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UNIVERSIDAD MILITAR “MCAL.

BERNARDINO BILBAO RIOJA”


E.A.E.N. CNL. “EDUARDO AVAROA”
BOLIVIA

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
DIMENSION PSICOCULTURAL

TAREA FINAL

CURSANTES: CNL. DEM. GONZALO FERNANDO LANDA FERREIRA


CNL. DIM. DIEGO JESUS MARTINEZ AQUIZE
CN. DIM. LINO EMILIO TAPIA CAMBERO
TCNL. DIM. ANGEL MOLINA VASQUEZ

DOCENTE : C. ALMTE. MARCO ANTONIO LUCANO CORRALES

MATERIA : CULTURA PSICOSOCIAL

TURNO : NOCHE

FECHA : 16 DE OCTUBRE DE 2020

La Paz – Bolivia
UNIVERSIDAD MILITAR “MCAL. BERNARDINO BILBAO RIOJA”
E.A.E.N. “CNL. EDUARDO AVAROA”
BOLÍVIA

TAREA

I.- Enfoque critico desde el ámbito de estudio de la dimensión psicosocial del


concepto de culto a la Juventud vs. Adulto Mayor.
ANALISIS
I. INTRODUCCION

El escriba egipcio, Ptah-Hotep, visir del faraón Tzezi de la dinastía V, el año 2450
antes de J.C. Dice: "¡Qué penoso es el fin de un viejo! Se va debilitando cada día; su
vista disminuye, sus oídos se vuelven sordos; su fuerza declina, su corazón ya no
descansa; su boca se vuelve silenciosa y no habla. Sus facultades intelectuales
disminuyen y le resulta imposible acordarse hoy de lo que sucedió ayer. Todos los
huesos están doloridos. Las ocupaciones a las que se abandonaba, no hace mucho
con placer, sólo las realiza con dificultad, y el sentido del gusto desaparece. La vejez
es la peor de las desgracias que puede afligir a un hombre".

La senectud ha sido semejante desde las épocas más lejanas. Su circunstancia ha


cambiado y también la consideración hacia ellos. Su estimativa está en directa
relación al horizonte cultural. De lo anterior deriva el interés del análisis histórico para
entender un poco la situación del anciano en nuestra sociedad occidental de hoy.

Hasta hace unas décadas los cambios que experimentaban las sociedades eran muy
lentos y abarcaban grandes periodos de tiempo, manteniéndose las estructuras
sociales y culturales casi invariables, entre las principales características de estos
periodos se observaba porcentajes muy elevados de mortalidad frente a una
longevidad muy alta. A partir de la era moderna, más específicamente a partir de la
Revolución Industrial se produce un cambio repentino y drástico en cuanto a la forma
en la que la sociedad se estructura cultural y económicamente, lo que permite un
abrupto cambio en los porcentajes de migración entre el campo y la ciudad, ya que
esta última debido a las ventajas que proyecta la modernidad y los servicios tiene su

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efecto en el confort ofreciendo una forma de vida más lineal, es decir más tranquila y
estable lejos de los exabruptos que genera la incertidumbre propia del campo en la
que los factores naturales resultan determinantes en la subsistencia.

Pero este cambio conlleva una variación en la forma en la que las personas perciben
la temporalidad, es decir, el concepto del tiempo y su magnitud, esto se percibe a
través de los permanentes cambios producto de la nueva tecnología y más adelante
lo que se percibe del siglo que comienza incluye otra serie de cambios aún más
apabullantes, basados en una necesidad autoimpuesta de sentirse comunicados, con
la obligación de la formación permanente, requiriendo de personas cada vez más
versátiles que deben obligatoriamente adaptarse día a día con los cambios que se
suceden obligándonos a flexibilizar los comportamientos. Para nadie resulta
insensato pensar que todo esto nos conduce a cambios biográficos que estarán
marcados por la adopción de cambios formas morales, imprevistas o inéditas, son
exigencias casi ineludibles del tiempo histórico que estamos atravesando (Gil Calvo,
2001).

II. DESARROLLO

Para la presentación de este trabajo, el mismo para su análisis ha sido dividido en


tres puntos, que el grupo determino de mucha importancia:

A. Análisis desde el punto de vista Histórico – Legal.


Período de gloria para los ancianos: las culturas primitivas
Los ancianos prehistóricos no dejaron por supuesto, registro de sus actividades
o pensamientos. Sin embargo, podemos imaginar con cierta seguridad cuál fue
su condición al comprobar que todas las culturas que conocemos tienen una
consideración parecida hacia sus ancianos. Su longevidad es motivo de orgullo
para el clan, por cuanto eran los depositarios del saber, la memoria que los
contactaba con los antepasados. Muchos de ellos se constituían en verdaderos
intermediarios entre el presente y el más allá. No es de extrañar que los brujos
y chamanes fuesen hombres mayores. Ejercían también labores de sanación,
de jueces y de educadores. En esas sociedades no es infrecuente que aquellos

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que ejercían labores importantes les denominaren "ancianos", ajenos a su
edad.

