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Sobre la noción de igualdad

Algunas cuestiones filosóficas y lingüísticas relativas a la misma (*)

Oscar Sarlo (**)

1. INTRODUCCIÓN

La expresión “principio de igualdad” es tan prestigioso como oscuro. Desde la revolución


francesa, se le invoca de manera positiva, convocando sospechosas unanimidades. Sin
embargo, a poco que tratamos de precisar el significado de la expresión nos encontramos con
grandes dificultades. Y resulta bastante claro que no tiene un carácter universal y necesario,
esto es, no se nos impone como un “a priori” de la razón. Parece obvio que en la antigüedad no
gozaba de igual prestigio, porque la igualdad no formaba parte de la ideología dominante
entonces, al menos con el alcance que hoy le damos. De manera que el “principio de igualdad”
parece ser un artefacto funcional a ciertos discursos, que resulta perfectamente inútil o
incomprensible en otros.
En este breve ensayo me limitaré a examinar algunas cuestiones relativas a la idea de igualdad,
dejando de lado toda la problemática que encierra el otro miembro de la expresión
(“principio”), porque ello requeriría una extensión desemesurada de este trabajo.
Necesitado de adoptar alguna estrategia expositiva para tan variada problemática, he optado –
sin ninguna pretensión de exhaustividad ni verdad- por dedicar el apartado 2 a mostrar algunas
cuestiones filosóficas vinculadas a la igualdad, el apartado 3 al análisis lingüístico del término,
y el apartado 4 está destinado al análisis formal de los enunciados sobre acciones que
involucran la igualdad. Finalmente, intento extraer algunas conclusiones.

2. ANÁLISIS FILOSÓFICOS EN TORNO A LA IGUALDAD

2.1. El problema ontológico: igualdad, identidad, diferencia y diversidad


La forma más radical de plantearnos el problema de la igualdad sería preguntarnos: ¿qué
significa ser igual y qué significa diferente? Uno de los planteamientos más profundos de este
problema lo hallamos en Heidegger, quien se ocupó del mismo en diversas etapas de su
búsqueda de un respuesta a la pregunta ontológica por el ser.
a)Igualdad e identidad. 1
Con el objetivo de aclarar la relación entre ser e identidad, Heidegger comienza por señalar que
en la tradición occidental se suele expresar el principio de identidad con la fórmula “A = A”
como “suprema ley del pensar”. En puridad, dice, esa fórmula “menciona la igualdad de A y
A”; pero “para una igualdad se requieren al menos dos términos. Un A es igual a otro”. Pero
enseguida pone de manifiesto que eso no es lo que quiere enunciar el principio de identidad. La
verdadera fórmula del principio de identidad sería “A es A, esto es, cada A es él lo mismo”.

*
Trabajo preparado para ser presentado en el Seminario sobre el “Principio de Igualdad” en la sesión programada
para el día 11 de mayo de 2007.
**
Catedrático de Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho (UDELAR).
1
Heidegger desarrolla este concepto en diversos momentos de su obra; aquí he tomado como referencia la
conferencia “El principio de identidad”, incluída en Identidad y diferencia, cit., pp. 56-97.

