S Elebol

También podría gustarte

Está en la página 1de 17

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Ponencia del Magistrado ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ.


 

En el procedimiento por declaratoria de quiebra iniciado ante el Juzgado


Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y del Tránsito del Primer
Circuito de la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, por la sociedad de
comercio COMPAÑÍA ANÓNIMA DE ADMINISTRACIÓN Y FOMENTO
ELÉCTRICO (CADAFE), representada por los abogados Yhajaira Pereira de Pirela,
George Erwin Méndez y Juan Carlos Álvarez Espinoza, contra la sociedad de
comercio C.A. ELECTRICIDAD DE CIUDAD BOLÍVAR (ELEBOL), representada
por el abogado José Rafael Natera Tirado; el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil,
del Tránsito, del Trabajo y de Menores del Primer Circuito de la misma Circunscripción
Judicial, conociendo en apelación, dictó sentencia el día 7 de marzo de 2001, en la cual
declaró sin lugar la apelación ejercida por la parte actora contra la sentencia que acordó
una extensión a la prórroga del beneficio de atraso concedido a la parte demandada el 9
de mayo de 1997.
 

Contra este fallo de alzada la parte actora anunció recurso de casación, el

cual, una vez admitido, fue oportunamente formalizado. No hubo impugnación.


 

Cumplidos los trámites de sustanciación, siendo la oportunidad para decidir,

lo hace esta Sala, bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter suscribe el

presente fallo, previas las siguientes consideraciones:


 
RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

-I-

De conformidad con el ordinal 2° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, se denuncia la infracción, por errónea interpretación del artículo

908 del Código de Comercio.


 

El formalizante sostiene que la recurrida erró en la interpretación del

artículo 908 del Código de Comercio al establecer que sí es posible conceder más de

una prórroga al comerciante que hubiere obtenido el beneficio del estado de atraso,

siempre y cuando, dichas prórrogas no excedan de un año cada una. Alega que el texto

del mencionado artículo es categórico al establecer que al beneficiario del estado de

atraso, aparte del año que se le concede en primer término para proceder a liquidar

amigablemente sus negocios y pagar a sus acreedores, sólo se le puede conceder una

prórroga que no exceda de otro año, de manera que en ningún caso la liquidación

amigable pueda exceder de 24 meses.


 

La Sala para decidir, observa:


 

Del examen que se ha hecho de la decisión recurrida, se aprecia que ésta se

dictó con ocasión de la segunda solicitud de prórroga hecha por la parte demandada del

beneficio de atraso que le fuera concedido, habiendo sido uno de los puntos centrales de

la misma establecer si es posible que al comerciante que se le ha concedido un beneficio

de atraso y ha obtenido una prórroga, pueda obtener dos y más prórrogas adicionales, la

que concluyó afirmativamente en este sentido.


 

Ahora bien, establece el artículo 908 del Código de Comercio lo siguiente:


“...En todos los casos en que se hubiere acordado la liquidación
amigable, si durante ésta resulta comprobado haberse pagado a los
acreedores que en ella figuran, una parte considerable de las acreencias, o
si concurrieren circunstancias especiales que lo aconsejen, podrá el
tribunal acordar una prórroga del plazo fijado para la liquidación, que no
pase de otro año, siempre que esta medida reúna el voto favorable de la
mayoría de los acreedores que representen por lo menos la mitad del
pasivo restante”.
 

De la disposición transcrita, aparece clara la posibilidad de conceder una

prórroga al comerciante al que se le hubiere concedido el beneficio de atraso, siempre y

cuando concurran determinados elementos que así lo recomienden, esto es, que el

comerciante hubiere pagado una parte considerable de sus acreencias, o que hayan

ocurrido circunstancias especiales que lo aconsejen, siempre que así lo acuerden

también la mayoría de los acreedores.


 

Ahora bien, se cuestiona si la expresión “una prórroga” significa que sólo se

podrá conceder al comerciante un período adicional para proceder a su liquidación

amigable, o si, por el contrario, a pesar de su redacción en singular, permite la

concesión de más de un período adicional para que logre la referida liquidación

amigable.
 

La Sala considera que, aun desde el solo aspecto gramatical, la expresión

“una prórroga” genera dudas sobre si la misma se refiere a una expresión singular, esto

es, que la palabra “una” está limitando numéricamente a la prórroga, lo que hace que a

los fines de dilucidar el alcance y contenido de la disposición denunciada, deban

observarse otros aspectos relativos a dicha disposición.