En otras palabras, la vejez representaba la sabiduría, el archivo histórico de la


comunidad.

En las sociedades antiguas, alcanzar edades avanzadas significaba un


privilegio, una hazaña que no podía lograrse sin la ayuda de los dioses, por
tanto, la longevidad equivalía a una recompensa divina dispensada a los justos.

Los viejos en el mundo griego


Las numerosas leyes atenienses que insisten en el respeto a los padres
ancianos nos hacen suponer que no eran muy acatadas. La vejez fue
considerada en sí misma una tara. Platón relaciona la vejez feliz a la virtud,
cuando dicen en la República "Pero aquel que nada tiene que reprocharse
abriga siempre una dulce esperanza, bienhechora, nodriza de la vejez." Cita, el
poema de Píndaro, del hombre de vida piadosa y justa.

"Dulce acariciándole el corazón


como nodriza de la vejez,
la esperanza le acompaña,
la esperanza que rige, soberana,
la mente insegura de los mortales"

La historia de las instituciones parece mostrar que a partir del siglo VIII A.C. la
autoridad paterna fue declinando, favoreciendo la independencia jurídica de los
hijos.

Si nos detenemos en la literatura griega, la posición de los ancianos debemos


considerarla como muy desmedrada. Minois resume así: "Vejez maldita y
patética de las tragedias, vejez ridícula y repulsiva de las comedias; vejez
contradictoria y ambigua de los filósofos. Estos últimos han reflexionado con
frecuencia sobre el misterio del envejecimiento".

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El reverso lo constituye el hecho que es en Grecia donde por primera vez se
crean instituciones de caridad preocupadas del cuidado de los ancianos
necesitados. Vitruvio relata sobre "la casa de Creso, destinada por los
sardianos a los habitantes de la ciudad que, por su edad avanzada, han
adquirido el privilegio de vivir en paz en una comunidad de ancianos a los que
llaman Gerusía".

El mundo hebreo: del patriarca al anciano caduco

La otra gran fuente cultural de nuestra civilización occidental proviene de la


tradición hebreo cristiana.

Al igual que otros pueblos o tribus, en sus épocas más pretéritas, los ancianos
ocuparon un lugar privilegiado. Los hebreos no fueron la excepción. En su
período de nomadismo cumplieron una función importante en la conducción de
su pueblo (Ex 3,16). Se describe que Moisés tomaba las decisiones sólo con la
consulta directa de Dios y donde Dios le dice: "Ve, reúne a los ancianos de
Israel y diles". Del mismo modo, Yahvé le ordena "Vete delante del pueblo y
lleva contigo a ancianos de Israel" (Ex 17,5).

Sin embargo, a la muerte de Salomón, tras cuarenta años de reinado, lo


sucedió su hijo Roboam, el cual mantiene una actitud diferente a su antecesor y
desecha la opinión de los ancianos como se lee en el Libro Primero de los
Reyes (IR, 12, 6-8). La imagen de los viejos comienza a deteriorarse. El temor a
la vejez ya lo podemos comprobar al leer el Salmo 71 - "No me rechaces al
tiempo de la vejez; cuando me faltan las fuerzas, no me abandones" - que
anticipa su destino.

Después del siglo V los ancianos van perdiendo influencia política. Qohelet
(290-280 A.C.) lo testimonia: "más vale mozo pobre y sabio que rey viejo y
necio, que no sabe ya consultar".

Se puede concluir que el anciano en el mundo hebreo ocupó un lugar


relativamente importante basado en la dignidad que se le otorgaba en la Torá.

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El mundo romano. Auge y decadencia

Otra fuente importantísima de nuestra civilización occidental proviene de la


cultura romana. Resulta pretenciosos resumir, en breves líneas, ese mundo
heterogéneo, de larga duración histórica y tratar de comprender el puesto que
fue ocupando en ese ámbito por los ancianos. No pretendemos sino entregar un
bosquejo que nos permita obtener una cierta idea.

El notable nivel alcanzado por el Derecho, contribuyó a preocuparse por la


duración de la vida humana. La "Tabla de Ulpiano" tenía por objeto evaluar la
importancia de las rentas vitalicias asignadas por legados según la edad del
beneficiario. Asimismo, se establece que existía un mayor número de ancianos
varones que de ancianas, situación inversa a la actual. La causa, con toda
seguridad, era debida a las muertes maternas post parto. El mundo romano
evidenció un envejecimiento a partir del siglo II, en particular, en Italia.

El Derecho romano tipificaba la figura jurídica del "pater familias" que concedía
a los ancianos un poder tal que catalogaríamos de tiránico. La "mater familia"
jugaba un papel secundario pero, en general, gozaba de la simpatía y
connivencia de la prole. Logra así una influencia en el tirano doméstico. La
mujer vieja sola fue brutalmente desdeñada.