1
Pero aclara: “A es A, no dice sólo que todo A es él mismo lo mismo, sino, más bien, que cada
A mismo es consigo mismo lo mismo. En la mismidad yace la relación del ‘con’, esto es, una
mediación, una vinculación, una síntesis: unión en una unidad”. [énfasis O.S.]
Rechaza Heidegger que la identidad pueda ser entendida al modo como lo ha hecho occidente,
como unidad, mera permanencia de un momento abstracto, vacío de toda relación y
dinamismo. En cambio, postulará que la identidad es el muto pertenecerse entre el ente
(hombre) y el ontos (el ser). La identidad requiere, pues, de la esencial escisión entre lo ente y
el óntos. Lo primero es objeto del análisis óntico, lo segundo es objeto de la ontología. Lo
ente, son las cosas, los objetos que se nos aparecen, y el hombre es uno de ellos; pero el óntos,
es el ser, y el hombre, como Dasein, tiene un trato privilegiado con el ser, porque es el único
capaz (o necesitado) de preguntarse por él, y en definitiva, establecer una relación de mutua
pertenencia entre ente y ser. Esa relación entre ser y ente [es donde se] constituye la mismidad
de la identidad. Por eso, la fórmula del principio de identidad, para Heidegger, supone al
mismo tiempo una relación, la relación privilegiada y necesaria ente hombre y ser: “todo A es
consigo mismo lo mismo”.
b)la diferencia.2
En lo anterior queda ya de manifiesto que en la esencia del ser está la diferencia con el ente; no
es que la diferencia sea una propiedad del ser, sino que el ser se constituye en la mutua
pertenencia con el ente que lo interroga, y ello supone pues que ambos se constituyen en la
diferenciación. Esto explica, además, que la hermenéutica pertenezca a esencia misma del ser.3
Como ha remarcado Vattimo, “la diferencia no es una estructura del ser en torno a la cual se
mueva, de modo arbitrario, el pensamiento del hombre, dirigiéndole o apartando de él la
mirada” sino que “no podemos tampoco describirla o hablar de ella si no es en referencia al
hecho de que el pensamiento se encuentre forzado a prestarle atención. No podemos hablar de
la diferencia, comenzar a superar la metafísica, más que describiendo las condiciones en las
que se verifica el hecho de que su apelación nos llama de modo perentorio.” 4
c)La diversidad.
Lo expuesto por Heidegger nos hace ver, además, que la mismidad de lo mismo, supone,
además, la diversidad, esto es que cada mismidad o cada mismo es diverso de los demás. Esto
significa que cada experiencia del ser, es única, esto es, lo mismo consigo mismo, y por tanto
diversa de cualquier otra.
La diversidad alude a la irrepetibilidad del sujeto que podrá ser igual a otros en muchos
aspectos, pero cuya identidad radica en su mismidad única.
Adviértase toda la complejidad que deriva de la trascendentalización de estos análisis al mundo
social: identidad cultural, diversidad cultural, políticas de “homogeneización”, construcción de
igualdades abstractas, con lo cual el derecho tiene mucho que ver, como seguramente surgirá
de este seminario. Sobre este suelo giran las disputas entre liberales y comunitarias.
Todavía cabría complejizar más esta cuesitón, adentrándonos en los diversos significados que
anidan en la diferencia. Como ha mostrado muy bien Derrida 5, la expresión latina differre
2
Heidegger desarrolla este concepto en la conferencia “La constitución onto-teo-lógica de la metafísica”, incluída
en Identidad y diferencia, cit., pp. 99-157
3
Con esto Heidegger reafirma su rechazo a que exista una estructra estable y por tanto abstractizable del ser.
4
Vattimo, Dialéctica y diferencia ., Las aventuras de la diferencia. Pensar después de Nietzsche y de Heidegger,
Península, Barcelona, 1998.
5
Derrida, J., L’écriture et la différence, París, Les Éditions de Minuit, 1967; Marges de la philosophie, París, Les
Éditions de Minuit, 1972. Para distinguir estos sentidos, Derrida propone utilizar los términos ‘diferencia’ y
‘diferancia’.

2
implica un movimiento tanto en el espacio –diferenciar–, como en el tiempo –diferir–. Esto nos
conduciría tanto a lo distinto (separado conceptualmente, espaciado), como a lo diferido
(demorado, pospuesto).6
Conclusión
Este análisis nos ha permitido llamar la anteción sobre las sutiles diferencias que existen entre
conceptos como igualdad e identidad, y sus antónimos diferencia, diversidad; la combinación
de sus respectivos ejes, además, hace estallar una multiplicidad de perspectivas.
Esto llama nuestra atención, además, sobre algo muy importante: la percepción tanto de la
identidad, como de la diferencia, depende (está condicionada) por la perspectiva de un sujeto
que comprende. No existe, como destaca Rorty 7 una estructura esencial del ser –como ha
entendido o pretendido la metafísica occidental- sino que ésta es dependiente del acto de
comprender, el cual supone, siempre, un sujeto que se pregunta por el ser, y un ser que le
demanda – perentoriamente- por ente.
2.2. El problema hermenéutico: igualdad y distinción
Con lo anterior ha quedado planteado, en toda su plenitud, el problema epistemológico, que –al
menos en Heidegger y Gadamer- resultaría inescindible del comprender.
Sobre lo que aquí quiero llamar la atención es una multiplicidad de problemas que sólo
aparecen unidos por su común base hermenéutico-lingüística, pero cuya íntima conexión no
puedo en condiciones de exponer o sostener. Por consiguiente en algunos casos sólo deberán
tomarse como orientación hacia problemas y no en los problemas y menos como orientación
hacia la solución de esos problemas.
a)Distinción y Significación.
Ya vimos que en el nivel más profundo de la hermenéutica ontológica queda de manifiesto que
el carácter constitutivo de nuestra experiencia es que lo que aparece (el ente) siempre oculta lo
que permanece oculto (el ser) que llama o demanda el juego del desvelamieto. Esa dialéctica
ente lo que aparece y lo que se oculta es común a todos los fenómenos comunicativos, y por
ende a la significación misma.
En puridad, el significar quiere decir que hemos establecido alguna distinción, al menos entre
dicho/no dicho. Por eso, el comprender requiere desentrañar qué es lo que no se dijo. En el
análisis del discurso esto también nos lleva a interrogarnos acerca del lugar que ocupan los
términos elegidos en la comunicación, los términos postergados, las elecciones que hemos
hecho.
b)Distinción y sentido jurídico.
Adviértase que en el propio campo jurídico, esto es recogido por la investigación analítica del
lenguaje que desarrolla Hart. Al encarar el análisis del concepto de derecho, Hart comienza
señalando que “La característica general más destacada del derecho, en todo tiempo y lugar , es
que su existencia significa que ciertos tipos de conducta humana no son ya optativos sino

