Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
FAVALORO”
Desarrollo
a) Después de leer el texto, al momento de educar, tenemos que tener en
cuenta que necesitamos un 90% de conocimientos aprendidos y un 10% para
aprender de los alumnos, tenemos que estar dispuestos a todo, porque el
alumno toma un camino en su vida, en el cual se va a ver reflejado todo lo
aprendido. y acá se nota la importancia del educador.
b) PRIMERA PARTE:
Analicé y realicé un breve proceso indagando en la lectura “Formación
Práctica del Profesorado. Más allá del ritual... otros guiones, otras
escenas” DE Edelstein, Gloria E.
Con la técnica de resumir el texto y sacar lo más importante de la lectura.
Resumen de Edelstein
Desde los 80 son numerosos los trabajos que ponen en foco la formación de
docentes a partir de distintas perspectivas teóricas y líneas de investigación.
Son escasos los que se ocupan de profundizar la comprensión del lugar de las
prácticas de la enseñanza en esas propuestas, aunque cuando se actúa la
formación, ellas cobran centralidad.
Esta postergación podría asociarse al hecho de suponer que dichas prácticas,
como objeto de estudio y análisis, no cuentan con un estatuto teórico científico que
amerite un trabajo de conceptualización sistemático.
En ellos, las prácticas de la enseñanza han sido en la mayor parte de los casos
relegadas, entendidas como instancia aplicativa de la teoría, dotándolas de un cierto
sentido peyorativo.
En realidad, de modo paradójico e inadvertido, ese lugar de las prácticas se ha
convertido en no pocas oportunidades en el punto de mira privilegiado para evaluar
las producciones posibles de los alumnos, sus capacidades integrativas en la
relación teoría práctica. Aun admitiendo por un momento que las prácticas de la
enseñanza fueran el último eslabón del recorrido académico, se entiende que no
constituyen un sencillo precipitado de aprendizajes anteriores. * En los centros de
formación de docentes se alude generalmente a las prácticas en términos
genéricos. La Residencia, en la perspectiva adoptada es significada como
aproximación al conjunto de prácticas requeridas en el futuro quehacer docente.
La complejidad de este proceso genera una movilización en los residentes en tanto
sujetos que desde diversas trayectorias se enfrentan con diferentes
intencionalidades, demandas y requerimientos. De ahí que la residencia- vivida en
general como instancia clave, probatoria de la posibilidad real y efectiva de “Ser
docente” y que por tanto tensiona la construcción de la identidad profesional- se
constituye como etapa problemática en el marco global de toda propuesta de
formación de docentes.
DE LA PRÁCTICA DE LA ENSEÑANZA A LA
PRÁCTICA DOCENTE
Preocupa dejar en claro que el trabajo en el interior del aula, que tiene que ver con la
enseñanza de contenidos disciplinarios que son parte de las bases curriculares para
cada nivel y modalidad necesita ocupar un espacio en la formación.
Ser practicantes:
Ser formadores en este caso no es tranquilo, más aún cuando este lugar suele
construirse en relativa soledad; en apuesta silenciosa en el juego de las prácticas.
Se recupera para ello la idea de tutoría desde una perspectiva constructivista:
acompañar interactuando.
PROPUESTA TEÓRICO-METODOLÓGICA
REALIDAD DOCENTE
Para comenzar a hablar sobre la realidad docente, primero cabe destacar que los
datos extraídos del material “¿Qué sabemos de los docentes en Argentina? Datos
nuevos, desafíos que persisten” nos muestra estadísticas sacadas de entrevistas
hechas a docentes en el año 2016. Iniciaré hablando sobre la realidad de los
docentes con las estadísticas de ese año, que en la realidad de hoy en día no ha
cambiado mucho; aun creo que los datos se acrecentaron más.
Mi reflexión
La parte de este informe tomaré en donde se expone la realidad del nivel secundario
en donde los docentes se dedican más a capacitarse que enseñar, esto ocurre
cuando se ejerce la profesión o cuando te recibís y debes hacer cuantos títulos de
formación ofrezcan; para poder aumentar puntos y poder ingresar al sistema. Te
dedicas a capacitarte en títulos que muchas veces distan mucho de lo que te
formaste que era enseñar. Así se va perdiendo la motivación por la profesión al
punto que cansa la burocracia del sistema mismo.