La época de oro para los ancianos fue la República. A partir del siglo I antes de
nuestra era, se produce un período inestable y los valores tradicionales
cambian. Augusto, el sobrino y heredero de Cesar, tras cruenta lucha por el
poder, inaugura un nuevo período, floreciente para las artes y la economía,
aunque también, comienza la declinación del poder del Senado y los ancianos,
el cual se mantuvo menguado durante todo el Imperio. Muchos viejos, a título
personal, obtuvieron cargos importantes, pero no ocurría como durante la
República, donde se confiaba en los hombres mayores para dirigir los destinos
políticos.

Edad Media, tiempo de contrastes

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Desde el siglo IV el cristianismo se va fortaleciendo al interior del Imperio
Romano. Al mismo tiempo, la amenaza de los bárbaros se torna más real hacia
un Imperio martirizado por guerras civiles o emperadores endurecidos. A partir
de Constantino, la mayor parte de los emperadores se confiesan cristianos.
Teodosio impuso la religión cristiana, pero en la vida cotidiana no se olvidan
fácilmente el culto y las maneras paganas, en particular, en las zonas rurales.

Después de la caída de Occidente y el asentamiento de los bárbaros, los


cristianos son borrados de los despojos del Imperio Romano. Sin embargo, los
nuevos residentes adoptan rápidamente la fe católica, aunque conservan
costumbres bárbaras.

La denominada "Edad oscura" o "Alta Edad Media", del siglo V al X, es la época


de la brutalidad y del predominio de la fuerza. En semejante ámbito cultural, no
es difícil imaginar el destino de los débiles, lugar que les corresponde a los
viejos.

La Iglesia no tuvo una consideración especial por los viejos. Ejemplo de ello, lo
podemos colegir al estudiar las reglas monásticas. La más influyente, la de San
Benito, al trato hacia los ancianos equivale al de los niños.

La catástrofe provino de Génova en 1348. La peste negra mató a un tercio de la


población de Europa en tres años. Semejante hecatombe originó
consecuencias de todo orden: políticas, económicas, demográficas, culturales.

Las pulgas, portadoras de la "yersinia pestis", fueron caritativas con los viejos.
La peste mató preferentemente a niños y jóvenes. Más tarde en el siglo XV
sucedió lo mismo con la viruela. Dicho de otra manera, se produjo un fuerte
incremento de ancianos entre 1350 y 1450. Los ancianos, en ocasiones, se
convierten en patriarcas. Su mantenimiento les quedó frecuentemente
asegurado. La vinculación entre las generaciones se vio facilitada. Aunque de
nuevo, durante el siglo XV, se presentó el problema de la escasez de mujeres
casaderas y la alta diferencia de edad entre cónyuges y las respectivas
secuelas sociales de aquello.

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En resumen, la peste favoreció a los viejos que ganaron posición social, política
y económica.

El Renacimiento o el combate contra los viejos

La sofocante presencia de la religión durante la Edad Media hace crisis.


Durante el siglo XV las gentes se fueron entusiasmando con el descubrimiento
de las bellezas escondidas del mundo romano que yacía sepultado.

Este naciente espíritu individualista que florecía, tras siglos de encierro en


pequeñas ciudades amuralladas y pestilentes, ahogados de miedos, violencias
y misereres, rechazaron sin disimulo la vejez. Asimismo, todo aquello que
representaba fealdad, decrepitud y decadencia. Fueron, quizás, los tiempos
más agresivos contra los ancianos. Pero, más encono aún, contra las ancianas.
Refleja este sentir el más grande humanista de le época, Erasmo, que en su
"Elogio a la locura" nos dice: "Pero lo que verdaderamente resulta más divertido
es ver a ciertas viejas, tan decrépitas y enfermizas como si se hubieran
escapado de los infiernos.

El arquetipo humano del Renacimiento lo personificaron los cortesanos y los


humanistas. Ambos rechazaron a los viejos, pues representaban todo aquello
que quisieron suprimir.

El mundo moderno. El viejo frente a la burocracia

El pensamiento liberal y sus consecuencias políticas revolucionarias que


derivan en la formación de repúblicas, significó no sólo un cambio de poder,
sino la aparición de un contingente nuevo de ciudadanos: los burócratas.

En la actualidad, un hito muy significativo en la biografía de todo ciudadano


laborante, dentro de la estructura económica del Estado es la jubilación.
Palabra tomada del latín "jubilare" que significaba "lanzar gritos de júbilo",
significado que para la mayoría de nuestros contemporáneos sonaría a
sarcasmo.

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En su origen nació como una recompensa a los trabajadores de más de
cincuenta años. Según Simone de Beauvoir esta era la recomendación que
hacía Tom Paine en 1796. Ya se conocen pensiones en los Países Bajos a los
funcionarios públicos en 1844. En Francia los primeros en obtenerlos fueron los
militares y funcionarios públicos; luego a los mineros y otras labores
consideradas peligrosas.

Desde un punto de vista económico, se pasa de una gratificación benevolente a


un derecho adquirido para dar un estipendio unos pocos años después de cierta
edad, en la cual, probabilísticamente, hay una declinación de rendimiento. Así
se crean los sistemas de seguros sociales y todo un modo de estudio de
probabilidades de sobrevida. Con el aumento de las expectativas de vida, se
mantiene el procedimiento, aunque postergando la edad de jubilación, en el
bien entendido que si el viejo ya no es productor, a lo menos, mantenerles un
cierto nivel de consumidor.