6
Sobre esta distinción, y siguiendo el análisis heideggeriano, se me ocurre que podría verse en la tendencia
metafísica a la asbtracción de un momento del ser, como una demoración de la diferencia, que sería, en cambio,
no diferible. De ahí el rechazo de Heidegger a las pretensiones de abstracción (que vendría a ser una demoración o
retención de un momento) de la metafísica occidental, con lo cual se frustra toda auténtica ontología. Pero esto
sólo puede aquí quedar planteado.
7
Rorty, Richard, Utopías globales, historia y filosofía, en: rev. Elementos No. 45, Vol. 9, Marzo - Mayo, 2002, p.
13, en: http://www.elementos.buap.mx/num45/htm/13.htm ; acceso: 29-04-2007.

3
obligatorios, en algún sentido” 8. Con ello no hace más que recordarnos que el derecho es un
fenómeno significativo, discursivo, y como tal se basa en acciones de distinción.
c)Distinción y teoría de los sistemas sociales (incluído el jurídico)
No debería sorprendernos que toda la teoría de sistemas del jurista y sociólogo Niklas
Luhmann sostenga que la constitución y funcionamiento de los sistemas sociales se basa en
procesos indefinidos de diferenciación (externa e interna) que garantizan la constitución de los
sentidos comunicables socialmente. 9
d)Distinción y análisis jurídico.
En un sentido quizás conectado con el anterior, pero claramente discernible, vemos que la
actividad del jurista que analiza el derecho realiza permanentemente una tarea consistente en
distinguir lo que aparece ambiguo, confuso, vago, o simplemente ha devenido tal por la
dinámica de la realidad, entendida ésta como construcción social.
Como ha señalado Malherbe, el “cometido habitual de la ciencia jurídica” correspondiente a la
“concepción tradicional del derecho” ha sido el trabajo semántico consistente en analizar
(descomponer) los conceptos, clasificar, ordenar, organizarlos, etc. 10.
Aunque sobre otros suspuestos epistemológicos, tal sigue siendo un componente importante
del método de la ciencia jurídica basada en la analítica del lenguaje. Tomese como referencia
el programa metodológico de Herbert Hart, que Bobbio practicara magistralmente. Un jurista
analítico contemporáneo como Guastini titula uno de sus libros “Distinguiendo” 11, como
homenaje a la escuela iniciada por Bobbio en Italia.
El logos identifica , une pero la epistemología distingue. Aquí se introduce también el discurso
del nuevo feminismo que reivindica la diferencia de género, como categoría epistemológica.

2.3. El problema ético: igualdad y discriminación


El análisis filosófico precedente nos ha mostrado que la igualdad supone el diferenciar (al
interior de cada identidad comparable) pero también la diversidad de los idénticos. Pero
además, todo discurso supondrá, además, distinguir, pues sin distinguir no hay significación,
no hay discurso, no habría nada para comunicar ni –por ende- nada para comprender.
Ahora bien, cuando nos situamos en el plano moral, ya no nos interesa tanto describir o hacer
la fenomenología del ser y del comprender que corresponde al ser, sino que nos interesa el
hacer. Esto es, nos interesamos en las alternativas que se abren al uso de los márgenes de
decisión que nos caben. Y ello tanto para situarnos en la planificación de una acción racional,
como para evaluar las consecuencias de nuestras actitudes.

