Está en la página 1de 1

Se le conoce como teoría económica al conjunto de ideas y abstracciones acerca del

funcionamiento de la economía. Esta es una de las definiciones más comunes que recibe dicha
área en particular de la ciencia económica y ha sido popularizada por economistas de la talla de
Gregory mankiw y Gary Becker, el primero por ser el autor de uno de los más famosos manuales
de economía después del legendario manual de Samuelson claro está. El segundo un verdadero
titán de la galardonado con el premio Nobel por sus aportes en microeconomía.

Una tarde cualquiera, mientras me tomaba un descanso de ciertas lecturas referentes a la teoría
del delito y el control de la capacidad punitiva en manos del Estado; volví la mirada a uno de mis
manuales de microeconomía al que había tendido a ignorar por varios años, dado que en su
momento me pareció prácticamente imposible de leer; y no es para menos; ya que el libro de
Walter Nicholson a diferencia de la mayoría de los manuales que he tenido la oportunidad de leer
confronta y reta; su capítulo introductorio no quiere “conquistar” al lector, desea instruirle y
alertarle sobre lo que se necesita para adentrase en el mundo del análisis de la elección, para
lograrlo hace lo impensable, es decir, parte de la teoría del valor y sin advertencia alguna,
presenta, de entrada, la estática comparativa. Para Nicholson lo importante son los modelos, los
buenos modelos, es por ello que plantea lo que a su modo de ver son las características principales
de los mismos: un agente racional, una condición constante (ceteris paribus) y unos supuestos
verificables. Nicholson que es un matemático devenido en economista optó por la senda más
tortuosa, no quiso hacer un libro de cálculo aplicado sino un manual de microeconomía y lo logró
sobradamente. Su obra es indispensable para cualquier profesor de teoría microeconómica pero
es la tortura de cualquier estudiante promedio, y no es para menos, puesto que aquellos que
carecemos de un particular talento para las matemáticas lo abandonaremos sin dudarlo luego del
segundo o tercer párrafo.

Después de años de graduado, con la tranquilidad que da un buen café y una hermosa pieza de
música clásica, puede adentrarme nuevamente en sus páginas para seguir con facilidad el hilo y
realizar los ejercicios propuestos mientras experimentaba esa sensación que los economistas
llaman “utilidad”. Nicholson planteó los elementos de un buen modelo, yo, que no abandonaré el
estudio de Economía ya sea por mero placer o por no perder nunca de vista mis orígenes, pues la
vida me ha llevado por otros caminos, aconsejaré para leer este tipo de obras, tener siempre a la
mano, un buen libro de cálculo, otro de estadística, y un teléfono en caso de necesitar, como en
muchas ocasiones me ha ocurrido, a un buen amigo matemático.

También podría gustarte