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Esta ley permite establecer el marco jurídico, los límites y fines de las actividades
de inteligencia y contrainteligencia, es decir, procura la protección de los derechos
fundamentales para evitar excesos.
Permite poner un orden al descontrol institucional en un tema tan sensible para
muchos sectores de la sociedad colombiana, como es el tema de la inteligencia y
contrainteligencia.
Permite a los ciudadanos y a quienes ejercen funciones de inteligencia y
contrainteligencia, conocer cuándo y bajo qué condiciones se pueden restringir sus
derechos fundamentales, alineándose con un Estado Social de Derecho, en tanto
que fija límites a la actuación estatal y a sus servicios de inteligencia.
Esta ley le permite a Colombia caminar en la misma dirección que muchos países
democráticos, con regulaciones de las actividades de inteligencia, donde esta
hace parte de las políticas públicas internas del país.
Esta Ley muestra una relación importante del funcionamiento de las actividades de
inteligencia con la seguridad ciudadana. De tal manera que, los servicios de
inteligencia, pueden ser útiles para prevenir amenazas a la seguridad, como la
criminalidad y la violencia.
Establece las entidades del Estado que cuentan con las atribuciones para
adelantar labores de inteligencia y contrainteligencia y la coordinación y
cooperación que debe existir entre ellas.
Esta Ley establece la reserva de la información y los documentos que se generen
en los procedimientos de inteligencia y contrainteligencia, de tal manera que dicha
información no sea de público conocimiento, lo que garantiza los resultados que se
desean alcanzar.
Reconoce la importancia de los funcionarios, estableciendo mecanismos de
protección para los servidores públicos que desempeñan labores de inteligencia y
contrainteligencia.