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Juan Bodino

Los seis libros de la República.


Traducidos de lengua francesa y enmendados catholícamente
por Gaspar de Añastro Isunza.
Edición y Estudio preliminar por José Luis Bermejo Cabrero
[Colección Clósicos del Pensamiento polífico
y constitucional español, 20 - 1992 - 2 Vol. -1.181 págs.]

ay libros, pocos, que no necesitan poráneos, y de ello es asimismo una


H ningún comentario. Su incidencia
en el ámbito del pensamiento y como
significativa muestra su circulación y
el número de ediciones y traduccio-
motivo de cambio de la realidad es nes que, desde el momento mismo de
tan evidente y profunda que, con su aparición, se sucedieron a un
seguridad, llegan a superar las pro- ritmo constante y sorprendente para
pias perspectivas de sus autores. Sea la época.
por la oportunidad del momento en No obstante lo anterior, es obvio
que aparecen, sea por otras causas, que sería una presunción injustifica-
que incluso siglos después resulta ble tratar de comentar aquí la obra o
difícil si no imposible de esclarecer, la importancia de la misma, aglutina-
lo cierto es que acaban por convertir- dora desde hace siglos de expertos
se en clásicos en el sentido más eti- estudiosos de la producción bodinia-
mológico del término. Y en tanto na desde un punto de vista cuasi
tales, en obras de referencia obliga- monográfico. Antes bien se trata de -Q
O
das para generaciones de estudiosos analizar someramente la traducción
desde su publicación. al castellano realizada por Añastro
Y éste, Los Seis Libros de la en 1590, es decir, muy poco tiempo
República de Bodin, forma parte por después de la publicación de la Repú-
derecho propio del reducido grupo blica, para cuya reimpresión fue
—La Política de Aristóteles, El prín- necesario el transcurso de más de
cipe, el Leviatham, Los dos Tratados cuatrocientos años.
sobre el Gobierno Civil, El Capital y Y por cierto que no es necesario
pocos más—que conforman hitos un detenido análisis para que se plan-
importantes el pensamiento político teen de forma inmediata las primeras
constitucional occidental. De ello interrogantes: ¿Por qué se traduce y,
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fueron bien conscientes sus contem- precisamente, por un hombre de con-
fianza de la infanta Catalina, hija de asimismo verdad que hay materias
Felipe II? ¿Cuáles y por qué son cen- —el ¿«5 mercatorum es la más repre-
surados fragmentos de la traducción sentativa— cuyos tratadistas, en su
por la Inquisición? Y, sobre todo, afán de divulgación y por la misma
¿por qué, en su versión castellana naturaleza del tema, utilizan como
«puissance souveraine» se convierte instrumento el castellano. Pero faltan
en «autoridad suprema»? ¿Nos años para que esta lengua se use de
encontramos acaso en este supuesto una manera general, que no exclusi-
ante un testimonio más del conocido va, por los prácticos más importan-
aforismo «tradutore traditore» o, por tes y aún está lejana la vulgarización
el contrario, responde y se adapta a de mediados del siglo XVII. Por ello,
una situación ya dada o a algún espe- y dejando aparte el impacto que,
cífico objetivo del traductor? como en otros contemporáneos, ejer-
Por elementales que parezcan, ció en Añastro la República, y que él
tales cuestiones —con otras que sus- mismo confiesa en la dedicatoria al
cita el cotejo de ambos textos, por lo futuro Felipe III, la cuestión relativa
demás, en lo que respecta a la traduc- a la traducción no aparece en abso-
ción, salvo en pocas ocasiones, muy luto un asunto baladí.
