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Cada vez que transmites al cliente algo de él (lo que transmitimos lo hemos
obtenido de su propio discurso), de vital importancia, se queda perplejo y con
ello se acentúa la confianza que él deposita en ti. Una vez más el terapeuta le
ha demostrado su saber y el cliente seguirá depositando en él un saber, un
poder. Esto es fundamental para la recuperación de la persona, porque es
precisamente cuando el cliente sitúa al terapeuta en esa posición de “saber” lo
que permitirá que introduzca modificaciones en su forma de hacer.
Es importante que el terapeuta recuerde datos del cliente, aquellos que han
sido claves, que el terapeuta haya percibido que dejaron a la persona
desconcertada, que fueron para él un descubrimiento. Recordarlos para poder
traerlo en otra sesión provocando alguna asociación con algo nuevo. De esta
forma el cliente puede ir ordenando piezas descolocadas, puede darse cuenta
del sentido que han tenido comportamientos en su vida, etc. Además, el cliente
se siente agradablemente sorprendido cuando de pronto el terapeuta trae a la
luz algo que dijo en sesiones pasadas. El cliente puede decir con una sonrisa
de satisfacción en la cara “¿te acuerdas de eso?”. Indudablemente el terapeuta
le demuestra con este comportamiento que está muy pendiente de todo lo que
cuenta en las sesiones y que nada de lo que dice el cliente le resulta
insignificante.
Cuando en una sesión se habla de algo muy importante (con una gran carga de
afectividad), no es adecuado analizar muchos otros aspectos porque el cliente
rápidamente olvidará lo anterior. No puede retener a la misma velocidad que
nosotros porque él lo está sintiendo en sus carnes, nosotros no. Hay que ir
despacio. Un solo dato puede producir en una persona muchas más
asociaciones y surgimiento de ideas que servirán al cliente para saber hacia
dónde ir. No confundamos cantidad con calidad. Una sola idea puede servir
(puede ayudar en el proceso terapéutico).
El ser humano quiere descubrir. Tiene un afán constante de saber y sobre todo
en lo que se refiera a él mismo. Por eso cuando el cliente descubre algo
importante de él, se va muy satisfecho de estar en terapia. Hay veces que el
cliente lo expresa “esto ha sido muy importante descubrirlo” “no lo había
pensado nunca, pero es verdad”.
Descubrir el por qué y el para qué de las cosas tiene sobre el cliente un efecto
tranquilizador. Cuando descubre para qué hace algo, qué está persiguiendo
con esa actitud podemos plantearle “¿y de qué otras formas podrías conseguir
eso que persigues?” o incluso a veces se llega a plantear “lo que pretendes es
imposible”.
En la terapia hay que tratar de no comparar al cliente con otras personas, pues
en cada sesión sólo se habla de él; él es el importante, el protagonista. Con
esto defendemos la idea de individualidad por encima de todo, y en relación
con ello huimos de la normalización.
La entrevista previa:
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Después le realizaremos las sesiones de hipnosis regresiva que sean
necesarias dependiendo de cada persona y de cada situación.