es en este momento
cuando me doy cuenta de que la pobre mujer es Chloe y el
borracho es Johnny. Corro, dejando a Kevin detrás, aunque
me sigue rápidamente.

—¡Oye! —grito para llamar su atención. Intento que el


resto de la conversación suene más tranquila cuando él se
balancea para girarse y mirarme—. ¿Cómo están, chicos?
¿Qué os trae hoy al mercadillo? —Es una pregunta
estúpida, ya que obviamente, todos estamos aquí por la
misma razón, pero le dio al pobre joven detrás de la barra
suficiente tiempo para escapar; ahora sólo quiero lo mismo
para Chloe.

—¿Qué coño quieres? —se burla, Jhonn— ¡cómo te


atreves a acercarte a mí! Yo no bateo para tu lado9, lo
siento, amigo. —Va a volver al bar.

Kevin, tomando mi liderazgo, trata de suavizar las


cosas también, antes de que vaya por otro miembro del
personal.

—Mira, Johnny, ¿es así? —comienza—. Creo que todos


comenzamos con el pie izquierdo. Sólo somos amigos de
Chloe y queremos que todos podamos seguir adelante. —
Extiende una mano para estrecharla, pero Johnny se la
aparta de un manotazo y le escupe a Kevin en la cara.
Algunos espectadores jadean, y puedo ver venir al joven de
antes con la seguridad a cierta distancia. Le doy a Kevin mi
bufanda para que se limpie la cara.

—¿Estás bien? —Le pregunto.

—Sí, —responde, borrando la ofensa de su cara—. Es


una pena que no podamos llegar a comunicarnos.
9Hace referencia a su preferencia sexual.
La última frase apenas se dijo por encima de un
susurro, pero Johnny lo oyó y algo se rompió dentro de él.
Se volvió contra Kevin, rompe su botella de cerveza para
crear un el golpe un arma cortante como el filo de una
navaja y se abalanza sobre él. Empujo a Kevin fuera del
camino de Johnny y la acción lo derriba al suelo. Un dolor
agonizante como el fuego comienza a extenderse desde mi
abdomen, el filo de la botella ahora se encaja firmemente
en mi intestino. Se revuelve en el suelo a mi lado, y se
sienta a horcajadas para golpearme continuamente en la
cara. Los gritos vienen de todas partes, Chloe golpea a
Johnny, tratando de detenerlo, pero sus golpes no hacen
nada para disminuir su ira. Kevin intenta apartarme,
manchando sus manos y el pavimento con mi sangre.
Johnny se las arregla para ponerse de pie y dar dos buenas
patadas a mis costillas, sacándome el aire del pecho.

Empiezo a desmayarme, pero veo que la seguridad


finalmente se abre paso entre la multitud y entonces al
menos sé que Kevin está a salvo.

Kevin me sostiene mientras me desmayo, meciéndose


de un lado a otro, llorando y pidiendo ayuda.

Entro y salgo de la conciencia en oleadas. Cada vez


que resucito, me lleva un poco más de tiempo. Estoy en un
hospital, eso puedo decirlo por el insistente zumbido de la
maquinaria que me rodea. Oigo voces, incluso cuando mis
ojos no se abren.
Al principio es Chloe, llorando mucho, pidiendo perdón
repetidamente. Ahora que estoy en este estado de
seminconsciencia, debería haber notado mucho antes los
moretones en sus brazos y el terror en sus ojos; siento los
besos mojados con lágrimas en el dorso de mis manos.
Escucho a las enfermeras hablar de ponerse en contacto
con mi familia para contarles el incidente, y a Kevin
contarles que me había escapado de casa. Revisan mi
historial médico y no tardan en darse cuenta de que tengo
veinte años. Lo que no le había dicho a nadie -aparte de
Chloe hace años-, es que mi cumpleaños es dentro de dos
días, ya que no quería quitarles el protagonismo a Jackson
y Kai el día de su boda. La enfermera le menciona mi fecha
de nacimiento a Kevin y le oigo maldecirme por no
decírselo. Si pudiera reírme, lo haría. La enfermera, creo
que dice que se llama Bárbara, le dice 'extraoficialmente'
que una vez que tenga veintiún años, seré legalmente un
adulto por derecho propio, así que no necesitaré tener nada
que ver con mi madre nunca más, incluyendo las
responsabilidades de la tutela. Bárbara dice que anotará en
su formulario que intentó contactar con mi madre hoy y
que hará lo mismo mañana, lo que significa que en mi
cumpleaños no tendrán ninguna obligación de llamarla; no
podría haber pedido un mejor regalo de cumpleaños.

