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Los medios de comunicación y el poder por Natalia Massa.

El diálogo une a las personas. Es un ida y vuelta. Nadie es superior a nadie. Es un


intercambio de información o ideas. Esto se da en la comunicación humana genuina,
espontánea. Es fluir y es libre. Supongamos que estamos teniendo una conversación y en
un momento dado, hablamos sobre música. Yo puedo decir que me gusta el tango, el jazz
o lo que fuere. Puedo dar o no mis argumentos. Mi interlocutor también me dará sus
gustos musicales (que pueden ser diferentes a los míos). Ahora, ninguno de los dos va a
tratar de convencer al otro de que escuche tal música, por todos los medios posibles o
que argumente que esa clase de música es mejor que la otra.

Ahora vayamos a los medios de comunicación. Nos ponemos a escuchar. Pongo canales de
música: Reguetón. Prendo la radio: reguetón. Abro YouTube: las publicidades de música
son de reguetón. Esto es un solo ejemplo. La música no hace mal a nadie (o si) pero más
allá de que desafinen o no, no forman opinión, pero sí arruinan el oído.

Los medios de comunicación manejan la agenda pública y son formadores de opinión. Lo


que vemos y escuchamos, en la radio y la televisión, se transforma en lo que Feinmann
llama “el sentido común” y la gente lo reproduce en la calle, en la escuela, en el trabajo,
en todos lados. Un ejemplo de esto, fue la llamada “inseguridad” que circuló por los
medios de comunicación, unos años posteriores a la crisis del 2001. Me puse a investigar
y encontré este artículo (cito un fragmento) de la revista Sudestada:

Esta prensa canalla monopolizada por agentes periodísticos funcionales al sistema no


repara en sus múltiples recursos a la hora sumergir y ridiculizar protestas sociales (…) No
fue hace mucho, pero ahora nadie parece recordar. Esta Tolerancia cero que prometió
erradicar la inseguridad mediante balas para cada asaltante, luego se utilizaron en contra
de los piqueteros. Estos piqueteros que en su momento, la clase media argentina abrazó
un segundo cuando se solidarizaron con los ahorristas. Piquete y cacerola, la lucha es
una sola, cantaba la clase media y hasta le acercaba un vaso de agua a esos individuos
que venían desde la provincia. Luego protestaron porque estos desocupados tuvieron el
tupé de encapucharse. Nunca lo entendieron, ¿para qué la capucha? Preguntaban los
campeones democráticos como Leuco, Bravo, y Magdalena Ruiz Guiñazú desde sus
cómodos estudios de radio. No querían creer que era por seguridad.

Ahora se quejan porque estos piqueteros no quieren trabajar, son todos vagos, y encima
cortan las calles y la clase media no puede tomarse el taxi para ir al banco o para circular
libremente como lo ampara la bendita constitución. Parece un chiste pero no lo es. "Estos
grupos están todos politizados y son manejados por punteros militantes", dispara una
señora muy bien vestida en una encuesta a favor o en contra de los piqueteros para la
televisión. Esta clase baja ahora se toma el derecho de pensar, de hablar de política y
hasta de imaginar un futuro para todos con distribución equitativa de la riqueza. Esto ya
es intolerable para los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos. "Estos piqueteros
rompen las bolas a todo el mundo, no dejan pasar a nadie y ahora quieren un aguinaldo,
no laburan y lo único que falta es que pidan vacaciones, este país es una joda" se indigna
un taxista y se suma a la histeria reaccionaria”1

Me pareció muy oportuno este ejemplo porque podemos analizar los conceptos de
Feinmann muy claramente.

El poder mediático, dispara contra la sociedad. En este caso, la inseguridad estaba


presente en los medios de comunicación. Se hablaba de la inseguridad en todos lados. La
inseguridad pasa a ser tan importante que la gente se encerraba en sus casas, sin querer
salir. Se nominaliza, es decir, pasa a ser la vedette de los titulares.

Los medios de comunicación no son inocentes. Son una cara más de la dominación. El
poder comunicacional debe crea una paranoia (la inseguridad) para poder manejarnos y
que pensemos como ellos quieran. La información va acompañada por el control, es
decir, nos dicen cómo tenemos que pensar, el llamado “sentido común”. Por ejemplo:
“los piqueteros son unos vagos, no quieren laburar”.

La publicidad también forma parte de esta pasividad. Basta con imaginarse qué
publicidades pasarían luego de los programas. Yo me imagino seguros de todo tipo,
cámaras de seguridad, sistemas de seguridad. Las aseguradoras estaban en auge.

