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S Elebol
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lo hace esta Sala, bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter suscribe el
-I-
artículo 908 del Código de Comercio al establecer que sí es posible conceder más de
una prórroga al comerciante que hubiere obtenido el beneficio del estado de atraso,
siempre y cuando, dichas prórrogas no excedan de un año cada una. Alega que el texto
atraso, aparte del año que se le concede en primer término para proceder a liquidar
amigablemente sus negocios y pagar a sus acreedores, sólo se le puede conceder una
prórroga que no exceda de otro año, de manera que en ningún caso la liquidación
dictó con ocasión de la segunda solicitud de prórroga hecha por la parte demandada del
beneficio de atraso que le fuera concedido, habiendo sido uno de los puntos centrales de
de atraso y ha obtenido una prórroga, pueda obtener dos y más prórrogas adicionales, la
cuando concurran determinados elementos que así lo recomienden, esto es, que el
comerciante hubiere pagado una parte considerable de sus acreencias, o que hayan
amigable.
“una prórroga” genera dudas sobre si la misma se refiere a una expresión singular, esto
es, que la palabra “una” está limitando numéricamente a la prórroga, lo que hace que a
se le hubiere concedido un beneficio de atraso por un año, luego hubiere obtenido una
prórroga por otro año, solicitare una nueva prórroga, conservando una situación
intereses entre los acreedores, quienes eventualmente podrían padecer algún agravio, no
hay riesgo en la pérdida del crédito dado que la situación patrimonial ofrece
expectativas serias de satisfacerlo íntegramente, ni disminución del mismo, dado que los
concesión de más de una prórroga para la liquidación amigable del comerciante al que
extremo en el que todos los acreedores del comerciante están de acuerdo y no existe
conflicto de intereses.
con su declaratoria de quiebra y consecuencial remate de sus bienes para repartir lo que
quede entre sus acreedores. Esa concepción ponderaba los intereses que consideraba en
juego, por una parte el comerciante deudor que afronta una crisis económica, y por la
otra sus acreedores quienes habrían de cobrar a como diera lugar, aunque sólo fuera
misma.
año de 1989, contenidas en el libro que recogió las ponencias de ese evento, pp. 1011 a
lo siguiente:
“...A diferencia del sistema tradicional, la quiebra que tenía por objetivo
la liquidación y consiguiente desaparición de la empresa, hoy todos los
movimientos de reforma comparten el denominador común del
saneamiento. Hoy asistimos a un cambio radical en el planteamiento
mismo del procedimiento. Ante una situación de insolvencia, el derecho
no debe dar satisfacción a los acreedores, despojando primero al deudor
de su negocio y liquidando después sus bienes para repartirlos entre los
acreedores. El concurso ya no se presenta como un procedimiento de
castigo, infamia y consiguiente desaparición del empresario que defraudó
el crédito. Hoy se pretende en primer lugar, sanear y conservar la
empresa en crisis, para satisfacer después a los acreedores.
Obsérvese que no se trata de un simple cambio de técnica jurídica:
sustituir la liquidación por el convenio. Se trata de algo mucho más
profundo, que incide en la misma concepción del derecho concursal. La
terminología adoptada pone de manifiesto el fenómeno; no se habla de
quiebra sino de concurso. ¿Por qué? Simplemente porque las condiciones
económicas, las consideraciones sociológicas y las motivaciones políticas
que presidieron la redacción de los códigos decimonónicos se han
alterado profundamente en lo que va de siglo.
A) En primer lugar, porque la figura del comerciante, el código de la
tienda y el almacén ha dado paso al empresario, titular de una empresa
que realiza actos en masa, mutando las bases mismas del sistema. El
Derecho Mercantil, y con él el concursal, no es un derecho de
comerciantes y tendederos; es un derecho de la empresa y del
empresario. Derecho privado del tráfico económico. Y naturalmente la
empresa es un conjunto de relaciones jurídicas y de hecho susceptibles de
un valor superior a la suma de sus elementos. Así puede decirse, y
decirse con verdad, que la empresa trasciende al empresario. En efecto,
en la empresa en crisis, lo que interesa al derecho concursal, concurren
una serie de intereses públicos y privados, que el Estado, la sociedad
entera debe velar por su mantenimiento, por su continuidad. Por
paradójico que parezca, la satisfacción de los acreedores, finalidad de
todo procedimiento, no se consigue mejor, ni desde luego
necesariamente, liquidando la unidad productiva. La liquidación significa
en todo caso la desaparición de una fuente de riqueza y con ello la
desaparición de una posible regeneración y superación de la crisis.