La única voz que permanece constante es la de Kevin.


Puedo decir que nunca se aparta de mi lado, porque puedo
oler su colonia y escuchar sus pasos cuando camina, su
respiración. Cuando mis ojos finalmente pueden abrirse,
está oscuro. Kevin está dormido en la silla junto a mi cama,
con su mano apoyada en la mía. Miro a mi izquierda y casi
jadeando veo la gigantesca figura del padre de Kevin
sentado allí.

—¿Theo? —susurra, y yo asiento ligeramente en


respuesta.
—¡Oh, gracias a Dios! —me aprieta la mano, un acto
que nunca hubiera esperado de él.

—¡Has llegado tan lejos en la protección de mi hijo,


gracias! —Lágrimas de alegría llenan sus ojos y por una vez
esos ojos fríos y agudos adquieren la misma calidez que los
de Kevin—. Me equivoqué al dudar de ti como la pareja
perfecta para él. ¿Puedes perdonarme? —Asiento de nuevo
en respuesta.

Continúa diciéndome que Johnny ha sido arrestado y


acusado de “asalto con intento de homicidio”. Maxwell me
asegura que contratará al mejor abogado que el dinero
pueda comprar para luchar en mi caso como una forma de
decir gracias. También me dice que la boda se ha retrasado
una semana para permitirme estar allí; me pongo a llorar.
En las pocas semanas que llevo aquí, he encontrado más
familia de la que nunca he tenido.

En los próximos días, Chloe regresa y me pide perdón


cara a cara esta vez. —¡Voy a compensarte! —dice ella
lloriqueando— no sólo salvaste a Kevin, también me
salvaste a mí. —Ambos lloramos y nos abrazamos, bueno,
lo mejor que puedo con dos costillas rotas.

Todo el mundo viene para una pequeña fiesta de


cumpleaños en el hospital. Kevin me da pastel con cuchara,
al que definitivamente me puedo acostumbrar. Incluso
Barbara se une a la fiesta. Le doy un gran abrazo y le digo
que he oído lo que ha hecho por mí; me guiña un ojo y me
pone un sombrero de fiesta en la cabeza.

Esa noche, Kevin está en la silla de nuevo, acariciando


mi mano, ambos nos miramos a los ojos con amor, sin
necesidad de decir una palabra. Se mueve en el asiento y
su cuello en V expone los bordes de su tatuaje.

—¿Qué dice ahí? —pregunto.

Mira hacia abajo y se ríe: —Es curioso, me lo tatué


porque era la letra de mi canción favorita en ese momento,
pero ahora no podría ser más cierto.

Lo miro con expectación.

—Es una línea de 'Case of You' de Joni Mitchell, una


canción sobre el amor, aunque puede doler intentarlo. —
Siento que me identifico con Joni. Respira profundamente,
poniendo el énfasis correcto en las palabras para hacer que
mi corazón se derrita.

—...Recuerdo aquella vez que me dijiste que el amor


toca las almas; bueno, seguramente tocaste la mía, porque
una parte de ti se derrama en estas líneas de vez en
cuando...
Capítulo diez
Mantener la luz de la luna en tus manos
Una semana después, estoy de pie y fuera del
hospital, preparándome para la gran boda. Me lleva un poco
más de tiempo de lo habitual debido a que todavía tengo el
vendaje alrededor de mis costillas, y tengo que pedir
prestado un poco de corrector de Chloe para ocultar
algunos de los moretones de mi cara, pero me veo bastante
bien.

Cojeo hacia la sala de estar donde Kevin me espera.