8
Hart, H.L.A., El concepto de derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1961, p. 7
9
Ver entre muchas exposiciones de este punto en la abundante bibliografía del autor: Luhmann, Niklas,
Introducción a la teoría de sistemas, México, Anthropos-Universidad Iberoamericana, 1996, p. 61 y ss. La
concepción de la diferencia en Luhmann se aproxima notablemente a la de Heidegger, aunque sus intereses bien
distintos. Quizás podría verse en la teoría luhmanniana el intento de trascendentalizar a lo social las tesis de
Heidegger sobre identidad y diferencia en la cuestión del ser.
10
Malherbe, H. Introducción a la ciencia jurídica, t. I, Montevideo, FCU, 1984, p. 24.
11
Guastini, R., Distinguiendo, Barcelona, Gedisa, 1999; ver la explicación de esto a ps. 58 y ss.

4
a)Idea de igualdad: el concepto y la concepción.
Siguiendo una sugerencia de Rawls 12 empleo aquí la expresión idea de igualdad, para referir
tanto al concepto como a la concepción de la igualdad. Esta distinción entre concepto y
concepción fue difundida ampliamente a partir de los trabajos de Dworkin. En pocas palabras,
el concepto alude al significado del término, mostrando su intensionalidad, mientras una
concepción debería aludir, además, a los principios requeridos para la construcción de una
versión óptima o ideal del mismo.13 Para algunos el verdadero problema en torno a la igualdad
se refiere a las diferentes concepciones que sobre se ha propuesto y no respecto a la dificultad
de alcanzar una idea inequívoca en torno a la igualdad.14
b)Igualdad-justicia e igualdad-no-discriminación
En el dominio de la ética, el tópico de la igualdad se conecta con dos grandes campos: el de la
justicia y el de la no-discriminación.
La distinción, como cabía esperar, no es nunca totalmente nítida, pero en una primera
aproximación nos permitiría establecer lo siguiente: si bien todas las situaciones de
discriminación afectan el principio de igualdad, no todos los casos de desigualdad tienen que
ver con la discriminación.
Esto se puede ver claramente en los usos lingüísticos. Cuando alguien desprecia a un negro o
cuando el sistema normativo niega a los judíos el acceso a los cargos públicos, es pertinente
decir que son acciones discriminatorias. En cambio, cuando un sistema social y jurídico
legitima las desigualdades sociales (por ejemplo reservando la explotación de la tierra a los
propietarios y vedándosela a los no-propietarios), es correcto hablar de desigualdad o
injusticia, pero no sería muy adecuado decir que resulta discriminatorio con los
desaventajados.
En este sentido, podríamos decir que ‘igualdad’ mienta algo valioso en general, que a veces se
manifiesta en el eje de la discriminación , y otras en el eje de la justicia. Pero esto no excluye
en absoluto que, en cuanto se entra en un proceso analítico se llegue a conclusiones negadoras
del valor de la igualdad. Esto está mostrando que no se trata de ningún a priori ético universal,
sino que tiene límites muy visibles.
Será conveniente, pues tratar ambos temas por separado, aunque sin perder de vista que suelen
entrecruzarse permanentemente.
c)Las categorías de la igualdad-justicia: ciudadanía y proyectos de vida
Una de las distinciones que se encuentran en la literatura reciente dentro de la idea de igualdad
es entre la igualdad de la ciudadanía democrática y la igualdad de condición o de
expectativas de vida (life prospects) 15. La importancia de estas dimensiones radican en que
ambas presentan distintos niveles de consenso. La igualdad de ciudadanía democrática “se
vincula con la no controversial idea de que a cada miembro de la sociedad le debe ser
asegurado, de modo igualitario, un cierto catalogo de derechos básicos con el objeto de que
-junto con desarrollar su respectivo proyecto de vida- pueda hacer ejercicio de su condición de

12
Ver: Rawls, John, Liberalismo político, Barcelona, Crítica, 2004, p. 44, n.15.
13
Ver: Dworkin, R. Law’s Empire, London, Fontana Paperbacks, 1986, pp. 71 y ss.
14
Figueroa, Rodolfo, “Igualdad y discriminación”, pp. 16-19, en:
http://www.udp.cl/derecho/derechoshumanos/publicaciones/10/figueroa.pdf ; acceso: 29-04-2007.
15
Arneson, Richard J., “Equality”, en Robert E. Goodin and Philip Pettit (Eds.), A Companion to Contemporary
Polítical Philosophy, Oxford, Blackwell Publishers Ltd., Reimpresión 1999, pp. 489-507; apud y conforme:
Espejo Yaksic, Nicolás, La interpretación amplia de la no-discriminación a la luz del principio de igualdad. Un
enfoque igualitarista del interés público, en: http://www.puc.cl/icp/eticapolitica/documentos/IGUALDAD.PDF,
acceso: 29/04/2007.

