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1-

Karush asigna un papel fundamental a las mercancías de la cultura de masas en la


elaboración de identidades, valores y aspiraciones de sus audiencias y consumidores.
La cultura de masas local se formó en relación con la extranjera. Los empresarios
locales debieron crear productos que emularan los logros de sus competidores
extranjeros y que tuvieran al mismo tiempo una impronta nacional.
Esta dialéctica resultó en la creación de un modernismo alternativo, que reconciliaba la
tradición argentina con la modernidad. Rediseñando la cultura popular existente al
ofrecer al público una visión populista del auténtico pueblo argentino.

A través del mundo, las nuevas tecnologías diseminaron los productos culturales y los
mensajes ideológicos del mundo desarrollado, pero al mismo tiempo, se pusieron al servicio de
la remodelación de la cultura popular local para el mercado interno. El resultado fue la
elaboración de productos de la cultura nacional en diálogo con aquellos importados. (Karush,
2013: 69)

El mercado se encontraba saturado de productos importados, que además eran muy


buscados por el público.
En una escena inicial de Los tres berretines (Susini, 1933) entran dos clientas a la
ferretería a buscar un calentador como los de los anuncios de cine. Los espectadores
ansiaban adquirir productos iguales a aquellos que veían en pantalla y también había
una fuerte percepción de la mayor calidad de los productos extranjeros, que
habitualmente sólo podían adquirir las personas de clase alta. En este sentido, la
adquisición de estos productos también representaba un ascenso social.
Unas pocas escenas después, el ferretero Manuel, se lamenta “Con lo que han visto
en el cine, cuándo vuelven a casa todo les parece miserable”.
El mercado extranjero, además de para sus propios productos, creaba una gran
demanda de productos nacionales. Muchos no podían acceder a los productos
importados por los costos y se volcaban hacia las producciones homólogos nacionales

La cultura masiva argentina triunfó comercialmente hasta tal punto que ofrecía una alternativa
al modernismo capaz de reconciliar las tradiciones locales con la modernidad cosmopolita.
Dado el enorme prestigio de los productos norteamericanos, así como la marca de modernidad
que traían consigo, los productores locales necesitaban tanto emular esos productos como a su
vez distinguirlos de los que ellos ofrecían. Se esforzaban por reproducir el estilo y los logros
técnicos norteamericanos y, simultáneamente, por enfatizar su propia autenticidad distintiva y
nacional. (Karush, 2013: 70)
A través de una máquina de producción que involucra otros sistemas de producción
seriados, los valores le son impuestos al público. El mensaje se difunde a través de
radios, revistas de cine, discos, espectáculos deportivos… Todo se pone en función de
la base económica de estos sistemas.

El crecimiento rápido de los barrios así como la diversidad de la población que los habitaba
produjeron un proceso extremadamente fluido de formación de la identidad. Los residentes de
los barrios fueron el blanco de múltiples apelaciones que buscaban constituir sus identidades
de modos diversos. Algunas de las apelaciones más sobresalientes eran las que emanaban de
las nuevas asociaciones e instituciones, como partidos políticos, clubes de fútbol, bibliotecas,
periódicos y las omnipresentes sociedades de fomento. (Karush, 2013: 50)

Las películas se estructuraban entorno a la figura de estrella, que era reforzada desde
otros medios como la revista, la radio y la publicidad. También se valían de cantantes
o futbolistas reconocidos y de obras de teatro famosas que atraían una gran afluencia
de público.

Por ejemplo la película Puerto nuevo (Sofficci y Amadori, 1936) incorpora los modelos
de representación de la revista porteña. A pesar de que el escenario es reconstruido
en estudios, los números interpretados responden al modelo de actuación que se
representaba en el Maipo. Tanto Pepe Arias como Alicia Vignoli, sus protagonistas,
eran estrellas de este teatro.

La secuencia del teatro, que dura más de veinte minutos, destaca la actuación de
Pepe Arias (Dandy) que es empujado al escenario y debe hacerse cargo de una
situación sin saber qué decir, mientras un público lo observa desde la platea y otro,
detrás de bambalinas. El espectador ya conoce la labor de Pepe Arias como cómico
y puede disfrutar, cómplice, de su composición. El film utiliza muchos elementos que
el espectador ya conoce de otros medios de producción.