El mundo contemporáneo: violento y en búsqueda

Tres características relevantes se manifiestan hoy día.

1. El abigarramiento en grandes megapolis en las cuales nunca antes


cohabitaron tantas generaciones simultáneamente (subproducto del
aumento de la esperanza de vida). Ni tampoco, nunca antes, habían
morado tan cercanamente, seres de las más diversas estirpes,
costumbres y creencias. De tal modo que ya no se comparten los
mismos horizontes y el encuentro entre extraños culturales se hace
usual.
2. La secularización producida desde la creación de los Estados modernos
que ha contribuido a una concepción más autonómica de las personas.
3. Tecno ciencia, cuya preponderancia nos ha conducido a su veneración y
también a su temor. Su poder ha sido tan avasallador que ha modificado
todos los ámbitos de la vida humana. Incluso la relación con la
naturaleza misma.

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Las nuevas condiciones de vida creadas por la tecno ciencia no sólo han
envejecido a los pueblos, sino que ahora el grupo etario de mayor velocidad de
crecimiento entre las sociedades democráticas nanotecnológicas la constituyen
la población sobre los 85 años. Además, la prolongación del lapso pos
jubilación, conlleva un empobrecimiento progresivo, agravado por la mayor
necesidad de asistencia médica. Al mismo tiempo, el porcentaje de menores de
15 años disminuye. Las tasas de fecundidad y natalidad continúan en
descenso. La más amplia proporción de viudas está en directa relación a la
mayor expectativa de vida de las mujeres lo cual no representa del todo una
ventaja.

Otro impacto digno de mencionar se refiere a la llamada liberación femenina y


al cambio de la consideración del cuerpo y de la sexualidad. Mucho papel se ha
utilizado sobre el tema. La tecnociencia, asimismo, ha desempeñado una gran
función. Karl Popper sostiene que la primera liberación femenina se produjo en
1913 con la invención del hornillo a gas y, después, con toda la tecnología al
servicio del hogar que le permitió, a las mujeres, gozar de tiempo libre que
muchas lo dedicaron al estudio y al trabajo fuera de su morada y optar por
labores mejor remuneradas. Pero, además, salir de los límites, demasiado
estrechos y fatigantes, de su vivienda, para contactar horizontes más amplios.

La segunda etapa importante de liberación sucedió con el hallazgo de las


drogas anticonceptivas que separó, conscientemente, la procreación de la
sexualidad e hizo más evidente lo que es la sexualidad de los seres humanos.
Finalmente, se llegó a una familia reducida, a una sexualidad sin procreación,
por alguna llamada recreativa, a la convivencia en pareja, a una adolescencia
prolongada.

Después de la segunda guerra mundial se descubre el enorme mercado de los


"teen-agers" y progresivamente se llega al mercado de los bebés. Hay un
corrimiento hacia las edades menores. De acuerdo, por lo demás, al deseo y
admiración del vigor y belleza juveniles. Todo tipo de artimañas, artefactos y
hábitos para lucir jóvenes. El culto a la moda se acelera y fortalece. Lo efímero
y desechable favorece al mercado. La economía centralizada y la idea misma
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de la unicidad de la marcha de la historia derriban al imperio soviético. Surge
con fuerza la lucha entre capitalismos.

"Vivir en este mundo múltiple significa hacer experiencia de la libertad


entendida como oscilación continua entre pertenencia y desasimiento". En tales
términos, qué duda cabe que este siglo violento y en búsqueda permanente no
es un ámbito favorable a los ancianos. El diseño de las ciudades actuales de
espacios habitables reducidos, familias nucleares de nexos flojos, dejan en
desamparo a los viejos que viven en soledad.

Conocer esta historia quizás nos sirva de lección para vivir el presente en clave
de responsabilidad.

Aspecto Legal en Bolivia.

LEY Nª 369 LEY GENERAL DE LAS PERSONAS ADULTAS MAYORES

(OBJETO). Tiene por objeto regular los derechos, garantías y deberes de las
personas adultas mayores, así como la institucionalidad para su protección.

(TITULARES DE DERECHOS). Son titulares de los derechos las personas


adultas mayores de sesenta (60) o más años de edad, en el territorio boliviano.

Ocho normas favorecen a los Ancianos en Bolivia y consideran desde la


entrega de una bolsa de leche fortificada al mes hasta la atención en 1.200
prestaciones de salud. Todos los apoyos son gratuitos y alcanzan, en algunos
casos, al universo de los adultos mayores que, en está gestión, serían más de
un millón de personas, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

La Primera, el Decreto Supremo Nro. 1421 del 17 de diciembre de 1948. Se


instituyó el 26 de agosto como el Día de las Personas de la Tercera Edad. 65
años después, el 1 de mayo de 2013, la Ley Nro. 369, cambió el nombre por el
Día de la Dignidad de las Personas Adultas Mayores. En esa fecha, ese grupo
de personas tiene asueto, si es que trabaja, y, además, recibe homenajes de
las instituciones públicas y privadas en todo el país.