 

En efecto, si se planteara un caso hipotético en el que un comerciante al que

se le hubiere concedido un beneficio de atraso por un año, luego hubiere obtenido una

prórroga por otro año, solicitare una nueva prórroga, conservando una situación

patrimonial en la que su activo superare ampliamente a su pasivo y todos los acreedores

estuvieren de acuerdo en la continuación del estado de atraso, pareciera obvio que en


tales circunstancias deba concedérsele una nueva prórroga, pues no hay conflicto de

intereses entre los acreedores, quienes eventualmente podrían padecer algún agravio, no

hay riesgo en la pérdida del crédito dado que la situación patrimonial ofrece

expectativas serias de satisfacerlo íntegramente, ni disminución del mismo, dado que los

intereses siguen corriendo durante el tiempo de la liquidación.


 

Entonces, en el caso hipotético señalado, tenemos que es posible la

concesión de más de una prórroga para la liquidación amigable del comerciante al que

se le ha concedido un beneficio de atraso, lo que contrasta con la aparente redacción

singular de la disposición denunciada; sin embargo, evidentemente se trata de un caso

extremo en el que todos los acreedores del comerciante están de acuerdo y no existe

conflicto de intereses.
 

Ahora bien, la Sala debe reflexionar entonces sobre la naturaleza y función

del beneficio de atraso y al efecto observa:


 

El Código de Comercio venezolano, aún vigente, al igual que la mayoría de

las legislaciones mercantiles de Europa y Latinoamérica de su misma época, veían en la


cesación de pagos una falta grave por parte del comerciante que debía ser sancionada

con su declaratoria de quiebra y consecuencial remate de sus bienes para repartir lo que

quede entre sus acreedores. Esa concepción ponderaba los intereses que consideraba en

juego, por una parte el comerciante deudor que afronta una crisis económica, y por la

otra sus acreedores quienes habrían de cobrar a como diera lugar, aunque sólo fuera

parte de sus acreencias.


 

Esa concepción represiva del derecho mercantil con el comerciante que ha

incurrido en cesación de pagos, hoy en día, en las modernas legislaciones comerciales

tiende a ser modificada, entrando en la ponderación de los intereses la posibilidad de


que el comerciante logre superar su crisis económica, pues en la medida que se salve la

empresa, se protege la producción, las fuentes de empleo y se fortalece la economía

misma.
 

En este sentido, el catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de

Barcelona, Ignacio Arrollo, en su ponencia en las II Jornadas Internacionales de

Derecho Mercantil, celebradas en la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas el

año de 1989, contenidas en el libro que recogió las ponencias de ese evento, pp. 1011 a

1013, al comentar el proyecto de reforma de la legislación comercial española, expuso

lo siguiente:
 