2-
El género se refiere a una categoría del análisis social que permite identificar la forma en que
se organizan las relaciones sociales con base en la diferencia sexual. Es un eje de desigualdad
social basado en la oposición binaria y jerárquica de lo masculino-femenino, con implicaciones
directas en los planos material y simbólico de la vida social. (Guevara Rusieñor, 2008: 75)

En el cine argentino de los años treinta, había roles de género bien definidos.
El hombre salía a trabajar y era el responsable de la manutención y la toma de
decisiones. Sus ambientes eran el billar, el futbol y la política.
La mujer en cambio, era quien comandaba el hogar familiar, se ocupaba de los hijos y
de la alimentación de su familia. Se ocupaba de los asuntos religiosos y de preservar
la moral y los valores.
La clase económica y social a la cual se pertenecía influía mucho en estos roles, ya
que las mujeres de menos recursos se veían obligadas a salir a trabajar para poder
sobrevivir y también debían dejar a sus hijos al cuidado de otros en otros períodos.
Por regla general la mujer debía obedecer al hombre y estaba bajo su protección.

En Mujeres que trabajan (Romero, 1938) Carlos decide llevarse a Ana María a vivir a
su casa. Su madre y su hermana se oponen a la idea pero Carlos les dice “como
cabeza de familia me corresponde decidir” y las dos obedecen sin decir una palabra
más de protesta. Cuándo Ana María debe comenzar a trabajar por quedarse sin
fortuna, su círculo social le da la espalda porque está mal visto que una mujer trabaje.
La mujer era ignorante en asuntos de política, de dinero y hasta de su propio cuerpo.
Cuándo Ana María se queda en la ruina, no sabía nada de los asuntos económicos de
su familia porque su padre guardaba el secreto
En Miss Mary (Bemberg, 1986) cuándo Carolina tiene el período por primera vez, se
asusta y cree que se está muriendo. En una escena Mecha (Nacha Guevara) intenta
convencer a sus peones para que se casen, en su papel como defensora de la
tradición, la moral y la religión. Les pide las libretas para poder formalizar el trámite y
no sabe que las tiene su hermano Ernesto (Gerardo Romano) por si eran necesarias
para ir a votar. Tales asuntos no incumbían a las mujeres.

En el cine argentino hubo dos grandes representantes del rol de la mujer: Libertad
Lamarque representaba a la mujer resignada y sufrida que se lamentaba de sus
abandonos. En contraposición estaba Tita Merello con un personaje más duro, casi
reo, que hablaba en lunfardo y despreciaba a los hombres débiles.
Esta dicotomía se observa también en los hombres. Por un lado el dandi bien vestido y
perfumado, que emulaba a las figuras del cine. Su contrapunto era el hombre fuerte y
viril, posiblemente deportista, que no mostraba sus emociones.

Tita Merello representa el papel de la madre todopoderosa. Imponente – incluso fálica-


autosuficiente y sin ningún tipo de impedimento para convertir siempre a sus hijos en “buenos
hombres” (España y Manetti, 1999: 268)
El aspiracional máximo para una mujer era el matrimonio y su función era casarse y
tener hijos. El hombre deseaba ascender socialmente y en lo económico. Para cumplir
este ideal aparecen el futbol y la música cómo nuevas profesiones modernas.
En Mujeres que trabajan, Luisa es intelectual. Su vestuario es masculino porque sus
aspiraciones no corresponden al mundo de las mujeres. Es la única que tiene una
carrera y todo el tiempo habla de superarse, pero hacia el final de la película comenta
“Tal vez si yo hubiera encontrado el amor no leería tanto”

A medida que fueron apareciendo directoras de cine mujeres, estas aportaron sus
diferentes puntos de vista. Aunque muchos de los estereotipos de los roles de género
continuaron iguales, fueron cada vez más frecuentes las películas cuyo foco era el
punto de vista de una mujer.
María Luisa Bemberg es sin duda una directora clave para entender la mirada
femenina en el cine Argentino.