5
agente democrático”. Esto se manifestaría en la garantía del “derecho a obtener igual
protección de la ley y evitar las distinciones arbitrarias basadas en factores tales como la raza,
nacionalidad, sexo, origen étnico u otros que se consideren incompatibles con el sistema
democrático.” En cambio, la igualdad de condición o de expectativas de vida, refiere a una idea
respecto de la cual ya no existe el mismo nivel de consenso (de hecho, es una idea que posee
claros detractores), y que se vincula, a su vez, con el impulso dado por las corrientes derivadas
del liberalismo igualitarista 16 y que pretenden poner de manifiesto la brecha existente en las
expectativas de vida de entre quienes están mejor y peor situados en la sociedad, en términos
de bienestar, ingresos, educación, acceso a la salud, empleo, seguridad social, etc.
d)Transitividad de estas categorías
Se ha señalado en los últimos años que muchas veces las demandas de sectores discriminados
de la sociedad (mujeres, negros, gays) comienzan como reclamos de igualdad-justicia,
evolucionan luego hacia reclamos de no-discriminación, pasan por la afirmación de su
identidad (con lo cual los anteriores reclamos se solapan con la afirmación de la diferencia),
llegándose en algunos casos a posturlar la incompatibilidad epistemológica de las perspectivas
resultantes.
Tomemos como ejemplo, el caso de la mujer. Las primeras feministas reivindicaban un trato
igual que el hombre (voto, salario, etc.); luego pasó a reivindicar su identidad como género, y
con ello su diferenciación del hombre. Esto le permitió comprender las distinciones implicadas
en los usos lingüísticos, y por allí denunciar la discriminación que ello implicaba. Pero en los
últimos años, ha aparecido una reivindicación más profunda en torno a un supuesto paradigma
femenino, una visión del mundo absolutamente diversa de la perspectiva masculina, e
incompatible con ella.

3. ANÁLISIS LINGÜÍSTICO DEL TÉRMINO ‘IGUALDAD’


3.1. Introducción
En lo que sigue, recojo un trabajo parte de un trabajo realizado tiempo atrás sobre la base del
análisis que realizara Bobbio del concepto de igualdad en el discurso de los derechos.
Con dicho análisis creo que queda patente el carácter normativo moral que tiene el discurso
sobre la igualdad, lo cual debe llamar la atención del jurista al momento de interpretar las
normas a la luz del principio en cuestión. Esa tarea demandará la especificación de múltimples
variables que la mera enunciación general del principio deja en la penumbra.
Esto, vinculado con los anteriores análisis, nos muestra que desarrollar estas variables
analíticas de cualquier aplicación del principio de igualdad no puede realizarse sin explicitar
los presupuestos ontológicos, epistemológicos y éticos que permiten, y sólo ellos hacen
posible, adoptar alguna determinación al respecto.
3.2. Plano sintáctico
16
Con esta expresión Espejo refiere a una corriente particular del liberalismo: “el liberalismo de carácter
igualitarista y no el ‘libertario’ o ‘conservador’. (...) este segundo tipo de liberalismo -defendido de modo
paradigmático por Robert Nozick- aquellas circunstancias derivadas de la “lotería natural”, esto es, aquellos
azares de la naturaleza que se refieren cuestiones como el talento, las capacidades físicas o el origen social,
aunque eventualmente influyentes en el destino de nuestras vidas, no merecen ser objeto de atención por una
sociedad que intenta definirse a si misma como ‘justa’, sino solo aquellos aspectos que pueden atentar contra la
consagración de la libertad en un sentido negativo. Para el liberalismo de corte igualitario de autores como John
Rawls, Ronald Dworkin o Amartya Sen, en cambio, ese tipo de circunstancias resultan ser arbitrarias desde un
punto de vista moral, puesto que los sujetos terminarían siendo beneficiados o perjudicados por las mismas, sin
que se les pueda reprochar el hecho de que hayan merecido una mejor o peor suerte.” (Espejo, op. cit.)