“...A diferencia del sistema tradicional, la quiebra que tenía por objetivo
la liquidación y consiguiente desaparición de la empresa, hoy todos los
movimientos de reforma comparten el denominador común del
saneamiento. Hoy asistimos a un cambio radical en el planteamiento
mismo del procedimiento. Ante una situación de insolvencia, el derecho
no debe dar satisfacción a los acreedores, despojando primero al deudor
de su negocio y liquidando después sus bienes para repartirlos entre los
acreedores. El concurso ya no se presenta como un procedimiento de
castigo, infamia y consiguiente desaparición del empresario que defraudó
el crédito. Hoy se pretende en primer lugar, sanear y conservar la
empresa en crisis, para satisfacer después a los acreedores.
Obsérvese que no se trata de un simple cambio de técnica jurídica:
sustituir la liquidación por el convenio. Se trata de algo mucho más
profundo, que incide en la misma concepción del derecho concursal. La
terminología adoptada pone de manifiesto el fenómeno; no se habla de
quiebra sino de concurso. ¿Por qué? Simplemente porque las condiciones
económicas, las consideraciones sociológicas y las motivaciones políticas
que presidieron la redacción de los códigos decimonónicos se han
alterado profundamente en lo que va de siglo.
A) En primer lugar, porque la figura del comerciante, el código de la
tienda y el almacén ha dado paso al empresario, titular de una empresa
que realiza actos en masa, mutando las bases mismas del sistema. El
Derecho Mercantil, y con él el concursal, no es un derecho de
comerciantes y tendederos; es un derecho de la empresa y del
empresario. Derecho privado del tráfico económico. Y naturalmente la
empresa es un conjunto de relaciones jurídicas y de hecho susceptibles de
un valor superior a la suma de sus elementos. Así puede decirse, y
decirse con verdad, que la empresa trasciende al empresario. En efecto,
en la empresa en crisis, lo que interesa al derecho concursal, concurren
una serie de intereses públicos y privados, que el Estado, la sociedad
entera debe velar por su mantenimiento, por su continuidad. Por
paradójico que parezca, la satisfacción de los acreedores, finalidad de
todo procedimiento, no se consigue mejor, ni desde luego
necesariamente, liquidando la unidad productiva. La liquidación significa
en todo caso la desaparición de una fuente de riqueza y con ello la
desaparición de una posible regeneración y superación de la crisis.
A las empresas en crisis, como a los enfermos, no se les cura matándolos,
liquidándolos, sino proporcionándoles el tratamiento adecuado a su
enfermedad. Observar, sanear y curar para continuar son las piezas
básicas del nuevo tratamiento legal.
Basta pensar, por ejemplo en una empresa de mediano o grande
dimensión, cuya liquidación en subasta acarrea la desaparición de todos
los puestos de trabajo. Acaso el Derecho Concursal puede abstraerse de
imperativos del orden económico? ¿Acaso los trabajadores, en su
condición de acreedores laborales, satisfacen mejor sus créditos
percibiendo la cuota de liquidación o manteniendo sus puestos de trabajo,
a través de un procedimiento que favorece el saneamiento?
La conservación de la empresa se presenta así como un logro político
irrenunciable, de ahí que el procedimiento concursal moderno se
caracterice, en primer lugar, porque busca una solución de saneamiento.
Y a ello responde el convenio más que la liquidación.
B) A la misma conclusión se llega, si analizamos el problema del lado
del interés público concurrente. El Estado, en su condición de acreedor,
ante la empresa insolvente debe insinuarse en el procedimiento para
satisfacer sus créditos por impuestos o contribuciones a la seguridad
social. El Estado en su doble condición de acreedor y representante del
bienestar social viene mejor pagado, regenerando la empresa como
fuente de riqueza futura, que repartiendo los despojos que salen del
martillo de la subasta judicial.
(...)
La solución apuntada no es original ni privativa del derecho español.
Antes bien, el legislador español se ha limitado a recoger el eco de otros
ordenamientos. La mencionada reforma del Capítulo once de la Ley
norteamericana ponía el centro de gravedad de la reforma en la finalidad
reorganizadora de la empresa. En la misma dirección caminan las
reformas operadas en el derecho francés que ratifican las leyes de 1985
que descansa en un doble vértice: por un lado, repuesta la información
obligatoria en la fase preventiva de la crisis; y por el otro, introduce el
procedimiento de arreglo amistosos (réglement amiable) que maximiza el
valor de la empresa en funcionamiento, reconoce el interés de los
trabajadores, fomenta la integración de la empresa en los procesos de
concentración, separa el titular-empresario de la empresa-patrimonio y
arropa las funciones del juez, dando entrada, en fin, a los expertos en
crisis de la empresa. (vid. GAVALDA, PATIN, STOUFFLET, Le projet
de loi sur le réglement judiciare des entreprises en dificultes, en ‘Recueil
Dalloz Sirey’. Chronique. III, 1984, pp. 13-26, esp. V, ya antes sobre los
proyectos HOUIN, R ‘Innovations de la loi francaise en matiere de
faillite et de procédures cllectives, ou idées novelles dans le droit de la
faillite. Louvaine, Bruxelles, 1969, pp. 169, pp. 119.136).
En Gran Bretaña, el citado informe Cork apuesta derechamente en favor
de la conservación del negocio del empresario deudor, salvando así los
puestos de trabajo..”.
 

En sentido semejante a lo anteriormente transcrito se han pronunciado

también, Manuel Olivencia Ruíz, catedrático de derecho mercantil de la Universidad de

Sevilla, en su trabajo denominado “El Derecho Concursal: Modernas Orientaciones y

Perspectivas de Reforma”, contenido en el Libro “La Reforma de la Legislación

Mercantil”, Editorial Civitas, 1979, pp. 315-352; y, Joaquín Bisbal Méndez, profesor de

derecho mercantil de la Universidad de Barcelona, en su Libro “La Empresa en Crisis y

el Derecho de Quiebras, (Una aproximación económica y jurídica a los procedimientos

de conservación de empresas)”, publicaciones del Real Colegio de España, Barcelona,

1986.
 

