Está en la página 1de 4

Familia y valores desde el Doctrina Social de la Iglesia

María Beatriz Franco Pinilla

Pontificia Universidad Javeriana Cali

Maestría en Asesoría Familiar

Cali, Valle del Cauca

2020
Actualmente nos encontramos ante una sociedad de permanentes crisis, en la cultura de lo

líquido y efímero, frente a lo tradicional y seguro de hace apenas unos pocos años. entonces, en

nuestra cotidianidad, en donde prima el relativismo moral y la carencia de ideologías, se hace

necesaria la incorporación de algunas de las propuestas de la DSI, independientemente de nuestros

dogmas o sistemas de creencias, ya que estas pueden ser una guía que nos ayuda a descubrir la

pertinencia, o, en otras palabras, la relación de nuestras creencias con la vida cotidiana de las

personas.

Dado que de acuerdo con Juan Pablo II (1981) la DSI se define como el conjunto de enseñanzas

de la Iglesia Católica relacionadas con el tema de la justicia social, enseñanzas que al ser aplicadas

permiten orientar y propiciar cambios que sirvan al verdadero bien del hombre a la luz del

Evangelio, a generar en las personas un nuevo modo de conocer y leer la realidad; así mismo, este

conjunto de enseñanzas impone la facultad moral de ejercer el derecho para llegar a la justicia,

sustrato de la Doctrina; es donde podemos.

Es así, como haber pertenecido a una de las instituciones operadoras del programa de atención a

niños, niñas y jóvenes desvinculados del conflicto armado (ICBF), se convirtió en el primer

referente que motivó y dio apertura a la construcción de esta reflexión puesto que, como persona,

me veía enfrentada a un fenómeno de dimensiones sociales que me inquietaba, cuestionaba e

invitaba a asumir una postura en relación con la violencia de raíces sociopolíticas y sus actores, para

este caso jóvenes en condición de ex – combatientes.

Como futura asesora familiar, me hizo preguntarme de qué manera podía construir procesos de

asesoría con los jóvenes ex – pertenecientes a grupos armados ilegales, y que me permitiera

encontrar congruencias entre el sistema de valores de estos jóvenes y la propuesta de la DSI.

Los actores de este proceso fueron dos jóvenes ex – pertenecientes a grupos armados ilegales,

una mujer de 19 años quien será identificada como Ana, proveniente de una población rural de

Antioquia, perteneció al ELN por un periodo de dos años y quien desde hace dos años y medio se
encuentra vinculada con los programas que ofrece el Estado para la población desvinculada del

conflicto armado; en principio por su condición de menor de edad y ahora al ser mayor de edad.

El otro participante será identificado como Juan, es un joven de 19 años, proveniente de una

población rural del Tolima, perteneció a las AUC por un periodo de dos años, es capturado y a

partir de allí se vincula en principio al programa para menores de edad y posteriormente al de

mayores, esto hace aproximadamente tres años.

Los actores mencionados, decidieron conformar una familia, tienen un hijo de 2 años, es así,

como este giro que esta pareja decidió darle a sus procesos vitales, genera una oportunidad para

apropiar los aportes de la DSI, en donde de acuerdo con los Padres Sinodales, (citado en Pontificio

Consejo De Justicia y Paz 2005) la familia constituye el lugar natural y el instrumento más

eficaz de humanización y de personalización de la sociedad: colabora de manera original y profunda

en la construcción del mundo, haciendo posible una vida propiamente humana, en particular

custodiando y transmitiendo las virtudes y los valores.

Es en este sentido, donde de igual forma podemos de manera transversal, direccionar nuestro

trabajo como asesores directamente en la familia, ya que esta es la primera institución educativa,

entonces su dinámica media el aprendizaje y desarrollo de sus miembros y debemos tener la

posibilidad de analizar la influencia de la familia en la educación de los hijos, como el que esta

pareja está formando, para así aspirar a superar el circulo de la guerra eterna, instaurando una nueva

cultura de paz.

Sumado a lo anterior, es posible respetando sus creencias y su sistema de valores, llevarlos a la

reflexión y apropiación de los principios que nos invita a incorporar la DSI como: El principio de la

dignidad del hombre, en donde tenemos la oportunidad, de que como seres humanos direccionemos

nuestros procesos vitales a respetar la dignidad de todas y cada una de las personas que viven a

nuestro alrededor, es decir, a su prójimo, a la defensa de la vida, el principio de los derechos

humanos, el principio del bien común, la lucha por la justicia, entendiendo que la justicia no es dar

a todos lo mismo, sino que es dar a cada quien lo que se debe.


En concordancia esto significa que a cada quien se le debe: respeto, apoyo, amor, buen trato,

educación, además incorporar el Principio de Solidaridad, en donde el amar es un acto de la

voluntad; es así, como toda convivencia humana, si es alimentada por la caridad, por el amor y

respeto a los demás, se convierte en verdadera sociedad participativa e incluyente.

Lo anterior, basándonos en las características culturales y formativas de este entorno familiar, así

como la identificación de experiencias, visiones, significados y expectativas con respecto a la

educación de su hijo; para tener la posibilidad de hacerlos participes y responsables a ellos y a su

hijo en prácticas, que los ayuden a construir y transmitir a su hijos comportamientos generadores de

paz, ya que estos sistemas tienen un objetivo claro, y es el de articular la socialización e integración

de los más jóvenes con la sociedad; y en este caso romper con el patrón que pretendía perpetuar la

violencia, la cual fue el único modo de vida, conocido por ellos en el pasado.

Aquí también se especifica qué podemos encontrar en la DSI, que no son solamente “principios”

y motivos de “reflexión” sino “criterios de juicio” para que podamos discernir lo qué en la vida

social, económica y política, es coherente con el Evangelio de Jesús y lo que no, de modo que el

“todo vale” y la defensa de una ideología o de un partido no sean puestos por los fieles cristianos

por encima de la persona y de las personas, comunidades y naciones.

Es en este sentido que nuestro aporte como asesores familiares está orientado a reflexionar
sobre valores y contribuir a formar actitudes de convivencia, el respeto, espíritu de diálogo y
sensibilización con los problemas del “otro”, en lugar de la violencia, la intolerancia o el uso
erróneo del poder y la fuerza.

Referencias Bibliográficas

Juan Pablo II, (1981). Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, Libreria Editrice
Vaticana, Vaticano.

Pontificio Consejo DE Justicia y Paz (2005), Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.


Librería Editrice Vaticana,Vaticano.

También podría gustarte