Está en la página 1de 11
Arnold Hauser: 3. Origen de la literatura y del arte modernos 1. El Manierismo, crisis del Renacimiento OMEGA jones Guadarrama Coleccién Universitaria de Bolsillo Punto: Omega 1, EL GIRO COPERNICANO Desde todos los puntos de vista imaginables, desde el punto de vista teoldgico, filoséfico y as- tronémico, asi como deste el punto de vista eco- némico y politico, la imagen del mundo propia del Renacimiento constituia un sistema de esfe- Tas concéntricas que giraban en torno a un cen- “tro fijo e inmutable. Se concebia al universo or- ganizado segim la misma idea jerarquica que habia determinado la sociedad feudal. Asi como la pirdmide del sistema feudal habia tenido su centro en la persona del emperador, asi también el universo tenia su centro en el trono de Dios. Esta estructura se repetia en todas las construc- ciones racionales, bien fueran divinas, humanas o naturales. También la perspectiva central de la pintura renacentista era sélo una de estas construcciones formales organizadas unitaria- mente y orientadas hacia un solo centro. El tro- no de Dios constitufa el centro de las esferas ce- estes; la tierra, a su vez, era el centro del mundo material y —como correspondencia antro- pol6gica a esta imagen del mundo— el hombre mismo aparecia como un microcosmos concluso en si, en cuyo tormo giraba toda la creacién, de igual manera a como los cuerpos celestes gira- ban en tomo a la tierra. La imagen del mundo “ renacentista respondia en todo ello todavia a la "38 imagen del mundo medieval. Sélo la conflanza en 106 Concepoion cientifico-natural del mundo si del individuo, ahora amenozada, tenia que ser reforzada si se queria que esta imagen del mun- do subsistiera. Lo que hasta entonces habia he- cho que el hombre se conformara con su modesta posicién en la tierra habia sido la conciencia de que, pese a su insignificancia respecto a Dios y a las cosas ultimas, podia sentirse como 1a coro- nacién y el verdadero sentido de la creacién. BL Renacimiento robustecié a fe del hombre en st importancia entre las criaturas de Dios, y lo que perdié en conflanza como creyente se lo compen- s6 por 1a intensificacién de su autoconciencia como individuo. ‘Una vez que la o:denacién feudal de la socie- dad y 1a doctrina de :a Iglesia perdieron su auto- ridad anterior, el sistema ptolemaico quedé como ‘nico fundamento de esta imagen del mundo en cuya forma e] mundo habia tenido sentido y con- sistencia para la Edad Media, Con 1a teoria geo- céntrica se derrumbé también toda la construc- cién que parecia dar al hombre seguridad y firmeza en este mundo. Cuando Copérnico des- plazé a la tierra del centro del cosmos a la peri- feria del mismo, despojé también al hombre de la conciencia de su posicién central en el mundo de las criaturas: de sefior de la creacién se con- virtié en un pobre vagabundo sobre la superficie de un plancta, La tierra misma giraba en torno al sol, en lugar de hacer girar al cielo estrellado en torno a si; como una estrella mas entre las innumerables estrellas, se vio lanzada a los am- plios y lejanos espacios celestes, para recibir del sol luz, calor y energia. La distincién de la as- tronomia aristotélico-ptolemaica entre un mun- do sublunar y. un mundo traslunar perdié suz, EL giro copernicano 107 sentido y validez, «La luna —diria Giordano Bruno— forma parte del cielo de la tierra, como la tierra forma parte del cielo del sol.» Esta nocién destruy6 toda 1a idea anterior de un or- den universal constituido por um sistema estric- tamente centrado, tinico, estable, siempre idén- tico a si mismo. A la vez hizo desaparecer la antigua jerarquia social, teolégica y cientifica es- tablecida entre las distintas partes de la crea- cién. EI cielo y Ja tierra, el sol y las estrellas, la juna y el mundo sublunar constituian ahora un universo esencialmente igual, aunque distinguible en diversos sistemas solares. La idea de la simi- litud y del valor igual de todas las cosas comien- za a anunciarse y prepara la concepcién