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TÉCNICAS DE ACTOR
PARA COMBATIR EL PÁNICO ESCÉNICO
EN LA EMPRESA

TEATRO & CÁMARAS AL SERVICIO DE

LA EMPRESA
Hay idiomas que tienen una misma palabra para los verbos actuar y jugar:
como en inglés, to play; y en francés, jouer.

El oso, la timidez, la vergüenza, o como quieran llamarla, es una sensación tan horrible e
incapacitante, que a cualquiera le produce temor experimentarla, al enfrentar un auditorio
en donde se debe hablar en público. Más cuando en las empresas hay problemas
laborales, de dinámica, situaciones de conflicto, cuando se tocan temas delicados de
gran responsabilidad, o cuando se está negociando con cifras enormes en circunstancias
de alto riesgo tanto para el orador como para la empresa. Entonces el ejecutivo se pone
muy sensible al qué dirán profesional, pues al salir a dar su exposición todos los ojos, las
grabadoras y las cámaras están registrando con lupa cada cosa que dice y su
desempeño. Entonces al presentador que no ha logrado dormir ni comer bien, se le
acelera corazón, suda excesivamente, le tiemblan las piernas, tiene ganas de salir
huyendo, se enferma o en ocasiones hasta se desmaya. Estos y otros síntomas
corresponden a lo que en el mundo de las tablas se conoce como “pánico escénico”, que
en realidad es una reacción física producto del estrés por estar expuesto a una situación
en la que nos sentimos altamente expuestos y vulnerables.

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ACTOR-FLRMADJR
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Quisiéramos ponernos la capa mágica que nos hace invisibles. ¡Qué nos trague la tierra!
Pero tenemos que afrontar y cumplir como profesionales. Toca hacer de tripas corazón y
afrontar la situación con valentía. Pero, ojo, la sola “berraquera”, como se suele decir en
jerga teatral, no siempre basta. Para combatir ese miedo a “salir a escena”, yo
recomiendo y es obvio, usar las técnicas de las Artes Escénicas. Practicar con las
herramientas del arte dramático, basadas en ejercicios: de respiración, de relajación
(masajes, meditación), de expresión corporal, de voz (vocalización, dicción,
proyección…), de mnemotecnia, de concentración…, para después ensayar las
presentaciones con el rigor de las artes escénicas y de los medios de la radio y la
televisión. Videograbar o grabar el audio de las presentaciones y analizarlas
cuidadosamente sacando las enseñanzas.

Combatir el pánico escénico, con herramientas teatrales, es precisamente uno de los

métodos que vengo trabajando desde hace varios años en distintos cursos:
“Comunicación Eficaz para Ejecutivos”, “Teatro y cámaras al servicio de la empresa”,
“Técnicas de comunicación eficaz para el ejecutivo líder” y “Gestión estratégica de la
comunicación”, que he venido dictando como actor-formador.

Es malsano bajar la guardia a ese miedo, que es algo ‘normal’, y que aumenta al
acercarse la fecha de nuestra presentación. Tenemos que trabajar para controlarlo y
paradójicamente, para hacer de ese impedimento algo beneficioso. Tenemos que lograr
dirigir nuestra energía acumulada, para transformar la ‘sobrecarga emocional’ que nos
agobia, en un resorte que nos impulse a crecernos en escena, y en un motor que nos de
el ímpetu ejecutivo que nos exija dar lo mejor de nosotros mismos. No debemos
preocuparnos sino ocuparnos, como lo hace un actor antes de salir a escena, que
calienta y activa la voz, el cuerpo y la mente. Que repite y ensaya.

