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El ser-Atributo -Bueno
Al referirse al bien a las cosas, se dice que el ente, en cuanto que es, es bueno; el bien
radica así en el ser de las cosas, y según el grado de ser, mayor será el bien. Pues las cosas
son buenas por su participación en el ser, mientras que Dios es el Sumo Bien porque es ser
por su esencia. Cada ser o ente es bueno según su ser, y por consiguiente el ente y el bien se
No obstante, existe formalmente cierta distinción. Así como los entes son verdaderos o
inteligibles y se refieren al entendimiento humano por una relación de razón, relación que
no añade nada real al ente, el ente como bueno añade al ente una conveniencia a un apetito,
es decir, lo que es bueno es apetecible, pero lo añadido es sólo una relación de razón a una
potencia apetitiva. Santo Tomás expresa la identidad real que existe entre el ente y el bien,
con la diferencia que existen entre ambos, de la siguiente manera: «La razón de bien
consiste en que algo es apetecible; por eso dice Aristóteles que el bien es lo que todas las
cosas apetecen… Pero es evidente que cualquier cosa es apetecible en cuanto es perfecta,
pues todas las cosas apetecen la perfección. Y algo es perfecto en la medida en que es en
acto: de donde es manifiesto que algo es bueno en tanto que es ente, pues el ser es la
actualidad de todas las cosas… Es, pues, notorio que el bien y el ente se identifican
realmente, con la diferencia de que el bien añade la razón de apetibilidad, que no se expresa
en la noción de ente» [Summa Theologiae I, q. 5, a. 1, resp.]. Por tanto, las cosas no son
apetecibles porque las deseamos, sino que son apetecibles por ser perfectas y por estar en
acto por su propio ser. Así, lo que será más apetecible al ser conocido, lo que se amará más,
será lo más perfecto, lo más actual; por eso cuando se conoce a Dios, que es la bondad
Así como se han situado las cosas entre dos entendimientos, se debe aquí situar el ente
en cuanto apetecible entre dos potencias apetitivas, o en último término entre dos
voluntades. Pues las cosas creadas como bienes están relacionadas a la Voluntad divina,
pues todo lo que ésta crea es bueno, mientras que la voluntad humana no crea la bondad de
las cosas, sino que tiende a las cosas, las ama, precisamente porque éstas por su mismo ser
son buenas; así la voluntad humana en su operar depende de la bondad de las cosas,
mientras que la bondad de todo lo creado depende de la Voluntad divina y ésta por tanto es
fundamento de la bondad de todo cuanto es. Los entes son así buenos aunque ninguna
voluntad humana tienda a ellos y los ame, aunque la bondad de los entes es precisamente lo
que mueve nuestra voluntad hacia ellos. El ente como bien mantiene una relación de razón
con la voluntad humana, ya que la bondad del ente no depende de nuestra voluntad,
mientras que la bondad del ente sí que depende de la Voluntad divina y por ello el ente
como bien se encuentra relacionado con la Voluntad de Dios por una relación real.
Como se ha dicho, las cosas son apetecibles en cuanto son y son perfectas. Según el
Aquinate, lo perfecto es lo que está en acto. Por tanto, el ente en cuanto tiene ser y así se
encuentra en acto es bueno y posee perfección según su grado de ser; mientras más se
participa en el acto de ser, mayor será la perfección del ente. Pero además de la bondad
trascendental, puede hablarse de otros modos de decir el bien, pues algo es bueno cuando
cumple su fin. Por ejemplo, el hombre es bueno y posee un grado de perfección porque
tiene ser, pero no alcanza su fin mediante acciones opuestas a la razón. Dado este tipo de
comportamiento puede decirse que el hombre no alcanza su fin ni su perfección aunque
posea por su ser un grado de perfección. Además, según al axioma atribuido al Pseudo-
Dionisio, bonum est diffusivum sui, el bien tiende a comunicarse. Como Dios es plenamente
bondad, y perfección. Y en cuanto el hombre se asemeja a Dios, será más perfecto mientras
Primero debemos saber que es la participación, pues se dice según estudios, sobre todo los
participación posee no solo por una más honda comprensión de la doctrina de santo Tomás.
Sino también para una profunda visión de la metafísica, sobre todo para penetrar mejor el
tema del Acto puro, de Ser de Dios, como fundamento de todo otro ser en su esencia o en
Por tanto participar tiene significa tener parte o de, recibir de algo de otro ser. Lo que
conlleva a que tenga en cuenta tres términos: el ser imparticipado, de quien procede el o
perfección; el ser participado, que recibe y tiene parte, de ese ser o perfección, y
finalmente el ser como perfección misma, que procede del ser imparticipado y es recibido
en el ser participado.
Si de la participación del ser se trata, el ser imparticipado tiene que ser o existir por sí
mismo, ser el mismo Ser o Acto puro de Ser o existir, que por su noción, es infinito, único
y necesario.
En cambio, el ser participado no es el Ser, sino que lo recibe de el en su propia medida y,
por eso, es finito y, es tal, puede multiplicarse y diversificarse; o también contingente, pues
El ser participado es siempre compuesto de un sujeto que recibe –la esencia- y de un acto
de ser recibido. De aquí que la participación nunca se realiza en el Acto puro de ser -que es
De hecho es el filósofo platón el primer que nos habla de una participación, en la cual todo
puede ser sino por la perfección ilimitada; que lo múltiple que lo supone y es por lo uno,
que las cosas buenas suponen y son por la bondad, verdaderas, por la verdad.
Una vez que hemos considerado la división suprema del "ente" en "Ente increado" y "ente
ontológico, podemos decir que ha quedado al descubierto para nosotros la naturaleza del
“Ente abarca toda la realidad: abarca todo lo que es y puede ser, porque todo lo que es o
puede ser, es ente. De modo que, el ente trasciende todo género e incluye las diferencias: no
se le puede añadir un modo de ser diferente de él; la pluralidad y diversidad de las cosas no