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CAPÍTULO 3

JONÁS

PATERNIDAD Y FECHA DE JONÁS


Éste es el mensaje de Jonás el hijo de Amitai (1.1), que era profeta de Dios en el reinado del norte, Israel
(2R 14.25). Por cuanto Jonás ejerció su ministerio para el Señor durante el reinado del rey de Israel
Jeroboam II, su mensaje se data en el 780 a.C.
El relato no indica quién sea el autor. Jonás es mencionado siempre en tercera persona. Hoy día es
frecuente considerar inválida la teoría que afirma que el mismo profeta mencionado en 2 R 14.25 escribió el
libro que lleva su nombre. Se dan para ello las siguientes razones: (1) los arameísmos, (2) las señales de
hebreo tardío y (3) el mensaje central del libro. Sin embargo, ninguno de los argumentos es conclusivo. Se
reconoce cada vez más que muchos arameísmos ya se estaban introduciendo en el hebreo del norte desde
el tiempo de David. Además, hay un énfasis universalista incluso en el siglo VIII a.C. (Is 2.2s).

PROPÓSITO DE JONÁS
Este libro revela que Dios deseaba la salvación de los gentiles y que les extendía su gracia. Aunque Dios
había establecido una relación de pacto solamente con Israel, no abandonó al resto de la humanidad. El
mensaje de Jonás se dirigió a la poderosa nación de Asiria, que tenía como capital a Nínive.

BOSQUEJO BÁSICO DE JONÁS


(1) La orden de Jonás (1.1-2)
(2) La resistencia de Jonás (1.3-17)
(3) El arrepentimiento de Jonás ((2.1-10)
(4) La renovación de la orden de Jonás (3.1-4)
(5) La recepción de Jonás ( (3.5-10)
(6) La reprensión a Jonás (4.1-11)

DATOS IMPORTANTES ACERCA DE JONÁS


(1) Palabra clave: La gracia de Dios
(2) Capítulo clave: 4, la revelación del carácter de Dios
(3) Versículos clave: 1.2;3.4-10;4.2
(4) Personaje clave: Jonás
(5) Geografía de Jonás: Israel y Nínive.
El libro ha recibido las más variadas interpretaciones en cuanto a su carácter. Dos corrientes permanecen
frente a frente: la literal (histórica) y la parabólica (didáctica). Tradicionalmente el libro se ha interpretado en
el primer sentido, al pie de la letra, como la historia de la misión de Jonás y sus resultados. Jonás sería el
mismo que profetizó en tiempos de Jeroboam II (siglo VIII a.C.), el cual es mencionado en el
encabezamiento del libro (1.1). Para decir esto se basan en (1) la tradición judía y patrística; (2) las
alusiones que Jesús hizo de la vida de Jonás (Mt 12.40 y Lc 11.30); (3) el hecho de que el libro se escribe
como una historia, incluyendo muchos detalles geográficos, topográficos e históricos; (4) si no es histórico
no hay razón para atribuir los sucesos al profeta Jonás; (5) si es una parábola, es extraño que sea tan larga
y que no incluya más indicación o explicación de su moraleja.
La cuestión del pez se ha discutido mucho. Han circulado varios relatos de sucesos modernos semejantes
(con varios grados de confiabilidad). Quizás el más importante se encuentra en Princeton Theological
Review XXV (1927), p. 636, donde se relata la experiencia de una persona rescatada tres días después de
ser tragado por un mamífero marítimo.

MARCO HISTÓRICO
El profeta Jonás probablemente visitó Nínive durante los días gloriosos del Imperio Asirio. Como del 885 al
665 a.C., los asirios dominaron el mundo antiguo. Numerosos pasajes del AT hablan de hostigamiento de
fuerzas asirias contra Judá e Israel durante esos años. Allá por el año 841 a.C., Jehú, rey de Israel, se vio
obligado a pagar tributo a Salmanasar III de Asiria. Este tipo de acoso continuó por más de un siglo, hasta
que Israel por fin sucumbió ante las fuerzas asirias cerca del año 722 a.C. Jonás no quería ir a Nínive,
capital del cruel enemigo asirio, y mucho menos que se arrepintieran y recibieran el perdón de Dios.
Cuando Jonás por fin obedeció, los de Nínive se arrepintieron, tal como lo temía el profeta. Algunos
eruditos relacionan la conversión masiva de Nínive con las reformas religiosas de Adad-Nirari III (rey asirio,
811–783).