Parece la noche del baile de graduación; algo a lo que
nunca me permitieron asistir. Muestra su asombro cuando
me ve y yo cuando lo veo a él. Ambos nos reímos, y él se
levanta para ayudarme. Ambos llevamos trajes gris oscuro,
pero hacemos coincidir nuestras corbatas con los ojos del
otro; un verde profundo como un bosque y un verde
grisáceo como el jade nefrita. Chloe nos hace fotos como
una madre orgullosa y bajamos las escaleras hasta el coche
de Chloe.

El lugar de la boda está en el campo, en el camino a


Sullivan; suplico mentalmente que un tornado no me lleve
de vuelta a mi temida y desolada Kansas.

Llegamos a un lujoso campo de golf, con un gran


vestíbulo y coches caros por todas partes. Entramos y
vemos algunas caras familiares, como Maxwell, Lisa,
Jennie, Luke y Kris. Incluso vuelvo a ver a Aden, con su
muy bonita pareja, Crystal. Finalmente, también conozco a
Amber -un alma bondadosa, que cuida por igual a los niños
de acogida y a los cachorros sin hogar-. Nos dirigimos a la
sala de ceremonias y tomamos asiento.

El servicio es hermoso. No hay un ojo seco en la sala,


incluyendo el mío, ¡incluso los de Maxwell! Kevin me toma
de la mano todo el tiempo, y espero en el fondo que esto
pueda durar y soportar la prueba del tiempo.

Mientras nos trasladamos a la recepción a beber y a


festejar, Chloe me aparta de la gran multitud. Le digo a
Kevin que siga.

—¿Sabes que dije que te compensaría? —pregunta. Me


estrujo el cerebro tratando de recordarlo y me doy cuenta
de que está hablando de hace una semana en el hospital.

—Oh Dios, —le digo— no te preocupes por eso, cariño.


No podrías haberlo evitado, y lo sabes.

—¡Bueno... ya me he ocupado de ello! —Ella chilla.

—¿Qué has hecho? —pregunto, un tono de


aprehensión un poco demasiado grueso en mi voz.

Decide no decirlo, sino arrastrarme a la recepción con


todos los demás. Todos nos mezclamos tomando bebidas
mientras los novios están fuera sacándose fotos, cócteles
por todas partes; tomo nota para evitar los azules.
Encuentro a Kevin, tomando un vaso de líquido púrpura que
huele fuertemente a violetas. Lo saludo con un beso.

—Te ves tan lindo con tu pequeña cojera, —me dice.

—No sería tan divertido si fueras tú el que tiene las


costillas rotas, —respondo rotundamente.

Me acerca. —Oh, lo sé, nene, pero ya no falta mucho,


—dice, balanceándome suavemente, aunque la música aún
no ha empezado—. Sabes, realmente eres mi héroe por
hacer eso.

—Lo sé, —respondo— me lo has estado diciendo toda


la semana...

Me besa lenta y suavemente.

—¡De acuerdo, vosotros dos, cálmense! —dice Chloe,


trayendo un brebaje verde, y sorbiendo con cuidado.

Un locutor pide a todos que aplaudan a los recién


casados cuando entran por las grandes puertas. Se les
arroja confeti y arroz al entrar, y tienen que ir a brindar
para las fotos de los paparazzi. Kai cree que es divertido
saltar a los brazos de Jackson, al estilo de la luna de miel;
los fotógrafos parecen estar de acuerdo y hacen un sinfín
de fotos.

Durante la conmoción, Chloe nos lleva a Kevin y a mí a


un lado.

—Oye, ¿qué estás haciendo? —pregunto.

—Sólo sígueme y cállate, —ordena. Kevin y yo nos


miramos el uno al otro y cumplimos sus deseos.

Ella nos lleva a un gran pasillo abierto, como los de la


casa de la familia de Kevin, con grandes ventanas en arco
que dan a una terraza. Nos lleva a la terraza y se gira para
mirarnos.

