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Ahora vayamos a los medios de comunicación. Nos ponemos a escuchar. Pongo canales de
música: Reguetón. Prendo la radio: reguetón. Abro YouTube: las publicidades de música
son de reguetón. Esto es un solo ejemplo. La música no hace mal a nadie (o si) pero más
allá de que desafinen o no, no forman opinión, pero sí arruinan el oído.
Ahora se quejan porque estos piqueteros no quieren trabajar, son todos vagos, y encima
cortan las calles y la clase media no puede tomarse el taxi para ir al banco o para circular
libremente como lo ampara la bendita constitución. Parece un chiste pero no lo es. "Estos
grupos están todos politizados y son manejados por punteros militantes", dispara una
señora muy bien vestida en una encuesta a favor o en contra de los piqueteros para la
televisión. Esta clase baja ahora se toma el derecho de pensar, de hablar de política y
hasta de imaginar un futuro para todos con distribución equitativa de la riqueza. Esto ya
es intolerable para los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos. "Estos piqueteros
rompen las bolas a todo el mundo, no dejan pasar a nadie y ahora quieren un aguinaldo,
no laburan y lo único que falta es que pidan vacaciones, este país es una joda" se indigna
un taxista y se suma a la histeria reaccionaria”1
Me pareció muy oportuno este ejemplo porque podemos analizar los conceptos de
Feinmann muy claramente.
Los medios de comunicación no son inocentes. Son una cara más de la dominación. El
poder comunicacional debe crea una paranoia (la inseguridad) para poder manejarnos y
que pensemos como ellos quieran. La información va acompañada por el control, es
decir, nos dicen cómo tenemos que pensar, el llamado “sentido común”. Por ejemplo:
“los piqueteros son unos vagos, no quieren laburar”.
La publicidad también forma parte de esta pasividad. Basta con imaginarse qué
publicidades pasarían luego de los programas. Yo me imagino seguros de todo tipo,
cámaras de seguridad, sistemas de seguridad. Las aseguradoras estaban en auge.
Después de la caída del muro de Berlín, los medios de comunicación, según Feinmann,
pasan a primer plano. Hay una unidad entre el poder militar industrial y el poder
comunicacional. Necesitamos guerras. La paranoia es lo que apela el poder
comunicacional. Esto lo podemos ver con el caso de Venezuela. En 2017, Estados Unidos
idea una campaña mediática para generar el odio hacia el país latinoamericano:
¿Con qué llenamos ese recipiente? Con pavadas. De toda clase. En la TV,
programas vacíos de contenido, de entretenimiento, de reality show (como Gran
Hermano y demás), Tinelli, Susana Giménez, novelas turcas, para nombrar
algunos. Aplicaciones como “Ti- Toc” (antes Musicaly) para entretener
supuestamente siendo creativos. Creatividad medio pelo, en donde hay que
hacer videos en los cuales los audios ya están prefijados. Los audios son de
gente famosa diciendo idioteces. Y en la tele se habla de los tic-toc que hace la
gente común sobre ellos (los famosos). Hablame de monopolización del mercado.
Por algo, no miro televisión, ni tengo. Me despido con una frase de Bertold
Bretch que me gustó mucho: “El fascista es un burgués asustado”. Cuánta
razón tenía. Nos quieren sombies consumistas de SU verdad. Monopolizan el
sentido común. Nos quieren robar la libertad, la posibilidad de poder elegir.
Nos quieren robar el pensamiento, porque es lo más preciado que tenemos.
Bibliografía
1.https://www.revistasudestada.com.ar/articulo/138/bertolt-brecht-tenia-razon/
2. https://www.hispantv.com/noticias/venezuela/364822/campana-mediatica-jorge-rodriguez-
reuters-eeuu
3. Representaciones sociales, compilado por Alejandro Raiter, Eudeba, Buenos Aires, 2001.
Apreciación personal de 7 cajas
Natalia Massa.