Es cierto que ya conocíamos algunas cosas sobre los docentes, sus características
y su forma de trabajar. El cuestionario aplicado confirma muchas de estas
cuestiones y ratifica algunos patrones que son ya de larga data. Pero, ¿de dónde
surgen estos patrones? ¿Por qué se sostienen en el tiempo?
El trabajo de los docentes se rige por un conjunto de reglas que conocemos como
carrera docente. Estas reglas determinan las condiciones de acceso a los puestos
de trabajo, en qué y en cuántas escuelas se puede trabajar, cómo se asciende, y
cuáles son las condiciones de jubilación, entre otras cuestiones.
Un trabajo disperso
Así, para algunas disciplinas los profesionales con título docente escasean y esto
obliga a las escuelas a incorporar perfiles profesionales sin formación pedagógica.
Así, para algunas disciplinas los profesionales con título docente escasean y esto
obliga a las escuelas a incorporar perfiles profesionales sin formación pedagógica.
A esto se suma otra cuestión: a medida que ganan experiencia en su profesión y se
vuelven mejores en lo que hacen, los docentes dejan de pasar horas en el aula,
frente a los alumnos.
A lo largo de la vida profesional de un docente, no hay alternativas horizontales de
crecimiento. No existe, por ejemplo, la posibilidad de asumir la coordinación del
equipo docente de matemática sin dejar de lado las horas de enseñanza.
Esto obliga a que muchos docentes experimentados y comprometidos con la
enseñanza deban pasar a cargos administrativos o directivos para ascender y
avanzar en su carrera.
Por eso, para algunas disciplinas existe una menor oferta de profesionales con título
docente para el nivel secundario, situación que obliga a la incorporación en las
escuelas de perfiles profesionales sin formación pedagógica. Este fenómeno se
verifica con mayor intensidad en las áreas de Ciencias Naturales y Matemática,
donde la falta de docentes titulados suele aumentar. Esta mayor presencia de
profesionales no universitarios en las aulas secundarias puede dar lugar a
dificultades como el desconocimiento de la cultura escolar del nivel (Ministerio de
Educación Ciencia y Tecnología, 2007).
En el nivel secundario, mientras que casi no existen docentes con título de
maestra/o normal adquiridos en el nivel secundario (alcanzan el 1%), se verifica
también un importante predominio (76%) de docentes que obtuvieron sus títulos
habilitantes en el nivel superior no universitario. Cerca de un cuarto lo hizo en
universidades, espejando −como ya se dijo− el carácter dual del sistema formador
de docentes para el nivel.
Los datos analizados aquí iluminan solo algunas aristas de una problemática
estructural que la Argentina debe discutir cuanto antes para mejorar la educación.
La formación
En este punto y sobre la formación docente lo que debemos tener en cuenta cuando
se da la competencia de título muchas veces la formación lo abala desde la
disciplina, pero no desde la formación pedagógica. Ese profesional enseña pero no
posee la manera de hacer una transposición pedagogía adecuada y acorde al
educando. Ese profesional no se formó en lo pedagógico más bien lo hizo para
desempeñares en otras áreas y donde la enseñanza se da de otra manera querer
equiparar con la escuela creó que es un error. No se debería tener profesionales
enseñado sin haber hechos lo pedagógico. Podrán tener muchos conocimientos
pero no cuentan con la manera de trasmitirlo desde lo pedagógico por lo que “brega”
la escuela.
Docentes suplentes
Muchas veces lo docentes suplentes con tal de acumular hora agarran lugares
desfavorecidos en los cuales no fueron preparados, o también a veces tienen
mucha preparación pero les toca desarrollarse en contextos para el que no fueron
capacitados. Aquí se nos juntan dos cosa que afectaran en la educación de sus
futuros alumnos sectores desfavorecidos más inexperiencia del educador. Esto lleva
a una baja calidad educativa desfavoreciendo a los sectores más desfavorecidos.
Experiencia derrochada
Otro factor que influye en la baja calidad educativa es que muchas veces los
mejores profesionales y con destacada trayectoria en su profesión pasan a ocupar
cargos administrativos por cuestión de tener un mejor salarios. Se da la pérdida de
un buen profesional. Desaprovechando su experiencia y trayectoria pedagógica
donde quizás fue un excelente profesional.
Varios de los problemas que atañen a la carrera docente afectan al nivel secundario.
Este nivel es hoy el que concentra las mayores preocupaciones y el que enfrenta
situaciones más críticas. Si en materia de política educativa los signos críticos
convergen en torno a la carrera docente, al descomponer el sistema educativo en
niveles las alertas se concentran en el secundario.