Asimismo, Roberto García Martínez, en su obra “Derecho Concursal”,

Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1997, pp. 36 y 37, al referirse a los fundamentos del

principio de conservación de la empresa como uno de los fundamentos y principios del

Derecho Concursal, expresó lo siguiente:


“...La conservación de la empresa ha dejado de considerarse como un
simple medio de reservación de los intereses de los acreedores en la
ejecución colectiva. Se entiende actualmente la conservación de la
empresa como una solución de fondo: no como un medio de lograr una
mejor liquidación de la empresa, sino como una de las miras del derecho
concursal moderno, como solución de la crisis económica y de
preservación de la empresa en dificultades, apartándola incluso de la
figura y de la suerte del empresario. Ya no se trata de liquidar para
repartir, sino de conservar para salvar.
Sus fundamentos lo podemos encontrar en la Exposición de Motivos de
la ley mexicana de 1942: ‘La conservación de la empresa es una norma
directiva fundamental. La empresa representa un valor objetivo de
organización. En su mantenimiento están interesados el titular de la
misma como creador y organizador, el personal en su más amplio
sentido, cuyo trabajo se dota de un especial valor y el Estado, como tutor
de los intereses generales’.
En nuestra ley 19.551, se expuso como motivo que se ha tenido en cuenta
‘el objetivo de conservación de la empresa mediante la aplicación de
soluciones preventivas’.
La ley actual también se preocupa en tutelar a la empresa y a sus
acreedores, ‘permitiendo la reconversión, restructuración o salvataje del
negocio’ (Exposición de Motivos, 4), con figuras novedosas como el
‘gramdown’, u otra no tan novedosa como la mayor participación de los
acreedores. Los acreedores del proyecto originario, Rivera y Vitolo,
luego ‘pasado por las horcas caudinas’ del Ministerio de Economía,
sostienen, al comentar la continuación de la explotación de la empresa,
que ‘la ley no abdica de la continuidad de la actividad como una finalidad
del régimen concursal’.
La aplicación del principio de conservación significa la
compatibilización entre intereses contrapuestos, a fin de mantener y
recuperar la empresa en crisis. En el caso, deben compaginarse los
intereses de los acreedores, interesados en cobrar sus créditos, con los
intereses del deudor, y con los intereses de la sociedad, a través de
cláusulas compromisorias, que permitan aliviar la situación de crisis
económica.
La segunda premisa es que es más fácil salvar a un enfermo que revivir a
un muerto; de allí que deba evitar en lo posible, el colapso total que
significa la quiebra; no sólo por el peso del pasado, sino por el vacío del
futuro, pues el naufragio de la empresa supondrá la desaparición del
crédito.
Por lo tanto, el mejor método será aquel que tome a la empresa enferma,
en crisis, e intente salvarla a través de medidas preventivas, que pueden ir
desde los acuerdos preconcursales hasta el concurso preventivo..”.
 

Ahora bien, tomando como base las anteriores citas doctrinarias y la

descripción de las modernas corrientes legislativas con respecto al concurso, la

Sala considera que siempre que se mantengan los extremos establecidos en el

artículo 898 del Código de Comercio y no se incurra en alguno de los supuestos

contenidos en el artículo 907 del mismo Código, será posible, de conformidad con

lo establecido en el artículo 908 eiusdem, conceder más de una prórroga al

comerciante que hubiere obtenido el beneficio de atraso.


 

En efecto, la Sala considera que ante aquel comerciante cuyo activo

aparezca ser positivamente superior a su pasivo, que cumpla con las obligaciones o

condiciones que le fueron impuestas relativas a la administración y liquidación de


su patrimonio y que obre de buena fe, será posible mantenerle el beneficio de

atraso por el tiempo que sea necesario para la conservación y salvamento de su

empresa. Obsérvese que la solución indicada, en modo alguno merma la situación

de los acreedores quienes durante la liquidación amigable son pagados

proporcionalmente, sus créditos se mantienen por efecto de los intereses que no se

paralizan y conservan su potencialidad económica de cobro dada la situación

patrimonial del deudor, mientras que éste conserva la posibilidad de salvar su

empresa con las consecuentes ventajas para sí, la sociedad, los trabajadores y el

Estado.
 

No obstante lo anterior, conforme a lo dispuesto en el artículo 908 del

Código de Comercio, siempre que el tribunal haya de juzgar sobre la pertinencia y

conveniencia de la concesión de nuevas prórrogas del beneficio de atraso que

estuviere gozando un comerciante, deberá analizar y ponderar con mucha

prudencia los anteriores requisitos así como los extremos indicados en la

mencionada disposición.