relati- vista del mundo. Al quedar desplazado el hombre, junto con la tierra, del centro del universo a su periferia, no solo quedé destruida la imagen geo- céntrica del mundo, sino también 1a antropocén- trica. *Tis all in pieces, all coherence gone; All just supply, and all relation: Prince, subject, father, son, are things forgot... (The First Anniversary.) (odo esta dividido, ya no hay coherencia; todo ofrecimiento justo y toda relacién. principe, stbdito, padre, hijo, se ha olvidado.) se lamenta John Donne. La significacién histérico-espiritual de la teo- ria copernicana no sélo consiste en Ja disolucién 2 de la imagen antropocéntrica del mundo y en la 108 Concepeién cienttfico-natural del mundo consiguiente deshumanizacién de las clencias, sino también —y ello en un sentido todavia mas dccisivo para el futuro de las ciencias— en que Tepresenta el primer paso para el conocimiento del cardcter perspectivista del pensar y, con ello, de la relatividad de la verdad, que hasta enton- ces habia sido tenida como absoluta y plenamen- te objetiva. A partir de Copérnico todo progreso en las ciencias comienza, puede decirse, con una sospecha respecto a la exactitud del punto de vista anterior y con el supuesto de que en el an- gulo mismo de consideracién podia haberse en- contrado una fuente de error. La teoria coper- nicana, en efecto, no modificé tanto la doctrina de las relaciones recfprocas entre los cuerpos ce- lestes como el éngulo de observacién que orien- taba esta doctrina. El resultado fue, en primer término, que todo lo que tiene lugar en el uni- verso ante los ojos de los astrénomos sélo recibe verdadero sentido si éstos invierten las relaciones antes tenidas por verdaderas. ot No en vano se ha convertido el «giro coperni- cano» en un tépico famoso en la historia de la Mllosofia y de las clencias: en este «giro» hay que ver la primera trasposicién metédica del pensa- miento occidental, ya que por primera vez atri- buye el error a motivos que no se encuentran en experiencias 0 medios de conocimiento insuficien- tes, sino en e] punto de vista inadecuado del su- | jeto cognoscente. Como es sabido, Kant designé como «copernicano» e] giro que él realizé en la filosofia, y, efectivamente, toda la gnoseologia de Kant se basa en el concepto de ideologia en el sentido antes indicado, es decir, en la idea de que el conocimiento esta condicionado por el aparato / Los ocho minutos de Kepler 109 mismo del conocer. Kant pudo dejar intactas en )) su validez las teorias matematicas y fisicas de su i; tiempo; lo que creia tener que corregir era el supuesto de que el entendimiento humano se comporta pasivamente frente a las impresiones objetivas y de que el conocimiento representa una imagen fiel de la realidad. Para Kant, en el proceso del conocimiento los objetos giran en torno al sujeto cognoscente y a las formas @ priori del conocimiento, de la misma manera que para Copérnico la tierra y los planetas giran en torno al sol, ¥ la doctrina de Marx, que repre- ) senta el punto culminante del método ain mas desarrollado y profundizado de desenmascara- miento del punto de observacion y de investiga cién de la perspectiva espiritual, merece también con tanta més razén ser denominada «coperni- cana», ya que, si bien constituye el Ultimo paso en un camino recorrido desde hace tiempo, es ella la que presta a este camino su sentido pro- pio y su aparente direceién, Nada, empero, puede menoscabar la significacién de la hazafia de Co- pérnico y nada permite ver con mayor claridad | Jos gérmenes de renovacién en esta época de cri- sis que él hecho de que es en ella cuando empie- za a recorrerse el camino que habia de llevar a aquella teoria. 