Bemberg puede servir como punto de partida y como referencia obligatoria en el diseño de
nuevos espacios para las mujeres como sujetos sociales de una mirada diferente que ha
logrado dislocar la tradición patriarcal del cine argentino. (Forcinito, 2013: 3)

Bemberg propone la fragmentación de las visiones, nos muestra diferentes puntos de


vista que deberemos reconstruir para, a través de una síntesis, hacer nuestra propia
interpretación. Al interpretar, la mirada patriarcal pierde fuerza, se resquebraja.

En Miss Mary, tenemos el punto de vista de Mecha como mujer tradicional y sufriente,
que incluso tiene un cuarto para llorar. Defiende los valores tradicionales. Es quién
decide echar a Mary cuándo se entera que se acostó con su hijo, aunque le exigirá a
su marido que se ocupe del problema ya que ella no piensa volver a hablarle.
La protagonista, Mary es una mujer que no está supeditada a ningún hombre. Tiene
cualidades tradicionales, como cuándo escribe la carta a su familia en la cual describe
una versión ficticia de la realidad, haciendo ver que ha sido aceptada por la familia y
que todos son amigables. Oculta todos los sucesos desagradables, pero mientras está
escribiendo no puede evitar romper en llanto y toma un trago de alcohol, para después
seguir escribiendo un mensaje esperanzador “también yo bailaré el tango” y cuándo lo
haga significará que se ha integrado en esta sociedad que no termina de aceptarla.
Esta escena da cuenta de la hipocresía y de las verdades que se ocultan. Otra vez la
mujer que sufre en silencio acatando las normas.
Mary infringe las normas al acostarse con Johnny y por ello será duramente
sancionada al ser expulsada de la casa.
Las dos hijas de Mecha, Terry y Carolina tampoco pueden escapar a su destino como
mujeres. Terry afirma que no se casará y que por lo tanto nunca se hará mujer,
reafirmando la idea que la única aspiración de una mujer radica en casarse, hasta el
punto que de ello depende hasta su misma condición de mujer. Pese a ello terminan
obligándola a casarse cuándo pierde su virginidad para salvar el honor de la familia.
Carolina, desde pequeña quiere ser actriz, pero su padre se opone. Tiene un carácter
contestario y no le avergüenza expresar su sexualidad ni su femineidad. Cada vez que
exterioriza este comportamiento es censurada por su familia, especialmente por la
institutriz que obedece las órdenes patriarcales de la familia. Como no encaja en este
molde, termina volviéndose loca igual que su abuela.
Alfredo, el patriarca de la familia es sumamente machista, llegando incluso a seducir a
otra mujer en su propia casa.
Johnny es el hijo mayor de la familia, que debe proteger los valores de su padre, en
detrimento de su felicidad y la de sus hermanas.

Bemberg nos muestra un espacio con los roles asignados según lo percibido como
apropiado por la sociedad de clase alta y ‘raza’ blanca. Así, se destaca la figura de la
mujer supeditada al rol masculino, este último ocupando una imagen simbólica de
poder que, incluso, también se doblega y afecta ante el sistema.

Bibliografía:
Karush, Mathew (2013) “Cultura de clase: radio y cine en la creación de una Argentina
dividida”
Susini, Enrique (1933) “Los tres berretines”
Sofficci, Mario y Amadori, César (1936) “Puerto nuevo”
Guevara Ruiseñor, Elsa (2008) “La masculinidad desde una perspectiva sociológica:
Una dimensión del orden de género”
Romero, Manuel (1938) “Mujeres que trabajan”
Bemberg María Luisa (1986) “Miss Mary”
España, Claudio y Manetti, Ricardo (1999) “El cine argentino, una estética especular:
del origen a los esquemas”
Forcinito, Ana (2006) “FORCINITO, Ana (2006), “Otra vez María Luisa Bemberg:
transgresiones, fragmentos y límites de la mirada cinemática””

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