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En las ciencias humanas y sociales las emociones resultan ser objeto de

análisis de diversos estudios que dependen de la especificidad de cada


disciplina. Las emociones han sido un sustrato de reflexión de la filosofía
antigua (Aristóteles), después de la latina (Cicerón) y, también, de la
filosofía contemporánea (fenomenología). La problemática de este escrito
se centra en una interrogante: ¿frente a esas otras disciplinas sociales –que
son parte de las ciencias humanas y sociales– puede esta noción constituir el
objeto de un estudio, más específicamente, de lenguaje? Esta contribución
tiene como objetivo responder de manera afirmativa a esta pregunta con
un análisis que gira, en primer lugar, en torno al espacio que ocupan las
emociones dentro de las ciencias humanas y sociales como fenómeno
de representación, en relación con los saberes de creencia. En segundo
lugar, pretende exponer lo que constituye una problemática discursiva de
la emoción, dilucidar el marco de la puesta en discurso y mostrar cómo
puede analizarse. Por último, para ilustrar ese posicionamiento, se muestra
el efecto de la emoción en el discurso político.

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