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La segunda, es la Ley Nro. 1886 del 14 de agosto de 1998. Creó un régimen
de descuentos y privilegios en favor de los ciudadanos de 60 o más años. Les
permite obtener el 20 por ciento de descuento en los servicios básicos (agua
potable, alcantarillado y energía eléctrica). También tienen el mismo porcentaje
de rebaja en los impuestos del inmueble que habitan. Asimismo, considera el 20
por ciento de rebaja en los servicios de transporte de pasajeros, aéreos,
ferroviario y fluvial, y en el transporte público terrestre interdepartamental e
interprovincial.

La tercera, es la Ley Nro. 3323 del seguro de salud para el Adulto Mayor,
promulgada el 16 de enero de 2006. Otorgaba prestaciones de salud en todos
los niveles de atención del Sistema Nacional de Salud, a ciudadanos mayores
de 60 años de edad.

La cuarta, es la 3791 de la Renta Universal de la Vejez y los gastos Funerales,


aprobada el 28 de noviembre de 2007. Los adultos mayores de 60 años, sin
excepción, reciben una renta mensual que paulatinamente se incrementa.

La quinta norma es la Ley Nro. 369 del 1 de mayo de 2013. Regula los
derechos, garantías y deberes de las personas adultas mayores y la
institucionalidad para su protección.

La sexta normativa es la Ley Nro. 475 del 30 de agosto de 2013. Amplía las
prestaciones de salud de 700 a 1.200 para madres gestantes, mujeres en edad
fértil, menores de 5 años, adultos mayores y personas con discapacidad, que
no se encuentren cubiertos por el Seguro Social Obligatorio de Corto Plazo.
Considera acciones de promoción, prevención, consulta ambulatoria integral,
hospitalización, servicios complementarios de diagnóstico y tratamiento médico,
odontológico y quirúrgico, provisión de medicamentos esenciales, insumos
médicos, productos naturales tradicionales y otros.

La séptima, es la Ley Nro. 603 del Código de Familias y del Proceso Familiar.
Fue aprobada el 19 de noviembre de 2014. El artículo 33 señala que los padres

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mayores de 65 años pueden demandar a los hijos o nietos y exigir el pago de
una asistencia económica.

La octava norma es la Resolución Ministerial Nro.1028 de julio de 2015.


Autoriza la entrega del complemento nutricional llamado Carmelo, que es una
una bolsa de leche fortificada de 900 gramos que es dada gratuitamente y una
vez al mes a los adultos mayores en las cajas de salud.

Pese a la normativa existente los jóvenes no entienden a los mayores y


viceversa, debido a varios estereotipos y prejuicios que rodean nuestra
sociedad. La juventud se alarga cada vez más y la vejez también.

La Defensoría del Pueblo, a partir del año 1998, priorizó como política
institucional el Programa de Derechos Humanos de las Personas Adultas
Mayores, con el fin de impulsar la promoción y defensa de sus derechos y el
desarrollo de políticas públicas en los ámbitos nacional, departamental y
municipal.

En Bolivia, en los últimos años se dieron avances significativos en políticas


públicas para las personas adultas mayores: su reconocimiento en la
Constitución Política del Estado en los artículos 67, 68 y 69 en el que se
reconoce A LOS ADULTOS MAYORES, la Ley 1886 de Derechos y Privilegios,
el Decreto Supremo 264 que declara el “Día de la Dignidad de las Personas
Adultas Mayores”, la Renta Dignidad y el Seguro de Salud para el Adulto Mayor
(SSPAM), entre otros.

Sin embargo, pese a los logros en materia de políticas públicas, se observan


problemas en su implementación sobre todo en las áreas rurales y en los
pueblos indígenas originarios campesinos por la falta de información y difusión,
o por situaciones de discriminación en razón de edad y resistencia en su
aplicación, impidiendo de esta forma el desarrollo de una vida con calidez y
calidad humana para personas adultas mayores.

B. Análisis desde el punto de vista Cultural – Generacional

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En el caso de los adultos mayores, ellos sienten aún mucho más estos
cambios, ellos han vivido diferentes contextos sociales y culturales, vivieron y
viven dos realidades completamente distintas. Nacieron bajo una organización
familiar evidentemente más lineal caracterizada por la transmisión patriarcal del
parentesco, en la que se sobrevaloraba el hecho de la llegada del primogénito
varón, para mantener el liderazgo familiar del padre o el abuelo que reflejaba la
fortaleza y la consecución del apellido como un don o presente de la naturaleza
hacia la prosperidad. Desde tiempos de Roma hasta buena parte del siglo
pasado el hombre, el varón adulto era la única persona reconocida por la
sociedad y la ley en materia de propiedad y sucesiones, su mayor logro y virtud
lo constituían su experiencia como símbolo de innata sabiduría que le
proporcionaba de forma automática autoridad moral que era respetada y era la
base angular de muchas culturas.