A las empresas en crisis, como a los enfermos, no se les cura matándolos,
liquidándolos, sino proporcionándoles el tratamiento adecuado a su
enfermedad. Observar, sanear y curar para continuar son las piezas
básicas del nuevo tratamiento legal.
Basta pensar, por ejemplo en una empresa de mediano o grande
dimensión, cuya liquidación en subasta acarrea la desaparición de todos
los puestos de trabajo. Acaso el Derecho Concursal puede abstraerse de
imperativos del orden económico? ¿Acaso los trabajadores, en su
condición de acreedores laborales, satisfacen mejor sus créditos
percibiendo la cuota de liquidación o manteniendo sus puestos de trabajo,
a través de un procedimiento que favorece el saneamiento?
La conservación de la empresa se presenta así como un logro político
irrenunciable, de ahí que el procedimiento concursal moderno se
caracterice, en primer lugar, porque busca una solución de saneamiento.
Y a ello responde el convenio más que la liquidación.
B) A la misma conclusión se llega, si analizamos el problema del lado
del interés público concurrente. El Estado, en su condición de acreedor,
ante la empresa insolvente debe insinuarse en el procedimiento para
satisfacer sus créditos por impuestos o contribuciones a la seguridad
social. El Estado en su doble condición de acreedor y representante del
bienestar social viene mejor pagado, regenerando la empresa como
fuente de riqueza futura, que repartiendo los despojos que salen del
martillo de la subasta judicial.
(...)
La solución apuntada no es original ni privativa del derecho español.
Antes bien, el legislador español se ha limitado a recoger el eco de otros
ordenamientos. La mencionada reforma del Capítulo once de la Ley
norteamericana ponía el centro de gravedad de la reforma en la finalidad
reorganizadora de la empresa. En la misma dirección caminan las
reformas operadas en el derecho francés que ratifican las leyes de 1985
que descansa en un doble vértice: por un lado, repuesta la información
obligatoria en la fase preventiva de la crisis; y por el otro, introduce el
procedimiento de arreglo amistosos (réglement amiable) que maximiza el
valor de la empresa en funcionamiento, reconoce el interés de los
trabajadores, fomenta la integración de la empresa en los procesos de
concentración, separa el titular-empresario de la empresa-patrimonio y
arropa las funciones del juez, dando entrada, en fin, a los expertos en
crisis de la empresa. (vid. GAVALDA, PATIN, STOUFFLET, Le projet
de loi sur le réglement judiciare des entreprises en dificultes, en ‘Recueil
Dalloz Sirey’. Chronique. III, 1984, pp. 13-26, esp. V, ya antes sobre los
proyectos HOUIN, R ‘Innovations de la loi francaise en matiere de
faillite et de procédures cllectives, ou idées novelles dans le droit de la
faillite. Louvaine, Bruxelles, 1969, pp. 169, pp. 119.136).
En Gran Bretaña, el citado informe Cork apuesta derechamente en favor
de la conservación del negocio del empresario deudor, salvando así los
puestos de trabajo..”.
Mercantil”, Editorial Civitas, 1979, pp. 315-352; y, Joaquín Bisbal Méndez, profesor de
1986.
Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1997, pp. 36 y 37, al referirse a los fundamentos del
contenidos en el artículo 907 del mismo Código, será posible, de conformidad con
aparezca ser positivamente superior a su pasivo, que cumpla con las obligaciones o
empresa con las consecuentes ventajas para sí, la sociedad, los trabajadores y el
Estado.
mencionada disposición.
interpretación el artículo 908 del Código de Comercio al conceder más de una prórroga
decide.
-II-
Procedimiento Civil, se denuncia la infracción, por falsa aplicación, del artículo 908 del
Código de Comercio; y la de los artículos 907 y 911 del mismo Código, por falta de
aplicación.