2. LOS OCHO MINUTOS DE KEPLER Se acostumbra a designar el Renacimiento del siglo xv como la época de resurgimiento no s6lo de las artes, sino también de las ciencias y, so- bre todo, de las ciencias naturales. De ordinario 110 Concepeiin cientifico-naturat del mundo se le atribuye el origen de la concepcion cienti- fica del mundo y se cree ver en él los comienzos del empirismo consecuente y de la observacién sistematica, los primeros intents de reduecién de las diferencias cualitativas en las impresiones sensoriales a diferencias cuantitativas; en una palabra, se cree ver en é1 la fundamentacion para la construccién del sistema natural de las cien- cias, de un sistema racional, auténomo y conexa sin solucién de continuidad, que elimina desde. un principio toda explicacién mistica, teolégica 0 filos6fico-escolastica de los fenémenos naturales. En realidad, el Renacimiento se hallaba inmen- samente lejano de este ideal de un método cien- tifico exacto, y se falsifica su imagen si sus es- fuerzos por lbrarse de los prejuicios medievales se convierten en una reyolueién y si, con la im- paciencia del historiador que quiere ver por do- quiera sintomas de acontecimientos posteriores, se hace retroceder sin més la fecha de conquistas que s6lo cincuenta o cien afios mas tarde iban a tener realmente lugar. Los verdaderos funda- dores del método de las ciencias naturales, Co- pérnico, Galileo y Kepler, no pertenecen ya al Renacimiento, sino a una generacién en la, que iba a tener lugar la disolucién de la imagen del mundo renacentista. La teoria copernicana se pu- blica en ‘1543 y°sdlo en el siglo xvzr, a través de Kepler y Galileo, va a extenderse verdaderamen- te su influencia. Ahora bien, pese a la inmensa significacién de sus descubrimientos en el campo de 1a historia de las ideas, ni Copérnico ni el mis- mo Kepler pueden ser considerados en absoluto como los representantes tipicos del nuevo espiri- tu cientifico, falto de prejuicios y basado en la Los acho minutos de Kepler 111 pura experiencia. En el tragado de sus sistemas y en el desarrollo de sus ideas, tanto el uno como el otro se dejan Mevar de toda clase de Tepre- sentaciones misticas, metafisicas y estéticas; ante Sus ojos flota siempre Ia idea de regularidades geométrico-ornamentales y una. y otra vez creen escuchar la musica de las esferas, Todo ello pa- rece responder a la verdadera naturaleza de los dos hombres de ciencia, mientras que sus descu- brimientos causan en cambio la impresién de que son debidos al azar y a inspiraciones repentinas. Esta impresién puede ser, sin embargo, en ulti- mo término, excesivamente superficial. La frontera entre el periodo humanista y cien- tifico-natural del Renacimiento esta constituida 1, como ya se a dicho, por el afio 1600; los funda- mentos de Ja concepeién cientifico-natural del mundo fueron establecidos, sin embargo, duran- te Ja crisis del Renacimiento por Copérnico y sus contemporaneos, y el giro que levé a estecon- cepcién tiene su origen en aquella conmocién que sacudié todo Occidente hacia mediados del si- glo xvr. Copérnico y Kepler, que proceden de estia época, no son sofiadores que tuvieron suerte como investigadores, sino, al contrario, cientificos en- tusiastas, en Jos cuales la fantasia metatisica y ‘artistica desencadenada triunfaba a menudo so- bre su racionalismo. Son conocidas las finas observaciones de Dil- jthey sobre la participacién de la fantasia artis- itica en el pensamiento cientifico del Renacimien- 4 Wilh. Windelband, Lehrbuch d. Gesch, d. Philosophie, 1910, p, 293, SREY 112 Concepeién cientifico-natural del mundo to® Y que la ¢fantasia cientificas también participé en el arte del Renacimiento es eviden- te’, Lo que habria que afiadir a estas observa- clones, corrigiendo asi su impresién total, es el hecho de que el espiritu cientifico se manifiesta ya muy pronto en el arte renacentista, es decir, ya a comienzos del quattrocento, mientras que Ja fantasia artistica no influye en la ciencia sino bastante mas tarde, en realidad fuera ya de los limites del periodo clasico del Renacimiento, La penetracion, por otra parte, de principios artis- tleos en la clencia —la idea de un plan univer- sal, por ejemplo, o el concepto de constelaciones astronomicas de formas regulares o estéticamen- te sugestivas— puede considerarse