—Umm, entonces, ¿qué estamos haciendo aquí? —


pregunta Kevin.
Chloe, claramente incapaz de contener más su
excitación, hace una ligera genuflexión: —Theo, como mi
forma de decir lo siento por Johnny y gracias por salvarme
de toda una vida de abusos, he preparado algo especial
para vosotros dos. —Nos guía hasta el balcón que da al
campo de golf, las luces del atardecer empiezan a pintar el
horizonte en todos los tonos de azul y púrpura que puedas
imaginar.

—¡Ahí lo tienes! —dice, señalando hacia abajo a


nuestra derecha.

Bajo un árbol hay una solitaria mesa, con farolillos en


los árboles y pequeñas velas que iluminan el camino. Hay
un fuego y una manta en la ladera un poco más abajo,
junto a uno de los estanques.

—Esto es para que lo disfrutéis, —dice, cogiendo una


mano de cada uno de nosotros y mirando hacia delante y
hacia atrás entre nosotros, tratando de no llorar—. Todos
los de adentro lo saben, así que no creáis que estáis
defraudando a nadie. —Me mira cuando dice esto, sabiendo
cómo funciona mi mente—. Y los camareros os traerán
vuestra comida en unos veinte minutos junto con la de los
demás.

Nos lleva a los dos a un abrazo de tres.

—¡Pero mientras tanto, puedes revivir tu segunda


cita! — ella señala sobre nuestros hombros y seguimos su
mirada. Maxwell y Lisa están de pie junto a un estéreo,
encienden la música y empieza a sonar un lento vals.
Ambos nos sonríen y Chloe corre para unirse a ellos, antes
de que todos se den la vuelta y vuelvan a entrar, cerrando
la puerta tras ellos.
Nos tomamos un momento para asimilar todo lo que
acaba de suceder.

—¡Pero qué… —Empiezo yo

—...diablos! —acaba Kevin.

Ambos nos reímos; tomo su mano y nos balanceamos


en un abrazo. Giramos lentamente uno alrededor del otro,
Kevin tarareando de nuevo, su aliento caliente en mi cuello.
Apoyo mi cabeza en su pecho, la acción un poco más
aceptable esta vez.

Los veinte minutos pasan rápidamente y pronto se nos


pide que tomemos asiento para nuestra comida.
Serpenteamos lentamente por el sendero de velas hasta
nuestra mesa, cogidos del brazo.

Kevin me saca la silla. —¿Princesa? —acepto el asiento


que me ofrece.

—Gracias, amable señor, —inclino mi cabeza y le


ofrezco mi servilleta, como una muestra de la princesa que
soy. Él pone la servilleta de algodón en su bolsillo.

—La atesoraré para siempre, —y sella la promesa con


un beso en mi mano.

La comida es deliciosa, pero no excesiva. Charlamos


un rato hasta que el frío se hace notar demasiado y vamos
a recostarnos en la manta de picnic junto al fuego. La luz
de la luna se refleja en el estanque. Manteniéndonos en
esta posición, se siente como si estuviéramos hechos de la
luz de la luna; y me acurruco en su pecho. Levanta mi
cabeza y me besa, un poco más hambriento de lo que
esperaba, la sensación envía ondas a través de mi cuerpo.
Nos alejamos y veo que su ceja se levanta sugestivamente.

—¿Quieres jugar un poco de... golf? —se burla—


apuesto a que te impresionará mi madera.

Muevo la cabeza con incredulidad, pero muerdo el


anzuelo: —Estoy en el juego, veamos si puedes conseguir
un hoyo en uno.

Se muerde el labio y sonríe.

—Te amo, Theo Curtis, —susurra.

Cierro los ojos y e inspiro. —Yo también te quiero,


Kevin Worcester.

Y para que conste, consiguió un hoyo en uno.

FIN
Sobre el autor
A Celia Fay le gusta viajar y descubrir nuevos sabores,
tradiciones, oportunidades y personas.

Celia ha visitado veinte países, y en algún momento


las cosas que ha visto y experimentado pidieron ser
expresadas por escrito.

¡Y esto es lo que decidió hacer!

Celia Fay escribe apasionantes novelas románticas


contemporáneas e historias cortas eróticas interraciales.

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