Sin embargo, este rol fue declinando en detrimento de la estabilidad familiar,


este cambio se vio acelerado con el irrefrenable crecimiento del capitalismo, el
cual impacto profundamente en todas las esferas de la vida cotidiana,
convirtiendo a todos los seres humanos sin excepción tanto hombres como
mujeres en sujetos netamente productivos que fuesen capaces de sortear las
exigencias de un mundo competitivo y exigente.

Lamentablemente este giro hacia la competitividad por la supervivencia, trajo


consigo unos efectos devastadores en los adultos mayores, los cuales, al no
poder contar ya con la fuerza suficiente para producir y generar economía, pasó
a ser un ser invisible, por no decir un ser hasta cierto punto inservible y carga
para su descendencia directa, especialmente para culturas marcadas por la
productividad y el consumismo.

En cuanto a la juventud, conviene inicialmente situarla en la etapa entre la que


se deja de ser niño, pero que aún no alcanza el status de adulto capaz de
asumir responsabilidades plenas, esta construcción organizacional no es
explícitamente tácita ya que depende de una serie de factores de orden político,
cultural, social y económico del lugar y la sociedad a la que pertenece. Resulta

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por demás evidente relacionar a la juventud con el entusiasmo, la energía, con
esa fuerza motivadora que no solo se adapta fácilmente al cambio, sino que lo
proyecta, son estas mismas características las que históricamente ligan a la
juventud con una identidad reivindicadora de las injusticias sociales, del abuso
laboral, de esa innata oposición a los valores burgueses sustentada siempre por
un espíritu rebelde, no conformista y hasta cierto punto detractor del apego a
las normas impuestas.

Pero posiblemente esta sea a una visión clásica de la juventud, los tiempos
modernos y los cambios violentos que ya sean mencionado, han involucrado
también a la juventud y quizás de forma mucho más drástica, para nadie resulta
sorprendente que esta versión romántica e incluso utópica característica de la
juventud a mutado en todas las acepciones del comportamiento, hoy en día, en
contrapartida, la juventud está marcada por un vacío de visión a largo plazo, sin
apego a proyecciones más allá del tiempo actual, un marcado desenfado hacia
los problemas reales tanto de carácter social como cultural.

Un estudio reciente del sociólogo español Enrique Gil Calvo, experto en temas
referidos a estrategias familiares, identifica a la juventud en términos de
circularidad, auto referencia y laberinto, en contraposición a los recorridos
lineales que décadas atrás eran efectivos. (Gil, 2009).

En base a este desarrollo, el autor expresa que la definición y el marco en el


que se desarrolla la juventud, ha pasado de ser el periodo comprendido entre la
pubertad y el momento en que el ser humano es capaz de alcanzar sus metas
entre las que sobresalen el logro de su formación, la obtención de un empleo
acorde y la formalización de sus relaciones sentimentales mediante el
matrimonio. En contraposición, al concepto de la juventud hoy en día, que ya no
es una etapa de transición, sino, que es una etapa ya definida, estable,
duradera que muchas veces se extiende por mucho tiempo y que han optado
por decisiones y elecciones mucho más frágiles y capaces de ser revocadas
fácilmente. Este cambio en la forma de enfrentar el mundo, constantemente es
observado como una falta de seriedad hacia la vida misma y generalmente es

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objeto de crítica y observación principalmente por los adultos mayores, quienes
no entienden que no se trata de falta de seriedad o responsabilidad, sino a una
especie de acomodo a lo vertiginoso del mundo de hoy en día.

Sobresale de igual modo la concepción de que la juventud ya no es vista desde


un aspecto lineal que marca un avance en el tiempo hacia el logro de objetivos
que permiten avanzar en lo que refiere a la vida misma y ha optado por un
modelo del tipo circular relativista, en el que sin importar la posición en la que
se encuentra sin lugar a dudas se mantiene en el mismo nivel, esto equivale a
decir que los jóvenes hoy en día se tratan de estancar en esta etapa, lo que
hace la brecha generacional aún más grande.

De este modo se ha identificado sustancialmente las diferencias sustanciales


que hacen al distanciamiento entre la juventud y los adultos mayores.

Ya en el marco conclusivo con relación a la visión cultural entre las diferencias


entre jóvenes y adultos mayores, corresponde conocer cual es la posición de
los órganos internacionales y mundiales respecto a esta problemática, en este
contexto, las Naciones Unidas durante la II Asamblea Mundial sobre el
Envejecimiento, celebrada en Madrid en 2002, ha reconocido de forma textual
«la necesidad de fortalecer la solidaridad entre las generaciones y las
asociaciones intergeneracionales, teniendo presentes las necesidades
particulares de los más mayores y los más jóvenes y de alentar las relaciones
solidarias entre generaciones» (Naciones Unidas, 2002: 4)

En el año 2007 las mismas Naciones Unidas, convocan a una reunión


específica para tratar el concepto de solidaridad intergeneracional, concluyendo
en la imperiosa necesidad de generar espacios desarrollar escenarios donde se
discuta y atienda la cohesión e integración entre generaciones, basados en
preceptos como la interdependencia, la necesidad mutua de unos a los otros, a
fin de alcanzar el bienestar común y el desarrollo mismo de toda la sociedad.