CONSIDERACIONES ESPECIALES ACERCA DE JONÁS


Jonás profetizó en el reinado del norte durante el próspero reinado de Jeroboam II (cp 2R 14.23). Dios
llamó a Jonás a que fuese con su palabra de juicio a Nínive. Los brutales asirios, con su potente máquina
de guerra, eran odiados y temidos por muchas naciones, incluyendo Israel. Jonás, que era un israelita
patriota, también odiaba este poder gentil. Su odio se mezcló con su temor de que Dios pudiese ser
misericordioso para con los asirios, haciéndole resistirse al mandamiento de Dios de ir allá.
Nínive era una ciudad grande (cp.Jon.4.11) fuertemente fortificada. Las murallas y una serie se fosos
hacían que esta ciudad fuese casi inexpugnable. Su ejército era conocido por su potencia, disciplina y
ferocidad. ¿Por qué, pues, iban ellos a arrepentirse cuando un profeta israelita entrase en su ciudad?.
Puede que las gentes de Nínive comenzasen a buscar al Dios verdadero a la luz de las varias plagas que
habían azotado la ciudad y un eclipse total de sol. Estos acontecimientos pueden bien ser considerados
como señales de un juicio venidero. Si esta suposición es correcta, entonces Nínive estaba preparada
cuando Jonás llegó a las puertas de la ciudad.

APORTE A LA TEOLOGÍA
La enseñanza del libro de Jonás es una de las más elevadas del AT. El tema central es la universalidad de
la salvación de Dios, su amor y providencia generosa, la cual no es patrimonio exclusivo de ningún pueblo,
ni siquiera el israelita. Este designio universal de la salvación divina se opone al exclusivismo en que cayó
la comunidad judía. En este sentido, el libro de Jonás se suma a Isaías 19.23–25 y al libro de Rut. La
resistencia de Jonás primero y después su tristeza por la conversión de Nínive, que impidió temporalmente
el cumplimiento del juicio de Dios, representan claramente la idea del particularismo judío.
Por otra parte, el libro nos enseña que aun los más categóricos vaticinios de Dios contra los pueblos que no
son judíos manifiestan la voluntad misericordiosa de Dios. Él solo espera alguna muestra de
arrepentimiento para dar su perdón, porque también a los gentiles les es concedida la posibilidad de la
conversación. Con Jonás estamos a un paso del evangelio.

OTROS PUNTOS IMPORTANTES


Demasiada atención se le ha dado al «gran pez» (1.17) que se tragó a Jonás y lo vomitó después en la
costa. No resolvemos nada discutiendo si un pez puede tragarse a un hombre ni si una persona puede
permanecer viva tres días en el vientre de tal criatura. El asunto de esta parte de la historia es que Dios
obró un milagro para preservar la vida de su profeta de manera que este pudiera lograr que Nínive
cumpliera las órdenes de Dios. El pasaje establece que Dios «tenía preparado» específicamente este pez
para tal propósito (1.17). Otros milagros que Dios «tenía preparado[s]» para enseñar a Jonás su propósito
para la ciudad de Nínive fueron la calabacera (4.6), la enfermedad y sequía de la planta (4.7) y el viento
solano que añadió miseria a Jonás.
Algunos lectores de la Biblia insisten en interpretar este libro como una alegoría o una parábola. Sin
embargo, esos enfoques pasan por alto la propia interpretación literal de Jesús acerca de Jonás (Mt 12.40;
Lc 11.29–32). Por tanto, el libro de Jonás es mucho más que una historia de un pez. Es un recuento
maravilloso de la gracia de Dios que eleva nuestra mirada a la más grandiosa historia de amor de todas: la
muerte de su Hijo Jesucristo por los pecados del mundo.