Por tanto, la Sala considera que la recurrida no infringió por error de

interpretación el artículo 908 del Código de Comercio al conceder más de una prórroga

al beneficio de atraso otorgado a la parte demandada.

En consecuencia, se declara improcedente la presente denuncia. Así se

decide.

-II-
 

De conformidad con el ordinal 2° del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, se denuncia la infracción, por falsa aplicación, del artículo 908 del

Código de Comercio; y la de los artículos 907 y 911 del mismo Código, por falta de

aplicación.
 
El formalizante sostiene que de acuerdo a los propios hechos establecidos

por la recurrida, se evidencia la infracción de las normas denunciadas. En efecto, señala

que la decisión apelada estableció que a la parte demandada se le concedió una segunda

prórroga del beneficio de atraso que le fuera otorgado; que no cumplió con las

condiciones que se le establecieron con ocasión de dicho beneficio de atraso; que con

posterioridad a la oportunidad fijada para la reunión de acreedores, el a quo, fijó un

lapso de tres días para que C.A.D.A.F.E., mayor acreedor, opinara en torno a la prórroga

peticionada, la que solicitó la declaratoria de quiebra.


 

Señala el formalizante que el artículo 908 del Código de Comercio, resultó

falsamente aplicado, pues conforme a dicha disposición, no cabía el otorgamiento de

otra prórroga a la parte demandada, la que no había cumplido con las condiciones que se

le impusieron para concederle el beneficio de atraso y por cuanto, el principal acreedor

se opuso a tal solicitud. Con respecto a este último punto, el formalizante alega que es

intranscendente su falta de comparecencia a la reunión de acreedores fijada a tal efecto,

toda vez que el a quo, le concedió un lapso de tres días para que emitiera su opinión

sobre la prórroga, lapso dentro del cual se manifestó la oposición a dicha prórroga.
 

Finalmente, en lo que respecta a la infracción, por falta de aplicación, de los

artículos 907 y 911 del Código de Comercio, el formalizante sostiene su denuncia en

que ya había expirado el lapso acordado para la liquidación amigable y su única

prórroga, que no están previstas en el atraso nuevas prórrogas y que la beneficiaria del

estado de atraso no ofrece esperanza de pagar su pasivo.


 

La Sala para decidir, observa:


 

Previo a cualquier otro pronunciamiento, la Sala advierte que se ha

denunciado la falsa aplicación del artículo 908 del Código de Comercio, entre otras
razones, por considerarse que el mismo prevé la posibilidad de conceder una sola

prórroga al comerciante al que se le ha otorgado un beneficio de atraso. Este aspecto de

la norma denunciada fue objeto de examen en el punto anterior de la presente decisión,

oportunidad en la que se estableció la posibilidad de conceder más de una prórroga al

beneficiario del estado de atraso, siempre y cuando, se encuentren presentes los

requisitos necesarios que así lo aconsejen. Por tanto, en lo que a este aspecto de la

presente denuncia se refiere, la Sala la desecha por las mismas razones antes expuestas.

Así se decide.
 

Ahora bien, el formalizante denuncia la falsa aplicación del artículo 908 del

Código de Comercio, por considerar que la beneficiaria del estado de atraso no cumplió

con las condiciones que se establecieron para concederle dicho beneficio, y por cuanto,

el principal acreedor de la beneficiaria se opuso al otorgamiento de esa nueva prórroga.


 

Conforme al artículo 908 del Código de Comercio, a los fines de la

concesión de la prórroga al beneficiario del estado de atraso, es necesario que este

compruebe haber pagado a los acreedores una parte considerable de sus acreencias o

que concurran circunstancias especiales que lo aconsejen y el voto favorable de la

mayoría de los acreedores que representen, por lo menos, la mitad del pasivo restante.

De la referida disposición, aparece claro que deben concurrir por lo menos dos

requisitos para la concesión de la prórroga del beneficio de atraso, estos son, el pago de

una parte considerable de las acreencias o la existencia de circunstancias especiales que

lo aconsejen, por una parte, y el voto favorable de ciertos acreedores, por la otra.
 