6
Una primera distinción procedería en el nivel sintáctico. Unas veces la igualdad se predica de
ciertas características personales de los sujetos implicados en la igualdad (por ej, raza, sexo,
edad, ciudadanía, etc.).
Otras veces, la igualdad refiere o caracteriza al modo como debe hacerse una distribución de
bienes entre los subordinados.
La caracterización de la igualdad, se enriquece –para algunos autores- contraponiéndola a la
noción de libertad. Así, Bobbio 17 considera que mientras la libertad es una cualidad o
propiedad de la persona, la igualdad es pura y simplemente un tipo de relación formal, que se
puede colmar de los mas diversos contenidos. Igualdad sería una función relacional, ya que
denota una propiedad común a dos o mas objetos; carecería de sentido predicar la igualdad de
un objeto individual.
Sin embargo, estimo que ello no es tan obvio, por cuanto si bien en los usos cotidianos decir
que X es libre parece con sentido, y decir X es igual carece de sentido, en cuanto se advierte
que el predicado ‘libre’ es sólo aparentemente monádico, pues bien entendida, la libertad sólo
puede tener sentido ante la presencia de otros.
Me parece carente de sentido la afirmación tajante de Bobbio en el sentido de que “a diferencia
del concepto y del valor de la libertad, el concepto y el valor de la igualdad presuponen para su
aplicación la presencia de una pluralidad de entes de los que se trata de establecer qué relación
existe entre ellos”. Pero, ¿qué sentido tiene proclamar que ‘X es libre’ si no es para signficar
que otros no tienen poder sobre él, o que él no está sometido a la heteronomía social?. 18.
Parecería –no obstante- que en ciertos casos la distinción es procedente. Si imaginamos una
relación entre dos partes 19, ciertamente no podríamos decir que una sola de ellas es igual, y sin
embargo podríamos decir que una sola de ellas es libre (por ej. si el gobernante ejerciera un
poder omnímodo).
Esta diferente característica sintáctica obedece a que ambas nociones refieren a relaciones
diversas. Como forma nítida de expresar esto, se me ocurre la siguiente: la libertad refiere a las
relaciones de tener poder (para actuar), y la igualdad a las relaciones de poder tener (para
gozar) 20. Esto no significa, con todo, que la libertad pueda entenderse de un modo monádico:
queda claro, a mi juicio, que el poder actuar refiere a personas respecto de personas.
3.3. Plano semántico
Desde el punto de vista semántico, que aquí identifico con su signficado descriptivo, el término
aparece dotado de una gran ambigüedad e indeterminación. Adolece de ambigüedad, en cuanto
de su mera enunciación, no queda especificado claramente a qué tipo de igualdad se refiere la
función; sobre este aspecto se basa en parte este análisis, en cuanto examinaremos algunas
especificaciones de la igualdad. Es sobre este punto que A. Sen ha apuntado reiteradas veces la

17
Bobbio, Norberto, Igualdad y libertad, Barcelona, Paidós, 1993, p. 54
18
En la década del ‘20 Kelsen había señalado desde una perspectiva psicosocial, que libertad e igualdad son dos
postulados de la razón práctica, que reclaman la satisfacción de dos instintos primarios de la vida social. El
instinto de igualdad, nos impulsa a sentir que nadie es superior a nosotros, y por tal motivo, a rechazar que otros
nos manden. De ahí que “la idea absolutamente negativa y antiheroica de la igualdad presta base a la aspiración,
también negativa, hacia la libertad”; ver: Kelsen, H., Esencia y valor de la democracia, Barcelona, Labor, 1934,
pp.15-16
19
Pueden ser partes individuales, o una de ellas colectiva, como cuando imaginamos la relación entre un
gobernante y la sociedad de súbditos.
20
Con todo, podríamos profundizar esta discusión, en un sentido filosófico, y nos toparíamos –seguramente- con
la tesis de Hegel, acerca de la dialéctica del amo y el esclavo, conforme la cual, amos y esclavos comparten la
misma cárcel. En este sentido, la libertad no podría darse en un contexto monádico, esto es, con independencia del
contexto social, si no se asegura una simetría en la distribución de la libertad. Pero esto nos alejaría del asunto.

7
crucial pregunta: ¿Igualdad de qué?, con lo cual vino a introducir una mayor claridad en el
problema 21
Por otra parte, el término resulta indeterminado, en cuanto no se especifica igualdad en qué,
para quiénes, o de quién se demanda, etc. Un análisis de la noción de igualdad, pues, requiere
establecer algunas distinciones prelimianares.
3.4. Plano pragmático
Pragmáticamente, pues, cuenta con una innegable carga emotiva positiva. 22 Mas allá que en
algunas corrientes ideológicas resurjan hoy contestaciones de este principio, el mismo goza de
una indiscutible vigencia normativa: tanto en las declaraciones internacionales como en las
constituciones del mundo.
La cuestión de la igualdad, se conecta, en última instancia, con los problemas de legitimación
del orden político
De ahí que, por un lado no quepa discurrir mayormente acerca de su valor pragmático (es
indiscutible) y por otro, centra todo el interés en los aspectos formales (poco elaborados aún) y
en los aspectos semánticos, que son los que actualmente ocupan el resurgimiento en el interés
por las cuestiones de filosofía social o política.