Algo similar sucede con los indicadores de sobreedad, que dan cuenta de la
discontinuidad en las trayectorias de los alumnos por situaciones de repitencia o
abandonos intermitentes. De hecho, la sobreedad es un fenómeno mucho más
frecuente en las aulas de nivel secundario que en las de nivel primario.
Además de referirse a su propio perfil, su formación y demás, los docentes también
dieron cuenta de sus percepciones en el cuestionario aplicado con las pruebas
Aprender. Allí, los docentes confirman la necesidad de repensar la propuesta
educativa que acercamos a los jóvenes desde el nivel secundario.
Cuando se les preguntó por las causas de los bajos aprendizajes de sus
estudiantes, un 54% de los docentes del último año del nivel secundario señaló que
sus estudiantes no sabían lo que debían haber aprendido en años anteriores. Por
otra parte, 49% de los docentes señaló que los bajos aprendizajes se debían a la
falta de interés por los contenidos escolares.
Porcentaje de docentes de nivel secundario (5º/6º año) de escuelas del sector
estatal y privado según las 3 principales causas que identifican acerca del abandono
estudiantil.
El nivel secundario es el último nivel educativo por el que transitan la mayoría de los
jóvenes en la Argentina.
Esto convierte a la escuela secundaria en la institución social con mayor potencial
transformador de las trayectorias juveniles: es allí donde se definen las
oportunidades que tendrán en el futuro y sus posibilidades de inclusión en la
sociedad.
La escuela secundaria conserva muchas características de su matriz de origen: fue
creada con el objetivo de seleccionar y preparar a una élite para acceder a la
universidad. Hoy, la realidad de los estudiantes del nivel medio es más diversa y las
trayectorias post-secundarias son más variadas.
Esto podría estar dando cuenta de una preocupante tendencia a “etiquetar” a los
estudiantes precozmente, con el riesgo que esto implica en términos de sesgos a la
hora de calificarlos, retroalimentarlos y enseñarles.
En efecto, el análisis de estas respuestas (y, más aún, la comparación con otras
plasmadas en otros gráficos, tal como se verá más adelante) permite deducir la
existencia de algunas contradicciones difíciles de interpretar. Por un lado, es amplio
el porcentaje de docentes que se muestra optimista respecto de la posibilidad de los
estudiantes de mejorar sus aprendizajes a lo largo del año −con tutorías, con el
trabajo articulado entre docentes, entre otras herramientas−, pero también lo es el
que se manifiesta de acuerdo con tener una idea clara sobre quiénes tendrán
problemas para pasar de grado al cierre del primer trimestre.
Por otro lado, se consultó a los docentes por sus hipótesis respecto de las
principales causas de los bajos logros de aprendizaje.
El primero es el resultado de la oportunidad que brinda la pregunta aquí graficada de
comprender cómo los docentes se construyen sus explicaciones respecto de los
efectos de su trabajo y, en particular, de la realidad educativa de la que son
protagonistas. Un análisis del conjunto de las respuestas revela cierta contradicción
respecto de la tendencia −observada en los gráficos anteriores− a depositar niveles
considerables de responsabilidad y confianza sobre la escuela.
Esta tendencia a correr el foco de la responsabilidad del espacio escolar −y, sobre
todo, del espacio de la propia aula− es preocupante. Indica un desafío para los
programas de formación docente continua y otros dispositivos orientados a construir
y consolidar en los docentes percepciones más asociadas a la vocación inclusiva de
la institución escolar en general, y del espacio del aula en particular.
Este fortalecimiento podría permitir empoderar a las familias para colaborar con el
aprendizaje de sus hijos, así como acercar a los docentes a ese entorno y aumentar
la empatía respecto de los desafíos y preocupaciones de cada familia
(Abdul Latif Jameel Poverty Action Lab, 2011; Universidad de Barcelona, 2012).
Otro de los resultados más salientes aparece con el factor “porque no han aprendido
los contenidos previos necesarios”, señalado por más de la mitad de los docentes de
ambos niveles como una de las explicaciones de sus bajos logros de aprendizaje.
Esta variable se relaciona directamente con lo reportado en el gráfico 20 en torno a
las dificultades percibidas por los docentes para completar los programas.