LECCIONES PARA SER APRENDIDAS


1. La bondad y el juicio de Dios son compatibles.
2. Los recursos de Dios son utilizados para el cumplimento de sus propósitos.
3. El pueblo de Dios debe reflejar su bondad. No hay lugar para el resentimiento ni la dureza del corazón,
a no ser que también querramos que Dios nos trate de la misma manera.
RESUMEN DE JONÁS
Este relato de la vida de Jonás fue escrito para corregir el estrecho nacionalismo de los israelitas. Aunque
Dios tenía una relación de pacto con Israel, Él estaba aún interesado por los gentiles y quería que se
salvasen. Además, la nación de Israel tenía la responsabilidad de ser luz para los gentiles, una
responsabilidad que había olvidado. El libro de Jonás es un estudio sobre el poder y la gracia de Dios. Es
un libro lleno de acontecimientos milagrosos, pero más importante aún, es una evidencia adicional de que
Dios es rico en misericordia y gracia.
El primer capítulo de Jonás registra el claro y a la vez inusitado mandamiento de Dios. Es el mandamiento
a un profeta israelita de ir real y efectivamente a una nación gentil llevando un mensaje. El experimentado
profeta Jonás (cp.2R 14.25) rehusó obedecer la orden de Jehová de ir y predicar un mensaje de juicio a
Nínive, la capital de Asiria. Su desobediencia es inesperada, ya que uno pensaría que el profeta
aprovecharía la oportunidad de pronunciar juicio sobre una nación enemiga. Pero Jonás tenía fuertes
sospechas de que Dios realmente tenía la intención de salvar a Nínive y no de juzgarla (cp.4.2 con Éx 34.6-
7). Jonás no quería participar en absoluto en esa salvación, lo que revela que su corazón no estaba en
armonía con el de Dios. En lugar de dirigirse hacia el este de la ciudad de Nínive, Jonás abordó un barco
en dirección al oeste. Dios, usando una tormenta y un gran pez, interceptó a su profeta descarriado.
En el cap.2, Jonás se halla vivo adentro de un gran pez, luego de haber sido tragado por él. Vemos su
obstinación en el hecho de que tardó varios días en arrepentirse y orar a Dios (1.17). Dios libró a Jonás
sólo después de que éste hubo llegado a un acuerdo con Dios respecto a su desobediencia.
El cap.3 narra la renovación de la orden dada a Jonás. Dios le da a Jonás una segunda oportunidad,
revelando así su gracia y su bondad para con su profeta. Cuando Jonás finalmente llegó a Nínive predicó el
mensaje de juicio de Dios (3.4). Nínive, que pudo haber estado preparada para un mensaje de esta
naturaleza debido a varios acontecimientos significativos, se arrepintió y fue librada del juicio que Dios
había planeado para ella (cp.Jer 18.7-8).
En el capítulo 4, Jonás halla que se ha hecho realidad lo que más temía y le expresa su disgusto a Dios por
lo que ha sucedido. Se enoja porque Dios ha mostrado gracia y misericordia al pueblo arrepentido de
Nínive. Es una suerte para Jonás que Dios es rico en gracia y lento para la ira, ya que de otro modo
hubiera tenido que enfrentar serias consecuencias por su actitud. El libro termina con un instructivo
contraste entre la gran compasión de Dios y la falta misma en Jonás (4.5-11)

La historia nos dice que los asirios eran crueles y despiadados, que no les importaba sepultar vivos a sus
enemigos, desollarlos vivos o ensartarlos en postes afilados a pleno sol. En los cuatro capítulos de su libro,
Jonás traza sus experiencias y las lecciones que aprendió.

I. Renuncia: La lección de la paciencia de Dios (1)


En lugar de ir a Nínive, Jonás fue en dirección opuesta. Huyó «de la presencia de Jehová», lo que quiere
decir que renunció a su oficio profético. Jonás sabía que no podía huir de la presencia de Dios (Sal
139.7ss), pero sí podía renunciar a su llamado y dejar de predicar.

A. Las causas de su rebeldía eran muchas.


Primero, tenía una actitud equivocada respecto a la voluntad de Dios; pensó que era algo difícil y peligroso.
Y tenía la actitud equivocada sobre testificar; pensaba que podía «encender y apagar su testimonio»
cuando le apetecía y no se percataba de que testificaba por Dios o en contra de Él, sin importar dónde
estuviera. También tenía la actitud equivocada hacia sus enemigos: quería verlos perecer.

B. La ruta de su rebeldía fue hacia abajo.


Descendió a Jope, descendió a las entrañas de la nave, descendió al mar y al vientre del gran pez. La
desobediencia siempre lleva hacia abajo. Pero nótese que a menudo las cosas parecen «dar resultados»,
incluso para el creyente rebelde, porque la nave lo esperaba y tenía dinero para pagar el pasaje.

C. Las consecuencias de su rebeldía fueron trágicas.


Perdió la voz de Dios, porque ahora Él tuvo que hablarle en una tormenta. Perdió su energía espiritual y se
echó a dormir en el interior de la nave. Perdió su poder en la oración e incluso su deseo de orar. Los
paganos oraban, pero Jonás dormía. Perdió su testimonio ante los hombres de la nave y perdió su
influencia para bien, porque era la causa de la tormenta. También casi pierde su vida.