4. ANALISIS FORMAL DE LAS ACCIONES IMPLICADAS


4.1. Dimensión fáctica y dimensión normativa de la igualdad
Parece claro que dos cosas pueden ser fácticamente (de hecho) iguales, sin que ello despierte
sentimiento moral alguno (situación adiáfora). La igualdad como valor remite a la noción de
justicia.
Es evidente, entonces, que cuando en filosofía práctica hablamos de igualdad no estamos
describiendo hechos, sino proponiendo o postulando normas, esto es, estados de cosas
deseables por alguna razón práctica.
Este aspecto suele confundirse en los usos cotidianos (y no tanto) del discurso moral; a veces
se afirma que todos los hombres son iguales; pero tras la forma enunciativa, se esconde un
sentido claramente normativo, queriendo significar que deben o deberían ser iguales en algún
respecto significativo, porque es claro que los hombres no son ni podrán ser iguales. 23
Por consiguiente, la dimensión que aquí nos interesa es la normativa, esto es, la que puede
incidir en la acción. Si pudiera hablarse de igualdad entre los hombres en algún sentido fáctico
(por ejemplo todos los hombres tienen corazón, o todos son mortales) pues ello carecería
totalmente de relevancia práctica, pues estaríamos ante propiedades necesarias.
4.2. Sentido lógico del postulado
Si la igualdad o justicia 24 la entendemos como norma o principio para la acción, pues entonces
no tenemos mas alternativa que encontrar alguna descripción racional de la acción que se
quiere motivar o guiar. No resultaría demasiado racional exigir o reclamar igualdad si no
supiéramos exactamente de quiénes, para quiénes, y en qué circunstancias. Todas estas
21
Sen, Amartya K. Nuevo examen de la desigualdad, Madrid, Alianza, 1995, pp. 8.
22
Bobbio, Norberto, Igualdad y libertad, cit., p. 53.
23
Ya lo decía Radbruch, en Filosofía del Derecho: “igualdad no es algo dado; las cosas y los hombres son tan
diferentes como los es un huevo de otro; la igualdad siempre es sólo una abstracción , desde un cierto punto de
vista, de la desigualdad dada”.
24
En este contexto, identificaré la exigencia de igualdad con la justicia. No se me oculta que pueden haber zonas
de no coincidencia.

8
variables de las acciones reclamadas por la exigencia de igualdad deben ser explicitadas
mínimamente.
a)Sujeto activo (¿quién está obligado?)
La igualdad se le impone o reclama a personas en sus relaciones con otras personas. Aparecen
aquí dos situaciones típicas:
[1] la exigencia dirigida a relaciones bilaterales entre dos personas, y
[2] la relación unidireccional que se da entre quien tiene el poder de ordenar una sociedad y los
súbditos
El caso que nos interesa, refiere a las acciones del caso [2], lo cual generalmente corresponde
con la justicia distributiva o atributiva, pero incluye también ciertas formas de justicia
conmutativa o retributiva, como las penas, que deben establecerse por la autoridad. En cambio,
no nos interesan aquellas exigencias de justicia que deberían presidir los intercambios
voluntarios entre personas.
En conclusión, la igualdad es una exigencia dirigida a quien tiene el poder de establecer alguna
asignación de bienes socialmente deseables.
b)Sujetos pasivos (¿entre quiénes?)
El deber de justicia tiene, claro está, sujetos pasivos. No tendría sentido exigirle a alguien el ser
justo (o tratar con igualdad) sin destinatario o referido a objetos o animales.
Quieres decir que las acciones justas están dirigidas a -o tienen efectos sobre- personas. ¿A qué
personas? Pues a todas las involucradas en una situación de justicia.
c)Circunstancias de justicia (¿en qué contexto fáctico?)
Algunas concepciones –como la de Rawls - tienen el cuidado de especificar las circunstancias
en que la teoría funciona. Para este autor, por ejemplo, las circunstancias de la teoría se
caracterizan como de escasez moderada, dando a entender que no tendría vigencia en una
situación de escasez extrema, ni tendría sentido en una situación de abundancia.
d)Acciones concernidas
Por situación de justicia, entendemos una relación de intercambio de bienes o males, o la
ordenación de una relación de convivencia en contextos de escasez de bienes o males.
El debate contemporáneo se centra en lo que Rawls denominó ‘estructura básica de la
sociedad’ que involucra fundamentalmente sus instituciones constitucionales para cumplir las
funciones gubernamentales de asignación, estabilización, transferencia y distribución 25.
e)Objeto (¿respecto de qué cosas?)
La exigencia de justicia sería vacía si no se especificara en alguna cosa verificable
empíricamente. Unas veces se habla de bienes, otras veces de satisfacciones, otras de
preferencias. Pero siempre se está próximo a la idea de aquellas condiciones que se conectan
con la felicidad o el bienestar de las personas.
Quien en lo últimos tiempos ha puesto el acento en este aspecto de la cuestión es A. Sen, con
su insistente pregunta “igualdad ¿de qué?” 26. El papel crucial de la pregunta consiste en poner
manifiesto –a través de las respuestas que dan las distintas concepciones- “el ámbito social mas
importante dentro del cual exigir la igualdad”. Esta pregunta, dice, “es la verdaderamente
25
Rawls, John, Teoría de la Justicia, México, FCE, 1979, pp. 312 y ss.
26
Sen plantea por primera vez esta cuestión en “Equality of what?” de 1980; ver Sen, A. K. ¿Igualdad de qué?, en
Rawls, Sen y otros, Libertad, igualdad y derecho, Barcelona, Planeta-Agostini, 1995.