Las deficiencias en el aprendizaje de contenidos previos podrían estar relacionadas,
entre otras cosas, con programas incompletos durante los años anteriores. Sobre
este punto, mejorar la coordinación de la enseñanza a nivel intraescolar, donde
cada docente pueda compartir con sus pares de grados superiores los logros y
dificultades de cada grupo, podría ser de ayuda.
Del lado de las respuestas menos escogidas, llama la atención el bajo porcentaje
que, en ambos niveles, señalaron a las relaciones conflictivas entre los estudiantes
como explicaciones de sus bajos logros de aprendizaje. Esto permite pensar que, o
bien las situaciones de conflicto en las escuelas son menores a las percibidas a
través de los medios de comunicación, o que las dificultades de convivencia escolar
no afectan −desde el punto de vista de los docentes− los resultados de aprendizaje.
En torno a otros factores, aparecen distinciones más marcadas entre los niveles.
En el primario, por ejemplo, tiene gran peso la idea de que los estudiantes no han
alcanzado el desarrollo madurativo adecuado como causa de los bajos logros de
aprendizaje.
En el nivel secundario aparece con mayor fuerza que en el primario la conciencia
sobre la necesidad de revisar la propuesta educativa del nivel: el 49% frente a un
21% en el nivel primario marcó la opción “porque [a los estudiantes] no les interesan
los contenidos que los docentes enseñan”, y el 33% frente al 14% en el primario
señaló que las propuestas de enseñanza no logran transmitir entusiasmo o interés
por el aprendizaje, dos respuestas que son caras distintas de un mismo fenómeno.
En cuanto a las variaciones entre sectores de gestión, una de las más marcadas
aparece en torno a las condiciones de pobreza en las que viven los estudiantes
como explicación de sus bajos logros de aprendizaje. Además de encerrar cierta
concepción determinista sobre el impacto de las condiciones socioeconómicas sobre
el aprendizaje y de implicar una escasa confianza en la capacidad transformadora
de la escuela, esta diferencia se corresponde con las disparidades en la extracción
social de las escuelas de distintos sectores de gestión: las del sector estatal reciben
a todos mientras que las privadas, deliberadamente o mediante el cobro de
aranceles, tienden a restringir el ingreso de los estudiantes en situaciones de mayor
vulnerabilidad socioeconómica.
Una de las estrategias que el sistema educativo prevé ante casos de logros de
aprendizaje insuficientes es la repitencia, cuya efectividad como estrategia para
mejorar los aprendizajes ha sido ampliamente cuestionada por especialistas e
investigaciones en todo el mundo. Al contrario del propósito con el que fue diseñada,
la repitencia no mejora los niveles de aprendizaje de los estudiantes e incluso incide
en la probabilidad de que abandonen la escuela (Brophy, 2006; Kit, Labate, y
España, 2006; UIS-UNESCO, 2012).
Las respuestas de maestros y profesores en torno a su efectividad como medida
(gráfico 24) reflejan que estas nociones aún no han calado hondo en el colectivo
docente: 66% (en el nivel primario) y 61% (nivel secundario) acuerdan total o
parcialmente con que la repitencia es una medida efectiva ante bajos logros de
aprendizaje; y sólo 36% (nivel primario) y 38% (nivel secundario) acuerdan con una
afirmación prácticamente opuesta (es deseable proporcionar oportunidades
adicionales a los estudiantes que no llegan a promover el curso en las instancias de
febrero/marzo).
De todos modos, existe mayor optimismo respecto de la posibilidad de evitar recurrir
a la repitencia como estrategia: el 76% de los docentes de nivel primario y 69% de
los de secundario afirman que es posible desplegar alternativas para que un alumno
que está en condiciones de repetir pueda pasar de año sin tener que volver a cursar
todas las materias. Esto resulta llamativamente contradictorio con el amplio
porcentaje de docentes de este nivel que señaló que “si un alumno tiene tres o más
previas debería repetir, sin importar cuáles son esas materias” (suman 69% quienes
declararon estar total y parcialmente de acuerdo).
Estos resultados ponen en evidencia la necesidad de revisar las estrategias
orientadas a la sensibilización de los docentes respecto de la efectividad y la
deseabilidad de la repitencia como estrategia para la mejora de los aprendizajes.
A su vez, permite preguntarnos por la medida en que estas nociones responden a la
necesidad de mayores (y/o de mejor calidad) ofertas de formación docente (inicial y
continua) en estrategias pedagógicas alternativas a la repitencia.