Ahora bien, la Sala observa que la recurrida, al momento de juzgar sobre la

procedencia de la prórroga solicitada a la parte demandada, estableció, tanto la

ocurrencia de circunstancias especiales que aconsejaban dicha prórroga, como la falta

de oposición oportuna por la parte actora a dicha prórroga. En efecto, en la parte

pertinente de la recurrida se expresó lo siguiente:


 
“...Si resulta comprobado haber pagado a los acreedores durante el plazo
inicial de la liquidación amigable o si concurren circunstancias especiales
como la del presente caso explicadas en la parte motiva del fallo hoy
revisado, se puede acordar a la beneficiada de la liquidación una prórroga
que no pase de otro año, siempre que esta medida reúna en principio el
voto favorable de la mayoría de los acreedores que representen por lo
menos la mitad del pasivo restante y así expresamente se decide.
Se debe tomar en cuenta especialmente que la beneficiada de la
liquidación amigable y que la medida de solicitud de prórroga haya
contado con el voto favorable de la mayoría de los acreedores, o queda
implícitamente reconocido al no concurrir en el día y hora señalados para
la comparecencia de los acreedores, tal como sucedió en el presente caso,
si esto es así la decisión de concordar (sic) una nueva prórroga reúne los
extremos legales señalados por el artículo 908 del Código de Comercio y
así expresamente se decide.
(...)
El otorgamiento de la prórroga en nada perjudica a los acreedores, pues
la proporción de algún oponente, en relación con la masa de acreedores,
no le permite asumir una conducta contraria al sentir de esa mayoría, que
ha dado su apoyo bien en forma expresa, o bien implícitamente no
concurriendo al acto de la reunión fijada previamente, le ha dado su
aprobación a esta suerte de prórroga de la prórroga, al no concurrir el día
señalado para ello y presentar su aprobación o reprobación de dicha
solicitud.
(...)
Ahora bien, determinado y decidido el hecho de que el Juez de Instancia
si podía decretar “Nuevas Prórrogas” o “Prórrogas de las Prórrogas” en
los Estados de Atrasos o de liquidación Amigable (sic), en necesario
hacer expresa determinación a la Oposición o el Voto Favorable de la
casi única acreedora de la empresa ELEBOL, es decir, CADAFE, al
respecto, observa esta Alzada que en el Acta donde se fijó la reunión de
los acreedores cursante en autos, no asistió la opositora, sino lo hizo en
otra oportunidad “Alegando (sic) que la secretaria no le informo (sic) que
el Acto (sic) se realizaba” para este sentenciador tal actuación posterior al
acto de la reunión previamente fijada, es absolutamente extemporánea
porque va en contra del principio de la preclusividad de los Actos
Procésales de conformidad con el Artículo (sic) 202 del Código de
Procedimiento Civil, aplicado en el presente caso, y así se decide...(sic)”.
 

