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CLASE 6. TEOLOGIA IV.

Haciendo un repaso general de lo que venimos viendo en estas


clases son:
-la moral es una ciencia teológica, y esto es muy importante que
lo tengan presente porque no se trata de una “opino-logia” en
donde la gente pasa y opina de las acciones humanas o de un
“consenso social” en donde votamos en conjunto que es lo que
esta bien o lo que está mal. Decir que es una ciencia, es decir que
tiene objeto de estudio (la persona humana y su obra), principios
en donde se fundamenta (la naturaleza humana, la revelación
divina), método de estudio (observación, experimentación,
análisis, comprobación, etc), obtiene conclusiones (esta persona
es buena, esta persona es mala)

-la moral es una ciencia que se aboca al estudio del obrar


humano, y la calificación moral va a recaer sobre la persona
que opera, de esta forma vamos a realizar un juicio moral que
concluirá en la determinación de decir “esta persona es
buena” o “esta persona es mala”. Aristóteles nos enseña que “el
obrar sigue al ser”, la obra va a estar determinada, no por la
acción en sí, sino por la persona que obra. Si la persona es buena,
la obra será buena; pero si la persona es mala, la obra será mala
(esto no implica que la persona buena no cometa acciones malas,
o que la persona mala no cometa acciones buenas. Y para la
determinación de este juicio es necesario tener presente las
fuentes de la moralidad de la unidad 3). El juicio recae sobre la
persona y no sobre la obra.

-Los principios de la moral los vamos a encontrar en la


naturaleza humana. Por eso la filosofía nos enseña “hombre
conócete a ti mismo” y los limites de las acciones morales va a
estar determinado por la persona que obra, por eso se nos enseña
“mis limites son mis posibilidades, son mis circunstancias”. La
moral es “una” porque una es la naturaleza humana. La moral
ayuda al hombre a ser lo que tiene que ser “hombre se hombre;
hombre se lo que tienes que ser”
-La Revelación divina nos ayuda a nosotros a descubrir este
tesoro inagotable que se encuentra en la persona humana.
Dios no nos viene a decir nada extraño o ajeno a nuestra
naturaleza humana, es más, podríamos resumir toda la Biblia en
estas palabras “Ama y deja que te amen”. El motor de la
Revelación es el amor. Si el hombre conociera el verdadero poder
del AMOR, el mundo sería distinto. Por eso la moral no se
encuentra determinada por la revelación, sino por el contrario se
encuentra nutrida, robustecida por la misma. De esto también
podríamos decir de que no se trata de la moral de la Iglesia o la
moral de la religión, sino la moral de la persona humana.

-La moral es objetiva, porque sus principios los extraemos de


la naturaleza humana. Todos somo personas, todos tenemos
los mismos principios, las mismas facultades, los mismos
derechos y las mismas obligaciones. No existe en una moral una
diferencia entre personas por su clase social, por su religión, por
su identidad sexual, todos somos persona de derechos y
obligación. La diferencia no está dada por la moral, sino por el
hombre actual.

En la unidad 1 vimos tambien el principio de la moral que es la


persona humana:
1. Es un ser viviente (grados de vida: vegetativa, animal y
racional)
2. Constituido por dos co-principios: cuerpo-alma.
3. El alma es principio de vida.
4. El hombre es un ser sexual.
5. Existe el hombre y la mujer, ambos son persona humana.
6. Posee potencias espirituales: inteligencia y voluntad.
7. Por la inteligencia busca la verdad.
8. Por la voluntad busca el bien.
9. Es un ser libre. El hombre por su inteligencia y voluntad
tiene la capacidad del uso del libre albedrio.
10. En su crecimiento físico y espiritual, el hombre
comienza a ser consciente de sus actos.
11. Cada persona es responsable de sus actos.
12. La naturaleza humana determina los actos.
13. El hombre tiene un único fin, la bienaventuranza.
14. Por Revelación divina descubrimos que es creado por
Dios a imagen y semejanza.
15. Como creatura divina, esta llamada a ser el
administrador de toda la creación: “Dios puso todo bajo sus
pies”.
16. El hombre NO puede ejercer dominio despótico sobre
la naturaleza. Si el hombre daña la naturaleza, se daña a si
mismo.