A aquellos docentes que declararon creer que es posible desplegar estrategias para
que un alumno que está en condiciones de repetir pueda pasar de año sin tener que
recursar todas las materias se les preguntó por las estrategias alternativas que
consideraban más adecuadas.
Por otro lado, entre sectores de gestión no se observan diferencias relevantes más
allá de la incidencia levemente mayor de la opción del apoyo de las familias por
parte de los docentes que respondieron por escuelas privadas frente a quienes lo
hicieron por las de gestión estatal.
Los resultados devuelven información de gran utilidad para repensar las estrategias
de la política educativa y de la gestión escolar frente a esta problemática.
La causa más señalada por los docentes como una de las tres mayores razones de
abandono va en la misma dirección que el diagnóstico de diversos especialistas en
torno a la existencia de una crisis de sentido de la escuela secundaria: el 55% de los
docentes respondientes señala que los estudiantes la dejan porque no consideran
que finalizarla sea útil para su vida.
Da cuenta de una percepción igual de presente en ambos sectores de gestión, que
refuerza el llamado a repensar lo que la escuela secundaria tiene para ofrecer a los
jóvenes de hoy, es decir, la medida en que les ofrece andamios en el camino hacia
la construcción de proyectos de vida propios.
Con un peso prácticamente equivalente, la percepción de que los padres dan poca
importancia a la educación de sus hijos aparece como una de las principales causas
del abandono, según el 54% de los docentes. Tradicionalmente, las intervenciones
pensadas para la mejora de las trayectorias suelen convocar a los jóvenes mismos y
a los actores intra-escolares (docentes, directivos, tutores, etc.), y pocas veces se
piensan o co-construyen en diálogo con las familias, con frecuencia escasamente
empoderadas para dialogar con los actores escolares. Cabe preguntarse hasta qué
punto la percepción de los docentes obedece a una real falta de preocupación o a la
escasez —probablemente por una cualidad estructural del formato escolar— de
mecanismos participativos que valoren la inteligencia cultural de las familias para la
construcción de soluciones a los problemas de los jóvenes.
Sea cual sea la forma real del problema, la gran proporción de docentes que apuntó
a las familias como parte de la causa del abandono escolar echa luz sobre la
existencia de un nudo problemático poco abordado por las políticas sociales en
general, y las educativas en particular.
La idea de que los jóvenes prefieren ir a trabajar en lugar de estudiar es considerada
una causa del abandono por el 53% de los docentes, lo que la ubica en un lugar
prácticamente idéntico a los dos motivos anteriores. Esto refuerza las conclusiones
de algunos párrafos atrás respecto de la necesidad de repensar la propuesta
educativa y el sentido de la escuela secundaria, puesto que la preferencia de los
jóvenes por el desempeño en el ámbito laboral puede no estar relacionada con una
necesidad ineludible sino con un mayor interés por el ámbito del empleo.
Además, constituye un llamado de atención a los tomadores de decisiones y
diseñadores de políticas de articulación entre la escuela y el mundo del trabajo, para
lograr la construcción de dispositivos que integren en la educación obligatoria el
contacto y la preparación para el mundo laboral, de manera de fortalecer trayectorias
de aprendizaje en el trabajo y de que este último no constituya una opción que
excluye la finalización de las trayectorias educativas.
Por otro lado, nos recuerda que las políticas educativas deben dialogar y ser
complementadas con políticas sociales y económicas, tendientes a mejorar las
condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables desde abordajes integrales
que los entiendan como sujetos que participan simultáneamente de diversas esferas
de la vida social, entre las cuales las injusticias se realimentan y multiplican. En el
mismo sentido va la percepción docente sobre los problemas económicos de las
familias de los jóvenes y de las situaciones de embarazo o paternidad adolescente
como causas del abandono, compartidas por el 44% y el 30% de los respondientes,
respectivamente.
En efecto, las respuestas más escogidas permiten entender al abandono escolar
como la cristalización de una serie de problemáticas que incluyen pero también
exceden el radio de acción de la escuela y del sistema educativo, y por ende llaman
a la construcción de abordajes intersectoriales por parte del Estado, en pos de
mejorar integralmente la calidad de vida de los jóvenes y acompañarlos en la
construcción de trayectorias de inclusión favoreciendo transiciones de calidad hacia
la vida adulta.