En este sentido la recurrida, citando la decisión apelada estableció lo

siguiente:
“...El Tribunal emite su pronunciamiento en fecha 07-07-99, acordando
una extensión de la prorroga de doce meses más contados a partir del 26
de mayo de 1.999 (sic) del beneficio de atraso acordado a la empresa
C.A. ELECTRICIDAD DE CIUDAD BOLIVAR motivando tal
sentencia de la manera siguiente: “Que en el caso particular cabe destacar
que ELEBOL empresa de comercio no realiza o desarrolla ninguna otra
actividad lucrativa distinta. De esta última afirmación surge un elemento
especial, en el sentido de ambas empresas están sometidas al control
tarifario del ejecutivo Nacional y en el supuesto de autorizarle un
aumento tarifario a CADAFE de obligatoria actuación, se produce una
ruptura, un desequilibrio económico, conforme al cual ELEBOL está
obligada a vender por debajo del costo de adquisición, lo que se traduce
en un ingrediente negativo a la relación económica de la empresa y una
posibilidad material de honrar la deuda y sin que pueda ELEBOL dejar
de prestar el servicio público en esta colectividad. Desde esta perpectiva,
el caso bajo el análisis se aleja de las reglas comunes que gobiernan las
relaciones entre simples comerciantes, no estamos en presencia en
pluridad de principios, del ejercicio de libertad de contratación. La
empresa CADAFE es una empresa del Estado venezolano que desarrolla
altos fines del mismo, pero a quien se le impone un marco de actividad
previsto y desarrollado por el propio Estado, y sin que pueda salirse de
ello cuando desarrolla su objeto, es decir, no puede violentar las tarifas
que el propio Estado la impone y en consecuencia de ello y a su vez
también le es obligante imponer dichas tarifas a una empresa como
ELEBOL, que por cierto no puede adquirir el fluido eléctrico que
comercializa, sino de CADAFE exclusivamente el costo que el ejecutivo
le asigna a esta última como distribuidora de energía eléctrica a nivel
nacional. Y esta afirmación en criterio de quien sentencia, por razones de
equidad en beneficio del servicio público desarrollado, dada la
participación del Estado venezolano en la grave situación, lo lleva a la
convicción de que seria contrario a toda lógica permitir que por la vía de
una Quiebra, de muy difícil instauración en la práctica, se llegara al
cierre de una empresa dispensadora de un servicio público que por largos
años ha prestado con la debida autorización de la Municipalidad y sobre
todo si tomamos en consideración la gran crisis económica por la que
atraviesa actualmente nuestro país y lo que significa como costo político,
como costo ciudadano, que se impidiera o se entrabara la prestación de
un servicio de indispensable necesidad a petición de una empresa del
Estado, y sobre todo, cuando el caso concreto se ha dejado sentado que el
estado de relación crediticia de la empresa en cuestión ha sido
consecuencia de causas extrañas a las propias empresas involucradas, no
imputable a la administración de ELEBOL. Al respecto se hace
necesariamente plasmar el criterio doctrinal del tratadista español Ignacio
Arroyo, Catedrático de Derecho Mercantil en la Universidad Autónomo
de Barcelona en su disertación que titulo la Disciplina de los Procesos
Concursales, en las II Jornadas (internacionales) de Derecho Mercantil
celebrada en Caracas en el año 1.999 (sic) y publicadas por la U.C.A.B.
pág. 1.005 al 1.022, quien expresa: “...A diferencia del sistema
tradicional, la quiebra que tenía por objetivo la liquidación y consiguiente
desaparición de la empresa, hoy todos los movimientos de reforma
comparten el denominador común del saneamiento. Hoy asistimos a un
cambio radical en el planteamiento mismo del procedimiento. Ante una
situación de insolvencia, del derecho no puede dar satisfacción a los
acreedores, despojando primero al deudor de su negocio y liquidando
después sus bienes para repartirlos entre sus acreedores. El concurso ya
no se presenta como un procedimiento de castigo, infamia y consiguiente
desaparición del empresario que defraudó el crédito. Hoy se pretende en
primer lugar, sanear y conservar la empresa en crisis, para satisfacer
después a los acreedores.
A la misma conclusión se llega si analizamos el problema del lapso del
interés público concurrente. El Estado, en su condición de acreedor, ante
la empresa solvente debe insinuarse en el procedimiento para satisfacer
sus créditos del Estado en su doble condición de acreedor y de
representante del bienestar viene mejor pagado, regenerando la empresa
como fuente de riqueza futura, partiendo los despojos que salen del
martillo de la subasta judicial. Por fuerza de todo ello y en atención al
razonamiento que antecede de este sentenciador compartir el criterio de
la empresa CADAFE quien tácitamente ha reconocido las circunstancias
especiales del asunto debatido, en el de dejar a su única voluntad la
desaprobación de lo solicitado mediante su voto desfavorable, dejando de
lado otras situaciones concurrentes y sobre si se toma en consideración
que a lo largo de todo el tiempo en el cual se encontrado en Estado de
Atraso la empresa solicitante, la acreedora CADAFE no objetó ni tan
sólo una vez los informes, balances, estados financieros y otras
afirmaciones que periódicamente presentaba ELEBOL al Tribunal
mediante escritos consignados en autos, durante el término de la
prorroga. En consecuencia, este Tribunal estima que el voto desfavorable
a la solicitud de extensión de la prorroga formulada en muy estricto
derecho por la Compañía Anónima de Distribución y Fomento Eléctrico
(CADAFE), no resulta pertinente al especialísimo caso “suigeneri” que
se juzga. ASI ESPECIALMENTE SE DECIDE...”.

Como puede apreciarse de los extractos de la recurrida antes transcritos, a


los fines de conceder la prórroga solicitada al beneficio de atraso otorgado a la parte

demandada, si bien estableció que dicha beneficiaria no había cumplido cabalmente con

los pagos que le fueron impuestos con ocasión del otorgamiento de dicho beneficio,

estableció a su vez la concurrencia de circunstancias especiales que a su parecer

aconsejaban el otorgamiento de la prórroga, pronunciamiento que no fue cuestionado

por el formalizante y que traduce la verificación por parte de la recurrida de uno de los

requisitos establecidos en el artículo 908 del Código de Comercio para la concesión de

la prórroga solicitada.
 
En lo que respecta a la oposición hecha a la concesión de dicha prórroga, tal

como quedó establecido, la recurrida la consideró extemporánea, independientemente

de la prórroga que hubiere sido otorgada por el a quo a tales fines; y, por otra parte, a

criterio de la recurrida, la falta de comparecencia oportuna de los acreedores a la

reunión convocada para que opinen con respecto a la solicitud de dicha prórroga, debe

interpretarse como un voto favorable, pronunciamiento éste tampoco cuestionado por el

formalizante.