El método para enfrentar el pánico escénico se origina en los siguientes ejercicios

mentales:

Primero recordemos inicialmente cómo usábamos la mente en nuestros juegos infantiles,

de niños: El doctor, los vaqueros, el helicóptero...
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Ahora tomemos prestadas técnicas de actuación y pongámoslas al servicio de la labor
empresarial. Acudiendo a nuestros sentimientos y a nuestra memoria emocional y
afectiva, imaginemos unas ‘circunstancias dadas’ y actuémoslas como si fueran
verdaderas. Es una práctica de actores para responder sicológica y físicamente a
estímulos imaginarios y así encontrar interiormente acciones y reacciones que luego se
ponen al servicio de la ficción que interpretan. Está basada en el famoso modelo del
actor-artista que propone el hombre de teatro ruso Constantin Stanislavski.

Para lograrlo, nos hacemos la pregunta hipotética ‘¿Qué pasa sí…?’, utilizando el ‘sí
mágico’. Por ejemplo: “¿Qué pasa si ese auditorio de 1.200 personas que me asusta, se
convierte en mis 5 compañeros de oficina de mayor confianza?” o “¿Qué pasa si en vez
de sentirme asustado y estresado, me sintiera seguro, preparado, grande, fuerte y
poderoso?”…

Al imaginar unas circunstancias dadas, y al actuar en consecuencia con ellas, estas nos
ayudan a que todo juegue a favor, al sustituirlas por las circunstancias verdaderas de
nuestra presentación. Podemos abordarlo inicialmente ejercitándonos actuando o
‘jugando’ ese juego virtual del que somos los personajes principales. Si esa práctica la
videograbamos y observamos el material analíticamente, nos sirve tanto como al piloto
que práctica en el simulador de vuelo. El ejecutivo entonces ensaya, improvisa, actúa y
hace simulacros de sus presentaciones. Es importante no hacerlo sólo por obligación
sino también por diversión, sin nada qué perder.

Ese ‘sí mágico’ que ayuda al actor a crear el estímulo interior que obra como
desencadenante para que utilizando esa herramienta de la imaginación pueda lograr
una actuación creíble, sincera, desafectada y natural, queda así al servicio del
ejecutivo.

Puesto que en el imaginario del ‘sí mágico’ todo es posible, es responsabilidad del
ejecutivo el buen uso de estas técnicas y herramientas prestadas de las artes
escénicas, y beneficiarse de ellas con ética, precaución e inteligencia.

Hay quienes en vez de seguir este método de trabajo, se toman una pastilla para
los nervios o un whisky… Yo desaconsejo esas prácticas, porque son una trampa
que puede proporcionar chascos y sorpresas desagradables.

Si se hace la ‘tarea’, no hay por qué temer.   En cada presentación pública

acumularemos experiencia, ‘tablas’, como se dice en el glosario teatral, y en la
siguiente ocasión tendremos mayor confianza en nosotros mismos, lograremos
pasar mejor nuestros mensajes, y no sólo no sufriremos la experiencia, sino que
se convertirá en agradable y en vez de disminuirnos y avasallarnos, nos hará
crecer como profesionales y como seres humanos.

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En conclusión, definitivamente lo mejor para combatir el pánico escénico es estar
profundamente preparado tanto en el tema o contenido de lo que voy a comunicar,
como en la forma o el cómo lo voy a comunicar:

a) Comunicación verbal: palabras, tono de voz.

b) Comunicación no verbal: contacto visual, gestos faciales, movimientos de
brazos y manos, postura y expresión corporal, desplazamientos, etc.

Hay que ensayar, ensayar y ensayar, e idealmente por lo menos hacer un ensayo
general en el espacio de la presentación y con todas las ayudas físicas y
audiovisuales con las que va a contar. Resulta muy útil grabar o videograbar cada
intervención, pues al analizarlas cuidadosamente el material, lo que llamamos
autoscopia, surge un diagnóstico en el cual se detectan mejorables y fortalezas, y
trabajando cada mejorable con las herramientas y ejercicios adecuados, logramos
convertirlos también en fortalezas.

¡No hay barita mágica para convertirse en buen orador! Así es el trabajo del actor:
5% de inspiración y 95% de transpiración.

Santiago BEJARANO CHAUX

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