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Pero, ¿Qué acciones o cuales son los escenarios en los que se debe trabajar,
para reducir estas diferencias profundas? Precisamente el foro de expertos en
la temática, auspiciados por las Naciones Unidas, estableció que tanto la
educación como la comunicación, son los caminos que se deben desarrollar,
para ello basta revisar lo señalado por el filósofo brasilero Paul Freire, en su
obra “Pedagogía del Oprimido”, que señala explícitamente que la comunicación
es la única forma de crear relaciones recíprocas e intergeneracionales entre
ambas generaciones totalmente divididas.

C. Análisis desde el punto de vista Social – Etnológico

Como se ha concebido la vejez en otras épocas y como se concibe ahora.


No es ningún secreto saber que la posición que ocupan hoy en día las personas
de la tercera edad, es una posición subalterna; a merced de una cultura que
homenajea la juventud. Sin embargo, en eso no somos pioneros: cabe recordar
que en épocas anteriores también se producía este fenómeno; esculturas como
el David de Miguel Ángel, nos recuerdan la eterna admiración que siente el ser
humano por la juventud, símbolo de la belleza efímera.

Pero qué nos diferencia de nuestro pasado.


Si bien el culto a la juventud es un fenómeno recurrente en la historia de las
diferentes sociedades humanas, aquello que desplaza la gente mayor a las
periferias sociales en la actualidad es la carencia de un rol social “reconocido”
dentro de la sociedad.

En la Antigua Grecia, aun cuando poetas como Homero alababan los cuerpos
jóvenes de los guerreros de las polis en sus epopeyas, ancianos sofistas y
filósofos eran premiados por la experiencia y sabiduría que transmitían en sus
discursos de oratoria en las plazas de la ciudad. En ese sentido, nuestra cultura
plantea un conjunto de cambios en comparación con otras épocas.

Somos una sociedad incapaz de aceptar y amar la vejez.

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Nietzsche hablaba de la sociedad moderna como una sociedad incapaz de
aceptar la esencia trágica de la vida: la certeza de que en algún momento
vamos a morir. Todos los avances médicos y tecnológicos, el “progreso” tan
admirado desde finales del siglo XVIII, se encaminan hacia un solo fin: hacer la
vida más fácil y prolongarla el máximo posible.
En este contexto, la vejez se muestra como un recordatorio de que aquello que
no podemos negar, el inevitable encuentro con la muerte. Y nuestra carrera
hacia la modernidad, se convierte en una carrera hacia la negación del
“pesimismo” y la exaltación de un optimismo exacerbado por el miedo a aceptar
esta otra cara de la moneda.
Así pues, desde la televisión, la publicidad, la moda o incluso el arte impera la
imagen de adolescentes y gente joven que proyectan este imaginario
compartido sobre la juventud y la vejez. Dicha juventud se premia por su misma
esencia, la edad que comprende; mientras que la senectud es juzgada con el
mismo criterio en sentido contrario.

Todo ello produce un conjunto de movilizaciones ridículas entorno a la cultura;


las personas adultas no quieren envejecer, quieren permanecer “por siempre”
jóvenes. Mientras que, a nivel social, se articula el consumo de la cultura y del
mercado en relación a esa porción de la población que aún es joven, si bien al
mismo tiempo se proyecta esta misma forma de consumo a las otras capas de
la sociedad. Como consecuencia de esta primacía de la juventud y de la
negación de la vejez, cuando los individuos ya no pueden aparentar esa edad
que ya no tienen, son desterrados al colectivo de aquellos que son “demasiado”
o irremediablemente viejos.

Y, sin embargo, vivimos en una época donde la vejez está más presente que
nunca. La proporción de personas mayores sigue creciendo de forma
exponencial en casi todos los países del mundo como resultado del éxito de las
políticas de salud pública y el desarrollo socioeconómico. Al mismo tiempo, las
nuevas dinámicas sociales establecen otras tendencias de socialización que
también se ven reflectadas en los grupos de personas de mayor edad. Nuestro
reto – ese que nos queda pendiente – en cuanto este colectivo, es devolverle el
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papel que le corresponde; entender aquello que nos puede transmitir en
concepto de conocimiento. Puesto que, al fin y al cabo, es la memoria histórica
aquello que nos permite evolucionar y entender quiénes somos como grupo
social e individuos; aquello que nos permite recordar de dónde venimos y hacia
dónde queremos ir.

