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COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL 2.

GRUPO: 5.
KEVIN ALBEIRO BRAVO MESA.
CÓD. 2180292

Tomando como referencia el texto “Comunicación para el Cambio Social: El Nuevo


Comunicador”, de Alfonso Gumucio (2002), es preciso realizar una reflexión en tanto al que
hacer del nuevo comunicador para el cambio social. En primera lugar, me parece
imprescindible destacar la premisa que lanza el autor cuando menciona que en este mundo
“Entre más invertimos en desarrollo, más contribuimos al crecimiento del cementerio del
desarrollo” (Gumucio, 2002), y quizás sea porque desde pequeños, o al menos en mi caso,
se me ha inculcado que “más es más” y que en el caso del desarrollo de una comunidad o
territorio; “la tecnología debe ser el eje principal, con el que todos gocen” y así si se los
podría considerar como “netamente desarrollados” e incluso que sirven para que otros
contextos tomen dichos avances como ejemplo y lleguen al mismo nivel de desarrollo.

No fue hasta ahora que recordé que el texto en mención, lo había leído hace 2 años,
cuando recién ingresé en mi primer semestre, y en esa época, no me había causado tanto
interés como hoy en día, creo yo, la razón radica, debido a todos los hechos coyunturales,
enmarcados por injusticias y desigualdades, de las cuales he sido testigo tanto en mi región
como en todo el territorio nacional.

Es por eso, que hago match, con todo lo que Gumucio (2002) plantea, pues, quien este a
cargo de gestionar proyectos que se supone ayudarán a las comunidades para tener un
cambio social; deben considerar desde un principio el seguimiento a todos y cada uno de
los pasos que se establezcan en el marco de acción o las estrategias. Aquellos que laboren
bajo el título de “especialistas en comunicación” sin ni siquiera serlo deberían sincerarse
consigo mismos y más bien darle la oportunidad a personas que en realidad quieren
movilizar proyectos de gran impacto, sustentado y validando el trabajo de campo, el diálogo
y la participación mutua para con las comunidades. Y así este, pueda relacionar tanto la
academia inspirada en la teoría, como en los retos que en el diario vivir se le presentan y
que debe enfrentarlos para posteriormente sintetizar las estrategias más adecuadas, según
los casos, eso sí teniendo como himno la horizontalidad y erradicando el antónimo de esta
por completo.

Sin duda alguna, debe de ser un comunicador determinante y con una actitud retadora en
donde no existan las dudas por compartir con las comunidades, que en su rol distinga
perfectamente la diferencia entre comunicación e información, resaltando que esta última no
ofrece la oportunidad de retroalimentarse. En el nuevo comunicador, los medios no deben
concebirse como la solución a todos los problemas, más bien como parte de esta. Que va
desde su misión amplia de fortalecer las organizaciones sindicales hasta cubrir temas
sociales, prime la valoración por el proceso y no el resultado final. Por último en un mundo
tan competitivo y lleno de retos, el verdadero y nuevo comunicador, que se instaure desde
su vocación, tiene que defender su oficio, mostrando su sello diferenciador, y ser
sumamente sensible y detallista en su trabajo con las culturas para que así su misión sea
más enriquecedora y no nada más quede imprenta como “un proyecto más entre tantos”.

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