como sintoma de un desenvolvimiento muy problematico; mien- tras que, en cambio, el arte contiene siempre, incluso en los periodos estilisticos mas puros, componentes cientificos o cuasi-cientificos. En interés de sus fines la ciencia tiene que procu- rar liberarse de puntos de vista estéticos, mien- tras que en el arte sélo los mas ciegos defenso- res de Vart pour Vart pueden rechazar toda comunidad con la ciencia. En Copérnico se unen de la manera mas ex- trhordinaria los elementos de la filosofia especu- lativa de la Edad Media y del neoplatonismo del Renacimiento con los del pensamiento inductivo y cientifico de los siglos xvr y xvr subsiguientes. En este sentido puede decirse que Copérnico es 2 Wilh, Dilthey, Weltanschauung u. Analyse des Mens- chen seit Renaissance u. Reformation, Ges, Schriften, 11, 1914, pp. 343 8s. 3 Cf. mi Séelalgeschichte der Kunst u. Literatur, 1963, p. 355, (Trad. espafiola en Ed. Guadarrama, Madrid.) |; 1 manierista por excelencia entre los investiga- ' Los ocho minutos de Kepler 113 dores de su época. Especialmente significativa para la composicién antitética de su mundo men- ! tal es la participacion del elemento teolégico en su pensamiento, dominado en lo demas por él principio de causalidad. Un ejemplo caracteris- tico de ello es la respuesta que da a sus adver- sarios cuando éstos le objetan que, si la tierra girara —como Copérnico ensefaba—, ésta ten- dria necesariamente que deshacerse y sus partes, impulsadas por la fuerza centrifuga, serian lan- zadas al espacio. Copérnico responde a 1a obje- cidn diciendo que, si la rotacién es un movimien- to natural de la tierra, éste no puede producir como consecuencia la destruccién del objeto al que se halla unido. Kepler no tiene ya ideas tan ingenuas acerca de la estructura providencial de Ja naturaleza ni acerca del trasfondo religioso de las leyes natu- rales. Y sin embargo, ¢es tan fundamentalmente distinta su «maquina celeste» del sistema celeste de Copérnico? ¢No son tanto aquélla como éste mecanismos que se mantienen a si-mismos en movimiento y que lo hacen en virtud de una fuerza simple, material, pero que, no obstante, se expresa en formas sugestivas y relaciones arm6- nicas? Poco antes de dar término a su obra prin- cipal, la Nueva Astronomfa, en la que habia la- porado de 1600 a 1606, nos describe Kepler su propésito con las siguientes palabras: & Qué bondad es ésa —se pregunta Montaigne en el mismo ensayo del que hemos extraido las pala- bras anteriores— que ayer era todavia respetada para no serlo ya mafiana? g¥ qué verdad es ésa que yale a este lado de los montes y al lado de allé es tenida por mentira? No se trata sélo, dice Montaigne, de que el hombre no tenga ninguna cualidad que le domine plenamente y cuyo valor sea cierto de una vez para siempre, sino de que cada una de sus cualidases y acciones pueden ser juzgadas de la manera més diversa; incluso para sus acciones mas hermosas y altruistas pue- den encontrarse innumerables motivos condena- bles, No hay ningiin motivo de la conducta del hombre que no pueda ser también juzgado en sentido contrario. No sélo la realidad exterior y objetiva cambia de naturaleza segiin el sujeto perceptor y su pun- to de vista, no sélo Iega todo a nosotros «modi. ficado y falsificado por nuestros sentidos», sino que el yo mismo se modifica tan profundamente de caso en caso, que no es posible tener certeza de su verdadera esencia. El hecho de que todo 5 Op. cit,, I, 1, p. 29. 6 Op. cit, 11,.21, p, 619. 