Después de la caída del muro de Berlín, los medios de comunicación, según Feinmann,
pasan a primer plano. Hay una unidad entre el poder militar industrial y el poder
comunicacional. Necesitamos guerras. La paranoia es lo que apela el poder
comunicacional. Esto lo podemos ver con el caso de Venezuela. En 2017, Estados Unidos
idea una campaña mediática para generar el odio hacia el país latinoamericano:

El ministro venezolano de Comunicación, Jorge Rodríguez, denuncia el sábado


la campaña mediática que promovieron durante el 2017 los medios de
comunicación internacionales con un total de 3000 noticias negativas sobre el
país suramericano. (…)

“Generan la noticia, el reporte, como una guerra mediática sistemática y luego


la reproducen en la prensa, en la televisión, en la radio”, sostuvo Maduro,
además de cifrar en 3880 las publicaciones negativas sobre Venezuela emitidas
en 2017 por las grandes corporaciones y medios de EE.UU.” 2

Obviamente, esta campaña mediática va de la mano con el poder militar. Luego


de estos bombardeos delos medios, vendrá el otro literal. El preciado oro negro.
Otro concepto que desarrolla Feinmann es el de la democracia como sistema de
gobierno que sostiene el capitalismo. Todos opinamos “libremente” de cualquier
tema. Pero ¿somos libres realmente? ¿Incluye la democracia el desorden?
Realmente ¿Se escuchan todas las opiniones? ¿Las opiniones de quiénes? ¿La
de los sectores más vulnerados se muestran?

Creo que sólo el llamado “sentido común” o representaciones sociales*3,


reproduce lo que dicen los medios de comunicación, pero no analizamos en
profundidad lo que se dice. Somos una especie de recipiente o ánfora, en
palabras de Feinmann, que debe ser llenado.

¿Con qué llenamos ese recipiente? Con pavadas. De toda clase. En la TV,
programas vacíos de contenido, de entretenimiento, de reality show (como Gran
Hermano y demás), Tinelli, Susana Giménez, novelas turcas, para nombrar
algunos. Aplicaciones como “Ti- Toc” (antes Musicaly) para entretener
supuestamente siendo creativos. Creatividad medio pelo, en donde hay que
hacer videos en los cuales los audios ya están prefijados. Los audios son de
gente famosa diciendo idioteces. Y en la tele se habla de los tic-toc que hace la
gente común sobre ellos (los famosos). Hablame de monopolización del mercado.

Por algo, no miro televisión, ni tengo. Me despido con una frase de Bertold
Bretch que me gustó mucho: “El fascista es un burgués asustado”. Cuánta
razón tenía. Nos quieren sombies consumistas de SU verdad. Monopolizan el
sentido común. Nos quieren robar la libertad, la posibilidad de poder elegir.
Nos quieren robar el pensamiento, porque es lo más preciado que tenemos.

Bibliografía

1.https://www.revistasudestada.com.ar/articulo/138/bertolt-brecht-tenia-razon/

2. https://www.hispantv.com/noticias/venezuela/364822/campana-mediatica-jorge-rodriguez-
reuters-eeuu

3. Representaciones sociales, compilado por Alejandro Raiter, Eudeba, Buenos Aires, 2001.
Apreciación personal de 7 cajas

El film me pareció interesante, ya que se puede abordar de


diferentes puntos de vista.

Por un lado muestra un contexto socioeconómico humilde, de bajos


recursos. El barrio gira en torno al mercado 4 y sus actividades.
Investigué y dice que es un mercado que le da trabajo a 2000
personas.

En el plano social, algunas son personas paraguayas que son


bilingües (hablan guaraní y castellano). En un plano más familiar
hablan guaraní. Por ejemplo entre amigos y parientes. Con respecto
a la educación son personas casi sin instrucción o sólo tienen
instrucción primaria. Conviven personas de diferentes
nacionalidades: chinos, árabes, paraguayos.

Los puestos de trabajo que desarrollan son vendedores,


carretilleros (el protagonista es uno de ellos), cocineras (la hermana
y su amiga), carniceros. Se puede decir que algunos personajes son
estereotipados como el chino, el dueño del restaurante y su hijo. El
árabe como mafioso. El transa, que anda en “negocios” turbios.
También aparece el transexual como la prostituta. El policía, en
este caso una mirada como amigo, el que te cuida y protege.

También muestra la realidad de muchos adolescentes. El trabajo


infantil, el abuso, la pobreza. Las mujeres y los niños como los
vulnerables: la chica que trabaja embarazada, los chicos menores
que cargan esa carretilla como medio de subsistencia.

Muestra también los anhelos y deseos de Víctor. Su sueño de estar


en la televisión y ser actor. El desamparo de los jóvenes ante
ciertas circunstancias: no hay ningún papá o mamá que lo guíen en
la toma de decisiones o lo cuiden.

En un plano más metafórico se podría tomar a las cajas e Víctor


como la carga que él lleva. Como que todos tenemos una carretilla
que cargar. Cuáles son nuestras decesiones, qué caminos tomamos,
que deseamos o anhelamos.

Es una película de bajo presupuesto, pero digna de ver.

Natalia Massa.

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