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crucial para comprneder las diferencias entre las distintas concepciones éticas de la
organización de la sociedad” 27. Inclusive, la pregunta por la justificación de la exigencia de
igualdad (¿por qué la igualdad?) es dependendiente de aquélla.
En términos generales, hablaremos de bienes, esto es, objetos o entidades valoradas
socialmente como deseables, ya sea por ser necesarias para la vida, como por ser deseables por
motivos psicológicos.
El establecer la naturaleza de los bienes objeto de tratamiento igualitario, es necesario además
resolver el tipo de relación con ellos que se trata de amparar en el tratamiento igualitario: ¿será
la posesión?, ¿el uso?, ¿la disposición?
Al respecto, existe una máxima formal que restringe mas el principio de justicia: ésta consiste
en tratar igual a los iguales, y desigual a los desiguales.

5. ALGUNAS CONCLUSIONES
Lo expuesto hasta aquí es sólo una muestra de las complejidades que suscita el análisis de la
igualdad referida a lo humano. Ni que decir que hemos dejado de lado lo atinente a la noción
de “principio” asociada a la de igualdad, porque ello hubiera llevado la complejidad nivel
inmanejable en los términos de este seminario.
¿Qué conclusiones –provisionales al menos- podrían extraer de estos esbozos aquéllos que no
están interesados en hacer filosofía, sino dogmática jurídica?
Se me ocurre que estas podrían ser algunas consecuencias mínimas:
a)el principio de igualdad no alude a ninguna circunstancia fáctica, sino a un estado de cosas
deseable. En este sentido forma parte del discurso prescriptivo, sea éste moral, jurídico,
político.
b)Como tal, siempre supone unas valoraciones y una perspectiva determinada, de la cual es
preciso ser consciente, y hacerla expresa. Esto supone además, los límites de las demandas de
igualdad, que no son universales, sino que siempre son referidas a una situación concreta en lo
social, cultural e histórico. Esto explicará, además, que su contenido vaya cambiando y
requiere revisar permanentemente.28
c)al trabajar con la reconstrucción racional de normas positivas que involucren (explícita o
implícitamente) cuestiones de igualdad, es conveniente tomar en consideración que tal tarea
exige la explicitación de un cúmulo de información que la enunciación del principio oculta
olímpicamente. Es claro que en ello va su éxito prestigio, pero si entendemos la dogmática
como aquella ciencia encargada de re-formular los sistemas positivos de manera más
consistente, coherente y clara, para facilitar y controlar su aplicación judicial, entonces debería
tomarse en cuenta que para ello es necesario desarrollar las determinaciones todo lo posible y
necesario para garantizar esas políticas públicas.
d)en todo caso, además, la depuración del lenguaje técnico de los juristas encontrará aquí
muchas sugerencias que atender a los efectos de afinar el análisis y la formulación de los
discursos referidos a la igualdad.

27
Sen, Amartya K. Nuevo examen de la desigualdad, Madrid, Alianza, 1995, pp. 8, 148.
28
El paradigmático caso Kalanke fallado por la Corte Europea de DDHH resulta en este sentido paradigmático: la
lucha contra la discriminación no admite soluciones universales ni abstractas, sino que forma parte del alerta
moral que debemos mantener respecto de nuestras acciones.

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