118 Concepeidn cientifico-natural del mundo fuera s6lo punto de vista del sujeto que observa, yive y se incorpora las impresiones, no afectaria en si la conflanza en el yo; pero k circunstan- cia de que los puntos de vista del mismo yo res- pecto a la misma cosa se modifiquerl incesante- mente hace problematica la forma misma de existencia y permanencia del soporte de esos pun- tos de vista. Con ello experimenta la fe en la identidad del yo aquella terrible conmocién de la que no puede ya recobrarse la cultura del Re- nacimiento y sin la cual es inexplicable el ma- nierismo como concepeién del mundo y como es- tilo artistico. Las deformaciones..en las artes plasticas, el metaforismo excesivo e incesante en la literatura, la representacién de personajes con distintos papeles y la inquisicién constante de su cardeter real en el drama, son solo medios para expresar, de un lado, la vivencia de que el mundo objetivo se ha vuelto inaprehensible y, de otro, la vivencia de que la identidad del sujeto se ha hecho problematica, se ha quebrantado y yolatilizaio, Nada es lo que parece ser; todo es algo distinto y, ademas, algo distinto de 10 “qite pretende ser, Vivimos en un mundo de oculta~ mientos y enmascaramientos; el arte mismo des- enmascara y oculta. ‘Cuan Inestable se ha tornado la relacion entre el yo y el mundo lo revela en grado sumo el he- cho de que Montaigne considera a su libro —que de manera tan personal y soberana interpreta el mundo— como una realidad que le ha conforma~ do a él mismo. de n’ay plus faict mon livre —eseribe— que mon livre m’a faict» Por muy profunda que sea la verdad y la validez general de esta observacién, por muy cierto que sea que El universo puesto al revés 119 todo artista —y toda persona creadora— sélo es en parte lo que su obra ha hecho de él y por muy exacto que sea que el artista anticipa con su obra su biografia cn la misma medida en que anticipa con su biografia su obra, es innegable el carécter manierista de la formulacién de Mon- taigne, Por doguiera se tiene bajo los pies un suc- lo oseilante: éste es el sentimiento que produce la filosofia de Montaigne y Ja del manierismo. 4, EL UNIVERSO PUESTO AL REVES Pese a la actitud cientifico-natural y raciona- lista cada vez més intensa, las ideas neoplatoni- cas no pierden en absoluto su influencia durante el curso del manierismo, Puede hablarse incluso de su reviviscencia, después de que el neoplato- nismo alcanza su cumbre todavia en el guattro- cento y experimenta una decadencia transitoria a comienzos del perfodo clasico del Renacimien- to. Como todas sus manifestaciones espirituales, también Ja filosofia de la época se halla penetra— da por tendencias contrapuestas. Al lado del em- pirismo de los cientificos de la naturaleza y del escepticismo de los Mlésofos como Montaigne y Sanchez, Giordano Bruno sustenta un espiritua- lismo de matiz panteista y panpsiquico, que re- viste una importancia tan decisiva como la di- reccién opuesta no 'sélo para Ia filosofia, sino también para el arte. Dilthey designa el panteis- mo ineluso como la doctrina filosdfica mas im- Portante de la época y ve en ella no s6lo el re- sultado de tres siglos, sino también el verdadero puente ideoldgico entre la Edad Media y la Edad 2 Ptvetitoms Dee ap trlewtihita car tl arntesels 120. . - Concepeién cientifico-natural del mundo Moderna, Con su nueva concepcién cosmoldgica, Giordano Bruno Meva a cabo efectivamente, en cierto sentido, el giro mas importante en el pen- samiento filoséfico y cientifico de este periodo de transicién. La filosofia y la ciencia anteriores, incluso las doctrinas neoplatonicas y el] mismo sistema de Copérnico, estaban dominados toda- via por la idea del cardcter limitado del mun- do; Giordano Bruno es el primero que concibe el universo como infinito. La significacién de esta idea es inconmensurable e incalculable para la totalidad de Ia cultura. El influjo de ella Sdlo se. echa de ver plenamente en el barroco, pero el manierismo prepara el terreno para este influjo. El problema de la representacién pictérica del espacio infinito queda sin solucionar hasta Claude Lorrain y los paisajistas holandeses del siglo-xvz, pero los manieristas se enfrentan ya con él y se encuentran eri el camino para solventarlo. El sentimiento espacial de Tintoretto y de Brueghél escapa ya a los limites del escenario clasico y, si bien este sentimiento no tiene todavia nada que ver'con la filosofia de Giordano Bruno, constitu- ye evidentemente un fenémeno paralelo a ella y