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Ficha Bibliográfica N°1

Texto reseñado: Todorov, Tzvetan. 2008 [1995]. Los Abusos de la Memoria. Miguel

Salazar. Barcelona. Ediciones Paidós Ibérica.

Palabras clave: Memoria, Justicia, Modernidad, Ejemplaridad.

Este es un texto cuya primera versión preliminar fue presentada en el marco del

congreso “Historia y memoria de los crímenes y genocidios nazis”, debido a lo cual uno

de sus principales y más recurrentes objetos de estudio son los procesos que se hicieron

de recuperación de la memoria en Europa con relación a la segunda guerra mundial. A

pesar de ello, el autor no se limita solo a analizar el caso de la memoria sobre el

holocausto judío sino que trata de hacer ver lo necesarios que son estudios trabajos de

este tipo en casos como los de los campos de trabajos forzados en la Unión Soviética, o

los genocidios étnicos que se producían en las guerras entre los Balcanes en un

momento simultaneo a la presentación de este texto.

En este texto se muestran dos componentes principales: en primer lugar se intenta dar

luces sobre el término memoria, haciendo una diferenciación en dos clases para luego, a

partir de esta división, hacer hincapié en la necesidad de usar estas memorias en favor

de la sociedad actual. Sobre el primer apartado el autor empieza aclarando aspectos

básicos, como el hecho de que “la memoria no se opone en absoluto al olvido”, sino que

este último hace parte del proceso de selección, que constituye la memoria. Lo que

realmente se opone al proceso natural de la memoria, dice Todorov, es que ciertos

organismos “se arroguen el derecho de controlar la selección de elementos que deben

ser conservados”, como fue el caso de los regímenes totalitarios del siglo XX.

El siguiente problema que analiza Todorov como una amenaza a la memoria, es la

injerencia de la modernización en las diversas esferas de la sociedad, lo cual si bien no


oprime directamente la posibilidad de que se siga construyendo la memoria, pasa por

varios ápices que la deforman. En la construcción de identidades, por ejemplo, Todorov

critica el paso de una construcción que dependía mayormente de la tradición, a una

construcción autónoma a partir del “modelo de contrato”. Este surge como parte de las

libertades individuales que se proponen en los estados democráticos y es entonces

donde, según el autor: “El recurso a la memoria y al pasado es sustituido por el que se

origina en el consentimiento y la elección de la mayoría”.

También se nombran casos como el de la ciencia o el arte donde progresivamente se han

ido desligando los avances producidos, de aquel pasado clásico o incluso industrial. En

el arte, Todorov comenta otro de los grandes pecados para él, valorar algo cuyo único

valor es la cualidad de ser “innovador”, desconociendo que prácticamente todo lo que se

produce tiene, en mayor o menor medida, influencia de las obras pasadas.

Lugo de esto, se explica una clasificación propia de Todorov, sobre las dos formas de

reminiscencia posibles: la reminiscencia literal y la ejemplar. La primera se puede

entender como una forma de evocar un suceso sin más, siendo todo intento de análisis

sobre este conducido únicamente a esclarecer causas y agentes involucrados en este

pero por lo demás si ir más allá. El segundo proceso, por el contrario, se puede entender

como un proceso de duelo, según el autor, puesto que requiere primero aceptar el

suceso, por doloroso que sea, para luego poder utilizarlo como analogía que pueda

ayudar a comprender el presente.

A partir de esta última forma de reminiscencia, se abre la puerta al último tópico del

libro, que versa sobre la necesidad que se tiene de hacer uso de la memoria, no solo

como algo conmemorativo, sino como algo ejemplar. Para esto el autor usa dos casos

ligados a la violencia nazi durante la segunda guerra: el primero es una crítica a aquellos

que, luego de haber sido víctimas de las deportaciones y los campos de concentración,
se negaron a aceptar y combatir la existencia de los campos de trabajos forzados de la

URSS, usualmente por motivos de filiaciones políticas; y el segundo caso mucho más

contemporáneo, es sobre la necesidad de asociar o por lo menos comparar la violencia

étnica que se dio por parte de la Alemania nazi, con la que se llevaba a cabo en las

guerras de Serbia contra Bosnia y Herzegovina. Esto último, no con intención de

mitigar la violencia de uno de los casos, o acusar directamente al otro, sino con el

propósito de ver como los discursos totalitarios seguían allí presentes, 50 años después.

Este es un texto que se basa casi totalmente en textos ajenos analizados por el autor,

bien sea den de carácter académico, como textos de Le Goff, o bien sean referentes

literarios como las novelas de Vasili Grossman. También usa referentes autobiográficos

y declaraciones archivadas como las de Himmler en Núremberg. Con todo esto, el autor

carece del uso de fuentes primarias de cualquier tipo, pues su trabajo, más que

etnológico, es un trabajo de revisión bibliográfica.

A pesar de que carece de este carácter etnográfico, es un texto que a nivel de

construcción de categorías o concepto puede aportarme en la medida de que da una

caracterización bastante clara del concepto de memoria, y demuestra los usos o posibles

manifestaciones prácticas que distintos tipos de agentes pueden tener con este. Sin

embargo la mayor parte de sus análisis los propone en ambientes de “buenos y malos”

claramente diferenciados, que se aleja mucho de la realidad local a la que tengo que

enfrentarme. Además de que se centra masen las grandes memorias colectivas que en

memorias locales o individuales, por lo cual debo tener cuidado si deseo utilizar

categorías tan generales como las que se proponen aquí.

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