Nuestros resultados son consistentes con los obtenidos en varios de los


estudios revisados, particularmente con aquellos pertenecientes a la cultura
occidental. Hemos constatado que las atribuciones que aplican los jóvenes
bolivianos a la vejez apuntan a una idea de decadencia. Esta decadencia puede
ser interpretada como otra consecuencia no esperada de nuestros procesos de
modernización, como es el caso del aumento promedio de la esperanza de vida
al nacer, y que finalmente se traduce en la exclusión social para este grupo
etario. Este proceso se desarrolla a partir de un vacío de roles positivos,
comúnmente denominado «muerte social» y en sentimientos de soledad,
término usado muchas veces por los mayores para describir lo que podría ser
definido como síntomas depresivos (Barg et al., 2006). Estos efectos se
multiplican en tanto las intergeneracionales entran también en crisis.

Podemos concluir que la mayoría de los jóvenes encuestados perciben la vejez


como una desgracia. Posiblemente ello tenga relación con la sobrevaloración
que hoy en día se tiene de la juventud. En una sociedad donde la realización
personal se asocia al éxito y éste es vinculado al logro de estatus y dinero, las
capacidades competitivas, atribuidas mayoritariamente a los jóvenes y adultos
jóvenes, son vistas como centrales para acceder a la felicidad.

Sin proponérselo, los jóvenes bajo estudio generalizan estereotipos que no se


empalman con las actuales posibilidades de los adultos mayores y que, por el
contrario, estimulan la resignación y el fatalismo. Aparentemente, para estos
jóvenes, la vejez provocaría angustia o vergüenza. Sin duda, gran parte de
estas impresiones se recogen desde imágenes que circulan en la sociedad, las
cuales presentan como adultos exitosos a aquellos que parecen o luchan por no
envejecer. Todo lo anterior contribuye a la configuración de un entorno social
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que tiene mucho de geronto y gerascofóbico, en donde predominan actos
discriminatorios frente a las personas consideradas como «viejas» y temores
manifiestos ante el propio envejecimiento.

Los estereotipos contenidos en las imágenes sociales indicadas, condicionan a


los ancianos a aceptar «una realidad» montada sobre prejuicios que finalmente
hacen suya, padeciendo las consecuencias de ello. En este contexto no es
extraño que muchas de las personas que se aproximan a la vejez se enfrenten
a una lucha por aferrarse a las cualidades propias de una juventud y adultez
joven idealizada, lo que les puede generar por consecuencia importantes
sentimientos de frustración.
Importa señalar que estas ideas -expectativas y representaciones- pueden
llegar a afectar la salud de los actuales adultos mayores, si éstos asimilan las
imágenes que se les asocian como «condiciones normales para su edad»
descuidan sus tratamientos y pierden la motivación por realizar los esfuerzos
que requieren para mantener una vida saludable, con buenos niveles de
bienestar físico y psicológico. Por ejemplo, y para el caso de la soledad, si bien
no hay impedimentos para que los adultos mayores mantengan o retomen su
vida amorosa, el contexto social juega en su contra dificultando la experiencia
de disfrutarla.

III. CONCLUSIONES

A. Se debe construir entre todos una sociedad participativa e igualitaria,


brindándoles a los adultos mayores, el reconocimiento como guardianes y
transmisores de la sabiduría, para desarrollar en nuestras niñas, niños,
adolescentes, jóvenes y adultos una cultura de vejez y envejecimiento
positivo, porque luchar por los derechos de las personas mayores es
consolidar nuestra vejez con calidad y calidez humana.
B. Los avances y el ejercicio de los derechos de las personas adultas mayores
en Bolivia tienen sus repercusiones significativas, a la vez debemos encarar
con un nuevo perfil las nuevas problemáticas que atraviesan para ser
derechohabientes.

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C. El dialogo, y la búsqueda de espacios, son el único camino para acercar a
estas dos generaciones que se han perdido en percepciones propias y poco
empáticas con respecto la una de la otra.
D. Muchas ya han sido las experiencias en las que se ha intentado acercar
culturalmente estas edades, para ello el primer paso, es aceptar que la
comunicación y la educación es un proceso bidireccional, lo que equivale a
decir que no solo los jóvenes aprenden de los adultos como es la intención de
ver de estos últimos, sino también estos deben comprender y aceptar el
proceso inverso es decir que los jóvenes pueden enseñar a los adultos.
E. Debe destacarse el hecho que los jóvenes no tengan imágenes negativas y
pesimistas sobre la vejez, no deja de ser también un importante problema
para ellos mismos. Sus imágenes constituyen expectativas sobre sus propios
futuros: los jóvenes también envejecerán y deberán enfrentar esa etapa con
sus propios estereotipos, aquellos que hoy reproducen. Paradojalmente, los
jóvenes quieren y pueden vivir más años que sus ancestros, pero no desean
ser ancianos. Es en este sentido que afirmamos que el envejecimiento de
nuestra población se sustenta sobre estructuras sociales y representaciones
que les dan la espalda a estos procesos.
F. Por lo señalado, creemos que comenzar a develar las imágenes que
predominan en nuestra sociedad sobre la vejez puede resultar un aporte a su
reflexión y cuestionamiento, lo que constituye un paso en la dirección de
cambiarlas y con ello mitigar los efectos no deseados de las representaciones
que prescriben normas de comportamiento que restringen las efectivas
posibilidades de los que envejecen.

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