riguroso— merecen un estudio deta- La dificultad de encontar aquí
llado que, evidentemente, tampoco una respuesta satisfactoria tal vez se
aquí se pretende realizar. Y no obs- vea disminuida si la vinculamos con
tante, llama en primer término la alguna finalidad «propagandística»
atención el hecho en sí de la traduc- de divulgar, a su vez —y no sólo en
ción. ¿A quién se dirige? Si la obra el marco de la Monarquía Católica—
circulaba ya por Europa desde 1576 las teorías políticas surgidas tras la
en su versión francesa, lengua que no contrarreforma orientadas a defender
era desconocida en los círculos diplo- el origen divino y el poder absoluto
máticos y académicos de las principa- de los reyes —tesis que, como es
les formaciones políticas, y desde conocido, recoge y formula Bodin—
o 1586 en latín, por excelencia el len- como rechazo del populismo de for-
_5 guaje culto y universal de la época, mación bajomedieval y del contrac-
resulta aun más sorprendente la tualismo. Aunque en el ámbito de la
urgencia de su traducción, sobre todo Monarquía Hispánica las obras que
de este libro en particular. en el mismo sentido se consideran
Ciertamente habían existido más cualificadas, como, por poner un
autores en las más importantes for- ejemplo, De Legibus de Suárez y, en
maciones políticas que escribían en general, las que sobre este asunto
romance obras de «pensamiento escribieron los miembros de la
político», algunos como Fortescue en Segunda Escolástica, seguirían usan-
Inglaterra o Sánchez de Arévalo en do el latín como vehículo de expre-
Castilla, p.e., ya en el siglo xv. Y es sión, de aceptarse la versión apunta-
da situaría a nuestro traductor en el el estado de necesidad de un jurista
grupo de los monarcómanos, a lo que hugonote que se ve obligado a defen-
parece contribuir también su proxi- der por su seguridad una alteración
midad a la infanta y, en consecuen- constitucional que no comparte—, la
cia, su familiaridad con los círculos teoría del rey como causa eficiente de
cortesanos. En cualquier caso, le la ley, aunque luego la matice otor-
colocaría también entre ios autores gando determinadas facultades al res-
que, por esa misma época utilizan las pecto a los magistrados. Solución
lenguas vernáculas para difundir nue- esta de la que, como es sobradamente
vas ideas. Tales son los supuestos de conocido, se apartará Bodin, tampo-
los galicanistas como P. Bellay con su co él en absoluto «puro» en materia
Apologie Catholique (1585) o De de religión y quizá por ello defensor
l'Authorité du Roy (1587), o el a ultranza del rey como único legisla-
mismo Bodin, cuya primera versión dor.
de la República fue escrita, como es Que esta última circunstancia
conocido, en lengua francesa. Y no fuera una de las razones que movie-
deja de ser un hecho ilustrativo esta ron a Añastro a proceder a la traduc-
obra dentro de la producción del ción de una obra en la que los abso-
autor, escrita en su práctica totalidad lutistas de siglos posteriores verán un
en latín, como correspondía a un dis- punto de apoyo y partida obligado,
cípulo aventajado de los más conspi- no parece ofrecer dudas. Al fin y al
cuos representantes del «mos galli- cabo, también ahí se seguía recono-
cus». Como ilustrativo es, asimismo, ciendo la necesidad y bondad de
el recurso constante a autoridades del cuerpos y colegios (III, 8), o lo que es
«mos italicus» y no siempre, como lo mismo, se mantenía, o mejor, no
expone London Fell en el III volumen se atacaba, la sociedad corporativa.
"8.