participa en el desarrollo de la idea de la infini- tud y de la representaci6n del espacio infinito. Montaigne y Giordano Bruno son sin duda los dos filésofos mas importantes y representativos del manierismo. Por muy opuestas que sean las concepciones del mundo que mantienen ambos, por muy racionalistamente sobrio que sea el uno y por muy misticamente extatico ue sea el otro, por muy robustecido y espiritualmente rejuvene- cido que deja uno el libro del autor francés y por | muy enervado, aunque curlosamente inettado, que | i q ji i 4 El universo puesto al reves Jat abandona uno Ja obra del autor italiano, los dos fildsofos se corresponden y tienen que ser men- cionados juntos, no pese a su diversidad, sino justamente a causa de ella, ya que sdlo asi es po- sible formarse una idea adecuada del espiritu es- cindido de su época. Compensando y complemen- tando ambos sus respectivos influjos, preparan los dos juntos el porvenir de la filosofia occiden~ tal. Con su escepticismo Montaigne anticipa la duda cartesiana y la radicalidad de la gnoseolo- gia kantiana, convirtiéndose en fundador del moderno relativismo psicolégico, al condensar el grande y ancho mundo en el angosto pero tan- gible he“e? nuiié“de individuo. Giordano Bruno recorre el camino opuesto, el que lleva del mi- ‘erocosmos al macrocosmos, al ampliar hasta 1a infinitud el sistema de Copérnico, convirtiendo a la conciencia humana en un espejo de relaciones inconmensurables. De esta forma se recupera aquel absoluto que desde la Edad Media se habla perdido para el hombre. Bl sujeto mismo se con- yierte en fuente de la idea de lo absoluto, de la vinculacion con lo infinito, del sentimiento del. todo y de la eternidad. Giordano Bruno mezcla sus ideas filos6ficas con los tropes literarlos mas audaces y las fan- tasias mAs arrebatadas; sus ideas producen a menudo el efecto de visiones de un delirante .o alucinaciones de un extatico; pero, impulsado por su fantasia clentifica, llega a veces a ideas ted- ricas tan importantes como no es capaz de con- seguirlas ni formularlas el investigador o pensa- dor precavido. ¥ asi, por ejemplo, 1a doctrina copernicana del movimiento de la tierra en tor no al sol y su consecuencia, el cardcter cambia- + immediately ‘ Propo. girse , ermpleg, oe flat, One aseritte S508 A 122 Concepeion cientifico-natural del mundo ble de la impresién de lo que aparece como fijo © en movimiento, son convertidas por Giordano Bruno en una teoria general del relativismo, ex- tendiéndolas al espacio, el tiempo y el peso, para Hegar a su teoria de la indifferenza della natura, Segtin la cual todas las diferencias dependen del punto de vista del observador, no hay nada mas sustancial, animado y divino que lo demas y el todo se nos muestra como uno e idéntico en to- i das sus partes. Giordano Bruno expresa todavia / plenamente en el sentido de Copémico la pro- posicion de la relatividad del espacio, cuando dice que la luna pertenece al cielo de la tierra, como ésta pertenece al cielo del sol; pero aun cuando no afiade nada nuevo a la teoria de Co- Pérnico, le presta una formulacién tan aguda, tan Peculiarmente «manieristas, que parecen abrirsenos repentinamente nuevas perspectivas. Asi como el horizonte adquiere nuevos limites con cada lugar que el observador escoge como punto de vista y asi como todo otro lugar se hace relativo respecto a este punto, asi también mues- tra el universo otra imagen segtn se le observe desde 1a tierra, desde 1a luna o desde otro cuer- } Po celeste. ¥ cuando Giordano Bruno dice que 61 mismo punto puede ser cenit o nadir segin el Angulo desde el que lo consideremos, es verdad que no dice nada nuevo, pero agudiza de una manera caracteristica para su. época una verdad ya vista por Copérnico. Con todo ello, Bruno ex- Presa una vez més la vivencia primaria del ma- nierismo de que en ningwin punto podemos contar con un suelo firme bajo los pies y que es posible incluso que estemos cabeza abajo cuando cree- mos estar de pie, =

También podría gustarte