El formalizante sostiene que de acuerdo a los propios hechos establecidos
que la decisión apelada estableció que a la parte demandada se le concedió una segunda
prórroga del beneficio de atraso que le fuera otorgado; que no cumplió con las
condiciones que se le establecieron con ocasión de dicho beneficio de atraso; que con
lapso de tres días para que C.A.D.A.F.E., mayor acreedor, opinara en torno a la prórroga
otra prórroga a la parte demandada, la que no había cumplido con las condiciones que se
se opuso a tal solicitud. Con respecto a este último punto, el formalizante alega que es
toda vez que el a quo, le concedió un lapso de tres días para que emitiera su opinión
sobre la prórroga, lapso dentro del cual se manifestó la oposición a dicha prórroga.
prórroga, que no están previstas en el atraso nuevas prórrogas y que la beneficiaria del
denunciado la falsa aplicación del artículo 908 del Código de Comercio, entre otras
razones, por considerarse que el mismo prevé la posibilidad de conceder una sola
requisitos necesarios que así lo aconsejen. Por tanto, en lo que a este aspecto de la
presente denuncia se refiere, la Sala la desecha por las mismas razones antes expuestas.
Así se decide.
Ahora bien, el formalizante denuncia la falsa aplicación del artículo 908 del
Código de Comercio, por considerar que la beneficiaria del estado de atraso no cumplió
con las condiciones que se establecieron para concederle dicho beneficio, y por cuanto,
compruebe haber pagado a los acreedores una parte considerable de sus acreencias o
mayoría de los acreedores que representen, por lo menos, la mitad del pasivo restante.
De la referida disposición, aparece claro que deben concurrir por lo menos dos
requisitos para la concesión de la prórroga del beneficio de atraso, estos son, el pago de
lo aconsejen, por una parte, y el voto favorable de ciertos acreedores, por la otra.
siguiente:
“...El Tribunal emite su pronunciamiento en fecha 07-07-99, acordando
una extensión de la prorroga de doce meses más contados a partir del 26
de mayo de 1.999 (sic) del beneficio de atraso acordado a la empresa
C.A. ELECTRICIDAD DE CIUDAD BOLIVAR motivando tal
sentencia de la manera siguiente: “Que en el caso particular cabe destacar
que ELEBOL empresa de comercio no realiza o desarrolla ninguna otra
actividad lucrativa distinta. De esta última afirmación surge un elemento
especial, en el sentido de ambas empresas están sometidas al control
tarifario del ejecutivo Nacional y en el supuesto de autorizarle un
aumento tarifario a CADAFE de obligatoria actuación, se produce una
ruptura, un desequilibrio económico, conforme al cual ELEBOL está
obligada a vender por debajo del costo de adquisición, lo que se traduce
en un ingrediente negativo a la relación económica de la empresa y una
posibilidad material de honrar la deuda y sin que pueda ELEBOL dejar
de prestar el servicio público en esta colectividad. Desde esta perpectiva,
el caso bajo el análisis se aleja de las reglas comunes que gobiernan las
relaciones entre simples comerciantes, no estamos en presencia en
pluridad de principios, del ejercicio de libertad de contratación. La
empresa CADAFE es una empresa del Estado venezolano que desarrolla
altos fines del mismo, pero a quien se le impone un marco de actividad
previsto y desarrollado por el propio Estado, y sin que pueda salirse de
ello cuando desarrolla su objeto, es decir, no puede violentar las tarifas
que el propio Estado la impone y en consecuencia de ello y a su vez
también le es obligante imponer dichas tarifas a una empresa como
ELEBOL, que por cierto no puede adquirir el fluido eléctrico que
comercializa, sino de CADAFE exclusivamente el costo que el ejecutivo
le asigna a esta última como distribuidora de energía eléctrica a nivel
nacional. Y esta afirmación en criterio de quien sentencia, por razones de
equidad en beneficio del servicio público desarrollado, dada la
participación del Estado venezolano en la grave situación, lo lleva a la
convicción de que seria contrario a toda lógica permitir que por la vía de
una Quiebra, de muy difícil instauración en la práctica, se llegara al
cierre de una empresa dispensadora de un servicio público que por largos
años ha prestado con la debida autorización de la Municipalidad y sobre
todo si tomamos en consideración la gran crisis económica por la que
atraviesa actualmente nuestro país y lo que significa como costo político,
como costo ciudadano, que se impidiera o se entrabara la prestación de
un servicio de indispensable necesidad a petición de una empresa del
Estado, y sobre todo, cuando el caso concreto se ha dejado sentado que el
estado de relación crediticia de la empresa en cuestión ha sido
consecuencia de causas extrañas a las propias empresas involucradas, no
imputable a la administración de ELEBOL. Al respecto se hace
necesariamente plasmar el criterio doctrinal del tratadista español Ignacio
Arroyo, Catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad Autónomo
de Barcelona en su disertación que titulo la Disciplina de los Procesos
Concursales, en las II Jornadas (internacionales) de Derecho Mercantil
celebrada en Caracas en el año 1.999 (sic) y publicadas por la U.C.A.B.