II. Arrepentimiento: La lección del perdón de Dios (2)


Jonás fue, antes que todo, castigado por la mano amorosa de Dios. Admitió que Él lo echó al mar y no las
manos de los marineros (v.3). Luego Jonás fue condenado por sus pecados y esto, después de todo, es el
propósito del castigo: traernos al lugar de convicción y confesión. Perdió la presencia de Dios (2.4; Sal
51.11); admitió que creyó en las mentiras del diablo (v.8); y mostró verdadera tristeza por sus pecados
(v.9). En fe le pidió a Dios perdón, mirando hacia el templo (v.4), como se le enseñaba al judío del AT que
hiciera (2 Cr 6.36–39). Dios limpió a Jonás y le dio otra oportunidad.
De acuerdo a He 12.5–11 hay varias maneras en que los cristianos pueden responder al castigo de Dios:
podemos despreciarlo, como Jonás lo hizo durante tres días, y rehusar confesar; podemos desmayar y
darnos por vencidos; o podemos soportar el castigo de Dios, confesar nuestros pecados y confiar en que Él
hará que todo obre para nuestro bien y para su gloria. Rebelarnos contra la mano de Dios es buscar
problemas. Jonás se sometió, oró y confió, y Dios le perdonó.

III. Avivamiento: La lección del poder de Dios (3)


La palabra clave en este capítulo es «grande». Jonás vino a la gran ciudad para predicar el mensaje de
Dios. Había casi un millón de personas en Nínive y alrededor de ella, y la ciudad tenía grandes murallas y
torres. Era el centro del ascendente Imperio Asirio. Pero era una ciudad pecadora (Nah 3) debido a que los
asirios era un pueblo cruel y despiadado, que no tenía ninguna compasión por sus enemigos. «Violencia»
era su principal pecado (v.8). Dios le dio a Jonás una gran comisión, predicar a estos gentiles que podían
escapar de la ira de Dios y ser perdonados. Jonás tenía que sobreponerse a sus prejuicios pecaminosos
para predicar este mensaje. Entonces Dios obró un gran cambio en la ciudad, porque desde el rey hasta el
ciudadano más humilde mostraron temor y arrepentimiento. Dos cosas contribuyeron a esto: el mensaje de
Jonás y el milagro de la liberación de Jonás del gran pez, ya que las noticias del hecho llegaron a la ciudad.
Llevó tres días recorrer todo Nínive, pero el avivamiento llegó el primer día del ministerio de Jonás. El
pueblo «creyó a Dios» (v.5), demostrando su fe con obras de contrición.
Jesús usó a Nínive para ilustrar un punto importante (Mt 12.38–41). Predicó tres años a esa generación y
reforzó sus mensajes con milagros, sin embargo, no querían arrepentirse ni creer. Los ninivitas oyeron un
sermón y un predicador, y ese sermón enfatizaba la ira, no el amor; y sin embargo se arrepintieron y fueron
perdonados. Sin duda, la condenación para ellos será más grande.

IV. Rebelión: La lección de la compasión de Dios (4)


Esta es la lección clave del libro: El amor y la compasión de Dios por las almas perdidas. Jonás se
autocompadecía e incluso sintió lástima por la planta que le cobijaba y luego murió, pero no tenía ningún
amor ni compasión por las multitudes en la ciudad de Nínive. Es posible servir al Señor y sin embargo
no amar a las personas. Qué diferente es Jonás en este capítulo de Jesucristo, porque Jesús miró a la
ciudad de almas perdidas y lloró. Dios podía controlar el viento y las olas en el capítulo 1, el pez en el
capítulo 2, la enredadera, el gusano y el viento en el capítulo 4, pero no podía controlar a Jonás sin la
rendición del profeta. Todo en la naturaleza obedece a la Palabra de Dios, excepto los seres humanos, y
estos tienen la más grande razón para obedecer. Al parecer Jonás arregló cuentas con Dios, confesó sus
pecados y continuó su ministerio. Y Dios en efecto perdonó a la ciudad de Nínive durante un siglo y medio.
Por supuesto, Jonás es un tipo de Jesucristo (Mt 12.39–41) en su muerte, sepultura y resurrección.
Algunos ven en Jonás un cuadro de la nación judía: desobediente, echada de su tierra; «tragada» por el
mar de gentiles; preservada a pesar de la oposición; traída de regreso y teniendo una segunda
oportunidad.

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