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Universidad del Valle

Filosofía
Sem: Variedades de externalismo semántico
Anclajes múltiples y deferencia
5Jhon Jairo Ortega M.

En el presente cometido me propongo dar cuenta de las ideas centrales contenidas en anclajes
múltiples y deferencia, de Antonio Rauti. Para ello, trato de seguir el hilo del argumento
planteado allí. Sin más, 1) daré cuenta de los referentes teóricos con los que el autor desarrolla el
10argumento, 2) enunciaré el problema sobre el que se desarrolla y 3) cómo el autor lo hace.
Para el desarrollo de Anclajes múltiples y deferencia, Antonio Rauti toma como referencia el
trabajo de Gareth Evans y los trabajos de algunos defensores del “anti-descriptivismo”: Michael
Devitt y Hilary Putnam. Con la obra de Evans, dice Rauti, éstos, en sus investigaciones, “fueron
conscientes de la necesidad de tener en cuenta el fenómeno del cambio de referencia” 1. El hecho
15de que un término singular no refiere a su objeto de una vez para siempre, sino que por errores de
los usuarios lingüísticos, puede, también, referir a otros. A esto, Devitt lo denominó anclaje
múltiple, y Putnam, por su parte, respaldó la idea. También, el autor hace referencia al trabajo
sobre semántica del filósofo Saul Kripke.
Así pues, si los términos singulares como los nombres propios y los términos de clase natural,
20dice Rauti, están anclados de manera múltiple, si éstos están refiriendo o señalando a objetos que
no corresponden con los que por vez primera señalaron o refirieron, este hecho puede, por los
errores de los usuarios lingüísticos, por su no experticia, o confusión, obstruir su re-anclaje sobre
éstos y re-anclarse en otros a los que no pertenecen. De ahí la inquietud fundamental de Rauti:
¿Cómo puede ser estable la referencia?
25
En su propósito de darle una salida a este problema, Rauti indica que la referencia se restablece,
en últimas, porque está dado en el contexto lingüístico el fenómeno de la deferencia. Que es su
función estabilizarla, y éste “su papel auténticamente semántico”. Con esta precisión, Rauti se
deslinda de la propuesta de Devitt para la salida del problema y la reconstruye desde su punto de
30vista. Y para sustentarla distingue entre deferencia y préstamos de referencia, y se limita a
desarrollar su argumentación sólo alrededor de los términos de clase natural, dado que son mal
usados, según él, de manera frecuente por personas no expertas.