En este sentido la recurrida estableció lo siguiente:


“...Ahora bien determinado y decidido el hecho de que el Juez de
Instancia si podía decretar “Nuevas Prórrogas” o “Prórrogas de las
Prórrogas” en los Estados de Atraso o de liquidación Amigable (sic), es
necesario hacer expresa determinación a la Oposición o el Voto
Desfavorable de la casi única acreedora de la empresa ELEBOL, es decir,
CADAFE, al respecto, observa esta Alzada que en el Acta donde se fijó
la reunión de los acreedores cursante en autos, no asistió la opositora,
sino lo hizo en otra oportunidad “Alegando que la secretaria no le
informo que el Acto se realizaba” para este sentenciador tal actuación
posterior al acto de la reunión previamente fijada, es absolutamente
extemporánea porque va en contra del principio de la preclusividad de los
Actos (sic) Procesales de conformidad con el contenido del Artículo 202
del Código de Procedimiento Civil, aplicable al presente caso, y Así se
Decide. Ahora bien, no obstante lo anterior este Juzgador considera
necesario hacer el siguiente pronunciamiento en cuanto a la
frase...”SIEMPRE QUE ESTA MEDIDA REUNA EL VOTO
FAVORABLE DE LA MAYORIA DE LOS ACREEDORES QUE
REPRESENTEN POR LO MENOS LA MITAD DEL PASIVO
RESTANTE...” del artículo 908 del Código de Comercio. 
 
 

Por tanto, la Sala encuentra que la recurrida fundó la concesión de la

prórroga al beneficio de atraso concedido a la parte demandada en la existencia de

circunstancias especiales que así lo aconsejaban y en la falta de oposición de los

acreedores a dicha prórroga, supuestos éstos previstos en el artículo 908 del Código de

Comercio para el otorgamiento de la prórroga en cuestión, los que al no haber sido

cuestionados por el formalizante, resultan suficientes para considerar que la referida

disposición fue correctamente aplicada por la recurrida para otorgar la tantas veces

referida prórroga.
 

En consecuencia, se declara improcedente la denuncia que se ha hecho del

artículo 908 del Código de Comercio. Así se establece.


 

En lo que respecta a la denuncia, por falta de aplicación de los artículos 907

y 911 del Código de Comercio, los que prevén la declaratoria de quiebra, bien por el

incumplimiento de las condiciones establecidas al beneficiario de atraso, o bien por

resultar improcedente la solicitud misma de tal beneficio, al haberse establecido la

procedencia de la prórroga a la beneficiaria del estado de atraso, desechándose la

denuncia del artículo 908 del mismo Código, por falsa aplicación, resulta igualmente

improcedente la denuncia de los mencionados artículos.


 

En consecuencia, se desecha la presente denuncia.

DECISIÓN
 

Por las razones antes, expuestas este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por autoridad de la Ley, declara SIN LUGAR el recurso de casación
anunciado contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del
Tránsito, del Trabajo, de Menores y de Estabilidad Laboral del Primer Circuito de la
Circunscripción Judicial del Estado Bolívar, en fecha 7 de marzo de 2001, por la parte
actora, sociedad de comercio COMPAÑÍA ANÓNIMA DE ADMINISTRACIÓN Y
FOMENTO ELÉCTRICO (CADAFE).
 

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 320 del Código de

Procedimiento Civil, se condena al recurrente al pago de las costas procesales.


 

Publíquese, regístrese y remítase el expediente al Juzgado Primero de

Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Agrario y del Tránsito del Primer Circuito de
la Circunscripción Judicial del Estado Bolívar. Particípese esta remisión al Juzgado de

origen ya mencionado.
 

Dada,   firmada  y  sellada  en  la  Sala  de Despacho  de  la Sala  de

Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los veinte (20 ) días del

mes de diciembre  de dos mil dos. Años 192º de la Independencia y 143º de

la  Federación.
 
El Vicepresidente en ejercicio
de la Presidencia,
 
_______________________

CARLOS OBERTO VÉLEZ


 El Magistrado Ponente,
 
________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
               
El Magistrado Suplente,
                    _____________________
   TULIO ALVAREZ LEDO
 
La Secretaria,
 
 
_________________________
                               ADRIANA PADILLA ALFONZO
 
R. C Nº 01- 314
 
 

También podría gustarte