En la unidad 2 nos adentramos en la idea de Libertad.


1. La libertad es la capacidad de autodeterminación.
2. La libertad es una fuerza de crecimiento y de maduración.
3. La libertad va unida a la inteligencia y voluntad.
4. El abuso de la libertad conduce al hombre a la esclavitud.
5. Es necesario que el hombre comience a realizar un buen uso
de la libertad, de esta forma gesta en su naturaleza la virtud.
6. El libre albedrio hace a la persona responsable de sus actos.
7. El juicio de la conciencia guía a la libertad.

Ahora iniciamos la unidad numero 3: “la moralidad de las


acciones”.

UNIDAD III
LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

1749 La libertad hace del hombre un sujeto moral. Cuando actúa de manera deliberada,
el hombre es, por así decirlo, el padre de sus actos. Los actos humanos, es decir,
libremente realizados tras un juicio de conciencia, son calificables moralmente: son
buenos o malos.

I. Fuentes de la moralidad

1750 La moralidad de los actos humanos depende:

— del objeto elegido;


— del fin que se busca o la intención;
— de las circunstancias de la acción.
El objeto, la intención y las circunstancias forman las “fuentes” o elementos
constitutivos de la moralidad de los actos humanos.

1751 El objeto elegido es un bien hacia el cual tiende deliberadamente la voluntad. Es


la materia de un acto humano. El objeto elegido especifica moralmente el acto del
querer, según que la razón lo reconozca y lo juzgue conforme o no al bien verdadero.

1752 La intención se sitúa del lado del sujeto que actúa. Es un elemento esencial en la
calificación moral de la acción. El fin es el término primero de la intención y designa el
objetivo buscado en la acción. La intención es un movimiento de la voluntad hacia un
fin; mira al término del obrar. Apunta al bien esperado de la acción emprendida. No se
limita a la dirección de cada una de nuestras acciones tomadas aisladamente, sino que
puede también ordenar varias acciones hacia un mismo objetivo; puede orientar toda la
vida hacia el fin último. Por ejemplo, un servicio que se hace a alguien tiene por fin
ayudar al prójimo, pero puede estar inspirado al mismo tiempo por el amor de Dios
como fin último de todas nuestras acciones. Una misma acción puede estar inspirada por
varias intenciones como hacer un servicio para obtener un favor o para satisfacer la
vanidad.

1753 Una intención buena (por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un
comportamiento en sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin
no justifica los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un
medio legítimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intención mala sobreañadida
(como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede ser bueno (como la
limosna) (Mt 6, 2-4).

1754 Las circunstancias, son los elementos secundarios de un acto moral. Contribuyen
a agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de los actos humanos (por ejemplo,
la cantidad de dinero robado). Pueden también atenuar o aumentar la responsabilidad
del que obra (como actuar por miedo a la muerte). Las circunstancias no pueden de suyo
modificar la calidad moral de los actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción
que de suyo es mala.

Siempre, para que una acción sea considerada buena, tiene que ser bueno el objeto y la
intención o fin, la circunstancia constituye un elemento secundario en el momento de
calificar la acción, haciendo de esta más o menos buena.

II. Los actos buenos y los actos malos

1755 El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las
circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo
bueno (como orar y ayunar para ser visto por los hombres).

El objeto de la elección puede por sí solo viciar el conjunto de todo el acto. Hay
comportamientos concretos —como la fornicación— que siempre es un error elegirlos,
porque su elección comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral.

1756 Es, por tanto, erróneo juzgar de la moralidad de los actos humanos considerando
sólo la intención que los inspira o las circunstancias (ambiente, presión social, coacción
o necesidad de obrar, etc.) que son su marco. Hay actos que, por sí y en sí mismos,
independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente
ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el
adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien.

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