Miremos, pues, cómo un nombre o termino singular se ancla de modo múltiple. Para ello, Rauti
35nos presenta en su artículo parte del planteamiento de Devitt y una ilustración:
Un usuario lingüístico puede percibir la designación sobre un objeto de dos maneras: cuando otro
usuario lo “bautiza”, esto es, cuando al objeto se le asigna un nombre por vez primera, y cuando
accidentalmente y una vez bautizado percibe de otro señalarlo o designarlo mediante
identificadores de nombre como “eso es pepito”, ahí va juanita”… En este tipo de designación, el
40identificador es el producto de una cadena designacional anclada en el objeto, que es su
antecedente causal. Y es así cómo el usuario que percibe dicho anclaje tendrá en el futuro a ese
objeto como antecedente causal de sus designaciones. Y es en ese contexto donde puede
presentarse el cambio de referencia, dado el acaecer frecuente de anclajes y la confusión que de
ese proceso puede resultar. Por ejemplo:
1
(Rauti, 2012. P: 1)
45“Si Devitt piensa erróneamente que ve a su gata Nana y dice "Esa es Nana" mientras señala a otra gata,
Jemima, la habilidad adquirida por el oyente se basará en Jemima en virtud del uso del demostrativo (esa)
por parte de Devitt, y en Nana en virtud de los usos pasados de `Nana'. Los usos futuros de 'Nana' por el
oyente (y por Devitt) tendrán ambos gatos como antecedentes causales. Detrás de los usos futuros del
oyente (y del propio Devitt) de `Nana' habrá una cadena de designación, o red, basada en ambos gatos (cf.
50Devitt, p. 139)”2.
Con los términos de clase natural ocurre una situación parecida: una persona, por ejemplo, puede
introducir a otra el término “olmo” cuando en su compañía señala “¡mira eso es un olmo!”
convencida de que lo es porque cumple las características que, según su parecer, identifican al
árbol señalado como un “olmo”. Si esa persona señala con “olmo” lo que parece ser olmo pero no
55es, ese hecho produce el antecedente causal a su compañía para que ésta en el futuro señale y re-
ancle “olmo” posiblemente sobre árboles que parecen ser su extensión pero que no lo son en
realidad.
Ahora bien, para abordar el problema, Rauti deja a un lado la noción de designación parcial de
Devitt como una salida a éste y toma la postura de que la designación tiene una importancia
60normativa cuando los términos señalan objetos. Para Rauti, una cosa es la condición de un
identificador cuando designa un objeto, y otra cuando lo ancla. Muy bien puede, dice Rauti,
compartiendo la noción no cualificada de designación de Devitt, quedar un identificador como
indeterminado cuando ancla múltiples objetos, pero no indeterminado en cuál de ellos se ancla.
Es pues de esta manera, sin ahondar más en el la propuesta de Devitt y cogiendo su camino
65propio, cómo el autor pretende darle salida al problema.
Según Rauti, el re-anclaje de los términos ejerce una fuerte presión, una postura normativa en pro
del cambio de referencia, pero esto no se logra si las normas que rigen el uso del término no
cambian. En términos simples, la postura normativa es la intención por defecto de sentar un
precedente, una razón, sobre otro para que actúe de acuerdo conmigo en el futuro cuando con un
70término señalo un objeto. Si voy por un sendero con un amigo y de un momento a otro manifiesto
“mira eso es una acacia”, dejo en ese momento un precedente en él, una razón causal, para que en
el futuro actúe de la misma manera. Mi designación implica una responsabilidad con él. Si estoy
convencido de que lo que estoy designando es una acacia, estoy también dispuesto a defender que
el uso que hice del término es correcto. Y esto presupone, según Rauti, una norma de corrección
75ya dada, y a la que me ajusto cuando defiendo el uso del término. El grado cero de las posturas
normativas se dan en los usos iniciales de los términos: en “bautismos y doblajes formales e
informales”3. El uso inicial se propone implícitamente como correcto, y ahí radica la norma, y
quién lo hace está dispuesto a defenderlo con base a su propia autoridad. Y así es como inicia la
distribución de las posturas normativas:
80“el hablante original intenta dar al interlocutor razones para adoptar el mismo uso del término; el
interlocutor hace lo mismo con otra persona, y así sucesivamente, hasta que el hablante original mismo
puede ser el interlocutor de alguien que usa el término con la intención de dar sus razones para usar el
término de esa manera”4 .

85Es oportuno ahora señalar que un usuario ancla un objeto, cuando lo designa con el tipo de
expresión “eso es un…”, que incluye un demostrativo (eso, esa…) y representa una identidad,
sólo si asume una postura normativa. Al ajustarse a una norma de corrección, el usuario no deja
2
(Ibid. P: 2)
3
(Ibid: P: 5)
4
(Ibid: P: 6)
el anclaje del término indeterminado, sino que en efecto lo ancla sobre el objeto. Su disposición a
defender el buen uso del término, lo garantiza. Y es en estos términos que se restringe la noción
90de anclaje de Devitt, mientras que la de Rauti, por el contrario, sigue su paso.
Como podemos ver, el cambio de referencia de los términos en últimas no ocurre, porque las
normas de corrección no cambian. No obstante, “¿cómo la referencia puede ser estable si se
comenten errores en el re-anclaje?”5
Según Rauti, la referencia permanece estable porque el fenómeno de la deferencia interviene para
95que así lo sea. Y se entiende por deferencia, entonces, “una disposición a aceptar la corrección
lingüística de un experto reconocido”6.

Rauti pone en escena a un hablante no deferente o experto y un hablante deferente. El contraste


parece, en principio, rígido, pero no. Esto es, el carácter “no deferencial” que aquí Rauti le da al
100experto no tiene un valor absoluto. Sólo si fuese omnisciente lo tendría. De ahí que todo hablante
esté en condición de deferir: expertos y no expertos. Pero más allá de esto, el contraste sirve para
distinguir, eso sí, que el hablante no deferente presenta un cierto grado de conocimiento que
permite que el uso que hace de ciertos términos represente razones sobre las que sus
interlocutores pueden ajustarse. Y para distinguir, o mejor, afirmar, que el hablante deferente “no
105tiene que ser completamente ignorante”7. La diferencia radica, entonces, en que el primero asume
responsabilidad cuando hace uso de cierto término frente a un interlocutor, y el segundo, no,
aunque tenga justificación para hacerlo y, por tanto, para asumir responsabilidad, también.
Entonces, si un hablante es semánticamente deferente (…), y si un experto reconocido se opone
al uso que ese hablante hace de un término, éste lo retiraría y quizás admitiría la sugerencia de
110aquel para un posterior uso del mismo.