de su serie sobre la producción jurídi- Incluso los Parlamentos y las Cortes
ca francesa del xvi, para rechazar la —bien que argumentando el autor S
jurisprudencia medieval. que ello no «diminué la puissance J
Insólita por tanto es esta Repú- d'un prince souverain» (II, 1) y que ¿
blica desde diversos puntos de vista. Añastro recogerá como «Enganánse S
Y no es de ellos el menor ciertamente los que piensan que la tal junta dis- ^T
la recepción ahí operada de Corasius minuye la autoridad de un principe "T
—sobre todo en lo que afecta al supremo»— tienen cabida al lado de Jj
poder legislativo del monarca— que ciertas competencias que también !§
Bodin recogerá, con otras influen- reconoce a los jueces. g
cias, para elaborar su construcción No obstante, el aspecto que más —
de la principal marca de soberanía. llama la atención desde el principio,
Bien es verdad que su maestro, Cora- y también sin duda el más importan- 263
sius, había creado, no sin algún titu- te, es la aludida traducción de «puis-
beo —indudablemente motivado por sance souveraine» por «autoridad
suprema», y, en general, el adjetivo ta— supuso, ante todo, una lucha
«souverain», cualquiera que sea el contracorriente, es decir, la oposición
sustantivo que acompañe (puissance, más firme a los demás tratadistas
prince, etc.), por «supremo» en la franceses del XVI, incluido el ya cita-
profusión de citas que existen a lo do Corasius que nunca se atrevió a
largo de tan extensa obra. llegar tan lejos. Pero, en segundo
¿Dónde radica la razón de esta lugar, implicaba una ruptura con la
opción, sobre todo tratándose de un tradición y un alejamiento de la reali-
traductor que, todo parece indicarlo, dad constitucional de la Francia de
domina la lengua y, desde luego, no su época, a cuyos postulados, eviden-
desconoce la materia de que trata? temente, no se adecuaba en la medi-
No ciertamente en la carencia con- da que los Parlamentos seguían
ceptual, pues la jurisprudencia me- ostentando un lugar de privilegio en
dieval, que no desconocía la palabra los asuntos que, precisamente, Bodin
soberanía, había establecido clara- no les reconoce. Como tampoco,
mente las diferencias entre «auctori- desde luego, se adecuaba a la reali-
tas» y «potestas». Incluso el lenguaje dad constitucional de la Monarquía
constitucional de la época, desde Hispánica, por más que se utilice en
finales del siglo xrv y con una intensi- la República el ejemplo de las Cortes
dad tal que llega hasta su vulgariza- —y asombrosamente las aragone-
ción en el xv, usaba los términos sas—, como apoyo de su teoría.
«poderío» o «poder» real absoluto, a Fue acaso lo apuntado una de las
veces hasta soberano, como ponen de razones, con otras sin duda sobre las
manifiesto la abundancia de pragmá- que convendría investigar, que sirvió
ticas y otras disposiciones normativas como motivo a Añastro —quien en
de los reyes. más de una ocasión se vio obligado a
En relación con este asunto, corregir el original por los juicios de
4
Franklin, en la actualidad de los más valor, erróneos y forzados, allí verti-
cualificados expertos en Bodin, seña- dos sobre aspectos concretos de los
3 laba en reciente aportación que uno monarcas y los reinos españoles en
de los principales fallos de la Repú- favor de la preeminencia de los reyes
blica consiste en «la errónea noción franceses (como en 1, 9, p.e.)— para
de que la soberanía es indivisible». Y traducir «puissance souveraine» por
esta novedad, introducida en I, 8, autoridad suprema. Cercano al rey,
para subrayar una posición absolutis- sin duda el mismo absolutista y en
ta que no sólo no se percibe en el tanto tal, admirador de la obra que
resto de la producción bodiniana sino traduce, Añastro aparece situado en
que incluso contradice lo expuesto en la línea de quienes, como décadas
su
Methodus ad facilem historiarum más tarde Olivares, plantean o
cognitionem de 1566 —escrito este defienden una alternativa constitu-
último en el más puro estilo humanis- cional que se funda en depositar una
mayor concentración de poder —so- pués en España en tiempo de los
bre todo legislativo— en manos del Reyes cathólicos Don Fernando y
monarca. Pero conocedor asimismo Doña Isabel». Cuestiones como ésta
de la complejidad constitucional de necesitan, indudablemente —al mar-
la propia Monarquía, nuestro traduc- gen de los ya existentes—, un cotejo
tor optó, consciente y voluntariamen- atento y un estudio minucioso que
te, por recurrir a los conceptos que contribuirá en gran medida a esclare-
sin duda eran más pertinentes. En cer aspectos aún no bien conocidos
otras palabras, se inclinó por auctori- del ordenamiento jurídico y político
tas-autoridad en lugar de potestas- de la época.
