Está en la página 1de 2

SEMINARIO MAYOR NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

CURSO DE ECLESIOLOGÍA
Presentado a: Pbro. CARLOS PORTELA
Presentado por: JESÚS IVÁN GARCÍA MONSALVE
II AÑO DE LA ETAPA CONFIGURADORA

NO SOMOS CRISTIANOS DE BANCA

Decía San Juan Pablo II, parafraseando lo expresado en la exhortación Christifideles Laici,
que al hablar de la misión del laico no se está refiriendo a cuáles son los trabajos que puede
llevar a cabo dentro del templo, como si su papel fuera aligerar el trabajo del cura o ser un
cura pequeño, lo que no sería más que otra tentación a la que conduciría hacia el
clericalismo y que, hay que decirlo, está muchas veces presente entre nosotros.

Es necesario para navegar contra esta corriente que arrastra cada vez con más fuerza,
entender y aceptar a la Iglesia como peregrina hacia la plenitud de la salvación, sin ser una
sociedad perfecta sino en la dualidad de santa y pecadora, dentro de la cual cada uno tiene
un rol que desempeñar, como laicos comprometidos con una espiritualidad que ofrece las
herramientas necesarias para hacer de la Iglesia verdadero sacramento universal de
salvación.

Los fieles cristianos, tal como lo expresa la Lumen Gentium, que son incorporados a Cristo
a través del bautismo y llenos Espíritu Santo en la confirmación, son designados con el
nombre de laicos, excepto los nombrados por la Iglesia como miembros del estado religioso
y los del orden sagrado; los laicos a su vez son integrados en el pueblo de Dios y realizan la
misión de todo pueblo cristiano, participando de un modo u otro en las funciones
sacerdotales, proféticas y reales de Cristo. Según las funciones de la jerarquía establecidas
por el santo Concilio, los laicos son grandes colaboradores en la misión salvífica de la
Iglesia en el mundo. Los laicos realizan funciones seculares, a diferencia de los religiosos y
los miembros del orden sagrado, quienes están reservados principalmente al sagrado
ministerio y a la proporción de testimonios valiosos para la transformación del mundo.

Los laicos son evangelizadores en las situaciones comunes del mundo a través de su
testimonio de vida y de la palabra, lo cual lo expresa el Concilio en el decreto Apostolicam
Actuositatem, por tanto, tienen una eficacia singular y son establecidos como poderosos
pregoneros de la fe. Estos son un apoyo de los miembros del orden sagrado y de los
religiosos en la misión de expandir del Reino de Dios en el mundo. Los laicos como
instrumento de Dios para la salvación del mundo emplean técnicas y los medios necesarios
para que la doctrina de Cristo y la vida cristiana empapen las realidades sociales políticas,
económicas, familiares y culturales de la sociedad.

Como hemos visto el ser laico es un verdadero compromiso para con Dios, con la Iglesia y
con nuestro mundo actual. A raíz del Concilio Vaticano II se habló ya de una Iglesia del
tercer milenio como una " Iglesia de los laicos". Esta propuesta se presenta como un reto
para todos los laicos, pues se debe terminar, poco a poco con el clericalismo e indiferencia
en el compromiso, que han sido la imagen negativa de la Iglesia por muchos siglos. Se debe
redescubrir nuevamente el protagonismo que el laico tuvo en los primeros siglos de vida de
la Iglesia, en donde el laico no era considerado como el hermano menor o como se pensaría
ahora, el cristiano de segunda, y quien se limitaba a ser un espectador de lo que sucedía en
la Iglesia, limitando su participación a los mencionados sacramentos sociales: bautismo,
confirmación, primera comunión y matrimonio. Y siendo ajenos a toda actividad pastoral y
de evangelización.

Tantas tareas tiene el laicado de hoy que no necesita clericalizarse para vivir su fe, ni
mucho menos quedarse como meros cristianos de banca, sino que tiene que ir mucho más
allá, tiene que ser transformador de la sociedad en la que vive desde su fidelidad a Dios
dentro de la Iglesia haciendo uso de los medios de santificación que lo hagan capaces de
vivir en íntima conexión con lo que Dios espera de cada uno de nosotros.

También podría gustarte