Esa es la forma como se da la deferencia semántica en el contexto lingüístico, según Rauti. Pero
para él, el papel de la deferencia en los asuntos semánticos no se ha esclarecido. Manifiesta, por
ejemplo, que su papel no es claro en lo que Putnam denominó división del trabajo lingüístico. Es
115más, asiente que en un análisis sobre “una sociedad en la que cooperan personas con capacidades
epistémicamente desiguales”8, es decir, en la que algunos tienen capacidad para identificar,
reconocer, clases naturales y otros no, en ese contexto “no hay nada que merezca la etiqueta de
“división del trabajo lingüístico””9 .El hecho que una persona se acerque a un experto para
pedirle un concepto sobre el uso de un término y que confíe en lo que él le dice, esto es, que sea
120epistémicamente deferente con respecto a él, no determina ninguna labor lingüística particular,
dice Rauti. La experticia de un químico “puede estar al servicio de muchos proyectos míos que
no tienen nada que ver con el lenguaje”10. Si en mi finca hago un alambrado con cierto tipo de
material, puede que quiera saber qué es lo que constituye ese material. ¿Debo preocuparme de
que se deteriore por el contacto con el aire?, ¿qué es lo que hace que el alambrado se oxide? Si
125tengo al lado a un amigo con formación en química, y ya que debe saberlo, se lo pregunto. Pero
de esto no se infiere, dice Rauti, que en esta interlocución haya una práctica lingüística especial,
especifica, demarcada.

55 (Ibid. P: 8)
6
(Ibid. P: 8)
7
(Ibid. P: 8)
8
(Ibid. P: 9)
9
(Ibid. P: 9)
1010 (Ibid. P: 9)
Para Rauti, la relación que une a los hablantes no expertos y a expertos, lo que Putnam denomina
130cooperación estructurada, no es idéntica o lo mismo que la deferencia epistémica: búsqueda de
un veredicto en un experto sobre el uso de un término, y en el que el hablante confía una vez
dado. La deferencia epistémica “engendra” esa relación, que es un producto, un reflejo, de “la
confianza en el conocimiento de los demás” 11. Tengamos en cuenta, además, que la deferencia
semántica precede y posibilita a la epistémica. La disposición a ser corregido permite que busque
135y confíe en el veredicto que un experto me da sobre el uso de un término. Pero, la deferencia
semántica, “¿cómo puede asegurar que el hablante ignorante pero semánticamente deferente
utilice un término natural con la misma extensión que los expertos?” 12. La respuesta de Rauti a
este interrogante empieza por desdibujar la idea de que la desigualdad epistemológica, la
deferencia epistémica y semántica juegan un rol en permitir a los hablantes no expertos hacer co-
140referencia con los expertos. Específicamente, no es el papel fundamental de la deferencia
semántica. Los expertos y no expertos no necesitan siempre de la deferencia semántica y
epistémica para relacionarse. El no experto puede relacionarse y hacer uso de un término natural
con la misma extensión que el experto sin necesidad de implicar la deferencia semántica y
epistémica en el marco de la cooperación estructural. De ahí la no conexión entre éstas partes. El
145único ejemplo de cooperación estructural de Putnam, da cuenta de ello: “la cadena causal-
histórica que vincula a los usuarios de un nombre, el tipo de cadena prevista por Saul Kripke que
permite a los hablantes tomar prestadas referencias de otros hablantes”13.

Con el propósito de ilustrar el préstamo de referencia y dejar por sentado que a ésta no le es
150necesaria la noción de deferencia, Rauti expone el siguiente ejemplo (personalizaré el ejemplo):
“alguien nace, recibe el nombre "Mariana”, luego es puesta en adopción y se convierte en adulta, sin
contacto con los padres originales. Algunos podrán pedir prestadas las referencias de los miembros de la
familia desvalida que tuvieron que entregar el bebé. Pero se darán cuenta que ningún miembro de la
familia conserva la capacidad de reconocer al portador. No se requiere ninguna deferencia, de ningún tipo,
155ni siquiera es apropiada”14.