poder (o poderío) —concepto que, es La traducción de Añastro tuvo
obvio, era el que correspondía al ori- una sola edición, esta que ahora se
ginal—; aquélla, facultad incontesta- reedita. Si lo comparamos con el éxito
ble del rey e indivisible, la segunda, de la República en Francia —donde
es decir «potestas» o poder, compar- desde su primera publicación en 1576
tida en mayor o menor grado por hasta 1629 alcanzó, sólo en francés,
corporaciones de distinta naturaleza catorce ediciones, incluida la clandes-
y los Señores. Y si ello era así, no tina de Ginebra en 1577, y otras
sorprende que soberanía, soberano, nueve en latín, desde 1586 a 1641—,
no se conciba ya como indivisible y se podría deducir que, salvo que sus
por tanto pase a traducirse como contemporáneos recurriesen a los ori-
supremo, en este contexto más próxi- ginales, no levantó gran expectación
mo en su significado a preeminente, entre nuestros antepasados, como
término que no implica exclusividad. por otra parte parece testimoniar el
De igual manera sorprenden, en no excesivo interés de los tratadistas
otro orden de cosas, por lo menos más inmediatos, sobre todo si esta-
algunos de los fragmentos expurga- blecemos una comparación con la
dos por la censura inquisitorial, el influencia ejercida por otros autores. 2
significado de cuya razón parece Sin que aquí se pretenda establecer
escaparse en una primera lectura. Tal intencionadamente una influencia
es, por ejemplo, el caso en que se directa entre el número de ediciones
alude a la expulsión de los judíos (III, en uno y otro país con los cambios
7), sobre todo considerando que la constitucionales acaecidos en la Fran-
expresión bodinaniana «en Espagne cia del XVII —Fronda incluida— y la «i
sous Ferdinand Roy d'Arragon et de propia evolución de la Monarquía
Castille, lequel par pieté impitoyable católica, no cabe duda que el hecho,
les chassa de tout le país, et s'enrichit en sí mismo, no deja de dar lugar a
de leurs biens», aparece mucho más una más amplia reflexión sobre el
tímidamente, y también más favora- particular.
ble a los monarcas, recogida en la Parece claro, pues, que existen
traducción de Añastro: «como des- sobradísimos motivos que testimo-
nian la relevancia de esta obra, de los la que pertenezcan —juristas, histo-
cuales tan sólo se ha recogido una riadores, politólogos y filósofos—
mínima parte de los más obvios en tienen ahora, merced a ello, más
esta reseña. Y entre tanta evidencia, accesible un instrumento para contri-
conviene señalar, por último, una buir al esclarecimiento de un deter-
más, la incorporada en II, 2, cuando minado período, en la medida que un
expone «Testar d'une Republique, est texto, sea documento manuscrito o
different du gouvernement, et admi- un libro impreso, es capaz de respon-
nistration d'icelle», que figura en la der a todas las preguntas que se le
versión castellana «el Estado de una formulen.
República es diferente al gobierno y Por último, sólo una breve refe-
administración de ella». Sin duda rencia a la colección de la que forma
hará las delicias de los sostenedores parte este volumen. Iniciada hace
de la aún latente polémica sobre el años con cinco clásicos del pensa-
Estado Moderno. miento político y constitucional del
Estas y otras, son razones más siglo xix español, se presentaba
que suficientes para hacer de la tra- entonces como un intento de facilitar
ducción de Añastro un libro clara- al investigador un acceso, en todos
mente necesario para el conocimiento los sentidos favorable, a libros no
de uno de los períodos más interesan- siempre disponibles. La oportunidad
tes y a la vez menos conocidos de de la colección, hoy ya perfectamente
nuestra historia constitucional, el que asumida por los especialistas, y la
arrancando de finales del siglo xvi se rigurosa selección de las obras, han
prolonga durante todo el xvn. El pro- convertido una esperanza en una rea-
fesor Bermejo, en su documentadísi- lidad contrastada. De ello es un mag-
ma introducción nos sitúa la obra y nífico exponente esta traducción que
la vida de los autores, el del texto y el de Les Six Livres de la Republique
de la traducción, así como de sus realizó Gaspar de Añastro en 1590.
influencias. Los estudiosos, cualquie-
ra que sea la rama de conocimiento a Clara Alvarez Alonso

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