pág. 1.005 al 1.022, quien expresa: “...A diferencia del sistema
tradicional, la quiebra que tenía por objetivo la liquidación y consiguiente
desaparición de la empresa, hoy todos los movimientos de reforma
comparten el denominador común del saneamiento. Hoy asistimos a un
cambio radical en el planteamiento mismo del procedimiento. Ante una
situación de insolvencia, del derecho no puede dar satisfacción a los
acreedores, despojando primero al deudor de su negocio y liquidando
después sus bienes para repartirlos entre sus acreedores. El concurso ya
no se presenta como un procedimiento de castigo, infamia y consiguiente
desaparición del empresario que defraudó el crédito. Hoy se pretende en
primer lugar, sanear y conservar la empresa en crisis, para satisfacer
después a los acreedores.
A la misma conclusión se llega si analizamos el problema del lapso del
interés público concurrente. El Estado, en su condición de acreedor, ante
la empresa solvente debe insinuarse en el procedimiento para satisfacer
sus créditos del Estado en su doble condición de acreedor y de
representante del bienestar viene mejor pagado, regenerando la empresa
como fuente de riqueza futura, partiendo los despojos que salen del
martillo de la subasta judicial. Por fuerza de todo ello y en atención al
razonamiento que antecede de este sentenciador compartir el criterio de
la empresa CADAFE quien tácitamente ha reconocido las circunstancias
especiales del asunto debatido, en el de dejar a su única voluntad la
desaprobación de lo solicitado mediante su voto desfavorable, dejando de
lado otras situaciones concurrentes y sobre si se toma en consideración
que a lo largo de todo el tiempo en el cual se encontrado en Estado de
Atraso la empresa solicitante, la acreedora CADAFE no objetó ni tan
sólo una vez los informes, balances, estados financieros y otras
afirmaciones que periódicamente presentaba ELEBOL al Tribunal
mediante escritos consignados en autos, durante el término de la
prorroga. En consecuencia, este Tribunal estima que el voto desfavorable
a la solicitud de extensión de la prorroga formulada en muy estricto
derecho por la Compañía Anónima de Distribución y Fomento Eléctrico
(CADAFE), no resulta pertinente al especialísimo caso “suigeneri” que
se juzga. ASI ESPECIALMENTE SE DECIDE...”.
demandada, si bien estableció que dicha beneficiaria no había cumplido cabalmente con
los pagos que le fueron impuestos con ocasión del otorgamiento de dicho beneficio,
por el formalizante y que traduce la verificación por parte de la recurrida de uno de los
la prórroga solicitada.
En lo que respecta a la oposición hecha a la concesión de dicha prórroga, tal
de la prórroga que hubiere sido otorgada por el a quo a tales fines; y, por otra parte, a
reunión convocada para que opinen con respecto a la solicitud de dicha prórroga, debe
formalizante.
acreedores a dicha prórroga, supuestos éstos previstos en el artículo 908 del Código de
disposición fue correctamente aplicada por la recurrida para otorgar la tantas veces
referida prórroga.
y 911 del Código de Comercio, los que prevén la declaratoria de quiebra, bien por el
denuncia del artículo 908 del mismo Código, por falsa aplicación, resulta igualmente
DECISIÓN
Por las razones antes, expuestas este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por autoridad de la Ley, declara SIN LUGAR el recurso de casación
anunciado contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito, del Trabajo, de Menores y de Estabilidad Laboral del Primer Circuito de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, en fecha 7 de marzo de 2001, por la parte
actora, sociedad de comercio COMPAÑÍA ANÓNIMA DE ADMINISTRACIÓN Y
FOMENTO ELÉCTRICO (CADAFE).
Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y del Tránsito del Primer Circuito de
la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. Particípese esta remisión al Juzgado de
origen ya mencionado.
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los veinte (20 ) días del
la Federación.
El Vicepresidente en ejercicio
de la Presidencia,
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