La deferencia, como se dijo, es la disposición a ser corregido; la tenencia de ésta no supone una
expresión conductual. No es impedimento la ausencia de expertos para que un hablante sea
deferente. Eso sí: su comportamiento o actitud debe cambiar, si en situaciones como las arriba
160ilustradas encuentra y reconoce a un experto. El préstamo de referencia, en cambio, tiene que ver
con participar correcta e intencionalmente en una cierta cadena causal-histórica, en la que dicha
participación sea reconocida. La intención del hablante necesariamente debe incluir una
referencia que apunte hacia los hablantes que constituyen mencionada cadena. Así, la intención
consiste en pretender co-referir el uso de un término al uso prestado de ésta o esa persona de la
165cadena causal en cuestión.
Pues bien, una vez expuesto el carácter de la deferencia semántica con respecto a la noción de
cooperación estructurada o división del trabajo lingüístico de Putnam, y haber expuesto el
contraste entre deferencia y préstamo de referencia, ahora sí, siguiendo la argumentación de
Rauti, presentaré el auténtico papel de la deferencia semántica. Es decir, cómo es que este
170fenómeno estabiliza la referencia de los términos singulares, como los de clase natural.

11
(Ibid. P: 10)
12
(Ibid. P: 10)
13
(Ibid. P: 11)
14
(Ibid. P: 12)
Lo hace de dos maneras: neutralizando la postura normativa e impidiendo el compromiso con
nuevas normas de referencia. Si un hablante es deferente, neutraliza la postura normativa que,
como se dijo, viene dada en la designación de un término que ancla a un objeto y que crea un
175antecedente causal sobre las futuras designaciones de quien ha percibido esa designación. La
actitud deferencial no permite la consumación del cambio de referencia, precisamente, porque es
incompatible con la postura normativa. Si un hablante está dispuesto a ser corregido por un
experto sobre el uso que ha hecho de un término, es porque se ajusta a la norma que regula su
uso, es decir, a la norma que dice cuál es la extensión del término. Y es por esto que se estabiliza
180la referencia.
La otra manera de estabilización ocurre sobre lo que Rauti llama una indeterminación de la
deferencia. No significa esto que el hablante haya perdido la condición de deferente, no. Significa
el producto de un error de designación inadvertido, engendrado en cierto momento de una
práctica lingüística, que puede llegar a convertirse en una basta red con un discurso dominante
185basado en un error. Hasta aquí el problema no afecta la referencia, dado que los hablantes, se
supone, no han guardado compromiso con alguna otra forma de uso o norma del término con el
que se desarrolló la red. Mientras la norma permanezca invariable, no hay un cambio de
referencia. El problema puede presentarse cuando los partícipes de la red muestran una actitud
indiferente, de oposición, con alguien que advirtió el error y que quiere corregirlos. Es allí donde
190la deferencia debe manifestarse, porque si no, susodicho discurso estaría en función de un nuevo
término, de una nueva norma de uso. La deferencia semántica, entonces, estabiliza la referencia
“cuando los hablantes se ven obligados a hacer un balance de sus actitudes” 15 y terminan por
asentir el error.

195Finalmente, de acuerdo a lo planteado en el argumento de Rauti, debo resaltar que la deferencia


semántica no guarda relación con la noción de cooperación estructurada o semántica o división
del trabajo lingüístico introducido por Putnam, y por ello su función semántica no es la de co-
referir, sino estabilizar la referencia semántica.

200Interrogantes

 ¿Qué distingue una deferencia epistémica de una semántica?


 ¿Por qué no es necesario que en toda relación entre experto y no experto haya deferencia
semántica?
205  ¿Por qué dice Rauti, en una descripción de una sociedad, que no hay nada que merezca la
etiqueta de “división del trabajo lingüístico”?
 ¿Qué hace que la postura normativa sea incompatible con la deferencia?

Referencia bibliográfica
210
Rauti, A. (2012). Anclajes múltiples y deferencia. The Philosophical Quarterly Vol. 62, No. 247

1515 (Ibid. P: 16)

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