Docentes taxi
La realidad del docente taxi la vivimos día a día sea en la secundaria como así
también en el nivel terciario. El docente se desempeña por horas cátedras deber
cumplir con sus horas permitidas por el SNA. Que las reparte en varias
instituciones hasta completar las mismas, el educador se la pasa viajando,
preparando planificaciones, Cambiando carátulas a su planificación de diferentes
instituciones. Esto lo lleva a perder su acto de pertenencia a una institución también
a crear lazos afectivos superficiales con sus alumnos ya que no tiene tiempo de
“estar en la institución”, en que está desarrollando la hora de clase. Ya debe estar
pensando como desarrollará su próxima clase a cuantas cuadras de distancia o
quizás kilómetros; en otra escuela y con otros chiscos que tampoco lo conocerá de
manera directa.
Sumado a esto tendrá que enfrentar otros desafío dependiendo del gobierno de
turno y de sus políticas, ya que los que se le ocurra al mandatario pondrá en tela de
juicio sus conocimientos donde deberá luchas para conseguir y sostener sus hora de
suplencia ya que vendrá un nuevo profesional con más puntos a desplazarlo y
ocupar su cargo porque su puntaje lo permite, pero en muchos caso este profesional
tiene formación y puntos pero no tiene formación pedagógica como si lo tiene el
docente esto lo vemos en la realidad de nuestra escuela y queda evidenciado en el
siguiente texto.
Por eso, para algunas disciplinas existe una menor oferta de profesionales con título
docente para el nivel secundario, situación que obliga a la incorporación en las
escuelas de perfiles profesionales sin formación pedagógica. Este fenómeno se
verifica con mayor intensidad en las áreas de Ciencias Naturales y Matemática,
donde la falta de docentes titulados suele aumentar. Esta mayor presencia de
profesionales no universitarios en las aulas secundarias puede dar lugar a
dificultades como el desconocimiento de la cultura escolar del nivel (Ministerio de
Educación Ciencia y Tecnología, 2007).continuando con nuestro informe y las
problemáticas de la educación también abordaremos otro tema que se da en la
educación que afecta a los adolescentes y la imagen del docente que muchas
veces se siente culpable de lo que pasa y que el general la sociedad fija su mirada
en el profesional de educación cuando ocurre las problemáticas como ser abandono
o repetición esto lo podemos ver en el siguiente texto del operativo aprender 2016
A pesar de que es un nivel obligatorio desde la sanción de la Ley de Educación
Nacional de 2006, el secundario aún enfrenta serios desafíos para atraer, retener y
graduar a todos los jóvenes de nuestro país. Una señal clara de esto es el aumento
de la tasa de abandono interanual para el nivel medio, a medida que los estudiantes
avanzan hacia y dentro del nivel. Esta tasa mide el porcentaje de estudiantes que
abandonan la escuela entre un año y otro: de los alumnos que se inscribieron en 11°
grado, el 21% no se volvió a anotar al momento de iniciar el 12° grado. Por otro lado
también tenemos la repetición.
La repitencia muchas veces es tomada como una alternativa de castigo por el
profesional, pero vemos que esto no soluciona nada, más bien acrecienta el
problema. Lo grave de esto es la percepción que tienen los educadores como queda
reflejada en la siguiente cita.
Las respuestas de maestros y profesores en torno a su efectividad como medida
(gráfico 24) reflejan que estas nociones aún no han calado hondo en el colectivo
docente: 66% (en el nivel primario) y 61% (nivel secundario) acuerdan total o
parcialmente con que la repitencia es una medida efectiva ante bajos logros de
aprendizaje; y sólo 36% (nivel primario) y 38% (nivel secundario) acuerdan con una
afirmación prácticamente opuesta (es deseable proporcionar oportunidades
adicionales a los estudiantes que no llegan a promover el curso en las instancias de
febrero/marzo).
Más lejos del dominio de “lo sabido” sobre los docentes en la Argentina, aparecen
algunos hallazgos sobre sus prácticas de formación docente continua. Dan cuenta
de considerables niveles de participación de los docentes en este tipo de acciones,
esenciales para la actualización de sus conocimientos y el ejercicio frecuente de la
reflexión sobre una práctica de tanta relevancia social.
Estas preguntas también expusieron algunas dimensiones poco atendidas por las
políticas educativas e incluso por las investigaciones como la necesidad de poner
foco en los lazos entre escuelas y familias para mejorar los aprendizajes; y
contribuyen a quitar algo de peso a cuestiones quizás sobredimensionadas en la
opinión pública, como los niveles de conflictividad intra-escolar.